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Herausgegeben von
Mihran Dabag, Dieter Haller, Nikolas Jaspert
und Achim Lichtenberger
BAND 3
SEERAUB IM
MITTELMEERRAUM
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Vorwort ............................................................................................................. 9
Poesie der Piraterie. Lord Byrons „The Corsair“ und das Auftauchen
des communis amicus omnium .......................................................................115
Manfred SCHNEIDER
Der Seeräuberfall. Römisches Recht in Antike, Mittelalter und Neuzeit ...... 307
Christoph KRAMPE
Conclusions....................................................................................................431
Michel BALARD
Bibliographie .................................................................................................439
Register ..........................................................................................................479
1
Str. XIV.5-6; Nicholas RAUH, Merchants, Sailors and Pirates in the Roman World, Stroud
2003, p. 25.
2
Str. 14.6.6. D.C. 38.30.5.
3
David MAGIE, Roman Rule in Asia Minor, New York 1975, vol. I, p. 266-273.
4
De acuerdo con Yasemin ER, Diversità e interazione culturale in Cilicia Tracheia. I monu-
menti funerari, en: Quaderni Storici 76 (1991) p. 105-140, aquí p. 106, el aislamiento provo-
cado por las montañas del Tauro confirió a la Cilicia Trachea las características especiales de
las que estamos hablando. Para más datos geográficos sobre Cilicia, especialmente durante el
dominio persa, véase Ronald SYME, Anatolica. Studies in Strabo, Oxford 1995, chap. I. Sobre
la escasa helenización de Cilicia Trachea véase Paolo DESIDERI, Strabo’s Cilicians, en: Ana-
tolia Antiqua 1 (1991), p. 299-304, aquí p. 304. Marcel SASTRE, El Oriente Romano. Provin-
cias y sociedades provinciales del Mediterráneo oriental, de Augusto a los Severos (31 a. C.-
235 d. C), Madrid 1994, p. 275-276. Hugh ELTON, Romanization and some Cilician Cults,
en: Roman Rule and Civic Life. Local and Regional Perspectives. Proceedings of the Fourth
Workshop of the International Network. Impact of Empire (Roman Empire 200 B.C.-476
A.D.), ed. Lukas DE LIGT et al., Amsterdam, 2004, p. 231-241, aquí p. 235.
5
Estrabón, 14.5.10. Sobre los reyes-sacerdotes de Olba véase Murat DURUKAN, The Connec-
tion of Eastern and Central Cilicia with Piracy, en: Adalya 12 (2009), p. 77-98, con la más re-
ciente actualización bibliográfica y arqueológica.
6
RAUH, Merchants (véase nota número 1), p. 170, describe cómo los marineros antiguos des-
confiaban del litoral panfilio, que consideraban inhóspito, a pesar de sus buenas condiciones.
Véase también la nota número 3.
7
Nicholas RAUH, Who were the Cilician Pirates?, en: Res Maritimae: the Cities on the Sea.
Cyprus and the Eastern Mediterranean from Prehistory to Late Antiquity, ed. Stuart SWINY /
Robert L. HOHLFELDER / Helena Wylde SWINY, Chicago 1998, p. 263-283, aquí p. 269-270.
Estrabón nos cuenta que las actividades de los cilicios y los panfilios eran muy similares,
que forman las aguas de esta bahía de Panfilia, como Side y Atalea.8 Más aún,
los asentamientos en la zona de Cilicia estaban escondidos, o localizados en
lugares de fácil defensa, pero entre ellos se puede apreciar claramente en el
registro arqueológico la influencia cultural ejercida por las cercanas ciudades
de Panfilia.9 En toda Cilicia, los vínculos entre la costa y el interior estaban
basados en una interdependencia económica. El control ejercido por las elites
urbanas sobre las tribus del interior era precario y se quebró en varias ocasio-
nes10, como veremos al final de este trabajo.
Dado que las posibilidades comerciales que otorgaban los recursos natura-
les de la región eran escasas11, sus moradores optaron por obtener en el mar,
mediante el saqueo, lo que sus tierras no les suministraban. Para esta cuestión
contaron con los recursos naturales de Cilicia, especialmente los madereros12 y
los textiles.
Si, como hemos visto, no existía en esta región un marco urbano que facili-
tase el desarrollo de un modo de vida similar al de las zonas contiguas, es de-
cir, fundamentado en la agricultura y el comercio, difícilmente sus habitantes
podrían enfocar su actividad económica en un sentido distinto al que había si-
puesto que se basaban en el saqueo y el bandidaje contra sus vecinos. Véase Str. 12.7.2, quien
usa la misma descripción para los pisidios que vivían en las montañas cercanas.
8
Lucia PULCI DORIA BREGLIA, La provincia di Cilicia e gli ordinamenti di Pompeo, en: Ren-
diconti della Academia di Archeologia di Napoli 47 (1962), p. 327-387, aquí p. 346. Sobre la
importancia del puerto de Side véase, see RAUH, Merchants (véase nota número 1), p. 152
con nota número 7. De hecho, no queda claro si Coracesio, la principal base de los piratas
cilicios, debe ser ubicada en Cilicia o en Panfilia. Sobre esta controversia véase también
IDEM, Who were the Cilician Pirates? (véase nota número 7). Raimund SCHULZ, Zwischen
Kooperation und Konfrontation. Die römische Weltreichsbildung und die Piraterie, en: Klio
82 (2000), p. 426-440, aquí p. 433.
9
RAUH, Who were the Cilician Pirates? (véase nota número 7). Para un profundo análisis de
los datos arqueológicos provenientes de Cilicia Trachea deben consultarse los resultados de
las dos expediciones arqueológicas dirigidas por Bean y Mitford y sus consiguientes comen-
tarios: George BEAN / Terence MITFORD, Journeys in Rough Cilicia, 1962-1963, Wien 1965.
IDEM, Journeys in Rough Cilicia 1964-1968, Wien 1970. IDEM, Sites old and new in Rough
Cilicia, en: Anatolic Studies 12 (1962), p. 185-217. Gilbert DAGRON / Dennis FEISSEL, In-
scriptions de Cilicie, Bonn 1987, p. 38-41.
10
Keith HOPWOOD, The Links between the Coastal Cities of Western Rough Cilicia and the In-
terior during the Roman Period, en: Anatolia Antiqua 1 (1991), p. 305-309, aquí p. 308.
IDEM, Towers, Territory and Terror: How the East was held, en: The Defence of the Roman
and Byzantine East, ed. Philip FREEMAN / David KENNEDY, London 1987, p. 343-356, aquí
p. 350. Brent SHAW, Bandits Highlands and Lowlands Peace: The Mountains of Isauria-
Cilicia, en: Journal of the Economic and Social History of the Orient 33 (1990), p. 199-233;
237-240, aquí p. 216.
11
Cf. con James RUSSELL, Cilicia – Nutrix virorum: Cilicians abroad in Peace and War during
Hellenistic and Roman Times, en: Anatolia Antiqua 1 (1991), p. 283-297, aquí p. 284, quien
considera que las explotaciones agrícolas y pesqueras de la región han sido sistemáticamente
ignoradas por las fuentes antiguas, que sólo estaban interesadas en el carácter violento y beli-
coso de sus pobladores.
12
HOPWOOD, The Links (véase nota número 10), p. 307. Robert BLANTON, Hellenistic, Roman
and Byzantine Settlement Patterns of the Coast Lands of Western Rough Cilicia, Oxford
2000, p. 7.
13
Véase Alfonso ÁLVAREZ-OSSORIO, Los piratas contra Roma. Estudio socioeconómico y cul-
tural de la piratería cilicia (143-31 a.C.), Écija 2008.
14
Eduard WILL, Histoire politique du Monde Hellénistique (323-30 av. J.-C.), Nancy 1967, vol.
I, p. 389. Eliezer PALATIEL, Vassals and Rebels in the Roman Empire. Julio-Claudian Poli-
cies in Judaea and the Kingdoms of the East, Brussels 1991, p. 204.
15
Vincent GABRIELSEN, Economic Activity, Maritime Trade and Piracy in the Hellenistic Ae-
gean, en: Revue des Études Anciennes 103 (2001), p. 219-240, aquí p. 226. Brent SHAW, El
bandido, en: El hombre romano, ed. Andrea GIARDINA, Madrid 1981, p. 353-394, aquí p.
357.
das en el patronazgo, ejercido por parte de quienes tienen recursos para poseer
naves y equiparlas. Estos patrones, los caciques en las sociedades más anti-
guas, serán, en realidad, los líderes piráticos, que comandarán a sus grupos
guiados por el prestigio que sus acciones guerreras les conceden a ojos de sus
colegas.
En efecto, la piratería en alta mar, especialmente la del tipo practicado a fi-
nales de la República Romana, necesitaba del uso de barcos más o menos so-
fisticados, que constituían el reflejo de recursos económicos monopolizados
por los sectores sociales más elevados, aunque las tripulaciones de los mismos
fuesen reclutadas entre los estratos más bajos de la sociedad.16 Por ello, duran-
te esta etapa, el fenómeno también afectaba a grupos sociales que, en teoría,
debieran haber estado alejados del desarrollo de estas actividades:
Hombres ya poderosos por sus riquezas, de linaje ilustre y considerados superio-
res por su inteligencia, entraron en las bandas de piratas y participaron de sus
empresas, en la idea de que esta actividad les proporcionaría cierto honor y dis-
tinción.17
Los piratas estuvieron en estrecha colaboración con comerciantes y ciudades
de mercado del ámbito mediterráneo, con los que necesariamente debieron es-
tablecer relaciones comerciales, llegando algunas de ellas a la sintonía total de
intereses como sucedió en el caso de Side, Panfilia18, y Fáselis en Licia.19 Así,
16
Claudio FERONE, Lesteia. Forme di predazione nell’Egeo in età classica, Napoles 1997, p.
34. Brent SHAW, Bandits in the Roman Empire, en: Past and Present 105 (1984), p. 3-52,
aquí p. 24, nos habla acerca de los orígenes sociales de quienes practicaban el bandidaje y la
escasa consideración moral de la que disfrutaban.
17
Véase de forma especial Plut. Pomp. 24.2: ἤδη δὲ καὶ χρήμασι δυνατοὶ καὶ γένεσι λαμπροὶ
καὶ τὸ φρονεῖν ἀξιούμενοι διαφέρειν ἄνδρεςἐνέβαινον εἰς τὰ λῃστρικὰ καὶ μετεῖχον, ὡς καὶ
δόξαν τινὰ καὶ φιλοτιμίαν τοῦ ἔργου φέροντος. Resulta especialmente interesante la
referencia a la reputación. Podemos pensar en un retorno a una consideración positiva sobre
la piratería, proveniente de etapas en las que era ejercida por los aristócratas, como una forma
más de actividad bélica.
18
Estrabón, 14.3.2., insiste en la idea de que existe una elite económica y comercial que propor-
ciona logísitica e infraestructura a las diferentes bandas de piratas. En este mismo pasaje,
exonera a los licios de todas estas acusaciones. Podemos encontrar los mismos pareceres en
Cicerón, II Verr. 4.9.21. Véase Hans KALETSCH, Seeraub und Seeräubergeschichten des Al-
tertums. 2000 Jahre antiker Seefahrt und Piraterie zwischen Adria und Ostmittelmeer, en:
Studien zur alten Geschichte, ed. Hansjörg KALCYK et al., Roma 1986, vol. II, p. 470-500, p.
493. Johannes NOLLÉ, Side im Altertum, en: Inschriften Griechische Städte aus Kleinasien
43 (1993), p. 77-102, aquí p. 91.
19
Cic. II Verr. 4.10.21-22: Phaselis illa, quam cepit P. Servilius, non fuerat urbs antea Cilicum
atque praedonum; Lycii illam, Graeci homines, incolebant. Sed quod erat eius modi loco
atque ita proiecta in altum ut et exeuntes e Cicilia praedones saepe ad eam necessario
devenirent, et, cum se ex hisce locis reciperent, eodem deferrentur, adsciverunt sibi illud
oppidum piratae primo commercio, deinde etiam societate. El orador usa esta descripción de
Fáselis, en Panfilia, para criticar a los habitantes de Mesina (que habían colaborado con Ve-
rres) a quienes compara con la gente que vive en la ciudad previamente mencionada. Por esta
cuestión podemos considerar que esta colaboración con los piratas había generado ciertas
enemistades, como podemos ver si recordamos que tanto Side como Fáselis fueron los objeti-
vos de algunas expediciones romanas contra los piratas al final del siglo II a.C. Véase David
pudiera ser que cuando las clases medias y altas de estas ciudades se dispusie-
ran a practicar la piratería, forzaran un cambio de posicionamiento de sus po-
leis en el entramado político de la región, a fin de facilitar el desempeño de su
nueva actividad económica. En esta coyuntura de inestabilidad, cada ciudad
optó por seguir su propia política con respecto a los piratas y la relación que
iba a mantener con ellos. La mayor parte de las ciudades decidieron mostrar su
apoyo a Roma, pero es indudable que algunas tomaron la opción contraria, y
en esta decisión debió jugar un papel predominante la actitud de las elites res-
pecto a la piratería. Además el hecho de que la Lex de Provinciis Praetoriis
prohibiera a las ciudades ofrecer sus puertos a los piratas es indicativo de que
esta actividad se realizaba con asiduidad. Si se solicita a los reyes de Siria,
Chipre, Egipto y Cirene que no permitan a los piratas usar puertos de sus terri-
torios como bases para sus ataques, es muy probable que esto se estuviera
haciendo con la anuencia de dichos monarcas, que veían en tales actividades
una fuente de beneficio económico y una forma de perturbar la tranquilidad de
los estados vecinos.20
Lucia Doria Pulci realiza un interesante comentario sobre la ruptura que de
las estructuras clásicas de la piratería en el Mediterráneo Oriental supone la
actividad de los cilicios.21 En efecto, se huye de la organización fundamentada
en las actividades de los “archipiratas”, aquellos jefes de auténticas flotas pirá-
ticas que actuaban como condottieri al servicio de los poderes estatales duran-
te los siglos III y II a.C. Este sistema evoluciona hacia otra de tipo más comu-
nal y “paraestatal”, si se quiere usar el término. El pirata, con motivo de las
guerras mitridáticas, rompe, en cierta medida su vida de civil, convirtiéndose
en una fuerza de carácter militar, aunque actúa por libre la mayor parte de las
veces. Defendemos por tanto, que existía una jerarquía criminal organizada a
modo de franquicias22, especialmente si aceptamos las noticias que nos ofrece
BLACKMAN, The Harbours of Phaselis, en: The international Journal of nautical Archaeology
2 (1973) p. 355-364, aquí p. 355.
20
Gabrielle MARASCO, Aspetti della piratería cilicia nel I secolo a.C., en: Giornale filologico
ferrarese 10 (1987) p. 129-145. Ver Avi AVIDOV, Were the Cilicians a nation of pirates?, en:
Mediterranean Historical Review 12 (1997) p. 5-55, aquí p. 32, donde podemos encontrar una
interesante reflexión sobre la Lex de Provinciis Praetoriis y el sustrato de hostilidad hacia los
romanos que podemos encontrar entre los estados orientales y sus habitantes. Esto podría
haber provocado que los dirigentes de esos reinos y poleis mirasen hacia otro lado cuando los
grupos piráticos usaron sus puertos como bases de operaciones en sus raids, especialmente si
los objetivos de esos saqueos eran sus enemigos, o incluso los romanos. Cf. con Apiano
(Mith. 70) y el discurso de Mitrídates del Ponto, donde el rey acusa a los romanos de
comportarse de forma pasiva con respecto a la piratería.
21
PULCI DORIA BREGLIA, La provincia di Cilicia (véase nota número 8), p. 370.
22
Hemos llegado a este posicionamiento después de la lectura del magnífico libro de LEVITT /
DUBNER, Freakonomics, Madrid 2007, p. 107-114. En su estudio de los comportamientos de
las bandas criminales del siglo XX llegan a la conclusión que las elites de esta jerarquía cri-
minal hacen todo lo posible para imitar la visión comercial de las elites socioeconómicas
“normales”. En el caso de la piratería cilicia podemos encontrar algo similar, especialmente
en lo concerniente a la relación con el tráfico de esclavos, donde podemos apreciar algunos
incipientes comportamientos mercantiles. Véase DESIDERI, Strabo’s Cilicians (véase nota
Plutarco, quien señala que las elites comerciales de Asia Menor habían optado
por la práctica de la piratería. Varias organizaciones similares pudieron co-
existir y enfrentarse por el control total del negocio.23
Podemos ver cómo en determinados momentos de la historia, muy especial-
mente en las primeras décadas del siglo I a.C. es posible atribuir a los cilicios
(y a quienes, como también veremos, se escondían tras esta etiqueta, aunque
no fuesen originarios de esta región) un poderío naval que les hizo ser dueños
del Mediterráneo, poniendo en peligro incluso la subsistencia de la propia Re-
pública romana.
La organización de estos grupos de piratas será la de una estructura caci-
quil; dicha estructura se basa en la redistribución de los bienes obtenidos por
la comunidad. De esta forma, el líder pirático, aupado a esta condición por su
valor guerrero, deberá estar en condiciones de garantizar a la comunidad el
éxito en el saqueo y la distribución igualitaria de los rendimientos del mismo,
previa conservación para sí mismo de lo que él estime oportuno. Los produc-
tos del botín repercuten en una caja común desde la que se procede a su redis-
tribución.24 Y es el jefe de los piratas quien debe ejecutarla. Un jefe que ha as-
cendido al poder por su capacidad de liderazgo. Es decir, el jefe de los piratas
será quien mejor piratee, el que más y mejor robe y sea capaz de poner esos
número 4), p. 303 con las notas 23-26, quien piensa que los cilicios establecieron una serie de
“colonias piráticas” por todo el litoral mediterráneo. Estas ciudades estarían gobernadas por
tiranos, al igual que lo estaban las “metropolis” de Cilicia y Panfilia. Por este motivo, consi-
deramos que no estamos estudiando un sistema proveniente de un estadío cultural de barbarie,
sino la perversión de una organización política, donde la pìratería era el principal modus vi-
vendi, y las instituciones estaban adaptadas a esta realidad, para responder a los condicionan-
tes especiales que este modo de vida generaba.
23
Es muy interesante la noticia que nos transmite Lellia CRACCO RUGGINI, Nuclei inmigrati e
forze indigene in tre grande centri commerciali dell’Impero, en: The Seaborne Commerce of
Ancient Rome: Studies in Archeology and History, ed. John D’ARMS / Christian KOPFF, Ro-
me 1980, p. 55-76, aquí p. 60, sobre los enfrentamientos entre Tarso, Solos, Mallos y Adana,
que curiosamente eran las ciudades en las que Pompeyo había asentado a los piratas cilicios
un siglo y medio antes. Dion de Prusa ataca a la elite de Tarso, a quien acusa de cortedad de
miras y de regir su ciudad de forma demagógica, Orat. 34.51.
24
Apu. Met. 3.28.- 6.31.- 7.4-5. Ennius apud Non. 306.26 (= LOEB frg, Annales 55). Dig.
48.19.11.2. Sen. De Ben. 5.14.1. Todas estas fuentes provenientes de época imperial constitu-
yen una vuelta de tuerca a la consideración sobre las bandas piráticas que podemos encontrar
en Plutarco y Dion Casio, aunque ellos también escriben durante la misma época, pero proba-
blemente usaron fuentes republicanas. También es muy interesante el estudio de Robert
BUCK sobre el “comunismo” de los habitantes de las islas Lípari, que se dedicaron a la pira-
tería durante los períodos clásico y helenístico: Communalism on the Lipari Islands (Diod.
5.9.4), en: Classical Philology 54 (1959), p. 35-39. Podemos encontrar otros precedentes
similares en momentos históricos anteriores. Así, tenemos que considerar la historia que
Homero nos transmite sobre Néstor, Il. 11.670-710, y cómo el viejo rey cuenta a los otros
líderes aqueos que en su ciudad, Pilos, el botín proveniente de una razzia contra sus vecinos,
los eleos, había sido repartido de forma comunitaria, de acuerdo a la tradición. Esto significa
que cada miembro de la comunidad tenía derecho a obtener una parte del botín, pero los
líderes siempre tienen prioridad de elección sobre el resto. De esta forma, pueden escoger lo
que quieran, aunque esto no significa que siempre elijan las cosas de mayor valor económico.
frutos del saqueo a disposición del conjunto de la banda, que actuará (al me-
nos teóricamente25) como un solo hombre siguiendo sus órdenes.26
Un fuerte sentimiento comunitario se gesta ente estos forajidos. A strong
sense of community abounds among these outlaws. Los lazos de amistad y
camaradería son excepcionalmente importantes: la estructuración social de los
grupos de piratas está basada en el igualitarismo, lo que se manifiesta en su
comportamiento socioeconómico.27 Esto incluye el reparto equitativo del botín
obtenido, y se manifiesta también en los rituales religiosos que realizan estos
grupos, entre los que se encuentra el culto a Mitra.28 Rauh29 que, durante la
época republicana, quizás este carácter igualitario de las sociedades piráticas
fuera lo que hizo triunfar su modo de vida y lo que atrajo a la gran cantidad de
mano de obra especializada necesaria para emprender el desarrollo de sus ac-
tividades en un marco geográfico mucho más amplio. Pero esto contrasta con
la defensa de la existencia de un enorme cuerpo de esclavos dedicados a las
labores de astilleros que este mismo autor realiza en su obra, y tienen que estar
conectados con el papel que los piratas jugaron en el tráfico de esclavos, como
veremos más adelante.
Como ya hemos visto la reputación como piratas de los cilicios se retrotrae
varios siglos en la historia30, en un proceso que había acabado por afectar a las
regiones vecinas, que eran las que de verdad sufrían las actividades de estas
gentes. Ni los persas ni los macedonios pudieron alterar este modo de compor-
tamiento. De hecho, los estados helenísticos contemplaron con buenos ojos la
25
Por todo ello, consideramos muy ilustrativo lo que encontramos en los primeros versos de la
Ilíada, en los que la cólera de Aquiles es provocada por un desgraciado reparto del botín de
un saqueo. En este pasaje, el líder supremo de los aqueos, Agamenón, reclama su derecho a
escoger la que él considere la mejor parte del botín, en este caso Briseida, antes de que se
produzca el reparto comunal, aunque el más bravo guerrero, Aquiles, debiera haber escogido
lo que quisiese, puesto que había sido el más intrépido durante la lucha. Encontramos un en-
frentamiento muy similar en Heliodoro, 5.31.3, cuando Péloro el pirata reclama a su líder,
Tranquino, su derecho a escoger su botín, porque él había sido el primero en asaltar el barco
mercante.
26
Stefano TRAMONTI, La piratería in età imperiale romana. Fenomenologia di una struttura, en:
Ravenna. Studi e ricerche 1 (1994) p. 137-175, aquí p. 159 y 144.
27
D.C. 36.22. Xen. Eph. 4.6.2-3. Heliod. 1.7.2-3. Apu. Met. 7.2.8. Léa FLAM-ZUCKERMANN, À
propos d’une inscription de Suisse (CIL, XIII, 5010): étude du phénomène du brigandage
dans l’Empire romain, en: Latomus 29 (1970), p. 451-573, aquí p. 461. Yvonne GARLAN,
War in the Ancient World, London 1995, p. 184.
28
Sobre la relación entre este culto y los pirátas, véase Israel CAMPOS, El Dios Mitra. Los orí-
genes de su culto anterior al mitraísmo romano, Las Palmas de Gran Canaria 2006, p. 228-
230. Claudio RUBINO, Pompeyo Magno, los piratas cilicios y la introducción del Mitraísmo
según Plutarco, en: Latomus 65 (2006), p. 915-927. Alfonso ÁLVAREZ-OSSORIO, Algunas
consideraciones sobre la religiosidad de los piratas durante la Antigüedad, en: Habis 41
(2010), p. 137-156.
29
Nicholas RAUH et al., Pirates in the Bay of Pamphylia: an Archaeological Inquiry, en: The
Sea in Antiquity, ed. George OLIVER et al., Oxford 2000, p. 151-179, aquí p. 170.
30
Véase Egon MARÓTI, Die Rolle der Seeräuberei zur Zeit der römischen Bürgerkriege, en: Al-
tertum 7 (1961), p. 32-41, aquí p. 33; Fik MEIJER, A History of Seafaring in the Classical
World, London 1986, p. 190. SHAW, Bandits Highlands (véase nota número 10), p. 217-219.
31
Ariel LEWIN, Banditismo e “civilitas” nella Cilicia Tracheia antica e tardoantica, en: Quader-
ni Storici 76 (1991), p. 167-184, aquí p. 168. Véase también Egon MARÓTI, Diodotos Tryp-
hon et la piraterie, en: Acta Antiqua 10 (1962), p. 187-194. Podemos encontrar algo relacio-
nado con esto en Lucano. Phars. 9.222 y siguientes, con un discurso realmente interesante de
un subordinado de Tarcondimoto y el subsiguiente diálogo con Catón de Utica sobre los
cilicios y sus actividades tradicionales. Los vínculos entre sus líderes y Pompeyo Magno les
introdujeron en la lucha en esta guerra civil romana. Sólo esta cuestión les impedía el
ejercicio de la piratería. Una vez que Pompeyo había muerto, se consideraban liberados de su
compromiso y podían volver a sus anteriores modos de vida, lo que para Lucano significa
volver a la piratería.
32
Str. 14.5.2. DESIDERI, Strabo’s Cilicians (véase nota número 4), p. 303-304. Para una des-
cripción romántica de una fortaleza en Cilicia Trachea ver James BENT, A Journey in Cilicia
Trachea, en: The journal of Hellenic studies 12 (1891), p. 206-224, aquí p. 210.
33
Hay una ingente cantidad de trabajos dedicados a esta cuestión. Véase ÁLVAREZ-OSSORIO,
Los piratas contra Roma (véase nota número 13).
34
AVIDOV, Were the Cilicians (véase nota número 20), p. 12-17; RAUH, Who were the Cili-
cians (véase nota número 10). MARASCO, Aspetti della piratería (véase nota número 20), p.
132.
chando la inestabilidad generalizada que sufre la zona desde mediados del si-
glo II a.C.
De esta forma, queremos huir del tópico intencionadamente creado por las
fuentes clásicas35, consistente en afirmar que los griegos permanecieron ajenos
a este proceso, que fue protagonizado, en palabras de estos autores antiguos,
por bárbaros asiáticos, que tenía poco o nada que ver con la paideia. Para no-
sotros, en el interior de estas bandas, los componentes helenos no pueden ser
soslayados, como podemos apreciar fácilmente si analizamos los nombres de
la mayor parte de los líderes piráticos que conocemos.36
El periodo de las Guerras Mitridáticas es el que contempla la mayor organi-
zación por parte de los piratas, cuando su poder se fortalece y llega a poner en
peligro la supremacía romana. Algunas ciudades trabajan para ellos como ba-
ses seguras, astilleros o centros de operaciones. Sus barcos son mejorados y
aumentados en número, de forma que puede considerarse que poseen ya
auténticas flotas capaces de enfrentarse a las romanas en igualdad o superiori-
dad de condiciones.37 Las referencias a esta imagen del pirata son constantes
en las fuentes. No se limitan únicamente a interrumpir el comercio marítimo
sino también a saquear las costas y las islas. Su crecimiento se debe tanto a la
impunidad con la que practicaban sus delitos, como al hecho de que se unieran
para formar grandes bandas a causa de su deseo de botín, como podemos ver
en Dion Casio, Historia Romana, 36.20-24:
Infligían los piratas daños continuos al navegante, según el proceder que obser-
van también los bandidos respecto quien habita en tierra. Porque no hay tiempo
en que esto no se haya producido, ni dejará de producirse mientras la naturaleza
humana siga siendo la misma. Ahora bien, en época anterior los actos de pillaje
– ya fuese el mar su escenario, ya la tierra – tenían lugar en determinados luga-
res, solamente en la estación adecuada y a cargo de pocos individuos. Pero du-
rante los años que estamos tratando, desde que había muchas y continuas gue-
rras, eran muchas las ciudades arrasadas – pendiendo además las penas pertinen-
tes sobre cuantos huían de ellas - y no había nada seguro, gran cantidad de gente
se dio a la rapiña. Y si el bandidaje operante en tierra firme podía eliminarse me-
jor (ya que resultaba más patente a la población, infligía daños inmediatamente
perceptibles y su represión no era muy difícil), la desarrollada por mar alcanzó
las mayores proporciones. Porque como las guerras contra potencias rivales ab-
sorbían los esfuerzos de Roma, floreció gran número de piratas que circundaban
abundantes tramos de la costa y unían fuerzas con cuantos estaban en su misma
35
Paus. 3.3-5. Plut. Pomp. 24.6-8.
36
Cic. II Verr. 5.35.91: el jefe de los piratas que devastaron Sicilia es llamado Heracleón, un
nombre típicamente heleno. Otros ejemplos son Seleuco e Isidoro, los líderes piratas al
servicio de Mitrídates del Ponto durante su tercera guerra contra los romanos, y los almirantes
de Sexto Pompeyo (D.C. 42. App. BC. 5): Menodoro, Apolofanes, Menecrates, Democares, y
algún otro.
37
Cic. Pro Flac.31. Ps. Quint. 9. 5. PULCI DORIA BREGLIA, La provincia di Cilicia (véase nota
número 8), p. 370. Yvonne GARLAN, Guerre et économie en Gréce ancienne, Paris 1989, p.
184; RAUH, Pirates (véase nota número 29), p. 170.
De estas teorías puede surgir una idea de paraestado que debe ser matizada.
Podemos utilizar ese término para referirnos a los piratas como un grupo, o
conjunto de grupos, capaces de desarrollar unos modos de comportamiento
“políticos”, sociales y culturales semejantes. Pero está claro que la organiza-
ción pirática de la que hemos hablado distó mucho de ser un auténtico estado,
para empezar porque, aunque contó con elites dirigentes, éstas no tuvieron un
poder total sobre el conjunto de los piratas, por lo tanto, carecieron de organi-
zación jerárquica distinguible. Además, otros elementos indispensables para
hablar de estado (como moneda, urbanismo, leyes, etc.) no son identificables
en el seno de las comunidades piráticas cilicias. Estas entidades estatales serán
creadas, como ya hemos visto, por los romanos, que van a aprovechar en be-
neficio propio el germen estatal que la cohesión y camaradería entre las distin-
tas bandas de piratas habían creado.
Como se aprecia, estas circunstancias del ejemplo cilicio están directamente
relacionadas con los conflictos internacionales en el Mediterráneo oriental
desde mediados del siglo II a.C. en adelante (para una breve explicación de las
principales acciones piráticas de este período véase la figura 3).38 Durante las
constantes guerras que tuvieron lugar en este momento aparecieron grandes
grupos de marginados sociales que vieron en la práctica del saqueo la única
forma de solventar las necesidades que estaban experimentando. Más aún, si
consideramos además que junto a los posibles beneficios económicos que ga-
rantizasen su sustento, el ejercicio de la piratería podría reportarles una posibi-
lidad de “venganza” contra los responsables de su delicada situación económi-
ca, en este caso los romanos, podemos considerar sentadas las bases de un
conflicto, en el que la piratería jugaría un papel decisivo. Como resultado de
todo esto, se generaron en ambos bandos una serie de patrones culturales, so-
ciales, religiosos, etc.39
La rapidez con que Mitrídates ocupa los territorios asiáticos durante la pri-
mera de sus contiendas contra Roma viene a hablar de la despreocupación
mostrada por la República en cuanto al control de éstos, y el desafecto hacia
Roma de la población de Asia.40 Este sentimiento se manifestará con posterio-
ridad en la matanza de itálicos del 88 a.C., y el posterior auge de la piratería en
esa zona, reflejo de las penosas condiciones económicas que debieron soportar
38
No podemos explicar aquí todas las acciones en las que los piratas estuvieron involucrados
durante estos años. Para un análisis exhaustivo de esta cuestión véase ÁLVAREZ-OSSORIO,
Los piratas contra Roma (véase nota número 13), con la más actualizada bibliografía el efec-
to. Véase también Isaías ARRAYÁS, Bandidaje y piratería en la Anatolia meridional. Defini-
ción y circunstancias en el marco de las guerras mitridáticas, en: Studia Historica 28 (2010),
p. 31-55. Para una comparación entre estos acontecimientos, especialmente la política llevada
a cabo por Pompeyo Magno con respecto a los piratas, y acontecimientos históricos más re-
cientes véase Manuel TRÖSTER, Roman Hegemony and non-state violence: a fresh look at
Pompey’s Campaign against the pirates, en: Greece and Rome 56 (2009) p. 14-33.
39
Véase ÁLVAREZ-OSSORIO, Los piratas contra Roma (véase nota número 13).
40
El mejor trabajo sobre Mitrídates es Luis BALLESTEROS-PASTOR, Mitrídates Eupator, rey del
Ponto, Granada 1996.
los moradores de aquellas regiones. Una vez finalizada la guerra, las medidas
de Sila acaban por empujar a la práctica de la piratería a un enorme número de
personas, incapaces de afrontar la nueva situación económica que los desastres
del conflicto y las elevadas reparaciones exigidas por los romanos precipitan.
Pero rápidamente, a la vista de los beneficios que se pueden obtener, amplios
grupos de sectores medios, o incluso de las clases dirigentes de Asia, se em-
barcan en estas actividades, como sugiere la proliferación de las bandas de pi-
ratas, que necesitan por fuerza de ciertos aportes económicos que no pueden
sino provenir de mecenas de elevado rango social.41
La expresión “cilicio” se refiere, pues, a distintas bandas de piratas del Me-
diterráneo con una conciencia de grupo que les permitía forjar una solidaridad
con un fuerte componente psicológico, que se manifestaba en la reacción con-
tra un enemigo común: el mundo que les rodea y los poderes que lo controlan,
es decir, Roma. Pensamos que la situación de la primera mitad del siglo I a.C.
debió ser de esta forma porque los piratas entienden que dichos poderes están
empeñados en alterar definitivamente su modo de vida:
Porque mientras que los romanos estaban ocupándose de sus enemigos, los
piratas habían ganado gran poder, navegando desde numerosas bases, y
añadiendo a sus bandas a gentes de toda condición, hasta el punto de que algunos
de ellos, como si fueran aliados, auxiliaban a muchos otros. Ya he relatado hasta
qué punto actuaban en conexión con otros. Cuando estas guerras hubieron termi-
nado, los piratas, en lugar de desistir y abandonar sus actividades, inflingieron
por si mismos muchos y serios daños a los romanos y a sus aliados.42
Pero ellos propiciaban las mayores injurias a los romanos, incluso atacando des-
de el mar sus caminos y saqueando en los mismos y asaltando las villas cercanas.
Una vez también apresaron a dos pretores, Sextilio y Bellino, revestidos con sus
togas púrpuras y se los llevaron junto a sus auxiliares y los líctores. También
capturaron a una hija de Antonio, un hombre que había sido honrado con un
triunfo y exigieron un gran rescate por ella. Pero su acto más cruel era el
siguiente: cuando uno de sus prisioneros gritaba que era romano y decía su
nombre fingían sentir terror y miedo, se golpeaban los muslos y se arrodillaban
ante él suplicándole que los perdonase; éste, al verlos tan afligidos y en actitud
de súplica, quedaba convencido. A continuación, unos le ponían los zapatos y
otros lo vestían con una toga para que en otra ocasión no se le dejase de
reconocer. Tras burlarse de él de este modo y divertirse durante mucho tiempo,
al final arrojaban una escalera de mano en medio del mar y le ordenaban que
41
Thomas BROUGHTON, Roman Asia Minor, en: An Economic Survey of Ancient Rome, ed.
Tenney FRANK, Baltimore 1938, vol. IV, p. 500-918, p. 521-522 con nota número 112. Plut.
Pomp. 24.2.
42
Dion Casio 36.20.4. RAUH, Pirates (véase nota número 29). IDEM, Who were the Cilician
(véase nota número 10), p. 279: τῶν γὰρ Ῥωμαίων πρὸς τοὺς ἀντιπολέμους ἀσχολίαν
ἀγόντων ἐπὶ πολὺ ἤκμασαν, πολλαχόσε τε περιπλέοντες καὶ πάντας τοὺς ὁμοίους σφίσι
προστιθέμενοι, ὥστε τινὰς αὐτῶν καὶ ἐν συμμαχίας λόγῳ συχνοῖς ἐπικουρῆσαι. Podemos
apreciar en este pasaje cómo las bandas de piratas acogen en su seno a gentes de todas las
condiciones. En este mismo texto hemos visto con anterioridad cómo estos grupos coopera-
ban entre sí y luchaban de forma coordinada contra los romanos.
43
Plutarco, Vida de Pompeyo 24-25.
44
AVIDOV, Where the Cilicians (véase nota número 20), p. 41. Este autor defiende que cuando
los autores clásicos hablan de la piratería como uno de los pasos de la evolución económica
de las sociedades humanas debemos considerar estas opiniones como un reflejo del diálogo
entre el barbarismo y la civilización, una cuestión que se convirtió en uno de los principales
topos filosóficos durante la Antigüedad. Véase Yves DAUGE, Le barbare. Recheches sur la
conception romaine de la barbarie et la civilisation, Brussels 1981, p. 48. Patrick THOLLARD,
Barbarie et civilisation chez Strabon, Paris 1987, p. 8-12.
45
Jacques HARMAND, L’armée et le soldat a Rome de 107 à 50 avant notre ère, Paris 1967, p.
216. Peter GREENHALGH, Pompey. The Roman Alexander, London 1980, p. 98.
48
Johannes HOUWINK TEN CATE, The Luwian Population Groups of Lycia and Cilicia Aspera
during the Hellenistic Period, Leiden 1961, p. 31-32.
49
Para un profundo análisis de la relación entre los piratas y el tráfico de esclavos véase Alfon-
so ÁLVAREZ-OSSORIO, Los piratas contra Roma (ver nota número 13), p. 148 y siguientes,
con abundante bibliografía al respecto.
50
William HARRIS, Towards a Study of the Roman Slave Trade, en: The Seaborne Commerce
of Ancient Rome (véase nota número 23), p. 117-140, aquí p. 122.
51
Para HOPWOOD, The Links between the Coastal (ver nota número 10), p. 305, la riqueza de
las ciudades costeras de la zona durante la etapa imperial debe ser conectada con el tráfico
comercial que pasaba a lo largo del Estrecho de Chipre. Véase BLACKMAN, The Harbours
(ver nota número 19), p. 357. William SEGÚN BALL, Rome in the East. The Transformation
of an Empire, London/New York 2000, p. 236, los trabajos arqueológicos en este área son es-
casos, auqnue ha habido varias campañas de prospección. La línea de costa entre Seleucia
(hoy en día Sifilike) y Coricos (la moderna Kiz Kalesi) está repleta de restos urbanos. Algo
similar sucede entre los antiguos yacimientos de Olba, Pompeiopolis e Hierapolis Castabala.
El auge urbano comienza con la dominación romana y creemos que puede ser una de las ra-
zones que explique el descenso de la actividad pirática en Cilicia y Panfilia. Toda esta pro-
blemática arqueológica está tratando de ser resuelta por el Prof. Nicholas Rauh y su equipo
con el Rough Cilicia Archaeological Survey Project.
52
ÁLVAREZ-OSSORIO, Deudores que evitan nuevas deudas (véase nota número 47).