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Crónica opinativa referida a la iniciación del primer día de clase. Composición Escrita.

Dra. Martha Cantillo.

Por Janneth García Díaz.

Desde muy temprano, ese lunes, 23 de Enero, desperté, escuchaba como el transporte
masivo, hacia sus paradas en la estación ubicada en la parte posterior de mi condominio,
Inductivo demasiado ruido a las 4 am. Se podía palpar el clima, el cielo parcialmente cubierto, amenaza de
lluvias torrenciales había sido el pronóstico del día. Rápidamente realicé todas mis actividades
antes de salir de casa y me enrutè hacia la Universidad.

Ya en la Universidad Bautista, me encontré con un edificio espacioso, fresco, muy verde,


indiscutiblemente extenso, con salones amplios, con un olor característico a trópico, un ambiente
Deductivo
seguro, tranquilo que inyectaba a todo tu cuerpo un oxigeno diferente que incitaba a tu espíritu a
entrar en paz.

Subí, las escaleras que daban al salón 204, en donde según el horario, tomaríamos la clase de
Composición Escrita. Lentamente pasaban los minutos y el día se empezó a tornar mucho más
claro, el aula de clases comenzaba a ser ocupada por los nuevos primíparos y esos escasos rayos
Deductivo
del sol apuntaban hacia el escritorio de la docente, la Dra. Martha Cantillo. El salón estaba en
silencio, conmigo habían tres personas; uno de ellos alto, corpulento, de buenas figura, oscilaba
entre 18 a 20 años, vestía pantalón de color azul claro, un camibuso muy a la moda y un saco en
sus hombros, combinaban con su tez blanca y su expresión intelectual, se situó en la segunda
mesa y con un tono muy peculiar me pregunto, como estas ¿le respondí, muy bien gracias a Dios.
El segundo acompañante, contrario al primero, de mediana estatura, tez morena, Jeans desteñidos
y una camiseta de tono claro, de unos veinte años aproximadamente, muy tranquilo a mi parecer,
no moduló ni una sola sílaba.

El salón expectante, todos muy callados y a la espera que cruzara por esa puerta, la esperada
docente. De pronto, el sonido de unos zapatos en los pasillos, sin verlos me imaginé que serían
Reiterativo de tono oscuro. La puerta se abrió. Todavía tengo el recuerdo fresco en mi mente de los rostros,
el salón entero se congeló. “Buenos días, alumnos”, dijo la profesora Cantillo, una mujer muy
bonita, de buena figura, su cabello color caoba, levemente ondulado, caía sobre sus hombros,
dándole un protagonismo especial a sus ojos.
Los leves murmullos de respuesta al saludo y el sonido de carpetas moviéndose rompieron el
hielo. Solicitó que nos presentáramos; nombres, edad, de donde veníamos, congregación a la que
Reiterativo asistíamos, motivaciones del curso y cuántos libros nos habíamos leído el año pasado. Cada uno
de nosotros, sus estudiantes, fuimos respondiendo todas las preguntas; se percibía en el ambiente,
tensión pues queríamos hacer lo mejor posible en nuestra presentación. Pasado un tiempo, nos da
a conocer un currículo, impresionante, muy preparada, estructurada. Ninguno emitía sonido
alguno, todos evitábamos parpadear, el aula estaba atónita.

Con el transcurrir de las horas, observamos una docente con un hermoso corazón, gustosa de
estar compartiéndonos sus conocimientos, ella, realizó sus estudios en un País lejano, sórdido,
De
Oposición fuerte para el Latino y qué muy a su pesar, había decidido dejarlo, parar colocar en Colombia, el
gusto por el arte de la lectura y la redacción.

A pesar de lo anterior, seguía reinando en el aula, un silencio largo; con nuestras miradas fijas
en el tablero, la profesora escribió un texto, el de Jorge Luis Borges: “El verbo leer, como el

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verbo amar y el verbo soñar, no soporta ‘el modo imperativo’. Yo siempre les aconsejé a mis
estudiantes que si un libro los aburre lo dejen; que no lo lean porque es famoso, que no lean un
libro porque es moderno, que no lean un libro porque es antiguo. La lectura debe ser una de las
formas de la felicidad y no se puede obligar a nadie a ser feliz”. Posteriormente, nos dijo que lo
leyéramos y realiza una crítica constructiva frente al tema de lectura: puntuación, entonación,
timbre y volumen de la voz, uso de pausas.

La Profesora Martha, nos fue encausando en el tema de cómo había que realizar las lecturas
(Analítica, Critica y propositivamente) y la aplicabilidad para nuestra cotidianidad, la Profesora,
en tono afable pero decidido, nos empapó acerca del programa analítico silabo, recomendó leer
un libro para analizarlo en el transcurso de unas clases, como un club literario y dejó nuestra
segunda tarea, analizar el texto de Borges bajo los parámetros de lectura aprendidos en clase. El
tiempo se fue…su clase, importante, constructiva, me ubicaba en ese mundo de lectura que tanto
me encanta.

A continuación, salimos en silencio. Pensaba mientras caminaba por el pasillo, que la materia
De oposición
colmaba mis expectativas, es más, las superaba. Ya era la hora de irnos a casa, era la una de la
tarde, los alumnos iban y venían, rostros alegres, rostros confiados, rostros todavía expectantes,
De oposición
rostros de angustia por una ardua mañana, pero, la satisfacción de un día más de aprendizaje.

Y fue así como culminó una jornada en una faceta de mi vida: la de estudiante.

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