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Análisis sobre la lectura

“La hermenéutica y el operador jurídico en el nuevo esquema


constitucional. Pautas a considerar para el logro de una adecuada
interpretación jurídica”.
Muy importante resulta el hecho de que el autor de este ensayo, resalte en él la
importancia que tienen los jueces al momento de argumentar ciertas posturas
jurídicas que deben nacer de una correcta interpretación normativa, aclarando que
con este ejercicio, el operador jurídico se desliga de toda tarea política que
convence a través del consenso de las mayorías, porque la tarea de quienes
interpretan el derecho de un país, se basa en la capacidad argumentativa apegada
a los métodos hermenéuticos que dan muestra de su independencia y
racionalidad.
Desde este punto de vista, dice el ensayista que el papel del juez debe estar de
lado de la democracia real y de la realización de la justicia, no necesariamente de
parte del gobernante ni de sus coyunturales mayorías políticas ya que, los
tribunales de justicia, cuando se muestran autónomos, éticos y profesionales, se
erigen en salvaguarda contra todo totalitarismo o fundamentalismo.
No obstante, las normas y sus alcances muchas veces se pintan desdibujados y
para solucionar ese problema las Altas Cortes y sobre todo la Corte
Constitucional, quien tiene el poder de dar sentido a las disposiciones
fundamentales de una Nación, se inscriben en corrientes ius teóricas específicas
que en la mayoría de los casos devienen de corrientes foráneas de pensamiento.
Se dice en este texto que la interpretación que realiza la Corte Constitucional
reviste especial importancia porque aquella se realiza sobre postulados
principialisticos que adquieren amplitud de perspectivas al fundamentar un
derecho fundamental de gran envergadura. Bajo esta nueva perspectiva, propia
del constitucionalismo contemporáneo, se tiene que, la aplicación del derecho ya
no puede reducirse a un proceso mecánico, agotado en la tesis de la subsunción,
sino que, por el contrario, queda superada bajo la idea de que las decisiones
judiciales presentan siempre un componente valorativo, que se matizan a partir de
conceptos o juicios caros a las construcciones jurisprudenciales como son el de
proporcionalidad, ponderación o razonabilidad.
Así, sabemos que la Constitución irradia y orienta la vida estatal, social, política y
jurídica, pero bajo la sabia y prudente guía del tribunal constitucional, quien es el
que en última instancia realiza, en una evaluación de carácter judicial a la luz del
propio texto constitucional, la pertinencia de la producción o actuación de los
diversos órganos del Estado, por ende, el operador jurídico no debe presentar
sesgos en su visión, sino que debe esforzarse por solidificar su decisión en la
utilización de métodos precisos que impriman seguridad a su actividad de
interpretación.
En ese campo juega un papel muy importante la hermenéutica, que es definida
por nuestro como la actividad encaminada a la comprensión e interpretación de
una realidad o de un problema jurídico. A su vez, esta comprensión se torna
cambiante con los tiempos, con las sociedades y con los hombres que la realizan,
y tan sentido debe estar encaminada al ajuste con la evolución de los fenómenos
jurídicos que se re-significan con la justificación que le imprime la realidad. Bajo
esta óptica, ya no se puede ocultar que el derecho como ordenamiento es una
realidad interpretativa, es decir, en toda la labor del operador jurídico habrá
siempre una interpretación de la realidad. Por ende, dice, Luis Ociel, el juez que
requiere la sociedad actual no puede quedarse atrapado en el gusto de las
generaciones pasadas. A este respecto, opino que debe el juez ser cuidadoso e
irse con cuidado, no creo que deba lanzarse sin más a las exigencias de la
actualidad, sino que para no caer en un pronunciamiento sin asidero histórico y
para no sucumbir en posturas de extrema liberalidad, deberá apegarse un poco a
aquellos “gustos” de las generaciones pasadas que aún representen una
valoración importante y que permita poco a poco ir descifrando la realidad más
justa.
De esta manera, como señala Castaño Zuluaga, lo importante es que la
interpretación se efectúe conforme a los principios constitucionales, atenidos a la
jerarquía axiológica que se presente en la ponderación o balance de los mismos
en criterio del intérprete. Hay que tener presente entonces, que toda interpretación
se realiza desde horizontes paradigmáticos diferentes que no pueden ser
valorados dogmáticamente. Así, se tiene que en el intérprete concurren no sólo los
esquemas teóricos de su formación jurídico-política, sino también estándares
culturales, sociales y hasta actitudinales que deben confluir en la correcta medida
para una decisión desprovista de parcialidad. En efecto, el intérprete o el aplicador
del derecho no deja de ser más que un sujeto permeado por su entorno social, por
la realidad que lo circunscribe y frente a la cual no puede permanecer ajeno.
Pero para arribarse a la realización de la norma jurídica se requiere de un previo y
juicioso trabajo jurídico que en modo alguno es libre, sino que por el contrario,
debe ser obediente y respetuoso a los principios del Estado social, democrático y
de derecho, apegado al seguimiento de métodos que a su vez, permitan la
seguridad de las decisiones autónomas que en derecho pueda surgir.
Ahora, se propone en el ensayo que, hay que considerar la realidad si se quiere
arribar a una decisión correcta en la aplicación de la norma jurídica, por ello hay
que apelar a la estructura real o material que tiene el ámbito de la norma. Se hace
necesario pues romper con el método de la interpretación clásica al momento de
concretar el derecho constitucional, pues queda visto que a la luz de la teoría
estructurante del Derecho es mediante un proceso racionalmente encauzado que
se llega a la realización normativa. Solo si las decisiones judiciales arraigan en
criterios serios de racionalidad y de razonabilidad jurídica se puede hablar de la
autonomía e independencia del poder judicial.
Finalmente, en lo que considero es una conclusión acertada, se sostiene que la
tarea de la construcción del derecho es un asunto de todos y que no es potestad
exclusiva del Legislador ni de los tribunales constitucionales. Sobre todo, los
teóricos del derecho, tienen la misión de hacer ver las inconsistencias en que
pueden incurrir aquéllos, en particular, la de cuidar porque los jueces no hagan
valer sus propias concepciones sobre las del legislador, ni sobre las de la
Constitución, ni que tampoco se plieguen a las presiones de los poderes políticos
al momento de definir la validez de las normas del Estado.
Corresponde a los iusteóricos ejercer una especie de control público a las
decisiones de los jueces, estando atentos a que estos, en especial los
constitucionales, al momento de asumir la tarea de modular el derecho lo hagan
de manera metódica, fundamentada jurídicamente, racional y razonablemente en
consonancia con los principios supremos sobre los que se cimienta el
ordenamiento jurídico.

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