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En los últimos años, un conjunto de leyes, decretos y otras medidas del gobierno de
Venezuela han producido la “alteración” o “ruptura” del orden constitucional y democrático
venezolano en la medida en que han violado sistemáticamente los elementos esenciales de
la democracia establecidos en el artículo 3 de la Carta Democrática. Este conjunto de
acciones antidemocráticas: (1) han vulnerado las garantías para elecciones libres, justas y
transparentes en Venezuela, mediante (1a) el diseño y control de los procesos electorales a
la medida de los intereses del oficialismo, citando como ejemplos el incumplimiento de las
recomendaciones de las misiones de observación electoral y la eliminación de la
representación proporcional consagrada en la Constitución de la República Bolivariana de
Venezuela; (1b) la práctica descarada del ventajismo del gobierno, usando fondos públicos
para promover el proyecto político del Presidente y a los funcionarios del Estado como
instrumento de las campañas electorales; y (1c) la intimidación, con la Lista Tascón aplicada
por el gobierno para la persecución de los firmantes para convocar el Referendo Revocatorio
Presidencial de 2004 y la amenaza permanente de los distintos poderes públicos a toda
forma de disidencia política; (2) han criminalizado de manera general la libertad de
expresión, la libertad de prensa, la protesta pacífica, el derecho de la sociedad civil a
organizarse y a recibir ayuda internacional; provocando miles de exiliados, cientos de
perseguidos políticos y judiciales y decenas de personas encarceladas por motivos políticos;
y (3) han eliminado la separación de poderes y destruido la independencia del Poder Judicial,
con los recientes ejemplos de la concesión de la Asamblea Nacional saliente de una Ley
Habilitante para el actual período parlamentario en favor del Presidente de la República y
que el mismo Tribunal Supremo de Justicia incumpla fallos de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos y solicite al gobierno venezolano que denuncie la Convención
Americana de Derechos Humanos.
Algunas de las acciones antidemocráticas del gobierno venezolano ya están documentadas
en el informe “Democracia y Derechos Humanos en Venezuela” de la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos. Por tanto, el Secretario General de la OEA está
obligado a reconocer, de acuerdo al artículo 20 de la Carta Democrática, que en Venezuela
se ha producido “una alteración del orden constitucional que afecta gravemente su orden
democrático”, y, en consecuencia, debe “solicitar la convocatoria inmediata del Consejo
Permanente para realizar una apreciación colectiva de la situación y adoptar las decisiones
que estime convenientes”.
El mismo artículo 20 de la Carta Democrática establece que, “si las gestiones diplomáticas
resultaren infructuosas o si la urgencia del caso lo aconsejare, el Consejo Permanente
convocará de inmediato un período extraordinario de sesiones de la Asamblea General para
que ésta adopte las decisiones que estime apropiadas, incluyendo gestiones diplomáticas,
conforme a la Carta de la Organización”.
Los gobiernos de los países del ALBA establecen erróneamente que la OEA “es una
institución al servicio de los Estados miembros, y en ninguna manera un árbitro o un tribunal
ante el cual deban dirimirse asuntos de la vida política interna”. Al contrario, según los
artículos 9 de la Carta de la OEA y los artículos 3, 19, 20 y 21 de la Carta Democrática
Interamericana, esta organización tiene la obligación de considerar la situación interna de los
países miembros y, de ser el caso, aplicar las sanciones previstas en contra de los
regímenes que gobiernan de manera antidemocrática.
Asimismo, los gobiernos de los países del ALBA consideran erróneamente que la aplicación
de la Carta Democrática Interamericana constituiría “un retroceso peligroso a los tiempos en
que la OEA fue instrumento del intervencionismo y el colonialismo en nuestro continente.” Al
contrario, en criterio de las organizaciones de la sociedad civil que suscriben este
comunicado, si la OEA no actúa como garante e incumple con su mandato derivado de la
Carta de la OEA y la Carta Democrática de velar por el orden democrático en la región, se
producirá “un retroceso peligroso a los tiempos en que la OEA”, durante las décadas del 50
al 90, terminó por legitimar las más crueles violaciones a los derechos humanos, a cargo de
caudillos y dictaduras militares de derecha y de izquierda.
Contacto de Prensa
Orian Brito
Venezuela
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