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NICOLÁS TROTTA
A la situación de pandemia, con todas sus dificultades y consecuencias por todos/as sabidas, se
sumó la decisión unilateral del gobierno provincial de dar por cerrada la paritaria salarial
2020, aprovechando la cuarentena y negándose de manera sistemática a la reapertura de la
misma. Esto nos llevó a recurrir a la Justicia Laboral, que obligó a través de un fallo de la 7ª Cámara
del Trabajo a reabrir la discusión. Una vez reabierta la paritaria, el gobierno se presentó con una
propuesta de aumento cero para recomponer el salario perdido que, hasta la fecha, llega al 36%.
Esta actitud de desprecio hacia los derechos de los/as trabajadores/as, motivó la reacción de
nuestros miembros paritarios y de la propia Subsecretaría de Trabajo de la provincia, que
intercedió para establecer una nueva audiencia donde el gobierno ofreciera alguna propuesta de
recomposición.
En esa nueva reunión, la patronal presentó una propuesta de cero pesos para la recomposición
de los salarios 2020 y de un aumento del 20% en tres tramos para 2021, acompañado por una
suma en negro (no remunerativa ni bonificable) de $54.000 a pagar en 12 cuotas. Si ya es
aberrante que el gobierno, que debe velar por el trabajo registrado, pague sumas en negro, peor
es aún que, en clara violación de la resolución judicial que lo obliga a negociar aumento salarial
para 2020, dé por cerrada toda posibilidad de recomposición.
Además, existen deudas por parte del gobierno en concepto de ayuda de útiles y el pago de la
vestimenta para celadores. Todo esto, en el marco de que el peso total de la educación en la
virtualidad recayó sobre los menguados bolsillos docentes, sin que el gobierno aportara
absolutamente nada, excepto amenazas y persecución.
Un párrafo aparte merece el descarado ataque mediático impulsado desde las máximas
autoridades de la provincia, el Ministro de Gobierno Ibáñez y el mismísimo gobernador, Rodolfo
Suárez, contra nuestro sindicato y sus decisiones a través de los organismos democráticos
establecidos por nuestros estatutos. Las acciones del gobierno se encuadran en lo que la ley
23.551 tipifica como “práctica desleal” y “mala fe negocial”. Es decir, una clara violación de la
legislación vigente en cuanto a las paritarias como ámbito de discusión democrática de partes, de
la progresividad de los acuerdos paritarios y contraria a la imposición de la más fuerte; en este
caso, quien maneja los resortes del Estado. Así mismo, se ha faltado el respeto a la legitimidad de
los representantes gremiales, mostrando supuestas mesas de diálogo con entidades que no tienen
representación legal y con individualidades funcionales al gobierno.
Como SUTE, decimos con absoluta seriedad y claridad que en las condiciones actuales es
impensable retornar a la presencialidad. Más aún, no están dadas las condiciones para el inicio de
las clases ya que seguimos con salarios muy lejos del valor de la canasta familiar y el gobierno
sigue negándose a negociar los salarios en paritaria, imponiéndonos por decreto un aumento
indigno y con montos en negro que desfinancia jubilaciones y la obra social. Tampoco se han
dispuesto partidas para financiar la conectividad y se han reducido las partidas dedicadas a
infraestructura. No existen los elementos de bioseguridad en los establecimientos que permitan
que las familias puedan enviar a sus chicos/as a la escuela, sin que eso signifique el serio riesgo de
enfermar y contagiar. No hay una evaluación seria de la evolución de la llamada segunda ola y su
proyección para el mes de marzo. Se adelanta el inicio de la presencialidad para las llamadas
trayectorias débiles para el 10 de febrero, modificando condiciones de trabajo sin discusión en al
ámbito paritario.
Por último, pero no menos importante, es que no podemos dejar de señalar y de denunciar la
vigencia del ítem aula. Esta medida, impuesta por decreto y luego ratificada por el Poder
Legislativo, venía a ser la clave de las mejoras en la calidad educativa, según los discursos del
gobierno. En los hechos, ha quedado demostrado que no obtuvo resultado positivo alguno sobre
la educación, sino todo lo contrario: ha sido una herramienta de disciplinamiento y de
precarización para los/as docentes, ya que cercena derechos conquistados previamente e impone
un nuevo presentismo al previamente existente.