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2008
BOLETÍN de la A.N.H.
Vol LXXXV N° 180
ISSN N° 1390-079X
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PPL Impresores 2529762
Quito
flandazurippl@andinanet.net
diciembre 2008
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ÍNDICE GENERAL
Editorial 7
HACIA EL BICENTENARIO 11
La influencia de Quito en la emancipación
del Continente Americano
Jacinto Jijón y Caamaño 13
¿Quito o Chuquisaca-La Paz?
Hernán Rodríguez Castelo 83
La rebelión de los estancos
Enrique Muñoz 109
Quito Luz de América
Grecia Vasco 119
5
Nuevos descubrimientos arqueológicos en el Azuay
Bolívar Cárdenas 316
Bienvenida al Dr. Fausto Palacios
Plutarco Naranjo 327
Apología, honores y reinvindicación de Celiano Monje
Fausto Palacios 330
Bienvenida a la Dra. Lois Roberts
Benjamín Rosales 344
El escribir historia
Lois Roberts 348
RECENSIONES 373
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C
omo en el número anterior, esta nueva entrega del Bole-
tín de la Academia Nacional de Historia se abre por la
sección “Hacia el bicentenario”. Quito y el Ecuador repu-
blicano, que se formó en torno a ese núcleo de la nacio-
nalidad, se aprestan a celebrarlos 200 años de los sucesos que
se iniciaron en la navidad de 1808 y tuvieron sus momentos
culminantes, de drama y tragedia, el 10 de agosto de 1809 y el
2 de agosto de 1810. Es la celebración de una gesta que inició
en América del Sur el camino hacia la independencia. Por si
alguna duda abrigase alguien de esa condición inicial de la
revolución quiteña, se comenta en este número del Boletín, am-
pliamente, a medida de su importancia, un libro que, cuando el
primer centenario, lo probó, en respuesta a cierta publicación
de un historiador boliviano, esa gran figura de la historiografía
ecuatoriana que fue el guayaquileño Camilo Destruge.
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HACIA EL
BICENTENARIO
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INFLUENCIA DE QUITO EN LA EMANCIPACION
DEL CONTINENTE AMERICANO
A
LA INDEPENDENCIA (1809-1822)1
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dad; pero que en el Alto Perú tenía una significación muy grande: la
sublevación de Pumacahua difícil es decir si es una escena de la eman-
cipación, o si en ella se prolongan las guerras de Túpac-Amaru.
Las lecciones que de estas comparaciones se deduce, hallan
también plena demostración si se ponen en paralelo el movimiento
argentino y el venezolano, centros predestinados para la victoria y con-
clusión de la obra empezada por Quito y Chuquisaca; una misma pare-
ce ser, a primera vista, la gestión histórica de Bolívar y San Martín,
vana apariencia: la invasión inglesa arrastra a la revolución a los mora-
dores de la capital de Virreinato del Sur; Miranda, al servicio de
Inglaterra, se presenta en las costas de su patria a libertarla, y Miranda,
el girondino, el General de la República francesa, trasplanta a América
doctrinas y procedimiento de la Gran Revolución y en su patria im-
planta definitivamente la manera francesa. Napoleón y Bolívar se ase-
mejan, el Imperio palpita bajo la Dictadura Colombiana.
La aspiración por la autonomía estaba en toda América: de
Behering al Cabo de Hornos, el mismo fin persiguen los colonos ingle-
ses, los españoles o los lusitanos: para lograrlo, en todas partes hay
héroes dispuestos al sacrificio; mas la concepción del modo de adqui-
rir bien tan preciado es distinta en cada uno de los varios núcleos y
diverso el modo de comprender su goce. Un simple accidente determi-
na el momento de empezar la lucha; las condiciones geográficas, el
medio racial fijan la marcha de los acontecimientos; acciones y reaccio-
nes conducen a los pueblos a resultados no previstos.
No se independiza América ni porque filósofos y literatos del
siglo XVIII destruyan con sus escritos las bases de las organizaciones
monárquicas del Renacimiento, ni porque Rousseau predica el evange-
lio revolucionario, y menos aún porque Francia, ensangrentada, des-
trozada por las disensiones intestinas, pase de la anarquía al Imperio,
con mengua de la lógica y quiera democratizar el mundo, avasallándo-
lo a su Emperador, a sus Mariscales. América va a la autonomía, pues
todo un mundo no puede depender de otro, porque los hijos de los
europeos no son capaces de considerarse inferiores, por sólo el hecho
de haber nacido en tierras más ricas, más extensas, más grandiosas que
aquellas en que vieron la luz sus progenitores.
Si la conquista de América hubiera dejado existentes núcleos
sociales, organizados de la primitiva raza del Continente, con su pro-
pia cultura, sus peculiares instituciones, sometiéndolos tan sólo a la
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2 Información de méritos y servicios del doctor Eugenio Espejo – Archivo de la Corte Suprema
de Justicia. Quito.
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Conde de Selva Florida. ¡Oh, qué feliz el que podía hablar a la Católica
Majestad, con el sombrero puesto!. Por tan suprema dicha, infinidad de
héroes habrían sin vacilar, corrido al sacrificio!. A menos de tener el feo
pecado de la avaricia, sólo veían nuestros padres en los bienes materia-
les un medio de obtener honores: pacientes, sufrían privaciones para
fundar una capellanía, comprar un enterramiento, que enalteciese a la
descendencia, sin importarles no gozar ellos mismos del fruto de sus
sudores. Una vinculación, un mayorazgo, sueño dorado; el apellido,
bandera de honor que en sí encierra todo lo que se admira en los
padres y se ama en los hijos, estaba asegurado contra los embates del
tiempo y la fortuna; conseguido, podía un hidalgo dormir tranquilo, su
progenie bendeciría al fundador; por el descanso eterno de su alma,
regularmente, una, dos o más veces al año rezarían graves religiosos.
Ser cabildante, ejercer un Corregimiento, tener una plaza de
Oidor, ser Presidente de Audiencia, era, a más de disponer de las gan-
gas de un poder, más o menos grande, ocasión propicia de contraer
méritos, para obtener mercedes y ascender a un grado en el escalafón
social.
Lo dicho expresa, aun cuando de modo pálido e impreciso, las
aspiraciones de la sociedad española, siendo el realizarlas mucho más
fácil a los nacidos en la península o en una capital virreinal que a los
que la suerte había señalado por cuna una ciudad, sede de oscura
Audiencia.
En 1665 llegaba a Quito un chapetón llamado Silvestre Sánchez
Flórez: antes de embarcarse, había pedido se le diese certificado de lim-
pieza de sangre, y obtuvo sentencia de ser cristiano viejo; y como sólo
el infeliz gañán no tiene en Castilla pretensiones de infanzón, aun se
dijo en el despacho algo que podía interpretarse como calificación de
nobleza…
En Indias no debieron faltarle apoyos, y es de suponer fue
laboriosa su vida, probablemente, oscura, no dejó otra huella que expe-
diente citado3.
Dueño de colosal fortuna, su descendiente Antonio abrióse
ancho campo en la sociedad; gruesa suma de doblones costóle el ser
Marqués de Miraflores, título que obtuvo en 17514; lenguas maldicien-
tes, probablemente las de aquellos que en él verían un nuevo rival,
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murmuraron de sus blasones y para acallarlas fue preciso una carta del
Virrey de Lima que el influyente Marqués hizo de insertase en las actas
del Muy Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento5. Don Antonio tenía
alientos y pesos para todo, guardó en Quito para que perpetuase la
familia a su hijo Mariano y despachó a España a Ignacio, pues sólo
viviendo en la Metrópoli podía con sus relevantes méritos llegar a
mayor altura. Logrólo, en efecto: Gobernador de Moxos, Presidente de
Charcas, fue el eminente criollo nacido en Latacunga; valor, ilustración,
inteligencia le habrían quizás elevado hasta el solio virreinal; su fortu-
na fue próspera mientras contó con protector tan poderoso como el
ilustre Vertiz; mas era criollo, confabuláronse contre él los peninsulares
y consiguieron que muriese en una prisión.
¿Qué sentiría su hermano Mariano, el Marqués de Miraflores,
el de nuestra Junta Suprema, al ver que a Don Ignacio no le había vali-
do el librar a La Paz del cerco que le tenía puesto Túpac-Catari, ni el
haber sido uno de los más notables gobernantes de las Charcas! ¡Cómo
resonarían en su alma adolorida aquellas voces que desde el confín
meridional de los dominios españoles le decía que el gran crimen de su
hermano había consistido en nacer en América6 y cuya exactitud podía
comprobar con sus propios ojos! ¿No pensaría que él, como todos sus
paisanos, era víctima de una gran injusticia? ¿Que la carrera gloriosa
de los Flórez había llegado a su cenit, y estaba condenada a infecundo
estancamiento? ¡Cuántas veces en su interior, habrá repetido, conside-
rando que la liberación de La Paz, si hubiese sido obra de un peninsu-
lar, en Francia o en Italia, habría sido premiada con la Grandeza y con
inmensas prerrogativas, la justa queja tantas veces exhalada por los
conquistadores, que habiendo ellos aportado a la Corona de Castilla
más dominios que un Duque de Alba, recibían menor galardón que un
Capitán de Flandes!.
No sólo los altos puestos administrativos eran ejercidos, de
ordinario, pues no faltaron algunos Presidentes criollos por los penin-
sulares, sino que aun en los cargos secundarios tenían preferencia los
nacidos al otro lado del Atlántico.
Por disposición real, en los empleos municipales, en las prela-
cías monásticas debía observarse la alternativa: un vecino o fraile crio-
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8 González Suárez.- Historia General de la República del Ecuador. Vol. V, Pág. 483. Quito, 1894.
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11 Frazer.- The Magic Art and Evolution of Kings. Vol. I, London, 1913, págs. 368 a 370
12 Museo Británico.- Mss. Add. 33983.
13 González Suárez.- Historia, Vol. IV, Págs. 139 y sgtes.
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dente. Produjo esto tal irritación en los quiteños “que los desacuerdos
entre el Padre Andrés de Zárate y los miembros del Ayuntamiento de
Quito, llegaron a ser división entre españoles y criollos, y rompimien-
to entre europeos y americanos. En efecto, los quiteños, dice González
Suárez, cayeron en cuenta de que los españoles oprimían a los criollos;
advirtieron que los europeos consideraban a los americanos como si
fueran hombres de otra especie, cuyo destino fuese el de servirlos y
estarles sujetos; y aquella malquerencia sorda, que ya desde tiempo
atrás venía fermentando secretamente en el pecho de los criollos, se
manifestó al descubierto en amargas censuras, en murmuraciones y en
críticas contra los españoles: la ciudad se encontró fraccionada en ban-
dos, tanto más irreconciliables cuanto el odio que los dividía era engen-
drado por el amor a la tierra del propio nacimiento”.14
Después de este suceso, los Presidentes criollos don José de
Araujo y Río y don Fernando Sánchez de Orellana gobernaron rodea-
dos de la odiosidad y desprecio de los peninsulares; el último debió
sufrir las consecuencias de la altanería del aragonés Fray Gregorio
Ibáñez Cuevas, cuando Quito estuvo perturbado por asuntos de régi-
men interno, de la Orden Seráfica.15
El establecimiento del estanco de aguardiente motivó la suble-
vación del pueblo de Quito, el 22 de Mayo de 1765, en la cual saqueó
las casas en que se guardaba el aguardiente. La Audiencia, atemoriza-
da, debió ceder y abolir el nuevo impuesto16. Satisfízose el pueblo, pero
continuó alborotado; los peninsulares formaron por esto una guardia,
para defensa propia y de los magistrados; el mes siguiente, el 18, el
barrio de San Roque impuso al Obispo el nombramiento de un párro-
co de su agrado; el 19 se levantó la gente de San Blas para sacar de la
cárcel a un tal Ballinas. Las prisiones hechas en la noche del 21 por una
partida de 15 o 20 europeos, capitaneados por el Corregidor, los casti-
gos que se impusieron a algunos de los aprehendidos dieron motivo al
levantamiento del 24, cuyo objeto era el de “matar a todos los chapeto-
nes”; a las 12 de la noche, después de varios encuentros favorables a los
quiteños, el pueblo atacó la casa de don Angel Izquierdo, con el fin de
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17 Diario de lo acaecido en San Francisco de Quito, desde el día 22 de Mayo hasta el 12 de Julio
a las 7 de la mañana que fue el día de mi salida.- Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
18 Azcaray.- Serie Cronológica de los Presidentes. Quito, 1794.
19 González Suárez .- Op. cit., Vol V. Pág. 222
20 Nació en 1747.
21 Viteri.- Un libro autógrafo de Espejo.- Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Histó-
ricos Americanos, Vol. IV, págs. 340 y sgtes.
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23 José de Espeleta al Duque de Alcudia. Santa Fe, 19 de Noviembre de 1794. Muñoz y Guzmán
a Ezpeleta. Quito, 21 de Octubre de 1794.- Archivo de Indias.- Estado-Santa Fe. Legajo 2º.
24 José de Ezpeleta al Duque de Alcudia. Bogotá, 19 de Enero de 1795. Copia legalizada de la
carta.- Archivo de Indias. Estado–Santa Fe. Legajo 1º.
25 Vista fiscal y sentencia del proceso seguido al Dr. Juan Pablo Espejo.- Ms. Biblioteca Jijón y
Caamaño.
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choso a las autoridades españolas.- Benito Pérez a Montes, Panamá, 23 de Marzo de 1811.-
Información sumaria sobre Arechaga.- Quito, Mayo de 1813.- Archivo de Indias. Sevilla,
126-3-11.
31 El Comercio. Quito, martes 10 de Agosto de 1909
32 “Representación de Quito al Exmo. Diputado del Virreinato del Perú, señor don José Silva
y Olave.- El Porvenir. Quito, 10 de Agosto de 1920.
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delito, ni puede haberlo, pues a más de ser tan santos los objetos y
fines, son los mismos que tiene la Suprema Junta de la nación… Creía-
mos que teníamos los mismos derechos que los pueblos de la Penínsu-
la porque no somos ni menos hombres, ni menos vasallos de Fernando
VII que los españoles europeos… Callamos… el desprecio, las vejacio-
nes, la humillación y la adversidad con que hemos sido tratados, con el
mayor ultraje y dureza. Día llegará en que se presenten a toda luz y se
acrediten con pruebas justificables. Nos atrevemos a creer que si en los
demás países de América han sido tratados sus naturales con la dulzu-
ra y suavidad que ordenan las leyes y en las presentes circunstancias
encarga la Suprema Junta; en Quito hemos sido considerados como
bestias de carga y como esclavos destinados a arrastrar cadena de hie-
rro. Ni el mérito, ni la virtud, ni el nacimiento, ni los talentos, ni otra
alguna calidad han sido recomendación para el premio y la justicia.
Envueltos en la indigencia y la oscuridad han acabado sus días, los que
no han tenido el talento o la humillación de negociar por medio de una
abatida y vergonzosa lisonja…”
General ha sido la creencia de que estos documentos no son la
expresión sincera del pensamiento de los próceres, quienes, desde un
principio concibieron y desearon la total emancipación de las colonias,
mas no se atrevieron a reclamarla, por no herir los sentimientos de las
masas; los que así discurren se ven obligados a falsear todo el proceso
histórico de la separación, a ignorar hechos trascendentales ocurridos
con posterioridad y la psicología criolla, de principios del siglo XIX,
irrogándoles a los próceres grave injuria, atribuyéndoles perjurios y
engaños muy ajenos de almas generosas.
Aspiraban a gobernarse por sí mismos, a tener iguales dere-
chos que los peninsulares, a poner término a la condición ilegal de va-
sallos inferiores, regenerando el régimen colonial; estos deseos existían
de antaño, apóstoles de la talla de Espejo predicaron la reforma; los
sucesos de España prestaron ocasión propicia para realizarlos de mo-
do, diremos constitucional; el tiempo, la resistencia española, los crí-
menes cometidos y tolerados por el Gobierno peninsular, la natural
evolución de los hechos condujeron a América, no a la autonomía, a la
independencia y a la República. Los Convencionales del 89 pensaron,
acaso, en convertir la Francia en República?
Apenas instalada la Junta Suprema, tratóse de realizar el atina-
do plan de Espejo: América, al unísono, debía reasumir el ejercicio de
la Soberanía y poner término a la opresión de los peninsulares.
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33 Blanco y Azpurúa.- Documentos etc., Vol. II, Caracas, 1875, Pág. 237.- Baralt y Díaz.-
Resumen de la Historia de Venezuela. Vol I., Paris, 1841, Pág. 54.
34 Archivo Histórico Nacional de Madrid.- Consejo de Indias. Legajo 192.
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No terminó allí su gloriosa gestión, pues, aun cuando los acon-
tecimientos de 1811 y 1812 no tuvieron la importancia americana que
los del bienio antecedente, demostraron que el pueblo que inició la
lucha sabía continuarla con honra, hasta sucumbir heroicamente; por
desgracia, este período de nuestra historia es aún poco conocido; en
numerosas equivocaciones incurren, al tratarlo, los escritores, y mu-
chos hechos se narran con menoscabo de la verdad, sufriendo, con ello,
la reputación de sus actores.
Rectificar las narraciones corrientes, basándose en documentos
auténticos, es obra larga y difícil; mas, requerida por la verdad y el
patriotismo44.
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Las quejas de los Americanos eran conocidas en la Península,
adonde había llegado ya noticia de los primeros estallidos de la revo-
lución continental; absorbidas todas las fuerzas de la Madre Patria por
la guerra contra el Emperador de los franceses, no podía enviar tropas
a América y optó por remitir a las colonias unas cuantas líricas decla-
raciones, juntamente con criollos influyentes encargados de la misión
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En los dos años y meses que duró nuestro segundo Gobierno
autónomo, Quito debió arrostrar toda clase de sufrimientos; fueron, sin
duda, los más agudos de los provenientes del riguroso bloqueo que
impusieron los españoles. Cuenca, no obstante tener en su seno algu-
nos vecinos insurgentes, como se llamaban los partidarios de la Inde-
pendencia, por el influjo de su Obispo, Quintián Ponte y Andrade, y
del Gobernador, don Melchor de Aymerich, gozaba con ser interina-
mente la Capital del Reino, opuso tenaz resistencia a los ejércitos liber-
tadores; Guayaquil que, por un curioso juego de la fortuna, declaró el
9 de Octubre de 181047 guerra a Quito, fue una sólida base para las ope-
raciones que, desde el Perú, organizaba el Virrey Abascal; Pasto, indo-
mable refugio del coloniaje, amenazaba al nuevo Estado por el Norte.
Toda comunicación con el exterior era imposible, apenas si la
ocupación de Esmeraldas fue momentáneo alivio; los peninsulares,
47 Acta del Cabildo Civil de Guayaquil con asistencia de los Diputados a Cortes, J. J. de Olme-
do y Vicente Rocafuerte.- -Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9.
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señores aún del Pacífico, bien pronto ocuparon el puerto, que, por lo
fragoso del camino que lo unía a la Sierra, era no sólo indefendible,
sino de poco provecho.
Las nuevas del exterior debían pasar por el tamiz chapetón, y
ningún producto extranjero podía llegar a Quito; felizmente, situado
en una comarca rica, cuya agricultura produce la mayor parte de los
alimentos necesarios al hombre civilizado, tardó en sufrir las conse-
cuencias de su aislamiento: no faltaban en el interior ciertas manufac-
turas, obreros hábiles en todas las artes continuaron proveyendo a las
necesidades más imperiosas; mas, a la par que muchos objetos que pu-
diéramos llamar de lujo, faltó uno de primera necesidad, la sal: desde
tiempos prehistóricos, la que se consumía en el callejón interandino era
elaborada en la costa de Guayaquil, que surtía con tan indispensable
artículo, hasta a las poblaciones de Pasto; las escasas y malas salinas
del callejón interandino no bastaban para las necesidades de la pobla-
ción, y artículo tan indispensable llegó a ser objeto de lujo, usado con
parsimonia en las mesas de los potentados48.
El estancamiento del comercio produjo la miseria en las pobla-
ciones de tratantes, el malestar financiero en las ciudades; los ejércitos
enviados por la Junta habían consumido el dinero en sus expediciones,
había escasez de numerario y la pobreza era alarmante.
El Gobierno patriota, aún mal establecido, había carecido de la
energía suficiente para mantener el orden interno; algunos pacíficos
campesinos convertidos en soldados y provistos de armas, encontran-
do cómoda la vida aventurera, se habían trocado en ladrones y asola-
ban las campiñas 49 .
La agricultura, desprovista de los brazos que se destinaban a la
defensa de la Patria, no era suficiente para satisfacer las necesidades
del pueblo.
Aunque la fábrica de pólvora de Latacunga producía artículo
tan necesario para la guerra, no por eso era menor la carencia de per-
trechos. Con justicia, escribe un contemporáneo: “El pueblo de Quito
no se dejó vencer por cobardía… La causa se perdió con la muerte de
sus atletas y si el terreno se dejó al enemigo, fue cuando no hubo una
sola bala que arrojarle. En esa larga campaña se agotaron todos los
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Don Carlos Montúfar, al instalar la Junta Superior de Gobierno
(27 de Septiembre de 1810), hizo algo menos que los próceres de
Agosto: la nueva institución no era Soberana y estaba, en parte, forma-
da por las autoridades españolas; Quito reconocía al Consejo de la Re-
gencia, mientras se mantuviese en un lugar de la Península, libre del
dominio francés y en guerra con José Bonaparte, quedando, en caso
contrario y en el de trasladarse a América, libres los quiteños para esco-
ger el modo de gobernarse. La Junta dependía sólo del Consejo de la
Regencia.51
Esta Junta fue aprobada por la Regencia, en Real Orden de 14
de Mayo de 1811; debía subsistir hasta que las Cortes resolviesen la
Constitución de la Nación española; un mes antes, había Larrumbide
comunicado al Presidente de Quito esta resolución, que se conocía ya
aquí el 8 de Octubre52. Desde entonces, el Gobierno de Quito era legí-
timo, aun para los peninsulares. Tardía providencia, tropas quiteñas
habían conducido la feliz campaña sobre Pasto, y la primera expedi-
ción del Sur parecía garantizar que no sería el territorio de Quito inva-
dido por el Sur.
En Febrero de 1811, Selva Alegre, verdadero Jefe del Gobierno,
aunque sólo fuera el Vicepresidente de la Junta, se felicitaba por “la
libertad americana que tan gloriosamente se ha proclamado en estas
felices regiones, sin faltar a la fidelidad debida a nuestro legítimo So-
berano”53; mas las opiniones corrientes en Quito eran ya bastante avan-
zadas: el Dr. Rodríguez, en el Cabildo Abierto que se celebró para
declarar guerra a Tacón, el 4 de Julio, dijo a don Carlos Montúfar que
hasta cuándo estaban con la simpleza del reconocimiento a la Regencia
y que ya era tiempo sustituyese el título de Comisario Regio, por el de
51 Expedientillo sobre la instalación de la Junta.- Archivo de Indias, Sevilla. Estante 126, Cajón
3, Legajo 9.
52 El Ayuntamiento de Guayaquil al Secretario de Estado. Guayaquil, 25 de Octubre de 1811.-
Larrumbide al Presidente de Quito, Cádiz, 14 de Abril de 1811.- Castilla al Gobernador de
Guayaquil. Quito, 8 de Octubre de 1811. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
53 Selva-Alegre a la Junta del Socorro. Quito, 20 de Febrero de 1811.- Id. Id. Id.
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54 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Id- id. Id.
55 Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-10.
56 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
57 Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
58 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-10
59 Carta del Dr. Aguilar al Cabildo de Riobamba. Quito, 12 de Octubre de 1811.- Archivo de
Indias, Sevilla, 126-3-11.
60 Actas del Cabildo Metropolitano. Libro 22.
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65 Acta del Soberano Congreso. Quito, 11 de Diciembre de 1911.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-11.- Firmaron esta acta: el señor Cuero como Presidente; el Marqués de Selva –Alegre,
Vicepresidente; Dn. Manuel Zambrano, representante del Ayuntamiento; Calixto Miranda,
de Ibarra; Rodríguez Soto, del Cabildo Eclesiástico; Prudencio Váscones, del Clero Secular;
Fray Alvaro Guerrero, del regular; el Marqués de Villa Orellana y don Mariano Guillermo
Valdivieso, de la nobleza; Manuel Larrea, por el barrio de Santa Bárbara; Manuel Matheu,
por el de San Marcos; Mariano Merizalde, por el de San roque; Miguel Antonio Rodríguez,
por el de San Blas; el Dr. Francisco Aguilar, por Riobamba; el Dr. José Manuel Flores, por
Latacunga; Miguel Suárez, por Ambato; José Antonio Pontón, por Alausí; Antonio Ante,
por Guaranda; Luis Quijano, Secretario de Estado; Salvador Murgueitio, de Gracia, Justicia
y Hacienda.
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de las de volverse cargados de oro y plata, dejando este Reyno cada día
más pobre y más atrasado en las ciencias, artes y policía que sustentan
e ilustran un Estado”66 .
El Soberano Congreso promulgó la Constitución el 15 de Fe-
brero; entre el texto sancionado y el proyecto del Dr. Miranda se nota
mucha diferencia, sin duda, debida a haberse adoptado el formulado
por el doctor don Miguel Rodríguez 67.
Cuán pequeño fuera hasta entonces el influjo de las doctrinas
enseñadas en El Contrato Social nos dan a conocer “Los artículos del
pacto solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el
Estado de Quito”, cuya concepción es enteramente tomista, según las
doctrinas enseñadas en la Política y su interpretación por Suárez en
Justitia et Jure, no porque en Quito se ignorasen los principios de la
ciencia francesa del siglo XVIII: tan intenso era el deseo de ilustrarse de
los criollos, que los libros de introducción prohibida, por voluminosos
que fueran, llegaban hasta las breñas andinas: en mi biblioteca conser-
vo un ejemplar de la Grand Enciclopedie, trasmitido por herencia desde
la Colonia.
“El pueblo Soberano del Estado de Quito, se lee en la Consti-
tución legítimamente representado, en uso de los imprescindibles dere-
chos que Dios mismo, cono autor de la naturaleza, ha conferido a los
hombres para conservar su libertad y proveer cuanto sea conveniente
a su seguridad, prosperidad de todos y de cada uno en particular… en
consecuencia de haber reasumido los pueblos de la Dominación Espa-
ñola, por las disposiciones de la Providencia Divina y orden de los
acontecimientos humanos, la soberanía que, originalmente, reside en
ellos; persuadidos de que el fin de toda asociación política es la conser-
vación de los derechos del hombre, por medio del establecimiento de
una autoridad política que lo dirija y gobierne… por un pacto solemne
y recíproco convenio de todos los Diputados sanciona… la Constitu-
ción del Estado”.
“El Estado de Quito es y será independiente, reza la Constitu-
ción, de otro Estado y Gobierno, en cuanto a su administración y eco-
nomía interior, reservando a la disposición y acuerdo del Congreso Ge-
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uno y otro, que jamás se ha movido éste sin el influjo de aquél, ni jamás
el bajo se ha negado a condescender con el alto. Por esto es que entre
el uno y el otro hay tal liga, que no se observa cuasi distinción de per-
sonas ni de grados” 73
******
Una de las condiciones que el Gobierno español se vio forzado
a aceptar después de la jornada del 2 de Agosto, fue la de recibir como
Comisionado Regio a don Carlos Montúfar y Larrea.
Castilla y los partidarios de los chapetones, nacidos en uno y
otro lado del Atlántico, no podían forjarse ilusiones acerca del resulta-
do de la llegada a Quito del nuevo funcionario; era criollo, y esto
hubiese bastado para hacerle sospechoso; pero era hijo del Marqués de
Selva-Alegre y, por consiguiente, protegería a su padre y, con él, a todos
los patriotas a quienes el bando contrario habría deseado aniquilar.
Fiel a su comisión que le confiara la Regencia, don Carlos obtu-
vo que la reconociese el Cabildo de Popayán, en donde dejó estableci-
da una Junta semejante a las muchas que existían en España, y aceleró
su viaje a Quito, por exigirlo las necesidades de “esta desgraciada pro-
vincia”, y estuvo en esta ciudad el 12 de Septiembre de 1810, encon-
trando sumida a la población en la mayor confusión, por la desconfian-
za que reinaba entre el pueblo y el Gobierno.
“Mi principal objeto”, escribía pocos días después a la
Regencia, “es tranquilizar” al pueblo, “procediendo en todo de acuer-
do con el Gobierno y conciliando las obligaciones de vasallo y compa-
triota, a pesar de que el actual Jefe, preocupado al principio de ideas
adversas sugeridas por el espíritu de partido de las personas mal inten-
cionadas, se manifestó poco satisfecho de mi comisión” 74.
Siete días después de su llegada, Montúfar, bien enterado ya,
sin duda, de la situación de Quito, principió a ejercer su benéfica
misión: reuniéronse, en efecto, el 19, el Obispo, el Provisor Manuel José
Caicedo, Joaquín Sánchez de Orellana, Tomás Arrechaga, Joaquín Pé-
rez de Anda, Pedro Jacinto de Escobar, Francisco Javier Salazar, Manuel
Guillermo Valdivieso, representantes de los Cabildos Civil y Eclesiás-
tico, del clero, la nobleza, y el Fiscal y Asesor interino, bajo la presiden-
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ñías de Pardos del Real de Lima, con igual número de piezas de artille-
ría, y, por último, diez días después, todo el resto del ejército que
comandaba Arredondo102. Mientras tanto, dirigía proclamas a los mora-
dores de los lugares vecinos a Quito y aun a los de la misma ciudad,
llamándolos a la obediencia103 y enviaba airadas notas a Montúfar y a
sus compañeros, ordenándoles que disolviesen la Junta104.
Mientras iban y venían estas comunicaciones, el Coronel Be-
jarano vagaba entre Ambato y Guaranda, conferenciando ya con Mon-
túfar, ya con Arredondo; viajes que no eran inútiles para la causa ame-
ricana. Montúfar, con su ejército mal armado y equipado (todas las
fuerzas de la Junta no llegaban a 1600 hombres y sólo en Cuenca había
1400 soldados realistas), se dirigía sobre Guaranda, en donde Arre-
dondo mandaba 1.000 hombres veteranos, en su mayor parte, y provis-
to de suficiente armamento105, cuando llegó el Coronel Bejarano del
cuartel patriota y expuso cuán inútil sería la resistencia a Montúfar;
sus razonamientos inspiraron terror a los que en las conciencias sentí-
an culpabilidad por los sucesos de Agosto y resolvieron retirarse106,
mientras las avanzadas patriotas rompían fuegos107.
Aquello no fue retirada, sino precipitada derrota; Arredondo
salió a pie, de noche, por los fragosos caminos, abandonando víveres,
vestidos, animales, pertrechos y artillería. Había caminado un cuarto
de legua, cuando pensó en regresar y batir al enemigo, era tarde: su
ejército carecía de todo elemento de guerra108. La retirada realista fue
precipitada; los patriotas persiguieron la derrota hasta Pozuelos, en
donde tomaron prisioneros, no obstante las torrenciales lluvias que im-
pedían los movimientos del ejército. Gil, que hacía de gobernador de
Guayaquil, colocó las fuerzas que le quedaban disponibles en Bo-
degas109.
102 Actas de las Juntas de Guerra de 19 y 29 de Noviembre celebradas en Guayaquil.- Id., id.,
126-3-10.
103 Proclamas de 28 y 30 de Noviembre.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
104 Molina a Castilla. 29 de Noviembre de 1810.- Molina a Montúfar, 16 de Diciembre de 1810.-
Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
105 Molina a Abascal. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810.- Id., id., 126-3-9.
106 Arredondo a un amigo. San Miguel, 31 de Diciembre de 1810.- Id., id., 126-3-10
107 Cevallos (Pedro Fermín).- Resumen de la Historia del Ecuador. Guayaquil, 1886, Vol. III,
Pág. 100.
108 Arredondo a un amigo. San Miguel, 31 de Diciembre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-10.
109 Molina a la Regencia, s.f.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
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137 La Junta Superior de Gobierno de las ciudades amigas del Valle del Cauca al Cabildo de
Popayán. Cali, 14 de Marzo de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
138 Noticias de Pasto. 8 de Abril de 1811.- Id, id, id.
139 Selva-Alegre a Baraya.- Quito, 20 de Abril de 1811.- Id. a Tacón.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-10.
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160 Selva Alegre – Exposición al Congreso Soberano, 1812 – Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño
161 San Miguel. Vista Fiscal en la 2ª. Causa de Estado al Obispo Cuero. Quito, 2 de Marzo de
1812 – Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
162 La declaración de guerra a Cuenca se hizo el 27 de Diciembre de 1911 – Molina a Abascal.
Cuenca, 29 de Enero de 1812. Copiador de oficios al Virrey del Perú.- Ms. Biblioteca Jijón
y Caamaño.
163 Durante el Gobierno sanchista, don Mariano Guillermo Valdivieso ocupó la Vicepresiden-
cia en vez de Selva-Alegre.- Molina a Abascal. Copiador de oficios. Cuenca, 14 de Abril de
1812.
164 Según Cevallos Vol. III, Pág. 124, Valdivieso donó 100.000 pesos; mas la verdad fue que
prestó 80.000, entregándosele, en garantía, el oro tomado en Pasto, que debía amonedarse
en Popayán, para pagar la cantidad prestada –Acta del Congreso de 16 de Mayo de 1812–
Documentos sobre la insurrección de Quito etc., etc.
165 Borrero. Cuenca en Pichincha. Cuenca, 1911, Pág. 8
166 Abascal narra los sucesos de esta campaña del siguiente modo: “Las hostilidades empeza-
ron de su parte desde Paredones, lugar en donde se hallaba situada la avanzada de Aime-
rich, la cual, cediendo a la superioridad, tuvo que replegarse a las alturas de Llasu en las
inmediaciones del pueblo de Cañar. En enemigo le siguió hasta ese punto en que fueron
oportunamente llegando los refuerzos y en esta disposición aunque disponían algunos
movimientos con objeto de incomodar a las tropas de Cuenca, la serenidad de estas les im-
puso de tal modo, que no osaron en ocho días emprender acción alguna contra ellas (dis-
putas entre sanchistas y montufaristas contadas por nuestros historiadores) que solo mu-
daban de posición según lo que observaban al enemigo. Pero tratando éstos al fin de cor-
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189 Cuero y Caicedo al Cura de Cumbayá. Quito, 3 de Setiembre; y a los Vocales Diputados al
Sur. Quito, 7 de Setiembre de 1812.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
190 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. …
191 Sámano al Secretario de Estado. Bogotá, 29 de Mayo de 1818.- Archivo de Indias, Estado
Santa Fe, Legajo 2.
192 Montes al Comandante Militar de Quito. Calzado, 6 de Noviembre de 1812, 8 a.m.- Archivo
de Indias, Sevilla, 126-3-11.
193 Cevallos. Op. cit., Vol. III, págs. 153-158.- Torrente. Historia de la Revolución Hispano
Americana. Madrid, 1829, Vol I., pág. 285.
194 Montes al Consulado de Lima. Quito, 7 de Enero de 1813.- Documentos sobre la insurrec-
ción de Quito etc., etc.
195 Cevallos, Op. cit., Vol. III, pág. 163.
196 Montes al Consulado de Lima etc., etc.
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197 Los Diputados del Congreso a Sámano. Ibarra, 19 de Noviembre de 1812.- Archivo de
Indias, Sevilla. 126-3-11.
198 Sámano a los Diputados. Otavalo, 21 de Noviembre de 1812.- Archivo de Indias, Sevilla
126-3-11.
199 Los Diputados a Sámano. San Antonio de Caanqui, 22 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
200 Sámano a los Diputados. Atuntaqui, 22 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
201 Sámano a Montes. San Antonio, 25 de Noviembree de 1812.- Id, id, id.
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202 Los Diputados a Sámano. Anafo, 23 de Noviembre de 1812, 9 a.m.- Archivo de Indias,
Sevilla 126-3-11.
203 Sámano a Montes. San Antonio, 25 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
204 Sámano a los Diputados. Atuntaqui, 24 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
205 La fortificación consta, según Cevallos (op. cit., Vol. III, pág. 166); lo demás es lógica con-
secuencia de los documentos citados.
206 Montes al Consulado de Lima.- Documentos sobre la insurrección de Quito, etc., etc.
207 Id, id, id.
208 Id, id, id.
209 Montes al Consulado de Lima etc., etc.- A las proposiciones de paz hechas el 19 contestó
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No fue el vencedor de Quito un militar rudo e inmisericorde,
cual Sámano y Morillo, sino un Jefe de talento superior, hombre calcu-
lado para curar las dolencias de un pueblo, agotado por años de pri-
vaciones y sufrimientos. Don Toribio Montes, si hubiera gobernado
con anterioridad al 10 de Agosto, su nombre lo recordaría la historia
con bendiciones en unión de los Dibuja, Carondelet y otros pocos, muy
pocos Presidentes de la Audiencia de Quito..
Después del triunfo manifestóse riguroso, condenó a muerte a
innumerables patriotas; mas sólo ejecutó a pocos de los sentenciados,
dio garantías a casi todos los comprometidos en las pasadas insurrec-
ciones, repuso a muchos en sus empleos, llegando a captarse la volun-
tad de los criollos; en las elecciones para el Cabildo Constitucional ve-
rificadas el 5 de Setiembre de 1813, Montes estuvo enteramente acorde
con los patriotas210, por los cual y por su dulzura, los realistas descon-
fiaron de él y hasta trataron de deponerle, fin perseguido por la revo-
lución que encabezara Bromista (27 de Junio de 1815). Los enemigos
del Presidente, deseosos de impedir el desenvolvimiento de su política
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Quito con tierno amor hasta sus postrimeros días, cuando todo era ad-
verso al glorioso Libertador, debilitado y enfermo por las fatigas de las
campañas, herido por las calumnias, desilusionado por las resistencias.
Mas, si el acta popular del 29 de Mayo de 1822 confundió el
Reino de Quito en la República de Colombia, cuando se hubo alejado
de la vida pública el héroe venerando, cuando la independencia estaba
ya segura y no era un estorbo sino una necesidad, el funcionamiento
autónomo de las varias nacionalidades históricas de América, Quito
fue la primera ciudad en el Sur, que, por el acta celebrada el 13 de Mayo
de 1830, a consecuencia de la petición hecha un día antes por el Pro-
curador Síndico de su Municipio, heredero del glorioso Cabildo, hizo
renacer el Reino bajo el nombre de Estado del Ecuador, sin imponerle
ninguna de las trabas federales que luego sufrió y que no poco estor-
baron su desarrollo.
Guayaquil, el 9 de Octubre, constituyóse en Estado autónomo.
Esta provincia había formado, desde la Conquista, parte del Reino de
Quito; contra su anexión al Virreinato de Lima, protestaron los patrio-
tas de 1809 y 1811, mas las relaciones comerciales habían desarrollado
entre los realistas guayaquileños gran simpatía por el Perú; de allí, que,
proclamada la independencia, se formaran tres partidos: uno, el perua-
no, que deseaba la anexión al Perú, favorecido y decididamente apoya-
do por San Martín; el de los que soñaban en una nación autónoma, y el
colombiano, que prevaleció al fin, merced a Sucre, Mires y, sobre todo,
a Bolívar, quien llegó a Guayaquil, el 11 de Julio, y, mediante un hábil
golpe de estado, logró la anexión de la provincia a Colombia, el 31 del
mismo, impidiendo, así, que la integridad del Reino de Quito sufriese
menoscabo.
En las asperezas del Juanambú, en las inexpugnables posicio-
nes de Pasto, los ejércitos realistas habían logrado oponer infranquea-
ble valla a los de Colombia. La batalla de Bomboná dirigida por el mis-
mo Libertador, si fue una victoria, no le permitió avanzar en el territo-
rio de Pasto, ciudad que sólo pudo ocupar, merced a las capitulaciones
celebradas, en vista del triunfo de Sucre en Pichincha, el 6 de Junio219.
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No fue para gozar de los frutos de la paz, sino para someterse
a nuevos sacrificios por la libertad, que Quito se incorporó a Colombia.
Muy pronto, después del triunfo, debió soportar otras campañas.
Pasto, que, con heroísmo incomparable y digno de mejor cau-
sa, había sido desde 1809 el baluarte de los realistas, amenazando con-
tinuamente a los independientes del Sur y del Norte, que había sido
militarizado por Montes, Ramírez y Aimerich, que, además de contar
con una población numerosa y valiente, es, por su configuración topo-
gráfica, una fortaleza casi inexpugnable, no se conformó con el triunfo
en Pichincha ni con la capitulación firmada, a consecuencia de esta vic-
toria y de la batalla de Bomboná; se puso en armas a fin de de No-
viembre. No era descabellado el plan de los pastusos; reducir a Quito
era un proyecto temerario, pero no imposible; mas lo seguro era inter-
ponerse entre las dos secciones de Colombia, paralizar los movimien-
tos de Bolívar, imposibilitarle la expedición al Perú, o, por lo menos,
volverla penosa, difícil su avituallamiento, y estando el Libertador in-
comunicado con Bogotá, dividido el Gobierno, podía debilitarse la uni-
dad de acción y hasta suscitarse graves conflictos entre el Jefe del Ejér-
cito y el Encargado del Poder Ejecutivo.
En Diciembre de 1822 hacía mucho tiempo que la correspon-
dencia entre Quito y Bogotá estaba interrumpida, aun por la vía de
Guayaquil, a consecuencia de los sucesos de Pasto220.
Para debelar la reacción pastusa partió Sucre; rechazado en
Taindalá, contramarchó hacia el Sur, para engrosar la expedición orga-
nizada en Quito, con las milicias de esta ciudad, las de Ibarra y Tulcán;
éstas desempeñaron papel importante y fueron las encargadas de reco-
nocer el paso de Funes y obrar por el Cid y Car221.
Sucre ocupó a Pasto, mas no rindió a sus habitantes; tampoco
lo consiguió Bolívar, que fue en persona a poner término a situación
tan molesta.
En Junio de 1823, la guerra que nunca había cesado completa-
mente, tomó mayor cuerpo: el 12, las fuerzas mandadas por el enton-
ces Coronel graduado Juan José Flores fueron vencidas por Agualongo,
no obstante una resistencia valerosa222 y la ciudad de Pasto fue ocupa-
220 Carta de Javier Villacís a José María Zay. Quito, 16 de Diciembre de 1822. Biblioteca Jijón y
Caamaño
221 Cevallos. Resumen de la Historia del Ecuador. Vol. IV. Lima, 1870, pág. 12.
222 Salom a Flores. Pasto, Julio 31 de 1823
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Por la iniciación de la Independencia en el motín del Estanco,
por la propagación de las ideas de libertad con Espejo, por el ejemplo
dado a América en 1809, por la sangre fecunda de los mártires del 2 de
Agosto, Quito ocupa lugar preeminente en la Magna Epopeya que
hizo, de sumisas colonias, pueblos soberanos.
Con su porfiada resistencia en 1811 y 12, con sus sufrimientos
durante la reacción española, escribió Quito páginas de heroísmo en la
historia americana.
El entusiasta fervor en el triunfo, la abnegada incorporación a
Colombia, el haber domado el realismo de Pasto, sin dejar de contri-
buir a la expedición libertadora del Perú, la amorosa fidelidad a
Bolívar, demostraciones son del amor a la Independencia, que los espa-
ñoles afirmaban ser característica del quiteño.
Camilo Destruge en la otra sección de la obra El Mundo Bolivariano; aquí hemos mencio-
nado sólo lo hecho por Quito.
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¿QUITO O CHUQUISACA-LA PAZ?
E
Hernán Rodríguez Castelo
EL CASO ES…
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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SI LA COSA ES DE ANTIGÜEDAD…
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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DE VUELTA A 1809
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
ciones de los miembros del antiguo gobierno”. “Han cesado las fun-
ciones de los miembros del antiguo gobierno”. Destaca Destruye la
oración en cursiva. Con razón. Porque, si esto no es una revolución
política, ¿qué es?
Levanta luego el velo -la metáfora es suya- de otros discursos
y arengas pronunciados por miembros de la Junta, para ver, por deba-
jo de la “convenida y necesaria” protesta de fidelidad a Fernando VII
(monarca que en su lejano cautiverio ningún poder real podía ejercer
sobre Quito), “los verdaderos fines y otro objeto más importante de la
Revolución efectuada”.
El Marqués de Selva Alegre hablaba de “nuestros inviolables
derechos” y “nuestros más íntimos intereses”. Y Quiroga en su alocu-
ción proclamaba: “Se han echado por el voto uniforme del pueblo, los
inmóviles fundamentos de la seguridad pública… La razón afianza su
dignidad y su poder irresistible; y los augustos derechos del hombre ya
no quedan expuestos al consejo de las pasiones, ni al imperioso manda-
to del poder arbitrario… En una palabra, desapareció el despotismo, y
ha bajado de los cielos, a ocupar su lugar, la justicia. A la sombra de los
laureles de la paz, tranquilo el ciudadano, dormirá en los brazos del
Gobierno que vela por su conservación civil y política”. E invocaba a
los pueblos hermanos de América: “¡Pueblos del continente americano!
Favoreced nuestros santos designios; reunid vuestros esfuerzos al es-
píritu que nos inspira y nos inflama. Seamos unos… y conspiremos
unánimemente al individuo objeto de morir por Dios, por el Rey y por
la Patria”. Y Destruge apostilla este texto con nota así: “Fije el Sr. Arce
su atención en esto, y se convencerá todavía más, de que la Revolución
de Quito llevaba en sí misma la idea y el anhelo de EMANCIPACIÓN
DE TODO EL CONTINENTE; y no procedió, como él lo ha dicho, de
manera aislada y para solo una sección americana”.
Y antes de seguir con documentos de enorme peso para pro-
barlo, vuelve a enunciar la tesis fundamental de su alegato:
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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Y LO DE BOLIVIA, ¿QUE?
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
PERO, ¿Y LA PAZ?
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DE VUELTA EN QUITO
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
EL ARGUMENTO DE LA GUERRA
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EL ARGUMENTO PRINCEPS:
LA PALABRA DE LOS LIBERTADORES
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¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?
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LA REBELIÓN DE LOS ESTANCOS DE 1765
PRECURSORA DE LOS MOVIMIENTOS
LIBERTARIOS DE 1809 Y 1810
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Los Estancos
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2 Gabriel Cevallos García. Obras completas. Banco Central del Ecuador Cuenca 1987, pág. 203
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4 Don Pedro Messía de la Cerda nació en Córdova el 16 de febrero de 1700 y falleció en Madrid
en 1783; marqués de la Vega de Armijo, Gran Cruz de San Juan, etc.. De profesión marino
escaló todos los grados, por mérito de guerra, hasta alcanzar el de teniente general de la Real
Armada. En 1760 fue nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada. En su comitiva vino de
España, como su médico personal, el sabio José Celestino Mutis y Bosio (nacido Cádiz en
1732 y que falleció en Santa Fe el 11 de septiembre de 1808). Estableció los estancos en el
virreinato. Regresó a España en 1772.
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LA R E B E L I Ó N D E L O S E S TA N C O S DE 1765
2.- Saldrá Vuestra Señoría de esta capital con los oficiales, tropa,
armamento y municiones que constaran de la relación que detallada
se le entregará y dirigirá rectamente su marcha para la ciudad de
Popayán.
3.- En esta hará alto y comunicando con su gobernador y capitulares
las providencias que convengan expedir para engrosar su gente de ofi-
ciales y soldados, sacándose los primeros que en las Milicias tengan
nombramiento de tales y los segundos habrán de ser reclutados para
que esta disposición tenga la facilidad y surta el buen efecto que se de
desea, comprenderá no solo el distrito de la expresada ciudad, sino las
demás sujetas a su gobierno que estuviesen en distancia proporciona-
da, teniéndose presente que en la agregación ha de mirarse principal-
mente no tanto el número como la calidad y preferir los que volunta-
riamente se ofreciesen al servicio, a los que manifiesten entrar en el
con violencia y repugnancia y a todos se les proveerá del armamento
correspondiente, recogiendo para este intento cuantos se hallen en po-
der de cualesquiera particulares, y esto mismo (la recogida de armas)
observará V.S. en el resto de su tránsito hasta las inmediaciones de
Quito con los respectivos Justicias y Corregidores.
4.- Como a más de la pacificación, objeto principal de su encargo, sea
también V.S. obligado a mirar por la Hacienda e intereses Reales, con
que se le asistirá en las Cajas correspondientes, deberá dedicarse con
el más distinguido celo, no solo a que se expendan con economía y evi-
te todo gasto superfluo, sino que en gente salariada no se congregue
ni reciba más número que aquel que baste para el buen éxito de la ex-
pedición, cuyo juicioso y prudente concepto lo habrá de fundar en las
ciertas noticias que adquiera el estado en que se halla Quito y lugares
de su comarca.
5.- Ha de trabajar V.S. sobre que entre la gente alterada se recojan
cuantos europeos fuere posible y como se le presentarán muchos de los
ofendidos y expulsados por los varios tumultuados de Quito esforza-
rá sus persuasiones para reducirlos a que sigan sus banderas en de-
fensa del Soberano, propio honor y recuperación de su Hacienda.
6.- Haciendo juicio de que los mulatos de Cartago, Buga, Cali y otros
de aquellos distritos, que hasta la presente no han podido reducirse a
que paguen el Derecho del Requinto, podrán servir con utilidad en la
actual empresa, si mediante las no despreciables razones que tienen
producidas a su favor, se les libera de aquel tributo, se han expedido
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5 El sargento mayor de los Reales Ejércitos don Francisco de Vida Roldán fue corregidor de
Riobamba entre los años de 1760 a 1769. Dato tomado del libro Centuria de los esposos Al-
fredo y Piedad Costales, editado por Casa de la Cultura núcleo del Chimborazo, 1982, pági-
na 104.
6 Resolución que tomaban los Oidores de una Real Audiencia sobre un asunto determinado
elevado a consulta. También podían emitir un parecer, dictamen o un consejo sobre un tema
solicitado por la autoridad competente.
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Bibliografía
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QUITO LUZ DE AMERICA, 10 DE AGOSTO DE 1809,
PRIMER GRITO DE INDEPENDENCIA
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utilidad, que alterar el Gobierno constituido por las Leyes, dividir en ban-
dos los Pueblos y las familias, introducir la Guerra en la tierra más ino-
cente y poner las Armas en las manos de los artesanos y labradores, para
ofender y destruir a los hombres buenos que son el blanco de los perver-
sos, por no ser adheridos a sus revoluciones.
Para desbaratar la máquina de sus fines particulares, cavilada por la
Filosofía más errónea que nace de la ambición, del deseo de la libertad y
de la propensión al engrandecimiento, a la vanidad y al desahogo de sus
pasiones, trabajó infatigablemente el Cabildo de dicha Villa, sin más auxi-
lio que el que concilió con la provincia de Guaranda y puedo asegurar con
satisfacción, que trabajé con mis hijos en esa época, cuanto es imaginable,
exponiendo la vida y los intereses con presencia de ánimo, hasta situarme
en Tacunga con dichos mis hijos, de Comandante de Artillería, sin inte-
rés ni premio alguno. Omito por ahora refutar los pasajes, y las acciones
y paso a lo sustancial de mi representación, por el interés que en ella tie-
nen el Rey y el Público.
Ya he dicho a Vuestra excelencia que la venida de Don Carlos Mon-
túfar, impulsó la segunda instalación de la revoltosa y traidora Junta de
Quito y estoy cierto, que antes de que hiciera su entrada en los territorios
de la jurisdicción, ya tenían formado el plan y dedicados los empleos, pro-
testando obrar con mucho acuerdo en su criminal reincidencia, como se
justificará en caso necesario, pues la cohonestación meditada de poner a
la cabeza al Excelentísimo Señor Presidente Conde Ruiz de Castilla,
resulta verificada con los demás escandalosos hechos que han ejecutado.
Esos colores con que ha pintado Montúfar su comisión, esas reservadas
confianzas, que ha fingido trajo de la Soberanía, esa ostentación, vestidu-
ras e invención con que se presentó al público, preocupó a los incautos,
deslumbró el juicio de los que se tenían por sensatos y facilitó la práctica
de los planes revolucionarios, paleando el veneno que ocultaban sus he-
chos, con la afectación más vil y detestable. Las provincias sorprendidas
con la transformación de Gobierno realizada en los términos dichos, no
encontraron arbitrio para descubrir por descontado lo que el tiempo les ha
hecho ver a todas luces y aunque por parte del Corregimiento de Gua-
randa, se juzgó repulsada completamente la falsa autoridad de la Junta
con el refuerzo militar que guarneció aquel punto, no faltó un corazón
aleve, que intimidase las tropas y que lograse retirarlas con el desorden
más extraordinario, pues dejaron armas, pertrechos y utensilios de gue-
rra, quedando los fieles vasallos del Rey hechos víctimas del furor y de la
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sito de mucho tiempo; día llegará el que lo haga con documentos que lo
hagan ver difusamente entre tanto.
A Vuestra Excelencia, pido y suplico, se digne proveer esta solicitud
en los términos que más convenientes sean al servicio del Rey y bien del
público. Que es Justicia que imploro y juro según derecho.
Serie: Fondo Especial, caja 192, volumen 467, documento 205, fecha: 14
de noviembre de 1811.
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f. Francisco Venegas
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1er testigo: En el Asiento de San Luis de Otavalo, en once días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced, el señor Justicia
Mayor, procediendo a la sumaria información, mandó comparecer a don
Francisco del Pozo, vecino de este dicho Asiento, de quien por ante mí el
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presente Escribano le recibió juramento, que lo hizo por Dios nuestro se-
ñor y una señal de cruz y en toda forma de derecho bajo cuyo cargo pro-
metió decir verdad de todo lo que supiere y se le fuere preguntado y de
guardar secreto sin contar a nadie de lo que llevase declarado; y, siendo
examinado al tenor del Auto Cabeza de proceso, dijo: que el día martes que
se refiere en el Auto, vio el testigo con Agustín Pastrana, José Ocampo,
Miguel Paredes y un mozo llamado Pises, entraron a la casa de don Mi-
guel Jaramillo con el tumulto de Indios a efectos de sacar de ella algunos
morlacos de los que mataron alevosamente el día jueves veinte y seis; que
también le consta como de dicha casa sacó un indio una espada y se la
entregó al citado José Ocampo, que dicho día martes vio cómo una mulata
llamada Martha andaba en el tumulto apoyando y seduciendo a los indios
a efecto de que cometiesen el exceso acaecido y ha oído de pública voz y fa-
ma cómo la mujer de Manuel Suárez, indio y unas pelilianas y la mujer
del carcelero acompañaban el tumulto y esta última expresaba que mata-
sen al testigo, por haber éste hecho retirar a los indios dándoles noticia de
que habían triunfado las armas del Rey. Que de pública voz sabe, cómo
don Francisco Rodríguez, Cristóbal Torres y Marcos Alarcón, con don Jo-
sé Páez aprisionaron al sargento Abad y demás soldados que conducían al
señor Coronel el pliego del excelentísimo señor Presidente y que el citado
Páez lo llevó a entregar a los del Congreso que se hallaban en la villa de
Ibarra. Que también sabe, cómo Javier Pinto fue de Capitán apoyando y
seduciendo, ofreciendo dar de balazos a los mozos blancos si intentaban
apartarse de la frontera. Que también sabe que los que montaron a caballo
fueron José Pinto, José Ocampo, el hijo de Pedro Recalde, Manuel Vinueza
con otros y que dicho Vinueza parlaba en secreto alentando a las gentes a
que regresaren. Que sabe, cómo para que ejecutasen el hecho criminoso de
quitar las armas y aprisionar a la tropa que venía de auxilio, repartió un
barril de aguardiente el citado Javier Pinto a los insurgentes, que es cierto
cómo al señor Justicia Mayor y al presente Escribano, Francisco de la Co-
ba, les solicitaban para quitarles las vidas, por cuyo motivo estuvieron
ocultos y que esta protesta la hacían también contra don Miguel Jaramillo
por haber sido verdadero realista; que ésta es la verdad, en fuerza del jura-
mento que hecho tiene, en el que siéndole leída esta su declaración se afir-
mó y ratificó, expresando ser mayor de treinta años de edad y la firmó con
su merced de que doy fe.
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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809
2do. testigo: En el asiento de San Luis de Otavalo, en doce días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced, el señor Justicia
Mayor, mandó comparecer a don Manuel Dávila, vecino de este asiento,
a quien por ante mí el presente Escribano y asistencia de don Manuel
Escobar,
Curador nombrado, se recibió juramento que lo hizo por Dios nues-
tro Señor y una señal de cruz, según derecho, bajo cuyo cargo prometió
decir verdad de lo que supiere, y se le fuere preguntado, como también de
guardar secreto de lo que declarase y siendo examinado al tenor del Auto
Cabeza de Proceso, dijo: que el día martes veinticuatro del próximo pasa-
do le consta al testigo, cómo Ramón Rivadeneira se constituyó en la plaza
de este Asiento, expresando en voces altas, cómo la tropa de Quito había
avasallado a las del Rey y que les había tomado las armas y los iban con-
duciendo en calidad de presos a la Villa de Ibarra, pidiendo albricias de
este fingido acaecimiento, de cuya seducción resultó el criminoso motín y
prisión de los soldados morlacos que se habían quedado en este lugar por
enfermos.
Que vio el testigo cómo Miguel Paredes se llegaba al oído de Miguel
Pinto, hijo de Javier Pinto y que en secreto parlaban, que asimismo vio có-
mo montados a bestia acompañaban al tumulto José Ocampo con sable en
mano, Agustín Pastrana, con un palo en la mano y una mulata llamada
Martha, quien animaba a los indios para que entrasen a la casa de don
Miguel Jaramillo, para que aprisionasen a los soldados y que entre todos
andaba Juan Antonio Gallego con un fusil en la mano y Manuel Chávez
entrando a las casas de los realistas buscando armas y sacando caballos.
Que asimismo sabe cómo don Francisco Rodríguez fue uno de los que
fueron a quitar el pliego en unión de don Joaquín Vinueza y que condu-
jeron presos a esta cárcel al sargento y demás soldados que lo llevaban.
Que de voz común supo cómo los contenidos en unión de otros se levan-
taron con los indios a huir al alto de Cajas, prevenidos con todas armas
para atajar el auxilio que se mandaba de Quito al señor Coronel; que asi-
mismo supo por voz del doctor Castelo, cómo catorce indios fueron los
principales que cometieron el inhumano asesinato con los prisioneros de
guerra, sin darles lugar a ninguna prevención cristiana y que ésta es la
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de los indios de Pinsaquí, demás mozos del sitio de San Roque; que sabe
de cómo fueron a quitar las armas en el alto de Cajas a las tropas del Rey,
las siguientes personas: Javier Pinto, llevando aguardiente, Manuel Vi-
nueza, Joaquín Vinueza, su negro, quien volvió a este lugar a reanimar a
las gentes, para que se engrosase el tumulto de hombres, pero no le siguie-
ron. Que sabe cómo el día de las muertes hacían de capitanes: José Melo,
el que más apoyaba para que los mataran, una mulata Martha y una india
Manuela Churubingo. Que sabe que los indios les buscaban para matar a
don Miguel Jaramillo y al señor Justicia Mayor. Esto dijo ser verdad, bajo
el juramento que hecho tiene, en el que se afirmó y ratificó después de
leída ésta su declaración, expresando ser de edad de treinta años y la fir-
mó, con Su Merced de que doy fe.
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5to. testigo: En el asiento de San Luis de Otavalo, en tres días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced el señor Justicia
Mayor, continuando con la información, mandó comparecer a don Ma-
nuel Egas, vecino de este asiento de quien y por ante mí, le recibió jura-
mento que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de Cruz, según de-
recho, a cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y fuese pre-
guntado y siendo examinado al tenor del auto cabeza de proceso, con asis-
tencia de don Manuel Escobar, curador nombrado, dice: que el día mar-
tes veinticuatro del pasado, que sucedió la sublevación, se halló el testigo
en este lugar y vio que habían apresado a los soldados del Rey y que anda-
ban entre los indios Manuel y Joaquín Vinueza, Miguel Paredes, don
Francisco Rodríguez y otros montados a caballo, con José Melo. Que tam-
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bién supo cómo dicho don Francisco Rodríguez, Marcos Alarcón, con su
gente india y otros, fueron a quitar el pliego que se dirigía de Quito, al
señor Coronel y que éstos condujeron presos a esta cárcel al Sargento y
demás compañeros. Que asimismo sabe, cómo el citado José Melo anduvo
seduciendo a los indios a fin de que matasen a dichos soldados y que la
mujer de Manuel Suárez, en junta de una india llamada Clara, mujer de
Vicente Morales andaban capitaneando a los indios tumultuarios, man-
dándoles que prendiesen fuego a la casa de don Miguel Jaramillo, donde
se hallaron los morlacos. Que vio como acometieron al oficio público del
presente escribano, expresando que había adentro armas y munición de
las tropas del Rey. Que le consta cómo Javier Pinto, José Pinto, José
Ocampo, Manuel Recalde, el negro de dichos Vinueza, con el citado Ma-
nuel Vinueza y su hermano José, montaron a caballo con otros más, lla-
mados a sorprender el auxilio que transitaba de Quito para las tropas del
Rey. Que el prenotado Javier Pinto, capitaneaba a toda la gente tumul-
tuaria y que repartió a los indios con barril de aguardiente, expresando
que luego que quitasen las armas a dicho auxilio, había de regresar a este
asiento a quitar la vida a las personas leales que no quisieron acompañar-
le. Que asimismo supo, cómo Ramón Rivadeneira, el Cosnico, había dicho
a los indios que matasen a los prisioneros. Que también supo, cómo Pedro
Alarcón se había hallado en el ataque de San Antonio y que Gregorio
Pises, yerno de la Crucita, asistió en dicho ataque y se metió hasta aden-
tro de la plaza de San Antonio, donde se escapó de que le quitasen la vida
las tropas del Rey. Que un mozo llamado Banco, entenado de Juan Antonio Gallegos,
expresó que venía quitando una bayoneta a un morlaco en el ataque manifestando
una corta herida, que traía en el brazo. Que don José Páez y Cristóbal Torres fueron
llevando el pliego que quitaron a los conductores para entregarlo a los del Congreso
que se hallaban en Ibarra. Que esta es la verdad a cargo del juramento que hecho
tiene, en el que siéndole leída ésta su declaración, se afirmó y ratificó, expresando ser
de veintidós años de edad y lo firmó con Su Merced y el curador, de que doy fe.
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según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supie-
re y se le fuere preguntado y siendo examinado al tenor del Auto Cabeza
de Proceso, dijo: que sabe cómo Marcos Alarcón, don Francisco Rodrí-
guez y otra fueron a sorprender a los soldados que conducían de Quito el
pliego al señor Coronel y que los trajeron presos a esta cárcel. Que le
consta, por haberlo visto, cómo Javier Pinto, su hijo José, José Ocampo,
Manuel y Joaquín Vinueza, el negro esclavo de éstos, José de la Torre y
su hijo, Manuel Chávez, Miguel Paredes y otros muchos fueron armados
al alto de Cajas, a quitar las armas a las tropas de auxilio que venían de
Quito. Que para alentar a las gentes le consta, cómo Javier Pinto, su hijo
José y Manuel Mosquera, repartieron un barril de aguardiente y que tam-
bién vio una esquela escrita por don Francisco Calderón a los contenidos,
Javier Pinto, Manuel Vinueza y José Ocampo, en que les mandaba suble-
vasen contra dicho auxilio a los indios y caciques y que con doscientos de
ellos, mandar Pinto, ganados para Ibarra. Que luego que recibieron ésta
orden profirió dicho Ocampo, que tenía pena de la vida, la persona que no
concurriere a quitar los pertrechos. Que también oyó a un José Delgado,
pastuso, que profería cómo estaban en lista los traidores que se habían
hecho con los morlacos. Y que esta es la verdad en fuerza del juramento
que hecho tiene, en el que siéndole leída esta su declaración, se afirmó y
ratificó, expresando ser de cuarenta y cuatro años de edad y lo firmó con
Su Merced, de que doy fe.
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tas, sino que ofrecían quitar la vida de los resistentes. Todo esto pasó aún
por mi propia vista y sentidos naturales. Es cuanto puedo informar y en
lo necesario me remito. Cotacache, diciembre 17 de 1812.
f. José Dávila
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f. Juan de Sámano.
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ARTÍCULOS
Y
ENSAYOS
.
CRISTOBAL DE GANGOTENA Y JIJON
SU HUELLA EN LA HISTORIA*
Carlos Freile
* Discurso en el acto e develamiento del retrato al oleo de don Cristóbal de Gangotena, realiza-
do el 19/VI/2008
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ras para vestirse con plumas de otras aves. Gangotena tuvo que afron-
tar la dispersión de documentos, el descuido y desorden con que se los
guardaba, la ignorancia de las gentes y el quemeimportismo de ciertas
autoridades, amén de las dificultades propias de todo pionero. Debido
a ello dejó de publicar sus trabajos por lo que sus amigos le insistían en
que retome el camino iniciado, como por ejemplo Gonzalo Zaldumbide,
a quien le escribía en 1939: “En cuanto a volver a escribir, ¿para qué? …
la crítica, cobarde e interesada, que mal me quiere, proclamaría mi
decrepitud”.
Cristóbal de Gangotena puede o debe ser visto como la encar-
nación del barroquismo ecuatoriano, sobre todo quiteño, negado por
algunos pero para un servidor claro como la luz del sol: allí está ese
gusto por el trabajo manual en artesanías propias del barroco como el
dorar con pan de oro, la elaboración de complicados marcos, la imagi-
nería, el tallado de madera de columnas salomónicas y otros elementos
decorativos. Su talante y vestimenta, su capa española y su sentirse
siempre en otra parte, como decía el poeta, configuran una esencia ba-
rroca, tradicional. De allí el gusto por la leyenda elaborada y las conse-
jas contadas a la luz de los candiles. De allí su distanciamiento de los
bienes de este mundo, con una suerte de misticismo castellano acepta-
do a veces y a veces negado en búsqueda del color, de la forma, del so-
nido placenteros. Pero al mismo tiempo su indiscutible tendencia a la
bohemia, a buscar distracciones y encontrar enredos a la sombra de los
aleros quiteños.
Su cuñado, Ernesto Noboa Caamaño, le dedicó una poesía con
las siguientes palabras: “A don Cristóbal de Gangotena y Jijón, que
vive de amor de América y de pasión de España”, veo en esta dedica-
toria otro aspecto del barroquismo de nuestro personaje: el alma barro-
ca siempre se sintió dividida e interpelada por realidades disímiles, co-
mo la acabo de señalar. Veo en Gangotena el mismo desgarramiento
que en el padre Juan de Velasco, nacido en esta América, pero con pro-
fundas vinculaciones con España. Esta pasión de España en Gangotena
no era ni acrítica ni servil, basta leer algunos fragmentos de su Al mar-
gen de la Historia para comprobarlo, pues en ellos paga tributo a las
leyendas antiespañolas tan caras al mundo anglosajón que hoy día la
investigación desapasionada ha puesto en su justo lugar. Sin embargo,
la pasión de España fue también elemento constitutivo del pensamien-
to de varios intelectuales hispanoamericanos en reacción contra el ma-
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LA HISTORIA DEL
OBSERVATORIO ASTRONÓMICO,
ORIGEN DEL I.G.M., I.N.A.M.H.I. E I.G.E.P.N.*
El Origen
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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO
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El primer director
Observatorio Provisional
La Construcción
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Trabajos Geodésicos
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La Nueva Geodesia
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Meteorología
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Vulcanología
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Astronomía
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Magnetismo
Sismología
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Cambio de Director
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El lente rayado
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lente pudo no haber sido tan grande como el tiempo y las dificultades
del viaje de ida y vuelta, por eso el Ing. Velasco reclamó al Sr. Wick-
mann la devolución o reintegro de los gastos causados por el daño del
lente.
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Panecillo, para que su estallido sirviese de guía para igualar todos los
relojes de la ciudad a las doce del día..
En marzo de 1895, se retira el astrónomo Wickmann luego de
8 años de labor, iniciándose una época de decadencia, pues quedó en-
cargado por seis meses y con el carácter de Depositario, el Ing. Politéc-
nico Gualberto Pérez, un personaje muy apreciado como profesional,
muy querido por su don de gentes y sal quiteña, pero que, aunque muy
capaz, no era especializado en astronomía, de manera que no pudo
continuar en esa labor por atender sus múltiples ocupaciones. Es estos
días sucedieron muchos cambios en el país por el advenimiento del
régimen liberal.
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Francesa, que vino al Ecuador en 1899 para corregir los errores de las
medidas de la 1ra misión. Martínez se retiró a principios de 1900, que-
dando encargado del establecimiento el técnico mecánico Damián
Shöll, quien había realizado gran parte de las estructuras metálicas del
Observatorio y fue el encargado de la reparación de muchos de los
instrumentos.
La segunda Misión Geodésica Francesa, llegó al Ecuador en
1899 y estuvo presidida por los militares: Georges Perrier, Bourgeois,
Maurain, Lacombe, Lallemand, Massenet, el médico militar Paul Rivet
y el astrónomo Francisco Gonnessiat.
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Astronómico de Quito desde 1883 hasta 1887, tenía vivo interés en que
el Observatorio Astronómico recobre la importancia que había tenido
anteriormente, para lo cual escogió, entre los profesores que venían al
país, al Dr. Hans Odermatt, astrónomo de prestigio del Observatorio
Monchatel en Suiza.
El Dr. Odermatt fue nombrado Director del Observatorio As-
tronómico de Quito en mayo de 1935 y cumplió tales funciones hasta
diciembre de 1948; también tuvo el cargo de profesor de astronomía en
la Escuela Politécnica.
El 11 de mayo de 1937, cuando el Presidente de la República,
Ing. Federico Páez, incorpora a la Escuela Politécnica dentro de la Uni-
versidad Central como Instituto científico ecuatoriano, también lo hace
con el Observatorio Astronómico.
Odermatt era un verdadero astrónomo y como profesional
tenía interés en ver funcionando al Observatorio, para lo cual era nece-
sario una remodelación o arreglo de los instrumentos y una serie de
adquisiciones para estar acordes con los adelantos de la ciencia y de la
técnica, para ello realizó algunas adquisiciones necesarias como: cronó-
grafos, sismógrafos, péndulos e instrumentos meteorológicos para la
red nacional que fue reorganizada.
El Dr. Odermatt contribuyó al adelanto de la cartografía na-
cional con datos de latitud y longitud en toda la república, también co-
laboró con la Misión francesa que arribó al Ecuador de 1936 para con-
memorar con actos culturales y científicos la labor realizada hacía 200
años para la 1ª Misión Geodésica; para ellos estuvo a las órdenes del
Director de esas conmemoraciones el General de Ingenieros Perrier y le
expresó su solidaridad ante unos graves malos entendidos.
El Dr. Odermatt realizó la instalación del Complejo Geodésico
del Colegio Militar como uno de los números conmemorativos del la
llegada de la 1ª Misión Geodésica en 1736. Los trabajos del Complejo
Geodésico comprendían: dos relojes solares Norte y Sur y una plancha
central con la ecuación del tiempo (calendario astronómico), la rosa de
los vientos con las diferencias entre los polos geográficos y magnéticos
y su declinación y un obelisco con la posición astronómica del Colegio,
ese Complejo Geodésico fue restaurado varias veces, trasladado en
1994 y ampliado en 1998.
El Dr. Odermatt representó al Ecuador en certámenes interna-
cionales como la Conferencia Mundial de Directores de Servicios Me-
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183
.
SEIS APORTES DEL ECUADOR
A LA CULTURA UNIVERSAL*
* Ponencia del Dr. Juan Cordero Iñiguez, Subdirector de la Academia Nacional de Historia del
Ecuador, en el XI Congreso de Academias de la Historia. San Juan, Puerto Rico. Abril del
2008.
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SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL
debe llevar a pensar que hay que introducir cambios para que la cultura
y la tecnología, que siempre han sido de todos, siga cumpliendo con la
finalidad de dar bienestar a la humanidad y no sólo a unos pocos. Las
leyes que regulan las patentes deben pensarse en función social.
Desde el Ecuador, queremos compartir con los académicos de
Iberoamérica lo que consideramos como algunos de nuestros aportes a
la cultura universal. Partiremos desde las antiguas culturas formativas
o proto agrícolas, que hoy se remontan a unos 4000 años antes de
Cristo.
PERIODO INDÍGENA
CERÁMICA Y ESCULTURA EN VALDIVIA
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Sobre su origen aún se discute, pues unos hablan de una conexión con
la cultura Jomón de la isla Kyushu del Japón; otros se refieren a un ori-
gen amazónico y unos terceros a una creación cultural propia de este
pueblo.
LA BOTELLA SILBATO
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SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL
EL SPONDYLUS
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IMPERIO INCAICO
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PERÍODO HISPÁNICO
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SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL
LA CASCARILLA Y LA QUININA
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LA ESCUELA QUITEÑA
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CONCLUSIONES
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DIVERSIDAD REGIONAL
EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA:
EL CASO ECUATORIANO*
Benjamín Rosales
Introducción
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final de la última era de hielo hace 13,000 años. En este largo periodo
evoluciona el hombre ancestral y se dispersa desde África al resto de
continentes habitados. La obra del científico norteamericano es parti-
cularmente interesante porque explora los efectos medioambientales
en los continentes en la historia en base a examinar los efectos ambien-
tales de las diferentes islas polinesias en los austronesios, pobladores
originarios del sudeste asiático que las ocuparon desde hace 3 200 años.
Ellos se fueron adaptando a las islas que ocupaban, en algunos casos
dejando su experiencia con agricultura para regresar a ser plenamente
cazadores recolectores por falta de condiciones climáticas, en otros a
convertirse en sociedades más sofisticadas. Un verdadero laboratorio
de la evolución de las sociedades humanas son las islas de la Polinesia
y Diamond estudia el proceso para entender la evolución del hombre
en el mundo así como Darwin entiende en las Galápagos la evolución
de las especies.
No se puede sostener que las sociedades evolucionaron o desa-
parecieron sólo por determinación geográfica o ecológica, mucho tuvo
que ver las decisiones que las sociedades tomaron o cuánto se demora-
ron en hacerlo. Una vez desarrollada la agricultura, los pueblos que la
adaptaron primero tuvieron ventajas sobre los que permanecieron co-
mo cazadores recolectores, igual sucedió con el desarrollo de la meta-
lurgia, otras tecnologías y prácticas de guerra. Debemos hacer la razo-
nable suposición de que esas acciones, decisiones: pasos tomados por
las sociedades fueron impulsadas por líderes, personajes que impulsa-
ron iniciativas que hicieron que sus sociedades progresen o se estan-
quen, igual como sucede en la historia del mundo que conocemos. No
ha cambiado mucho la historia del hombre, hoy los países progresan o
se atrasan con respecto al resto en gran parte debido a las decisiones y
políticas que impulsan sus líderes, no es imprescindible la existencia de
recursos naturales pues países como Japón, Alemania o Singapur han
demostrado que pueden alcanzar un gran desarrollo sin que éstos
abunden.
Las mayores evidencias humanas en América están en Alaska
alrededor de 12 000 A.C., en México existen muchos sitios en siglos
anteriores a 11,000 A.C. y menos de mil años después el hombre llega
a la Patagonia persiguiendo la caza mayor del Continente hasta su ex-
tinción. Según Diamond, Norte y Sur América fueron los últimos con-
tinentes en ser poblados por el hombre, sin contar Antártica en el siglo
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y caballos. De entre esas, las más importantes eran las espadas, lanzas
y puñales de acero que atravesaban los cuerpos ligeramente protegidos
de los indígenas. Dice Diamond: “Las armaduras de acero o malla de
los españoles, y sobre todo, sus cascos de acero proveyeron una defen-
sa efectiva contra los garrotes, mientras que las armaduras de tejidos
de los indios no ofrecían ninguna protección contra armas de acero.”13
No se puede negar la contundente ventaja del acero y armas de
fuego pero otros factores contribuyeron al aplastante triunfo de la con-
quista y colonización europea de tierras americanas, especialmente ca-
ballos, tecnología marítima y escritura. La inmensa ventaja de los asal-
tos de las caballerías españolas, especialmente en campo abierto, con-
tra fuerzas muy superiores de indígenas es impresionante y la relatan
muchos de los primeros cronistas. La domesticación de caballos ocu-
rrió en las estepas al norte del Mar Negro alrededor de 4 000 A.C., y
esta transformó las guerras en el viejo continente y mejoró la comuni-
cación y organización en los nacientes reinos. Egipcios, persas, griegos
y romanos utilizaron al caballo como armas de guerra y medio de
transporte, mientras que si este animal y otros equinos existieron en
América, no hubieran sobrevivido a la cacería de los primeros pobla-
dores. Los pueblos andinos, seguramente más de mil doscientos años
atrás cuando florecía la cultura Tiwanako en las estepas del Lago Titi-
caca, habían domesticado la llama y utilizaban este y otros camélidos
como animales de carga y para proveerlos de lana, comida y otras ne-
cesidades. Pero estas bestias de carga eran de mucho menor tamaño, no
aguantaban el peso de hombres por lo que no eran competencia contra
los equinos de Eurasia.
Algunos autores preguntan: ¿Por qué no fue Atahualpa quien
tratara de conquistar España en vez de Pizarro conquistar el Incario?
La respuesta principal está en los avances de la tecnología marítima
europea luego del fin del oscurantismo de la edad media. Don Enrique,
el príncipe navegante portugués acumuló todo el conocimiento de na-
vegación de fenicios, griegos, romanos y vikingos en la Escuela de
Sagres en el siglo XV, lo que permitió que los europeos den el salto de
salir del Mediterráneo y luego de pocas décadas lleguen a circunnave-
gar la tierra. Los avances náuticos europeos permitieron que Cristóbal
Colón con la ayuda económica del estado español descubriera América
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16 William Prescott. “History of the Conquest of Mexico”, The Folio Society, London, 1994. p.51-
54.
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17 Francisco Lizcano Fernández “Composición étnica de las tres áreas culturales del Continente
Americano al comienzo del siglo XXI” Convergencia, mayo-agosto/vol.12, número 038. 2005
Universidad Autónomo del Estado de México, Toluca, p 185-232
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Cuadro No. 1
Composición étnica de países iberoamericanos al final del siglo XX20
DIVERSIDAD
REGIONAL
EN
PROCESO
COLONIZADOR
DE AMÉRICA
20 Cuadro tomado de: Francisco Lizcano Fernández, “Composición Étnica de las Tres Áreas Culturales del Continente Americano al Comienzo del
siglo XXI”, revista Convergencia, vol.12, número 038. p.218
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“Es un intento legal ideal que manifiesta la noble preocupación del ser
humano a favor del necesitado. Se insiste en el buen trato, en la liber-
tad, en el trabajo racional, en horarios respetuosos de la familia, nada
de trabajos forzados y de carga; hay que darles casa, hamacas; evitar-
les los desórdenes matrimoniales y la bebida que les idiotiza… Es decir,
una legislación humana, racional y digna es lo que corre por todo el
articulado de la ley”.21 Ante la falta de cumplimiento de esas primeras
disposiciones del Derecho Indiano Español y como apóstol defensor de
los indios se levanta la voz y acción de Fray Bartolomé de Las Casas.
Las Casas fue hijo de uno de los intrépidos aventureros que
acompañaron a Colón en el descubrimiento de América y encomende-
ro en la Antillas antes de hacerse religioso e ingresar a la orden de los
dominicos. Fray Bartolomé escribió el libro “Destrucción de la Indias”
en el que denuncia que en vez de evangelizar a los indígenas se los per-
sigue como rebeldes hasta aniquilarlos. Sus acusaciones influyen para
la promulgación en 1537 de la Bula del Papa Paulo III, Euntes docete
omnes gentes en la que la Iglesia Católica declaraba la aptitud de los
indios de recibir cristianismo y condenaba severamente a quienes los
esclavizaren.22 Sin duda el Rey Carlos I de España, como sus abuelos
Isabel y Fernando, y luego su hijo Felipe estaban imbuidos de un sen-
tido humanitario profundo que los impulsó a enfrentar el abuso que
sus súbditos españoles en ultramar cometían contra seres a quienes
consideraban inferiores y podían fácilmente avasallar con el acero y las
armas de fuego. Según Carlos Gutiérrez, biógrafo de Las Casas del
siglo XIX, el propio Carlos V le pidió al fraile dominico que elaborara
una memoria, que este tituló “Veinte Razones”, para la Junta de Valla-
dolid que se reunía por orden real en esa ciudad en 1542. Fray Barto-
lomé expuso la necesidad de leyes que establezcan la libertad de los
indios y que estos sean sujetos sólo a la Corona liberándolos del yugo
de los encomenderos y la influencia de su pensamiento es evidente en
las Nuevas leyes de Indias que se publicaron en 1543.23 Los argumen-
tos de Las Casas son claros y evidentes para todos en tiempos moder-
nos, pero no era así para conquistadores, apenas salidos de la época
medieval y actuando en tierras lejanas contra salvajes indefensos. El
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dor. En esta dice que Los Caras, pueblo llegado por mar a Bahía de
Caraquez, conquistaron a los Quitus gracias a su mayor destreza a par-
tir del 980 de la era cristiana y que desde la región de Quito se fueron
expandiendo hacia el sur y norte de la región andina llegando a formar
una confederación de dilatada extensión dirigida por los Scyris.26 El
relato de Velasco hace referencia a la tradición oral que indígenas rela-
taron los primeros años de la colonia, menciona manuscritos que no
son ahora conocidos de Fray Marcos de Niza, y ante falta de evidencia
arqueológica que lo respalde, ilustres historiadores como el Arzobispo
Federico González Suárez y otros después que él, restaron credibilidad
a la historia de quien se llama a sí mismo “el ocioso de Faenza”.
La investigación arqueológica del Ecuador que se inicia con el
ilustre arzobispo y continua con el trabajo de Jacinto Jijón, Max Uhle,
Federico von Butcwhald y otros a comienzos del siglo veinte, tuvo un
gran impulso a partir de los cincuenta con el esfuerzo investigativo del
guayaquileño Emilio Estrada Ycaza. Mencionamos como Betty Meg-
gers, del equipo que organizó Estrada y que sentará las bases del cono-
cimiento de las culturas costeñas ecuatorianas, en su obra “Pueblos y
Lugares Antiguos: Ecuador”, encuentra relación entre la cerámica de la
cultura Valdivia, 3200 años antes de Cristo en el periodo formativo, con
la cultura Jômon de la isla de Kyushu en Japón. La misma Dra. Meg-
gers, cuando describe elementos asiáticos en la cerámica de la Fase
Bahía, cultura del periodo de Desarrollo Regional entre 500 años antes
y después de Cristo dice que esto se puede explicar como resultado de
contacto transpacífico. Ella reflexiona: “Aunque estas embarcaciones a
la deriva hubieran sido impulsadas por la misma combinación de vien-
tos y corrientes que varios milenios antes trajeron a pescadores Jômon
a la costa ecuatoriana, el contexto cultural era muy diferente. En China
e India, la civilización urbana estaba bien establecida al comienzo de la
era cristiana. Embarcaciones comerciales capaces de cargar 600 hom-
bres y 1,000 toneladas métricas de carga hacían viajes largos fuera de
vista de tierra, intercambiando productos entre el continente y colonias
en el sudeste asiático e Indonesia. Si averiada, tal embarcación estaría
suficientemente aprovisionada para sostener a sus pasajeros en una
larga deriva.”27.
Mucha investigación arqueológica que producirá nueva infor-
26 Juan de Velasco, “Historia Antigua de Quito”, BEC, vol 10, 1989. p.11-18.
27 Betty Meggers, “Ancient Peoples and Places: Ecuador”, New York, 1966. p.94.
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28 Jack Weatherford, “Genghis Khan and the Making of the Modern World”, New York, 2004.
p.112.
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Mapa # 1
Periodo de Integración
Ubicación de Etnias antes de conquista Incásica 1450
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Mapa N° 2
Desarrollo de Imperio Incásico en tierras Ecuatorianas 1460-1535
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especial, las tierras fueron poco apreciadas por la falta de lluvias, los
indígenas eran buenos pescadores y comerciantes. Vendían a Guayaquil
o Portoviejo y sus comarcas sal, pescado, brea para calafatear naves y
madera. Utilizando su ancestral su cultura agrícola basada en alba-
rradas para aprovechar la poca agua, desarrollaron ganadería vacuna y
caprina, asumieron el castellano como idioma y la vestimenta de los
españoles pero mantuvieron su pureza sanguínea e identidad cultural.
Con buen liderazgo consiguieron en el siglo XVIII de la corona españo-
la el reconocimiento de propiedad de sus territorios comunales.
En el norte, en las costas de Esmeraldas, el naufragio y motín
de embarcaciones de africanos destinados a la esclavitud ocasionaron
una exitosa colonización de ese territorio. El dominio de los africanos
sobre los pueblos cayapas se hizo notorio desde el primer siglo de la
colonia, es una raza con más defensas a las enfermedades euroasiáti-
cas, con mayor corpulencia que fueron desplazando hacia el interior, y
en algunos casos asimilando, a los aborígenes pueblos cayapas.
En la sierra, la conquista y colonización española tiene diferen-
tes efectos. Al sur, en Loja, rodeada de zonas mineras que fueron explo-
tadas con ansía e intensidad en el siglo XVI e inicios del XVII, la pobla-
ción palta prácticamente se extinguió. Presumimos que una mayor do-
cilidad de este pueblo haya permitido su explotación excesiva en las
mitas. Las mujeres sobrevivientes con colonos españoles formaron a los
campesinos mestizos lojanos. Poblaciones mineras como Zaruma, Va-
lladolid y Sevilla de Oro entraron en decadencia o fueron arrasadas
cuando se revelaron los shuaras que resistieron con valentía y fiereza
su explotación en minas. Los saraguros mantuvieron su territorio y no
fueron sujetos de explotación.
La nación Cañari, que sufrió la terrible represalia de Atahual-
pa, se fortaleció durante la colonia, ¿habrán regresado pueblos que fue-
ron trasladados por los incas como mitimaes? Sin duda algunos fue-
ron utilizados en las encomiendas e industria telar azuayas, otros se
mestizaron en los cantones urbanos de la región, pero hoy en día mu-
chos pobladores conservan la cultura cañari intacta y todos el espíritu
progresista y trabajador que los caracteriza tanto los que ocupan valles
andinos ancestrales como los que están en áreas colonizadas en el lito-
ral o trabajando en la metrópoli neoyorquina.
Las poblaciones originarias de la sierra central y norte contri-
buyeron con su trabajo al desarrollo de las encomiendas, productos
textiles de estas enriquecieron a la Audiencia de Quito durante los pri-
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Mapa N° 3
Inicio de Colonización Española 1600
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Mapa N° 4
Ecuador 2006
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Epilogo
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Mucho falta por hacer para entender el desarrollo de los pueblos abo-
rígenes. Es necesaria la aplicación de ciencias históricas para ampliar
el conocimiento de su pasado. Esto va a permitir a los pueblos autóc-
tonos recuperar su autoestima, fortalecer su cultura y ampliar su parti-
cipación en el desarrollo de nuestros estados nacionales.
Bibliografía
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.
DISCURSOS
ACADÉMICOS
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BIENVENIDA AL PROFESOR
DR. SERGIO MARTINEZ BAEZA
EN SU INCORPORACIÓN COMO
MIEMBRO CORRESPONDIENTE EXTRANJERO
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FRAY CAMILO HENRÍQUEZ
Y SU HOMENAJE A QUITO, “LUZ DE AMERICA” *
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niño, quien, a los diez años, ayudaba a misa y entendía el latín. A los
catorce años, su tío Nicasio González, fraile de la Buena Muerte resi-
dente en Lima, determinó hacerse cargo de su educación y financió su
viaje al Callao a principios de 1784.
Los padres de la Orden de la Buena Muerte regentaban en Li-
ma un buen establecimiento de enseñanza, cuyo rector era el P. Isidoro
de Célis, escritor de amplio prestigio, cuyas enseñanzas aprovechó
muy bien el joven Camilo. Tres años más tarde, el adolescente chileno
ingresó como novicio a la Orden y, después de otros tres años, profesó
y pronunció sus votos perpetuos, dedicándose a la enseñanza en el
mismo Colegio, a los deberes de su Orden de preparar a los moribun-
dos para su comparecencia ante el Supremo Tribunal, y a la lectura de
cuanto libro caía en sus manos.
Los clérigos regulares de la Buena Muerte, también conocidos
como padres agonizantes o camilos, tenían entre sus votos el de consa-
grarse al cuidado de los enfermos, inclusive contagiosos. El fundador
de la Orden ha sido Camilo de Lelis, que de joven tuvo una vida sórdi-
da y borrascosa, mezcla de tahúr y perdonavidas, pícaro siempre, sol-
dado a veces, en la Italia meridional de donde provenía, en Nápoles y
después en Venecia. Como Cervantes e Iñigo de Loyola, debió su defi-
nitiva conversión a una dolorosa y tenaz herida que le mantuvo largo
tiempo inmóvil. En 1584 fundó la Orden de los Padres de la Buena
Muerte, aprobada por el Papa Sixto V y su sucesor Gregorio XIV. Sus
integrantes eran clérigos regulares mendicantes que debían procurar,
no sólo la salud física de los enfermos, sin también la espiritual, prepa-
rándolos a bien morir. Se les veía siempre con una sonrisa en los labios,
musitando consoladoras plegarias, asistiendo a los enfermos en asilos
y hospitales, y también en los campos de batalla, sin distinción de ban-
dos. Con sus hábitos negros y su cruz bermellón, ellos establecieron
los primeros hospitales de sangre de los tiempos modernos y son indu-
dables precursores de la Cruz Roja2. El fundador Camilo de Lelis murió
en 1614 y Benedicto XIV lo elevó a los altares en 1746.
Cerca de veinte años pasó Camilo entregado a estos meneste-
res y en contacto con pudientes miembros de familias limeñas que con-
seguían y leían los libros prohibidos de “herejes” como Voltaire, Dide-
rot, D´Alambert y Rousseau, en cuyas pastas se leían muchas veces los
2 Gabriel Fagnilli Fuentes. “Fray Camilo Henríquez en Buenos Aires, Apóstol de la Demo-
racia”. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Año XXXV, N° XXIX, Buenos Aires, 1958.
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3 Jorge Salvador Lara. “Quito y el fraile de la Buena Muerte, precursor de la Independencia chi-
lena”. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Año XXXV, N° 78, Primer semestre de 1968,
Santiago, 1968.
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dando muerte por las calles de Quito a sus ciudadanos, sin distinción
de estad, edad o sexo.4
Quito se gravó a fuego en el corazón de fray Camilo. Sobre su
actuación en los acontecimientos libertarios en esa ciudad, hay diver-
sos puntos de vista. Según el cronista franciscano fray Melchor Mar-
tínez, él habría propagado en Quito la doctrina de la Independencia y
revolucionado a la ciudad. Asegura este autor que Camilo Henríquez
“fue apóstol y secuaz de la doctrina de la independencia y que después
de haberla propagado y revolucionado en Quito, seguía activando la
de Chile”. Tal es también la opinión de Rodríguez Mendoza y de
Galdámes. Sin embargo, Díaz Meza opina que no tuvo participación en
los acontecimientos de 1809 y que, en cambio, Henríquez obtuvo del
obispo Cuero y Caicedo las recomendaciones que le llevaron a actuar
después en Chile a favor de las ideas de patria y libertad.
Poco después de la feroz represión del 2 de Agosto de 1810,
fray Camilo emprendió el regreso a Chile. Su paso por Quito fue sin
duda decisivo en su vida y ejerció influencia indiscutible en sus ideas
libertarias que tanto influyeron en el proceso de la Independencia de
Chile.
En septiembre de 1810 se traslada en barco hasta Lima y de allí
sigue al Alto Perú, donde hay un convento de su orden. En Piura con-
trajo una grave enfermedad y, cuando estaba convaleciente de sus
dolencias, vio llegar a ese puerto un barco procedente de Valparaíso
que traía noticias del 18 de septiembre y de la constitución de la prime-
ra Junta Nacional de Gobierno de Chile. Resuelve, entonces, dar un
giro a su existencia y se embarca en el mismo buque de regreso a su
patria. En los últimos días de diciembre entraba a Santiago y, de inme-
diato, tomaba contacto con los patriotas más avanzados, dirigidos por
el Dr. Juan Martínez de Rozas y por el padre mercedario don Joaquín
Larraín.
A los ocho días de estar en la capital de Chile, el 6 de enero de
1811, como ya se ha adelantado, Henríquez hizo circular el primer
ejemplar, y luego tres más de una proclama escrita que causó una sen-
sación inmensa por la valentía de sus conceptos y por las tremendas
ideas que en ella desarrollaba. Lo firmó con el anagrama de su nombre
“Quirino Lemáchez”, pero, siendo desconocido aún en Chile, sus com-
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bién”. Fue fray Camilo, además quien bautizó con el nombre de Ins-
tituto Nacional al antiguo Real Convictorio Carolino, y quien más se
ocupó de acopiar libros y de fomentar la lectura.
A fines de noviembre de 1811 llegó al país la imprenta que el
gobierno había encargado a los Estados Unidos por intermedio de Ma-
teo Arnaldo Hoevel. Al iniciarse el año 1812 , Henríquez quedó nom-
brado para ser redactor de un periódico político y ministerial que iba a
editarse con el nombre de La Auroral de Chile, primero que existió en el
país, lo que da a nuestro fraile de la Buena Muerte el carácter de padre
del periodismo nacional.
No es posible analizar a fondo la labor periodística de Camilo
Henríquez en tan corto tiempo, pero si cabe decir que ella abarca tal
cantidad de temas y demuestra tan grande asimilación de ideas, que el
lector se desorienta al querer apreciar con exactitud sus puntos de
vista. Debe reconocerse que su obra y su influencia decisiva en la inde-
pendencia de Chile aún no gozan del reconocimiento que merecen.
Además, fue designado por Carrera para integrar la Comisión
que debía elaborar la Constitución de 1812, de la que también forma-
ban parte los señores Francisco Antonio Pérez, Jaime Sudanés, Manuel
de Salas y Antonio José de Irizarri. Promulgada esta Carta Funda-
mental, Henríquez formó parte del Senado creado por ella y fue Se-
cretario de dicha corporación.
El desembarco del ejército realista del brigadier Pareja, envia-
do por el Virrey del Perú para someter a la autoridad del monarca
español, puso término a la publicación de la Aurora y dio lugar al naci-
miento del periódico llamado El Monitor Araucano, destinado a levan-
tar el espíritu popular para hacer frente a las tropas invasoras. Camilo
Henríquez se demostró, entonces, como un caudillo, al decir de Aurelio
Díaz Meza. Sus escritos enardecieron la sangre de los descendientes de
Arauco y tuvieron la virtud de unir las voluntades de los adversarios
políticos del gobierno de Carrera, para cooperar a la defensa del terri-
torio. Es admirable su Catecismo de los Patriotas, escrito en forma de diá-
logo, que circuló en todo Chile6.
Sólo hasta octubre de 1814 pudo Henríquez consagrarse a sus
tareas periodísticas, pues en ese mes se produjo la desastrosa batalla de
Rancagua que puso término a la Patria Vieja, significó el restableci-
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una pluma. Detrás suyo hay un estante con libros. En la parte inferior
dice “EL PADRE CAMILO HENRIQUEZ”. El estilo del cuadro y del
mobiliario que en él aparece no corresponde a lo que era usual en esta
parte de América en la época y, en cambio, guarda gran similitud con
los de Europa Central, especialmente de suiza, patria de José Guth7.
En abril de 1815, el Director Supremo del Estado, don Carlos
María de Alvear fue depuesto en fontezuelas y asumió el mando don
Ignacio Alvarez Thomas. Por recomendación de don Diego Antonio
Barros, fray Camilo es nombrado para redactor de la Gazeta, con una
asignación de mil pesos anuales. Al mismo tiempo debería atender a la
otra publicación titulada Observaciones acerca de algunos asuntos útiles. El
29 de abril La Gazeta de Buenos Aires publicó un artículo de redacción
firmado “C.Hz”, que constituye su primera pieza literaria dirigida a
sus lectores bonaerenses.
Con los ojos encendidos por una luz extraña… la voz serena y
pausada… como quien oficia para la humanidad futura, fray Camilo
va diciendo:
“Varias veces mi admirable predecesor en la redacción de este
periódico, el inmortal Mariano Moreno, repitió estas palabras de un
antiguo: “Mare periculosam libertaten quam quietam servitutem” o
sea, “Mejor es una libertad tempestuosa que una esclavitud pacífica”.
Pareciera que la libertad no pudiera conservarse sin que combatan en-
tre sí las pasiones, los intereses, los errores, las luces, los derechos, lo
atentados.
“Por la condición del género humano –manifiesta- no se da un
cuerpo político en que no exista una fuerza que tienda a oprimir; y la
servidumbre se establece para siempre si no hay una fuerza que resis-
ta. Y así es como la libertad, esa vida de los espíritus, no se conserva sin
movimientos; pero, incumbe a la sabiduría de los hombres impedir la
frecuencia de estos movimientos civiles por medio de constituciones y
juiciosa leyes”.
En cuanto a la Constitución que proyecta el gobierno, la apoya
y exalta, porque restituye a los ciudadanos los derechos sociales, resta-
blece la seguridad personal, retorna a la libertad de prensa y de pala-
bra. Obtiene que a la Gazeta se le suprima el título de “ministerial” para
que el redactor pueda hablar libremente y para que no se piense que ha
7 Sergio Martínez Baeza, El libro en Chile, Biblioteca Nacional, Editorial Lord Cochrane S.A.,
Santiago, 1982.
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no don Manuel de Salas, con una libranza para que pueda trasladarse
a Santiago y asumir como bibliotecario en la Biblioteca Nacional que el
gobierno ha puesto bajo su alto patronazgo.
De inmediato se entusiasma con la idea de retornar al manejo
de sus queridos libros y entra en un febril período de preparación para
mejor servir el cargo que se le ofrece. Piensa en llevar a Chile diarios,
revistas y libros que allí no existen, y visita bibliotecas y gentes amigas
para recoger sugerencias útiles. “Voy a ver –escribe– si logro que el
incomparable señor Rivadavia me de una lista de los excelentes y ori-
ginales libros que ha traído recientemente de Europa…”
En una nueva carta a Manuel de Salas le informa que ha sido
designado académico: “Aquí se ha formado la Sociedad Literaria por el
Ministerio, para escribir periódicos y cosas útiles. Acabo de tener el
favor de ser nombrado Socio Honorario residente en Chile…”
El Director Supremo de Chile, general don Bernardo O´Hig-
gins también le escribe incitándolo al regreso. La respuesta de fray Ca-
milo tiene singular importancia porque muestra su proceder político
en las Provincias Unidas y la dignidad que mantuvo en las más críticas
circunstancias. “Como extranjero –expresa- que escribía en un país
devorado de facciones, intrigas, disimulaciones y opiniones, me he
guardado de comunicaciones privadas y he renunciado a escribir sobre
materias públicas y me he refugiado en otro país extranjero, donde he
vivido cerca de un año, hasta que los desórdenes trajeron el orden que
felizmente se va radicando más y más”.10
El 8 de febrero de 1822 una calesa cruzó la Plaza de Mayo. En
su interior un viajero saludaba por última vez a la Fortaleza, a la Pirá-
mide de Mayo, al Cabildo y a la Catedral. Era fray Camilo Henríquez,
el fraile chileno de la buena Muerte, que se alejaba para siempre de su
querida Buenos Aires, para regresar a su patria.
Cuando llegó a Santiago contaba con 53 años de vida. Sus
enfermedades, agravadas por las penas del destierro y con las privacio-
nes, le habían envejecido prematuramente. Apoyado en un bastón
debía hacer el trayecto entre su casa, ubicada en la calle Teatritos, entre
Huérfanos y Agustinas, hasta el local de la Biblioteca Nacional y hasta
el Congreso, donde aún exhibía las luces de su prodigioso cerebro.
Fray Camilo se ha ocupado de ayudar a su amigo don Manuel
de Salas en la organización de la Biblioteca Nacional, siendo nombra-
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BIENVENIDA AL MASTER LUCAS ACHIG SUBÍA
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Lucas arribó a Cuenca desde Quito, su tierra natal hace treinta años, así
que ya es morlaco por prescripción adquisitiva. Llegó con el título de
licenciado pero hoy es master con estudios de Historia de América en
Sevilla y tiene una maestría en docencia universitaria e investigación
educativa en nuestra querida Universidad de Cuenca. Docente desde
1974, lo es en Cuenca a partir de 1977, con esporádicas salidas a dar
cursos en otras universidades o con participaciones en organismos de
dirección universitaria como la Comisión Latinoamericana de Acre-
ditación Académica o el antiguo Consejo Nacional de Educación Supe-
rior (CONUEP) hoy denominado CONESUP (Consejo Nacional de
Educación Superior).
Lucas Achig se ha desempeñado como Coordinador de la Sec-
ción de Historia y Geografía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana,
Núcleo del Azuay; Presidente del V Congreso Nacional de Historia y
Geografía realizado en Cuenca en 1986; Coordinador Académico del
Instituto de Investigaciones Sociales, IDIS; Vocal de la Asociación de
Historiadores del Ecuador (ADHIEC); Director del Departamento de
Planificación Universitaria de la Universidad de Cuenca; Presidente de
la Comisión de Evaluación Interna de la Universidad de Cuenca; y,
Vocal alterno del Consejo nacional de Evaluación y Acreditación de la
Educación Superior ( CONEA)
Ha coordinado eventos académicos como el VII, el VIII y el IX
Encuentro Nacional de Planeamiento Universitario. Ha participado
con ponencias en casi todos los Encuentros de Historia y Realidad
Económica y Social del Ecuador, organizados por el Instituto de In-
vestigaciones Sociales de la Universidad de Cuenca; en los encuentros
de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe; dos
en España con los títulos de Sevilla en la Historia de América y España
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hacia una gobernación y una intendencia y, aunque esté fuera del tema
central, pero sí en el contexto, la creación del obispado y los conflictos
entre la autoridad civil y eclesiástica. También hubieran sido bueno
algunos comentarios sobre el influjo cultural de la primera misión geo-
désica francesa y sobre la abundante producción artesanal de Cuenca,
con un comercio activo con el Perú, a fines del siglo XVIII.
Esto lo anotamos solo como una inquietud, porque conocemos
su capacidad y sabemos que Lucas tiene en sus planes grandes proyec-
tos de investigación y de interpretación histórica. Su fuerza espiritual
joven y sus dotes intelectuales nos garantizan la entrega de nuevos tra-
bajos, más allá de todo lo que ya ha hecho, como se puede concluir de
su currículo expuesto someramente.
Lucas, los viejos académicos te damos una cordial bienvenida
al seno de una institución que necesita de la presencia de jóvenes inte-
lectuales que den nuevos bríos a la Academia, hoy vinculada con la
Real Academia de Historia de España, de Portugal y con muchas de
nuestra América. Lucas, mi amigo, enhorabuena.
Y unas palabras finales para nuestra ilustre cuencana, la docto-
ra Guadalupe Larriva González, quien por cumplir con el deber cívico
de servir a la Patria dejó temporalmente su labor docente e investigati-
va. Nuestra alumna, nuestra compañera en la docencia universitaria,
nuestra inolvidable amiga, merecía estar en la Academia, por ello pro-
pusimos su ingreso el Dr. Manuel de Guzmán Polanco y quien les está
dirigiendo la palabra. Los misterios de la vida y de la muerte se
impusieron y hoy está junto al Ser Supremo, la única y definitiva
Verdad. Al rendir un homenaje póstumo a su memoria, lo hacemos
también a los distinguidos miembros de su familia.
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EN EL SIGLO XVIII*
INTRODUCCIÓN
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dades bajo el mando del Corregidor Don Pedro Nieto de Ribera, nom-
brado en 1692, (AMH/C, Libro 10). El 5 de mayo de 1703 se posesiona
Don Luis Guillén Moriel que anteriormente se desempeñó como Te-
niente Pedáneo del Partido de Alausí. (AMH/C, Libro 10). La informa-
ción de Cabildos desaparece por algunos años, hasta llegar a 1709,
donde se encuentra ejerciendo las funciones de Corregidor Don Am-
brosio Pérez Romero, dedicado a la recaudación de las composiciones
para enviarlas a Quito; situado que asciende a 4.000 pesos. (AMH/C,
Libro 10). Esta función lo ejerce hasta el 13 de octubre de 1713, en que
se recibe, desde Quito, la notificación del nombramiento de Corregidor
en favor de Don Juan Antonio Aguirre; éste se posesiona del cargo y
dedica su atención a la obra pública de empedrado de calles y cons-
trucción de puentes. (AMH/C, Libro 10).
El 26 de julio de 1720 se recibe una carta desde Riobamba fir-
mada por Don Francisco Pareja, indicando que ha sido nombrado
Corregidor de Cuenca por el tiempo de cinco años. (AMH/C, Libro
10). El 15 de octubre del mismo año hace el juramento de ley y se pose-
siona del cargo. Lo curioso es que este nombramiento se hace a petición
de Teresa de Riofrío, a quien, en realidad, le asignan el mando de este
Corregimiento por haber donado, en 1712, mil pesos a la Corona, pero
ella lo traspasa en favor de Don Francisco Pareja. (AMH/C, Libro 10).
Su administración se caracteriza por el esfuerzo de poner orden en el
vecindario y continuar con la obra pública, poniendo énfasis en las
recaudaciones para solventar los gastos que demandan las obras.
Una vez cumplido el plazo y pagado el favor recibido, el 22 de
agosto de 1726, el Cabildo recibe una carta donde se manifiesta el nom-
bramiento de Corregidor de Cuenca en favor de Don Juan de Balcársel
y Melgarejo, quien toma posesión y juramento el 28 de septiembre del
mismo año. (AMH/C, Libro 11). Desde el comienzo de su gestión tuvo
problemas en el Cabildo, debido al afán de controlar los excesos y abu-
sos de poder de los cabildantes, que no querían someterse a la autori-
dad del Corregidor. El asunto se complica cuando el 9 de septiembre
de 1728, siendo Corregidor, toma posesión de veinte cuadras en El Eji-
do con casas, cercas y arboledas pedidas al Cabildo diciendo que el
sueldo de 800 pesos anuales no le alcanza. (AMH/C, Libro 11). Estos
contratiempos desviaron la atención de la administración territorial,
impidiendo el avance de obras y la atención del bien público.
En estas circunstancias, el 16 de abril de 1732, en el Cabildo se
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ADMINISTRACION DE JUSTICIA,
REGIMIENTO E INTENDENCIA
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Inoperancia administrativa
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Corrupción administrativa
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cuando se le priva del empleo a Juan Tello de la Chica hasta que cance-
le todo el valor de lo adeudado por parte de su difunto padre, del
remate de tributos de años anteriores. (AMH/C, Libro de Documentos
Nº 72).
También se imponían multas cuando el Tribunal de la Real Au-
diencia de Quito detectaba fallas administrativas. Esto ocurrió el 21 de
enero de 1792, cuando le condenan al Juez Pedáneo del Cañar: José
Pacheco, a 50 pesos de multa; y al Gobernador y Asesor de Cuenca, al
pago de las costas, por dictar injustas providencias en contra de An-
tonio Espinoza y de los indios del Cañar. (ANH/C, Doc. 96.050).
Estos son algunos hitos de la historia administrativa de
Cuenca en el siglo XVIII, que son de invalorable ayuda para entender
la trayectoria de una administración pública inoperante, llena de pro-
blemas y venalidades que muy poco contribuyó al bienestar del vecin-
dario cuencano de aquella época.
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COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA
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PROPIETARIAS Y TRABAJADORAS*
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1 En algunos casos, se ha retirado el “doña” que antecede a los nombres, para agilitar la lec-
tura.
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3 Testamento de doña Juana María de Plazaert. AGI, Quito, Leg. 391. Citado en Londoño, Jen-
ny, Entre la sumisión y la Resistencia, las mujeres en la Real Audiencia, ob.cit. p.223.
4 VALENCIA, Gladis, ob.cit. p. 118-114.
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5 AHNQ, Fondo Audiencia de Quito, Serie Censos y Capellanías, Caja 17, Exp. 8, Quito, 26 de
enero de 1732, 59 f.
6 Ídem, Caja 52, exp. 3, Quito, 8 de abril de 1786.
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parte, cabe agregar que con las esclavas se produjeron todo tipo de
abusos y maltratos, que incluyeron hasta la prostitución obligada por
algunos de sus amos, que actuaban como proxenetas.
7 Esta última información nos ha sido proporcionada por el historiador eclesiástico Mario
Mullo Sandoval.
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te. Una de las cosas que nos llamó la atención fue la repetición, por
demás muy recurrente, de los robos hechos a las mujeres mercaderas,
lo que muestra su vulnerabilidad, que estaba ligada obviamente a dis-
criminaciones de género en la época colonial.
En el levantamiento de Pelileo, en 1780, se distinguieron las
carniceras Rosa Gordona y Teresa Maroto (mulata), y otras mujeres co-
mo: Tomasa Meneses, Manuela Pérez, Gerónima Pozos, Juana Acosta,
Josefa Fernández, Ángela Fiallos, Rosa Acosta y Brígida Alvarado, to-
das mestizas y recatonas.8
Encontramos también que algunas mujeres estaban integradas
a gremios femeninos, como el de las graneras y panaderas, porque no
eran aceptadas en los gremios de oficios artesanales de los varones.
Otro gremio que parece haber crecido bastante y que se hacía
respetar en los mercados era el de las criadoras y expendedoras de ga-
nado. Encontramos ocho en la sierra y una en Guayaquil. Las abastece-
doras de carne fueron mujeres hacendadas y entre ellas encontramos a
la Viuda de Juan Mantilla, D. Mariana de Villacís, D. Jerónima Revelo,
D. Mariana de Granobles, D. Ana de Cepeda, D. Micaela González, D.
Ana Herrera Pacheco, D. Francisca Borja y D. Jacinta Ayala, en la ciu-
dad de Quito y a D. Gertrudis de la Torre, en la ciudad de Guayaquil.
En la provincia de Guayaquil encontramos trece mujeres dedi-
cadas a la explotación del cacao. Fueron ellas: Rufina de Lara (Baba-
hoyo), Francisca Nasacón (de Palenque), D. María Ignacia Ramírez de
Arellano, Josefa Díaz, 9 Maria Carranza (Baba), D. Paula Ramírez, D.
Magdalena de10Uriarte , doña Juana de Plazaert, Jacinta Bajaña, Ger-
trudis Carrillo , y doña Josefa Gómez Moreno (Guayaquil).
En la importación de productos de Castilla, Perú y Chile, inter-
viene apenas un 5% de mujeres. De los cuadros de Alcabalas hicimos
un inventario de 18 mujeres importadoras. Algunas de ellas incursio-
nan también en la exportación de textiles a la Nueva Granada. Entre
1768 y 1776 encontramos a 11 mujeres importadoras de efectos de Cas-
tilla. En 1784, son 9 las comerciantes que ingresan mercaderías. En
1785, son once mujeres, y en 1786, el número de comerciantes mujeres
sube a 14.
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lización humana que dicha sociedad ofrecía a los más pobres y sobre
todo a las mujeres.
Recordemos que esta era una sociedad patriarcal, que conside-
raba que las mujeres no tenían derecho a los cargos públicos, a la edu-
cación, a las bellas artes, al descanso, a la pereza, al juego, a la diver-
sión, y que eran formadas desde la más tierna infancia para realizar
todas las tareas domésticas requeridas en el hogar, mientras que a los
varones se les asignaba tareas en el ámbito productivo o artesanal. El
duro destino de las mujeres estaba justificado por el concepto de honor
masculino y honra femenina, que se mantuvo como uno de los funda-
mentos de la discriminación y violencia contra la mujer, hasta hace
poco tiempo, en todos los códigos civiles y penales de América Latina.
Como parte de esta concepción, que otorgaba al hombre el do-
minio sobre las mujeres de su familia, la sociedad colonial estaba atra-
vesada por graves problemas de violencia doméstica, la que era mira-
da como algo propio y privativo de cada hogar, de acuerdo a la incon-
mensurable potestad que aquella sociedad colonial otorgaba al pater-
familias. En la documentación de archivo, ella está descrita de manera
muy explícita en la declaración de un hombre que protesta contra su
mujer, quien ha huido llevándose a sus dos hijas, por no soportar el
maltrato del marido.
Dice en el juicio don Joseph Caballero de Ataide:
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BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS
ESPINOZA COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
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BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA
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BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA
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NUEVOS DESCUBRIMIENTOS
ARQUEOLÓGICOS EN EL AZUAY*
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“No hay primera sin segunda dijo Pincho Kalandraque, y aquí está”,
y vino el segundo Libro: Toponimias cañaris y apuntes para la Historia de
Taday, que se publicó, así mismo, con el auspicio del H. Consejo Pro-
vincial del Cañar, en la actual administración.
Donde comen dos, comen tres: Cuando avanzaba la investiga-
ción sobre Pindilig, nos preocupamos en aquellos días, de que en los
legajos de documentos que día a día íbamos acopiando, fueran acumu-
lándose también datos sobre Taday. Es que las dos parroquias vecinas,
son dos pueblos, cuyas historias, están íntimamente ligadas y vincula-
das entre sí. Orígenes milenarios, crónicas antiguas, costumbres ances-
trales, y eternas tradiciones, les son francamente comunes a las dos.
A estas alturas, ya nos habíamos contagiado del gusto por la
investigación documental, por lo que nuestra mente se propuso conce-
bir un tercer libro: Caciques Cañaris que gracias a un mecenas de la cul-
tura, como el Dr. Eduardo Crespo, vio la luz de inmediato en los talle-
res de este Núcleo. El “IV Encuentro de Historia y Arqueología”, fue
el marco para su lanzamiento; libro que contiene la mención y sem-
blanzas de 331 caciques de la región cañari. Esta tercera obra me ha
brindado igualmente complacencias. Como anécdota hemos de referir
que en la Feria del Libro llevada a cabo el año anterior en la ciudad de
Guayaquil, había resultado ser la obra más solicitada para su adquisi-
ción. Esto quizá fue el acicate para que nos hayamos propuesto profun-
dizarlo; y basándonos en una magistral investigación documental del
académico francés Dr. Jaques Poloni Simmard, alcanzamos a enrique-
cer a “Caciques Cañaris”-para una segunda edición-, con el registro y
trayectorias de 513 personajes, y cuya publicación, hemos solicitado
corra ahora a cargo de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay.
Y parecía que ahí iba a detenerse el empeño de escribir libros,
pero resolvimos involucrarnos en una minuciosa y extensa investiga-
ción, para escribir las crónicas no contadas ni conocidas todavía del
Azogues Republicano. Y precisamente en esta labor nos hallábamos el
año anterior, en mi período vacacional, cuando surgió el material para
la cuarta publicación: Reescribiendo la Historia, que sustancialmente
contiene la revelación de la existencia de una primera cantonización de
Azogues, en un año distinto al que se conoce oficialmente (1825); es
decir tres años antes; esto es en 1822; asunto que ya lo hubimos expli-
cado debidamente en la revelación del proyecto y en el lanzamiento de
la obra.
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Por demás está decirles que, agradecidos con la vida que nos
ha concedido estas brillantes posibilidades de escribir la historia de
nuestra comarca regional, un día de esos, nos propusimos a juntar los
más importantes datos históricos, los documentos más buscados; las
referencias inéditas; las citas bibliográficas históricas, y las categorías
no reveladas: así como a las mujeres y hombres que han hecho historia
en nuestro terruño austral, para que surja de este modo la quinta publi-
cación: Diccionario Enciclopédico de Historia Regional, que en esta noche,
luego de breves momentos, pasará al regazo y calor de vuestras manos
generosas, y al refugio de sus mentes talentosas.
Concomitante y paralelamente al trabajo de estos cinco li-
bros…, como aquellas plántulas que en cuanto germinan, inmediatas
a su costado, se ven brotar otras plantitas que aparecen para competir
con la mayor en su crecimiento; asi, otros temas hemos ido concibien-
do simultáneamente, cuyos manuscritos se encuentran ya en imprenta
como: La Mujer Ejemplo de Valor Humano, Cuentos Campesinos y, hallán-
dose en camino; en plena gestación como les he referido: Un Sueño
Inalcanzable; Azogues Republicano; Vocabulario Cañari; y Paccha, un pueblo
con historia.
Estos son los trabajos que les participamos a ustedes, y que
hasta el momento se han concretado en libros. Cuánto no daríamos
ahora por escribir también sobre arqueología: Pues esta técnica, auxi-
liar de la historia, no es nuestra especialidad, pero hemos de confesar-
les, que nos sentimos sumamente inclinados por saber y entender de
todas las bondades que esta disciplina contiene.
Pero a pesar de no ser conocedores autorizados de esta mate-
ria, la vida nos ha deparado la propicia oportunidad de constatar y
descubrir, desde el punto de vista de su intrínseco valor cultural, varios
espacios arqueológicos de un valor sorprendente.
Hemos de coincidir con vosotros, que en algunas ocasiones, en
los grandes descubrimientos, se han visto involucrados varios factores
como: la curiosidad, la experimentación, la búsqueda de una explicación
a un fenómeno, y en otras, hasta la casualidad. En nuestro caso, esta últi-
ma, en forma afortunada, viene siendo nuestra aliada frecuente:
Desde que hace ya unos diez años, llegamos a ubicar el punto
exacto de la existencia de un petroglifo en Pindilig, seguimos en la bús-
queda de más evidencias culturales en esta zona básicamente, mante-
niendo la costumbre de caminar observando el talud de los caminos
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rar otras zonas de minas. Bueno cuando estábamos viendo las lagunas
con los muros, el chico que me acompañaba, cayó accidentalmente en
el agua y sacó algo… un objeto… como una vasija. Salió de la laguna y
así mojado corrió y nunca más le volví a ver.”
Luego el señor Ramsey un tanto emocionado agregó: “Un poco
más abajo de estas lagunas; unos doscientos metros podrían ser más o
menos, y siéntese para que o se caigan -dijo sonriendo-, existen unas
¡doscientas casas de piedra intactas! ¡Es una ciudad completa! Escú-
chenme amigos, ¡una ciudad completa! Que sea inca o cañari; que esté
en Cañar o Chimborazo, tampoco puedo decir. Eso ustedes podrían
verificarlo.” Al solicitarle que nos revelara el señor Ramsey sobre la
ubicación exacta de esta metrópoli arqueológica, dijo no recordar, pero
que se ponía a las órdenes de nosotros, para acompañarnos como guía
en el momento que nos decidiéramos. Se mostró muy solícito en esto.
Cuando semanas atrás dialogábamos de todo esto con el Dr.
Juan Cordero, él opinó que debería trabajarse, hasta dar con esta mara-
villa. “El Cañar muy bien podría convertirse en el poseedor y protago-
nista del descubrimiento de un segundo Macchu Picchu en América”
–dijo-.
He ahí, estimados presentes, damas y caballeros, amantes de la
cultura; aquí está el material para trabajar por el mejor conocimiento
del pasado de nuestra región. Aquí están las fuentes generadoras de
empleo de lo que tanto se habla. No hay mucho que hacer ni invertir.
Sólo un firme deseo por batallar en esto. Con nuestra voluntad pode-
mos convertir a esta parte de la patria, en una de las regiones de mayor
atracción turística, básicamente cultural y que tanto mueve ahora a
propios y extraños.
Antes de terminar quiero expresar mi sentimiento sincero de
gratitud, a la Academia Nacional de Historia, por haberme concedido
este enorme privilegio, de ser miembro de tan alta escuela de investi-
gación. Gracias al Dr. Juan Cordero Iñiguez por su invitación inicial;
me siento sumamente honrado por todo esto. Quizá ahora en el seno
de esta organización de tanto prestigio académico, se alcance a articu-
lar acciones que se encaminen a la formulación de proyectos arqueoló-
gicos que pongan en valor, tantos espacios culturales que tenemos en
nuestro medio, como los que les he descrito hoy.
Finalmente agradecemos rendidamente a la Casa de la Cultura
Núcleo del Cañar, en la persona de su digno Presidente Dr. Eduardo
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Crespo Román, que nos ha acogido con tanto afecto. Gracias a los fun-
cionarios y empleados de esta entidad, por todo su aporte y coopera-
ción en este significativo acto. Gracias a todos ustedes damas y caballe-
ros, que han tenido la bondad, la gentileza de venir a acompañarnos.
Nos sentimos realmente halagados por habernos permitido hacer pú-
blicas nuestras experiencias culturales.
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BIENVENIDA AL DR. FAUSTO PALACIOS
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Plutarco Naranjo
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B I E N V E N I DA A L D R FAU S TO PALACI O S.
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDICACIÓN DE
CELIANO MONGE*
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE
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BIENVENIDA A LA DRA. LOIS ROBERTS COMO
MIEMBRO CORRESPONDIENTE EXTRANJERA
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
Benjamín Rosales
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camente con ser ama de casa, formar a sus hijos y trabajar gracias a sus
habilidades secretariales, sino que quiso además cultivar sus inquietu-
des académicas por lo que se enroló en la California State University, y
en esa universidad obtuvo el título de bachiller de artes en la facultad
de Artes Liberales en 1958 y luego en 1961, un masterado en Historia.
Cuando terminó estos estudios se propuso obtener el doctorado en
Historia para los cual aplicó a la prestigiosa UCLA, la Universidad de
California en Los Ángeles. Cuando escogía el tema para su tesis doc-
toral recordó que en sus años en Ecuador había conocido que nuestro
país fue durante muchos años el mayor exportador de cacao en el mun-
do y que esa producción había creado gran riqueza para Guayaquil, la
región de la Costa y el Ecuador entero. Decidió investigar ese tema y
hacer su tesis sobre Ecuador y el cacao.
Aunque sus hijos Russell y Ann viajaban periódicamente a
Guayaquil a visitar a su padre que se había radicado en este puerto, ella
no había regresado en diecisiete años; lo hizo en 1968 para realizar sus
investigaciones. En 1970 la Universidad de California, UCLA, le otorgó
el doctorado luego de la presentación de su tesis sobre Ecuador y el
desarrollo de la producción cacaotera. A partir de entonces la Dra. Ro-
berts se dedicó a la enseñanza de Historia en California State University,
en Long Beach desde 1970 a 1980 y en Northridge entre 1981 y 1986.
Me llamó la atención en su currículo que entre 1980 y 1981,
Lois haya estudiado en la Escuela de Arquitectura, me explicó ella que
mientras enseñaba en la Universidad, complementaba sus ingresos con
trabajos de consultoría sobre recursos históricos arquitectónicos para el
estado de California y para hacer mejor su trabajo, recibió cursos de
arquitectura en la Universidad de California. En esta decisión vemos el
empeño y tenacidad con que la Dra. Roberts ha hecho sus trabajos his-
tóricos en su brillante carrera.
Su obra El Ecuador en la Época Cacaotera fue publicada en Quito
por la Editorial Universitaria en 1980 y Los Libaneses en Ecuador: una his-
toria de éxitos se publicó en Ecuador en 1997 y en inglés, en Estados
Unidos en el 2000. Muchos de los trabajos que realizó cuando fue con-
sultora de arqueología histórica para el Cuerpo de Ingenieros del
Ejercito de los Estados Unidos y el Estado de California han sido publi-
cados entre 1978 y 1992 en el Southern California Quarterly y en otros
boletines científicos norteamericanos.
En proceso de publicación están dos obras en las que Lois
Roberts es coautora; la Historia del Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos
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BIENVENIDA A LA DRA. LOIS ROBERTS
del Distrito de Los Ángeles y con Julio Estrada Ycaza, El auge y caída del
comercio de cacao en Ecuador: 1875-1925.
Yo conocí a la Dra. Roberts hace cuatro años cuando ella estaba
investigando sobre el desarrollo de la agroindustria bananera en Ecua-
dor para hacer lo que ahora es su más reciente obra, la que actualmen-
te esta terminando de traducirse y que esperamos ver publicada a ini-
cios del próximo año. Tuve la oportunidad de leerla en inglés hace un
año y es un trabajo que nos hará sentir orgullosos a los ecuatorianos.
Ustedes han oído la expresión norteamericana de “Banana
Republic” para referirse a algunos países centroamericanos en los que
las tres grandes transnacionales de los Estados Unidos, United Fruit,
Standard Fruit y Del Monte establecieron a comienzos del siglo pasado
grandes plantaciones bananeras, convirtiéndose en los grandes emple-
adores y poderosos influenciadotes de las políticas estatales en esos
pequeños países. El premio Nóbel de literatura, el guatemalteco Mi-
guel Ángel Asturias escribió su novela “El Papa Verde” en la que des-
cribe la influencia de esas empresas gigantes en Honduras, Nicaragua,
Panamá, Guatemala y Costa Rica. En su libro la Dra. Roberts relata el
crecimiento de la industria bananera ecuatoriana y como gracias a la
capacidad empresarial privada ecuatoriana y políticas estatales nacio-
nalistas impidieron que el Ecuador sea una República Bananera, sin
embargo de aquello, y quizá gracias a eso, en pocos años nos converti-
mos en el principal exportador del mundo de la apreciada fruta.
Ecuador ocupa el primer puesto como productor bananero
desde hace más de cincuenta años, gracias al trabajo de miles de peque-
ños agricultores, cientos de medianos y unas decenas de grandes pro-
ductores bananeros; aunque al inicio de la explotación, en las décadas
treinta y cuarenta del siglo pasado, sí intervinieron grandes empresas
extranjeras y hoy algunas también participan en la exportación de la
fruta. Con esta obra la Dra. Roberts resalta una vez más, como lo hizo
en su trabajo sobre el Ecuador y el cacao, y en la de los libaneses en
Ecuador, la gran capacidad y tradición del empresario costeño. En su
obra sobre el Ecuador y el banano cuyo nombre en inglés me dijo Lois
que estaba pensando que seria: “Ecuador entrepeneurs in a non-Banana
Republic”, en español esto equivaldría a “Empresarios ecuatorianos en
el desarrollo de la agroindustria bananera”, ella muy acertada y mere-
cidamente pone tres a personas como símbolos-estrellas del desarrollo
bananero en Ecuador: Don Luís Noboa Naranjo, Don Segundo Wong
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EL ESCRIBIR HISTORIA*
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2 Kagan, http://www.neh.gov/whoweare/kagan/lecture.html.
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3 Gordon S. Wood, The Purpose of the Past (New York: Penguin Press, 2008) 10,73, 83, 133, 136.
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4 Jonathan Yardley, A sage historian laments the “present-mindedness” of many of his colleagues,
Book World, Sunday, March 16, 2008.
5 Book Review, Gordon S. Wood, The Purpose of the Past, in Los Angeles Times, April 3, 2008.
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Ingenio San Carlos. Yo podía dar los nombres, dar la cantidad suscrita
por cada uno, y contar que Lorenzo Tous, fue a Galápagos y compró la
maquinaria para el Ingenio. En 1950 ya era la industria más grande de
todo el Ecuador. Estos no eran hombres actuando en desesperación;
todo lo contrario, eran hombres de negocios serenos, el tipo de hombres
comerciantes que en el siglo 19 habían sido observados en Guayaquil.
Mi narrativa sobre “entrepreneurs” comenzaba.
Mientras que algunos capitalistas Norteamericanos compar-
tían una visión de un mundo, de Latinoamérica, rehecho en su propia
imagen por medio de la inversión extranjera, esto no sucedería. Ecua-
dor presentaba un clima político hostil, justo en el momento en que
United Fruit estaba a punto para invertir en tierras y en gastos opera-
tivos para la producción de banano. Aquí utilicé el libro de Tom
McCann sobre United Fruit para explicar la necesidad absoluta de que
la Compañía tuviera un contrato de concesiones, un acuerdo que pro-
tegería su inversión de desaparecer por los impuestos. McCann tam-
bién nos da un vistazo de Sam Zemurray cuando se reubicó de hacer
negocios con dictadores a ser Gerente de United Fruit en los años 30,
madurando para convertirse en filántropo y asesor en aspectos sociales
dentro de la compañía. Mientras abundaban fuentes para los senti-
mientos antiextranjeros entre los ecuatorianos durante los años 30, so-
lamente los informes Consulares detallaban los chismes de la calle.
También incluían artículos copiados de publicaciones locales como uno
en El Telégrafo titulado “Justa Alarma” y de la cual yo me aproveché.
Estos añadieron a la comprensión de la complejidad social y de nego-
cios en Ecuador a lo que comenzó a penetrar en la explotación global
de banano. Por ejemplo, un informe relató que un Norteamericano ha-
bía sido visto en el malecón buscando un espacio en la Grace Laine y
vapores de charter. Cuando United Fruit enviaba hombres a comprar
tierras, trataban sin éxito, de que lo que estaban haciendo no saliera en
las noticias. Informes de día a día enviados al Departamento de Estado
de los Estados Unidos detallaban los chismes, miedos y finalmente
numerosas compras de UF incluyendo la propiedad Taura-Vainillo y
finalmente Tenguel que alcanzaba hasta los Andes. Uno podría pre-
guntarse por qué no utilicé los Reportes Anuales de UF ya que estaban
disponibles en la Universidad de Harvard. ¿Por qué? Si imprimían
cualquier cosa sobre Ecuador. Más tarde me dijeron que la inversión
Ecuatoriana para compensar el Mal de Panamá era una operación tan
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Esmeraldas por sus jefes para ver qué estaba haciendo este hombre.
Eric Mattson debe recibir el crédito por mucho de lo que constituyó la
historia de los productores/exportadores extranjeros. Por medio de él
hice contacto con Per Alof Marback, viviendo en Panamá y con Arne
Bergenhag viviendo en Suecia, ambos trabajando para productores fo-
ráneos incluyendo Folke Anderson. Los tres tienen recuerdos claros de
los alemanes, los suecos en su plantación de Clementina, y sabían la
historia del flete marítimo charter y cómo esto se relacionaba tanto con
los ecuatorianos como con los extranjeros. Ellos acordaron con los
exportadores y otras fuentes que estimaron que los extranjeros proba-
blemente nunca produjeron más allá del 15% del total de los bananos
exportados, pero si eran esenciales para el flete marítimo y el mer-
cadeo. Pude hablar con el Gerente de UF, Joseph Montgomery II, en-
tonces viviendo cerca del Princeton, New Jersey, y él me dio informa-
ción nunca vista en papel. La compañía era indispensable para los pro-
ductores domésticos, los entrevistados estuvieron ansiosos de dar
crédito a la compañía por traer la tecnología bananera al Ecuador: Por
el ejemplo que dieron y por el entrenamiento. Calidad y cantidad mejo-
raron a tal punto después de la transferencia de tecnología UF y por
medio de entrenamiento por parte de hombres de Standard Fruit como
Roy Kerr, que la banana ecuatoriana podía competir en mercados nor-
teños. Ecuador alcanzó un liderazgo global en exportación de bananas
en 1953. Mientras que algunos historiadores eligieron llamar el banano
ecuatoriano una industria de “boom and bust” yo encontré esto algo
absurdo ya que el país se mantuvo como el primero en el mundo por
el siguiente medio siglo y aún más allá. Un El Niño sí hizo perder a
Ecuador el liderazgo por un año entero. Pero esto no fue lo que se po-
día llamar un “bust”.
Cuando el contrato con Stándar Fruit llegó a su fin, Noboa sim-
plemente despegó, y se reunieron tantas fuentes para contar esta histo-
ria que yo solamente voy a mencionar algunos de los menos conocidos.
Su exitosa entrada en los negocios en el puerto de Nueva York trajo el
tema de un Shilo Adir, con quien Noboa virtualmente se asoció. Yo
llamé a Shilo y él cortó abruptamente mis preguntas cuando le pareció
que ya era suficiente. No obstante, me parecía que él estaba interesado
ya que yo había conocido a Noboa y sus contemporáneos y el sugirió
que me pagaría el pasaje para volar a Nueva York. Como alternativa,
con Carlos Ycaza Estrada decidimos, que él lo visitaría más bien. La
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podían basar sus esperanzas en un mercado que les había cerrado sus
puertas. El los exhortó, “vayan y encuentren nuevos mercados”. Lo hi-
cieron. Wong vendió en Rusia, Libia, Líbano, Irán y la China. Otros le
siguieron. Ecuador conservó su puesto como mayor exportador del
mundo. Cuando la gente en el Wordl Trade Organization escriben
sobre el tenaz liderazgo del Ecuador podrían añadir trabajo duro a
“condiciones costeras favorables para agricultura tropical y la ventaja
comparativa laboral.”. Posiblemente el lector está pensando en muchos
tópicos importantes que no se han tocado arriba. Este era nada más que
un ensayo humanístico incompleto, esencialmente un recuento abrevi-
ado de algunas de las fuentes que utilicé como evidencia. No he men-
cionado pero dentro de la narrativa hay eventos tales como los desafíos
de las enfermedades bananeras, las leyes Trole que aportaron seguri-
dad laboral y de la propiedad de la tierra, las carreras, todavía vigen-
tes, de extranjeros como Willie Bruns, y la victoria de Ecuador en la res-
olución del World Trade Organization. Les agradezco, mis compatrio-
tas ecuatorianos, hacer posible dejar unos pocos libros interesantes y el
hacerme sentir que mi trabajo ha sido reconocido y ha contribuido a las
memorias positivas de su historia. Tengo tantas personas que agrade-
cer por mi viaje dentro de su historia que no haré el intento de nom-
brarlos. En cuanto al manuscrito sobre banano estoy agradecida con
Benjamín Rosales y el doctor Rafael Quintero quienes lo leyeron y me
dieron ánimos. Con María Grimmer por su excelente traducción.
También Blanca Gabino y Mónica de Viteri, de San Carlos, muchas gra-
cias por su laborioso y muy satisfactorio trabajo que fue más que cler-
ical. El manuscrito fue lejos de ser perfecto y por identificar múltiples
errores y por el trabajo de editar minucioso tengo una deuda profunda
con Cecilia Ycaza Estrada. Antonieta Palacios organizó las ilustraciones
y descubrió muchas más.
372
RECENSIONES
.
Jaime E. Rodríguez Palacios, EL NACIMIENTO DE
HISPANOAMÉRICA. VICENTE ROCAFUERTE
Y EL HISPANOAMERICANISMO 1808-1832,
Quito, Universidad Andina Simón Bolívar – Corporación Editora
Nacional, 2007 (2ª. Ed. en español, corregida).
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Jorge Núñez Sánchez (Coord.): MEJÍA PORTAVOZ DE AMÉRICA
(1775-1813), Quito, FONSAL, Quito, 2008.
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Carlos Freile
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Juan Cordero I. , OLAF HOLM: LA BIOGRAFÍA DE UN VIKINGO –
ECUATORIANO, Quito, Banco Central del Ecuador, 2007, 316 pp.
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el pasado de este pueblo de igual manera que lo hubiera hecho por las
playas de Dinamarca, imágenes del hombre investigador y curioso de
recoger los restos de la tradición de los astilleros, de las costumbres de
los pescadores, de los pueblos huancavilcas, de los manteños y de
otros. Para los que conocimos de cerca esas fotografías son un recuer-
do viviente de ese hombre grande y sencillo a la vez. Si algo puede fal-
tar es una que revele el sentido de humor con que amenizaba las entre-
vistas, consultas y reuniones informales. Sentido de humor siempre
delicado, inteligente y oportuno.
La Biografía de este Vikingo reúne la profundidad del gran
científico, del investigador, del amante de la cultura ecuatoriana en
todos sus aspectos, del admirador de nuestro pasado y lo hace con una
gran sensibilidad al hacernos conocer al hombre sencillo y amigable,
como lo fue siempre.
Si ser ecuatoriano es amar a su tierra, conocer sus raíces y
tradiciones, sentir orgullo de su pasado, Olaf Holm merece como nin-
guno el título dado por el autor, de DANÉS ECUATORIANO.
Octavio Latorre
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Hemán Rodríguez Castelo, BENIGNO MALO. Universidad del
Azuay, Cuenca, 2008, 202 pp.
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391
Julio Pazos, EL SABOR DE LA MEMORIA.
HISTORIA DE LA COCINA QUITEÑA,
Quito, FONSAL, 2008.
La entrada
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La sopa
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El seco
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La ensalada
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El postre
399
.
VIDA ACADÉMICA
.
DISCURSO DEL
DR. MANUEL DE GUZMAN POLANCO
EN EL ACTO DE RECORDACION CIVICA DE LA
PROCLAMACION DE “QUITO LUZ DE AMERICA”
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Moncayo Gallegos, destacando las razones por las que las que Quito no
sólo había merecido hace 30 años ser proclamada por la UNESCO la
primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, sino como fue
consagrada “QUITO LUZ DE AMERICA” por su presencia en la histo-
ria de la libertad de las nuevas naciones del Continente Americano.
Por su parte, el Alcalde de Valparaíso, señor Hernán Pinto Mi-
randa, señaló que Camilo Henríquez, durante su estancia en Quito, no
sólo abonó fecundamente con sus ideas las de independencia de los
próceres quiteños sino que también aprendió de ellos los elementos
que lleva consigo la soberanía y como había que defenderlos con el sa-
crificio de la propia vida…
Quedaba consagrado formal y públicamente un hecho
histórico, el cual hemos pasado por alto simplemente por falta de infor-
mación, durante tantos años sobre todo los ecuatorianos. Hoy, mien-
tras empezamos a celebrar con las demás naciones del Continente el
Bicentenario de la Independencia del Ecuador, el Ilustre Cabildo de
Valparaíso y el Comité de Celebraciones Cívicas de Chile, reiteran fra-
ternalmente al pueblo del Ecuador el glorioso título que sus antepasa-
dos otorgaron a nuestro país de “Quito luz de América”.
Tan merecido calificativo no era sólo por los dos extraordinar-
ios hechos que presenció en Quito el Fraile Camilo Henríquez, el 10 de
agosto de 1809 y el 2 de agosto de 1810, sino que Quito ya venía ganán-
dose ese título a través de toda su historia desde la época del descu-
brimiento y la conquista. Mencionaré las más cercanas fechas de los
movimientos populares, típicamente populares del siglo XVIII, en los
que estuvieron representados los principales grupos sociales de la épo-
ca y ocurrieron en la Sierra Centro-Norte; los que fueron: según el
Académico Segundo Moreno Yánez: Riobamba 1764, San Miguel 1766,
San Felipe 1771, Otavalo 1777, Guano 1778, Ambato 1780, Túquerres
1800.
De 1767 a 1803; 41 indígenas fueron condenados a muerte: 33
hombres y 8 mujeres.
Dejo para la información de ustedes al ilustre historiador y
amigo, Dr. Jorge Núñez Sánchez, Tesorero de la Academia, para que les
diga algo sobre ése extraordinario Fraile de la Buena Muerte que con
sus compañeros Próceres proclamaron la grandeza de nuestro pueblo,
hace ya 200 años.
Pensadores, héroes y mártires que nos dejaron la tremenda res-
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LA BIBLIOTECA JACINTO JIJÓN Y CAAMAÑO
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
DEL ECUADOR
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PRESENTACIÓN DEL LIBRO
DEL VESUBIO AL COTOPAXI: HISTORIA
ADMIRABLE.
POR SU AUTOR, GUSTAVO PÉREZ RAMÍREZ
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ron del Internet, y a que Verónica, quien fue a hacer una maestría en Es-
paña, donde se casó con el español Daniel Santos, prosiguió en el em-
peño. Con su esposo, enviaron más de 60 cartas a Italia hasta dar con
los parientes napolitanos, las gemelas Ernesta y Paola Cassola, que vi-
ven en Nápoles y Maria Luisa Cassola que vive en Roma. Y después
contrataron a un abogado que logró encontrar el acta de nacimiento de
Carlo Cassola. Son pues coautores de mucho mérito.
IV-. Ernesta Cassola se convirtió en interlocutora y aportó
valiosas informaciones a Juan Carlos y Verónica que la visitaron, y des-
pués, cuando la entrevistamos en Nápoles con Fina, nos permitió foto-
copiar abundantes documentos, cartas y nos dio información adicional,
que incluyó la genealogía de la familia Cassola, que se conoce desde
1374, de origen noble lombardo, con títulos y castillos. Más que los
abolengos de su nobleza, lo que nos interesó fueron los méritos excep-
cionales de los logros científicos de esa familia, cuyos miembros fueron
llamados Doctor de doctores, como el primero, de nombre Filippo, el
Magnifico, el Sabio, apelativo con el que se le conoce a Carlo Cassola
en Latacunga. Trajimos copias de cartas y abundante documentación
especialmente sobre Filippo, uno de los químicos más notables del si-
glo XIX en Italia, autor de un tratado de Quimica en 5 volúmenes, pro-
fesor egregio en la famosa escuela Militar, la Nunziatella, y un gran
inventor de fama internacional. Con Ernesto visitamos la Nunziatella.
En la asociación de exalumnos está el busto en mármol de Filippo.
V- Ernesta Cassola nos introdujo a la biblioteca Nacional de
Nápoles. Alli encontramos apoyo entusiasta de la directora de la sec-
ción napolitana, la dottoressa Rosa Rossi, quien personalmente se im-
plicó en la búsqueda en que nos encontrábamos para documentar un
dato histórico del padre de Carlo, Filippo, autor de un famoso descu-
brimiento de una lámpara de gas, que iluminó por primera vez la bahía
de Nápoles. Invento que entusiasmó al hermano del zar de Rusia, Ni-
colas I, de paso en Nápoles, quien hizo invitar a Filippo a Petrogrado
para instalar allí el invento. Gracias a la dottoressa Rosa Rossi, pudimos
documentar ampliamente este invento, y descubrir que la Gran
Duquesa Elena, la tarde del 3 de octubre en Petrogrado, cuando tuvo
lugar la prueba ante los nobles y el pueblo proclamó entusiasmada “Il
sole di Cassola.” 1
1 Basado en el invento del capitán inglés Drumont, que había descubierto una nueva luz a gas,
logrando un resplandor al concentrar gas oxhídrico sobre óxido de calcio.
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Química en Ecuador, que conforma una sección del libro, y sobre los
antecedentes científicos en Ecuador a la llegada de Carlos Cassola en
1855, que revisó el Dr. Plutarco Naranjo, y para el cual aportaron varios
historiadores, Jorge Núñez, entre otros.
En la Universidad Central me refirieron al Dr. Luis Romo Sal-
tos, Ph.D, uno de los más destacados científicos ecuatorianos contem-
poráneos, quien me recibió gentilmente en su residencia de Cumbayá,
y me obsequió un ejemplar de la historia de la Farmacia, que trae infor-
maciones útiles, a falta de una historia de la Química, y en la Politéc-
nica conocí la obra inédita del Dr. Joaquín Gómez de la Torre, quien ha
escrito en 6 volúmenes la historia de la Escuela, uno de los raros es-
critos donde se reconoce al presencia de Carlos Cassola en Ecuador. Lo
entrevisté en su casa en Quito
IX- Un agradecimiento especial para con el personal de la Bi-
blioteca-Archivo de la Legislatura, donde me atendieron con esmero
durante por lo menos un mes de visitas casi diarias y me ayudaron a
descubrir documentos que han sido fundamentales para establecer la
importancia de Carlo Cassola como pionero de la enseñanza de la Quí-
mica y la Física en Ecuador.
Es un capítulo central del libro, cuya historia vale la pena
resumir.
En la vida de Carlos Cassola hubo dos coincidencias con Gar-
cía Moreno. Primero en 1855, cuando éste llegó a hacer un curso de
Química. No se conocieron, porque Carlo Cassola ya habia partido pa-
ra Ecuador, pero Garcia Moreno tuvo que haberse enterado del pro-
yecto de enseñanza de la Química y la Física en Latacunga, de la im-
portancia de Carlo Cassola y del laboratorio que llevó.
García Moreno reapareció en la vida de Carlo Cassola en 1857,
cuando aquel, habiendo regresado a Ecuador a fines de 1856, apro-
vechando de la amnistía que Francisco Robles le había concedido re-
cién posesionado en octubre de ese año.
El historiador Robalino Dávila comenta en su biografía sobre
García Moreno: “Rodeado de la aureola de “recién llegado de Europa,
título más que suficiente en nuestra ingenua ciudad”, se le abrieron las
puertas por doquier y fue nombrado rector de la Universidad Central,
puesto en el que se posesionó el 1º de enero de 1857, y en septiembre
de ese año asumió como Senador por la Provincia de Pichincha”.
García Moreno torpedeó el gran proyecto que Carlo Cassola
presentó al Senado, sobre la creación de una Facultad de Química en
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2 Ver extracto en Atti del VI Convengo Nazionale di Storia e Fondamenti della Chimica, organizzato
da Universita degli Studi di Cagliari, 4-7 octubre de 1995, Academia Nazionale delle Scienze
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Septiembre 4 de 2008
detta dei XL, pp.397403. de Aldo Gaudiano, del Istituto dell´Enciclopedia Italiana, Roma, y
Rodolfo Alessandro Nicolaus de la Academia Pontaniana, de Nápoles, titulada Filippo e
Carlos Cassola: due chimici fra i Borbone e i Savoia.
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.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
DIRECTORIO
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8.- DR. JORGE SALVADOR LARA 2469-604
Guarderas 434 – (Urb. La Concepción) – Quito 2509-471
E-mail: jorsalla@andinanet.net (0f)
Fecha de Incorporación: Julio 27/67.- Sillón 1.
Tema del Discurso: “Los Restos Humanos más
Antiguos del Ecuador”.
Le dio la bienvenida Don Carlos Manuel Larrea.
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ELECTOS
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MIEMBROS HONORARIOS
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DIRECTORIO
MIEMBROS
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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A
IMBABURA
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TUINGURAHUA Y CHIMBORAZO
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BOLETINES DISPONIBLES PARA VENTA O CANJE
XI 30/32 1930 30
XVI 46/49 1938 20
XXXIII 82 1953 30
XXXIV 83 1954 30
XXXIV 84 1954 20
XXXV 85 1955 20
XXXV 86 1955 20
XXXVI 88 1956 20
XXXVII 89 1957 30
XLI 96 1960 30
XLIII 98 1961 30
XLIV 99 1962 20
XLV 101 1963 20
XLV 102 1963 30
XLVI 103 1964 20
XLVII 104 1964 30
XLVIII 105 1965 30
XLVIII 106 1965 30
XLIX 107 1966 30
XLIX 108 1966 20
L 109 1967 20
L 110 1967 30
LI 111 1968 30
LI 112 1968 30
LIV 117 1971 20
LIV 118 1971 20
LV 119 1972 20
LV 120 1972 20
LVII 123 1974 20
LVII 124 1974 20
LVIII 125 1975 20
LX 129-130 1977 20
LXI 131-132 1978 20
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LXII 133-134 1979 20
LXIII 135-136 1980 10
LXIV 137-138 1982 10
LXV 139-140 1983 10
LXVI 141/142 1984 10
LXXI 151-152 1991 10
LXXIV 157/158 1994 30
LXXV 159-160 1997 30
LXXVI 161/162 1998 20
LXXVII 163-164 1998 30
LXXVIII 165/166 2002 10
LXXIX 167/168 2004 30
LXXX 169/170 2002 10
LXXXI 171/172 2002 10
LXXXII 173 2002 10
LXXXIII 174/175 2004 10
LXXXXIV 176 2005 10
LXXXV 177 2006 10
LXXXVI 178 2007 10
LXXXVI 179 2007 10
Indice 2005 10
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