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AUDIENCIA GENERAL
Aula Pablo VI
Miércoles 23 de febrero de 2011
San Roberto Belarmino, del cual deseo hablaros hoy, nos lleva con la memoria al
tiempo de la dolorosa escisión de la cristiandad occidental, cuando una grave crisis
política y religiosa provocó el distanciamiento de naciones enteras de la Sede
Apostólica
Nació el 4 de octubre de 1542, en Montepulciano, cerca de Siena, era sobrino, por parte
de madre, del papa Marcelo II. Tuvo una excelente formación humanística antes de
entrar en la Compañía de Jesús el 20 de septiembre de 1560. Los estudios de filosofía y
teología, que realizó entre el Colegio Romano, Padua y Lovaina, centrados en santo
Tomás y en los Padres de la Iglesia, fueron decisivos para su orientación teológica.
Ordenado sacerdote el 25 de marzo de 1570, fue, durante algunos años, profesor de
teología en Lovaina.
San Roberto Belarmino tuvo un papel importante en la Iglesia en las últimas décadas
del siglo XVI y de los primeros años del siglo sucesivo.
Sus Controversiae constituyeron un punto de referencia, todavía válido, para la
eclesiología católica sobre las cuestiones acerca de la Revelación, la naturaleza de la
Iglesia, los Sacramentos y la antropología teológica. En estos se acentúa el aspecto
institucional de la Iglesia, con motivo de los errores que circulaban sobre tales
cuestiones. Incluso Belarmino aclaró los aspectos invisibles de la Iglesia como el
Cuerpo Místico y lo ilustró con la analogía del cuerpo y del alma, con el fin de describir
la relación entre las riquezas internas de la Iglesia y los aspectos exteriores que la
vuelven perceptible. En esta obra monumental, que intenta sistematizar las varias
controversias teológicas de la época, él evita todo corte polémico y agresivo respecto a
las ideas de la Reforma, y usa los argumentos de la razón y de la Tradición de la Iglesia
e ilustra de un modo claro y eficaz la doctrina católica
En los Ejercicios espirituales de san Ignacio, Belarmino daba consejos para comunicar
de un modo profunda, también a los más sencillos, la belleza de los misterios de la fe.
Escribió “Si tienes sabiduría, comprendes que has sido creado para la gloria de Dios y
para tu salvación eterna. Esta es tu finalidad, este es el centro de tu alma, este es el
tesoro de tu corazón. Por esto, considera bueno para ti, lo que te conduce a esta
finalidad, verdadero mal lo que no lo hace. Sucesos prósperos o adversos, riquezas y
pobreza, salud y enfermedad, honores y ultrajes, vida y muerte, el sabio no debe ni
buscarlos ni evitarlos por sí mismo. Son buenos y deseables solo si contribuyen a la
gloria de Dios y a tu felicidad eterna, son malos y evitables si la obstaculizan” (De
ascensione mentis in Deum, grad. 1).
Estas, obviamente no son palabras pasadas de moda, sino palabras para meditar
largamente hoy por nosotros para orientar nuestro camino sobre esta tierra. Nos
recuerdan que el fin de nuestra vida es el Señor, el Dios que se ha revelado en
Jesucristo, en el cual Él continúa llamándonos y prometiéndonos la comunión con Él.
Nos recuerdan la importancia de confiar en el Señor, de vivir una vida fiel al Evangelio,
de aceptar e iluminar con la fe y con la oración toda circunstancia y toda acción de
nuestra vida, siempre deseosos de la unión con Él. Gracias.
Saludo con afecto a los peregrinos de lengua española, en particular a las Aliadas
Carmelitas Descalzas y a los demás grupos procedentes de España, Méjico, Chile y
otros países de América latina. Que la enseñanza y el testimonio de vida de san Roberto
Belarmino, ilumine también nuestro camino hacia Dios en la Iglesia. Muchas Gracias.