Sie sind auf Seite 1von 9

Capı́tulo 1

U n c ue n to sob re n úm e ros

¿Qué son y para qué sirven los números?


Vamos a abrir el curso con una reflexión sobre el objeto de nuestro estudio: los números reales. Lo
h acemos v isitando cuatro momentos de la h istoria intelectual de la h umanidad, q ue son esenciales p ara
entender nuestra relación con los números.

1.1. D e la in v e n c ión d e los n úm e ros a las frac c ion e s


C uando aún ap enas sabemos h ablar o andar, en una ép oca de nuestra v ida de la q ue no conserv amos
ap enas memoria, nos enseñan a contar, nos enseñan los números. C omo las letras y las p alabras, los
números están ah ı́, con nosotros, desde el p rincip io. T al v ez p or éso, a q uienes h emos sido educados de
ésta manera nos resulte tan difı́cil concebir un mundo sin números. P ero los números son unos recién
lleg ados a la h istoria de la h umanidad.
E l orig en de los números es, como los orı́g enes de todo lo demás, un misterio. N o sabemos, y tal v ez
nunca lo sabremos a ciencia cierta, cuando se emp ez aron a utiliz ar los números, ni q uienes fueron sus
inv entores o descubridores. E n los libros de h istoria de las matemáticas (v éanse p or ejemp lo la obra [2],
o también los p rimeros cap ı́tulos de los libros [1] y [3]) se p uede encontrar much a información, y much as
referencias sobre este asunto.
P ero no q ueremos q ue los detalles técnicos de la H istoria, con may úsculas, enturbien nuestro p eq ueño
cuento. Las reflexiones q ue sig uen no p retenden ser una h istoria de los números, sustentada en p ruebas
h istóricas. S e trata más bien de imag inar cómo p udieron suceder las cosas. E n alg ún momento del p asado,
a lo larg o seg uramente de un p eriodo de tiemp o inconcebiblemente larg o, ap arecieron los números. A
medida q ue el h ombre se conv ertı́a en p astor, en recolector y en artesano, y su control del mundo q ue le
rodeaba iba aumentando, las p rimeras nociones de número deben h aber ido ap areciendo lentamente. E n
p rimer lug ar, casi sin duda, debió tratarse de contar objetos.
S eg uramente fue esa tarea de contar la q ue h iz o ap arecer los números q ue ah ora llamamos naturales,
los números
1, 2, 3, 4, . . .
La h istoria del h ombre sig ue con su transformación en ag ricultor y g anadero, y su establecimiento en
p ueblos, y más tarde en ciudades. Las relaciones entre los h ombres emp iez an a ir más allá del clan y la
tribu. A p arecen la p rop iedad y el comercio. Y junto con la necesidad de contar, emp iez a a h acerse p atente
la necesidad de la aritmética, de h acer op eraciones con los números. Las sumas, los p roductos, todas esas
op eraciones p ueden entenderse como p rocedimientos abrev iados p ara ev itar un recuento constante: cuando
tenemos dos objetos en una mano y tres en la otra, y los dep ositamos todos juntos en el suelo en un sólo
montón, es terriblemente aburrido tener q ue contar todas las v eces p ara descubrir q ue el resultado es q ue
ah ora h ay cinco objetos. E n alg ún momento la mente del h ombre se iluminó e inv entó aq uella reg la de
“ dos más tres es cinco” . A q uel inv ento de la suma h acı́a much o más fáciles nuestras relaciones con los
números, y p or lo tanto era más fácil controlar el tamaño de los rebaños, las p untas de flech a q ue nos
q uedan, los dı́as q ue se tarda en leg ar caminando de un sitio a otro. Y p oco desp ués un imp ulso similar
h a debido p roducir la multip licación como resultado: “ cuatro v eces tres es doce” .
E n los p rimeros momentos de la H istoria escrita, y a trav és de los documentos más antig uos q ue nos
h an lleg ado, p odemos comp robar q ue los números y a se h an establecido fi rmemente, y q ue h a q uedado

9
comprobado que son una herramienta muy útil. La aparición de la aritmética alienta el comercio y la
industria, y a su vez se nutre de los problemas que el comercio, y una sociedad cada vez más compleja, va
planteando en la relación de los hombres con los números. D e hecho, en las primeras civilizaciones, como
en el Egipto de los faraones, empiezan a hacerse necesarios los especialistas en números. Los escribas
incluyen la aritmética entre sus habilidades.
Con el comercio surge la noción de deuda, que llevará tarde o temprano a introducir la aritmética
entera, con el número cero y con números positivos o negativos. Los problemas de reparto obligan a
introducir las fracciones. Al principio se presta especial atención las fracciones con numerador uno, las
que usarı́a alguien que está pensando en repartir una cantidad total entre varios. Pero la realidad se
impone y las operaciones con fracciones se desarrollan rápidamente para incluir todos los casos.

1.2. Grecia, la geometrı́a y la primera gran crisis


Los números hacen posible, a estas alturas de la historia, la aparición de nuevos conceptos. Este
proceso llegará a ser una constante en la evolución intelectual de nuestra especie: las nuevas ideas ma-
temáticas permiten construir abstracciones más y más elaboradas, que a su vez exigen la creación de más
matemáticas.
G racias al número se hacen posibles (y casi inevitables) los conceptos de medida, de distancia. Y
muchas artes y oficios encuentran en los números, y en esos nuevos conceptos, una herramienta que hace
su trabajo más eficaz, pero que al mismo tiempo conduce a formularse preguntas. La arquitectura necesita
a la geometrı́a como base de su trabajo. A medida que el hombre aborda proyectos más ambiciosos, se
hace necesaria una reflexión más profunda sobre las formas geométricas y sus propiedades. Al final se
tratará casi siempre de problemas de medida, y la medida supone la traducción en números de las
propiedades geométricas.
Antes de la geometrı́a es difı́cil hablar de matemáticas. Existı́an las reglas aritméticas, para aprender
a trabajar con los números, pero se trataba simplemente de reglas. La geometrı́a aporta un ingrediente
esencial: el razonamiento formal y la demostración.
R esulta difı́cil valorar, desde nuestra posición actual, la importancia que tiene, en la historia intelec-
tual de la humanidad, la aparición de las demostraciones de los teoremas de la geometrı́a griega. Los
griegos, que inventaron la polı́tica, amaban la discusión, y eran muy probablemente aficionados a los
combates dialécticos en los que se trataba de demostrar más sabidurı́a que el oponente. La aparición de
la demostración geométrica supone el comienzo de una forma de discurso radicalmente nueva: después
de la demostración, la discusión queda definitivamente cerrada. Para los ciudadanos griegos, acostum-
brados a la retórica de las discusiones del ágora, a oradores que retorcı́an los argumentos y que estaban
dispuestos a defender alternativamente una opinión y la contraria, el concepto de verdad era a la vez
muy importante, y confuso. La geometrı́a vino a proporcionar, aparte de sus aplicaciones prácticas, el
ejemplo perfecto de la forma de establecer la verdad en una discusión. No es de extrañar que la entrada
a la Academia Platónica de Atenas estuviera presidida por la frase “que no entre aquı́ quien no sepa
geometrı́a”.
Aunque el amor no precisa razones, hay además otra razón para que los griegos se enamoraran de la
geometrı́a. Para entender lo que sucedió tenemos que situarnos en los primeros tiempos de las matemáticas
griegas. Al lado de la geometrı́a, con sus figuras y sus teoremas, se situaba como hemos visto la aritmética,
que empezaba a estudiar las propiedades de los números. La escuela de Pitágoras conocı́a el teorema sobre
triángulos rectángulos que ahora llamamos Teorema de Pitágoras:
E n c u alq u ier trián gu lo rec tán gu lo, el c u adrado de la lon gitu d de la h ip oten u sa es igu al a la su ma de
los c u adrados de los catetos.
Para nuestra historia es importante observar que este teorema relaciona geometrı́a y aritmética. Es
decir, es un teorema que traduce en números (las longitudes) una propiedad de una figura. Es, de hecho,
el teorema más importante del que disponemos para traducir numéricamente la geometrı́a.
Los números, para los griegos, eran las fracciones, con las que estaban muy familiarizados. Y al tratar
de traducir la geometrı́a en el lenguaje de los números, los pitagóricos sólo estaban tratando de llevar
adelante un plan que consistı́a en explicar todo el universo (¡nada menos!) mediante números. La apuesta
por los números estaba en la base de su forma de ver el mundo, y era su creencia más profunda. Podemos
ver a los pitagóricos como la culminación del noviazgo entre la humanidad y los números. Nos hemos
conocido, nos hemos gustado, y hasta ahora todo ha sido alegrı́a en nuestras relaciones.
Y sin embargo... En algún aciago momento, alguien tuvo la ocurrencia de dibujar esta figura, un

10
cuadrado de lado 1 con su diagonal:

Y a continuación, surge la pregunta: ¿ cuánto mide la diagonal? B ueno, conociendo el Teorema de Pitágo-
ras, no parece un problema muy difı́cil. Si la longitud de los dos catetos es 1, y llamamos h a la longitud
de la hipotenusa, entonces debe ser
h 2 = 1 2 + 12 = 2
Es decir, √
h= 2
lo cual significa, simplemente, que h es un número que elevado al cuadrado produce 2. Hasta aquı́,
√ muy
bien. Pero claro, para los matemáticos griegos los números son fracciones ¿ no es ası́? Ası́ que 2 debe
ser una fracción. ¿ Pero cuál? Para averiguarlo escribamos
√ m
2=
n
donde m y n son números naturales (como 1, 2, 3, . . .). Estos eran todos los números que los griegos
conocı́an, al fin y al cabo. Por otra parte, sabemos que hay fracciones distintas que representan al mismo
número, como en
6 3
=
10 5
Y también sabemos que se puede obtener una fracción lo más simple posible cancelando todos los factores
comunes que tengan el numerador y el denominador. Ası́ pues, podemos reformular el problema diciendo
que buscamos dos números, m y n tales que
√ m
2= y además m y n son primos entre sı́.
n
Es decir, m y n no tienen factores comunes. En particular, si uno es par el otro es impar.
Al tratar de averiguar cuáles pueden ser esos números, al matemático griego se le ocurre la idea de
escribir √
2·n=m
y elevar al cuadrado:
2n2 = m2
Si se mira con atención esta igualdad, se observa que m2 es un número par (por el dos de la izquierda).
Y si m2 es par, es que el propio m es par (los pares tienen cuadrados pares, los impares tienen cuadrados
impares). Ası́ pues, hemos averiguado que m es par. Eso significa que m = 2p para algún número p.
Sustituyendo esto en la anterior ecuación:

2n2 = (2p)2 = 4p2

Y simplificando:
n2 = 2p2
Igual que antes, esto significa que n es par. Y esa es la mala noticia. Porque habı́amos supuesto que m y
n no tenı́an factores comunes. Como dijimos, si uno es par el otro es impar. Y sin embargo ahora hemos
descubierto que la única posibilidad es que ambos sean pares.
Nos imaginamos que, después de rehacer el razonamiento una y mil veces, de varias noches sin sueño,
y obsesionado hasta la desesperación con estas ideas, lentamente el matemático griego fue comprendiendo
m
que lo que habı́a hecho era demostrar que no ex iste ninguna fracción cuy o cuadrado sea 2.
n

11
Es decir, que las fracciones no sirven para representar la diagonal del cuadrado. Al lector moderno tal
vez no le parezca un drama. Si no sirven las fracciones, habrá que usar algo que no sea una fracción. Pero
hay que ponerse en la piel de aquel griego que pensaba que los números eran fracciones, que las fracciones
eran todos los números y que los números lo eran todo en el universo. Al comprender el razonamiento
anterior su visión del universo acababa de saltar hecha pedazos.
La consecuencia, como hemos dicho, es que al parecer la matemática griega, en un movimiento pendu-
lar que la alejó del pitagorismo, volvió la espalda a los números y buscó refugio en brazos de la geometrı́a.
Los números no eran de fiar, no ofrecı́an la seguridad de los teoremas geométricos. Y a raı́z de esto las
relaciones de la humanidad con los números se enfriaron durante un larguı́simo periodo de tiempo.

1.3. Matemáticos de las mil y una noches


La pregunta “¿Cuánto vale la raı́z de dos?” puso fin a la era de la inocencia en nuestra forma de
entender los números. Y durante siglos esos problemas permanecieron ocultos, mientras iban surgiendo
las herramientas que permitirı́an afrontarlos de nuevo. No debemos creer que esas herramientas fueron
creadas para entender la naturaleza de los números. No, se trataba una vez más de preocupaciones mucho
más mundanas.
O tra de las razones por las que los griegos tuvieron una relación poco afortunada con los números es
que utilizaban un sistema de representación muy limitado. Si el lector recuerda quiere hacerse una idea
de qué significa tener un mal sistema de representación de los números, puede tratar de multiplicar dos
números escritos en el sistema romano, con el que casi todos estamos familiarizados. ¿Cómo se multiplica
LVII por CCIX ? El sistema de numeración romano no ayuda a responder.
Sin embargo, en la India se habı́a desarrollado un sistema de representación de los números que habrı́a
de mostrarse mucho más eficiente, y que es, esencialmente, el que utilizamos hoy en dı́a. En este sistema
decimal utilizamos diez cifras, del cero al nueve. El cero, de hecho, es otra aportación de la India a nuestra
relación con los números, sin la que el sistema decimal – y muchas otras cosas– no serı́a posible.
El sistema decimal es un sistema posicional. Es decir, que el valor de una cifra se interpreta según su
posición en el número. El número 57 28 , se interpreta, como bien sabemos, ası́:

57 28 = 5 · 103 + 7 · 102 + 2 · 101 + 8 · 100 = 5 miles +7 cientos +2 decenas +8 unidades

Cualquier número entero se puede representar fácilmente en este sistema. Pero sin duda lo más importante
es que con este sistema todas las operaciones aritméticas comunes (la suma, resta, producto, división, etc.)
se realizan de forma sencilla. Existen procedimientos fáciles de entender para realizar las operaciones. Los
aprendemos todos en la escuela, siendo niños, de manera que pocas veces nos planteamos que las cosas
pudieran hacerse de otra manera.
En el siglo octavo la ciudad de Bagdad se convirtió en uno de los centros más importantes de la
actividad intelectual de la humanidad (lo cual hace aún más doloroso pensar en el presente que vive
ahora esa ciudad). Bajo el gobierno de tres califas abbası́es, Al-M ansur, Haroun Al-Raschid y Al-M amun,
la ciudad recibió la herencia de la Alejandrı́a griega, junto con las contribuciones indias. Bagdad brilló en
ese siglo en todos los terrenos, la ciencia, la literatura, el arte. Las historias de las mil y una noches (cuya
lectura recomendamos encarecidamente) proceden de este periodo de esplendor civilizador y refinamiento
cultural. En Bagdad se creó una institución, la Casa de la Sabidurı́a, que era un polo de atracción para
los sabios de todo el mundo, bajo el mecenazgo de los califas abbası́es.
En la Casa de la Sabidurı́a trabajó el matemático y astrónomo M ohammed ibn-M usa Al-K how arizmi,
que escribió uno de los libros más influyentes de toda la historia de las matemáticas, el A l-jab r w a’l
muqābalah (algo ası́ como “reducción y trasposición”), de cuyo tı́tulo deriva la palabra Álgebra. Este
libro realmente inició la teorı́a moderna de ecuaciones que estudiáis en la asignatura de Álgebra. En él
por ejemplo aparece un procedimiento para la solución general de la ecuación de grado dos

ax2 + bx + c = 0

en el caso de soluciones reales. Al-K how arizmi fue además el autor de otro libro, del que sólo nos ha
llegado una copia en latı́n, llamado D e numero indorum, en el que explicaba el sistema de numeración
posicional de la India, y la forma en la que las operaciones habituales se realizan en ese sistema; es decir,
la forma de sumar, multiplicar y dividir números que todos aprendemos en nuestros primeros años de
escuela. Este tratado fue esencial para la difusión del sistema posicional en Europa. Y el nombre de su

12
autor quedó asociado para siempre a la descripción de un procedimiento formal, un programa para la
resolución de un problema, de manera que Al-Khowarizmi se convirtió en la palabra moderna algoritmo1 .
La matemática árabe tuvo después, sometida ya a las convulsiones polı́ticas que marcaron la deca-
dencia del califato, un breve periodo de renacimiento en el siglo XI, en la mı́tica ciudad de Samarcanda-
Allı́ vivió y escribió el poeta y matemático Omar Khayyam, autor de los versos llamados Robaiyyat, y de
un libro de álgebra que extendı́a los métodos de Al-Khowarizmi a las ecuaciones cúbicas. No queremos
cerrar este apartado sin mencionar que la trigonometrı́a, tal como la conocemos, es esencialmente una
contribución árabe a las matemáticas.

1.4. Europa toma el relevo: Vieta, Fermat, Descartes

El proceso, desde el conocimiento del sistema indo-arábigo de numeración hasta su asimilación en


Europa fue lento. En la época del Renacimiento los matemáticos, sobre todo italianos, se dedicaron a
comprender, y ampliar el caudal de información que llegaba de Oriente. Se extendió definitivamente
el sistema de numeración por toda Europa y se avanzó mucho en la teorı́a de ecuaciones algebraicas,
resolviendo las ecuaciones de cuarto grado, y abriendo la puerta al estudio de los números complejos.
Pero en el siglo XVI esa asimilación se habı́a completado y las nuevas ideas empezaron a desarrollar
todo su potencial. La primera etapa viene marcada por las contribuciones de una generación en la que
destaca F rançois Viete (Vieta). A él (y entre otros, también a Kepler, Clavius y Stevin) le debemos la
incorporación del desarrollo decimal al lenguaje de los matemáticos. Como anécdota, Vieta ocupa un
lugar muy destacado en la historia de la criptografı́a. Aplico las matemáticas para descifrar los mensajes
en clave con tal éxito que los españoles, enfrentados entonces con F rancia, le acusaron de haber pactado
con el diablo.
El sistema numérico posicional de base diez que utilizamos permitió construir la representación de las
fracciones mediante desarrollos decimales. Por ejemplo,

1
= 0,25 = 2 décimas y 5 centésimas.
4

Lo cual significa simplemente que la representación que hemos visto para los enteros se extiende a po-
tencias negativas de 10 (décimas, centésimas, etc.) ¿Simplemente? Me temo que la cosa no es tan simple.
¿Cuál es la representación en desarrollo decimal de 1/3? Pues, como sabemos, es

1
= 0,333333 . . .
3

La parte interesante de esta relación son los puntos suspensivos. Indican claramente un proceso que debe
repetirse infi nitas v eces. Precisar el significado de esa idea es uno de los pasos claves que conducen al
Cálculo.
¿Cómo se pasa de una fracción al correspondiente desarrollo decimal? Dividiendo, naturalmente. Por
3
ejemplo, para obtener el desarrollo decimal de dividimos obteniendo:
7

1 la palabra guarismo, q u e e s u n sin ó n im o d e c ifra, tam bié n d e riv a d e l n o m bre d e e ste m ate m átic o

13
con lo que
3
= 0.428571428571 . . .
7
la lı́nea marca el periodo de este desarrollo decimal, de nuevo un grupo de cifras que se repiten infinitas
veces.
Es fácil entender, tras unos pocos experimentos como éste y algo de reflexión, que las fracciones
conducen siempre a desarrollos decimales periódicos, en los que aparece un grupo de cifras que se repiten
una y otra vez. Con algo más de trabajo se puede descubrir que, a la recı́proca, todos los desarrollos
decimales periódicos se obtienen a partir de una fracción. Es decir, que

fracciones = desarrollos decimales periódicos



Y aquı́ por fin vemos algo de luz en la cuestión del número 2. Sabemos, √ desde el hallazgo de los griegos,
que ese número no es una fracción. Ası́ que el desarrollo decimal de 2 debe de ser no periódico. U na
larga lista de números que se extiende sin repetirse jamás. Es decir, que junto con las fracciones (que
para los griegos representaban todos los números posibles), existen otros números, los que corresponden a
desarrollos decimales no periódicos. Y esos números no periódicos, a los que se √
ha dado en llamar números
irracionales, incluyen la solución a muchos problemas interesantes como el de 2, el número π, el número
e, etc.
Al pensar en todos los desarrollos decimales posibles, tanto periódicos como no periódicos, los ma-
temáticos se enfrentaron por primera vez con el conjunto de los números reales, que son los protagonistas
de nuestro curso de Cálculo.

1.5. Geometrı́a analı́tica


La época que abre Vieta tiene su continuación natural en Kepler, Cavalieri y Galileo. Estos fı́sico-
matemáticos estaban ya muy próximos a las ideas del cálculo, usando en sus razonamientos cantidades
infinitamente grandes o infinitamente pequeñas. Pero les faltaba precisión y la madurez necesaria para
exprimir a fondo esas ideas. Los pasos que faltaban los dio la generación de Descartes y Fermat. El
primero de ellos llevo a cabo una aportación fundamental: su libro L a G éométrie señala la aparición de
la geometrı́a analı́tica. Es decir, la introducción de lo que ahora llamamos un sistema de coordenadas
cartesianas para tratar los problemas de la geometrı́a.
Aunque suponemos que los sistemas de coordenadas cartesianos son bien conocidos por el lector,
vamos a recordar las ideas esenciales. Para definir un sistema de coordenadas cartesianas en el plano,
empezamos por elegir un punto, al que llamamos origen de coordenadas. A continuación trazamos dos
rectas perpendiculares que pasan por ese punto, los ejes de coordenadas, tradicionalmente el eje horizontal
se llama el “eje x”, y el vertical el “eje y”. Dado un punto p cualquiera del plano, si trazamos una recta
vertical y una horizontal que pasen por p, esas rectas cortan a los ejes en dos puntos. Llamemos x e y a
los números que representan las longitudes de los segmentos que van desde el origen a esos dos puntos,

14
sobre el eje horizontal y el vertical respectivamente (el signo de x (respectivamente y) indica si el punto
está la derecha o izda. (respec. encima o debajo) del origen).

Todo esto, suponemos, es de sobras conocido por el lector. Si lo repetimos aquı́ es para subrayar su
importancia en nuestra historia de la relación con los números. El punto p pasa a identificarse con la
pareja de números (x, y), sus coordenadas. De manera que un objeto geométrico, el plano, se representa
usando números (mediante todos los pares de coordenadas (x, y)).
Con este método Descartes consiguió trazar un puente entre la geometrı́a y el álgebra, de manera que
cada una de las disciplinas podı́a beneficiarse de los resultados de la otra. A partir de este momento, las
curvas podı́an tener, además de su descripción geométrica, una ecuación.
Ejemplo 1.5.1 (Ec u a c ion es d e c u rv a s).
1 . R ec ta s Dada una recta cualquiera en el plano, en los cursos de geometrı́a se aprende, que existen
tres números a, b y c tales que el punto p pertenece a la recta si y sólo si se cumple:

ax + by = c

Esta relación es la que llamamos la ecuación de la recta. Por ejemplo las ecuaciones x + y = 1
y x − y = 0 representan a dos rectas distintas. Los griegos sabı́an que esas dos rectas (que no
son paralelas) debı́an cortarse en un único punto. Pero a partir de Descartes, ese problema se deja
pensar de otra manera. S i un punto p pertenece a las dos rectas, sus coordenadas (x, y) deben de
ser una solución del sistema de ecuaciones
(
x+y =1
x−y =0

Este sistema de ecuaciones es un problema algebraico, que se puede atacar por los métodos de Al-
K howarizmi (trasposición y sustitución), para resolver el sistema como el lector aprendió a hacer en
la escuela. Al hacerlo, se comprueba que efectivamente, sólo hay una solución del sistema (el punto
de corte de las rectas es único), y además se obtiene una descripción de ese punto: sus coordenadas
son (x, y) = (1/2, 1/2).
2 . C irc u n feren c ia s S upongamos que el punto p del plano tiene coordenadas (x0 , y0 ). S ea r un número
positivo cualquiera. S e aprende, al estudiar la geometrı́a analı́tica, que un punto pertenece a la
circunferencia de centro p y radio r si y sólo si sus coordenadas (x, y) verifican:

(x − x0 )2 + (y − y0 )2 = r2

Esta es la ecuación de la circunferencia de centro (x0 , y0 ) y radio r. C on esta información, muchos


problemas problemas geométricos se pueden traducir a problemas de álgebra, con sistemas de ecua-
ciones. Dadas dos circunferencias se cortan? Y si es ası́ son tangentes las circunferencias? Y lo
mismo podemos preguntar cuando se trata de una recta y una circunferencia, etcétera.

15
3. R ecı́procamente, si empezamos con un problema algebraico como
(
x+y =1
(x − 1)2 + (y − 2)2 = 4

podemos ahora darnos cuenta de que la primera ecuación corresponde a una recta, y la segunda
a una circunferencia. Ası́ que la traducción geométrica del problema nos permite saber, antes de
hacer nada más, que este sistema de ecuaciones tendrı́a lo sumo dos soluciones distintas (cada
solución es una pareja de números (x, y) que cumple las ecuaciones del sistema), porque una recta
y una circunferencia se cortan como mucho dos veces. Puede tener una única solución si la recta
es tangente a la circunferencia, o puede no tener soluciones en absoluto. Pero no puede tener tres
soluciones distintas. Sin esa intuición geométrica es poco probable que hubiéramos sido capaces de
llegar con la misma rapidez a esa conclusión.
No traemos a colación estos ejemplos porque sean difı́ciles, sino porque ilustran lo que se consiguió con
la idea de Descartes: una forma de pensar algebraicamente la geometrı́a, y geométricamente el álgebra.
Sin duda, es una de las mejores y más hermosas ideas que los hombres hayamos tenido nunca.
Enseguida se comprende que se trata de una idea fecunda, que no puede sino estimular nuestra
curiosidad. Hemos visto que
x2 + y 2 = 1
es la ecuación de una circunferencia. ¿Q ué sucederı́a si nos atrevemos a escribir ecuaciones más compli-
cadas? Por ejemplo la ecuación
(x2 + y 2 )2 − 2(x2 − y 2 ) = 0
Pues resulta que esta ecuación describe una curva muy bonita, la lemniscata que se muestra en esta figura

Y recı́procamente, dada una curva (una elipse, una espiral, etcétera) ¿cuál serı́a su ecuación? La idea de
Descartes es excelente, porque no sólo permitió resolver muchos problemas, sino sobre todo porque dio
origen a muchas nuevas preguntas que hasta ese momento eran imposibles de plantear.
Algunos de los problemas que, a la luz de esas nuevas ideas, ocuparon a Descartes y sus contemporáneos
son estos: dada la ecuación de una curva ¿cómo trazar la tangente a esa curva en un punto dado? ¿cómo se
mide la longitud de una curva? ¿cómo se mide la curvatura? Estos son, entre otros muchos, los problemas
que vino a resolver el Cálculo. Descartes resolvió algunos de ellos, pero sus métodos no eran generales;
se quedó a las puertas del Cálculo, pero no entró. A pesar de eso, le debemos mucho a su generación. La
notación y el lenguaje geométrico de Descartes se parecen ya enormemente a los de la matemática actual,
dejando el terreno preparado para el salto de abstracción que iba a producirse.

1.6. Hágase Newton


El poeta inglés Alexander Pope escribió en el siglo XVIII un famoso epitafio para Isaac Newton:

16
Nature and nature’s laws lay hid in night;
God said ‘Let Newton be’ and all was light.
Es verdad que Newton no estuvo sólo, y no fue ni el primero ni el último de los grandes matemáticos de
su tiempo. Pero ocupa el lugar más destacado de una de esas épocas en las que el genio de la humanidad
parece brillar con una luz especial, una auténtica edad de oro del pensamiento. Ası́ pues, si las palabras de
Pope pueden parecer exageradas aplicadas en exclusiva a Newton, tienen pleno sentido cuando se refieren
a la época que comenzó con él y que, en gran medida, se extiende hasta nuestros dı́as. La era de Newton2 .
Con la nueva forma de pensar los números, que se hizo posible gracias a los desarrollos √ decimales,
aparecen nuevas posibilidades y preguntas. Una de las primeras es ésta: hemos visto que 2 tiene un
desarrollo decimal no periódico. ¿Cuál es ese desarrollo?
Aunque la pregunta es natural, entender lo que significa dar una respuesta no es trivial. Cuando
tratamos con decimales periódicos, basta con describir la parte no periódica y el periodo para √ tener una
descripción completa del número. Sin embargo, con un desarrollo no periódico como el de 2, esto no
tiene sentido. Lo mejor que podemos hacer, en este caso, es dar un procedimiento (un algoritmo, como
un programa del ordenador) por el que se van √ obteniendo tantas cifras del desarrollo decimal como sea
preciso. Si alguien nos pregunta el valor de 2, podemos responder

2 = 1,4142135623731 . . .
La clave está en los puntos suspensivos: este es un valor aproximado, no es una información completa sobre
el número. Por supuesto, esta aproximación es muy buena. Tan buena que es muy difı́cil, casi imposible,
encontrar alguna aplicación técnica√cotidiana en el mundo real en la que sea necesario o útil disponer
de una información más precisa de 2. En definitiva, nos conformamos con buenas aproximaciones a la
verdad, mientras sean suficientemente buenas.
Este es el tema central de este curso, y podrı́amos decir que es el principio director, el espı́ritu del
Cálculo. Como veremos a continuación, el Cálculo tiene como finalidad primordial
1. encontrar métodos para proporcionar soluciones aproximadas al problema planteado,
2. establecer formas de garantizar el control del error cometido en esas aproximaciones
3. proporcionar un procedimiento para mejorar la aproximación si se desea un error más pequeño.
4. y obtener resultados exactos mediante un proceso de paso al lı́mite.

Como hemos discutido, el problema del cálculo de 2 permanecı́a planteado desde hacı́a más de √
dos
mil años. En el próximo capı́tulo veremos la solución de Newton para el cálculo aproximado de 2.
Una solución de una simplicidad y una belleza conmovedoras que, junto con el trabajo de los demás
matemáticos de su generación, supuso el nacimiento del Cálculo y cambió el mundo.

2 Newton fue sin duda un genio, pero no un santo. Su mal carácter es legendario, y por ejemplo, William Whiston, que

le conoció bien, dejó escrito: “ Newton was of the most fearful, cautious and suspicious temper that I ever k new” .

17

Das könnte Ihnen auch gefallen