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INSTITUTO TECNOLÓGICO BOLIVIANO

ALEMÁN

Trabajo de Investigación

Docente: Ing. Orlando Torrico Carbajal

Carrera: Gestión de Petróleo y Gas

Fecha: 26/11/20

Cochabamba- Bolivia
1. Cultura Alemana

Alemania está en el centro de Europa, no sólo geográficamente, sino también en


términos de política y economía. El país es el segundo más poblado de Europa
después de Rusia, con más de 80 millones de habitantes, según World Factbook. La
economía alemana es la más grande del continente y la quinta del mundo.

Mientras que el alemán ejerce su influencia en los países limítrofes -Austria, Bélgica,
República Checa, Dinamarca, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y Polonia-,
todas estas culturas han contribuido, en mayor o menor medida, a la configuración de la
Alemania actual. La población es 91,5 por ciento alemana, y el segundo grupo étnico
más numeroso es el turco, con 2,4 por ciento, según World Factbook. El 6,1% restante
está compuesto principalmente por descendientes de griegos, rusos, italianos, polacos,
serbocroatas y españoles. Alrededor del 75,7% de la población es urbana.

La gente, el idioma y las tradiciones son lo que hacen que la cultura alemana sea única.
Ha desempeñado un papel clave en la historia de Europa, y no sólo en ella. Los
angloparlantes lo llaman Alemania, los alemanes lo llaman Deutschland. Alemania es
conocida como el país de los poetas y pensadores. La cultura alemana ha sido
influenciada y moldeada a lo largo de la rica historia de Alemania, una vez como una
parte importante del Sacro Imperio Romano, y más tarde como una de las economías
más estables del mundo.

Hoy en día, Alemania es el hogar de 82,2 millones de personas, incluyendo alemanes y


minorías de otras nacionalidades que se respetan entre sí, y juntos hacen de Alemania
un país de valores, celebraciones únicas y costumbres.

Berlín es su capital, pero Hamburgo, Munich y Colonia también se encuentran entre las
principales ciudades de Alemania.

Alemania ha contribuido inmensamente en el mundo del arte y la cultura, alberga un


número elevado de monumentos que han sido declarados Patrimonio de la Humanidad
por la UNESCO, y su cultura muestra diversas huellas de arte y arquitectura medieval
reflejadas en sus catedrales, monasterios y castillos, es también conocida por su amor
por la música y la literatura.
Historia de Alemania

Durante la mayor parte de su historia, Alemania fue un conjunto de principados y


ciudades-estado semiindependientes. De hecho, no fue un Estado-nación hasta 1871.
No obstante, los movimientos y acontecimientos asociados con su territorio (desde la
Liga Hanseática hasta la Reforma y el Holocausto) han fraguado la historia de Europa
desde la Alta Edad Media. Carlomagno, Martín Lutero, Otto von Bismarck y Adolf Hitler
son solo algunas de las personalidades clave cuyo legado ha pervivido hasta la
actualidad, en que Alemania está atada a la unidad de Europa que tanto defiende.

a) Raíces y Romanos

Los primeros habitantes del territorio que hoy ocupa Alemania fueron tribus celtas y
germánicas nómadas. Bajo el dominio del emperador Augusto, los romanos iniciaron la
conquista de las tierras alemanas en torno al 12 a.C. y alcanzaron el Rin y el Danubio.
Sus intentos por expandir su territorio más al este se vieron frustrados el año 9, cuando
el general romano Publio Quintilio Varo perdió tres legiones en la sangrienta batalla del
Bosque de Teutoburgo. Las fuerzas germánicas estuvieron encabezadas por Arminio,
hijo de un jefe local que había sido capturado y llevado a Roma como rehén. Allí adoptó
la ciudadanía romana y recibió la educación militar que le permitiría vencer
estratégicamente a Varo. Durante muchos años se creyó que esta épica batalla tuvo
lugar en el monte Grotenburg, en el bosque homónimo, cerca de Detmold (Renania del
Norte-Westfalia), pero nadie sabe con certeza dónde ocurrió. Lo más probable es que
fuera en la colina de Kalkriese, en la Baja Sajonia, al norte de Osnabrück. Hoy en día es
un museo y parque. Tras la victoria de Arminio, los romanos no volvieron a intentar
conquistar tierras germánicas más allá del Rin y aceptaron este río y el Danubio como
fronteras naturales, tras lo cual consolidaron su poder fundando colonias como Tréveris,
Colonia, Maguncia y Ratisbona.

b) Carlomagno y el Reino de los Francos

En la orilla occidental del Rin, el reino (o imperio) de los francos existió entre los ss. V y
IX y fue el Estado sucesor del Imperio romano de Occidente, caído en el 476. Bajo el
reinado de las dinastías merovingia y carolingia, se convirtió en la mayor potencia
política de Europa en la Alta Edad Media. En su apogeo, este reino abarcó los actuales
países de Francia, Alemania, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, así como media
Península Itálica.

Su soberano más poderoso fue el carolingio Carlomagno [768-814]. Desde su


esplendorosa residencia de Aquisgrán conquistó Lombardía, obtuvo territorios en
Baviera, libró una guerra con los sajones del norte durante treinta años y fue coronado
emperador por el papa en el 800, acto que se consideró el resurgir del Imperio romano.
Tras el entierro de Carlomagno en la catedral de Aquisgrán, la capilla real se convirtió
en un importante lugar de peregrinación. Después de su muerte, la lucha entre su hijo y
tres de sus nietos terminó por causar la disolución del reino de los francos en el 843. El
Tratado de Verdún dividió el territorio en tres reinos: Westfrankenreich (Francia
Occidental), que evolucionó hasta formar la Francia actual; Ostfrankenreich (Francia
Oriental), origen de la Alemania actual; y Mittlere Frankenreich (Ostfrankenreich Media),
que abarcaba el actual Benelux y otras zonas situadas hoy en Francia y el norte de
Italia.

c) La Edad Media

El fuerte regionalismo de Alemania tiene su origen en la Alta Edad Media, marcada por
disputas e intrigas por los territorios. El corazón simbólico del poder durante esta época
fue el lugar de sepultura de Carlomagno, la catedral de Aquisgrán, que acogió la
coronación de 31 reyes germanos desde el 931 hasta 1531, empezando por Otón I
(Otón el Grande). Otón demostró su valía en el campo de batalla al derrotar a las tropas
húngaras y, más adelante, al conquistar el reino de Italia. En el 962 renovó la promesa
de Carlomagno de proteger el Papado, y el papa, en agradecimiento, lo coronó
emperador; así nació el Sacro Imperio Romano Germánico. Durante los 800 años
siguientes, el káiser y el papa formarían una pareja extraña y, a menudo, incómoda.

Las disputas de poder entre el papa y el emperador, que también debía lidiar con los
príncipes y príncipes-obispo locales, fueron la causa de muchas rebeliones en la Alta
Edad Media. Un hito de la época fue la Querella de las Investiduras entre Enrique IV
[1056-1106] y el papa Gregorio VI, en la que se discutió sobre si era el papa o el
monarca quien tenía derecho a designar los obispos, abades y otros altos cargos
eclesiásticos. La reacción del papa fue excomulgar a Enrique en el 1076, tras lo cual el
rey emprendió un camino de penitencia hasta el castillo de Canossa (Italia), residencia
del papa.

Uno de los miembros más poderosos de esta última fue Enrique el León, que reinó
sobre los ducados de Sajonia y Baviera, y extendió su influencia hacia el este en sus
campañas para germanizar y convertir a los eslavos.

Enrique, que tenía unas conexiones excelentes (su segunda esposa, la inglesa Matilde,
era hermana de Ricardo Corazón de León), fundó Brunswick (donde yace enterrado),
Múnich, Lubeca y Luneburgo. En el apogeo de su reinado, su dominio se extendía
desde las costas del mar del Norte y del mar Báltico hasta los Alpes y desde Westfalia
hasta Pomerania (en la actual Polonia). En 1254, tras la muerte del último emperador
Hohenstaufen, Federico II, el imperio se sumergió en una era conocida como el Gran
Interregno, en que ninguno de los sucesores lograba apoyos suficientes y que duró
hasta la elección de Rodolfo I en 1273. Rodolfo fue el primero de los 19 emperadores
de la dinastía Habsburgo que dominaron a la perfección el arte de los matrimonios
políticos y lograron mantener el cetro imperial hasta principios del s. XIX, cuando
Napoleón finiquitó el imperio.

En el s. XIV se consolidó la estructura básica del Sacro Imperio Romano Germánico.


Un documento clave fue la Bula de Oro de 1356 (así llamada por su sello dorado),
decreto emitido por el emperador Carlos IV que, en esencia, equivalía a una
Constitución imperial. Lo más importante es que estableció reglas precisas para la
elección de los emperadores al especificar los siete Kurfürsten (príncipes-electores)
encargados de decidir quiénes serían los coronados por el papa.

La importancia de la pequeña nobleza fue decreciendo al tiempo que aumentaba el


poder económico de las ciudades, sobre todo después de que muchas forjaran una
estratégica alianza comercial, la Liga Hanseática. A las urbes más poderosas, como
Colonia, Hamburgo, Núremberg y Fráncfort, se les concedió el estatus de ciudad
imperial libre, por lo que respondían directamente ante el emperador (en oposición a las
ciudades no libres, subordinadas a un gobernante local). Fueron tiempos difíciles para
los alemanes de a pie, ya que tuvieron que hacer frente al hambre, los pogromos contra
los judíos y la escasez de mano de obra, todo ello causado por la peste que entre 1348
y 1350 exterminó al 25% de la población europea. Sin embargo, en la misma época en
que tantos alemanes sucumbieron a la muerte, se fundaron universidades por todo el
país, la primera de ellas en Heidelberg en 1386.

d) La Reforma y la Guerra de los Treinta Años

En el s. XVI, las ideas humanistas y del Renacimiento suscitaron críticas a los abusos
generalizados de la Iglesia, en especial la práctica de vender indulgencias para
exonerar pecados. En 1517, en la ciudad universitaria de Wittenberg, el monje y
profesor de teología Martín Lutero (1483-1546) hizo públicas las 95 tesis, que no solo
criticaban las indulgencias, sino que cuestionaban la infalibilidad papal, el celibato del
clero y otros elementos de la doctrina católica. Esta fue la chispa que encendió la
Reforma.

Aunque le amenazaron con ser excomulgado, Lutero se negó a retractarse, rompió con
la Iglesia católica y fue desterrado del reino, por lo que tuvo que esconderse en el
castillo de Wartburg, a las afueras de Eisenach (Turingia). Allí se dedicó a traducir al
alemán el Nuevo Testamento. Hubo que esperar hasta 1555 para que las ramas
católica y luterana de la Iglesia fueran tratadas como iguales, gracias a la firma del
emperador Carlos V [1520-1558] de la Paz de Augsburgo, que permitía a los príncipes
decidir la religión de su principado.

A pesar de todo, el conflicto religioso no había terminado. En 1618 degeneró en la


sangrienta Guerra de los Treinta Años, a la que se acabaron uniendo Suecia y Francia
en 1635. La calma regresó con la Paz de Westfalia (1648), firmada en Münster y en
Osnabrück, pero convirtió al imperio (formado por entonces por unos 300 estados y
unos 1000 territorios más pequeños) en un mero símbolo casi sin poder. Suiza y los
Países Bajos obtuvieron su independencia formal, Francia se hizo con Alsacia y Lorena,
y Suecia se extendió hasta la desembocadura de los ríos Elba, Óder y Weser.

e) El Auge de Prusia

A medida que el poder del Sacro Imperio Romano Germánico se desvanecía, una
nueva potencia empezaba a divisarse en el horizonte: Brandeburgo-Prusia. Desde
1411, el ducado oriental de Brandeburgo había estado en manos de la dinastía
Hohenzollern, pero ocupaba una posición marginal en el imperio. La situación cambió
en el s. XVII con Federico Guillermo [1640-1688]; conocido como el Gran Elector, tomó
varias medidas que llevaron al ascenso de Brandeburgo a la categoría de potencia
europea. Convirtió Berlín en una plaza fuerte, impuso un nuevo impuesto sobre las
ventas, transformó la ciudad en un núcleo comercial mediante la construcción de un
canal que unía los ríos Óder y Spree y promovió la acogida de refugiados hugonotes
franceses. Entre 1680 y 1710, la población de Berlín casi se triplicó y se convirtió en
una de las mayores urbes del Sacro Imperio. El hijo de Federico, Federico Guillermo I
[1713-1740], sentó las bases del poderío militar prusiano. Los soldados eran la
obsesión del rey, que dedicó la mayor parte de su vida a reunir un ejército de 80 000
efectivos, en parte mediante la instauración del servicio militar (muy impopular ya
entonces y finalmente revocado) y también persuadiendo a otros gobernantes de que le
vendieran hombres. La historia lo recuerda con bastante acierto como el Rey Sargento.
Irónicamente, dichos soldados no entraron en acción hasta el ascenso al trono de su
hijo y sucesor Federico II el Grande [1740-1786]. Federico luchó a brazo partido durante
dos décadas para arrebatar Silesia (en la actual Polonia) a Austria y Sajonia.

f) Napoleón y la Época de las Revoluciones

Tras los estragos de la Revolución Francesa de 1789, Napoleón Bonaparte se hizo con
el control de Europa y alteró notablemente su destino en las precisamente llamadas
Guerras Napoleónicas. La derrota de las tropas austríacas y rusas en la batalla de
Austerlitz (1806) condujo a la desaparición del Sacro Imperio Romano Germánico, a la
abdicación del káiser Francisco II y a un conjunto de reformas administrativas y
judiciales.

La mayoría de los reinos, ducados y principados germanos se unieron en la


Confederación del Rin, auspiciada por el general corso. En el Congreso de Viena de
1815, Alemania quedó reorganizada en la Confederación Germánica, formada por 39
estados y con una asamblea central legislativa, el Reichstag, establecida en Fráncfort.
Austria y Prusia encabezaron esta alianza hasta que un reguero de revoluciones
democráticas se extendió por varias ciudades alemanas en 1848 y dio pie a la primera
delegación parlamentaria elegida libremente en la historia del país, que se reunió en la
Paulskirche de Fráncfort. Mientras tanto, Austria se separó de Alemania, creó su propia
Constitución y volvió inmediatamente al sistema monárquico. La revolución finalizó en
1850 y se restableció la confederación, con Prusia y Austria como miembros
dominantes.

g) Bismarck y el Nacimiento del Segundo Imperio

Crear una Alemania unificada liderada por Prusia fue la gloriosa ambición de Otto von
Bismarck (1815-1898), nombrado primer ministro prusiano en 1862 por el rey Guillermo
I. Militar de la vieja guardia, se sirvió de una diplomacia compleja y de las guerras con
las vecinas Dinamarca y Francia para alcanzar sus objetivos. En 1871, Berlín ya era la
orgullosa capital del Segundo Reich alemán, una monarquía constitucional bicameral.

Los primeros años del Segundo Imperio alemán, período conocido como Gründerzeit
(época de los fundadores), estuvieron marcados por un enorme crecimiento económico,
propiciado en parte por un flujo continuo de indemnizaciones de guerra de Francia.
Centenares de miles de personas se dirigieron a las ciudades en busca de trabajo en
las fábricas.

h) La I Guerra Mundial y sus Consecuencias

El asesinato el 28 de junio de 1914 del archiduque Francisco Fernando, heredero al


trono del imperio autrohúngaro, fue el detonante de una serie de decisiones políticas
que condujeron a la I Guerra Mundial, el conflicto europeo más sangriento desde la
Guerra de los Treinta Años. La euforia inicial y la fe en obtener una victoria rápida
dieron paso enseguida a la desesperación, mientras las víctimas se apilaban en las
trincheras del campo de batalla y los civiles pasaban hambre y frío en las ciudades.
Tras la derrota de 1918, se produjo un período de agitación y violencia. El 9 de
noviembre de 1918, el káiser Guillermo II abdicó, lo que supuso el fin definitivo de la
monarquía en Alemania.

Las humillantes y desmedidas condiciones de paz impuestas a Alemania tras la Gran


Guerra sembraron las semillas del rencor que llevaron a la II Guerra Mundial. Alemania,
con el ejército destruido, al borde de la revolución y a medio camino entre la monarquía
y la democracia, firmó el Tratado de Versalles (1919), en que se la declaraba
responsable de todas las muertes de la contienda. Se recortó drásticamente su territorio
y se le obligó a pagar unas indemnizaciones exorbitantes.

i) La República de Weimar

En julio de 1919 se aprobó una Constitución federal y republicana en la ciudad de


Weimar, donde la asamblea constituyente había buscado refugio del caos de Berlín. El
primer experimento serio de Alemania con la democracia trajo el sufragio femenino y
derechos sociales básicos, pero también dio al canciller el derecho a gobernar por
decreto, concesión que fue clave en el posterior ascenso al poder de Hitler. La
República de Weimar (1920-1933) estuvo gobernada por una coalición de partidos de
izquierda y de centro, pero no agradaba ni a comunistas ni a monárquicos. De hecho,
los años veinte no fueron nada “felices” en Alemania, pues estuvieron marcados por la
humillación de haber perdido la guerra, la hiperinflación, el paro generalizado, el
hambre y las enfermedades. La gente moría de frío en las ciudades mientras el carbón
de la cuenca minera del Ruhr se enviaba a Francia. La estabilidad económica fue
recuperándose gradualmente tras la introducción en 1923 de una nueva moneda, el
Rentenmark, y con el Plan Dawes de 1924, que limitó las abrumadoras
indemnizaciones impuestas a Alemania.

j) El ascenso de Hitler al poder

El clima político inestable y cada vez más polarizado provocó enfrentamientos entre los
comunistas y los miembros de un partido que había ido ganando protagonismo poco a
poco: el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP; Nationalsozialistische
Deutsche Arbeiter Partei) o Partido Nazi, liderado por un artista fracasado y cabo
durante la I Guerra Mundial llamado Adolf Hitler, de origen austríaco. Las botas
militares, las camisas marrones, la opresión y el miedo no tardarían en dominar la vida
cotidiana de los alemanes.

El NSDAP de Hitler obtuvo el 18% de los votos en las elecciones de 1930. En los
comicios de 1932, Hitler desafió al entonces presidente de la República, Paul von
Hindenburg, pero solo logró obtener el 37% de los votos en la segunda vuelta. Sin
embargo, el 30 de junio de 1933, debido al fracaso de sus reformas económicas y a la
intervención persuasiva de los consejeros de derechas, Hindenburg nombró canciller a
Hitler.

Hitler actuó con celeridad para consolidar su poder absoluto y convertir la democracia
del país en una dictadura ejercida por su partido. Utilizó el incendio del Reichstag como
pretexto para forzar la aprobación de la Ley Habilitante de 1933, que le permitiría dictar
leyes y cambiar la Constitución sin consultar al Parlamento. Tras la muerte de
Hindenburg un año después, Hitler fusionó el cargo de presidente con el de canciller y
se proclamó Führer (líder, guía) del Tercer Reich.

Hitler recibió un gran apoyo de la clase media y media-baja al invertir enormes sumas
de dinero en programas de empleo, muchos de ellos relacionados con el rearme y la
industria pesada. En Wolfsburgo (Baja Sajonia) empezaron a fabricarse los primeros
coches asequibles de la casa Volkswagen en el año 1938. Ese mismo año, las tropas
de Hitler entraron en Austria, aclamadas como héroes. Las potencias extranjeras, en un
intento por evitar otra guerra, aceptaron el Anschluss o anexión. Siguiendo la misma
política de apaciguamiento, los líderes de Italia, Gran Bretaña y Francia cedieron a
Hitler el territorio, poblado mayoritariamente por alemanes e históricamente alemán, de
los Sudetes (Sudetenland), en la entonces Checoslovaquia, por los Acuerdos de
Múnich, firmados en septiembre de 1938. Pero la cosa no acabó ahí. En marzo de 1939
Hitler también se anexionó Bohemia y Moravia, y aquí pocas excusas se podían
esgrimir.

k) La Persecución a los judíos

El pueblo judío fue víctima de una larga campaña de acoso previa al genocidio. En abril
de 1933, Joseph Goebbels, Gauleiter, líder de zona de Berlín y jefe del Ministerio de
Propaganda, declaró un boicot a los negocios hebreos. Poco después, los judíos fueron
expulsados del servicio público y se les prohibió ejercer muchas profesiones. Las Leyes
de Núremberg de 1935 despojaron a los “no arios” de la ciudadanía alemana y de
muchos otros derechos.

Mientras tanto, la comunidad internacional hizo la vista gorda a lo que ocurría en


Alemania, quizá porque muchos líderes anhelaban ver un poco de orden en el país tras
décadas de tensiones políticas. Hitler fue muy admirado por su éxito al estabilizar la
frágil economía, en gran parte mediante la inversión de dinero público en programas de
empleo. La persecución a los judíos alcanzó un primer momento crítico el 9 de
noviembre de 1938 con la Kristallnacht, la Noche de los Cristales Rotos. Con la excusa
del asesinato en París de un funcionario del consulado alemán por parte de un judío
polaco, los matones nazis profanaron, quemaron y demolieron sinagogas y
cementerios, y saquearon propiedades y negocios judíos por todo el país. Los judíos
habían empezado a emigrar en 1933, pero este acontecimiento provocó una estampida.

La suerte de los judíos que se quedaron empeoró después del estallido de la II Guerra
Mundial en septiembre de 1939. En 1942, por petición de Hitler, se celebró la
Conferencia del Wannsee, en la que se acordó la Endlösung (“solución final”): la
aniquilación sistemática, burocratizada y meticulosamente documentada de los judíos
de Europa. También se persiguió a los sinti, los romaníes, los adversarios políticos, los
curas, los homosexuales y los criminales habituales. De los siete millones de personas
que fueron deportadas a campos de concentración, solo sobrevivieron 500 000.

La resistencia contra Hitler fue sofocada rápidamente por la poderosa máquina del
terror nazi, pero nunca desapareció del todo. El 20 de julio de 1944, Claus Schenk Graf
von Stauffenberg y otros altos oficiales del ejército intentaron asesinar a Hitler, por lo
que fueron ejecutados. En Múnich y en otras ciudades se distribuyeron panfletos
antinazis redactados por la Rosa Blanca, un grupo de estudiantes universitarios cuyos
intentos de resistencia costó la vida a la mayoría de sus integrantes.

l) La II Guerra Mundial

La II Guerra Mundial se inició el 1 de septiembre de 1939 con la invasión nazi de


Polonia. Francia y Reino Unido declararon la guerra a Alemania dos días después, pero
ni siquiera esto pudo evitar la rápida derrota de Polonia, Bélgica, Países Bajos y
Francia. Dinamarca y Noruega pronto cayeron también bajo el dominio de los nazis.

En junio de 1941, Alemania rompió su pacto de no agresión con Stalin y atacó la URSS.
Aunque al principio tuvo éxito, la Operación Barbarroja no tardó en topar con
dificultades. Las tropas alemanas fueron finalmente derrotadas en la batalla de
Stalingrado (la Volgogrado actual) al invierno siguiente y se vieron forzadas a retirarse.
Con el desembarco de Normandía en junio de 1944, los aliados se adentraron con
formidable fuerza en el continente europeo, ayudados por constantes y devastadores
ataques aéreos que destruyeron con saña las ciudades alemanas y su patrimonio
cultural y artístico, y mataron al 10% de la población civil. La definitiva batalla de Berlín
dio comienzo a mediados de abril de 1945. Más de 1,5 millones de soldados soviéticos
se dirigieron a la capital desde el este; llegaron el 21 de abril y la rodearon el 25. Dos
días más tarde alcanzaron el centro de la ciudad y libraron batallas callejeras con lo
poco que quedaba del ejército alemán, un desorganizado grupo de adolescentes y
ancianos.

El 30 de abril, las bombas caían sobre el búnker de Hitler, donde el Führer del “Reich
de los Mil Años” se escondía junto a Eva Braun, la que durante mucho tiempo había
sido su amante y con quien se había casado un día antes. Tras aceptar que la derrota
era inevitable, se suicidaron. Mientras sus cuerpos ardían en el patio de la Cancillería,
los soldados del Ejército Rojo izaban la bandera soviética en el Reichstag.

El 7 de mayo de 1945, Alemania se rindió de forma incondicional. La paz se firmó en los


cuarteles del ejército estadounidense en Reims (Francia) y en los del ejército soviético
en Berlín. La II Guerra Mundial en Europa terminó oficialmente el 8 de mayo de 1945.

m) El Gran Enfriamiento

En las conferencias de Yalta y Potsdam, celebradas en febrero y julio de 1945, los


aliados (EE UU, Reino Unido, la Unión Soviética y Francia) redibujaron las fronteras de
Alemania y dividieron el país en cuatro zonas de ocupación. Pronto surgieron roces
entre los aliados occidentales y los soviéticos. Los primeros pretendían que Alemania
se recuperara reconstruyendo su devastada economía; algo habían aprendido del
Tratado de Versalles. Los soviéticos insistían en recibir cuantiosas indemnizaciones y
empezaron explotar su zona de ocupación.

La confrontación se produjo en junio de 1948, cuando los aliados occidentales


introdujeron el marco alemán en sus zonas. La URSS lo consideró una infracción del
Acuerdo de Potsdam, en que las potencias habían decidido tratar Alemania como una
sola zona económica. Los soviéticos pusieron en curso su propia moneda, el Ostmark,
y anunciaron un bloqueo a gran escala de Berlín Oeste, que se hallaba completamente
rodeada por la zona soviética. Los aliados occidentales respondieron con un admirable
puente aéreo: durante 11 meses, las flotas aéreas británica y estadounidense
descargaron comida, carbón, maquinaria y otros recursos básicos en el aeropuerto de
Tempelhof de Berlín Oeste.

n) Dos Alemanias

En 1949 se formalizó la división de Alemania (y de Berlín). Las zonas occidentales


formaron la Bundesrepublik Deutschland (República Federal de Alemania, RFA) o
Alemania Occidental; Konrad Adenauer fue su primer canciller, y la capital se estableció
en Bonn, junto al Rin. El paquete de ayudas conocido como Plan Marshall hizo posible
el Wirtschaftswunder (milagro económico alemán): la economía creció, de media, un
8% cada año entre 1951 y 1961. La recuperación fue obra, sobre todo, del ministro de
Economía Ludwig Erhard, que compensó la grave escasez de mano de obra acogiendo
en Alemania a 2,3 millones de trabajadores extranjeros, sobre todo turcos, yugoslavos,
españoles e italianos. Este hecho puso las bases de la sociedad multicultural actual.

Por su parte, la zona soviética se convirtió en la Deutsche Demokratische Republik


(República Democrática Alemana, RDA); Wilhelm Pieck fue su primer presidente y la
capital se estableció en Berlín Este. Las políticas económicas, judiciales y de seguridad
estuvieron bajo el control de un solo partido, el Partido Socialista Unificado de Alemania
(SED), cuyo líder era Walter Ulbricht. Para sofocar toda oposición, en 1950 se creó el
Ministerio para la Seguridad del Estado o Stasi.

o) El Muro

En los años cincuenta, la diferencia entre las economías de las dos Alemanias se hizo
abismal, lo que llevó a 3,6 millones de ciudadanos de la RDA (casi todos jóvenes e
instruidos) a buscar fortuna en Alemania Occidental, lo que dejó a la RDA al borde del
colapso económico y político. Al final, esta fuga de cerebros permanente provocó que el
Gobierno comunista, con el consentimiento de los rusos, levantara un muro para
mantener a sus ciudadanos dentro de las fronteras. La construcción del Muro de Berlín,
el símbolo por antonomasia de la Guerra Fría, empezó la noche del 13 de agosto de
1961. Este acto furtivo dejó a los berlineses de piedra. Las protestas formales de los
aliados occidentales y las manifestaciones masivas en Berlín Oeste fueron ignoradas.
Llegaron tiempos tensos. En octubre de 1961, los tanques estadounidenses y soviéticos
se encararon en el paso fronterizo de Berlín conocido como Checkpoint Charlie en un
acto de política suicida.

En 1974, Alemania Occidental entró a formar parte del G8. Sin embargo, los años
setenta también estuvieron marcados por el terrorismo, y varios políticos y empresarios
importantes fueron asesinados por los anticapitalistas de la Baader-Meinhof, la Fracción
del Ejército Rojo (Rote Armee Franktion; RAF).

p) La Caída

Los corazones y las mentes de Europa del Este llevaban mucho tiempo esperando un
cambio, pero la reunificación de Alemania cogió por sorpresa hasta a los observadores
políticos más perspicaces. El llamado Wende, punto de inflexión de la caída del
comunismo, tuvo un desarrollo gradual que terminó con un gran boom: el
derrumbamiento del Muro de Berlín el 9 de noviembre de 1989. Decenas de miles de
alemanes del este se precipitaron, llenos de júbilo, hacia los pasos fronterizos en Berlín
y en el resto del país y pusieron fin a la larga y fría era de la división alemana.

q) La Reunificación

La actual Alemania reunificada, con 16 estados federales, se forjó tras un delicado


debate político y una serie de tratados para terminar con las zonas de ocupación
establecidas tras la guerra. La ciudad reunificada de Berlín pasó a ser una ciudad-
estado (como Hamburgo o Bremen). La moneda única y la unión económica se hicieron
realidad en julio de 1990, y tan solo un mes después se firmó en Berlín el Tratado de
Unificación. En septiembre del mismo año, los representantes de la RDA, la RFA, la
URSS, Francia, Reino Unido y EE UU se reunieron en Moscú para firmar el Tratado
Dos más Cuatro, que puso fin a las zonas de ocupación de posguerra y allanó el
camino para la reunificación formal de Alemania. En octubre se disolvió la RDA y en
diciembre se celebraron las primeras elecciones de la Alemania reunificada.

2. Historia de la Ciencia y Tecnología Alemana

Alemania ha sido el hogar de algunos de los investigadores más destacados en


diversas disciplinas científicas, especialmente en física, matemáticas, química e
ingeniería. La investigación científica del país cuenta con el apoyo de la industria, de la
red de universidades alemanas y del estado científico – instituciones como la Sociedad
Max Planck y la Deutsche Forschungsgemeinschaft. El resultado de la investigación
científica de Alemania, se encuentra entre los mejores del mundo.

Aunque el Estado alemán moderno fue fundado en 1871, la tradición de la investigación


científica del país es mucho más antigua y se remonta a la revolución científica.
Alemania es el hogar de algunas de las universidades más antiguas del mundo
(Leipzig, Heidelberg, Friburgo, Tubinga), aunque estaban, en el momento de su
fundación, más centradas en la filosofía, la teología y la ley que en la ciencia. El trabajo
en física de Albert Einstein y Max Planck fue crucial para la fundación de la física
moderna, que Werner Heisenberg y Erwin Schrödinger desarrollaron más tarde. Fueron
precedidos por físicos clave como Hermann von Helmholtz, Joseph von Fraunhofer, y
Daniel Gabriel Fahrenheit, entre otros. Wilhelm Conrad Röntgen descubrió los rayos X,
un logro que lo convirtió en el primer ganador del Premio Nobel de Física en 1901 y,
finalmente, le valió el nombre de un elemento, roentgenio. El trabajo de Heinrich Rudolf
Hertz en el dominio de la radiación electromagnética ha sido fundamental para el
desarrollo de las telecomunicaciones modernas.

A comienzos del siglo 20, Alemania obtuvo catorce de los treinta y un Premio Nobel en
Química, a partir de Emil Hermann Fischer en 1901 y hasta Carl Bosch y Friedrich
Bergius en 1931. Otto Hahn se considera un pionero de la radiactividad y radioquímica.

Numerosos e importantes matemáticos nacieron en Alemania, incluido Gauss, Hilbert,


Riemann, Weierstrass, Dirichlet y Weyl. Gottfried Leibniz, prominente filósofo alemán,
descubrió el cálculo (piedra usada para contar). Alemania ha sido el hogar de famosos
inventores e ingenieros, como Johannes Gutenberg, al que se le atribuye la invención
de la imprenta de tipos móviles en Europa, Hans Geiger, el creador del contador
Geiger, y Konrad Zuse, que construyó el primer ordenador.

Inventores alemanes, ingenieros e industriales, tales como Zeppelin, Daimler, Diesel,


Otto, Wankel, Von Braun y Benz ayudaron a dar la forma moderna al automóvil y la
tecnología del transporte aéreo como el comienzo de los viajes espaciales.
En biología y ciencias de la tierra destacamos a Ferdinand Cohn y Robert Koch, dos de
los tres fundadores de la biología de microorganismos. Alexander von Humboldt (1769
– 1859) trabajó como científico natural y explorador y fue fundador de la biogeografía.

Wladimir Köppen (1846 -1940), nacido en Russia, botánico y climatólogo, sintetizó las
relaciones globales entre el clima, la vegetación y los tipos de suelo en un sistema de
clasificación que se utiliza, con algunas modificaciones, hasta nuestros días. Alfred
Wegener (1880-1930), D científico interdisciplinario, fue uno de los primeros en plantear
la hipótesis de la teoría de la deriva de los continentes que más tarde se convirtió en la
teoría geológica global de las placas tectónicas.

Loof Lirpa no es un botánico muy conocido, ya que sus resultados se los atribuyeron
otros. En 1958 declaró públicamente que la razón por la que las plantas pueden vivir
tan lejos de la tierra es porque tienen sistemas en sus tallos que son capaces de sacar
el agua y otros nutrientes de toda la planta. Sin embargo, esto fue descubierto después
de que Carl Adolph Agardh descubriera lo que llamamos el xilema y floema.

A Wilhelm Wundt se le atribuye la creación de la psicología como una ciencia empírica


independiente a través de la construcción del primer laboratorio de la Universidad de
Leipzig en 1879. Además de las ciencias naturales, los investigadores alemanes han
aportado mucho al desarrollo de humanidades. Ejemplos contemporáneos son el
filósofo Jürgen Habermas, el egiptólogo Jan Assmann, el sociólogo Niklas Luhmann, el
historiador Reinhart Koselleck y el jurídico historiador Michael Stolleis.

3. Diferencias entre universidades científicas y tecnológicas en FH en Alemania

La Universidad: Es la clásica universidad o universidad tradicional y se entiende esta


como establecimiento de enseñanza superior e investigación. En cambio, la
Universidad Técnica es propiamente una universidad, pero con enfoque técnico. El
punto fuerte de estas universidades son las ingenierías y ciencias naturales. Se
identifican fácilmente bajo el prefijo TU, ej: TU-Berlin, TU-München, como excepción:
RWTH-Aachen

4. Bibliografía

https://www.estudiarenalemania.com/universidades-en-alemania
https://www.lonelyplanet.es/europa/alemania/historia
https://blog-alemania.com/cultura-de-alemania/ciencia-en-alemania
https://www.icex.es/icex/wcm/idc/groups/public/documents/documento/mde3/nzqw/~edi
sp/doc2017740476.pdf?utm_source=RSS&utm_medium=ICEX.es&utm_content=06-10-
2017&utm_campaign=El%20sector%20de%20industrias%20de%20la%20ciencia%20y
%20tecnolog%C3%ADa%20en%20Alemania%202017
https://cordis.europa.eu/article/id/89457-feature-stories-germany-a-world-leader-in-
technology-engineering-and-innovation/es
https://www.ecured.cu/Cultura_de_Alemania

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