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Lengua hablada:
Se transmite mediante la articulación de sonidos.
Es instantánea y suele manifestar mayor carga emotiva.
Puede presentar rasgos de descuido en la construcción de oraciones y en la comunicación, así
como cierta pobreza léxica.
Se expresa de forma inmediata.
Presenta repeticiones y abundancia de detalles.
Refleja el grado de cultura de la persona y su buena o mala educación.
Lengua escrita.
Se representa por medio de signos gráficos (el alfabeto).
Es fruto no de emociones instantáneas sino elaboradas, y de un proceso de razonamiento.
Se distingue por ser cuidada y pulcra. Exige una rigurosa aplicación de normas ortográficas y
sintácticas.
Permanece en el tiempo de forma material.
Está regida por el principio de la economía: comunicar de forma clara y precisa con la menor
cantidad de palabras.
Saber hablar es ser capaz de enfrentarse verbal y extraverbalmente no solo ante un público poco
activo, como el que asiste a una conferencia o a un mitin; es también y, sobre todo, saber preparar y
saber ejecutar los discursos ante cualquier oyente o grupo de oyentes con los que se pretende
interactuar.
Saber hablar es usar el modo correcto. El modo correcto es el que sigue las normas gramaticales
dadas por el devenir histórico de una lengua y por los propios hablantes de esa lengua, que son los
que, en comunicación unos con otros, dictan la norma. El usuario sanciona con su uso la citada norma e
instituciones como la Real Academia Española y la Asociación de Academias oficializan tal o cual
norma gramatical.
No es fácil a veces decidir si algo es correcto o no desde el punto de vista léxico, ya que la norma
léxica está sometida a cambios más rápidos que la de tipo gramatical.
Saber hablar es usar de modo adecuado el lenguaje adaptándolo al contexto en el que tiene lugar la
comunicación. (La adecuación)
Conocer una lengua implica saber escoger el término apropiado en el estilo adecuado, el tiempo y lugar
correctos. Este conocimiento de cómo usar la lengua apropiadamente, en todas las situaciones
sociales, se ha definido como “competencia comunicativa”. Uno de los principios básicos de la
sociolingüística es el de que no hay hablantes con un estilo único, es decir, todo el mundo es
“pluriestilista”, en el sentido de que adapta su estilo de habla a la situación comunicativa en que se
encuentre. El saber cambiar de registro según los interlocutores y las circunstancias, así como una
hábil administración de las estrategias de cortesía son indicio de un buen conocimiento de la lengua.
Cuando un hablante usa únicamente el registro vulgar por carecer de recursos manifiesta un síntoma
de ignorancia e incultura.
La situación de cotidianidad favorece lo coloquial, hace que se nivelen las diferencias sociolingüísticas
y que aparezcan las características dialectales de los usuarios; además, el escaso control de lo
producido favorece ciertos atropellos lingüísticos, vulgarismos e inconsecuencias gramaticales , que n
otra situación lamentaríamos, condenaríamos y hasta serían merecedores de una sanción. Estilos
comunicativos hay muchos, tantos como modos verbales de expresión.
La virtud en la elección de la modalidad lingüística adecuada está en el centro, de ahí que eso que los
lingüistas llamamos estándar, el denominador común de toda la variedad lingüística del español, sea la
opción más adecuada, inclinada hacia lo formal, culto o hacia lo coloquial, según la situación sea,
respectivamente, de menos a más inmediatez comunicativa o el público asistente sea
homogéneamente de nivel sociocultural medio-alto o pertenezca al nivel medio-bajo. Tenga en cuenta,
además que el uso de un registro coloquial en lo formal y de uno formal en lo coloquial puede ser
tácticamente un recurso motivador, de captación del oyente, de relajación, una pausa necesaria en
cualquier tipo de discurso.
También es importante ajustarnos al tiempo de manera que el discurso no se haga largo y tedioso
para los oyentes. Recordando que cuando a un orador le falta tiempo en su intervención denota falta
de preparación y de organización del contenido, cuando no también inseguridad.
Saber hablar bien es producir “claramente” el discurso. Para ello lo importante, antes de empezar, es
determinar con claridad el fin o fines de la comunicación, el tema y, sobre todo, los contenidos
básicos. Junto al contenido o idea principal, recogeremos otras ideas complementarias que nos
ayudarán a lograr una mayor eficiencia y eficacia de nuestro discurso recordando siempre que el buen
orador ha de ganarse a su público.
La claridad en la organización del contenido también es un punto importante. Se intentará siempre
presentar las ideas de manera trabajada, conectadas entre si como un todo, donde las partes se
relacionan entre ellas. Las ideas se disponen de un modo u otro para llegar a una conclusión.
Todo el mundo conoce la disposición clásica en tres partes: inicio, nudo y desenlace. En el inicio o
introducción al tema se han de fijar los objetivos, las metas del discurso así como las fases o partes
del mismo; desde el inicio se ha de buscar la adhesión del público mediante alguna estrategia de
acercamiento. El nuevo es la parte principal donde se desarrollan los contenidos. El desenlace es el
punto final del discurso, la síntesis o conclusión de lo anterior. Ha de ser breve, claro y no ha de
contener ningún elemento nuevo. Conviene buscar marcas de adhesión al público en este final.
La claridad en la expresión es otro punto a tener en cuenta. Se refiere ahora a la fluidez
articulatoria, a la buena pronunciación, combinada con el tono, la entonación, la intensidad, el ritmo y
la melodía oportunos en cada caso.
Es importante también el buen uso de lo extraverbal, los gestos, las posturas (kinésica), el espacio o
distancia entre los interlocutores (proxémica), la orientación temporal (cronémica) y los elementos de
apariencia y aspecto personal (vestimenta). Hay que mantener la distancia con nuestro interlocutor ya
que los espacios con como escudos de nuestra intimidad, de privacidad. Conviene recordar que la
mirada es un mecanismo estratégico que sirve para aumentar la intersubjetividad, la relación con el
otro. El hablante ha de mirar a sus oyentes.
Saber hablar bien es usar de modo estratégico el lenguaje para lograr los objetivos previstos. Esta
seria una de las conclusiones generales que se obtendrían de todo lo dicho con anterioridad: hablar es
negociar los fines de unos y otros a través de estrategias. Decimos que alguien habla de manera
inteligente cuando ha utilizado la estrategia y las tácticas verbales y extra verbales adecuadas a las
metas previstas.
En suma el buen discurso es el que logra ser eficaz y eficiente desde el punto de vista
comunicativo mediante la corrección gramatical, la adecuación a la situación de
comunicación, a las características y las reacciones de los interlocutores, al tiempo justo;
es también aquel que de antemano responde a unas ideas claras, es claro en la expresión
de los contenidos y sabe establecer y mantener las relaciones con el otro. El saber hablar
bien es un saber estratégico, tanto desde el punto de vista lingüístico como social. Por
tanto no se adquiere, no se hereda, si no que se aprende.
3. Manifestar aprecio:
Apreciación intelectual: aprobación, desaprobación, calificación, comparación, elección y
preferencia, indiferencia, restricción, atenuación, grados de insistencia.
Apreciación afectiva: satisfacción, ratitos, contrariedad, pesar, decepción, etc.
5. Discutir:
Acuerdo, desacuerdo.
Argumentación: iniciación y desarrollo de un razonamiento; argumentos de apoyo;
valoración de opiniones; establecimiento de conclusiones.
Expresión de relaciones lógicas de causa, consecuencia, finalidad, concesión, condición,
hipótesis, oposición.
2.2.2. La conversación.
Entre las formas más naturales y cotidianas de la lengua hablada está la conversación, la cual se
consideraba, en la tradición retórica, como un arte sujeto a normas estrictas. En los antiguos
manuales de conversación se informa sobre los temas que podrían ser objeto de las conversaciones
elegantes, pues no todos los temas se han tratado libremente en todos los pueblos.
En la conversación intervienen varios niveles del lenguaje: la pronunciación, la elección del léxico, los
registros y también otros elementos paralingüísticos: los gestos y las actitudes corporales (la
proxemia estudia las distancias espaciales mantenidas entre los hablantes en la comunicación verbal),
así como la coherencia entre los gestos y el sentido del discurso.
Es preciso estar atento a las reacciones de nuestros interlocutores o de nuestros oyentes para
comprobar si el contacto se mantiene o no, ya sea a través de respuestas verbales o de señales no
verbales. Habrá que interrumpir el discurso para recuperar al que se ha perdido, al que ha
desconectado, tendremos que ser capaces de variar de algún modo el discurso, por ejemplo, mediante
la modificación del tono del mismo, la introducción de una anécdota, de un elemento de humor, de algo
que vuelva a sorprender y a motivar a nuestro auditorio.
Para que la conversación tenga éxito, conviene tener presentes unas normas, como respetar los
turnos de palabra y los temas de conversación entablados, no exceder un periodo razonable en el uso
de la palabra, prestar atención al que habla y, por supuesto, controlar la intensidad y el tono de la
voz, y hasta el ritmo. También es importante que la dinámica de participación de los conversadores
sea general cuando el grupo es pequeño; pero se aceptan los diálogos cruzados cuando es grande.
Es un error frecuente considerar como texto únicamente el discurso escrito cuando el discurso oral,
y en este caso la conversación, también es un conjunto de unidades lingüísticas articuladas entre sí
que, como cualquier otro tipo de texto, desarrolla un tema y tiene una estructura determinada aunque
flexible. En función de la situación comunicativa, es preciso seleccionar unas formas lingüísticas y
desechar otras. La adecuación se pone de manifiesto sobre todo con la elección del léxico que puede
resultar inapropiado para una situación, pero no para otra. La relación existente entre los
participantes en la comunicación determina también los usos adecuados de la cortesía verbal.
A veces se cometen errores al asignar el género. Son masculinos aceite, vinagre, apéndice,
pus, miasma etc. Son femeninos hambre, harina, apendicitis, dinamo (o dínamo), índole,
parálisis, hinchazón, etc. Son incorrectas, pues, las expresiones *de índole físico (por de
índole física) o *hambre inmenso (por hambre inmensa).
La Academia admite también los plurales en -s en el habla coloquial: jabalís, maniquíes, rubís,
etc. Son incorrectos, en cambio, *jabalises, *maniquises, etc.
Los préstamos adaptados no presentan ningún problema para formar el plural ( bar/bares,
gol/goles, yate/yates) . La Academia admite algunos dobletes constitutivos por la forma
originaria (club/clubs, film/films, chalet/chalets) y la ya adaptada (clube/clubes,
filme/filmes, chalé/chalés).
La formación del plural de los adjetivos acabados en vocal tónica distinta de -é sigue las
mismas pautas que el sustantivo: templos hindúes, crónicas alfonsíes. Igual sucede con los
adjetivos acabados en -s o -x: -es para las palabras agudas (sombrero cordobés/ caballos
cordobeses) e invariable para las llanas o esdrújulas (triángulo isósceles/triángulos isósceles,
un piso dúplex/ chalés dúplex). Los préstamos pueden añadir -s (comentarístas esnobs) o
permanecer invariables (muebles kitsch).
- Como mejor, peor, posterior, etc., ya son comparativos, son expresiones incorrectas *más
mejor, *más peor, *mas posterior … Sin embargo, puede usarse más mayor cuando mayor
significa “de más edad” (Parece mayor/ más mayor que tú). Además, deben emplearse más
alto (en lugar de superior) y más bajo (en lugar de inferior) cuando alto y bajo se refieren a
estatura o a altura (Es más bajo que tú).
- Mayor, menor, mejor y peor se construyen con que. Evítense, por lo tanto, las formas
incorrectas *mayor a, *menor a, etc: La renta española es mayor que la de la media europea
(no *mayor a).
- Anterior, posterior, superior e inferior se construyen con a: Puccini es posterior a Verdi
(no *posterior que).
ADJETIVOS POSESIVOS
ÁTONOS TÓNICOS
Un poseedor Mío, mía, míos, mías
1ª PERSONA Mi, mis
Varios poseedores Nuestros, nuestras
Un poseedor Tuyo, tuya, tuyos, tuyas
2ª PERSONA Tu, tus
Varios poseedores Vuestros, vuestras
Un poseedor Su, sus Suyo, suya, suyos, suyas
3ª PERSONA
Varios poseedores Su, sus Suyo, suya, suyos, suyas
ADJETIVOS DEMOSTRATIVOS
Proximidad Este, esta, estos, estas
Ni proximidad ni lejanía Ese, esa, esos, esas
Está muy extendido el error de sustituir las formas femeninas esta, esa, aquella oír las
masculinas este, ese, aquel cuando preceden a un sustantivo que comienza por /á/ tónica:
*esta agua. *aquel aula, *esa área. Las expresiones correctas son esta agua, aquella aula, esa
área.
Es incorrecto el uso de sendos, sendas con el significado de “ambos” (*El atleta participó en
sendas pruebas, por El atleta participó en ambas pruebas) o de “grandes”, “repetidos” (*El
estadio lo ovacionó con sendos aplausos, por El estadio lo ovacionó con grandes/repetidos
aplausos).
-Tanto (-a, -os, as) y tal (-es) son adjetivos cuando determina a un sustantivo. Aparecen en
construcciones comparativas, consecutivas y en oraciones exclamativas.
-El indefinido una se transforma obligatoriamente en un ante los sustantivos femeninos que
comienzan por /á/ tónica, incluso precedida por h-: un aula, un habla. Se exceptúan los
nombres propios de mujer (una Álvarez Gómez) y los de las letras (una hache, una a). No
ocurre cuando se intercala un adjetivo: una abarrotada aula (no *un abarrotado aula).
- Los indefinidos alguna y ninguna se comportan, por lo general, como una (algún alma, ningún
aula), pero en este caso el cambio no es obligatorio, ya que también son correctas alguna
alma y ninguna aula, aunque mucho menos frecuentes.
- Este cambio no afecta a ningún otro adjetivo indefinido. Por lo tanto -y aunque gozan de
gran difusión- son incorrectas las expresiones *mucho hambre, *otro área, *todo ave; debe
decirse mucha hambre, otra área, toda ave.
- Las formas correctas son veintiuno, veintidós, etc, (no *veintiuno, *ventidos, etc.),
novecientos (no *nuevecientos).
-El adjetivo numeral uno tiene variación genética. El masculino (uno) pierde la vocal final ante
un sustantivo masculino (veintiún dramaturgos). El femenino (una) concuerda en género con el
sustantivo (treinta y una alumnas) y se transforma en un si ese sustantivo comienza por /á/
tónica (veintiún aves).
-Puede escribirse decimotercero (sin tilde) o décimo tercero (con tilde), decimocuarto o
décimo cuarto, vigésimoprimero o vigésimo primero, etc.
-Los masculinos primero y tercero se apocopan (pierden la vocal final) ante sustantivo (el
primer actor, el tercer acto), no así los femeninos: la primera dama (no *la primer dama), la
tercera aria ( no *la primer aria).
- En fecha reciente, la Academia ha admitido decimoprimero y decimosegundo, junto con
undécimo y duodécimo, preferidos en el uso culto.
-No deben utilizarse numerales partitivos (onceavo, doceavo, treceavo, etc.) en lugar de
ordinales: Ocupa el lugar decimotercero de la escala (no *Ocupa el lugar treceavo de la
escala). Los partitivos son los que expresan fracciones de un todo: Esa cifra equivale a la
doceava parte de sus ingresos.
-Existen también los numerales multiplicativos (o múltiplos). Los más frecuentes son doble,
triple, cuádruplo, quíntuplo (un programa doble, la cuádruple alianza, un parto quíntuplo). Su
uso es raro por encima de esa cantidad.
-Es incorrecto sustituir el adjetivo relativo cuyo (y sus variantes) por la expresión *que su,
fenómeno muy extendido que se denomina quesuismo: debe decirse Conocí a un chico cuya
madre trabaja con la mía (no *Conocí a un chico que su madre…).
-El adjetivo relativo cuanto (y sus variantes) debe concordar con el sustantivo al que
determina: Cuantas más críticas recibe, menos le importa (no * Cuanto mas críticas recibe …
Es incorrecto, también, sustituirlo por la preposición contra: *Contra más críticas recibe,
menos le importa (por Cuantas más críticas…).
EL ARTÍCULO
MASCULINO FEMENINO NEUTRO
SINGULAR El La Lo
PLURAL Los Las
Todos los pronombres personales en función de sujeto con formas tónicas (con
acento fonológico). Los monosílabos tú y él deben escribirse con tilde diacrítica para
distinguirlos, respectivamente, del adjetivo posesivo (Tú puedes/ tu casa) Y el
artículo (el árbol/ él escribe).
Las formas masculinas y femeninas de los pronombres demostrativos ( este, ese, aquel,
estos, esas, aquellos, etc) pueden escribirse con tilde o sin ella (Esta es María/ Esta
es María). La tilde es obligatoria sólo si el enunciado resulta ambiguo: Esta tarde llamará
(Pedro) / ésta (Emilia) tarde llamará.
- Esto, eso y aquello se escriben siempre sin tilde: Esto le atañe (no *ésto le atañe).
Cuando el relativo desempeña funciones sintácticas que exigen preposición (CD, CI,
CP,CC), deben mantenerse la preposición y el artículo: Es la compañía en la que
invertimos ( no * Es la compañía que invertimos). Pueden omitirse tras expresiones de
tiempo como día, año, semana: El año en que se casaron era bisiesto/El año que se
casaron era bisiesto).
-Evítese la expresión *es por eso que: *es por eso que nos fuimos (en lugar de la
normativa Es por eso por lo que nos fuimos).
- El relativo cuyo (y sus variantes) es, en la lengua actual, adjetivo relativo, nunca
pronombre, (aunque lo fue antiguamente: ¿Cúyo es ese libro?).
La Real Academia Española establece que se conjuga como actuar los verbos terminados
en -usar en los que la terminación vaya precedida de una consonante que no sea ni c ni g.
Los demás, o sea, los terminados en -cuar, -guar, se conjugan como averiguar, pero está
la excepción de adecuar que, según el DRAE, puede conjugarse como actuar o como
averiguar: el se adecúa o se adecua. Las reglas para el caso de los terminados en -iar son
más complejas y es conveniente la consulta de un buen diccionario de dudas.
Es preferible sustituir las expresiones como gestión a realizar, pruebas a resolver, etc.
Por: gestión que se ha de realizar, pruebas que se han de resolver, etc.
¿Qué es una perífrasis verbal? Un conjunto constituido por un verbo auxiliar más un
infinitivo, un gerundio o un participio y que forman unidad, es decir, funcionan como un
solo verbo. Estos verbos auxiliares han perdido su significado principal y aportan
matices temporales, Aspe tunales o modales.
La perífrasis debe de + infinitivo no hay que confundirla con la última, deber +
infinitivo, pues no tiene aquella matiz obligatorio, sino que indica una suposición o
probabilidad:
Los adverbios dentro, fuera, detrás, delante suelen usarse con verbos de situación o
estado: Las mesas se colocaron dentro; Fuera hace más fresco.
-Los adverbios adentro, afuera, atrás, adelante se emplean generalmente con verbos de
movimiento (los comensales pasaron adentro; Salgamos afuera), aunque también puede
utilizarse dentro, fuera, etc. (Pasaron dentro; Salgamos fuera). Ante ellos nop debe
usarse la preposición a: La procesión continuó adelante, Se echaron para atrás.
- Debe evitarse la forma *alante en lugar de adelante o adelantar (por Hay que mirar
para adelante).
Cuando concurren dos o más adverbios en -mente, sólo el último suele enunciarse al
completo: Actuó tranquila y serenamente (por Actuó tranquilamente y serenamente).
-Recuerde que los adverbios en -mente llevan tilde si el adjetivo sobre el que se han
formado tiene tilde: académicamente, públicamente, cortésmente.
LOCUCIONES PREPOSITIVAS
Algunas construcciones con estructura de locución prepositiva se usan de forma incorrecta, por
lo que deben evitarse; ejemplos: “en base a” y “a nivel de”:
– *En base a los mensajes recibidos, hizo su crónica.
↓
– Sobre la base / basándose / tomando como base los mensajes recibidos, hizo su crónica.
– *La gasolinera está muy bien a nivel de servicios.
↓
– La gasolinera está muy bien en cuanto a servicios.
El uso de “a nivel de” sólo es es correcto cuando significa “niveles”, “rango, “altura”, “jerarquía”:
– La gasolinera está a nivel de la autopista.
↓
– El tema se trató a nivel de rectores.
La conjunción y tiene la variante e que se usa cuando la palabra siguiente comienza por i-
o hi-: pidieron tolerancia e igualdad; histérico e hipocondríaco son dos adjetivos.
- No cambia si la palabra que sigue comienza por hi- formando diptongo: el jardín tiene
tabaibas, cactus y hiedras.
No se debe confundir la conjunción sino, que es una sola palabra, con la conjunción
subordinante si seguida del adverbio de negación no.
– No es un lagarto sino una lagartija
– No los distinguirás si no te fijas en el tamaño
– Preguntó si no estábamos de acuerdo
Sin embargo, en la lengua hablada a menudo omitimos la preposición que debe preceder
al relativo: por ejemplo, la preposición a ante el complemento directo de persona, y
puede oírse cualquiera de estas formas:
El profesor que saludaste ayer.
El profesor al que saludaste ayer.
El profesor a quien saludaste ayer.
Según, cuando va seguido de un nombre o pronombre, funciona como una preposición con
el significado de “conforme a”, “de acuerdo con”, etc.: según una revista…; según
nosotros…
PRÉSTAMOS
Lo normativo es emplear la forma adaptada al español y no la originaria, por conocida que sea.
Cuando se vaya a usar un préstamo, conviene consultar un diccionario para saber cómo
escribirla o pronunciarla:
- CANELONES por cannellon.
- CRUASÁN por croissant
- DISQUETE por diskette
- ESTRÉS por stress
- PENALTI por penalty
- ESCÁNER por scanner
- ESLÓGAN por slogan
- ESPAGUETI por spaguetti
- MAGACÍN por magazine
PREFIJACIÓN
La academia prefiere la forma -pos (posdata, posdorsal), a -post aunque no es incorrecto
escribirlo con -t (postdata, postdorsal)
4. Corrección léxica
La norma léxica no es tan estable como la morfosintáctica. Esto se debe a las constantes variaciones
que los hablantes realizamos sobre las palabras al emplearlas, fundamentalmente, en la lengua oral.
Principales características de lo que se define como “léxico pobre”:
- Vocabulario limitado.
- Falta de precisión léxica: se emplean términos generales por otros de significación más
precisa.
- Impropiedad léxica: falta de exactitud en el empleo de determinadas palabras o expresiones
causadas por el desconocimiento del significado de las palabras, la coincidencia en la forma y
en el sonido de dos palabras diferentes que se confunden en el uso, o las deformaciones de
palabras y expresiones por etimología popular.
¿Qué podemos hacer cuando no conocemos una palabra? Se puede hacer uso de estrategias de
comunicación compensatorias como las descripciones y paráfrasis (una paráfrasis es un rodeo
lingüístico, la expresión alternativamente una palabra o idea con una formulación diferente, con otras
palabras, pero manteniendo el significado.
Ser correcto desde el punto de vista léxico implica tener el conocimiento y tener las destrezas
comunicativas para utilizar un vocabulario amplio y rico en matices y significados, que nos sirva para
modelar de manera década la expresión de nuestras ideas, adecuándola lo mejor posible a las
necesidades de las diferentes situaciones de comunicación.
La propiedad léxica es el significado exacto de las palabras y consiste, por lo tanto, en el ajuste, en el
uso, entre la palabra empleada y lo que se desea significar con ella. Se habla con propiedad cuando
nos expresamos con claridad inequívoca, buscando los términos apropiados y acomodándonos a lo que
quieren decir, es decir, al significado que tienen en el diccionario.
Por el contrario, la impropiedad léxica es la falta de propiedad en el uso de las palabras. Se
consideran impropiedades las palabras que utilizamos al hablar o escribir y a las que conferimos un
significado que no se corresponde con el que tienen en el diccionario.
Una de las causas de impropiedad léxica es la paronimia. Los vocablos parónimos, muy próximos en el
significante, pero que nada tienen que ver en el significado (se confunden “inerme” con “inerte”,
“salobre” con “salubre”, etc.); la homonimia (rallar – rayar) y la sinonimia, que provoca cruces entre los
significados.
Accesible (de fácil acceso o trato) y asequible (que puede conseguirse o alcanzarse). No se
dice “mi jefe es una persona asequible”.
Acervo (bienes de tipo moral o cultural, o haberes que pertenecen a varias personas) y
acerbo (áspero al gusto, cruel, riguroso).
Adolecer significa “causar dolencia o enfermedad” y “padecer algún defecto”. Por tanto, no
puede usarse para hechos positivos. No se puede decir “adolece de sentido del humor”.
Apertura y abertura se confunden a menudo. Abertura tiene que ver con boca, agujero,
mientras que apertura es el acto de dar principio a algo.
Bienal no es lo mismo que bianual. Bienal es algo que sucede o se repite cada dos años,
mientras que bianual ocurre dos veces al año.
Capaz es “apto, con talento o cualidades para algo” y también “grande o espacioso”. No puede
confundirse con susceptible, “capaz de recibir modificación”.
Cesar significa “dejar de desempeñar algún empleo o cargo”, mientras que destituir es
“separar o deponer a alguien de su cargo”. No se puede decir “cesaron al director de
informativos”, sino “destituyeron al director de informativos”. En el mismo caso que “cesar”
se encuentra “dimitir”, nunca sinónimo de “destituir” (“El consejero de cultura dimitió”, no
“Dimitieron al consejero de cultura”).
Corroborar, “dar mayor fuerza a un argumento u opinión”, nada tiene que ver con ratificar,
“aprobar o confirma actos, palabras y escritos dándolos por valederos o ciertos.
Escuchar es prestar atención a lo que se oye, mientras que oír se limita a percibir con el oído
los sonidos.
Hojear es pasar las hojas de un libro o escrito, leyendo deprisa algunos pasajes. Su
homónimo ojear es mirar sin prestar atención, superficialmente. Es correcto “hojear el
periódico”, pero no “hojear los titulares del periódico”.
Inaudito se refiere a “no oido”; nada tiene que ver con insólito, “raro, extraño,
desacostumbrado”.
Infringir, “quebrantar órdenes o leyes”, no puede usarse por infligir, “imponer un castigo”.
Inverosímil, “que no tiene apariencia de verdad”, no se puede sustituir por indiferente, “que
no despierta interés o afecto”.
Ingerir es introducir por la boca comida, bebida, etc., mientras que injerir es meter una cosa
en otra, o entremeterse, inmiscuirse en asuntos ajenos.
Mirar es “dirigir la vista a un objeto”, y admite los mismos contextos que ver, “percibir por
los ojos los objetos”, “observar”. Pero mirar implica atención y aplicación de la vista por
parte del que ve.
Perjuicio, “daño, y prejuicio, “juicio de las cosas antes de tiempo y sin tener conocimiento
cabal”, no tienen nada en común.
Prever y proveer no son semejantes. El primero significa “ver con anticipación”. Proveer es
“preparar, reunir, suministrar o facilitar lo necesario para algún fin.
Reticente se dice de quien, con malicia, oculta o calla algo que debiera decir. No puede usarse
por reacio, remiso o terco. No se puede decir “mi padre es reticente a las discusiones entre
nosotros”.
Reverter es rebosar; revertir es volver una cosa al estado que tuvo antes.