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Este documento es una traducción oficial del foro Eyes Of Angels, por y
para fans. Ninguna otra traducción de este libro es considerada oficial
salvo ésta.
Esperamos que este trabajo realizado con gran esfuerzo por parte de los
staffs tanto de traducción como de corrección, y de revisión y diseño, sea
de vuestro agrado y que impulse a aquellos lectores que están
adentrándose y que ya están dentro del mundo de la lectura. Recuerda
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localidad.
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ÍNDICE
SINOPSIS 15. SAM 30. SAM
1. WALKER 16. WALKER 31. SAM
2. SAMANTHA 17. WALKER 32. WALKER
3. SAM 18. SAM 33. SAM
4. WALKER 19. WALKER 34. WALKER
5. SAM 20. WALKER 35. WALKER
6. WALKER 21. SAM 36. WALKER
7. SAM 22. WALKER 37. SAM
8. WALKER 23. SAM 38. WALKER
9. SAM 24. WALKER 39. SAM
10. WALKER 25. SAM EPÍLOGO: WALKER
11. SAM 26. SAM SOBRE LA COCHERA
12. WALKER 27. SAM AGRADECIMIENTOS
13. SAM 28. WALKER
14. WALKER 29. WALKER
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SINOPSIS
Hay una línea delgada entre el amor y el odio y ellos estaban a punto de cruzarla.
Pero había una certeza en mi vida. Una mancha negra en mi ventana del infierno.
Cole Walker.
—¿Tenemos un trato?
—No compito más —dije sin expresión, cruzando los brazos sobre el pecho
y mirándolo hacia abajo—. Asesoro. —Un buen viento sopló contra mí en ese
momento, erizando mi pelo negro y barriéndolo al otro lado de la frente.
algo o punto de entrar en algo. Era obvio que este tipo ya había aspirado o fumado
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todo lo que tenía en sus manos para pasar la noche. Añade a eso el calor del verano
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En español se traduce como Borde.
y el hombre estaba sudando baldes, ríos de ellos. Le corría por la cara y empapaba
el cuello de su camisa, manchando el oscuro material.
—Estoy retirado, Milo. Corre tu propio maldito coche —dije, poniendo fin a
la conversación y alejándome. La verdad era que no corría más, pero esa nunca
había sido mi especialidad de todos modos.
—Si estás hablando de ella —dije, señalando a la chica, mis ojos a la deriva
por su cuerpo—. Estoy dentro. Hasta el final.
Llevaba botas altas y una falda pequeña. Justo lo que me gustaba ver en una
chica.
—Así que ¿si no quieres correr, qué quieres hacer? —preguntó con una voz
seductora, el olor de su perfume caro rodeándome.
—¿Qué diablos está haciendo ella aquí? —espetó, mirando a través del claro
hacia alguien. Sus fosas nasales se dilataron y sus dientes estaban apretados. El
hombre era un conductor, pero vaya si no tenía la actitud de un luchador en su
lugar.
Mi enemiga.
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CAPÍTULO 2
-Samantha-
Traducido SOS por Clcbea & SOS Nanami27
Corregido por katiliz94
Tuve que ponerme en un puesto de día completo en el Meet and Eat, para
tener el tiempo suficiente para salir. Esta noche había una fiesta en la Antigua
Planta Industrial de Plásticos. Estaba en un área desierta de la ciudad, rodeada de
calles vacías. Perfecto para arrastrarse a una carrera y derrapar, sólo algunas de
las cosas ilegales ocurriendo por aquí.
Las malas hierbas se habían apoderado de la acera rota que rodea el edificio
y había más grafitis en las paredes de metal que los que había en las ventanas. Pero
estaba limpio de policías y estaba lo suficientemente lejos de la ciudad para que
nadie pudiera oír el rugido de los motores o el chirrido de los neumáticos.
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La música.
Estaba aquí con mi seudo-novio, Lukas, para escuchar a Dark Paradox tocar.
Era una banda local de hardcore punk, el cual no era mi estilo de música favorito,
pero él los amaba, así que lo acompañé.
Luckas Ryan era un año mayor que yo y tocaba el bajo con su banda de rock
alternativo. Ellos mismo se hicieron un nombre por aquí, tenían la mayoría de sus
fines de semana reservados. No hacía daño que los miembros de la banda fueran
todos guapos. Las chicas parecían tener una cosa por los chicos que sabían cómo
rockear y llevar una melodía. No yo. Me juntaba con Luckas porque lo conocía
desde la secundaria. Recientemente habíamos comenzado a salir pero antes de eso
éramos solo amigos.
misma una interminable incomprendida. Tenía pocos amigos y aún menos motivos
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para sonreír. Preferiría perderme en un libro de Edgar Allen Poe que ver el último
reality show de la televisión, como los chicos de mi edad. En vez de quedarme a
dormir fuera de casa o sentarme alrededor con las chicas en la escuela. Steven King
y Anne Rice eran mis mejores amigos, contándome historias que hacían que mi
vida pareciera inocente y dulce. Tenía miedo de acercarme a cualquiera porque si
lo hacía, se irían. Todos siempre lo hacían.
Yo era diferente. A diferencia de los otros chicos, sabía lo que era pasar
hambre. Preguntarme si tendría un techo sobre mi cabeza al día siguiente. Saber
que solo estaba a un segundo de ser una persona sin hogar. Si vivir así me hacía
rara, entonces era rara.
El caliente y húmedo aire del verano me golpeó tan pronto como salí del
club. Mi fino vestido de algodón se pegaba a mi piel, absorbiendo mi sudor. Tiré de
él lejos de mi cuerpo, esperando una brisa. En su lugar, una ráfaga de viento del sur
levantó mi largo pelo y lo arremolinó alrededor de mi cara, bloqueando mi visión.
Cogí unos mechones negros y los metí detrás de mi oreja, mis cortas uñas color
rojo enganchándose en algunas partes.
No siempre había tenido el pelo negro. El día que cumplí dieciocho años,
decidí que necesitaba un cambio. Uno grande. Así que teñí mi pelo rubio a negro.
Todavía era largo y con gruesos rizos suaves al final, pero ahora los tirabuzones
eran del color de la medianoche, haciendo a mis ojos verdes incluso más brillantes
y más vivos, incluso si así no es como me sentía.
Con el pelo negro como la tinta y el exceso de ropa femenina, era una
contradicción en la moda, confundiendo a los que no me conocían. Es por eso que
Lukas y yo éramos perfectos juntos. Él tenía sus propios fantasmas a los que hacer
frente y yo tenía los míos. Todo el mundo pensaba que Lukas era un emo fantástico
pero yo pensaba que era profundo. Pasábamos horas sentados hablando de la vida.
Él tenía estas perspectivas retorcidas de vida-versus-muerte que yo encontraba
interesantes. Incluso la banda cantaba canciones con letras sobre humanos sin
emociones intentando amar. A veces no los entendía pero la música era
enloquecedoramente buena y divertida para bailar.
Siempre que había alguna fiesta o una franja de carretera vacía, se podían
encontrar corredores callejeros mostrando sus coches y carreras por el título del
coche más rápido de los alrededores.
Caminé entre un negro suave Shelby GT500 y un Honda Civic azul eléctrico.
Lukas tras de mí. Ambos coches eran chulos, posicionándose en ruedas de alta
calidad. Sintonizados al máximo con las últimas piezas de rendimiento. Lo sabía
porque mi hermano amaba sus coches.
—Esa banda daba ganas de vomitar —gritó Lukas sobre el sonido de los
motores que nos rodeaban—. Quiero decir, ese bajista realmente me golpeó la
cabeza. ¿Qué pensaste? ¿Era alguna mierda hecha o qué?
—Tú lo sabes —Lukas rió entre dientes, entrelazando sus dedos con los
míos. Me di la vuelta, caminando hacia atrás mientras mantenía su mano.
—¿Y ahora qué? No estoy cansada y es temprano. Vayamos a hacer algo más
—dije, esperando que estuviera de acuerdo. Realmente no quería volver a casa.
Casa significaba un remolque deteriorado y una madre drogada ausente. Solo
quería escapar, por lo menos una noche.
Luego estaba mi hermano, Bentley. Él era dos años mayor que yo y patearía
el culo de cualquiera que intentara tener sexo conmigo. Él llevaba la
sobreprotección a otro nuevo nivel. Bentley era un verdadero tipo duro,
ahuyentando a muchos de los chicos que venían a mí alrededor. Lukas era uno de
los que más tiempo había estado pegado a mí, pero era solo cuestión de tiempo
antes de que fuera forzado a huir.
—Sí, algo así. —Dijo llevándome a una parada entre dos Camionetas
Slammeds.
loco, igual que el vestido blanco que llevaba. Éste me llegaba a la mitad del muslo y
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mostraba mis piernas perfectamente. Ese es el por qué me puse esto esta noche.
Para sentirme normal. Aceptada. Una parte de mí quería eso mientras la otra parte
de mi luchaba con el pensamiento de ser como mi madre.
—No estoy segura de sí deberías quedarte en casa, —le dije a Lukas dándole
una débil sonrisa—. ¿Y si mi hermano viene a casa? Te matará.
—Bueno, podríamos volver a tu casa y ver una peli. Solo pasar el rato. Ver
qué pasa.
Miré hacia arriba. Desde que era una niña me gustaba ver a los insectos en
las luces de la calle que alineaban nuestro barrio. Me recodaban a pequeños
humanos, pasando volando alrededor febrilmente. Veía la luz como algo que todos
queríamos, todos y cada uno de nosotros. Era una necesidad, un deseo que nos
hacía ser un enjambre pasando alrededor ansiosamente, golpeando al otro sin
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cuidado. Para mí esa luz representaba el amor. Si estabas muy cerca de él, eras un
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fracasado. Podía destruirte. Eso pasaba con estos pequeños insectos y lo vi pasar
con mi madre. Ella fue absorbida en la luz de mi padre, incapaz de resistirse, ella se
golpeó y todavía no se había recuperado. Los inteligentes se mantenían alejados de
la luz, volando a una distancia segura de ella. Planeaba ser uno de esos inteligentes.
Cole Walker.
Destruyéndome.
Cole Walker llegó justo en el momento que había renunciado a que mi padre
alguna vez regresase a casa. En el tiempo que renuncié a todo, incluyendo el tener
una vida normal.
El día que conocí a Walker, no pude quitar los ojos de su remolque, mientras
Bentley y yo lo pasábamos temprano una mañana en nuestro camino a la escuela.
Llegábamos tarde de nuevo, pero no me importó. Estaba más preocupada por
nuestros nuevos vecinos. ¿Quiénes eran? ¿De dónde venían? ¿Tenían hijos? Era
curiosa en aquel entonces, por decir lo mínimo.
Él voló hacia los escalones del porche como un murciélago salido del
infierno. La puerta frontal se estrelló detrás suyo, pero no creo que le importara.
Con furiosas zancadas se apresuró, luciendo como el demonio que era con su cola.
Hice lo que mi hermano dijo porque para mí Bentley era un dios. Era fuerte
y valiente, no le temía a nada ni nadie. Levanté la mirada hacia él porque parecía
tener todas las respuestas. Pero entonces, minutos después, mi curiosidad se
aferró a mí de nuevo. ¿Quién es el chico y por qué está tan enfadado? ¿Es ese su
papá? ¿Él es cruel como mi mamá lo es a veces?
agua de nuevo, así que tuvimos que lavarnos los dientes con un recipiente medio
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Mamá.
Los ojos pequeños y redondos ojos de Pam Man miraron fijamente a Bentley
desde el asiento del conductor mientras se deslizaba junto a nosotros.
—No estoy hablando contigo, niño —gruñó, con crueldad en los ojos—.
Quédate callado.
Pam Man frunció el ceño, pero cuando miró de vuelta hacia mí, una astuta
sonrisa iluminó su rostro.
Estábamos casi en la parada del cochebús cuando Pam Man insistió en que
me metiera en el coche con él de nuevo. Para ese momento mi corazón estaba
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corriendo demasiado rápido, al igual que lo hacía cuando estaba nerviosa. Era casi
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Y no estaba equivocada.
Pam Man ralentizó el coche hasta detenerse junto a la curva y lo llevó hacia
el parque. Se bajó mientras nosotros seguíamos caminando, su larga forma
extendiéndose desde detrás del timón.
Habíamos solo dado unos pasos cuando, de repente, Pam Man se detuvo
justo en frente nuestro. Olía a café y colonia barata, dos olores que odiaba.
—Ella no irá a ninguna parte con usted, Señor. No es nuestro padre, así que
deje de intentar actuar como uno —dijo. Estaba siendo poderosamente valiente,
considerando con quién estaba hablando.
Intenté llegar a Bentley y grité, dejando caer mi mochila de Hello Kitty sobre
la acera. Pam Man ignoró mis gritos, arrastrándome fuera de la curva, y hacia la
puerta posterior de su coche. Traté de pelear contra él, retroceder, pero era más
fuerte.
Dejé salir otro grito alto. Estaba haciendo demasiado ruido, pero temí que a
nadie le importara. En mi vecindario no mucha gente se inmiscuiría en una pelea
que involucrara a alguien como Pam Man. La gente de aquí tendía a meterse en sus
propios asuntos. Y no querían tener nada que ver con alguien como él.
Un sucio policía.
Incluso a los diez años, sabía que meterme en un coche con este hombre no
era seguro a pesar de la insignia en su camisa. Así que, dejé salir otro grito. Y otro.
Simplemente no dejé de gritar.
Empecé a pelar con él, golpeándolo con mis pequeños puños mientras
intentaba meterme dentro del coche. Pero no sirvió de nada. Era demasiado fuerte
para mí.
Una vez vi una pintura de un demonio. Una de las señoritas de cabello azul
en la Iglesia de Servicio de Saint Mary me había mostrado una imagen de una
noche fría de invierno durante una cena de “Alimenta a los Desfavorecidos.”
Cuando me entregó una taza de sopa aguada, me contó acerca de Lucifer y de cómo
tentaba a los chicos y chicas buenos. El chico corriendo hacia mí me recordó esa
pintura. Su cabello era negro y sus ojos oscuros. No tenía una cola bifurcada o
cuernos puntiagudos, pero tenía una crueldad en él que no podía ver con
seguridad.
Luché contra Pam Man mientras el chico nuevo corría hacia nosotros.
Cuando estuvo lo suficientemente cerca, arrojó su mochila al suelo, sin romper sus
zancadas nunca. En segundos, estaba a mi lado, su puño elevado, su puntería
perfecta. Se balanceó, atrapando a Pam Man en la mandíbula. Pam Man cayó hacia
atrás, pero mantuvo un firme agarre en mí, arrastrándome con él mientras caía.
salpicara de sus fosas nasales, gotas de ella aterrizando en mí. El chico acababa de
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Estaba rojo y ardía por los dedos de Pam Man, pero estaba bien. Asentí, tan
asustada que pensé que vomitaría. Un gruñido seguido de un golpe vino desde
detrás de mí. Me volví, viendo algo que se quedaría conmigo durante un largo
tiempo.
El chico nuevo aún seguía golpeando a Pam Man. Una y otra vez, enterraba
su puño en el rostro y el estómago de Pam Man. Nunca había visto a un niño darle
una paliza a un hombre adulto, pero estaba sucediendo justo en frente de mis ojos.
Pensé que nunca se detendría, pero después de un tiempo, lo hizo.
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CAPÍTULO 3
-Sam-
Traducido por Ritita
Corregido por katiliz94
No mucho había cambiado desde ese día hace nueve años. Walker seguía
siendo el mejor amigo de Bentley y todavía propenso a la ira y la violencia. Lo
único que había cambiado era que yo ya no le temía.
Simplemente lo odiaba.
Cerca había dos chicas de pie, pareciendo que estuviesen listas para
arrancar las ropas de Walker y Bentley. Una era rubia, la otra morena. Yo las
llamaba su tipo de perras porque ellas harían cualquier cosa con un coche rápido.
Bentley las llamaba la presa fácil del día.
—¿No podemos tener una noche normal sin tu hermano metiéndose con
nosotros? —se quejó Lukas detrás de mí—. Siempre está en mi maldito recipiente.
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Walker era una historia diferente en general. A nadie le gustaba mucho Walker.
—Solo ignorémosles. Quizás no se den cuenta y nos dejen tranquilos —dije,
arrastrando a Lukas detrás de mí mientras empezaba a caminar rápido. Me moví
hacia la izquierda, esquivando el aspecto oscuro del coche negro de Walker.
—¡Hey, hermanita!
—Estoy bien —respondí con una dulce sonrisa—. Pero te veré después. —
Me di la vuelta para irme, agarrando la mano de Lukas otra vez, pero sabía que
Bentley no me dejaría irme tan fácilmente. Como dije –el chico era sobre protector.
—Creo que deberías ir a casa con nosotros, Sam. Lo digo en serio —dijo con
voz severa.
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La irritación creció en mí. Con mi madre fuera la mayor parte del tiempo y
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—Dije que estaba bien, Bent. Lukas me va a llevar a casa —dije en voz
tranquila que ocultaba mi frustración.
—Sam, juro… —el sonido de la grava crujió bajo las botas de Bentley
mientras daba unos pasos para seguirnos.
Una profunda voz afilada con dureza rompió a través del sonido alto de los
motores de los alrededores, interrumpiendo a Bentley.
—Déjalos solos, Bent. ¿No ves que están buscando un lugar tranquilo para
hacerlo? Está escrito en la cara de su novio. Él quiere algo y está planeando
obtenerlo de tu hermanita.
Me detuve. Toda la sangre dejó mi cara. Me sentí enferma, tan enferma del
estómago y casi vomité. La profunda voz que sonaba como si estuviese hecha de
orina y vinagre rechinaba en mis nervios. Solamente el mismo diablo podría sonar
tan retorcido como ese hombre.
Walker.
Dejé la mano de Lukas pero no me di la vuelta. Todo lo que podía hacer era
concentrarme en la rabia creciendo dentro de mí y el latido salvaje de mi corazón.
Escuche más botas crujiendo en la grava mientras Walker se acercaba.
—No puede esperar a poner las manos en ese pequeño vestido que tu
hermana tiene puesto. Tú lo sabes y yo lo sé. Me pregunto si ella lo sabe —dijo
Walker con ese sonido como una risa en su voz—. La pregunta es, ¿qué vas a hacer
con eso, Bent?
Por ahora Lukas había virado de una cara a otra de los hombres que eran
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por lo menos unos pies más altos que él y quizás cincuenta libras más pesados. Él
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no era cobarde pero era estúpido si pensaba que podría tumbar a Bentley y
Walker. No estaba segura de que alguien pudiera.
Di unos rápidos pasos que me clavaron justo frente a Walker. Sabía que
estar de pie cerca de él era peligroso (sino completamente estúpido) pero tenía
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Mirándolo, vi una sonrisa cruzar por su demasiada perfecta cara. Sus ojos,
tan llenos de traviesa negrura, me miraron de pies a cabeza. Su sonrisa creció
cuando sus ojos aterrizaron sobre el aro de mis labios. Eso me volvió loca. Se había
reído de mí tan pronto como me teñí el pelo y me puse el aro en el labio. Dijo que
parecía un duende del infierno. Pero eso no fue lo peor. Dijo que mi pelo aún era
precioso, pero ahora estaba tan negro como mi corazón. Como si él fuera el único
que hablase. Tenía una enorme viruta sobre su hombro que yo quería sacar con
tanta desesperación. Aquí estaba mi oportunidad.
—Ignora a Walker, Bentley —dije con una dulce sonrisa, manteniendo los
ojos sobre Walker—. Tú también, Lukas. Todo el tiempo en reformatorios lo han
jodido a lo grande. De hecho, perdió tanto tiempo ahí que no sabría lo primero
sobre conseguir algo a menos que la polla de alguien más estuviese involucrada.
Me acerqué más a él, pie contra pie y manteniendo una mirada inocente en
mi cara.
—Oh, sé lo que estoy haciendo, Walker. La pregunta es, ¿lo sabes tú?
—Bent, ¿sabías que Walker se ofreció mostrarme lo que podía hacer con
su… equipamiento? Pero dije que no y ahora está celoso. Son sus manos las que
quisieran levantar este vestidito. No las de Lukas.
causa de ella.
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Walker gruñó y dio un paso cerca, colocando su cuerpo cerca del mío. Me
congelé cuando se inclinó, su boca cerca de mi oreja.
Bufé. Lukas no tendría una oportunidad en una pelea con Walker. Él dejaría
a Lukas en el suelo en segundos.
Vi a Sam alejarse en ese pequeño vestido que apenas le cubría el culo. Ella se
balanceaba de un lado a otro, burlándose de mí. Sólo era un centímetro más alto...
Miré a Sam hasta que desapareció entre dos coches aparcados con ese
perdedor de Lukas. Lo que vio en él, no tenía ni idea. En mi libro él no era más que
un niño. Y lo que Sam necesitaba era un hombre, pero estaba claro que yo no iba a
ser voluntario.
—No siento algo por tu hermana, Bent, así que cierra la maldita boca —dije,
girando y caminando enfadado hacia mi coche. La morena, Chrissy creo o como se
llamase, me estaba esperando. Al menos ella no me hacía querer estrangularla, a
diferencia de cierta niña bonita de pelo negro.
cuerpo preparado para follar y una boca hecha para chupar. ¿Por qué ella tenía que
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—No quiero ser parte de Sam. Créeme. Ella no es mi tipo —le dije, forzando
mi labio a enrollarse. En realidad no era verdad, sino que Bent no necesitaba saber
eso. Cualquier mujer era mi tipo, pero estaría condenado si ponía a Sam en esa
categoría. Ella no era una mujer, ella era... Sam.
Mientras caminaba hasta mi coche, Chrissy abrió la boca para decir algo,
pero no le tomé importancia. Ya no estaba de humor para un polvo rápido. De
repente, quería algo más y me molestó.
Me burlé.
—No tanto como tú —dije, mientras subía al asiento del conductor. Sí, había
estado bebiendo, pero era un borracho. Que podía manejar mi alcohol. Bentley por
otro lado se emborrachaba rápido. Un par de copas y ya no podía ver bien. Podría
ser un imbécil, pero no dejaría que mi amigo condujese borracho. Incluso si esos
amigos tenían hermanitas a las que quería estrangular.
mientras Bent daba la vuelta para el lado del pasajero. Chrissy y su amiga no se
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veían felices porque nos estuviésemos yendo, pero podían encontrar a alguien más
para abrirse de piernas. Estoy seguro de que habría un montón de tomadores.
3Empujando margaritas: Originalmente pushing daises; juego de palabras que significa algo así
como que sirve de abono para las plantas o en este caso, muerto.
Estiré las piernas, sintiendo los resortes que daba el viejo asiento del
conductor. Estaban dispersos, unos sobresaliendo del material por aquí y por allá.
Mi coche olía ligeramente a grasa de motor pero siempre lo había hecho desde el
momento que lo traje a casa. Pagué unos malditos dos mil dólares por este pedazo
de mierda hace unos años, usando el dinero que gané trabajando en la
construcción. Tomé una gran cantidad de horas por Bent para poner a correr a este
viejo coche, pero ahora ronronea como un pequeño gatito. Si había alguna cosa en
la que era bueno, era trabajando en cualquier tipo de máquinas. Especialmente
coches.
Me pasé una mano por la barbilla antes de ponerla en la parte superior del
volante. Mis dedos tocaron el salpicadero mientras que las palabras de Bent hacían
eco en mi cabeza.
Él tenía razón. Sam había pasado por un infierno. Todos lo pasamos. Ella y
Bent perdieron a su padre. Yo perdí a mi madre. Su madre gasto cada centavo que
ganaba en drogas y en licor barato. Mi padre gastaba su dinero en cerveza, vodka y
whisky. Ambos de nuestros padres habían renunciado a la vida sólo a causa del
amor perdido. Su padre los abandonó, dejando dos niños pequeños y una esposa.
Mi madre dejó este mundo, consumida por el cáncer. El día que ella murió, mi
padre se convirtió en una persona diferente. Su mejor amigo se convirtió en una
botella de Jim Beam y su puño se había convertido en la única forma de mostrarme
alguna atención. Había recibido más golpes que abrazos. Todo porque el amor le
había convertido en una persona amarga y enfadada. Juré que nunca permitiría
que eso me hiciese a mí.
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Era un criminal.
Luego estaba el día en que Bentley llegó corriendo a mi casa. Sam estaba
enferma, vomitando todo lo que había en su estómago. No habían visto a su madre
en una semana y no tenían ni idea de cómo encontrarla. Bentley se asustó y pensó
que Sam se estaba muriendo, estaba muy enferma. Recuerdo que corrí hacia su
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Seguí a Bent hasta el sucio remolque, usado para el lío en el que ellos vivían.
Pero esta vez, me sorprendió enterarme de que su madre se había olvidado de
pagar la factura de la luz. Durante dos semanas, Bent y Sam vivieron sin luces o una
nevera que funcionara. La poca comida que su madre había comprado estaba
podrida. Recuerdo haber visto en rojo cuando escuché eso.
Todavía estaba echando humo como loco cuando Bent me llevó al cuarto de
Sam. Lo que vi hizo que mi estómago se retorciera. Estaba tumbada en la cama, su
pequeño cuerpo acurrucado en una bola. Su rostro estaba pálido y su hermoso
cabello rubio se pegaba en su frente sudorosa. Ella era delgada como un palo y
demasiado pequeña para su edad. Culpé a los años de mal nutrición por ello.
—Tal vez deberíamos llamar al 911 —dije, con miedo de tocarla. Ella se veía
tan frágil que de repente yo estaba enfadado. Enfadado con una madre que dejaba
solos a sus hijos. Enfadado con un padre que podía alejarse de su familia y dejarlos
en esas condiciones.
Su respiración era entrecortada, jadeante. Ella ni siquiera abrió los ojos para
mirarme. Después de unos segundos de mirarla, tuve el valor suficiente para tocar
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—No tenemos nada. No hay Tylenol o cualquier cosa —dijo Bent, sonando
asustado.
Me puse de pie. Ya estaba decidido antes de que incluso dejara de hablar.
Dejé a Bent y Sam y me dirigí a casa. A los catorce años, ya sabía cómo
conducir. Tomé la camioneta de mi padre y me fui a una farmacia local. No podía
pensar bien todo el tiempo. Sólo podía recordar el pálido rostro de Sam y el sonido
de su respiración jadeante. En la tienda que finalmente conseguí actuar, metí una
botella de aspirina y una caja de la medicina contra la gripe en mi chaqueta. Un
segundo después una mano grande y carnosa estaba envuelta alrededor de mi
brazo, deteniéndome. Miré hacia la enfadada y enrojecida cara del dueño de la
tienda y supe que había sido pillado con las manos en la masa.
No fue mi primer encuentro con la policía, pero ellos querían que fuera el
último. Pronto estaba siendo llevado a un centro de detención a la espera de un
juicio. Mientras estaba sentado en la prisión juvenil con los otros criminales
adolescentes, todo lo que podía pensar era en Sam, preguntándome si estaba bien.
No me enteré de que ella estaba bien hasta una semana después cuando
llamé a Bentley desde el reformatorio. La enfermedad de Sam había llegado a su
fin, no gracias a mí o a cualquier medicamento. Me alegré, pero todavía estaba en la
cárcel, mi propio padre se negaba a hacer mi fianza.
Cumplí mi condena por ese crimen, pero no fue nada comparado con lo que
Sam me hizo atravesar casi un año después. El día que entramos a un motel
abandonado fue un punto de inflexión para nosotros. Uno del que nunca
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podríamos escapar.
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CAPÍTULO 5
-Walker-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
Estaba en casa.
Metí la mano dentro del coche junto a Lukas y crucé los brazos sobre mi
pecho, ya no prestando atención a las casas en mal estado y registrando los
edificios desolados que pasaban. Todavía estaba pensando en Walker. Lo odiaba,
me recordé a mí misma. Y tenía todo el derecho a hacerlo.
pedazo de infierno.
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Pero yo no lo hacía.
—El lugar está tan vacío como la billetera de mi viejo —dijo Walker, su voz
mucho más profunda que la de Bentley a los quince años—. No he visto un alma
por allí durante al menos una semana. No hay nada que temer, Bent.
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—No tengo miedo de una mierda —dijo Bent, tirando de su brazo hacia
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Me alisé la camisa desteñida, imaginando que era algo bonito y elegante. Era
demasiado pequeña para mí, pero mamá la había conseguido de forma gratuita, así
que la usaba. Me encantaba su color –un rosa suave que hacía que mi pelo
pareciese oro. Papá siempre me decía que me veía hermosa en rosa. Era una pelea
lo único que podía recordar a él.
—¿Vienes, Sam?
—¿Realmente vas a traerla, Bentley? ¿No podía quedarse en casa o algo así?
Era un viejo motel, como algo salido de una película en blanco y negro. El
techo era plano. Las puertas eran de color marrón y el aparcamiento estaba vacío.
Charcos de agua estaban esparcidos aquí y allá, llenando baches que
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Hice una mueca. A los trece años, no hacía cosas sólo porque podía. Hacía
cosas porque tenía una razón. Lo que Walker decía no me parecía muy bien. Pero él
hacía un montón de cosas que yo no entendía.
Abrí la boca para decirle que no pensaba que entrar a un motel fuera una
buena idea pero él caminaba por delante, dejándonos a Bentley y a mí
apurándonos.
Cemento roto crujía bajo mis sandalias mientras me apresuraba tras Walker
y Bentley. Una pequeña piedra encajó contra mi dedo gordo del pie y me corté. Me
detuve para sacarla, sin darme cuenta de que estaba de rodillas en medio de la
zona de aparcamiento muy abierta.
Saqué la piedra de forma rápida y me puse de pie. Si había una cosa que
podría volverme loca como una avispa era Walker llamándome por mí apellido —
Ross. Sonaba como un nombre de chico. Todos me llamaban Sam en lugar de
Samantha. No lo necesitaba a él llamándome Ross también.
—No me llames Ross —le advertí, empujando más allá de él—. Mi nombre
es Samantha.
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directamente hacia el motel, sin parpadear cuando la luz brillante del sol se reflejó
en una pieza de metal en la carretera y me cegó.
Miré a su espalda, lista para descargar mi mala actitud en él. Estaba caliente
y hambrienta. Dios, tenía tanta hambre. No había comido mucho últimamente.
Entre la falta de alimentos y el calor del verano, estaba de mal humor y cansada.
—Mantén un ojo fuera, Bent —dijo, hablando en bajo para que su voz no se
escuchara—. Si ves problemas, agarras a Sam y te alejas corriendo. ¿Lo tienes?
magro salario iba para otras cosas. Cosas como esas pequeñas píldoras que le
gustaban.
Cerca de la parte trasera del edificio había una puerta de metal sólida
marcada con un “Propiedad Privada—Mantenerse fuera” con pintura roja con
manchas. Nos detuvimos frente a ella y Walker giró el pomo, empujando con el
hombro. Contuve la respiración, esperando que algo terrible sucediera.
No era mucho, pero nos permitió una pequeña abertura por la que
podríamos desplazarnos. Walker hizo un gesto a Bentley para que fuese primero y
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luego a mí. Bentley se movió dentro, apenas entrando. Yo estaba al lado, pero no
tuve ningún problema para entrar. Ser pequeña tenía sus beneficios.
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El chico nos miró con hostilidad, de pie delante de la puerta del pasillo
abierto.
—Walker.
Los labios delgados del chico se alzaron en una sonrisa incómoda. Metió las
manos en los bolsillos y rodó hacia delante sobre las puntas de sus pies.
—Él es mi primo, hombre. Y está aquí —dijo el niño con orgullo con un
fuerte acento, de repente amigable.
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Sólo habíamos ido unos pocos metros cuando el chico encendió una cerilla
contra la pared. La llamarada iluminó el pasillo. Sostuvo el extremo encendido de
un cigarrillo y luego sopló la llama, proyectando sombras en el pasillo otra vez.
Tomando una profunda calada a su cigarrillo, nos miró, soplando una bocanada de
humo.
—Ella no es ningún bebé –es mi hermana. ¿Tienes algún problema con eso?
El chico me estudió como si yo pudiese saber bien con su cena. Miré hacia
atrás, sin dejarle ver lo asustada que estaba.
—Mantenla fuera del camino y estaremos bien. ¿Lo tienes? —dijo el chico,
aplastando el final de su cigarrillo en la alfombra gastada bajo nuestros pies.
Había visto a Walker combatir con chicos mucho más grandes que éste y
ganar sin un rasguño o un moretón en él. Este chico no tenía una oportunidad.
—No hay problema. Ella puede quedarse. No hay chicas aquí. Eso es todo —
44
Con miedo, seguí a Bentley y Walker. Unos pocos metros más y estábamos
entrando en otra habitación. A mis ojos les tomó un minuto adaptarse a la luz que
entraba por una ventana después de estar en el pasillo oscuro. Cuando finalmente
lo hicieron, me di cuenta de que estábamos en la entrada principal del motel.
Seguimos al niño a través del vestíbulo a otra habitación. Ésta era tan mala
como la otra. Papeles y cajas vacías por todas partes. Las sillas rotas estaban
giradas y había unas cuantas mesas a las que les faltaban patas. El techo también se
había desplomado en una esquina, dejando los cables y el aislamiento térmico
colgando.
iban desde los trece años a más mayores que Walker y Bentley. Se veían malos y
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peligrosos, desde las cadenas colgando en los lazos de su cinturón hasta la banda
alrededor de sus gafas. La sed de violencia se veía en sus ojos y rezumaba en su
lenguaje corporal.
Porque crecí en el barrio pobre de la ciudad, había visto a chicos como estos
conduciendo por la calle y de pie en las esquinas. Llevaban sus colores de pandillas
con orgullo y siempre estaban buscando problemas.
Uno de ellos con la punta de una botella en los labios, tomando un largo
trago de algún tipo de licor. Tenía el aspecto de un líder, alguien poderoso y
arrogante. Sus ojos se posaron sobre nosotros, uno a la vez. Cuando me miró
fijamente por más tiempo, me puse nerviosa. Algo me estaba diciendo que tuviese
miedo de este tipo.
Walker debía haber visto el interés del líder en mí, porque cambió al otro
pie, colocando su cuerpo frente al mío. En un día normal, habría puesto los ojos en
blanco y lo empujaría fuera del camino, pero esta vez no lo hice. Estaba demasiado
nerviosa y asustada.
El líder tomó otro trago, con los ojos pegados en nosotros. El sonido de
salpicaduras de alcohol alrededor de la botella interrumpiendo la tensión tranquila
en la habitación, enviando malestar a través de mí.
Después de un largo trago, el líder bajó la botella, dejando que colgara entre
sus piernas dobladas.
4
Original en español.
Contuve la respiración, esperando el momento en que uno de estos chicos
atacara. Quería agarrar a Bentley y huir corriendo con él, pero en vez de eso me
quedé quieta.
Había dos tipos de personas en mi lado de la ciudad —los que tenían y los
que tomaban. Estos chicos eran los tomadores, a los que no les importaba de qué
color era tu piel o qué idioma hablabas. Cuando querían algo, lo conseguían. Eran
los miembros de una banda, criminales; los que controlan las zonas de la ciudad.
Tenían reglas estúpidas y razones aún más estúpidas para estar en una banda,
pero eran peligrosos. Bentley y yo sabíamos que era mejor mantenerse alejados de
ellos. Pero Walker no.
Tragué, casi siendo capaz de sentir la quemadura. Una vez mamá dejó una
botella de licor medio vacía en la mesa de café. Yo tenía unos ocho años en el
momento y era curiosa. Quería ver lo que a ella le gustaba tanto de las cosas. Así
que tomé un gran sorbo, sosteniendo la botella con las dos manos. Tan pronto
como el líquido golpeó mi garganta, el fuego había corrido por mis entrañas. Tosí y
me atraganté, sintiendo que me estaba muriendo. Nunca olvidaré eso. Bentley se
había enfadado conmigo durante días, diciendo que el alcohol era sólo para
adultos.
Pero Walker no era adulto y estaba bebiendo tragos como si no fuera la gran
cosa. No se sentía bien verlo beber. Como un mal presagio, tuve la sensación de que
ese sorbo de alcohol sería el comienzo de algo que lo desgarraría y lo cambiará
para siempre.
El chico resopló.
5
Es una manera mexicana de decir amigo, compañero, hombre.
Quería gritarle a Walker, decirle sobre lo que estaba a punto de aceptar, no
valía la pena. Quería decirle que podíamos sobrevivir juntos. Sólo él, Bentley, y yo.
Sin necesitar drogas o alcohol para ayudarnos a hacerlo. Pero sabía que Walker
nunca me escucharía.
—No. No es lo mío.
El chico dio unos pasos hacia adelante hasta que estuvo sobre la cara de
Walker.
Decisión cruzó por el rostro de Walker. Quería ir hasta él y tirar las pastillas
de su bolsillo. Arrojárselas a Manny. Pero no lo hice. En algún lugar cerca, escuché
una puerta de un coche golpear. Luego otra. Miré a Walker luego a Bentley,
preguntándome si habían oído lo mismo.
profundas que hicieron eco por el pasillo. Las puertas se abrieron de golpe,
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Bentley me agarró del brazo cuando un par de chicos volaron más allá de
nosotros. Arrastrándome detrás de él, empezó a correr por una pequeña escalera
de la sala principal, después de todos los demás. Walker estaba detrás de nosotros,
los sonidos de sus botas eran el único ruido que podía oír sobre la sangre
corriendo en mis oídos.
Corrí tan rápido como pude por las escaleras y por un pasillo. La mano de
Bentley estaba apretando mi brazo, pellizcando mi piel, pero no me importaba.
Solamente quería escapar.
Justo cuando pensé que podría gritar por sentirme atrapada, una fracción
de luz apareció por delante. Venía de debajo de una puerta, sólo una delgada línea
de luz solar. Pero eso significaba que en el otro lado había una salida. Un camino a
la seguridad. A nuestra libertad.
—Maldita sea, no se abrirá —dijo, sin aliento. El sudor corría por su rostro y
su cabello empapado. Miró por el pasillo, pánico en su rostro. Podía escuchar el
sonido de gente corriendo detrás de nosotros, pero me negué a mirar. No quería
saber lo cerca que estábamos de ir a la cárcel.
Estaba de pie, inmóvil, con los brazos levantados por encima de la cabeza.
Un haz de luz dirigido a su cara, cegándolo. Intentó cubrirse los ojos pero en el
fondo una voz de hombre gritó que mantuviera las manos en alto.
—¡Corre!
—Él estará bien, Ross —dijo, con los ojos fijos en nuestro entorno—. Ahora
quédate quieta.
—Pero...
51
Mantuve los ojos en la puerta, esperando y sabiendo que era sólo cuestión
de tiempo antes de que la policía nos encontrara.
rasguño en él por el cristal roto. Eso me hizo preguntarme cuántas veces había
entrado en una casa o negocio.
Sus pies tocaron el suelo por debajo un segundo más tarde. Se volvió y me
miró.
Empecé a tirar una pierna sobre el alféizar, pero los oficiales detrás de mí
comenzaron a gritar—: ¡No te muevas! ¡No te muevas!
Walker miró detrás de mí, viendo los rayos de la luz del flash. Con horror, vi
como dio un paso atrás, luego otro.
Ahora estaba sola. Bentley fue detenido por la policía y Walker me había
dejado.
Me dejó.
Bajé las manos desde el alféizar de la ventana y me volví. Los rayos de luz
me cegaron, haciéndome entrecerrar los ojos.
Pam Man extendió la mano y tocó el cuello de mi camisa, sus dedos frotando
a lo largo de mi piel. Me encogí y traté de alejarme, pero él agarró un puñado de mi
camisa y me arrastró hacia adelante.
—Tu madre va a tener que arreglar esto, niña —dijo, mirando hacia la piel
desnuda de mi estómago, expuesto por su agarre en mi camisa. Se pasó la lengua
por el labio inferior, sus ojos hambrientos.
Luché contra él, tratando de hacer palanca y alejar sus manos de encima,
pero no sirvió de nada. Su agarre era demasiado apretado.
Su aliento apestaba, con olor a café rancio. Mirando hacia abajo a mi pecho,
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—¿No tienes nada que decir? Bueno, entonces qué hay de esto... —dijo Pam
Man, pasando un dedo por mi cuello, deteniéndose en mi clavícula—. Tú me dices
quien era ese chico que estaba contigo y si tiene las drogas con él, entonces te
dejaré ir. —Su mano volvió corriendo hasta mi garganta, acariciándome con sus
dedos—. No se lo diré a tu madre y dejaré que tu hermano se vaya también.
Pam Man me dio una sacudida con fuerza, haciendo que mis dientes
castañearan.
Miré por la ventana, recordando cómo Walker solo me había dejado atrás.
Nunca olvidaré su rostro mientras se alejaba. Nunca.
Pero cuando los policías aparecieron, todo cambió. Me olvidé de las drogas.
Mi única preocupación era mantener a Bent y a Sam fuera del motel a salvo. Sí, dejé
a Sam detrás. Lo hice. Pensé que la policía lo encontraría fácil si ella estaba sola.
Ella no tenía un historial como yo. Si la encontraban conmigo, alguien que tenía
una hoja de antecedentes que se leía como una maldita novela, la policía la
arrastraría hasta la prisión solo por asociación. Lo que nunca esperé fue que ella se
fuera a volver contra mí por salvar su propio trasero.
El día que salí de las cocheridades fue el día que Sam comenzó a odiarme. El
día que no pudo soportar mirarme.
—Un día voy a dejar esta meada y mediocre ciudad y me voy a llevar a Sam
56
carretera, dejando la calle de carreras ilegales detrás—. Haremos una nueva vida y
olvidaremos este lugar. Hasta entonces, tócala o incluso mírala mal, Walker, y estás
muerto incluso si eres mi mejor amigo.
—Genial, Bent. No voy a tocar a Sam. No juego con niñitas —dije, intentando
olvidar la forma en que ella me miró esta noche, de pie frente a mí, diciéndole a su
hermano que yo la deseaba.
Y lo odiaba.
La idea de mis manos entre sus piernas me hacía desear que yo fuera una
persona diferente. Tal vez una que hiciera lo correcto con Samantha Ross.
—Diablos, Walter, creo que mi hermanita fue la que se te tiró con rapidez.
Hace eso mucho, colega.
—Gracias, Tammy.
Osciló un adiós y aceleró hacia la calle. La primera vez que vio el decrépito
remolque en el que vivía, estuve avergonzada. Quería esconderme debajo del suelo
de su coche y desaparecer. Ya que había tenido opción, había abrazado mi bolso
contra mi pecho y levantado la barbilla en su lugar. Tammy nunca dijo nada sobre
mis condiciones de vida. Nunca preguntó por qué mis padres no me recogían o por
qué mi hermano era la única persona de quien hablaba. Por lo que estuve
agradecida. No quería su lástima. Solo quería su amistad.
Siempre lo hacía.
Una gorda gota de lluvia golpeó la parte superior de mi cabeza. Otra golpeó
el puente de mi nariz. Dejé salir un pesado suspiro y me apresuré hacia mi casa.
Intenté verlo desde el punto de vista de Tammy, una solitaria y grande caravana
blanca, sucia y que estaba colocada sobre bloques de cemento irregulares. Un lado
del techo estaba hundiéndose precariamente y muchas de las placas faltaban. El
garaje para un coche que se situaba al lado del remolque había colapsado, todo en
él enterrado. El patio no era mucho mejor. El césped daba paso a la tierra y hierbas,
dejando nada más que un triste hoyo de negligencia y barro.
Hogar dulce hogar. Más triste que dulce. Más albergue que hogar.
E irritante.
complexión o los marcados músculos que ocultaba tan bien. Su cabello negro
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Eché un vistazo dentro del único baño que teníamos, buscando a mi madre.
No estaba ahí. Solo una apestosa y mohosa bañera me miró en respuesta. Pero un
segundo después la encontré en su dormitorio.
La sacudí hasta que sus ojos pintados pesadamente con máscara al fin se
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—Nueve en punto.
—No lo sé. No lo he visto por días —respondió, dejando caer las manos en
su regazo.
Contuve una réplica mientras ella se ponía sobre sus pies, balanceándose
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inestablemente.
Tan pronto como estuve dentro, cerré la puerta y encendí mi radio. Música
alternativa sonaba suavemente desde los pequeños altavoces, ahogando el sonido
de la ducha corriendo.
Dejé salir un pesado y exagerado suspiro y tiré la nueva camiseta por sobre
mi cabeza. Me negué a pensar más en Walker. El hombre solo me hacía enfadar.
juvenil, una prisión para criminales bajo la edad de dieciocho años. El día que entró
a la cárcel fue el día que cambió. Entró allí como un niño que rompió la ley para
sobrevivir; salió como un hombre empeñado en destruirse a sí mismo y a todos a
su alrededor.
Incluyéndome a mí.
Estaba sentada en el porche principal el día que Walker regresó a casa. Era
sofocantemente caluroso, uno de los meses más calurosos de acuerdo al hombre de
la corbata de lazo que daba el clima en la televisión. El sol abatía mi cabello rubio,
haciendo mi cabello caliente al tacto y dándome más pecas a través de la nariz.
Puesto que nuestro aire acondicionado se había malogrado y mamá no tenía dinero
para hacerlo reparar, pasé la mayoría del verano afuera, intentando atrapar una
brisa errante.
—Aquí, gatito, gatito —dije con voz cantarina, meneando los dedos para que
viniera hacia mí.
—No voy a poner en libertad tu trasero fuera de la cárcel otra vez, ¿me
oyes? ¡Estoy enfermo y cansado de ti! ¡Eres una penosa excusa para un humano y
una terrible excusa como hijo! —Bramó alguien.
Lancé mi cabeza hacia arriba. El brillo del sol cegándome por un minuto. Las
olas de calor hacían brillar el asfalto, haciendo todo lucir ardiente y miserable.
Blindé mis ojos, bloqueando el duro brillo del sol. El gato se frotó contra mi
pierna y maulló de nuevo, pero lo ignoré. Solo una cosa tenía mi completa atención.
—Me das algún otro problema más, y te arrojaré sobre tu culo, Cole. ¡No
necesito tu mierda y no puedo permitirme pagar tu fianza cada vez que hagas algo
estúpido! —Gritó el padre de Walker, señalándolo amenazadoramente mientras él
andaba a través del patio.
Walker lo siguió en silencio, sus ojos mirando al frente con frialdad, sin
reconocer a su padre.
Quería hablar con él, averiguar por qué me dejó atrás en el motel. Recordar
cómo me había abandonado, dejándome a la merced de Pam Man, aún dolía. El
resentimiento no se iría, no importa cuántas veces intentase lograrlo. Me traicionó.
Me dejó para que la policía me cogiera.
Decidiendo que ahora era un buen momento como cualquier otro para
confrontarlo, dejé mi remolque y corrí a través de nuestro patio lleno de tierra.
Una brisa errante levantó las hebras de mi cabello fuera de mi camiseta de segunda
mano, enganchándolos en el andrajoso cuello. Mi mirada nunca dejó la casa de
Walker mientras él y su padre desaparecían detrás de la cerrada puerta frontal, los
sonidos de gritos aun haciendo eco desde el interior de la casa.
—¡Lo siento por ser semejante dolor en tu costado, papá! —Pude oír a
Walker gritarle a su padre.
¿Vas a crecer para ser un cabrón? ¿Eh? ¿Eso es lo que quieres? Porque seguro como
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Estaba parado nariz a nariz con su padre, sus manos apretadas a los lados,
las diferencias entre ellos más aparentes que nunca.
—¡No voy a tomar más de tu mierda! —Gritó Walker, sus ojos llenos de
furia—. ¡Deberías haber muerto en lugar de madre! ¡Al menos ella no tiene que
lidiar con tu mierda nunca más!
Mis ojos rodaron. Todo lo que vi fueron cuatro largos nudillos dirigiéndose
directamente hacia mi rostro. Estaban rojos y raspados, su mano casi tan grande
como mi cabeza. Grité y me enrollé en una pequeña pelota, agachando mi cabeza y
esperando a que el golpe aterrizara en algún lugar sobre mí. Me abracé a mí misma
por el dolor que nunca llegó.
El impacto lo noqueó hacia mí. Dejé salir un silbido de aire, cayendo hacia
atrás. Walker agarró mi muñeca, manteniéndome sobre mis pies. Dejó caer mi
mano rápidamente y se apresuró hacia su padre, sacudiéndose en alto cuando
estuvo a centímetros de su padre. En ese momento, me recordó a un perro rabioso,
con ganas de morder a su dueño, pero sujeto por una apretada correa.
—La tocas y no serás capaz de beber suficiente alcohol para aliviar el dolor
que te causaré —siseó Walker, poniéndose cara a cara con su padre—. Tendrán
que encerrarme y lanzar la llave por lo que te haré. Un simple toque. Es todo lo que
tomará.
No nos detuvimos hasta que estuvimos en el medio del patio. La hierba alta
rozó contra mis pantorrillas cuando Walker me giró alrededor para encararlo. Dejó
caer mi muñeca como si fuera veneno. Como si le doliera tocarme.
—¿En qué demonios estabas pensando, Sam? —Gritó Walker, lanzando sus
manos en alto con irritación—. ¡Te he dicho antes que no vinieras a mi casa, que no
te acercaras a mi padre, y nunca aparecieras cuando nos escucharas pelear!
Le fruncí el ceño.
—No hay nada de qué hablar —dijo, apretando los dientes y escupiendo las
palabras.
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—¿Por qué? ¿Por qué te importa? Soy indigno, ¿no lo oíste? Un desperdicio
de espacio. Un pedazo de mierda que nunca debió haber nacido. ¡Tú necesitas
permanecer alejada de mí! ¿No es eso lo que querías cuando me entregaste?
¿Tenerme encerrado? ¿Mantenerme lejos de ti?
Salté con cada palabra, mis pies enredándose juntos. Casi caí, pero él estiró
la mano y me agarró, manteniéndome sobre mis pies.
—De hecho, no te quiero alrededor nunca más. Por tu culpa, pasé seis meses
en la cárcel y ahora soy etiquetado como un criminal. Un matón. —Negó con la
cabeza con disgusto—. ¿Sabes? He tenido más dolores de cabeza de los que puedo
contar desde el día que te conocí. ¿Por qué no solo te largas de mi vida, Sam?
Fue en ese momento que me di cuenta que el chico que recordaba había
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CAPÍTULO 8
-Walker-
Traducido por Blonchick & BrenMaddox
Corregido por Pily
—Sí, todo está perfecto —le dije a Mandy con sarcasmo, poniendo el
vehículo en reversa.
La verdad era que nada estaba perfecto. Cuando alcancé a ver a Sam
entrando a su casa, mi maldito corazón casi se detuvo. Me volví malditamente loco.
No quería verla y estoy seguro como el infierno que no quería verla intentando
evitar mirarme como si estuviera tentándola a caer en el camino hacia el infierno.
Pero tal vez no me debería importar. Dios sabe que yo era su infierno y ella era el
mío.
Y yo no era diferente.
Perfecto.
El día que salí del reformatorio fue el día en que fui de mal en peor. Estaba
en un camino cuesta abajo hacia la destrucción. Un camino que no conducía a
ningún lado excepto al crimen. Corrí coches como si fuera invencible y robé
vehículos como si fueran chocolatinas. Viví como si no hubiera un mañana y
algunas veces le pedía a Dios que no estuviera ahí para ser el primero.
Mi padre deseaba que nunca hubiera nacido pero mis amigos pensaban que
era maravilloso. En cuantos más problemas me metiera, más era admirado. Era
simple, hacía lo peor y era el más amado.
Me reí.
—Eres tan inteligente, hombre. Es por eso que me gustas —dije, vertiendo
otro chorro de whisky en mi copa.
Fruncí el ceño.
Cerré los puños, sintiendo la violenta ira que estaba a punto de estallar bajo
la superficie de mi alma. Ansiaba ser libre. Tiraba de sus cadenas, devorando su
propio brazo para escaparse de la trampa que había preparado para ellas.
Generalmente era capaz de mantener mis tendencias destructivas a raya, pero
cuando el alcohol estaba involucrado, hacía que contener la oscuridad en mí fuera
mucho más difícil.
vueltas. Pero necesitaba que girara. Necesitaba algo que se llevara el dolor que
vivía dentro de mí.
Ignorando a todos los demás, dejé la cocina, utilizando la pared y el marco
de la puerta como apoyo. En la sala la música sonaba más fuerte y las personas
estaban alborotadas. Empujaba, sin importar contra quien chocaba o a quien casi
derribaba. Estaba a mitad de camino en frente de la habitación cuando vi la puerta
principal abierta, el olor de la calle entrando. Eché un vistazo, más por costumbre
que por curiosidad.
Cuando regresé a casa del reformatorio después del incidente del motel y la
droga, sabía que Sam sería mi destrucción. Nunca olvidaría ver como mi padre
levantaba su mano, casi pegándola. Sentí la rabia desatarse en mí. Explotando
desde el interior. Estaba dispuesto a hacer daño, recibir una paliza, acabar con mi
vida por ella, y eso me ponía más furioso. ¿Quién era yo para querer salvarla?
No era nadie.
Así que, ¿qué hice? La traté como basura, le dije que la odiaba, y esperaba
que me dejara en paz. Era la única cosa que sabía hacer. No necesitaba estar
alrededor de alguien como yo, un desastre inminente.
Sam se dio la vuelta. La ira estalló en sus hermosos ojos verdes en cuanto
aterrizaron en mí.
La duda cruzó por su rostro. Quería decirle que podría ser un delincuente
pero nunca le mentiría. En lugar de eso mantuve la boca cerrada.
Se dio la vuelta para irse y quería decirle adiós pero algo me detuvo. Vi el
más diminuto destello de tristeza en sus ojos. Mierda, estaba disgustada.
Apreté los dientes y luché con el impulso de envolver las manos alrededor
de su cuello. O mejor aún envolver su cuerpo con mis brazos, sentir lo que escondía
debajo de esa camisa descolorida y esos jeans desgastados. El pensamiento de que
podría hacerlo si quisiera, me asustó peor que cualquier otra cosa.
—No tengo tiempo para esto, Walker —dijo—. Necesito un aventón. ¿Crees
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Se enderezó, determinada.
—Gracias por nada, Walker —dijo, sonando como una niña malcriada
mientras se alejaba.
—¡De Nada! —Le dije, mirando mientras bajaba las escaleras del porche—.
¡Cuando quieras!
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—Mierda —dije entre dientes, sabiendo que nunca podría dejarla ir. Bentley
me mataría. Y me mataría si algo le pasaba.
Tropecé por las escaleras del porche y corrí por el patio delantero. Sam
miró por encima de su hombro, sus ojos se abrieron cuando me vio.
La dejé ir, disgustado por lo que estaba sintiendo. Fruncí el ceño, dirigido
más a mí que a ella.
Y frustrante.
su cintura. No era de hablar mucho, pero cuando abría su boca, no podía esperar a
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6
über : Palabra alemana para la palabra "arriba", pero más comúnmente utilizado en Internet para:
ser el mejor, la parte superior, el supremo, el más alto.
—¿Por qué crees que es él? —pregunté, el mentón sobresaliendo.
Me burlé.
Hizo una mueca ante mis palabras pero no me importó. Era ingenua si no
sabía que su madre era una puta. Demonios, incluso su madre se me insinuó.
Sam abrió la boca suavemente para decir algo más pero luego la cerró.
Cruzando sus brazos sobre el pecho, observó distraídamente como un todoterreno
pasaba. Su camisa se levantó solo lo suficiente, exponiendo su cintura de nuevo.
Juro que mi pene iba a explotar mis vaqueros si no dejaba de provocarme con su
piel descubierta.
—Y qué pasa si es tu papi. ¿Qué le vas a decir? “Hola papá. Soy la hija que
dejaste con una adicta como mamá. Muchas gracias por eso. Te amo.”
—Sí, algo como eso. —Cerró de golpe la boca, sus ojos volviéndose fríos.
—Al menos puedo esperar que sea él. ¿Es eso tan malo? —preguntó,
frunciendo el ceño.
—Sí, tener esperanzas es algo malo. Lo odio. Deja un mal sabor en mi boca
—le devolví.
Me irrité, la ira aumentando. Levantó una ceja, retándome a decir algo. Pero
no le daría la satisfacción.
Lujuria.
Mis ojos se posaron en una rubia a unos pasos. Se movía con la música, una
copa roja en su mano. Quité a un chico del camino para llegar a ella. No tenía ni
idea de quien era o si tenía un novio pero necesitaba a una mujer rápido.
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Sam entró de nuevo. ¿Qué demonios? Retiré mi cabeza del oído de la chica,
ignorando como continuaba frotándose contra mí con la música, abriéndose paso a
empujones como si fuera dueña del lugar.
—Nos vemos —murmuré con los dientes apretados, mis ojos en Sam.
Empujando a los demás, me dirigí hacia Sam, furia en mis pasos. ¿Quién
diablos creía que era, entrando a mi casa después de que me llamó borracho? Sí,
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era la verdad pero ese no era el punto. Nadie me decía eso en la cara y volvía a
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caminar por ahí. Esta era mi casa. Mi propio infierno personal. Ella no pertenecía a
ninguna parte cerca de allí.
Moví a una pareja, ya cerca a Sam. Cuando estuve lo suficientemente cerca,
estiré el brazo y agarré su muñeca, apretándola fuerte. Dio media vuelta,
impresionada. Las personas entre nosotros se apartaron, moviéndose con la
música e inconscientes de mi ira.
Sacudió la cabeza y movió sus labios pero no pude escucharla. Alguien había
subido el volumen y la sala estaba llena de gente imbécil, saltando, haciendo que el
remolque se sacudiese.
—Claro que puedo, Ross, pero la mayoría de las chicas vienen corriendo —
dije. Hice el comentario mirando su cuerpo de arriba abajo, curvando el labio con
falso disgusto—. Te dije que te vayas a casa. Bent no está aquí y este no es un lugar
para chicas como tú.
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estado aquí muchas veces cuando era pequeña. No era como si algo hubiera
cambiado.
Solo nosotros.
—Bent no está aquí Sam. Te lo dije —dije, aun avanzando hacia ella,
esperando que se encogiera de miedo.
La besé.
Mis labios se inclinaron sobre los suyos, no tiernos pero tampoco bruscos.
Quedó congelada, sus labios inmóviles, pero no me iba a rendir tan fácil. La animé a
responder, moviendo su mandíbula usando mi pulgar y ladeando su cabeza,
dándome más acceso a su boca.
Sam comenzó a besarme, sus labios suaves bajo los míos. Podía saborear su
falta de experiencia como si fuera algo tangible y supe al instante la respuesta a mi
pregunta. Era virgen. El pensamiento solo me hizo querer más.
Nunca esperé que llegara a decir eso, gruñí y bajé mi cabeza de nuevo,
tomando su boca. Deslicé mi lengua más allá de sus labios con mucha agresividad,
queriendo más. Su lengua se encontró con la mía, insegura al principio. Después se
volvió más atrevida. Enviándome sobre el borde.
Moví la mano más lejos debajo de su camisa, sabiendo que no habían límites
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ahora. Mis dedos tocaron su tórax, sintiendo los huesos sobresalientes. En silencio
maldije a su madre que la había privado de comida en el transcurso de los años,
dejándola delgada y desnutrida. Llevé mi mano más arriba hasta que las puntas de
mis dedos encontraron el borde del sujetador.
Sam apartó su boca de la mía, agarrando mi muñeca y deteniéndome.
—Espera. Tal vez. Tal vez no deberíamos estar haciendo esto —susurró.
Sam empujaba contra mí, sus manos sobre mi pecho. La parte sobria de mi
cerebro gritaba que la dejara ir. La otra parte ansiaba más de ella como si fuera una
droga. Sabía que lo que estaba sintiendo por ella no era correcto. Era Sam. Nos
odiábamos. No debería desearla tanto pero lo hacía. Diablos, por lo general sentía
lástima por los chicos a los que le gustaba.
—Déjame ir, Cole. Tú estás borracho y yo… yo no creo que sepas lo que
estás haciendo. Me odias —dijo mientras bajaba mi boca hacia su cuello. Dios, olía
tan bien.
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Santa. Mierda.
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Sam me miraba con furia, sus ojos llenos de odio y humedad. ¡Mierda!
¡Había lágrimas en sus ojos! ¡Lágrimas!
Me pasé una mano por el rostro, disgustado conmigo mismo. Nunca la había
visto llorar. Saber que era debido a mí casi hizo que me doblara del dolor.
Tenía que protegerla a toda costa, y la única manera que conocía era a
través del odio y la rabia. Solo entonces ella estaría a salvo de mí.
Sam se mantuvo firme. ¿Estaba loca? ¿No podía decirle que apenas me
controlaba? Quería destrozar algo. Desquitarme con alguien más por mi dolor al
hacerle daño.
—¡Maldita sea, Sam, déjalo! ¡POR FAVOR! —Le supliqué, sintiendo pánico
porque ella seguía allí de pie, con la barbilla hacia arriba en el aire tercamente.
—Eres igual que tu padre, Cole. Un borracho que está fuera de control. Pero
yo no soy para nada como mi madre. ¡Nada!
—¿Estás segura de eso? —pregunté, frío corriendo por mis venas cuando oí
sus palabras.
Dio un paso hacia mí, sus lágrimas apareciendo con repugnancia en sus
ojos.
—Te odio, Cole Walker. Te odio más hoy de lo que lo hacía antes. No te
acerques a mí otra vez. No me mires. No me toques. Solo... no lo hagas.
Tenía razón, era un borracho, fuera de control como mi padre. Me dolían los
dedos por sostener una copa en mi mano. Mi garganta estaba seca, anhelando el
ardor del alcohol para saciar la sed. Anhelaba beber como un hombre hambriento
anhelaba la comida.
¿Qué demonios?
Sam.
—Ve a casa —le grité por encima de los gritos y la música, retrocediendo y
haciendo señas para que se fuera. Lo último que quería era que estuviera cerca de
una pelea. Podía ser un dolor en el culo y odiar mis tripas pero protegerla había
estado en mí desde el primer momento en que vi a ese idiota tratando de meterla
en su coche cuando éramos niños.
Me moví junto a ellos, mirando otra vez hacia Sam. Se había movido, en
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Oí el nombre de Bent ser susurrado una vez y luego dos veces. Mirando a mi
alrededor, busqué al hermano de Sam pero todo lo que podía ver era a las
personas, de pie en el patio y corriendo por delante de mí.
Pero era mi mejor amigo y estaba recibiendo que su culo fuera pateado. Si
había una cosa en la que era bueno, sobrio o borracho, era en pelear.
Comencé a correr más, mis propios puños a mis costados. Cuando estuve
cerca, rugí, haciendo que mi puño retrocediera. El chico levantó la vista, poniendo
su barbilla justo donde la necesitaba. Golpeé, capturando su mandíbula. Su cabeza
se hizo a un lado mientras caía hacia atrás unos pasos, aturdido por el
golpe. Sorprendido por mi ataque.
No hice caso de los amigos del chico corriendo hacia mí. En mi visión
periférica vi a Tommy tirar a uno hacia abajo, arrasándolo como la potencia que
era. Otra persona se metió, bloqueando a otro tipo de entrar en la pelea. Pero esto
era entre el chico con los puños de metal y yo. El que había herido a mi mejor
amigo.
¡Mierda!
Me deslicé por el barro, luchando para conseguir levantarme. Me maldije
por beber tanto. Si no hubiera jodidamente bebido todo lo que estaba a la vista
como un maldito idiota, tal vez podría haber terminado esto antes de que
empezara.
Y tal vez nunca hubiera tocado a Sam y hacer que me odiara aún más.
—¡BENTLEY!
Sam estaba empujándose entre la multitud, con los ojos en Bentley. Terror
estaba en su rostro.
¡NO, NO, NO! ¡Estos chicos la masticarían y escupirían! Juro que mi vida
pasó ante mis ojos, viéndola correr por el patio. Empecé a correr hacia ella,
mirando con terror mientras se metía en la pelea.
El tipo que pateaba a Bentley se detuvo, viendo a Sam mientras corría hacia
él. Era la oportunidad que Bentley necesitaba. Se puso de pie, sangre chorreando
por su cara. Lo perdí de vista entre la multitud, pero al menos sabía que había
escapado.
Su atacante llamó otra vez mi atención. Sus ojos se posaron en otra persona,
alguien que no podía ver. Lo vi asentir hacia Sam. Fue entonces cuando supe que
estaba en problemas.
Levanté mi mirada hacia ella, sintiendo que mi corazón latía con más
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Empujé a un hombre fuera del camino y corrí hacia ella. La aversión que
siempre estaba allí entre Sam y yo desapareciendo. La lujuria que sentía por ella no
importaba. Todo lo que sentía era miedo.
Pero ese miedo se convirtió en rabia segundos después.
Un tipo saltó de la nada, agarrando a Sam por la cintura. Ella gritó, pateando
a su agresor mientras la recogió en sus brazos, levantándola de sus pies.
Vi rojo. Jodida sangre roja. No quería sus manos sobre ella. No lo quería
cerca de ella. Demonios, ni siquiera quería que la mirase.
Arrojé a alguien fuera de mi camino cuando Sam giró en los brazos del chico
y lo empujó lejos, como había hecho conmigo hace minutos. No me pareció
irónico; Me pareció suicida. Podía hacer eso conmigo todo el día y yo nunca le haría
daño. Este tipo, mierda, este chico la partiría por la mitad.
Corrí y vi como ella echó la rodilla, teniendo como objetivo la nuez del
tipo. Pero él era más rápido. Bloqueó la rodilla con la pierna. Lo intentó de nuevo,
pero el chico tuvo suficiente. La golpeó, haciendo que su cabeza cayera a un lado.
Lo golpeé de nuevo. Y una vez más. Una y otra vez. Sangre cubría mis
nudillos y goteaba de mis dedos. Se rociaba por mi camisa y aterrizaba en el suelo
fangoso. No me importaba. Estaba en ese lugar oscuro, el que vivía debajo de la
92
en el diablo que todo el mundo pensaba que era. Estaba consumido por la ira,
incapaz de controlarlo.
Bajé la cabeza, dándole al chico puñetazos en el estómago. Una vez. Dos
veces. Tres veces. Alguien llamó mi nombre, pero no me detuve. Cerré el puño en
su boca, haciendo sonar sus dientes. Mi codo giró la nariz del tipo, rompiéndola. Su
cabeza chasqueando de vuelta, sus ojos rodando hacia atrás mientras caía.
El chico debajo de mí había tenido una cojera hace minutos. Toda mi rabia
contenida, todo el abuso que había tomado en el reformatorio, todo el auto-odio y
la ira que mi padre había traído, aterrizando en el hombre.
Le golpeé de nuevo, dejando que su rostro fuera nada más que un caos
sangriento. A pesar del frío, el sudor salpicado por mi frente. Mi respiración era
cada vez más rápida, mis labios se curvaron en una mueca.
—¡Detente, Cole! ¡Lo estás matando! —gritó Sam, sus manos envueltas
alrededor de mi bíceps.
Pero yo estaba en una niebla, lleno de furia y rabia. Solo conocía una cosa,
destruir.
Salté de vuelta hacia el hombre, golpeándolo con los puños. Pero alguien
más grande que Sam me agarró por la espalda, sujetando mis brazos sobre mi
pecho. Con un tirón me arrastró lejos del tipo y me llevó al suelo. Rugí, sonidos
terribles rasgando desde mi garganta.
algo.
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Un grito.
Giré mi cabeza hacia la derecha. Mis ojos se posaron en Sam, de rodillas a
unos metros de distancia. Estaba inclinada por la cintura, acurrucada en una
pequeña bola. Su esbelto cuerpo temblaba, los gritos amortiguados viniendo de
ella. Nunca la había visto así. Asustó la mierda fuera de mí. Toda la rabia dentro de
mí murió. La niebla se disipó. El mal desapareció.
—¡Mierda! ¡Déjame ir! —dije, luchando contra Tommy, sus brazos todavía
alrededor de mí. Mis ojos posados en Sam, viendo cómo se balanceaba hacia atrás y
hacia adelante en su propio mundo. La pelea seguía a mí alrededor, pero no
importaba. Solamente tenía que llegar hasta ella.
Tan pronto como Tommy me soltó, me puse de rodillas. La gente corría por
delante de mí mientras me arrastraba hacia Sam, mi garganta estaba tan espesa
que apenas podía tragar.
Miró hacia arriba, con los ojos llenos de lágrimas. Su cabello se había caído
de su moño desordenado, dejando gruesos mechones alrededor de su cara. Los
labios que había estado besando hace unos momentos se separaron, viéndose rojos
contra su piel pálida.
Un monstruo.
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Miré hacia abajo a mis manos temblorosas, dándoles la vuelta. Mis nudillos
rasparon la piel mostrando el hueso. No me dolía. El alcohol y la rabia se
aseguraron de eso. La sangre empapaba ambas manos y mi camisa. No sabía si era
de él o mía. Tal vez de ambos.
—Sí —respondí, mis ojos en Sam. Estaba más que bien; estaba
genial. Temerme era lo mejor. Al menos eso es lo que me dije a mí mismo, pero
dolía, arrancaba mi corazón latiendo fuera de mi pecho.
Miré hacia arriba, buscando a Bentley. Lo mejor para Sam ahora era su
hermano. Él se haría cargo de ella ya que yo no podía. Y necesitaba asegurarme de
que estuviera bien. Pero de repente el sonido de las sirenas llenó el aire. Las luces
azules y rojas brillaron desde el frente de mi casa, llenando la oscuridad de color.
—Sé que jodidamente no confías en mí ahora mismo, pero por una vez en tu
vida vas a hacerlo —le dije.
hacia atrás.
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Tommy asintió y se volvió, llevando a Sam con él. Vi cómo se fueron, más
gente corriendo alrededor de ellos para escapar.
Todavía estaba allí de pie, mirando como desaparecieron, cuando alguien
me empujó hacia abajo con fuerza.
—Tienes derecho a guardar silencio. Cualquier cosa que digas puede y será
usada en tu contra en un tribunal de justicia. Tienes derecho de un abogado. Si no
puedes pagarlo, te será proporcionado uno. ¿Entiendes los derechos que acabo de
leerte, imbécil?
Mick Rodríguez, o Pam Man para Sam y Bent, me puso sobre mis pies,
tirando hacia arriba las esposas. Ellas se clavaron en mis muñecas, pero sabía que
no le importaba una mierda. El tipo era un completo hijo de puta.
—Así es, hijo. Mierda. Es en lo que estás y lo que eres —dijo, dándome un
empujón para que empezara a caminar.
Caí hacia adelante, pero me sostuve. Mis ojos recorrieron el patio, buscando
a Bentley. Dos policías estaban de pie junto al hombre que lo había estado
golpeando, armas en mano mientras otro policía abofeteaba al hijo de puta. El
idiota que golpeé estaba consciente, pero sus manos estaban esposadas en la
espalda. Estaba feliz de ver que su nariz estaba hinchada y su rostro era un
mosaico de cortes, con magulladuras y salpicaduras de sangre. Cuando sus ojos se
encontraron con los míos gruñí, recordándolo golpear a Sam. Sentí que mi control
se resbala, la sed de hacerle daño era casi demasiado difícil de controlar.
Con cada palabra apretó mi mejilla con más fuerza contra el techo del coche
hasta que pensé que mis dientes se reducirían en mi boca.
Ira explotó dentro de mí. Giré mi cabeza hacia atrás, golpeándolo de lleno en
la nariz con mi cráneo.
Gritó y cayó hacia atrás, sangre brotando por todas partes. Dos oficiales me
alcanzaron, tirándome de nuevo hacia el pavimento.
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Una hora más tarde me sentaba en una celda en la cárcel, mi cara en mis
manos, cargos de agresión pesando sobre mi cabeza. Mi cuerpo se estremeció,
necesitando alcohol y me dejó una sensación de vacío. Quería de nuevo el
entumecimiento, el que me hacía olvidar qué clase de persona era. La clase de
persona que había visto Sam.
Yo no era nada.
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CAPÍTULO 9
-Sam-
Traducido por Sandra289
Corregido por Pily
AHORA
Días después permanecí en el porche y vi a Walker conducir pasando mi
casa, seguía pensando en él. Claro, nos odiábamos el uno al otro y probablemente
siempre lo haríamos pero había una parte de mí que estaba intrigada por él.
Supongo que era todavía esa niña pequeña, curiosa sobre ese misterioso y
enfadado chico que vivía calle abajo.
O quizás era esa adolescente, recibiendo su primer beso de él. Si cerraba los
ojos, podía sentir aún su mano en mi estómago, acariciándome mientras
estábamos parados en su habitación. Podía todavía saborear sus labios contra los
míos, mostrándome cómo hacerlo. Esa noche todo el odio entre nosotros había
desparecido, al menos por unos momentos. Pero luego el sueño fue roto por sangre
y lucha. Gritos y sirenas. Lo que debería haber sido una memorable experiencia se
convirtió en auténtico horror. Bentley fue golpeado y tuve que pasar el resto de la
noche en el hospital de la zona, viendo como recibía puntos. Walker casi mató a un
hombre y vi como ocurría. Aún podía recordar la sangre manchando sus manos y
goteando en su camisa. Aún podía ver la rabia en su rostro. Cuando le grité que
parara, me di cuenta de que a pesar del beso aún era Cole Walker, un liberal de las
normas, alguien que necesitaba evitarlas a todo coste. No importaba si mi cuerpo y
corazón gritarán que nos pertenecíamos; mi mente decía que me alejara de él.
—Maldita sea.
Tragué un poco.
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7El hombre Branquia, o en inglés, Gill Man, es el monstruo o criatura protagonista aparecido en la
película “Creature from the Black Lagoon” o traducido aquí, Criatura del Lago Negro. Es una película
de ciencia ficción del año 1954.
—¿Qué hay sobre mí? —pregunté, viendo como los créditos de la peli
empezaban a rodar.
—Me gusta verte volviéndote tan cautivada con estas viejas películas.
Lukas sonrió. Sus padres lo enviaron a una escuela privada en el primer año
de instituto, esperando cambiarlo a un adolescente normal. Lo que sea que fuera
eso.
—Vale, ¿pero por qué películas clásicas de miedo? ¿Por qué no romance o
comedia? ¿O incluso esas películas musicales con baile y canto? —Lukas tiritó
dramáticamente—. Mátame ahora.
Me senté atrás en el sofá y puse los pies en la mesa de café, cruzándolos por
los tobillos. El tarareo de la contabilidad vino, alto en la casa. Era un sonido que
amaba desde que mi madre olvidó pagar la factura de electricidad.
Lukas me copió, sentado en el sofá, su brazo tocando el mío. Puso los pies en
la mesa, cruzándolos por los tobillos. Sus cordones estaban deshechos y la lengüeta
de sus Converses negras perdidas. Empujó mi brazo de nuevo, queriendo su
respuesta. Mordí mi anillo del labio un momento, tratando de encontrar como
explicar por qué me encantaban las películas viejas.
hebra de mi pelo negro—. Las cosas malas le ocurren a la gente buena. La vida no
es una comedia o sobre dos personas bailando en la lluvia. Es brutal, cruda y sucia.
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Eso es por qué me gustan las películas de miedo. Porque a veces los monstruos son
reales.
—No lo hace.
Miré de cerca a Lukas, poniendo una hebra de mi pelo fuera del camino.
Estaba estudiándome intencionadamente, calor en sus ojos.
Fue un beso suave, demasiado gentil y húmedo. Nada como ese primer beso
con Walker.
Besó bajo mi garganta, dejando un rastro mojado tras él. Su mano corrió por
mi muslo, sus dedos hurgando entre mis piernas.
—Espera, Lukas…
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Me alcé de golpe del sofá y despegué detrás de él. Las tablas del suelo de la
caravana sonaban mientras corría por la entrada.
Pasé la habitación de mi madre, vacía por los últimos dos días. Di un breve
vistazo a la cama desecha, la ropa sucia desparramada por todos lados, y botellas
de vodka vacías junto a la cama. La siguiente era mi habitación. El edredón rosa
desteñido en mi cama no parecía tan harapiento con las luces apagadas. Y mi
abierto y casi vacío armario no parecía tan desnudo con la oscuridad trepando por
la habitación. Con dos pasos más, estaba parada enfrente de la puerta del baño,
viendo a Bentley apoyado en el lavabo gris para estudiarse la nariz en el espejo.
Bentley mojó un paño y lo pasó con fuerza por la sangre seca debajo de su
nariz, mordaz con sus ojos hacía mí.
Me burlé.
—Mierda, creo que mi nariz está rota —farfulló, ladeando la cabeza para
mirar su orificio nasal.
—Déjame ver —demandé, inclinando su cabeza atrás así podía ver mejor su
nariz.
—Debía algún dinero y los chicos decidieron que era tiempo de recogerlo —
dijo viéndose inexpresivo.
Resopló.
—No todo. Todavía tengo que saldar la deuda. Esto —señaló su cara—, era
solo un adelanto, supongo que se podría decir. Si no consigo su dinero, estaré
mucho peor la próxima vez.
oscuro salvador.
Mi cabeza voló. ¿Qué diablos estaba pensando? Era la peor cosa para decirle.
Y la persona equivocada a quién decírsela. Bentley tenía esa pequeña cosa llamada
orgullo… y nadie lo ensuciaba.
—¡Bent! —Exclamé. ¡No podíamos tener esa cantidad de dinero! ¡Él nunca
podría ser capaz de devolver eso! ¡Oh Dios! ¡Oh, Dios! Iban a matarlo. ¡Iban a matar
a mi hermano!
Lukas dio un paso frente a Bentley, haciéndome pensar que podría tener
que separarlos de una pelea en cualquier segundo.
—Creo que los dos necesitáis tranquilizaros —dije, decidiendo que tenía
suficiente de sus actitudes cavernícolas.
—¿Sabes qué, Sam? Solo te veré más tarde. De repente no me siento como
para relacionarme más.
Lukas desapareció bajo la entrada sin otra palabra. Otro novio que Bentley
espantaba.
—¿Qué demonios ha sido eso, Bent? ¡No puedes poner esa mierda en mí y lo
sabes!
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—No tengo tiempo para esto y tampoco para ti, hermanita. Tenemos que
empacar —dijo sobre sus hombros.
Lo seguí, parándome en la puerta de su cuarto.
—¿Qué?
—Ve a empacar, Sam —dijo Bentley sobre sus hombros, caminando abajo a
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la entrada.
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—¿Qué pasa con ella? Nunca está en casa. Y cuando está, está tan puesta
como un telón sin fondo o ahogada en la bebida. No te dejaré sola con ella. Es solo
cuestión de tiempo hasta que le dé una sobredosis o beba hasta morir. ¿Quieres
estar alrededor para verlo cuando pase?
—¿Realmente vas a poner esas sandeces en mí, Sam? Ambos sabemos que
mamá puede cuidar de sí misma. Si no puede… demonios, puede conseguirlo con
uno de sus hombres.
—¿Tienes algo que hacer con esos moretones en tu cara y el dinero que
posees? ¿Es eso por lo que quieres cargarnos y mudarte?
—No puedo ir. No puedo vivir con él —susurré, permaneciendo tras él.
—No puedo dejar a mamá, Bentley. Ya tiene una persona que se largó,
¿ahora la dejaremos nosotros también?
Bentley bajó del porche, caminando hasta mi lado. Podía decir que su
decisión estaba ya formada y no la iba a cambiar.
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Él se iba a ir.
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Bentley suspiró.
Sin otra palabra, empezó a caminar hasta el porche. Estaba casi en la puerta
frontal cuando un pensamiento cruzó mi mente.
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CAPÍTULO 10
-Walker-
Traducido por katiliz94
Corregido por Pily
Yo era uno de los invitados pero eso no era importante. Lo único que
importante era la cerveza sin alcohol en mi mano y los pedazos calientes de culos
que estaban aquí. Nada más importaba.
Sam.
Pero como siempre, verla hacía hervir mi sangre. Todas las palabras que
nunca habíamos intercambiado, toda la fricción entre nosotros, volvió para
perseguirme al estar en la misma habitación con ella. Ambos estábamos jodidos
por nuestra cuenta, pero juntos éramos una bomba de relojería. Lo sabía, al igual
que ella. Ese es el por qué permanecíamos claros con el otro.
Froté una sudorosa palma por las piernas de mis vaqueros, la picazón por
saltar y cubrirla mientras los hombres la miraban. La idea casi me hizo reír. Sam
sabía lo que hacía a los chicos; era la hija de su madre después de todo. La había
visto flirtear y probar a un hombre hasta que fuese solo un charco de hormonas
revuelto. Pobres bastardos.
El problema era que solo era cuestión de tiempo antes de que uno de esos
mierda de descerebrados bastardos se cansara de su tonteo y la hiciera pagar. Me
dije que no me importaba, no era su niñera, pero si algún hombre la tocaba o hería
de alguna forma, sabía que estaría en prisión. Asesinato en primer grado.
Odiaba sentirme de esa forma. ¿Quién era yo para preocuparme por ella?
Era una escoria sin futuro. Si fuera uno de esos tipos blandos y psicológicamente
de mente jodida, podría pensar que el odio entre Sam y yo se forjó por el deseo no
respondido entre nosotros. Tal vez incluso por mi amor por ella. Pero no me
tragaba ese psicorrollo.
los dientes.
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Me mofé, pensando que la idea era ridícula. Desearla y hacer algo con eso
eran dos cosas completamente distintas. Pensaba que era más que follable pero
incluso si no nos odiásemos el uno al otro, era la hermana pequeña de Bent. No iba
a llegar ahí. Primero el infierno se helaría.
Me puse de pie, al menos una cabeza más alto que muchas de las personas
en la habitación. La gente se apartó de mí mientras las pasaba. La entrada de la
cocina me llamaba, prometiendo conducirme a lo que quería.
Lukas juró que había sido invitado a esta fiesta, pero empezaba a dudarlo.
La gente nos daba miradas. Del tipo que eran destinadas a la amenaza e
intimidación. Sin duda estaban funcionando.
Sacudió su cabello negro de sus ojos se inclinó hacia algún chico parado en
una esquina.
Dirigí el camino. La casa estaba tan llena que no podía ver mucho de la
misma, excepto la alfombra bajo mis pies. La música retumbaba desde algún lugar
en la casa, haciendo el lugar vibrar con un poderoso bajo. El olor a alcohol y cigarro
llenaba la casa, haciendo mi nariz y ojos arder. Eran olores con los que viviría toda
mi vida. Olores que me preocupaba estuvieran por siempre empapados en mi ropa
y piel.
La cocina estaba llena de gente, igual que la sala. Humo flotaba sobre las
cabezas de cada uno, flotando cerca del techo como si estuviera mirando la fiesta.
Me dirigí directa al mostrador de la cocina, buscando las botellas de agua entre el
alcohol y las cajas de cerveza. Algún chico quien se veía como si perteneciera a un
equipo de lucha libre de la escuela secundaria estaba parado en frente de las
botellas de agua, cuidándolas como si fueran oro o algo así.
—Te costará.
—Todas las chicas tienen que tomar un chupito antes de que le sea
permitida cualquier otra bebida, incluyendo agua. Reglas de la casa —dijo sobre la
música.
El chico grande se paró en toda su altura, seis pies, siete pulgadas si podía
adivinar.
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Sin pensarlo dos veces, levanté el vaso hacia mis labios y me lo tomé de un
trago. Al principio, el Whiskey fluyó hacia abajo, casi como seda. Entonces una tos
se me escapó. Y otra. Fuego se clavó en mi estómago. Mis ojos se aguaron. Puse mi
mano sobre la boca y traté de no atragantarme.
Alguien empezó a aplaudir detrás de mí. Un lento aplauso. Una vez, luego
dos veces.
O en él.
—Vigilándote.
Él se acercó, zancadas lentas, sus labios moviéndose con cada paso. Sus ojos
en mí, mirándome como si fuera su objetivo. Tenía a su enemigo en la vista. Ahora
todo lo que tenía que hacer era apretar el gatillo.
enemigo pero, demonios, tenía que hacerlo. A donde mi cabeza estaba yendo era
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Walker no se movió mientras el chico se iba. Sus ojos en mí, su cuerpo tan
cerca que podía sentir el calor irradiar fuera de él. Era irritante.
Lukas parecía cualquier cosa menos feliz. Su quijada estaba apretada en una
línea y su cuerpo estaba tenso. Los tatuajes que cubrían sus brazos y cuello se
veían fantásticos pero sabía que él no tenía oportunidad con Walker. No muchas
personas la tenían.
—¿Así que, dónde está Bent? —Pregunté, tratando de ser civilizada una vez
más.
Me burlé.
Llegó al otro lado del improvisado bar. Sus brazos rozando los míos, su
cadera chocando contra mi cadera. Juro que mis pulmones se contrajeron, casi
haciéndome perder el aliento. Estar tan cerca era casi una pesadilla esperando por
ocurrir, o una aventura que quería experimentar. De cualquier modo, no estaba
segura de que sobreviviría.
Mis dedos tocaron los suyos cuando tomé el vaso de él, disparando fuego a
lo largo de mi mano hacia mi brazo. Me aparté rápidamente y miré a Lukas, con
miedo de que él hubiera visto mi reacción. No lo había hecho. Estaba mirando a
Walker como si quisiera tomar la botella de Whiskey y golpearlo en la cabeza con
ella. No podía decir que lo culpara, pero si alguien le iba dar a Walker lo que se
merecía, esa sería yo.
fricción.
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Calor viajó hacia abajo por mi columna. Sus palabras me ponían en llamas.
Pero era buena en alejarme del fuego.
Lukas maldijo hasta por los codos y fruncí el ceño, odiando la forma en que
mi corazón latía. Me di una sacudida mental, decepcionada de no haberlo hecho
enfadar. Esa era mi meta en la vida. Lo hacía enfadar y él me molestaba.
Funcionaba bien, pero ahora él estaba cambiando las reglas del juego, maldito sea.
Pero todavía quería jugar.
—Buena chica —dijo Walker con voz profunda. Sin una palabra se dio la
vuelta y se alejó.
Abrí la boca para responder pero no pude. La idea de sexo con Walker me
dejó… débil. Los dos desnudos, su cuerpo contra el mío, sus manos sobre mí, me
dejaron aterrorizada. Sí, compartimos ese único momento hace tiempo, pero ahora
había demasiado odio entre nosotros para volver ahí. Lo que podría haber sido
estaba muerto, tal como cualquier relación amical que tuviéramos una vez.
—¿Cómo lo ignoras tú? —Dijo Lukas con una tos—. Como sea. Apuesto a
que tu hermano no está amenazando a Walker para que mantenga su polla para sí
mismo.
—Mejor que Walker mantenga sus manos lejos de ti, Sam. No me importa si
él tiene un record…
—¡Suficiente, Lukas! —Dije, pisando fuerte—. ¡Sabes que no hay nada entre
nosotros! —Agarré el vaso de su mano y tomé un trago largo, necesitándolo.
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CAPÍTULO 12
-Walker-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por Nanami27
Mantuve los ojos en Sam por un tiempo, pero podía verla por toda la
vida. Una eternidad. Ella era mi vicio, la única cosa que siempre quise y nunca
podría tener.
Al igual que mi padre, tenía una debilidad —una debilidad por el alcohol,
por el entumecimiento que llenaba mis venas. Pero había algo más que
ansiaba. Algo más adictivo que el whisky y más satisfactorio que el vodka. Algo que
dejaba a mi cabeza dando vueltas y a mi corazón bombeando. Tenía sed de
probarlo, de conocerlo. Poseerlo y nunca dejarlo ir. Quería beber su néctar y no
compartirla con nadie.
Quería a Sam.
Nunca.
Cuando la vi echando hacia atrás el chupito, sabía que tenía que tentarla
más. Estaba en mi sangre el presionarla, solo para que ella me presionara de
vuelta. Era un juego que habíamos jugado durante años. Uno que especialmente me
gustaba.
La verdad era que tenía que mantener la cabeza bien puesta. Si Sam estaba
cerca, tenía que estar listo para cualquier cosa. Necesitaba poder asegurarme de
que el odio todavía vivía entre nosotros. Que todavía se cocía a fuego lento y
chisporroteaba, manteniéndonos apartados. Porque si no era así, todas las
apuestas estaban acabadas.
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Música resonaba por los altavoces al aire libre, llenando la noche con el bajo
pulsante y algunos golpeteos de mierda. Mis oídos estaban machacados por algún
cantante gritando sobre que el amor rasgaba su corazón y lo rompía en
pedazos. Simplón. Yo había visto lo que el amor podía hacerle a un hombre y no era
bonito. Mi padre era el ejemplo perfecto. Estaba muerto por dentro, había estado
así desde que mi madre murió. El amor lo hizo así. Creaba y destruía. No era nada
más que destrucción envuelto en un bonito pequeño paquete, a punto de estallar
en la cara de alguien. Hacía que los monstruos de los hombres salieran y se
volvieran fríos corazones ardientes. Yo ya era un monstruo y estaba frío. No
necesitaba que el amor me destruyera más.
Pero entonces Sam vino a mi mente. Me froté la frente con la mano que
sostenía la cerveza. Infiernos, tal vez necesitaba otra bebida después de todo.
fueran juguetes. Me parecía injusto. Pero, de nuevo, la vida era injusta —eso lo
sabíamos todos. Algunos más que otros.
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No me moví cuando Leah se puso delante de mí, sus tacones altos haciendo
ruido en la piedra del patio pavimentado. Se paró por mis piernas extendidas,
colocándose entre mis pies y dejándome ninguna otra opción más que centrarme
en ella.
—Hola, Cole —dijo con una voz sexy destinada a hacer mi sangre bombear.
—No lejos. Pero ahora que estoy aquí, ¿qué vas a hacer conmigo?
Gruñí y la tiré más cerca, bajando mi boca a la suya. Ella me devolvió el beso
con igual fervor, hambrienta por lo que tenía para ofrecer. Mi cuerpo no reaccionó
de la manera que deseaba que lo hiciera, pero sabía que era solo por los
pensamientos de Sam arruinando mi mente.
Gemí y pasé las manos por sus costados, rozando la parte inferior de sus
pechos. No me importó la gente que nos rodeaba. Que miraran. Que estuvieran
celosos de que estaba consiguiendo algo y ellos no. Todos podían irse al infierno.
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—Dios mío, Cole, vamos a salir de aquí. Me estás volviendo loca —susurró.
Nunca era el que decepcionaba, deslicé una mano en la cintura de Leah y me
aparté de la pared, rompiendo el beso. Se quedó cerca mío a medida que hice
nuestro camino a través de la multitud exterior y me dirigí a la casa, con solo una
cosa en mente.
El calor me golpeó tan pronto como entré a la casa. El lugar estaba lleno de
veinti-tantos buscando anotar. Más personas se habían presentado en la última
hora, la mayoría de ellos viéndose como niños ricos mimados que escapaban de
sus vidas perfectas. La mayoría esperaba que las drogas, el sexo y el licor les darían
el escape que necesitaban, pero yo sabía la verdad —esas cosas no eran más que
otro infierno.
—Más tarde —dije, necesitando que entendiera que yo hacía las reglas y la
126
Sam estaba de pie contra el mostrador, con los brazos cruzados sobre el
pecho. Tenía una copa en una mano, la otra descansando sobre la encimera de
mármol. Me pregunté cuán bebida estaba. Pero no importaba. Lo que importaba
era el chico apoyado contra ella, la sonrisa en su rostro era con la que quería
limpiar el suelo. Me tensé cuando tocó uno de los rizos descansando en su hombro,
haciéndola fruncir el ceño. Pero luego me obligué a relajarme. Esta era Sam; ella
podía cuidarse a sí misma. Lo sabía mejor que nadie. El tipo al lado de ella no sabía
con quién se estaba metiendo.
Sam le dijo algo, la expresión de su rostro no tenía precio. Una ceja estaba
levantada y sus labios rojos se inclinaron hacia arriba, con apariencia dulce, pero
yo la conocía mejor. Estaba en busca de sangre. Estaba en sus ojos. La había visto
ser dirigida hacia mí suficientes veces como para saberlo.
Lo que ella dijo funcionó. Vi como el chico se alejó, al girarse causó que su
sonrisa desapareciera transformándose en una mueca.
Sonreí. Dios, ella era una fuerza a tener en cuenta, una con la que quería
luchar hasta que el tiempo se detuviera. Era la única mujer que no me quería. Para
mí, eso no era más que un desafío. Estaba acostumbrado a conseguir lo que quería,
incluso si tuviera que mentir, engañar o robar para conseguirlo, y la quería a ella.
—No me toques, Walker —espeté. Él podría ser la cosa más caliente que
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caminaba por el planeta y yo podría estar borracha, pero eso no significaba que
tuviese que gustarme. Nada iba a cambiar el odio que sentía por él. Ni su toque. Ni
su cuerpo.
Nada.
Mierda.
Levanté una ceja. ¿De verdad creía que me podía intimidar? Ja. Solo porque
mis palmas estuvieran empezando a sudar y mi corazón estuviera comenzando a
coger velocidad no significaba nada. De hecho, su aroma y el calor que irradiaba de
su cuerpo solo hacían que su proximidad fuera peor.
—¿Y qué hay de ti? —Pregunté—. Pensé que estabas bebiendo. ¿Dónde está
tu botella? Ya sabes, ¿tu otra mitad?
—He tenido unas cuantas —admitió, su voz tan baja que envió temblores a
través mí—. Pero tal vez tenía una razón para beber.
—Lo siento —le dije, sonando genuina, casi lamentándome. Pero luego la
esquina de mi boca se elevó en una media sonrisa sarcástica y fui a matar—. Lo
siento tanto.
Dio un paso más cerca y quise encogerme. Su cuerpo rozó el mío, enviando
una chispa de la electricidad a través de mí. Aún estaba conmocionada cuando él
agarró la parte de atrás de mi cabeza, capturándome. Poniendo fin a todos los
pensamientos de escape. Su otra mano fue a mi cadera, manteniéndome ahí. Ahora
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Tomó el control del beso, exigiendo más. Había una dura necesidad detrás
de sus labios y él iba a robarla de mí como el criminal que era.
Un gemido se me escapó cuando forzó mis labios a abrirse, mostrándome lo
que quería. Sus manos me sostuvieron cautiva mientras lo hacía.
Ahí.
De repente alguien silbó cerca. Fue como ser bañada por un balde de agua
fría. Mi cuerpo se puso rígido, mi mente despertó de golpe. De repente estaba al
corriente de las personas que nos rodeaban —riendo, hablando, y pasando un
buen rato. Y aquí estábamos nosotros comportándonos como adolescentes
calientes. Dos personas que ni siquiera se gustaban entre sí.
—No, no creo que lo haga. Pero voy a tener otra probada mientras esté aquí.
Gemí, dejando que su lengua empujara más allá de mis labios, deslizándose
contra el aro de mi labio. Agarró mis caderas y me tiró hacia él, golpeando el
aliento fuera de mí. Su dureza empujando contra mí.
Necesitándome. Deseándome. Queriendo estar dentro de mí. Se volvió frenético,
pasando sus manos por mi caja torácica, sintiendo las curvas de mi cuerpo. En
segundos sus manos estuvieron enredadas en mi cabello y tirando mi cabeza hacia
atrás. Sacando sus labios de los míos, me miró, con su puño en mi cabello, su
cuerpo contra el mío.
—Quería una probada, pero eso es todo. Jamás va a pasar algo más —
susurró. Bajó la cabeza otra vez, sus labios tocando los míos—. Nunca.
—Hey, voy a tomar su lugar —se rió un tipo cuando me topé con él.
Corrí por la sala, llena de rabia. ¿Quién diablos se creía que era Walker,
besándome de esa manera? ¿Y por qué demonios lo había dejado? Mi rostro se puso
caliente, recordando su dureza presionada contra mí. Él pudo haberme tenido en el
dormitorio, desnuda y dispuesta, en cuestión de segundos. El pensamiento solo me
hizo enfadar. Negué con la cabeza con disgusto. ¿En qué me había convertido?
pánico en mí creció hasta que escuché una voz familiar, viniendo desde unas
cuantas habitaciones abajo. Me disparé a través el pasillo mientras dos personas
salían de una habitación oscura. Una morena alta salió primero, riendo y luciendo
de alguna manera ebria, pero era el hombre detrás de ella a quien quería ver.
—Voy a alcanzarte más tarde —dijo, con una sonrisa sexy en su rostro—. Lo
prometo.
—¿Qué puedo hacer por ti, Samantha? —Preguntó Kace, cruzando los
brazos sobre su pecho y mirando hacia mí con interés.
Abrió los ojos. Cuando me vio una sonrisa tonta se extendió por su rostro.
—Sam, te perdí. ¿Dónde habías estado?
—No importa —dije, resistiendo las ganas de taparme la nariz por el olor al
tequila de su aliento. En su lugar, puse una mano bajo su brazo y lo ayudé a
levantarse.
—Me gustas mucho... así que mejor que ese hijo de puta de Walker se aleje
de ti.
Casi me mató dejarla ir. Igual que si fuera una adicción, la abstinencia era el
puro infierno. Eso me sacudió hasta la médula. Casi me trajo sobre mis rodillas.
Pero con unas palabras dolientes y una sonrisa destinada a herirla, me las arreglé
para actuar genial y salir de la cocina, lejos de ella.
Esto era lo que necesitaba. Un trago para relajarme. Para que me ayudara a
olvidar cuán imbécil era. Lo necesitaba casi tanto como la necesitaba a ella. Eché la
bebida hacia atrás, sintiendo la quemadura del alcohol deslizarse abajo, hacia mi
garganta. Solo tomó un segundo para que ese entumecimiento familiar se deslizase
a través de mis nervios. Vertí otro trago y sonreí con satisfacción. Si tan solo Sam
pudiera verme ahora…
A Lukas y Sam.
137
Vi a Leah caminar por toda la sala, hablando con una pelirroja. Con rápidas
zancadas, pasé por medio de la multitud, mis ojos fijos en ella.
Leah no era lo que yo quería, pero quizás podría hacerme olvidar a Sam.
Quizá podría ayudarme a recordar que no era lo suficientemente bueno para una
chica con el cabello negro y labios como los de un ángel.
Agarré a Leah y la tire hacia a mí, cubriendo su boca con la mía, queriendo
sentir algo por ella.
Pero no lo hice.
138
Llamé un taxi para que nos llevara a Lukas y a mí a casa. Cuando llegamos,
estaba lloviendo a cántaros afuera. Me había calmado, ya no estaba lista para
retorcer el cuello de Walker, pero aún estaba enfadada.
La oscuridad me saludó tan pronto como pasé por el umbral. El olor a moho
y cigarrillo viciado me dieron la bienvenida con un cálido saludo. Arrojé mi bolso
sobre el sofá cuando entré, sin preocuparme por prender la luz mientras me dirigía
139
Eché a correr. Mis botas golpearon la delgada alfombra del pasillo, enviando
ecos por toda la casa. Seguí el sonido del llanto, la sangre apresurándose por mis
oídos. En la entrada de la puerta de mamá, me detuve en seco.
Sus ojos se abrieron ante el sonido de mi voz. Me miró con los ojos
inyectados en sangre, sus labios secos se agrietaron con el rastro de una sonrisa.
—Hola, pequeña.
El miedo se apoderó de mí. Esta no era solo una sesión de drogas habitual.
Algo estaba mal.
Presionó sus labios secos juntos, y trató de abrir los ojos pero
inmediatamente se cerraron de nuevo.
Lágrimas brotaron de mis ojos pero las aparté, furiosa conmigo misma por
preocuparme. Enfadada con ella por hacernos esto a las dos. Siempre estaba
recogiendo lo que dejaba atrás. Condones, botellas vacías de alcohol, agujas
utilizadas. No me importaba, las recogía. Estaba cansada de cuidar de ella y
cansada de preocuparme, de sentir vergüenza por sus actividades. Pero sabía que
nada cambiaría. Ella solo encontraría otra manera de perjudicarse.
Sonrió débilmente.
—Mi preciosa pequeña. Siempre fuiste tan perfecta. Te pareces tanto a él. Te
pareces a tu padre —susurró, con su voz ronca de todos los Pall Malls10 que había
fumado durante su vida.
Sus ojos miraban vacíos, sin verme en realidad. Agitó su frágil mano en el
aire, como si estuviera apartando mariposas.
—Mamá, necesitas un doctor. —Intenté razonar con ella, sin dejarle ver
cuánto me herían sus palabras—. Creo que tienes una sobredosis.
—No, solo tomé mercadería mala —dijo poniendo los ojos en blanco lejos
de mí y acurrucándose más—. Estaré bien mañana.
—Mamá, dime.
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Quería vomitar. Pam Man estuvo aquí. Casi podía sentirlo y sentir su
presencia.
¡Maldita sea!
Me daba mucha pena que esta vida hubiera sido nada más que horrible para ella.
Desde mi papá marchándose hasta los hombres utilizándola y la adicción que
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controlaba su cuerpo, este mundo le había dado una existencia terrible. Pero de lo
que ella no se había dado cuenta era que no importaba lo que la vida te arrojara,
era cómo lo afrontaras lo que importaba.
Cuando pasaron los temblores, me alejé de la pared y la llevé el resto del
camino hacia el baño. Las dos apenas cabíamos en la pequeña habitación, pero de
alguna manera me las arreglé para ayudarla a entrar en la ducha.
La apoyé hacia un lado con una mano y abrí el grifo con la otra. El agua fría
nos golpeó, haciendo que se me pusiera la piel de gallina en los brazos. Mi madre
escupió y golpeó, tratando de alejar su rostro del chorro de agua fría, pero la
sostuve fuerte, sin importarme si me dejaba unos cuantos moretones. Solo
necesitaba que ella estuviera bien.
Es por eso que tenía que estar alejada de Walker. Él era una debilidad. Una
amenaza. Alguien que podría hacerme daño.
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CAPÍTULO 16
-Walker-
Traducido por Blonchick
Corregido por Mariabluesky
Solté la sábana y me pasé una mano por la cara, haciendo una mueca de
dolor cuando toqué un moretón que algún hijo de puta había tenido suerte y me
había dado esta noche.
Después de que los vi irse a los dos, toda lógica me había abandonado.
Estaba celoso, pero más que cualquier cosa quería borrar a Sam de mi mente. Folle
a Leah en el baño, rápido y duro, negándome a besarla. No la quería en mis labios
después de que Sam hubiera estado allí. El pensamiento me disgustó.
Fue la primera vez en meses que perdí el control, beber hacía el olvido y
dejaba a la parte retorcida de mí salir.
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Ahora aquí estaba, con resaca, herido, y despierto, alterado por una
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pesadilla.
Yo estaba encima de ella, pasando la mano sobre su piel blanca sin manchas,
sintiendo cada centímetro de ella. Me tomé mi tiempo, haciéndola temblar mientras
la tocaba por todas partes. Estaba caliente con necesidad para el momento en que
subí detrás de ella, poniendo mi cuerpo encima del suyo, y acomodándome contra su
trasero.
—Ruega y tal vez sea amable —dije entre dientes, empujando su cabeza para
susurrarle al oído. Quería usarla y abusar de ella, sacar mi frustración en ella. Pero
primero quería que se sometiera ante mí.
Estaba llorando, las lágrimas corrían por sus mejillas, dejando líneas rojas en
su piel perfecta. Inmediatamente aflojé mi agarre en su cabello.
—¿Amarte?¿Así? —Le susurré, tocando su hombro con mis labios. Abrí sus
piernas y me empujé contra ella, mi polla dura entre nosotros. Bajando la mano, la
sujeté—. ¿O así?—Le pregunté con un gruñido, posicionándome en su abertura. Con
147
Pasé mis labios por su cuello y decía palabras de aliento contra su piel
mientras la sacaba y empujaba de nuevo. Pasé mis dedos por sus brazos, tocándola
como si fuera frágil mientras mi cuerpo se golpeaba violentamente contra ella. Nos
movíamos juntos, sus caderas encontrándose con las mías. Sus gritos sólo avivaban
mi deseo. Quería ir más despacio y sentir cada momento, cada segundo dentro de
ella, pero estaba desesperado, deseando la liberación.
—Dios, Sam —susurré, moviéndome más rápido. Puse mis manos a cada lado
de ella, necesitando más ventaja y quitando peso de ella. Bajando la mirada, la vi
moverse debajo de mí en su estómago, sus caderas encontrándose con las mías
estocada tras estocada. Era tan sensual que casi me deshice en ese momento.
—Habla conmigo —le dije, pasando una mano por su espalda—. Dime lo que
necesitas y lo haré.
Sam me miró con inocencia. Sus labios rojos formaron una sonrisa, el piercing
cortando su labio.
—¡Mierda! —siseé, pasando una mano por mis ojos cuando recordé la cara
de Sam y el monstruo queriendo destruirla.
—¡Joder! —maldije más fuerte, poniéndome de pie en un salto. Sí, sabía que
era un monstruo. Me lo habían dicho toda la vida. Yo era un hijo de puta sin
corazón ni alma. Había quebrantado las leyes y había estado en la cárcel. Había
bebido mi parte de alcohol y hasta más. Era tan feo por dentro como ese monstruo
en mi sueño había sido en el exterior.
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Pero ese monstruo no me poseía. Peleaba con él todos los días. A cada hora.
Me estaba volviendo loco tratando de arreglar mi maldita vida. Ya no robaba
coches. No había quebrantado la ley en años. Bebía, claro, pero eso era todo. Me
matriculé en la universidad, tomando clases nocturnas para sacar mis cursos
básicos primero. Trabajaba cuarenta horas semanales, quitando la suciedad o
balanceando un martillo. No importaba si estaba a cien grados afuera o a varios
bajo cero; Yo estaba allí, partiéndome el culo para ganar dinero y largarme de
Dodge.
Le había sugerido a Bent que Sam se mudara con nosotros, sólo para sacarla
del agujero infernal que tenía por casa, pero Sam rápidamente dijo que no. Algo
sobre estar cerca de su madre. No me gustaba o no lo creía, pero qué sabía yo. Mi
padre no estaba en ninguna parte de la lista de las personas que me preocupaban.
Si fuera sincero conmigo mismo (lo cual no era la mitad del tiempo) sería
sincero y admitiría que quería a Sam en nuestro apartamento porque quería estar
cerca de ella. Quería verla día y noche. Por qué, no lo sé. Probablemente nos
mataríamos en unas horas. Pero todavía la quería aquí, aunque fuese sólo para
asegurarme de que no había nada entre nosotros, excepto odio.
Abrí un armario y cogí un vaso limpio luego alcancé el bourbon que estaba
cerca. Vertí una onza en la copa, tomando nota para comprar más pronto.
Y no la necesitaba a ella.
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CAPÍTULO 17
-Walker-
Traducido por katiliz94
Corregido por Mariabluesky
Durante la última semana, había usado cada excusa posible para olvidar a
Sam. También me fui un poco por la borda haciéndolo. Bebía, trabajaba y follaba y
no necesariamente en ese orden. Esta noche planeaba intentar olvidarla con la
ayuda de alguna hermosa mujer y un club de puta madre.
La música era alta. Tan jodidamente alta que no podía escucharme pensar.
Estroboscópicas de rojo y azul giraron sobre mí, resaltando la masa de personas
envueltas en el bar. Humo llenaba el aire, secándome la nariz y aguándome los
ojos. En el escenario, algún tipo trabajaba en un sistema de sonido, mezclando
música con un toque de su mano y un golpe de muñeca. Manteniendo a las
personas en movimiento y felices con alguna mierda electrónica que me tenía
moliendo los dientes.
Eso nunca ocurriría. La chica era revoltosa. Tenía un ansia insaciable por el
sexo que malditamente yo intentaba saciar. Sí, era un poco demasiado pegajosa
para mi gusto pero oye, ¿quién se estaba quejando? Yo no, eso sin duda. Ella era
solo otro escape, otro objeto en mi lista de olvidar-a-Sam, pero de lejos nada más
estaba funcionando. Aún no podía borrarme a Sam de la mente.
Los dedos de Mia se deslizaron abajo para enhebrarse con los míos. Apreté
los dedos entorno a los suyos y nos conduje al bar, mi lugar favorito. Hogar dulce
hogar.
Luces azules estaban ocultas bajo el bar, haciendo iluminar los vasos y
botellas. Estaba a rebosar de tramo a tramo. Mujeres en minifaldas compartían
espacio con hombres vestidos para impresionar. Los hombres y mujeres detrás de
la barra se apresuraban de atrás a adelante, llenando órdenes de bebidas y
tomando dinero. Manteniendo a las personas felices y recibiendo propinas.
dije las palabras a nadie. Las únicas personas que conocían de verdad mi pasado
eran Bent, Sam y mi padre. De esos tres, dos de ellos me odiaban. Era una mancha
derrotada. Las probabilidades no estaban a mi favor pero estaban a punto de
mejorar.
Me apoyé contra el bar y sondeé a las camareras. Había una, una rubia,
dirigiéndose hacia mí. Me centré en ella. Ella sonrió a un cliente a unos metros de
distancia, tendiéndole un largo besuqueo. Sus ajustados vaqueros estaban
cubiertos con falsos diamantes y su camiseta tenía el nombre del club en el frente.
Una profunda V había sido rasgada en el escote, mostrando sus tetas para que
todos los vieran. Debió haberme sentido mirándola porque miró en mi dirección,
su sonrisa ampliándose. La observé caminar hacia mí, sus pechos brincando todo el
tiempo.
Me giré y miré por la multitud para ver una barra idéntica al otro lado del
club. Estaba también amontonada, con personas apiñadas hombro con hombro a lo
largo del borde. Podía ver el ajetreo de los camareros, intentando cumplir las
órdenes de bebidas.
Visualicé a Bent poniendo una bebida afrutada frente a una rubia de piernas
largas. Su perfecta sonrisa era dulce, demasiado inocente. Era un puñado de
mierda pero Bentley lo sacaba perfectamente. Daba la impresión del vecino de al
lado, el chico de ensueño de una chica buena. Pero sabía que ni de lejos él era así. El
hombre era un caos. Le había visto jugar con una chica con tanta fuerza que ella no
sabía lo que estaba arriba o abajo. Cuando la dejó, ni siquiera supo estar enfadada,
estaba demasiado drogada con el poder que era Bentley.
Me gustaba pensar que le había enseñado todo lo que sabía. Excepto que él
hablaba dulce a una chica. Yo solo tomaba lo que quería.
—¡Me encanta esta canción! ¡Voy a quedarme y bailar Cole! —gritó Mia
detrás de mí.
Una imagen de dos chicas, una cama descubierta, y yo entre ellas me tentó.
Sabía que todo lo que tenía que hacer era decir la palabra y la imagen se haría
realidad. Pero algo me previno de seguir.
La idea de Sam.
Tragué la bebida y esperé sabiendo que las malas noticias estaban llegando.
Había conocido a Bent demasiado tiempo para no reconocer la mirada en su cara.
—Dímelo —dije.
La sonrisa se deslizó del rostro de Bent. Con nerviosismo miró alrededor del
156
—Tomé una mala decisión así que ahora les debo el doble. O hago este
trabajo o… bueno, me amenazaron y a cualquiera asociado conmigo.
—Me las arreglé para convencer al jefe de permitir que Lukas y su banda
tocasen esta noche. Son los siguientes. Sam está por algún lugar de ahí con él.
Miré en la dirección que indicó. Mis ojos escanearon el área por una chica
con largo pelo negro y un cuerpo de infarto. Alguien que pudiese hacer hervir mi
sangre con odio y mi polla dura con deseo.
Seguí su mirada y ahí es cuando la vi. Sam. Estaba de pie al pie del escenario,
mirando a Lukas. Su pelo negro estaba cayendo por su espalda en suaves olas. El
pálido vestido rosa que llevaba se veía fuera de lugar entre el mar de negro. Era
como ver una flor en medio de un campo de árboles muertos y mala hierba. La idea
solo me volvió loco.
—Si no vas a unirte a mí, vigílala por mí. ¿Lo harás? —preguntó Bent,
apartando mi atención de Sam—. Tengo a algunos tipos tras ella pero no confío en
ellos.
157
Bufé y tomé otro trago de tequila. Se apartó la necesidad que tenía por Sam
y trajo el odio de nuevo a la superficie, muriéndose por salir y llevar a alguien al
infierno.
Sacudí la cabeza de nuevo pero Bentley era como un perro con un hueso, no
estaba cediendo con facilidad.
Di un ladrido de risa.
—¿De verdad quieres que esté sola en esa casa con mi madre como
protección?
No me molesté en responder. Él sabía mi respuesta. Tanto como no me
gustaba Sam, nunca me arriesgaría a que algo le ocurriera.
Venía de ver a dos hermosas chicas toquetearse la una a la otra a tener que
cuidar de una chica que era un dolor en el culo. No sabía que era peor, alejarme de
Mia y su nueva amiga o caminar hacia la mujer que me volvía loco.
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CAPÍTULO 18
-Sam-
Traducido por Nanami27
Corregido por Mariabluesky
esta noche quería evitarlo a toda costa. Aún me sentía culpable por besar a su
mejor amigo y odiaba mantener secretos a Bentley.
En la barra, empujé mi camino entre una chica con cabello verde y un tipo
usando más delineador negro que yo. Planté mis codos en el mostrador y esperé
por la camarera del bar. El aire acondicionado que ventilaba por encima, empezó a
soplar aire frío hacia mí, haciendo estremecer mi sudorosa piel. Se sentía como en
un paraíso en el caliente club.
Mi mirada vagó sobre el tipo de pie junto a mí. Su mano estaba envuelta
alrededor de una copa alta, la otra dando golpecitos al compás de la música sobre
la barra. Los dedos en su mano derecha estaban tatuados. Una serpiente se
envolvía alrededor de uno de sus dedos, con negras y perfectas líneas. La otra
mano tenía una rosa y una rama espinosa curvada alrededor de la misma, hermoso
diseño. Pero fueron los tatuajes en sus nudillos los que captaron mi atención. Cada
nudillo tenía una letra tatuada en su piel. Incliné la cabeza, intentando leer qué
deletreaba. M-I-E-R-D-A en una mano. J-O-D-E-R en la otra.
Ahogué una risa de nuevo, cubriéndome la boca con la mano. El tipo tenía
un buen cuerpo, pero lo que estaba en su piel me hacía querer morir de risa.
Alrededor de su vientre bajo, había un arcoíris y en el arcoíris estaba un unicornio
comiendo margaritas de su vientre bajo.
—¿Alguna vez has oído hablar de ese show de televisión sobre malos
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Me dio una mirada rápida, con un ceño en el rostro pero humor en los ojos.
—¿Estás jodidamente bromeando conmigo? Estoy en la lista de espera para
conseguirlo.
Lane sonrió.
—Hola, Sam.
Fruncí el ceño. ¿Estaba perdiendo todo sentido común? ¿Me toca, me besa, y
me vuelvo una gota incontrolable de hormonas? Mi ceño se profundizó. No. Solo si
le fuera a la autodestrucción dejaría que eso pasara.
—Agua.
Rodé los ojos y resoplé. Claro que Walker sabía cuál era mi bebida favorita.
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Lane aún estaba al otro lado de Walker. Levantó una ceja hacía mí a modo
de pregunta. Lo ignoré y tomé un sorbo de mi Coca-Cola light, conteniendo un
suspiro cuando la fría bebida golpeó mi garganta.
—Así que, sobre ese beso… —dijo Walker, antes de tomar un sorbo de su
cerveza.
—Suena como un buen plan para mí —dije, girándome para encararlo. Mal
error. Estaba a solo centímetros de distancia, tan cerca que podía ver oscuras
motas en sus ojos. Sentí ese zarcillo de miedo en mí, envolviéndose alrededor de
mi corazón y apretando fuerte.
Walker tomó un largo trago de su cerveza, sus ojos en mí. El deseo de correr
no me dejaría, pero permanecí quieta, queriendo estar cerca de él a pesar del
peligro a mi cordura.
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Fruncí el ceño.
—Sé que no quieres que seamos amigos, Walker. Solo quieres liarte
conmigo. Quizá hacerme pensar que estás interesado. Joder un poco mi cerebro. Es
tu estilo —dije, fulminando con desdén arriba y debajo de su cuerpo—. Pero tú no
eres mío.
—Te deseo, Sam. Quiero poseerte. Consumirte. Quiero dejarme caer sobre
mis rodillas y suplicarte por todo. Y quiero follarte. Dios, realmente quiero follarte.
Pero, tengo que seguir odiándote en su lugar.
Oh. Dios.
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Sam me miró como si hubiera perdido mi jodida cabeza. Y tal vez lo hice.
Pero algo pasó. Ella me miró con esos grandes ojos verdes y perdí todo
razonamiento. Todo control. Cada palabra que salió de mi boca desde ese punto
hacia delante era verdad. Sí, no era lindo; era francamente ordinario. Pero ella era
demasiado guapa y yo era demasiado estúpido para mantener mi jodida boca
cerrada.
Ella abrió su boca para decir algo. Esperaba palabras de maldición, tal vez
algún nombre, y una bofetada o dos en buena medida, pero ella nunca tuvo la
oportunidad.
—¡Hey, Sam!
Ambos nos giramos para ver a Lukas corriendo hacia nosotros, una boba
sonrisa en su cara. Tuvo un colapso cuando vio mi brazo alrededor de Sam. No la
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dejé, pero ella retiró su muñeca de mis manos. No protesté o exigí que se quedara a
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mi lado. Yo había dicho mi parte y no iba a obligarla a hacer cualquier cosa que no
quisiera hacer. El balón estaba en su campo ahora. Veamos que hacía con él.
Sam dio un paso lejos, poniendo una segura, y apropiada cantidad de
distancia entre nosotros. Se veía culpable como el infierno pero yo me sentí
arrogante cuando vi la cara de Lukas. Dejemos al pequeño perdedor ver que hacía
en contra. Yo estaba en el juego ahora.
—He estado aquí. ¿Por qué? —preguntó Sam, levantando la barbilla con
desafío—. No sabía que tenía que consultarlo contigo.
Lukas extendió la mano y agarró la de ella, tirando de ella hacia él. El animal
en mí gruño pero mantuve el control sobre él, ignorando mis celos. Pero tal vez
debería llamarlo como lo que realmente era —alguien ensuciando lo que era mío.
Miré como se marchaban, decidiendo que tal vez era una buena idea
mantener un ojo en Sam desde la distancia. Podía que fuese mejor para mi salud
mental de esta manera.
alguna más. Ver a Sam alejarse con Lukas fue un auténtico infierno. Me moría de
ganas de ir tras ella, darle un tirón lejos de él, y llevármela a algún sitio privado.
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Me puse de pie a un lado de la pista de baile, viendo como Sam bailaba. Sus
caderas se movían bajo el sonido saliendo de los altavoces. Me la imaginaba
moviéndose contra mí, empujándose contra mí. Su cabello caía en cascada por su
espalda en suaves ondas, con aspecto despeinado como si acabara de salir de la
cama, de haber follado a alguien.
Bajé mi cerveza y miré por encima del hombro. Bent estaba detrás de mí.
Había círculos bajo sus ojos y se veía cansado. Sabía que él había tirado una mierda
doble hoy. Había trabajado pero fuera de este club, echando el cierre la mayoría de
las noches, y luego quedándose tarde para limpiarlo. La propina era increíble e
hizo un montón. Lástima que no fuera suficiente para mantenerlo fuera de los
problemas.
—Por allí —le indiqué con una inclinación de mi cabeza. Dos grandes chicos
mirando a Sam desde el lado de la pista de baile, hambre y lujuria en sus miradas.
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La rabia aumentó en mí. Podía oler su interés a través de la sala y eso me cabreó.
Bent les dio una rápida mirada antes de volverse hacía mí.
—Hey, creí que tenías una cita.
La verdad era que Mía intentó llevarme a casa con ella y la rubia. Por un
momento, lo consideré. ¿Dos mujeres calientes? Conseguiría sacar a Sam de mi
mente y calmar mi deseo, pero no pude decir que sí. Había una pequeña molestia
por la mujer que necesitaba ver.
—Lo siento, tío —dijo Bent—. Escucha me tengo que ir. Cuida de mi
hermana.
Lo saludé con mi largo cuello y vi como corrió a otro bar, este aún más lleno
que los otros.
No podía encontrarla.
Mi corazón se aceleró como una moto. Miré hacia donde los dos matones
habían estado, mirándola, pero ya se habían ido. Sintiéndome incomodó, empujé
mi camino para salir fuera a la pista de baile. La multitud se movía como uno solo,
saltando arriba y abajo con lo que sea que el infernal DJ estuviera tocando. El lugar
estaba caliente, chicos y chicas saltando hombros con hombros con la música o lo
que fuese que estuviese en su sistema.
mi cuerpo, apreté los músculos hasta que pensé que iba a estallar. Me quedé
quieto, una estatua entre una multitud de bailarines. Era hiperconsciente de cada
persona alrededor de mí, buscando problemas, esperando ver a Sam. ¿Dónde coño
estaba? ¿Esos tipos la agarraron, la llevaron a algún lugar privado? Bent dijo que
no confiaba en ellos...
—¡Hey! —gritó.
Curvé mi labio.
—Estás drogado —le dije con disgusto, lanzándolo lejos de mí. Él casi se
cayó, pero se sostuvo.
—¿Así que? ¿Qué vas a hacer al respecto, perra? —gruñó en mi cara. Puse
los ojos en blanco, sabiendo que el chico no estaba bien. El público nos dio un
amplio margen, viendo la pelea inminente, pero no necesitaba la habitación. Todo
lo que necesitaba era un pie para poner a Lukas en el suelo.
Quería tanto poner mis puños en su rostro, pero ponerlo en el suelo no era
mi propósito, lo era Sam.
—Tenemos que encontrarla de una puta vez —le aplasté, dando un paso
más cerca de Lukas y haciéndolo alejarse un paso atrás.
culo.
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Sabía que estaba bebido y drogado y debía tenerlo fácil con él, pero ahí fue
cuando lo perdí. La imagen de él o cualquiera entre las piernas de Sam hizo que el
frágil control que mantenía se rompiera y se destrozase. Me convertí en ese tipo de
ojos rojos y desalmado monstruo que odiaba.
Lo golpeé contra una pared, haciendo encajar sus malditos dientes. El aire
salió de sus pulmones y su cabeza cayó hacia atrás, golpeando el muro de
hormigón con un ruido sordo. No lo golpeé pero eso provó un punto, podía hacerle
algo de daño con un solo toque de mi muñeca.
—Vamos a aclarar algunas cosas en este momento Lukas —dije entre mis
dientes apretados—. Primero, no hables así sobre Sam, ella debería significar más
para ti que un pedazo de culo, incluso si estás drogado. Segundo, y esto es lo más
importante, mataré a cualquiera que intente estar entre sus piernas, incluido tú.
¿Lo entiendes?
—¿Y quién va a matarte a ti, Walker? Porque todos sabemos que es donde
quieres estar.
La amenaza por sí sola debería haberme hecho desear darle, pero no tenía
tiempo para entrar en una baja y sucia pelea. Habría tiempo para ella luego.
Necesitaba encontrar a Sam. Ahora.
Le di a Lukas una de mis sonrisas mortales.
—No quieras molestarme, Lukas. Tengo mal genio cuando se trata de Sam.
No me tientes o voy a desatarlo en ti.
—¡Hey!
—Sé que la amas, pero todos sabemos que ella está mejor conmigo así que
dale la vuelta a la mierda, Walker. No tienes una oportunidad en el infierno con
ella.
Retrocedí, sonriendo.
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CAPÍTULO 20
-Walker-
Traducido por Nanami27
Corregido por Mariabluesky
Encontré a Sam saliendo del cuarto de baño, chasqueando sus labios como
si acabara de retocarse el brillo labial. La vista de su brillante boca envió a mi polla
a villadura.
Ella no me vio de pie, bajo las sombras del pasillo. Cuando pasó, estiré la
mano y la tomé de la muñeca, haciéndola gritar del susto. Su mano se movió hacia
arriba automáticamente, apuntando a mi rostro, pero la atrapé en el aire, a
centímetros de mi mejilla.
—Es hora de ir a casa, cariño —murmuré con los dientes apretados. Odié lo
que estaba a punto de hacer, Sam lucía tan bien como para volverme loco, pero le
había prometido a Bent que la vigilaría y la quería lejos de esos matones también.
—Sí, lo harás.
Con un ceño fruncido, detuve a Sam y miré hacia el extenso y oscuro pasillo
que llevaba fuera del club. No podíamos salir por las puertas frontales sin que los
hombres nos vieran. Eso nos dejaba la puerta trasera.
Dios, ayúdame.
Con una mano aún en la muñeca de Sam, saqué mi teléfono del bolsillo
mientras nos dirigíamos a la salida. Quería hacerle saber a Bent que estábamos de
camino a casa.
—Cole —dijo Sam, en una voz suave, tirando de mí hasta detenerme. Nunca
la había escuchado decir mi nombre así. Su voz no contenía odio o aversión. Ni
disgusto ni desconfianza. Simplemente necesidad pura.
—Lo que dijiste. Que querías que seamos amigos. ¿De verdad fuiste sincero?
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—preguntó con una voz ronca, dando un paso hacia mí. Intenté no notarlo, pero
cuando su cuerpo estuvo tan cerca del mío, no pude resistirme a bajar la mirada
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hacia ella. Sus ojos me miraban fijamente, llenos de calidez, y sus labios gruesos
rogaban que los probara de nuevo.
Dejé caer su mano. Mierda, ¿acaso ella sabía qué demonios estaba haciendo
al preguntar eso? ¿Mirándome de ese modo? Estábamos en un pasillo oscuro. Con
ella a centímetros de mí. De un simple empuje podría meterla en una habitación,
cerrar la puerta y bajar sus bragas.
—No mucho —dijo, dando otro paso más cerca—. Lo que realmente quiero
saber es… ¿fuiste sincero cuando dijiste que me deseabas? ¿Que querías follarme?
presionando contra el cierre de mis vaqueros, deseando tanto a Sam que no podía
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Nunca, nena.
Besé la curva superior de su pecho tan pronto como estuvo expuesto. Ella
estaba respirando fuerte y yo estaba perdiendo mi mente. Al demonio el resto de
los botones, tenía que tenerla ahora.
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Gimió de placer. Tomé eso como un sí. Empujé el vestido por encima de sus
muslos, mis dedos se apretaron sobre su piel. Tan pronto como el vestido estuvo
por encima de sus caderas, toqué el borde de sus bragas y supe que estaba en casa.
Deslicé un dedo debajo de la suave seda y tiré, queriéndolas fuera. Pronto.
Sam jadeó y me congelé, con mis dedos aún dentro de sus bragas. Una luz
brumosa brilló dentro de la habitación proveniente de la puerta abierta,
iluminándonos. De mala gana, quité mis dedos y bajé su vestido, juntando los
bordes para cubrirla. Me miró con ojos abiertos, ambos llenos tanto de deseo como
de miedo.
Miré por encima del hombro a Sam y casi me detuve. El vestido se aferraba
a su cuerpo, delineando sus insolentes pechos y el espacio entre sus piernas. Su
delgada cintura era estrecha, el delgado material del vestido colgaba como si su
vida estuviera en juego. Su cabello negro colgaba en húmedas hebras y su pálida
piel sin defectos exhibía cada peca de sus mejillas y su delicada nariz. Hacía que
pareciera una mujer sin hogar luciera sexi. La palabra sexi no le hacía justicia.
«Perfección» no la describía y «hermosa» no parecía apropiado tampoco. Sam era
simplemente todo lo que era bueno en este mundo.
Hice a un lado la urgencia que recorría mi cuerpo y corrí al otro lado del
estacionamiento, jalándola conmigo. La lluvia caía más fuerte, haciendo el piso
resbaladizo mientras corríamos hacia el auto.
En minutos estuvimos dentro del Duster, escapando del diluvio. Giré la llave
en la entrada y miré a Sam. Estaba mirándome, con la ira reemplazando la
necesidad sexual que había estado allí antes.
—¿Por qué me obligas a irme, Walker? ¿Ahora estás en eso del secuestro?
—gritó en una fuerte y aguda voz.
—Sí —dije, con dureza en mi tono—. Solo intenta pelear conmigo, Sam.
Amaría subyugarte hasta que te sometas.
Sus ojos se ampliaron. Un sonrojo coloreó sus mejillas. Dios, quería ver todo
su cuerpo enrojecido de deseo.
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Maldición.
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CAPÍTULO 21
-Sam-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
Mamá una vez me dijo que a veces el amor te hace hacer cosas
estúpidas. Por supuesto, ella estaba drogada en ese momento y su novio era el
décimo de ese mes, de manera que ¿qué sabía ella? Pero una cosa era segura, había
hecho algo estúpido esta noche. Dejé que Walker me besara de nuevo.
Pero no fue lo único que había hecho. Lo había dejado tocarme. Poner sus
dedos cerca de mí. Pero más importante aún, había dejado mi corazón abierto
apenas una fracción, dejando entrar al hombre que pensaba que odiaba.
Esa podría haber sido la cosa más estúpida que había hecho, pero mamá
estaba equivocada, el amor no me había obligado a hacerlo. La estúpida lujuria lo
había hecho.
Me dije que Walker no era más que pura destrucción. Él podría destruir con
solo un toque. Una mirada. Una palabra. Él Estaba demasiado arruinado, su pasado
demasiado contaminado, nuestra amistad demasiado arruinada para alguna vez
volver a confiar en él. Pero ahí estaba yo, sentada en su coche y dejando que me
llevara a casa.
181
haciendo el cambio cuando doblamos una esquina. Su toque hizo que mi corazón
saltara y mi frente se surcara. Me disgustaba, pero me gusta su toque. Quería estar
cerca de él, pero tenía que mantener mi distancia. Pensaba de él que era un
gilipollas y él probablemente pensaba que yo era una perra, pero por alguna razón,
nos queríamos el uno al otro.
No tenía sentido.
Él.
—Walker, lo que hicimos allí... —me detuve, mi voz temblorosa. Mis nervios
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se crisparon.
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—Y quiero más.
Sus ojos tenían un crudo deseo en ellos, por lo que mi mundo estalló en
llamas.
—Me voy a odiar a mí mismo por la mañana, Sam. Y tú me odiarás aún más
—dijo con voz áspera.
suavidad contra rugosidad. Una sensación que envió ondas de choque en mí.
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Aspiré una bocanada de aire, sus palabras tenían tanto efecto en mí como su
boca. Agarrando su cuello, tiré de su cabeza hacia atrás, capturando su boca de
nuevo. Él gimió cuando deslicé mi lengua entre sus labios, degustándolo.
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—Está bien —dijo Walker con voz ronca, retirando su mano de mi ropa
interior—. ¿Qué tal si te haces cargo? Haz lo que quieras hacer. No pasará nada, a
menos que lo desees.
Se sentía suave en mi mano, como seda cubriendo dureza. Miré hacia abajo,
curiosa. Entre nosotros estaba su virilidad, pidiendo atención. Viéndose poderosa y
lista. Tragué saliva. Era demasiado grande y larga. No había manera de que...
No lo hice. Empecé a mover mi mano más rápido, al ver el efecto que tenía
sobre él. Su cabeza cayó hacia atrás contra el reposacabezas e inhaló bruscamente,
los músculos de su abdomen se apretaron. Agarró mis caderas mientras aceleré el
ritmo, sus dedos clavándose dolorosamente en mi carne. Tendría moretones
mañana, pero no importaba. Sus caderas se levantaron, encontrándose con mi
mano mientras la movía de arriba y abajo.
—¿Alguna vez le has hecho una mamada a un chico? —preguntó, su voz sin
aliento y sus ojos en mí.
—Pero no tienes que hacer nada, Sam —dijo, arrastrando la boca a lo largo
de mi mandíbula—. He muerto e ido al maldito cielo ya, al besarte.
Él gimió.
—¿Segura?
Empecé a mover mi boca arriba y abajo, imitando lo que había hecho con mi
mano. Él comenzó a respirar más pesado.
abierto.
—Respóndeme, Sam —exigió—. Dime si alguna vez has hecho esto antes.
—Una vez —me las arreglé para decir—. Solo una vez.
—Sea quien sea, lo mataré —susurró Walker con dureza. Su dedo se deslizó
dentro de mí, deslizándolo profundo. Tiré mi cabeza hacia atrás y gemí sintiendo
una subida desesperada en mí.
—Nadie te toca de nuevo. ¿De acuerdo? —dijo con voz áspera, su boca
yendo a mi cuello.
No se detuvo ni siquiera cuando grité. Metió los dedos cada vez más
profundo, más duro a cada momento. Agarré su camisa, sintiendo algo dentro de
mí entrar en erupción. Cuando sus dedos comenzaron a moverse más rápido, me
rompí, incapaz de respirar.
Walker besó la comisura de mi boca, retirando los dedos de mí. Agarró mis
caderas, dejando rastros de humedad.
voz ronca.
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—Yo... yo no creo que pueda hacer esto —dije. Él era demasiado grande. Yo
era demasiado pequeña. La invasión, su tamaño me asustaba.
—Lo siento, Walker —dije—. No debí hacerlo. Es solo que... me dio miedo
y…
—Es que a mamá le han dado algunos moretones por cambiar de opinión,
así que sé lo malo que es llevar a un chico tan lejos y decir después no.
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Walker cerró los ojos. Cuando los abrió de nuevo, me dio una mirada
adolorida.
—Sam, no somos como tu madre y esos hombres. No golpeo chicas y tú... tú
eres perfecta. —Se pasó la mano por la cara luego respiró hondo, mirándome—
. Escucha, Sam, he hecho algunas cosas malas en mi vida, pero tú nunca serás una
de ellas. Nunca te haré daño. Diablos, preferiría tu odio a que creas que te haría
daño.
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CAPÍTULO 22
-Walker-
Traducido SOS por Nanami27
Corregido por Pily
Eché un vistazo a Sam cuando pasamos bajo una farola. Estaba mirando
fuera de la ventada salpicada de lluvia, evitando mirarme.
—Sí —dije, haciendo una mueca. La chica casi me había dado su virginidad y
aquí estaba yo, el señor “gran” hablador.
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Giré por la calle de Sam e hice una mueca. El lugar se veía peor con la lluvia.
El remolque desmoronado parecía hechizado en la noche. Autos destrozados o
viejos estaban aparcados a lo largo de las calles o en los jardines fangosos. Un par
se situaban bajo puertos de automóviles o en caminos libres de pasto, pero esos
eran contados.
estaba desaliñado, toda evidencia de mis dedos había desaparecido. Las ondas
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caían por su hombro y bajo su pecho, acariciando los pezones que dolía por tener
de nuevo en mi boca. Y sus piernas… quería recorrerlas con mis manos y abrirlas
de par en par. Dejar mis dedos encontrar su coño, ahondando en su humedad.
Me aclaré la garganta y cambié de posición, dándole a mi pene algo de
necesitado espacio para respirar.
Me encogí de hombros.
Miré por la lluvia, hacia el remolque de Sam más adelante. Podía ver el auto
de su mamá aparcado en la entrada, un trasto viejo que había manejado por tanto
tiempo como podía recordar. Una luz estaba encendida en la sala y la luz del
porche frontal parpadeó hasta apagarse. Era una triste y pobre excusa de casa.
—¿Por qué todas esas preguntas, Sam? Sabes por el infierno que ese
hombre me hizo pasar.
Resoplé.
—Walker, nunca debería haberte llamado así años atrás —dijo, refiriéndose
a la noche en que éramos adolescentes, cuando casi golpeé hombre hasta la muerte
por atacarla.
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mi regazo.
Miré por sobre la parte superior de mi auto. Sam estaba de pie al otro lado,
empapada. La lluvia le había pegado el cabello a su cabeza y mechones se metían
sus ojos.
—¿Walker?
—¿Sí?
Se mordió el labio, jugando con su aro. Hice mi mejor jodido esfuerzo para
mantener mis ojos centrados en los suyos.
Encendió una luz, iluminando el área con un suave brillo. Mi mirada vagó
por su cuerpo, absorbiendo la vista de su vestido pegándosele al cuerpo en todos
los lugares correctos. Una lenta sonrisa se extendió por mi rostro, la parte idiota de
mí amando poder ver el delineado de sus fruncidos pezones.
Mi sonrisa creció.
—Sabes que mi madre está en casa —dijo, levantando una ceja y asintiendo
hacia el pasillo, ignorando mi pregunta.
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—Lo sé. Dormiré en el sillón. ¿Qué pensabas? ¿Que te follaría sin sentido
con tu madre en la misma casa? Vaya, Sam.
Su cabello le hizo cosquillas a mi boca y nariz, invadiéndome de deseo. Me
aparté, mi sonrisa creció cuando vi la conmoción en su rostro. Sus mejillas estaban
rosadas y parecía estar conteniendo el aliento. Era tiempo de hacerla volver a la
vida un poco.
Una bebida. Eso es lo que necesitaba. El cielo sabe que su mamá tenía
muchas bebidas alcohólicas por aquí. Eso calmaría mi culo.
voz me detuvo.
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—Señora Ross —dije, manteniendo mis ojos en su rostro. Sabía que tendría
puesto algo de corte bajo, quizá algo que apenas cubriera sus tetas. Y tenía razón.
Cuando caminó hacia mí, vi que su camisón tenía un escote, sus oscuros pezones
eran visibles a través del fino material.
En un tiempo pudo haber sido hermosa, igual que Sam, pero el tiempo había
sido duro con ella. Demasiados hombres y demasiadas cantidades de droga habían
destruido su cuerpo y casi su mente. No le importaban sus hijos o su bienestar.
Estaba dispuesta a renunciar a ambos por una píldora o inhalar cualquier cosa que
alterase su mente, solo para que pudiera escapar del dolor de vivir.
—Sí.
Tomé un trago, haciendo una mueca cuando la bebida barata golpeó mis
papilas gustativas.
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—Con el debido respeto, señora Ross, pero no hay nada entre Sam y yo —
mentí, con los dientes apretados. Había un Sam y yo. En el momento en que puse
mi pene dentro de ella, Sam se volvió mía.
—¿Por qué no te creo? —dijo la señora Ross, caminando por mi lado con
una insinuante mirada en los ojos. Su camisón se envolvió alrededor de mis
piernas, tocándome cuando pasó.
Abrí la boca para responder, quizá para explicarme con más mentiras, pero
me interrumpió.
—Odiar es una palabra fuerte, Cole, y así lo es amor. Pero no creo que
estemos hablando de eso en este momento.
Tosí y negué con la cabeza con disgusto, tomando otra bebida del mal vino.
Mi corazón latía, sus palabras poniéndome incómodo.
—Sé que te desagrada mi hija, Cole. Pero lo que no puedo entender es por
qué estás aquí, sentando en mi sala —dijo, tomando otra calada de su cigarrillo.
—Entonces, ¿es por eso que estás aquí? ¿Por Bentley? —preguntó antes de
tomar un largo trago de su vaso.
202
—No me vengas con tus mierdas, Cole. Puedo leer a un hombre a millas de
distancia. Estás interesado en ella.
Me encogí de hombros otra vez. Incluso si tuviera sentimientos por Sam, los
cuales no tenía, no se los diría a su madre. Ella encontraría una manera de usar esa
información en contra Sam. Las adicciones te hacían cosas como esa. Yo debería
saberlo.
Me reí entre dientes. Mira quién hablaba. Pero un segundo después estaba
enfadado. Me sentía como un hombre inocente que acababa de ser entregado a una
sentencia de muerte. Era injusto y me sacudió hasta la médula, haciendo jirones
mis entrañas. Quizá era una basura, pero no significaba que me gustara escucharlo.
Y seguro como el infierno que no quería saber que era un perdedor para Sam,
incluso si sabía que era cierto.
—Hay una fina línea entre el amor y el odio, Cole. Uno lastima y el otro
destruye, y tú serás ambos para mi hija.
Me mantuve de pie bajo el agua caliente hasta que se enfrío. Caían como
pequeñas gotas de hielo, pero era justo lo que necesitaba. Mi piel todavía ardía
donde Walker me había tocado, donde había puesto sus labios. Todavía podía
sentir su boca alrededor de mi pezón y sus dedos dentro de mi cuerpo. Aún lo
deseaba. Él era adicto al alcohol, pero me daba miedo que pudiera ser adicta a él.
Peiné mi cabello y me cepillé los dientes frente al espejo del baño. La chica
mirándome parecía inocente y joven, no como me sentía. Mi rostro había sido
limpiado de todo el maquillaje, el abundante rímel negro y el delineador se habían
ido. Tenía los labios color rosa, ya no de color rojo sangre. Me parecía a mí. No a
quien fingía ser.
salida.
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—Sí.
—Cole —dije sin aliento. Quería decir algo más, pero no podía recordar qué
era.
Miré a mí alrededor, viendo lo que él veía, una pequeña habitación con una
cama doble. Ropa sucia en el suelo. Desorden en el tocador.
Bajé la mirada y me di cuenta de que mis senos se veían más grandes con
los brazos bajo ellos. Los descrucé, irritada conmigo por importarme.
Walker sonrió con esa hermosa sonrisa para caer muerta y pensé en lanzar
su cuerpo sobre mi cama. Olvida lo que dije antes, quería su polla en mí.
Sentí una oleada de tristeza. Le había tomado días recuperarse del efecto de
esas drogas malas. Había pensado que tal vez habría aprendido la lección y se
organizaría, pero me equivoqué. Nunca cambiaría. No podía.
—¿Así que vas a pasar la noche? ¿En el sofá? —pregunté, intentando sonar
bien con ello. En su lugar, soné nerviosa, como una chica de instituto yendo a su
primera cita.
—¿Por qué? Quiero decir, ¿por qué el cambio? ¿Por qué quieres estar cerca
de mí? ¿Por qué ahora?
—¿En serio?
Retrocedí, mi boca se secó. Los ojos de Walker quemaban en los míos, con
un hambre insaciable en ellos mientras me seguía, un paso a la vez.
Jugó con un pecho y luego con el otro, haciendo que se sintieran más
pesados. Pensé que no sería capaz de aguantar más, pero entonces empezó a girar
mi pezón entre sus dedos, enviando una fiebre intensa por mi cuerpo.
—Con mi vida.
Me incorporé sobre mis codos y observé mientras yacía junto a mí. Con una
mirada oscura en sus ojos, bajó la cabeza. Su boca viajó por mi cuerpo, besando y
saboreando mi piel. Lamió mi clavícula luego la parte superior de cada seno. Se
movió más lejos, sus dientes tirando de mi pezón por sobre mi camiseta, jalando
suavemente. Gemí y lo miré con los ojos entornados. Se trasladó al otro pezón,
dándole la misma atención. Con su cabeza inclinada sobre mí, su cabello oscuro
caía por su rostro. Era erótico e impresionante, ver este hombre disfrutándome.
Él se rió entre dientes con un sonido bajo, pasando sus manos sobre mi
209
Su boca dejó mi pecho y bajó hasta la cintura. Besó ese lado, justo por
encima del hueso de mi cadera. Su mano recorrió mi estómago hasta la cara
interna del muslo. Me estremecí cuando sus dedos siguieron subiendo,
encontrándose con el dobladillo de mis pantaloncillos. Impacientemente, agarró el
material en un puño y me lo arrancó de un tirón, llevándose en el proceso mis
bragas con impaciencia.
—Walker, tal vez deberíamos esperar —le dije, cerrando con fuerza mis
piernas y atrapando su mano entre mis muslos. El deseo en mi voz me avergonzó,
exponiendo que era una mentira. No quería esperar. Lo quería ahora.
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Con un tirón, bajó mis pantaloncillos y bragas el resto del camino por mis
piernas y las apartó. Cerré las piernas con fuerza, la vergüenza haciéndome
enrojecer.
Separó mis piernas, abriéndome completamente para él. Sin previo aviso, su
boca fue entre mis piernas, un gruñido posesivo escapando de sus labios.
—Dios, sí —gemí.
—Podría hacer eso por siempre —dijo en un tono gutural, sus dientes
rozando mi pezón.
—Apuesto a que le dices eso a todas las chicas —susurré, medio burlona.
—No tengo otro condón —susurró, envolviendo sus dedos alrededor de los
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míos.
—No me importa. ¿No te puedes salir antes o algo así? ¿No es eso lo que los
chicos hacen? —pregunté sonando desesperada y enloquecida. Mi cuerpo estaba
gritando por Walker. Había recibido una pequeña muestra de lo que era estar con
un hombre, ahora quería todo el paquete.
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CAPÍTULO 24
-Walker-
Traducido por katiliz94
Corregido por Mariabluesky
Caminé por el pasillo como si el diablo estuviese sobre mis talones. Y tal vez
lo estaba, intentando meterme de regreso a ese dormitorio y forzarme a tomar lo
que ahora estaba determinado a que era mío.
Mi polla estaba tan dura, que podía difícilmente pensar con exactitud. Juro
que si me rozaba contra algo, explotaría, avergonzándome como algún adolescente
con su primera chica. Necesitaba una liberación y rápido. La humedad de Sam
todavía estaba en mi boca y necesitaba sacarla antes de que perdiese el control.
Había tomado la mitad del vino barato de la señora Ross, además de unos
tragos de vodka, antes de que llegase al vestíbulo, buscando a Sam. No tenía la
intención de quitarle las bragas y devorarla. Simplemente ocurrió de esa forma,
214
imagino. Muchas cosas que nunca esperaba ocurrían entorno a Sam. Pero ahora la
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sed estaba de vuelta. La única que ni podía dejar. Lo que necesitaba ahora era una
buena bebida cargada.
Me dirigí a la cocina. En algún minuto, esperaba que Sam saliese corriendo
de su habitación, exigiendo que retirase lo que dije, que yo solo deseaba, nunca
amaba. Y tal vez lo retiraría. Si podía meterme entre sus piernas, podría decir
cualquier cosa. Diablos, le pediría que se casase conmigo por una oportunidad así.
Agarré el whisky del armario y miré por los alrededores buscando un vaso
limpio pero cedí cuando no pude encontrar uno. En su lugar, agarré una taza de
café con una grieta en un lado. Dándole la vuelta, fruncí el ceño. Tenía una foto de
Sam como una niña en el otro lado, algo que el colegio probablemente le hizo hacer
para el Día de la Madre o alguna otra mierda de festividades que nuestros padres
que no podía importarle menos. Lo golpeé contra el mostrador y serví la Corona
hasta el borde, después me dirigí a la nevera.
La recordaba a esa edad. Era muy tranquila. Había querido sacar la timidez
de ella incluso en más de una ocasión cuando éramos niños. No debía de ser de esa
forma. No era seguro. No en nuestro vecindario. Si los chicos de por aquí se
hubiesen metido con esa pequeña Samantha Ross ella no contraatacaría, y eso le
habría causado problemas. Y me tenía a mí con problemas de hurto de coche y
cargos de posesión menores que poseía cuando era niño.
Y Sam era el más grande, más sexy y más increíble problema que nunca
tuve.
Enterré la cabeza en las manos y descansé los codos en las rodillas mientras
escuchaba al hombre del tiempo parlotear sobre tormentas y probabilidades de
lluvia. Dijo algo sobre tener el año más húmedo. Murmuré una maldición y dejé
caer las manos de mi cara. La lluvia estaba haciendo que mi paga se redujera, solo
una de las desventajas de la construcción. Si llovía, no trabajaba. Si no trabajaba, no
se me pagaba. Si no se me pagaba, no iba a la Universidad. No ir a la universidad,
terminaría como mi padre, apenas subsistiendo a duras penas. Era un ciclo vicioso
que me tenía cogido por las pelotas la mayor parte del tiempo. Pero sin importar
cuantas monedas de cinco y diez centavos podría tener, nunca estaría lo bastante
desesperado para volver a una vida de crimen. Sí, extrañaba conducir los lujosos
coches que la gente solía pagarme por robar, pero terminé con eso. Juvie era el
infierno pero estoy seguro de que la prisión no lo haría verse como un paseo en el
parque.
Prometí a Bent que vigilaría a Sam por la noche y eso es exactamente lo que
he hecho. Ahora era hora de irse. Tenía una resaca que curar y una larga fría ducha
en la que estar.
de Sam.
Mierda.
Tomé un profundo respiro y cerré los ojos, imaginando a Sam en el otro
lado. Ella estaría dormida, las mantas envolviéndose entorno a sus piernas. Su pelo
estaría esparcido por la almohada, viéndose como hebras de cinta negras contra
sus sabanas rosas. Inocente y erótico al mismo tiempo.
Me giré sobre mis talones y retrocedí mis pasos hasta el salón, luchando con
la urgencia de volver al cuarto de Sam. Ella no necesitaba a alguien como yo y yo no
necesitaba a alguien como ella. Algo así me hacía sentir cosas que pensaba que era
incapaz de sentir.
Hice una mueca mientras cruzaba los últimos pasos hasta mi coche, la bilis
elevándose en mi garganta. Estaba deslizándome en el asiento del conductor
cuando escuché algo. El sonido de la puerta de una camioneta golpeando. Levanté
la mirada, una reacción inconsciente ante un ruido alto en este vecindario. Tenías
que ser precavido aquí. Nunca se sabía quién iba a echarse encima de ti, intentando
venderte drogas o robarte lo que sea de dinero que tuvieses, con la cortesía de un
arma o cuchillo en tus costillas. Pero lo que encontré en su lugar era mi padre,
saliendo de su camioneta.
Mi padre no levantó la mirada mientras salía del coche. Dudé que incluso
pudiese escucharme. El anciano había estado volviéndose sordo desde que yo era
un niño.
mejillas y la línea afilada de mandíbula. Sus ojos eran claros, sin evidencia de toda
una noche de borrachera en ellos.
—Hey, hijo—dijo, poniéndose de pie con extrañeza, con la pala aún en sus
manos.
—Sí.
Miró el agujero cerca de sus pies. Sus antiguos zapatos de atleta de velcro
estaban cubiertos de mugre y desgastados por los años de uso. Pateó un montículo
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Mi padre dejó caer la pala y se giró hacia mí, la paciencia calmada en su cara
solo haciéndome enfadar más.
—Escucha, hijo…
—Un día lo entenderás, Cole. Amarás a alguien. Pero espero por Dios que
nunca tengas que perderla.
Una imagen de Sam destelló en mi mente. Intenté imaginar una vida sin ella
y no pude. Simplemente no podía.
—Si encuentras una chica, Cole, cómprale rosas. Muchas de ellas. Llena su
habitación. Dáselas para verla sonreír. Simplemente no te arrepientas de nada,
Cole, como yo. Como yo viviré el resto de mi vida.
Cerré los ojos, ignorando sus palabras. Nunca amaría a nadie. Me negaba.
Mira lo que le ha hecho a él. Pero Sam seguía saltando en mi mente. Juré levemente.
Siempre había sido la excepción a la regla pero no podía dejar que lo fuera esta vez.
Abrí los ojos, listo para hacer un comentario sarcástico a mi padre, pero mi
teléfono vibró en mi bolsillo. Lo saqué y miré el identificador de llamadas. Bent.
—Tio, ¿dónde diablos estás? —la áspera voz de Bent preguntó cuándo
respondí.
—Tengo algo que hacer, pero no te preocupes por Sam. Ella debería estar
bien. Te vas de rositas, tío.
Quería decirle que tenía miedo de que nunca me fuera de rositas con ella,
pero mantuve la boca cerrada.
Bent bufó.
Bueno, casi. Lo que diablos fuese que Bent iba a hacer, tenía la sensación de
que no iría bien. También tenía la sensación de que lastimaría a Sam en alguna
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forma. Ya que yo era el único que había enseñado a Bent como robar y le introduje
a una vida de crimen, si él la jodía y Sam era herida, era por mí. Y no sabía si podría
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soportar eso.
CAPÍTULO 25
-Sam-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
—Levántate.
—¡Despiértate!
—¡Despierta, Ross! —Esta vez las palabras fueron gritadas mientras una
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Walker.
ahora.
Volviéndose hacia mí, apoyó los nudillos en la cama cerca de mis rodillas y
acercó su rostro a centímetros del mío.
Su voz era como líquido caliente sobre mi piel, suave y caliente con la
capacidad de causar escalofríos sobre mis brazos desnudos. Maldito. Odiaba que
tuviera ese efecto en mí.
—Eres tan mandón. ¿Por qué debo vestirme? Son las dos en punto de la
mañana.
Esas palabras me hicieron saltar de la cama, con los pies contra el suelo
alfombrado con un ruido sordo.
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Miré por encima del hombro, viéndolo mirar mi trasero con anhelo y cruda
hambre desgarradora.
Ignoré el cosquilleo extraño que corrió por mi brazo al tocarlo y corrí por
mis zapatos, la irritación haciendo que mi cara se pusiera roja todo el tiempo.
sucumbir.
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Pero más que nada, estaba enfadada porque Bentley estaba caminando por
un camino que solamente tenía un futuro oscuro. Un camino por el que había visto
a mamá bajar más veces de las que podía contar.
Al encontrar mis zapatos, me dejé caer en el borde de la cama y me los puse,
con movimientos erráticos. Estaba loca. Era el retrato de la locura. Todo estaba
jodido. Mamá. Mis sentimientos por Walker. Y ahora Bentley. Nada parecía ir bien,
¿pero alguna vez estuvo bien? Podía soportar mucho y aguantar por los últimos
años, pero no creo que pudiese manejar ver a mi hermano ir a la cárcel.
Até mis zapatos con movimientos espasmódicos. Había lágrimas en mis ojos
de las que no estaba orgullosa, pero ahí estaban para que Walker las viera,
mostrándole lo débil que era.
Dejé caer mis ojos rápidamente cuando sentí el comienzo de un rubor subir
por mis piernas. Era algo que solo sucedía cuando Walker estaba cerca. Me obligué
a ignorar la sensación y centrarme en lo que yacía delante de mí, conseguir que
Bentley saliera de la cárcel.
—¿Qué pasó? —pregunté, llegando a mis pies y tirando hacia abajo el borde
de la sudadera de gran tamaño. Cualquier cosa para evitar mirar a Walker. Si lo
hacía, podría recordar donde había estado su boca y ahora mismo eso no era lo
importante, a pesar de que mi cuerpo no estaba de acuerdo.
Pam Man cruzó por mi mente, el más sucio de los policías corruptos. Me
preguntaba si tenía algo que ver con esto. Había sido una espina a nuestro lado
todo el tiempo que podía recordar. Si él estaba en la estación de policía y había
tocado un pelo en la cabeza de Bentley, juré que le haría daño de una manera que
lo haría no olvidarlo pronto.
Miré hacia mis muslos bronceados, expuestos por los escasos pantalones
cortos de ejercicio que llevaba. Eran bajos y se ajustaban, fue lo primero que agarre
del armario. Pero no tenía tiempo para cambiarme.
—No te pregunté si estabas bien, Ross. Dije que necesitabas ponerte algo de
ropa —dijo Walker, caminando detrás de mí—. Tal vez algo que no muestre tanto
tu culo.
—Mi culo está cubierto y Bentley está en la cárcel. Tenemos que irnos —
repliqué, ocultando mi reacción cuando su mano rozó mi trasero.
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—Bien, pero voy a salvar tu culo cuando estos pantalones cortos nos causen
problemas —refunfuñó Walker.
—¿Quién dijo que me cuidaras? —repliqué, mirando por encima de mi
hombro.
Walker dejó caer su mano de mi cintura para abrir la puerta del frente, sus
ojos deslizándose sobre mí.
—Te diré todo, Sam, pero te quiero en el coche primero —dijo, su mirada
fría y sin emociones.
Parpadeé luego volví a parpadear. Mi boca formó una pequeña «o» cuando
mi mirada se dejó caer a su entrepierna, entonces la levanté. Tenía los ojos duros y
su boca estaba en una línea firme. Pude ver la tensión en su cuerpo y sentir el
peligro en el que estaba.
camino a la estación de policía —Sin esperar por él, corrí por las escaleras del
porche y al patio. Tenía que poner un poco de distancia entre nosotros antes de
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Él bajó las escaleras con calma, sus ojos en mí. Su andar era medido, sus
caderas rodaban con cada paso. Él nunca tenía prisa. La única vez que lo vi
moverse rápido era cuando se metía en una pelea. Otras veces, se movía con
precisión cuidadosa, cada movimiento era calculado. Deliberado. Era
frustrante. Quería agarrarlo y gritar que se diera prisa. ¿No había nada que pudiera
hacerlo moverse más rápido?
Siguió caminando hacia mí, sus ojos manteniéndome fijos. Cambié mi peso
al otro pie, preocupada de que fuera a ver ese pequeño movimiento y supiera que
se estaba metiéndose bajo mi piel.
Con tres pasos más, se detuvo justo ante mí. Un pie nos
separaba. Necesitaba que fueran más. Como una milla, tal vez. A una distancia
segura de él.
La furia que sentía antes, cuando Walker estaba en mi habitación era nada
comparada con la que estaba sintiendo ahora. La ira era tan fuerte que no podía
controlarla mientras me recorría el cuerpo, viniendo de algún lugar en el centro y
explotando hacia fuera. Traté de controlarla tanto como me fuera posible. Respiré
profundamente. Tratando de centrarme en una cosa que me calmara. Nada
funcionó. Las frías palabras de Walker solo lo hicieron peor. Estaba llevando aire a
mis pulmones en grandes bocanadas pero sentía como si estuviera respirando
desde un sorbete. Mi visión se redujo. Nunca había tenido un ataque de ansiedad,
pero me daba miedo estar a punto de experimentarlo por primera vez.
—Detente —susurré, presionando cada vez más con mis uñas. Por el rabillo
de mi ojo, vi que Walker me miraba.
Y se dirigió a mí.
Tomé otra muy necesitada profunda bocanada de aire e ignoré los gritos de
Walker. Continué mi ritmo, tratando de averiguar cuándo Bent se convirtió en esta
persona, esta persona que no conocía. ¡Era nuestra culpa! ¡Nuestra! Maldije a papá
por irse y a mi madre por ser una drogadicta y una puta. Me maldije por ser una
indefensa un niño, incapaz de cuidar de mis propias necesidades básicas. Bentley
tuvo que asumir esa responsabilidad a una edad temprana, poniendo sobre él una
presión que ningún niño debería tener que conocer. Tal vez si nuestra familia
hubiera sido diferente, Bentley no se estaría enfrentándose a la prisión en este
momento.
Pero más que nada, a Walker. Desde el momento en que entró en nuestras
vidas, nada volvió a ser lo mismo otra vez. Siempre era Bent y
Walker. Emborrachándose. Rompiendo las reglas. Trayendo el infierno. Fue
Walker quien introdujo a Bentley a una vida de crimen y dinero fácil. Él le enseñó a
robar coches. Él le enseñó a pelear.
Walker.
CAPÍTULO 26
-Sam-
Traducido SOS por BrenMaddox
Corregido por Pily
—Tú —escupí con disgusto, apuntándolo con mi dedo índice—. Gracias a ti,
Bentley está sentado en la cárcel en este momento.
—Si te hace sentir mejor, Sam, puedes gritarme todo lo que quieras, pero no
tengo la culpa.
—¿No tienes la culpa? Tú robaste. Has engañado. ¡Rompiste cada ley que
podías de niño y le mostraste a Bentley cómo hacerlo! Te observé. ¡A veces yo
estaba contigo! ¡Así que sí, tú tienes la culpa! ¡Eres culpable de todo!
que todo esto era, yo queriendo más de él, pero prefería pensar que fue Walker
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—¿Eso es todo? ¿Eso es todo lo que tienes? Vamos, Sam. Sé que puedes
hacerlo mejor. Déjame ver esa ira. Es mejor que verte triste, y vaya si no es
caliente.
—Bien —le espeté, dando un paso más cerca hasta que mi cuerpo estuvo
casi en su contra—. Quieres más. ¿Qué tal esto? Bentley y yo estábamos bien,
Walker, hasta que entraste en nuestra vida. Yo estaba bien hasta que me
tocaste. Hasta que me dejaste confundida y con ganas de más.
—¿De eso es de lo que se trata? —preguntó con una voz sepulcral—. ¿Tú y
yo?
Busqué sus ojos y respiré hondo con coraje, lo necesitaba como nunca
antes.
—No hay «tú y yo», ¿recuerdas? Hay lujuria solamente —le respondí,
lanzándole sus palabras.
—Ahora... vuelve al coche —dijo, su mirada yendo a algo detrás de mí. Trató
de empujarme hacia el Duster con una mano en mi cadera, pero no iba a
funcionar. No iba a moverme de buena gana.
—Todavía estoy cabreada —le dije, sacudiéndome de su agarre—. Y no soy
tuya... —Mi voz se apagó cuando oí pasos detrás de mí.
Uno de los chicos se adelantó, sus grandes ojos en mí. Miró hacia abajo a mi
cuerpo con interés, con la mirada llena de agradecimiento.
No hablaba una pizca de español, pero sabía que lo que el chico había dicho
no podía ser bueno.
Walker se puso rígido, comprendiendo las palabras del hombre sin ningún
problema. El español le llegaba tan fácilmente como el inglés a mí, gracias a sus
años en un equipo de construcción y su ilícito pasado lleno de crimen.
—Sí, es un gran problema. —Hizo un gesto a sus amigos, de pie a cada lado
de nosotros—. Verás, mis amigos y yo no tenemos dinero y queremos ver tetas y
culos. —Hizo un gesto con la barbilla a través de la calle hacia el club de striptease
de mala muerte, una sonrisa resbaladiza haciendo que sus finos labios se vieran
aún más delgados—. Y entonces ustedes aparecen. Digo que es conveniente. —Sus
pasos eran ociosos, mientras paseaba hacia nosotros, sus amigos quedándose
donde estaban y mirándonos.
—Pagarlo, ese —dijo, sus ojos agitándose hacia mí—. A menos que ella
quiera mostrarnos sus tetas y el culo en este momento.
movimiento rápido. Su palma chocó contra la tráquea del líder, listo para aplastarla
en cualquier segundo. Con un tirón, lo llevó más cerca, sus dedos clavándose en el
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—Dile a tus amigos que retrocedan o solo voy a apretar más —dijo Walker,
su voz como un ángel de la muerte mientras apretaba sus dedos en la garganta del
líder.
—¡Walker! —grité.
—Bien —dijo Walker con una voz tranquila, dejando caer la mano del cuello
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De la ira.
El líder dio un paso atrás, lejos de su roce con la muerte. Flexionó su cuello y
se frotó la garganta, el color regresando a su piel mientras nos miraba.
—Entra al coche, Sam —dijo Walker por encima del hombro, con los ojos
fijos en los hombres.
Por mucho que quisiera darle un puñetazo por interpretar al héroe, no tuvo
que decírmelo dos veces. Corrí hacia la puerta del pasajero, metiéndome
dentro. Tuve la puerta cerrada y bloqueada en cuestión de segundos.
¿Qué demonios está haciendo? Los otros hombres avanzaban hacia él, la luz
de la luna capturando el destello de los cuchillos en sus manos. El líder estaba
hablando con Walker, gesticulando y sonriendo con esa sonrisa de comemierda.
Si me escuchó, no lo demostró.
hombres.
Sobrevivir.
Más gruñidos y ruidos vinieron desde fuera del coche. Terror se apoderó de
mí de nuevo. Apoyé la mano de nuevo en la bocina y empecé a prender y apagar los
faros. Cualquier cosa para conseguir ayuda.
Abrí la boca para decirle que enviara ayuda cuando alguien fue arrojado
contra el coche, sacudiéndolo. Salté y grité, dejando caer el teléfono al piso. Alcancé
a ver el rostro de un hombre estrellándose contra la ventana antes de desplomarse.
Un segundo después se oyó un golpe y otro golpe, seguido por el sonido de alguien
siendo golpeando en el suelo.
Volamos por la calle, los faros pasando con rapidez por la oscuridad. Miré
por el espejo retrovisor, una vez, viendo a los hombres de pie en la calle. Uno o dos
de ellos estaban en el suelo, agarrándose el estómago o cabezas.
Con mi pelo siendo batido por la ventana abierta, saqué la mano y les saqué
el dedo medio. Dios, se sintió bien.
—¡Maldita sea! ¿Qué fue eso? —gritó Walker por encima del ruido del coche
corriendo por la carretera, el viento azotaba través de las ventanas abiertas.
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Conduje por otra milla, mirando a Walker cada pocos segundos. Había
bajado su camisa, ocultándome la sangre. Pero él estaba tranquilo. Demasiado
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Ignoré su excusa.
Lo miré a los ojos, frustrada porque fuera tan frívolo al respecto. Sí, era poco
profunda, pero aún así era una herida de cuchillo.
Y no pude.
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—Que te jodan —le dije, cruzando los brazos bajo mis pechos.
—Si te hace feliz —le dije con una sonrisa inteligente, descruzando los
brazos e inclinándome, encontrándome con él en la palanca de cambios.
—Lo que me haría feliz es si quisieras escucharme una vez. ¡Cuando digo
que no salgas del coche, no salgas del coche! ¿Es tan difícil?
—Siempre tienes que hacer las cosas a tu manera, Sam. ¡Te paseas por ahí
viéndote tan condenadamente hermosa y tengo que sentarme aquí y verte,
sabiendo que está mal tocarte! ¡Jodidamente no puedo quererte! ¿Por qué? Porque
estoy demasiado jodido. ¿De verdad crees que quiero amarte como lo hago? ¡Por
supuesto que no! ¡Así que sí, me molestas! —gritó—. ¡Tú me molestas!
Sus ojos brillaban, escupiendo fuego y quemando por la rabia en ellos. Nos
miramos el uno al otro. Me sentía atrapada, incapaz de moverme, cautivada por
él. Era tan agravante y obstinado. Un verdadero imbécil. Me daba ganas de
gritar. Pero era Walker.
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CAPÍTULO 27
-Sam-
Traducido por Sandra289
Corregido por Nanami27
Walker atrapó mis labios, sus dedos hundiéndose en mis muslos. Su boca
tomando la mia con urgencia, forzándome a hacer lo que sea que quiera. Un
profundo gemido escapó de él cuando curvé mi cabeza a un lado, buscando mayor
entrada a su boca. Mis dedos se enredaron en su cabello, sintiendo sus sedosas
hebras entre ellos. Por un segundo, dejé que las mechas de su cabello pasaran por
mis dedos, luego agarré un puñado y tiré, inclinando hacia atrás su cabeza así
podía profundizar nuestro beso. Estaba desesperada. Hambrienta. Famélica de él.
Dios, casi lo había perdido.
Chupé su labio inferior y luego lo jalé entre mis dientes, lamiéndolo con
gentileza antes de soltarlo. Sus dedos se tensaron en mis caderas, sujetándome
contra él. Pero no iba a ir a ningún sitio. Ni siquiera nuestro odio podía separarnos
esta vez.
Tan pronto como se fue, Walker agarró de nuevo mi cabeza y se inclinó más
contra mí. Su boca retornó a la mía, su lengua deslizándose por mis labios y en mis
profundidades. Me estremecí, llevándolo más dentro de mi boca y succionando su
lengua. Agarrando la parte superior de mi camiseta sin mangas, empecé a sacarla
cuando su mano fue bajo mi cabello, recogiéndolo en un puñado. Temblé,
esperando que tirara de las hebras duro tan pronto como entrara en mí.
—Las ventanas —dijo con voz ronca, su boca dejando la mía para viajar a mi
cuello.
Walker soltó una risita baja y sexy. Recorrió a tocarme bajo mi camiseta sin
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volviéndome loca. Lo escuché subir la ventana del pasajero con su mano libre.
Mierda, ¿podía ser el mío el más duro de girar la manija?
Finalmente, me senté. Misión cumplida. La ventana del lado del conductor
estaba subida. Estuve de vuelta en el regazo de Walker en cuestión de segundos, mi
boca en la suya.
Atrapé mi labio inferior entre dientes, cerrando los ojos con el ansia
corriendo a través de mí. ¿Podría decirlo? ¿Debería? Ámame, Walker, por favor.
Pero lo que dije no fue lo que planeé decir en voz alta.
—¿Qué más? —preguntó, su voz como miel contra mi piel—. ¿Quieres que
te toque? ¿Qué lama tu coño? Dime.
—¿Qué quieres que haga con ellos? —preguntó Walker, su voz tan ronca y
sexy que me podría correr sólo escuchando su voz—. Dímelo y lo haré. Tan duro o
gentil como quieras.
Sus ojos deambularon por mi desnudez, con calor en sus ojos, fuego
estallando de ellos. Convertía mi piel en un ardiente infierno. Debería estar
avergonzada, sentada a horcajadas sobre él, casi desnuda, con sus palabras
sonando en mis oídos, pero no lo estaba. Me sentía venerada.
—Estoy bajo tu control, Sam. No quiero hacer nada a no ser que me lo digas.
Esa es la regla.
—Por ti, cariño. Seguiré cada maldita regla que hay. Incluso inventaré unas
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—Ahora dime, dónde quieres mis dedos antes de romper mi propia maldita
regla y hacer justo lo que quiero —dijo Walker con voz ronca, sonando como si
estuviera perdiendo su batalla con el control.
—Quiero tus dedos dentro de mí —dije contra su boca, sonrojada por mis
palabas—. Por favor.
—Umm —se rió entre dientes con baja voz, llevándose su boca lejos de la
mía—. Ahí está esa palabra de nuevo. Por favor. Suena tan malditamente dulce
viniendo de tu boca.
Sonreí, dándome cuenta de cuánto poder tenía sobre él. Se sentía bien pero,
¿con quién estaba jugando? Él era el único capaz de hacerme derretir y romperme.
—Quítate los pantalones cortos. Las bragas también —mandó, quitando sus
manos de mi espalda y soltándome.
Me ruboricé desde lo alto de mi cabeza hasta la puntilla de los dedos del pie.
Con sus ojos en mi cuerpo, me contoneé y tiré de mis pantalones cortos y ropa
interior hasta mis pies, dejándolos en el suelo del coche. Y dejándome expuesta a
él.
Estaba roja con vergüenza pero balanceé una de mis piernas de vuelta sobre
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Estiró la mano entre los dos, su mano quemando contra mi muslo. Gemí,
dándole más acceso. Sus dedos se deslizaron contra mí, desapareciendo entre mis
piernas. Abandoné su boca, jadeando, y mi cuerpo temblando.
No podía subir mis rodillas muy bien en el asiento, pero lo hice lo mejor que
pude. Mi cabeza golpeó el techo cubierto de tela y mi rodilla izquierda estaba
empujando contra la manija de la puerta, pero de alguna manera lo manejé.
Tan pronto como estuve fuera de su regazo, quitó los vaqueros con
apresurados movimientos. Cuando estuvieron abajo, en sus rodillas, estiró la
mano, agarrando mi cintura.
—Si hacemos esto, Sam, eres mía. ¿Entendido? —dijo Walker, sus ojos
manteniendo algo serio en ellos que nunca había visto antes.
Asentí y después hice una mueca, mi cuerpo se sentía invadido. No era como
nada que alguna vez hubiera experimentado. Su dureza me estiraba en una
cantidad imposible, llenándome completamente. Quería apartarme de él, pero no
podía hacerlo.
Dolor cruzó la cara de Walker.
Oh, Dios.
agarrándome estrechamente y dirigiéndose dentro de mí. Abrí los ojos una rendija
para ver su mandíbula apretada y tensa, sus ojos fijos en la unión de nuestros
cuerpos.
Atrapándome observándolo, sus ojos ascendieron a encontrarse con los
míos. Su mirada de pasión se volvió a mí, un crudo poder bestial que mantenía
controlado. Sabía que estaba controlándose por mí y no me gustaba.
—No puedo evitarlo —dije, balanceando mis caderas—. Te sientes tan bien
dentro de mí.
de nuevo en mí.
Me estremecí cuando su polla fue más profundo. Pero solo duró un minuto.
Él estaba saliendo y empujando dentro de nuevo, creando velocidad. Mis labios se
separaron, pequeñas exhalaciones corriendo dentro y fuera, cuando estrellas
aparecieron en mi visión. Mi cuerpo se prendió fuego, cada pulgada mía
amenazando con explotar en pedazos.
—Lo sé —dijo con voz ronca, leyendo mi mente—. Dios, lo sé. —Su caderas
se sacudían y bombeaban en poderosas embestidas, moviéndose rápido y más
rápido.
Oh, demonios. Apreté los ojos, la mortificación coloreando mis mejillas. ¿Por
qué dije eso? ¿Acaso no puedo mantener mi boca cerrada? ¿No había aprendido mi
lección? El pequeño toque y la mención del amor que Walker había hecho claro
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antes era justo eso, pequeñas palabras que no significaban nada. ¿Cuándo lo
entendería? Cole Walker no amaba.
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CAPÍTULO 28
-Walker-
Traducido SOS por Sandra289
Corregido por Mariabluesky
Salí de Sam de mala gana. Mierda, podría estar en ella para siempre, estaba
tan estrecha y mojada a mí alrededor. Me había corrido casi tan pronto como me
hundí en ella.
Pero había disminuido la velocidad por su bien. Joder, no podía creer que
había tomado su virginidad en mi coche. ¡Mi maldito viejo y sucio Duster! No era la
manera que había querido que ocurriera pero Sam no me había dejado opción. Una
vez que trepó a mi regazo y puso sus labios en los míos, estaba perdido.
Lancé el condón usado fuera de la ventana, de repente odiando esa cosa. Era
la única vez en mi vida que había querido correrme en una mujer. La idea de estar
sin nada con Sam me hacía querer agarrarla de nuevo y repetir lo que acabábamos
de hacer.
En su lugar enderecé mi ropa y miré como ella hacía lo mismo. Jesús, estaba
preciosa. Su cara estaba libre de todo el maquillaje. Sus pecas adornaban sus
pómulos y su nariz, eran pequeños puntos de marrón que había mirado fijamente
toda mi vida. Sus labios estaban ausentes de su pintalabios rojo. Tenía que decir
que amaba el rojo pero sus labios rosas y desnudos eran sexys. Casi haciéndome
querer inclinar y besar sus boca hinchada de nuevo.
Y quizás golpear sus dientes justo por decir follar y Sam Ross en la misma
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frase. Quizás habría pateado mi propio culo por decir esa estupidez sobre amarla.
Recorrí una mano por mi cara, sintiendo el tirón del corte en el lado. Había
estado tan jodidamente loco cuando vi a esos miembros de la banda ojeándola, con
hambre en sus ojos. Sólo la había perdido. Sam era mía y mataría por proteger lo
que era mío.
—No. Estoy bien —dije duramente, maldiciéndome tan pronto las palabras
salieron de mi boca. Había sonado como un estúpido. Qué si era el tipo de chico
poco cuidadoso y dejado. Sam era diferente. Debería tratarla mejor.
—Estoy bien, Sam —dije retractándome, tratando con una voz más suave.
La verdad es que no estaba bien. Estaba perturbado hasta el corazón. Tenía un
corte de papel de cuatro pulgadas de largo. Mi polla podría ir para otra ronda. Y
estaba dudoso porque estaba asustado de que podía estar enamorándome de ella.
Lo primero que me había dicho era que fuera por Sam. Estaba realmente
enredado en algo y quería que me asegurara que estaba segura y conmigo. No
sabía en qué mierda estaba involucrado pero había discutido. Conduje directo a su
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casa, luchando con el antojo de un trago por cada milla que me tomaba ir allí.
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Olvidé el impulso de beber tan pronto como esos chicos nos arrinconaron. Y
la sed tomó un asiento trasero cuando Sam trepó a mi regazo, dándome algo más a
lo que ser adicto.
Ella.
Pero ahora estaba de vuelta. El ansia. Arañándome por dentro. Mis manos
agitándose mientras las ponía en el volante. Todo lo que necesitaba era conseguir a
Bent y devolverlo a casa. Luego estaré rodeado de tragos. Podría ahogar mis
estúpidos errores en una botella.
—¿Así que estás diciendo que sólo saliste impune? —preguntó Sam a Bent
desde el asiento trasero.
demonios pero Sam no sabía qué demonios eran. Demonios, estaba seguro que yo
no lo sabía.
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—Es tarde. Sólo ven a casa con nosotros, Sam —dijo en voz alta Bent, de
repente volviendo a la vida cuando me detuve en su caravana.
Tan pronto como estacioné en su acceso, Sam abrió su puerta sin esperar a
que parara el coche. Rechiné mis dientes. ¿Ella realmente me odiaba tanto?
¿Realmente era tan malditamente malo sólo porque había dicho que no podía
amarla? Sí, el monstruo en mí murmuró.
Mierda, ¿por qué eso me molestaba tanto? ¿Y por qué demonios escucharlo
me daba pánico? Apreté mis dientes y apreté mis dedos en su brazo, odiando que
sus palabras pudieran afectarme tanto. Con una mano alrededor de su antebrazo,
la sacudí por el resto del camino a su puerta, la rabia nublando mi juicio.
—¡Auch! ¡Me estas lastimando! —siseó Sam, tratando de separar sus dedos
de mí.
—Di algo. Sé que quieres —ronroneó, dándome una dulce y falsa sonrisa
que me hacía querer darle la vuelta y darle una cachetada en el culo. Estaba cerca
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Suavicé el beso hasta que estaba adorando sus labios, apenas tocando los
míos propios.
Bajé la mirada a sus pechos. Mi boca se aguó, pero esta vez era algo
diferente que el delicado sabor del alcohol.
La quería de nuevo.
Puse mi mano detrás suya en la pared y la atraje cerca. Sus pezones rozando
contra mi pecho. Podía sentirlos, agonizando por mi boca. Pero justo ahora, tenía
otras cosas que hacer.
Dejé caer mis manos a los lados y di un paso atrás, dejándola ir. Sam se me
quedó mirando con los ojos muy abiertos, humedad en las verdes profundidades
de sus ojos. Lagrimeé como nunca antes. No quería lágrimas de su pena. Sólo la
quería a ella.
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CAPÍTULO 29
-Walker-
Traducido SOS por Nanami27
Corregido por katiliz94
—Sí, así que cometí un jodido error. Pensé que sería fácil. Me dijeron dónde
estaría. Todo lo que tenía que hacer era cogerlo e irme.
Bent se dejó caer sobre la mesa, sus hombros curvados hacia adelante.
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—Al menos era su maldita hija la que tenía el coche y no él, o habría sido
comida para pescados en este momento.
—¿Te atacó? Una chica. ¿Tú eres cómo? De un 1.90. ¿Qué era ella, un pitbull?
¿Esla que te dio esos? —Pregunté, señalando a su rostro. Tenía un labio roto y un
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—No. La chica era del tamaño de un palo. Solo se paró allí y me gritó. —
Sacudió la cabeza, estudiando el vaso—. Lo siguiente que supe es que algún
gilipollas estaba agarrándola y ella estaba pelando para que la soltara. No sabía
quién era el tipo, pero sí que ella no estaba ganando y parecía ser un malvado hijo
de perra. Así que salté fuera del auto y lo sacudí fuera de ella. Lo siguiente que sé es
que alguien llamó a los policías y estoy en el suelo, con un gran tipo de seguridad
manteniéndome abajo. Me quedé ahí hasta que mi apertura, luego salí a toda
marcha. En el auto. Los policías estaban esperando a seis calles, conduciendo un
diez a cincuenta.
—Sip.
Y duro.
—Así que, ¿eso fue todo? ¿Robaste un auto, te resististe al arresto, y fuiste a
prisión solo para ser liberado, sin cargos?
Bent asintió.
—Dímelo a mí. Nada ha estado bien durante mucho tiempo —dijo Bent, aun
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estudiando su vaso.
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Estuve de acuerdo. Nada estaba bien. Yoda mi maldita vida estaba jodida.
No debería querer a Sam y nunca debería haber tomado su virginidad. Debería
haberla hecho venir con mi boca o mis dedos, y dejarlo así. A quién le importaba lo
que mi cuerpo quería o necesitaba. Debería haber pensado con mi cabeza en lugar
de mi polla. Pero no lo hice y ahora iba a pagar con lo que quedaba de mi negro
corazón y mi andrajosa alma.
Me serví otra bebida y añadí algo más a la de Bent. Bentley tomó el vaso y lo
levantó a su boca, deteniéndose a medio camino.
—No —mentí—. Te dije sobre nuestra pequeña lucha con la pandilla. Eso
fue todo.
—Bien, Sam me dijo que Lukas la dejó. Me refiero a hasta nunca. Si atrapo a
algún otro hombre olisqueando alrededor, partiré su culo en dos —juró Bentley,
antes de tomarse la bebida de un trago.
—Ella es una mujer adulta, Bent. Puede cuidarse a sí misma. Dale su espacio
—dije intentando apaciguar la situación antes de que siquiera empezara. Bent
podía olisquear el interés en Sam a una milla de distancia. Solo esperé que no
pudiera olisquear el mío.
—¿Tú la dejarías ir, Walker? Ambos sabemos lo que los chicos quieren y eso
no es un anillo de boda. Echarse un polvo y largarse. ¿No ha sido nuestro lema? Sé
que seguro como el infierno es el tuyo.
Me encogí de hombros. La cosa era que no tenía las agallas para decirle que
ya lo había hecho.
—Bueno, digo que se jodan los hombres para los que trabajo. Que se
consigan sus propios malditos autos. Y aquí está, a la persona que me sacó de la
cárcel. Gracias, amigo, quienquiera que seas. Te la debo —dijo Bent, elevando su
vaso y luego echándose el trago de un golpe.
La cosa era que pensaba que uno de nosotros iba a pagar por la deuda de
Bentley y tenía un presentimiento de que no iba a ser él.
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CAPÍTULO 30
-Sam-
Traducido por Sandra289
Corregido por Pily
—¿Conseguiste azúcar?
capullo #2 fruncía el ceño y alcanzaba uno de los paquetes de azúcar. Ambos chicos
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—Un tiempo —dije, ignorando el camino en que sus ojos echaban ojeadas a
mi camisera del Meet and Eat, persistiendo demasiado tiempo en mis tetas—. ¿Más
té?
Una mirada de rabia cruzó la cara del #2. Ahí se fueron mis propinas, pensé,
conteniendo un gruñido. Pero al capullo #1 no pareció importarle. Tenía asuntos
más urgentes en su mente.
—Nop —contesté.
Sentí miedo trepando por mi espina dorsal. Estábamos rodeados por una
habitación llena de clientes y este idiota seguía teniendo la habilidad de asustarme.
El pensamiento me ponía enferma. Rechazando contestarle, paseé alrededor de él
pero me cogió el brazo de nuevo, parando mi partida.
—Sé que le diste algo la otra noche, Mick. La espabilé la otra noche. Si te
acercas a ella de nuevo, te arrepentirás. ¿Entendido?
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Pam Man elevó una frondosa ceja, sus ojos iluminándose con excitación.
—Tss, tss, Sammy. Eso no es una manera de actuar de una buena chica —
dijo Mick, sacudiendo su cabeza. La excitación en sus ojos se convirtió en algo más,
algo repugnante—. Pero quizás no eres tan buena. Tal vez eres mala. Mmmm.
Cuéntame, ¿qué es lo que harías, pastelito, si estuviera alrededor de tu madre?
Quiero los detalles.
—Dile que dije hola. —Comenzó a caminar lejos casualmente pero luego me
paró y giró mi cara de nuevo, subiendo y bajando la mirada por mi cuerpo con una
sonrisa salivante—. Y te veré, Sammy. Realmente pronto.
bus giró en una esquina muy rápido. Mi pelo estaba rizado con la humedad,
haciendo imposible controlarlo. Metí una hebra rebelde detrás de mi oreja y esperé
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El conductor del bus balanceó el amplio autobús hacia el bordillo lavado por
la lluvia y golpeó los frenos. Tan pronto como las pequeñas dobles puertas se
abrieron, salté bajando los escalones. Un segundo después de bajar, el humo de la
máquina se despidió con una ráfaga del tubo de escape.
—Era tu primera vez y fui duro. Más duro de lo que debería haber sido… —
su voz yéndose lejos.
—Bien porque la próxima vez no seré tan amable. Seré duro, amor —dijo
Walker con un profundo ruido.
oscura caravana.
—Oh, habrá una próxima vez, Sam. Muchas de ellas. Te quiero de muchas
maneras. ¿Piensas que podrás manejarlo? —chirrió Walker bajo en mi oído.
—Adivino que tendré que descubrirlo —dije, partes de mí prendiéndose
fuego.
—Dime por qué —dije, ignorando las partes nerviosas de mí que estaban
asustadas de preguntar.
—Sí, ¿por qué? Por qué quieres estar conmigo —dije—. Me odiabas. ¿Por
qué cambiaste de parecer?
—Porque eres Sam. Tienes ese cuerpo para morirse y esa actitud que me
vuelve loco.
—Y eres cariñosa y sexy. No olvides esas dos —dijo Walker, con una sonrisa
en su voz.
—¿Qué más? —pregunté, tragando duro y tratando de esconder lo mucho
que esta conversación me afectaba. Estaba de repente caliente. Demasiado caliente
en mis ropas. Encendí la luz de mi cuarto y miré mi cama, desenado que Walker
estuviera ahí.
—Déjame ver. Déjame continuar con tu cuerpo. Tus labios son perfectos y
amo tu pintalabios rojo. Me vuelve loco. Tanto como lo hace el maldito anillo en el
labio pero tú ya sabes eso.
Me volví roja.
—¿Qué más?
—Vale. ¿Qué más quieres oír? ¿Cómo cuanto amo tu coño? Si estuviera ahí,
te tendría en la cama, tus piernas abiertas, mi boca en ti. Lamiéndote, haciendo que
te corras. Después cuando estuvieras lista, hundiría mis pene profundo en ti,
sintiéndote contraerte estrechamente, empapándome con tu humedad.
—Te follaría muy duro. Luego me correría justo en ti, vaciándome. Olvida el
condón. Te quiero con la píldora, Sam. Pide una cita. Iré contigo y pagaré.
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—Cuéntame.
Suspiré fuerte.
—Sí.
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CAPÍTULO 31
-Sam-
Traducido SOS por Nanami27
Corregido por katiliz94
Froté una barra de jabón sobre mis pechos y bajo mi estómago, pensando
en sus manos moviéndose a lo largo del mismo sendero. Mi rostro se calentó
mientras mis manos bajaban más…
Ahí estaba de nuevo. Una puerta cerrándose. ¡Mierda! Dejé caer la barra de
jabón y saqué la cabeza alrededor de las cortinas de baño, mirando alrededor del
cuarto de baño. Dudé que fuera mamá volviendo a casa. Por única vez, ella me dijo
que no estaría en casa por dos días más. Quizá era Bentley.
Walker.
—¿Así que solo irrumpiste dentro? ¿De nuevo? —Chillé, estirándome por la
toalla doblada encima del baño.
—Sí —dijo con voz rasposa, sus ojos viajando por mi cuerpo—. ¿Tienes un
problema con eso, Ross?
Di un paso atrás hasta que mis piernas chocaron con el borde. Tan pronto
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Él lo hizo una y otra vez. Me retorcí debajo suyo, incapaz de manejar las
sensaciones cursando a través de mí. Agarrando un puñado de su cabello, me
sostuve mientras rodaba un pezón entre sus dedos y se aferraba el otro con la
boca, chupando y lamiendo hasta que vi una explosión de colores detrás de mis
ojos y grité.
—Joder, Sam —gimió Walker con pasión. Pero luego su voz cambió—. De
acuerdo. En tus cuatro. Ahora.
Tan pronto como su ropa estuvo en el suelo, estuvo detrás de mí, sus manos
yendo a mis caderas.
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Empujé mis caderas hacia atrás para encontrar las suyas, enterrando su
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virilidad más hondo en mí. Él gimió, sus manos haciéndose más fuertes en mis
caderas.
Mantuve mis ojos en él, la cabeza vuelta, mi cabello cayendo al otro lado de
la cama, mientras embestía en mí. Lo sentí ponerse tenso, sus manos apretándose
en mis caderas. Estirándose debajo de mi cuerpo, agarró mi pezón y tirón.
—Recuéstate.
—Quiero que tomes la píldora, Sam. Planeo venirme en ti una y otra vez.
Noche tras noche. Entonces quizá un día… no lo sé, Nunca he querido tener niños,
pero el pensamiento de tenerlos contigo sería…
Él se detuvo. Mis ojos se dispararon abiertos, la conmoción rodando a través
de mí. Miré por encima del hombro, encontrándolo frunciendo el ceño. Con los ojos
apartados, se retiró de mi cuerpo.
—Solo así.
Ira me llenó.
—Querías jugar a las veinte preguntas antes, así que vamos a jugar a las
veinte preguntas. ¿Por qué quieres que me quede, Sam?
no las mías.
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—¿Por qué no? —Pregunté con un susurro, alzando la vista hacia él.
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CAPÍTULO 32
-Walker-
Traducido por Diasdeotoño
Corregido por katiliz94
Salí de la casa de Sam, antes de que pudiera cambiar de opinión. Dejarla con
un beso y su cuerpo enrojecido por el sexo era mi manera de decir adiós. Siempre
había sido mi norma —follar y después marcharme. Ninguna conversación de
almohada. Ningún abrazo por la noche. Y seguro sin desayuno por la mañana. Pero
de repente quería todo eso con Sam. Y eso me asustaba mucho.
Sin duda había admitido que me estaba enamorando de ella, pero no era la
verdad. Mentí. La verdad era que ya estaba enamorado de ella. La amaba. Era
demasiado gallina para decírselo.
Pero mi pasado no se iría bastante bien solo. No me dejaría olvidar que tipo
de hombre era. Había robado y había mentido. Había vivido dentro de un centro de
detención juvenil por demasiados años de mi adolescencia, aprendiendo cosas que
nadie debería aprender. Crecí en una casa donde el puño era la única forma de
atención. Bebía y dormía indiferente a quien hiciese daño.
me merecía amarla.
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Y luego abandoné.
288
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CAPÍTULO 33
-Sam-
Traducido SOS por BrenMaddox
Corregido por Nanami27
Unas horas más tarde, por fin caí en un profundo sueño, mi cuerpo
felizmente dolorido. Soñé con Walker casi de inmediato. Tenía sus manos por todo
mi cuerpo, su dureza presionando en mí. Gemí, no queriendo que el sueño
terminara. Pero luego comenzó a susurrar, diciéndome que había
ganado. Presumiendo sobre enseñarle a Bentley cómo robar un auto.
—¡DESPIÉRTATE!
Intenté levantarme del suelo, pero una mano me golpeó hacia abajo. Todo el
aire abandonó mis pulmones cuando el puño aterrizó en mi rostro, lanzándome de
nuevo a la vieja alfombra gastada. Antes de que pudiera recuperarme, el atacante
estaba sobre mí, tapándome la boca y la nariz con una mano grande y carnosa.
—No es manera de decir hola, Sammy —susurró una voz por encima de mí.
¡Oh, Dios! ¡Oh, Dios! Bilis entró en mi garganta. Reconocía esa voz. Era una
que ojala hubiera podido olvidar.
—Necesito una maldita luz —dijo mi captor con impaciencia—. Quiero ver
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Pam Man.
camisa.
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Grité, perdiendo todo el aire precioso que había arrastrado hacia mis
pulmones.
El puño de Pam Man me pegó de nuevo, esta vez capturando mi
mandíbula. El golpe me aturdió por un segundo, haciendo que la habitación
girara. Pero mi visión se aclaró rápidamente cuando sentí su mano en mi
estómago, empujando mi camiseta fuera del camino.
—Verás, Sammy, tengo mis dedos en casi todo por aquí. Sé lo que ocurre
alrededor de esta ciudad. Sé quién tiene los bienes y quién los quiere. He estado
trabajando con el hombre al cual tu hermano le robó el auto, Morrow, y con los
hombres para los que trabaja tu hermano. Estoy jugando en ambos lados, nena. Yo
les doy protección. Ellos me dan las drogas que necesito. Mantengo a la policía
fuera de sus negocios y ellos me siguen suministrado. Suena como un buen arreglo,
¿eh? Pero todavía había algo que faltaba. —Empujó mi pecho, una sonrisa
extendiéndose por su rostro—. Tú.
Se rió.
—Oh, yo creo que sí, pastelito. —Se tocó la barbilla, pensando—. Te diré
qué. Vamos a los negocios. Quiero ese Lotus que robó Bentley. Los policías se lo
devolvieron a Morrow antes de que pudiera llegar a poner mis manos donde
estaba oculto. Drogas, Sammy. Mierda de muchos dólares. Lo quiero y tú conoces al
matón para conseguirla.
Negué con la cabeza. De ninguna manera iba a darme por vencida con
Walker de nuevo. Lo hice una vez y lo había lamentado toda mi vida.
—Chist, chist —regañó Mick, viéndome negar con la cabeza—. Olvidas que
con solo una llamada, puedo arrestar nuevamente a tu hermano. Solo que esta vez
va a ir a la cárcel para siempre porque tengo algo de mierda importante sobre él.
Traté de darle una patada, pero no me hizo caso, inclinando la cabeza hacia
un lado y pensando.
Lágrimas llenaron mis ojos, recordando que ésta era la misma situación que
había hecho que Walker me odiara todos esos años. Ahora aquí estaba de nuevo,
dispuesta a entregarlo por mi hermano.
Volví la cabeza, y apreté los ojos con fuerza, incapaz de hacer frente a lo que
iba a suceder. Por debajo de la mano de Pam Man, susurré una oración, esperando
que por primera vez en mi vida Dios me contestara. Cuando él se movió encima,
hurgando por su cremallera, forcé a mis ojos a abrirse, algo instándome a
hacerlo. Mi mirada se posó en una sombra oscura debajo de mi cama, algo que no
había notado antes.
Mi bate.
Con una explosión de energía, estiré mi brazo. Mis dedos rozaron la madera,
lo que hizo que rodara lejos de mí.
¡NO!
El bate conectó con la cabeza de Pam Man, justo encima de la oreja. Él rugió
de dolor y cayó lejos de mí, agarrando el lado de su cabeza, aturdido.
Me levanté del suelo, saltando a mis pies, agarrando con fuerza el bate en mi
puño. Mi rostro palpitaba donde él me había golpeado, pero no podía dejarme
294
—¿Sammy? ¿Oh, Sammy? ¿Dónde estás, pastelito? Eso que hiciste no fue
muy agradable.
La antigua casa de Walker quedó a la vista, el remolque con una luz todavía
encendida a pesar de la hora tardía. Me delimité por el empapado césped blando
en tres o cuatro saltos. Tomando dos pasos a la vez, corrí hacia el pequeño porche
y a la puerta principal, dejando caer el bate a mi lado. Cayó al porche y rodó cuando
empecé a golpear la puerta, pidiendo ayuda a gritos.
Miré hacia arriba, a la cara de sorpresa del Viejo Walker. Vestía pantalón de
pijama desteñidos y una vieja camiseta blanca. Su mandíbula estaba cubierta de
barba blanca y sus ojos estaban hinchados por el sueño. La luz amarilla detrás de él
iluminó el porche, alejando la oscuridad, y haciéndome sentir segura.
Empujó la puerta mosquitera abierta mientras caía hacia atrás en mi
trasero. No traté de levantarme. No tenía más fuerza.
—¿Mi hijo te hizo esto? —Preguntó, empujando a un lado mis brazos para
poder levantarme.
—Cole, tienes que volver a casa. Es Samantha. Ella está herida, hijo.
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CAPÍTULO 34
-Walker-
Traducido por Diasdeotoño
Corregido por katiliz94
Corrí hacia abajo con pasos concretos por las escaleras del apartamento,
mis pies casi volando debajo de mí. La lluvia me acribillaba desde todos los
ángulos, empando mi camisa negra y mis pantalones vaqueros en segundos. En mi
mente me di cuenta de que las calles estaban inundadas.
Tan pronto como deje su casa antes esta noche, me perdí en una botella.
Desperté en el suelo de mi apartamento. Mi teléfono móvil vibrando en mi mano.
No iba a contestar cuando vi que era mi padre pero la segunda vez lo hice, solo
para escuchar las palabras que pararon mi corazón.
¡Joder!
Solo lo validé y conduje a casa como el jodido bastardo que era. Destruí a
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Me paré en medio del camino. Él tenía razón. No quería hacer una maldita
cosa más que fuera estúpida. Le lancé las llaves y volví corriendo hacia el lado del
pasajero, pasándole por el camino. Estábamos en el coche y volábamos por la calle
en segundos.
—Mi padre llamo y dijo que estaba herida. Es todo lo que se.
—¡Mierda!
Me empujé por delante de él. Mi mirada fija recorrió toda la sala de estar. La
silla, la mesa del café, el viejo televisor, el sofá descolorido. Mis ojos se detuvieron,
me quedé helado. Sam estaba sentada en el borde del sofá, sosteniendo un paquete
de guisantes contra su ojo derecho.
Santa mierda.
Ver su rostro magullado fue como recibir un duro golpe en las entrañas.
Había estado en todas las peleas, todas las heridas que había recibido y la sangre
que había perdido no se comparaba nada con el dolor que disparó a través de mí al
ver a la mujer que amaba dolorida.
Con el rabillo del ojo, vi que mi padre me echó un vistazo, esperando que
dijera lago. No pude. El monstruo en mí estaba fuera y era lívido. Sam fue herida.
La única persona en el mundo que había amado estaba sentada a metros de mí con
un labio cortado y el rostro magullado. La vista de ella así casi me hizo caer de
rodillas. Pero también me hizo odiarme más por ser un tonto y dejarla sola.
—Fue Pam Man. Entró en casa. Él… Él dijo que es el que dejó caer los cargos
contra ti —dijo ella, hablando con cuidado alrededor de su labio partido. Apreté los
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Casi lo perdí. Ver lágrimas en sus ojos. Verla intentar ocultar su miedo —me
rompió.
—¿Mick? ¿Él hizo esto debido a mí? —preguntó Bentley levantando la voz—
. Acaso… —Bentley tragó y obligó a sus palabras a salir—. ¿Te tocó?
—¡Le mataré! —gritó Bentley—. ¡Le arrancaré su jodida polla! —la frialdad
asumió sus ojos, algo que solo había visto algunas veces. El hombre estaba
relajado, pero meterse con su hermana y su propia oscuridad, jugaba a un alto
nivel.
—Hay más —agregó Sam—. Está jugando a ambos lados, Bent el tuyo y el
de Marrows. Dijo que Lotus le había robado las drogas a él mismo. Mick las quiere
y quiere que Walker consiga el coche para él. Le dio veinticuatro horas para hacer
el trabajo o hará una llamada y os hará arrestar a los dos.
—Sí —se mofó mi padre—. Creo que todos sabemos qué clase de mierda
especial es ahora.
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—En nada —dijo Bentley otra vez, acechando contra la pared delgada del
remolque, andando por la alfombra verde descolorida de papá.
—Inténtalo.
esqueletos, hermanita.
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Sam intentó parecer loca, pero podía ver su miedo. Casi podía olerlo en ella
y eso me jodió. La oscuridad en mí quería alguien para pegar. Mick. La gente de
Bent. El juez Marrow y su pandilla. Ya no importaba. Quería venganza.
—Llámalos por teléfono Bent —dije en una voz mortal—. Arréglalo,
conseguiré ese coche y haré que Mick desease no haber puesto nunca una mano
encima de Sam.
Evité sus ojos, mi mirada descendió hasta sus piernas. Ella estaba descalza,
haciéndola parecer tan inocente, que quería envolver mis brazos alrededor de ella,
y enterrar mi cara contra la suya. Pedir perdón por no quedarme toda la noche. Por
no protegerla y por no protegerla de mi oscuridad y de todas las demás. En cambio,
levanté los ojos, desatando el dobladillo de la camiseta de mi padre que Sam
llevaba puesta.
Dio un paso vacilante hacia mí, su paso tambaleante. Cambié mi mirada, con
miedo a mirarla. No quería ver la edad presa en su cara. No estaba seguro de si
podía confiar en mí mismo si lo hiciera.
Yo estaba quemado, y alguien se había mezclado con algo que era mío. Rabia
y licor eran una combinación mortal cuando se mezclaban en mí. La crueldad que
mantuve bajo llave, creció haciéndose incontrolable. El monstruo en mí queriendo
salir. Sam ya había sido herida lo suficiente esta noche. Ella tenía que permanecer
lejos de mí.
Bien. Así era más seguro. Hacer que me odiase. Hacer que se alejase. Estaba
cerca de perforar un agujero en la pared ahora.
—Lo haré —dije en voz letal, interrumpiendo todo lo que fuera que Bentley
le estaba diciendo a la persona al otro lado de la línea—. Mick me quiere, me tiene.
—¿QUÉ? ¡No! —gritó Sam, su mirada fija en mí. Sus abiertos ojos estaban
redondos, llena de preocupación. Por mí. No lo merecía. Nunca lo hice.
—De ninguna manera, viejo —dijo con una sonrisa fría—. Es mi cama voy a
yacer en ella.
—No solo vamos a robar el coche, pero también vamos a exponer el culo de
Mick. Conozco a gente que estaría muy interesada en lo que él ha estado haciendo.
El hombre es hombre muerto. Es solo cuestión de tiempo.
Vi el frio en los ojos de Bent y sabía que no se detendría ante nada para
acabar con Mick. Pero yo quería su cabeza en una bandeja.
—¡No podéis hacerlo! —gritó Sam, andando entre Bentley y yo—. ¡No os
dejaré!
—Te olvidas, Ross, que soy el infierno sobre ruedas —dije, sin piedad—. El
experto. Le haré pagar.
—Amén, hermano.
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CAPÍTULO 35
-Walker-
Traducido por Sandra289
Corregido por katiliz94
Mi trabajo justo ahora era vigilar a Sam hasta que fuera tiempo. Luego
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paneábamos dejarla con —de toda la gente— Lukas. Él era el único que no sería
rastreado de Bentley o yo. No estaba feliz por eso, pero tenía mis propias maneras
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Antes de que ella pudiera decir nada abrí la puerta y salí, el calor
golpeándome como una tonelada de ladrillos. Esperé al frente del parachoques
mientras Sam salía del coche lentamente, la correa de su bolso de noche colgando
de su mano. Mis llaves cortándome en las palmas mientras mis ojos corrían por
ella. Necesitaba el dolor que causaba. Me ayudaba a enfocarme. Mantener la rabia
dentro de mí para dejarla.
La cocina contenía una mesa, dos sillas, y llena de comida. Esa era una cosa
que Bent y yo hacíamos, comer bien. Tener hambre mucho tiempo como de niños
significaba que almacenábamos comida como si fuéramos ricos.
Sacudí la cabeza.
—No puedes decirme que no, Walker. A pesar de lo que digas, no me posees.
—Ella se puso en frente mía, agarrando la botella y desenroscándola, sirviéndose
otro trago.
Me incliné, llevando mi cara cerca de la suya. Dios, quería besarla. Que les
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—Entonces ese monstruo del que una vez me acusaste ser, está aquí y
quiere herir al hijo de puta qué te hizo esto —siseé, mirando abajo a su grieta en el
labio—. Y estoy asustado de que si te toco, no seré gentil y tú no necesitas eso justo
ahora.
Vi a Sam tragar fuerte, la duda en sus ojos. Pero lo que quería ver no estaba
ahí —miedo.
Lukas.
Eché una maldición en voz baja. Qué importa si sus palabras causaron que
mi polla se levantara para la ocasión. Ella no sabía de qué estaba hablando. Yo
sabía lo que ella necesitaba y no era a mí.
Caminé sin prisa fuera de la cocina, tratando de controlar los celos de sabía
que estaría ahí cuando viera a Lukas cerca de Sam.
—Cinco minutos. ¿Está Lukas ahí? —dijo Bent, hablando sobre el ruido de
fondo.
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—¿Qué demonios dejaste que le pasara? —gritó Lukas tan pronto como me
paré cerca de Sam—.—¡Está en negro y azul!
—Sip —dijo Lukas, desviando la vista y metiendo las manos en los bolsillos
delanteros de sus estrechos pantalones.
Me dio un corto asentimiento y eso fue todo lo que necesite. Yendo contra
mi mejor juicio, toqué a Sam, agarrando su mano. Ella no protestó mientras la
sacaba fuera del apartamento y bajaba las escaleras, fuera junto a mi coche. En el
parachoques, paré y me giré, dejando caer su mano.
—Estarás segura en esta casa, Sam. Te localizaré cuando todo esto haya
acabado. Solo mantente fuerte.
—Escucha, Sam, he birlado más coches de los que puedo contar. Sé lo que
estoy haciendo —expliqué.
—¿En serio? ¿Estás un cien por cien seguro de eso? Porque no pienso que
sepas lo que vas a hacer conmigo la mitad del tiempo así que como sabes…
—Sé qué estoy haciendo contigo, Sam Ross. Estoy viviendo por ti y
agonizando por ti. Y pretendo amarte en cada oportunidad que consiga.
Antes de que pudiera protestar enredé mis manos en las sueltas hebras de
su pelo y capturé sus labios con los míos. El beso no era suave o gentil. No nacido
fuera de amor o atracción. Era necesitado y crudo. Lleno de pasión y hambriento.
No tenía nada que perder así que estaba determinado a darle todo.
Empecé a alejarme pero me paré. Viendo a Sam así, parada de pie con su
pelo desordenado, sus ojos brillando con lágrimas —algo me golpeó en el corazón.
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Sólo le dijo lo que me había perseguido desde que dejé su casa después de
follarla anteriormente. La idea me asustaba hasta la muerte. Querer un futuro con
ella. Tener niños con ella. Sería increíble. No, sería un sueño. Uno que no debería
tener permitido tener.
Por Sam.
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CAPÍTULO 36
-Walker-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
—Está bien, Walker. Tengo los ojos en ella también. Buenos ojos esta
vez. Aquí. Necesitas esto —dijo, dándome un gran vaso de plástico del asiento del
pasajero.
Tragué un sorbo del amargo, humeante café mientras el tipo de Bent volvía
al Mercedes. Dejamos al estacionamiento del apartamento con apenas un sonido
tranquilo del motor del Mercedes. Era un modelo de Clase S, con todas las
campanas y silbatos. El motor ronroneaba como un gatito y la crema de
mantequilla del elegante cuero me envolvió cuando me senté, les daba a los
pasajeros la sensación de tener más dinero que Dios.
—Solo lo sabemos —dijo Rollins en una voz barítona muy profunda, que me
recordaba más a Barry White12 que a un chico a punto de cometer un delito.
Silbé bajo. Un coche de un millón de dólares. Las apuestas se iban por las
nubes. Como imposiblemente altas.
—Espera. ¿Qué pasa con las drogas? Eso es lo que viene después de Mick. Si
no están en el Lotu…
12
Cantante estadounidense que fue conocido por su timbre de voz bajo, muy grave y ronco.
13
Red social que protege la privacidad y permite intercambiar mensajes entres los usuarios
destruyendo los mensajes unos diez segundos después.
—Ahí está —dijo el Señor Rollins, entrando en un lugar del estacionamiento
en la calle donde estaba el Lotus Sat.
Porsches y corvettes llenando el área, brillando bajo las farolas. Metí mis
315
corazón iba a ciento veinte millas por hora. El subidón de adrenalina que utilizaba
para conseguir los autos elevándose de nuevo. Era tan adicto como lo era al licor.
Y a Sam.
Bent se quedó a mi lado, silbando suavemente pero manteniendo los ojos
abiertos por problemas. Casi podía sentir su emoción a centímetros de distancia.
Bentley robó otra mirada sobre su hombro a las chicas antes de cruzar la
calle para ir al otro estacionamiento. Este nos dejaba más cerca del Club Magnolia,
lo que significaba más cerca de ser notados. Mantuve mis ojos en un grupo de
hipsters caminando por la puerta del club, sus pantalones de color beige crujiente
y sus camisas de polo impecables. Algunos de ellos se balanceaban, sus culos
borrachos. Ellos se dirigían al estacionamiento que acabamos de dejar, dándonos la
espalda.
Los dos asistentes andaban por ahí, demasiado ocupados hablando de sus
cosas como para notarnos. Cuando se fueron, metí mi teléfono en el bolsillo, mi
cuerpo tensándose con anticipación. Segundos más tarde, vi el objetivo. Un Lotus
Evora S. Laser Blue del 2014. Suave, hermoso, y rápido.
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Unos pocos metros más y estábamos al lado del coche. Esperé al lado de la
puerta del conductor mientras Bentley fue alrededor hacia el lado del
pasajero. Cogió la llave de la parte superior del neumático donde el valet la había
dejado y me la arrojó por el techo a mí. La cogí en una mano, haciendo un puño
alrededor de la tecla. Con solo pulsar un botón las puertas del Lotus se
desbloquearon.
—Parece que ella está saliendo pitando fuera de la ciudad. No la culpo. ¿Qué
tipo de enfermo carga el jodido coche de su hija con drogas y la deja conducir
alrededor? —dijo Bent con disgusto, moviendo la vista de nuevo hacia delante y
mirando por la ventana en busca de problemas.
Por ahora.
—Seis minutos —dijo Bentley, contando los minutos hasta que nos
encontráramos con Rollins.
Miré por el espejo retrovisor. Un coche estaba detrás de mí, sus luces
brillaban a la derecha en la ventana trasera. Jugué frío, frenando lentamente en una
luz roja. El motor zumbaba, ansioso por irse. Bent observaba el coche en el espejo
lateral, con cuidado de no mover demasiado la cabeza. Habíamos jugado este juego
muchas veces como para no conocer las reglas. Todo lo que teníamos que hacer era
actuar normal y pretender que teníamos todo el derecho de estar detrás del
volante. Si hacíamos eso, nadie se daría cuenta de que dos matones conducían un
coche robado.
Bent señaló el lugar donde nos íbamos a reunir con Rollins. Estaba situado
entre un gran almacén gris y un taller de herraje abandonado. El letrero
descolorido en el pequeño edificio estaba marcado con “Piezas de coches de
318
Tan pronto como nos detuvimos junto a él, Bentley salió, dejándome con el
coche en marcha. Un segundo después, Rollins asomó la cabeza.
No tenía que decírmelo dos veces. Me moría de ganas de ver la cara de Mick
encontrándose con mi puño.
El Lotus se disparó a la vacía calle oscura, con apenas un sonido. Las farolas
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rotas vacilaron y se extinguieron cuando pasamos por ellas, algunas no siendo más
que un resplandor amarillo pálido en la noche. Pero solo necesitaba los faros del
Lotus para guiarme. Diablos, creo que podría haber encontrado a Mick en el oscuro
terreno de juego; Estaba tan consumido por la furia absoluta. Como un animal
sediento de sangre sobre la pista de su presa, la caza estando en marcha.
El sonido del pavimento mojado bajo los neumáticos del coche era nada
comparado con el sólido latido de la sangre fría por mis venas, instándome a
darme prisa. Hazle pagar por lo que le hizo a Sam, susurraron los demonios dentro
de mí. Hazlo. Que. Pague.
Agarré el volante con más fuerza. Aquí íbamos. Tiempo para derribar,
arrastrar una pelea con Bentley.
—¿Crees que no sé cuán jodido estoy? —Le grité, perdiendo los estribos—
. ¿Cuánto no la merezco?
—¿La amas?
Walker. Odio esa basura. ¿Amas a mi hermana? Una simple respuesta por sí o no.
Flexioné mis dedos alrededor del volante, agarrándolo con más fuerza.
—Nada es sencillo con ella.
—Esto es todo —respondió Bentley, sus ojos rozando la zona, con un tono
distante. Me di cuenta de que estaba de mal humor conmigo por no responder
sobre Sam, pero podría esperar. Un camión negro se estacionó cerca de una de las
perchas, sus ventanas tan oscuras que el conductor se ocultaba en las sombras. No
importaba. Sabía quién era.
Él iba a morir.
Rugí, corriendo hacia adelante. Bent saltó hacia delante, agarrando mi brazo
en un apretón de muerte y tirando de mí hacia atrás. Le grité con rabia y peleé, con
ganas de mezclar la sangre de Mick con la lluvia del suelo. Mantuve los ojos fijos en
Mick pero traté de alejar mi brazo del de Bentley para que comprendiera, quería
destruir. Matar. Destrozar.
—Sam.
—Sed felices, muchachos —dijo Mick con una risa, ajustando sus vaqueros
de nuevo y andando sin prisa hacia nosotros.
demás también. Por una vez hizo algo por mí. Salvó a Sam.
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Bent y yo vimos como Mick abrió la puerta del pasajero del Lotus, sin
preocuparse por si arañaba la pintura en el coche de alto costo. La parte superior
del cuerpo desapareció en el interior cuando empezó a hurgar en la parte
posterior. Me lo imaginé inclinado sobre Sam, tocándola, golpeándola, y lo perdí. Di
un paso hacia adelante, viendo la oportunidad perfecta para hacerlo, pero Bentley
llamó mi atención. Él asintió con la cabeza hacia la puerta con cadenas que daba
hacia la calle. Una Range Rover negro estaba estacionada a la vuelta de la esquina,
las luces apagadas y las ventanas oscuras.
Sabía que eran las personas del trabajo de Bent. Él les había dado una pista
de lo que estaría pasando esta noche. Con una llamada telefónica, Bentley les
informó de que Mick iba a robar lo que habían querido. Se suponía que iba a
trabajar para ellos, no contra ellos. Apuñalar por la espalda significaba muerte en
este negocio y Mick acababa de firmar su propio destino.
Él salió del Lotus, sin darse cuenta de que teníamos compañía. Los dos
ladrillos de droga estaban en sus manos. Una enorme sonrisa estaba pegada en su
cara, pero se deslizó lejos cuando vio al Range Rover negro.
El SUV se detuvo. Dos grandes chicos con traje salieron de la parte delantera
y otro de la trasera. Un segundo más tarde surgió un corto chico, flaco. Tenía el
pelo negro afeitado el cual acentuaba la inusual forma oval de su cabeza. Una larga
y profunda cicatriz corría bajo su nariz hacia abajo a sus labios, dividiendo su labio
superior en dos. Eso le hacía tener una mueca permanente, dándole una mirada de
malicia. Enderezó su cara chaqueta de traje con movimientos cortos y precisos y
echó un vistazo alrededor de la zona con aburrimiento, viéndose fuera de lugar en
el área de trabajo de la ciudad.
—Hey, Tuan. ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó Mick con una risa
nerviosa, equilibrando los ladrillos de drogas en sus manos mientras se paraba
junto al Lotus.
Tuan —quien supuse que era el mandamás— ignoró a Mick. Sus ojos se
deslizaron sobre Bentley y yo en su lugar. Él nos dio una breve inclinación de
cabeza en señal de saludo y luego volvió sus pequeños y brillantes ojos hacia
Mick. Con una lenta zancada cerro la distancia entre él y Mick, sus hombres detrás
de él, manteniendo un ojo en los alrededores.
—Mmm —dijo Tuan, señalando a uno de sus chicos para que se adelante—
. Entonces tomaré esto y mis hombres pueden discutir contigo lo que pasó con el
resto de la misma.
—¡Alto ahí!, —Gritó una profunda voz barítono.— ¡FBI! ¡AL SUELO! ¡AL
SUELO! ¡AL SUELO!
Detrás de Rollins estaban cerca de quince agentes del FBI, cubiertos de pies
a cabeza con trajes negros. Corrieron, su equilibrio seguro, sus armas apuntando
hacia nosotros. Gritaban,
Iba a la cárcel.
Pero Bentley tenía otros planes. Me agarró del brazo y me tiró hacia
atrás. Me di la vuelta y lo seguí, corriendo bajo a la tierra. No era la primera vez que
había huido de la ley, pero que me aspen si esta vez podría irme fácilmente. El
único pensamiento que vino a mi mente era que si me agarraban, iría a la
cárcel. Nunca volvería a ver a Sam de nuevo. Nunca la tocaría o la besaría hasta que
saliera. No podía hacer frente a un futuro como ese —uno conmigo tras las rejas,
sin poder estar con ella. Prefería morir primero.
Bentley iba justo detrás de mí. Solo habíamos ido unos pocos metros cuando
se disparó un tiro. La explosión de la pistola rebotó en la noche, procedente de la
dirección de los hombres de Tuan. El fuego se retornó en erupción por el equipo
SWAT, rociando balas por toda la zona.
Nos dirigimos hacia el Lotus, la forma más cercana cubierta. Bajamos por la
tierra, los dos patinamos hasta detenernos sobre el pavimento mojado al lado de la
puerta del lado del conductor, ambos respirando pesadamente.
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Me zumbaban los oídos por los disparos. Vi a Rollins correr por el claro
entre el Range Rover y el camión negro de Mick, su gran cuerpo moviéndose más
rápido de lo que pensaba que era posible. Tiros golpeaban en el asfalto a sus pies,
pero no se detuvo. Perdí la noción de los hombres del Swat que abrían fuego cerca
de la Range Rover. POP. POP. Una salpicadura de balas voló a través de la zona. Me
agaché instintivamente, a pesar de estar alejado de la línea de fuego.
De repente algo me llamó la atención por el rabillo del ojo. Me volví, mis
ojos rozando la pista de aterrizaje y puertas. Fue entonces cuando lo vi, corriendo
hacia la dirección opuesta.
¡Demonios, no!
La sangre latía en mis oídos y sudor corría por mi espalda, pero mi mente
estaba en una cosa y solo una cosa –lastimar al hombre que había tocado a Sam.
Miré para ver a Bentley corriendo hacia nosotros, su mirada sobre Mick.
Todo pareció suceder en cámara lenta. Oí los gritos de los agentes del FBI. Vi
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a Mick apretar el gatillo, apuntando a mi mejor amigo. En ese segundo los latidos
de mi corazón se desaceleraron a casi nada. Sentí el pavimento mojado bajo mis
manos y la niebla en mi cara. Cerré mis ojos y los abrí de nuevo.
Sabía lo que tenía que hacer. Por Bentley. Por Sam.
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CAPÍTULO 37
-Sam-
Traducido por BrenMaddox
Corregido por katiliz94
—No —dije, odiando haberme quedado con él en lugar de estar con Walker
y Bentley. Los padres de Lukas estaban en un crucero, dejando su casa vacía. El
lugar perfecto para esconderse hasta todo este lío acabara. Parecía que Lukas
había estado celebrando su ausencia el último par de noches. Había latas de
cerveza en todos lados y el lugar olía como una residencia de estudiantes. Cajas de
pizza vacías estaban en una pila en los mostradores, unas cuantas moscas
zumbando a su alrededor.
Ignoré todo y paseé. No sabía qué más hacer. La espera. El no saber. Estaba
matándome. No estaba segura de poder aguantar más. Necesitaba saber que
Bentley y Walker estaban bien.
329
Miré el teléfono de nuevo. Nada. Deberían haber llamado ya. ¿Qué está mal?
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Volví a mi ritmo. Cuatro pasos hacia un lado. Cuatro pasos al otro. Ida y
vuelta. Cuatro y cuatro. No podía quedarme quieta. No mientras Walker y Bentley
estuvieran en peligro.
Oh, dios.
Increíble.
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CAPÍTULO 38
-Walker-
Traducido por Alisson*
Corregido por katiliz94
La pistola se disparó, una fuerte detonación golpeó mis tímpanos con tal
poder. Sentí que ondas de choque rodaban por mi cuerpo, y me di cuenta de que
estaba a punto de morir. Mi vida pasó frente a mis ojos, pero no las cosas malas. No
las cosas que había hecho o deseado nunca hacer. Sólo las cosas buenas. Las cosas
que hacían que morir fuese doloroso.
Pensé en Sam, recordando la primera vez que la conocí. Ella era sólo una
niña, rubia con unas cuantas pecas alrededor de la nariz. Ella parecía tan frágil en
ese entonces, pero el tiempo me demostró que estaba equivocado. Era fuerte, una
autentica sobreviviente. Pensé en las veces que me había enfrentado en los últimos
años, con los ojos llenos de audacia, su alma llena de espíritu. Podía recordar cómo
se veía, retorciéndose debajo de mí, su largo pelo brillando como seda negra contra
las hojas. Quería tocarlo de nuevo, enredar mis manos en ella sólo una vez más
antes de morir. Me acordé de todo esto, cada segundo de ella. Juré que haría
cualquier cosa —darlo todo— si solo podía vivir y estar con Sam.
Era Mick.
Tan pronto como fue esposado Mick, Bentley se puso de pie y se volvió
hacia mí. Sin esposas. ¿Qué diablos está pasando?
—Sí —dije, empujando a mi mismo hacia arriba, apreté los dientes cuando
el mundo empezó a girar—. ¿Quieres decirme qué coño está pasando?
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—Ahora no —dijo Bent por la comisura de su boca—. Sólo tienes que seguir
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mi ejemplo.
Hice una mueca cuando Bentley me ayudó a ponerme de pie. Mis malditas
costillas palpitaban y dolía como el infierno respirar. Algo húmedo goteaba de mi
nariz hasta mi labio superior. Pase una mano por mi cara, sobre la humedad. Al
mirar hacia abajo, encontré sangre en mi mano. Mi maldita nariz estaba sangrando.
—Le diste al suelo muy duro, Walker. Probablemente tengas una conmoción
cerebral. Siento lo de empujarte. Simplemente no quiera perforar tu culo
disparándote —dijo Bentley, con humor en la voz.
Sabía que tenía al menos una costilla rota si el dolor en mi lado era alguna
indicación. Y probablemente tenía una conmoción cerebral leve, pero debería estar
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bien. No era como si fuera la primera vez que tenía una lesión por una pelea.
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Cuando los paramédicos me dejaron ir, el agente del FBI llevó a Bentley y a
mí a una habitación vacía. Nos preguntaron y nos dijeron que nos quedáramos. Ahí
es donde nos paramos ahora.
—Así que la buena noticia es que los tenemos —dijo Rollins, de pie frente a
mí en la habitación. Giré fuera del lugar donde al parecer el FBI había estado
usando durante los últimos meses como una ubicación secreta para observar las
idas y venidas de Tuan y sus hombres mientras volaban dentro y fuera de la pista
de aterrizaje privada.
—Hay más —dijo Rollins, su voz hizo que me pusiera de pie a pesar del
dolor en mi lado. Sacó su labio inferior entre dos dedos, estudiándome. Sabía en lo
profundo de mis entrañas que lo que tenía que decir no debía ser bueno.
—Él tenía fotos de Samantha cuando era una niña pequeña. Algunas
mientras ella dormía. Otros más recientes. El chico estaba acechando a lo grande.
averiguar donde el FBI se llevó a Mick y poner otra bala en él, esta vez una
definitiva.
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Ahora que estaba a salvo, tenía otro pedazo de asunto del que ocuparme.
Tan pronto como Rollins estuvo fuera como para no oírnos me dirigí a Bentley.
Bentley se pasó una mano por la cara y por la barba rubia de la barbilla.
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—No tenía otra opción, hombre. Los policías me cogieron por robar un
Maserati hace aproximadamente un año. Yo estaba sentado en la cárcel, a la espera
de conseguir mi única llamada telefónica cuando apareció el tipo grande de hoy,
llevaba un maldito traje de los 70. Tenía una oferta para mí. El trabajo era ser un
soplón del FBI o ir a la cárcel. Necesitaban a alguien que conociera de los coches,
que hubiera crecido alrededor de las pandillas y las drogas. Encajaba en su
descripción perfectamente y realmente no quería ir a la cárcel por lo que dije que
sí. Ese tipo era Rollins.
Bentley asintió.
haciendo que el asfalto brillara bajo el sol naciente. Con la llegada del calor, ahora
era más caliente ya que el sol estaba saliendo.
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Bentley había llamado a Sam hacia unos minutos, dándole el visto bueno y
diciéndole que regresara a nuestro apartamento. Quería agarrar el teléfono de su
mano, preguntarle si se encontraba bien, pero resistí. Necesitaba ordenar mis
ideas. Había tantas cosas que quería decirle. Tanto que tenía que decir.
Miré por la ventana la carretera, con mi mente en otra parte. El suave cuero
del coche no ayudaba a mi costilla rota o los moretones que tendría mañana pero
no importaba. Me iba a casa. Eso era lo importante. Volvía a casa hacia Sam.
—Nunca respondiste mi pregunta. ¿Sí o no? —Bent preguntó por encima del
hombro, mirándome desde el asiento delantero.
ojos negros encontraron los míos a través de la lluvia, perforando mi alma y viendo
muy dentro de mí.
Di un paso hacia él. Hacia el hombre que amaba. El hombre que siempre
había amado.
Walker cerró la puerta del coche, sus ojos en mí. Con pasos decididos cerró
la distancia entre nosotros, los charcos de lluvia salpicando sobre sus botas. Su
pelo negro se mojó en segundos, también lo hizo su camisa, pegada a su pecho. Tan
pronto como estuvo lo suficientemente cerca, agarró mis brazos y me arrastró
contra su cuerpo.
Agarré su camisa más fuerte, mis labios a escasos centímetros de los suyos.
Sus labios rozaron los míos, su voz un ruido sordo contra mi boca.
—Me miraba en el espejo cada día y veía a un hombre que no era digno de
ti. Un hombre que no era nada. Pensaba que no tenía derecho a tocarte, a
amarte. Pero ahora... eso es todo lo que quiero hacer. Te he amado siempre,
Samantha Ross. Estaba demasiado malditamente asustado de admitirlo. Me puedes
odiar, pero nunca dejes de amarme.
—Nunca —susurré.
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Amor.
Presioné mi cuerpo mojado contra el suyo. Quería que me recogiera y
llevara dentro, pero en vez de eso terminé el beso. Tenía que preguntarle algo.
—¿En el futuro?
—Definitivamente —susurré.
Había hecho lo que mi padre nunca hizo por mi madre. Le di a la mujer que
amaba más rosas de las que podía contar, llenando la habitación con
ellas. Diciéndole con flores de color malva cuánto significaba para mí.
Salí de clases temprano hoy, sin esperar a la última para hacerlo. Bentley me
había ayudado a configurarlo todo para entonces sacarlo, pero no después de
recibir una palmada en la espalda y desearme buena suerte. Tuve que pedirle su
aprobación en esto y él me la dio con una advertencia.
—Lastímala y te mataré.
La vida nunca había sido mejor. Por primera vez en mi vida, estaba
satisfecho. Algo que nunca había experimentado antes había llenado mi
corazón. No era amor, porque creo que siempre había estado allí, al acecho
alrededor de los bordes, esperando a Sam. No deseo porque, demonios, siempre
había tenido eso por ella. No, era otra cosa.
Era felicidad.
Dos días después de que le dije a Sam que la amaba, ella localizó a su
madre. La Señora Ross se había despertado en una habitación de motel, incapaz de
recordar cómo había llegado allí ni cuánto tiempo había estado ausente. Ella
encontró condones usados y dos extranjeros pasaron saliendo a su lado. Fue
entonces cuando la madre de Sam apretó el botón. Se limpió a sí misma, cogió un
taxi, y se internó en un hospital estatal para adictos. Su madre estaba ahora en
camino a la recuperación. Tenía un largo camino por recorrer, pero Sam estaba
recuperando lentamente a la madre que una vez conoció hace mucho tiempo, un
día a la vez.
nuevo.
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Cada momento lejos de ella era una tortura. Cada segundo con ella era el
cielo.
Miré a mí alrededor a nuestro dormitorio nuevo, viendo la cama en la que
hicimos el amor. Sus ropas en mi armario. Mi vida tan perfecta como podría ser.
Si.
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SOBRE LA AUTORA
-Paige Weaver-
Paige Weaver es oriunda en Texas y todavía
reside en la ciudad que la vio nacer. Vive con su
marido y dos hijos. Cuando no está escribiendo o
leyendo, puedes encontrarla persiguiendo a sus
hijos y viviendo su propia historia felizmente.
Entre otras cosas, es adicta a los medios de
comunicación social. Síguela para saber de sus
próximos libros y extras. Le encanta escuchar a
sus lectores.
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AGRADECIMIENTOS
MOD. TRADUCCIÓN MOD. CORRECCIÓN
BRENMADDOX KATILIZ94
Staff Staff
BRENMADDOX KATILIZ94
CLCBEA PILY
NANAMI27 NANAMI27
RITITA MARIABLUESKY
MEII
KATILIZ94
SANDRA289
BLONCHICK
DIASDEOTOÑO
ALISSON*
DISEÑO
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MEW RINCONE