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Una mala nota

 
Era un frío atardecer y Harry, Ron y Hermione estaban sentados en unos sillones
de la sala común, cerca del fuego, estudiando para la difícil prueba de pociones
que tendrían mañana Lunes a primera hora.

Los tres tenían "Pociones y filtros mágicos" en sus manos, enfundadas por
guantes negros con el escudo de Griffindor en la parte superior.

-A ver... ¿cuántas colas de rata africana se necesitan para fabricar la poción para
dormir sin soñar?- preguntó Hermione.

-Cinco- respondió Harry.

-La pregunta era para Ron, Harry- reprochó Hermione- pero igual debo
felicitarte, la respondiste correctamente.

-¿Ron?

-¿Si Harry?

-¿Qué color toma la poción para enmudecer si la agregas más uñas de dragón que
lo debido?

-Rojo oscuro- dijo Ron, con desagrado.

-Exactamente- afirmó Hermione, satisfecha y luego añadió- ¿Qué les parece si


vamos a dar una vuelta? Nos pasamos estudiando todo el día.

-Es una buena idea- aprobó Ron- ya estoy harto. Estudiar pociones me hace
recordar a Snape, y recordar a Snape me hace sentir enfermo, y sentirme enfer...

-Ya entendimos Ron, ahora vamos.


-Tengo una idea- exclamó de pronto Hermione- Aunque ha anochecido y hace
frío, no sería divertido ir a... Hogsmeade.

Harry y Ron abrieron mucho los ojos, parecían no dar crédito a sus oídos. Harry
tartamudeó:

-Lo-lo dices e-en serio.

-Claro tonto.

-Entonces, no perdamos más tiempo ¡vámonos!- exclamó Ron, impaciente.

Cerca de las siete y media, los tres amigos volvieron, con las narices frías y los
bolsillos abultados. Subieron a sus dormitorios y dejaron allí todo lo que los
pudiera delatar: cerveza de manteca, golosinas de todo tipo, bombas fétidas, la
capa invisible y, por supuesto, el mapa del merodeador.

-Nos divertimos mucho ¿verdad?- preguntó Ron.

-Sí, pero ahora es mejor que vayamos a la Sala Común, sino los chiquilines
empezarán a sospechar- respondió Harry.

-De acuerdo.

Luego de entrar a la Sala Común, los tres amigos decidieron jugar una partida de
Snap Explosivo, y, cuando Ron estaba a punto de ganarles, Neville se acercó a
hablarles.

-Chicos ¿dónde estaban? Los he estado buscando por todas partes.

-Ehhh... nosotros...

-Nosotros estábamos...

-En el lago- puntualizó Hermione.

-Pero Hermione, ¡¡¡está nevando!!! - exclamó Neville asombrado, mientras que


Harry y Ron enarcaban las cejas.

-Cierto- Hermione pareció darse cuenta de su error- está nevando. Pero


nosotros...
-Solo estabamos... ¡jugando una guerra de bolas de nieve!- Harry salvó la
situación.

-¿Si? ¿Solos? ¿Por qué no se unieron a la Batalla que se armó detrás del colegio?
Griffindor contra Hufflepuff. Les ganamos 16 personas contra 6. Salía del juego
el que se rendía. Terminamos cuando la profesora Mc Gonagall nos fue a buscar.

-Bien... nosotros vamos a comer...

-Si...

-Tenemos hambre...

-Mucha.

-Muchísima.

-Estamos famélicos.

Los tres amigos salieron precipitadamente de la sala común, dejando a Neville


con la palabra en la boca. Cuando llegaron al comedor, Harry se sentó al lado de
Ginny con Ron a su derecha. Hermione había desaparecido en el camino.

-"Me recuerda a cuando tenía el giratiempo - pensó Harry extrañado- otra súbita
desaparición ". Pero enseguida olvidó a Hermione y su misterioso
comportamiento y se concentró plenamente en lo que decía Dumbledore.

"- Este año el equipo de Quidditch que resulte ganador (no importa la casa)
tendrá derecho a participar del viaje que se hace a fin de año con los alumnos de
séptimo, serán como los invitados." El gran salón estalló en aplausos aunque los
que más aplaudían eran los integrantes de los equipos, ya que ellos tomarían
parte de la experiencia.

-Espléndido- exclamó Fred Weasley.

-Magnífico- apoyó George.

-Grandioso- aseguró Harry, sonriendo.

-Alucinante- dijo Ron- este año ¡vamos a pulverizar a Slytherin!

-Correcto- dijeron Fred y George al unísono, luego rieron.


Esa noche, luego de acostarse, Harry pensaba. Pensaba en la prueba de pociones
que tendría al día siguiente, pensaba en sus responsabilidades como capitán del
equipo de Griffindor, pensaba en donde estaría Hermione. Y pensando, se fue
quedando dormido...

A la mañana siguiente, luego de desayunar, Harry y Ron se encaminaron hacia el


salón de Pociones. Hermione se había quedado charlando con Ginny ("- Todavía
queda tiempo"), había dicho.

-¿Sabes donde estaba Hermione ayer?¿ Por qué no fue a cenar?

-Estaba estudiando.

-Estoy hablando en serio, Ron. Ella venía atrás nuestro y, al segundo, ¡Zass!, ya
no estaba.

-Yo también hablo en serio. Ella me dijo que estuvo estudiando.

-Pues yo no le creo.

Llegaron al aula. La prueba ya estaba en el pizarrón y Snape los miraba desde su


escritorio.

-Tomen asiento. Cinco puntos menos para Griffindor por llegar antes de la hora.

-Es un... es un... idiota- dijo Ron, con las orejas coloradas, cuando se sentaron
furiosos en el banco más alejado de Snape.

-Tranquilo Ron- dijo Harry, conteniendo la furia que él también sentía - o


perderemos más puntos todavía.

La clase ya estaba ahí. Tanto los Griffindor como los Slytherin estaban nerviosos,
se frotaban las manos y se mordían las uñas. Hermione se sentó al lado de Ron y
Snape dijo:

-Ahora los llamaré por orden de lista, entonces se acercarán a mi escritorio y, en


el caldero que hay a un costado del, haréis la poción que está escrita en la pizarra.

-¡Brown!- llamó Snape. Lavender se incorporó y caminó tambaleándose hasta


llegar al caldero. Luego de unos minutos...

-¡El siguiente!
Pasaban los minutos. Harry, Ron y Hermione hablaban en susurros.

-¡Granger!- rugió Snape.

Hermione se levantó, respiró hondo y caminó con inseguridad. Pasó por al lado
de Malfoy, que estaba atrás del pupitre que tenía el caldero de la prueba, y llegó
hasta Snape.

-Diez puntos menos para Griffindor por demorar. Y ahora, si no le molesta, Srta.
Granger, empiece de una vez.

Una hora más tarde, ya toda la clase había pasado. Ahora miraban expectantes a
Snape, esperando que les diera los resultados.

-Bien. Verdaderamente, algunos me han impresionado... Bien.

La mayoría de los alumnos contenían la respiración.

-Y ahora les diré los resultados. La nota mínima aceptable es 5 y la máxima 10.

-Lavander 5

- Goyle 8

-Crabbe 8

Snape siguió. Nadie sabía porque, pero estaba diciendo los alumnos en desorden.

- Weasley 6- Ron respiró aliviado.

- Patil 4- se escuchó un sollozo.

-Malfoy 10

-Finnigan 7

-Thomas 6

-Potter 9- Harry sonrió y dijo- No lo puedo creer.

-Parkinson 6

-Granger 3
-¿¿¿Qué???- gritaron todos los Griffindor y algunos Slytherin, de la sorpresa.

- ¡Pum! Un golpe seco hizo que todos giraran la cabeza hacia el fondo del aula.
Allí, a un costado del banco, yacía Hermione, desmayada, en el suelo.

-¡Que alguien vaya a buscar a la enfermera!- gritó Harry, temiendo lo peor.

Continuará...

Una mala nota


 
Rápidamente, Lavander Brown salió corriendo del aula, haciendo caso omiso a
los furiosos gritos de Snape. Mientras tanto Harry, Ron, Dean, Parvati y Neville
trataban de reanimar a Hermione pegándole suaves bofetadas en las mejillas. Ron
intentó con un "¡Ennervate!" hacerla reaccionar, pero no obtuvo respuesta.

-Déjenme pasar- exigió una voz grave y potente.

Nadie le hizo caso, Hermione les importaba más, aunque algunos Slytherin se
reían como tontos.

-Vuelvan a sus asientos- rugió el profesor.

Ni siquiera lo miraron. Todos estaban demasiado ocupados con Hermione.

-¡¡¡Si no se sientan, Griffindor va a perder doscientos puntos por cada uno!!!-


gritó Snape fuera de sí.

Los chicos reaccionaron y corrieron a sus pupitres. Snape dijo:

-Cincuenta puntos menos para Griffindor...

-¿Qué?- interrumpió Seamus -. Solo estaban ayudando.


-...por cada uno- continuó el profesor, embozando una perversa sonrisa.

-Es injusto- comentó Ron por lo bajo- siempre nos saca puntos por cualquier
excusa.

-Cállese, Weasley- gruñó Snape. Malfoy- el chico lo miró asustado- haz el favor
de ir a buscar al profesor Dumbledore. Dile que venga, quiero hablar con él.

Malfoy salió del aula y sus pasos se perdieron en el pasillo. En ese momento
llegó Lavander acompañada de Madam Pomfrey. Esta corrió hacia donde estaba
Hermione y le hizo beber una poción de color anaranjado.

-No es nada grave- dijo para alivio de muchos de los presentes- se recuperará.
Pero no entiendo que le provocó este desmayo.

-¿Solo estaba desmayada?

-Sí.

-Entonces, ¿por qué no despertó con el Ennervate que hice?- preguntó Ron,
desconcertado.

-Lo habrás hecho mal- respondió Madam Pomfrey, sin darle importancia.

-¿Por qué...?- empezó a preguntar Harry, pero se calló al ver llegar a


Dumbledore.

-¿Qué pasó, Severus?- preguntó Dumbledore. Entró al aula y vio a Hermione:

-¡Dios mío!- exclamó. -¿Qué ha pasado aquí?- pregunto nuevamente, esta vez
mirando a Madam Pomfrey.

-Esta chica se ha desmayado- respondió Madam Pomfrey.

-¿Por qué, Poppy?

-No lo sé.

-Yo sí. Porque se sacó tres en el examen de pociones- dijo Ron, disimulando una
sonrisa.

-¿Tres? ¿Hermione?- preguntó Dumbledore. -¡Severus!- recriminó luego.


Mientras que levantaban a Hermione y se la llevaban a la enfermería, Snape dijo:

-Yo no he tenido nada que ver. La poción de Granger estaba realmente mal
hecha.

Harry pensaba en lo extraño del asunto. ¿Hermione perdiendo una prueba?,


rarísimo. De repente vio a Malfoy que sonreía y le cuchicheaba algo a Crabbe y
Goyle.

-Estos traman algo, estoy seguro- se dijo Harry.

Dumbledore y Snape seguían hablando, pero se detuvieron y les dijeron que la


clase había terminado.

Ya en el corredor, Harry le contó Ron lo que había visto.

-Ese maldito - murmuró Ron- seguro que tuvo algo que ver.

-Tenés razón. Pero ahora nos apuramos porque sino llegamos a


Transformaciones, y sabes que Mc Gonagall se pone furiosa.

-Si, vamos.

Llegaron a la clase. La profesora estaba paseándose por el fondo del aula, y ellos
tomaron asiento en uno de los primeros bancos.

-¿Y Hermione?- preguntó Mc Gonagall, su rostro denotaba preocupación.

-No viene. Está en la enfermería.

-¿Qué le ha pasado?

-Se ha desmayado.

-Ya vuelvo- dijo la profesora, y abandonó presurosamente el salón.

Diez minutos más tarde llegó con los ojos rojos y despeinada.

-Buenos días chicos, pido disculpas por mí retraso.

La clase transcurrió sin más contratiempos. Tocó la campana. Cuando Harry y


Ron se disponían a abandonar el salón, la profesora los llamó:
-Weasley, Potter, acérquense por favor.

Carraspeó y se sonó la nariz.

-Siento decirles que Hermione no estaba solamente desmayada.

A los chicos se les cayó el alma a los pies, Ron preguntó:

-¿Qué... qué tiene?

-No se sabe. Pero de momento nada puede hacerse.

Dieron media vuelta para irse, pero la profesora dijo:

-Supongo que no les habrá contado, lo tiene prohibido, pero nuevamente está
usando un giratiempo. Pueden irse.

Ron y Harry salieron del aula, y el último dijo, con miedo en la voz.

-No se que le pasará a Hermione, si es grave o no, pero voy a averiguarlo.

-Estoy contigo- apoyó Ron, y siguieron caminando, preocupados, hacia el aula de


Encantamientos.

Continuará...

Una mala nota


 
Al llegar al salón de Encantamientos, los chicos se sentaron, inquietos por la
salud de su amiga.

Me he enterada de lo que pasó- dijo el profesor.- Lo siento mucho.

-Nosotros también- contestó Ron.- Pero no podemos hacer nada para ayudar.
-Lo sé... lo sé... es difícil. Los comprendo. Si quieren, solo por hoy, tienen
permiso para ir a ver a su amiga y faltar a mí clase.

-¿En serio?

-Sí Harry. Pero no les digan nada a sus compañeros, porque sino todos querrían
faltar, y eso no está bien. Nada bien.

-De acuerdo profesor. Nos vemos luego- se despidió Ron y él y Harry


abandonaron la clase.

En seguida que salieron, Harry salió corriendo y avanzó por el corredor.

-¡Harry! La enfermería está hacia el otro lado.

-¿Y quién dijo que íbamos a la enfermería?

-El profesor Flitwitck, tu, y yo pensa...

-No era una pregunta, lento. No vamos a ir a la enfermería ahora, sino que vamos
a la biblioteca.

-Como quieras. Pero me parece que si nos llegan a ver...

-Ya cállate.

Siguieron avanzando. Llegaron a la biblioteca y Harry dijo:

-Siempre supe que me serviría para algo.

Sacó de su bolsillo una firma, que más que firma parecían unos garabatos
ilegibles.

-¿Cómo...?

-Después te explico- dijo Harry por toda respuesta.

-¿La firma de la profesora Mc Gonagall?- preguntó Madam Pince, desconfiando.


La levantó para verla a trasluz y luego dijo, satisfecha.

-Por lo visto, es auténtica. Vayan, vayan, elijan el libro.

Los chicos fueron hasta los estantes.


-¿Qué es lo que buscamos, Harry?

-Enfermedades. Síntomas y cuidados.

-¿No crees que si se supiera como curarla ya lo habrían hecho?

-No siempre se encuentra lo que se busca en esta biblioteca. Recuerda aquella


vez, en cuarto, donde no encontraba la manera de aguantar una hora abajo del
agua. Hay veces que se pasan por alto detalles muy importantes. Además,
nosotros sabemos algo que ellos no saben.

-¿Sí?

-Claro. Sabemos que Malfoy tiene algo que ver y que Hermione usa el
giratiempo indebidamente.

-¿Qué? ¿Y eso cómo lo sabés?

-Es obvio. Hermione no tenía nada que hacer la noche que desapareció cuando
íbamos caminando hacia el Gran Salón. Al menos eso es lo que dijo ella.
Entonces ¿Por qué se fue? ¿Tenía que hacer algo tan urgente que requería del
giratiempo? Y si fuera así ¿qué era eso tan importante que tenía que llevar a
cabo? Es muy raro ¿no te parece?

-Sí, ahora que lo mencionás, todo tiene sentido.

-Pues claro. ¡Manos a la obra!- dijo Harry.

-Mirá este. "Enfermedades corrientes de los adolescentes." ¿Servirá?

-Puede ser. Pero... ¿por qué estará en la Sección Prohibida?

-No sé. Quizás se equivocaron.

-Puede ser. ¿Lo llevamos?

-De acuerdo. Espero que nos sirva. Vamos.

Se acercaron al escritorio de Madam Pince.

-Llevamos este libro- dijo Ron.

-¿Están seguros?- preguntó ella, levantándose los lentes.


-Sí. ¿Qué tiene de malo?

-Ehh. Nada. Llévenlo tranquilos. Adiós.

Los chicos captaron la indirecta y salieron presurosos de la biblioteca. Ya en la


Sala Común, Harry miró a Ron, extrañado.

-¿Qué puede tener de horrible un libro así?- preguntó

-No lo sé. Pero mejor lo averiguamos, y que sea pron...- Ron enmudeció.
Acababa de abrir el libro y lo tenía sobre las piernas. Lo que veía lo dejó
espantado. No podía ser, nada era tan horrible como aquello. A no ser...

Continuará...

Una mala nota


 
A no ser... que tuviera que ver con el Innombrable. Esos hechizos no eran usados
hace años. Era imposible que siguieran existiendo.

-¿Qué pasa Ron?

-Mira esto- susurró su amigo, con una nota de pánico en la voz.

-¿Qué es eso?- preguntó Harry, horrorizado, tras haberle echado una hojeada al
libro.

-No sé muy bien. Me parece que son efectos a unos hechizos que no se usan hace
siglos.

-Y entonces ¿por qué dice "Enfermedades corrientes en los adolescentes"?


Quiero decir... eso- señaló la página abierta por Ron- no puede ser algo común y
corriente. ¿O sí?
-Puede. Antiguamente, las enfermedades eran muy contagiosas y algunas, como
esta, eran incurables.

-¿Es posible... que Hermione tenga alguna de estas enfermedades?

-No sabría decirte, Harry. Lo único que sé es que estas enfermedades


desaparecieron hace años, pero nadie sabe como. De repente, nadie más tuvo algo
parecido, y por eso fueron olvidadas.

-Entonces... ¿no están erradicadas?

-No.

-A ver si entendí. Esta es una enfermedad que ataca a los adolescentes, para la
cual no hay cura. Un día desapareció misteriosamente y nadie más se enfermó de
algo parecido.

-Exactamente.

-¿Y cómo se originó esta enfermedad?

-Esta y muchas de las del libro fueron originadas por un hechizo de un mago muy
poderoso. Aunque solo son teorías, se piensa que cuando este murió, la plaga se
fue con él.

-Y... ¿cuál era el nombre de ese mago tan poderoso?

-Salazar Slytherin.

Esa noche, mientras cenaban en el Gran Salón, los chicos pensaban en la manera
de llegar hasta Hermione. Se había prohibido la entrada a la enfermería, por
miedo a que fuera una enfermedad contagiosa y ahora, ni siquiera ellos podía
entrar a ver como estaba.

-Es una locura, Harry- dijo Ron nervioso- imagínate si nos descubren.

-No importa. Correremos el riesgo. Hermione puede estar en peligro.

El hechizo había funcionado. Harry sentía como las sábanas se corrían por una
gran mano invisible. Se incorporó. El suave resplandor de la luna iluminaba
tenuemente la habitación.
De repente, un gran chorro de agua le cayó en la cara. Reprimió un grito y, a
tientas, se arrastró hasta el baño. Allí se secó el rostro con una toalla. Luego se
acercó a la cama de Ron y lo sacudió. Tuvo que esquivar una bofetada, a Ron no
le gustaba que lo despertaran a medianoche.

- ¿Ya es la hora?- preguntó, medio dormido.

-Sí, vámonos.

Caminaron en silencio. Llegaron al retrato de la dama gorda, dijeron la


contraseña ("El Bosque Prohibido") y salieron al pasillo. Se pusieron la capa y,
con el mapa de merodeador en la mano, emprendieron la marcha.

Llegaron a la enfermería.

-¡Alohomora!- dijo Harry, y la puerta se abrió con un clic.

Penetraron en la sala oscura. Empezaron a examinar las camas sin hacer el menor
ruido. De repente, Ron soltó una exclamación y señaló un lugar.

-Allí hay alguien, en la cama de la derecha.

Se acercaron sigilosamente. Al llegar, corrieron las sábanas y descubrieron a una


jovencita vestida con un pijama rosado y profundamente dormida.

-¡Hermione!- susurró Harry. -¡Por fin la hemos encontrado!

-¿Observas algo extraño?- preguntó Ron, recordándole el porqué de su visita.

-No. A ver... Sí, espera. Aquí tiene algo- señaló su brazo.- Pero no distingo que
es. ¡Lumus!

Un grito rasgó el aire. Ron y Harry se miraron y, a la vez, salieron corriendo de la


enfermería. Lo único que pensaban en ese momento era alejarse de ahí... correr...
salvarse...

Continuará...
Una mala nota
 

Harry se detuvo. Jadeaba. Le dolía el costado horriblemente. Miró a Ron. Este


estaba pálido, tenía los puños apretados y los nudillos rojos.

Se miraron.

Harry asintió con la cabeza y, sin hablar, siguieron caminando.

Al llegar a la sala común, los chicos se tiraron en el sillón más cercano. Cuando
sus respiraciones se calmaron y pudieron hablar, Ron preguntó:

-¿Qué fue ese chillido?

-No lo sé. Yo solo acerqué la varita al brazo de Hermione y se escuchó el gritó.

-¿Llegaste a ver lo que tenía en el brazo?

-Sí. Era el mismo símbolo que vi en segundo en la cámara donde estaba el


basilisco. Dos serpientes que se mordían la cola mutuamente.

-¿Nada más?

-Ojalá fuera solo eso. También estaba el signo de Voldemort, una calavera con
lengua de serpiente y, por último, estaba el escudo de Slytherin.

-Esto es grave. Esos símbolos significan muchas cosas.

-Por ejemplo, es seguro Que El-que-no-debe-ser-nombrado anda atrás de esto.

-Sí, y también que es alguna de las enfermedades de Salazar Slytherin.

-Pero... hay una cosa que no entiendo... ¿por qué a Hermione? Y... ¿tiene algo
que ver con aquel tres de pociones?- preguntó Ron, desconcertado.

Los chicos decidieron discutirlo mañana, ahora estaban tan cansados que no
podían pensar bien. Además, a Harry le dolía la cabeza, no se sentía bien.
A la mañana siguiente Harry y Ron se levantaron con unas grandes ojeras.
Bajaron a desayunar con Dean y Seamus, tratando de disimular su preocupación.
Ginny se les unió en el camino, venía con Colin, charlando animadamente.

-Buenos días- saludó, un poco sonrojada por la presencia de Harry.

-Buenos días- respondieron los jóvenes, con una sonrisa forzada.

A llegar al Gran Salón, los chicos se sentaron a desayunar. A los pocos minutos,
llegó el correo. Hedwing le traía la respuesta a una carta que le había enviado a
Sirius. También había otra lechuza, de color pardo, que dejó caer un sobre
grueso, de color azul. Al voltearse, Harry se dio cuenta que Ron tenía en sus
manos un sobre de idénticas dimensiones e igual color.

-Esto no tiene buena pinta- pensó Harry.

Decidió leer primero el misterioso sobre azul. Lo abrió y sacó de su interior un


papel blanco, parecía un pedazo de hoja de cuaderno muggle. Decía así:

Harry Potter:

Tú no me conoces pero te estoy acechando.

El día menos pensado te atacaré y no podrás escapar.

Nos veremos muy pronto.

El Mortífago Asesino.

-Ron, ehhh, ¿Ron? Mira esto.

Ron levantó la cabeza. Había leído ya su carta y estaba pálido. Intercambiaron las
cartas. Harry leyó la de Ron:

Al menor de los hijos varones de Arthur Weasley:

Sé mucho de tú vida. A l igual que tú amiguito Pottercito, ten cuidado. Te estoy


vigilando.

Te atacaré a ti también, aunque tengas aspecto inocente, representas un gran


peligro para mí.

Cuidado con Granger, ella es demasiado inteligente, también voy a eliminarla.


Cuida tus pasos

El Mortífago Asesino.

-Harry, esto es serio- dijo Ron, que miraba por encima de su hombro. Me parece
que lo correcto seria decirle a Dumbledore.

-¿Estás loco? ¿Sabés lo que diría? Nos diría que es muy grave y que, por nuestra
propia seguridad, se acabaron las visitas a Hogmeade, los partidos de Quidditch,
la cabaña de Hagrid, en fin, nos tendrían encerrados todo el día dentro del
colegio.

-Tenés razón. Es peligroso, pero mejor nos callamos la boca.

Se levantaron y salieron del Gran Salón. Tenían tiempo antes de que empezara su
primera clase, así que fueron a la torre de Griffindor. Allí, leyeron la carta de
Sirius.

Querido Harry:

¿Cómo te está yendo en el colegio? Me imagino que no estarás hasta el cuello de


líos ¿no?.

Me han llegado rumores muy raros. Dicen que un alumno de Hogwarts ha


enfermado de algo desconocido ¿sabes algo?

Bueno. Te cuento que yo estoy bastante bien. He engordado tres kilos (y eso es
bueno, teniendo en cuenta la dieta que tengo).

Si tienes algún problema, no dudes en escribirme.

Besos a mí sobrino favorito

Sirius.

-Bueno, al menos sabemos que él está bien- comentó Ron, tratando de sonreír.

-Si, por suerte, él está bien; pero nosotros no. Cartas anónimas. Lo que nos
faltaba.

-Sí, y encima con amenazas. Esto es horrible. Pero ahora mejor nos vamos,
tenemos Herbología.
-Vamos.

Al llegar al invernadero número cinco, que tenía plantas muy peligrosas, los
chicos trataron de aparentar normalidad.

-Buenos días- dijo la profesora Sprout- hoy desdentaremos a una de las plantas
más terribles que tenemos en este invernadero. Se llama Hujil y es de origen
sueco.

-¿Para que lo hacemos?- preguntó Seamus, con miedo.

-Buena pregunta- dijo la profesora, sin hacer caso al tono de Seamus. - Los
dientes de esta planta tienen un gran poder. Hechos polvo, sirven tanto como una
poción para dormir. También se los usa con el efecto inverso. Antiguamente
curaban enfermedades gravísimas.

-Ahh- exclamó Seamus.

-Ahora los pondré en parejas. Un Slytherin con un Griffindor. Y no quiero


quejas- agregó, al ver que Malfoy iba a protestar.

-Bien. Veamos. Finnigan con Parkinson.

Se oyó un gruñido.

-Weasley con Goyle.

Ron bufó y Goyle hizo crujir los dedos.

-Patil con Crabbe.

-Brown con Zabine.

-Potter con Malfoy.

Cuando hubo terminado de ponerlos en parejas, empezaron a trabajar.

-Y ¿dónde está la sangre- sucia Granger?

Malfoy trataba de provocarlo. Harry lo ignoró, quizás si se cansaba dejaba de


molestarlo.

-¿No respondes? ¿Tienes miedo de mirar las cosas de frente? Admítelo.


-¿Admitir que?- preguntó Harry suavemente, conteniendo la rabia que sentía.

-¿No lo sabes Potter?

-¿Saber qué?

-Tu amiga Granger, la sangre- sucia, es víctima del primer ataque que marca el
comienzo de una nueva era.

-¿De que hablas? ¿Qué era?

-La era de la oscuridad. La era de El Innombrable.

En ese momento tocó el timbre. Malfoy llamó a Crabbe y Goyle y salió del aula,
caminando con la frente alta y muy arrogante.

-Y a este ¿qué mosca le picó?- preguntó Ron, al verlo.

-Tenemos que hablar- respondió Harry, en voz baja. - Malfoy me dijo unas cosas
que podrían ser reveladoras.

-De acuerdo. Pero ahora mejor nos apuramos. Tenemos Adivinación.

Al llegar al aula de la profesora Trelawney, vieron un cartel en la trampilla que


decía:

No me siento bien. Hoy no hay clases. Discúlpenme.

-¿Qué la disculpe? Sí es por mí, se puede ir al Caribe con tal de no tener clase-
exclamó Ron.

-Estoy de acuerdo- dijo Harry, sonriendo. -Pero ahora, aprovechando que


tenemos dos horas libres, vayamos a la sala común, acordate que Hermione sigue
enferma.

Caminaron hacia la sala común de Griffindor y se sentaron en un sillón muy


amplio.

-Voy a buscar los anónimos- dijo Harry, muy serio.- Así podemos examinarlos.

-Bien.

Harry subió corriendo las escaleras y volvió enseguida.


-También traje el libro que sacamos de la sección prohibida.

-Ahora que lo recuerdo ¿de dónde habías sacado la firma de la profesora Mc


Gonagall?

-Una vez entre a la sala de profesores y vi una carta arrugada en la papelera. La


carta era de la profesora Mc Gonagall a Dumbledore, comunicándole no sé que
cosa de una observación de los gemelos.

-¿Mis hermanos?

- ¿Quién más sino? Pero se ve que se equivocó al escribirla, ya que tenía un gran
manchón de tinta.

-¿Y por qué te la quedaste?

-Tuve el presentimiento de que en algún momento me serviría para algo. Nada


más que por eso.

-Ahh.

-¿Sabés qué? Hay algo extraño en eso de los dibujos del brazo de Hermione.
Dumbledore no dio muestras de haberlas visto. No dijo nada. Es raro.

-Es cierto. Lo que tendríamos que hacer es ir esta noche a ver nuevamente los
signos.

-¿Y si vuelve a gritar?- preguntó Harry, prevenido.

-¿Quién?

-No sé quien gritó, pero... ¿ y si se vuelve a escuchar el grito?- repitió Harry.

-Nos arriesgaremos- dijo Ron, decidido.

-¿Harás otra vez el hechizo Despertatium?

-Esta vez lo harás tú. Yo ya sufrí esa experiencia. No es muy agradable. De


repente te destapan y luego te cae un chorro de agua en la cara.

-Y por eso me lo dejas a mí.

-Claro.
-¿Qué es lo que te dijo Malfoy?- preguntó Ron, cambiando de tema.

-Me dijo que Hermione era la primera víctima de una nueva era, la era oscura, la
era de Voldemort.

-No digas ese nombre- reclamó Ron.

-Discúlpame. Sigo sin acostumbrarme.

-¿Qué te parece si vamos a dar una vuelta por el lago?- preguntó Ron.

-¿Puedo invitar a Ginny?- preguntó Harry, poniéndose colorado.

-Te olvidas que ella está en clase.

-Cierto. Entonces, ¿qué te parece si, en vez de ir al lago, leemos los anónimos?

-Está bien.

-¿Quién te parece que será el Mortífago Asesino?

-No lo sé. Pero es seguro que nos conoce bastante.

De repente se oyó un grito. Ginny Weasley bajó corriendo la escalera del


dormitorio de las chicas, muy asustada. Cuando llegó al final del último tramo,
cayó inconsciente en el frío piso, dejando a su hermano y amigo con la boca
abierta.

Una mala nota


 

-¡Ginny!- gritó Harry, y se abalanzó sobre ella. Ron corrió tras él, muy alarmado.

-¡Ginny! ¿Qué te pasa?- gritó Ron al llegar.


-No creo que te responda, Ron. Está desmayada.

-¡No! Mira su brazo, ¡ahora! Por las dudas.

Harry le sacó la túnica a Ginny y le remangó el brazo. En el se veían claramente


los mismos signos que tenía Hermione dibujados.

Ron suspiró de ¿alivio?

-¡Qué suerte! No tiene nada.

-¿Qué dices, Ron? ¡Mira su brazo!

-No hay nada.

-¿Cómo que no? Tiene las misma marcas que Hermione.

-Yo no veo nada. Es muy raro- la cara de Ron denotaba preocupación.

-Si... no entiendo. Mejor la llevamos a la enfermería.

-Vamos.

Harry tomó a Ginny por las axilas y Ron agarró sus piernas. Lentamente,
caminaron hasta llegar a la enfermería.

-¿Qué le ha pasado? ¡Otra desmayada!

-Sí, espero que se recupere pronto- dijo Ron.

-Todo depende de que tenga Weasley, y recen para que no sea lo que tiene
Hermione. Y ahora váyanse rapidito que se pueden contagiar.

Y les cerró la puerta en la cara.

-¡Es mí hermana!- rugió Ron a través de la puerta, pero no obtuvo respuesta.

-Ron, mejor vamos a comer, te hará bien- dijo Harry, con voz cautelosa.

-De acuerdo- gruñó Ron y se encaminaron hacia el Gran Comedor.

Al llegar, se encontraron a Colin, el cual se les sentó al lado.


-Lo que nos faltaba- oyó Harry que decía Ron, molesto.

-Hola Harry- dijo Colin- ¿has visto a Ginny?

-Está enferma, se ha desmayado y no sé sabe que tiene- respondió Harry,


recibiendo una patada en la espinilla.

Cuando Colin se dio vuelta, seguramente para contarle a su pequeño hermano


Denis lo que Harry le había dicho, Ron dijo:

-¿Estás loco, Harry? Pensé que conocías a Colin. Ahora, en menos de lo que
canta un gallo, todo Hogwarts se habrá enterado de lo de mí hermana.

-¿Y?

-Mirá si sale en el diario, como lo de Hermione, y mí madre se entera. Se va a


enojar conmigo. " - Tú eres su hermano mayor, deberías cuidarla"- imitó Ron,
con voz aguda.

-Está bien Ron, perdóname. No sabía que te iba a causar problemas.

-Ahora ya está. No te preocupes.

Comieron lo que pudieron, debido a que su moral no era buena; más bien, anda
por el piso. Luego salieron del Gran Salón, huyendo de las curiosas miradas que
los seguían; parecía que Colin había hecho su trabajo a la perfección.

Esa tarde la pasaron muy deprimidos. Se había corrido la voz de que Ginny había
caído enferma y ellos no cesaban de pensar en ella y Hermione. No fueron a
cenar, sino que directamente se dirigieron a la torre de Griffindor, para acostarse
temprano. Mañana sería otro día.

Días después, cuando ya no había esperanzas de curar a sus amigas, a Harry le


llegó una carta que lo cambió todo. Se hallaban en Hogsmeade, así que
decidieron entrar a las Tres Escobas para leerla. Decía así:

Harry Potter:

¿Me recuerdas? Yo creo que sí, tu memoria no puede ser tan mala. Es curioso
pensar que todavía no curaste a las chicas que se hallan en la enfermería.
Piensa un poco, no es tan difícil. Te haré una prueba; tu tienes que encontrar la
manera de sanar a tus amiguitas. Si la encuentras, cosa que no pasará, dejo de
molestarte; pero sino, te acecharé hasta matarte.
¡Ah! Otra cosa. Cada día que pase y no hallas encontrado la solución, caerá
enfermo alguien más.

Tienes una semana.

Nos veremos muy pronto

El Mortífago Asesino.

-¡Otra vez él!- dijo Ron.

-Eso parece. Pero ahora nos está aportando datos importantes. Está claro que
existe una manera de curar esta enfermedad; por lo tanto, podrá ser una
enfermedad de Slytherin, pero no es incurable.

-Volvamos al colegio, hay que investigar.

-Si, y mejor usamos el camino que va desde debajo de HoneyDukes hasta...

... la bruja se abrió, dando paso a Ron y Harry. Estos, que ya habían charlado sus
planes, corrieron hacia la enfermería.

Al llegar allí, se pusieron la capa invisible (que también habían llevado a


Hogsmeade) y, silenciosamente, entraron a la sala. Primero se acercaron a la
cama de Hermione, y comprobaron que Ron no podía ver los signos. Luego
fueron a ver a Ginny y ocurrió lo mismo. Salieron de la enfermería.

-Fase uno del plan, completada- dijo Harry, creyéndose James Bond.

Luego, fueron a la torre de Griffindor y subieron a los dormitorios. Se sentaron


en la cama de Harry y buscaron en el libro "Enfermedades corrientes en los
adolescentes" alguna con las características de la que sufrían Hermione y Ginny,
pero esta vez en la sección de las que tenían cura.

Al principio no encontraban nada, pero cuando ya se estaban por dar por


vencidos, Ron halló algo.

-"Una de las enfermedades más comunes hace siglos era la conocida como
Prytation.- leyó Ron. - Sus síntomas- siguió- eran muchos, pero los más
frecuentes son los siguientes: desmayos provocados por sorpresas o
decepciones, decaimiento, cambios en la personalidad y mareos. Una vez que la
persona está en el auge de la enfermedad, se sumerge en un sueño permanente,
donde puede oír, ver y sentir lo que está a su alrededor; pero no puede hacer
ningún movimiento voluntario. La única manera de sanar al individuo; si no se
quiere que siga durmiendo toda su vida, es hacer una poción con dientes de la
planta Hujil cortados en trozos y sangre de dragón albino venezolano y; por
último, el hechizo Regresarun Despiertien, que tiene que ser llevado a cabo
por..."- Ron se interrumpió.

-¿Por quien?- preguntó Harry, apremiante.

-No lo sé, la página está arrancada- respondió Ron, arrugando el entrecejo.

Una mala nota


 
-¿Cómo que está arrancada?

-Si, venía leyendo esta página y, al pasar a la otra, me di cuenta que falta. La
numeración salta desde la 34 a la 37.

-Es muy raro. Pero eso ya no importa, vamos a llevarle a Dumbledore lo que
averiguamos.

Al llegar al despacho de Dumbledore, lo encontraron utilizando su pensadero.

-Disculpe, profesor- Dumbledore se sobresaltó y los miró inquisitivamente-


tenemos algo muy importante que decirle. En un santiamén, relataron a
Dumbledore lo que sabían.

-Y cuando di vuelta la página, faltaba una hoja, parecía como si la hubieran


arrancado- terminó Ron, con aire misterioso.

Apenas los chicos terminaron de hablar Dumbledore se puso de pie, les dijo -
¡Síganme! y salieron rumbo a las mazmorras del castillo, con paso rápido,
rapidísimo.
-Severus ¿estás ahí?- preguntó Dumbledore cuando se detuvieron enfrente al
despacho de Snape.

-Ya voy- respondió una voz gruñona. La puerta se abrió, dando paso al profesor
de pociones, con su pelo grasiento y su nariz ganchuda más feos que nunca. -
¿Qué hacen ellos aquí?- preguntó al ver a Ron y Harry parados junto a
Dumbledore.

-Vienen a ayudarte.

Harry y Ron se miraron. ¿Ayudar a Snape? Dumbledore estaba loco.

-Esto se está poniendo feo- le susurró Harry a Ron, en voz muy baja.

-No lo dudo, señor Potter- Snape lo había escuchado y lo miraba con un odio
enorme. Harry respondió de igual manera y Snape ya estaba por sacarle puntos a
Griffindor cuando...

-Severus, necesito que me hagas una poción con dientes de Hujil cortados en
trozos y sangre de dragón albino venezolano- dijo Dumbledore.

-¿Puedo permitirme la intromisión de preguntar con que fines usarán la poción?

-Por supuesto, Severus. La necesitamos para curar a las chicas que se hallan en la
enfermería.

-Entendido. Mañana a primera hora se la llevaré a su despacho.

-Gracias - dijo Dumbledore. -Chicos- se volvió hacia ellos- ya han hecho todo lo
que estaba a su alcance, vuelvan a la torre de Griffindor.

-Si profesor- respondió Ron. - Todo con tal de no ayudar a Snape- añadió,
dirigiéndose a Harry.

-Lo escuché, señor Weasley- dijo Snape, con voz venenosa- cinco puntos
menos...

-Déjalos Severus- suplicó Dumbledore, lanzándoles a los chicos una mirada


divertida pero desaprobadora.

-De acuerdo- aceptó el profesor, mientras que Albus se lo llevaba dentro del
despacho.
Una vez cerrada la puerta, los chicos se encaminaron a la sala común de
Griffindor, no tenían ganas de cenar, había sido un día muy largo.

Iban por el pasillo cuando de repente escucharon un chillido que les heló la
sangre. Doblaron un recodo y encontraron a alguien tirado en el suelo, alguien de
Ravenclaw. Ese alguien era Cho Chang.

-¡Cho!- exclamó Harry, angustiado. Aunque ya no le gustaba, era su amiga, y le


preocupaba que algo malo pudiera pasarle.

La chica estaba desmayada, con los ojos cerrados y la cara fría.

-Ay no- dijo Ron- No, no, no, no.

-No dramatices Ron, puede no estar igual que Hermione y Ginny- dijo Harry,
aunque su voz no mostraba seguridad, más bien, todo lo contrario.

-Fíjate si tiene las marcas- sugirió Ron, temeroso. Harry asintió y levantó la
manga de la túnica del brazo izquierdo de la chica. Allí se veían, claramente, los
tres signos. Harry sintió como un escalofrío le recorría la espalda.

Se miraron.

-Ya no hay dudas- dijo Ron deprimido, cuando Harry le contó lo sucedido -
Alguien más ha enfermado.

Llevaron a Cho Chang a la enfermería, y la dejaron en cuidados de Madam


Pomfrey.

-El Mortífago Asesino hablaba en serio. Otra más a caído. Esto es peligroso-
susurró Ron cuando se hallaban en la habitación de la torre de Griffindor.

-Opino lo mismo.

Esa noche se durmieron muy preocupados.

A la mañana siguiente (que era lunes), se había corrido la voz de que Cho Chang
también estaba en la enfermería.

Los chicos desayunaron algo y luego se dirigieron al salón de Pociones.


Snape estaba insoportable. No había palabra que dijera un Griffindor, ni cosa que
hiciera, que ya les sacaba puntos. Después de quince minutos de tortura, la puerta
de la mazmorra fue abierta por Albus Dumbledore.

-Severus- dijo el director- necesito llevarme a dos de tus alumnos ¿De acuerdo?

Snape abrió la boca, seguramente para decirle que no estaba de acuerdo, pero
Dumbledore ya les había hecho una seña a los chicos y ellos salieron
apresuradamente al pasillo.

-Harry, Ron ¿cómo se encuentran? Me he enterado que, para variar, ustedes


fueron los que encontraron a Cho desmayada.

Los jóvenes no respondieron y siguieron caminando junto al profesor.

Al llegar a la enfermería, Dumbledore se detuvo y les habló:

-Lo que ayer me han revelado es de mucha importancia, por favor, entren
conmigo; trataré de llevar a cabo el encantamiento, ahora ya tengo la poción.

-Sí profesor.

Entraron. Madam Pomfrey, que en esos momentos estaba hablando un chico de


tercer año, al cual dolía el oído y se agarraba la cabeza.

-Poppy, necesito ver a solas Hermione Granger, Ginny Weasley y Cho Chang, es
urgente.

-Pero Albus, ellas necesitan descansar.

-Ya lo sé, pero parece que nuestros jóvenes amigos han encontrado la manera de
curar a las chicas- señaló a Ron y Harry y les sonrió.

-De acuerdo Albus, pero que sea rápido- aceptó Madam Pomfrey, llevándose al
chico de tercero para afuera de la enfermería y cerrando la puerta tras ella.

Fueron rápidamente a las camas donde se encontraban las chicas, derecha


Hermione, en el centro Cho, a la izquierda Ginny.

-Primero Hermione- decidió Dumbledore.

Vertió un poco de la extraño poción dorada en una cuchara y la introdujo por los
labios de Hermione. Luego se remangó la túnica, alzó la varita y dijo:
-Regresarun Despiertien

Todo los que se hallaban en la enfermería (menos los enfermos, por supuesto)
contuvieron la respiración. Pasó un minuto, luego dos, tres, cuatro, al llegar a los
cinco minutos, Dumbledore dijo:

-Se ve que yo no soy la persona indicada para llevar a cabo el encantamiento.

Al ver las caras de decepción de los chicos, agregó:

-Lo siento.

Antes de irse de la enfermería, Harry les susurró a las chicas:

-No teman, las curaremos.

Luego le dijo a Ron, en un susurro inaudible:

-Hoy alguien más se reunirá con ellas.

Y salieron de allí.

La tarde pasó sin grandes acontecimientos, salvó que se cuente como uno que la
hora de Defensa Contra las Artes Oscuras había sido suspendida, ya que al
profesor que la dictaba estaba enfermo, aunque no sabían que tenía.

Los chicos fueron a cenar. Las mesa de Griffindor, y ahora también la de


Ravenclaw, estaban muy silenciosas.

Dumbledore pidió silencio. Lo consiguió fácilmente, luego dijo:

-Chicos, se acerca el baile de Hallowen, así que consigan sus parejas. Otra cosa-
añadió, antes que el bullicio provocado por algunos alumnos se lo impidiera-
quiero pedirles que tengan mucho cuidado, especialmente las personas allegadas
a las que se encuentran en la enfermería y los amigos de Harry Potter -. Harry se
sonrojó. Como ustedes ya sabrán, ha habido otra enferma, una Ravenclaw. Sean
cuidadosos.- Dumbledore miró especialmente hacia Harry y Ron, luego se sentó
y siguió comiendo.

Los chicos estaban cansados, así que junto a Neville, Dean y Seamus se
encaminaron a la torre de Griffindor.
Iban hablando sobre Quidditch, el último mundial, los mejores jugadores, etc. Al
llegar al Retrato de la Dama Gorda, Harry se percató de algo.

-¡Ron no está!- dijo.

Harry pensó. La última vez que lo había visto era cuando habían cruzado las
puertas de Gran Salón. Los jóvenes volvieron sobre sus pasos. Enseguida se
toparon con el cuerpo de Ron, inerte, en el suelo.

-¿No estará...?- preguntó Seamus.

-No, no está muerto.- tranquilizó Harry. Miró el brazo de Ron. - Está desmayado-
dijo, aunque sabía que no era verdad.

-Te ayudamos a llevarlo a la enfermería- dijo Dean.

-No, déjenme solo.

-Está bien- aceptaron sus amigos y se fueron.

-Ron- dijo Harry- sé que me escuchas. - Quería que se fueran ellos para hablar
contigo. Muy pronto encontraremos la forma de curarte, a ti y a las chicas. No te
preocupes. Ahora te llevaré a la enfermería.

Harry tocó la puerta. Madam Pomfrey la abrió y dijo:

-Otro desmayado. Esto se está agravando.

-¿No ha habido ninguna reacción por parte de las enfermas?- dijo Harry, con una
leve nota de esperanza en la voz.

-No- respondió Madam Pomfrey, cerrando la puerta.

Harry volvió solo por los pasillos. Pero no fue a la torre de Griffindor, se
encaminó al despacho de Albus Dumbledore. Al llegar, Harry recordó que no
sabía la contraseña.

-¿No sabes la contraseña, Harry?

-¡Profesor! ¡Qué suerte que lo encuentro!- dijo Harry, aliviado.

-Coles de chocolate y almendras- murmuró Dumbledore. La gárgola se hizo a un


lado y los dejo pasar.
-¿Dónde está el señor Weasley?- preguntó Dumbledore, una vez entraron.

-De eso mismo quería hablarle, ha enfermado. ¡Ron se ha desmayado!

-Tranquilízate, Harry. Contame lo ocurrido.

-Bueno, íbamos hacia la Sala Común, cuando de repente me di cuenta que Ron
faltaba.

-¿Dónde estaban cuando te diste cuenta?

-En la Dama Gorda.

-¿Y donde lo encontraron?

-Cerca de las puertas del Gran Hall.

-¿Tanto tiempo estuvieron caminando sin darse cuenta que Ron faltaba?

Harry se sonrojó. Pensó que Dumbledore tenía razón, ¿como podía importarle tan
poco un amigo? Se sintió mal y avergonzado.

-¿No respondes, Harry?- preguntó Dumbledore. -No te tienes porque sentirte


avergonzado- añadió, al ver el rostro rojo de Harry.

-Es que me siento tonto. No entiendo como pude dejar de lado a Ron. Si hubiera
estado con de él, nada de esto hubiera pasado.

-Pero pasó, y ahora ya no puede volverse atrás. Será mejor que descanses para
recuperar fuerzas, mañana hablaremos. Que duermas bien.

Harry captó la indirecta. Murmuró -"Buenas noches" y salió del despacho.

Ya en su cama, Harry pensaba en Ron. "Pronto estará curado"- se dijo. Falta poco
para el baile de Hallowen, pensaba Harry, ¿con quien voy a ir? Él quería ir con
Ginny, pero ella estaba en la enfermería y, además, no sabía se querría ir con él.

Decidió pensar al otro día. Hoy tenía mucho sueño.

Un hombre con una serpiente hablaba con otro, que acariciaba a un león.
Aparentemente estaban gritando, discutían muy enojados.

-No lo lograrás, únete a nosotros- decía el hombre de la serpiente.


-Prefiero morir antes que pasarme al lado oscuro- replicó, airada, la otra voz.

-Estás del lado perdedor, pasa para el buen bando, conseguirás más poder del que
puedas imaginar.

-No quiero, ¡piensa en todos los inocentes que morirán, en todas las personas que
tendrás que matar para alcanzar tus fines!

-No importa, son sacrificios que hay que hacer, riesgos que hay que correr.

-¿Cómo puedes decir eso? No te reconozco. No eres la persona bondadosa y


sincera que yo conocí hace tantos años. ¿Qué te está pasando, amigo?

-Las personas cambian, compañero. ¿Sabes que? Tengo un secreto que contarte.
Hay una cámara en Hogwarts, que oculta un basilisco.

-¿Qué? Eso no puede ser. Nosotros no construimos nada semejante.

-Querrás decir ustedes, Godric, yo sí.

-Pero... ¿para qué?

-Para matar a los sangre impura, ellos no merecen estudiar magia.

-Ya habíamos hablado, Salazar, creí que habías comprendido.

-Es lo que ustedes pensaron. Pero yo no cambio de opinión, nada hace cambiar a
uno de los cuatro magos más poderosos del mundo, Salazar Slytherin.

-¡De esto se enterarán Rowena y Helga!- amenazó Godric.

-Lo dudo. Nadie se enterará de lo que hemos hablado, pues tu estarás muerto.

Godric movió el brazo disimuladamente, tratando de alcanzar la varita.

-¿Buscabas esto?- preguntó Slytherin mostrándole su varita. -Ya tengo todo


planeado, no intentes ningún movimiento brusco, porque morirás más pronto.

-Esto no quedará así, Salazar. ¡Juró por todos los magos y muggles del mundo!
¡Por Helga y por Rowena, mí hermosa esposa! ¡Mi heredero me vengará! ¡La
lucha de los Griffindor y los Slytherin será eterna, hasta que tu último
descendiente caiga abatido en un duelo mortal!
La mano de Salazar Slytherin alzó una varita. Un rayo de luz verde rasgó el aire y
se escuchó un grito. Un golpe sordo y seco indicó que Godric Griffindor, uno de
los cuatro magos más poderosos del mundo y fundadores de Hogwarts, había
muerto; asesinado por su mejor amigo.

Una mala nota


 

Harry se levantó, cubierto por un sudor frío y con la respiración agitada. Había
tenido una pesadilla, una bastante fea. Se levantó y fue hasta la cama de Ron,
pero la encontró vacía.

-Claro- se dijo- él está en la enfermería.

Miró el reloj que tenía encima de la mesita de noche. Eran las seis de la mañana.

-No falta tanto para que amanezca- pensó Harry- solo un par de horas. Se vistió,
cuidando de no hacer ruido y bajó a la sala común. Esta estaba desierta, así que
salió por el agujero del retrato hacia los campos de Quidditch. Pero en el camino
se cruzó con Snape.

-Potter ¿qué hace levantado tan temprano?

-Nada, profesor.

-¿Nada? ¡Nada! Seguramente maquinando una horrible travesura- negó con la


cabeza. -Será mejor que se aleje, sino, podría verme diciéndole al director alguna
que otra cosilla...

Harry se volvió. No quería poner a prueba el humor de Snape tan temprano en la


mañana.

-Tenga cuidado Potter...


Harry volvió a la Sala Común. Para su sorpresa, encontró a Lavander y a Parvati;
charlando muy animadamente.

-Hola Harry- dijo Lavander, mirando a Parvati con sonrisa pícara.

-¡Qué madrugador!- comentó Parvati, riéndose estruendosamente.

-¿Que les pasa a ustedes dos?

-Ya te enterarás.

-¿Cuándo?

- Muy pronto.

Harry decidió obviarlas, y se recostó en un sillón. Cerró los ojos y, sin quererlo,
se durmió.

-¡Heredero, ayúdame a vengarme! ¡Rowena, te sigo queriendo!

-¡Harry! ¡Harry!

Abrió los ojos. Estaba en la sala común. El sol entraba débilmente por las
ventanas y un chico y una chica lo miraban preocupados.

-¿Qué? ¿Dónde? ¿Qué hora es?

-Son las ocho Harry. ¿Qué haces aquí?- el que preguntaba era Dean Thomas,
extrañado.

-Me dormí- respondió Harry, desconcertado.

-¿Te sientes bien?- preguntó la chica.

-Si. ¿Eres la amiga de Ginny?

-Si, soy Nicoll Ieef.

En ese momento apareció Seamus:

-Mejor bajamos a desayunar. ¿vienes Harry?

-Si.
Mientras desayunaban, Harry recordó su sueño.

-Ya vengo- dijo y salió presuroso hacia la mesa de los profesores.

-Profesor Dumbledore.

-¿Si Harry?

-¿Puedo contarle algo?

-¿Te parece bien en mí, despacho después de tu primera clase?

-De acuerdo.

Se encaminó hacia el salón de Encantamientos. Después de estar dos horas en esa


clase, haciendo prender y apagar velas, borrando el pizarrón, y otros hechizos;
Harry se encaminó al despacho de Dumbledore.

-Coles de chocolate y almendras.

Entró, cuando iba a llamar a la puerta, escuchó voces:

-Ya le he dicho, Fudge. No puede ser otro que Voldemort.

-¿Por qué no? Usted está obsesionado. Y no lo llame así.

-¿Quién, sino, podría volver a llevar a cabo las enfermedades de Salazar


Slytherin? Solo su heredero, Tom Riddle.

-¿Tom Riddle? Aquel encantador muchacho, ¿heredero de Slytherin? ¿No


habíamos quedado que el heredero era el Innombrable?

-¡¡¡Tom Riddle es Voldemort!!!- chilló Dumbledore, furioso. -¡Estamos hablando


de la misma persona!

-¡Usted está loco!

Harry oyó ruidosos pasos acercarse a la puerta, momentáneamente cerrada. No


tuvo tiempo para reaccionar.

-Harry, ¿qué haces aquí?- Fudge parecía totalmente desorientado. Se volvió a


Dumbledore:
-¿Lo tenía todo planeado, Dumbledore? Tendría que avergonzarse, engañarme de
esta manera.

-¿De que hablas, Fudge?

-¡No permitiré que me tome el pelo! No se lo permitiré. ¿Qué hacía Potter


espiando detrás de la puerta? ¿Me iba a atacar cuando saliera?

-¡Podrá ser el Ministro de la Magia!- rugió Dumbledore.- ¡Pero a mí nadie me


acusa sin razón! Harry, ven aquí- ordenó Dumbledore.

Harry estaba temblando y muy pálido.

-¿Qué hacías detrás de la puerta?- preguntó Dumbledore, furioso.

-¡No trate de cambiar los hechos, Dumbledore!- amenazó Fudge, rojo de la rabia.

-¡Habla Harry!- apremió Dumbledore.

-Venía a contarle algo, y escuché que estaban hablando. No puede contenerme.


Lo siento.

-Ahí tiene Fudge- dijo Dumbledore triunfalmente. - Además, ahora que lo


recuerdo, Harry me dijo que iba a venir a la hora del desayuno...

-Eso no demuestra nada. Usted puede decir eso, pero es un invento, lo sé-
interrumpió Fudge.

-...delante de la profesora Mc Gonagall y el profesor Snape- terminó sonriendo.

Fudge cruzó la puerta y la cerró de un portazo. -Volveremos a hablar


Dumbledore- gritó, a través de ella. Y luego no se le sintió más.

-Harry. Harry, Harry. Mira en el problema que estoy metido- Dumbledore sonrió.
-Pero bueno, eso a ti no te interesa ¿no? Cuéntame lo que tenías que decirme.

-Tuve un sueño. Uno muy real.

-¿Si?- preguntó Dumbledore interesado.- ¿Y estaba Voldemort?

-No. Discutían dos hombres, Salazar Slytherin y Godric Griffindor.

-¿De verdad? ¿qué decían?


-Slytherin le pedía a Griffindor que se uniera a él, y este se negaba. Entonces,
Slytherin le contaba a Griffindor sobre la cámara de los secretos, Godric lo
amenazaba con contárselo a Helga y Rowena; luego trata de sacar la varita.

-¿Y le lanza un encantamiento a Salazar?- preguntó Dumbledore, emocionado.

-¡Qué va! Salazar tiene su varita. Entonces, al ver que va a morir, Godric dice
algo parecido a una profecía; habla de que su heredero lo vengará, lo jura por su
esposa, Rowena y...

-¿De qué hablas, Harry? Godric Griffindor murió sin dejar descendencia porque
no tenía esposa ni hijos.

-Yo le estoy contando mí sueño. También lo jura por Helga. Luego...

-¡Saca la varita y hechiza a Salazar!

-No. Profesor déjeme terminar. Slytherin lo mata.

-¿¿¿Qué??? ¡Así fue como murió Godric Griffindor! Asesinado por Salazar
Slytherin, su amigo del alma. ¡Has aportado un dato muy importante a la historia,
Harry!

-¿Por qué? ¿No se sabía?

-¿Saberse? Se pensaba que Godric se había suicidado o algo por el estilo. Nadie
los vio a ellos discutir. Un día, Godric desapareció, nadie lo vio, nunca más.

-Pero entonces... si Griffindor tuvo un hijo... ¿dónde está?

-Ahora ya está muerto, Harry, pasaron más de mil años.

-Si, pero ese hijo tuvo que dejar descendencia.

-Cierto, pero es imposible encontrarla, ¿cómo pretendes ubicar a los familiares de


una persona que se pensaba que no los tenía? Es muy difícil. Diría que imposible.

-Si... tiene razón... ¡Ah! Otra cosa. He tenido otro sueño. Godric, estoy seguro
que era su voz, decía gritando:

-¡Heredero, ayúdame a vengarme!


-¿Sabes? Empiezo a tener una sospecha. Sería demasiado increíble, pero podría
ser la razón por la que Voldemort quiso matarte, a ti y a tu padre.

-¿Qué es?- preguntó Harry ansioso.

-Dime, ¿qué dijo Godric exactamente? En la parte que me nombraste una


profecía.

-Dice "La lucha entre los Griffindor y Slytherin será eterna; hasta que tu último
descendiente caiga abatido en un duelo mortal".

-¡Qué memoria! ¿No dice nada más?

-No. Y, ahora que lo dices, no suelo tener tanta memoria. Es que la frase me
quedó como grabada.

-No es extraño. Piensa en un Slytherin que conozcas, que sea tu enemigo.

-Todos son bastante desagradables, profesor- Dumbledore rió.

-¿Si? ¿Eso piensas? ¿Piensas que yo soy desagradable?

-Usted no, profesor, los Slytherin.

-Yo, Albus Dumbledore, fui un integrante de Slytherin, en mí infancia.

Harry se quedó con la boca abierta. No podía ser, alguien tan bueno, amable,
comprensivo ¿en Slytherin? ¿en la casa con la peor reputación de todas?

-Cierra la boca, Harry, si no quieres que te entre una mosca. Además, Slytherin
no es tan mala. Recuerda que tu estuviste a punto de ir allí.

Harry abrió la boca para replicarle.

-Yo lo sé todo- dijo Dumbledore por toda respuesta.

-Profesor, ¿es cierto que fue Slytherin?, ¿de verdad?- se rehusaba a creerlo. -
Porque no quise ofenderlo.

-Si. Y no me ofendes. Y ahora responde. ¿Un enemigo Slytherin?

-Malfoy- dijo Harry instantáneamente. - Él es mí enemigo.


-Si tu lo dices. Pero yo me refería a otra persona.

-Ah, ¡No sé como me pude olvidar! ¡Snape!

-No, el profesor Snape, te aprecia, aunque, debo admitirlo, muy en el fondo.

Harry lo miró incrédulo, pero no dijo nada. De repente, recordó.

-¡Voldemort! ¡Tom Marvolo Riddle! ¡Él es mí mayor enemigo y es Slytherin!

-Exacto, Slytherin. El descendiente de Slytherin. Y, ¿sabes quien es el


descendiente de Griffindor, con el cual Voldemort siempre ha tenido una
enemistad? Murió hace ya unos cuantos años, pero, por suerte, dejó
descendencia. Una descendencia muy fuerte, debería decir.

En ese momento, Harry sintió que se mareaba. Veía todo nublado. La cicatriz le
ardía. Se desmayó y no sintió nada más...

Una mala nota


 

-¡Harry!

-¡Harry!

Abrió los ojos. Se encontraba en un lugar para él muy conocido: la enfermería. A


su lado estaba Seamus; Dean y Neville hablaban, al parecer muy preocupados, a
unos metros de la cama.

-¡Ha despertado!- gritó Seamus.

Neville y Dean corrieron hacia ellos, seguidos por Dumbledore y Madam


Pomfrey.

-¿Cómo te sientes?- preguntó Madam Pomfrey, sonriéndole.


-Bien, solo un poco mareado. ¿Hace cuantas horas estoy aquí?

-Como nueve horas. Son las cinco de la tarde.

Harry abrió mucho los ojos y preguntó:

-¿No ha pasado nada extraño?

-No. A menos que cuentes como extraño haber pasado casi todo el día
desmayado- dijo Dumbledore y le guiñó un ojo.

-Poppy, ¿te puedo pedir que tu y los chicos salgan por un ratito? Tengo una
charla pendiente con Harry.

-Está bien- aceptó ella a regañadientes y salió con los muchachos de la sala.

-Ahora que estamos tranquilos- dijo Dumbledore- te diré lo que te estaba


contando antes que te desmayaras. ¿Te parece?

-De acuerdo.

-Te dije que, ahora que lo pensaba, sabía quien era el descendiente de Griffindor.

-También recuerdo haber escuchado que había muerto dejando descendencia.

-Una muy fuerte. Harry ¿no alcanzas a adivinar quien era ese mago?

De repente, Harry sintió una sacudida en el estómago. Recordó otro sueño que
había tenido hace algunos días, sobre su padre. Su padre... le pedía que se
cuidara, que no se metiera en muchos líos, y que valorara a los amigos. Su
padre... Se le hizo un nudo en la garganta y sintió como se le humedecían los
ojos. Pero no quería llorar, no delante de Dumbledore. Bajó la cabeza y dejó
escapar un murmullo apenas audible:

-Me parece saber quien es esa persona

-Dilo

-Mi padre.

-En efecto Harry, tu padre. Dumbledore lo tomó por la barbilla, le levantó la cara
y lo miró a los ojos:
-Tú- dijo gravemente- eres el descendiente de Godric Griffindor.

-Esa es la razón por la cual Voldemort quiso matarme, a mí y a mí padre.

-Si, eso es lo que pienso. Todas son suposiciones, pero encajan con los datos que
tenemos... y con tu sueño.

De repente, Neville entró corriendo a la enfermería, con la profesora Mc


Gonagall pisándole los talones. Se oyó gritar a Madam Pomfrey, diciendo que
aquello no era un circo, pero nadie le hizo caso.

-Albus, ha habido otro ataque.

Harry se irguió en la cama y Dumbledore se incorporó bruscamente,


sobresaltándolos.

-¿Quién? ¿Quién es el enfermo?

-Justin...

-¿El de Hufflepuff?- cortó Dumbledore, apurado.

-Sí

-Llévenme hasta allí- pidió, y él y la profesora salieron, prácticamente corriendo.

-¿Qué paso, Neville?- preguntó Harry.

-En el pasillo del tercer piso...

-¿Dónde en primer año estaba la entrada hacia la Piedra Filosofal?

-Sí. Allí encontré a Justin desmayado,

-¿Y qué hacías tu allí Neville?- a pesar de las circunstancias, Harry no pudo
evitar una sonrisa.

Neville se sonrojó y murmuró:

-Yo... yo estaba... estaba llorando.

Harry perdió la tenue sonrisa que aún conservaba y dijo -¿Porqué? ¿Me puedes
contar?
-De acuerdo. Nunca se lo he dicho a nadie... pero creo que ha llegado el
momento. ¿Puedo confiar en ti? ¿No se lo dirás a nadie?

-No, lo prometo.

-Está bien. ¿Nunca te has preguntado por qué vivo con mí abuela?

Harry comprendió. Sabía por donde venía la mano. Lo que le había contado
Dumbledore. Eso era lo que perturbaba a Neville.

-Es... porque mis padres fueron atacados por los mortífagos- Neville estaba
pálido.

-Lo siento mucho- dijo Harry, sintiendo pena por su amigo.

-Ya lo he asumido. Peor el caso es que ni mamá ni papá murieron. Fueron


torturados hasta tal punto que quedaron locos, pero ninguno de los dos pereció,
están en el hospital San Mungo- los ojos de Neville se humedecieron, pero a
pesar de ello continuó- A veces los voy a visitar, ellos, ellos no me reconocen-
dijo eso y se echó a llorar desconsoladamente. Harry intentó calmarlo, diciéndole
que no se preocupara, que ya hallarían la cura para dicha enfermedad.

Neville sonrió con aceptación y dijo, secándose las lágrimas con el dorso de la
mano: - Si, tienes razón, ya la encontrarán.

Harry salió de la enfermería esa misma noche. En el Gran Hall todos se daban
vuelta a mirarlo, sin duda la noticia de su desmayo se había esparcido
velozmente. Mientras los demás cenaban, Harry no lograba llevarse nada a la
boca, se le había cerrado el estómago. Pensaba en sus amigos, la mayoría de ellos
en la enfermería y justamente por eso, porque eran sus amigos. Nada les hubiera
pasado de no haberlo conocido a él, él era el que atraía los problemas, y luego
otros salían lastimados. Y ahora, encima, resultaba que era el heredero de
Griffindor, ¡lo que le faltaba! Sin embargo, nada podía hacer para cambiar la
realidad, únicamente podía mejorarla. Si- se dijo Harry, luego de reflexionarlo un
buen rato- esta noche mientras todos duermen intentaré, por lo menos para sentir
que hice algo, llevar a cabo el hechizo Regresarun Despiertien.

Harry esperó a que se vaciara la sala común. Luego que el último de los
estudiantes se fue a dormir, sacó de abajo del sillón la capa y el mapa del
merodeador. Una vez en el pasillo, Harry se cubrió con la capa y se internó en la
oscuridad.
Como había hecho días atrás, pronunció el hechizo Alohomora y la puerta se
abrió con un suave clic.

Penetró a la sala. Justin y Ron estaban del lado izquierdo, mientras que Ginny,
Hermione y Cho se encontraban del derecho.

Harry decidió que primero trataría con Ginny, así que se acercó a ella y vertió en
sus labios un trago de la poción robada del armario de los medicamentos. Luego
se remangó el brazo, levantó la varita y exclamó:

- Regresarun Despiertien

Nada sucedió. Ginny no se movió, ni siquiera hizo la más leve señal de mejoría.
Harry esperó, y esperó y esperó. Pero, al cabo de diez minutos, se tuvo que dar
por vencido. El Mortífago Asesino le había ganado. Nada podía hacer, salvo
resignarse y aguardar.

Dando media vuelta, salió de la enfermería.

Una mala nota


 

Ese mañana, Harry despertó muy tarde. Cuando bajó a la sala común la encontró
desierta, así que se dirigió al Gran Hall para desayunar. Mientras caminaba lo
asalto un recuerdo horrible, el intento fallido por despertar a los de la enfermería.
Al llegar al Gran Hall, lo esperaba una sorpresa. A diferencia de días anteriores,
los alumnos (sobre todo los Griffindor) sonreían y charlaban animadamente,
algunos hasta aplaudían. Dumbledore, que estaba de pie, aparentemente dando
una noticia, pidió silencio.

-Como ya les he dicho, solo un enfermo a despertado.

Harry levantó los ojos y miró a Dumbledore con ojos desorbitados.

-Mejor dicho enferma. La alumna que ha despertado ¡es Ginny Weasley!


Fred y George no pudieron contener la alegría y gritaron de júbilo, mientras le
estrechaban las manos al primero que encontraban. Harry sonrió y estuvo a punto
de saltar.

El director agregó -Pero no se sabe como ha despertado. Siento decirles que los
demás siguen en el mismo estado que antes.

La alegría se apagó un poco en el Gran Salón. Harry decidió que era el momento
de contar la verdad, aunque eso implicara confesar que había salido de noche,
entrado a la enfermería sin permiso y robado una poción. No le importaba, sabía
que hacía lo correcto, que, ahora sí, todo se arreglaría. Se incorporó y fue derecho
a hablar con el director. Este lo miraba sonriente, pero a la vez interrogativo.

-¿Qué quieres Harry?

-Este... yo sé como... como se ha despertado Ginny.

-¿Lo sabes?

-Sí. Yo... ayer... bajé a la enfermería e hice el hechizo- dijo Harry de un tirón.

-¿Regresarun Despiertien?

-Si. Ese. Fue por eso que Ginny despertó. Aunque demoró un poco, no fue una
reacción instantánea. Debo reconocer que pensé que no había funcionado.

Dumbledore abrió los ojos como platos, mirándolo a través de sus anteojos con
forma de medialuna. Lugo sonrió y dijo:

-Al fin y al cabo, eres Harry Potter.

Dejaron el Gran Salón ante las curiosas miradas de alumnos y caminaron hacia la
enfermería. Allí, Harry vio como Ginny le sonreía desde su cama, aunque se
encontraba un poco pálida, se notaba que estaba muy feliz. Cuando Harry pasó
por su lado, saludándola, ella le susurró sonriendo:

-Gracias

Harry también sonrió.

A continuación, Dumbledore se dispuso a dar una cucharadita de la poción a los


enfermos. Luego, Harry se dirigió a Ron y pronunció las palabras mágicas:
- Regresarun Despiertien

Seguidamente se encaminó a Justin, luego a Hermione y por último a Cho. Una


vez terminado, Harry pidió a Dumbledore permiso para quedarse un rato con
Ginny. Este se lo concedió y se retiró con una cómplice sonrisa en el rostro.

-Ginny- dijo Harry, una vez solos. -Me alegro mucho que te encuentres bien.

-Tú me salvaste, de verdad lo hiciste. Pero tengo una duda ¿por qué a mí
primero?

Algo extraño pasó por la mente de Harry, aturdida por la pregunta por que Ginny
la había hecho. Él no sabía por qué la había despertado en primer lugar, había
sido un impulso, un pensamiento...

-No me contestes- dijo, antes de que él hablara- no es necesario. Y diciendo estas


palabras, le dio un suave beso.

Harry la miró, sorprendido y sonrojado, pero luego comprendió y, tomándola de


la mano, dijo:

-Sí, tienes razón, yo te quiero. Eso fue lo que me movió a despertarte a ti


primero. Creo que no lo quería admitir. La besó.

-Ginny Weasley- dijo luego, muy rojo- ¿quieres? Digo... ¿te gustaría ser mí
novia?

-¡Claro Harry!- exclamó ella, llena de alegría- ¡es lo que he estado esperando
desde que te vi aquella vez, en la plataforma nueve y 3/4!

-Entonces, ¿serás mí pareja para el baile de Hallowen?

-Eso no tienes ni que preguntarlo- rió Ginny, moviendo afirmativamente la


cabeza.

Mientras tanto, en la Sala de profesores, Snape y la profesora Mc Gonagall


discutían sobre quien sería el malvado que había atacado a todos aquellos
estudiantes.

-Sabes, Minerva, que hace meses que no me presento a Voldemort, no he podido


reunir el suficiente coraje desde la última vez...
-¿En la que casi te descubre por haber mencionado a Dumbledore? Si serás tonto,
Severus. Y no pronuncies ese nombre.

-Un error lo comete cualquiera. Apuesto que tu ni siquiera te acercarías a


Voldemort aunque éste estuviera muerto.

-Si muriera, sería capaz de acercarme, para así poder patearlo ¡toda la gente que
ha muerto por la culpa de ese asesino! Además, tu no tendrías el trabajo de espía
si no hubieras sido su secuaz.

-Eso fue hace bastante tiempo, pensé que confiabas en mí.

-Y confío Severus, confío. Pero no puedes negar que en otros tiempos estuviste al
servicio del Señor Oscuro.

Dumbledore entró a la sala con una sonrisa de satisfacción en el rostro.

-¿Por qué te has ido tan precipitadamente en el desayuno?- preguntaron ambos


profesores al mismo tiempo.

-Calma, calma queridos amigos. El señor Potter me ha comunicado algo de


mucha importancia. Él fue quien hizo el hechizo que despertó a la señorita
Weasley.

-¿Qué?- exclamó Snape. -¿Él pudo y usted no?

-Eso- dijo Dumbledore- es lo que les venía a plantear. Sigo sin saber el porqué de
tan singular hecho. No es que piense que Harry es incapaz, nada de eso, solo me
preguntó por qué será que no pude hacer el hechizo. ¿Me estaré volviendo un
squib?

-No digas tonterías, Albus. Sabes perfectamente que un mago como tú no puede
perder sus poderes mágicos, a no ser que sufra una enfermedad. ¿Y quieres que te
diga una cosa?, te ves magníficamente.

-Gracias por el halago, pero aquí hay algo que no encaja y voy a averiguar que
es- dicho esto salió precipitadamente de allí.

-Los años no vienen solos- comentó Snape, con una mueca.

Lejos de allí, en la enfermería, Harry y Ginny esperaban ansiosos a que


despertaran los demás. Luego de unos diez minutos esperando...
-¡Justin!, al fin has despertado.

Jusin se hallaba recostado en la camilla, y lo único que indicaba que estaba bien
era que sus ojos se habían abiertos miraban en todas direcciones y sus manos se
abrían y cerraban velozmente.

-No saben lo que fue, una pesadilla- dijo el, luego de un rato. -¿Sabes lo que es
estar sin poder hacer ningún movimiento, ni decir lo que piensas?

Bueno, tu sí lo sabes- agregó, dirigiéndose a Ginny.

-¿Qué es lo que pasa aquí?

-¡Cho!- exclamó Harry- has despertado tu también.

Ella sonrió y dijo:

-No soy la única.

-¡Hermione!

Harry miró a su amiga de todos estos años y sonrió muy feliz.

-¿Cómo te encuentras?

-Perfectamente- exclamó ella. -Pero tengo una duda, ¿me he perdido algún
examen?

Todos los que se hallaban en la enfermería rieron, pero de repente se escuchó una
voz fastidiada.

-¿No puedes aprovechar tu enfermedad para no estudiar, Hermione?

-¡¡Ron!!- Harry no pudo contener su alegría y salió disparado a abrazar a su


amigo.

-No sabes lo difícil que es portarse mal si tu no estás para acompañarme- le


susurró luego, para que solo él lo escuchara.

-Voy a llamar a Dumbledore- anunció Harry, luego. Ya se iba pero se detuvo en


la puerta y le dijo a Ginny:

-Cuéntaselo.
-Ya lo sabemos- exclamaron todos a coro, riendo alegremente. -Te olvidas que
podían estar dormidos pero escuchábamos y veíamos igual.

Harry sonrió y se marchó a buscar a él director.

A los pocos minutos Harry estaba de vuelta con Dumbledore.

-Bueno chicos- dijo Dumbledore- que suerte que ya están bien. Pero ahora
necesito que me digan que fue lo que los hizo desmayar.

-En mi caso- empezó Hermione con voz baja- fue la nota de pociones.

-En el mío- dijo Ginny- fue algo raro. Yo estaba en mí habitación leyendo un
libro cuando de pronto una especie de fantasma se acercó a mí y me lanzó un
hechizo.

-¡Eso fue lo que me sucedió a mí!- dijeron Cho y Justin al mismo tiempo.

-¿Y como era ese fantasma?- preguntó Harry.

-Era un hombre bajito, medio calvo y con una mano de plata. Recuerdo que me
llamó mucho la atención- dijo Cho, entrecerrando los ojos para acordarse mejor

-¿¿¿Con una mano de plata???- repitieron Harry y Dumbledore, asombrados.

-Sí, ¿tiene algo de malo?

-No nada- dijo Harry.

-Bueno chicos, ya pueden salir. Madam Pomfrey dice que ya están curados-
comentó Dumbledore. -¡Ah!

¿Harry?

-¿Si?

-Acompáñame. Y Ron y Hermione también. Los demás vallan a sus respectivas


torres, tengan mucho cuidado.

Una vez en el despacho de Dumbledore, éste les dijo rápidamente lo que pensaba
hacer.

-Vamos, primero que nada, a...


Un ruido sordo lo interrumpió. Detrás de él yacía inconsciente un traidor, un
traidor que en otros tiempos había sido su amigo, un traidor que, de no haber sido
por él, Voldemort no hubiera reencarnado...

Una mala nota


Undécima Parte

-¿Qué pasó?- preguntó Dumbledore dándose vuelta asombrado.

-¡Peter Pettigrew!- gritó Harry, furioso.

-Escuchen una cosa- dijo Dumbledore- lo que haremos será, ya mismo, atarlo-
hizo un chasquido y unas sogas ataron firmemente a Peter en las muñecas y
tobillos.

-Ron, Hermione, vayan a buscar al profesor Snape.

-No hace falta Albus, estoy aquí. Venía a seguir el informe para el ministerio.

-Perfecto, Severus ¿puedes traer la poción de la verdad más efectiva que


encuentres?

-Si, en seguida- contestó éste y salió presuroso.

Snape volvió rápidamente, con un pequeño frasco sujeto en las manos. Se lo


alcanzó a Dumbledore y éste vertió unas gotas del líquido trasparente en la boca
de Pettigrew. "¡Ennervate" dijo luego, y Peter abrió los ojos.

-¿Se encuentra bien?- preguntó el director con voz amable.

-Muy bien, gracias.

-¿Sabe algo de los ataques a alumnos de este colegio?


-Sí.

-¿Me podría decir lo que sabe?

-Por supuesto. Mi amo me ordenó que hiciera unos hechizos para desmayar a los
amigos de Harry Potter.

-¿Por qué no a Harry?

-El sospechaba que Potter era el heredero de Griffindor. Si Potter podía despertar
a sus amigos, eso solo podía significar que realmente era el heredero.

-¿Tú eres El Mortífago Asesino?- Harry lo miraba, furioso.

-Si. Bonito nombre ¿no te parece?

-Harry, ¿qué es eso del Mortífago asesino?

Rápidamente, Harry (ayudado por Ron) le contaron a Dumbledore lo de los


anónimos.

-Después hablaremos sobre esto- decidió Dumbledore, enojado. - Deberían


habérmelo dicho.

Hermione observaba callada. Ella no comprendía nada de lo que pasaba allí,


había estado todo el tiempo en la enfermería.

-Ginny Weasley nos dijo que lo vio a usted, pero mencionó a un fantasma.
¿Cómo es posible?- preguntó Dumbledore, taladrándolo con la mirada.

-Para que no me vieran en el lugar del hecho, mi señor me concedió unos poderes
para poder llevar a cabo el hechizo Fantasmalus Encatem. En ese hechizo lo que
tuve que hacer fue lo siguiente. Ordenarle que luego de una hora recién buscara a
la víctima y le lanzara la maldición Prytation, entonces se hizo mi fantasma y
¡pum! Solo lo pueden hacer los magos poderosos por eso me ayudó Voldemort.

-¿Sabe porqué me desmayé cuando Dumbledore me estaba por decir que era el
heredero de Griffindor? -preguntó Harry, curioso.

-Si. Mi amo estaba al tanto de las sospechas de Dumbledore, así que lo tenía
vigilado. Cuando vio que estaba a punto de revelarte todo, hizo algo que nunca
antes había hecho. Se apareció cerca de Hogwarts y con un hechizo, corrió más
rápido que el viento hasta allí. No pudo entrar, pero solo por el hecho de su
presencia, tu te desmayaste, aunque debo decir que estuviste bastante tiempo
resistiendo.

-¿Qué eran esos signos en los brazos de los enfermos? ¿Por qué solo yo los podía
ver?

-Lord Voldemort me advirtió sobre algo así. Dijo que en los brazos de los
enfermos aparecerían unos "dibujos", pero que no había de que preocuparse, ya
que solo los podían ver los herederos de los cuatro de Hogwarts.

-¿Qué fue lo que chilló aquella noche en la enfermería?

-Ese fue un hechizo puesto por Voldemort, para que si se acercaba a un enfermo
alguien que pudiera ver los signos, el se enterara en el acto. Escuchó el grito
mentalmente.

Después de esa peculiar respuesta, Peter empezó como a despabilarse. Pero antes
de que hiciera ningún movimiento, Snape (que seguía allí) lo desmayó
nuevamente.

Dumbledore y Ron solo habían entendido la mitad de las cosas dichas por Peter,
mientras que Hermione y Snape tenían cara de desconcierto total.

-Está bien- dijo Harry, viendo las caras de los presentes - paso a explicar.

Relató absolutamente todo lo que había pasado en esos últimos días. Cuando
terminó, se sintió mucho mejor, fue como sacarse un peso de adentro.

-Bueno, bajen a almorzar- exclamó sonriente Dumbledore (ya se le había pasado


el enojo). -Yo voy a llamar al Ministro para que vengan a llevarse a este traidor-
y señaló con asco a Peter.

-¿Quién sabe?- dijo Harry - a lo mejor, después de pasarse digamos... un tiempo


largo, muy largo en la cárcel, decide pasarse de una vez por todas para unirse a
nosotros.

-Creo Harry- dijo Dumbledore- que personas como estas no cambian, por más de
que pasen su vida encerrados en el mismo paraíso. Además- añadió luego- su
condena será perpetua, por mucho que cambiara, a nadie conseguiría
demostrárselo.

Y diciendo esto, tomó al pequeño hombre por la cintura, echó un puñado de


polvos Flu en la chimenea y desapareció entre las llamas.
 

Una mala nota


¡Hola a todos!

Está es la última parte del fic "Una Mala Nota".


Espero que sea de agrado para quienes la lean. Me sentí muy bien escribiendo
esta historia, fue un trabajo duro pero divertido.
Hasta la próxima
                                 Hermione.O

Doceava y última parte

Días después, todo el colegio disfrutaba de la agradable cena del día de


Hallowen.

Ya todos sabían lo que había pasado, aunque había tantas versiones que nadie
conocía la verdadera. Bueno, en realidad, nadie a parte de Harry Potter la sabía,
ya que el ni siquiera a Dumbledore le había contado todo lo pasado.

La mala nota de Hermione en pociones resultó ser otra jugarreta de Malfoy, que
había echado ingredientes incorrectos dentro del caldero de ella, cuando estaba
haciendo la prueba. Snape, contra su voluntad, se vio obligado a sacarle puntos a
Slytherin (cien, para ser exactos) y ponerle a Malfoy una detención (que consistió
en ayudar a lavar los platos a los elfos domésticos, supervisado por Dobby).
También tuvo que dejarle hacer nuevamente el examen a Hermione, el cual, por
supuesto, aprobó con diez.

Hermione había admitido que había usado el giratiempo indebidamente, pero


solo había vuelto atrás para reparar un vidrio que había roto del despacho de la
profesora Mc Gonagall, lo cual a los chicos les pareció una verdadera bobada.
Les dijo también que el verdadero uso del giratiempo era para tomar una clase
con la profesora Mc Gonagall, para ser animaga. Los chicos le dijeron en seguida
que ellos también querían tomar esas clases y ella les respondió que se lo
plantearía a la profesora.

A eso de las diez de la noche, Dumbledore se incorporó y palmeó las manos.

-Queridos alumnos- dijo- les tengo que hacer un anuncio muy importante en esta
feliz noche, que estoy seguro que interesará sobre todo a Harry Potter. Durante
mucho tiempo han pensado que Sirius Black era un asesino, un traidor, en fin,
todo un criminal. Pues les tengo buenas nuevas. Esta mañana, en el juzgado, se
ha comprobado que Peter Pettigrew, a parte de haber fingido su muerte, mató a
un grupo de muggles, crimen por el cual fue sentenciado Sirius. Por lo tanto,
dadas las circunstancias, se han levantado todos los cargos. ¡Sirius Black es libre
y su nombre ha sido limpiado!

Harry, Ron y Hermione estallaron en vivas y aplausos, mientras que los demás
los miraban desconcertados.

-Se me ha olvido algo, para los que no lo saben, Sirius es el padrino de Harry-
aclaró Dumbledore.

Todas las cabezas voltearon para mirar a Harry, pero a él no le importó, estaba
tan feliz que ni Voldemort le hubiera arruinado ese instante.

-¿Es que a mi no me saludas?

-¡Sirius! Un hombre un poco pálido, alto, flaco pero musculoso sonreía de


contento. Abrazó a su sobrino con cariño y luego a sus dos amigos.

Pronto los tres se encontraban charlando animadamente, ¡tenían tanto que


contarse! Además, Sirius le había propuesto ir a vivir con él, y claro, Harry había
aceptado.

Un rato más tarde Lavender y Parvati, que estaban sentadas cerca de allí, soltaron
una carcajada tan estrepitosa que los sobresaltó a todos.

Entonces, Harry recordó lo que le habían dicho aquella vez o, mejor dicho, lo que
no le habían querido decir.

-¿Lavender?

-¿Si Harry?
-¿Qué ra lo que no me querían decir, aquella vez en la Sala Común?

-Oh, nada- dijo Lavender.

-Te íbamos a contar que Ginny gustaba tuyo, pero alguien lo hizo por nosotras-
continuó Parvati con una risita.

En ese momento, Harry sintió una voz que lo llamaba. Lentamente, fue
acercándose a la fuente de esa voz, salió del comedor y se encaminó a uno de los
baños de chicos del primer piso.

Cuando entró a él, la voz cesó. Uno de los espejos, el que estaba arriba del
lavabo, empezó a brillar, y en él apareció un rostro que solo había visto una vez,
en un sueño.

-Godric- dejó escapar Harry, en forma de susurro.

-Si, soy yo, heredero. Gracias por defender nuestro nombre, por luchar por la
sangre que corre en tus venas.

Has sido valiente, esta vez en otros aspectos. Me despido, esta vez para siempre,
pero hay alguien más que quiere hablarte. Adiós.

La cara se desvaneció lentamente, dejando en su lugar otra, para Harry muy


familiar.

-Hola hijo, no sabes cuanto te extraño. Todos estos años has sido tan valiente...
tan travieso, me recuerdas a mi cuando joven. Tu madre también te quiere y dice
que te añora mucho. No creo que nos volvamos a ver, al menos no por ahora.
Pero no te aflijas, lucha por lo que quieres y cuida mucho a esa muchacha que
tienes como novia, es muy agradable, una persona valiosa. Gracias hijo, por ser
el motivo de este orgullo tan enorme que siento. Hasta siempre.

-Espera, papá- suplicó Harry, pero el rostro ya se había ido. Trato de no hacerlo,
pero las lágrimas resbalaron por su rostro. Solo después de un rato logró calmarse
y volver al comedor.

Lo de Godric y su padre no se lo contó a nadie, ni siquiera a sus amigos del alma.


Es que una cosa así no era para ser compartida, sino para guardarla en lo más
profundo de su corazón, tenerla siempre presente y latente, nunca borrarla de su
memoria.
En esos días, que no habían sido muchos, Harry había aprendido muchas cosas.
A valorar a los amigos, a tener valor para decir la verdad, a sentir tristeza, de esa
que no se va enseguida, a confiar en los demás, a amar; en fin, Harry había
aprendido a vivir.

Fin

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