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XX
La renovación de la narrativa hispanoamericana, aunque tarda en llegar, se produce con una
enorme fuerza creadora y un gran esplendor que la llevará a situarse en la cumbre de la narrativa
mundial.
A partir de 1940 se inicia una nueva etapa con la aparición de nuevos temas y la
renovación de las técnicas narrativas:
Penetra la imaginación, lo fantástico. Se hablará de realismo mágico o de lo real
maravilloso. A partir de este momento, realidad y fantasía aparecerán íntimamente unidas en la
novela: unas veces por la presencia de lo mítico, lo legendario, lo mágico; otras, por el
tratamiento alegórico de la acción, de los personajes o de los ambientes.
En el campo de la estética existe un mayor cuidado constructivo y estilístico. Se siguen
las innovaciones técnicas de los grandes novelistas europeos y norteamericanos: Joyce, Kafka,
Faulkner; además se introducen elementos irracionales y oníricos procedentes del Surrealismo
(influencias freudianas) que se adaptan a la expresión de lo mágico o lo maravilloso.
Las primeras obras de Miguel Ángel Asturias (El señor Presidente) y de Alejo Carpentier
(en el prólogo de El reino de este mundo explica su teoría de lo real maravilloso: el escritor no
tiene necesidad de crear mundos mágicos, ya que la propia realidad hispanoamericana es mágica,
maravillosa, llena de excesos y contrastes) mostraban ya un interés por una nueva manera de
plasmar la realidad. En las siguientes obras se difumina progresivamente la línea divisoria entre
el mundo real y el fantástico. El cambio quedó confirmado con la novela de Juan Rulfo, Pedro
Páramo: ofrece novedades que la convierten en punto de referencia de la nueva narrativa:
estructura fragmentaria, desorden cronológico, complejidad de planos narrativos e interrelación
de historias
Junto a estos autores destaca la figura de Jorge Luis Borges, autor de cuentos como
Ficciones, El Aleph (1956),... que se convirtieron en referente de la literatura hispanoamericana.
Década de los 60: en 1962 se publica en España La ciudad y los perros de Mario
Vargas Llosa, en 1963 aparece la novela de Julio Cortázar, Rayuela y en 1967 Cien años de
soledad de Gabriel García Márquez. Era el llamado boom de la novela hispanoamericana y
supuso uno de los grandes acontecimientos literarios de nuestra época. Estos nuevos novelistas
llevan las innovaciones a sus últimas consecuencias:
Ampliación temática: aumenta la preferencia por la novela urbana y cuando aparece el
ambiente rural (como en García Márquez) recibe un tratamiento original.
Se fortalece la unión de lo fantástico y lo real. El Realismo Mágico será uno de los rasgos
principales de los nuevos novelistas. La dicotomía de la cultura occidental entre lo racional y lo
irracional desaparece. La razón no es suficiente para dar cuenta de la realidad. Lo extraordinario
no es sólo admisible, sino que se convierte en cotidiano y habitual.
En el aspecto formal la estructura del relato sufre una profunda experimentación, al igual
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que las técnicas narrativas: ruptura de la linealidad temporal, cambios del punto de vista,
combinación de las personas narrativas, monólogo interior, estilo indirecto libre, etc.
El lenguaje se enriquecerá con la superposición de estilos o registros, distorsiones
sintácticas y léxicas, etc.
Existe, por tanto, una ruptura con la técnica realista que no quiere decir un alejamiento de la
realidad sino una voluntad de tratarla desde puntos de vista más reveladores.