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Eduardo Sartelli

29 de noviembre 2018

Sobre lenguaje inclusivo, me preguntaron y repito:

1. la idea de que el cambio en el lenguaje significa un cambio sustantivo en los procesos


sociales es falsa. 2. los cambios propuestos (e, X, @) son inviables en términos linguísticos,
porque generan más contradicciones que las que vienen a resolver. 3. Desde los años '90, el
posmodernismo se transforma en una avanzada ideológica contra la izquierda y el socialismo.
Que el posmodernismo se haga "de izquierda" no quita su carácter reaccionario. De hecho,
toda la política de Evo Morales, el kirchnerismo y el chavismo, todos movimientos que vinieron
a "desempoderar" a las masas insurrrectas, utilizaron el arsenal político del posmodernismo
(cuyo teórico por excelencia es Ernesto Laclau) para contener a las masas en el capitalismo. La
clave es el gatopardismo pequeñoburgués: cambiar algo para que nada cambie. Hay pobreza y
miseria: en lugar de eliminar las causas que las producen (el capital), planes sociales; hay una
masa creciente de obreros expulsados del sistema de protección jurídica de las relaciones
laborales (están en "negro") y no tienen un montón de "derechos" que tienen los obreros en
blanco, como el salario familiar, en lugar de poner a los obreros en blanco, AUH. Y así con
todo. Esta política gatopardista se autodenomina de "expansión de derechos", cuando en
realidad, lo que hace no solo es consolidar la explotación, sino consolidar la tasa de
explotación lograda por el menemismo. En ese contexto, el "lenguaje inclusivo" es parte del
dispositivo ideológico de la burguesía. Parece que hago algo, que lucho por vos, pero es
puramente cosmético, falso, coopta y distrae a la militancia. 4. "Individualiza" la política: no se
trata ya de grandes transformaciones sociales sino de pequeños cambios individuales. 5.
Transforma al militante de izquierda en un marciano que habla un lenguaje ininteligible para
las masas. 6. Muestra a las masas que las preocupaciones de la izquierda están más vinculadas
a la pequeña burguesía universitaria que al proletariado. 7. Hace fácil a la derecha reaccionaria
lograr la identificación con las masas, a las que habla campechanamente y aparece más
cercana que la izquierda. Puedo seguir, porque el asunto da para mucho.

21 de enero 2019

Gramsci distinguía entre la crítica mezquina y aquella que adquiría un carácter orgánico. Por la
primera, el "crítico" se explaya en nimiedades, cuestiones completamente secundarias,
acusaciones personales, hechos aislados, retórica y seudo argumentos ad hominem. Sobre
todo, gusta de colocarse en el centro del mundo y de ver su postura como esencial. Vuelca, en
particular, sus apreciaciones subjetivas y, sin mayor consecuencia, acusa a los demás de lo que
le cabe a él más que a ninguno. El esquema siguiente es el más común: este individuo tuvo
esta actitud (mandó a alguien a leer, por ejemplo), esta actitud revela el carácter de una
organización, esta organización es muestra de toda la izquierda. El fulano en cuestión no pasa
de ser una especie de Jorge Rial seudo izquierdista, que cree que con ese método descula los
grandes problemas. La crítica orgánica, por el contrario, pasa por alto los detalles, presta
atención a las tendencias generales y, por sobre todas las cosas, es capaz de asimilar el grano
de verdad presente en su contendiente. Digo, como para orientarse en Facebook y otras
yerbas.

25 de febrero 2019

Una lectura supuestamente "marxista" pretende que la política gobierna el mundo, al punto
tal que "todo es político". Es la simple inversión del marxismo vulgar que entiende que la vida
social no es más que la "expresión" de las categorías económicas. La peculiaridad de esta
variante, representada por gente como John Holloway o Tony Negri, es la evaporación de la
corporalidad concreta de lo social. Se trata de una postura voluntarista según la cual todo es
posible en cualquier momento porque no hay nada que ofrezca resistencia. Esta perspectiva se
mezcló y combinó con las variantes "post" para producir una serie de disparates que coincidían
todos en el papel central de la capacidad performativa del lenguaje. Basta nombrar para crear.
Si Kristeva puede creer que ha eliminado procesos sociales completos con solo haber escrito
un libro con su peculiar estilo Roberto Giordano, bien puede creer cualquier recién llegado a
las luchas sociales que alcanza con cambiar una letra para eliminar opresiones milenarias, o
que la condición biológica de la mitad de la humanidad no tiene nada que ver con su
subordinación. Quien compendió ese conjunto de disparates en una teoría política coherente
fue, no podía ser de otra manera, un argentino: Ernesto Laclau. En su absurda concepción, la
construcción discursiva crea sujetos. A todo este conjunto, que se vanagloria de "novedad",
solemos llamarle posmodernismo, simplemente por la pereza de recordar que este idealismo
ramplón se remonta al menos hasta Fichte. Esta perspectiva de lo social ha dominado las
ciencias sociales desde por lo menos comienzos del siglo XXI y ha puesto sobre la mesa la
supremacía de las "auto-percepciones" y las "diversidades", de las cuales la de género es la
menos importante en términos políticos. Más relevantes han sido y son el campesinismo, el
indigenismo y ese neo-nacionalismo peronista que se expresa como "descolonialidad". Va de
suyo que este posmodernismo "de izquierda" que creyó poder desbancar al marxismo o, al
menos, absorberlo, tiene su máxima expresión en los "populismos" latinoamericanos. El
fracaso de estas experiencias es más visible en Venezuela que en ningún otro lado. Fue allí
donde en lugar de transformaciones reales en la economía y la sociedad reales, este
posmodernismo de izquierda adornó verdaderas estupideces que eran aplaudidas como
"nuevos experimentos" de un "socialismo del siglo XXI". Durante los años en que la estupidez
flotó sobre un océano de petróleo caro, miles de "intelectuales" fueron comprados para este
dogma nefasto y llevaron su "mensaje" a todo el mundo. Ahora vemos a los propios
"subalternistas" actuar como si no tuvieran responsabilidad alguna en la catástrofe y dividirse
entre opciones burguesas (Lander con Guaidó; Grosfoguel con Maduro), sin que se les caiga
una sola idea fuera del imaginario burgués. Esta debacle completa de este conjunto de
absurdos peligrosos, todavía no ha dado lugar a una re-emergencia del marxismo. Entre otras
cosas, porque los marxistas (y sus partidos) han sido funcionales a estas ideologías y sus
regímenes políticos, han sido permeables a todas las modas ideológicas posmodernas, desde
el supuesto "anti-imperialismo" hasta el feminismo queer. Por esta razón, es más probable que
las vueltas de la crisis coloquen otra vez a vástagos "populistas" como reemplazo de los
previsibles fracasos de la "nueva derecha" macri/piñero/guaidista, que a las opciones
socialistas revolucionarias. Cómo la izquierda revolucionaria entregó un legado teórico y
político de un modo tan completo, es una historia que todavía está por contarse...

20 de julio 2019

El veganismo promueve una reflexión profunda sobre el lugar de la especie humana en la vida
en general. No habría que banalizar el asunto porque unos infelices a caballo no representen lo
mejor de la especie.

Horacio Marcelo Miranda: preguntita personal, sos vegano Sartelli?

Eduardo Sartelli: No. Simplemente trato de ver el fondo de las cosas sin que me molesten las
banalidades de superficie. (…) Lo de ayer es un simple acto criminal y no entiendo cómo no les
abrieron causa penal al "gauchaje" de cuyo carácter proletario me permito dudar. Yo creo que
el consumo de carne no es un problema ético. Seguramente, sí tiene que ver con la salud y
también con la ecología. Pero no soy anti especista, me parece que allí hay un error filosófico y
político grave.

Gonzalo BO: Eduardo, podrías especificar algo más sobre lo q vos consideras un error político y
filosófico? O algo tuyo para leer 

Eduardo Sartelli: El error central es considerar al ser humano como una especie más. Estoy
trabajando en una crítica de Peter Singer de cara a una publicación más adelante dedicada al
tema de las contradicciones secundarias (etnia, género, ecología, etc.).

Franco Marinelli: Uno de los problemas que yo le encuentro al veganismo es que es de esas
causas que promueve la idea de qué acciones individuales modifican realidades sociales. No
por nada siempre es más una moda de adolescente / universitario que la mayoría abandona

o0o

Mariano Richi: Cuál sería esa reflexión profunda? La humanidad sin proteína animal es inviable
hacia adelante y no hubiera llegado hasta acá (para bien o para mal).

Matías Isequilla: Estas completamente equivocado, no tenes idea. Todos los nutrientes
necesarios para vivir sanamente están en el los vegetales salvo al vitamina B12 que se puede
suplementar sin problemas. La carne es cancerígena y leche también, además de teratogenica
y de destruir el sistema inmune... (No lo digo yo, lo dice la ONU) y en cuanto a dónde llego la
humanidad comiendo carne, la respuesta es al borde del abismo, en muy poquitos años de
dominio del planeta por parte del humano carnivoro predador

Mariano Richi: Es una moda de cierta pequeña burguesía; inviable para 7000 millones

Esteban Guillermo Justo: Aca arriba esta la demostracion de lo incompatible que es el


veganismo con una "reflexion profunda": la carne es tan cancerígena como los rayos del sol. El
sistema inmunitario de los mamiferos se apuntala mediante la lactancia. Y si hay algo cierto en
la historia humana, algo incontrovertido, es que fue necesaria la explotacion animal para que
nuestra especie pasara de ser un monito mas, a ser los reyes de la naturaleza. De ahi a
llevarnos todo puesto, hay un gran trecho, pero sin dudas que el veganismo no puede
esclarecer un apice ese problema.

Eduardo Sartelli: De dónde sacás que toda la carne es siempre cancerígena? Te das cuenta que
en EE. UU., Argentina y Uruguay, los lugares de mayor consumo de carne vacuna en el mundo,
toda la población tendría que tener cáncer? El consumo de carne y de proteínas de origen
animal (como los insectos) es un hecho comprobado en los simios. Y no es cierto que el
hombre primitivo fuera vegano. Era omnívoro. Por otro lado, el argumento ético (discutible: si
un tigre puede comer carne y eso no ofrece mayor problema, por qué yo no?) no tiene que ver
con estos datos. Son argumentos independientes.

Matías Isequilla: A ver. De a poco... Eduardo: La OMS declaró a la carne procesada cómo
cancerígena a nivel del asbesto y del cigarrillo... Y a la carne roja potencialmente cancerígena,
un nivel más abajo que la procesada... Googlealo. Y si , por supuesto que vivimos una epidemia
de cáncer por el exceso de consumo de carne y de leche también (mamá, útero). El humano
primitivo era vegano pero omnívoro (eso significa q es capaz de digerir carne, no que sea
carnivoro, son dos cosas distintas). Y en cuanto al argumento ético, algo que nos diferencia de
los animales no humanos es tener razón y conciencia, lo que nos permite discernir entre lo que
está bien o mal... Los animales no humanos se manejan por instintos genéticamente
establecidos. El tigre no puede evitar comer carne. Pero jamás lo va a hacer por placer, gula, o
maldad... En cambio los humanos tenemos la posiblidad de tomar esa decisión ética... Es muy
burda la comparación...

Esteban: estás nuevamente equivocado: el veganismo precisamente se trata de que ningún ser
sintiente tiene más derechos que otro... Para mí la vida y la libertad de un humano es tan
valiosa como la de un no humano... Eso dejando a salvo que hay muchxs taradxs veganxs que
sostienen la causa animal por odio a sus pares, pero esa es una pésima razón... También es un
grosero error del movimiento vegano reducir su lucha a los animales no humanos, error muy
frecuente en ámbito 'animalistas'. El veganismo se trata de justicia, paz y de igualdad entre
todos quienes habitamos este planeta. Saludos

Nicolas Nico: la carne procesada no es toda la carne, ademas leer cual es el riesgo absoluto y
relativo de esta, comparado con el asbesto y el cigarrillo, te olvidaste de las bebidas alcholicas
de los UV, etc. El cancer en incidencia y mortalidad esta en baja hace decadas en los paises
mas avanzados y en algunos subdesarrollados. Segun todos los ultimos metananalisis la leche
no produce cancer ni de mama (es el azar la causa principal) ni de utero(cuya causa principal es
un virus que se trasmite por sexo) Lo que esta bien y lo que esta mal? es historico no
trasnhistorico. Justamente los animale no humanos no tiene metacognicion porque desde tu
etica basada en la moral no deberiamos comer animales? de todas formas el veganismo mata
miles de millones de animales para anlimentarse y ni siquiera es el sistema de produccion de
alimentos que menos animales mata.

Eduardo Sartelli: El ser humano siempre fue omnívoro. Lo que quiere decir que, literalmente,
es también carnívoro. Ningún ser humano, ni ayer ni hoy, fue "carnívoro" en el sentido de
alimentarse solo de carne. Dejá de macanear sobre historia y antropología. Sobre el peligro de
"cáncer": el asbesto fue prohibido porque el riesgo de cáncer supera lo anecdótico, es directo
y virtualmente inmediato. Lo que estás diciendo de la carne procesada es una estupidez. La
OMS también considera cancerígeno el café y el mate. Si fuera así, si la carne procesada
replicara los niveles de cáncer del asbesto, cuya historia veo que no conocés, no habría ser
humano en la Tierra. Menos en los tres países que te mencioné. Sobre la ética: la comparación
es perfectamente válida, entre otras cosas, porque el "bien" y el "mal" no existen. Es lo que los
seres humanos dicen que es. Es histórico no "natural". Está bien para los seres humanos
alimentarse? Sí claro. Es alimentación saludable la carne de animales? Sí, claro. Luego, por qué
está mal? La inmensa mayoría de los animales bajo consumo humano vive mejor que la
mayoría de la población humana. Y solo vive porque los seres humanos se alimentan de ellos.
No habría vacas si no fuera por que las comemos. Nacen porque nosotros queremos que
nazcan. Se desarrollan, se las cuida de enfermedades, de ataques de animales y viven mejor
que si lo hicieran al "natural". Qué sufren esas vacas? Que algún día se las mata. Todos
morimos. Las vacas no saben ni que van a morir. No tienen ni siquiera el problema de la
angustia existencial de los seres humanos (Singer dixit). Luego, qué es ético o no?

Nicolas Nico: el problema es que dice que el riesgo de cancer de colon aumenta 17 %-18%, eso
es riesgo relativo el absoluto es menor al 1%. En cambio en asbesto es ordenes de magnitud
mayor y el del cigarrillo.

Cesar Rosenstein: yo, que soy absolútamente adorador del consumo de carne (de las 14
cómodas semanales 10 son carne), igual estoy con algunos temas acerca de la vida que llevan
muchos animales que serán consumidos por nosotros. En cuanto al nivel de vida de las vacas
me parece que no es lo mismo una vaca en el medio del campo que una vaca de feed lot (no
las que se las lleva a ahí para alimentarse sino las que viven siempre ahí). O un pollo que va a
pasar toda su vida en una granja puertas adentro encerrado con la luz prendida, el alimento
balanceado y las hormonas a tope (como distinto a un pollo de una granja familiar que se cría
casi que solo y después sí se lo mata para su consumo). Queriendo lo que quise a mi perro que
recientemente murió empecé a sentir culpa por los animales "industrializados" en su manera
de vivir. Propongo que no se consuma más carne animal, o al menos no de la manera que lo
hacemos los burgueses que vivimos en Recoleta? Claro que no. Pero sí en pensar de qué modo
se puede sostener una alimentación justa o equitativa para los humanos de la manera menos
sufriente posible para los animales. Dicho esto, por ahora lo único que hice fue lastrarme unas
costillitas de cerdo (literal, acabo de terminar de almorzar)

Eduardo Sartelli: Estoy en contra del maltrato animal. Por ejemplo, lo que describís de los
pollos o de las vacas en feed lot.

Eduardo Sartelli (a Matías Isequilla En otra serie de comentarios): Veo que sos un delirante
importante. Claro que soy especista. El anti-especismo es una estupidez autocontradictoria.
Que la especie humana es superior lo demuestra que no son las vacas las que están
discutiendo en este momento la suerte de los humanos, sino al revés. Es más: vos mismo
reconocés la superioridad humana al decir que, como somos mejores, porque podemos
reconocer el "bien y el mal", tenemos "obligaciones éticas" que los otros animales no tienen ni
les podés pedir. De hecho, los comparaste con infantes. Entonces, si no son como los
humanos, no tengo por qué tener con ellos el mismo trato; si lo son, es imposible de
demostrar, salvo que quieras decir que entre un cerdo y un ser humano no hay diferencias.
Tenés una concepción infantil de los animales: ellos cuidaron el planeta mejor que nosotros...
Hay que ser tonto: los animales simplemente se despliegan. Comen, cagan, se reproducen y no
se preocupan de las consecuencias que eso tiene para nada ni nadie. Concepción fetichista y
procapitalista: el problema no es el capital y su voracidad de ganancia. El problema son los
seres humanos... Trump agradecido. La idea de que el veganismo es lo más revolucionario no
puede ser más tonta: confundís consumo con explotación, no tenés idea de qué hablás. Ser
anti-capitalista no quiere decir nada. Los señores feudales eran anticapitalistas. Los esclavistas
del sur de EE.UU. también. No veo a ningún vegano luchando contra la explotación capitalista
como vegano. Qué sería un Lenin vegano? En qué consiste la estrategia "vegana" de toma del
poder? Obviamente, al capital le importa tres pepinos lo que coma la gente. Si come carne, se
la va a vender. Si come yuyo, también. Lo que al capital le importa no es la carne, sino la
ganancia. Como te quedás sin argumentos, aparecen las consignas: "especista", "soberbio",
"iluminado". Demostrá que los animales son iguales a los seres humanos y luego hablamos.
Demostrá que los animales que comemos vivirían igual sin nosotros y hablamos. Demostrá que
las vacas que se crían en la pampa viven peor que la mayoría de la población argentina y
hablamos. Precisamente por eso escribí el post: por delirantes como vos la gente no piensa en
el problema real del respeto a la vida en general. Por delirantes como vos, cuya única solución
es que la especie humana desaparezca, la gente cree que cuidar y respetar la vida del resto de
los animales es cosa de marcianos idiotas. Solo asumiendo el lugar de la especie humana en la
vida en general, su lugar particular, especial y único, es posible organizar un mundo en el cual
haya lugar para muchos más animales y seres vivos que los humanos. Eso no tiene nada que
ver con consumir carne o no.
o0o

Nicolas Nico: El veganismo quiere que no matemos ni explotemos animales porque son
sintientes, eso es pseudociencia o usar la declaración de Cambridge por el principio de
autoridad y ademas fija.

Según los últimos meta análisis los animales no humanos no tienen metacognicion.

Respecto a la muerte de animales, la forma vegana no es el mejor sistema en la cantidad de


animales que mata ni siquiera en cuanto la incidencia en el cambio climático y el ambiente

Matías Isequilla: Estas muy equivocado. Los animales tienen sentidos, sentimientos y
conciencia de si mismos... Suficiente para no querer sufrir y querer vivir... Igual que los niños

Nicolas Nico: no es cierto segun la ciencia, podes leer el ultimo metaanalisis sobre
metacognicion

Juan Cruz Fabi: ¿Qué es la metacognición y de qué manera carecer de ella impide
experimentar sufrimiento sensorial (o al menos experimentarlo del mismo modo que el ser
humano)? Si es que eso es lo que quisiste decir. Pregunto en serio.

Nicolas Nico: Juan Cruz Fabi es la capacidad de tener conciencia de los estados mentales
internos y de los otros, un animal puede tener dolor o sensaciones pero no tienen la
conciencia a nivel del ser humano de esos estados mentales

Matías Isequilla: Paja científica humana para seguir explotando es eso. Los animales sienten y
tienen sentimientos y no quieren sufrir y tienen conciencia de si mismos y de sus grupos
sociales. Esta fuera de discusión eso. Y con eso sobra para no tener derecho a hacerles daño....

Eduardo Sartelli: No entiendo: hay una "paja científica animal"? Te das cuenta que la "paja
científica humana" hace que estemos hablando por este medio que no existiría sin ella? Apelás
a la ciencia humana cuando te conviene (la OMS considera bla, bla, bla) y cuando no es paja?
Tenés una concepción mística: confundís sentir con tener sentimientos, sufrimiento con dolor,
y, por sobre todas las cosas, una incapacidad absoluta para mantener la coherencia de tus
argumentos.

Matías Isequilla: No no. De ningún modo. Mis argumentos son clarisimos, no los querés
entender, los obvias, los ninguneas. Lo de meta cognición es paja... No la ciencia humana. Y no
hay ninguna confusión... Los animales sienten, tienen sentimientos y conciencia de si. Y
capacidad para sufrir. Punto. Seguí justificando todo lo que quieras. El especismo es basura y
va a caer. La revolución será vegana o no será!!! Saluditos.

Eduardo Sartelli: Tranquilizate y dejá de tirar consignas. Lo que tenés que hacer es dar
argumentos, no repetir consignas.

Juan Cruz Fabi: Nicolás: Pero a los veganos les interesa hacer cesar el sufrimiento de los
animales, no que se reciban de ingenieros. Poco les importa si tienen o no consciencia. Muchos
seres humanos tampoco la tienen por tiempos más o menos prolongados y no por eso nos
sentimos con derecho a dañarlos. Y aclaro que digo todo esto sin ser vegano, eh. Mi punto, es,
simplemente, señalar que lo que vos focalizás como central, la metacognición, no es relevante
para un vegano. O sea, no estás refutando la postura ética clave del veganismo: "dejemos de
dañar a los animales porque sienten" (y no "déjenos de dañar a los animales porque
entienden/tienen consciencia").

Nicolas Nico: Juan Cruz Fabi justamente el problema no es solo sentir sino tener conciencia de
eso o del dolor, para ser ingeniero no basta o ni siquiera es necesario tener conciencia de dolor
o del sentir.

Y si los humanos por mucho tiempo no tienen conciencia si t... 

Nicolas Nico: Eduardo Sartelli y Matias Isequilla cuando en un debate una de las partes no
tienen los conocimientos necesarios o mucho menores que la otra parte, no son partes iguales,
no intento debatir con isequilla ya que no tiene ni idea que es metacognicion ni siquiera lo que
es un paper o un metananalisis.

Matías Isequilla: Eduardo los míos son todos argumentos científicos sumados a una posición
ética... La consigna sería dejen de justificar pedorramente la explotación animal para poder
seguir comiendo asado sin culpa... saludos!

Eduardo Sartelli: Es una chicana tonta, no un argumento. Ya de entrada confundir explotación


con consumo no es científico. Y tu posición "ética" no tiene justificación. Es simplemente tu
capricho.

Nicolas Nico: Conclusiones

1. Millones de animales del campo mueren cada año para proporcionar productos utilizados en
dietas veganas.

2. Existen varios modelos alternativos de producción de alimentos que pueden matar menos
animales que el modelo vegano.

https://link.springer.com/art.../10.1023%2FA%3A1025638030686

LINK.SPRINGER.COM

The Least Harm Principle May Require that Humans Consume a Diet Containing Large
Herbivores, Not a Vegan Diet

The Least Harm Principle May Require that Humans Consume a Diet Containing Large
Herbivores, Not a Vegan Diet

Juan Cruz Fabi: Nicolás: No veo por qué el hecho de que los animales no tengan consciencia
dota de moralidad al acto de matarlos, dañarlos o consumirlos. No hay correlación entre una
cosa y otra. En cambio mirando la cosa desde la perspectiva del dolor, tiene un poco ... 

Eduardo Sartelli: Juan Cruz Fabi La idea de que a los animales les duela que los maten luego de
una vida cómoda gracias a los seres humanos, no tiene nada de falta de ética. Salvo que vos
creas que son iguales a los seres humanos o que los animales, sin nosotros vivirían mejor o,
peor todavía, serían eternos.
Nicolas Nico: Juan Cruz Fabi el dolor sin conciencia de ese estado mental hace que puedas
matarlos sin problemas éticos. Por ejemplo si los humanos estuviesen compuestos de
diferentes especies (como los perros) entonces estaria bien matar a uno y no otros en cambio
a todos tener el mismo nivel de conciencia no

Juan Cruz Fabi: Eduardo: Esa afirmación ética sólo se sustenta sobre la base de adoptar
previamente un argumento moral de índole utilitarista, con el que ciertos veganos podrían no
estar de acuerdo. No todo vegano estaría dispuesto a ocasionar un mal menor (matar
animales) para evitar -lo que según vos es- un mal mayor (que futuros animales no puedan
vivir "cómodos", según tu expresión). Están los veganos que creen que matar animales
siempre está mal, independientemente de las posibles consecuencias que se deriven -para ése
y para otros animales- del acto de matarlos, mutilarlos y consumirlos, porque consideran estos
hechos tan aborrecibles que no se justifica indagar las secuelas que devienen al corto o largo
plazo de esos actos de matanza y sangre.

No importa lo que yo crea, yo aclaré en comentarios anteriores que no soy vegano. Sólo
intervine porque advertí que tanto de un lado como del otro se construyen las propias ideas
acerca de estos dilemas éticos desde visiones sumamente estrechas y absolutistas, desde
sistemas de valores cerrados y herméticos.

Nicolás: "el dolor sin conciencia de ese estado mental hace que puedas matarlos sin problemas
éticos."

Los veganos sensocentristas no dicen lo mismo, porque, insisto, no les interesa la consciencia
sino la presencia de SNC. Aparte con tu criterio sería admisible moralmente matar a un ser
humano que siente dolor y que, sin llegar a un estado de muerte cerebral, está inconsciente
-por ej. en coma, en estado vegatativo, o bajo efectos de ciertos estupefacientes o de alcohol,
o incluso dormido-, lo cual es absurdo, además de sumamente conflictivo porque implica tener
que incurrir en la tarea de determinar cuándo el grado de inconsciencia es de tal nimiedad que
permite aniquilar al ser vivo en cuestión (humano o no) sin sufrir castigos morales o legales.
Por supuesto que la misma dificultad sufre el criterio ético sensocentrista: es difícil delimitar
desde cuándo se siente dolor (y cuánto, o en qué magnitud) y, por ende, desde cuándo existe
habilitación moral para matar. Cualquiera que cerciore poseer un parámetro moral infalible
para dilucidar desde cuándo está bien matar, está mintiendo, sea vegano o antivegano,
especista o antiespecista, sensocentrista o no.

Lo mismo que a Eduardo: las conclusiones que uno saque de esta temática dependen, en
parte, de la teoría de la justicia que uno adopte. No es lo mismo encarar este tema desde la
óptica utilitarista que de una kantiana, por ejemplo.

Eduardo Sartelli: Acuerdo con vos en varios puntos, pero la "teoría de la justicia" no es una
cuestión de elección voluntaria. La ética tiene un anclaje material, acorde al estado de la vida
humana en un momento histórico dado, que hoy se expresa como humanidad dividida en
clases.

Juan Cruz Fabi: Estoy de acuerdo, la ética no es 100 % subjetiva.

Nicolas Nico: Juan Cruz Fabi no se de donde decis que solo les interesa el snc, les interesa que
sientan ese dolor conciencientemente, sino un robot tambien puede sentir dolor, esos estados
de conciencia del humano son reversibles y ademas comentes un error simple son humanos,
Esos animales con snc no son humanos entre otras cosas por su nivel de conciencia.
Nunca hablo de moral sino de etica, la cual es historica circunstancial.

Matías Isequilla: Nicolás baja un cambio pibe que acá el que no puede discutir porque no tiene
la menor idea de lo que estás hablando sos vos... Estabas en los huevos de tu viejo y yo ya
militaba por los derechos de todas las especies... Se perfectamente lo que es la meta
cognición... Vos, cómo muchos de los que no tienen la empatía y la conciencia suficiente para
respetar los derechos de los animales no humanos, como Eduardo, me querés enroscar con
conceptos científicos muy discutibles pagados y difundidos por los especistas en general y por
las industrias derivadas del especismo en particular. Desde el punto de vista de la ética vegana
(basada en la regla de no causar daño o ahimsa) la meta cognición (que los ANH tienen, por
otra parte) no es requisito para respetar sus derechos a no sufrir, a no morir y a vivir sus vidas
en libertad de acuerdo a sus propios intereses... Basta que tenga un sistema nervioso central,
sentidos, sentimientos y conciencia de si mismos, de sus pares y del mundo que los rodea...
Esto es muy sencillo de entender (basta sentarse a mirar a un perro un rato) pero para eso
tendrías que dejar de ser un especista soberbio, egoísta y desinformado, que se niega a
abandonar sus privilegios y placeres. Que te sea leve...

Nicolas Nico: cuales son los conceptos pagados? lo que se publica en revistas de revision por
pares es ciencia.

No solo estaba en los huevos de mi padre sino en los ovarios de mi madre, ademas del medio
ambiente.

La regla vegana es no causa daño(no causar sufrimiento, no matar o que mueran, y que vivan
en libertad de acuerdo a sus intereses), por el solo hecho de tener SNC.

Pero si no consumis animales igual mata a millones para lograr una agricultura que alimente a
la poblacion humana desde hace milenios. Ni hablar de todas otras mercancias como
medicamentos que se usan animales, ni investigacion etc.

Basta con snc para tener metacognicion? Sentidos si tienen los animales con snc, sentimientos
no, y conciencia de si mismos tampoco a nivel humano. Si es tan sencillo de entender con solo
mirar un perro un rato para que se investiga en cognicion animal? ya lo solucionaste vos
mirando un perro (cuanto rato?)

El hecho que sea egoista no me permite ver la cognicion de un perro con solo mirarlo un rato?

Matías Isequilla: Jajaja. Si no son sencientes (que tienen sentimientos) ni tienen conciencia de
si mismos, son cosas, cómo dice el código civil. Te falta decir que se comen entre ellos y que las
plantas también sufren y cartón lleno... se investigan muchos aspectos de las capacidades
sensitivas, sensoriales, afectivas y mentales de los animales por muchas razones... a veces para
defenderlos, pero casi siempre para justificar y mejorar su explotación... Si te interesa hay
muchísimas normas mundiales (incluso hasta constituciones) y nacionales, como así también
doctrina científica, sociológica y jurídica que confluye para que sean considerados sujetos de
derecho... acá en Argentina hasta hubo fallos que así lo determinaron... Y si, todo esto lo
aprendí mirando a un perro, un ratito nomás, ya se estaba sintiendo intimidado. Saludos
26 de septiembre 2019

Ecología, capitalismo y revolución. Aclaración breve.

En los años '90 recuerdo haber hablado de temas y problemas que, en general, no formaban
parte de la problemática de la izquierda. Sobre todo de la izquierda trotskista. Ecología,
feminismo, cuestiones étnicas, y varios más. Cuando en 2004 se editó La cajita infeliz por
primera vez, le dediqué todo un capítulo a las "contradicciones secundarias". Siempre me
declaré ecologista y tengo toda una parte de mi biblioteca (nuestra, quiero decir, de mi
compañera y mía), que monta más de 10.000 volúmenes, dedicada a estos temas. Sorprenderá
a muchos, entonces, que me moleste tanto la reciente vocación por el tema de buena parte de
la izquierda, en particular, otra vez, la trotskista.

Suceden dos cosas, parcialmente independientes entre sí y que no están relacionadas


necesariamente con mi vocación de "contrera", como diría un viejo peronista. La primera es
que hay muchos "ecologismos" y la izquierda que critico ha elegido el peor, por un lado. La
segunda es que esta repentina preocupación por selvas y ballenas expone con mucha claridad
la deriva liberal en la que ha caído esa izquierda.

Entre un ecologismo tecnocrático y uno que, genéricamente podríamos llamar "romántico", la


izquierda ha elegido este último. Como sucede con la degeneración de la tradición romántica,
con lo que se puede definir con el romanticismo de derecha a la Chateaubriand, eso que
llamamos "posmodernismo" no es más que el renacimiento del misticismo propio de la
reacción postnapoleónica en Europa. Esta reacción post '68 o post Vietnam que vino con el
postestructuralismo y la deconstrucción, entre otras porquerías, se transformó en un discurso
de "izquierda" con el cual se combatió al marxismo en su terreno. Primero fue usado por la CIA
para enfrentar la última oleada insurreccional del siglo XX. Luego, por los perdedores de ese
proceso en el clima de derrota propio de los '90 y la caída del muro. Finalmente, se transformó
en ideología estatal con los "populismos" latinoamericanos. Este ecologismo posmo es una
variante irracional del ecologismo tecnocrático. Mientras que la tecnocracia supone que todo
se resuelve inventando algo que nos salve de la catástrofe, el ecologismo posmo pretende que
la solución consiste en la desaparición de la humanidad misma, que solo puede ocupar un
lugar residual en el planeta. Los dos se olvidan del lugar central que las relaciones sociales de
producción ocupan en este problema. El derecho de los animales y el veganismo completa esta
perspectiva en la que se trata de sobrevivir lamiendo el musgo que crece entre las piedras y
combatiendo el sadismo violador de los gallos. Todo ello dicho en un lenguaje que se supone
repara la exclusión social con un simple cambio de letras. Se imaginan así catástrofes que solo
se pueden resolver "decreciendo" y se agita esa consigna en países atravesados por agudos
procesos de miseria y atraso. Y condenando procesos técnicos que se desconocen, como la
"megaminería", el "fracking", los "transgénicos", nuevos demonios que se multiplican para
esconder al capitalismo y la burguesía. De paso, se combate a un "imperialismo" colocándose
bajo el ala de otro, sin salir nunca del círculo burgués. Se proponen "huelgas" internacionales a
una clase obrera a la que, paradójicamente, se juzga pasiva e incapaz de llevar adelante una
simple huelga general nacional contra el ajuste económico. Que los candidatos de la burguesía
hayan obtenido en conjunto más del 90% de los votos incluso poniéndose dos pañuelos y
festejando victorias con abundantes asados, sin más preocupación por la ecología que la de
mirar a la cámara "indignados" mientras se pasan las imágenes de un Amazonas humeante, no
parece haber sido suficiente para que la izquierda vernácula entienda cuáles son las
preocupaciones urgentes de la clase obrera argentina. Es decir, para que recupere para sí el
ABC del marxismo que se supone inspira sus programas.

¿Por qué una izquierda que ha sabido tener en la cabeza ideas más claras, claudica de
semejante manera ante el liberalismo más ramplón y el irracionalismo más estúpido? Parece
bastante obvio: cualquier cosa es buena para conseguir un voto. Explicar con cuidado una
posición de clase, desplegar un ecologismo marxista y socialista, no da votos. Entre otras cosas,
porque ese ecologismo presupone una posición claramente "especista": el ser humano no es
cualquier animal. Y presupone también un expansión continua de la segunda naturaleza
humana: la ciencia y la técnica. Pero, por sobre todas las cosas, porque no acepta acuerdos con
la burguesía, no es "frentepopulista": su enemigo es el capital, no la tecnología y otros
fantasmas dignos de Expedientes X.

El ser humano se relaciona con la naturaleza a través de la vida social. Luego, si el ser humano
quiere tener una relación dinámicamente sustentable con la "naturaleza", tiene primero que
resolver sus propias relaciones. Dicho de otro modo, no hay forma de evitar los desastres
ambientales si no se resuelve el desastre social que se llama capitalismo. Dicho de otro modo,
otra vez, una izquierda preocupada por la ecología haría mucho más por la "naturaleza" si se
preocupara menos por el Amazonas que por La Matanza. Es decir, si se preocupara más por
construir a partir de las preocupaciones reales de la clase obrera argentina una alternativa
socialista. La deriva liberal de la izquierda no solo la aleja de la clase y del socialismo, sino que
significa una claudicación real y efectiva en la lucha por una relación distinta con la naturaleza.
Es ese ecologismo trucho, burgués, cuyo único objetivo es el intento infructuoso de capturar
un voto más para "Miriam" (o "Nico", o "Cele" o quien sea), lo que me pone de muy mal
humor. Hay un ecologismo marxista y socialista. Y hay uno, trucho y oportunista.

o0o

Juan Cruz Vallefin Eduardo, ese marxismo ecologista que criticas bajo el poco critico rótulo de
posmo no versa por la desaparición humana sino que rescatando el concepto de solidaridad
como un recurso abundante no sólo en la especie humana sino en los organismos no
humanos, propone un Marx no especista - afirmar que el marxismo lo es ya es un gesto más
cercano a Althusser y la tercera Internacional que a los textos de Marx y Engels-. Es gracioso
que lo catalogues como una contradicción secundaria cuando al mismo Mao no le era ajeno la
cuestión ecológica y cuando el mayor efecto ideológico de la acumulación originaria que da
origen al capitalismo es la de mantener al concepto de "naturaleza" en un nivel esencialista de
reificacion al servicio del hombre sin realizar una crítica del concepto - que no caiga en un
relativismo tibio-. Lo de lamer musgo o denominar violacion sádica a la conducta de especies
animales regidas por el celo - a diferencia de la especie humana y los bonobos- es simplemente
un intento de banalizacion que sólo banaliza tu argumento. Un paso más y estás a punto de
revivir un materialismo histórico determinista pelotudo que nunca fue desarrollado por Marx.
Romántica es tu visión que limita el pensamiento ecologista al desarrollo sustentable pese a
los 10000 títulos de la materia que presumis.

Eduardo Sartelli tu posteo es, precisamente, un compilado de la barbarie ignorante que hsy
que combatir y que de marxista no tiene nada.

Juan Cruz Vallefin "la naturaleza es el cuerpo inorgánico del hombre, la naturaleza en sí misma
no es cuerpo humano. Que el hombre viva de la naturaleza significa que la naturaleza es su
cuerpo, con el cual ha de mantener un intercambio continuo para no morir. Que la vida física e
intelectual del hombre depende de la naturaleza simplemente significa que la naturaleza
depende de sí misma, porque el hombre es parte de la naturaleza" escribe claramente Marx en
sus manuscritos económico-filosóficos de 1844. Yo puedo creer que tu postura sea marxista -
cualquier dislate se ha dicho y escrito en nombre de su fundador--pero carece de Marx una
visión especista - en la que siempre subyace el racismo--y que impide por sus mismas
limitaciones teóricas resolver casos prácticos como la que arriba te preguntó por el rol de los
indígenas. Barbarizar es un medio, no un sujeto como creen los liberales desde Sarmiento
hasta acá.

Eduardo Sartelli Esa cita, que en realidad es Schelling y su filosofía de la naturaleza, no justifica
el anti-especismo. Simplemente afirma que el ser humano es naturaleza. Es una afirmación de
un Marx que tiene 26 años y que recién está transitando el camino hacia el materialismo
histórico. Nunca va a renunciar a esa idea, pero todo su trabajo posterior va a desplegar las
consecuencias del trabajo en el desarrollo humano y como diferencia especifica del ser
humano frente al resto de los animales. La centralidad de la segunda naturaleza distingue al
animal humano del resto. De allí su defensa de la tecnología y del desarrollo de las fuerzas
productivas. Marx es cualquier cosa menos un "especista". Todo lo contrario. Sacar citas
sueltas de aquí y allá solo sirve para malinterpretarlas. Y después apelar a Mao y meter en
medio a Althusser... Melange propia de ignorante ilustrado. Solo el considerar la "solidaridad"
como "recurso" extensible a todo el reino animal te caracteriza: pura ideología. "Solidaridad"
presupone conciencia, libertad y moral. Me gustaría ver cómo se observa tales cosas en una
vaca o un cerdo, para no hablar de una lombriz. Luego, que alguien diga que un gallo "viola" a
una gallina...

Juan Cruz Vallefin si lees la moral anarquista - libro que está siendo retomado-- te vas a llenar
de ejemplos sobre cómo las hormigas se ayudan mutuamente cuando están en problemas
prácticos o como los mamíferos alimentan a las crías de incluso otras especies. La cita es de
Marx y acudir a que es joven es un gesto althusseriano típico de ortodoxo. Si como bien
afirmas Marx no es especista, por que tu visión del marxismo lo es? Tu concepto de solidaridad
está muy cerca de Soros o del marxismo romántico que criticas. En el caso de las lombrices, se
sabe que tienen entre ellas un tipo de comunicación por postas que les ayuda a la expansión
territorial. Lo de que el gallo viola a la gallina es un ejemplo sólo de tu cosecha, pero incluso si
vas al materialismo histórico duro, la humanidad constituye menos de un capítulo en la
historia del mundo. A mí no me pareces para nada ignorante, lo cierto es que hay pruebas de
lo barato que es el recurso de la solidaridad no sólo en la especie humana y justamente es una
herramienta útil para reflexionar sobre la técnica y su manipulación en un mundo planificado
en la escasez. Como mencioné y sabrás mejor que yo, el materialismo histórico no fue
desarrollado por Marx, sino que hubo unos ensayos realizados por Engels y sus sucesores
nunca les hicieron honores con lo que plasmaron - suerte de determinismo que se llama
científico y es un revival de la Providencia histórica hegeliana más racista-
Eduardo Sartelli 1. Te agradezco que me llamaras la atención sobre el Marx "especista". Ya lo
corregí. 2. Veo que bajas el tono, también te lo agradezco, podemos debatir mejor así. 3.
Identificar actitudes en los animales que semejan comportamientos humanos con valores
morales es una traslaciòn indebida y no justificada. "Colaboración" es una cosa, "solidaridad"
es otra. La primera es una actividad que brota de los condicionantes materiales de la vida real.
Decir que una perra es "solidaria" porque le da la teta a un cerdo es pretender que en el
cerebro de la perra hay una intencionalidad moral. De dónde deducís eso? El cerdito es un
cachorro, huele leche, la busca, la perra reacciona como reaccionarìa ante el mismo estìmulo
de cualquiera que hiciera lo que hace el cerdito. No hace falta presuponer que esa perra es
"buena" y hay otras "malas".Esas categorìas presuponen un desarrollo cerebral particular y un
desarrollo cultural elevado. Es tan absurdo como decir que el tigre que se come un ser humano
no está siendo "solidario". Con respecto a la moral "anarquista": no sé a qué te referìs, pero si
es a esa corriente estilo Nicolai, que cree que las conductas morales tienen bases biológicas,
ojo con esa idea. No solo es imposible de probar, sino que lleva derecho a la derecha
darwiniana estilo Richard Dawkins, o directamente al fascismo. Entre los seres humanos y el
resto de los seres vivos hay una diferencia cualitativa, la segunda naturaleza. Los animales no
humanos no la tienen o la tienen en un nivel muy bajo. La frase que citás de Marx yo no la
impugno, y mucho menos a partir de un Marx no marxista al estilo althusseriano. Al contrario,
marco la continuidad de esa creencia y te señalo que esa frase no dice nada más que el punto
de partida del materialismo histórico. De allí no se puede justificar el anti-especismo. De
hecho, se puede justificar todo lo contrario: puesto que el ser humano es el punto culminante
del desarrollo de la naturaleza (pensá en ese otro schellinguiano famoso, Carl Sagan), en tanto
con él la naturaleza se hace consciente, es obvio que la naturaleza se transforma en
puramente humana. Pero ese punto de partida schellinguiano, que yo acepto, es solo eso. Con
eso todavía no avanzamos casi nada, que es precisamente la crítica que desliza Hegel cuando
destruye su relación con el hasta entonces amigo y favorecedor Schelling: esa respuesta es
vaga, genérica, confusa, como "la oscuridad en la que todos los gatos son pardos", tal como lo
expresa Hegel en la Fenomenología. Todavía hay que llegar, a través de un largo camino, hasta
el espíritu absoluto. Cuando, volviendo a Marx, te parás en esa frase, todavía te falta todo el
desarrollo que lleva desde "el ser humano es naturaleza" hasta el aquí y ahora del capitalismo
actual (el espíritu absoluto). Para ello todavía hay que pasar por "el papel del trabajo en la
transformación del mono en hombre", el lugar de la 2º naturaleza en la creación de las
condiciones de la explotación social a través de la particularidad que distingue a la mercancía
fuerza de trabajo del resto de las mercancías, la evolución de los distintos modos de
producción, las condiciones de la vida humana en el capitalismo y, recién después, quiénes
somos nosotros aquí y ahora. Lo que nos devuelve a la "huelga" por el cambio climático y
Miriam Bregman. Sin todo ese desarrollo en el medio, no podemos entender por qué lo de la
huelga es engañapichanga y por qué lo que está haciendo la izquierda argentina está mal. Y
por supuesto, todavía no entramos, siquiera, en considerar cuál es la solución a la crisis
ecológica, es decir, a la revolución socialista y las tareas ecológicas del proceso que nos lleva
allí.

Juan Cruz Vallefin me refiero a un libro de Propotikin que considera en sentido extramoral la
solidaridad entre especies como una explicación del instinto de supervivencia darwiniano - que
Freud por contrapartida desarrolló como pulsion de muerte más acorde a sistema burgués
imperante- la colaboración al igual que la solidaridad no están exentas de consideraciones
teleologicas y por lo tanto, pueden cargarse de contenido moral ambas. Si bien ha sido tomado
por neurocientificos derechosos como mencionás , también tiene sus lecturas de izquierda.
Estoy de acuerdo con vos en qué hay un pensamiento ecologista individual y burgués que se
autoflagela en acciones individuales en vez de apuntar al daño que hacen las corporaciones
capitalistas pero como vos mismo lo señalas, ese punto de partida vago es al que finalmente se
debe volver al resolver las condiciones inhumanas del capitalismo porque están totalmente
emparentadas con sus principios ideológicos en que somos soberanos de una tierra que está
para servirnos y apropiarla. Interesante para seguir debatiendo cara a cara. Un abrazo

25 de diciembre 2019

Mega minería y capitalismo

La "mega" minería es simplemente "minería". La minería es necesaria, no hace falta que se


explique, salvo que alguien quiera volver a tiempos anteriores a la revolución neolítica. Lo
"mega" de "mega minería" es simplemente la escala de la producción, que representa un salto
cualitativo en la productividad. Antes se agujereaba la montaña y se extraía, trabajosamente,
lo que se buscaba. Ahora se pulveriza la montaña entera.

En cualquier caso, al mineral resultante siempre hay que tratarlo con algún elemento químico
que permita separar lo que se busca de lo que no sirve. En la "mini" minería de Potosí, a fines
del siglo XVI, se sacaba la plata de la montaña a hombros de los indígenas y se la trituraba para
luego mezclarla con mercurio extraído en Huancavelica. El mercurio destruía las conexiones
nerviosas, la vaina de mielina que recubre el axón de las células nerviosas, y afectaba el
cerebelo, centro del equilibrio. Con el tiempo, los mineros eran dominados por lo que
llamaban entonces "borrachera de las minas", porque la destrucción del sistema nervioso
provocaba, primero que nada, alteraciones en el equilibrio, como si la persona estuviera
borracha. Millares de personas murieron por esto.

La "mega" minería permite condiciones productivas muy superiores, amén de condiciones de


trabajo muy elevadas en relación al pasado. También permite controles productivos mucho
más efectivos. Genera, además, muchos puestos laborales. Es, entonces, un avance en la
productividad del trabajo que no se puede despreciar. Eso no significa, sin embargo, que no
deba existir un debate pormenorizado en torno a la validez de tal o cual emprendimiento. En
efecto, un proceso productivo puede ser muy eficiente y beneficioso en relación a todo lo que
hemos dicho y, sin embargo, no resultar aceptable.

"Aceptable" o "no aceptable" son valoraciones. Como tales, solo tienen sentido en relación a
intereses sociales. Digo "sociales" y enfatizo "sociales", porque no es el capricho de una
persona o un grupo de personas, incluso de toda una clase social, lo que debería determinar la
"aceptabilidad" de algo, sino el conjunto de la vida social (lo que incluye, por supuesto, a otros
animales además de los seres humanos). Los valores, en las sociedades en que vivimos, son
siempre valores "de clase", porque vivimos en sociedades de clase. De modo que cuando
hablamos de un proceso productivo, lo primero que hay que hacer es preguntarse: ¿bajo qué
forma social se despliega ese proceso productivo?

Va de suyo que un proceso productivo puede desarrollarse bajo diferentes formas sociales. El
llamado "taylorismo" es un avance fabuloso en relación a las fuerzas productivas y la
productividad humana. Bajo formas sociales capitalistas, significa la degradación de un ser
humano a una pieza repetitiva de un engranaje que lo domina hasta su destrucción física y
mental. ¿Por qué? Porque todo avance tecnológico es, para el capitalista, una ocasión para
despedir trabajadores (reales o virtuales), alargar e intensificar la jornada laboral y aumentar
sus ingresos. Bajo otra forma social, las ganancias de productividad se pueden repartir en
reducción del tiempo social de producción de la riqueza (y, por lo tanto, tiempo libre para
todos) y acortamiento de la jornada de trabajo (tiempo libre para el productor directo). Una
máquina que produce el doble significará para el capitalista más ganancias y menos empleos
(absolutos o relativos). Para una sociedad socialista, una jornada de trabajo más corta. Para
unos, aumento de la explotación y desempleo; para otros, pleno empleo y jornada reducida.
Entonces, el problema de la "aceptabilidad" es siempre un problema de clase: para los
capitalistas siempre será aceptable lo que produzca más ganancia individual; para la sociedad
socialista, solo aquello que produzca mejores resultados globales.

Esto ayuda a despejar algunas cuestiones. Por un lado, la manía de tomar a tal o cual empresa
como objeto de lucha y enemigo central. Monsanto, por ejemplo, aparece como la clave de la
lucha contra el glifosato (dejo de lado aquí cualquier consideración sobre este producto
específico). Como si el glifosato y todo lo que está asociado a ello fuera el interés de una
empresa con un poder omnímodo capaz de dominar gobiernos por todo el planeta y acallar a
todo el mundo. En realidad, la fuerza de una empresa tal no deriva de si misma, sino del hecho
de que su interés es el de toda la burguesía. Son "Monsanto" desde la empresa en cuestión
hasta el quiosquero de la esquina. Sin glifosato, los vendedores del producto, los productores
agrarios, los transportistas, la industria química asociada, los empleos que dependen de todos
ellos, los comercios que venden todo lo que consumen esos empleos, los productores que
producen todo lo que venden los comercios que dependen de esa demanda, se desplomarían.
Y no sirve señalar, conspirativamente, que hay mejores métodos probados a la escala de la que
hablamos, no la del movimiento de los focolares, porque si fuera negocio, ese método ya
hubiera desplazado al anterior, simplemente porque los capitalistas quieren ganancia. Dicho
de otro modo, el problema es el conjunto de la vida social, el capitalismo. Decidir "glifosato sí",
"glifosato, no" implica redefinir la configuración misma de la vida social. En esa nueva
configuración, con otro uso, incluso el glifosato puede tener su lugar o no, depende del
conjunto de consideraciones que la sociedad realice. Hoy, ese conjunto de consideraciones se
reduce a los intereses de una clase, la burguesía. Toda la burguesía. El mismo razonamiento se
puede hacer con la "mega minería".

Por otro lado, este razonamiento lleva a considerar de otro modo la lucha ecológica. Aquellos
que se limitan al "negacionismo" simplemente tiran el bebé con el agua sucia. Hasta que no
haya un control colectivo sobre la vida productiva (y eso no sucederá hasta que se elimine la
propiedad privada) no habrá realmente ningún proceso productivo en el que podamos confiar.
Si la mega minería sanjuanina está envenenando y destruyendo los ríos de San Juan (entre
otras cosas) puede deberse a que el método en sí sea demasiado destructivo por más
controles que se impongan (y por lo tanto, deba ser prohibido, no importa los buenos
resultados que obtenga en otros ítems, simplemente porque hay métodos que no funcionan
bajo ninguna forma social), o que se necesiten controles mucho más estrictos. Bajo esta forma
social, esos controles siempre serán endebles, pero hay que luchar por ellos, por ejemplo,
mediante la creación de tribunales populares medioambientales con capacidad de veto de
cualquier proceso negativo. Pero siempre estaremos limitados al control externo de los
intereses inmediatos de los capitalistas. Y eso es siempre un control limitado, amén de que
impide rediseñar el conjunto del proceso productivo social, la clave para decisiones globales de
largo alcance que permiten cambios sistémicos que tienen consecuencias estructurales (como
por ejemplo, una agricultura sin agroquímicos no integrables al ecosistema, sin que se
desmorone la vida social). Para eso hay que pensar la sociedad como un todo. De lo contrario,
se cae en falsas soluciones que no pueden atraer a las masas que tienen que comer todos los
días. Dicho de otra manera, ecología sin socialismo se transforma en el sueño místico de una
nueva Pandora post-apocalíptica. Pero nadie quiere un apocalipsis, mucho menos los
socialistas.

13 de febrero 2020

Sobre el "socialismo nacional"

Un señor que algo sabía sobre cómo se hace una revolución, señaló que la revolución es
"nacional por su forma, internacional por su contenido". Ese mismo señor llamó
sistemáticamente, a lo largo de toda su vida, a defender un socialismo "nacional", es decir, que
por el momento no podía "desplegar" su contenido. Para los seguidores de ese señor,
cualquier intento de hablar de socialismo sin remitirse inmediatamente a un proceso mundial
simultáneo, es una claudicación a la revolución y muestra de stalinismo insalvable. Pero los
procesos revolucionarios, hasta ahora, no han sido así y no se ve ninguna razón por la cual
deban ser de otra manera. Sin revolución en los países centrales (EE.UU., China, Alemania), lo
más probable es que un proceso revolucionario en el resto del mundo se vea, con suerte,
rápidamente encapsulado a una región particular.

De esto se deduce, fácilmente, que los revolucionarios que no operamos en países centrales
no deberíamos pensar en el socialismo y no debiéramos intentar construir nada en ese
sentido, a la espera de que la revolución sea, efectivamente mundial. Va de suyo que esa no es
la concepción de los revolucionarios que hicieron revoluciones: Lenin, Mao, Castro, se
enfrentaron al hecho concreto y no retrocedieron ante la realidad. Es más, cuando Lenin
concluyó que lo mejor que Rusia podía tener, habiendo fracasado la revolución en Alemania,
era un "capitalismo de Estado" que desarrollara las bases para un futuro socialismo en Rusia,
fue precisamente Trotsky el que discutió esa idea, afirmando la posibilidad del desarrollo
socialista. Contra la vulgata, la NEP no fue, simplemente, la restauración del mercado
capitalista. Fue una etapa en la cual la propiedad estatal compitió con la privada por el
desarrollo de las fuerzas productivas, en particular, en las ramas de la industria pesada. Dicho
de otro modo, el socialismo ruso batallaba en el seno mismo de la producción para modificar
las bases sociales de la URSS. Y eso planteó el peligro de la reacción y el restauración burguesa.
Ese señor, consecuentemente, planteó: "con Stalin contra Bujarin, sí; con Bujarin contra Stalin,
nunca". Era la defensa de esa construcción socialista en un solo país, porque el Estado obrero
era eso, no otra cosa. La diferencia con Stalin era la afirmación propagandística de que la URSS
podría arribar sola al estadio final, contra la posición contraria (y correcta) de que a la larga
una situación así no puede sostenerse. Pero en ese "a la larga" implica, necesariamente, la
defensa del Estado obrero, de ese germen de socialismo que, por su forma no supera las
fronteras nacionales, pero por su contenido mantiene viva la llama de la revolución... hasta
que aclare.

La negación de la posibilidad de la construcción socialista en un solo país en este último


sentido, hace que la izquierda no pueda plantear un programa creíble a las masas. "Seguime
que cuando llegue la revolución mundial..." O si no, un conjunto de medidas que no
constituyen ningún plan (nacionalización de la banca y el comercio exterior mientras la
burguesía sigue operando la economía real; no pago de la deuda externa sin explicar cómo y
por qué la economía no se va a derrumbar; reforma agraria, es decir, dar marcha atrás con las
fuerzas productivas, etc.) y que son fácilmente desbaratadas por cualquier economista
burgués sin muchas luces. La izquierda queda así como una voz "moral" que afirma lo que
"debería ser", pero bueno... El realismo cae del lado de la misma clase cuya existencia hace
completamente irreal cualquier solución. Se trabaja, entonces, para el peronismo.

En conclusión, o porque se remite a un momento mítico a producirse en un futuro incierto, o


porque se limita a una serie de promesas morales sin efectos prácticos, la izquierda no aparece
como una solución realista a los problemas reales de las masas. No extraña, entonces, que
nunca haya pasado del nivel del error estadístico.

El problema de la izquierda argentina es mucho más grave que el de cualquiera otra, porque
tiene en sus manos un material (la Argentina) que podría dar resultados inmejorables a corto
plazo solo con barrer a la clase que constituye la razón de su atraso. Al mismo tiempo, y por
eso mismo, la Argentina está al borde de su disolución nacional. Quien no crea, que repase el
2001. Dicho de otro modo, no hay otra opción realista a la crisis argentina que una salida
socialista, salvo para los que sueñan con vacas muertas y sojas forever and ever. Cada diez
años, la realidad nos pone frente al problema, cada vez con más agudeza. La pregunta que uno
debiera hacerse es: ¿dejamos que estalle y esperamos la revolución mundial? ¿si llegamos al
poder (lo que puede suceder en cualquier momento) en un contexto signado por la ausencia
de la revolución mundial, como podría haber sido el 2001, le decimos a la gente que es una
lástima pero no podemos hacer nada?

Esta es la cuestión: tenemos que explicarle a la clase obrera argentina que la expropiación de
la burguesía y la organización de la producción sobre nuevas bases sociales es una posibilidad
real. Y como vamos a tener que operar en un contexto donde nadie nos va a venir a ayudar,
sino más bien lo contrario, tenemos que explicarle cómo vamos a mejorar su vida real con
estas nuevas relaciones. Es decir, tenemos que buscar un lugar en ese mundo que seguirá
siendo capitalista, donde tendremos que construir la mejor solución local hasta que aclare...
¿Cuál es ese lugar? El del mayor valor de la fuerza de trabajo. No es una solución para la
Argentina salir a competir con salarios bajos. ¿Y qué se puede sostener con un nivel de
desarrollo tecnológico elevado? Un nivel de vida elevado: Corea del Sur + Suecia. Si eso
funcionara, no solo sacaría a la Argentina del camino de extinción al que está condenada, sino
que serviría de muestra de lo que la propiedad colectiva y la planificación son capaces de
hacer. Ese sería su contenido "internacional".

¿Y si se produce la revolución en los países avanzados antes que en la Argentina? Maravilloso.


No tendremos mucho para hacer. ¿Y si se produce en simultáneo? Maravilloso, tendremos
mucho para hacer pero con mucho viento a favor. Pero un revolucionario no espera la
situación ideal. Opera con la realidad. Hay que animarse a superar el stalinismo mental que el
trotskismo ha creado como obstáculo epistemológico y político, animarse a ver a la realidad a
los ojos y pensar con la propia cabeza. Los muertos, muertos están.

29 de marzo 2020

En la edición de Akal de La Cajita, de 2014, escribí lo siguiente sobre la crisis y la economía


china. En su momento sostuve que todavía no había llegado lo peor. Insisto.

"Cuando escribí la primera versión de este libro, ya se decía que China sería el nuevo centro
del mundo capitalista y que terminaría desplazando a los EE.UU. Hasta ahora, el “gigante
asiático” (por usar una metáfora novedosa…) viene cumpliendo: hace poco, para desdicha de
algunos japoneses (no creo que todos), China se convirtió en la segunda economía del mundo,
desplazando al otrora “desafío mundial” como lo llamó, cuándo no, Servan Schreiber, hombre
dado al pleito a gran escala; para demostrar que habla en serio, también desplazó a Alemania
como la mayor exportadora mundial. De modo que, entre los que ayer pronosticaban un
futuro amarillo, hoy reina la confianza: según el Banco Mundial, China ya es el 64% de los
EE.UU. y según otras mediciones, el 95%. Cuando uno puede entrar a las páginas de Alí Express
y comprar a la mitad de precio casi cualquier cosa, que estará en la puerta de casa, “free
shipping”, en un par de semanas, tiene la obligación de tomarse más en serio un asunto en el
que no creía. En efecto, en aquel entonces, hace ya una década, me limité a remarcar la
dependencia china del mercado americano y del circuito financiero por el cual el vendedor
tomaba deuda del comprador para poder seguir vendiendo. Una ruleta que tarde o temprano
termina mal. Repasemos este tema y veamos después si es necesario retractarse.

Japón y China han mantenido sus economías en crecimiento, en especial la segunda, gracias a
la devaluación permanente de su moneda frente al dólar. Para mantener el valor de la divisa
americana, ambos países compraron enormes cantidades, que guardan como depósito. En
1990, Asia tenía el 30% de las reservas mundiales de dólares; en el 2003, el 70%. Lo que quiere
decir que han realizado un gigantesco préstamo a tasa de interés cero a los consumidores
norteamericanos. Para el mismo año, ambos países habían comprado suficientes bonos del
Tesoro norteamericano como para cubrir el 55% del déficit estadounidense de cuenta
corriente. La devaluación del dólar, junto con las presiones hacia China para que revalúe el
yuan, genera mejores condiciones para la economía norteamericana, pero a costa de empujar
al resto del mundo a la depresión, repitiéndose la situación ya vista a propósito del Acuerdo
Plaza. Hay que recordar que China es el principal destino de las inversiones extranjeras del
mundo y es, en términos regionales, un comprador indispensable: entre 1995 y 2002, las
exportaciones del resto de Asia a China se duplicaron, pasando de 72.000 millones a 160.000.
Los analistas ya hablan de una burbuja inmobiliaria, producto de las tendencias recesivas que
afectan a la producción china. Si se desplomara la especulación inmobiliaria, comenzaría la
caída en cadena de los bancos, ya afectados por insolvencias crecientes. Con una clase obrera
en crecimiento violento (150 millones de campesinos fueron proletarizados desde la
desregulación de la agricultura en los ’80), con sueldos estancados que promedian los 50 U$S
mensuales, China es una caldera a punto de estallar. La decisión de aceptar la devaluación del
dólar dejando flotar el yuan, va echarle más leña al fuego.

¿Y bien? ¿En qué estamos hoy? Si bien es cierto que la economía china continúa creciendo a
tasas que ya son famosas (las “tasas chinas”), los desequilibrios que anotábamos entonces se
han acentuado. Por empezar, como señala Andrew Kliman, si bien la crisis de 2007-2009 no
empujó el PBI hacia la baja (como sucedió en casi todo el mundo), el impacto fue igualmente
severo, si se presta atención no tanto al desarrollo neto sino al efecto sobre la tasa de
crecimiento: la tasa cayó menos que en Japón y Alemania, pero más que en EE.UU. y Francia.
Es decir, China no es invulnerable a la crisis. Esto puede parecer poco, pero recuérdese que la
clave de la paz social en ese país se encuentra en sus famosas “tasas”: si China crece menos de
7 u 8%, la masa de desocupados aumenta violentamente y genera ciclos conflictivos como el
de Tiananmen. El asunto es que los propios dirigentes chinos anuncian que es hora de que su
país empiece a contentarse con un crecimiento “estable” del 7,5%, algo que está por verse
porque al momento de escribir el gigante asiático (que no es la India, obviamente), lleva nueve
trimestres con caídas en la tasa de crecimiento. Si cerrara este año con un promedio de 7,5,
sería la tasa más baja desde 1991. Se me dirá que ya quisiera cualquier otro país tener esa tasa
de crecimiento, pero el problema es que China no es “cualquier otro país”. Un punto menos de
crecimiento chino significa una caída importante de la demanda mundial. En 1980, cuando
crecía al 10%, equivalía a un crecimiento norteamericano de 1%. Hoy, un crecimiento al 8%,
equivale a 4% de su par americano. Esto significa que, si la desaceleración continúa, se agota la
posibilidad de que el ex país de Mao reemplace a EE.UU. o a Europa como locomotora
mundial. Este decrecimiento progresivo va a arruinar particularmente a los países productores
de materias primas, dice un tal Stephen King, economista principal del HSBC, que a juzgar por
su nombre sabe de cuentos de terror. Australia estará en problemas, agrega el señor de todos
los miedos, como proveedor principal de acero. Argentina, agrego yo, tendrá que ver dónde
mete tanta soja.

En tanto su potencia deviene de su capacidad exportadora, la crisis mundial obliga a China a


contraer su tasa de crecimiento o a apoyarla crecientemente en una expansión del mercado
interno. He aquí, en esta segunda posibilidad, una “esperanza amarilla” para el mundo: si los
mil millones de chinos se ponen a consumir rabiosamente, se transformarán en el motor del
planeta. El problema es que, para consumir, hay que pagar. Los alemanes pueden pagar
mucho porque ganan mucho, porque concentran industrias de alta composición orgánica y
mano de obra más cara (porque es más educada). Pero los chinos no ganan mucho porque el
trabajo que impera en China es de bajo contenido educativo; luego, no pueden pagar mucho.
La forma en la que los chinos pueden realizar ese sueño es progresar en la escala de la
composición orgánica, es decir, abandonar el esquema de producción masiva barata. Pero este
camino lleva a contradicciones imposibles de resolver en una década siquiera: si hay más
composición orgánica, hay más desocupación, luego menos consumo; el aumento de la
productividad no aumenta linealmente el valor de la fuerza de trabajo total, sino que lo reduce
a corto y mediano plazo, porque por un puñado de trabajo complejo, se extiende una masa de
trabajo descalificado, desbalance que solo se corrige en décadas de acaparar trabajo complejo,
nacionalmente hablando. A corto plazo, la solución es hacer consumir a la masa de la
población china artificialmente. Es decir, mediante el crecimiento del componente histórico
social del trabajo. Pero eso significa la pérdida del mecanismo de compensación por excelencia
de la economía oriental: la fuerza de trabajo a precio regalado.

En efecto, la clave del éxito chino radica en la represión política y los salarios bajos.
Finalmente, ambos elementos resultan de una estructura social donde la miseria (que
obviamente no se ve en las grandes ciudades hipertecnológicas de la costa, habitadas por los
privilegiados del proceso) es el resultado de una tendencia a la existencia de un extenso
ejército industrial de reserva, sobre todo en el campo. Las estadísticas sobre desocupación son
difíciles de conseguir pero, otra vez, según Kliman, podrían alcanzar a 20 y hasta 24%. Para
contener semejante olla a presión es necesario que las libertades más elementales de los
trabajadores hayan sido conculcadas y que los sindicatos independientes estén prohibidos. Eso
es lo que ha transformado a China en el taller del mundo. Obviamente, el tamaño de su
mercado interno resulta un atractivo adicional, pero el fuerte del país de Mao son las
exportaciones, donde los salarios son lo que cuenta: mientras en EE.UU. el promedio por hora
ronda los 32 U$S, en China alcanza con 1,36… Cuesta creer que haya gente que recomiende el
“modelo asiático”. Con todo, hasta en el terreno de la represión política y los bajos salarios,
China encuentra competidores: en Vietnam, la hora promedio se paga en torno a un dólar; en
Indonesia, todavía menos. En la industria de la confección, donde domina la mano de obra
barata, hay ya 17 países donde el capital encuentra esclavos más frugales, desde Perú hasta
Camboya, pasando por El Salvador, Jordania, Malasia, India, México, Vietnam y Pakistán. La
reina del trabajo regalado es Bangladesh, donde un obrero cobra la cuarta parte que en China.

Una de las confirmaciones de que este curso no lleva a ningún lugar, la da la incipiente burbuja
inmobiliaria emergente en China. Todo el mundo sabe que está allí, nadie sabe qué tan grande
es ni cuando estallará, si es que lo hace. Pero el hecho de que el país esté sobreinvertido, con
problemas en el mercado externo, con revaluación de su moneda frente al dólar, con
competidores en su propio terreno, lleva a pensar que esta salida falsa ya está en marcha y
que el resultado no es otro que el que se podría esperar: una bomba de tiempo que puede
explotar en cualquier momento. El fenómeno de las ciudades “fantasma” es un indicador.
¿Qué son tales ciudades? Grandes inversiones inmobiliarias que no son adquiridas por nadie y
quedan deshabitadas. Hay, por ejemplo, un París al que solo atraviesa el pasto rodante, como
en esos pueblos del Lejano Oeste americano. En efecto, parece que muchos ciudadanos chinos
desearían vivir o al menos conocer la capital francesa. Qué mejor que replicarla en las llanuras
de la larga marcha: en la provincia de Hangzhóu se construyó Tianducheng, una réplica
parisina con su Torre Eiffel, su Arco de Triunfo, la fuente del jardín del Palacio de Versalles, etc.
Está vacía a pesar de que en su interior cabrían 10.000 falsos franceses. Un informe especial de
The Economist señala que la más famosa de las “ghost city” es Kangbashi en la provincia de
Mongolia. Otro caso interesante es Phoenix Island, en Sanya, la más sureña de las ciudades
chinas, una especie de segunda Dubai. Parece que Jim Chanos, el especialista en hedge fund
que se hizo millonario y famoso especulando contra empresas fracasadas (como Enron),
pronosticó en 2010 que se había iniciado el aterrizaje forzoso de la economía asiática. Los
periodistas de The Economist creen que Chanos exagera y que este tipo de exuberancias son
propias de todo crecimiento rápido. No sé por qué, pero me inclino a creer que la verdad es
otra: cuando la inversión en construcción comienza a ser el eje de una economía, la
reproducción a escala ampliada del capital se ha paralizado en buena medida. Dicho de otra
manera: cuando el eje del crecimiento no es la producción de bienes de capital sino de
consumo final, hay un problema grave en puerta. Cuando no es la inversión, sino el consumo lo
que guía el proceso, algo se ha quebrado en las profundidades de la vida económica. Eso es lo
que ha pasado con China: el giro hacia un mayor consumo interno preludia una crisis general.
Vea, si no, lo que pasa con Japón.

Japón, otrora la estrella refulgente de la economía mundial, es hoy uno de los países más
endeudados de la Tierra, vive una depresión permanente desde fines de los ’80 y, desde esa
fecha, tiene con EE.UU. una relación perversa en la que la tendencia nipona a ahorrar mucho y
consumir poco se combina con la costumbre opuesta de los yanquis. Japón también tuvo su
burbuja bursátil, que se pinchó también en el 2001, dejando a medio mundo en la calle. Sin
embargo, el problema no nació allí, obviamente, sino unos veinte años atrás, cuando la crisis
mundial llegó a su mayor profundidad. Japón llegó tarde a la crisis, pero la extensión que
asume la debacle en el país nipón no tiene igual en el mundo: lleva 22 años creciendo a una
tasa de 0,5% promedio anual. El famoso empleo de por vida ha desaparecido y las cifras
gubernamentales más realistas admiten una desocupación de al menos el 13% (unos 10
millones de desempleados). Los suicidios han subido exponencialmente, llegando a la
impresionante cifra de cien por día. El total de préstamos no rentables del sistema bancario
japonés alcanza a 240.000 millones de dólares, aunque la cantidad total de préstamos impagos
y empresas en quiebra llega a 700 mil millones, según estimaciones de la Reserva del Tesoro
americano, 840.000 si el que mide es el FMI y a 1,8 billones (la mitad del PBI) según analistas
privados. A comienzos de los ’90, los diez bancos más grandes del mundo eran todos
japoneses, hoy quedan dos cerca del podio. El resto se fundió. La deuda del sector público es
atroz: sólo para evitar que siga creciendo, Japón debería destinar el 10% del PBI en pagos de
préstamos en intereses (más de 400 mil millones de dólares). Era el 50% del PBI en los ’90; hoy
anda por el 200%. Si se pusiera toda la deuda pública en billetes de 10.000 yenes, la altura que
alcanzaría sería equivalente a 8 montes Fují (la montaña más alta de Japón). El crecimiento
(pobre) japonés de los ’90 se consiguió a deuda pura: mientras el PBI creció un 10%, la deuda
alcanzó al 70% del PBI. Según los analistas, la crisis de la deuda pública japonesa es más grave
que la de la República de Weimar.

¿De dónde salió toda esta deuda? En buena parte, de la forma (keynesiana) en la que el estado
japonés ha enfrentado la crisis de rentabilidad. El estado japonés, más que estado
“benefactor” bien podría llamarse “constructor”. Una red de políticos, burócratas y empresas
de la construcción dominan la política de obras públicas que constituye, hoy por hoy, el único
soporte de la inversión privada. El sector ocupa al 10% de la fuerza de trabajo japonesa y es
tres veces más grande que el de EE.UU., Gran Bretaña y Alemania. Su hipertrofia ayudó a
encubrir la desocupación a lo largo de los ’90. El asunto llega a tales proporciones que la mitad
de las costas japonesas están cubiertas de hormigón y se inauguran obras improductivas y
costosísimas sin ninguna esperanza de recuperación, como la cúpula Gaia. Gaia es un centro
turístico con 750 habitaciones, centros de conferencias para 5.000 asistentes, playa marina
cubierta y olas artificiales. Se gastaron 1.500 millones de dólares en la construcción, pero
terminó vendiéndose, en el 2001, a una empresa norteamericana (junto con otros dos
proyectos) en … 14 millones (leyó bien, leyó bien), luego de acumular una deuda de 2.000
millones de dólares. Proyectos de este tipo no sólo han endeudado al estado nacional sino
también a los municipios y gobiernos locales. Los planes a futuro no le van en zaga. El proyecto
que debiera terminar en el 2007 incluye aumentar en 3.000 km la red de autopistas, duplicar
las carreteras de montaña, construir varios aeropuertos más (entre ellos, la extensión de uno
que se está hundiendo en el lodo), una ciudad-isla, un sistema de canalización de todos los ríos
del país para prevenir las inundaciones que se producen cada 200 años (cuya realización
podría durar 1.000 años…), una nueva base para marines estadounidenses que costaría 75.000
millones de dólares, etc. El gobierno japonés ha puesto en marcha una política de
privatizaciones (¿le suena conocido?), empezando por los ferrocarriles (¿le suena, no?).
Cuando se vendieron, tenían una deuda de 250.000 millones de dólares. Por supuesto, las
empresas se entregaron sin deudas, que quedaron en manos del estado japonés (no me diga
que no le suena…). ¿Me va a creer que siguen en la lista de ventas el correo, el peaje de
autopistas y los aeropuertos? El amigo que me cuenta estas cosas, Gavan McCormack,
atribuye esta deplorable situación a un manejo corrupto del “triángulo de hierro” que forman
los burócratas, los políticos y las empresas constructoras, pero como explicación es pobre.
Como él mismo reconoce, este desborde keynesiano (que en los EE.UU. de Bush asume la
forma de gastos militares y se lo llama “complejo militar-industrial”), es en realidad la
respuesta a una crisis que se profundiza cada vez más y que yace, como el lector ya sabe, en la
tasa de ganancia. ¿Qué se ha propuesto para salir de esta crisis, en particular, tras el último
episodio, el de 2008? Duplicar la base monetaria para el 2015…

África está hoy desbarrancándose en una tragedia humana sin precedentes en la historia.
América Latina no está mucho mejor. Como en el segundo tomo de la trilogía, el que habla de
la Argentina, voy a extenderme sobre los países del sudeste asiático, África y América Latina
(para combatir la idea de que la suerte argentina es algo excepcional) dejaremos aquí este
panorama económico tan poco alentador.

La última pregunta que conviene hacerse, porque su respuesta puede aclarar mucho el
panorama futuro es la siguiente: ¿Por qué la onda larga expansiva tarda tanto en surgir? ¿Por
qué en lugar de una violenta recuperación, la curva de la tasa de ganancia tiende a reptar,
teniendo en cuenta todo lo que la burguesía ha hecho ya para destruir al movimiento obrero
mundial y a las burguesías más débiles? Porque la magnitud de la tarea correspondiente no
puede ser realizada hoy bajo la forma de violentos combates de clase, al estilo 1848, 1870 o
1917-45. El crecimiento de la clase obrera y la desaparición de clases potencialmente auxiliares
del capital en las tareas contrarrevolucionarias (pequeña burguesía urbana y rural,
campesinado) han llevado a una situación de difícil manejo. Eso es lo que explica que no
hubiera una derrota de la clase obrera de los países centrales de la magnitud que significó el
nazismo, el fascismo (italiano y japonés) o la regimentación por la guerra en el resto de Europa
y EEUU. Y es también lo que explica la dificultad en liquidar a fracciones enteras de burguesía
débil y no tan débil, al menos, otra vez, en la magnitud que requirió la última onda larga
ascendente: dos guerras mundiales y cartelizaciones forzosas en las que el corazón mismo del
capitalismo mundial fue destruido, literalmente hablando. Esto es lo que explica también, en
parte, la “mundialización” actual: trabada la resolución en el centro, el capital huye a la
periferia, atacando indirectamente a la clase obrera de sus países de origen con los obreros del
Tercer Mundo, del Segundo y de buena parte del Primero. Así se explican “bonanzas”
particulares en medio de la crisis: las zonas pobres de los países avanzados (el sur y suroeste
de los EE.UU.), países de segundo orden en espacios dominados por otros capitales (la
República Checa, Irlanda, España, en Europa), algunos “emergentes” (México, Chile), etc., etc.
Allí, en la periferia, los capitales más débiles pueden ser rápidamente fagocitados incluso por
capitalismos de segundo orden, como el español en América Latina. La “mundialización” se
aprovecha así de la derrota al viejo estilo de la lucha de los ’70 en el Tercer Mundo, aunque no
deja de encontrar zonas duras que, por razones diferentes, resultan resistentes al dominio
imperial y llegan a plantear problemas de alcance mundial: Irán, Iraq, Libia, Yugoeslavia,
Chechenia, Afganistán. Mientras tanto, en los países centrales la burguesía apuesta al desgaste
más o menos lento o rápido según el momento, sin animarse a una embestida frontal. Es así
que la crisis no termina de explotar pero tampoco de ser superada, describiendo un
movimiento epiléptico que va degradando la realidad social y política. Probablemente, la
quiebra de Detroit es el símbolo de toda esta época: endeudada en más de 18.000 millones de
dólares, la ex capital mundial del automóvil, llegó a tener 1.800.000 habitantes, de los que
ahora quedan 685.000. La “París del Oeste” es hoy un espacio vacío, igual que la París del Este,
esa ciudad china de la que ya le hablé. Ochenta mil edificios abandonados, 40% del alumbrado
público fuera de servicio, igual que dos tercios de las ambulancias, signos de un declive que
acompañó la caída de la industria automotriz estadounidense y el ascenso de sus
competidores.

¿En dónde estamos ahora? En el punto en que la crisis se abre como “Gran depresión”. Como
dijo ya Anwar Shaikh, estamos en la primera gran depresión del siglo XXI, lo cual es cierto, pero
a condición de que entendamos su génesis en los años ’70. ¿Qué solución se ha encontrado
hasta ahora? El lector ya lo sabe: concentración y centralización del capital (destrucción de
capital) y aumento de la tasa de explotación. Como todo ello no alcanza, se ha apelado a la
aspirina keynesiana, que sólo disimula la enfermedad: emisión monetaria y, por lo tanto,
deuda y déficit. Los grandes conglomerados económicos (EE.UU., Europa, China y Japón) han
multiplicado varias veces su base monetaria bajo diversas formas y no han conseguido nada. El
mundo va hacia la estanflación, lo que incluye una crisis en China y el resto de los países
emergentes. Que el mundo está sostenido a fuerza de papel, lo demuestra el que todos los
mercados se derrumban cuando se amenaza con dar por terminado el estímulo fiscal a la
economía americana."

19 de abril 2020

Anoche vimos con Rosana La sirena del Misissipi, de Francois Truffaut. Qué porquería. Dos
actores muy malos (Jean Paul Belmondo y Catherine Deneuve), un guión lleno de agujeros y
una historia mal contada para llegar a la conclusión de que en el amor solo cuenta la entrega
irracional. Rosana, que siempre ve más allá que yo, me hizo notar que era una versión libre de
la parte en la que, en la Odisea, Ulises se hace encadenar para soportar el canto de las sirenas.
Tá. Sigue siendo mala película, muy apta para el paladar progre sesentasetentista y las
películas de Woody Allen. Se basa en la oposición entre el capital (el contador, la "sirena" del
Missisipi, el nombre del barco, que obviamente alude a EE.UU.) y el amor. El capital es cálculo.
El matrimonio basado en el interés económico, la vida establecida y "normal", se opone al
"amour fou", irracional, al que uno no puede resistir y que lleva a la perdición. En la perdición
se encuentra el verdadero amor y se logra, incluso, que la sirena, en vez de perderte, te
rescate. Rosana, que siempre ve más allá, me hizo notar que tiene un toque feminista, porque
la idea de que la entrega como la clave del amor es muy patriarcal, pero el que lo hace, en este
caso, es el varón. Tá. Pero la película es horrible. Y ahí fue que terminamos rescatando
Nazareno Cruz y el lobo, de Favio, que como recreación mitológica es muy superior, porque
Favio es mejor director que Truffaut aunque se haya copiado Los 400 golpes en Crónica de un
niño solo, como me recordó Rosana. Yo prefiero el Favio de El dependiente. Ambos
coincidimos en que La Mary es mucho mejor que La sirena, porque, digo yo, Tinayre es mucho
mejor director que Truffaut, porque un buen director le saca lo mejor al peor actor. Entonces,
hasta Monzón actúa mejor que Belmondo y Susana que Deneuve. Finalmente, confirmo mi
prejuicio: lo mejor que hizo Truffau fue el largo libro-reportaje a Alfred Hitchcock. Podría dar
más detalles del asunto, pero no quiero espoilearlos, porque a pesar de que insisto en que no
la vean, seguro vuestro espíritu de progre sesentasetentistawoodyallenhippiedelbolsón puede
más. Jódanse.

Cristian Morúa: Eduardo, películas recomendadas para ver en cuarentena? Cuál es tu top ten?

Eduardo Sartelli: Todas las de Hitchcock, empezando por Los pájaros. De Fabio, lo ya dicho.
Birdman. Dr. Zhivago. El acorazado Potemkin y cualquie cosa de Eisenstein. La primera versión
de Los usurpadores de cuerpos, La Mosca y La noche de los muertos vivos, Nosferatu, la de
Murnau, la de Herzog y la última con John Malkovic. De Herzog, Fitzcarraldo. Todo Murnau.
Casi todo Kubrik. La naranja mecánica. Rashomón y casi todo Kurosawa, El feo, el sucio y el
malo y casi todo Clint Eatswood. The girl that walk alone in darkness, una de vampiros
feminista iraní. Todo el neorrealismo italiano: Feos, sucios y malos, Mimí metalúrgico, Roma
cittá aperta. Argentinas: Después de la tormenta, de Tristan Bauer. Las aguas bajan turbias.
Niní Marshall: Mujeres que trabajan. Torre Nilson: mucho Torre Nilson.

Agregá El increíble hombre menguante y la primera versión de La cosa y La mosca.

Luis Caban: A la primera (Los usurpadores de cuerpos) los críticos le dieron un significado
respecto al anti comunismo de la época.

Eduardo Sartelli: Si. A la primera versión de El día de los trífidos también, igual que a La cosa.

Gonzalo Esswein: Eduardo, podrías recomendar algunas comedías? En la radio la ultima vez
recomendaste un par de comedías de Italia.

Eduardo Sartelli: Como siempre, digo al pasar y de memoria. Todas las comedias italianas de
los 60-70. Sucede que en el neorrealismo italiano no todo lo que se anuncia como comedia es
exactamente eso, lo mismo cuando se habla de drama. La cultura italiana está llena de humor.
Yo recomendaría,mezclando un poco: Feos, Sucios y malos; Mimí metalúrgico; Un siciliano en
Dinamarca; Los desconocidos de siempre; La armada Brancaleone; cualquiera de Mario
Monicelli; cualquiera donde esté Lando Buzzanca; cualquiera donde esté Sordi; La gran
comilona; Nos habíamos amado tanto; La marcha sobre Roma; en otro registro, La vida es
bella; El cartero; Aprile; Habemus Papam, las dos de Moretti. Fuera de Italia: absolutamente
imperdible: La fiesta inolvidable. El Placard, una francesa aceptable; El baño del Papa, una
comedio-drama uruguaya de una ternura infinita. Argentina: Fúlmine. De Almodóvar, solo
Mujeres al borde de un ataque de nervios. Todas las de Álex de la Iglesia: La comunidad,
Crimen Ferpecto, El día de la Bestia y Muertos de Risa, primero. En otro registro, Perdita
Durango. La primera de Torrente, de Santiago Segura. Isi/Disi, con Segura y dirigida por De la
peña. La primera, la segunda no la vi. Del crepúsculo al amanecer, de Robert Rodríguez,
divertida, para ver una vez y admirar la escena de Salma Hayek. El Gran Lebowsky, Fargo;
Educando a Arizona, Dónde estás hermano? Las primeras de Woody Allen: La última noche de
Boris Grushenko, El dormilón, Bananas (hasta ahí), Robó, huyó y lo pescaron; Zelig. Todo
Chaplin y Buster Keaton. Zoolander, la primera. El verano de Kikujiro, de Kitano. Austin Power,
todas. La danza de los vampiros, de Polanski. Un gran chico, con Hugh Grant. Borat. Eso.

13 de agosto 2020

El liberalismo místico es la creencia en que con reformas "pro-mercado", es decir, desregular


las relaciones jurídicas entre fracciones burguesas y la clase obrera, alcanza para resolver la
crisis. El gobierno debe limitarse a dejar actuar a los actores (la "iniciativa privada"). Es
"místico" porque supone que espontáneamente, de una supuesta "naturaleza humana" y de
una supuesta "lógica de mercado", salen las soluciones a problemas complejos que requieren
de una intervención consciente y dirigida. Es decir, de planificación. Te piden que te arrimes al
precipicio, cierres los ojos y saltes esperando que abajo haya algo. Entre Milei, Espert o López
Murphy y Jim Jones no hay mucha distancia. El nacionalismo pedorro es el peronismo: una
construcción discursiva que nunca pasa de gestos ridículos dirigidos a la fracción más inútil (y
por lo tanto, más incapaz de representar una posición nacionalista real) de la burguesía, es
decir, al parasitismo mercado-internista. Así, nacionaliza chatarra y lo llama "segunda
independencia", hace un pozo y anuncia la fisión nuclear, llena de ómnibus la pampa y declara
el inminente despliegue de un tren bala, desmantela Aerolíneas y se jacta de poner un "cuete"
que va a llegar a la "estratosfera".... Solo Maduro es capaz de disparates mayores.

30 de agosto 2020

Adiós a Stalin

Cuando era "chico", es decir, allá por los 20 y tantos, salía de Filosofía y Letras convertido en
"marxista". Años 87-88. Recuerdo esa tarde en que salí de la sede de Clacso, donde le había
entregado a Waldo Ansaldi mi último trabajo de seminario, ese con el que me recibía, escrito
en mi Olivetti 45. Meticuloso con la información, terminé la redacción en el tren San Martín,
con la máquina apoyada sobre mis rodillas, con cárbónico, para que me quedara una copia.
Setenta páginas, interlínea simple, tamaño oficio. Salí caminando creo que por Callao, camino
del departamento de quien, entonces, era mi novia, la mamá de mi primera hija, Laura: "erano
i capei d'oro a l'aura sparsi". En el camino repasé todo, como si fuera la historia de otro, como
si yo no la hubiera protagonizado. Tardé poco más de cuatro años en recibirme de profesor de
Historia. Empecé la carrera de filosofía cuando ya estaba en tercero de Historia y por dos años
cursé las dos en simultáneo: Lógica, Historia de la filosofía antigua, Pensamiento
latinoamericano, Moderna, Ética. Medieval me la salteé. Cuando le entregué el trabajo a
Ansaldi dije: "Basta de exámenes para mí, ya soy adulto".

Fue duro. Caminar veinte cuadras hasta la estación Muñiz, tomar el tren esquivando al guarda
para no pagar (era eso o las fotocopias), bajar en Palermo, escalera, vereda, escalera, subte,
Facultad de Medicina, Plaza Houssey, Marcelo T, esperar la ola que subía por las escaleras.
Cursar solo los prácticos. Creo que usé el mismo pantalón negro y la misma camisa negra dos o
tres años seguidos, al punto que un compañero me preguntó una vez, de buena fe, si era
"músico de Piazzola". Volver a casa muy tarde, una o dos de la mañana, dormir en el tren.
Caminar. Trabajos varios: con mi viejo, de albañil; vendedor de medicina prepaga para perros;
cobrador de enciclopedias a domicilio; profesor de clases particulares de lo que fuera. Siempre
sin un peso.

No fue eso lo que me hizo "marxista". No fueron mis "condiciones de existencia". Tampoco fue
la Facultad, que propiciaba un marxismo "tramposo". En realidad, todos mis profesores,
apodados "los modernos" (Hilda Sabato, Enrique Tandeter, Chiaramonte y otros por el estilo)
eran gente que sabía poco de marxismo, del cual renegaban inútilmente, porque nunca lo
habían sido. Junto con Sarlo y los modernos de Letras, importaron una serie de lecturas de
marxistas prestigiosos, sobre todo ingleses (ellos inauguraron la ruptura con el marxismo
francés, completamente dominante en Argentina hasta el Proceso): Thompson, Williams,
Hogart, Hill, Hobsbawn, a los que instrumentaban a fin de avalar una apuesta "democrática".
Es decir, la conversión en intelectualidad burguesa, el apoyo a Alfonsín y a la democracia
capitalista como forma de dominación aceptable. Eso era "lo posible".

Había otra gente, en general, "dinosaurios", en la jerga "moderna". Nombro tres: Alberto Pla,
Pablo Pozzi y David Viñas. Esa era "nuestra banda", aunque no nos identificáramos
necesariamente con su forma de ver las cosas, yo en particular. Había otros, que uno
leía/consultaba: Eduardo Gruner, Horacio Tarcus, Atilio Borón. Obviamente, había otras
referencias, pero estaban fuera del mundo académico, referencias que sonaban "realistas"
para quienes, como yo, tenían una insatisfacción creciente con el modelo de intelectual
universitario. Gente que te miraba a los ojos y te decía: "largá esa paja mental y militá".
Algunos aceptamos esa interpelación, aunque no estuviéramos del todo de acuerdo con la
caracterización de aquello que había que "largar". Pablo tenía razón: había que salir de ahí
para encontrarse con el mundo real. A partir de allí mantuve una persistente confrontación
con su perspectiva del mundo intelectual, reconociendo que, en el fondo, su posición era
correcta, aunque mal orientada. Pablo Rieznik, a él me refiero, me ayudó a entender "las cosas
de este mundo". Pero no fue por eso que me hice marxista.

En esos años en que me fui poniendo colorado (yo venía de una familia radical y me
identificaba con el radicalismo alfonsinista), la cuestión, en ese pequeño campo marxista de los
'90, era Thompson contra Althusser. Anderson era una excusa. Thompson tenía la clave para
salir del gran cáncer del marxismo, Stalin. Ser thompsoniano en el mundo intelectual era como
ser "trosko", es decir, estar en contra de Stalin. Yo quería ser "thompsoniano". En historia
todos lo eran. Pero no me salía. Creo que solo José Sazbón, otro nombre importante para los
que queríamos ser marxistas de verdad, y yo, éramos "andersonianos". Me pongo "colorado"
ahora en otro sentido, más cotidiano, cuando descubro que me estoy poniendo a la altura ("y
yo") de alguien cuya estatura intelectual todavía me obliga hoy a mirarlo desde abajo, más aun
en aquel entonces. Trampas de la redacción. Cursé con él un seminario sobre la famosa
polémica y, con su erudición asombrosa, fue repasando pilas de bibliografía, hasta que llegó a
Ellen Meiksins Wood y ese texto fantástico en el que inventa un Thompson más interesante
que el real: "El concepto de clase en Thompson". Sazbón se mostró molesto porque nadie
leyera a Meiksins y solo hubiera traducción en revistas españolas. "No. Hay una edición
argentina de ese texto", le dije. Me miró con una expresión de sorpresa casi gatuna: "no puede
ser, ¿cuál?" Y saqué el primer número de Contra la corriente, una revista inventada por mí, la
antecesora de Razón y Revolución. Ojos como el dos de oro... Se la regalé. A la clase siguiente
vino triunfante, sacó la revista de su maletín (donde guardaba galochas, un vaso y un pañuelo,
entre otras cosas) y me dijo: "le falta un renglón". Había comparado la edición española con la
nuestra y había detectado el error... A mí, que no puedo leer dos veces la misma cosa, me
pareció el punto de no retorno de la obsesión intelectual. A partir de ahí, podía estar de
acuerdo o no con lo que dijera, pero nunca iba a dudar de que era verdad. Aprendí mucho en
ese seminario en el fondo, completamente inútil. Porque Thompson versus Anderson era una
excusa para hacer cuentas con el Stalinismo. Era un problema serio en los años '90. Había que
ser guapo para ser marxista. Esa era una mochila que quebraba cualquier espalda. Pero tenía
mucho de efecto de fachada, de trampantojo. Thompson escondía mal que entendía el
problema pero no podía resolverlo. Y todos nosotros, en aquel momento, los que no
queríamos que nos llevara la corriente burguesa que se imponía con el posibilismo, el
posmodernismo, el posmarxismo, etc., etc., crecimos con el estigma del stalinismo, aunque
más no sea por la negación. Incluso los que caminaban en paralelo al PC, ya sea por cuenta
propia o bajo la máscara del guevarismo y Cuba, estaban en la misma posición incómoda. Creo
que solo los maoístas se sentían felices en la suya.

Este cuento, ya demasiado largo, simplemente ilustra un momento de un pequeño sector de la


intelectualidad marxista hacia mitad de los '90, que no tendría importancia si no fuera porque
reproduce por undécima vez una situación del mismo tipo, que se arrastra a nivel mundial
desde por lo menos 1953: el fantasma Stalin. Stalin sigue ganando batallas después de muerto,
como el Cid. Porque en términos estrictos, buena parte de las taras de la izquierda, en
particular de esta izquierda tan trotskista que es la argentina, se encuentran en su persistente
batalla con alguien que ya está muerto. Siguen batallando contra Stalin los que quieren ver en
Lenin un "distinto", un Riquelme entre diez más. Siguen batallando contra Stalin los que
buscan sustitutos en Lukacs, olvidando que era stalinista, en el Che, olvidando que era
stalinista, en Gramsci, que no era mucho más que un buen bolchevique, en Mariátegui, que no
era mucho mejor que los otros porque fuera peruano, etc., etc. Incluso los que quieren "volver
a Marx", un lugar vacío. O a Hegel, un lugar inútil. A todos ellos, Stalin les gana porque es la
revolución real contra un cúmulo de ilusiones, de "si hubiera pasado que..."

No me hice marxista por mis "condiciones de existencia", mis orígenes de clase, las lecturas
universitarias ni la influencia de ese notable militante que fue Pablo Rieznik, el mejor de todos
nosotros. No. Me hice marxista porque me hice adulto.

Hacerse adulto es aceptar las cosas tal cual son. Es dejar de pensar en opciones que no fueron.
Es encarar la realidad con la angustia de no saber, de avanzar a oscuras en una habitación
cerrada. Es mirar la vida como apuesta. La vida es una apuesta que puede salir mal. Es una
película cuyo final no puede adivinarse.

Ser adulto es escaparle a la creencia absurda de que podemos anticiparnos al futuro, que si
leemos lo suficiente, que si estudiamos, que si, que si, que sí. La infancia es avidez, es llevarse
la vida por delante, por inconsciencia. La adolescencia (que no es sinónimo de "juventud") es
un retroceso al "que si", un momento en que la realidad aparece como peligro, como algo que
no puede, sencillamente, llevarse por delante. En ese momento, el sujeto se asusta y pide
garantías. Pero en la vida no hay garantías. Atreverse a pensar sin padres, sin retaguardia y
pagar las consecuencias, eso es ser adulto.

Buena parte de la izquierda argentina invita a los obreros argentinos a una masacre, a una
crisis descomunal, a un cataclismo gigantesco. Es el precio a pagar por el socialismo. ¿Pero qué
es el socialismo? Algo tan puro, tan inalcanzable, tan perfecto, que no tiene fecha de
concreción. Tan universal, tan planetario, que resulta inabarcable aún por el obrero de
imaginación más voluntariosa. Lo único que sabemos es que no habrá capitalistas ni estará
Stalin. Es decir, esa izquierda invita a entregar la vida en nombre de un sueño vago, general,
sin sustancia. Se entiende que para quien tiene problemas muy concretos, esta propuesta
resulte una abstracción muy poco atractiva.

Ser adulto significa aceptar que o el socialismo es algo bastante más pedestre o, sinceramente,
no vale la pena. Pedestre quiere decir: "aquí y ahora". Si el socialismo no puede pensarse "aquí
y ahora", no vale la pena. Aquí y ahora, significa "en Argentina, hoy". Si no creemos que el
socialismo es posible en la Argentina hoy, no mintamos más, no digamos lo que no es,
atrevámonos a parecer lo que somos: o bien mesiánicos que mejor estarían en un siquiátrico
que arrastrando gente a la muerte inútil, o bien, buenos reformistas a la Juan B. Justo. Y aquí
aparece de nuevo Stalin y su fantasma: "¡¿estás hablando del socialismo en un solo país?! Sí,
de eso estoy hablando. A mí Stalin no me va ni me viene. No me interpela. No le tengo miedo,
duermo con la luz apagada porque no creo en fantasmas. La construcción de un programa lo
más detallado posible sobre lo que haríamos con este país incluso en ausencia de la revolución
mundial, es una deuda que tenemos con la clase obrera. Lo contrario es hipocresía reformista
o delirio milenarista. ¿Pero vos creés que es posible el socialismo en un solo país? Sí, claro.
¿Pero se puede mantener algo así por mucho tiempo? No lo sé, es una apuesta. Pero si pasa el
tren, hay que tomarlo. Pero, pero, pero, las fuerzas productivas, la necesidad necesaria
necesitada, el capital como sujeto, la revolución permanente... Pavadas. Pavadas anti-
estalinistas. Stalin murió y esas pavadas murieron con él. El tren pasa. Uno se sube o no.

Tarada por la tara del anti-estalinismo, la izquierda no solo argentina tiene un discurso
milenarista y una práctica reformista. Una nueva crisis está a punto de estallar y no estalla.
Una novela de Joseph Conrad, La línea de sombra, relata la historia de un momento: el barco
se encuentra en medio del mar, sometido a una calma chicha, inmóvil en la nada. La acción
pasa dentro de los personajes, que deben tomar decisiones. Estamos en un momento así. Es
hora de tomar decisiones, de abandonar las taras del pasado y atrevernos a pensar una
propuesta real, realista, explicarla a la clase obrera y batallar por ella. De darle a nuestro
movimiento una esperanza cierta. Es hora de madurar.

16 septiembre 2020

Un poco de política ficción

La Argentina está metida en una de sus crisis típicas como resultado de la falta de dólares. Por
delante hay restricciones a la importación (y por ende, caída industrial), desocupación,
estancamiento y ajuste. Es decir, la consolidación de la situación actual. Hay un elemento que
juega a favor, el ascenso del precio de la soja. Eso puede mejorar levemente la situación, pero
difícilmente permita una recuperación muy amplia. Esto produce la salida de capitales
productivos, lo que se refleja en un desplome duradero de la tasa de inversión. Es decir, el país
ha comenzado, de nuevo, a comerse a sí mismo. Como consecuencia, el kirchnerismo va hacia
una catástrofe electoral, si es que el gobierno logra llegar a las elecciones del año que viene.
¿Hay una salida? Sí, se llama China. Esta es una de esas situaciones en las cuales se produce un
cambio de alineamiento internacional duradero. Si la dirigencia china tuviera la decisión
tomada de poner un pie en la Argentina en forma definitiva, reemplazaría el capital extranjero
que opera en la aquí por el suyo, al precio inicial de un flujo de recursos mayor a las
perspectivas inmediatas. Dicho de otro modo, la nueva deuda de la Argentina se contraería en
moneda china. De hacerlo, la Argentina se desconectaría del área del dólar, e iniciaría una
nueva etapa de estabilización sobre la base de la expansión del sector primario. Eso
presupondría una masacre de pymes y una masa de desocupados a un nivel muy alto. La
consecuencia sería un orden cotidiano en un nivel represivo muy elevado. Veríamos al
kirchnerismo acercarse a las formas políticas del madurismo cuya función sería desarmar el
capital sobrante que opera en el mercado interno, a costa de una enorme regresión social. Se
cumpliría el sueño de Álvaro Alsogaray y el general Lanusse: el peronismo desarmando al
peronismo

25 de septiembre 2020

No jodamos

No quería escribir sobre el tema, pero me cansé de la tontería y la demagogia. En mi vida, de


chico, aprendí a practicar muchos deportes (fútbol, voley, basket, handball, rugby, paddle,
lanzamiento, hasta hice un par de tiros de golf), la mayoría de ellos, razonablemente mal, el
resto, realmente mal. Lo que mejor hago es pescar, aunque no se si eso vale como "deporte".
Desde la niñez a la adolescencia fui fanático del boxeo, una herencia familiar, hasta que me di
cuenta de que la destrucción física de un ser humano no califica como "deporte". Me gusta
jugar, no me gusta mirar, aunque cada tanto lo hago. Sólo me intereso por el fútbol cuando
juega Boca y, de vez en cuando, la selección. Suelo prestar atención a la Champions o al
mundial porque a veces, a veces, se puede ver a gente que sabe jugar de verdad y despliega un
espectáculo que, como toda actividad deportiva, es una mezcla de arte y estrategia. Ya está. El
deporte es para practicarlo, no para verlo. Desde hace tiempo que no lo puedo hacer, por el
estilo de vida que llevo, entre otras cosas, y lo estoy pagando de más de una manera. No tengo
conocimientos deportivos mayores que los que puedo desplegar en una cancha, lo que
significa poco y nada. Me engancho en polémicas estúpidas solo por diversión. No me molesta
la gente que "sabe" de fútbol (o de cualquier cosa por el estilo) si ese "saber" es conocimiento
de táctica y estrategia, de capacidad para apreciar la plasticidad creativa de un cuerpo en
movimiento. Perfecto. Pero el fútbol (que, para mí, es el deporte más completo, por encima de
cualquier otro, por razones que no vienen al caso y que seguramente no sean demasiado
correctas) es solamente eso: una actividad lúdica en la que 22 personas corren detrás de un
cuero inflado. Y si hablamos del fútbol profesional, normalmente se trata de millonarios a los
que tu vida les importa un carajo. No hay "héroes" en ese mundo. "Héroe" es otra cosa. De
chico leí en una enciclopedia algo de las vidas de Albert Schweitzer y Giordano Bruno. Ahí, a los
nueve o diez años, forjé mi idea de lo que es un "héroe". Héroes son los que protagonizaron el
alzamiento del gueto de Varsovia; héroes son los palestinos que enfrentan tanques a
cascotazos; héroe es Santucho; héroes son las y los médicos, enfermeros y enfermeras, que se
pasaron y todavía pasan meses con trajes de astronauta atendiendo a gente que se les muere
entre los brazos; héroe es otra cosa, no un jugador de fútbol millonario de cuyas miserias
morales y oportunismos políticos varios no me interesa hablar. Maradona no venció "a los
piratas", con los "piratas" perdimos. Perdimos entre el barro y la turba. En esa mezcla
sanguinolenta quedaron enterrados muchos cuerpos de jóvenes que estaban allí,
precisamente, porque no eran millonarios y no jugaban en la selección. Jóvenes que, muy
probablemente, no solo no hubieran elegido estar allí, sino tampoco hubieran elegido matar y
hacerse matar por quienes no eran ni son "piratas", sino seres humanos desconocidos
sometidos a las mismas lógicas de la sociedad capitalista para gloria y loor de las burguesías
que someten a ambos. No se murió un "héroe". Se murió un señor millonario que sabía
manejar un cuero inflado con su pie izquierdo. Ni siquiera se si era "el mejor de todos los
tiempos" en una actividad, en el fondo, tan banal como esa y donde las comparaciones son
virtualmente imposibles, habida cuenta el cambio de circunstancias, variables, condiciones,
épocas históricas, etc. Eso es todo: millonarios y cueros inflados. Lo demás es brutalidad y
polítiquería. Por unos días la Argentina será una fiesta necrofílica, Alberto acariciará el cajón
para la foto, y todos se harán buenos y dignos dignificando a un muerto que de la virtud de la
dignidad carecía mucho más que la media. No soy perfecto ni tengo el alma pura, pero
cualquiera de los mortales promedio de este mundo ha hecho más por la humanidad que
Maradona. Si Maradona (o Messi, o Ginobili o cualquier otro) significa mucho en tu vida, revisá
tu vida. Algo anda mal. No jodamos.

30 de noviembre

Preocupados por Dicky del Solar...

En un movimiento que demuestra que, como decía mi madre, es mejor no aclarar, porque
oscurece, se ha hecho tendencia en las redes la defenestración del capitán de la selección
argentina de Rugby, la cabeza visible de un conjunto de energúmenos racistas que viste la
"otra" celeste y blanca, la que usan quince para enfrentar a otros quince. Ahora resulta que
nos enteramos de que la burguesía argentina es racista y que el rugbier promedio que procede
de ese ambiente tiene bosta en la cabeza. Evidentemente, el 38-0 hizo mella en nuestra pasión
por esos otros "héroes", luego de la exaltación del 25-15. Pero, sin dudas, el tibio, por no decir
nulo, homenaje, la mezquina pleitesía obligada, la modesta prosternación imprescindible al
Gran Pene Nacional, ha resultado ser el elemento consagratorio de esta caída en picada. Sobre
todo cuando contrasta con el amable gesto de los mejores del mundo hacia el mejor del
mundo. Los "muchachos" que tienen garras para abusar de sirvientas, fueron colocados en su
lugar por quienes poseen, indudablemente, dotes superiores en ese deporte torpe que
consiste en agarrarse, empujarse, chocarse y correr con un huevo entre las manos.

¿Cuál es el problema, no se ha hecho, si se quiere, algo así como "justicia poética"? El


problema, los problemas, están en otro lado. Por empezar, en la gigantesca hipocresía de
"descubrir" lo que todo el mundo sabe "recién" ahora: nos hemos dado cuenta, porque
insultaron a Diego. Mientras insultaban a "Betún", no pasaba nada, seguían siendo "nuestros
pumas". Mientras mataban "Fernandos" seguían siendo "nuestros pumas". Dicho de otro
modo, el "anti-racismo" sigue siendo, en realidad, una expresión del "si-dieguismo".
Continuando, para muchos esto es otra forma del "perdona-todo-dieguismo", porque fijate
que las verdaderas basuras racistas son estos chetos, porque Diego era pibe de Fiorito...
Notable recuperación de un criterio de clase que se abandona cuando se recuerda que,
materialmente, el Diego era un "cheto", por montos que muchos de estos muchachitos con
caca por cerebro no podría ni siquiera imaginar, porque pocos de estos gansos tienen 65
millones de dólares declarados y una especulada y desconocida cifra que alcanzaría entre 600
y 1.000 millones de dólares. De todos modos, seguimos actuando como si la miseria de unos
excusara la de otros. Como si la clase obrera argentina no fuera racista. Como si el mismo
Diego no hubiera sido un "fan" de esos tackleadores del servicio doméstico femenino, como si
las mujeres prostituidas por los jugadores de fútbol nacionales y populares no surgieran del
mismo contexto social, no fueran otras tantas "betunes", sometidas por el poder del dinero del
Gran Macho Nacional. Y como si prostituir obreras no fuera una forma todavía más
ignominiosa de insultar a una "Betún", una vejación profundamente clasista, racista y
misógina. De última, "Betún" es una "negrita", "putita", a la que compramos, por unas horas,
sometemos y, si nos descuidamos, hasta embarazamos. Pero eso sí, no somos chetos.
Inviertiendo el famoso dicho de Néstor ("no escuchen lo que digo, miren lo que hago" ), no hay
que mirar lo que el Diego hizo, hay que ver lo que "dicen" otros, como Cordera, que verbalizó,
muy probablemente, en una avivada lamentable que mereció justo castigo, lo que todo
putañero cree: "a ellas les gusta que las violen". No entiendo cómo alguien puede ofenderse y
dar por sentado que el mundo del fútbol es mejor que el del rugby a este respecto, donde los
machos consideran cosas a las mujeres. ¿O no fue Diego el que le prohibió la selección a
Icardi? ¿Y qué hizo ese muchacho? "Icardió". Es decir, le puso nombre a lo que no se hace: le
"robó" la mina a un amigo. Léase, "Icardiar". Pero no, los chetos son racistas. Los proletarios
futbolistas argentinos nunca dicen cosas tales como "bolita", "negro de mierda", "chilote",
"brazuca". No. Nuestros muchachos son respetuosos. Van a Brasil a cantarle como
subnormales a los propios brasileños en su cara "decime qué se siente, tener en casa a tu
papá". A fuer de ser sinceros, habría que reconocer que los vecinos verdeamarelos son gente
bastante más educada que nosotros.

Continuando. Así como muchos llegan a convertirse en adalides de las "Betún" del mundo
simplemente por estar rendidos al "si-dieguismo", otros, lo hacen por vergüenza tardía. Han
encontrado una forma por la cual cambiarse de carril, en realidad, volver al carril normal del
biempensante progre-trosko, con la esperanza de que este nuevo griterío acalle la anterior
agachada. Y se muestran, ahora, despreocupados e insensibles a la hora de ofender el "dolor"
del pueblo "ovalado". Que no se nos muera Hugo Porta, porque se arma un quilombo... No. Si
te ofendiste porque muchos (muchas más que muchos, que en realidad, fueron pocos,
mostrando que de la boca para afuera todo el mundo adopta fácilmente la pose feminista)
porque muchas se acordaron, en el día de su muerte, quién fue en vida, es decir, si te
agachaste, si te pusiste de rodillas ante D10s, no hables ahora. Pedí disculpas o, por lo menos,
callate. Betún no necesita que eduques a Dicky del Solar. Betún necesita que eduques a los
Diegos. La burguesía es lo que es. La que no puede ser lo que es, es la clase obrera.

Respuesta a Porretti Jose Ricardo en el post Preocupados por Dicky del Solar:

1 de Diciembre 2020

La verdad es que muchas ganas de contestarte no tenía, habida cuenta tu exabrupto


innecesario. Pero bueno, hay otra gente que lee, así que en honor a ellos, respondo. 1. la idea
de que el rugby entraña una tarea para los "revolucionarios" ("hay que poner el cuerpo") es
por lo menos ridícula, mostrando, una vez más, hasta qué punto el fanatismo deportivo no
ayuda a pensar problemas. El Che, Zamora, y otros tantos, no llegaron a la izquierda por jugar
rugby, salvo que pensemos que en las reglas de un deporte bastante torpe hay una naturaleza
espontáneamente izquierdista. 2. El rugby no fue nunca "una cantera de luchadores", hace una
generación (hoy también) había gente de izquierda que jugaba rugby. También había católicos
burgueses, evangelistas burgueses, arquitectos, y un sin fin de actividades mayoritariamente
burguesas, de las que salieron militantes de izquierda. Y? En toda crisis sucede eso, no es
ningún misterio. Yo dije que son "nazis" porque el deporte es torpe? El fanatismo tampoco
ayuda a la lectura. 3. Que más jugadores de rugby se hayan acercado a la izquierda y
resultaran desaparecidos que de otros deportes solo habla de la composición social de la
fuerza revolucionaria de los '70, mucho más ligada a la pequeña burguesía que a la clase
obrera, lo cual habla de su debilidad y de que el problema, en los '70 y hoy, no era la capacidad
de atracción de sectores burgueses, sino la incapacidad para desarrollarse en el interior de la
clase obrera. Hemos hablado de esto muchas veces y tenés varios artículos en RyR sobre este
punto. Claro, como a nosotros nos falta dialéctica, supongo que vas a aprender más sobre el
asunto leyendo reglamentos de rugby. Otra vez, el fanatismo no sirve. 4. El rugby es un
deporte torpe porque se juega con la parte más hábil del cuerpo, las manos. Eso le quita toda
dificultad al uso del cuerpo, lo que le deja todo el espacio a la velocidad y la fuerza. El basquet
ha eludido esa consecuencia haciendo difícil el momento del "gol", achicando y elevando el
espacio por el que se concreta (el aro). Eso no ha hecho más que elevar la estatura de los
jugadores, es decir, otra vez, privilegiar el físico. El fútbol, al privilegiar la parte menos
habilidosa del cuerpo genera las condiciones inversas. De allí que la altura o la capacidad
corporal tienen menos peso que en cualquier otro deporte.

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