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comprobado que son una herramienta muy útil. La aparición de la aritmética alienta el comercio y la
industria, y a su vez se nutre de los problemas que el comercio, y una sociedad cada vez más compleja, va
planteando en la relación de los hombres con los números. D e hecho, en las primeras civilizaciones, como
en el Egipto de los faraones, empiezan a hacerse necesarios los especialistas en números. Los escribas
incluyen la aritmética entre sus habilidades.
Con el comercio surge la noción de deuda, que llevará tarde o temprano a introducir la aritmética
entera, con el número cero y con números positivos o negativos. Los problemas de reparto obligan a
introducir las fracciones. Al principio se presta especial atención las fracciones con numerador uno, las
que usarı́a alguien que está pensando en repartir una cantidad total entre varios. Pero la realidad se
impone y las operaciones con fracciones se desarrollan rápidamente para incluir todos los casos.
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cuadrado de lado 1 con su diagonal:
Y a continuación, surge la pregunta: ¿ cuánto mide la diagonal? B ueno, conociendo el Teorema de Pitágo-
ras, no parece un problema muy difı́cil. Si la longitud de los dos catetos es 1, y llamamos h a la longitud
de la hipotenusa, entonces debe ser
h 2 = 1 2 + 12 = 2
Es decir, √
h= 2
lo cual significa, simplemente, que h es un número que elevado al cuadrado produce 2. Hasta aquı́,
√ muy
bien. Pero claro, para los matemáticos griegos los números son fracciones ¿ no es ası́? Ası́ que 2 debe
ser una fracción. ¿ Pero cuál? Para averiguarlo escribamos
√ m
2=
n
donde m y n son números naturales (como 1, 2, 3, . . .). Estos eran todos los números que los griegos
conocı́an, al fin y al cabo. Por otra parte, sabemos que hay fracciones distintas que representan al mismo
número, como en
6 3
=
10 5
Y también sabemos que se puede obtener una fracción lo más simple posible cancelando todos los factores
comunes que tengan el numerador y el denominador. Ası́ pues, podemos reformular el problema diciendo
que buscamos dos números, m y n tales que
√ m
2= y además m y n son primos entre sı́.
n
Es decir, m y n no tienen factores comunes. En particular, si uno es par el otro es impar.
Al tratar de averiguar cuáles pueden ser esos números, al matemático griego se le ocurre la idea de
escribir √
2·n=m
y elevar al cuadrado:
2n2 = m2
Si se mira con atención esta igualdad, se observa que m2 es un número par (por el dos de la izquierda).
Y si m2 es par, es que el propio m es par (los pares tienen cuadrados pares, los impares tienen cuadrados
impares). Ası́ pues, hemos averiguado que m es par. Eso significa que m = 2p para algún número p.
Sustituyendo esto en la anterior ecuación:
Y simplificando:
n2 = 2p2
Igual que antes, esto significa que n es par. Y esa es la mala noticia. Porque habı́amos supuesto que m y
n no tenı́an factores comunes. Como dijimos, si uno es par el otro es impar. Y sin embargo ahora hemos
descubierto que la única posibilidad es que ambos sean pares.
Nos imaginamos que, después de rehacer el razonamiento una y mil veces, de varias noches sin sueño,
y obsesionado hasta la desesperación con estas ideas, lentamente el matemático griego fue comprendiendo
m
que lo que habı́a hecho era demostrar que no ex iste ninguna fracción cuy o cuadrado sea 2.
n
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Es decir, que las fracciones no sirven para representar la diagonal del cuadrado. Al lector moderno tal
vez no le parezca un drama. Si no sirven las fracciones, habrá que usar algo que no sea una fracción. Pero
hay que ponerse en la piel de aquel griego que pensaba que los números eran fracciones, que las fracciones
eran todos los números y que los números lo eran todo en el universo. Al comprender el razonamiento
anterior su visión del universo acababa de saltar hecha pedazos.
La consecuencia, como hemos dicho, es que al parecer la matemática griega, en un movimiento pendu-
lar que la alejó del pitagorismo, volvió la espalda a los números y buscó refugio en brazos de la geometrı́a.
Los números no eran de fiar, no ofrecı́an la seguridad de los teoremas geométricos. Y a raı́z de esto las
relaciones de la humanidad con los números se enfriaron durante un larguı́simo periodo de tiempo.
Cualquier número entero se puede representar fácilmente en este sistema. Pero sin duda lo más importante
es que con este sistema todas las operaciones aritméticas comunes (la suma, resta, producto, división, etc.)
se realizan de forma sencilla. Existen procedimientos fáciles de entender para realizar las operaciones. Los
aprendemos todos en la escuela, siendo niños, de manera que pocas veces nos planteamos que las cosas
pudieran hacerse de otra manera.
En el siglo octavo la ciudad de Bagdad se convirtió en uno de los centros más importantes de la
actividad intelectual de la humanidad (lo cual hace aún más doloroso pensar en el presente que vive
ahora esa ciudad). Bajo el gobierno de tres califas abbası́es, Al-M ansur, Haroun Al-Raschid y Al-M amun,
la ciudad recibió la herencia de la Alejandrı́a griega, junto con las contribuciones indias. Bagdad brilló en
ese siglo en todos los terrenos, la ciencia, la literatura, el arte. Las historias de las mil y una noches (cuya
lectura recomendamos encarecidamente) proceden de este periodo de esplendor civilizador y refinamiento
cultural. En Bagdad se creó una institución, la Casa de la Sabidurı́a, que era un polo de atracción para
los sabios de todo el mundo, bajo el mecenazgo de los califas abbası́es.
En la Casa de la Sabidurı́a trabajó el matemático y astrónomo M ohammed ibn-M usa Al-K how arizmi,
que escribió uno de los libros más influyentes de toda la historia de las matemáticas, el A l-jab r w a’l
muqābalah (algo ası́ como “reducción y trasposición”), de cuyo tı́tulo deriva la palabra Álgebra. Este
libro realmente inició la teorı́a moderna de ecuaciones que estudiáis en la asignatura de Álgebra. En él
por ejemplo aparece un procedimiento para la solución general de la ecuación de grado dos
ax2 + bx + c = 0
en el caso de soluciones reales. Al-K how arizmi fue además el autor de otro libro, del que sólo nos ha
llegado una copia en latı́n, llamado D e numero indorum, en el que explicaba el sistema de numeración
posicional de la India, y la forma en la que las operaciones habituales se realizan en ese sistema; es decir,
la forma de sumar, multiplicar y dividir números que todos aprendemos en nuestros primeros años de
escuela. Este tratado fue esencial para la difusión del sistema posicional en Europa. Y el nombre de su
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autor quedó asociado para siempre a la descripción de un procedimiento formal, un programa para la
resolución de un problema, de manera que Al-Khowarizmi se convirtió en la palabra moderna algoritmo1 .
La matemática árabe tuvo después, sometida ya a las convulsiones polı́ticas que marcaron la deca-
dencia del califato, un breve periodo de renacimiento en el siglo XI, en la mı́tica ciudad de Samarcanda-
Allı́ vivió y escribió el poeta y matemático Omar Khayyam, autor de los versos llamados Robaiyyat, y de
un libro de álgebra que extendı́a los métodos de Al-Khowarizmi a las ecuaciones cúbicas. No queremos
cerrar este apartado sin mencionar que la trigonometrı́a, tal como la conocemos, es esencialmente una
contribución árabe a las matemáticas.
1
= 0,25 = 2 décimas y 5 centésimas.
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Lo cual significa simplemente que la representación que hemos visto para los enteros se extiende a po-
tencias negativas de 10 (décimas, centésimas, etc.) ¿Simplemente? Me temo que la cosa no es tan simple.
¿Cuál es la representación en desarrollo decimal de 1/3? Pues, como sabemos, es
1
= 0,333333 . . .
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La parte interesante de esta relación son los puntos suspensivos. Indican claramente un proceso que debe
repetirse infi nitas v eces. Precisar el significado de esa idea es uno de los pasos claves que conducen al
Cálculo.
¿Cómo se pasa de una fracción al correspondiente desarrollo decimal? Dividiendo, naturalmente. Por
3
ejemplo, para obtener el desarrollo decimal de dividimos obteniendo:
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1 la palabra guarismo, q u e e s u n sin ó n im o d e c ifra, tam bié n d e riv a d e l n o m bre d e e ste m ate m átic o
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con lo que
3
= 0.428571428571 . . .
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la lı́nea marca el periodo de este desarrollo decimal, de nuevo un grupo de cifras que se repiten infinitas
veces.
Es fácil entender, tras unos pocos experimentos como éste y algo de reflexión, que las fracciones
conducen siempre a desarrollos decimales periódicos, en los que aparece un grupo de cifras que se repiten
una y otra vez. Con algo más de trabajo se puede descubrir que, a la recı́proca, todos los desarrollos
decimales periódicos se obtienen a partir de una fracción. Es decir, que
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sobre el eje horizontal y el vertical respectivamente (el signo de x (respectivamente y) indica si el punto
está la derecha o izda. (respec. encima o debajo) del origen).
Todo esto, suponemos, es de sobras conocido por el lector. Si lo repetimos aquı́ es para subrayar su
importancia en nuestra historia de la relación con los números. El punto p pasa a identificarse con la
pareja de números (x, y), sus coordenadas. De manera que un objeto geométrico, el plano, se representa
usando números (mediante todos los pares de coordenadas (x, y)).
Con este método Descartes consiguió trazar un puente entre la geometrı́a y el álgebra, de manera que
cada una de las disciplinas podı́a beneficiarse de los resultados de la otra. A partir de este momento, las
curvas podı́an tener, además de su descripción geométrica, una ecuación.
Ejemplo 1.5.1 (Ec u a c ion es d e c u rv a s).
1 . R ec ta s Dada una recta cualquiera en el plano, en los cursos de geometrı́a se aprende, que existen
tres números a, b y c tales que el punto p pertenece a la recta si y sólo si se cumple:
ax + by = c
Esta relación es la que llamamos la ecuación de la recta. Por ejemplo las ecuaciones x + y = 1
y x − y = 0 representan a dos rectas distintas. Los griegos sabı́an que esas dos rectas (que no
son paralelas) debı́an cortarse en un único punto. Pero a partir de Descartes, ese problema se deja
pensar de otra manera. S i un punto p pertenece a las dos rectas, sus coordenadas (x, y) deben de
ser una solución del sistema de ecuaciones
(
x+y =1
x−y =0
Este sistema de ecuaciones es un problema algebraico, que se puede atacar por los métodos de Al-
K howarizmi (trasposición y sustitución), para resolver el sistema como el lector aprendió a hacer en
la escuela. Al hacerlo, se comprueba que efectivamente, sólo hay una solución del sistema (el punto
de corte de las rectas es único), y además se obtiene una descripción de ese punto: sus coordenadas
son (x, y) = (1/2, 1/2).
2 . C irc u n feren c ia s S upongamos que el punto p del plano tiene coordenadas (x0 , y0 ). S ea r un número
positivo cualquiera. S e aprende, al estudiar la geometrı́a analı́tica, que un punto pertenece a la
circunferencia de centro p y radio r si y sólo si sus coordenadas (x, y) verifican:
(x − x0 )2 + (y − y0 )2 = r2
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3. R ecı́procamente, si empezamos con un problema algebraico como
(
x+y =1
(x − 1)2 + (y − 2)2 = 4
podemos ahora darnos cuenta de que la primera ecuación corresponde a una recta, y la segunda
a una circunferencia. Ası́ que la traducción geométrica del problema nos permite saber, antes de
hacer nada más, que este sistema de ecuaciones tendrı́a lo sumo dos soluciones distintas (cada
solución es una pareja de números (x, y) que cumple las ecuaciones del sistema), porque una recta
y una circunferencia se cortan como mucho dos veces. Puede tener una única solución si la recta
es tangente a la circunferencia, o puede no tener soluciones en absoluto. Pero no puede tener tres
soluciones distintas. Sin esa intuición geométrica es poco probable que hubiéramos sido capaces de
llegar con la misma rapidez a esa conclusión.
No traemos a colación estos ejemplos porque sean difı́ciles, sino porque ilustran lo que se consiguió con
la idea de Descartes: una forma de pensar algebraicamente la geometrı́a, y geométricamente el álgebra.
Sin duda, es una de las mejores y más hermosas ideas que los hombres hayamos tenido nunca.
Enseguida se comprende que se trata de una idea fecunda, que no puede sino estimular nuestra
curiosidad. Hemos visto que
x2 + y 2 = 1
es la ecuación de una circunferencia. ¿Q ué sucederı́a si nos atrevemos a escribir ecuaciones más compli-
cadas? Por ejemplo la ecuación
(x2 + y 2 )2 − 2(x2 − y 2 ) = 0
Pues resulta que esta ecuación describe una curva muy bonita, la lemniscata que se muestra en esta figura
Y recı́procamente, dada una curva (una elipse, una espiral, etcétera) ¿cuál serı́a su ecuación? La idea de
Descartes es excelente, porque no sólo permitió resolver muchos problemas, sino sobre todo porque dio
origen a muchas nuevas preguntas que hasta ese momento eran imposibles de plantear.
Algunos de los problemas que, a la luz de esas nuevas ideas, ocuparon a Descartes y sus contemporáneos
son estos: dada la ecuación de una curva ¿cómo trazar la tangente a esa curva en un punto dado? ¿cómo se
mide la longitud de una curva? ¿cómo se mide la curvatura? Estos son, entre otros muchos, los problemas
que vino a resolver el Cálculo. Descartes resolvió algunos de ellos, pero sus métodos no eran generales;
se quedó a las puertas del Cálculo, pero no entró. A pesar de eso, le debemos mucho a su generación. La
notación y el lenguaje geométrico de Descartes se parecen ya enormemente a los de la matemática actual,
dejando el terreno preparado para el salto de abstracción que iba a producirse.
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Nature and nature’s laws lay hid in night;
God said ‘Let Newton be’ and all was light.
Es verdad que Newton no estuvo sólo, y no fue ni el primero ni el último de los grandes matemáticos de
su tiempo. Pero ocupa el lugar más destacado de una de esas épocas en las que el genio de la humanidad
parece brillar con una luz especial, una auténtica edad de oro del pensamiento. Ası́ pues, si las palabras de
Pope pueden parecer exageradas aplicadas en exclusiva a Newton, tienen pleno sentido cuando se refieren
a la época que comenzó con él y que, en gran medida, se extiende hasta nuestros dı́as. La era de Newton2 .
Con la nueva forma de pensar los números, que se hizo posible gracias a los desarrollos √ decimales,
aparecen nuevas posibilidades y preguntas. Una de las primeras es ésta: hemos visto que 2 tiene un
desarrollo decimal no periódico. ¿Cuál es ese desarrollo?
Aunque la pregunta es natural, entender lo que significa dar una respuesta no es trivial. Cuando
tratamos con decimales periódicos, basta con describir la parte no periódica y el periodo para √ tener una
descripción completa del número. Sin embargo, con un desarrollo no periódico como el de 2, esto no
tiene sentido. Lo mejor que podemos hacer, en este caso, es dar un procedimiento (un algoritmo, como
un programa del ordenador) por el que se van √ obteniendo tantas cifras del desarrollo decimal como sea
preciso. Si alguien nos pregunta el valor de 2, podemos responder
√
2 = 1,4142135623731 . . .
La clave está en los puntos suspensivos: este es un valor aproximado, no es una información completa sobre
el número. Por supuesto, esta aproximación es muy buena. Tan buena que es muy difı́cil, casi imposible,
encontrar alguna aplicación técnica√cotidiana en el mundo real en la que sea necesario o útil disponer
de una información más precisa de 2. En definitiva, nos conformamos con buenas aproximaciones a la
verdad, mientras sean suficientemente buenas.
Este es el tema central de este curso, y podrı́amos decir que es el principio director, el espı́ritu del
Cálculo. Como veremos a continuación, el Cálculo tiene como finalidad primordial
1. encontrar métodos para proporcionar soluciones aproximadas al problema planteado,
2. establecer formas de garantizar el control del error cometido en esas aproximaciones
3. proporcionar un procedimiento para mejorar la aproximación si se desea un error más pequeño.
4. y obtener resultados exactos mediante un proceso de paso al lı́mite.
√
Como hemos discutido, el problema del cálculo de 2 permanecı́a planteado desde hacı́a más de √
dos
mil años. En el próximo capı́tulo veremos la solución de Newton para el cálculo aproximado de 2.
Una solución de una simplicidad y una belleza conmovedoras que, junto con el trabajo de los demás
matemáticos de su generación, supuso el nacimiento del Cálculo y cambió el mundo.
2 Newton fue sin duda un genio, pero no un santo. Su mal carácter es legendario, y por ejemplo, William Whiston, que
le conoció bien, dejó escrito: “ Newton was of the most fearful, cautious and suspicious temper that I ever k new” .
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