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NOCHE 1
El haz de luz que emite una linterna en movimiento frenético
apenas revela lo deteriorada de la construcción y los
innumerables charcos por los que los pies de dos hombres se
desplazan a gran velocidad. Se escucha la respiración
jadeante y entrecortada de ambos corredores. Los zapatos del
guía son de distintos modelos y colores pero los dos muy
desgastados, los del segundo son deportivos, blancos, de
marca, algo sucios pero en buen estado.
BRIGADIER
No maestro, faltaba más. Yo lo
sigo, usted es el hombre.
JUANCHO sube por la escalera, BRIGADIER lo secunda.
(A CONTINUACIÓN)
A CONTINUACIÓN: 3.
BRIGADIER
¡Disculpe maestro! Cuando pueda yo
le mando una grúa para que lo
saque.
BRIGADIER, empieza a descender con sigilo.
JUANCHO
(adolorido)
¡¿Pero... me va a dejar morir aquí
sin el billete que me prometió?!
BRIGADIER
(cínico y desaprensivo)
Tranquilo, yo le abro una cuenta
para que le vaya ganando intereses.
BRIGADIER, logra descender de la reja. Salta. Ya en el piso,
se percata de que tiene dos caminos, se paraliza indeciso.
JUANCHO
Es por la derecha mi dóctor, por la
derecha.
BRIGADIER mira hacia el tope de la reja donde yace JUANCHO
engarzado, mira hacia la opción que éste le propone, luego
ve al lado opuesto, duda un instante, hace un gesto
desconfiado y despectivo, y opta por ir a la izquierda.
JUANCHO
¡Coño por ahí no!
(más incrédulo y adolorido)
¡Ahí! ¡¿Y de verdad me va a dejar
morir?!
BRIGADIER avanza con dificultad tanteando en la oscuridad
hasta tropezarse con la barrera de una alcabala. Su rostro
es iluminado por dos linternas empuñadas por DOS GUARDIAS
armados con fusiles. La frustración de Brigadier es un
poema.
(A CONTINUACIÓN)
A CONTINUACIÓN: 4.
CAÑAS
¿Y en que teatro de operaciones
está destacado mi coronel Palacios?
BRIGADIER regula el paso y detalla, con desaprobación, la
pugna verbal entre los dos grupos de presos en el patio.
BRIGADIER
¿Mi tío? Creo que en el número 5,
Sargento.
(A CONTINUACIÓN)
A CONTINUACIÓN: 5.
CAÑAS
(solícito, casi adulante)
Cañas, doctor, dígame Cañas.
BRIGADIER
(lo ve de soslayo, sonriendo
para si)
Anjá... Cañas... ¿Se puede saber
porque se pelean estos güevones?
SANTANDER (OFF)
(en creciente ira)
¡Por una hilera de pocetas, coño!
SANTANDER (43) un hombre elegante, muy robusto y rozagante,
se desplaza energúmeno por el despacho, golpea
insistentemente el periódo contra su mano, contra el
escritorio, contra un saco de boxeo colgado del lado opuesto
al mástil de la bandera de Venezuela, justo cuando va a
golpear al CABO MONTEVERDE (34) que se mantiene espectante
de pie, se contiene y gira hacia el escritorio.
SANTANDER
¡El Purgatorio!¡Nadie sabía dónde
quedaba esta vaina y ahora resulta
que somos famosos porque mis
internos se pelean por tener donde
cagar!
Frente al escritorio está sentado FÉLIX (48) un hombre
adusto, sereno, de mirada penetrante, goza internamente la
ira de SANTANDER que gira hacia él mostrándole el reportaje.
SANTANDER
¡Esto es una mierda, Félix! ¡Una
mierda!
Se oye un sonido de radiotransmisor, el CABO MONTEVERDE baja
el radio de su oreja e intenta dirigirse hacia SANTANDER con
suma delicadeza.
MONTEVERDE
Señor...
(A CONTINUACIÓN)
A CONTINUACIÓN: 6.
SANTANDER
¡Y esta mierda es tuya, Félix, no
de El Chipo! ¡Tuya!
FÉLIX mira fijamente a SANTANDER, sin pestañear, sube las
manos y mueve ligeramente el rostro.
FÉLIX
(irónico)
Si me quitaron el lugar donde
echarla...
SANTANDER
(amenazante)
¡Con mi prestigio no te juegues,
Félix! ¡Me paras las llamadas pa’la
calle, ya!
FÉLIX
¿Cómo hacemos Santander? Si tu les
niegas los beneficios a mi gente yo
tengo que buscar un hombro a quien
llorarle.
MONTEVERDE
(cauto, mostrando el radio a
Santander)
Señor... el sobrino del coronel,
ya...
SANTANDER
(destemplado a Monteverde)
¡Ya va, coño!
(a Félix)
¿Cómo es la vaina?
FÉLIX
¿Ah, no? ¿Y el entrenador de
deportes? ¿El director de teatro?
¿El instructor de corte y
confección? ¿Te tengo que recordar
el artículo...?
MONTEVERDE
(interrumpe, dando un paso
adelante, apenado y apremiado)
¡Señor...!
(A CONTINUACIÓN)
A CONTINUACIÓN: 7.
SANTANDER
(fuera de si)
¡Qué carajo pasa Monteverde!
MONTEVERDE
(insiste en mostrar el radio)
El sobrino del coronel Palacios, el
fugao de Caracas, que... ya llegó.
SANTANDER se toma la cabeza con las manos.
SANTANDER
¡Coño! ¡El sifrinito!
SANTANDER
¡El Purgatorio! ¿Eso fue un invento
tuyo?
FÉLIX
(sarcástico)
Usted sabe como es la prensa señor
Director.
SANTANDER se levanta, le hace una seña a MONTEVERDE quien
convida a FÉLIX a levantarse.
(A CONTINUACIÓN)