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Boletín de la

Academia Nacional de Historia


BOLETÍN
DE LA
ACADEMIA NACIONAL
DE HISTORIA

Volumen LXXXVII N° 180

2008
BOLETÍN de la A.N.H.
Vol LXXXV N° 180

© Academia Nacional de Historia del Ecuador

ISSN N° 1390-079X

Diseño e impresión
PPL Impresores 2529762
Quito
flandazurippl@andinanet.net

diciembre 2008

Esta edición es auspiciada por el Ministerio de Educación

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ÍNDICE GENERAL

Editorial 7

HACIA EL BICENTENARIO 11
La influencia de Quito en la emancipación
del Continente Americano
Jacinto Jijón y Caamaño 13
¿Quito o Chuquisaca-La Paz?
Hernán Rodríguez Castelo 83
La rebelión de los estancos
Enrique Muñoz 109
Quito Luz de América
Grecia Vasco 119

ARTÍCULOS Y ENSAYOS 141


Cristóbal de Gangotena
Carlos Freile 143
Historia del Observatorio Astronómico de Quito
Joaquín Gómez de la Torre 151
Seis aportes del Ecuador a la cultura universal
Juan Cordero 185
Diversidad regional. El proceso colonizador de América:
El caso ecuatoriano
Benjamín Rosales 201

DISCURSOS ACADÉMICOS 237


Bienvenida al Dr. Sergio Martínez Baeza
Manuel de Guzmán Polanco 239
Fray Camilo Enríquez
Sergio Martínez Baeza 246
Bienvenida al Lic. Luis Achig
Juan Cordero 262
Corregidores y gobernadores de Cuenca en el siglo XVIII
Luis Achig Subía 267
Bienvenida a la Master Jenny Londoño
Jenny Estrada 291
Las mujeres en la economía colonial: Propietarias y trabajadoras
Jenny Londoño 296
Bienvenida al Ing. Bolívar Cárdenas
Juan Cordero 312

5
Nuevos descubrimientos arqueológicos en el Azuay
Bolívar Cárdenas 316
Bienvenida al Dr. Fausto Palacios
Plutarco Naranjo 327
Apología, honores y reinvindicación de Celiano Monje
Fausto Palacios 330
Bienvenida a la Dra. Lois Roberts
Benjamín Rosales 344
El escribir historia
Lois Roberts 348

RECENSIONES 373

VIDA ACADÉMICA 401


Discurso del Dr. Manuel de Guzmán Polanco
en el acto de recordación cívica de la proclamación
de “Quito luz de América” 403
La Biblioteca “Jacinto Jijón y Caamaño” de la
Academia Nacional de Historia del Ecuador
Ana Vargas de Vela 410
Presentación del libro Del Vesubio al Cotopaxi: Historia admirable
Gustavo Pérez Ramírez 413

Individuos de número de la ANH a diciembre de 2008 423


Miembros corresppondientes de la ANH a diciembre de 2008 429
Miembros electos para correspondientes 433
Miembros honorarios 435
Miembros extranjeros electos como correspondientes 435
Miembros de provincias 437

6
C
omo en el número anterior, esta nueva entrega del Bole-
tín de la Academia Nacional de Historia se abre por la
sección “Hacia el bicentenario”. Quito y el Ecuador repu-
blicano, que se formó en torno a ese núcleo de la nacio-
nalidad, se aprestan a celebrarlos 200 años de los sucesos que
se iniciaron en la navidad de 1808 y tuvieron sus momentos
culminantes, de drama y tragedia, el 10 de agosto de 1809 y el
2 de agosto de 1810. Es la celebración de una gesta que inició
en América del Sur el camino hacia la independencia. Por si
alguna duda abrigase alguien de esa condición inicial de la
revolución quiteña, se comenta en este número del Boletín, am-
pliamente, a medida de su importancia, un libro que, cuando el
primer centenario, lo probó, en respuesta a cierta publicación
de un historiador boliviano, esa gran figura de la historiografía
ecuatoriana que fue el guayaquileño Camilo Destruge.

Finalmente, tras largos meses de absoluta inoperancia -con


ribetes de culposa- de la Comisión de Celebraciones Cívicas -a
la que correspondía encabezar estas celebraciones bicentena-
rias-, por decreto de 15 de abril del año en curso, el Presidente
de la República constituyó el Comité Presidencial del Bicen-
tenario, dándole como misión “planificar y coordinar la ejecu-
ción del programa de Conmemoraciones del Bicentenario entre
2008 y 2012”. A ese Comité se le asignan entre sus estrategias la
de “fomentar la creatividad ciudadana, tanto en ámbitos insti-
tucionales como de la sociedad civil, que permitan la más am-
plia participación en la comprensión e interpretación del signi-
ficado del Bicentenario”. Nuestro Boletín desde hace meses lo
está cumpliendo, precisamente con esta primera sección.

Con miras a abrir cauces y proveer de instrumentos para esa


“comprensión e interpretación del significado” de la epopeya
quiteña de 1808 a 1812, reproducimos una serie de artículos
publicados en los números 21, 22 y 23 del Boletín de nuestra
Academia, y recogidos en publicación en 1924. Se originaron
en un discurso que su autor, el eminente historiador Jacinto
Jijón y Caamaño, pronunció en una sesión solemne de la Aca-
demia Nacional de Historia reunida en la Sala Capitular de San

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Agustín para celebrar el primer centenario de la batalla de Pichincha,


en mayo de 1922. Tanto en su publicación en el Boletín de la Academia,
como en folleto, este texto resulta una joya de biblioteca, de acceso casi
imposible al común de los estudiosos y lectores. Y era una lástima, por-
que es uno de los estudios fundamentales de la Revolución quiteña.
Creemos hacer un enorme aporte a las celebraciones bicentenarias
poniéndolo al alcance de bibliotecas, centros de estudios, historiadores
y lectores en general.

En esta misma sección, Grecia Vasco de Escudero, inteligente y diligen-


tísima custodia del Archivo Nacional de Historia nos entrega una selec-
ción de documentos inéditos que por varios ángulos echan nueva luz
sobre los sucesos que el bicentenario recuerda. La revolución vista por
el Regidor de la villa de Riobamba, Jorge Luis de Ricaurte. El 10 de
agosto “con los escándalos, desbarros y tropelías de que el mundo es
testigo”, y el 2 de agosto del año 10 “triste aniversario que condujo a la
eternidad a algunos de los principales autores y parciales de la insu-
rrección más desgraciada”. Y el nuevo movimiento, acaudillado por un
Comisionado “ingrato a las honras del Rey”. Nos habla Ricaurte de un
“poner las armas en las manos de los artesanos y labradores” -ese pue-
blo cuya acción en la revolución se ha querido minimizar-. Y toda esa
“máquina” “cavilada por la Filosofía más errónea” que nace “del deseo
de la libertad”. El Regidor nos provee de nuevos datos sobre los planes
revolucionarios y los de la contrarrevolución, y sienta algo que resulta
clave para la interpretación del movimiento quiteño: eso de que
Religión, Rey y Patria le parecen “objetos que han tomado entre los
labios para dorar los hechos”.

Y otros documentos no menos interesantes que iluminan muchos mo-


mentos, circunstancias y sucedidos de la Revolución de agosto. Como
la carta de Francisco Venegas, Virrey de México, a Joaquín Molina,
nombrado Presidente de Quito, en la que lamenta no poder ofrecerle
socorro alguno en las “escandalosas turbulencias de Quito”, por tener
que afrontar unas iguales en México –la fecha: 7 de febrero de 1811.

Y la participación de indios del norte en los acontecimientos de la revo-


lución, como la “horrorosa sublevación” del 24 de noviembre de 1812.
Mataron a diez soldados el jueves 26 y el domingo 29 salieron al cami-

8
E D I TO R I A L

no a sorprender a los soldados que pasaban al pueblo de San Antonio


-para liquidar al ejército quiteño, como es sabido-. Y otros hechos
vibrantes de esas poblaciones norteñas a donde llegaban órdenes del
Congreso “para recoger todas las gentes de Otavalo y llevar para que
se incorporaran con las tropas de Quito”. Y ocurren en estos amarillen-
tos testimonios vivos de la historia nuevas figuras como la mulata
Marta, que aparece “capitaneando el tumulto de indios”.

Esperemos que Grecia nos siga entregando páginas tan fascinantes de


esa hora de gloria y tragedia de la patria.

Esta sección se completa con un estudio que llama la atención hacia


uno de los más decisivos movimientos quiteños precursores de los
hechos de agosto, el de los Estancos.

Importantes e interesantísimos los textos que se entregan en la sección


“Artículos y ensayos”. Dos de ellos fueron presentados por los Miem-
bros de nuestra Academia, Dr. Juan Cordero Iñiguez y Dr. Benjamín
Rosales, en el XI Congreso de Academias de la Historia, celebrado en
San Juan, Puerto Rico este mismo 2008, en abril.

Y no lo son menos los discursos académicos, que en muchos casos son


brillantes ensayos, dichos en las sesiones de ingreso de los nuevos aca-
démicos. En el caso de Joaquín Gómez de la Torre Barba, quien pronun-
ciara su discurso sobre el observatorio astronómico de Quito, hemos
preferido entregar al lector su estudio completo, del que ese discurso
fue una versión considerablemente abreviada.

Y hay un discurso que bien pudiera haberse incluido en nuestra prime-


ra sección: el pronunciado por D. Sergio Martínez Baeza, al incorporar-
se como Miembro Correspondiente extranjero de nuestra Academia.
Porque su asunto fue fray Camilo Henríquez, el fraile de la Buena
Muerte, que fue testigo del asesinato de los próceres el 2 de agosto de
1810, y de vuelta en su Chile natal, recabó del Congreso chileno el títu-
lo de “Quito, Luz de América” para la heroica ciudad. Prócer con ac-
tuaciones grandes en esa hora en que América se levantaba para con-
quistar su libertad, fue importante que se nos reviviese su figura, en
toda su magnitud, que, en cuanto a su relación con Quito, no requiere
de mitificaciones ni exageraciones.

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Digamos por fin que se han incrementado en algo las recensiones de


libros de historia. Todavía resulta un número exiguo ante la gran can-
tidad de libros de historia que en nuestro país se publican. Confiamos,
con la colaboración de Miembros de nuestra Academia y de las edito-
riales que publican esos libros, que esperamos nos los hagan llegar,
ampliar sustancialmente tan importante e interesante sección de una
revista como la nuestra.

10
HACIA EL
BICENTENARIO
12
13
.
INFLUENCIA DE QUITO EN LA EMANCIPACION
DEL CONTINENTE AMERICANO

A
LA INDEPENDENCIA (1809-1822)1

Por J. Jijón y Caamaño

l estudiar los acontecimientos que produjeron la separación de las


colonias españolas de su Metrópoli, llama la atención el paralelis-
mo que se observa en la marcha que siguieron en los varios paí-
ses de América del Sur, tanto que, a primera vista, diríase que
careciendo de raíces locales, son efecto de los sucesos que, por enton-
ces, se desarrollaban en Europa; un estudio más prolijo demuestra todo
lo contrario, la aparente uniformidad del proceso revolucionario desa-
parece, advirtiéndose desde un principio profundas diferencias en las
diversas naciones, de tal modo que se llega al convencimiento de que
las modalidades de la época son tan sólo una condición accesoria, que
determina la explosión de un fenómeno de largo tiempo atrás prepara-
do. Toda la América Española tenía un común anhelo, el de gobernar-
se por sí misma; más en cada una de las nacionalidades que desde la
Conquista se habían formado en el Mundo descubierto por Colón, esta
aspiración se concebía de distinta manera y obedecía tanto a causas
comunes como a otras peculiares del terruño; la situación de cada colo-
nia, el espíritu del gobierno que la regía, la diversa formación racial del
pueblo influían en el modo de concebir y desear la autonomía, bien a
que todas aspiraban.
La posición geográfica, los antecedentes de los hombres que
dirigieron los primeros acontecimientos, los recursos del país, impri-
mieron decisivo rumbo en la marcha de la guerra de Independencia,
que sólo pudo llevarse a feliz término por la cooperación de todos los
pueblos de la América del Sur, que, en los últimos años de la lucha,
obraron mancomunados y como una sola nación.
1 Este estudio es una versión ligeramente modificada del discurso leído por el autor en la
Sesión Solemne celebrada por la Academia Nacional de Historia, en la Sala Capitular del
Convento de San Agustín, el 29 de Mayo de 1922, en conmemoración del I Centenario de la
Batalla de Pichincha.

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Desde 1809 aparecen ya marcados los grandes centros del


movimiento separatista; Quito y Chuquisaca levantaron aquel año el
estandarte de la revolución: ciudades interandinas; las dos tienen fa-
cultades universitarias antiguas y una numerosa población de docto-
res, hábiles para la consulta de la enmarañada legislación colonial, que
conocen al dedillo las Leyes de Indias y las de Partidas, sin ignorar las
doctrinas de los grandes juristas de su siglo; en las dos ciudades, vie-
jas audiencias mantienen un simulacro de gobierno local, que atiza las
disensiones internas, a título de administrar justicia, conservando vi-
vaz el espíritu de crítica; y en ambas, familias de alta alcurnia y no esca-
sos recursos se asfixian por la estrechez del ambiente local, asaz mez-
quino, mientras sueñan en honores y bienandanzas, que sólo pueden
adquirir consiguiendo primero el gobernar en provincia. La Presiden-
cia de las Charcas y la de Quito habían conservado unidad administra-
tiva con el Virreinato de Lima, como consecuencia de la organización
precolombina del Imperio Incaico y producto de la Conquista y las
Guerras Civiles, hasta que esta obra histórica y bastante fundada en la
naturaleza fue deshecha por los monarcas españoles, principiado ya en
siglo XVIII; y, cosa curiosa, las dos se hallaban a la sazón gobernadas
por ancianos: el que mandaba en Quito era famoso por su actuación en
un suceso que hondamente había conmovido a las Charcas, y el que en
ellas regía había dejado huellas en la historia del Reino de Quito. No
termina aquí el paralelismo, que podría seguirse casi hasta la termina-
ción de la guerra, no sólo en los hechos sino también en los hombres;
es que el medio, las condiciones locales de las Charcas y Quito son muy
semejantes y se reflejan en el desarrollo de los hechos humanos; mas no
vaya a creerse, por esto, que se pueda afirmar que el proceso histórico
es el mismo: los patriotas de Chuquisaca participan, en gran manera,
de las preocupaciones dinásticas e internacionales, que desde el esta-
blecimiento de la casa de Braganza en el Brasil, agitaban a los porteños,
como entonces se llamaban los vecinos de Buenos Aires, las cuales eran
completamente extrañas a los moradores de Quito; además, en el alti-
plano del Sur del Perú, el problema racial, la revancha indígena contra
el blanco, fenómeno desconocido en nuestra guerra de Independencia,
era un factor importantísimo en la cruenta lucha. La aparición del Inca
Huaina-Cápac, en la apoteosis de gloria del Libertador, el guerrero de
Colombia, en un poema escrito por un quiteño, que quiteños se llama-
ban todos los nativos del Reino, es un arbitrio poético, desnudo de ver-

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dad; pero que en el Alto Perú tenía una significación muy grande: la
sublevación de Pumacahua difícil es decir si es una escena de la eman-
cipación, o si en ella se prolongan las guerras de Túpac-Amaru.
Las lecciones que de estas comparaciones se deduce, hallan
también plena demostración si se ponen en paralelo el movimiento
argentino y el venezolano, centros predestinados para la victoria y con-
clusión de la obra empezada por Quito y Chuquisaca; una misma pare-
ce ser, a primera vista, la gestión histórica de Bolívar y San Martín,
vana apariencia: la invasión inglesa arrastra a la revolución a los mora-
dores de la capital de Virreinato del Sur; Miranda, al servicio de
Inglaterra, se presenta en las costas de su patria a libertarla, y Miranda,
el girondino, el General de la República francesa, trasplanta a América
doctrinas y procedimiento de la Gran Revolución y en su patria im-
planta definitivamente la manera francesa. Napoleón y Bolívar se ase-
mejan, el Imperio palpita bajo la Dictadura Colombiana.
La aspiración por la autonomía estaba en toda América: de
Behering al Cabo de Hornos, el mismo fin persiguen los colonos ingle-
ses, los españoles o los lusitanos: para lograrlo, en todas partes hay
héroes dispuestos al sacrificio; mas la concepción del modo de adqui-
rir bien tan preciado es distinta en cada uno de los varios núcleos y
diverso el modo de comprender su goce. Un simple accidente determi-
na el momento de empezar la lucha; las condiciones geográficas, el
medio racial fijan la marcha de los acontecimientos; acciones y reaccio-
nes conducen a los pueblos a resultados no previstos.
No se independiza América ni porque filósofos y literatos del
siglo XVIII destruyan con sus escritos las bases de las organizaciones
monárquicas del Renacimiento, ni porque Rousseau predica el evange-
lio revolucionario, y menos aún porque Francia, ensangrentada, des-
trozada por las disensiones intestinas, pase de la anarquía al Imperio,
con mengua de la lógica y quiera democratizar el mundo, avasallándo-
lo a su Emperador, a sus Mariscales. América va a la autonomía, pues
todo un mundo no puede depender de otro, porque los hijos de los
europeos no son capaces de considerarse inferiores, por sólo el hecho
de haber nacido en tierras más ricas, más extensas, más grandiosas que
aquellas en que vieron la luz sus progenitores.
Si la conquista de América hubiera dejado existentes núcleos
sociales, organizados de la primitiva raza del Continente, con su pro-
pia cultura, sus peculiares instituciones, sometiéndolos tan sólo a la

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tutela y explotación de la raza superior, el dominio de las naciones


europeas habría sido quizás más duradero; pero habiéndose formado
comunidades agrícolas pastoriles o mineras, de la misma raza que la de
la nación conquistadora, imposible era que al llegar éstas a un grado
avanzado de desarrollo no reclamasen ser tratadas como iguales en el
concierto nacional, con los mismos privilegios y prerrogativas que las
provincias de la Metrópoli, y que antes de aceptar una inferioridad no
merecida no se lanzasen a la guerra y prefiriesen cercenar los lazos de
unión con la Madre Patria, más bien que reconocer un vasallaje infun-
dado; pero, como las ideas rara vez hacen garra en el alma popular,
cuando se presentan en abstracto, en cada una de las varias nacionali-
dades americanas cristalizan en forma peculiar, según las condiciones
del momento y del medio.

******

Si queremos comprender los hechos de nuestros próceres, de-


bemos procurar conocer su mentalidad, tratar de pensar como ellos,
reconstituyendo las condiciones en que vivían y, dicho sea de paso, ésta
es condición que falta en muchos libros históricos acerca de la guerra
de la Independencia y casi por completo en los que de este período de
nuestra historia tratan; el venerando historiador don Pedro Fermín
Cevallos, por ejemplo, no diferencia la sicología de los hechos del año
nueve y del veintidós, como si en vano hubiesen transcurrido trece
años de tan intenso vivir!.
En las postrimerías del siglo XVIII, un español de raza y de cul-
tura tenía como suprema aspiración conseguir honores públicos, que
enalteciesen su nombre y le permitiesen legar a los suyos un apellido
distinguido, o dar mayor brillantez a los blasones heredados: abrirse
campo a través de los cerrados haces de la capa superior, hasta llegar a
los más altos niveles a los que más cerca estaban del Rey!.
Escalar la burguesía letrada, laica o clerical, si era plebeyo;
obtener una ejecutoria de nobleza si era persona de viso, aun cuando
sea trayéndola por los cabellos, como pretendió hacerlo Espejo2; llegar
a título de Castilla, si era noble, gastando una fortuna y, si era preciso,
pagando varias veces crecida suma, como aconteció con el primer

2 Información de méritos y servicios del doctor Eugenio Espejo – Archivo de la Corte Suprema
de Justicia. Quito.

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Conde de Selva Florida. ¡Oh, qué feliz el que podía hablar a la Católica
Majestad, con el sombrero puesto!. Por tan suprema dicha, infinidad de
héroes habrían sin vacilar, corrido al sacrificio!. A menos de tener el feo
pecado de la avaricia, sólo veían nuestros padres en los bienes materia-
les un medio de obtener honores: pacientes, sufrían privaciones para
fundar una capellanía, comprar un enterramiento, que enalteciese a la
descendencia, sin importarles no gozar ellos mismos del fruto de sus
sudores. Una vinculación, un mayorazgo, sueño dorado; el apellido,
bandera de honor que en sí encierra todo lo que se admira en los
padres y se ama en los hijos, estaba asegurado contra los embates del
tiempo y la fortuna; conseguido, podía un hidalgo dormir tranquilo, su
progenie bendeciría al fundador; por el descanso eterno de su alma,
regularmente, una, dos o más veces al año rezarían graves religiosos.
Ser cabildante, ejercer un Corregimiento, tener una plaza de
Oidor, ser Presidente de Audiencia, era, a más de disponer de las gan-
gas de un poder, más o menos grande, ocasión propicia de contraer
méritos, para obtener mercedes y ascender a un grado en el escalafón
social.
Lo dicho expresa, aun cuando de modo pálido e impreciso, las
aspiraciones de la sociedad española, siendo el realizarlas mucho más
fácil a los nacidos en la península o en una capital virreinal que a los
que la suerte había señalado por cuna una ciudad, sede de oscura
Audiencia.
En 1665 llegaba a Quito un chapetón llamado Silvestre Sánchez
Flórez: antes de embarcarse, había pedido se le diese certificado de lim-
pieza de sangre, y obtuvo sentencia de ser cristiano viejo; y como sólo
el infeliz gañán no tiene en Castilla pretensiones de infanzón, aun se
dijo en el despacho algo que podía interpretarse como calificación de
nobleza…
En Indias no debieron faltarle apoyos, y es de suponer fue
laboriosa su vida, probablemente, oscura, no dejó otra huella que expe-
diente citado3.
Dueño de colosal fortuna, su descendiente Antonio abrióse
ancho campo en la sociedad; gruesa suma de doblones costóle el ser
Marqués de Miraflores, título que obtuvo en 17514; lenguas maldicien-
tes, probablemente las de aquellos que en él verían un nuevo rival,

3 Biblioteca Jijón y Caamaño.


4 Id. Id.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

murmuraron de sus blasones y para acallarlas fue preciso una carta del
Virrey de Lima que el influyente Marqués hizo de insertase en las actas
del Muy Ilustre Cabildo Justicia y Regimiento5. Don Antonio tenía
alientos y pesos para todo, guardó en Quito para que perpetuase la
familia a su hijo Mariano y despachó a España a Ignacio, pues sólo
viviendo en la Metrópoli podía con sus relevantes méritos llegar a
mayor altura. Logrólo, en efecto: Gobernador de Moxos, Presidente de
Charcas, fue el eminente criollo nacido en Latacunga; valor, ilustración,
inteligencia le habrían quizás elevado hasta el solio virreinal; su fortu-
na fue próspera mientras contó con protector tan poderoso como el
ilustre Vertiz; mas era criollo, confabuláronse contre él los peninsulares
y consiguieron que muriese en una prisión.
¿Qué sentiría su hermano Mariano, el Marqués de Miraflores,
el de nuestra Junta Suprema, al ver que a Don Ignacio no le había vali-
do el librar a La Paz del cerco que le tenía puesto Túpac-Catari, ni el
haber sido uno de los más notables gobernantes de las Charcas! ¡Cómo
resonarían en su alma adolorida aquellas voces que desde el confín
meridional de los dominios españoles le decía que el gran crimen de su
hermano había consistido en nacer en América6 y cuya exactitud podía
comprobar con sus propios ojos! ¿No pensaría que él, como todos sus
paisanos, era víctima de una gran injusticia? ¿Que la carrera gloriosa
de los Flórez había llegado a su cenit, y estaba condenada a infecundo
estancamiento? ¡Cuántas veces en su interior, habrá repetido, conside-
rando que la liberación de La Paz, si hubiese sido obra de un peninsu-
lar, en Francia o en Italia, habría sido premiada con la Grandeza y con
inmensas prerrogativas, la justa queja tantas veces exhalada por los
conquistadores, que habiendo ellos aportado a la Corona de Castilla
más dominios que un Duque de Alba, recibían menor galardón que un
Capitán de Flandes!.
No sólo los altos puestos administrativos eran ejercidos, de
ordinario, pues no faltaron algunos Presidentes criollos por los penin-
sulares, sino que aun en los cargos secundarios tenían preferencia los
nacidos al otro lado del Atlántico.
Por disposición real, en los empleos municipales, en las prela-
cías monásticas debía observarse la alternativa: un vecino o fraile crio-

5 Joseph Manso al Marqués de Miraflores. Lima, 25 de Noviembre de 1746.-. Archivo Munici-


pal.- Actas de 1749.
6 Epistolario del Marqués de Miraflores.- Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.

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I N F L U E N C I A D E Q U I TO E N L A E M A N C I PAC I O N D E L C O N T I N E N T E A M E R I C A N O

llo debía tener por sucesor, un peninsular, y como el número de éstos


era forzosamente menor que el de aquéllos, claro está que la ley impli-
caba una condición preferida para los que no habían nacido en el país.
Un español recién desembarcado, con tal de poseer ejecutoria de noble-
za, tenía más probabilidad de ser Alcalde que un benemérito criollos,
descendiente de los primeros conquistadores y pobladores; nuevo en la
tierra, sin el conocimiento de ella, fuerte con la amistad de altos funcio-
narios, sus paisanos, el castellano arrogante creíase de mejor estirpe
que los hijos de otros castellanos y hacía sentir su creencia.
Si se quiere conocer cómo sangraba el alma de los regnícolas
por estas injusticias, óigase al abogado chuquisaqueño, Don Mariano
Alejo Alvarez, en el precioso discurso que escribió en Lima para su
incorporación en el Ilustre Colegio de Abogados, en 1811.7
A consecuencia de estos antecedentes existía honda rivalidad
entre españoles y criollos, la que, de día en día, se agravaba por la alta-
nería de los primeros.
El régimen administrativo contribuía a acentuar el mal; desde
un principio los Reyes de España vieron en las colonias un manantial
de riquezas. Los indígenas fueron las primeras víctimas: inmisericor-
des conquistadores explotároslos con sevicia y los quintos reales dieron
al Tesoro Español caudales para más de una descabellada aventura. La
riqueza acumulada por los indios no era inagotable y las entradas rea-
les disminuyeron, mientras los conquistadores conservaban una suma
de poder y riqueza que los volvía peligrosos; entonces se pensó en
leyes humanitarias que protegiesen a los hombres de color, y en artifi-
ciosos sistemas capaces de privar a los conquistadores del fruto de sus
heroicidades: vinieron a América taimados visitadores, astutos legistas,
y, con hermosas fórmulas, consumaron la expoliación de los encomen-
deros. Agotáronse otra vez los recursos: los descendientes de los con-
quistadores lamentaban miserias a la par casi los indígenas; nuevos
encargados de “reformar la tierra”, de proveer al “bien comunal”, con
un título u otro, recorrieron el Nuevo Mundo, estudiando la manera de
hacer que la yesca diese zumo. Si los Austrias pretender extender sus
dominios, establecer su hegemonía en Europa, astutos visitadores vie-
nen a América para enviar nuevos tesoros de las Indias; si los Borbones
desean poner a España a la altura de las otras naciones europeas, se
7 René Moreno.- Bolivia y Perú. Más notas históricas y bibliográficas.- Santiago, 1905, págs. 1
a 86.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

imponen a los indianos nuevas cargas. Las ordenanzas de Carlos V


provocan en el Perú las Guerras Civiles; el establecimiento de nuevos
impuestos desencadena en Quito las revoluciones de las Alcabalas y de
los Estancos; Carlos III impulsa a la península con vigor por la senda
del progreso, en las colonias el pueblo, que no puede sobrellevar nue-
vos gravámenes, se lanza a la guerra civil; los levantamientos de
Túpac-Amaru y de los Comuneros marcan época en la historia de los
tres virreinatos de la América Meridional.
Obtener la mayor suma de dinero e impedir la formación de
organizaciones poderosas, son el norte y fin de la administración.
En las colonias, que son ahora las repúblicas Sud-Americanas,
no existía al terminar el siglo XVIII ninguna fuerza organizada que
pudiese contrarrestar el poder real; los cabildos se componían, en
buena parte, de peninsulares y sus prerrogativas habían sido cercena-
das día tras día; las familias nobles, por muy poderosas que fueran,
nunca llegaron a disponer ni de la fortuna, ni de la influencia de las de
los grandes de España; sólo la Iglesia constituía una aparente excep-
ción. El Patronato, la presentación y pase real de los Obispos los con-
vertían en simples funcionarios de la Monarquía; las órdenes religiosas
habían logrado, gracias a sus privilegios, acopiar grandes recursos;
mas la alternativa hacía que éstos, buena parte del tiempo, fuesen
administrados por peninsulares, y la celosa política había ya de antaño
puesto múltiples trabas a su continuo desarrollo. La expulsión de los
Jesuitas fue, sobre todo, consecuencia del poder de la orden, en la que
Carlos III veía un organismo demasiado poderoso que podía hacer
sombra a su autoridad. El juramento que Carlos III exigió de los Obis-
pos anulaba completamente sus facultades.8
Los gobernantes españoles vivían celosos de su autoridad,
temblaban ante la idea de la formación de un espíritu público en las
colonias: el recuerdo de la monarquía incaica había en el Alto Perú ani-
mado a los indígenas en su revuelta: Arreche quiso suprimir los trajes
aborígenes, y el Marqués de Loreto ordenó se recogiesen todos los
ejemplares de los escritos de Garcilaso
Para obtener recursos se vendían empleos a trueque de que los
gobernantes fuesen venales; para no pagar salario a los Corregidores,
se les permitía el repartimiento, dejando expuestos a los indígenas a

8 González Suárez.- Historia General de la República del Ecuador. Vol. V, Pág. 483. Quito, 1894.

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mil irritantes iniquidades; Corregidor hubo que les obligó a comprar


anteojos negros, que él volvió a adquirir a menor precio, para reven-
derlos nuevamente a los pobres indios a uno muy subido,9 repitiendo
tan deshonesta especulación, tres, cuatro o más ocasiones consecutivas;
otro les obligó a comprar brocados, que después de vendidos y com-
prados varias veces, iban a parar en los almacenes de Lima, cuando el
propietario hubo ya obtenido un beneficio del 300 por ciento.10 ¡Qué
importaba tan horrendos abusos si mediante ellos economizaba el era-
rio buenas sumas, si aumentaba el comercio de la Metrópoli, habiéndo-
se encontrado una hermosa fórmula para cohonestar tan criminales
tratos! ¡Se había estampado en las Leyes de Indias que era necesario
obligar a los indígenas a que comprasen productos europeos, para
impulsarlos al trabajo y acostumbrarlos a la civilización!.
El celo por la autoridad, la necesidad de aumentar las rentas
eran el alma de la legislación comercial de la colonia, contra cuyas dis-
posiciones tanto reclamaron los americanos distinguidos del siglo
XVIII. Monopolio por los comerciantes de Cádiz, industrias prohibidas
en las colonias eran unos de tantos medios excogitados para mantener
la dependencia de la Metrópoli, cuya injusticia pesaba grave sobre los
pobres colonos. Se veía el resultado inmediato, no el porvenir; tantas
cortapisas impedían el rápido desarrollo de las colonias, que habría
producido al Monarca rentas más cuantiosas que las provenientes de
impuestos mal calculados.
Razones sobradas tuvieron los próceres americanos para dese-
ar gobernarse por sí mismos, buscando el bien del suelo nativo, sin
subordinarlo al de la Madre Patria, sin que corriese el riesgo de que la
impericia de gentes poco conocedoras del país entorpeciese el desarro-
llo americano.
El Rey estaba muy alto: la tradición española, la literatura des-
de el rústico romance cantado en los riscos cantábricos hasta el cortesa-
no drama de Calderón de la Barca, enaltecían la fidelidad al Soberano.
Encarnación viviente de la Patria, la sustituye enteramente en la sico-
logía de aquellos siglos; el Rey es sagrado, la nación es suya, porque él
es todo de ella: defensor de la fe y del honor castellano, su nombre sus-
tituye al de España en la literatura cortesana o de cordel de aquellos
tiempos; y el español patriota amaba a su Monarca, como demostró
sabía amar a su suelo, en las épicas guerras contra Napoleón.
9 Archivo de Indias y Biblioteca Jijón y Caamaño.
10 Colección Mata Linares.- Biblioteca de la Real Academia de la Historia. Madrid.

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El respeto al Soberano, el profesarle absoluta fidelidad eran


virtudes hondamente radicadas en el alma española, casi confundidas
con la fe religiosa. No era el Rey y Legítimo Señor el representante de
la autoridad divina? Si se quiere comprender cuán profunda era la
veneración a la persona del Monarca, debe recordarse que en Inglaterra
el pueblo creía a los Reyes dotados de poder sobrenatural para curar
ciertas enfermedades, hasta el reinado de Ana, no obstante haber mu-
cho antes verificándose la revolución de Cromwell.11 .
Qué de admirar, entonces, que el grito popular de las revolu-
ciones americanas fuese: vivo el Rey! Abajo el mal Gobierno!.

******

La necesidad de que América se gobernase por sí misma la


había sentido ya un Oidor de Lima del siglo XVI. El Visitador Mu-
ñatones de Briviesca, compañero del Virrey Conde de Nieva, creía ne-
cesario que el Consejo de Indias residiese en Panamá y que en la ciudad
de Los Reyes existiese un Consejo formado “por personas de aquellas
provincias” para resolver todas las cuestiones gubernativas, quedando
la Audiencia limitada a conocer de asuntos judiciales entre partes.12
En Quito, ciudad conventual por excelencia, en que los frailes
eran proporcionalmente más poderosos que en ninguna otra de Sud
América, cuya vida estaba absorbida por la de los monasterios, la aspi-
ración de los americanos a gobernarse por sí mismos y la obstinación
de los peninsulares de ser ellos los señores, aun cuando fuese preciso
acudir a medios violentos, aparecieron en un principio en las contien-
das, que, por los altos cargos conventuales, se trataban constantemen-
te en la colonia: ya en 1625 luchaban con acritud regnícolas y chapeto-
nes por el provincialato de la Provincia Dominicana de Quito. 13
Hechos de esta naturaleza repitiéronse con frecuencia, hasta
que gobernando el Reino de Quito, el Presidente Alcedo y Herrera, con
motivo de la elección de Rector de la casa de Jesuitas de Quito ofendie-
ron gravemente al Cabildo Civil de Quito, las pretensiones del viscaí-
no Padre Hormaegui, la impolítica conducta del Visitador, Padre Zá-
rate, vasco de nacimiento, quienes contaban con el apoyo del Presi-

11 Frazer.- The Magic Art and Evolution of Kings. Vol. I, London, 1913, págs. 368 a 370
12 Museo Británico.- Mss. Add. 33983.
13 González Suárez.- Historia, Vol. IV, Págs. 139 y sgtes.

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dente. Produjo esto tal irritación en los quiteños “que los desacuerdos
entre el Padre Andrés de Zárate y los miembros del Ayuntamiento de
Quito, llegaron a ser división entre españoles y criollos, y rompimien-
to entre europeos y americanos. En efecto, los quiteños, dice González
Suárez, cayeron en cuenta de que los españoles oprimían a los criollos;
advirtieron que los europeos consideraban a los americanos como si
fueran hombres de otra especie, cuyo destino fuese el de servirlos y
estarles sujetos; y aquella malquerencia sorda, que ya desde tiempo
atrás venía fermentando secretamente en el pecho de los criollos, se
manifestó al descubierto en amargas censuras, en murmuraciones y en
críticas contra los españoles: la ciudad se encontró fraccionada en ban-
dos, tanto más irreconciliables cuanto el odio que los dividía era engen-
drado por el amor a la tierra del propio nacimiento”.14
Después de este suceso, los Presidentes criollos don José de
Araujo y Río y don Fernando Sánchez de Orellana gobernaron rodea-
dos de la odiosidad y desprecio de los peninsulares; el último debió
sufrir las consecuencias de la altanería del aragonés Fray Gregorio
Ibáñez Cuevas, cuando Quito estuvo perturbado por asuntos de régi-
men interno, de la Orden Seráfica.15
El establecimiento del estanco de aguardiente motivó la suble-
vación del pueblo de Quito, el 22 de Mayo de 1765, en la cual saqueó
las casas en que se guardaba el aguardiente. La Audiencia, atemoriza-
da, debió ceder y abolir el nuevo impuesto16. Satisfízose el pueblo, pero
continuó alborotado; los peninsulares formaron por esto una guardia,
para defensa propia y de los magistrados; el mes siguiente, el 18, el
barrio de San Roque impuso al Obispo el nombramiento de un párro-
co de su agrado; el 19 se levantó la gente de San Blas para sacar de la
cárcel a un tal Ballinas. Las prisiones hechas en la noche del 21 por una
partida de 15 o 20 europeos, capitaneados por el Corregidor, los casti-
gos que se impusieron a algunos de los aprehendidos dieron motivo al
levantamiento del 24, cuyo objeto era el de “matar a todos los chapeto-
nes”; a las 12 de la noche, después de varios encuentros favorables a los
quiteños, el pueblo atacó la casa de don Angel Izquierdo, con el fin de

14 Id. Id. Vol. V Pág. 81


15 Id. Id. Vol. V, Pág. 174 y sgtes.
16 Id. Id. Vol. V págs. 213 a 218. Diario de lo acaecido en San Francisco de Quito, desde el día
22 de Mayo hasta el 12 de Julio a las 7 de la mañana que fue el día de mi salida.- Ms.
Biblioteca Jijón y Caamaño.

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incendiarla: para impedirlo, los defensores de la Audiencia empeñaron


serio combate, perdiendo un cañón, que, como el situado en el pretil
del Palacio hacia la iglesia de la Compañía, quedó en poder de los amo-
tinados. Continuaron las reyertas todo el siguiente día, pero a las seis y
media de la tarde, convencidos de su derrota y cediendo a las exigen-
cias del populacho, los Oidores abandonaron el Palacio Real y al otro
día entregaron todas las armas a los vencedores.
El 28 capituló la Audiencia, conviniendo en que los chapetones
saldrían de la ciudad en el término de 8 días.17 La carencia de una orga-
nización previa, el origen del movimiento de la baja plebe18 hicieron
que el triunfo no diera consecuencias inmediatas.
Mientras el pueblo humillaba de este modo a los representan-
tes del dominio español, al grito de viva el Rey, abajo el mal Gobierno,
el retrato de Carlos III permanecía expuesto en la Plaza Mayor, ilumi-
nado con cirios por las noches, aclamado por los quiteños, que al vivar
al Monarca hincaban una rodilla.19
Cuando esto sucedía tenía dieciocho años el doctor don Fran-
cisco Eugenio de Santa Cruz y Espejo20, talento claro, genio predispues-
to a la crítica; aquellos sucesos debieron impresionarle profundamen-
te, tanto más cuanto que de precoz inteligencia y dotado de ardiente
amor al estudio había adquirido ya una vasta ilustración.21.
En Espejo encontró la causa de la Independencia, un Apóstol
decidido; la fecundidad de su labor la reconocieron, más tarde, los jefes
españoles mejor informados, tales como Molina.
Puede afirmarse que en la revolución del Estanco terminó el
período de gestación inconsciente de la Independencia, para principiar
con Espejo la preparación doctrinaria y netamente americana; el estu-
diante mestizo, que pudo quizás con el bajo populacho hacer armas
contra la Audiencia, continuó, perfeccionó y volvió viable la idea neta-
mente popular y quiteña de la autonomía americana. Esta es la diferen-
cia entre los dos grandes iniciadores de la emancipación del Sud
América; la concepción de Miranda es obra de sus viajes, de su conoci-

17 Diario de lo acaecido en San Francisco de Quito, desde el día 22 de Mayo hasta el 12 de Julio
a las 7 de la mañana que fue el día de mi salida.- Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
18 Azcaray.- Serie Cronológica de los Presidentes. Quito, 1794.
19 González Suárez .- Op. cit., Vol V. Pág. 222
20 Nació en 1747.
21 Viteri.- Un libro autógrafo de Espejo.- Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Histó-
ricos Americanos, Vol. IV, págs. 340 y sgtes.

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miento de la América inglesa, ya libre, gloriosa y próspera, de su con-


tagio de las ideas enciclopedistas; se forma fuera de América: se desa-
rrolla lejos de la Patria y en su ejecución, juntamente con elementos
europeos, intervienen procedimientos exóticos; el genial Espejo perfec-
ciona, complementa y da forma a una idea criolla.
El Gobierno del Presidente Dibuja parecía destinado a calmar
la fermentación de los ánimos; varón justiciero, procuró el bien de sus
gobernados y en su tiempo nada aconteció que pueda presumirse fuera
un antecedente de la separación de las colonias, aun cuando fue el eje-
cutor del extrañamiento de los Jesuitas, tenidos por adversos a los crio-
llos 22, ordenado por Carlos III. Su sucesor, uno de los gobernantes que
mayor huella han dejado en la historia colonial, don José García de León
y Pizarro, contribuyó no poco a precipitar los acontecimientos; hombre
observador, dotado de claro ingenio, muy pronto se dio cuenta del de-
sastroso estado económico del Reino de Quito, pero fiel y celoso cum-
plidor de las órdenes de su Soberano, después de indicar los medios de
remediarlo, extremó la recaudación de impuestos, agravó la pobreza
pública, pues sabía el ansia con que el Monarca esperaba los caudales
de América, para poder incrementar sus obras civilizadoras en España.
Como Arreche y Piñeres, pertenece García de León y Pizarro a aquellos
activos funcionarios de Carlos III, hombres capaces de impulsar el pro-
greso americano; pero que, por su excesivo celo de complacer al Mo-
narca, aumentando sus rentas para bien de la Península, fueron verdu-
gos del pueblo e hicieron más insufrible el régimen colonial.
Pizarro gobernó Quito, aparentemente, pacífico, mientras se
desencadenaban en el Norte y en el Sur las formidables revoluciones
de los Comuneros y de Túpac-Amaru.
No parece fue Espejo enteramente extraño a este movimiento.
En La Golilla, en cuya elaboración tomó parte, se justificaba y aplaudía
la sublevación india del Alto Perú; el Presidente Villalengua persiguió,
con este pretexto, al médico quiteño, que ya antes había tenido sus
cuestiones con García de León y Pizarro, que, juzgándole sospechoso,
procuró alejarle de Quito.
El proceso iniciado por Villalengua condujo a Espejo a Bogotá
en 1789, en donde encontró ocasión propicia para difundir sus ideas:
Nariño, el Precursor, fue uno de sus amigos; Espejo era ya entonces
famoso por sus escritos, y, sin duda, contribuyó a iniciar al futuro tra-

22 Niclusch Americanischen Nachrichten von Quito, 1781

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ductor de Los derechos del Hombre, en la campaña por la autonomía.


Selva-Alegre, amigo y protector de Espejo, estaba también en la Capital
del Virreinato
En 1794 ocurren tres hechos sensacionales que revelan la ínti-
ma conexión con que trabajaban los patriotas de Quito y los de Santa
Fe: este año, el 6 de Septiembre, se fijaron en la primera de las ciudades
nombradas, pasquines sediciosos, y en la investigación que este hecho
motivó, llegase a saber que Nariño había impreso una traducción de
Los derechos del Hombre.
El 21 de Octubre del mismo año, al amanecer, se encontraron en
Quito banderolas de tafetán rojo con una cruz de papel blanco, en la que
se leía: “Liberi esto. Felicitatem et gloriam consecuto. Salva Cruce”; en
otros parajes se habían fijado pasquines dirigidos a sublevar al pueblo23.
En Guayaquil, el Alguacil Mayor del Cabildo, don José Goros-
tiza denunció una carta, franqueada en Quito y seguramente escrita
aquí, fechada falsamente en Bogotá el 3 de Octubre. Dicha correspon-
dencia estaba destinada a enardecer el ánimo de los patriotas, median-
te la propagación de noticias falsas; decía “Nuestra Independencia ya
parece segura con la ayuda de Dios y de las Potencias que nos auxilian.
El Virrey está preso… Los grandes hombres que se hallaban en las cár-
celes saldrán de ellas pues el espíritu de odio al Monarquismo que nos
aflige está poseyendo todos los ánimos que no son traidores a la Pa-
tria… Propáguelo V.M. que así conviene a la utilidad, libertad cristiana
y suspirada gloria de América24.
Una imprudencia del clérigo Juan Pablo, hermano de Espejo,
reveló la magnitud de los proyectos entonces acariciados y en vía de
realizarse en Quito: gobierno autónomo, ejercido por los regnícolas,
mediante procedimientos democráticos, reforma de las comunidades
religiosas, simultaneidad en la ejecución de este plan en todas las colo-
nias que unidas debían estar listas para apoyarse y defenderse contra
la Metrópoli, si oponía resistencia. Si esto sabemos por el proceso ini-
ciado en los primeros meses del 95, por las declaraciones de la Nava-
rrete, será posible dudar de que fuese Espejo autor o cooperador de las
banderitas, anónimos y cartas del año anterior?25.

23 José de Espeleta al Duque de Alcudia. Santa Fe, 19 de Noviembre de 1794. Muñoz y Guzmán
a Ezpeleta. Quito, 21 de Octubre de 1794.- Archivo de Indias.- Estado-Santa Fe. Legajo 2º.
24 José de Ezpeleta al Duque de Alcudia. Bogotá, 19 de Enero de 1795. Copia legalizada de la
carta.- Archivo de Indias. Estado–Santa Fe. Legajo 1º.
25 Vista fiscal y sentencia del proceso seguido al Dr. Juan Pablo Espejo.- Ms. Biblioteca Jijón y
Caamaño.

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Y el Monarca?. Espejo, en sus escritos, en los sermones que


pronunció por boca de su hermano, muéstrase, fervorosamente, vasa-
llo leal de Carlos IV, como los próceres del año nueve de Fernando VII.
Estos eran sinceros, ¿no sería su Maestro, como lo era el pueblo del
motín del Estanco, cuando gritaba: viva el Rey, abajo el mal Gobierno?.
El 28 de Diciembre de 1795 era sepultado Espejo; mas su doc-
trina y ejemplo debían dar fruto después de corto tiempo 26.
Don Luis Muñoz de Guzmán dejaba la Presidencia de Quito a
fines de 1798; un hombre extraordinario iba a encargarse de los desti-
nos del Reino, el flamenco don Luis Héctor Barón de Carondelet; los
patriotas le amaron y tributaron admiración; en su honor decretaron se
erigiese una estatua27; la muerte segó su vida antes de que los aconteci-
mientos de la Península obligasen a los próceres a obrar contra su auto-
ridad o a postergar la realización de la empresa, por consideraciones a
su persona.
******
La invasión napoleónica precipitó, indudablemente, los acon-
tecimientos: la abdicación de Fernando dejó acéfalo el trono español; el
pueblo de la Península reasumió la soberanía, para ejercerla en nombre
y representación del Monarca; los funcionarios españoles procuraron
impedir que América hiciese otro tanto y se obstinaron en mantener la
absoluta postergación de los criollos ante los peninsulares, agravando
la injusticia que tanto dolía a nuestros padres; España necesitaba recur-
sos para luchar contra el invasor y debía ser América la proveedora
principal del Erario; por lo mismo que el Gobierno era más débil, vol-
viéronse los gobernantes más suspicaces y celosos de su autoridad.
Heridos en su dignidad los americanos, viéndose tratados co-
mo vasallos de condición inferior, sintiendo agravado el peso de sus
sufrimientos, pensaron que había llegado el momento de poner térmi-
no al “mal gobierno”; por qué no habían de hacerlo si en España había
sido patriótica virtud el derrocar a Godoy, si los mismos gobernantes
de la Península execraban al Ministro traidor? Oidores, Presidentes,
Virreyes no debían sus cargos al favor del Príncipe de la Paz?
26 El 29 de Diciembre de 1810 escribía el Presidente Molina al Virrey Abascal: “El verdadero
término a que aspiran es su soñada independencia… fruto de las semillas que dejó sembra-
das un vecino nombrado Espejo, que se ha cultivado después por la vitanda familia de los
Montúfares”.- Archivo de Indias, 126- 3-9.
27 Comunicación de Selva-Alegre al Superior de San Agustín.- Archivo del Convento.

29
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En los primeros días de Marzo de 1809 denuncióse que se pro-


yectaba una revolución; constaba que el Marqués de Selva-Alegre ha-
bía escrito una carta que enseñó a Fray Mariano Murgueitio, en la cual
después de lamentar la situación de la Península, concluía con la expre-
sión de que “si acaso sería esta Provincia la primera que se había gober-
nado por sí?” El fin de la carta era persuadir a un corresponsal de hacer
en el lugar de su residencia lo que debía verificarse en Quito. Don Juan
de Salinas “dio” al padre Torresanos “un plan de mutación de Gobier-
no, en el que constaba que se había de formar una Junta compuesta de
distintos individuos, de un Senado, tropas y demás economías que se
habían de valer, verificado el nuevo Gobierno”.
Don Nicolás Peña propuso a su primo el doctor José Antonio
Mena “formar República en esta Provincia” extinguiendo el Gobierno
de Audiencia y creando una Junta.
Quiroga sostuvo, en la tienda de José María Tejada, que la
Junta Central del Reino no tenía autoridad y sus órdenes no debían ser
obedecidas; que estando Quito muy pobre se hacía mal en remitir el si-
tuado a Santa Fe y exigirse a sus moradores donativos.
Morales aprobó la carta de Selva-Alegre 28.
Era, pues, el plan pesquisado en Marzo, idéntico al realizado
en Agosto; los comprometidos eran los mismos e iguales las funciones
a que estaban destinados.
Sus autores fueron reducidos a prisión; los peninsulares dese-
aban se los tratase como reos de crimen de Estado; se habrían sentido
hondamente satisfechos de escarmentar y humillar en ellos a la noble-
za criolla. Los quiteños usaron la habilidad para entorpecer el curso del
proceso: con argucias abogadiles e influjos personales, hicieron que se
siguiese la causa con desgreño29; el Fiscal Arechaga era criollo y procu-
ró justificar la conducta de los americanos, opinó que se les declarase
leales vasallos, apercibiéndoles usasen de mayor cautela, acusó sólo a
Salinas, pidió sean juzgados por perturbadores los denunciantes 30.
Los patriotas alegaron falta de comprobación del hecho que se
les culpaba: mas no renegaron de su obra: con valor la proclamaron
buena y, con eruditas y sólidas consideraciones, demostraron su justicia.
28 Exposición del Oidor Manzanos en la Causa de Estado, 1810.- Archivo de Indias. Estado –
Quito. Legajo 1º.
29 Actas del Cabildo Civil, 1809.
30 Exposición del Oidor Manzanos en la Causa de Estado. -Archivo de Indias. Estado–Quito:
Legajo 1º.- Por este acto atribuido a venalidad y por otros, llegó Arechaga a ser muy sospe-

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Las razones no son obras de artificio, son la expresión bien me-


ditada de una convicción firme, la enunciación leal y sincera de sus de-
rechos, fruto de vigilias, en las que las condiciones del momento les ha-
bían indicado la manera legal de realizar sus patrióticas aspiraciones.
Los grandes hombres del año nueve no eran unos farsantes, el erudito
alegato de Quiroga no es obra de hipocresía; estudiando este precioso
documento31, se descubre el verdadero pensamiento de los próceres.
América no es propiedad de España, su unión con la Metrópoli
consiste únicamente en la comunidad de Soberano; mas “si por desgra-
cia falta éste y no hay sucesor legítimo, independencia de la América
cualquiera que sea su gobierno”. Si “no existe la autoridad suprema,
tampoco sus representantes, porque siendo éstos emanaciones de
aquella, dejando de existir la primera, dejan de existir todas las que son
dependientes”. Para justificar el proyecto, bastaría con el ejemplo “que
“ministra la Península… sus operaciones y procedimientos dan a Amé-
rica la regla, el ejemplo y la norma que debe imitar en igual caso; por-
que una misma acción que allí es heroica, no puede ser aquí un crimen,
siendo nosotros igualmente hombres y vasallos de un mismo Sobe-
rano”… Esta última proposición encierra en sí toda la doctrina de la pri-
mera época de la Independencia: igualdad de derechos entre nacidos a
uno y otro lado del Atlántico, frase que adquiere su justo valor, cuando
se tiene en cuenta que Quiroga recuerda la organización constitucional
de la antigua España, antes de que cortesanos y privados sofocasen el
poder de las Cortes, mediante actos usurpadores que, en ningún modo,
hacen caducar los privilegios del pueblo; y téngase en cuenta la corrien-
te política de España en aquel tiempo, que, si resiste a Napoleón, trans-
forma también la Monarquía de absoluta en constitucional.
Meses después, consumada ya la revolución, cuando a Quito
acosaba por el Norte, el Sur y el Occidente, la rabia española, escribía
el mismo Quiroga32: “Religión, Vasallaje y Patriotismo, son los objetos
que se jura y manda observar la Junta Central, ¿quién pudo pues con-
tradecirlos? ¿quién fue capaz de resistir su imperio? Nadie, porque to-
do hombre conoce la fuerza de estos deberes esenciales… Aquí no hay

choso a las autoridades españolas.- Benito Pérez a Montes, Panamá, 23 de Marzo de 1811.-
Información sumaria sobre Arechaga.- Quito, Mayo de 1813.- Archivo de Indias. Sevilla,
126-3-11.
31 El Comercio. Quito, martes 10 de Agosto de 1909
32 “Representación de Quito al Exmo. Diputado del Virreinato del Perú, señor don José Silva
y Olave.- El Porvenir. Quito, 10 de Agosto de 1920.

31
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delito, ni puede haberlo, pues a más de ser tan santos los objetos y
fines, son los mismos que tiene la Suprema Junta de la nación… Creía-
mos que teníamos los mismos derechos que los pueblos de la Penínsu-
la porque no somos ni menos hombres, ni menos vasallos de Fernando
VII que los españoles europeos… Callamos… el desprecio, las vejacio-
nes, la humillación y la adversidad con que hemos sido tratados, con el
mayor ultraje y dureza. Día llegará en que se presenten a toda luz y se
acrediten con pruebas justificables. Nos atrevemos a creer que si en los
demás países de América han sido tratados sus naturales con la dulzu-
ra y suavidad que ordenan las leyes y en las presentes circunstancias
encarga la Suprema Junta; en Quito hemos sido considerados como
bestias de carga y como esclavos destinados a arrastrar cadena de hie-
rro. Ni el mérito, ni la virtud, ni el nacimiento, ni los talentos, ni otra
alguna calidad han sido recomendación para el premio y la justicia.
Envueltos en la indigencia y la oscuridad han acabado sus días, los que
no han tenido el talento o la humillación de negociar por medio de una
abatida y vergonzosa lisonja…”
General ha sido la creencia de que estos documentos no son la
expresión sincera del pensamiento de los próceres, quienes, desde un
principio concibieron y desearon la total emancipación de las colonias,
mas no se atrevieron a reclamarla, por no herir los sentimientos de las
masas; los que así discurren se ven obligados a falsear todo el proceso
histórico de la separación, a ignorar hechos trascendentales ocurridos
con posterioridad y la psicología criolla, de principios del siglo XIX,
irrogándoles a los próceres grave injuria, atribuyéndoles perjurios y
engaños muy ajenos de almas generosas.
Aspiraban a gobernarse por sí mismos, a tener iguales dere-
chos que los peninsulares, a poner término a la condición ilegal de va-
sallos inferiores, regenerando el régimen colonial; estos deseos existían
de antaño, apóstoles de la talla de Espejo predicaron la reforma; los
sucesos de España prestaron ocasión propicia para realizarlos de mo-
do, diremos constitucional; el tiempo, la resistencia española, los crí-
menes cometidos y tolerados por el Gobierno peninsular, la natural
evolución de los hechos condujeron a América, no a la autonomía, a la
independencia y a la República. Los Convencionales del 89 pensaron,
acaso, en convertir la Francia en República?
Apenas instalada la Junta Suprema, tratóse de realizar el atina-
do plan de Espejo: América, al unísono, debía reasumir el ejercicio de
la Soberanía y poner término a la opresión de los peninsulares.

32
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Para lograrlo, se dirigió ella no sólo a los Cabildos inmediatos


a la Capital y que formaban parte del Reino de Quito, sino a los de ciu-
dades lejanas. La relación de lo acontecido iba acompañada de claras y
elocuentes exposiciones en las cuales se demostraba la justicia de lo
hecho y se incitaba a verificar idéntico movimiento.
Distinto fue el resultado de estas comunicaciones, según el
nivel cultural y las condiciones especiales de las varias poblaciones; las
villas inmediatas a Quito en las que se sentía no sólo el influjo guber-
nativo de la Capital, sino el de su aristocracia, obedecieron la orden que
les impartiera la Junta; en las más lejanas, rencores lugareños, rivalida-
des de provincia ahogaron la voz de los patriotas; el influjo peninsular,
más decisivo por la inferioridad del medio en que se ejercía, fue pre-
ponderante; nadie se opuso al movimiento que imprimieran los gober-
nadores, y ejércitos reaccionarios se pusieron en marcha sobre Quito.
Mas la voz de los patriotas no se perdió en el desierto: en Cara-
cas, Emparán, noticioso de lo acaecido en Quito, se llenó de temor de
que un hecho semejante pudiera realizarse dentro de los límites de su
Gobierno, y al saber que algunas personas tenían en su poder impresos
relativos a la Junta, las trató como reos de Estado, hizo preparativos
bélicos y puso en agitación a Venezuela 33.
En Cartagena de Indias, el 1º. De Octubre, recibió el Cabildo la
comunicación de Selva-Alegre, datada en Quito el 20 de Agosto, acom-
pañada de varios documentos, y, aun cuando no aprobó los medios
empleados en Quito, reconoció laudables los propósitos perseguidos.
En la contestación decía. “Este Cabildo por una propia y funesta expe-
riencia comprende muy bien cuán amargos y sensibles deben haber
sido a los ilustrados y fieles quiteños los grados de abajamiento y veja-
ción por donde en los papeles que ha remitido a US. se expresa haber-
les hecho pasar en las actuales circunstancias” 34.
Selva-Alegre se dirigió a Amar y Borbón, comunicándole lo
acontecido en Quito, mas lo hizo como persona particular, no como a
alto funcionario. El Virrey consultó inmediatamente al Real Acuerdo,
al que participó también las cartas que había recibido del Cabildo y del
Gobernador de Popayán, resolviéndose con el voto del Real Acuerdo a
separar Popayán de Quito, y que el pliego para el Ayuntamiento se

33 Blanco y Azpurúa.- Documentos etc., Vol. II, Caracas, 1875, Pág. 237.- Baralt y Díaz.-
Resumen de la Historia de Venezuela. Vol I., Paris, 1841, Pág. 54.
34 Archivo Histórico Nacional de Madrid.- Consejo de Indias. Legajo 192.

33
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entregase al Alcalde de 2ª. Vara, el cual, al día siguiente, puso en manos


del Virrey el Acta del Cabildo, en la que aparecía que sólo un Vocal se
pronunció detestando el proceder de Quito, mientras los demás pedí-
an una reunión de notables para tratar sobre asunto tan grave. Resistió
a un principio Amar, mas luego convino en ello; juntóse la Asamblea el
7 de Septiembre por la mañana; con el mismo objeto, se verificó otra el
11, presidida por el Virrey; en ésta “se advirtió notable acaloramiento
para dar a conocer que debía formarse Junta Superior de Gobierno a
semejanza de las aprobadas en las provincias de España… se pretendió
en el curso de la sesión que debían ser deliberativos, no consultivos, los
dictámenes. Afirmóse muy altivamente por lo más notables vecinos de
Bogotá que concurrieron, no sólo la licitud de lo hecho en Quito, sino
la necesidad de imitarlo en Bogotá; fue entonces cuando Acevedo Gó-
mez leyó parte del famoso Memorial de Agravios 35. Al tratarse de los
sucesos de Agosto quedó moralmente verificada la revolución: el ejem-
plo de nuestros próceres dio alientos a los de Santa Fe para sostener
ante el primer Magistrado los derechos de los Americanos a gobernar-
se; ante él se enunciaron, entonces, doctrinas que, en otras circunstan-
cias, dichas en privado, habrían sido castigadas con años de presidio 36.
Los tres principales centros del Norte de América Meridional
se conmovieron profundamente con las proclamas de la Junta Sobe-
rana instalada en Quito, que hicieron pensar a los criollos que había lle-
gado el tiempo de realizar su aspiración: la de gobernarse por sí mis-
mos; hablóse en público y en privado de los acontecido, regándose así
fecunda semilla. Caracas, Cartagena y Bogotá tuvieron sucesivamente,
sus Juntas, en cuya instalación no pudo menos de influir el ejemplo de
Quito, por todos conocido. No en vano escribió Molina: “Este inicuo

35 Archivo Histórico Nacional de Madrid.- Consejo de Indias. Legajo 192


36 A este respecto hay en la correspondencia del Sr. Ignacio Herrera, Procurador del Cabildo
de Santa Fe, en 1810, con el Ilmo. Sr. Cuero y Caicedo, interesantes datos que vamos a dar
a conocer en breve extracto.
4 de Mayo de 1810.- En Bogotá se aprobaba el proceder de Quito y, teniendo muy vivos los
sentimientos de fidelidad a Fernando VII, se quería acabar con todas las hechuras de Godoy
y se tenía como necesario crear Juntas en todas las ciudades de América, para no quedar en
esclavitud.
5 de Junio de 1810.- Se viene al suelo la Monarquía española; Caracas y Barinas han insta-
lado Juntas desconociendo a la Regencia.
20 de Agosto, 1810.- La carta del Sr. Cuero y Caicedo sobre la opresión de Quito por Castilla
fue leída por muchas personas y produjo en Bogotá la más honda impresión. Santa Fe auxi-
liará a Quito, para dar el merecido castigo a Ruiz de Castilla.-. Archivo de Indias de Sevilla.
126-3-11.

34
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plan (el de la separación de España) se ha seguido ya por muchos luga-


res de la América confederados con Quito o movidos de su ejemplo”37.
Fue Quito la primera, en lo que llegó a ser Gran Colombia, en
constituir un Gobierno independiente; sus próceres procedieron sin
incitación extraña: no sabían ni podían saber que casi simultáneamen-
te una población andina iniciaba también la magna lucha; las noticias
de la revolución de La Paz llegaron a Quito cuando ya el perjuro había
entregado inermes a los patriotas a la venganza peninsular, el 22 de
Diciembre de 1809 38.
******
Efímero fue el dominio de la Junta, que terminó su existencia
autónoma con las capitulaciones celebradas entre Castilla y don Juan
José Guerrero, el 28 de Octubre; mas no terminó entonces su fructífero
ejemplo, pues los criollos pudieron convencerse, una vez más, de cuán
vanas eran las promesas de los gobernantes españoles y del ningún res-
peto que había de la fe jurada, cuando creían que era obstáculo al
estentóreo castigo de los que habían osado atentar contra los derechos
de la Madre Patria. Repitiese en Quito la misma escandalosa traición
que la que costó la vida a los Jefes Comuneros y a los Señores Indí-
genas, no hacía 30 años.
¡Tremenda lección que volvió irreconciliables a realistas y pa-
triotas; éstos supieron desde entonces, que no había cuartel, que los
indultos eran vanos, que los gobernantes carecían de honor!!!
Vino luego la segunda revolución de Agosto, verdadero prin-
cipio de la guerra a muerte. Los soldados de Fernando, con el aplauso39
de los mandatarios peninsulares, cometieron horrendos crímenes: de-
rramóse la sangre de los patriotas, y también la del pueblo inocente y
sumiso, que pagó con su vida el ser americano. Aquel día, la causa de
la Independencia dejó de ser la de una gran parte de la aristocracia
quiteña, para ser popular.
Un historiador muy bien informado, pero nada inclinado a
atribuir notable importancia a los hechos verificados en Quito, dice: “El
37 Molina al Presidente de la Regencia. Cuenca, 29 de Abril de 1811.- Archivo de Indias.
Sevilla. 126-3-10
38 Oficio de Ruiz de Castilla al Virrey del Perú, don José de Abascal. Quito, 22 de Diciembre
de 1810.. Vinieron comunicaciones para don José de Ascásubi y don Juan Larrea. Biblioteca
Jijón y Caamaño.
39 Biblioteca Jijón y Caamaño.- Expediente sobre premios a los soldados, por los hechos del 2
de Agosto.- Ms. Original.

35
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

2 de Agosto… tenía lugar en Quito un acontecimiento que por sí solo


hubiese sido bastante para conmover a toda América y hacer estallar la
revolución continental…” “jamás pudo verse mejor concurso y coinci-
dencias de hechos para justificar la revolución, aquella noticia era la
brisa que soplaba sobre la yesca encendida; coincidiendo con la corres-
pondencia de Caracas, según la cual en aquella ciudad fue recibida con
entusiasmo y alborozo la revolución del 20 de Julio, se publicaba tam-
bién en Bogotá lo sucedido en Quito y un bando para que la sociedad
santafereña se pusiese de luto por las víctimas de Ruiz de Castilla, por
las del Socorro y por las de Casanare, para todas las cuales se determi-
nó la celebración de honras fúnebres; por una parte vino la conmisera-
ción para con los mártires del patriotismo, por otra la excitación más
furibunda”40.
En Caracas, al recibir la noticia del 2 de Agosto, conmoviese el
pueblo y pidió la expulsión de los españoles europeos y canarios, los
cuales se alarmaron grandemente, no sólo los residentes en la Capital,
sino los que vivían en la Guaira y otros y otros puntos. La Junta vene-
zolana ordenó se celebrasen honras por las víctimas de Quito 41.
Otra consecuencia, no de orden externo como las anteriores,
sino limitada a Quito, tuvo la conmoción del día 2, y fue que, en vista
de la exaltación popular, de un ataque a la ciudad que se preparaba en
las afueras, probablemente, por el número de soldados muertos, que,
se asegura en algunos documentos pasaban de cincuenta42, el real
acuerdo capituló; pues de tal debe calificarse el acta celebrada el 4, cor-
tando la Causa de Estado, ordenando la plena restitución en sus dere-
chos a los patriotas sobrevivientes, la salida de la tropa de Lima y su
reemplazo por otra nativa de Quito y, por último, el reconocer en su
cargo de Comisario Regio a don Carlos Montúfar, hijo del Presidente
de la Junta Suprema43.
40 Monsalve.- Antonio de Villavicencio. Bogotá, 1920, págs. 185 y 194.
41 Revolución política de Venezuela.- Boletín de la Academia Nacional de Historia. Caracas,
1921. Vol,. IV, Pág. 326.
Blanco y Azpurúa.- Documentos para la historia de la vida pública del Libertador. Vol. II,
Pág. 660. Caracas, 1875.
42 Carta del Obispo Cuero a don Bernardo Roca. Quito, 7 de Agosto.- Archivo de Indias,
Sevilla. 126-3-9.
43 Documentos del Real Acuerdo. Id. Id. Id.- La mala voluntad de Castilla para con Montúfar
llegó al punto de interceptar una carta del Comisario Regio a su hermana doña Rosa, escri-
ta desde Cartagena. Pensaba Castilla no recibir a don Carlos, lo que, según Villavicencio,
sería, “la prueba de que ya ha llegado a su colmo el despotismo y la arbitrariedad”.- Villavi-
cencio a Ruiz de Castilla, Santa Fe, 6 de Agosto de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9.

36
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¿Quién negará que el pueblo de Quito triunfó de las autoridades


españolas en la trágica jornada de Agosto? No fueron aquellas concesio-
nes del Real Acuerdo, una palmaria derrota de la política española?.
Por Espejo, por la Junta Suprema, por el martirio de los próce-
res, ejerció Quito su misión iniciadora, verdadero magisterio continen-
tal; los hechos verificados en la ciudad andina alcanzaron, con su influ-
jo, a toda la América española, fueron decisivos en el evolucionar de las
naciones que formaron parte de la Gran Colombia
Por esto, Quito, que empleó su sangre y sus recursos para tra-
zar a muchos pueblos, el camino de la heroica conquista de la libertad,
conserva, como su más valiosa joya, el recuerdo de los sucesos de
Agosto, que le dan puesto preeminente en la historia de la Indepen-
dencia.

******
No terminó allí su gloriosa gestión, pues, aun cuando los acon-
tecimientos de 1811 y 1812 no tuvieron la importancia americana que
los del bienio antecedente, demostraron que el pueblo que inició la
lucha sabía continuarla con honra, hasta sucumbir heroicamente; por
desgracia, este período de nuestra historia es aún poco conocido; en
numerosas equivocaciones incurren, al tratarlo, los escritores, y mu-
chos hechos se narran con menoscabo de la verdad, sufriendo, con ello,
la reputación de sus actores.
Rectificar las narraciones corrientes, basándose en documentos
auténticos, es obra larga y difícil; mas, requerida por la verdad y el
patriotismo44.

******
Las quejas de los Americanos eran conocidas en la Península,
adonde había llegado ya noticia de los primeros estallidos de la revo-
lución continental; absorbidas todas las fuerzas de la Madre Patria por
la guerra contra el Emperador de los franceses, no podía enviar tropas
a América y optó por remitir a las colonias unas cuantas líricas decla-
raciones, juntamente con criollos influyentes encargados de la misión

44 El ser éste uno de los capítulos menos conocidos de la Historia de la Independencia de


América nos obliga a entrar en mayores detalles, para suplir las deficiencias de los tratados,
a fin de que los lectores del MUNDO BOLIVARIANO, puedan completar así la información
de cómo las Repúblicas libertadas por Bolívar lucharon por emanciparse de España, con
datos que no podrían encontrar en las obras que de este asunto tratan.

37
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

de “propender por el engrandecimiento y obediencia del Consejo que


asumió el Gobierno en nombre de Fernando VII; que venían autoriza-
dos para fomentar la creación de Juntas de Gobierno Provinciales, se-
mejantes a la de Cádiz y con sujeción a la Regencia; que debían sumi-
nistrar al Gobierno Central informes más detallados sobre la situación
política de las colonias y tomar nota de las quejas que los Americanos
tuviesen contra las autoridades españolas, para reformar lo que fuese
necesario y para arrancar de raíz los motivos de esas quejas; que debí-
an trabajar eficazmente con el fin de extirpar la animadversión y los
odios que tanto se hacían sentir entre los españoles europeos (chapeto-
nes) y españoles americanos (criollos); que traían varios papeles públi-
cos, documentos oficiales, manifiestos, proclamas, noticias sobre la
guerras contra Bonaparte, y, en fin, que debían dirigir todos sus esfuer-
zos a evitar la guerra civil y a mantener la integridad de la Patria espa-
ñola, sin que estos dominios se separaran jurídica y políticamente de la
Gran Monarquía”45.
“Para Quito, fue destinado el Teniente coronel de Caballería
don Carlos Montúfar, persona de muy relevante patriotismo, que había
hecho en la Península, campaña contra los ejércitos franceses, de probi-
dad, talento e ilustración, que ya había entrado en la provincia de su
nacimiento en sorteos para Diputado de Cortes, ya que, además de
tener muy buenas relaciones con lo más principal de la mejor sociedad
de Quito (donde nació), era hijo del Marqués de Selva-Alegre, herma-
no de don Pedro, pariente cercano de los Larreas, de muchos de los
fautores de la revolución del 10 de Agosto de 1809; con estos antece-
dentes y siendo rico, inteligente, patriota y acostumbrado a considerar
la política desde los puntos más elevados, era el hombre mejor señala-
do para la misión que se le confiaba”46.
El Comisario Regio legó a Quito después de la trágica jornada
del 2 de Agosto y cuando ya el Gobierno español se había visto obliga-
do a ceder ante la irritación popular. ¿Qué podía hacer entonces para
cumplir con su cometido y labrar la felicidad de la tierra nativa? Sólo
un cambio tenía y era el organizar una Junta, compuesta de peninsula-
res y criollos, que gobernasen por sí el Reino, sin faltar a la sumisión a
la Regencia. ¿No eran éstas sus instrucciones? ¿En qué consistió la
traición, dónde estuvo la infidencia? Tan verdadero es esto, que la
Regencia no pudo menos que reconocer a la Junta de Quito.
45 Monsalve.- Antonio de Villavicencio, Bogotá, 1920, Vol. I, Pág.72.
46 Id. Id.- Vol. I, Pág. 71.

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A Montúfar le recibió su Patria como a un redentor; mas los


Gobernadores peninsulares de las provincias vecinas, no pudiendo su-
frir que los criollos se gobernasen por sí mismos y erigiéndose en supe-
riores a la soberanía de que dependían, declararon crimen de Estado lo
que ésta autorizaba; la Regencia, por otra parte, abandonó a sus envia-
dos, sin cancelar los nombramientos: creyó adormecer a incautos y
organizó las fuerzas americanas. La guerra, las medidas de violencia
no partieron de los patriotas; ellos se limitaron a usar del derecho que
todos los sucesivo Gobiernos de la Península reconocieron en las pro-
vincias europeas de la dominación española. Montúfar cumplió con
las instrucciones de su mandante; los patriotas procuraron la autono-
mía nacional, a la que, por la naturaleza, por los sucesos políticos de
España de principios del siglo pasado, podían y debían aspirar legíti-
mamente: no fueron rebeldes, reivindicaron un derecho sagrado.
Los Gobiernos de la Península reconocieron las justicia de la
causa americana; mas creyeron que bastaban buenas palabras y hermo-
sotas frases; conducta hipócrita y débil: por escrito y a medias concedí-
an lo que de hecho negaban y toleraban a sus representantes que agra-
vasen el mal de que gemían los criollos.

******
En los dos años y meses que duró nuestro segundo Gobierno
autónomo, Quito debió arrostrar toda clase de sufrimientos; fueron, sin
duda, los más agudos de los provenientes del riguroso bloqueo que
impusieron los españoles. Cuenca, no obstante tener en su seno algu-
nos vecinos insurgentes, como se llamaban los partidarios de la Inde-
pendencia, por el influjo de su Obispo, Quintián Ponte y Andrade, y
del Gobernador, don Melchor de Aymerich, gozaba con ser interina-
mente la Capital del Reino, opuso tenaz resistencia a los ejércitos liber-
tadores; Guayaquil que, por un curioso juego de la fortuna, declaró el
9 de Octubre de 181047 guerra a Quito, fue una sólida base para las ope-
raciones que, desde el Perú, organizaba el Virrey Abascal; Pasto, indo-
mable refugio del coloniaje, amenazaba al nuevo Estado por el Norte.
Toda comunicación con el exterior era imposible, apenas si la
ocupación de Esmeraldas fue momentáneo alivio; los peninsulares,

47 Acta del Cabildo Civil de Guayaquil con asistencia de los Diputados a Cortes, J. J. de Olme-
do y Vicente Rocafuerte.- -Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9.

39
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señores aún del Pacífico, bien pronto ocuparon el puerto, que, por lo
fragoso del camino que lo unía a la Sierra, era no sólo indefendible,
sino de poco provecho.
Las nuevas del exterior debían pasar por el tamiz chapetón, y
ningún producto extranjero podía llegar a Quito; felizmente, situado
en una comarca rica, cuya agricultura produce la mayor parte de los
alimentos necesarios al hombre civilizado, tardó en sufrir las conse-
cuencias de su aislamiento: no faltaban en el interior ciertas manufac-
turas, obreros hábiles en todas las artes continuaron proveyendo a las
necesidades más imperiosas; mas, a la par que muchos objetos que pu-
diéramos llamar de lujo, faltó uno de primera necesidad, la sal: desde
tiempos prehistóricos, la que se consumía en el callejón interandino era
elaborada en la costa de Guayaquil, que surtía con tan indispensable
artículo, hasta a las poblaciones de Pasto; las escasas y malas salinas
del callejón interandino no bastaban para las necesidades de la pobla-
ción, y artículo tan indispensable llegó a ser objeto de lujo, usado con
parsimonia en las mesas de los potentados48.
El estancamiento del comercio produjo la miseria en las pobla-
ciones de tratantes, el malestar financiero en las ciudades; los ejércitos
enviados por la Junta habían consumido el dinero en sus expediciones,
había escasez de numerario y la pobreza era alarmante.
El Gobierno patriota, aún mal establecido, había carecido de la
energía suficiente para mantener el orden interno; algunos pacíficos
campesinos convertidos en soldados y provistos de armas, encontran-
do cómoda la vida aventurera, se habían trocado en ladrones y asola-
ban las campiñas 49 .
La agricultura, desprovista de los brazos que se destinaban a la
defensa de la Patria, no era suficiente para satisfacer las necesidades
del pueblo.
Aunque la fábrica de pólvora de Latacunga producía artículo
tan necesario para la guerra, no por eso era menor la carencia de per-
trechos. Con justicia, escribe un contemporáneo: “El pueblo de Quito
no se dejó vencer por cobardía… La causa se perdió con la muerte de
sus atletas y si el terreno se dejó al enemigo, fue cuando no hubo una
sola bala que arrojarle. En esa larga campaña se agotaron todos los

48 Salazar.- Recuerdos. Quito, 1854, págs. 83 y 84.


49 Edicto de Cuero y Caicedo, 8 de Agosto de 1812.- Archivo de Indias, Sevilla. Est. 126, Caj. 3,
Leg. 11.

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arbitrios meditados para proporcionar un parque de guerra que fo-


mentara la contienda. Se consumieron las campanas, las piezas de
bronce de los trapiches, las pesas de los relojes y hasta los tinteros de
plomo. Las escuelas de niños se empleaban con afán y asidua contrac-
ción en redondear piedras que suplían la falta de balas de plomo o
bronce; y toda la población, sin exceptuar el sexo débil, se había con-
vertido en una especie de maestranza. ¿Pero qué medio hay para sal-
varse y salvar la santa causa de la libertad de las garras del despotis-
mo, cuando faltan los instrumentos o materiales del combate?
Cediendo el ejército patriota, no al valor de los invasores, sino a la esca-
sez de los propios medios de defensa, tuvo que acabar su campaña
batiéndose en San Antonio, con balas de barro y consumiendo sus últi-
mas reliquias en las orillas de Yahuarcocha”50.
La situación mediterránea de Quito, causa fue de su venci-
miento, mas no de inutilidad de sus esfuerzos: Nueva Granada lucha-
ba, en esa época, heroicamente por la libertad; por momentos, las fuer-
zas realistas primaban sobre los patriotas; en ocasiones, la balanza se
inclinaba favorable a las que luchaban por la Independencia, sin lograr
ninguno de los partidos aniquilar definitivamente al contrario; la ex-
tensión del territorio, dividido en secciones geográficamente indepen-
dientes entre sí, el apoyo de Cartagena, la comunicación con Venezue-
la, fueron factores que impidieron la destrucción de los patriotas. Mas
si la resistencia de Quito no hubiera impedido la acción conjunta de las
tropas del Virreinato de Nueva Granada con las del Virrey de Lima, no
habría sido, quizás, otro el resultado? ¿No era el Perú el centro de la
dominación española?
No fue la victoria de Montes con su expedición organizada en
el Perú la que preparó la ocupación del Cauca por Sámano y obligó a
Nariño a emprender la campaña del Sur, en la cual fue deshecho el ejér-
cito patriota por los soldados que ocupaban Quito? Puede, acaso, cal-
cularse cuán distinta habría sido la situación de los granadinos, si no se
hubiese visto Nariño en la necesidad de defender la frontera meridio-
nal; cuál habría sido el resultado de la guerra, si las derrotas del 13 y 14
se hubieran experimentado dos años antes?.

50 Impugnación al folleto titulado “Defensa en compendio a los libertadores del Ecuador”.


Quito, Mayo 2 de 1840.- Reimprimiose el mismo año en Guayaquil; es un folleto político
de aquella época, pero muy valioso para la Historia de la Independencia. Véase, además,
sobre el empleo del plomo de las cañerías para fabricar balas.- Monroy. El muy R. P. Fray
Antonio Albán.- Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos Americanos.
Vol. IV, págs. 121 y siguientes.

41
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Quito, no obstante su desfavorable situación, no se contentó


con la guerra defensiva, organizó varias expediciones: contra Cuenca y
Pasto.

******
Don Carlos Montúfar, al instalar la Junta Superior de Gobierno
(27 de Septiembre de 1810), hizo algo menos que los próceres de
Agosto: la nueva institución no era Soberana y estaba, en parte, forma-
da por las autoridades españolas; Quito reconocía al Consejo de la Re-
gencia, mientras se mantuviese en un lugar de la Península, libre del
dominio francés y en guerra con José Bonaparte, quedando, en caso
contrario y en el de trasladarse a América, libres los quiteños para esco-
ger el modo de gobernarse. La Junta dependía sólo del Consejo de la
Regencia.51
Esta Junta fue aprobada por la Regencia, en Real Orden de 14
de Mayo de 1811; debía subsistir hasta que las Cortes resolviesen la
Constitución de la Nación española; un mes antes, había Larrumbide
comunicado al Presidente de Quito esta resolución, que se conocía ya
aquí el 8 de Octubre52. Desde entonces, el Gobierno de Quito era legí-
timo, aun para los peninsulares. Tardía providencia, tropas quiteñas
habían conducido la feliz campaña sobre Pasto, y la primera expedi-
ción del Sur parecía garantizar que no sería el territorio de Quito inva-
dido por el Sur.
En Febrero de 1811, Selva Alegre, verdadero Jefe del Gobierno,
aunque sólo fuera el Vicepresidente de la Junta, se felicitaba por “la
libertad americana que tan gloriosamente se ha proclamado en estas
felices regiones, sin faltar a la fidelidad debida a nuestro legítimo So-
berano”53; mas las opiniones corrientes en Quito eran ya bastante avan-
zadas: el Dr. Rodríguez, en el Cabildo Abierto que se celebró para
declarar guerra a Tacón, el 4 de Julio, dijo a don Carlos Montúfar que
hasta cuándo estaban con la simpleza del reconocimiento a la Regencia
y que ya era tiempo sustituyese el título de Comisario Regio, por el de

51 Expedientillo sobre la instalación de la Junta.- Archivo de Indias, Sevilla. Estante 126, Cajón
3, Legajo 9.
52 El Ayuntamiento de Guayaquil al Secretario de Estado. Guayaquil, 25 de Octubre de 1811.-
Larrumbide al Presidente de Quito, Cádiz, 14 de Abril de 1811.- Castilla al Gobernador de
Guayaquil. Quito, 8 de Octubre de 1811. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
53 Selva-Alegre a la Junta del Socorro. Quito, 20 de Febrero de 1811.- Id. Id. Id.

42
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Comandante de las fuerzas de Quito; don Joaquín de Araujo, Repre-


sentante de Riobamba, aseguraba que el Provisor Caicedo había dicho
que la obediencia aparente a las Cortes era sólo hasta tener más fuer-
zas y que a Fernando sólo obedecerían cuando residiese en América54.
Ya el 6 de Marzo había escrito a su amigo don Joaquín de Arrieta que
a “las Cortes más nulas que la Regencia misma, aquí ad majora mala
vitanda las hemos reconocido sin jurarlas y bajo la condición de: sin
perjuicio de nuestro actual sistema y de la igualdad de Diputados que
deben haber de América y España” 55. Y aún se afirmaba que el presbí-
tero Vizcaíno decía que si viese al Rey le asestaría un tiro de pistola56.
El Presidente de Popayán, sobrino del Obispo y Jefe del Go-
bierno de Quito, le escribía a éste, el 28 de Noviembre, desde Pasto:
que ya era tiempo de romper con España que se arruinaba; que las Cor-
tes de Cádiz pensaban trasladarse a México, para mejor esclavizar a
América; y añadía, admirado, “y todavía habrá obcecados que adoren
esa falsa deidad”57.
Castilla vivía recluido en el Palacio, con solo un paje, reducido
a la impotencia58.
Así, el pueblo, lejos de felicitarse por el reconocimiento de la
Regencia, pues, estando ya reunidas las Cortes, era poco menos que
nugatorio y porque, siendo puramente temporáneo y condicional, pa-
recíale ser tan sólo anuncio de nuevas calamidades, como las del 2 de
Agosto, ocasionadas por los tratados de Castilla con Guerrero, al día
siguiente de publicada la Real Orden, el 11 de Octubre se amotinó,
pidiendo la expulsión del Presidente español y su reemplazo con el
Obispo Cuero y Caicedo, en lo que la Junta convino; resolviese, ade-
más, que mensualmente se celebrase un Cabildo Abierto, para tratar
del bien de la Patria, y se sabía que el primer asunto a discutir era el de
la sumisión a la Regencia 59.
El 4 de Diciembre instalóse el Congreso que debía organizar el
Reino60; antes de su instalación, Riobamba, por medio de un Cabildo

54 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Id- id. Id.
55 Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-10.
56 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
57 Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
58 Declaración del Dr. José María Plaza de los Reyes.- Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-10
59 Carta del Dr. Aguilar al Cabildo de Riobamba. Quito, 12 de Octubre de 1811.- Archivo de
Indias, Sevilla, 126-3-11.
60 Actas del Cabildo Metropolitano. Libro 22.

43
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Público, había declarado, a petición del Síndico Procurador, don Fer


nando Velasco, su resolución de permanecer unida a Quito mientras se
respetasen sus derechos, y, en caso contrario, o de que se desconociese
la autoridad de la Regencia, defenderse con las armas 61.
El Cabildo Catedral, consultado por el Magistral Rodríguez
Soto, acerca de la total separación de la Regencia, manifestó que su re-
presentante debía votar por la sumisión a las autoridades españolas 62,
el 11, el Ayuntamiento, negase a jurar al Congreso, por no ser un cuer-
po soberano, “sino una superioridad del mismo género que la Junta
Gubernativa, en quien sólo hemos reconocido las facultades del Virrei-
nato”, y ofreciendo jurar la Constitución, si ella es “capaz de asegurar
la felicidad de la provincia”63.
Aun cuando el 4 se instalara el Congreso, hasta el 6 no había
comenzado sus labores64; mas el 11, reunidos en la Sala del palacio
Presidencial de la Capital del Reino de Quito, el Obispo Presidente y
los miembros del Supremo Congreso, propuso Cuero y Caicedo, como
cuestión previa, “si debían las provincias reunidas y constituyentes
seguir en el reconocimiento prestado anteriormente por esta Capital al
Consejo de la Regencia y a las Cortes congregadas extraordinariamen-
te en la Isla de León, obedeciéndose sus órdenes como de una sobera-
nía supletoria y representativa de toda la Nación, o si, por el contrario,
debía entenderse ahora para lo sucesivo reasumido el ejercicio de la
soberanía respectiva a las provincias comprendidas en este distrito,
para proceder, bajo este principio inconcuso, a expedir con toda fran-
queza y libertad todas las órdenes y providencias relativas al arreglo
de la administración pública, dependiente únicamente este Estado de
la actividad privativa y suprema de nuestro legítimo Rey, don Fer-
nando de Borbón, durante su cautiverio, hasta que se restituya a la legí-
tima posesión de sus derechos absolutamente libre de la dominación
francesa e influjo de Bonaparte”. Discutida la proposición del Obispo
Presidente y teniendo en cuenta: que la Regencia no había concedido
igualdad de representación a las provincias americanas y peninsulares;

61 Acta del Cabildo de Riobamba y exposición del Síndico Procurador. Riobamba, 4 de


Diciembre de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11-
62 Acta del Cabildo Eclesiástico de Quito, de 4 de diciembre de 1811.- Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-11.
63 Actas del Cabildo Civil de Quito de 1811.- Archivo Municipal.
64 “El Congreso cuyas sesiones van a empezar”. Acta del Ayuntamiento del 6 de Diciembre de
1811.- Archivo Municipal.

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que no había resistido con éxito a los franceses, se resolvió a pluralidad


de votos, por la independencia, recomendando la confederación con
las provincias granadinas, cuyos intereses y derechos son comunes con
los de Quito para el bien de la “sagrada causa americana”65.
El 29 de Enero de 1812, remitió Molina el Proyecto de Consti-
tución, escrito por el Maestraescuela, doctor don Calixto Miranda, do-
cumento aún inédito y valiosísimo para conocer las opiniones co-
rrientes en esa época. Séanos permitido transcribir la “Declaración Pri-
mera–del Reyno y su soberano”.
“Declara que siguiendo el estilo de la antigüedad se llame este
reyno el Reyno de Quito y que sus límites y términos sean como deben
ser, conforme a las antiguas leyes de su demarcación guardadas hasta
la presente.- Declara que este Reyno no puede agregarse a otro cual-
quier Estado sea de Europa, sea de la América, no desmembrándosele
alguna de las provincias, que son, y han sido partes integrantes de él.-
Declara que, en consecuencia, de los reconocimientos que tiene hechos
no es ni puede ser otro el Rey de este Reyno que el dicho Señor don
Fernando VII que debe reinar en él con arreglo a las Leyes, y juntando
en esta Capital de Quito las Cortes que deben ser con los Diputados de
ella y de las Ciudades, Villas y Asiento del reyno para todos y cada uno
de los casos de que hablan las Leyes de esta materia.- Declara que no
reynando personalmente en este Reyno y no residiendo en esta su
Capital de Quito el mismo Rey don Fernando lo gobernará soberana-
mente a su real nombre y teniendo las Cortes arriba dichas un Senado
Supremo Conservador del Reyno de que se hablará luego, quien, en
consideración a los daños y estragos pasados, nunca permitirá que ni
de la Península de cuyas Cortes se ha declarado y declara independien-
te, ni de otra cualquiera parte vengan acá Gobernadores, Jueces y Em-
pleados, que, por lo común, no han traído ni traerían otras miras que

65 Acta del Soberano Congreso. Quito, 11 de Diciembre de 1911.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-11.- Firmaron esta acta: el señor Cuero como Presidente; el Marqués de Selva –Alegre,
Vicepresidente; Dn. Manuel Zambrano, representante del Ayuntamiento; Calixto Miranda,
de Ibarra; Rodríguez Soto, del Cabildo Eclesiástico; Prudencio Váscones, del Clero Secular;
Fray Alvaro Guerrero, del regular; el Marqués de Villa Orellana y don Mariano Guillermo
Valdivieso, de la nobleza; Manuel Larrea, por el barrio de Santa Bárbara; Manuel Matheu,
por el de San Marcos; Mariano Merizalde, por el de San roque; Miguel Antonio Rodríguez,
por el de San Blas; el Dr. Francisco Aguilar, por Riobamba; el Dr. José Manuel Flores, por
Latacunga; Miguel Suárez, por Ambato; José Antonio Pontón, por Alausí; Antonio Ante,
por Guaranda; Luis Quijano, Secretario de Estado; Salvador Murgueitio, de Gracia, Justicia
y Hacienda.

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de las de volverse cargados de oro y plata, dejando este Reyno cada día
más pobre y más atrasado en las ciencias, artes y policía que sustentan
e ilustran un Estado”66 .
El Soberano Congreso promulgó la Constitución el 15 de Fe-
brero; entre el texto sancionado y el proyecto del Dr. Miranda se nota
mucha diferencia, sin duda, debida a haberse adoptado el formulado
por el doctor don Miguel Rodríguez 67.
Cuán pequeño fuera hasta entonces el influjo de las doctrinas
enseñadas en El Contrato Social nos dan a conocer “Los artículos del
pacto solemne de Sociedad y Unión entre las provincias que forman el
Estado de Quito”, cuya concepción es enteramente tomista, según las
doctrinas enseñadas en la Política y su interpretación por Suárez en
Justitia et Jure, no porque en Quito se ignorasen los principios de la
ciencia francesa del siglo XVIII: tan intenso era el deseo de ilustrarse de
los criollos, que los libros de introducción prohibida, por voluminosos
que fueran, llegaban hasta las breñas andinas: en mi biblioteca conser-
vo un ejemplar de la Grand Enciclopedie, trasmitido por herencia desde
la Colonia.
“El pueblo Soberano del Estado de Quito, se lee en la Consti-
tución legítimamente representado, en uso de los imprescindibles dere-
chos que Dios mismo, cono autor de la naturaleza, ha conferido a los
hombres para conservar su libertad y proveer cuanto sea conveniente
a su seguridad, prosperidad de todos y de cada uno en particular… en
consecuencia de haber reasumido los pueblos de la Dominación Espa-
ñola, por las disposiciones de la Providencia Divina y orden de los
acontecimientos humanos, la soberanía que, originalmente, reside en
ellos; persuadidos de que el fin de toda asociación política es la conser-
vación de los derechos del hombre, por medio del establecimiento de
una autoridad política que lo dirija y gobierne… por un pacto solemne
y recíproco convenio de todos los Diputados sanciona… la Constitu-
ción del Estado”.
“El Estado de Quito es y será independiente, reza la Constitu-
ción, de otro Estado y Gobierno, en cuanto a su administración y eco-
nomía interior, reservando a la disposición y acuerdo del Congreso Ge-

66 Archivo Histórico Nacional de Madrid.- Consejo de Indias. Legajo 194.


67 Núñez del Arco.- Estado General que manifiesta a los sujetos empleados en esta ciudad, con
notas exactas y verdaderas de la conducta que ha observado cada uno de ellos y de otros
individuos particulares. Quito, 1813.

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neral todo lo que tiene trascendencia al interés público de toda Amé-


rica, o a los Estados de ella que quieran confederarse. La forma de Go-
bierno… popular y representativa”.
La unión con la metrópoli queda determinada en la prescrip-
ción siguiente: “En prueba de su antiguo amor y fidelidad constante
hacia las personas de sus pasados Reyes, protesta este Estado que reco-
noce y reconocerá por Monarca al Señor don Fernando VII, siempre
que libre de la dominación francesa y seguro de cualquier influjo de
amistad y parentesco con el Tirano de Europa pueda reinar, sin perjui-
cio de esta Constitución”.
El mismo día que se dictaba la Carta Fundamental se eligieron
los funcionarios, indistintamente entre sanchistas y montufaristas 68
El juramento que en esa época se exigía terminaba con la pro-
mesa de acatar las órdenes que dictaba el Congreso, “en obsequio de la
Religión, del Rey y de la Patria” 69
Quedaba, pues, en virtud de estas leyes, roto todo vínculo con
la Península, mas no con el Rey: se había consumado la revolución que
se iniciara en el motín del Estanco, Viva el Rey! Abajo el mal Gobierno!.
Los quiteños debían gobernarse por sí mismos, sin intromisión extra-
ña, bajo la soberanía de un Monarca constitucional, que sería el mismo
que el de España. Sólo la guerra, el continuo acumulamiento de odio
que provocaba en los Americanos la resistencia de los peninsulares, sus
violentas represalias, la palmaria contradicción entre las líricas declara-
ciones de los Gobiernos españoles, concediendo igualdad de derechos
a los nacidos a uno y otro lado del Atlántico, y la violenta negación de
estos mismos cuando se trataba de hacerlos prácticos condujeron a los
criollos a renegar de su Rey. ¿No era forzoso que procedieran así cuan-
do el Monarca que regía el inmenso Imperio español exponía a la Me-
trópoli, a la guerra intestina, a los males de una invasión extranjera,
estando tan vivo el recuerdo de los destrozos causados por las fuerzas
napoleónicas, por su ningún respeto a la fe jurada, aceptando y dero-
gando alternativamente la Constitución que se diera la Península? ¿No
eran las felonías de Fernando, el Deseado, iguales y peores que las de
Ruiz de Castilla, de tan triste recuerdo para nuestros patriotas?.
En sustancia, era la misma la posición de Quito con respecto a

68 Acta de la elección de funcionarios.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.


69 Juramento al Congreso.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.- La Constitución la publicó
don Celiano Monge con el título: Documento de oro.

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la Corona que la asumida por Cundinamarca desde el 28 de Febrero de


181170. El Congreso de Nueva Granada, al dictar el “Acta de federación
de las Provincias Unidas”, el 27 de Noviembre de 1811, parecía conser-
var igual dependencia del Monarca, ya que sólo desconoce “la autori-
dad del Poder Ejecutivo o Regencia de España, Cortes de Cádiz, Tri-
bunales de Justicias y cualquier otra autoridad subrogada o sustituida
por las actuales, o los pueblos de la Península” 71; así, hasta el 16 de Ju-
lio de 1813, no proclamó Cundinamarca su absoluta independencia, y
Antioquia lo hizo el 11 de Agosto. El Congreso de Venezuela, al insta-
larse en Caracas el 2 de Marzo de 1811, juró conservar los derechos de
Fernando y no obedecer a ningún Gobierno creado por los pueblos de la
Península72; más el 5 de Julio declaró su absoluta independencia. Car-
tagena rompió los vínculos con el Soberano, el 11 de Noviembre de 1811.
Las derrotas en Panecillo y San Antonio, la total aniquilación
de las fuerzas patriotas impidieron la completa evolución del pueblo
quiteño hacia la independencia; mas cuán populares eran las ideas de
autonomía, lo dice Molina con claridad, en oficio dirigido a la Regencia
desde Cuenca, el 28 de Abril de 1811.
“La experiencia tiene acreditada que las ideas características de la
Provincia de Quito son, desde su cuna, propensas a revolución e inde-
pendencia. Este es el espíritu que ha animado a los padres, ésta la leche
que ha alimentado a los hijos, esto en lo que fundan su soñada felici-
dad, esto por lo que suspiran, esto, en fin, en lo que tienen puestas sus
miras y lo que meditan sin interrupción, como el negocio más impor-
tante. Una serie no interrumpida de pruebas convence que, por más
que en apariencia duerman, velan sobre esta materia y que en tiempo
de mayor quietud no cesan de tratar en silencio los arbitrios de poner
en práctica sus designios. El reconocimiento, sujeción y obediencia a la
soberanía, es y ha sido siempre, estimado en el interior de sus corazo-
nes como un yugo duro e insoportable que ha procurado sacudir.”
“Se atribuyen las continuas conmociones sólo a uno que otro
espíritu descontento, a la plebe, o a otro motivo de esta naturaleza.
Señor, nada de esto es efectivo. Han venido siempre muy enlazadas las
operaciones del pueblo alto y bajo de Quito, han sido tan comunes a

70 Boletín de Historia y Antigüedades. Bogotá, 1909, págs. 526 a 529.


71 Restrepo.- Historia de la Revolución de la República de Colombia.- Documentos, Vo. VIII,
París, 1827, Pág. 224.
72 Blanco y Azpurúa.- Op. cit., Vol. III, Pág. 27.

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uno y otro, que jamás se ha movido éste sin el influjo de aquél, ni jamás
el bajo se ha negado a condescender con el alto. Por esto es que entre
el uno y el otro hay tal liga, que no se observa cuasi distinción de per-
sonas ni de grados” 73

******
Una de las condiciones que el Gobierno español se vio forzado
a aceptar después de la jornada del 2 de Agosto, fue la de recibir como
Comisionado Regio a don Carlos Montúfar y Larrea.
Castilla y los partidarios de los chapetones, nacidos en uno y
otro lado del Atlántico, no podían forjarse ilusiones acerca del resulta-
do de la llegada a Quito del nuevo funcionario; era criollo, y esto
hubiese bastado para hacerle sospechoso; pero era hijo del Marqués de
Selva-Alegre y, por consiguiente, protegería a su padre y, con él, a todos
los patriotas a quienes el bando contrario habría deseado aniquilar.
Fiel a su comisión que le confiara la Regencia, don Carlos obtu-
vo que la reconociese el Cabildo de Popayán, en donde dejó estableci-
da una Junta semejante a las muchas que existían en España, y aceleró
su viaje a Quito, por exigirlo las necesidades de “esta desgraciada pro-
vincia”, y estuvo en esta ciudad el 12 de Septiembre de 1810, encon-
trando sumida a la población en la mayor confusión, por la desconfian-
za que reinaba entre el pueblo y el Gobierno.
“Mi principal objeto”, escribía pocos días después a la
Regencia, “es tranquilizar” al pueblo, “procediendo en todo de acuer-
do con el Gobierno y conciliando las obligaciones de vasallo y compa-
triota, a pesar de que el actual Jefe, preocupado al principio de ideas
adversas sugeridas por el espíritu de partido de las personas mal inten-
cionadas, se manifestó poco satisfecho de mi comisión” 74.
Siete días después de su llegada, Montúfar, bien enterado ya,
sin duda, de la situación de Quito, principió a ejercer su benéfica
misión: reuniéronse, en efecto, el 19, el Obispo, el Provisor Manuel José
Caicedo, Joaquín Sánchez de Orellana, Tomás Arrechaga, Joaquín Pé-
rez de Anda, Pedro Jacinto de Escobar, Francisco Javier Salazar, Manuel
Guillermo Valdivieso, representantes de los Cabildos Civil y Eclesiás-
tico, del clero, la nobleza, y el Fiscal y Asesor interino, bajo la presiden-

73 Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.


74 Montúfar a la Regencia. Quito, 21 de Septiembre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-
3-9.

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cia de Castilla y Montúfar, y resolvieron constituir una Junta Superior


de Gobierno, sólo sujeta a la Regencia y compuesta del Presidente de la
Audiencia, el Comisionado Regio, un representante de cada uno de los
Cabildos, dos del clero, dos de la nobleza y uno de cada barrio de la
ciudad. Esta resolución debía someterse a la aprobación de un Cabildo
público, que se reunió al siguiente día y determinó que la Junta tuvie-
se un Vicepresidente, nombrado por elección el día que se inaugurase,
así como un Secretario, que sería uno de los vocales de ella.
El 22, instalóse la Junta, compuesta del Conde Ruiz de Castilla,
que la presidía, del Vicepresidente Marqués de Selva-Alegre, y siete
vocales.
El 28, los miembros de la Junta juraron sostener la Religión
Católica, defender en estos dominios los derechos de Fernando VII,
procurar el bien de la Nación, prometiendo reconocer al Consejo de la
Regencia75.
La legalidad de lo hecho en Quito fue reconocida por el Go-
bierno peninsular, como ya lo hemos manifestado; mas no opinaron de
igual modo las autoridades españolas de las provincias dependientes
de Quito, ni el Virrey del Perú.
Mientras Riobamba sólo el 10 de Octubre se adhirió a la Junta76,
Guayaquil y Cuenca se manifestaron hostiles al nuevo orden de cosas.
Desde los sucesos de Agosto del año anterior, las Goberna-
ciones de guayaquil y Cuenca habían sido arbitrariamente segregadas
del Reino de Quito por Abascal e incorporadas al Virreinado de Lima,
hecho contra el cual protestó Montúfar, en nota dirigida al Ayun-
tamiento Guayaquileño, comunicándole su arribo a la Capital y su in-
tención de trasladarse al puerto, en cuando le permitieran las ocupacio-
nes inherentes a su alto cargo, en prosecución del cual iría a ese lugar.
Reunióse, con esta comunicación, extraordinariamente el Ca-
bildo y respondió que, estando quieta y satisfecha esa provincia con las
providencias dictadas por el Virrey Abascal, no pase a ella Montúfar,
mientras no resuelvan las autoridades superiores acerca de la demar-
cación del territorio de la Audiencia de Quito77. La Junta comunicó a

75 Expedientillo sobre la instalación de la Junta.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9.


76 El Cabildo nombró su representante al Dr. Dn. Francisco Aguilar.- Acta del Cabildo Público
de la fecha indicada.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
77 Montúfar al Cabildo de Guayaquil. Quito, 22 de Septiembre de 1810.- Acta del Cabildo de
Guayaquil de 28 de Septiembre.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9-

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Guayaquil su instalación, pidiendo que, previo el reconocimiento de su


autoridad, nombrase dos diputados para que formen parte del flaman-
te Gobierno; a lo cual fue rotunda la negativa del Ayuntamiento gua-
yaquileño, que se mostró hostil y amenazante contra el nuevo régimen,
al cual, abiertamente desconoció, invocando el apoyo del Virrey de
Lima contra la Capital del Reino de Quito, de cuya unión y dependen-
cia se declaró desligado (9 e 0ctubre)78.
La situación en que se encontraba de hecho la Junta superior era muy
clara. Bien podía don Carlos haber procedido de acuerdo con las ins-
trucciones de la Regencia; podían en Quito continuar obedeciendo a la
Metrópoli y aun elegir diputados79 para las Cortes (20 y 23 de Octubre);
mas las autoridades de las provincias vecinas desconocían el derecho
de los criollos a intervenir en el Gobierno de su Patria. No les quedaba
a los patriotas sino el someterse a los Gobernadores limítrofes, resig-
narse a ser tratados como traidores o acudir a las armas, para defender
sus derechos.
Por otra parte, Castilla, siguiendo su política falaz y traicione-
ra, deseaba ya desde el 21 de Septiembre salir de Quito, sin duda, para
atacar a la Junta que él mismo presidía; por lo cual, ésta negase al pedi-
do, el 17 de Noviembre del mismo año 80.
Una de las estipulaciones del Real Acuerdo, cuando capituló
con el pueblo de Quito el 4 de Agosto, fue que saliese del Reino de
Quito, el ejército auxiliar venido de los Virreinatos contiguos; condi-
ción que cumplióse tan sólo a medias, pues la tropa de Panamá y Lima
avanzó lentamente y con desgano hasta Guaranda, en donde dio mues-
tras de querer establecer cuartel.
Así, pues, en Quito tomáronse medidas para la defensa y para
someter a los Gobernadores que, dependiendo de Quito, se negaban a
reconocer a la Junta.
El mes de Octubre transcurrió, no obstante, en relativa quie-
tud, quizás en expectación de la actitud que asumiera el nuevo Presi-
dente don Joaquín Molina, nombrado en reemplazo del Conde Ruiz de
Castilla.
78 Montúfar y Castilla al Cabildo de Guayaquil, 28 de Septiembre de 1810.- Acta del Cabildo
de Guayaquil. 9 de Octubre de 1810.- Id. id. id.
79 Fue elegido el Conde de Puñónrostro. Actas del Cabildo de Quito de 20y 23 de Octubre de
1810.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
80 Castilla a la Regencia. Quito, 21 de Octubre de 1810.- Castilla a la Junta, 9 de Noviembre.-
La Junta a Castilla, 17 de Noviembre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-9.

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Molina se encontraba en Lima cuando recibió el nombramien-


to y pensó trasladarse inmediatamente a Quito; pero, sabedor de la ins-
talación de la segunda Junta, quiso consultar primero la opinión de
Abascal. Este manifestóle su consejo de amigo, que no prosiguiera el
viaje; mas, al día siguiente, trasmitióle la resolución de la junta y acuer-
do, celebrado el 25 de Octubre, de que fuese inmediatamente a Gua-
yaquil, en donde podía tomar las providencias conducentes a que lo
recibiesen en Quito, y, en caso de no lograrlo, se posesionara del Go-
bierno en Cuenca; advirtiendo, además, que, en vista de la incapacidad
en que se encontraba el Virrey propietario de Santa Fe, de ejercer el
cargo, anexas a la Presidencia de Quito, quedaban las facultades virrei-
nales 81.
Antes de transcurrir veinticuatro horas (26 de Octubre),, se
embarcaba Molina en el Callao, con dirección a Guayaquil, habiéndose
primeramente dirigido al presidente de Quito y al Cabildo, participán-
doles su nombramiento 82. A lo cual contestó el Conde que, en vista de
los despachos que debía tener, le entregaría el mando en las mismas
condiciones en que él lo tenía, esto es, como Presidente de la Junta 83.
El Cabildo Civil se limitó a felicitar a Molina por su elección, de la que
decía tener conocimiento por comunicaciones de Abascal 84.
Al llegar a Guayaquil (7 de Noviembre), encontró Molina estas
respuestas y un oficio de don Carlos Montúfar, en que se ponía en
duda la legitimidad de su nombramiento 85. Objetábase que Molina no
podía ejercer la Presidencia, si antes, como se mandaba en su nombra-
miento, no rendía pleito-homenaje en manos del Virrey de Santa Fe 86.
La Junta y Montúfar dirigiéronse, días después, a Molina, pro-
testando contra la intromisión de Abascal, que no tenía jurisdicción en
Quito 87.
En este estado las cosas, Molina despachó a Quito, con apa-
riencias de parlamentario, para que presentase original su nombra-
miento y disipase cualquier duda, al Capitán de Fragata Joaquín Vi-

81 Abascal a Molina. Lima, 25 de Octubre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-9.


82 Molina a la Regencia.- Archivo de Indias. Id, id, id.
83 Castilla a Molina. Quito, 7 de Noviembre de 1810.- Id, id, id.
84 El Cabildo Civil a Molina. Quito, 7 de Noviembre de 1810. Archivo de Indias, Sevilla, 126-
3-10.
85 Molina a la Regencia. Id, id, id.
86 Molina a Castilla. Guayaquil, 16 de Diciembre 1810. Id, id, id.
87 La Junta, Molina y Montúfar a id. Quito, 26 de Noviembre de 1810. Id, id, id.

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llalba, que lo era también del puerto de Guayaquil. El objeto principal


del viaje de Villalba era ganar tiempo y estudiar los puntos vulnerables
de las fuerzas patriotas 88.
El Presidente electo comunicó la designación del Comisionado
a Castilla, el 15 de Noviembre e instruyó a Villalba que solicitase, desde
Guaranda, un pasaporte a la Junta, para seguir a Quito, el que le fue
concedido el 28 del mismo mes89. En Quito (7 de Diciembre) fue éste
muy mal recibido por el pueblo, ya que su llegada a Guaranda había
coincidido con medidas violentas, tales como la confiscación de bienes
de los quiteños; así fue reducido a prisión, mientras masas exaltadas
victimaban al Oidor Fuertes, Amaryal, Administrador de Correos, José
Vergara y Gavira90.
La actitud hostil contra Villalba se justificaba, ya que mal se
avenía el envío de un emisario de paz con las medidas de guerra que
tomaba Molina, tales como cortar toda comunicación con Quito y otras
semejantes91. Por intervención de don Carlos, la prisión de Villalba fue
la mansión de los Selva-Alegres, y, al día siguiente de su arribo, se
entendió con la Junta, que se había reunido para oír las proposiciones
del enviado de Molina, calmar la efervescencia del pueblo e impedir
que se repitiesen atentados contra los peninsulares, como los que se
habían verificado la víspera92.
Mas resultó que el enviado carecía de todo poder; mal pudo la
Junta llegar, pues, con él a ningún acuerdo; convínose tan sólo en so-
meter a la aprobación de Molina el retiro de las tropas que se encontra-
ban en Guaranda y que éste no pasase a Quito, mientras la Regencia
resuelva sobre la legitimidad de la Junta93.
En este sentido escribió Villalba94 a su mandante, elogiando,

88 Molina al Secretario de Estado. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810.- Molina a Abascal. Id,


10 de Diciembre. Molina a la regencia s.f.- Molina a Abascal. Guayaquil, 23 de Noviembre
de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3- 9.
89 Molina a Castilla. Guayaquil, 15 de Noviembre de 1810. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-
10.- Pasaporte otorgado por la Junta. Id, id, 126-3-9.
90 Molina al I Secretario de Estado. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810. Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-9.
91 Molina a Abascal. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
92 Molina a Abascal. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810. Id, id, id.
93 Id, id. Caicedo a Arrieta. Quito, 21 de Diciembre de 1810.. Id, id, id.
94 Después de la toma de Guaranda, regresó Villalba, acompañado de Bejarano, sano y Salvo
a Guaranda. Marqués de la Concordia (Abascal). Extracto de las Providencias expedidas
por él…. y Relación del estado en que deja los Reynos del Perú, Quito, Chile y Provincias
altas de Buenos Aires, en los diez años de su gobierno. 1816, Biblioteca Bodleiana. Oxford.
Ms. Adda. C. 18 Vol. II, fol, 74 v.

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además, al nuevo Gobierno y ponderando la libertad de que gozaba


Castilla; a cuyo documento no dio importancia Molina, por no estar
contrasignado, como había convenido con Villalba95.
Sabedor Molina de los aprietos en que se encontraba su envia-
do, convocó en Guayaquil una Junta, en la que se resolvió hacer res-
ponsables de cualquier desacato que se hiciera a la persona de Villalba,
a los miembros de la Junta, y, reclamando su regreso a Guayaquil, ata-
car a los patriotas96 Con tal ultimátum se ofreció a ir a Quito, el patricio
guayaquileño Coronel Jacinto Bejarano97, quien encontró a Montúfar en
Ambato y de cuya actuación hablaremos luego. Bejarano era muy sos-
pechoso para los peninsulares, tanto que Cucalón, sólo por ser su sobri-
no y haberse educado en Francia, prohibió a don Vicente Rocafuerte
que fuese a Panamá, para donde tenía pasaporte de la Audiencia98.
Antes de la llegada de Molina a Guayaquil, se habían recibido
ya varias comunicaciones de los realistas de Quito, urgiendo la necesi-
dad de guarnecer a Guaranda, en donde se encontraba parte de las tro-
pas despachadas de Quito por Ruiz de Castilla; por lo cual, reunióse
una Junta de Guerra el 8 de Noviembre, con asistencia de Cucalón y
todos los Jefes militares que se encontraban en el puerto, en la cual se
resolvió que permaneciesen en Guaranda las fuerzas venidas de Pa-
namá, regresando sólo el Comandante Alderete, y disciplinar las mili-
cias del lugar 99.
El 16 del mismo mes, tenía conocimiento Alderete de que la
Junta movilizaba gente de Ambato y Riobamba contra sus fuerzas; y su
empeño por recoger milicianos no tuvo otro resultado que descubrir
que, en los pueblos inmediatos, sobre todo, en Guanujo, los indios, por
orden de los curas, fabricaban dardos y lanzas de chonta para auxiliar
a los quiteños100.
La caballería patriota se hallaba en Riobamba, al mando de
don Joaquín Zaldumbide 101; y Molina, de acuerdo con el dictamen de
la Junta de Guerra, celebrada el 19, remitió a Guaranda cuatro compa-

95 Molina a Abascal. Guayaquil, 18 de Diciembre de 1810. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-9.


96 Molina a Castilla. Guayaquil, 23 de Diciembre de 1810. Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
97 Molina a Abascal. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla. 126-3-9.
98 Lagomarcino a Abascal. Guayaquil, 6 de Julio de 1810. Id, id, id.
99 Acta de la Junta de guerra, de la fecha.- Id, id. 126-3-10
100 Alderete a Gaspar Morales, Guaranda, 16 de Noviembre de 1810. Documentos sobre la
conducta del doctor Prudencio Vásconez. Id., id., 126-3-9.
101 Molina a Zaldumbide. Guayaquil, 16 de Diciembre de 1810.- Id., Id., 126-3-10.

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ñías de Pardos del Real de Lima, con igual número de piezas de artille-
ría, y, por último, diez días después, todo el resto del ejército que
comandaba Arredondo102. Mientras tanto, dirigía proclamas a los mora-
dores de los lugares vecinos a Quito y aun a los de la misma ciudad,
llamándolos a la obediencia103 y enviaba airadas notas a Montúfar y a
sus compañeros, ordenándoles que disolviesen la Junta104.
Mientras iban y venían estas comunicaciones, el Coronel Be-
jarano vagaba entre Ambato y Guaranda, conferenciando ya con Mon-
túfar, ya con Arredondo; viajes que no eran inútiles para la causa ame-
ricana. Montúfar, con su ejército mal armado y equipado (todas las
fuerzas de la Junta no llegaban a 1600 hombres y sólo en Cuenca había
1400 soldados realistas), se dirigía sobre Guaranda, en donde Arre-
dondo mandaba 1.000 hombres veteranos, en su mayor parte, y provis-
to de suficiente armamento105, cuando llegó el Coronel Bejarano del
cuartel patriota y expuso cuán inútil sería la resistencia a Montúfar;
sus razonamientos inspiraron terror a los que en las conciencias sentí-
an culpabilidad por los sucesos de Agosto y resolvieron retirarse106,
mientras las avanzadas patriotas rompían fuegos107.
Aquello no fue retirada, sino precipitada derrota; Arredondo
salió a pie, de noche, por los fragosos caminos, abandonando víveres,
vestidos, animales, pertrechos y artillería. Había caminado un cuarto
de legua, cuando pensó en regresar y batir al enemigo, era tarde: su
ejército carecía de todo elemento de guerra108. La retirada realista fue
precipitada; los patriotas persiguieron la derrota hasta Pozuelos, en
donde tomaron prisioneros, no obstante las torrenciales lluvias que im-
pedían los movimientos del ejército. Gil, que hacía de gobernador de
Guayaquil, colocó las fuerzas que le quedaban disponibles en Bo-
degas109.

102 Actas de las Juntas de Guerra de 19 y 29 de Noviembre celebradas en Guayaquil.- Id., id.,
126-3-10.
103 Proclamas de 28 y 30 de Noviembre.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
104 Molina a Castilla. 29 de Noviembre de 1810.- Molina a Montúfar, 16 de Diciembre de 1810.-
Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
105 Molina a Abascal. Guayaquil, 29 de Diciembre de 1810.- Id., id., 126-3-9.
106 Arredondo a un amigo. San Miguel, 31 de Diciembre de 1810.- Id., id., 126-3-10
107 Cevallos (Pedro Fermín).- Resumen de la Historia del Ecuador. Guayaquil, 1886, Vol. III,
Pág. 100.
108 Arredondo a un amigo. San Miguel, 31 de Diciembre de 1810.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-10.
109 Molina a la Regencia, s.f.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Don Melchor de Aimerich, Gobernador de Cuenca, guarnecía,


mientras tanto, con sus fuerzas el nudo del Azuay.
Después de la derrota que sufriera Arredondo en Guaranda,
convencido Molina de la imposibilidad en que se encontraba de llegar
a Quito para posesionarse de la Presidencia, optó por ir a Cuenca y allí,
siguiendo las órdenes de Abascal, hacerse reconocer por el Cabildo
como Presidente del Reino de Quito. Salió, en efecto, de Guayaquil, el
18 de Enero de 1811110, y tras largo y penosísimo viaje por la vía de
Naranjal, llegó a Cuenca, el 29, y, el mismo día, tomó posesión de su
cargo111. Iba a obrar, no ya como electo, sino Jefe efectivo del Gobierno,
si bien la Junta Superior le objetaba que, siendo Presidente de Quito,
mal podía posesionarse en Cuenca.
Vencedor en Guaranda, dirigióse don Carlos, desde Guasun-
tos, el 24 de Enero de 1811, al Cabildo de Cuenca, recordándole cómo
Quito había sido, dos años antes, invadido por las provincias limítro-
fes, dependientes de la Capital del Reino, y por soldados extraños, cau-
santes de las desgracias del 2 de Agosto; por lo cual y por ser legítimo
el Gobierno de la Junta, antes de atacar a Cuenca, hacía un llamamien-
to a la paz, proponiendo el desarme de los ejércitos beligerantes112. El
Cabildo se mostró bien dispuesto a aceptar lo que se le proponía, siem-
pre que en ello conviniere Molina, a quien, dos días antes, había reco-
nocido como Presidente113. La Junta, por su parte, el 7 de Febrero, te-
niendo en cuenta que el Cabildo de Cuenca había reconocido a Molina,
quien ejecutó actos de hostilidad contra la Junta, y que no podía ejercer
la Presidencia, por varios vicios legales en su nombramiento y en el
acto de posesionarse; que había aceptado la protección del Virrey del
Perú, y que Quito debía recuperar sus derechos de Capital, conminó al
Cabildo cuencano que, caso de no reconocer inmediatamente a la Jun-
ta, el ejército de ésta avanzaría sobre la ciudad114. Esta resolución la tras-
mitió don Carlos desde su Cuartel General, que, el 18, se encontraba en
El Puyal, comunicando que avanzaba con las tropas hacia el Sur115.

110 Molina a la Regencia, s.f.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.


111 Molina al I Secretario de Estado. Cuenca, 6 de Febrero de 1811.- Id.id.id.
112 Montúfar al Cabildo de Cuenca. Guasunto, 24 de Enero de 1811.- Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-10.
113 Acta del Cabildo de cuenca de 31 de Enero de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
114 Acta de la Junta Superior de 7 de Febrero de 1811. Id, id, id.
115 Montúfar al Cabildo de cuenca.- Puyal, 18 de Febrero de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-10.

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En Cuenca había muchos e influyentes patriotas, tales como


los Alcaldes Fernando Valdivieso y Francisco Javier Maldonado, el
Aférez Real don Manuel Rada, el Escribano Ignacio Pazmiño, el doctor
Joaquín de Salazar, el doctor Joaquín Chiriboga, don Juan Alvarez y
don Manuel Chica, quienes se juntaban en casa del último, en la habi-
tación de Rada, para tratar del modo de recibir a las fuerzas quiteñas y
de establecer luego otra Junta en esa ciudad116.
La situación de las autoridades españolas era tan precaria, que un día,
cuando se acercaban las tropas quiteñas, Molina hizo tocar generala y
se presentaron tan pocos vecinos, que, en vez de reunir a los milicianos
en la plaza, los juntó en el patio de su casa117.
Nada extraño fue, pues, el que el Cabildo, al recibir la notifica-
ción de la Junta y el oficio de Montúfar, oyese complacido la lectura de
estos documentos118; por lo cual, Molina renunció, el 19, el ejercicio de
la Presidencia119, mientras el día anterior habían salido ya, con destino
a Guayaquil, el Obispo Quintián120, el Fiscal de la Audiencia121, el Se-
cretario de Molina y el Oidor Manzanos122. El Cabildo aceptó inmedia-
tamente la renuncia del Presidente, quien, el 20, en pleno día y con toda
ostentación, abandonó la ciudad, dirigiéndose al Valle, caserío de in-
dios, a legua y media de Cuenca123. Entretanto, las tropas quiteñas ba-
tieron a Aimerich en Paredones, y éste, con alguna pérdida, se replegó
a Verdeloma124, perseguido de cerca por Montúfar, que, el 20, acampa-
ba en Cañar, mientras, el mismo día, la ciudad de Cuenca, por órgano de
su Ayuntamiento, se sometía a la Junta125. Montúfar debió según el
Provisor Caicedo, fortificarse en Cañar, ya que era imposible pasar ade-
lante por la lluvias126; mas sin duda, conocedor don Carlos de la actitud
de los patriotas cuencanos y lo acontecido el 20, después de dirigir un

116 Molina a la Regencia. Cuenca, 29 de Diciembre de 1811.- Id, id, id.


117 Causa de Estado contra Pazmiño.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
118 Molina a Francisco Saavedra. Cuenca, 29 de Febrero de 1811.- Id, id, id.
119 Molina al Cabildo de Cuenca. Cuenca, 19 de Febrero de 1811.- Id, id, id.
120 Molina a la Regencia, s.f.- Id, id, id.
121 La presencia de los Oidores fue de gran provecho para Molina, aun cuando sólo se instaló
la Audiencia en Cuenca en Enero de 1812.- Molina a Abascal. Cuenca, 14 de Enero de 1812.
Copiador de oficios al Virrey del Perú.- Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
122 Molina a Saavedra. Cuenca, 29 de Febrero de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10
123 Id, id, id.
124 Id, id, id, y Molina a la Regencia, s. f.- Id, id, id.
125 Acta del Cabildo de cuenca de 20 de Febrero de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
126 Caicedo a Arrieta. Quito, 6 de Marzo de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.

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nuevo oficio al Ayuntamiento, con perentorio plazo de dos días127 para


rendir la plaza, avanzó precipitadamente, dejando atrás el parque y las
vituallas; pero la sublevación de los indios de Juncal, que impidió las
comunicaciones con la retaguardia, y la imprevista reacción realista en la
ciudad, en donde, el 21, se reunieron más de 8.000 hombres128, el regreso
de Molina, quien reasumió las funciones que había renunciado 129, pusie-
ron al Jefe quiteño en posición peligrosa y en la necesidad de retroce-
der a Cañar, movimiento que no pudo realizar sin grave desorganiza-
ción de su ejército, como la deserción de milicianos, la fuga de los
indios de Riobamba con las bestias que conducían los bagages y perte-
chos militares130; por lo cual, los patriotas debieron repasar el Azuay,
perseguidos por Aimerich hasta Paredones, y rehacerse en Alausí, no
sin haber dejado en poder del enemigo 4 oficiales y 7 u 8 soldados131.
Las fuerzas comandadas por Montúfar, lejos de detenerse en la
frontera de la Gobernación de Cuenca, seguras de que Molina no toma-
ría la ofensiva132, convencidas de que para ello carecía de fuerzas, retro-
cedieron hasta Quito, en donde fueron recibidas en triunfo, el 1º. de
Abril133. Una de las causas que se aducían para este imprudente movi-
miento era el haber ordenado las Cortes, que ya estaban instaladas,
que, reconocida su autoridad, cesen las hostilidades y se olviden las
desavenencias anteriores134, indulto que Molina había trasmitido a
Quito, el 31 de Marzo135.
Una de las mayores preocupaciones de la Junta fue el poder
comunicarse con el exterior, para lo cual envió una expedición a Es-
meraldas; mas, atacadas por mar las tropas quiteñas, los realistas ocu-
paron Esmeraldas y Tumaco136.
Don Carlos Montúfar, al venir a Quito, no obstante la premura
de su viaje, dejó instalada en Popayán la Junta de Seguridad Pública;
127 Montúfar al Cabildo de Cuenca. Cañar, 22 de Febrero de 1811.- Id, id, id.
128 Varios vecinos de Cuenca a Molina. Cuenca, 21 de Febrero de 1811.- Id, id, id.
129 Molina a Saavedra. Cuenca, 29 de Marzo de 1811.- Id, id, id.- Molina regresó el 22 de
Febrero.
130 Cevallos. Op. cit., Vol. III, págs. 102 a 104.- El Cabildo de cuenca dirigió dos intimidacio-
nes a Montúfar, la una el 23, la otra el 27 de Febrero. Actas de estas fechas. Archivo de
Indias, Sevilla, 126-3-10.
131 Molina a la Regencia, s.f.- Id, id, id.
132 Caicedo a Arrieta. Quito, 6 de Abril de 1811.- Id, id, id.
133 Id, id, id.
134 Ruiz de Castilla al Gobernador de Guayaquil. Quito, 30 de Abril de 1811.- Id, id, id.
135 Molina al Cabildo de Quito.- Cuenca, 31 de Marzo de 1811.- Id, id, id.
136 Cevallos. Op. cit., Vol. III, Pág. 105.

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faltaba entonces en la ciudad caucana el ambiente propicio como en


Quito, en donde lo habían formado los sucesos de 1809, haciendo via-
ble una institución compuesta de criollos y autoridades españolas des-
tinada a dar autonomía a los países americanos; de allí que, al andar de
poco tiempo, virtualmente desapareciese la Junta y quedase como úni-
ca autoridad el Gobernador don Miguel Tacón.
Las ciudades del Cauca, en vista de esto, se separaron de la
Junta de Seguridad Pública y de adhirieron a la Junta de Santa Fe, algu-
nas, como Cali, sólo provisionalmente hasta que se reuniese el Congreso
General del Nuevo Reino137 y poniéndose en armas, con el auxilio de las
tropas bogotanas mandadas por Baraya, vencieron a Tacón en Palacé, el
28 de Marzo, quedando el campo en poder de los patriotas, quienes ata-
caron a Popayán a media noche, de cuyo lugar no pudo retirar Tacón ni
los pertrechos, ni a su propia familia, mientras él, con algunos de los
capitulares realistas y otros pocos acompañantes, se dirigió a Pasto, a
donde llegó en el más lamentable estado, el 3 de Abril. 138
El Gobierno de Tacón representaba a la dominación española
intransigente y opresora de los criollos, al igual que Molina, aun cuan-
do el Gobernador de Popayán hubiese momentáneamente aceptado la
organización que a su provincia diera don Carlos Montúfar. Las ciuda-
des del Cauca, si no habían desconocido la autoridad de su Rey, habí-
an roto ya con la Regencia. La Junta de Quito, que conservaba la unión
con las autoridades de la Metrópoli y era, al mismo tiempo, Gobierno
autónomo americano, se creyó llamada a intervenir en el conflicto que
se suscitaba al Norte de su territorio, en provincias que caían en el dis-
trito judicial de Quito.
La Junta de Quito, que ya, el 20 de Febrero, había manifestado
sus simpatías a la del Socorro, ofreció oportunamente su mediación a
Tacón y a las ciudades amigas, lo que no obstó a que nuevamente, el 20
de Abril, se dirigiese a Baraya, simpatizando con la causa por él defen-
dida, y a Tacón reprobando su conducta y presentándose otra vez co-
mo mediadora139.
Tacón sin descuidarse de guarnecer el territorio en que era obe-
decido contra un posible ataque de Quito, pues colocó 100 hombres de

137 La Junta Superior de Gobierno de las ciudades amigas del Valle del Cauca al Cabildo de
Popayán. Cali, 14 de Marzo de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
138 Noticias de Pasto. 8 de Abril de 1811.- Id, id, id.
139 Selva-Alegre a Baraya.- Quito, 20 de Abril de 1811.- Id. a Tacón.- Archivo de Indias, Sevilla,
126-3-10.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

guarnición140 propuso que don Carlos Montúfar fuese a Tocuaya ha-


cienda situada sobre el Guáitara, a conferenciar con los delegados del
Cabildo de Barbacoas y demás poblaciones realistas14. Temerosos los
patriotas quiteños, sin duda, de que don Carlos se internase en territo-
rio enemigo, dando por aceptada la negociación, indicaron que la con-
ferencia debía ser en Carlosama y que Tacón estaba obligado a facilitar
las comunicaciones entre Cundinamarca y Quito142. Mas tanto el Cabil-
do de Pasto como Tacón replicaron que las conferencias eran una dili-
gencia previa a las negociaciones de paz143; con lo cual éstas quedaron
frustradas.
Los acontecimientos desarrollados en el Norte eran para los
patriotas quiteños de suma trascendencia: si por medios pacíficos o por
la fuerza de las armas se establecía en Pasto un Gobierno americano,
Quito quedaba libre de amenazas por el Norte, pudiendo emplear toda
su fuerza para someter a Molina y en contacto con los demás pueblos
americanos que combatían por su autonomía: de allí el que el quiteño
José Diego Sánchez, párroco de Ancuya, comisionado por la Junta para
remitir las correspondencias a Baraya, pidiese a éste que colocase un
destacamento en El Castigo, para mantener expedita la comunicación
entre Quito y Popayán e impedir que Tacón remitiese fondos a Bar-
bacoas144; de allí que la Junta, encomendando la dirección de la campa-
ña a don Pedro Montúfar, principiase la movilización de sus fuerzas
hacia el Norte, el 3 de Mayo145, llegando el Jefe a la cabeza de 300 hom-
bres, que conducían 4 cañones, a Ibarra, pocos días después146.
Sea para informarse de los preparativos bélicos de los patrio-
tas, sea para entablar comunicaciones con los realistas de Quito, llegó
a esta ciudad, de improviso y secretamente, el Capitán Antonio Meri-
zalde, militar preeminente en el ejército de Pasto, el cual fue reducido
a prisión. Simultáneamente con estos acontecimientos, Tacón concen-

140 Pedro Montúfar a Quito, 21 de Abril de 1811.- Id, id. id.


141 Tacón a Ruiz de Castilla. Pasto, 28 de Abril de 1811.- Id, id, id.
142 Castilla a Tacón. Quito, 7 de Mayo de 1811.- Id al Cabildo de Ppoayán.- Id a Baraya.- Id a
Vicepresidente de la Junta de Santa Fe.- Id al Cabildo de Pasto. – Id, id, id.
143 El Cabildo de Pasto a Castilla. Pasto, 18 de Mayo.- Tacón a id, 21 de Mayo de 1811.-. Archi-
vo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
144 José Diego Sánchez a Baraya. Ancuya, 27 de Abril de 1811..- Id, id, id.
145 Documentos sobre la insurrección de Quito, mandados copiar por el Presidente Ramírez
en los Archivos de la ciudad.- Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
146 Pedro Montúfar a Domingo de Gangotena. Ibarra, 9 de mayo de 1811.- Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-10.

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tró sus fuerzas en la frontera con Quito y de dirigió a Cuenca y Guaya-


quil, pidiendo que se atacase a los patriotas por el Sur.147
Un Cabildo abierto, celebrado en Quito el 4 de Julio, declaró la
guerra al Gobierno de Pasto148 y el valeroso don Pedro Montúfar fran-
queó el Carchi, no obstante la resistencia de los pastusos, venció a Ta-
cón cerca de Cuaspud y el Chupadero, pasando victorioso el Guáita-
ra149; después de reñida y peligrosa campaña, ocupó a Pasto el 22 de
Septiembre de 1811, habiendo facilitado al presidente de Popayán, don
Joaquín Caicedo y Cuero, el paso casi infranqueable del Juanambú150.
Libre Pasto, invencible reducto del coloniaje, pudo el Presiden-
te de Popayán trasladarse a Quito: a reclamar la ciudad de Pasto, como
parte integrante de la Gobernación de Popayán, lo que, en mala hora
consiguió; a obtener la devolución de los caudales llevados por Tacón
a esa ciudad después de la derrota en Palacé, y a concluir tratados de
alianza y límites entre las dos Juntas.
Algún tiempo permaneció en Quito, Caicedo, quien no pudo
conservar a Pasto, que, pocos meses después con grave pérdida para la
causa americana, volvió a poder de los realistas 151.
Por Septiembre del año siguiente, las guarniciones quiteñas de
la frontera fueron atacadas, y las tropas patriotas obtuvieron tan seña-
lados triunfos, que, a no ser por la aproximación de Montes a la Capi-
tal, habrían recuperado la plaza de Pasto152.
Ya en Mayo de 1811, manifestábanse algunos patriotas descon-
tentos del proceder de don Carlos Montúfar, quien pudo, según el
decir de éstos, ocupar a Cuenca sin ningún combate, y que deseaba
permanecer en equilibrio entre ser Comisionado de la Regencia y Jefe
de las fuerzas de Quito, por apego al regio cargo y por prudencia, pen-
sando que, gracias al carácter de que estaba investido, podría evitar

147 El Gobernador de Guayaquil al I Secretario de Estado. Guayaquil, 14 de Julio de 1811.- El


Cabildo de Popayán al Gobernador de Guayaquil. Pasto, 21 de Mayo de 1811. Molina al
Rey. Cuenca, 14 de Mayo de 1811.- Informe de Aimerich. Cuenca, 17 de Julio de 1811.-
Tacón a Castilla. 7 de Marzo de 1811.- Archivo de Indias, 126-3-10.
148 Declaración del doctor José María Plaza de los Reyes.- Id, id, id.
149 Los soldados que vencieron en Guapuscal podían “traer por distintivo un parche peque-
ño, encarnado, con un rotulito bordado que diga Guáitara”. Acta de la Junta de 5 de
Noviembre de 1811.- Documentos sobre la insurrección de Quito, mandados copias por el
Presidente Ramírez en los Archivos de la ciudad. Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
150 Cevallos. Op. cit., Vol. III, págs. 106 a 112.
151 Cevallos. Op. cit., Vol. III, Pág….
152 Id. Op. cit., Vol. III, pág. …

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futuras desgracias153; se decía, además, que la Junta había reconvenido


a don Carlos por su retirada de Cuenca154.
Por estos motivos, quizás, permanecía don Carlos Montúfar
alejado del mando del ejército155; y fue su tío don Pedro el que cubrió
de laureles las armas patriotas en su gloriosa expedición contra Pasto,
mientras el Coronel Francisco Calderón comandaba ya en Julio el ejér-
cito que mantenía la Junta en la frontera con Cuenca y Guayaquil156.
Ya en otro lugar recordamos cómo en octubre fue depuesto por
el pueblo, el Conde Ruiz de Castilla, que, hasta entonces, ejercía la
Presidencia de la Junta, mientras el Vicepresidente, el Marqués de
Selva-Alegre, era el verdadero Jefe del Gobierno; aquel acto, al parecer,
de ninguna importancia, significaba: el romper de la organización
mixta, española y americana de la Junta; el dar al traste con el equili-
brio que tan esmeradamente quería guardar don Carlos Montúfar.
¿Quién iba a reemplazar al anciano Conde?. Parecía que el llamado a
ejercer la Presidencia era Selva-Alegre; mas el designado fue el Ilmo.
Cuero y Caicedo, Obispo de Quito. Transacción entre dos bandos con-
tendientes, triunfo, acaso, de los rivales de los Montúfares o designa-
ción debida al prestigio y méritos del obispo, ante los cuales se eclipsa-
ron las aspiraciones de don Juan Pío Montúfar y las de don Jacinto
Sánchez de Orellana Marqués de Villa Orellana? El hecho es que ya
entonces andaban desunidos los patriotas, y, a juicio del Presidente de
Popayán, el único que podía mantener la paz era el Obispo, su tío157.
Al promulgarse la Constitución, se designaron los funcionarios
del nuevo Estado, indistintamente, entre los dos bandos, sin exceptuar
ni a los mismos jefes de éstos. Sin embargo, los sanchistas creyeron
verse pospuestos, abandonaron la Capital y se trasladaron a Latacun-
ga, el 24 del mismo mes, desde donde llamaron a Calderón, el cual des-
guarneciendo la frontera, se presentó en Quito158, a imponer el dominio
del partido al que pertenecía159. Fueron perseguidos los Montúfares, y,
153 Caicedo a Arrieta. Quito, Mayo de 1811.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-10.
154 Molina al Gobernador de Guayaquil. Cuenca, 14 de Marzo de 1811.- Id, id, id.
155 Actuaba como Comandante General hasta Enero de 1812, aun cuando no tomara parte acti-
va en la dirección de las expediciones.- Documentos sobre la insurrección de Quito, etc.
156 Molina a Abascal. Cuenca, 29 de Julio de 1811.- Archivo de Indias, -Sevilla, 126-3-10.
157 Caicedo al Ilmo. Cuero y Caicedo. Pasto, 28 de Noviembre de 1811.- Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-11.
158 Una de las causas para la revolución sanchista era el haber demorado la salida de la 2ª.
Expedición contra Cuenca, resuelta en Octubre de 1811.- Acta del Congreso de 16 de Mayo
de 1812.- Documentos sobre la insurrección de Quito etc., etc.
159 Cevallos. Op. cit., Vol. III, págs. 121 y 122.

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en un momento de extravío, llegó a someterse a prisión a doña Rosa,


hija del Marqués de Selva-Alegre160, acusando a éste de aspirar al título
de Rey de Quito161.
La expedición que venció a Pasto fue costeada, en parte, con dineros
particulares, y, sometida esta ciudad, parecía urgente desalojar a Moli-
na de Cuenca162; se pensó entonces en organizar una nueva expedición
al Sur, comandada por Calderón, y cuyas expensas fueron sufragadas
por don Mariano Guillermo Valdivieso163, quien prestó 80.000 pesos
con este objeto164.
Salió de Quito un brillante ejército, más en apariencia que en
realidad, el 1º. De Abril de 1812, y avanzó hasta Paredones, en donde
los patriotas obtuvieron brillante triunfo sobre una parte del ejército
realista, el 16 de Junio. Prosiguió Calderón hasta Biblián, donde le salió
al encuentro el Teniente coronel Antonio María del Valle con el grueso
del ejército peninsular; antes de la batalla librada en Verdeloma, el 24
de Junio, mediaron serios disgustos entre Calderón y sus subalternos
partidarios de Montúfar, lo que no fue obstáculo para que en la refrie-
ga todos obrasen con valor y cumpliesen con su deber165. Vencieron los
patriotas y suyo quedó el campo; mas no fue tal la victoria, que les per-
mitiese avanzar sobre Cuenca; fue la de Verdeloma una de aquellas
acciones gloriosas, pero de poco provecho166 en las que, si el contrario

160 Selva Alegre – Exposición al Congreso Soberano, 1812 – Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño
161 San Miguel. Vista Fiscal en la 2ª. Causa de Estado al Obispo Cuero. Quito, 2 de Marzo de
1812 – Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
162 La declaración de guerra a Cuenca se hizo el 27 de Diciembre de 1911 – Molina a Abascal.
Cuenca, 29 de Enero de 1812. Copiador de oficios al Virrey del Perú.- Ms. Biblioteca Jijón
y Caamaño.
163 Durante el Gobierno sanchista, don Mariano Guillermo Valdivieso ocupó la Vicepresiden-
cia en vez de Selva-Alegre.- Molina a Abascal. Copiador de oficios. Cuenca, 14 de Abril de
1812.
164 Según Cevallos Vol. III, Pág. 124, Valdivieso donó 100.000 pesos; mas la verdad fue que
prestó 80.000, entregándosele, en garantía, el oro tomado en Pasto, que debía amonedarse
en Popayán, para pagar la cantidad prestada –Acta del Congreso de 16 de Mayo de 1812–
Documentos sobre la insurrección de Quito etc., etc.
165 Borrero. Cuenca en Pichincha. Cuenca, 1911, Pág. 8
166 Abascal narra los sucesos de esta campaña del siguiente modo: “Las hostilidades empeza-
ron de su parte desde Paredones, lugar en donde se hallaba situada la avanzada de Aime-
rich, la cual, cediendo a la superioridad, tuvo que replegarse a las alturas de Llasu en las
inmediaciones del pueblo de Cañar. En enemigo le siguió hasta ese punto en que fueron
oportunamente llegando los refuerzos y en esta disposición aunque disponían algunos
movimientos con objeto de incomodar a las tropas de Cuenca, la serenidad de estas les im-
puso de tal modo, que no osaron en ocho días emprender acción alguna contra ellas (dis-
putas entre sanchistas y montufaristas contadas por nuestros historiadores) que solo mu-
daban de posición según lo que observaban al enemigo. Pero tratando éstos al fin de cor-

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abandona el campo, queda el vencedor tan maltrecho, que no puede


obtener el fruto de sus laureles167. Encendiéronse los odios y las descon-
fianzas entre los jefes del ejército; renacieron las rencillas de partidos168:
se desorganizó el ejército; desertaron oficiales veteranos y de milicias;
mal que el congreso pensó remediar, enviando a los vocales Matheu y
Murgueitio a recoger gente en el Sur, “excitar y fomentar el patriotismo
de esos buenos vecinos169.
No era, por otra parte, y en ello tenían razón los montufaristas,
prudente avanzar sobre Cuenca como Calderón urgía que se hiciese: el
ejército realista, si abandonó el campo, no estaba dominado; había sido
preciso afrontar nuevos combates, aún más recios, con un enemigo
todavía íntegro y menos maltrecho que los vencedores, cuando, quizás,
habría sido preferible evitar el de Verdeloma. Don Toribio Montes ha-
bía llegado a Guayaquil, el 21, conduciendo cuantiosos elementos, re-
suelto a someter a Quito170, tanto que ya, el 29, se proyectaba en Cuenca
abandonar la defensiva y atacar resueltamente a la Capital171. Además,
ocupado Pasto por los realistas, Quito estaba expuesto a un ataque por
el Norte, peligro del que se preocupó en Congreso, desde el primero de
Junio, en que dictó algunas severas medidas, tales como: la prisión de
todos los pastusos transeúntes, el embargo de los bienes que los veci-
nos realistas de esa provincia tuviesen en Quito y el cortar todo comer-
cio entre los dos lugares172; medidas que fueron completadas el 15; con
el llamamiento a las armas a todos los ciudadanos mayores de 16 y
menores de 50 años; la convocación de voluntarios para la defensa de
Ibarra; la orden de alistarse las milicias de Quito y sus cinco leguas
tar la división reforzada de Valle, o atacar la de Aimerich, en esta dudosa operación con-
siguió el primero ocupar el pie del cerro de Altar, flanqueando por la izquierda al enemi-
go que llenaba la cuchilla de Lavarí. Entonces rompió Valle un fuego vivo, y sostenido em-
peñándolos en la acción por aquel lado, y en cuyo tiempo Aimerich a la vista pudo soco-
rrerlo con 300 hombres. Empeñado el ataque tuvieron que sostenerlo por una y otra parte
3 horas y media que se regulaba indecisa la acción, mas habiendo cesado Valle sus fuegos
por falta de municiones, cesaron también los del enemigo, que se retiró luego a sus tien-
das y al rayar el día siguiente ha había desaparecido, dejando en el lugar que habían ocu-
pado 17 piezas de cañón y otras armas y pertrechos con mucha parte del equipaje”.-.
Marqués de la Concordia. Ms. Cit., Vol. II, fol. 89.
167 Según Molina, fue un completo triunfo para los realistas.- Molina a Abascal. Cuenca, 29 de
Junio de 1812. Copiador etc.
168 Cevallos. Op. cit., págs. 130 a 132.
169 Acta del Congreso de 30 de Junio de 1812..- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
170 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. 137
171 El Obispo Cuero al Cura de Píntag, Fray Manuel Rodríguez. Quito, 30 de Julio de 1812.-
Archivo de Indias, Sevilla 126-3-11.
172 Acta del Congreso del 1º. De Junio de 1812.- Id, id, id.

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para caso de amago a la sublevación de Pasto, y, por último, la paz


entre montufaristas y sanchistas, a fin de que el Gobierno ocupe en la
defensa de la Patria a todos los vecinos nobles y honrados173. La víspe-
ra de que se tomasen estas importantes determinaciones, llegaban a
Quito pruebas fidedignas de que en esta misma ciudad había realistas
que auxiliaban e incitaban a los pastusos a invadir el territorio quiteño,
para reponer el dominio peninsular; eran el alma de esta conjuración
los criollos Pedro y Nicolás Calisto174.
Amotinóse el pueblo y afirmándose, con razón o sin ella, que
Ruiz de Castilla estaba de acuerdo con los Calistos, se sacó al anciano
Conde de la Recolección de la Merced, en donde residía; atáronle y, tras
bárbaros maltratos, condujéronle arrastrado hasta la Plaza Mayor, don-
de, moribundo, le arrancaron de manos del populacho, algunos patrio-
tas preeminentes. Tres días sobrevivió Castilla, quien, así, expió la per-
fidia y el perjurio175. Se aseguraba que el médico llamado a curar al an-
ciano, lejos de buscar el remedio de sus heridas, las envenenó para que
no sanara el responsable de as matanzas del dos de Agosto176.
Don Pedro Calisto, su hijo Nicolás y don Pedro Pérez Muñoz,
esposo de doña María Calisto, fueron capturados por esos días, en Tusa,
cuando, con elementos de guerra, se dirigían a incorporarse con los rea-
listas de Pasto177. Ocupóse en su juzgamiento el Consejo de Vigilancia, y
fue nombrado asesor el doctor Manuel María Valdés; acusábaseles del
crimen de lesa Patria. Valdés procuró demorar la causa; mas amotinóse
el pueblo, y ése se vio sumariado por traidor178. Pronunciada la senten-
cia, fueron condenados a muerte don Pedro y don Nicolás Calisto; Pérez
Muñoz obtuvo que se le conmutase la pena capital por la de diez años
de prisión en el castillo de Bocachica, a la que también fue condenada
su esposa doña María Calisto y Borja. Padre e hijo fueron ejecutados, el
29 de Octubre, a las diez y cuarto de la noche, cuando Montes se encon-
traba en las inmediaciones de Quito; sufrieron la pena con heroicidad,
muriendo como mártires de una causa que creían justa179.

173 Acta del Congreso de 15 de Junio de 1812.. Id, id, id.


174 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. 133.
175 Cevallos. Op. cit., Vol. III. Pág. 133.
176 Expediente sobre el asesinato del Conde Ruiz de Castilla.- Archivo de la Corte Suprema de
Justicia. Quito.
177 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. 138.
178 Manuel María Valdés a la Regencia. Quito, 6 de Febrero de 1813.- Archivo de Indias,
Sevilla, 126-3-11.
179 Pedro Pérez Muñoz a las Cortes. Guayaquil, 30 de Setiembre de 1813.- Id, id, id.

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Montes organizó rápidamente su ejercito, envió a Cuenca al


Coronel Juan Sámano, para que, de acuerdo con Aimerich invadiese a
Quito por el Azuay, mientras él se dirigía por Guaranda. El Comandan-
te Feliciano Checa, que, después de la retirada de Cuenca, asumió el
mando del ejército patriota, lo concentró en Riobamba, mientras don
Antonio Ante comandaba las guarniciones que defendían a Guaranda.
El primer combate libróse, el 25 de Julio, en San Miguel de Chimbo,
entre las fuerzas de Ante y la vanguardia del ejército de Montes; la ba-
talla fue reñida, y, dejando mal paradas a las fuerzas realistas, debieron
los patriotas retirarse.
Grave error fue el que cometió Checa, al abandonar las posicio-
nes de la cordillera y entregar al enemigo, las actuales provincias de
Bolívar y Chimborazo, replegándose hasta Mocha; proceder que sólo
se explica por la necesidad de acopiar elementos para la defensa, retar-
dando la batalla definitiva hasta que el ejército contase con mayores
recursos 180.
En efecto, desplegábase en Quito la mayor actividad; en las
escuelas se fabricaban municiones181, y el Ilmo. Don José de Cuero y
Caicedo, una de las más gloriosas figuras de la Iglesia americana y exi-
mio prócer de la emancipación, en su doble calidad de Prelado y Jefe
de la Nación, amonestaba a sus súbditos y feligreses a defender la santa
causa de la Independencia.
El 30 de Julio, se dirigía el inmortal Obispo al párroco de
Píntag, ordenándole instruyese a los feligreses, la gravedad y urgencia
del peligro, “previniéndoles que con atender al servicio de la Patria
cumplen con el derecho natural y el divino” 182.
El 8 de Agosto, promulgó un edicto, digno de ser grabado en
letras de oro, confirmando luego por la Pastoral de 19 de Setiembre, en
la que, con mayor premura, como lo exigía la derrota en Mocha, ensaña-
ba lo mismo que lo ordenado en el edicto. Justificaba el señor cuero y
Caicedo, “por la gracia de Dios y de la Santa Sede Apostólica, Obispo de
esta Diócesis, del Consejo de su Majestad y por la voluntad de los pue-
blos, Presidente del Estado de Quito”, los gobiernos que se habían dado
las naciones americanas, tan señoras de sus destinos como los pueblos

180 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. 138.


181 Vista del Fiscal en la II Causa de Estado al Sr. Cuero y Caicedo. Quito, 2 de Marzo de 1813.-
Archivo de Indias.- Sevilla, 126-3-11.
182 Cuero y Caicedo al Cura de Pintag, Fray Manuel Rodríguez. Quito, 30 de Junio de 1812.-
Id, id, id.

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de España; y armado con las facultades espirituales y temporales de que


estaba investido, lanzaba anatemas contra los desertores, los que tengan
comunicación con los enemigos o sean sus espías o agentes; suspendía a
los sacerdotes que obrase contra la Patria, “en atención a considerarse
indignos de la sociedad de los fieles, a todo insensibles, a la voz de la
Justicia y la Caridad, sólo han conspirado a consumir y dilapidar la sus-
tancia de la Patria destinada a la defensa y felicidad de sus hijos”.
Enseñaba que “la naturaleza y la religión obligan a trabajar a costa de
los mayores sacrificios, por la salud, la libertad y los adelantamientos
de aquella sociedad en que han vivido y a la que son deudores de cuan-
to son y poseen”183.
El Congreso no podía armar mayor número de soldados para
oponer al ejército de 2.000 hombres, que, gracias al donativo de 100.000
pesos hecho por el Consulado de Lima, había podido organizar Mon-
tes184; así, formó compañías de cuchilleros, gentes de buena voluntad,
sin más armas que un puñal, que sólo recibían la ración sin percibir
salario alguno 185; y ordenaba recoger piedras en Latacunga para balas
de cañón y sacos de metralla 186.
El combate librado en Mocha (2 de Setiembre), en donde las
fuerzas patriotas estuvieron comandadas por don Feliciano Checa, fue
fatal a la causa de la Patria: rotas y dispersas las fuerzas quiteñas, no
quedaba otro recurso que impedir la llegada del enemigo a la Capital187.
Verificáronse por entonces, cambios importantes en el Gobier-
no de Quito: dejó de ser Vicepresidente del Congreso don Mariano
Guillermo Valdivieso y fue nombrado en su lugar, el doctor Prudencio
Vásconez; asumió nuevamente el mando del ejército, don Carlos Mon-
túfar, con la cooperación de su émulo Calderón, y don Javier Montúfar
fue el Comisario de Guerra188.
Tras la derrota en Mocha, llamó el Obispo Presidente a todos
los vecinos de las cinco leguas, para que concurriesen a la defensa de

183 Cuero y Caicedo. Edicto de 8 de Agosto de 1812, Pastoral de 19 de Setiembre de 1812.-


Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
184 Montes al Consulado de Lima.- Quito, 7 de Enero de 1813.- Documentos sobre la insurrec-
ción de Quito, etc.
185 Valdivieso a J. Manuel Vásconez, Corregidor de Ambato.- Quito, 11 de Agosto de 1812.- Id,
id, id.
186 Valdivieso etc.- Id, id, id.
187 Cevallos. Op. cit, Vol. III, págs, 140 a 145
188 Documentos sobre la insurrección de Quito etc., etc.- El 11 de Agosto era aún Vicepresi-
dente Valdivieso; el 17 de Setiembre lo era ya Vásconez.

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Quito el paso de Jalupana; fortificáronse las abruptas márgenes de esta


quebrada con esmero189 mientras partidas volantes hacían casi imposi-
ble el avance de Montes por las actuales provincias de León y Tungu-
rahua, tanto que demoró dos meses en recorrer lo que fácilmente
podría haberlo hecho en dos días de marcha190. Con tal tesón defendí-
an los patriotas su territorio, que al abandonar don Manuel Matheu su
hacienda de La Ciénega dejó envenenados los víveres y licores de que
podían hacer uso los realistas191.
Burladas las fortificaciones de Jalupana con una difícil marcha
nocturna por la cordillera occidental, llegó Montes, el 6 de Noviembre,
al sitio llamado El Calzado, en las goteras de la ciudad192 y, al día si-
guiente, la atacó por el abra del Machángara y la garganta que separa
al Penecillo del Pichincha, y luego directamente al mentado montecillo,
que los patriotas habían fortificado aparentemente; pero que, en reali-
dad, era el punto vulnerable de la línea de defensa. Rota ésta, quedó la
ciudad en poder de Montes, si bien los combates se prolongaron, inter-
mitentes y desorganizados, por la noche193, mientras las fuerzas inde-
pendientes, e Obispo, los vecinos principales, las comunidades religio-
sas y hasta las monjas de clausura abandonaban la ciudad, replegándo-
se hacia Ibarra. Así, Montes ocupó una ciudad desierta, el 8 de No-
viembre de 1812194, enviando, al siguiente día, al Coronel don Juan
Sámano en persecución del ejército patriota195.
Las fuerzas patriotas reconcentradas en Ibarra eran, según Mon-
tes, 600 hombres de infantería y 800 de caballería y 12 cañones; en todo
lo cual, menos en el número de piezas de artillería, debe de haber nota-
ble exageración. Sámano comandaba 400 infantes y 100 dragones 196.
Como representantes de la autoridad que, según la Constitución del
Estado de Quito, residía en el Congreso, habíanse trasladado al Norte

189 Cuero y Caicedo al Cura de Cumbayá. Quito, 3 de Setiembre; y a los Vocales Diputados al
Sur. Quito, 7 de Setiembre de 1812.- Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11.
190 Cevallos. Op. cit., Vol. III, pág. …
191 Sámano al Secretario de Estado. Bogotá, 29 de Mayo de 1818.- Archivo de Indias, Estado
Santa Fe, Legajo 2.
192 Montes al Comandante Militar de Quito. Calzado, 6 de Noviembre de 1812, 8 a.m.- Archivo
de Indias, Sevilla, 126-3-11.
193 Cevallos. Op. cit., Vol. III, págs. 153-158.- Torrente. Historia de la Revolución Hispano
Americana. Madrid, 1829, Vol I., pág. 285.
194 Montes al Consulado de Lima. Quito, 7 de Enero de 1813.- Documentos sobre la insurrec-
ción de Quito etc., etc.
195 Cevallos, Op. cit., Vol. III, pág. 163.
196 Montes al Consulado de Lima etc., etc.

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el Marqués de Villa-Orellana, don Manuel Matheu y don Carlos Mon-


túfar, quienes, desde Ibarra, dirigiéronse a Sámano, el 19 de Noviem-
bre, pidiendo se pactase la paz, para lo cual podía mandar Montes dos
comisionados, para estipular con ellos las condiciones del tratado, sus-
pendiéndose mientras tanto las hostilidades197.
Sámano, que se encontraba en Otavalo la víspera de continuar
su marcha (21), ofreció no hacer actos de guerra hasta llegar a la vista
de Ibarra, en donde detendría la marcha, esperando la contestación de
Montes a las proposiciones de los patriotas198.
El ejército quiteño acampaba en una hacienda inmediata a
Atuntaqui, mientras los delegados del Congreso se trasladaron a San
Antonio de Imbabura, desde donde manifestaron a Sámano su extra-
ñeza, porque, estando pendientes las negociaciones de paz, continuase
el avance hacia el Norte, y del deseo de entrevistarse en Agualongo,
para estipular las condiciones de paz.199 Al acampar el Jefe realista en
Atuntaqui el 22, día en que salió de Otavalo, aceptó virtualmente lo
propuesto por los patriotas, disintiendo solamente en el sitio de la en-
trevista, que él creía debía ser en Ibarra200. Pendientes estaban las nego-
ciaciones, discutiéndose el lugar en que debían verificarse, pendiente
estaba también la contestación de Montes, cuando en la mañana del 23,
resuelto a presentar combate, salió Sámano en busca de los patriotas,
no sin que éstos le requiriesen nuevamente aceptara la paz que ellos
pedían; a lo que el Jefe peninsular, con testó que ya no era tiempo de
contestaciones por escrito, y, tomando una loma frente al ejército pa-
triota, quedaron las dos fuerzas contrarias a tiro de pistola. Esperaron
los españoles que fueran sus contrarios los que rompiesen los fuegos,
deseosos, quizás, de acusarlos de haber roto las negociaciones de paz;
mas esperaron en vano y sólo oyeron gritos de paz, y vieron a don Car-
los Montúfar separarse de sus fuerzas y avanzar resuelto hacia las con-
trarias, deseoso de evitar un inútil derramamiento de sangre, ya que
aun una victoria en nada habría alterado el resultado de la campaña201.
Los Diputados todos insistieron desde Anafo, a las 9 a.m. del

197 Los Diputados del Congreso a Sámano. Ibarra, 19 de Noviembre de 1812.- Archivo de
Indias, Sevilla. 126-3-11.
198 Sámano a los Diputados. Otavalo, 21 de Noviembre de 1812.- Archivo de Indias, Sevilla
126-3-11.
199 Los Diputados a Sámano. San Antonio de Caanqui, 22 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
200 Sámano a los Diputados. Atuntaqui, 22 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
201 Sámano a Montes. San Antonio, 25 de Noviembree de 1812.- Id, id, id.

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23, en la necesidad de una entrevista202, y celebróse una a la vista de los


dos ejércitos, ya que Sámano no pudo resistir a la iniciativa de Mon-
túfar y, separándose también de sus fuerzas, salió al encuentro de don
Carlos, a quien luego se juntaron Villa-Orellana y Matheu; convínose
entonces en que Sámano no prosiguiese la marcha y los patriotas vol-
viesen a Ibarra203. Sámano permaneció hasta el 24 en Atuntaqui, aceptó
el tener una conferencia con los Delegados del Congreso204.
El Jefe español esperaba, con ansia, recibir los pertrechos que
le había remitido Montes, y, faltando a lo pactado, avanzó desde Atun-
taqui a San Antonio de Imbabura o de Caranqui, como se decía enton-
ces, y allí se fortificó205.
Ante la conducta desleal del Jefe peninsular, las fuerzas patrio-
tas, que se habían retirado a Ibarra, atacaron resueltamente y, ponién-
dose en marcha, por la mañana, rompieron los fuegos, a las once del
día. Ruda fue la pelea, que se prolongó hasta las seis de la tarde; ence-
rrado Sámano en la iglesia parroquial resistió el nutrido fuego de los
patriotas, contestando con tanto vigor, que llegó a consumir las muni-
ciones; por lo cual, acudiendo al arma blanca, cargó a la bayoneta sobre
el ejército que le tenía sitiado, rompió las filas patriotas, y éstas se reti-
raron, abandonando tres cañones206.
El ejército quiteño se retiró a Ibarra, donde fue perseguido y
vencido por Sámano, después de desesperado combate en la ciudad y
en las orillas del lago de Yaguarcocha, el 1º. de Diciembre207.
La derrota fue completa; fueron tomados prisioneros el Co-
ronel Francisco Calderón y el Sargento Mayor de Ingenieros, don Ma-
nuel Aguilar, que fueron pasados por las armas en la plaza de Ibarra,
el 4, juntamente con el Comandante de la caballería, el francés Marcos
Gayon, que fue ahorcado208. Cayeron, además, en poder de los realis-
tas 573 fusiles, 13 cañones, 17 cajones de parque, 4 cajas de guerra y 1
bandera209.

202 Los Diputados a Sámano. Anafo, 23 de Noviembre de 1812, 9 a.m.- Archivo de Indias,
Sevilla 126-3-11.
203 Sámano a Montes. San Antonio, 25 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
204 Sámano a los Diputados. Atuntaqui, 24 de Noviembre de 1812.- Id, id, id.
205 La fortificación consta, según Cevallos (op. cit., Vol. III, pág. 166); lo demás es lógica con-
secuencia de los documentos citados.
206 Montes al Consulado de Lima.- Documentos sobre la insurrección de Quito, etc., etc.
207 Id, id, id.
208 Id, id, id.
209 Montes al Consulado de Lima etc., etc.- A las proposiciones de paz hechas el 19 contestó

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El ejército patriota quedó aniquilado; Quito, a merced de los


vencedores; los jefes patriotas, prófugos y perseguidos. Don Nicolás Pe-
ña y su esposa, doña Rosa Zárate, capturados en las selvas de Barba-
coas, fueron fusilados, el 17 de Julio de 1813, por orden de Montes. En
1817, don Carlos Montúfar, quien siguió, aun cuando lejos de su Patria,
luchando por la independencia, fue preso y matado después de la bata-
lla en Tambo, librada por las fuerzas realistas enviadas desde Quito.

******
No fue el vencedor de Quito un militar rudo e inmisericorde,
cual Sámano y Morillo, sino un Jefe de talento superior, hombre calcu-
lado para curar las dolencias de un pueblo, agotado por años de pri-
vaciones y sufrimientos. Don Toribio Montes, si hubiera gobernado
con anterioridad al 10 de Agosto, su nombre lo recordaría la historia
con bendiciones en unión de los Dibuja, Carondelet y otros pocos, muy
pocos Presidentes de la Audiencia de Quito..
Después del triunfo manifestóse riguroso, condenó a muerte a
innumerables patriotas; mas sólo ejecutó a pocos de los sentenciados,
dio garantías a casi todos los comprometidos en las pasadas insurrec-
ciones, repuso a muchos en sus empleos, llegando a captarse la volun-
tad de los criollos; en las elecciones para el Cabildo Constitucional ve-
rificadas el 5 de Setiembre de 1813, Montes estuvo enteramente acorde
con los patriotas210, por los cual y por su dulzura, los realistas descon-
fiaron de él y hasta trataron de deponerle, fin perseguido por la revo-
lución que encabezara Bromista (27 de Junio de 1815). Los enemigos
del Presidente, deseosos de impedir el desenvolvimiento de su política

Montes el 22 en términos inaceptables: exigía el Presidente: la entrega de todas las armas,


la prisión de todos los jefes, oficiales y funcionarios públicos del Congreso, perdonando a
todos la vida, menos a don Nicolás Peña, don Prudencio Vásconez, don Miguel Rodríguez,
don Ramón Chiriboga, don Marcos Gayon, don Joaquín Mancheno, doctor José Correa y
el Provisor Caicedo; regreso de las monjas; pago de 500.000 pesos en 24 horas, y otras con-
diciones de menor importancia. (Montes a Sámano. Quito, 22 de Noviembre de 1812.-
Archivo de Indias, Sevilla, 126-3-11).
Estas condiciones fueron conducidas por un Sargento y cinco dragones, quienes fueron
victimados por los indios de Otavalo, que hacían causa común con los patriotas, probable-
mente, el mismo día de la batalla en San Antonio. Este hecho se adujo para acusar a los
patriotas de haber violado el armisticio. Los documentos españoles aducidos en las notas
prueba, con la evidencia de las fechas y de los nombres de los lugares en que fueron escri-
tos, quién fue el que procedió de mala fe y refinada perfidia.
210 Andrés Villamagán a la Regencia. Quito, 6 de Setiembre de 1813.- Archivo de Indias, Sevi-
lla, 126-3-11.

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conciliadora, fingían conspiraciones patriotas; así, con es posible aseve-


rar si fue exacto que Selva-Alegre conspirase en Loja el año 13211, si no
fueron reales los hechos denunciados por Miguel Jaramillo al Cabildo
de Quito, el 8 de Setiembre de 1815212.
Al terminar Montes213 su Gobierno (26 de Julio de 1817), cesó el
reposo de Quito; Ramírez, adoptando una conducta enteramente con-
traria, gobernó con el terror: los próceres desampararon la ciudad, refu-
giándose en lugares inaccesibles, donde los asistían indios que, con
fidelidad, los servían, fueron, sin embargo, capturados algunos214. Su
Alteza Serenísima el Marqués de Selva-Alegre terminó sus días lejos de
su Patria, de la que fue primer Gobernante autónomo.
La conducta de Ramírez encendió nuevamente los ánimos;
mas era tan imposible todo levantamiento, que un proyecto macabro y
criminoso que pareció realizable en 1818 fue desecho por el Presidente,
usando, a su vez, de alevoso asesinato215.
Mientras tan aflictivas eran las condiciones de los patriotas de
Quito, que, o halagados por Montes o perseguidos por Ramírez, se
veían reducidos a la impotencia, naves insurgentes cruzaban el Pací-

211 Villamagán.- Doc. Cit.


212 Libro de Actas del Cabildo de Quito, 1815.- Archivo Municipal.
213 Montes organizó varias expediciones contra los patriotas del Sur de la Nueva Granada y
de Popayán, comandadas por Sámano, Vidaurrázaga y Aimerich.
214 Fueron desterrados don Juan Pío y don Javier Montúfar, don Manuel Matheu, Rodríguez
Soto, Mariano Guillermo Valdivieso.
215 Montes contempló la destrucción de su obra de gobernante humanitario y sagaz, pues per-
maneció en Quito algún tiempo después de que Ramírez se posesionó de la Presidencia;
así, escribió al Rey desde Quito, el 8 de Enero de 1818, una larga exposición de su conduc-
ta y del desacertado proceder de su sucesor.- De este importante documento transcribimos
los siguientes párrafos: “La ciudad se halla con una mitad de gente menos, de la nobleza
apenas se ve uno que otro y todo el pueblo lleno de lágrimas y pavor, teme y desconfía y
quién sabe si se le conduce a aquella desesperación en que fue puesto Chile, en la que se
mantiene Caracas y que desplega con fuerza en la Nueva Granada. Yo ofrecí en tiempo al
Consejo de la Regencia entregarla pacífica y significando cómo Quito con sólo dos mil
hombres europeos que pedí, quedando a mi cuidado los demás recursos, no se me creyó y
se han gastado a lo menos cuatro millones de pesos en la expedición del General don Pablo
Morillo, habiendo sido el resultado sólo desvastación, concentración de odio, horror, ague-
rrir a estos habitantes, reducirse y ponerlo todo en la miseria.
“Concluyo Señor… asegurando a V.M., lo mismo que cuatro años há al Consejo de la Re-
gencia, y es que para pacificar a América, es preciso no cansarse en perdonar, que se debe
huír de enseñar en ella el Arte de la Guerra; que se deben tentar todos los medios de con-
ciliación… y que sobre todo como en otro tiempo al Licenciado Gasca, es preciso mandar
un Visitador íntegro e inflexible que la purgue de los Malos Gobernadores y Ministros”.
Este Visitador debía ser el Magistral Rodríguez Soto, que un año después fue desterrado
por patriota.- Archivo de Indias, Sevilla, 127-3-2.

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fico, convidando a los pueblos del Litoral a sacudir el yugo peninsular.


Brown, en Frebrero de 1816, enarbolando bandera argentina, atacó sin
éxito a Guayaquil. Esta ciudad, que se había manifestado hostil a los
próceres quiteños, tenía en su seno un pequeño núcleo de patriotas,
tales como el genovés Lagomasino; roca no le menciona, aun cuando ha
conservado los nombres de algunos que, asegura, se deleitaban con los
escritos de Morales, Quiroga y otros promotores de la Independencia.
En 1818, don Vicente Ramón Roca, decidido por la libertad, fue proce-
sado por mantener correspondencia sediciosa con el Cura de Acapulco.
Por entonces, las autoridades del Guayas manifestábanse recelosas de la
opinión de sus subordinados e iniciaron varias pesquisas216. En Julio de
1819, Illingrot217, al servicio de Chile, presentóse en el Golfo, combatien-
do con valor, así como en Mayo del año siguiente. Desde las postrime-
rías de 1819, Cochrane era ya Señor del Pacífico, como lo demostró con
su incursión en aguas ecuatorianas, en Noviembre. Había llegado el
tiempo en que Guayaquil proclamase la Independencia y se coronase la
obra principiada en Quito, once años antes.
El movimiento del 9 de Octubre fue decisivo para la suerte del
Ecuador y de toda América, pues la “Perla del Pacífico” fue la base de
la gloriosa campaña de Sucre, que culminó en Pichincha, el centro de
reunión de los Libertadores, el principio de la expedición al Perú.
Las condiciones del momento, la evolución de los ánimos en
nuestro puerto determinaron el estallido de la revolución, no la presen-
cia ocasional del Sargento mayor Miguel Letamendi y de los Capitanes
Luis Urdaneta y León de Febres Cordero, que se encontraban en Gua-
yaquil, de paso; pues Calzada, desde Pasto, los había llamado para
colocarlos en el batallón Primero de Numancia, que se proponía crear en
reemplazo del antiguo, derrotado en Boyacá 218.
Victoriosas las armas patriotas en Nueva Granada; refugiado
el ejército realista en el territorio de Pasto y obligado a mantenerse en
la defensiva, invadido el Virreinato de Lima por las fuerzas comanda-
das por el Protector del Perú, General San Martín; el pronunciamiento
de Guayaquil, el 9 de Octubre de 1810, no podía ser más oportuno, ya
que, con él, dificultábase la comunicación entre las tropas que luchaban
con las fuerzas colombianas, y las que procuraban impedir la libera-
216 D´Amecurt. (Destruge).- Historia e la Revolución de Octubre. Guayaquil, 1920, págs. 138 y
siguientes.
217 Hemos respetado la ortografía empleada por el prócer en sus firmas.
218 Notas del Coronel Tamariz a la Historia del doctor don Pedro Fermín Cevallos. Ms. Biblio-
teca Jijón y Caamaño.

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ción del Perú; proporcionábanse a la armada patriota, un puerto segu-


ro y el mejor astillero del Pacífico. Así, no bien proclamó Guayaquil su
independencia, púsose en relaciones con Bolívar y San Martín, para
proceder, de acuerdo con estos Jefes y bajo su amparo, a la campaña
contra los ejércitos realistas que guarnecían a Quito.
No esperó, sin embargo, la llegada de sus auxiliares para em-
prender la campaña al interior, en donde los pueblos que, a más no po-
der, sufrían el dominio español, contra el que heroicamente habían lu-
chado en años anteriores, recibieron gozosos, a la nueva del cambio de
Gobierno en el Perla del Pacífico, y dirigiéronse, ansiosos, implorando
el envío de fuerzas para libertarlos.
Las que salieron de Guayaquil iniciaron la marcha bajo los
mejores auspicios: vencedoras en Camino Real, el 9 de Noviembre, cer-
ca de Guaranda, pudieron llegar fácilmente hasta Ambato, ya que pa-
triotas de bien probada historia en los sucesos de 1809 a 1813, como
don Bernardo Ignacio de León y Carcelén, don Feliciano Checa, don Vi-
cente Flor y otros abriéronles las plazas del tránsito, rindieron las guar-
niciones y formaron partidas volantes hasta en las goteras de Quito, en
el valle de Machachi.
Aimerich, que desempeñaba la Presidencia interinamente, des-
de el 6 de Abril de 1819, organizó con fuerzas traídas de Pasto, un ejér-
cito que puso a órdenes del Coronel Francisco González, quien avanzó
hasta Ambato, en cuyas inmediaciones, en la llanura de Huachi, se en-
contró el ejército realista con el comandado por el Coronel Luis Urda-
neta (22 de Noviembre). El combate fue desastroso para los patriotas, y
todo el Callejón Interandino quedó, otra vez, en poder de los realistas;
pues Cuenca, que el 3 de Noviembre había seguido el ejemplo de
Guayaquil, fue ocupada por las tropas del Coronel González, que, des-
pués del triunfo en Huachi, derrotaron al presidente cuencano, don
José María Vásquez de Noboa, en el sitio Verdeloma (20 de Diciembre).
Los patriotas de Guayaquil no se abatieron con el desastre su-
frido por Urdaneta; organizaron un nuevo ejército. Predominaba, enton-
ces, en esa ciudad, la influencia argentina: el Coronel Tomás Guido ges-
tionaba por la anexión al Perú, y con él había legado, el 14 de Noviem-
bre, el Coronel Mayor Toribio Luzuriaga, para ofrecer sus servicios,
como Jefe militar, a la Junta que gobernaba a Guayaquil; y, en efecto, a él
se le confió la dirección de las operaciones que debían ejecutar las tropas
patriotas, para reparar los daños sufridos en Huachi. Por orden de aquél,
avanzó el Coronel José García hasta Guaranda, estableció Cuartel Ge-

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neral en Guanujo; mas, habiendo Guido fracasado en sus negociaciones,


resolvió volver al Sur, adonde debía acompañarle Luzuriaga; por lo cual,
las tropas de García recibieron orden de replegarse a Babahoyo, y lo
hicieron con tan mala suerte, que fueron deshechas en Tanisagua, el 3 de
enero de 1821. Guayaquil se limitó a defender su territorio.
Bolívar, a quien, como a San Martín, se habían dirigido los go-
bernantes de Guayaquil, en busca de auxilios, despachó al General José
Mires, con abundantes elementos bélicos e instrucciones de ofrecer sus
servicios para la dirección del ejército, y de trabajar, discretamente, por
la anexión de Guayaquil a Colombia. Mires llegó (Febrero de 1821)
oportunamente; los recursos enviados eran tanto más útiles, cuanto
que venían después de los desastres anteriores; la actuación de Mires
fue recomendable, y grande el celo por reorganizar el ejército.
Poco después, el Libertador envió soldados colombianos y al
General Antonio José de sucre, que tomó la dirección del ejército (15 de
Mayo). – Una nueva contrariedad debieron sufrir los patriotas y ésta
fue la traición del Coronel Nicolás López (18 de Julio), que, con 300 sol-
dados, fue a incorporarse con el General Aimerich, y el ataque a la ciu-
dad de Guayaquil por el Teniente de Fragata, Ramón Ollague, rechaza-
do ventajosamente por la corta guarnición de la plaza (17 de Julio).
Aimerich, en cuanto la estación le fue favorable, avanzó sobre
la Costa, combinando los movimientos con González, que estaba en
Cuenca. Sucre, advertido del peligro, marchó al encuentro del segundo
y do desbarató en Cone (Yaguachi), el 19 de Agosto, para luego volver-
se contra el primero, que, sin aguardar el ataque, contramarchó hasta
cerca de Ambato, seguido, a poca distancia, por sucre, quien había des-
pachado a Illingrot, por Quevedo, a Latacunga, lugar que ocupó éste,
avanzando hasta las inmediaciones de Quito. En Huachi, trabóse la ba-
talla entre las fuerzas de Sucre y las de Aimerich, saliendo éste victorio-
so, si bien con gravísimas pérdidas en su ejército (12 de Setiembre).
El Coronel Santiago Luco fue despachado a Cuenca, en combi-
nación con el movimiento hacia el interior, que se resolvió después del
triunfo en Cone; y Francisco María Frías, Sargento Mayor del batallón
Guayaquil, ocupó la ciudad con pocas fuerzas, el 18 de Setiembre; mas,
presionado por el Capitán Vicente Ruiz y en atención a la derrota en
Huachi, abandonó la plaza al día siguiente, para replegarse a la Costa,
en unión de Luco.
Tan maltrechas quedaron en Huachi, no obstante su victoria, las
fuerzas comandadas por Aimerich, que éste se vio obligado a regresar a

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Quito y enviar luego al Coronel Tolrá, a ocupar los lugares abandona-


dos por los patriotas; éste llegó a Sabaneta, y, convencido de la imposi-
bilidad en que se encontraba de ocupar a Guayaquil, invitó a Sucre a
una conferencia, llegando los dos Jefes a pactar un armisticio de noven-
ta días (20 de Noviembre), que el Gobierno de Guayaquil dio por termi-
nado el 18 de Enero de 1822, por no haberlo aprobado los Jefes superio-
res españoles. Mientras tanto, había tenido Sucre, tiempo suficiente
para preparar las operaciones y combinar los movimientos con la divi-
sión auxiliar del Perú, que se encontraba en Piura y que comandaba el
entonces Coronel don Andrés santa Cruz, quien cruzó el Macará y se
juntó con Sucre en Saraguro, el 9 de Febrero; el futuro Mariscal Sucre
había desembarcado en Machala y trasmontado la cordillera.
Durante el armisticio, había llegado a Quito (24 de diciembre)
el General Murgeon, cuyo rápido Gobierno dejó en la ciudad, grato
recuerdo. Falleció el 8 de Abril.
Reunidas las fuerzas de Santa Cruz a las que mandaba Sucre,
ocuparon a Cuenca, el 20 de Febrero; y, persiguiendo a los realistas que
se retiraban, avanzaron hasta las inmediaciones de Riobamba, y en
Tapi les causaron grave derrota (21 de Abril).
Sucre avanzó hasta las inmediaciones de Quito, acampando en
el valle de Chillo, el 17 de Mayo, “reunirse ala República de Colombia
como el primer acto espontáneo, dictado por el deseo de los pueblos,
por la conveniencia y por la mutua seguridad y necesidad, declarando
las provincias que componían el antiguo Reino de Quito como parte
integrante de Colombia”. Riobamba y Cuenca habían tomado ya igual
determinación, al hacerlo en asocio de estas ciudades, por un acto final
de sus prerrogativas capitolinas, abdicando su rango de metrópoli,
manifestó, una vez más, Quito, su abnegación por la causa de la liber-
tad y el sentido práctico de sana política, que siempre se ha distingui-
do; no pensó, ni por un momento, en que estaba, por su historia, llama-
da a ser la cabeza de una Nación independiente; usó de su prestigio,
para, en bien de América, unificar la acción haciendo desaparecer pe-
queñas nacionalidades, que, en el final de la lucha, eran un estorbo,
cuando se necesitaba confiar a Bolívar la mayor suma posible de poder:
para coronar la obra de Agosto de 1809 preciso fue que el Libertador,
investido de la Dictadura, gobernase gran parte de América; la unifica-
ción del mando fue el preludio de Junín y Ayacucho.
Otros elementos más determinaron su acción, y fueron: la gra-
titud sin límites; la admiración respetuosa hacia Bolívar, al que amó

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Quito con tierno amor hasta sus postrimeros días, cuando todo era ad-
verso al glorioso Libertador, debilitado y enfermo por las fatigas de las
campañas, herido por las calumnias, desilusionado por las resistencias.
Mas, si el acta popular del 29 de Mayo de 1822 confundió el
Reino de Quito en la República de Colombia, cuando se hubo alejado
de la vida pública el héroe venerando, cuando la independencia estaba
ya segura y no era un estorbo sino una necesidad, el funcionamiento
autónomo de las varias nacionalidades históricas de América, Quito
fue la primera ciudad en el Sur, que, por el acta celebrada el 13 de Mayo
de 1830, a consecuencia de la petición hecha un día antes por el Pro-
curador Síndico de su Municipio, heredero del glorioso Cabildo, hizo
renacer el Reino bajo el nombre de Estado del Ecuador, sin imponerle
ninguna de las trabas federales que luego sufrió y que no poco estor-
baron su desarrollo.
Guayaquil, el 9 de Octubre, constituyóse en Estado autónomo.
Esta provincia había formado, desde la Conquista, parte del Reino de
Quito; contra su anexión al Virreinato de Lima, protestaron los patrio-
tas de 1809 y 1811, mas las relaciones comerciales habían desarrollado
entre los realistas guayaquileños gran simpatía por el Perú; de allí, que,
proclamada la independencia, se formaran tres partidos: uno, el perua-
no, que deseaba la anexión al Perú, favorecido y decididamente apoya-
do por San Martín; el de los que soñaban en una nación autónoma, y el
colombiano, que prevaleció al fin, merced a Sucre, Mires y, sobre todo,
a Bolívar, quien llegó a Guayaquil, el 11 de Julio, y, mediante un hábil
golpe de estado, logró la anexión de la provincia a Colombia, el 31 del
mismo, impidiendo, así, que la integridad del Reino de Quito sufriese
menoscabo.
En las asperezas del Juanambú, en las inexpugnables posicio-
nes de Pasto, los ejércitos realistas habían logrado oponer infranquea-
ble valla a los de Colombia. La batalla de Bomboná dirigida por el mis-
mo Libertador, si fue una victoria, no le permitió avanzar en el territo-
rio de Pasto, ciudad que sólo pudo ocupar, merced a las capitulaciones
celebradas, en vista del triunfo de Sucre en Pichincha, el 6 de Junio219.

219 Abundante es la bibliografía del período de la Guerra de la Independencia de 1820 a 1822.


Citaremos tan sólo a:
Cevallos. Resumen de la historia del Ecuador. Segunda edición. Guayaquil, 1886, Vol. III,
págs. …
D´Amecourt Camilo Destruge. Historia de la revolución de Octubre y Campaña Liberta-
dora de 1810-22. Guayaquiol, 1920.
Borrero. Cuenca en Pichincha. Cuenca, 1922.

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No fue para gozar de los frutos de la paz, sino para someterse
a nuevos sacrificios por la libertad, que Quito se incorporó a Colombia.
Muy pronto, después del triunfo, debió soportar otras campañas.
Pasto, que, con heroísmo incomparable y digno de mejor cau-
sa, había sido desde 1809 el baluarte de los realistas, amenazando con-
tinuamente a los independientes del Sur y del Norte, que había sido
militarizado por Montes, Ramírez y Aimerich, que, además de contar
con una población numerosa y valiente, es, por su configuración topo-
gráfica, una fortaleza casi inexpugnable, no se conformó con el triunfo
en Pichincha ni con la capitulación firmada, a consecuencia de esta vic-
toria y de la batalla de Bomboná; se puso en armas a fin de de No-
viembre. No era descabellado el plan de los pastusos; reducir a Quito
era un proyecto temerario, pero no imposible; mas lo seguro era inter-
ponerse entre las dos secciones de Colombia, paralizar los movimien-
tos de Bolívar, imposibilitarle la expedición al Perú, o, por lo menos,
volverla penosa, difícil su avituallamiento, y estando el Libertador in-
comunicado con Bogotá, dividido el Gobierno, podía debilitarse la uni-
dad de acción y hasta suscitarse graves conflictos entre el Jefe del Ejér-
cito y el Encargado del Poder Ejecutivo.
En Diciembre de 1822 hacía mucho tiempo que la correspon-
dencia entre Quito y Bogotá estaba interrumpida, aun por la vía de
Guayaquil, a consecuencia de los sucesos de Pasto220.
Para debelar la reacción pastusa partió Sucre; rechazado en
Taindalá, contramarchó hacia el Sur, para engrosar la expedición orga-
nizada en Quito, con las milicias de esta ciudad, las de Ibarra y Tulcán;
éstas desempeñaron papel importante y fueron las encargadas de reco-
nocer el paso de Funes y obrar por el Cid y Car221.
Sucre ocupó a Pasto, mas no rindió a sus habitantes; tampoco
lo consiguió Bolívar, que fue en persona a poner término a situación
tan molesta.
En Junio de 1823, la guerra que nunca había cesado completa-
mente, tomó mayor cuerpo: el 12, las fuerzas mandadas por el enton-
ces Coronel graduado Juan José Flores fueron vencidas por Agualongo,
no obstante una resistencia valerosa222 y la ciudad de Pasto fue ocupa-

220 Carta de Javier Villacís a José María Zay. Quito, 16 de Diciembre de 1822. Biblioteca Jijón y
Caamaño
221 Cevallos. Resumen de la Historia del Ecuador. Vol. IV. Lima, 1870, pág. 12.
222 Salom a Flores. Pasto, Julio 31 de 1823

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da; el Jefe realista púsose en marcha sobre Quito; Bolívar salióle al


encuentro, al mando de escasa tropa veterana y de las milicias de Am-
bato, Latacunga y Quito223. Después de la victoria en Ibarra se pidieron
reclutas a Cuenca. Porque las que se habían juntado últimamente eran
muchachos raquíticos224. Parecía concluida la resistencia. Salom presa-
giaba el fin de la campaña, estaba equivocado; pues él mismo se vió
precisado a abandonar a Pasto, por no recibir oportunamente recursos
del Sur225. El 20 de Setiembre Salom estaba en Túquerres y ordenaba a
Flores defendiese a todo trance la cuchilla de Taindalá, asegurándole la
pronta llegada de 300 hombres de Quito y 600 de Ibarra y Otavalo, que,
con los 200 que tenía estacionados en Túquerres, podían servirle de res-
paldo en caso de derrota226. Después del triunfo realista en Tambo
Pintado, los patriotas se vieron obligados a mantenerse en la defensi-
va, sostenidos con los recursos que se les enviara de Quito y engrosan-
do sus filas con nuevos reclutas de esta ciudad y su comarca. El 16 de
octubre se dieron al General Mires las instrucciones necesarias para
dirigir la campaña227 y salió de Quito para el Norte, al día siguiente228;
el ejército que iba a mandar era, en su mayor parte, ecuatoriano229, y ya
el 22 de Diciembre se le remitían de Quito 200 nuevos reclutas230. Por
la ocupación de Pasto, verificada el 14 de este mes, creía Salom que
haría cesar la mayor parte de los padecimientos de Quito, de donde
enviaba más milicianos, dinero y víveres231.
La guerra siguió sin embargo, implacable; Mires, que se había
vuelto odioso al pueblo y al ejército, cuya incapacidad para mandar en
Jefe era notoria232, había renunciado el cargo a fines de Enero, alegando
enfermedad. Salom designó en su reemplazo al General Jesús Barreto,
que el 11 de Febrero mandaba ya la división muy menguada, por una
campaña incesante, en que había sufrido muchas deserciones. El nue-
vo Jefe, que partió al Perú, llamado por orden de Bolívar, conocida en
Quito el 8 de Marzo, había rechazado a los realistas en Santa Lucía, el

223 Cevallos. Op. cit., pág. 16


224 Carta citada de Salom.
225 Salom a Flores. Túquerres, 20 de Setiembre de 1823.
226 Salom a Flores. Quito, 23 de Setiembre de 1823.
227 Instrucciones a Mires, dadas en Quito por Salom.
228 Salom a Flores. Quito, 17 de Octubre de 1823.
229 Le Gouhir (J. L. R.).- Historia de la República del Ecuador. Quito, 1920, pág. 166.
230 Salom a Flores. Quito, 22 de Diciembre de 1823.
231 Salom a Flores. Quito 31 de Enero de 1824.
232 Salom a Flores. Quito, 3 de Febrero y 23 de Junio de 1824.- Informaciones sobre la conduc-
ta de Salom y Flores. Pasto, 29 de Agosto de 1824.

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14 de Febrero233 quienes, el 28 de Marzo, recibieron de Flores una derro-


ta decisiva en Mapachico y Aticance234; mas la campaña prolongase aún
varios meses; en Abril continuaba el Jefe Superior del Sur despachan-
do víveres, municiones y milicianos, aunque los recursos estaban ago-
tados y era preciso enviar auxilios al Perú235. Combates se sucedían a
combates, emboscadas y sorpresas en que siempre predominaba al
ejército independiente, pero que consumía gente y recursos que era
preciso reemplazar236. El terror mezclado a los halagos, medidas de
hábil política y triunfos militares fueron las causas de las capitulacio-
nes celebradas en el paso de Funes entre el Coronel Flores y los jefes
realistas, Pedro Santa Cruz, Manuel Guerrero, Lector Fray José López,
el 18 de Mayo237. Desde entonces tomó la guerra otro carácter; había
perdido su sello de legitimidad, para trocarse los realistas en bandole-
ros, que, si invocan al Monarca, más obraban con el aliciente del pilla-
je. La captura de Agualongo en el Castigo a fines de Julio238 y la de casi
todos los Jefes realistas que no habían aprobado la paz de Funes, los
rigurosos castigos a los pertinaces completaron la pacificación de la
más formidable fortaleza monárquica. El Coronel Flores comunicaba
al General Santander, el 15 de Agosto, que después de casi dos años de
estar interrumpida la comunicación entre Quito y Bogotá, por la sierra,
estaba ya franca239.
En Abril del año siguiente, más de cuatro meses después del
triunfo en Ayacucho, los realistas de Pasto se pusieron en armas, capi-
taneados por el presbítero Benavides; a socorrer a Farbán fue Flores,
llevando milicianos y recursos obtenidos nuevamente en Quito; estas
fuerzas ganaron la batalla de Sucumbíos240.
Si hemos recordado, aun cuando someramente, esta ruda cam-
paña, que, con cortos intervalos, casi duró tres años, ha sido para poner
de manifiesto los sacrificios que por la Independencia hizo Quito en
este período de nuestra historia, tan poco estudiado; en efecto, aun
cuando por los Jefes que dirigieron la guerra, por los cuerpos de línea

233 Barreto a Flores. Ipiales, 14 de Febrero de 1824.


234 Parte de la batalla. Sandoná, 31 de Marzo de 1824.
235 Salom a Flores. Quito, 26 de Abril y 2 de Mayo de 1824.
236 Gómez de la Torre a Flores. Ibarra, 10 de Mayo de 1824.
237 Capitulaciones originales.- Salom a Flores. Quito, 27 de Mayo de 1824..- Flores a Solom.
Pasto, 6 de Junio de 1824.
238 Francisco Regis Chávez a Flores. Mercaderes, Junio 30 de 1824.
239 Flores a Santander. Pasto, 15 de Agosto de 1824.
240 Cevallos. Op. cit., Vol. IV, pag. 120.

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que tomaron parte, puede llamarse colombiana, en el sentido más lato


de esta voz, fue el Ecuador y, especialmente, Quito, de donde se obtu-
vieron todos los recursos de gente, víveres y municiones: del Sur par-
tieron todas las expediciones, en el Sur se equiparon y del Sur fueron a
los campos de batalla centenares de milicianos. Pocos auxilios prestó
para la campaña la Intendencia del Cauca241, que se limitó a guarnecer
su frontera242, en Bogotá se daba escasa importancia a estos aconteci-
mientos, las providencias que se dictaban allí quedaban tan sólo escri-
tas243, mientras que el Ecuador sostenía íntegro el peso de una campa-
ña que preocupaba a Bolívar, tanto como la que él mismo dirigía en el
Perú 244.
No por esto dejaba de enviarse milicianos, vituallas, fornituras
y armamentos para el Perú; y si hubo descontento y crítica, que llega-
ron a fastidiar al Libertador, poco satisfecho, por otra parte, de los auxi-
lios que de aquí recibía, débese al empobrecimiento y a la necesidad de
atender, de preferencia, a los asuntos de Pasto.
El Secretario, General Espinar, ordenaba a Sucre el 17 de Marzo
de 1823 hacer efectivo en Quito, el cobro de 100.000 pesos de emprésti-
to y levantar en los cantones del tránsito, hasta Guayaquil, 400 ó 500
reclutas245. Víveres, vestidos y 900 milicianos pedía Bolívar a Salom,
Jefe Superior del Sur, el 8 de Diciembre de 1824246: “Si Ud. no se esfuer-
za en mandarme los reclutas pedidos, los vestuarios, fornituras,
morriones, capotes, sillas, ponchos o frazadas ordinarias y todos mis
pedidos para el ejército del Perú, decía Bolívar el 15 de Enero de 1824,
nada haremos de provecho; el Perú se perderá irremisiblemente”247. El
30 de Diciembre del mismo año se esperaban en Guayaquil 500 reclu-
tas quiteños, destinados a seguir para el Sur248.
Estos hechos y otros muchos que podrían citarse comprueban
que, aun cuando absorbida por la guerra de Pasto la atención de Quito,
no dejó la ciudad del 10 de Agosto de contribuir a la liberación del
Perú, a la medida de sus posibilidades249.
241 Salom a Flores, Quito, 31 de Enero de 1824.
242 Flores al Intendente de Cauca. Pasto, 20 de Julio de 1824.- Briceño Méndez a Flores. Bogotá,
6 de Abril de 1824.
243 Salom a Flores, Quito, 26 de Abril de 1824.
244 Salom a Flores. Carta citada.
245 Espinar a Sucre. Guayaquil 17 de Marzo de 1823.– Ms. Biblioteca Jijón y Caamaño.
246 O’Leary. Memorias, Vol. XXIX. Cartaas de Bolívar. Caracas, 1887, pag. 343.
247 O’Leary. Vol. cit. Pag. 382.
248 O’Leary. Vol. IV. Correspondencia de hombres notables. Caracas, 1880.
249 La cooperación del Ecuador a la campaña del Perú ha sido estudiada por el señor don

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Por la iniciación de la Independencia en el motín del Estanco,
por la propagación de las ideas de libertad con Espejo, por el ejemplo
dado a América en 1809, por la sangre fecunda de los mártires del 2 de
Agosto, Quito ocupa lugar preeminente en la Magna Epopeya que
hizo, de sumisas colonias, pueblos soberanos.
Con su porfiada resistencia en 1811 y 12, con sus sufrimientos
durante la reacción española, escribió Quito páginas de heroísmo en la
historia americana.
El entusiasta fervor en el triunfo, la abnegada incorporación a
Colombia, el haber domado el realismo de Pasto, sin dejar de contri-
buir a la expedición libertadora del Perú, la amorosa fidelidad a
Bolívar, demostraciones son del amor a la Independencia, que los espa-
ñoles afirmaban ser característica del quiteño.

Camilo Destruge en la otra sección de la obra El Mundo Bolivariano; aquí hemos mencio-
nado sólo lo hecho por Quito.

82
.
¿QUITO O CHUQUISACA-LA PAZ?

E
Hernán Rodríguez Castelo

so de que el primer paso dado hacia la independencia de los que


ahora son los países americanos fue cosa de Quito -que ha comen-
zado a celebrar el bicentenario del 10 de agosto de 1809- o Chu-
quisaca y La Paz es asunto que de vez en cuando vuelve a sacar
su insidiosa cabeza de entre historias mal digeridas o intencionada-
mente interpretadas. Y es tema que muchos rehúyen abordar como si
se tratase de declarar una guerra o cosa parecida.
Un libro publicado cuando se cumplía el primer centenario de
Agosto y que ha vuelto a la corriente circulatoria de la historia nacional
en bella edición facsimilar el Programa Editorial de la Biblioteca Mu-
nicipal de Santiago de Guayaquil nos ofrece la ocasión de enfrentar el
caso con rigor y al margen de cualquier suerte de eufemismos. Si el
estupendo libro -y la nota que le dedicamos- inicia una polémica, en
buena hora: así es como se esclarece y enriquece la historia de América.
El libro en cuestión -por su pequeño formato (11 por 16 cen-
tímetros), librito- es obra de uno de los mayores historiadores guaya-
quileños, Camilo Destruge, que en cuanto libro publicó iluminó los
más obscuros recovecos de la historia y enfrentó temas polémicos con
ejemplar rigor.

EL CASO ES…

El caso es que el historiador boliviano Luis Arce, miembro de una de


las secciones del I Congreso Científico Pan-Americano celebrado en
Santiago de Chile, había propuesto a ese congreso que se pronunciase
acerca de que la iniciativa de la independencia americana le corres-
pondió a la República de Bolivia y no a Quito.
Esto le ofreció a Destruge un tema al que calificó de “ingrato”
por enfrentar a dos repúblicas hermanas. Pero pensó que exigía ser tra-
tado. Lo razonó así:

85
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Pero el Sr. Arce ha querido plantear discusión sobre lo que está


resuelto, y no debemos rehuirla tratándose de un antecedente históri-
co, que consideramos aquí simplemente como tal, y de ninguna mane-
ra con el propósito inconducente de menoscabar los méritos de otras
secciones hermanas del Ecuador (2).

Es decir, en territorios de historia, como historia pura -dentro


de la pureza que en cosas de historia cabe.
Ante la propuesta de Arce, que no pudo menos de sorprender
lo mismo a chilenos que a ecuatorianos, ya se había levantado una voz
para replicarle. Un ecuatoriano, que había firmado su artículo como
Huallcanga. Fue aquello, según Destruge, oportuno, pero en modo al-
guno suficiente, y estaba exigiendo la respuesta larga y contundente.
De lo escrito por Huallcanga, el historiador que nunca les temió ni a la
extensión ni a la acumulación exhaustiva de pruebas documentales
juzgó: “estamos seguros de que el tiempo lo apremiaba, para lanzar su
réplica antes de la clausura del Congreso Científico, o no tuvo a la
mano todo el acopio de datos históricos, para que su réplica fuera más
minuciosa, más detallada, como lo exige el asunto”, y añadió algo que
expresaba el criterio que iba a presidir su trabajo: “pues, en este caso,
es preciso que desaparezca hasta la más leve duda que hubiera podido
inducir al Sr. Arce, con su mal fundada e inoportuna exposición”.
Pero, ¿no se trataba de una simple propuesta para que ese
Congreso la discutiese? ¿Por qué sacar la discusión a la calle? Como si
hubiera oído el recelo, Destruge lo atendió:

Verdad es que este caballero destinó su escrito a ser estudiado y dis-


cutido por hombres competentes, como lo son los que compusieron el
Congreso Científico; pero es muy cierto también, que lo ha hecho cir-
cular en forma de folleto; y, por lo mismo, tiene que ser leído por
muchos de los que no están al corriente de los detalles históricos de la
Independencia americana; y aun en el ánimo de quienes no lo han
estudiado a fondo y minuciosamente, podría introducir, por lo menos,
esas dudas de las que ni rastros deben quedar (3).

Para Destruge es “sencillo y muy fácil” evidenciar una verdad


perfectamente comprobada por la historia. Se trata, dice, “de un punto
concreto, sobre el cual están de acuerdo las opiniones más autorizadas

86
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

que, dando, desde muy atrás, por resuelto el problema señalan el 10 de


Agosto como la fecha inicial de la Independencia Hispano-America-
na”. Y en Bolivia, acota con cierto dejo irónico, si siquiera se han puesto
de acuerdo si Chuquisaca o La Paz.
El folleto de Arce ha sido para Destruge como arrojarle a la ca-
ra un guante y hacerlo o con inoportunidad o hasta con mala fe, cuan-
do el Ecuador se preparaba a la celebración del primer centenario del
10 de agosto.
Y lo grave es que Arce se ha lanzado a la lid con “tan pobre ba-
gaje histórico”, cuando él mismo ha sostenido en algún pasaje de su
obra que en cuestiones de esta naturaleza “hay que investigar, ahondar
y rebuscar; y los documentos auténticos son las grandes pruebas para
la confirmación de una tésis (sic) histórica cualquiera, sobre todo en
una de tan alta importancia”.
Huallcanga, en su refutación a Arce, ha escrito que “para juz-
gar de los acontecimientos de Hispano América, que iniciaron la guer-
ra de Emancipación o Independencia, los historiadores han tenido que
SUPONER, con mayor o menor fundamento y frecuencia, las inten-
ciones secretas que los informaban”. Y esto lo rectifica Destruge: No
SUPONER; DEDUCIR. Deducir “estudiando los antecedentes de los
acontecimientos, analizando los documentos hasta penetrar en la más
escondida intención de la frase; examinando los menores detalles y
fijando la atención en las inmediatas consecuencias”. Sabia metodo-
logía, pienso, en casos que revisten la complejidad de lo acontecido en
Quito entre el 9 de agosto de 1809 –seguramente antes: todo comenzó
en la navidad de 1808- y el trágico final de 1812. Sin haber entonces
tenido presente este lugar luminoso, creo haberlo aplicado en la pano-
rámica completa de esos hechos que publicó el Boletín de la Academia
en su entrega anterior. En cuanto al historiador guayaquileño, “tal es
–dice-, a nuestro juicio, la concienzuda labor histórica: en lo que no se
presenta muy claro y con documentos de frases terminantes, se
DEDUCE, con el auxilio de la sana lógica y la aplicación de la crítica
filosófica verdaderamente tal”.
Detrás de estos prolegómenos estaba, por supuesto, lo que ha-
bía aceptado el compatriota: que “todas las expresiones populares que
iniciaron la guerra de la Independencia, se caracterizaron ostensible-
mente como manifestación de fidelidad a Fernando VII, y NUNCA
como franca tentativa de independencia”. Y Destruge le recuerda que

87
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

“aunque la Revolución de Quito, fue iniciada, cierto, en aquella forma


de fidelidad, el 10 de Agosto de 1809, muy pronto arrojó el disfraz y
luego proclamó abiertamente la Independencia absoluta, como lo vere-
mos en el curso de este trabajo”.
Pero el historiador se congratula de que el “ilustrado compa-
triota” haya aplicado bien el “principio severo de las deducciones” y
haya llegado a hacerlas muy acertadas. Entre esas deducciones, para
Destruge “de verdad incontestable”, destaca las siguientes:

• Que la actividad quiteña de la emancipación arrancaba de muy


atrás,
• Que el movimiento del 10 de Agosto de 1809, se caracterizó por lo
deliberado, lo extenso, lo bien ejecutado.
• Que el propio estallido del 10 de Agosto, no fue sino el resultado
material de las conspiraciones de largos años atrás, con ideas de inde-
pendencia perfectamente caracterizadas, con síntomas concretos y
etapas clásicas, como los trabajos y publicaciones de Espejo y las reu-
niones en el obraje de Chillo, iniciadas el 25 de Diciembre de 1808,
con el exclusivo objeto de conspirar y hacer la Independencia (10).

SI LA COSA ES DE ANTIGÜEDAD…

Al abrir un segundo capítulo Destruge vuelve a Arce, cuyo ob-


jeto había sido “probar que los movimientos ocurridos en Chuquisaca,
el 25 de Mayo de 1809, y en La Paz, el 16 de Julio del mismo año, fueron
los iniciales de la Independencia Americana”. Y lo ha propuesto así
“por razón de antigüedad”. Y comenta el historiador guayaquileño:
“como si la cuestión quedara resuelta por las fechas y no por el ver-
dadero carácter de los sucesos”. Para él esto será clave y estará en el
centro de su rechazo de la pretensión de Arce.
Pero acepta el enfrentamiento en terrenos de antigüedad. Y
sienta que

si sólo de antigüedad se tratara, correspondería siempre el primer


lugar, la primacía a la Presidencia de Quito; puesto que, sin contar
con movimientos y sublevaciones, de carácter muy serio, que citare-
mos en su lugar, tenemos que, entre ellos, el de mayor resonancia, por
su especie, por las circunstancias que lo rodearon y las proporciones
que tomara, fue la llamada “Revolución de las Alcabalas”, que estalló

88
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

en 1592 y a la que algunos historiadores han dado serio carácter


político (14).

A quienes nos hemos acercado con algún detenimiento a ese


alzamiento quiteño no nos cabe la menor duda de ese carácter político,
confirmado hasta por el debate teológico que siguió, en el que el do-
minicano quiteño fray Pedro Bedón defendió el derecho de los pueblos
a rechazar el gobierno despótico.
Destruge se detiene, pues, en las Alcabalas. Anota que

la sublevación primera se repitió inmediatamente, se reanudó, mejor


dicho, con más proporciones, con mayores bríos, y llegó a punto tal,
que los quiteños comenzaron a hablar de Patria libre, a pensar en
Independencia y aún a proyectarla formalmente, para romper con la
Madre España; como lo prueban las relaciones de los historiadores
modernos muy autorizados y las de cronistas de aquella época, testi-
gos presenciales y no actores de los sucesos; cronistas bien acredita-
dos por la seriedad y exactitud minuciosa de sus relatos, acordes entre
sí; y, lo que es más, por documentos de fé incontestable, como los ha-
llados por el eximio historiador Dr. Federico González Suárez en los
archivos de la Península (14).

Y Destruge entra de lleno a revivir la Revolución de las Alca-


balas. Y, como si le fascinara seguir en tan importante historia de una
sublevación con tan netos contornos “de carácter popular; de subido
color democrático”, en palabras del historiador, muy a su pesar corta
su relato y análisis, para volverse a Arce y al asunto en disputa. Desea-
ríamos –le reta- que “revistiéndose de imparcialidad nos dijera si los
movimientos de Chuquisaca y La Paz, tuvieron el significativo carác-
ter y llegaron a la enunciación clara y positiva de proyecto tan avanza-
do”. Porque para Destruge, como ya lo ha adelantado y volverá a ello,
“esos movimientos de Bolivia fueron promovidos únicamente por con-
troversias entre las mismas autoridades españolas, y cómo esa contro-
versia y el movimiento consiguiente no obedecieron a otra cosa que a
la adopción de un sistema u otro, para conservar estos pueblos en la
misma condición de colonias”. Destruge reprocha duramente al histo-
riador boliviano haber silenciado la Revolución de las Alcabalas, y
busca una interpretación para tamaña omisión ¿Por qué? –se pregunta,
y responde: “Indudablemente porque, dado el carácter de la Revo-

89
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

lución, se hubiera visto en grave compromiso y aún hubiera desbarata-


do su plan, refiriéndose a un hecho más definido, más significativo, de
mayor importancia y ocurrido 217 años antes que los de Chuquisaca y
La Paz”.
Y, antes de saltar a los tiempos en que se situaba la controver-
sia motivo del libro, Destruge apunta varias razones por las que se ha
detenido en el temprano alzamiento quiteño. La tercera es impactante:

Porque el Sr. Arce hace hincapié en las víctimas; y la Revolución de


las Alcabalas tuvo las suyas, y muy distinguidas, puesto que murie-
ron en el cadalso: el bachiller Martín Jimeno, Diego de Arcos, Pedro
Llerena Castañeda; estuvieron presos y aherrojados, por más de un
año, sesenta individuos notables, entre los que se hallaban los Alcal-
des, Regidores y demás empleados del Cabildo; y perecieron en “ga-
rrote vil”, los apellidados Juárez, Aguilar, Abitez, Cordero, Calderón
y otros muchos (23).

Son hechos y nombres para el desmemoriado pueblo ecuatori-


ano nuevos y para ciertos historiadores seudodesmitificadores, incó-
modos.

DE VUELTA A 1809

Pero tras tan estupenda evocación de la Revolución de las Alcabalas,


Destruge vuelve las cosas a 1809. “Pero no se crea tampoco -aclara-,
que nosotros tengamos en mientes fijar en esta Revolución de las
Alcabalas el punto de partida, la fecha inicial de la Emancipación
Americana”. Y sienta que hay que buscar “su origen más notable y ver-
dadero, aquel que, cabalmente, constituye la más sólida base para las
grandes empresas de esta naturaleza”.
Ha tocado un nervio del asunto, y por ello se detiene en expla-
narlo:

Nos referimos al movimiento de las ideas, al poder de firmes convic-


ciones nacidas por el estudio de los principios nuevos, de doctrinas
reformadoras; convicciones que son la palanca poderosa que, apoyada
en el Derecho, conmueve el mundo social y cambia la faz política de
las naciones.

90
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

Doctrinarios convencidos del sistema republicano, fueron Espejo,


Ante y sus demás compañeros, en la Presidencia de Quito; Nariño,
Zea, Pombo y otros en Nueva Granada; España, en Venezuela, etc. -
Bolívar y Miranda, fueron grandes convencidos doctrinarios, que
combatieron con las armas en la mano por el triunfo de los principios
que proclamaron.
Por eso, deduciendo rigurosamente el verdadero carácter que debemos
dar a la Independencia Americana, que fue esencialmente de transfor-
mación política y social, no consideramos como sucesos iniciales de
esa Independencia, las sublevaciones de los indígenas, ni los movi-
mientos indefinidos, ni aquellos que, como los de Chuquisaca y La
Paz, se redujeron a la forma, nada más que a la forma, de conser-
vación del mismo sistema colonial (22).

Y Destruge comienza su demolición de los argumentos de la


parte contraria.
Arce ha argumentado que “durante quince años, estos pueblos
han combatido cada uno por su cuenta y por su lado, ignorando por lo
común o conociendo apenas, por un eco muy lejano, los hechos de
armas que tenían lugar simultáneamente en los otros confines del vasto
territorio, y por eso han llegado naturalmente a mirar los propios sac-
rificios como los mayores”. El argumento le parece a Destruge “ajeno a
la cuestión concreta que discutimos”, pero, sobre todo, falto de verdad.
La historia le contradice:

basta recordar que, desde el principio de la guerra de la Indepen-


dencia, las huestes de una sección pasaron a combatir por la emanci-
pación de las otras. Muchos de los independientes de Quito pasaron
a combatir en el Nuevo Reino de Granada, después de 1812; el ejérci-
to republicano de Venezuela, atravesó los Andes, con Bolívar, y vino
a liberar la Nueva Granada… (28)

Y completa ese cuadro de luchas en que tropas de una de las


provincias del imperio luchaban por la independencia de otras. Acaso
Arce apuntaba a la soledad del movimiento libertario quiteño del 9.
Pero, ¿ignoraba repercusiones inmediatas en países vecinos, como la
de Bogotá? A ello, por su enorme peso para entender las proyecciones
de la Revolución quiteña en países hermanos, volverá, páginas ade-
lante, Destruge.

91
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Y contradiciéndose en esto de la falta de comunicación de los


movimientos libertarios americanos, Arce ha llegado a sostener que
Quito imitó los movimientos del Alto Perú. Esto no se sostiene: los pa-
triotas quiteños habían resuelto dar su golpe en la navidad de 1808. Allí
están los procesos que se siguieron a los conjurados y el soberbio pro-
nunciamiento de Morales, en lo esencial el mismo que guiaría el 10 de
agosto del año 9. Destruge seguramente no conocía aún todo lo que ilu-
minaba sobre la conjura de esa navidad en la casa de Chillo del Mar-
qués de Selva Alegre, por el mismo tiempo, Jacinto Jijón y Caamaño -
en magnífico texto que el lector hallará en este mismo número de nues-
tro Boletín-. Pero tenía algo de especial importancia para rebatir aque-
llo del aislamiento de las primeras tentativas de independencia: es el
caso del quiteño Antonio Ante, propagandista de ideas revolucionarias,
desde 1789, y el que “el capitán Salinas, don Miguel Donoso, don
Antonio Pineda y don Luis de Sáa, todos ellos patriotas adictos a la idea
y proyectos de Independencia, hicieron sacar varias copias de los
escritos de Ante, y las enviaron secretamente a Lima, Charcas, Santiago,
Buenos Aires, Bogotá y otras ciudades, “con el objeto de que allí se
conocieran y propagaran”, Y hay más, dice Destruge: Ante había resuel-
to trasladarse a Lima acompañado de Saa para su labor de zapa, pero
desistieron del viaje por habérseles manifestado que se requería su pres-
encia para la revolución que se preparaba. Como para que el historiador
pueda concluir:

Esto es una prueba concluyente de que la revolución que se prepara-


ba en Quito, por el mismo hecho de ser preparada, y por la forma de
preparación, no significaba un simple movimiento subversivo local,
un amotinamiento, sino una insurrección general (37).

LA NATURALEZA DE LA REVOLUCIÓN DE QUITO

Insiste Destruge en el punto clave de su argumentación: la na-


turaleza de la revolución de Quito. De tantos documentos como podía
traer para ello, comienza por uno fundamental: la comunicación dirigi-
da por la Junta al Conde Ruiz de Castilla, al comunicarle la deposición.
Los quiteños, se le informa, han establecido también -es decir, como en
España- una Junta Soberana, “a cuyo nombre y por orden de S. E. el
Presidente, tengo a honra el comunicar a U. S. que han cesado las fun-

92
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

ciones de los miembros del antiguo gobierno”. “Han cesado las fun-
ciones de los miembros del antiguo gobierno”. Destaca Destruye la
oración en cursiva. Con razón. Porque, si esto no es una revolución
política, ¿qué es?
Levanta luego el velo -la metáfora es suya- de otros discursos
y arengas pronunciados por miembros de la Junta, para ver, por deba-
jo de la “convenida y necesaria” protesta de fidelidad a Fernando VII
(monarca que en su lejano cautiverio ningún poder real podía ejercer
sobre Quito), “los verdaderos fines y otro objeto más importante de la
Revolución efectuada”.
El Marqués de Selva Alegre hablaba de “nuestros inviolables
derechos” y “nuestros más íntimos intereses”. Y Quiroga en su alocu-
ción proclamaba: “Se han echado por el voto uniforme del pueblo, los
inmóviles fundamentos de la seguridad pública… La razón afianza su
dignidad y su poder irresistible; y los augustos derechos del hombre ya
no quedan expuestos al consejo de las pasiones, ni al imperioso manda-
to del poder arbitrario… En una palabra, desapareció el despotismo, y
ha bajado de los cielos, a ocupar su lugar, la justicia. A la sombra de los
laureles de la paz, tranquilo el ciudadano, dormirá en los brazos del
Gobierno que vela por su conservación civil y política”. E invocaba a
los pueblos hermanos de América: “¡Pueblos del continente americano!
Favoreced nuestros santos designios; reunid vuestros esfuerzos al es-
píritu que nos inspira y nos inflama. Seamos unos… y conspiremos
unánimemente al individuo objeto de morir por Dios, por el Rey y por
la Patria”. Y Destruge apostilla este texto con nota así: “Fije el Sr. Arce
su atención en esto, y se convencerá todavía más, de que la Revolución
de Quito llevaba en sí misma la idea y el anhelo de EMANCIPACIÓN
DE TODO EL CONTINENTE; y no procedió, como él lo ha dicho, de
manera aislada y para solo una sección americana”.
Y antes de seguir con documentos de enorme peso para pro-
barlo, vuelve a enunciar la tesis fundamental de su alegato:

El acontecimiento de Quito, -yá lo hemos visto,- se fundó en ante-


cedentes que le dieron un carácter definido de verdadera transforma-
ción político-social; que llegaron a establecer una convicción también
de orden político, convicción de principios nuevos; y la necesidad de
cambiar el estado de las colonias por otro carácter superior, en armo-
nía con esos DERECHOS DEL HOMBRE que invocó el Dr. Quiro-

93
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ga en su memorable discurso. Mientras tanto, examinándolos bien,


los alzamientos de Chuquisaca y La paz, resulta que no fueron de caso
pensado ni preparado, ni tuvieron la expansión ni los alcances políti-
cos necesarios para merecer propiamente el nombre de transformación
política, ni para que se pueda establecer, por lo mismo, la identidad
con la Revolución del 10 de Agosto de 1809 (42).

Y llegan los documentos, cada uno con su peso. En el oficio de


la Presidencia al Cabildo de Santa Fe de Bogotá se le anuncia “haber ce-
sado en sus funciones los actuales magistrados”, que se ha creado una
Junta Suprema para que gobierne este reino “mientras S. M. recupera
la España o venga a imperar en América”, y se le comunicaba aquello
para que “hiciese causa común con este Reino” para cooperar a “la
defensa de la religión, sostenimiento de los derechos del Rey y libertad
de la patria”.
Otro tipo de documentos probaban aun con mayor fuerza la
tesis. Provenían de las autoridades españolas, que “calaron perfecta-
mente la intención real y verdadera de los Próceres del 10 de Agosto,
vieron claramente el objeto del movimiento, y de allí sus respuestas
airadas”. El Gobernador de Popayán, en oficio al Cabildo de Quito,
decía haber recibido “con toda la indignación que se merece, el sedi-
cioso, criminal papel que se atrevió a escribir don Juan Pío Montufar,
participando el delito de alta traición que ha cometido con algunos
sediciosos de su infame partido”, y lo veía como un insulto que se le
hacía “creyéndole capaz de entrar en la rebelión a que le invita contra
la soberanía del Sr. Dn. Fernando VII”. ¡Cuánto de esto subraya o re-
salta con mayúsculas, con sobrada razón, Destruge!
Para el historiador aun “más expresiva, más reveladora” resul-
ta la contestación que a la comunicación del de Selva Alegre dio el
Gobernador de Guayaquil, Bartolomé Cucalón, “pues en ella se ex-
tiende en pormenores para probar que los revolucionarios de la Ca-
pital, faltaron a la lealtad debida a Fernando VII, rompiendo los víncu-
los que unían a la Presidencia con España y TRAICIONANDO A LA
MONARQUIA”. Y siendo este documento de tanto peso probatorio, el
autor lo transcribe íntegro. No lo comenta ; se limita a destacar con cur-
sivas y mayúsculas un pasaje que confirma su percepción -exacta- de
que lo de la sujeción al Rey era pantalla: “Dais testimonio de la sedi-
ción efectuada que NO SE DISFRAZA CON LAS PALABRAS Y

94
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

EXPRESIONES PALIATIVAS QUE USÁIS”. No menor subterfugio le


parecía a Cucalón eso de la amenaza napoleónica: “Respecto de la
injusta sustracción que intentáis, tampoco existe EL FALSO MOTIVO
QUE APARENTÁIS, de estar amenazados por la dominación francesa;
nada es tan notorio como que por ninguna parte asoma…etc”. Tenía el
realista Gobernador toda la razón y Destruge, con las mayúsculas, se lo
reconoce.
Y otro documento viene a reforzar eso de que la fidelidad al
Rey era simple pretexto: el Edicto de Amar y Borbón, Virrey de Santa
Fe. Reprochaba a los quiteños de la Revolución: “¿No habéis quebran-
tado los vínculos del orden público deponiendo a las autoridades
HABILITADAS POR EL MISMO SOBERANO?… No han ATROPE-
LLADO Y USURPADO LAS REGIAS PREEMINENCIAS DE S. M, sin
ser llamado por título ninguno a tomar su Real nombre y ATRIBUIRSE
SUS REALES PRERROGATIVAS?”
Y la cita del virrey Amar le da ocasión a Destruge para presen-
tar un hecho que probaba aquello que Arce había querido negar: la re-
sonancia del movimiento de Quito en otras provincias del imperio. El
Virrey reunió en Bogotá una junta de notables para oír su parecer sobre
los acontecimientos quiteños. En ella, el partido español, como es sa-
bido, estuvo por la destrucción de la Junta quiteña, por la fuerza de ser
necesario; pero, en palabras del historiador colombiano Restrepo, que
Destruge cita, el PARTIDO AMERICANO “discutió en muy buenos
discursos los principios e historia de la revolución española; y, funda-
do en aquellos y en ésta, DEMOSTRÓ QUE LA REVOLUCIÓN DE
QUITO ERA JUSTA, QUE NO SE DEBÍA HACER LA GUERRA AL
NUEVO GOBIERNO, y que en la Capital debía erigirse una Junta, for-
mada por diputados de cada una de las provincias, ELEGIDOS POR
LA LIBRE VOLUNTAD DE LOS PUEBLOS”. “Es decir, concluye
Destruge, que se pronunciaron por seguir el ejemplo ofrecido por Qui-
to, y querían establecer el Gobierno sobre la base de la representación
nacional, por voto popular; sistema completamente republicano, que
echaba por tierra el del absolutismo monárquico, entonces imperante”.
La inteligencia del movimiento de Quito testimoniada por el
partido americano de Bogotá bastaba, en palabras de Destruge, para
“convencernos de que no era conservadora sino transformadora y tam-
poco aislada, sino con suficientes conexiones en otras partes”. Esto últi-
mo del historiador guayaquileño, tan exacto, abre un incitante campo

95
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

a la investigación: trascendencia y resonancias de la Revolución de


Quito.
Para concluir el rico y denso capítulo de su alegato, el histori-
ador cambia el enfoque hacia una ancha panorámica que acaba por
mostrar la naturaleza de la Revolución de Agosto, en claro contraste
con el movimiento de Chuquisaca:

A todo esto agregamos que las fuerzas organizadas por la Junta de


Quito, sostuvieron un verdadera y larga campaña; que esa Junta
organizó su gobierno en toda forma, y procedió, en efecto, como
Gobierno independiente, sin sujeción a otro ninguno; que sus tropas
pasaron a operar en las provincias de Popayán y Pasto, ocupando
triunfantes la capital de esta última, y sosteniendo esa campaña en
combinación con las fueras independientes de la primera de tales
provincias; de tal manera que agregadas estas nuevas consideraciones
a las expuestas anteriormente, habrá que convenir, una vez más, en
que la Revolución de Quito fue derechamente a la Independencia, con
elementos nuevos, con un cambio radical administrativo, etc.; cir-
cunstancias que, como veremos, no concurrieron a definir ni a dar el
mismo carácter al movimiento de Chuquisaca, que el Sr. Arce pre-
tende haber sido el primero de la Independencia Americana (54).

Y LO DE BOLIVIA, ¿QUE?

Lo de Bolivia, según Destruge, no tuvo, en manera alguna, “el


carácter político de transformación del sistema gubernativo, que se le
quiere dar”. No es cosa suya, aclara el historiador y se acoge al parecer
de “historiadores que deben ser tenidos como autoridad por el Sr.
Arce”. Ramón Sotomayor y Valdéz, en su Estudio Histórico de Bolivia,
tras caracterizar el movimiento del 25 de Mayo como “informe y mal
definido”, ha agregado:

NO HUBO, SI BIEN SE CONSIDERA, EL MENOR PROPOSITO


DE INDEPENDENCIA EN EL PRONUNCIAMIENTO DE
CHUQUISACA, como que su causa no fué otra que el desacuerdo
entre las mismas autoridades de la Colonia, sobre el régimen que debía
adoptarse PARA CONSERVAR EL SISTEMA COLONIAL, en
medio de la situación embarazosa y anárquica de la Metrópoli (57-58).

96
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

Y el historiador boliviano hace relato largo –que Destruge reco-


ge– de lo acontecido en Chuquisaca. Las andanzas de un aventurero,
don Juan Manuel Goyeneche, que, habiendo recibido de paso en el Bra-
sil instrucciones de la Infanta doña Carlota “al efecto de hacerla re-
conocer en las colonias como la representante y heredera de su familia
cautiva”, llegó con su intriga a Chuquisaca. La Real Audiencia quiso
apresarlo como traidor, y, al ver en el Presidente García Pizarro “cierta
lenidad y disimulo”, lo acusó de complicidad e intentó deponerlo. “Así
estalló –termina Sotomayor– entre las principales autoridades, una
división que, complicándose con la intriga y enconándose con la
pasión, comprometió al pueblo en una asonada, que dio el triunfo a la
Audiencia, y destituyó a Pizarro”.
Como para que Destruge glose: “dio el triunfo a la Audiencia;
es decir a los mismos hombres, a las mismas autoridades que represen-
taban ese poder colonial en la forma que se hallaba establecido, y no a
elementos nuevos, a individuos de otras ideas y otras aspiraciones,
como sucedió en la Revolución de Quito”.
Pero el historiador guayaquileño es demasiado serio y honora-
ble como para no seguir un paso más al historiador boliviano y dar en
algo que, de algún modo, confirió importancia a aquel suceso: la asona-
da se convirtió en la ocasión “que tentó a unos pocos hombres de cora-
zón fuerte e ideas avanzadas, a EMPRENDER LA PROPAGACIÓN DE
UNOS PRINCIPIOS QUE HASTA ENTONCES HABÍAN MIRADO
COMO UNA BELLA PERO REMOTA ESPERANZA”. Y comenta:

Quiere decir, pues, que Monteagudo, Sudanés, Lemoine, Fernández y


otros hombres conspícuos de Bolivia, que “formaron sociedades secre-
tas y tomaron a su cargo el apostolado de la emancipación y de la lib-
ertad en los principales pueblos del Alto Perú”, solo entonces y adver-
tidos por el suceso del 25 de Mayo, pensaron en hacer lo mismo que
habían hecho en Quito, Espejo, Montufar, Villa-Orellana, Ante, Sáa,
Cuero y Caicedo, Alvares, Larrea y tantos otros fundadores de la
Sociedad “Escuela de la Concordia”, y propagandistas activos de las
nuevas ideas, desde1765! (59-60).

La parte quiteña del párrafo sabe más a exaltación oratoria que


a rigurosa conclusión histórica. Para quien repasa los sucesos del Agos-
to quiteño, la lista mezcla posturas muy distintas ante la Revolución, y

97
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

para muchos de ellos no se sostiene eso de “propagandista activos de


las nuevas ideas”, y menos desde ese año tan temprano. Y, por su-
puesto, se echa de menos los nombres de Morales y Rodríguez de Qui-
roga, los más lúcidos, apasionados e impacientes revolucionarios de
Agosto. Pero no hacía la menor falta este desate de entusiasmo, porque
lo que estaba clarísimo era que, mientras esos ilustres pensadores boli-
vianos de las nuevas ideas maduraban su proyecto político, en la
Revolución de Quito se organizaba “una Junta formada, cabalmente,
por los viejos propagandistas de las nuevas instituciones, y desa-
parecieron todos los elementos que gobernaban mediante el sistema
político colonial”.
Y acude aún Destruge a otro historiador boliviano: el gran Re-
né Moreno, a quien Arce tenía en tanto y presentaba como prueba de
sus aseveraciones. Pero Moreno, en su obra Últimos días coloniales en el
Alto Perú, vuelve a poner rencillas entre autoridades coloniales como el
punto de partida de todas las convulsiones de Chuquisaca: “Hacia el
promedio de 1808, la actitud de los Oidores de Chuquisaca, y empresa
de la Mitra de Cochabamba, la una contra el viejo Presidente y la otra
contra el Arzobispo nuevo, hubieron de estrechar la unión de estos dos
amigos, ligando sus intereses, a efecto de resistir con ventaja a sus opo-
sicionistas”. Y lo que Moreno narra “larga y minuciosamente” se redu-
ce a “diferencias, controversias, antagonismo, agrias disputas, etc., en-
tre el Presidente Pizarro y los Ministros de la Real Audiencia; los mane-
jos de Goyeneche y su triple papel; los procedimientos contra el Arzo-
bispo; las intrigas que se desarrollaron y lo tenían todo revuelto; la
división de opiniones en el público”, es decir, la confirmación de que
“el movimiento de Chuquisaca no tuvo otro origen que el de los celos
entre las autoridades, ni otro fin que el de hacer triunfar una de las for-
mas propuestas y discutidas para la conservación del estado colonial”.
Y añade el historiador guayaquileño: “Y en lo demás, no aparece en el
libro de Moreno un solo documento, ninguna acta pública que de-
muestre que el movimiento tuvo el más insignificante viso de indepen-
dencia política”.
Hubo, es verdad, un folleto titulado Espectáculo de la verdad,
que circuló después del 25 de mayo de 1809. “Pero leyendo ese anóni-
mo detenidamente -dice Destruge- tampoco encontramos en él una
sola frase que dé a entender siquiera, que fueron de independencia
política los móviles de tal suceso; sino que todo él se refiere a una
especie de alegato sobre los mismos asuntos apuntados”.

98
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

PERO, ¿Y LA PAZ?

Lo de Chuquisaca, liquidado. Pero, ¿y lo sucedido en La Paz el


16 de julio de ese mismo 1809?
El juicio de Destruge es este: “Verdad que fue algo más defini-
do; pero sólo esto, y no llegó nunca al punto concreto de una declara-
ción de Independencia”.
Conoce el historiador la proclama anónima, que circuló en La
Paz el 29 de julio, que es el documento presentado por Sotomayor y
Valdés en relación con el movimiento paceño. Pero -y parece argumen-
to fuerte- el autor ya citado de Ultimos días coloniales en el Alto Perú -tan
exhaustiva y bien documentada- “no dice nada, absolutamente sobre el
suceso de La Paz”. Y Destruge pregunta:

¿Hay alguna acta en la que se dejara constancia de que ese movimien-


to de La Paz tendía siquiera a conseguir la Independencia política, la
autonomía de aquella sección americana? (63).

Se formó, es cierto, en La Paz una Junta, “pero sin organización


alguna” -minimiza Destruge, que añade, en palabras del historiador
Valdés:- “entre sus miembros había opiniones y sentimientos encontra-
dos”. También los hubo en Quito, lo sabemos; pero esas opiniones y
sentimientos encontrados, en la Paz “ni siquiera pudieron dar impulso
ni rumbo conocido al movimiento”. Y no sin cierto sarcasmo cita lo que
ese historiador dio como el mayor logro de esa Junta: “su más señala-
da medida, fue, mandar, por decreto, que los españoles residentes en
La Paz prometiesen, por juramento, amistad a los criollos”.
(Cabe recordar que la revolución quiteña de los Estancos ter-
minó con la expulsión de los varones españoles de la ciudad, cosa harto
más radical que lo logrado en La Paz).
Vino después la junta del 25 de julio, que se tituló “Tuitiva de
los derechos del Rey y del Pueblo” ; pero, para Destruge

Tampoco hizo declaración alguna, ni aun veladamente, de que aspi-


rara y se propusiera la Emancipación política del país. No hay un
acta, no hay un documento terminante que lo compruebe (63).

Y reclama: ¿Por qué, de haberlos, no constan en los “Docu-


mentos políticos del Perú” que cita Arce ni los ha exhibido?

99
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Y el historiador guayaquileño remata este capítulo con breve


recuento de la historia que siguió a la disolución de esa Junta, que dejó
solo al frente el movimiento al coronel Pedro Domingo Murillo.

DE VUELTA EN QUITO

Y el historiador vuelve al Agosto quiteño y lo que siguió. Ha dicho,


páginas atrás, que la Junta quiteña se disolvió, pero acota ahora “mo-
mentáneamente” y sin que se hubiera puesto término al estado de Re-
volución. Vino el asesinato de los cabecillas de la revolución del año 9
el 2 de agosto de 1810, y “la sublevación subió de punto” y esa suble-
vación “obligó a Ruiz de Castilla a aceptar la reorganización de la
Junta”.
Montúfar –recuerda Destruge- obligó a Ruiz de Castilla a que
se convocara a una reunión que se celebró el 9 de septiembre de 1810.
Y de ella queda Acta -esas actas que en vano había reclamado a los mo-
vimientos bolivianos-. Léase el Acta -desafía Destruge- y dígasenos
luego si no es mucha verdad que el Presidente, Conde Ruiz de Castilla,
“recibió la ley que le impuso la Revolución”.
Destruge no glosa los pasajes que apoyaban su alegato. Solo
destaca frases en cursiva o en mayúsculas. ¡Y cuánto tenía para des-
tacar!
El Procurador expuso “que, en las circunstancias en que se ha-
llaba la Provincia, de DESCONTENTO DEL GOBIERNO, a consecuen-
cia de los acontecimientos precedidos y que son bien notorios, no
encontraba otro arbitrio que el de adoptar el ejemplo de las Provincias
y Reinos de España, que han erigido sus Juntas, CON VOTO Y A
SATISFACCIÓN DE LOS PUEBLOS, SOBRE QUE ESTÁ DECIDIDA
LA VOLUNTAD DE ESTA CIUDAD”. Lo cual aprobaron todos los que
formaban ese Congreso, que luego se pusieron a tratar “sobre el modo
y forma de su creación y acerca de las facultades que debe tener”. Y en
lo que acordaron por unanimidad lo primero fue reconocer la autori-
dad suprema del Consejo de Regencia, “como representativo de nue-
stro muy amado Rey Fernando VII”. No lo dice Destruge pero impor-
ta recordar que quien presidía esa reunión, junto con el Presidente, era
Carlos Montúfar, enviado de ese Consejo para tratar de arreglar las
exaltadas cosas de Quito. Mal podía, pues, la Asamblea desconocer, de
entrada, la autoridad de ese Consejo.

100
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

Pero, inmediatamente, se ponía duras condiciones para aquel-


lo: que el Rey se mantuviese “en cualquier punto de la Península libre
de la dominación francesa y haciendo la guerra a José Bonaparte” (cosa
que los dirigentes del movimiento quiteño sabían que no era así); pero,
si se dejaba sujetar o se trasladaba a algún lugar de la América, “per-
derá para nosotros su representación y QUEDAREMOS ENTERA-
MENTE LIBRES DE SU SUPERIORIDAD, REASUMIENTO NUES-
TROS DERECHOS NATURALES, PARA TRATAR, EN VIRTUD DE
ELLOS, EL ESTABLECIMIENTO DE NUESTRO GOBIERNO”.Esto era
de formidable altivez y hondura de pensamiento político: esa concep-
ción de reasumir derechos naturales para establecer gobierno. No lo
pondera Destruge, para quien bastaban esas mayúsculas. Pero en nota
al pie acotó: “Ya veremos también cómo, sin esperar ese caso condi-
cional, reasumieron en absoluto sus derechos, y establecieron y organi-
zaron un gobierno republicano independiente”.
Esa Junta Superior de Gobierno debía componerse de personas
elegidas por los estamentos de la sociedad y por los barrios -esos ba-
rrios quiteños que siempre tuvieron presencia decidida en cuanto
movimiento insurreccional se dio en Quito-. Y, al fijar sus competen-
cias, el Presidente quedaba reducido casi casi a figura decorativa. La
Junta, se sentaba, “A QUIEN SE RESERVA EL ARREGLO DE LOS
NEGOCIOS Y EL ORDEN CON QUE SE HA DE EXPEDIR, quedando
en el Excmo. Sr. Presidente el ejercicio del Real Vice-Patronato y lo
judicial de la Real Hacienda, cuya economía tocará a la Junta”.
Era importante para el argumentar de Destruge destacar que
“en la reinstalación de la Junta, fueron elegidos para formarla, casi en
su totalidad, los mismos miembros que compusieron la instalada el 10
de Agosto de 1809; excepción hecha, por supuesto, de los que perecie-
ron asesinados el 2 de Agosto de 1810; pero a estos les reemplazaron
individuos que figuraron también en el movimiento inicial de la Inde-
pendencia”: es decir, no hubo ruptura con el movimiento revolucio-
nario inicial; era el mismo, con patriotas que volvían a su proyecto ape-
nas las circunstancias les abrían un resquicio para ello. Concluye con
razón:

Todos los elementos pertenecían a la Revolución exceptuando a Ruiz


de Castilla que, por otra parte, quedaría en breve anulado y separado
de la Junta de Gobierno. No sucedió lo mismo en los movimientos de

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Chuquisaca y La Paz, donde continuaron tranquilamente en el Poder


las propias autoridades, provocadoras de sucesos, muy ajenos como
hemos visto a la idea de la Independencia (73).

LA PRIMERA POR INDEPENDENCIA ABSOLUTA

Va a dar un paso más el historiador; un paso largo que significará po-


deroso argumento a favor de su tesis. Lo anuncia así:

Porque, si ya hemos visto cuánto avanzaron los patriotas quiteños,


desde 1809 hasta los últimos sucesos relatados; cuanto avanzaron,
decimos, en orden a la libertad e independencia y a la consagración de
sus derechos naturales, todavía nos falta comprobar hasta donde lle-
garon y de qué manera esa Revolución que comenzaron un año antes,
fue LA PRIMERA QUE PROCLAMÓ ABIERTAMENTE, DE
UNA MANERA TERMINANTE, LA INDEPENDENCIA ABSO-
LUTA DEL TERRITORIO Y SU SEPARACÓN DE LA NACION
ESPAÑOLA (73-74).

Y es cosa fácil de probar para el historiador. Porque, como él lo


dice, “llegó pronto a un punto en que tuvo por oportuno poner a un la-
do todo aquello que había encubierto -por prudencia y por ir pre-
parando a las masas para una transformación que no podía ser violen-
ta,- sus verdaderos propósitos de absoluta independencia”.
Yo diría que Destruge se queda corto en mostrarlo; pero lo que
aporta es de peso decisivo: el 9 de octubre de 1810 la Junta declara que
“reasumía sus soberanos derechos y ponía el Reino de Quito, fuera de
la dependencia de la Capital del Virreinato”. No pareció suficiente, y
en la sesión del 11 “rompió los vínculos que unían a estas provincias
con España y proclamó su independencia”.
España, a través de sus virreinatos, no iba a tolerar una provin-
cia independiente, y Quito debió sostener su proclamación en la gue-
rra. Y el historiador guayaquileño, con no recatada ufanía, reseña los
grandes jalones de esa verdadera guerra:

La de la Presidencia de Quito, fue la guerra sostenida en regla y por


largo tiempo. Lo atestiguan las acciones memorables de Guaranda, 1ª
y 2ª de Paredones, Verde Loma, Boca de la Montaña, San Miguel de

102
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

Chimbo, Mocha, Latacunga, Julupana y el Panecillo, en el centro y


sur de las provincias; y por el Norte, los combates de Río Bobo, el
Chupadero, el Contadero, Paso del Funes, 2ª de Río Bobo, Guapuscal,
Pasto y San Antonio, hasta la dispersión en Ibarra, al finalizar el año
de 1812 (76-77).

No hay revolución sin soldados que la sostengan; y ese primer


ejército quiteño la defendió con heroísmo sin mezquinar el derrama-
miento de sangre por la nueva patria. Este fue el comienzo del ejército
ecuatoriano, y está bien que las Fuerzas Armadas se preparen a cele-
brar su bicentenario. Y ojalá prospere el proyecto de señalar con algún
monumento, aunque sobrio, cada una de esas acciones de armas.
Pero esta rememoración de esos hechos ilustres tenía un desti-
no, y Destruge nos lo recuerda: “Compárese ese movimiento de Quito
con los de Chuquisaca y La Paz y dígasenos: ¿tiene razón el Sr. Arce en
sus pretensiones sobre el MOVIMIENTO INICIAL DE LA INDEPEN-
DENCIA AMERICANA?”.
Pero hay Arces aun hoy y hasta en ecuatorianos de esos que
creen que todas nuestras ufanías históricas son chauvinismo. Y acaso
por ello Destruge inicia una nueva sección de su alegato: “Pero aún nos
falta analizar los argumentos del mismo Sr. Arce, y de ello vamos a
ocuparnos detenidamente”. Y, aunque esto esté resultando un poco
largo, se impone seguir al ilustre historiador guayaquileño.
Pero, curiosamente, en largo tramo de las disquisiciones de
Arce no hay un solo argumento. Y lo que hace Destruge es reprocharle
omisiones flagrantes. A su lista de levantamientos e insurrecciones le
reclama si por olvido o por decisión no quiso anotar los de 1780 en
Pelileo y Quizapincha, “y que, estos últimos, no contentos con haberse
revolucionado en su pueblo, se fueron sobre Ambato y sostuvieron lue-
go verdaderos combates, con la fuerza armada enviada contra ellos, y
a la cual derrotaron en algunos encuentros, aunque pare ser vencidos
después”. Después fue el de Píllaro que alcanzó a los pueblos de Baños,
Patate, Izamba, Pasa y Santa Rosa. Y sigue: “¿Por qué silenció lo de las
sangrientas sublevaciones de Guamote y Columbe?”. En todas ellas
hubo mártires.
Y Arce ha mencionado la persecución y destierro de Antonio
Nariño, en 1794, pero no menciona que Espejo fue también perseguido
por los mismos cargos, “por grave razón de estado”, que cita el
historiador.

103
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Y acumula Destruge nuevas menciones de sublevaciones y


movimientos ocurridos en la Presidencia de Quito, hasta el de 1777, en
los pueblos de Cotacachi, San Pablo, Cayambe, Atuntaqui y San An-
tonio “que fue considerada como en combinación con el movimiento
acaudillado por Gabriel Cundurcanqui”.
Pero el asunto en discusión iba por otro lado. Tratábase de mo-
vimientos “que se basaron en principios políticos y en el anhelo de
constituir nacionalidades independientes bajo otro sistema gubernati-
vo”. “No pueden, efectivamente, ser confundidas las sublevaciones
netamente indígenas, con las revoluciones de la nueva raza americana,
de los nuevos hijos del territorio, contra el poder y la dominación de
España”. Y acude en este punto a esa visionaria, lúcida y poderosa for-
mulación de Bolívar que es la más solemne proclamación de la raza
mestiza de América. Nunca está de más volver a escucharla -y ahora
acaso más que nunca:

Nosotros ni aun conservamos los vestigios de lo que fue en otro tiem-


po: no somos europeos, no somos indios, sino una especie media entre
los aborígenes y los españoles, americanos por nacimiento y europeos
por derecho, nos hallamos en el conflicto de disputar, a los naturales,
los títulos de posesión y de mantenernos en el país que nos vio nacer,
contra la oposición de los invasores,

Y Arce –dice Destruge- quiere precisamente que se consideren


los movimientos efectuados por españoles-americanos; es decir, por la
nueva raza. Pero entonces se vuelve al boliviano para preguntarle:
“¿no fue ese elemento nuevo el que actuó en la Revolución de las
Alcabalas en Quito, con las circunstancias que hemos relatado?”, y con-
cluir: “Y siendo esto así, -ateniéndonos a las mismas doctrinas del Sr.
Arce- ¿no podríamos considerar esa Revolución como la inicial de la
independencia?”.
Pero esto es solo para arrinconar a Arce y acumular sobre él
sus contradicciones. Porque la opinión de Destruge -para esta parte
final de su libro ampliamente desarrollada y probada- es que “la ver-
dadera Revolución de la Independencia americana, debe considerarse
por sus antecedentes de propaganda dirigida al objeto de una transfor-
mación político-social, y por hechos y procedimientos que confirman el
esfuerzo y la lucha para la transformación”, la que estalló en Quito el
10 de agosto de 1809.

104
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

EL ARGUMENTO DE LA GUERRA

Arce ha escrito: “Una vez que los americanos se declararon en entidad


política independiente y constituyeron un Gobierno propio, empezó a
ser guerra propiamente dicha ese conjunto de revueltas armadas con-
tra las autoridades representantes del Rey español”.
¿Qué mejor para la argumentación del historiador guayaqui-
leño? Primero, porque puede preguntar -retóricamente- “¿Se hizo tal
declaratoria; se constituyó un Gobierno de veras independiente cuan-
do los movimientos de Chuquisaca y La Paz?”. Y ya ha mostrado el his-
toriador el cariz doméstico de esas disputas, “controversia sobre la
forma conservadora colonial”
Y Quito hizo esa guerra. Las autoridades realistas de Guaya-
quil “trataron a los Revolucionarios de Quito como a beligerantes”, con
el envío de parlamentarios.
Y en cuanto a aquello de “gobierno propio”, Destruge toca
aquí otro rasgo esencial de la Revolución quiteña:

En efecto; la Junta, después de su declaración solemne de Independencia,


resolvió establecer la forma de Gobierno, conforme a una CONSTITU-
CIÓN POLÍTICA; y, para el objeto, dictó un Decreto de elecciones; y lue-
go el de convocatoria del Congreso; de tal manera que, ya para el 1º de
Enero de 1812, se instaló el PRIMER CONGRESO CONSTITUYENTE
de la entidad política que hoy se llama República del Ecuador, aunque
ésta no estuviera aún declarada ni constituida (95-96).

No rehúye Destruge mencionar que en Bolivia hubo también


una guerra, que comenzó en Charcas y terminó en Tumusla, ya en abril
de 1825. Pero ¿no ha distinguido él puras revueltas militares de guerra
en defensa de un gobierno propio?
Y, de vuelta a los documentos, el informe del Virrey Abascal,
“es un documento igual, por lo exagerado, al Informe del Presidente de
Quito, Barros de Santillán, al Virrey Mendoza” dándole cuenta de los
sucesos de la Revolución de las Alcabalas. “El artículo del Dr. José
Bernardo Monteagudo; artículo de puro lirismo, se explica perfecta-
mente que fuera publicado en esa forma, porque Monteagudo fue uno
de los propagandistas que COMENZARON SU LABOR, DESPUÉS DE
MOVIMIENTO DEL 25 DE MAYO”. Y, mostrándose buen lector, Des-
truge lo lee así: “Claro que tenía que rodear a ese suceso de una aureo-

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la resplandeciente, darle un carácter y un objeto que no tuvo, como lo


hacen hasta hoy los propagandistas de las revoluciones, al prestar gran
importancia, en sus escritos, a los hechos más insignificantes, a los inci-
dentes más triviales”.

EL ARGUMENTO PRINCEPS:
LA PALABRA DE LOS LIBERTADORES

“Tres documentos oficiales presenta triunfalmente el Sr. Arce para ce-


rrar su capítulo de pruebas” -reseña Destruge-. Y son una proclama del
general Lanza, después de Ayacucho, en que proclamó: “Los pueblos
de Chuquisaca y La Paz, hijos primogénitos de la libertad”; un frag-
mento del oficio dirigido por Bolívar a la Asamblea del Alto Perú, en
que reconoce a los alto peruanos haber tenido “la gloria de haber sido
los primeros que vieron, diecisiete años antes, el crepúsculo que dio
principio al gran día de Ayacucho”, y una parte del mensaje de Sucre
al Congreso Boliviano de 1826 en se expresó así: “Este día, marcado en
los fastos de la América por acontecimientos gloriosos, añade en el día
de hoy, el de instalarse en Chuquisaca el Cuerpo Nacional de Bolivia, a
los diez y siete años de que este mismo pueblo convidó al mundo
nuevo, a sacudir el ominoso yugo de la España”. Y algo más: el decre-
to de Sucre para la celebración del 25 de mayo de 1809 como “aniver-
sario del primer día en que los pueblos de Bolivia invitaron a la
América a la gloriosa insurrección que ha emancipado el Nuevo Mun-
do” ¿Qué podía oponerse a tamañas autoridades?
Pero Destruge opone a esas declaraciones otras. La Suprema
Junta de Gobierno de Santa Fe de Bogotá en oficio dirigido al Presiden-
te de Quito, con motivo del asesinato de los próceres de agosto de 1809
testimonia su dolor al Ayuntamiento “y al mismo generoso pueblo que
dio tan claramente los primeros pasos hacia nuestra libertad”.
Y se vuelve a la declaración de mayor peso y al parecer decisi-
va por tratarse de Bolívar. Pero hay otras -arguye- del mismo Liber-
tador que la contradicen. En el Manifiesto del Secretario de Estado al
Gobierno Republicano de Venezuela, dictado por Bolívar, se proclama
que desde el momento de agosto del año 1810 “en que corrió la sangre
de los Quiroga, Salinas, etc., nos armaron con la espada de las repre-
salias, para vengar aquella sobre todos los españoles. El lazo de las
gentes estaba cortado por ellos..”. Y, usando el mismo modo de argu-
mentar de Arce, replica que, de atenernos a proclamas de Bolívar,

106
¿ QU I TO O CH U QU I S AC A- L A PAZ?

habría que dar a los venezolanos la primacía como iniciadores de la


independencia americana, pues, en la proclama dirigida a los habi-
tantes de la Costa Firme, antes de salir de Margarita con su expedición,
les dice: “Vuestro suelo fue la cuna de la independencia americana el
19 de abril de 1810”. Y a Quito le dijo el propio Bolívar, en su contes-
tación al Ayuntamiento, cuando este le envió el acta de incorporación
a Colombia: “El gozo de Colombia ha llegado a su colmo al recibir en
su seno el pueblo de la República que levantó el primero el estandarte
de la libertad y de la ley contra la usurpación extranjera”. Con lo cual
ya puede Destruge volverse a Arce y resumir:

¿A qué nos quedamos, Sr. Arce, en cuanto a las pruebas anteriores?


Tengamos en cuenta que las referentes a Quito y aún a Venezuela
están plenamente comprobadas por la historia exacta de los sucesos,
como yá lo hemos visto; pero no sucede lo mismo con la de Chu-
quisaca, que no está corroborada ni consagrada por los antecedentes.
De modo que, entre esas opiniones de un solo individuo - ¿cuál debe-
mos aceptar, sino la que se conforma con la verdad histórica? (108).

Y acaso pudo haber dado un paso más el historiador, de haber


tenido hábitos de lingüista y semiótico: cuando un gobernante habla a
un pueblo cuya adhesión quiere captar busca en la historia razones de
elogio sin pararse en rigores de historiador ni aquilatar austeramente
los méritos que exalta.
Pero acaso Arce dé un giro y diga “que debemos más bien ate-
nernos a la opinión actual, al voto de hoy, por estar el asunto mejor
estudiado y, por lo mismo, en mejores condiciones para ser resuelto
actualmente”.
Bueno era Destruge para no aprovecharse de la oportunidad
para entregar algunos de los textos que le estaban llegando de toda
América con oportunidad del primer centenario de la independencia.
Fue un espléndido modo de rematar su alegato -que era ese “voto de
hoy”, que dice, con el asunto mejor estudiado y en óptimas condiciones
para ser resuelto-. He aquí algunas de esas estupendas opiniones, que
resultan buena lectura en estas vísperas del bicentenario que estamos
viviendo:
El Dr. Juan Barrios, Ministro de Relaciones Exteriores de
Guatemala:
Cien años han transcurrido desde que el patriotismo americano inició

107
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

esa campaña gloriosa que produjo como resultado la Independencia de


la América española.

El Dr. Amador Guerrero, anterior Presidente de la República


de Panamá:

Fue el 10 de Agosto el origen de la América del Sur como hermoso


conjunto de naciones libres.

El Dr. Francisco Javier Urrutia, Ministro de Relaciones Exte-


riores de la República de Colombia:

El 10 de Agosto de 1809, marca la fecha de aquella epopeya que, por


lo grande y lo heroica, es casi una leyenda: la de la emancipación
americana.

Y el Sr. Bolívar Calvo, secretario del Ayuntamiento de Santiago


de Chile:

Los sud-americanos nos preparamos con entusiasmo, a celebrar dig-


namente el centenario de la Independencia.
Corresponderá al Ecuador iniciar la celebración de Centenario, pues
fue el pueblo de Quito el primero que proclamó su independencia. La
fecha del 10 de Agosto de 1809, merece por eso, ser recordada, parti-
cularmente por los ecuatorianos, y por los sud-americanos en general,
ya que aquellos dieron el ejemplo, que pronto tuvo dignos imitadores
en las demás colonias españolas.

Mi última palabra, tras cerrar las páginas de libro tan impor-


tante, devuelto a la corriente circulatoria de la historia patria: ¡Gracias
Guayaquil por unirse a las celebraciones bicentenarias con tan esplén-
dido aporte!

108
LA REBELIÓN DE LOS ESTANCOS DE 1765
PRECURSORA DE LOS MOVIMIENTOS
LIBERTARIOS DE 1809 Y 1810

Enrique Muñoz Larrea

En la memoria o conseja de los patriotas quiteños que intervi-


nieron en los movimientos libertarios de 1809 debieron recordar a don
Miguel de Benalcázar, hijo del conquistador don Sebastián, que en 1538
con un grupo de criollos trataron de alzarse contra el gobierno, en pro-
testa contra las injusticias que sufrieron de parte de los primeros fun-
cionarios reales. Descubierto su plan fueron presos, a cinco de sus com-
pañeros se los juzgó y sentenció a muerte, y a los otros se los condenó
a galeras.
También debieron acordarse que en 1592 el rey Felipe II decre-
tó que en las Indias se establezca el viejo impuesto castellano llamado
alcabalas que consistía en una tributación que gravaba las compraven-
tas y todo tipo de transferencias, era pagado por el vendedor y por el
comprador en la permuta; el pueblo de Quito protestó contra esta nue-
va imposición, se alzó contra las autoridades y fue apoyado por el ca-
bildo. Como dice Gabriel Cevallos García: “Levantada la tempestad de
la alcabala, se volvió ésta impopular, y de un mero asunto fiscal se tor-
nó en problema político. La parte valiosa del asunto radicó en que el
cabildo, se sintió representante del vecindario”. El alma rebelde quite-
ña se fue configurando apenas a los sesenta años de surgir como villa.
Esta revuelta fue sofocada por la milicia peruana a sangre y fuego.
Después de esto, las alcabalas se siguieron cobrando.
Debieron evocar asimismo los sucesos acontecidos 50 años an-
tes, cuando el pueblo de Quito se tomó las calles de la ciudad, quemó
la casa en la que se alojaba el estanco y un mes después, a causa de un
insignificante incidente nocturno entre mestizos y peninsulares, volvió
a salir una muchedumbre aún mayor, que vociferó: ¡abajo el mal go-
bierno! y ¡mueran los chapetones!; hubo muertos y heridos, el tumulto
exigió la expulsión de Quito de todos los chapetones solteros y la su-

109
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

presión de los estancos, estos incidentes ocurrían entre el 23 de mayo y


24 de junio de 1765
Dentro de lo posible y con la ayuda de los documentos que
encontré en el Archivo Histórico Nacional de Madrid, voy a tratar de
aclarar este acontecimiento que la historia ha recogido como la “revo-
lución de los estancos”.

Los Estancos

Los estancos fueron creados en América por la Real Hacienda al partir


del siglo XVIII; consistía en aplicar un impuesto al los productos de
alto consumo tales como naipes, sal, pimienta, tabaco y aguardientes
para recaudar más impuestos y así cubrir su constante déficit fiscal. La
recaudación del arancel de estos artículos solía ser concesionada a per-
sonas particulares que remataban este servicio por una cantidad fija
anual. Como la recaudación de los impuestos les dejaban a los comisio-
nistas un margen alto de utilidades, el Administrador de los Reales
Estancos suprimió la intermediación en beneficio de la Real Hacienda,
y procedió a ordenar que sus oficiales recauden directamente este gra-
vamen. He allí el origen de los disturbios del pueblo de Quito.
Las personas que estaban involucradas en este negocio vieron
que se les terminaba su mina de oro y por todos lo medios de que dis-
ponían esparcieron bulos indicando que el aguardiente destilado por el
Rey contenía una sustancia peligrosa que envenenaba lentamente al
consumidor hasta causarle la muerte. Contada esta faramalla y distri-
buido pródigamente el aguardiente, bastó para que instigados por los
perdularios, el populacho arremeta contra la casa de estanco y la des-
truya. Al día siguiente tanto el Cabildo como algunos religiosos calma-
ron al pueblo haciéndoles ver que tanto la calidad como el precio que
cobraba el estanco era el mismo de antes.
Conozcamos la opinión que sobre este tema tiene don Luís de
Prado y Sarmiento,1 noble español radicado en Quito desde hace varios
años. Precisamente llegó en la comitiva del marqués de Casteldosrius
(1707-1710), que tratamos más abajo, y que en un memorial al rey
Felipe V en el año de 1725, esto es 25 años antes de los disturbios que
narramos, dice:
1 Enrique Muñoz Larrea, El teniente general don Melchor Aymerich y Villajuana. La penuria
de Quito en el siglo XVIII, Quito, 1998, pág. 23

110
LA R E B E L I Ó N D E L O S E S TA N C O S DE 1765

Los estancos de sal y tabaco el de aguardiente de caña en esa provin-


cia, se deben seguir como está, sin que oiga el quejido de pocos ricos
al beneficio de muchos pobres, porque con el estanco de aguardiente
se ha visto la azúcar y rapaduras baratas, en que antes, había tempo-
radas que no se hallaba ni para los enfermos…; el tabaco que en esta
provincia se gasta en gran cantidad viene de Santa Fe y Nuevo Reino
de Granada, y se ha llegado a tanta su estimación que de un patacón
que ahora 20 años valía la libra, y aún menos, ha venido a cinco o
seis pesos, y desde Popayán a Loja es su consumo anual es más de
siete mil libras porque todos los hombres, mujeres y hasta los indios
lo gastan con que en arriendo o en obligado tendría un precio seguro
y limitado y sería muy útil sin perjuicio de ninguno y en beneficio de
muchos. La sal debe estar con precisión “particularmente en esta pro-
vincia” o por estanco de obligado o de arriendo, por el desorden que
hay en precios con provecho de pocos y perjuicio de todos.

Es decir, que el estanco no era perjudicial para el pueblo, sino todo lo


contrario, traía beneficios porque precavía la especulación en la venta
de sal, azucar, panela y aguardiente.
La segunda revuelta ocurrió un mes más tarde a causa de un
altercado nocherniego entre un grupo de criollos parranderos y otro de
peninsulares que hacían rondas nocturnas por encargo de la autoridad
para preservar la tranquilidad en la ciudad. Esta simple gresca no de-
bió pasar de tal, pero las emociones, enardecimiento, frustración, ira e
impotencia de los criollos quiteños que estaba a flor de piel afloraron
abruptamente haciendo causa común con los agraviados, y se desató la
furia acumulada contra las autoridades, instituciones y españoles de
nueva data que habían llegado a estas tierras con el advenimiento del
nuevo rey Borbón, “francesa de origen, mente y costumbres a reinar
sobre un mundo imperial constituido con medidas castellanas y ya
asentado en el ánimo hispanoamericano.
Vascos, catalanes, franceses genoveses, pululaban donde antes
anduvieron los castellanos, los andaluces, extremeños y gallegos… es
decir aquellos que habían llevado a cabo los descubrimientos, las con-
quistas, las fundaciones y, afincados en la nueva tierra, originaron en
ellas las clases sociales que hoy eran mayoría. Los extranjeros a quienes
se llamó europeos, sin más, y chapetones en forma de vilipendio, no
comprendieron las cosas americanas o las comprendieron mal, Sabían

111
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

solamente que las colonias (oficialmente se les comenzó a llamar así a


estos antiguos dominios de Castilla, desde el cambio de dinastía), eran
un lugar de enriquecimiento y que los colonos eran gentes que no se
hallaban a la altura del afrancesado espíritu de la época que reinaba
por entonces en casi toda Europa.”
El motín de los estancos, que tomó por pretexto la imposición de un
monopolio –motín al que se llevó al pueblo, caso con sobra de mala fe, dejó a la
vista, asímismo, que el vecindario quiteño comenzaba a tener conciencia política
–y no solamente solidaridad, como en el caso del motín de las alcabalas– y a dis-
tinguir entre los nobles de vieja prosapia, los criollos, los terrateniente, gentes al
fin nacidas y crecidas en la ciudad, y los recién llegados, cuyo espíritu, general-
mente frívolo, no compaginaba con el ánimo modesto y severo de los hispanoa-
mericanos distinguidos. Por eso, en medio del tumulto , los barrios de Quito
pidieron que se les juzgue y castigue por lo que hacían; un vecino del lugar, que
les gobiernen los hombres valiosos de la comarca y que salgan los indeseables
chapetones recién llegados: la antipatía colectiva fue contra ellos. No fue siquie-
ra contra el estanco, el mismo que se le aceptó.2
Bien decía el Procurador general de la Audiencia que manifes-
taba en un informe al Consejo de Regencia ( en 1810), refiriéndose a las
ideas libertarias, “... y porque desde ahora hace más de veinte años
(Quito) aspira con frenesí la libertad,…buscando el modo de poner en
obra su proyecto…”
Lo dicho puedo demostrar con las investigaciones realizadas
por Alfredo Moreno Cebrián y Núria Sala I Villa, publicadas por el Con-
sejo Superior de Investigaciones Científicas de Madrid, en el libro que
se titula “El premio de ser Virrey”, en que los autores prueban las riquezas
que el marqués de Casteldosrius (1707-1710) y el marqués de
Castelfuerte (1723-1736) obtuvieron durante sus respectivos períodos de
gobierno virreinal en el Perú y cuantificar el tamaño de los caudales que
se adhirieron a sus respectivas faltriqueras y los métodos que utilizaron
para blanquear el dinero. Calculan que el primero robó por más de
3.000.000 millones de reales, y el segundo sobre los 6.000.000 de reales,
que al cambió actual superarían los $ 50.000.000 de dólares; eso los virre-
yes, y los que componían su sequito ¿y los nuevos funcionarios en la
Audiencia de Quito nombrados en ese período, que coincide con la revo-
lución de los Estancos?. Se puede suponer que también llevaron lo suyo.

2 Gabriel Cevallos García. Obras completas. Banco Central del Ecuador Cuenca 1987, pág. 203

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LA R E B E L I Ó N D E L O S E S TA N C O S DE 1765

Se cuenta que el Consejo de Indias autorizó a 94 personas via-


jar en el séquito del virrey marqués de Castelldosrius, que estaba com-
puesto: por sus dos hijos, 1 capellán, 48 criados, 12 criadas, 12 gentiles
hombres franceses, 2 pajes, dos ayudas de cámara, 1 cirujano, tres mú-
sicos, 2 reposteros, 4 cocineros y 5 lacayos. En Lima sí que había una
verdadera Corte virreinal; a más de su séquito, contaba con un consi-
derable número de ayudantes militares, abogados, asesores etc.

Estado de la Presidencia de Quito


durante la Rebelión de los Estancos

Al fallecimiento del marqués de Selva Alegre, don Pío Mon-


túfar y Fraso, acaecido el 24 de septiembre de 1761 asumió la presiden-
cia el anciano decano de los Oidores, licenciado don Manuel Rubio de
Arévalo y continuó como presidente interino hasta que se produjeron
los motines del 22 de mayo y del 24 de mayo de 1765. Como hemos vis-
to, el primer movimiento pronto fue controlado, no así el segundo, que
adquirió una condición agresiva contra el orden constituído y que duró
hasta que la Audiencia accedió mediante un Auto a sus peticiones, es
decir al abandono de la ciudad de los españoles recién llegados a Qui-
to. El virrey de Santa Fe confirmó un tiempo después este documento y
concedió indulto general a los sublevados. Es fisicamente imposible
pensar que toda esta gente regresara a España, por lo que debieron es-
parcirse por las ciudades aledañas y dos años más tarde regresaron inte-
grando la tropa del brigadier don Francisco Xavier Moreno que el virrey
don Pedro Messia de la Cerda envió para la pacificación de Quito.3
El Virrey apenas recibió la noticia de los levantamientos de
Quito, escribió al gobernador de Guayaquil y al corregidor de Riobam-
ba ordenándoles acudan a pacificar Quito con los medios disponibles.
Por más que la Audiencia haya dictado un Auto de amnistía a todos los
revoltosos y hayan solicitado al virrey la confirmación de dicha provi-
dencia indicandole que todo estaba en orden, en consideración a no
tener una comunicación oportuna, debido a las enormes distancias que
los correos tenían que recorrer, optó por enviar a un general de los
Reales Ejércitos al frente de un batallón con las debidas atribuciones y
las instrucciones precisas para que se cerciore si los habitantes de Quito
habían vuelto al orden, si las autoridades contolaban la situación y si
ya había un nuevo presidente de la Audiencia.

3 AHNM. Secc. Diversos-Colecciones, 43,N.9/Recto.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Las claras y precisas órdenes dadas al Brigadier Moreno para


su misión pacificadora demuestran la magnitud de gobernante que te-
nía el teniente general don Pedro Messia virrey del Nuevo Reino de
Granada; si Quito y los patriotas del año 1809 hubieran tenido unos
magistrados de esta calidad, otra hubiese sido la suerte de Quito.
Por este documento que data dos años después de la “revolu-
ción de los estancos”, conocemos que el virrey ignoraba cual era la real
situación de Quito, y si había o no llegado el nuevo presidente. Le indi-
ca al brigadier Moreno:
…su primera acción será en escribir a los Ministros de la Real
Audiencia, Reverendo obispo, Corregidor y Capitulares, dándoles
parte de su venida y el fin de ella, que no se dirige a hacer castigos ni
usar rigores contra los incautos sediciosos, sino a pacificarlos con
benignidad y dulzura y recibirlos bajo su gracia y protección si
humildemente y resignados acudieren a prestar obediencia a su natu-
ral Señor y Soberano.

Mejor leamos prolijamente este documento.

Instrucción reservada que le da al brigadier don Francisco


Xavier Moreno el virrey de Nueva Granada don Pedro
Messia de la Cerda,4 sobre la pacificación de la ciudad de
Quito, que se destina con el carácter de Comandante General.

1.-Aunque en virtud del nombramiento que en Vuestra Señoría tengo


hecho de Comandante de toda la tropa destinada a la pacificación de
la ciudad de Quito y demás poblaciones de aquellos distritos se hallen
perturbados le he también comunicado todas cuantas facultades mili-
tares son inherentes a mi empleo, para que no se malogre por su defec-
to de tanta importancia, sin embargo prevengo a Vuestra Señoría use
la mayor prudencia y cordura según lo pida la necesidad y circuns-
tancias para lograr el fin a que es comisionado.

4 Don Pedro Messía de la Cerda nació en Córdova el 16 de febrero de 1700 y falleció en Madrid
en 1783; marqués de la Vega de Armijo, Gran Cruz de San Juan, etc.. De profesión marino
escaló todos los grados, por mérito de guerra, hasta alcanzar el de teniente general de la Real
Armada. En 1760 fue nombrado virrey del Nuevo Reino de Granada. En su comitiva vino de
España, como su médico personal, el sabio José Celestino Mutis y Bosio (nacido Cádiz en
1732 y que falleció en Santa Fe el 11 de septiembre de 1808). Estableció los estancos en el
virreinato. Regresó a España en 1772.

114
LA R E B E L I Ó N D E L O S E S TA N C O S DE 1765

2.- Saldrá Vuestra Señoría de esta capital con los oficiales, tropa,
armamento y municiones que constaran de la relación que detallada
se le entregará y dirigirá rectamente su marcha para la ciudad de
Popayán.
3.- En esta hará alto y comunicando con su gobernador y capitulares
las providencias que convengan expedir para engrosar su gente de ofi-
ciales y soldados, sacándose los primeros que en las Milicias tengan
nombramiento de tales y los segundos habrán de ser reclutados para
que esta disposición tenga la facilidad y surta el buen efecto que se de
desea, comprenderá no solo el distrito de la expresada ciudad, sino las
demás sujetas a su gobierno que estuviesen en distancia proporciona-
da, teniéndose presente que en la agregación ha de mirarse principal-
mente no tanto el número como la calidad y preferir los que volunta-
riamente se ofreciesen al servicio, a los que manifiesten entrar en el
con violencia y repugnancia y a todos se les proveerá del armamento
correspondiente, recogiendo para este intento cuantos se hallen en po-
der de cualesquiera particulares, y esto mismo (la recogida de armas)
observará V.S. en el resto de su tránsito hasta las inmediaciones de
Quito con los respectivos Justicias y Corregidores.
4.- Como a más de la pacificación, objeto principal de su encargo, sea
también V.S. obligado a mirar por la Hacienda e intereses Reales, con
que se le asistirá en las Cajas correspondientes, deberá dedicarse con
el más distinguido celo, no solo a que se expendan con economía y evi-
te todo gasto superfluo, sino que en gente salariada no se congregue
ni reciba más número que aquel que baste para el buen éxito de la ex-
pedición, cuyo juicioso y prudente concepto lo habrá de fundar en las
ciertas noticias que adquiera el estado en que se halla Quito y lugares
de su comarca.
5.- Ha de trabajar V.S. sobre que entre la gente alterada se recojan
cuantos europeos fuere posible y como se le presentarán muchos de los
ofendidos y expulsados por los varios tumultuados de Quito esforza-
rá sus persuasiones para reducirlos a que sigan sus banderas en de-
fensa del Soberano, propio honor y recuperación de su Hacienda.
6.- Haciendo juicio de que los mulatos de Cartago, Buga, Cali y otros
de aquellos distritos, que hasta la presente no han podido reducirse a
que paguen el Derecho del Requinto, podrán servir con utilidad en la
actual empresa, si mediante las no despreciables razones que tienen
producidas a su favor, se les libera de aquel tributo, se han expedido

115
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ordenes para los que quisieren se presenten a V.S. en Popayán a efec-


to de que aliste en el número que tuviera por conveniente con la ex-
presa calidad de que ellos y sus hijos quedarán para siempre releva-
dos del gravamen, si bajo sus estandartes sirvieren al rey con desem-
peño y fidelidad y no de otro modo, en cuyo particular hará V.S. lo
que creyere más acertado.
7.- Desembarazado de Popayán que ha de hacerlo con la más corta y
posible detención, emprenderá sus marchas para las cercanías de Qui-
to, más o menos aceleradas según lo pudiere la necesidad y permitie-
ren las demás circunstancias.
8.- En todo el curso de su viaje ha de poner V.S. su primera y mayor
atención en informarse exactísimamente del estado en que se hallen
los pueblos por donde haya de transitar y procurará a los que estuvie-
ren pacíficos, afanarlos más y más en el amor y obediencia se su Rey,
y a los que perturbados, atraerse a su deber con blandura, suavidad y
mansedumbre valiéndose para este apetecido logro de cuantos medios
dictare la más refinada política sagacidad y prudencia de modo que
con constancia y sufrimiento han de apurarse y hacerse útiles a todos;
antes de que se pueda deliberar de la ejecución de hostilidad alguna,
pues el fin de es reducir a quietud y sosiego, a los vasallos que hubie-
ren tumultuado sin efusión alguna de sangre y aún sin disparo de
fusil, si así pudiere ser asequible, lo que servirá a V.S. de prevención
y advertencia general.
9.- Llegado a las cercanías de Quito, acompañará al lugar y sitio que
eligiere como más proporcionado y propio para poder desanimar y en
caso necesario también eludir cualquier insulto que temerariamente
se premedite contra la gente de su mando y de esta manera procurar
y facilitar bajo aquellas reglas, precauciones y modos que según su
experiencia y pericia militar consideran necesarios.
10.- Instruido desde este punto del estado en que se halla la ciudad,
tomara V.S. conforme a él, las deliberaciones que juzgue más conve-
nientes y no ocurriendo embarazo (obstrucción) que absolutamente se
lo impida, será la primera en escribir a los Ministros de la Real Au-
diencia, Reverendo obispo, Corregidor y Capitulares, dándoles parte
de su venida y el fin de ella y que no se dirige a hacer castigos ni usar
rigores contra los incautos sediciosos, sino a pacificarlos con benigni-
dad y dulzura y recibirlos bajo su gracia y protección si humildemen-
te y resignados acudieren a prestar obediencia a su natural Señor y

116
LA R E B E L I Ó N D E L O S E S TA N C O S DE 1765

Soberano; que así lo publiquen y le impongan individualmente de


todo cuanto consideren más conveniente y acertado para el mejor ser-
vicio del Rey, bien y tranquilidad de aquellas sus tierras y vasallos.
11.- Como el superior mando de Su Señoría comprende todos los ra-
mos de gente con sus oficiales que concurran para la pacificación y
vea factible que antes que lleguen mis órdenes expedidas al goberna-
dor de Guayaquil y V.S. se interne en la provincia de Quito, se halle
ya con hombres y armas para hacer frente y contener las inquietudes
que las agitan o que tan inmediato a los lugares de su origen ha de
haber tenido pronta e individual noticias averiguará V.S. con activi-
dad y presteza de la situación, estado y progreso del expresado oficial
para que entablada con él y abierta la necesaria correspondencia, pue-
da con más ventaja y conocimiento dirigir sus operaciones, y lo mis-
mo observará con los auxilios pedidos al Virrey de Lima y plaza de
Panamá en caso a que lleguen a verificarse y sobre el supuesto que el
actual corregidor de Riobamba5 tiene acreditado ser un oficial de espí-
ritu, celoso servidor del Rey y de experimentada inteligencia y con-
ducta se da aviso a V.S. para que se aproveche de él en lo que pudie-
re convenir.
12.- Supuesta la entrada de V.S. en Quito bajo los términos preveni-
dos y que, faltando el Presidente, ha de tomar alojamiento en el Real
Palacio para que con las demás incidencias relativas a su comisión se
logren los favorables efectos a que se aspira. Deberá V.S. consultar lo
que se ofrezca con los Ministros de aquella Real Audiencia, y aunque
no se le pone en la necesidad de que forzosamente haya de seguir su
dictamen en cuantos asuntos se traten, con todo para apartase de él,
habrá de tener muy relevantes motivos, pues a de cargar sobre si la
responsabilidad de las resultas.
13.- El castigo, según ordenanzas y leyes contra algunos de tantos,
como son los sacrílegamente criminosos, se hace indispensable. Lo es
también el restablecimiento al honor suprimidos violentamente uno y
otro requiere que se pulse, maneje y trate con el mayor tiento, juicio

5 El sargento mayor de los Reales Ejércitos don Francisco de Vida Roldán fue corregidor de
Riobamba entre los años de 1760 a 1769. Dato tomado del libro Centuria de los esposos Al-
fredo y Piedad Costales, editado por Casa de la Cultura núcleo del Chimborazo, 1982, pági-
na 104.
6 Resolución que tomaban los Oidores de una Real Audiencia sobre un asunto determinado
elevado a consulta. También podían emitir un parecer, dictamen o un consejo sobre un tema
solicitado por la autoridad competente.

117
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

y reflexión y por lo mismo en ambas particulares habrá de sujetarse


V.S. a lo que consultivamente le propusiere el Real Acuerdo6, enten-
diéndose respecto a aquello que pida pronta y ejecutiva resolución en
lo que no admita dilación o necesite mi noticia y providencia, se me
dará parte así como lo ha de hacer de lo que ocurriera digno de ello en
el giro y progreso de su expedición, en la inteligencia que si no sobre-
vienen novedades o accidentes que le obliguen a salir de Quito ha de
mantenerse de asiento en ella hasta que yo le ordene otra cosa.
14.- Nuevamente advertimos a V.S. que mi intención declarada es
que se consigan los efectos de la comisión a que es destinado por me-
dios los más blandos, benignos y suaves, los cuales manejados con
industria, sagacidad y prudencia venzan y allanen cualquier dificul-
tad y embarazo sin que sea necesario llegar al doloroso extremo de
valerse de armas y fuerza. Que ha de acreditar un exactísimo celo
sobre la economía de los interese Reales, que no haga gasto alguno
superfluo, que de la gente asalariada solo se levante y conserve la pre-
cisa y que cuando el estado de las ocurrencias lo permitan, haga luego
retirar la gente que considere sobrante, pero bien entendido que sean
que lo hago estas prevenciones, V.S. obrará como ha de tener la carta
presente y responder a las consecuencias.

Santa Fe, 24 de septiembre de 1767.

El Baylío Frey don Pedro Messia de la Cerda”.

Bibliografía

- Archivo Histórico Nacional de Madrid. España.


- Gabriel Cevallos García. Obras completas, tomo III. Banco Central del Ecuador,
Cuenca, Gráficas Hernández, 1987.
- Jorge Salvador Lara. Breve Historia Contemporánea del Ecuador,. Fondo de Cul-
tura Económica. S. A. de C.V. México. 1995
- Piedad y Alfredo Costales. Centuria. Casa de la Cultura, Núcleo de Riobamba.
Editorial Riobamba, 1982
- Eduardo Muñoz Borrero. Entonces Fuimos España. Gráficas Iberia. Quito, 1989.
- Enrique Muñoz Larrea, El teniente general don Melchor Aymerich y Villajuana.
1998.

118
QUITO LUZ DE AMERICA, 10 DE AGOSTO DE 1809,
PRIMER GRITO DE INDEPENDENCIA

Grecia Vasco de Escudero

Entre los hechos acaecidos en el país, consta en primera línea


la gesta libertaria del 10 de Agosto de 1809, que encendió la llama a
otros países de Hispanoamérica, en su afán de independencia; la indo-
mable rebeldía de sus hijos propició esta heroica acción, por cuyo he-
cho se hizo acreedora a ser QUITO LUZ DE AMERICA, innegable epi-
sodio que se encuentra testificado en los documentos que el Archivo
Nacional, como primer centro de consulta del país, custodia y adminis-
tra, pues la riqueza documental existente en la Institución, que data de
1548 a 1975, es incalculable y nos habla de la trayectoria de nuestra
algunas veces desgarradora historia.
A continuación se han transcrito algunos documentos inéditos
que deben ser conocidos para afianzar nuestra nacionalidad ecuatoriana.

RESEÑA DE LA REVOLUCIÓN DE QUITO

Fondo Especial, Caja 191, volumen 464, documento 10754

1811.- Exposición que hace don Jorge Luis de Ricaurte, Regidor


Fiel Ejecutor de la Villa de Riobamba, al Presidente y Capitán General
de Quito, haciendo historia de la Revolución del 10 de Agosto, de los
sucesos trágicos ocurridos en el 2 de Agosto de 1810, de la instalación
de la Segunda Junta de Gobierno, como consecuencia de la llegada a
Quito del Comisionado Regio, don Carlos Montúfar, la Revolución Ci-
vil que se desarrolló entre las provincias de Quito, contra las provincias
de Cuenca y Guayaquil; los esfuerzos que hizo el Presidente Molina,
des de su llegada a Guayaquil, con el fin de restablecer el orden entre
los habitantes de estos territorios; la actitud del Cabildo de Riobamba

119
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

en estos disturbios; la actuación de los habitantes de Guaranda, que


procuraban mantener la fidelidad al Rey, y la posesión que tomaron de
Alausí las tropas revolucionarias, indicando que para desbaratarlas es
necesario proceder a recuperar este Asiento. Termina manifestando
que próximamente con documentos irrefutables delatará a los autores
de éstas desgracias y horrendos crímenes para que obtengan los casti-
gos que las leyes imponen a los reos de Estado.

Manifiesta la inequidad de la segunda instalación de la junta de Quito


y con respecto al estado en que se hallan las Provincias subyugadas.
Pide Providencia.

Correspondiente a la representación N° 3 al Consejo de Regencia del 14


de agosto último.

Excelentísimo Señor Presidente y Capitán General

Don Jorge Luis de Ricaurte, Regidor Fiel Ejecutor del Cabildo de la


Villa de Riobamba, ante Vuestra Excelencia conforme a derecho parezco
y digo: Que la negra traición cometida en la ciudad de Quito el día diez
de Agosto de mil ochocientos nueve pasado, con los escándalos, desbarro
y tropelías de que el mundo es testigo, tuvo el dos de Agosto de mil ocho-
cientos diez, un triste aniversario que condujo a la eternidad a algunos de
los principales autores y parciales de la insurrección más desgraciada.
Los que se libertaron de tan justo y visible castigo del Cielo, lejos de tomar
escarmiento, se obstinaron en sus caprichos, olvidaron los desengaños
que les presentó la contra revolución, que ligeramente y sin fuerzas sufi-
cientes, cortó rápidamente el curso de sus intentos y restituyó el buen or-
den que habían trastornado. Estos despreciando los auxilios del Altísimo,
manifestados claramente en la asonada del citado día dos de Agosto en
que se prometían triunfo, resucitaron sus ideas detestables y continuaron
los planes de su propia perdición, autorizándose de la comisión que el Rey
se había dignado conferir a Don Carlos Montúfar, para la práctica de al-
gunos asuntos concernientes a la salud y felicidad pública, pues acaudi-
llándose de este Comisionado ingrato a las honras del Rey, instalaron se-
gunda vez la Junta que no causó desde su principio, más ventaja, ni más

120
QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

utilidad, que alterar el Gobierno constituido por las Leyes, dividir en ban-
dos los Pueblos y las familias, introducir la Guerra en la tierra más ino-
cente y poner las Armas en las manos de los artesanos y labradores, para
ofender y destruir a los hombres buenos que son el blanco de los perver-
sos, por no ser adheridos a sus revoluciones.
Para desbaratar la máquina de sus fines particulares, cavilada por la
Filosofía más errónea que nace de la ambición, del deseo de la libertad y
de la propensión al engrandecimiento, a la vanidad y al desahogo de sus
pasiones, trabajó infatigablemente el Cabildo de dicha Villa, sin más auxi-
lio que el que concilió con la provincia de Guaranda y puedo asegurar con
satisfacción, que trabajé con mis hijos en esa época, cuanto es imaginable,
exponiendo la vida y los intereses con presencia de ánimo, hasta situarme
en Tacunga con dichos mis hijos, de Comandante de Artillería, sin inte-
rés ni premio alguno. Omito por ahora refutar los pasajes, y las acciones
y paso a lo sustancial de mi representación, por el interés que en ella tie-
nen el Rey y el Público.
Ya he dicho a Vuestra excelencia que la venida de Don Carlos Mon-
túfar, impulsó la segunda instalación de la revoltosa y traidora Junta de
Quito y estoy cierto, que antes de que hiciera su entrada en los territorios
de la jurisdicción, ya tenían formado el plan y dedicados los empleos, pro-
testando obrar con mucho acuerdo en su criminal reincidencia, como se
justificará en caso necesario, pues la cohonestación meditada de poner a
la cabeza al Excelentísimo Señor Presidente Conde Ruiz de Castilla,
resulta verificada con los demás escandalosos hechos que han ejecutado.
Esos colores con que ha pintado Montúfar su comisión, esas reservadas
confianzas, que ha fingido trajo de la Soberanía, esa ostentación, vestidu-
ras e invención con que se presentó al público, preocupó a los incautos,
deslumbró el juicio de los que se tenían por sensatos y facilitó la práctica
de los planes revolucionarios, paleando el veneno que ocultaban sus he-
chos, con la afectación más vil y detestable. Las provincias sorprendidas
con la transformación de Gobierno realizada en los términos dichos, no
encontraron arbitrio para descubrir por descontado lo que el tiempo les ha
hecho ver a todas luces y aunque por parte del Corregimiento de Gua-
randa, se juzgó repulsada completamente la falsa autoridad de la Junta
con el refuerzo militar que guarneció aquel punto, no faltó un corazón
aleve, que intimidase las tropas y que lograse retirarlas con el desorden
más extraordinario, pues dejaron armas, pertrechos y utensilios de gue-
rra, quedando los fieles vasallos del Rey hechos víctimas del furor y de la

121
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

venganza. Este triunfo conseguido por medio de la intriga y de la más re-


finada maldad, llenó de opresión a los fieles, desfalleció la esperanza que
tenían los pueblos comarcanos en la protección de este auxilio militar, y
fue tal el orgullo que infundió a los insurgentes, que los resolvió a inva-
dir esta honrada ciudad, con el objeto de tomarla y colocar en ella su arbi-
trario e inocuo gobierno; mas la Providencia Divina, que ampara siempre
la verdad y la justicia, la libertad de un golpe que los enemigos lo consi-
deraban decisivo por la seducción en que estribaban sus esperanzas; y vis-
to el general y valeroso entusiasmo de este vecindario, sostenido con las
acertadas providencias de Vuestra Excelencia y disposición militar del se-
ñor Gobernador y Oficialidad, se retiraron después de cometer excesos,
los novadores que venían a establecer su errado sistema y fomentar sus
pasiones.
Entre tanto que han corrido esta suerte los sagrados derechos de la
Religión, del Rey y de la Patria, objetos que han tomado entre los labios
para dorar los hechos, a pesar de que lo injusto, siempre se deja ver como
tal y que la verdad no es capaz de ocultarse, como es imposible que la mal-
dad deje de conocerla el mundo todo, han padecido los leales Vasallos del
Rey, la opresión y perjuicios consiguientes a su constancia; y los que alu-
cinados creyeron las ficciones y aparatos del comisionado Montúfar, han
tocado ya su desengaño. Yo sujeto con mis hijos a un perpetuo retiro, su-
friendo desaires consecutivos, reducidas mis casas a cuarteles, ultrajadas
mi consorte y familia, no he dejado de velar un instante por el éxito de la
buena causa y restablecimiento del Gobierno legítimo, paz común, comu-
nicación y Comercio con los países de nuestra Provincia y las inmediatas
que recíprocamente sostienen la vida política de los hombres; y de sus re-
sultas, como de los preparativos que hacíamos en consecuencia de haberse
propagado la noticia de que las fieles tropas de esta ciudad habían avanza-
do ya hasta Pomallacta, tuve que pasar por el riesgo de ser preso por trein-
ta soldados que don Javier Montúfar remitió contra mí y que desaparecie-
ron precipitadamente al ver mi resolución y la de mis hijos, pues uno de
ellos hizo efectiva descarga de una pistola en el oficial Zambrano, que co-
mandaba la insurgente guarnición que venía a ejecutar la prisión de mi
persona. Consiguiente a este suceso fue mi fuga precipitada a Guayaquil
con los riesgos y pérdidas que se dejan ver y es tal el abatimiento en que se
hallan los insurgentes, que para buscarme segunda vez, prenderme, lleva-
ron al pueblo de Guano donde hago mi residencia, dos cañones de Arti-
llería y toldos de campaña; y recelando no sin justa causa una conmoción
de sus vecinos, mandó fijar don Francisco Calderón que es el héroe que se

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

desempeñaba por la junta de Quito, el edicto o Auto que obra en el expe-


diente formado contra José María Castro.
Con haber servido al Rey tan ciegamente desde el principio de estas
revoluciones, he acreditado mi lealtad y constancia hasta lo sumo, y expe-
rimentado el estado infeliz en que se hallan los habitantes de Riobamba,
Guaranda, Ambato y Tacunga, pues no conocen la quietud, reducidos a
una funesta ocultación entre las montañas y cerros, me propuse recorrer
diligencias muy oportunas, para libertarnos de una dominación tan for-
midable, asegurado en la fuerza militar, que se difundió como he dicho,
había arribado hasta Pomallacta. Mas todo ha parado en deseo y habién-
dome encaminado a Guayaquil, sin saber lo que me sucedía, he tenido que
retroceder trabajosamente a esta ciudad, sin más objeto que ponerme bajo
la protección de Vuestra Excelencia e implorar sus auxilios. El estado en
que se mantienen esas provincias Subyugadas, es digno de la compasión
de Vuestra Excelencia, porque se hallan sus moradores lo mismo que los
israelitas, bajo la tiranía del Faraón, nada más esperan los oprimidos Va-
sallos del Rey, que ver inmediatas estas tropas, para reunirse a ellas y res-
tablecer su antigua quietud y buen Orden. Yo protesto, que con solo to-
marse el Punto de Alausí, comprensivo a esta jurisdicción, volverán las co-
sas a su estado primitivo, pues los vecinos de Guaranda al punto que lo se-
pan, pondrán inmediatamente en ejecución lo que tienen dispuesto contra
los Insurgentes y Corregidor intruso delante de Dios, en nombre del Rey y
por esta señal de cruz hago protesta de mi verdadera fidelidad al soberano
y de que siendo urgentísima y necesaria esta determinación, antes de que
hagan víctimas a tanto Vasallo fiel, y consuman sus intereses, que es lo que
procuran para desaparecer, me obligó con mis hijos a ponerme de último
soldado, sin prestigio alguno al frente de las tropas. Que se digne Vuestra
Excelencia destinar para tan suspirado auxilio, aunque no sea en número
crecido, por las circunstancias favorables de ese destacamento.
Con don Antonio Venegas sujeto de nuestro partido y confianza, que
nos había descubierto la determinación en que se hallaba de emigrar a esta
ciudad, por los riesgos en que consideraba su persona, nos propusimos di-
rigir a Vuestra Excelencia los reclamos del Cabildo y demás sujetos hon-
rados adictos al Gobierno legítimo y como profugase aceleradamente con
noticia de la prisión decretada contra mí, a tiempo que se obraban los do-
cumentos, no tuvo efecto nuestra empresa; pero no por esto puede dejar
de hacer protesta formal conforme a derecho de que la entrada de tropas
es clamada por el Cabildo de la referida villa y sus Pueblos, igualmente

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

que por la provincia de Guaranda. Bien persuadido estoy de que Vuestra


Excelencia ha procurado desde su ingreso a Guayaquil reducir a los rebel-
des, por los medios de la prudencia y suavidad, no sólo exhortándolos con
proclamas que no sólo he visto pero aún he repartido copias por mis ma-
nos, pasando por el dolor de que una de ellas fuese rota por don Javier
Montúfar según se me informó por don Ignacio Lizarzaburu, ¿Y cuál es
el fruto de tan sadables arbitrios? Mayor obstinación y aumento de orgu-
llo; ellos aparentan integridad y vasallaje, pero sus hechos los desmiente
y pone en claro la perversidad de sus intenciones, ellos esgrimen la espa-
da de su inequidad y a la defensa legal que hacen las almas buenas, lla-
man hostilidad, perjuicios execrables. Si de la toma del punto de Alausí
que es facilísima, resultase derramamiento de sangre, no lo propondría ni
solicitaría, pero como veo que sus resultas, quedará evacuado el punto tan
importante de Guaranda y sacudido el yugo que oprime las desdichadas
provincias que gimen bajo de él, no puedo menos que representarlo y ma-
nifestar la necesidad que hay de su pronta provisión para aprovechar de
las proporciones del tiempo.
Si Vuestra Excelencia, como digno y legítimo Jefe de la Provincia de
Quito, se compadece como espero de la mísera constitución en que se hallan
los fieles vasallos del Rey y provee como se aspira, la presente solicitud, se-
ría conveniente se le pase aviso al señor Gobernador de Guayaquil, para que
por su parte dictara providencias que contribuyan a este fin, auxiliando con
oportunidad a los vecinos de Guaranda que son dignos de ello.
Los autores de tantas desgracias, al paso que son cobardes por conse-
cuencia de su mismo pecado, se hallan sin tropas, porque aún para formar
ejércitos de hombres violentados, sean viejos o lisiados y presentarlos a la
vista, no encuentran arbitrio; porque como he asegurado, andan prófu-
gos, huyendo de los castigos con que los sobornan. El desengaño, las nece-
sidades y falta de comercio, son circunstancias que les hace temer las con-
secuencias más funestas a su gobierno. Vuestra Excelencia verá las resul-
tas y dictará en su virtud las providencias de su agrado. Si ellos han lo-
grado la duración de sus crímenes, es porque nos faltó infaustamente la
fuerza militar de Guaranda, en que fundábamos los leales nuestras espe-
ranzas y se determinaron corromper esta ciudad, fue también por el mis-
mo suceso, embargando casas, afligiendo a los hijos tiernos y mujeres in-
felices, para engrosar el Cuerpo de Tropas Combatidoras, creyendo que
con sólo presentarlas habían de triunfar con seducciones y engaños.
Omito hablar más del carácter de estos revolucionarios porque nece-

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

sito de mucho tiempo; día llegará el que lo haga con documentos que lo
hagan ver difusamente entre tanto.
A Vuestra Excelencia, pido y suplico, se digne proveer esta solicitud
en los términos que más convenientes sean al servicio del Rey y bien del
público. Que es Justicia que imploro y juro según derecho.

f. Jorge Luis e Ricaurte

Serie: Fondo Especial, caja 192, volumen 467, documento 205, fecha: 14
de noviembre de 1811.

Señor Presidente, don Joaquín de Molina

Habiendo llegado a esta ciudad, procedentes de Riobamba, don Gre-


gorio Santoya y don Calisto Cuello, con la adjunta carta para vuestra
Señoría y otra para mí, y cuarenta mulas, según parece de auxilio para lo
que se ofrezca transportar a esa ciudad, he dispuesto que dichos sujetos
pasen a presentarse a vuestra Señoría para que le instruyan de lo que
dicen sobre el estado de los insurgentes, llevando al mismo tiempo el que
los acompaña este oficio con las cartas, y que las mulas pasen de Yaguachi
a Naranjal con escolta de dos dragones para que sirvan al transporte de
los efectos de guerra y demás.
Aunque parece ser de fiar la persona de Santoya y su compañero que
es un hijo de esa ciudad, con todo, en la duda de si podrían o no venir con
pretexto a llevarse víveres y sales, he tomado esta medida de seguridad
con respecto a las personas remitiéndolas allí y que por otro lado nos sean
útiles las mulas.
Regresa Nicolás Sampértegui con el completo de los pertrechos de
guerra de que tengo a vuestra Señoría remitida relación.
Dios guarde a vuestra Señoría, muy atentamente,

Guayaquil, 14 de noviembre de 1811.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Carta de don Francisco Venegas, Virrey de México, a don Joaquín de


Molina y Zuleta, nombrado Presidente de Quito, en la que lamenta
no poder ofrecerle socorro alguno en las “escandalosas turbulen-
cias” de Quito, por tener que afrontar unas iguales en México.

Serie Gobierno, caja 66, expediente 6, 7 de febrero de 1811

Con igual aplauso al que he merecido a vuestra Señoría y a los habi-


tantes de ese Reino en el recibo de la noticia de mi arribo al mando de éste,
he celebrado yo la de que haya sido vuestra Señoría destinado a gobernar
a Quito en un tiempo en que sus escandalosas turbulencias exigen que las
serene un jefe de los conocimientos militares de vuestra Señoría y de sus
acreditados talentos.
Persuadido, por tanto, de que en los míos no puede hallar vuestra
Señoría el auxilio que me pide por un efecto de su modestia, quería cier-
tamente franquearle el del numerario que le obliga a solicitar la necesidad
y que no puede proporcionarle el señor Virrey del Perú, según me dice
vuestra Señoría en su carta de cuatro de diciembre último; pero siendo las
circunstancias en que me halla tanto o más apuradas que las de este jefe,
tengo el sentimiento de significar a vuestra Señoría que no me es posible
enviarle socorro alguno cuando no puedo ocurrir a los de la península por
lo exhausto que tienen a este erario, tanto la falta de ingresos como el
aumento de gastos que ha causado la insurrección comenzada en un rin-
cón despreciable del reino.
Aumentada esta en muy pocos días hasta el extremo de hallarse los
revoltosos en estado de acercarse a esta capital, de donde fueron rechaza-
dos con ignominia, así como se les ha ido desalojando de varias capitales
de provincia, según se instruirá vuestra Señoría por las gacetas adjuntas;
aún resta que aniquilar la principal gavilla, muy inerte ya de los rebeldes
y bandidos y que dispersar muchos trozos de ellos, fijos unos y vagantes
otros por diversos puntos, sin cuyas imprescindibles atenciones, no dude
vuestra Señoría que cooperaría al mejor éxito de las suyas del mismo lina-
je, en cuanto pendiere de mi arbitrio. Dios guarde a vuestra Señoría mu-
chos años. México 7 de febrero de 1811.

f. Francisco Venegas

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

Información y declaraciones de los testigos de la sublevación de


indios en Otavalo y Cotacache, en apoyo a los revolucionarios y con-
tra las tropas reales.

Serie Indígenas, Caja 161, EXP 17, Folios 9

En el Asiento de San Luis de Otavalo, en diez días del mes de diciem-


bre de 1812 años. Su Merced, el señor don José Jaramillo y Rivadeneira,
Teniente de Corregidor y Justicia Mayor de este dicho asiento por el Su-
perior Gobierno, dijo: que habiendo acaecido en este lugar una horrorosa
sublevación de indios el martes veinticuatro, con el destino de atacar las
tropas del ejército del Rey nuestro señor, don Fernando VII, que venían
reconquistando estas provincias rebeladas contra Su Majestad y sus legí-
timas autoridades; y después de haber pasado por este asiento, con la me-
jor lenidad, las referidas tropas, procediendo pérfidos, ingratos y desagra-
decidos a tan grande beneficio, fulminaron la tal sublevación de que re-
sultó matarlos a diez soldados el día jueves veinte y seis y luego salir al
camino a sorprender los soldados y armas que de auxilio pasaban al pue-
blo de San Antonio, el día domingo veintinueve del mes próximo pasado;
y por dar la debida satisfacción a la superioridad, a fin de no complicar en
tan grandes delitos a los inocentes, debía mandar y mandó formar este
auto cabeza de proceso, para que a su tenor, declaren los testigos que fue-
ren llamados por el Alguacil Mayor, sin excepción de ninguno y en el
entretanto se formalice esta sumaria, arréstense a los sospechosos, por ser
muy fácil apresar que libertar y para la seguridad de éstos, remítanse a la
villa de Ibarra, a disposición del señor Coronel don Juan de Sámano. Así
lo proveyó, mandó y firmó en el día de su fecha de que doy fe.

f. José Jaramillo y Rivadeneira f. Francisco de la Coba y Cárdenas,


Por mandado del señor Escribano Público
Justicia Mayor

1er testigo: En el Asiento de San Luis de Otavalo, en once días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced, el señor Justicia
Mayor, procediendo a la sumaria información, mandó comparecer a don
Francisco del Pozo, vecino de este dicho Asiento, de quien por ante mí el

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

presente Escribano le recibió juramento, que lo hizo por Dios nuestro se-
ñor y una señal de cruz y en toda forma de derecho bajo cuyo cargo pro-
metió decir verdad de todo lo que supiere y se le fuere preguntado y de
guardar secreto sin contar a nadie de lo que llevase declarado; y, siendo
examinado al tenor del Auto Cabeza de proceso, dijo: que el día martes que
se refiere en el Auto, vio el testigo con Agustín Pastrana, José Ocampo,
Miguel Paredes y un mozo llamado Pises, entraron a la casa de don Mi-
guel Jaramillo con el tumulto de Indios a efectos de sacar de ella algunos
morlacos de los que mataron alevosamente el día jueves veinte y seis; que
también le consta como de dicha casa sacó un indio una espada y se la
entregó al citado José Ocampo, que dicho día martes vio cómo una mulata
llamada Martha andaba en el tumulto apoyando y seduciendo a los indios
a efecto de que cometiesen el exceso acaecido y ha oído de pública voz y fa-
ma cómo la mujer de Manuel Suárez, indio y unas pelilianas y la mujer
del carcelero acompañaban el tumulto y esta última expresaba que mata-
sen al testigo, por haber éste hecho retirar a los indios dándoles noticia de
que habían triunfado las armas del Rey. Que de pública voz sabe, cómo
don Francisco Rodríguez, Cristóbal Torres y Marcos Alarcón, con don Jo-
sé Páez aprisionaron al sargento Abad y demás soldados que conducían al
señor Coronel el pliego del excelentísimo señor Presidente y que el citado
Páez lo llevó a entregar a los del Congreso que se hallaban en la villa de
Ibarra. Que también sabe, cómo Javier Pinto fue de Capitán apoyando y
seduciendo, ofreciendo dar de balazos a los mozos blancos si intentaban
apartarse de la frontera. Que también sabe que los que montaron a caballo
fueron José Pinto, José Ocampo, el hijo de Pedro Recalde, Manuel Vinueza
con otros y que dicho Vinueza parlaba en secreto alentando a las gentes a
que regresaren. Que sabe, cómo para que ejecutasen el hecho criminoso de
quitar las armas y aprisionar a la tropa que venía de auxilio, repartió un
barril de aguardiente el citado Javier Pinto a los insurgentes, que es cierto
cómo al señor Justicia Mayor y al presente Escribano, Francisco de la Co-
ba, les solicitaban para quitarles las vidas, por cuyo motivo estuvieron
ocultos y que esta protesta la hacían también contra don Miguel Jaramillo
por haber sido verdadero realista; que ésta es la verdad, en fuerza del jura-
mento que hecho tiene, en el que siéndole leída esta su declaración se afir-
mó y ratificó, expresando ser mayor de treinta años de edad y la firmó con
su merced de que doy fe.

f. Jaramillo f. Francisco del Pozo

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

2do. testigo: En el asiento de San Luis de Otavalo, en doce días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced, el señor Justicia
Mayor, mandó comparecer a don Manuel Dávila, vecino de este asiento,
a quien por ante mí el presente Escribano y asistencia de don Manuel
Escobar,
Curador nombrado, se recibió juramento que lo hizo por Dios nues-
tro Señor y una señal de cruz, según derecho, bajo cuyo cargo prometió
decir verdad de lo que supiere, y se le fuere preguntado, como también de
guardar secreto de lo que declarase y siendo examinado al tenor del Auto
Cabeza de Proceso, dijo: que el día martes veinticuatro del próximo pasa-
do le consta al testigo, cómo Ramón Rivadeneira se constituyó en la plaza
de este Asiento, expresando en voces altas, cómo la tropa de Quito había
avasallado a las del Rey y que les había tomado las armas y los iban con-
duciendo en calidad de presos a la Villa de Ibarra, pidiendo albricias de
este fingido acaecimiento, de cuya seducción resultó el criminoso motín y
prisión de los soldados morlacos que se habían quedado en este lugar por
enfermos.
Que vio el testigo cómo Miguel Paredes se llegaba al oído de Miguel
Pinto, hijo de Javier Pinto y que en secreto parlaban, que asimismo vio có-
mo montados a bestia acompañaban al tumulto José Ocampo con sable en
mano, Agustín Pastrana, con un palo en la mano y una mulata llamada
Martha, quien animaba a los indios para que entrasen a la casa de don
Miguel Jaramillo, para que aprisionasen a los soldados y que entre todos
andaba Juan Antonio Gallego con un fusil en la mano y Manuel Chávez
entrando a las casas de los realistas buscando armas y sacando caballos.
Que asimismo sabe cómo don Francisco Rodríguez fue uno de los que
fueron a quitar el pliego en unión de don Joaquín Vinueza y que condu-
jeron presos a esta cárcel al sargento y demás soldados que lo llevaban.
Que de voz común supo cómo los contenidos en unión de otros se levan-
taron con los indios a huir al alto de Cajas, prevenidos con todas armas
para atajar el auxilio que se mandaba de Quito al señor Coronel; que asi-
mismo supo por voz del doctor Castelo, cómo catorce indios fueron los
principales que cometieron el inhumano asesinato con los prisioneros de
guerra, sin darles lugar a ninguna prevención cristiana y que ésta es la

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

verdad en fuerza de juramento que hecho tiene, en el que siéndole leída


esta su declaración se afirmó y ratificó, expresando ser menor de veinti-
cinco años de edad y la firmó con su merced y el curador, de que doy fe.

f. Jaramillo f. Manuel Dávila f. Manuel Martínez de Escobar

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

3er testigo: Incontinenti, Su Merced el señor Justicia Mayor, conti-


nuando con la información preceptuada, hizo comparecer a don Joaquín
Rodríguez, vecino de éste asiento, a quien por ante mí el presente Escri-
bano le recibió juramento que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal
de Cruz, a cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y se le fuere
preguntado, como también de guardar secreto la presente declaración y
sus incidentes; y siendo examinado al tenor del Auto Cabeza de Proceso,
inteligenciado, dijo: que con ocasión de que el testigo fue conminado por
Javier Pinto, no sólo a él, sino a muchos, se fue la víspera del ataque a San
Antonio, dice a sus cabeceras, pero con el destino de no entrar en guerra,
para lo que no llevó arma ninguna y sólo fue por complacer a Pinto, que
dijo que tenía lista de los que no querían auxiliar el ataque para dar cuen-
ta al Congreso de Quito que se hallaba en Ibarra y porque también le cau-
só curiosidad de escuchar el referido ataque. Que estando viniendo de Iba-
rra el declarante por haber pasado ese mismo día, entre José Zurita, José
Alemán, Joaquín y Manuel Vinueza y otros más que también fueron se-
ducidos por Pinto, encontraron a éste y Mariano Guerra con otros veci-
nos de Cotacache, que lo fueron: don José Andrade, Mariano Espinosa
(alias Pandorga), don Juan Albuja, muchos que serían como cien españo-
les y como mil indios y el dicho Pinto, les expresó al testigo y sus compa-
ñeros que él había recopilado ese grueso de gente y que el referido testigo
y demás personas eran unos cobardes, que nada habían hecho. Que don
Mariano Paredes y Palacios que traía orden del Congreso para recoger
todas las gentes de Otavalo y llevar para que se incorporasen con las tro-
pas de Quito. Que sabe de oído de cómo apresaron a los ocho hombres que
conducían el pliego dirigido del Excelentísimo señor Presidente al señor
Coronel y fueron: Marcos Alarcón, don Francisco Rodríguez, los mayor-
domos de Pinsaquí, Mariano (alias el Catico), otro mozo, Oso, en junta

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

de los indios de Pinsaquí, demás mozos del sitio de San Roque; que sabe
de cómo fueron a quitar las armas en el alto de Cajas a las tropas del Rey,
las siguientes personas: Javier Pinto, llevando aguardiente, Manuel Vi-
nueza, Joaquín Vinueza, su negro, quien volvió a este lugar a reanimar a
las gentes, para que se engrosase el tumulto de hombres, pero no le siguie-
ron. Que sabe cómo el día de las muertes hacían de capitanes: José Melo,
el que más apoyaba para que los mataran, una mulata Martha y una india
Manuela Churubingo. Que sabe que los indios les buscaban para matar a
don Miguel Jaramillo y al señor Justicia Mayor. Esto dijo ser verdad, bajo
el juramento que hecho tiene, en el que se afirmó y ratificó después de
leída ésta su declaración, expresando ser de edad de treinta años y la fir-
mó, con Su Merced de que doy fe.

f. Jaramillo f. Joaquín Rodríguez

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

4to. testigo: Incontinenti, Su Merced el señor Justicia Mayor, mandó


comparecer a José Gómez, vecino de éste asiento, de quien su Merced y
por ante mí el presente Escribano, le recibió juramento que lo hizo por
Dios nuestro Señor y una señal de Cruz, según derecho, bajo cuyo car-
go prometió decir verdad de lo que supiere y fuese preguntado, como tam-
bién de guardar secreto de lo que declarare y siendo examinado al tenor
del Auto Cabeza de Proceso, inteligenciado, dijo: que con ocasión de que
don Mariano Paredes y Palacios anduviese convidando a los mozos blan-
cos para que auxiliase a las tropas quiteñas, expresando que había traído
un orden del Congreso en que mandaba que se vayan toda clase de perso-
nas al ataque contra las tropas del Rey, so pena de que se les conocerán
por traidores y se les embargarán las casas; se fueron José Ocampo, Ti-
burcio Acosta, Pedro Recalde, dice, el hijo de éste que le llaman el gordo,
y no aquel, Antonio Cisneros y otros muchos blancos e indios. Que vio
que la mulata Martha capitaneaba el tumulto de indios apoyando que ma-
tasen a los soldados que quedaron enfermos; y que oyó que también ejer-
cía las mismas funciones la india Manuela Churubingo, que sabe de cómo
sorprendieron en Pinsaquí a los soldados que conducían el pliego del
Excelentísimo Señor Presidente, al señor Coronel, la gente de aquella ha-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

cienda, en junta de sus mayordomos, Marcos Alarcón, don Francisco Ro-


dríguez y un mozo casado con una mujer que le llaman Osa y aquel por
mal nombre le dicen Cusnico, quien había quitado una silla y un sable.
Que sabe que condujo el pliego a Ibarra José Ocampo y don José Páez, del
sitio donde apresaron a los referidos soldados. Que el día de las muertes
lo sacó a dichos presos don Francisco Rodríguez y estando caminando
llamó José Melo a un indio del sitio de Pinyaro, en su nombre y le acon-
sejó con estas palabras en su idioma: a los presos han de quitar en el cami-
no y para evitar esto convóquense entre todos y mátenlos por abajo y
habiendo oído el indio congregó las gentes y verificaron las muertes. Que
sabe que cómo Javier Pinto había ido llevando dos barriles de aguardien-
te, iba capitaneando a muchos mozos blancos hacia la frontera de las tro-
pas auxiliares que venían conduciendo los pertrechos y armas; de los mo-
zos ignora quienes fueron y que llevaba el referido a muchos indios. Que
le consta al testigo de cómo Manuel Mosquera repartió aguardiente a los
indios de orden de Pinto. Que esta es la verdad bajo el juramento que
hecho tiene, en el que después de leída ésta su declaración se afirmó y rati-
ficó, expresando ser mayor de treinta años y la firmó con Su Merced, de
que doy fe.

f. Jaramillo f. José Gómez

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

5to. testigo: En el asiento de San Luis de Otavalo, en tres días del mes
de diciembre de mil ochocientos doce años. Su Merced el señor Justicia
Mayor, continuando con la información, mandó comparecer a don Ma-
nuel Egas, vecino de este asiento de quien y por ante mí, le recibió jura-
mento que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de Cruz, según de-
recho, a cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supiere y fuese pre-
guntado y siendo examinado al tenor del auto cabeza de proceso, con asis-
tencia de don Manuel Escobar, curador nombrado, dice: que el día mar-
tes veinticuatro del pasado, que sucedió la sublevación, se halló el testigo
en este lugar y vio que habían apresado a los soldados del Rey y que anda-
ban entre los indios Manuel y Joaquín Vinueza, Miguel Paredes, don
Francisco Rodríguez y otros montados a caballo, con José Melo. Que tam-

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

bién supo cómo dicho don Francisco Rodríguez, Marcos Alarcón, con su
gente india y otros, fueron a quitar el pliego que se dirigía de Quito, al
señor Coronel y que éstos condujeron presos a esta cárcel al Sargento y
demás compañeros. Que asimismo sabe, cómo el citado José Melo anduvo
seduciendo a los indios a fin de que matasen a dichos soldados y que la
mujer de Manuel Suárez, en junta de una india llamada Clara, mujer de
Vicente Morales andaban capitaneando a los indios tumultuarios, man-
dándoles que prendiesen fuego a la casa de don Miguel Jaramillo, donde
se hallaron los morlacos. Que vio como acometieron al oficio público del
presente escribano, expresando que había adentro armas y munición de
las tropas del Rey. Que le consta cómo Javier Pinto, José Pinto, José
Ocampo, Manuel Recalde, el negro de dichos Vinueza, con el citado Ma-
nuel Vinueza y su hermano José, montaron a caballo con otros más, lla-
mados a sorprender el auxilio que transitaba de Quito para las tropas del
Rey. Que el prenotado Javier Pinto, capitaneaba a toda la gente tumul-
tuaria y que repartió a los indios con barril de aguardiente, expresando
que luego que quitasen las armas a dicho auxilio, había de regresar a este
asiento a quitar la vida a las personas leales que no quisieron acompañar-
le. Que asimismo supo, cómo Ramón Rivadeneira, el Cosnico, había dicho
a los indios que matasen a los prisioneros. Que también supo, cómo Pedro
Alarcón se había hallado en el ataque de San Antonio y que Gregorio
Pises, yerno de la Crucita, asistió en dicho ataque y se metió hasta aden-
tro de la plaza de San Antonio, donde se escapó de que le quitasen la vida
las tropas del Rey. Que un mozo llamado Banco, entenado de Juan Antonio Gallegos,
expresó que venía quitando una bayoneta a un morlaco en el ataque manifestando
una corta herida, que traía en el brazo. Que don José Páez y Cristóbal Torres fueron
llevando el pliego que quitaron a los conductores para entregarlo a los del Congreso
que se hallaban en Ibarra. Que esta es la verdad a cargo del juramento que hecho
tiene, en el que siéndole leída ésta su declaración, se afirmó y ratificó, expresando ser
de veintidós años de edad y lo firmó con Su Merced y el curador, de que doy fe.

f. Jaramillo f. Manuel Egas f. Manuel Martínez de Escobar

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

6to. testigo: Incontinenti, Su Merced, el señor Justicia Mayor, conti-


nuando con la información, mandó comparecer a don Mariano García,

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

vecino de este asiento, a quien por ante mí el presente Escribano, le reci-


bió juramento que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de Cruz,
en toda forma de derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad de lo que
supiere y fuere preguntado y siendo examinado al tenor del Auto Cabeza
de Proceso, dijo: que viniendo por el camino de Agato se encontró con don
Francisco Rodríguez, quien le contó al testigo las muertes que habían ha-
bido en este dicho asiento, expresándole cómo el sacó de la cárcel a los pri-
sioneros del Rey, con ánimo de trasladarlos a la villa de Ibarra y entregar-
los a disposición del Congreso, que se halla en dicha villa. Que para sa-
carlos había dicho: ahora es preciso sacar a estos para que los maten, pero
que el no tuvo tal intención. Que le consta, cómo Javier Pinto, su hijo
José, José Ocampo, Joaquín y Manuel Vinueza, Miguel Paredes, Manuel
Mosquera, Pedro Alarcón y otros muchos que no tiene presente, fueron
armados a caballo, en misión de los indios a quitar las armas a los que tra-
ían el auxilio de Quito y conducirlos prisioneros a éste asiento. Que vio
el testigo que para alentarlos a cometer el delito, dicho Javier Pinto, repar-
tió un barril de aguardiente a los tumultuarios, quien le expresó al testi-
go que dejaba a Mariano Guerra con su gente en el pueblo de San Pablo
a que ayudase a la facción el día sábado anterior. Que el citado Guerra,
prometió en la plaza de Cotacache regarle las tripas al testigo, luego que
perdiese la acción en Ibarra la tropa del Rey, por contrario a la Patria.
Que José Torres, concuñado del citado Guerra anduvo expresando cómo
los morlacos se hallaban desertando de treinta en treinta, por lo cual tení-
an segura la victoria; y, que ésta es la verdad, bajo el juramento que hecho
lleva en el que siéndole leída ésta su declaración, se afirmó y ratificó,
expresando ser mayor de cuarenta años de edad y lo firmó con Su Merced,
de que doy fe.

f. Jaramillo f. Mariano García

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

7mo. testigo: Incontinenti, para la información preceptuada, Su Mer-


ced, el señor Justicia Mayor, mandó comparecer a don Gaspar Portilla,
vecino de este asiento, a quien por ante mí el presente Escribano, le reci-
bió juramento que lo hizo por Dios nuestro Señor y una señal de Cruz,

134
QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

según derecho, bajo cuyo cargo prometió decir verdad de lo que supie-
re y se le fuere preguntado y siendo examinado al tenor del Auto Cabeza
de Proceso, dijo: que sabe cómo Marcos Alarcón, don Francisco Rodrí-
guez y otra fueron a sorprender a los soldados que conducían de Quito el
pliego al señor Coronel y que los trajeron presos a esta cárcel. Que le
consta, por haberlo visto, cómo Javier Pinto, su hijo José, José Ocampo,
Manuel y Joaquín Vinueza, el negro esclavo de éstos, José de la Torre y
su hijo, Manuel Chávez, Miguel Paredes y otros muchos fueron armados
al alto de Cajas, a quitar las armas a las tropas de auxilio que venían de
Quito. Que para alentar a las gentes le consta, cómo Javier Pinto, su hijo
José y Manuel Mosquera, repartieron un barril de aguardiente y que tam-
bién vio una esquela escrita por don Francisco Calderón a los contenidos,
Javier Pinto, Manuel Vinueza y José Ocampo, en que les mandaba suble-
vasen contra dicho auxilio a los indios y caciques y que con doscientos de
ellos, mandar Pinto, ganados para Ibarra. Que luego que recibieron ésta
orden profirió dicho Ocampo, que tenía pena de la vida, la persona que no
concurriere a quitar los pertrechos. Que también oyó a un José Delgado,
pastuso, que profería cómo estaban en lista los traidores que se habían
hecho con los morlacos. Y que esta es la verdad en fuerza del juramento
que hecho tiene, en el que siéndole leída esta su declaración, se afirmó y
ratificó, expresando ser de cuarenta y cuatro años de edad y lo firmó con
Su Merced, de que doy fe.

f. Jaramillo f. Gaspar Portilla

Ante mí, f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Escribano Público

En el pueblo de Cotacachi, jurisdicción del Asiento de San Luis de Ota-


valo, en dieciseis días del mes de diciembre de mil ochocientos doce años,
el señor don José Jaramillo y Rivadeneira, Teniente de Corregidor y Jus-
ticia Mayor del asiento de Otavalo y su jurisdicción, por el Superior Go-
bierno y legítimas autoridades, establecidas por el Rey, nuestro señor don
Fernando Séptimo, que Dios guíe, dijo: que para dar satisfacción comple-
ta a la superioridad y no confundir a los inocentes con los culpados en el
gran delito de rebelión contra las tropas del Rey, el día martes veinticua-
tro, jueves veintiséis y domingo veintinueve del mes de noviembre próxi-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

mo pasado, con que procuraron atacar, como pusieron en práctica ponién-


dose al frente en San Antonio, quitando las vidas a los diez soldados en
Otavalo y saliendo al camino de San Pablo a invadir el auxilio, procedien-
do con la mayor felonía, sin corresponder al beneficio de las tropas que se
manejaron en su transporte, con la mejor lenidad debía mandar y mandó
que don José Dávila Teniente Pedáneo del pueblo de Cotacachi, elegido
por legítima autoridad, proceda a una prolija averiguación con el mejor
silencio y prudencia que requiere el caso sobre quienes eran los seducto-
res y principales cabezas de motín, así españoles como indios, e informe
haberse hurgado sobre este particular, con todo lo demás que hubiere
pasado por su vista, y hecho remita original para los efectos que conven-
gan. Así lo proveyó, mandó y firmó, de que doy fe.

f. José Jaramillo y Rivadeneira f. Francisco de la Coba y Cárdenas


Por mandado del Señor Escribano Público
Justicia Mayor

Yo, don José Dávila, Teniente del pueblo de Cotacache, jurisdicción de


Otavalo, en cumplimiento de lo mandado por el Auto que antecede, infor-
mo a los señores y demás personas que el presente vieren, de cómo hice
presenciar ante mí a muchos sujetos, así indios, como blancos, quienes
dijeron que habiendo sido los motores principales y acérrimos enemigos
de las tropas del Rey; Javier Pinto, Mariano Guerra y don Julián An-
drade, quienes tenían comunicación por continuados expresos, con don
Joaquín Mancheno, don Francisco Calderón y demás mandones que se
hallaban en la villa de Ibarra; a penas tenían comunicación cuando levan-
taban la voz con un despotismo inexplicable y haciéndose unos coman-
dantes de mucho entusiasmo, seduciendo las gentes con expresiones de
que las tropas de Quito se hallaban triunfantes y que los morlacos (ha-
blando de las de Rey) estaban sitiadas; que la acción no estaba sólo por
parte del quiteño, sino ya la tenían ganada; y, con éstas seducciones
públicas pusieron en grande fermento a todo el pueblo, mandar pena de
la vida, de incendio de casas y embargo de bienes a las personas que no
asistiesen en el ataque, aunque no peleando, siquiera para hacer bulto; y
esta es la razón a que se fueron toda clase de hombres, exceptuando niños
e inútiles por temor de ser alistados en el odio del quiteño y porque los tres
arriba referidos comandantes no sólo amenazaban con las penas impues-

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

tas, sino que ofrecían quitar la vida de los resistentes. Todo esto pasó aún
por mi propia vista y sentidos naturales. Es cuanto puedo informar y en
lo necesario me remito. Cotacache, diciembre 17 de 1812.

f. José Dávila

Otavalo, diciembre 17 de 1812

Considerándose en forma probante, concluso el sumario; Autos pasar a


proveer en justicia.

f. José Jaramillo y Rivadeneira


Por mandado del Señor Justicia Mayor
Ante mí f. Francisco de la Coba y Cárdenas
Escribano Público

Vistos, resultado ser culpados motores principales en los delitos de nueva


rebelión y perfidia a las tropas del Rey, formando sublevación y cabezas
de motín, de cuyos hechos resultaron los excesos criminales en los días
martes veinticuatro, jueves veintiséis y domingo veintinueve del mes de
noviembre último, por los seductores Mariano Guerra, Javier Pinto,
Agustín Pastrana, José Ocampo, Miguel Paredes, Manuel y Joaquín Vi-
nueza, don Julián Andrade, José Melo, don Mariano Paredes y Palacios,
una mulata Martha, la mujer del indio Suárez, llamada Manuela Churu-
bingo, Margarita Pingucha, mujer del carcelero, don Francisco Rodrí-
guez, Marcos Alarcón, don José Páez, José Pinto, Pedro Recalde, Manuel
Recalde, Ramón Rivadeneira, Juan Antonio Gallego, Manuel Chávez,
don Juan Albuja, don José Andrade, Mariano Espinosa (el pandorga) los
mayordomos de Pinsaquí, Mariano González (el Catico), el negro esclavo
de Vinueza, Antonio Cisneros, Manuel Mosquera, una india Clara, mu-
jer de Vicente Morales, José Vinueza, José Delgado, Gregorio Pices, José
Zurita, Rosa y Dolores, pelilianas, Pablo Alarcón y el Cusnico Oso;
arréstense sus personas por Su Merced, el Alguacil Mayor y presente Es-
cribano y demás Ministros de Justicia; embárguense todos y cualquiera
bienes que tuviesen. Remítanse oficios a los Tenientes del Distrito con
inserción de este Auto para que los sorprendan a los que transitasen por

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ellos o estuvieren ocultos y lo harán con el mejor silencio y prudencia que


requiere el caso, a fin de evitar la fuga y que estos reos no queden impu-
nes. Así lo proveyó, mandó y firmó…

Hay una rúbrica

Señor Corregidor, doña Manuela Monrroy, mujer legítima y con junta


persona de don Juan Cotacache Gualchanvango, cacique principal del
pueblo de Cotacache de esta jurisdicción, ausente, por cuyo derecho y el
mío, con el mayor rendimiento parezco ante usted y digo: que dicho mi
marido estuvo ejerciendo el empleo de gobernador de dicho pueblo, por
título conferido por su Señoría, el señor don Luis Muñoz de Guzmán,
presidente que fue de la provincia de Quito; cuyo título lo manifiesto para
que visto por usted se me devuelva. El dicho mi marido se ausentó del
pueblo cuando entraron a él los soldados de el Real de Lima, temeroso de
recibir algún vejamen o maltrato, por las noticias que corrían de sus ope-
raciones y no por otra causa; porque aún se tuvo varios oficios de parte de
don Francisco Calderón que hacía de comandante en la revolución que
sabe usted; el dicho mi marido procuraba excusarse temeroso de cuales-
quiera, acaso que pudiera haber resultado. Últimamente cuando pasaron
las reales tropas para el pueblo de Atuntaqui y San Antonio, tuvo nuevo
oficio con una rigurosa amenaza de que si no venía con toda la gente, le
había de quitar la vida y convertir en cenizas la pobre casa de nuestra tris-
te habitación; en este conflicto que parecía que se verificaba este orden
riguroso, hizo presente a los demás curacas y mandones para que resol-
viesen lo que podían hacer; y sin embargo de la mayor pena, tuvieron a
bien ir a aparecer sin llevar ninguna arma, porque nadie la tenía, mas mi
marido lejos de acompañarlos, se huyó junto conmigo para el cerro, lle-
vando los cortos muebles y abandonando la casa recelando se verificase el
orden del caballero Calderón, con que a todos les tuvo atemorizados. Lue-
go que regresaron las tropas a dicho pueblo, se difundió una voz en que
se decía que el caballero don Juan Sámano quería castigar a todos los in-
dios por la ida que hicieron a San Antonio; y aunque mi marido no se fue
como dejó dicho se ocultó lleno de temor, de aquí resultó que por no haber
parecido y de pedimento del reverendo padre cura el que se nombrase de
gobernador a don Antonio Cotacache. Mi marido no ha cometido más
delito que el de no haber parecido y no siendo justo el que sin más causa

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QUITO L U Z D E AM E R I C A, 1 0 D E AGO STO DE 1809

se le quite el empleo que lo ha obtenido con título en forma, suplico ren-


didamente al justificado ánimo de usted que para reponerlo se digne man-
dar se reciba información de testigos, que juramentadamente declaren
acerca de esta verdad y de que antes bien ha sido pronto en el real servi-
cio que se ha manejado sin dar nota de su persona, cumpliendo con las
obligaciones de su ministerio, sometiendo su recepción al teniente del par-
tido o a la persona que fuere del agrado de usted para dicho efecto por no
tener comodidad de traer los testigos a este asiento.
Que desde luego en mandarlo así recibiré merced con justicia, de la
que usted administra distributiva de ella mediante y haciendo el pedimen-
to más útil y necesario. A usted, pido y suplico, así lo provea y mande en
todo como solicito en justicia que imploro con el juramento necesario en
derecho.

f. doña Manuela Monrroy

Otavalo, septiembre 13 de 1813.- Respecto a que el señor Brigadier, don


Juan Sámano decretó la deposición del oficio de gobernador que obtenía el
cacique don Juan Cotacache Gualchanvango, nombrando en su lugar al
que actualmente lo ejerce: ocurra esta parte a representar su derecho en el
Superior Gobierno y Capitanía General de Quito, donde se le providen-
ciará lo conveniente.- f. Maldonado. Ante mí Coba.- Excelentísimo se-
ñor: El Defensor de Naturales por la protección de don Juan Cotacache
Gualchanvango, cacique principal del pueblo de Cotacache, en la jurisdic-
ción del asiento de Otavalo, dice: Que este, informa, estuvo ejerciendo el
empleo de Gobernador en dicho pueblo, por título conferido por el señor
Presidente don Luis Muñoz de Guzmán, hasta el ingreso de las tropas
reales y del Comandante don Juan Sámano en aquel lugar; que movido de
temor por las voces que se habían difundido, de que venían ejecutando los
mayores excesos de tiranía y que el expresado comandante quería castigar
a todos los indios, se retiró con su familia, sin embargo de que no había
concurrido a ningún acto de resistencia, aún habiendo recibido estrictas
órdenes para ello por don Francisco Calderón, que hacía de comandante
de las tropas de esta ciudad; que finalmente por sólo no haber compareci-
do en el pueblo, procedió el referido don Juan Sámano, a nombrar de
Gobernador en su lugar a don Antonio Cotacache, que actualmente ejer-
ce este empleo. Para acreditar la verdad de estos hechos, su conducta, fide-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

lidad en el servicio y solicitar su reposición, pidió ante aquel Corregidor


se le reciba información de testigos y se ha mandado ocurrir a la superio-
ridad de vuestra Excelencia como se acredita por el adjunto memorial y
su proveído que del mismo modo presenta. Por lo cual y siendo contra
derecho el que a este cacique se le hubiera privado del empleo, sin oírle, ni
convencerle de algún delito, porque merezca la deposición, suplica a vues-
tra Excelencia se digne mandar se le reponga en él, con los mismos hono-
res y privilegios expresados en el título presentado, por ser de justicia que
solicita. Quito y septiembre 28 de 1813.

Título de Gobernador otorgado a don Antonio Cotacache

Don Juan de Sámano, coronel de los reales ejércitos y comandante de las


tropas de operación en esta provincia dice: Por cuanto se halla el pueblo
de Cotacache, jurisdicción del asiento de San Luis de Otavalo, sin gober-
nador de Indios, por haberse ausentado el que había y resultar complica-
do en la seducción de los tumultos que se dirigieron contra el ejército del
Rey cuando se hallaba en el pueblo de San Antonio en clase de auxiliado-
res de los insurgentes; debía de nombrar y nombro por tal Gobernador de
aquel pueblo al cacique don Antonio Cotacache, por concurrir en las con-
diciones necesarias de aptitud, entereza y formalidad para este ministerio;
quien aceptando y jurando conforme a derecho se le ponga inmediatamen-
te en posesión del enunciado gobierno, reconociéndolo por tal todos los
vecinos del pueblo, así españoles como indios y le guardarán todas las
excepciones, prerrogativas y privilegios que como a tal gobernador le
competen; que es dado en este pueblo de Cotacache a once días del mes de
enero de mil ochocientos trece años.-

f. Juan de Sámano.

140
ARTÍCULOS
Y
ENSAYOS
.
CRISTOBAL DE GANGOTENA Y JIJON
SU HUELLA EN LA HISTORIA*

Carlos Freile

Cuando el Ecuador acababa de salir de la nefasta dictadura del


general Ignacio de Veintemilla, liberal y vividor, nacía en Quito Cristóbal
de Gangotena y Jijón, vástago de una familia que ha marcado huellas en
la historia de la Patria. Uno de sus antepasados directos apoyó con tena-
cidad el proyecto de camino de Ibarra a Esmeraldas propuesto por el
obispo de Quito José Pérez Calama, otros introdujeron nuevas técnicas
para los telares y el consumo de la quina, alguno participó en la Inde-
pendencia y varios en importantes destinos políticos en la República, un
tío tatarabuelo incursionó en diferentes ámbitos en bien de su tierra nati-
va: industrias, loterías, minas, comercio. Su hermano mayor fue un em-
presario de modernas visiones y llegó a exportar leche en polvo a Suiza.
Su familia, movida por la caridad cristiana, se distinguió por las obras en
beneficio de los más pobres y desamparados, su madre, por ejemplo,
fundó la Asociación de Señoras de la Caridad, la que, bajo su dirección,
edificó un colegio modernísimo para la enseñanza de labores a chicas
de escasos recursos. Este instituto, sito en la Recoleta, fue prestado al go-
bierno de Eloy Alfaro para la Exposición del Centenario del 10 de
Agosto de 1809 pero nunca fue devuelto y pasó con el tiempo al
Ministerio de Defensa. Este hecho y otros abusos del alfarato movieron
a Gangotena a nutrir desconfianza y distanciamiento por Alfaro, sen-
timientos que se agravaron con la guerra civil de 1911 nacida a raíz del
intento de perpetuarse en el poder contra la voluntad mayoritaria del
país, causa, además de muchas muertes innecesarias y prematuras.
Realizó sus estudios en Quito y en París, allí le fue conferido el
Diploma Superior en el Instituto Comercial de París el 12 de julio de
1905, en ellos bebió una profunda y sincera admiración por el huma-
nismo, por las letras clásicas y modernas, llegó a dominar el latín de tal
manera que tradujo con soltura varias poesías virgilianas y horacianas,

* Discurso en el acto e develamiento del retrato al oleo de don Cristóbal de Gangotena, realiza-
do el 19/VI/2008

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

así como algunos salmos. Conocía el francés a la perfección y solía


usarlo con elegante mordacidad para retratar a los mediocres y envi-
diosos ya en tertulias, ya en su correspondencia.
El 28 de junio de 1913 contrajo matrimonio con su pariente Ro-
sa Noboa Caamaño, hermana del famoso poeta Ernesto, Gangotena
llevó siempre la espina de una constante enfermedad de su esposa a
cuya curación dedicó permanentes e inútiles desvelos. Los Noboa Caa-
maño habían regresado poco antes de Lima, ciudad en la que se refu-
giaron de la persecución promovida por Alfaro a todos los parientes
del presidente Caamaño, en cuya consecuencia perdieron casi todos
sus bienes, pues otros se habían destruido en el “incendio grande” de
1896 por lo cual sufrían serias estrecheces económicas.
A lo largo de su vida sirvió a su Patria y se ganó el honesto sus-
tento en diversos destinos, el primero de ellos fue el de Secretario del
Senado, bajo la Presidencia de Carlos Freile Zaldumbide (1909-1911),
luego partió a Europa como Cónsul en Valencia, España, el placet real
lo firmó Alfonso XIII el 27 de junio de 1917, pretendió el mismo cargo
en Saint Nazaire, pero el Gobierno no se lo concedió por la pobreza del
fisco nacional, a su regreso se le encargó la clasificación de los fondos
documentales de la Corte Suprema de Justicia (1919), actividad cum-
plida ad honorem. Más tarde ocupó el crucial cargo de Director de la Bi-
blioteca Nacional mediante nombramiento firmado por Homero Viteri
Lafronte el 29 de enero de 1926. El Ministerio de Relaciones Exteriores
contó con sus servicios como Director de Fronteras, cargo al que le lle-
vó su amigo Carlos Manuel Larrea el 31 de agosto de 1937, también fue
Subsecretario, Director de Protocolo, así como Encargado de Negocios
en Bogotá, Ministro en Guatemala y Embajador en Misión Especial en
República Dominicana. Al dejar el Ministerio pasó a desempeñarse
como Jefe del Registro Civil de Quito.
A lo largo de su vida siempre fue requerido por autoridades y
personas particulares para resolver enigmas históricos o para asesorar
en asuntos variadísimos, desde la reforma del escudo de la Univer-
sidad Central hasta la reparación de la Capilla de la Virgen del Rosario
en la Iglesia de Santo Domingo.
Con el paso de los años le aquejaron varias dolencias, sobre to-
do enfermedades gripales contínuas y problemas circulatorios que le
llevaron a la tumba el 18 de enero de 1954, después de larga y dolorosa
agonía, con la consternación de los ambientes culturales de Quito y del
Ecuador entero.

144
CR I S TO B A L D E G AN G OT E N A Y J I J O N

Su gusto por los recovecos del pasado, sobre todo quiteño, le


llevó a pergeñar una serie afortunada de leyendas de pícaros, frailes y
caballeros, como subtituló a su conocido libro, la primera de ellas apare-
cida en la Ilustración ecuatoriana, revista de honda huella en el quehac-
er cultural ecuatoriano y que Gangotena dirigió por un par de números.
Entre sus obras podemos enumerar: Monografía de la Provincia de
Pichincha (1922), Documentos referentes a la batalla de Ibarra (1923), Al
margen de la historia (1924), Documentos sobre la familia Icaza (1924),
Ensayo de una iconografia del Gran Mariscal de Ayacucho (1924), La
Casa de Borja (1932), Documentos sobre la familia Maldonado.
Sus ejecutorias como historiador movieron a que fuera Indivi-
duo de Número Fundador de nuestra Academia Nacional de Historia
como lo atestigua el diploma firmado por Mons. Federico González
Suárez el 8 de diciembre de 1910, a ella sirvió con entera dedicación en
calidad de Secretario (1921) y Subdirector (1939), también fue elegido
Correspondiente de la Real Española de la Historia, de la Colombiana,
de las de Panamá, Venezuela, Chile y Argentina, del Instituto de His-
toria del Perú, de la Sociedad Geográfica de Lima, y de la de Lisboa, del
Centro Chileno de Investigaciones Genealógicas, fue también uno de
los miembros fundadores de la benemérita Casa de la Cultura Ecua-
toriana.
Una de las labores más significativas de Gangotena, incom-
prendida por una corriente historiográfica difícil de entender, fue la
publicación de documentos para la mejor comprensión de nuestra his-
toria, ya sea en el Boletín de la Academia Nacional de Historia ya en el
Boletín de la Biblioteca Nacional y en otras revistas, cuya importancia
no es preciso recalcar. Publicó pequeños pero iluminadores estudios o
informes, de todos ellos solo menciono los documentos sobre Eugenio
Espejo y la descendencia de Atahualpa así como un estudio sobre el
prócer Villavicencio, fusilado en Buga, merecedor de medalla de oro en
un concurso organizado por el Gobierno de Colombia, cito solo estos
trabajos por su trascendencia al referirse a personajes señeros de nues-
tra historia nacional.
En su tiempo los trabajos genealógicos de Gangotena se consti-
tuyeron en las puntas de lanza de este tipo de estudios en nuestro me-
dio. Solamente quien ha permanecido horas y horas en los archivos sa-
be cuánto cuesta conseguir datos para una investigación, lógicamente
no me refiero a quienes han ejercido el oficio de grabadoras y copiado-

145
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ras para vestirse con plumas de otras aves. Gangotena tuvo que afron-
tar la dispersión de documentos, el descuido y desorden con que se los
guardaba, la ignorancia de las gentes y el quemeimportismo de ciertas
autoridades, amén de las dificultades propias de todo pionero. Debido
a ello dejó de publicar sus trabajos por lo que sus amigos le insistían en
que retome el camino iniciado, como por ejemplo Gonzalo Zaldumbide,
a quien le escribía en 1939: “En cuanto a volver a escribir, ¿para qué? …
la crítica, cobarde e interesada, que mal me quiere, proclamaría mi
decrepitud”.
Cristóbal de Gangotena puede o debe ser visto como la encar-
nación del barroquismo ecuatoriano, sobre todo quiteño, negado por
algunos pero para un servidor claro como la luz del sol: allí está ese
gusto por el trabajo manual en artesanías propias del barroco como el
dorar con pan de oro, la elaboración de complicados marcos, la imagi-
nería, el tallado de madera de columnas salomónicas y otros elementos
decorativos. Su talante y vestimenta, su capa española y su sentirse
siempre en otra parte, como decía el poeta, configuran una esencia ba-
rroca, tradicional. De allí el gusto por la leyenda elaborada y las conse-
jas contadas a la luz de los candiles. De allí su distanciamiento de los
bienes de este mundo, con una suerte de misticismo castellano acepta-
do a veces y a veces negado en búsqueda del color, de la forma, del so-
nido placenteros. Pero al mismo tiempo su indiscutible tendencia a la
bohemia, a buscar distracciones y encontrar enredos a la sombra de los
aleros quiteños.
Su cuñado, Ernesto Noboa Caamaño, le dedicó una poesía con
las siguientes palabras: “A don Cristóbal de Gangotena y Jijón, que
vive de amor de América y de pasión de España”, veo en esta dedica-
toria otro aspecto del barroquismo de nuestro personaje: el alma barro-
ca siempre se sintió dividida e interpelada por realidades disímiles, co-
mo la acabo de señalar. Veo en Gangotena el mismo desgarramiento
que en el padre Juan de Velasco, nacido en esta América, pero con pro-
fundas vinculaciones con España. Esta pasión de España en Gangotena
no era ni acrítica ni servil, basta leer algunos fragmentos de su Al mar-
gen de la Historia para comprobarlo, pues en ellos paga tributo a las
leyendas antiespañolas tan caras al mundo anglosajón que hoy día la
investigación desapasionada ha puesto en su justo lugar. Sin embargo,
la pasión de España fue también elemento constitutivo del pensamien-
to de varios intelectuales hispanoamericanos en reacción contra el ma-

146
CR I S TO B A L D E G AN G OT E N A Y J I J O N

terialismo y la bajeza de ciertas formas de vida que se imponían por


diferentes medios. En esa dirección me atrevo a aplicar a Gangotena
algunos de los versos que su común amigo Arturo Borja dedicó a
Ernesto Noboa en su Epístola:
Hermano – poeta, esta vida de Quito,
estúpida y modesta, está hoy insoportable
con su militarismo idiota e inaguantable.
¿Cómo podía un espíritu selecto, educado en el humanismo y
en la admiración del arte, en la veneración de las formas y en la pro-
fundización de los ideales, como podía, me pregunto, aceptar sin rebe-
larse la presencia grosera e ignara de los montoneros con su quema de
libros y de documentos, con su ocupación violenta de escuelas, cole-
gios y conventos? ¿Cómo habría podido no pedir castigo para quienes
habían ensangrentado a la Patria y la habían mancillado con destierros,
con torturas, con confiscaciones, con asesinatos?
Se le ha criticado acervamente por haber dedicado sus desve-
los tan solo a la clase dominante, se me antoja que es como echarle en
cara el haber nacido en 1884 y en Quito y no en 1934 y en Moscú. Lo
paradójico de estos dardos es que suelen venir de individuos que se
desviven por entrar en casas grandes y hablar de tú a tú con quienes
llevan esos apellidos que aparentemente desprecian.
Los mismos que critican a Gangotena sus tendencias aristocra-
tizantes en sus estudios o sacan a luz sus errores se callan sobre su pu-
blicación de una bula falsa en su obra sobre los Borja, y no informan
que la bula es espuria, inventada mucho tiempo después de muertos
los protagonistas, aunque Gangotena no conociera que se trataba de un
documento falsificado en Módena varios años después de la muerte
del pontífice al cual se atribuye, como se ha demostrado con posteriori-
dad, pero en ello se mostraba fiel hijo de su tiempo con su tributo a
consejas románticas. También se le ha criticado por callar ciertos aspec-
tos en la genealogía, es preciso leer en su defensa lo que él mismo asen-
tó en la “Advertencia” en su mejor obra, la citada sobre la casa de Borja:
“Lector curioso y benévolo: ruégote que perdones algún error que se
me haya deslizado, y achácalo, tanto a las dificultades de semejante
estudio, cuanto a mi inutilidad. De las omisiones no soy responsable.
Débense a que, personas que debieron interesarse en que mi trabajo
fuera completo no me favorecieron con los datos que insistentemente
les pedí”. Para comprender mejor esa renuencia a llenar con facilidad

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

los vacíos inevitables en todo trabajo histórico y sobre todo genealógi-


co, reflexionemos sobre sus palabras a un amigo extranjero: “Hace mu-
chos años que vengo estudiando los antecendentes históricos de las
familias americanas, y, como es natural, muy particularmente el de las
ecuatorianas. Labor es ésta digna de un benedictino, si es que se intenta
hacer labor verdaderamente histórica y comprobada con datos ciertos.
Tal ha sido mi intento. Prefiero que el estudio no quede lo todo comple-
to que fuera de desear, antes que consignar datos fabulosos o no bien
confirmados”.
Para cerrar un ojo con benevolencia frente a las fallas en las
obras de Gangotena, al fin y al cabo quandoque bonus dormitat Home-
rus, como él mismo habría exclamado con la socorrida cita de Horacio,
basta recordar que un moderno historiador, y lo digo sin ironía, afirmó
que en el Concilio de Trento (¡en pleno siglo XVI!) se había discutido si
la mujer tiene o no alma, cuando ni siquiera en el sínodo de Macon se
entabló esa polémica, y otro que el Papa Alejandro VI había entregado
el continente americano a España en compensación por la pérdida de
los países pasados al protestantismo, ignorando que este hecho fue
treinta años posterior a la entrega alejandrina. Hace poco tiempo se
acaba de publicar un estudio sobre la nobleza quiteña de un histori-
ador alemán, allí se pueden detectar varios errores, alguno de ellos ya
corregido por mi padre hace 27 años, ¿por qué los consejeros criollos
del erudito alemán no se lo hicieron notar?
Permítaseme una última observación: en la reedición de uno
de los más conocidos libros de Gangotena se presenta un “Anexo” con
la “Nómina de los libros de Protocolos de Quito que pasaron a poder
de don Jacinto Jijón y de don Cristóbal de Gangotena”, luego de la lista
se estampa la siguiente afirmación apodíctica: “En el Catálogo del Fon-
do Jijón Caamaño, Tomo I, consta que en ese fondo hay 17 volúmenes
de notarías y se identifican los que hemos expuesto, que son apenas
cinco. De los otros 64 volúmenes, 12 deben estar en el Fondo Jijón y los
52 restantes en poder de los herederos de Gangotena”. Como historia-
dor me pregunto: ¿Cuál es la fuente de este convencimiento? ¿Cómo se
sabe que esos 52 enormes volúmenes “deben estar” en tal lugar? ¿No
es esta una acusación apresurada y sin pruebas? ¿Es honesto afirmar
públicamente algo que lesiona la dignidad de una persona sin mostrar
evidencias con el agravante de que la persona de cuyo honor se duda
ya ha fallecido y por consiguiente no puede defenderse?

148
CR I S TO B A L D E G AN G OT E N A Y J I J O N

Antes de finalizar estas palabras de homenaje a Gangotena me


permito trascribir algunos juicios que sobre él se dieron. En primer lu-
gar con motivo de su fallecimiento. Francisco Guarderas, quien con
Augusto Egas fueron sus amigos más cercanos, escribió: “Presuroso,
menudo, inquieto, Cristóbal de Gangotena y Jijón, en realidad, fue de
la patria un índice expresivo. Fue un índice expresivo porque supo
amarla, explicarla y padecerla. Otros vendrán, cuando los prejuicios se
hayan despejado, que sabrán desentrañar todo el acervo de enseñanzas
que se derivan de sus eruditas narraciones.” El periodista Max Lux,
amigo también, pintó su retrato: “Don Cristóbal fue el ardiente inves-
tigador de lo curioso. De aquello que pone la nota pintoresca en el tra-
bajo del historiador” y añade con sentimiento: “En sus últimos días,
aquejado de grave dolencia, me dijo, resumiendo en realidad sus
amores: Tú sabes cuánto amé la vida… Y una sonrisa estoica cruzó por
su rostro fatigado”. Esta última confidencia confirma mi impresión del
barroquismo de Gangotena: amor a la vida entremezclado de profun-
da fe en el Todopoderoso, como se lee en algunas de sus cartas. En
nombre del Cabildo quiteño Carlos Manuel Larrea exclamó al pie de la
tumba: “Encarnó en sí las cualidades más finas del quiteño de vieja
cepa: caballerosidad e hidalguía en todos sus actos, noble porte de gran
señor propio de su elevada alcurnia, unido a llaneza y cordialidad
para tratar a los más humildes y conquistar, sin buscarlas, popularidad
y simpatía. Acucioso para servir a quien le solicitara ayuda, pronto
para dar a los demás los caudales de su saber, derrochando en amena
conversación la agudeza de su ingenio, pasó por la vida como un mete-
oro luminoso dejando estela que no podrá borrar el tiempo”. En la mis-
ma oportunidad Isaac J. Barrera, Director de la Academia Nacional de
Historia, en representación de ella y de la de la Lengua, sentenció: “El
elogio de un hombre de saber debe consistir en la revaluación de sus
obras. Un ingenio notable pierde la intelectualidad ecuatoriana; pero
los libros que dejó escritos mantendrán su nombre en la actualidad de
sus merecimientos”.
En 1984, al recordar los cien años de su nacimiento, Jorge Mo-
reno Egas en la Revista del Centro Nacional de Investigaciones Genea-
lógicas y Antropológicas escribió: “Las obras genealógicas publicadas
por Don Cristóbal de Gangotena presentan características que reflejan
el intento del pionero, con su mentalidad y preparación, por estudiar a
la sociedad ecuatoriana en base a documentos.” En la misma publi-

149
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

cación asentó Juan Freile Granizo la siguiente apreciación: “Siempre


han existido, gracias a Dios, cronistas del pasado, que sin mancillar
honras y familias, se han dedicado muchas veces a la no todos los días
grata tarea de restaurar en el papel la vida, siempre pasajera, de ance-
stros propios o extraños. Uno de ellos fue, y por sus obras es, don
Cristóbal de Gangotena y Jijón, quien, envuelto en su larga capa
española, rebuscó en los folios descoloridos del pasado personas y per-
sonajes, consejas y leyendas, libros y pergaminos, en beneficio de la
reconstrucción de la historia social, en su campo más espinoso, la
familia como núcleo principal de una comunidad que estaba perdien-
do sus raíces”.
Por lo dicho por estos hombres de cultura y de historia, los de
antes y los de hoy, la Academia Nacional de Historia ha decidido hon-
rar la memoria de tan preclaro ecuatoriano con el develamiento de su
retrato en la sede de la institución. La Academia cumple así con un
deber pues si bien van cambiando los métodos para conocer el pasado,
y hasta evoluciona el escoger estos o aquellos acontecimientos y no
otros, así como las interpretaciones que de ellos pueden tejerse y deste-
jerse, no es posible eliminar a los pioneros y a quienes roturaron por
vez primera los campos de la investigación, sin que ello signifique afe-
rrarse a sus visiones o a sus quimeras, pues en toda ciencia el discípu-
lo debe tratar de superar al maestro, el continuador al iniciador.
s Don Cristóbal de Gangotena y Jijón. Nosotros, quienes
vamos detrás, anhelamos no apartarnos de su senda de respeto a la
verdad, de amor a la sabiduría, de arraigo definitivo en lo ecuatoriano,
de ansias de vivir pero también de reconocer la bondad del Creador.
Termino con palabras de Cicerón, pues estoy seguro que al escucharlas
Don Cristóbal sonreiría con la bonhomía del gran señor y la sencillez
del eximio hombre de cultura, pues se aplican a su permanente legado:
“Docti non solum vivi atque praesentes studiosos discendi erudiunt atque
docent, sed hoc idem etiam post mortem monumentis litterarum assequuntur”
(“Los sabios no solo enseñan e instruyen en vida a los ansiosos de saber
de su propio tiempo, sino que continúan con sus lecciones después de
muertos por medio de sus libros”).

150
LA HISTORIA DEL
OBSERVATORIO ASTRONÓMICO,
ORIGEN DEL I.G.M., I.N.A.M.H.I. E I.G.E.P.N.*

Joaquín Gómez de la Torre Barba

El Origen

Es indudable que tres prestigiosas instituciones como son el


Instituto Geográfico Militar, el Instituto Nacional de Meteorología e Hi-
drología y el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, tu-
vieron su origen en el Observatorio Astronómico de Quito.
Desde muy temprano las actividades del Observatorio no solo
se centraron en la actividad exclusivamente astronómica, sino también
con aquellas que tienen que ver con la Geodesia o medición de la tie-
rra, la Meteorología o determinación de los cambios climáticos y la ac-
tividad telúrica relativa a la sismisidad y el volcanismo.
La visión progresista de García Moreno conjugada con la de los
tres primeros sabios jesuitas traídos por él para la Politécnica: Juan
Bautista Menten, primer Director del Observatorio y de la Escuela Poli-
técnica; Luis Sodiro, entendido naturalista, y Teodoro Wolf, proverbial
geólogo y geógrafo, dio origen a dichas actividades que tienen que ver
con el mejoramiento del país.

Fundación del Observatorio

La inquietud científica y de estudios que le llevó a Francia al


Dr. Gabriel García Moreno en 1850 y 1855 despertó en él la convicción
de crear un Observatorio Astronómico y una escuela politécnica con el
fin de lograr el desarrollo integral del Ecuador.
García Moreno sabía de la necesidad de un Observatorio As-
tronómico, porque esa era, en el mundo civilizado, la institución encar-

* Artículo ampliado del Discurso de Incorporación como Miembro Correspondiente de la


A.N.H., el 29/II/ 2008

151
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

gada de proporcionar información astronómica y geodésica válida


para el desarrollo de un país; y una Escuela Politécnica, porque ella
proporcionaba personal capacitado para semejante empresa.
Los Observatorios Astronómicos eran los encargados de reali-
zar: observaciones estelares, estudios geodésicos, localizaciones astro-
nómicas, ubicación de los diferentes puntos y medición de distancias
en la tierra.
Estas instituciones contribuían también a la elaboración de car-
tas y mapas mediante la realización de “Estudios de la Esfera Celeste”
y “Trabajos Topográficos y de Triangulación”.
Igualmente en los Observatorios se hacían estudios de los mo-
vimientos telúricos, de la actividad volcánica, meteorológica, climática,
magnética, incluso se establecían el tiempo y la hora oficial.
En 1857, como legislador, García Moreno había planteado la
apertura de una escuela industrial y de artes y oficios donde el estudio
de la astronomía figuraba en primera línea.

Gestiones de García Moreno

El 22 de junio de 1861, el Presidente de la República Dr. Gabriel


García Moreno dirigió una comunicación al Ministro Diplomático de
Francia, Monsieur Amadeo Fabre, que había llegado a Quito, expre-
sándole sus inquietudes sobre la creación en el Ecuador de un Obser-
vatorio Astronómico, proyecto acarreado por él desde cuando viajó a
Francia y estudió en la Universidad de la Sorbona.
En esa misma fecha García Moreno escribió al Dr. Antonio
Flores J., encargado de negocios del Ecuador en Francia en estos tér-
minos:
… Voy a indicar a Ud. un proyecto magnífico, para que acepte las
simpatías del Gobierno del Emperador y al mismo tiempo haga un
bien a nuestro país. El proyecto es el siguiente:
Quiero establecer, bajo la línea equinoccial, un Observatorio Astro-
nómico y Meteorológico, establecimiento que hará grandes servicios a
la ciencia, pues ninguno existe a cero latitud. Pero, para esto, es nece-
sario asociar al Gobierno francés, tanto para la estabilidad y conser-
vación del Observatorio como para su creación.
Ofrezco por mi parte hacer el gasto necesario de terreno y edificio;
costear la mitad de los sueldos de los empleados y de los gastos de con-
servación; y pido al Gobierno francés costee la otra mitad, y además

152
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

proporcione todos los instrumentos necesarios. Los gastos de trans-


porte hasta Guayaquil, serán también de Francia; y de Guayaquil acá,
de esta República.
Sírvase visitar, a mi nombre al Sr. Boussingault y al Sr. Pélouze
(amigos de García Moreno), ambos de la Academia de Ciencias. Pro-
póngales mi proyecto, y pídales lo recomienden vivamente a la Aca-
demia y al Mariscal Vaillant; y no dude Ud. que será acogido por el
Gobierno, pues éste costea escuelas de arte en Roma y Atenas; y no
vacilará en hacer un gasto semejante.
Además los sabios que vengan pueden ocuparse también, mientras se
construye el edificio, en verificar las inexactas operaciones de los aca-
démicos La Condamine, Bouguer y Godin, operaciones que la Acade-
mia desea rectificar; y no es de creerse que Napoleón III haga menos
de lo que hizo Luis XV.
Proceda Ud., en este asunto, y con estas instrucciones, como si estu-
viese autorizado oficialmente, pues ratificaré y agradeceré cuanto Ud.
haga para llevarlo a cabo. Esto hará a Ud., mucho honor, al país mu-
cho bien; y nos facilitará cuanto necesitamos en bien de la República.

Amadeo Fabre, ante su gobierno detalló la política de García Moreno,


las características geográficas del Ecuador, sus recursos naturales, las
costumbres de sus habitantes y señaló muy claramente las preocupa-
ciones científicas de su presidente para construir el Observatorio Astro-
nómico de Quito, como un medio para el progreso material y cultural
del país.
Entre 1859 y 1861, como Jefe Supremo de la República García
Moreno, autorizó al Cónsul General de París, Beltran Fouquet a reali-
zar un empréstito de 100 mil francos para la compra de implementos
de laboratorio y una colección de libros científicos, entre los que se
destacan los del tema de astronomía.
En su primer período constitucional entre 1861 y 1865, García
Moreno escribe al Padre General de los Jesuitas Pedro Becks, pidién-
dole personal preparado para ejercer la cátedra de profesores de una
escuela politécnica y para la organización y dirección de un Observa-
torio Astronómico, que se los abriría en Quito.
El Padre General contesta afirmativamente al pedido de García
Moreno, dadas las circunstancias de persecución religiosa por las cua-
les, algunos sabios jesuitas alemanes tenían que emigrar de su país.

153
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

El padre General dispuso la salida hacia el Ecuador de un gru-


po selecto de notables maestros, formado al principio por tres sabios
jesuitas: el geógrafo y geólogo Teodoro Wolf, el naturista y botánico
Luis Sodiro, además del geodesta y astrónomo Juan Bautista Menten.
Luego vendrían otros nueve jesuitas.
En 1865, en su mensaje a la nación, el Presidente García Mo-
reno hace referencia a su propuesta al Gobierno de Francia, pero ahora
lo planteaba como una obra de carácter únicamente nacional.

Un elemento para el desarrollo del Ecuador

En 1871 García Moreno, durante su segundo mandato, se di-


rigió al Congreso Nacional, para proponer la creación del Observatorio
Astronómico de Quito con fondos nacionales, pues su propuesta para
crear un Observatorio Astronómico internacional quedaba desechada..
La propuesta de construir un Observatorio Nacional la comunicó al
congreso al tenor del siguiente texto:
El Observatorio de Quito, por su situación privilegiada a cerca de tres
mil metros sobre el nivel del mar y a cero de latitud, será fecundo en
descubrimientos, y llegará tal vez a considerarse como el primero del
mundo. A sus astrónomos se les encargará después la verificación de
la medida, a mi juicio poco exacta, que, del arco del meridiano com-
prendido entre el Chota y Tarqui hicieron en el siglo XVIII los
Académicos Franceses y los Marinos Españoles. Pero esta operación
interesante, que servirá para corregir los errores introducidos en
todos los cálculos que toman por base la circunferencia de la Tierra y
la longitud del radio terrestre, será precedida por la nivelación desde
la orilla del océano hasta la Plaza de la Capital; lo cual se facilitará
mucho con los nuevos caminos que se abran a la Costa. Ambas opera-
ciones introducirán mayor exactitud en los datos científicos; y los
gastos que el Ecuador haga en llevarlos a cabo, serán más que ret-
ribuidos por la utilidad y la honra que darán a la República…

El 30 de agosto de 1869, el Presidente Dr. Gabriel García Mo-


reno crea la Escuela Politécnica.
Los primeros profesores destinados a este plantel que llegaron
a Quito en agosto de 1870, fueron los padres Wolf, Sodiro y Menten.

154
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

El primer director

El Padre Juan Bautista Menten S.J., por su personal competencia en


Geodesia, Matemáticas y Ciencias Naturales fue nombrado Rector de
la Escuela Politécnica, y, por sus conocimientos excepcionales en astro-
nomía, fue encargado de la dirección de Observatorio Astronómico.
Menten fue alumno del famoso astrónomo Asgelander en Bonn y luego
ayudante del celebre astrónomo jesuita Ángel Secchi; originalmente
había sido destinado para dirigir el Observatorio Astronómico de Bom-
bay en la India, pero finalmente vino a Quito.

Observatorio Provisional

El 1871 el padre Menten instaló un Observatorio provisional en


una torre adyacente al edificio de la Politécnica junto a la iglesia de la
Compañía, en lo que fue el Colegio San Gabriel.
El padre Menten S.J. al hablar de los avances del proyecto y
compra del terreno para el edificio nos dice: “El proyecto de un Ob-
servatorio Astronómico para la Capital del País, data de fines de 1872,
en que se me encargó escoger el punto más a propósito para dicha obra
e iniciar su ejecución. Hice diferentes excursiones en los alrededores de
Quito, para tomar una resolución definitiva sobre la posición que debía
tener una obra tan importante y tan costosa, después de haber recorri-
do bastante los alrededores para formarme una idea justa sobre lo que
más convendría en el caso, me resolví a construir el Observatorio en La
Alameda, situada al norte de la ciudad. Reúne este lugar todas las ven-
tajas que puedan desearse, y tiene menos inconvenientes que las otras
posiciones que hubieran podido escogerse”.
La Alameda en esa fecha era un paseo público situado en el
norte de Quito. Allí funcionó también un Jardín Botánico a cargo de
otro profesor politécnico el Padre Luis Sodiro S.J., quien colaboró direc-
tamente con los trabajos y estudios de la meteorología y vulcanología.

La Construcción

El Padre Menten elaboró los planos basado en otros semejantes en sus


características y figura al Observatorio de Bonn; el edifico constaba de
cinco torres cilíndricas; no fue en realidad una copia o réplica, porque

155
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

a más de ser de dimensiones menores, suprimió una de las salas del


Meridiano y las habitaciones que a su juicio resultaban innecesarias.
Las cinco torres del Observatorio estaban destinadas para as-
tronomía, magnetismo, sismología, geodesia y meteorología; la activi-
dad comenzó con meteorología, luego astronomía y geodesia, para fi-
nalmente concluir con magnetismo y sismología.
Para construir un edificio tan especial el Padre Menten tuvo que
vencer las grandes dificultades de la época. También elaboró diez pirá-
mides, que fueron puntos de mira y referencia para los trabajos geodé-
sicos del Observatorio, las que se establecieron en lugares estratégicos:
en el Ejido, Guápulo, Cotocollao, El Batán, las faldas del Pichincha, Ru-
mipamba, el Convento de San Juan, Itchimbía y El Panecillo.
En 1872 el P. Menten S.J. comenzó la obra determinando la po-
sición astronómica del Observatorio; para ello escogió como centro del
mismo, una columna colocada en tiempos pasados para embellecer La
Alameda Determinó allí la dirección del meridiano, la que desde ese
momento sirvió de punto de partida para toda la República

Gestiones para adquirir instrumentos

En julio de 1873, el padre Menten emprende un viaje hacia su


patria, con el fin de agilitar en las respectivas fábricas de Alemania la
compra de aparatos que tenían que estar acordes con su específico pe-
dido, pues, por ejemplo, el telescopio ecuatorial o refractor, fue cons-
truido en los talleres del afamado artista y especialista en esta clase de
instrumentos científicos Sr. Sigsmund Merz, quien lo realizó como algo
único en el mundo: construido especialmente para la mitad del mundo,
con su eje polar en posición horizontal, era considerado como uno de
los tres mejores del mundo.
Para la instalación de los equipos, el padre Menten, ya en 1871,
había hecho contacto con los hermanos Joseph y Martín Gross Leide-
ker, naturales de Maguncia (Mainz) Alemania, que vinieron a Quito
para el Colegio de Artes y Oficios. Ellos ayudaron al padre Menten en
la construcción del edificio del Observatorio y en la instalación de
algunos de los aparatos.
En el año 1873, el Observatorio inició cierta actividad, pues,
aunque el edificio no estaba concluido, se instalaron los primeros ins-
trumentos, algunos de ellos traídos de Francia por pedido del propio

156
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Presidente. Llegaron a Guayaquil y fueron trasladados hasta Quito a


lomo de mula y por su peso y delicadeza debieron venir muy bien
embalados para evitar su destrucción o deterioro en el trayecto.
El más grande de todos los instrumentos fue el telescopio ecuatorial o
refractor, que servía para determinar la posición de las estrellas, descu-
brir nuevos astros y estudiar sus características; construido por Sigs-
mund Merz en Munich.
Es una joya técnica de esa época. Se lo colocó sobre una firme
columna en la torre astronómica.
Se instaló también un telescopio busca cometas, fabricado tam-
bién por Merz, colocado sobre un trípode alto de madera, con dos ocu-
lares, un micrómetro con movimiento en azimut, distancia zenital y
dirección vertical.
Otros aparatos que fueron colocado en esos días fueron “La
Meridiana” o “Instrumento de pasos”, que sirve para ver el paso de un
astro por el meridiano; dos universales; uno grande y otro pequeño con
sus respectivos oculares, vidrios opacos y prismas; un gran teodolito
construido en Munich, para establecer planos y medir ángulos;.dos
sextantes para medir ángulos y distancias: tres barómetros: dos cronó-
metros; juegos de termómetros; una aguja magnética de declinación:
una aguja de inclinación e instrumentos pequeños de instrucción y una
pequeña biblioteca.

Trabajos Geodésicos

Para la construcción de todos los caminos, se usaban como


punto de referencia geodésica los valores de la posición astronómica
del Observatorio.
El padre Menten realizaba ordinariamente trabajos de obser-
vación geodésica para elaboración de cartas, trazos de carreteras y ca-
minos en varios lugares del país.
En 1874, realizó estudios y observaciones sobre los límites del
Ecuador con Perú y Colombia, que en 1917 le sirvieron de base a su
alumno, el ingeniero Gualberto Pérez, para sus trabajos de delimita-
ción y colocación de mojones en la frontera con Colombia cuando se
ejecutaba el Tratado de Límites Muñoz Vernaza Suárez. El Ing. Pérez
realizó esos trabajos con su alumno el Ing. Pedro Pinto Guzmán, que
con el transcurso del tiempo, en 1935, llegaría a ser el primer rector de
la Politécnica reabierta por Velasco Ibarra.

157
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

El padre Menten utilizó las pirámides geodésicas antes señal-


adas para determinar el meridiano de Quito, el cual a su vez sirvió de
base para fijar las distancias con los diferentes puntos de la República
y para la elaboración de mapas, como el de Teodoro Wolf y el mapa del
Ecuador y el plano de Quito elaborados por el propio padre Menten,
que fueron también muy útiles cuando Gualberto Pérez realizó el pla-
no de Quito, el más complejo y detallado que jamás se haya realizado
de esta ciudad.
Los estudios geodésicos del Observatorio, fueron de mucha
utilidad en la construcción de la carretera nacional y en los estudios
para la construcción del ferrocarril del Sur. La carretera nacional contó
con la colaboración del ingeniero francés: Sebastian Wisse, amigo de ju-
ventud de García Moreno y compañero de excursiones científicas a los
volcanes.
Comenzó a construirse la denominada: “Carretera Nacional
Quito Guayaquil”, a partir de la plaza de Santo Domingo en Quito;
luego del fallecimiento del ingeniero Wisse, prosiguió con la dirección
de las obras el Ingeniero Adolfo Géhin y con la colaboración de politéc-
nicos como el Arquitecto Juan Pablo Sánz, el Ing. Juan Gualberto Pérez
y el técnico constructor de caminos y autodidacta ecuatoriano, inge-
niero Modesto López.
Los trabajos geodésicos del Observatorio fueron de nivelación,
triangulación, distancias a escala, líneas de nivel para paso de las vías,
alturas isométricas para las cotas antes señaladas.
Para determinar las alturas de varios lugares del Ecuador, Gar-
cía Moreno había contratado a los científicos alemanes doctores W.
Reiss y A. Stübel, entre los años 1871 a 1873.
Los maestros alemanes, a falta del altímetro, utilizaban el baró-
metro con el sistema de Pascal, haciéndole servir como altímetro, pues
de acuerdo al principio convencional, conforme se asciende desde el
nivel del mar, el tubo del vidrio del barómetro marca una disminución
proporcional de la presión atmosférica y por el contrario aumentaba
dicha presión cuando se bajaba. Experimentos y estudios parecidos y
aplicados al país los hizo el geólogo de la Politécnica Teodoro Wolf,
quien encontró una constante para el Ecuador según la cual por cada
200 metros que se asciende desde el nivel del mar, disminuye 10°C la
temperatura.
Para la construcción de la Carretera Nacional se hicieron estu-

158
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

dios altimétricos de la mayoría de los lugares por donde debía pasar.


Partiendo de la Plaza de Santo Domingo en Quito, se colocaban hitos
de piedra cada 5 kilómetros; el primero estaba en el fundo San Bartola,
con una altura similar a la del Observatorio de Quito; luego, por ejem-
plo, en el undécimo hito, denominado Tiopullo, se señala que está a 422
metros más que el Observatorio de Quito. Tiopullo era un lugar de pro-
piedad del Sr. Valentín Núñez, junto a las estribaciones del nudo mon-
tañoso del mismo nombre, donde se escondían los asaltantes de cami-
nos, que eran unos facinerosos, aparecían disfrazados con capirote
(cubiertos los ojos) y al grito de “la bolsa o la vida” se llevaban todo el
equipaje de los viajeros.
Parte de la obra de García Moreno en ese sector de la carretera
fue también hacer desaparecer a esos forajidos.
En 1892, el Presidente Antonio Flores Jijón puso a esa vía el
nombre de “Carretera García Moreno” y en reconocimiento a su labor
hizo levantar en la plaza de Santo Domingo, al inicio de la actual calle
Maldonado, una columna conmemorativa con el retrato de García
Moreno.

La Nueva Geodesia

Los trabajos de geodesia para cartografía, planificación y trian-


gulación en el terreno, se continuaron haciendo en el Observatorio As-
tronómico hasta la época de la dirección del señor Luis Tufiño,en el año
1927, en que inició sus labores el Servicio Geográfico Militar (Instituto
Geográfico Militar). Sin embargo, para el año 1932, el ingeniero Tufiño
publica todavia un folleto de 44 páginas titulado: “Estudio de la Esfera
Celeste” para uso de los militares que trabajan en el Servicio Geográfico.
El Observatorio Astronómico había continuado hasta esas fe-
chas realizando sus trabajos de posición triangulación para distancias
y la hora oficial.
El sistema usado era el de cartas o planchetas con medidas as-
tronómicas en grados con referencia a la esfera celeste, basado en la de-
clinación y las distancias angulares de dicha esfera, se relacionaba con
el círculo horario que pasa por varios puntos de la tierra. Fue sustitui-
do por el Instituto Geográfico Militar (I.G.M) en 1956 por el “Sistema
de Geodesia Convencional DATUM”, que considera a la línea del
geoide como el nivel medio del mar y se basa en la triangulación poli-

159
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

gonal de precisión para distancias entre pirámides de 1ero., 2do.y 3er.


orden y el uso del distanciómetro radial.
Posteriormente el I.G.M. sustituyó ese sistema por el denomi-
nado “Sistema Transit W.G.S. 72” con uso de grandes antenas de per-
cepción de ondas, que aplicaba el efecto Dopler, en el que según la
mayor o menor intensidad se calculan las distancias y posiciones; lati-
tud, longitud y azimut; lo que se lograba en base a un satélite emisor
a 20000 metros de altura con intervalos de emisión cada 16 minutos; de
esta manera se corregían errores de hasta 300 metros.
Finalmente el I.G.M. adoptó el Sistema de Posición Global
G.P.S. (Global Position System). El instrumento usado para esto como
receptor de posiciones es conocido con esas siglas G.P.S.
A este sistema también se le denomina “Sistema de Referencia
Global o del Mundo W.G.S. 84” (World Global System), que para la
precisión de posiciones usa 6 órbitas circulares a 2 200 kilómetros de
altura promedio, con 4 y hasta 6 satélites cada una, los satélites actúan
como puntos de referencia; con cuatro mediciones satelitales se definen
las posiciones correctas en la tierra con una exactitud de centímetros.

Meteorología

La meteorología es otra rama de las ciencias encargadas al Ob-


servatorio para su estudio y observación; esas prácticas las realizaban
los profesores politécnicos desde 1.870, incluso antes de la construcción
del edificio de La Alameda.
El Observatorio emitió Boletines Meteorológicos desde el 4 de
enero de 1.871, mientras que los Boletines Generales circularon desde
octubre de 1.878.
El viajero galo, Eduard André, recoge los datos meteorológicos
del Observatorio Astronómico de Quito correspondientes al boletín del
año 1.876 cuando nos dice: “Los datos meteorológicos obtenidos por el
Padre Menten son curiosos”, allí se consignan por ejemplo: días de
niebla, de lluvia, de tempestad, grado de pluviosidad, temperatura, …
En el boletín general que comenzó a publicarse en octubre de
1.878 se incluía un resumen de las observaciones meteorológicas, así
por ejemplo en el No.1 de la mencionada fecha el padre Menten hace
notorias las diferencias meteorológicas que afectan a varias partes de la
ciudad de Quito .

160
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Referente al clima del Ecuador, en ese primer número el P.


Menten nos dice que los estudios meteorológicos anteriores no eran
sistemáticos y por lo tato no tenían valor científico; nos habla de la
necesidad de observaciones prolongadas y constantes para conseguir
un material en que se pueda fundamentar el estudio serio del clima en
el Ecuador.

Vulcanología

El padre Luis Sodiro colaboró directamente no solo en meteo-


rología sino en vulcanología; así por ejemplo en el 1er. Boletín General
N° 1 del Observatorio Astronómico, en 1878 se publican sus observa-
ciones y las del Dr. Wolf acerca de la erupción del Cotopaxi del 23 de
agosto de 1878; sobre este tema el P. Menten nos dice: “El 26 de junio
del año pasado presenciamos el terrible espectáculo de la gran devas-
tación, causada por el mismo volcán; espectáculo aterrador para pro-
vincias enteras, por los estragos que produjo en pocas horas. Nadie
observó la erupción en sí misma, porque envolvió a todas las cercanías
y a la capital, en la más profunda y absoluta oscuridad, solo pudimos
sospechar la inmensa actividad de las fuerzas subterráneas”.

Erupción del Cotopaxi 1877 – 1878

En una parte de su descripción el padre Menten nos dice:

La erupción del 23 y 24 de agosto fue menos temible y destructora;


pero más majestuosa, ya que se reunieron toda clase de circunstancias
para hacerla visible. …
Eran las ocho de la mañana cuando se vio en Quito una columna
inmensa elevarse sobre el cráter del Cotopaxi, columna que se distin-
guía bien de todas las partes de la ciudad, en que los edificios no im-
pedían inmediatamente la vista. Las condiciones meteorológicas eran
las más favorables: un día clarísimo, y el viento Este, que soplaba con
alguna fuerza, hacían el fenómeno visible durante el día y la noche.
El siguiente día amaneció con algunas nubes que impedían la vista
del Cotopaxi, pero por la tarde se renovó el mismo espectáculo del día
anterior, solo con menos actividad e intensidad.
La columna era de lo más especial y caprichosa, y aunque parecía in-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

móvil, cambiaba, sin embargo, continuamente su figura. No sería


exacta la comparación con un árbol; más bien fue una inmensa
aglomeración de cúmulos de nubes, como se notan en los días de tem-
pestad, con mil y mil contornos blancos, producidos por una muy
favorable iluminación del sol. Hacia el Este hallábase la columna muy
bien determinada, subían en línea recta, y mientras la parte superior
parecía tranquila, se notaba en la parte inferior, en intervalos bien
determinados la actividad de la erupción semejante a la chimenea de
una locomotora, y lanzaba el humo y el polvo a una altura de mil o
dos mil metros. La parte occidental no se marcaba bien, pues se con-
fundía en una oscuridad completa, llevando los productos volcánicos
en dirección Oeste hasta la costa, cubriendo todo con arena y ceniza
volcánica. La faja cubierta con estos productos volcánicos llegaba al
norte hasta el puente de Jambelí, y al sur hasta la hacienda de
Rumipamba.
La columna gigantesca de vapor, después de haber llamado
nuestra atención todo el día, llegó a manifestarse en toda su hermo-
sura al ponerse el sol. Un bellísimo contorno de fuego iluminaba todo
el cráter, y una inmensa cantidad de proyectiles fueron lanzados en
todas direcciones. A esto se añade la tempestad eléctrica que cruzaba
esa columna inmensa por todas partes. Lo que aumentaba la hermo-
sura del espectáculo era la gran variedad de los colores, semejantes a
los fuegos artificiales de las luces romanas. De cuando en cuando
también, aunque muy rara vez, se vieron desbordarse corrientes de
lava por los bordes del cráter.

Astronomía

El padre Menten se ocupó de temas astronómicos apasionantes en su


época como fue el paso de Venus junto al Sol el 6 de diciembre de 1.882.
El caso fue que por las circunstancias anotadas, para los astrónomos
era muy importante este acontecimiento, porque con esa observación
podían hacer el cálculo del paralaje con el Sol o ángulo formado entre
los dos astros, para deducir según la tercera ley de Kepler la relación
entre las distancias y las órbitas de los planetas, pero el entusiasmo de
la gente se debía a que se produjo un brillo extraordinario de ese plan-
eta por lo que fue visible aún durante el día y por algunas semanas.

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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Magnetismo

Con el título de “Magnetismo”, se estudiaba en el Observatorio


el magnetismo terrestre, sus variaciones y sus aplicaciones prácticas
para la navegación, ubicación, distancia y direcciones astronómicas.
El Observatorio Astronómico determinaba la declinación mag-
nética al encontrar el ángulo que forma el plano vertical que contiene
la dirección señalada por la brújula con el plano meridiano del Obser-
vatorio, es de excepcional importancia, ya que esa determinación con
la longitud y latitud son la base para la elaboración de cartas y mapas,
así por ejemplo el padre Menten señala en su primer boletín general
que: “… el valor aproximado de la declinación de la aguja en Quito es
de 7°2’, valor que se ha de corregir con otra serie de observaciones, otro
que muy ligeramente lo determiné está en el camino de Manabí, cerca
de Santo Domingo de los Colorados, era de 7°3’.”
El campo magnético de la tierra es muy variable y cambia de
año en año de acuerdo a la nueva posición del polo magnético; tiene su
origen en el interior de la tierra y está causado por el movimiento de
grandes masas de materiales conductoras; este movimiento hace que el
polo norte no esté completamente fijo con respecto al polo norte geo-
gráfico y por ello se produzca la denominada declinación magnética,
de allí que la flecha imanada de la brújula no siempre señale la misma
dirección.
Estos cambios magnéticos los podemos apreciar por ejemplo
en la variación de la Rosa de los Vientos en el Parque Geodésico del Co-
legio Militar cuando construyó parte de este el astrónomo alemán Dr.
Hans Odermatt, que vino al Ecuador en 1935, traído por el Presidente
de la República Dr. José María Velasco como profesor de la Politécnica
y Director del Observatorio. El Dr. Odermatt en 1938 hace constar la
declinación magnética de 6°30’ Este; para 1989 la medida fue de
0°31’3,95’’ Este .
La declinación magnética actualmente la fija en la carta o mapa
el Instituto Geográfico Militar, señalando junto al valor de la variación
la fecha en que se elaboró la carta.

Sismología

El tema relacionado con los movimientos sísmicos en el Ecua-

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dor, fue otro motivo de estudios y publicaciones del Observatorio As-


tronómico. Sobre sismología, se publican noticias y se hacen descrip-
ciones bastante aceptables en su narración, pero no se hacen observa-
ciones científicas con medidas de intensidad o de magnitud, debido a
que en esa época el Observatorio carecía de instrumentos para ese efec-
to. Veamos a continuación algunas apreciaciones publicadas por el
boletín del Observatorio:

Temblor del 15 de octubre de 1878. Al concluir ya esta publicación


tuvo lugar el temblor que voy a mencionar, fiel a lo que yo mismo
aconsejé en mi cuaderno sobre los temblores, refiriendo todos los por-
menores, a fin de que poco a poco, con el aumento de observaciones,
se pueda resolver una de las más importantes y difíciles cuestiones: el
origen de los temblores y terremotos.
Era el 15 de octubre a las ocho y cuarenta y cinco minutos de la ma-
ñana cuando se hizo sentir un temblor bastante recio.
Dirigía a la sazón la construcción y colocación de una grada para la
Biblioteca nacional de Quito, cuando sentí un ruido bastante notable
en el edificio y en el tejado, que me llamó la atención, pues, no podía
darme razón de lo que pasaba. Yo mismo no sentí ningún movimien-
to del suelo, mientras que mis compañeros lo notaban y me avisaron
profiriendo la palabra temblor. Por fortuna no hubo ninguna desgra-
cia que lamentar, fuera del terror que infundió en los ánimos, aguar-
dando que se repita el temblor, lo que bien se comprende, según los
datos suministrados por las experiencias hechas anteriormente. Por
relación de personas fidedignas, el movimiento ondulatorio era muy
marcado y la dirección poco más o menos de Este a Oeste, para lo cual
tenemos también una buena prueba en las observaciones hechas en el
Observatorio. El Señor Augusto Martínez estaba ocupado con la agu-
ja magnética de inclinación, para determinar su valor. Al efecto había
puesto la aguja vertical, es decir, su dirección perpendicular al merid-
iano magnético; cuando al instante de ponerse en equilibrio, dio la
aguja bruscamente una vuelta, lo que solo era posible al ser la direc-
ción del temblor, poco más o menos, perpendicular al meridiano mag-
nético, o la misma en que se hallaba el plano de la aguja. El
movimiento se efectuó de manera, que el polo Norte bajó el horizonte
en la dirección hacia el Oeste mientras que el polo Sur se levantó al
lado opuesto.

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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Publicaciones del Observatorio

Los boletines del Observatorio publicados por el Director pa-


dre Juan Bautista Menten incluían temas muy variados, como los tra-
bajos de investigación de profesores politécnicos; así por ejemplo:
“Novedades Zoológicas” del padre Cristian Boetzkes S.J., Sobre el mapa
del Ecuador, Observaciones meteorológicas, Cometas y Meteoros,
Temblores, Origen y formación del Universo, Erupciones, Académicos
franceses, Variaciones en la declinación magnética, Paso de Venus, etc.
Los trabajos más interesantes son los relativos a: “Estudios sobre el Mapa
de la República” del P. Menten, y “Estudios de las islas Galápagos” por el
Dr. Teodoro Wolf, incluyendo un mapa de las islas realizado por el pro-
pio Wolf.
El padre Menten publicó numerosas obras relativas tanto a su
actividad como profesor y rector de la Politécnica, como también de
director del Observatorio Astronómico de Quito .
Obras de él fueron: “Boletines Meteorológicos” desde 1871;
“Boletines del Observatorio Astronómico de Quito” 1878–1882 con seis
números anuales; “Relación sobre la expedición de los Académicos
Franceses”; “Historia y Descripción del Observatorio Astronómico de Quito”;
“Plano de Quito”; “Juicio y crítica al Mapa del Ecuador por Fleming”;
“Geodesia inferior y superior”; “Tablas de Logaritmos”; “Programas de lec-
ciones que se darán en la Escuela Politécnica de Quito” 1871-1876.

Cambio de Director

El padre Juan Bautista Menten estuvo a cargo del Observatorio


Astronómico hasta 1882; cuando fue nombrado Director de Obras Pú-
blicas por el Gobierno del Presidente José María Plácido Caamaño,
pero continuó vinculado por su trabajo con el Observatorio, separán-
dose definitivamente en febrero de 1883. Luego de su salida hubo va-
rios encargados hasta diciembre de ese año: los técnicos alemanes que
ayudaron a la construcción del Observatorio, Sres. José y Martín Gross,
el Sr. Beer, el padre dominico N. Nardine y el padre jesuita Luis Sodiro.
El 14 de diciembre de 1883 por decreto de Gobierno quedaron
oficialmente encargados el Ing. Alejandrino Velasco, Ing. Eudoro Anda
y Augusto N. Martínez.
De 1883 a 1887, los trabajos de Observatorio disminuyeron en

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

intensidad hasta cuando el Gobierno nacional consiguió, por sugeren-


cias del propio Padre Menten, un Director Técnico de origen alemán: el
astrónomo Sr. Guillermo Wickmann, que fue nombrado por el Presi-
dente de la República José María Plácido Caamaño.
El Sr. Wickmann fue alumno del sabio astrónomo Klikerfuess
en Alemania y fue Director del Observatorio Astronómico de Santiago
de Chile. Apenas llegado a Quito, el Sr. Wickmann se manifestó muy
complacido por la entrega oficial del Observatorio Astronómico. Al re-
cibirlo de manos del ingeniero Alejandrino Velasco se expresó así: “he
recibido una impresión agradabilísima al ver el muy buen Observato-
rio de Quito con los magníficos instrumentos que contenía”.
Era el año 1892; el Sr. Wickmann renovó el contrato por cinco
años más con el Gobierno, siendo Presidente de la República el Sr. Luis
Cordero.

El lente rayado

No se sabe exactamente que sucedió luego de la entrega recep-


ción del Observatorio, de su instrumental y aparatos, pero es muy clara
la inconformidad del encargado, Ing. Alejandrino Velasco, cuando el
Sr. Wickmann reclama el estado del lente objetivo del telescopio ecua-
torial de Merz que aparece rayado y embadurnado con una laca de
charolar mesas.
Don Nicolás Augusto Barba, un eminente hombre de Quito,
muy rico y con gran memoria, que conocía la vida y milagros de la
gente,y a donde acudían historiadores y amigos como don Luis Ro-
balino Dávila o el padre Severo Gómezjurado S.J. decían que era una
fuente segura de consulta y que: era vox populi en Quito, que las raya-
duras aparecidas en el lente del telescopio ecuatorial de Merz del Ob-
servatorio, fueron hechas por un desaprensivo señorito de la capital
con un enorme anillo de diamante, pues había apostado para probar
que su anillo era realmente de diamante, rayaría el refractor que esta-
ba encima de una mesa del taller del Observatorio y así lo hizo. Un em-
pleado para tratar de tapar el daño aplicó charol sobre las raspaduras
del cristal..
El lente en todo caso no podía permanecer dañado y por lo
tanto fue enviado a Alemania a los talleres de su autor, el famoso fab-
ricante Sigsmund Merz en Munich. El costo del arreglo o cambio del

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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

lente pudo no haber sido tan grande como el tiempo y las dificultades
del viaje de ida y vuelta, por eso el Ing. Velasco reclamó al Sr. Wick-
mann la devolución o reintegro de los gastos causados por el daño del
lente.

Las Estaciones Meteorológicas

El Sr. Wickmann demostró su preocupación por la necesidad


de instalar una red meteorológica en todo el país y dio los primeros
pasos para este proyecto. Aunque la cristalización de este programa se
fue haciendo lentamente, mediante la instalación de estaciones en di-
ferentes lugares, especialmente escogidos de acuerdo a su importancia.
Se pueden señalar que, gracias a las gestiones del Sr. Wickmann, dio
nacimiento el servicio meteorológico con carácter nacional. Con poste-
rioridad los siguientes directores del Observatorio continuaron insis-
tiendo ante el Gobierno para la instalación de nuevas estaciones en la
república, hasta que el Observatorio tuvo a su cargo el Servicio Meteo-
rológico del Ecuador.
Hablando de la meteorología únicamente de Quito, el Obser-
vatorio conserva en sus archivos las observaciones que a partir de
Wickmann se han venido efectuando hasta la presente con muy con-
tadas interrupciones.
Las actividades meteorológicas fueron reguladas en 1944, con
la creación del Servicio Meteorológico Nacional adscrito al Observato-
rio, hasta que en 1957, dicho servicio meteorológico quedó a cargo del
Ministerio de Defensa Nacional.
Cabe destacar, según lo señala el Sr. José Egred, que durante la
dirección del Sr. Wickmann se inician las observaciones meteorológicas
sistemáticas y estadísticamente controladas. También vale señalar que
las actividades meteorológicas en 1961 pasaron a depender de una en-
tidad estatal independiente el INAHMI, Instituto Nacional de Meteo-
rología e Hidrología.

Las 12 del día en Quito

La vida y el trabajo en el Observatorio, tuvieron también en


esta época una nota amena y personalísima en lo relativo a la determi-
nación exacta de la hora para Quito, cuando mediante un dispositivo
eléctrico desde el Observatorio se activaba una mecha en el cañón del

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Panecillo, para que su estallido sirviese de guía para igualar todos los
relojes de la ciudad a las doce del día..
En marzo de 1895, se retira el astrónomo Wickmann luego de
8 años de labor, iniciándose una época de decadencia, pues quedó en-
cargado por seis meses y con el carácter de Depositario, el Ing. Politéc-
nico Gualberto Pérez, un personaje muy apreciado como profesional,
muy querido por su don de gentes y sal quiteña, pero que, aunque muy
capaz, no era especializado en astronomía, de manera que no pudo
continuar en esa labor por atender sus múltiples ocupaciones. Es estos
días sucedieron muchos cambios en el país por el advenimiento del
régimen liberal.

Director Augusto Nicolás Martínez

El 9 de septiembre de 1895, el Gobierno del General Eloy Al-


faro, nombró como Director al geólogo y también ex politécnico Au-
gusto Nicolás Martínez, aunque igualmente falto de todos los cono-
cimientos de astronomía; por eso cuando se hizo cargo de sus funcio-
nes, manifestó lo siguiente: “Para corresponder dignamente a la confi-
anza depositada en nosotros, protestamos una y mil veces emplear to-
dos nuestros esfuerzos y buena voluntad para desempeñar tan delica-
do cargo, y levantar el Observatorio a la altura que debe ocupar en el
mundo científico.
Abrigamos la firme convicción de que, recibiendo siempre el
apoyo ofrecido por nuestro Gobierno, hoy en día representado por el
General Eloy Alfaro, podrá prestar, en no lejano tiempo, grandes servi-
cios al país…”
El Sr. Martínez fue un destacado geólogo y naturista ecuatoria-
no de mucha capacidad, cumplió con gran mérito el trabajo encomen-
dado, a pesar de los problemas políticos que se suscitaban en el país y
de los escasos recursos económicos con que contaba para desarrollar
las amplias actividades previstas.
La principal preocupación del Sr. Martínez fueron tanto la me-
teorología como la geofísica, mientras que en el campo de la astrono-
mía, se concretó casi exclusivamente a transcribir los estudios de algu-
nos astrónomos famosos del mundo como Flammarión.
El Sr. Nicolás Augusto Martínez permaneció en sus funciones
hasta 1905, atendió a los miembros de la segunda Misión Geodésica

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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Francesa, que vino al Ecuador en 1899 para corregir los errores de las
medidas de la 1ra misión. Martínez se retiró a principios de 1900, que-
dando encargado del establecimiento el técnico mecánico Damián
Shöll, quien había realizado gran parte de las estructuras metálicas del
Observatorio y fue el encargado de la reparación de muchos de los
instrumentos.
La segunda Misión Geodésica Francesa, llegó al Ecuador en
1899 y estuvo presidida por los militares: Georges Perrier, Bourgeois,
Maurain, Lacombe, Lallemand, Massenet, el médico militar Paul Rivet
y el astrónomo Francisco Gonnessiat.

Director Monsieur Gonnessiat

El Gobierno del General Eloy Alfaro nombró como Director del


Observatorio Astronómico de Quito al Sr. Francisco Gonnessiat, astró-
nomo de la Segunda Misión Francesa, que se encontraba en Quito.
El Sr. Gonnessiat cumplió con su cargo de Director desde el 27 de julio
de 1900 hasta agosto de 1905 fecha en que regresó a Francia.
El Sr. Gonnessiat pudo utilizar de la mejor manera las instala-
ciones del Observatorio para realizar los trabajos y estudios de la Se-
gunda Misión Geodésica, y sus resultados fueron tan positivos, que su
promotor el sabio Henry Poincaré elogió las instalaciones del Observa-
torio de Quito, cuando dijo que estaba muy bien implementado con
excelentes equipos
El contrato del Gobierno con el Sr. Gonnessiat, se debió a la
necesidad de la Misión Geodésica de contar con un astrónomo en el
Observatorio.
Cuando se hizo cargo del Observatorio, monsieur Gonnessiat,
consultó sobre el estado general de los instrumentos del Observatorio
al director anterior Sr. Guillermo Wickmann, quien había permanecido
en el país durante todos esos años, el Sr. Wickmann hizo conocer el es-
tado del uso en el que habían permanecido, especialmente, los que sir-
ven para observaciones astronómicas.
Entonces, el Sr. Gonnessiat emprendió el trabajo de desem-
polvar y activar los instrumentos, especialmente los que iban a ser úti-
les para los estudios de la misión, pero desgraciadamente, cuando des-
barató el Gran Refractor Ecuatorial de Merz para su limpieza, fue difí-
cil volverle a dejar con el funcionamiento normal que había tenido, el

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

problema principal radicaba en la sustitución de un cronógrafo regula-


dor alemán de Merz por otro francés de Foucault.
Estas fueron las circunstancias que hicieron que el Observa-
torio no pueda mantener la fama que había tenido. Quito, por ejemplo,
era tenido como el mejor lugar del mundo para la observación de co-
metas; así por ejemplo fue muy reportado el paso del cometa del año
1883, el que fue visible en Quito a pleno día .
La posición equinoccial de Quito, favorece este tipo de obser-
vación, puesto que los cometas solo son visibles al acercarse al Sol o a
la Eclíptica, lugar en el que mejor brillan, es posible que casi siempre
puedan ser vistos desde Quito, lo que no puede acontecer en otros
Observatorios.
El problema suscitado por el daño de los dos aparatos llevó a
una agria discusión entre Wickmann y Gonnessiat, ventajosamente en
ese problema la gente no tomó partido. Veamos sobre ese tema lo que
decía el diario El Comercio del 22 de febrero de 1906: “Wickmann y
Gonnessiat. Estos dos sabios astrónomos están empeñados en una po-
lémica científica, que si ella no versa sobre el movimiento de los astros,
o de nuevos descubrimientos de planetas o satélites, no deja de intere-
sar a todos los ecuatorianos que han considerado al Observatorio As-
tronómico de Quito como uno de los primeros del mundo, ya sea por
su posición geográfica, como también por la excelencia de sus instru-
mentos y aparatos”.
Uno de los méritos del Sr. Gonnessiat fue determinar la longi-
tud absoluta del meridiano del Observatorio de Quito, esta medida era
muy importante para los geodésicos de la segunda misión, que fue
puesta en duda por personas como el Dr. Teodoro Wolf, cuando en
1892 nos dice: “La posición astronómica de Quito cae bajo 0°13’34’’ Lat.
S. y en la longitud de…? Determínenla los astrónomos del Obser-
vatorio de Quito!. Debe caer varios minutos más al este de lo que indi-
ca Humboldt (81°4’38’’O. de Paris)”.
Esta afirmación de Wolf no es tan cierta, porque cuando el via-
jero francés Eduard André en 1876, solicitó la posición del Observa-
torio de Quito, su Director el padre Juan Bautista Menten, dio una
medida de longitud de 81°5’0’’ O. de París.
En la época de la dirección de monsieur Gonnessiat, continua-
ron los trabajos y observaciones en los campos de: sismología, vulca-
nología, meteorología, magnetismo y refracción Fue profesor de la Uni-

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L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

versidad Central. A pesar de sus numerosos estudios y trabajos no


existe ninguna publicación ni originales de los mismos, pues, el Sr.
Gonnessiat se llevó todo aduciendo que él tenía la propiedad científi-
ca, con la intención de hacer publicaciones en París con el auspicio del
Gobierno del Ecuador. Monsieur Gonnessiat trabajó en el Observatorio
hasta agosto de 1905.
Parece que durante casi un año el Observatorio Astronómico,
pasó en manos del técnico Damián Shöll como Director encargado.

Director monsieur Philiph Lagrula

Desde principios de 1905, el Gobierno del Ecuador comenzó a


gestionar ante el Gobierno de Francia, un nuevo Director para el Ob-
servatorio de Quito; el Ministerio de Educación de París envió a Quito
al astrónomo Philiph Lagrula con licencia del cargo que desempeñaba
en Francia; como astrónomo del Observatorio Astronómico de Lyon;
fue nombrado Director del Observatorio de Quito el 11 de julio de 1906
y se posesionó el 3 de agosto de ese mismo año.
El Sr. Lagrula se desempeñó también como profesor de la Uni-
versidad Central, donde dictó clases de álgebra superior, geometría
analítica, análisis, cálculo diferencial e integral, mecánica racional y as-
tronomía. Permaneció en Quito por muy corto tiempo, apenas un año.
La actividad del Sr. Lagrula abarcaba observaciones meteoro-
lógicas, sismológicas y astronómicas: colaboró con la Segunda Misión
Geodésica Francesa; para lograr la revisión del arco de meridiano pedi-
do por el promotor de la misión, el Sr. Henry Poincaré, para lo cual se
trasladó a la ciudad de Durán en el mes de julio de 1906, donde du-
rante varias noches y a la misma hora que en Quito, con el Sr. Gonne-
ssiat, efectuaron observaciones astronómicas, que eran comparadas
haciendo uso del servicio telegráfico, verificando posiciones y valores
estelares para determinar las longitudes que proporcionarían la infor-
mación necesaria a los miembros de la Segunda Misión Geodésica.
Los problemas que Gonnessiat había tenido con el Sr. Wick-
mann no desaparecieron del todo en la época de Lagrula, más bien lo
que le causó despecho al astrónomo fueron los problemas políticos,
pero sobre todo económicos en los que se sumía el Gobierno de ese
entonces, por lo que no recibía su sueldo normalmente, viéndose oblig-
ado a terminar su contrato el 8 de julio de 1907, trasladándose a prestar
sus servicios en el Observatorio Astronómico de Niza.

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Cuando se retiró el Sr. Lagrula del Observatorio, quedo nueva-


mente y como depositario del mismo el Sr. Damián Shöll, mecánico de
alta precisión, que se encargaba de dar mantenimiento y velaba por el
buen funcionamiento de los aparatos e instalaciones que estaban en la
institución. Como Director interino fue nombrado el Sr. Abelardo Itu-
rralde, en un período que duró la primera vez hasta enero de 1908 y
luego hasta octubre de 1911, tiempo en el que figuró nuevamente el Sr.
Shöll. Se realizaron algunas observaciones meteorológicas, muy poco
de tipo sísmico, pero casi nada en el campo astronómico y geodésico;
este problema no sólo de debió a la falta de un director competente,
sino, sobre todo, a la reducción de la mitad del presupuesto para el Ob-
servatorio, sin olvidar que por esos días había en el país, un ambiente
de intranquilidad política que limitaba las actividades normales del
tipo que se hacían en el Observatorio.

Director Sr. Luís Tufiño

El Sr. Luis G. Tufiño fue recomendado por sus merecimientos


para especializarse en astronomía y geodesia por el Señores Gonnessiat
y Lagrula, ante el Gobierno nacional. El Consejo Superior de Instrucción
Pública del Ecuador le concedió una beca para estudios en la Univer-
sidad de la Sorbona.
El Sr. Tufiño a más de sus estudios desde 1909 hasta 1912, en
que regresó al Ecuador, trabajó como “Astrónomo Stagiare” en el Ob-
servatorio de París, hasta que, el 11 de septiembre de 1912, fue nombra-
do Director. Tufiño también fue ayudante de Lagrula en el Observatorio
de Quito.
Mientras Tufiño estuvo de director, se preocupó de aumentar la
red meteorológica que había en el Ecuador, adquiriendo instrumentos y
equipos para esas estaciones; estableció el servicio de la hora oficial en
todo el país y consiguió un cronógrafo impresor. El Sr. Tufiño determinó
la diferencia de longitudes que existen entre el Observatorio Astronó-
mico de Quito y el Cerro Santa Ana en Guayaquil, para lo cual utilizó el
método telegráfico (1°21’8’’ de longitud); de la misma manera deter-
minó la diferencia de longitudes entre las ciudades de Guayaquil y
París (82°13’48’’ de longitud).
Tufiño había asumido muchas responsabilidades con el Go-
bierno; realizaba numerosas expediciones científicas a varios lugares
del Ecuador con el objeto de hacer ubicaciones y levantar cartas.

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El Sr. Luis Tufiño se dedicó más a trabajos geodésicos y de cam-


po, descuidando en gran manera las instalaciones del Observatorio y el
estado de los aparatos. Tufiño era un experto que el Gobierno requería
para realizar trabajos cartográficos, era uno de los pocos técnicos enten-
didos que usaba el sistema de plancheta para elaborar planos y mapas,
y ubicar lugares, distancias, altura y cotas de nivel; su trabajo fue muy
solicitado en este campo y, por estas razones, colaboró directamente con
los militares para la implementación del Servicio Geográfico Militar,
que posteriormente sería el Instituto Geográfico Militar; por eso desde
antes de 1927, año en que comienza a funcionar el Servicio Geográfico
Militar, el Sr. Tufiño presta, no sólo sus servicios, sino algunos instru-
mentos del Observatorio.
El año 1927, marca la fecha en la cual el Observatorio dejó de
hacer trabajos geodésicos y magnéticos para la elaboración de cartas y
mapas, pasando dicha actividad al recién creado Servicio Geográfico
Militar; dicho sea de paso el deseo del Sr. Tufiño y sus maestros Gonne-
ssiat y Lagrula, fueron, igual que la del resto de los miembros de la Se-
gunda Misión Geodésica Francesa, que sea el Servicio Geográfico del
Ejército Francés el que se entienda en organizar al Servicio Geográfico
Militar Ecuatoriano, pero los estudios realizados por el coronel Pinto
en el Instituto Geográfico Militar de Florencia, Italia, influyeron defin-
itivamente para que sea la Misión Militar Italiana la que ayude a la or-
ganización inicial de lo que sería con el tiempo el I.G.M. (Instituto Geo-
gráfico Militar del Ecuador).
La creación del Servicio Geográfico Militar para la elaboración
de la “Carta Geográfica Militar”, se oficializó por Decreto N° 163, del
11 de abril de 1928, por el Presidente de la República Dr. Isidro Ayora.
Previamente se había organizado una Comisión Técnica para el levan-
tamiento de la carta topográfica nacional, mediante un decreto anteri-
or del Dr. Ayora, del 25 de junio de 1927, que estuvo integrada por las
siguientes personas: coronel Luis Telmo Paz y Miño, Subsecretario de
Guerra y Marina, quien presidía la comisión; ingeniero Gabriel No-
roña, Director de Obras Públicas; señor Luis G. Tufiño, Director del Ob-
servatorio Astronómico de Quito; señor Luciano Andrade Marín, Di-
rector de Agricultura; sargento mayor Sergio R, Játiva, ingeniero mili-
tar y consultor del Estado Mayor General; capitán Giacomo Rocca,
ingeniero de la Misión Militar Italiana, y dos ingenieros militares nom-
brados para el efecto por el Estado Mayor General.

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Una de las labores fundamentales de la comisión, fue el reco-


nocimiento de la triangulación geodésica, dejada en el país por la Se-
gunda Misión Geodésica Francesa en las provincias de Carchi, Imba-
bura y Pichincha; también el reconocimiento de la base geodésica de
Riobamba; se ordenó la compra de materiales en Italia y Francia y se
usaron algunos aparatos del Observatorio Astronómico de Quito.

El general Georges Perrier

Ese mismo es el pensamiento del Sr. General de Ingenieros de Francia


Georges Perrier, cuando vino por segunda vez al Ecuador en 1936, pre-
sidiendo la delegación francesa por la celebración de los doscientos
años de la Primera Misión Geodésica. El Gral. Perrier vino por primera
vez al Ecuador de 1899 a 1906, con la Segunda Misión Geodésica, y
cuando tan sólo era capitán de Artillería.
El descuido en que se encontraba el Observatorio Astronómico
para el año 1928, influyó en la separación del Sr. Luís Tufiño, pues en
una visita pública efectuada por el Sr. Ministro de Instrucción Pública,
con motivo del grave terremoto del 14 de mayo de 1928, acaecido en el
Perú y que afectó gravemente a Guayaquil, el Sr. Ministro reportó que
encontró el Observatorio en un “estado calamitoso”, por lo que sugirió
la separación del Director. El Sr. Tufiño, sin embargo, se había empeña-
do en la instalación de una red de estaciones meteorológicas y en ayu-
dar a la creación y buena marcha del Servicio Geográfico Militar, de tal
manera que cuando supo de estas críticas y del informe del Sr. Minis-
tro, presentó su renuncia irrevocable a la dirección del Observatorio
Astronómico, pero antes logró concretar la instalación de la red de esta-
ciones meteorológicas.
El Sr. Tufiño es el autor del primer monumento que se cons-
truyó en la mitad del mundo en San Antonio de Pichincha, para señalar
la línea equinoccial o ecuador terrestre, este monumento fue construi-
do en 1936 como uno de los números conmemorativos de la Primera
Misión Geodésica de 1736. Ese monumento se encuentra hoy en Cala-
calí, al ser sustituido por uno similar pero más grande.
El astrónomo y geodesta Luís Tufiño, luego de su renuncia a la
dirección del Observatorio en 1928, siguió colaborando con los milita-
res del Servicio Geográfico. Obra de él es el libro titulado: “Estudio sobre
la Esfera Celeste”, con cuarenta y cuatro páginas, para uso de los milita-
res que integran el Servicio Geográfico.

174
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

A la renuncia de Tufiño, quedaron en el Observatorio Astro-


nómico, como encargados de la dirección, desde mayo a septiembre de
1928, los señores Tomás Roseau y Carlos Terneus.
En septiembre de 1928, permanece en el Observatorio, por el
lapso de 5 meses, como Director Encargado, hasta enero de 1929, el Sr.
Luís Eduardo Mena, quien durante ese breve período, con gran habili-
dad y conocimiento, armó e instaló provisionalmente el equipo de sis-
mógrafos Mainka fabricado en Göttingen, Alemania, que estuvo emba-
lado durante más de cuatro años en el mismo Observatorio.

Director Nicolás G. Martínez

En enero de 1929, fue nombrado como Director del Observa-


torio, el Sr. Nicolás G. Martínez, quien permaneció en su cargo hasta su
muerte acaecida en agosto de 1934.
Mérito especial del Sr. Martínez, fue mejorar e incrementar la
red nacional de estaciones meteorológicas, implantar la revisión de cál-
culos estadísticos y determinar los valores normales para el clima de
Quito. Editó en la imprenta del Gobierno algunos estudios sobre vul-
canología y erupciones, ilustrados con excelentes fotograbados sobre el
tema, igual hizo sobre algunas excursiones científicas.
No podemos confundir a Nicolás Augusto G. Martínez con su
hermano mayor de nombre parecido; Augusto Nicolás Martínez, que
tuvo a cargo la dirección del Observatorio de 1900 a 1905, él a pesar de
su avanzada edad, a los 82 años y habiendo sido alumno de la antigua
Politécnica, en 1935 vio reabrirse a ese establecimiento y en 1938 toda-
vía era considerado como una autoridad científica.
El Ministro plenipotenciario del Ecuador en Ginebra, Sr. Gon-
zalo Zaldumbide, el 30 de enero de 1935, contrató los servicios de siete
profesores destacados y entendidos en varias ramas de las ciencias,
pues el Presidente de la República Dr. José María Velasco Ibarra, plane-
aba reabrir la Escuela Politécnica y reorganizar el Observatorio Astro-
nómico de Quito.

Director Dr. Hans Odermatt

Velasco Ibarra, hijo del Ing. Alejandrino Velasco, destacado


alumno de la Politécnica de García Moreno y Director del Observatorio

175
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Astronómico de Quito desde 1883 hasta 1887, tenía vivo interés en que
el Observatorio Astronómico recobre la importancia que había tenido
anteriormente, para lo cual escogió, entre los profesores que venían al
país, al Dr. Hans Odermatt, astrónomo de prestigio del Observatorio
Monchatel en Suiza.
El Dr. Odermatt fue nombrado Director del Observatorio As-
tronómico de Quito en mayo de 1935 y cumplió tales funciones hasta
diciembre de 1948; también tuvo el cargo de profesor de astronomía en
la Escuela Politécnica.
El 11 de mayo de 1937, cuando el Presidente de la República,
Ing. Federico Páez, incorpora a la Escuela Politécnica dentro de la Uni-
versidad Central como Instituto científico ecuatoriano, también lo hace
con el Observatorio Astronómico.
Odermatt era un verdadero astrónomo y como profesional
tenía interés en ver funcionando al Observatorio, para lo cual era nece-
sario una remodelación o arreglo de los instrumentos y una serie de
adquisiciones para estar acordes con los adelantos de la ciencia y de la
técnica, para ello realizó algunas adquisiciones necesarias como: cronó-
grafos, sismógrafos, péndulos e instrumentos meteorológicos para la
red nacional que fue reorganizada.
El Dr. Odermatt contribuyó al adelanto de la cartografía na-
cional con datos de latitud y longitud en toda la república, también co-
laboró con la Misión francesa que arribó al Ecuador de 1936 para con-
memorar con actos culturales y científicos la labor realizada hacía 200
años para la 1ª Misión Geodésica; para ellos estuvo a las órdenes del
Director de esas conmemoraciones el General de Ingenieros Perrier y le
expresó su solidaridad ante unos graves malos entendidos.
El Dr. Odermatt realizó la instalación del Complejo Geodésico
del Colegio Militar como uno de los números conmemorativos del la
llegada de la 1ª Misión Geodésica en 1736. Los trabajos del Complejo
Geodésico comprendían: dos relojes solares Norte y Sur y una plancha
central con la ecuación del tiempo (calendario astronómico), la rosa de
los vientos con las diferencias entre los polos geográficos y magnéticos
y su declinación y un obelisco con la posición astronómica del Colegio,
ese Complejo Geodésico fue restaurado varias veces, trasladado en
1994 y ampliado en 1998.
El Dr. Odermatt representó al Ecuador en certámenes interna-
cionales como la Conferencia Mundial de Directores de Servicios Me-

176
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

teorológicos celebrada en Washington en octubre de 1947, donde asis-


tió en compañía del reconocido técnico nacional del Observatorio el Sr.
Luís E. Mena. El Dr. Odermatt recurría al Sr. Mena para dar manten-
imiento a los equipos y aparatos del Observatorio con la colaboración
del padre Alberto Semanate O.P., quien fue rector de la Escuela
Politécnica (1945–1946).
Durante este período se publicó en el Boletín Científico de la Casa de
la Cultura, resúmenes mensuales del clima de Quito, acompañados de
algunos artículos de otros temas de estudio y el trabajo científico del
Observatorio .
El 20 de octubre de 1944, el Gobierno del Presidente de la República Sr.
José María Velasco Ibarra decretó la creación del Servicio Meteoro-
lógico del Ecuador, adscrito al Observatorio Astronómico de Quito,
dando cumplimiento a una necesidad nacional y al pedido de los
Congresos Científicos de Río de Janeiro en 1935, Lima en 1937 y
Montevideo en 1939.
El Dr. Hans Odermatt tuvo una labor meritoria y destacada en
la actividad científica del país; su retiro fue a fines de 1948 y dejó esta
institución en manos del prestigioso técnico nacional Sr. Luís Eduardo
Mena.
El Sr. Luís Eduardo Mena, tenía una brillante página de ac-
tuación en el Observatorio desde 1924, en que comenzó como emplea-
do de la institución; de septiembre de 1928 a enero de 1929, estuvo en-
cargado de la Dirección por primera vez, luego de agosto a diciembre
de 1934, en esta ocasión sus funciones como Director Administrativo se
prolongarían de diciembre de 1948 hasta 1973; durante este período tu-
vo una breve interrupción en sus funciones cuando entre el primero de
septiembre de 1951 y el 30 de junio de 1952, fue sustituido por el espe-
cialista meteorólogo Vicente Lauro Gómez. Mientras el Sr. Mena cum-
plía con la delicada tarea de acompañar por Latinoámerica a la Misión
Científica de la UNESCO.
El Sr. José Egred A., uno de los más destacados y prestigiosos
funcionarios del Observatorio Astronómico y del Geodésico de la Es-
cuela Politécnica Nacional, que presta por más de cuarenta años sus
funciones en la institución, nos cuenta lo siguiente: “la exposición
Científica Itinerante de la UNESCO, que recorría toda Latinoamérica…
afrontaba serios problemas técnicos por fallas en varios de los nove-
dosos instrumentos, lo cual impedía su exhibición a partir de Quito en

177
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

julio de 1951, ya que sus personeros no podían reparar los daños.


Alguien recomendó al Sabio Mena…, así era reconocido el Sr. Mena…
sorprendentemente el Sr. Mena solucionó todos los problemas. Ante el
eficiente desempeño, la UNESCO propuso al Sr. Mena la Dirección de
la exposición que tenía que seguir su itinerario hacia el norte… el mag-
nífico desempeño científico del Sr. Mena fue motivo de orgullo para el
país…

El Sr. Alfredo Schmitt

Durante la tercera administración del Presidente Velasco Iba-


rra en el año 1955, fue nombrado como Director Técnico del Obser-
vatorio, el Sr. Alfredo Schmitt, quien era un astrónomo profesional ve-
nido de Francia del Observatorio Astronómico de Estrabusburgo; per-
maneció como Director Técnico hasta 1958.
Para los trabajos de Astronomía de Posición, el Sr. Schmitt
logró los siguientes arreglos y adquisiciones: Astrolabio “Danjón”, mo-
dernización del círculo meridiano “Repsold”, modernización del An-
teojo Ecuatorial Merz, dos centrales horarias “Ebanches”, con relojes de
cuarzo, un cronógrafo “Omega”, instalación de un taller de mecánica
de alta precisión.Además el Sr. Schmitt realizó múltiples trabajos con:
cálculos de latitud y longitud, la hora, capacitación de personal cientí-
fico nacional.
El Sr. Hugo Dávila, quien posteriormente sería el Director Encargado
del Observatorio de 1973 a 1994, nos dice algo más sobre las labores
realizadas por el Sr. Schmitt y su señora, que trabajó como voluntaria y
sin ninguna remuneración. “En cuanto a trabajo propiamente dicho, el
Sr. Schmitt, inició observaciones visuales y fotográficas de cometas, de
ocultaciones de estrellas por la luna, estudio la marcha de los péndu-
los, 16.000 cálculos geométricos para la resolución de la ecuación de
Kepler, cálculo de modernas tablas de refracción, trabajos que lo hizo
en cooperación con la Sra. Schmitt, observadora Ad Honorem del Ob-
servatorio de Quito, además constataron que hay perturbaciones en la
marcha de los péndulos de gravedad antes de los terremotos, hecho
comprobado también por el Observatorio de Götingen.
A la salida del Sr. Schmitt continuó con la dirección técnica y
administrativa del Observatorio el Sr. Luís Eduardo Mena. Quien se
empeñó en completar el programa bien trazado por el Sr. Schmitt .
Durante la administración del Sr. Mena, el 28 de mayo de 1957

178
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

el Servicio del Sistema Meteorológico del Ecuador se traspasó al Minis-


terio de Defensa Nacional siendo Presidente del Ecuador el Dr. Camilo
Ponce Enríquez .
Otro Director Técnico fue el Sr. Antonio C. Scheepmaker, astró-
nomo holandés que cumplió sus funciones entre 1964 y 1967, su activi-
dad primordial fue la Astronomía de Posición.
En esta época el Observatorio pertenecía al Bureau Internacio-
nal de la Hora, al U.S. COSAT and Geodesia Survey, al Internacional
Sismologial Research Center, al Centro Regional de Sismología para
América del Sur, mantuvo además estrecha relación y colaboración con
el Servicio Nacional de Meteorología e Hidrología, que se independizó
de la F.F.A.A. el 19 de junio de 1957.

Se anexa el Observatorio a la Escuela Politécnica

En 1964, el Observatorio que dependía del Ministerio de Edu-


cación, por gestiones del entonces rector Ing. José Rubén Orellana Ri-
caurte, pasó a depender de la Escuela Politécnica Nacional, cuando es-
ta institución al mismo tiempo cobraba su autonomía gracias al Decre-
to Supremo N° 31 de la Junta Militar de Gobierno integrada por Ramón
Castro Jijón, Contralmirante Luís Cabrera Sevilla, general de División,
Marcos Gándara Enríquez, general de División y Guillermo Freile
Posso, coronel de E. M. de Avc.

Director Sr. Hugo Dávila

En 1973 el Sr. Mena se jubiló y se hizo cargo como Director


Encargado el Sr. Hugo Dávila, quien figuraba como Subdirector. El Sr.
Hugo Dávila, permaneció como Director Administrativo hasta 1994.
Durante su período, hubo continuidad en los trabajos.
En 1983, se creó como algo independiente del Observatorio el
Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional, por tanto las sec-
ciones de Sismología y Vulcanología, dejaron de pertenecer al Obser-
vatorio, para formar parte del nuevo instituto .Se reubicó el instrumen-
tal y se transfirió el 50% del personal de Observatorio al Geofísico.

Director Valentín Yurevich

Estuvo como Director Técnico del Observatorio, desde 1990 a

179
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

1994, el Sr. Valentín Yurevich, quien trabajó en la Escuela Politécnica


como miembro de la Misión Científica Rusa; pertenecía a la Academia de
Ciencias de Unión Soviética, y vino al Ecuador como parte de un conve-
nio celebrado con el Director de la Escuela Politécnica, el Ing. Rubén
Orellana. El Dr. Yurevich residía en Quito. En la Escuela Politécnica, real-
izó numerosos estudios y observaciones astronómicas, cuyos resultados
son poco conocidos; en todo caso el Dr. Valentín Yurevich realizó algu-
nas publicaciones, como por ejemplo un libro sobre “Arqueoastro-
nomía” y algunos artículos en los Boletines del Observatorio.
En este período se suspendió la publicación del Anuario
Meteorológico de Quito, debido a que la acción del Observatorio que-
dó reducida a la de una estación meteorológica más de las que tiene el
país, pues todos esos estudios pasaron al INAMHI (Instituto Nacional
de Meteorología e Hidrología).
En 1983, el Consejo Provincial de Pichincha donó a la Escuela
Politécnica Nacional, tres hectáreas ubicadas en la Hacienda Jerusalén
en la Parroquia de Malchinguí, para que allí se construya una estación
geodinámica para investigaciones astronómicas y un nuevo Obser-
vatorio .
El Dr. Yurecvich dio mucho impulso a la idea de montar el
Observatorio en donde hoy se llama Parque de Jerusalén, su perma-
nencia en el Ecuador fue hasta el 28 de febrero de 1994.

Director Dr. Ericson López

Desde el 1 de marzo de 1994 al 21 de octubre de 1996, figura


como Director Encargado, el Sr. Luís Espín Paredes. El 22 de octubre
de 1996 se hizo cargo de la dirección del Observatorio el Dr. Ericson
López Ph. D., especializado en Rusia, en física y astronomía, quien con
sus conocimientos ha reactivado las actividades astronómicas.
Sobres estas nuevas iniciativas, veamos lo que nos dice un pro-
fesor de la Escuela Politécnica, el Ing. Adolfo Holguín, astrónomo afi-
cionado y también profesor de la Universidad San Francisco: “El Di-
rector del Observatorio (Dr. Ericson López) estaba encaramado en una
escalera tratando de enfocar al gran telescopio ecuatorial que había
acabado de restaurar. Los demás funcionarios le ayudaban moviendo
los contrapesos del pesado aparato. Debido al gran aumento de su óp-
tica, se hacía más difícil localizar dentro del campo de visión a un astro

180
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

que brillaba en el lado oriental de La Alameda, algo opacado por el


smog y las luces de la actual ciudad. De pronto se oyó: “!aquí está..!”
Uno por uno subimos la escalera hasta poner el ojo frente al
ocular. En cada ocasión se oía una exclamación de admiración por la
fantástica visión. Era Saturno. El gigante planeta rodeado de anillos. Se
lo veía majestuoso, con su forma tan magnífica que podía pensarse que
alguien puso una filmina por delante del lente. Entonces el Dr. López,
se expresó así: “Vale la pena restaurar y poner en funcionamiento a los
magníficos instrumentos que poseemos, son una reliquia, pero aún
permiten hacer mediciones importantes”.
El 18 de diciembre de 1998 el Dr. Ericson López, realizó algu-
nas gestiones ante el Sr. Rector y el Consejo Politécnico de la Escuela,
para solicitar que se transforme el Observatorio Astronómico del par-
que de la Alameda en Museo Astronómico, se instale el nuevo Obser-
vatorio Astronómico en los terrenos de la Escuela Politécnica en el
Parque Jerusalén y se fomente la educación profesional de astronomía,
mediante la anexión del Observatorio a la Facultad de Ciencias.
El Dr. López, a más de reactivar las actividades astronómicas,
ha introducido la informática en el cálculo de las estadísticas meteo-
rológicas y publicó un interesante “Almanaque Científico Utilitario”,
correspondiente al año 2001, tiene también un documento de excelente
divulgación técnica e informativa sobre algunos de los más importan-
tes aparatos del Observatorio Astronómico, con especial referencia al
Telescopio Ecuatorial Merz.
El Dr. López, por sus múltiples razones de trabajo y estudio
desde octubre del 2001 hasta abril del 2003, fue reemplazado por el
Subdirector Sr. Marco Álvaro.
El Sr. José Egred, prestigioso funcionario del Observatorio y
que hoy trabaja en el IGEPN (Instituto Geofísico de la Escuela Poli-
técnica Nacional), tiene la misma idea del Director Dr. López, de ir pau-
latinamente restaurando los principales instrumentos para poder exhi-
birlos al público, pues son verdaderas joyas científicas de los siglos pa-
sados. El Dr. López dice claramente en su pedido antes señalado, que:
“El Observatorio actualmente se encuentra inmerso en una nueva
etapa de reactivación de sus funciones y de cambios radicales, tendien-
tes a transformar totalmente el instituto y a ubicarlo en un sitial hon-
roso y de prestigio en el ámbito cultural de nuestra nación”. Eviden-
temente para lograr estos objetivos, la administración del Observatorio

181
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

está orientada a la consecución de fondos que garanticen su auto sus-


tentación.
El parque de La Alameda ha sido totalmente restaurado y hoy
se está haciendo lo mismo con el edificio del Observatorio.
Como hemos podido analizar, el Observatorio Astronómico de
Quito constituyó desde su fundación la cuna donde se desarrollaron
las primeras actividades que con el tiempo dieron origen al I.G.M., al
I.NA.M.HI. y al I.G.E.P.N. Nuestro deseo y el de todos los ecuatorianos
es que tanto el Observatorio Astronómico de Quito, como los Institutos
que nacieron de él, sigan dando a la patria los frutos que quiso su fun-
dador el Dr. Gabriel García Moreno para beneficio del país.

El Observatorio Astronómico de Quito en 1892


(Foto tomada del libro El Quito que se fue, tomo I)

182
L A H IS TO R I A D E L O B S E RVATO R I O AST RO N Ó M I CO

Cronología de los Directores del Observatorio Astronómico

1. Padre Juan Bautista Menten S.J. 1.873 – 1882


Mr. Beer (Encargado) 1.882 – 1883
2. Ing. Alejandrino Velasco Diciembre/1883 – 1887
3. Sr. Guillermo Wickmann 1887 – 1895
Ing. Gualberto Pérez (Enc.) abril 1895 – 9 septiembre 1895
4. Sr. Augusto Nicolás Martínez 1895 – 1900
5. Sr. Francisco Gonnessiat 1900 – 1906
6. Sr. Philippe Lagrula 1906 – 1907
Sr. Abelardo Iturralde (Encargado) julio 1907 – enero 1908
7. Sr. Damián Shöll enero 1908 – octubre 1911
8. Sr. Luís Tufiño octubre 1911 – 1928
Srs. Tomás Roseau y Carlos Terneus (Enc.) mayo 1928 – sept. 1928
Sr. Luís Eduardo Mena (Encargado) sept. 1928 – enero 1929
9. Sr. Nicolás Guillermo Martínez 1929 – 1934
Sr. Luís Eduardo Mena (Encargado) agosto 1934 – dic. 1 934
Sr. Jorge Egred (Encargado) dic.1934 – enero 1935
Sr. Ernesto Dousdebés (Encargado) Enero 1935 – mayo 1935
10. Dr. Hans Odermatt mayo 1935 – dic. 1948
11. Sr. Luís Eduardo Mena dic. 1948 – 30 de oct. 1951
Sr. Vicente Lauro Gómez (Enc.) 1 sept. 1951 – 30 junio 1952
12. Sr. Luís Eduardo Mena 30 junio 1952 – 1955
13. Dr. Alfred Schmitt 1955 – 1958
14. Sr. Luís Eduardo Mena 1958 – 1964
15. Dr. Antonio C. Scheepmaker 1964 – 1967
16. Sr. Luís Eduardo Mena 1967 – 1973
17. Sr. Hugo Dávila 1973 – 1990
18. Dr. Valentín Yurevich 23 nov. de 1990 – 28 feb. 1994
19. Sr. Luís Espín Paredes 1 marzo 1994 – 21 octubre 1996
20. Dr. Ericson López 22 octubre 1996 – octubre 2001
Sr. Marco Álvaro (Encargado) Octubre 2001 – abril 2003
21. Dr. Ericson López 1 mayo 2003 – hasta hoy

183
.
SEIS APORTES DEL ECUADOR
A LA CULTURA UNIVERSAL*

Dr. Juan Cordero Íñiguez

Saludo desde el Ecuador: un pequeño país en la mitad del


mundo, que sintetiza la geografía, la historia y la etnografía de nuestro
planeta.
Tres factores geográficos definen nuestro clima: la robusta
macicez de los Andes, que atraviesa el país de norte a sur, en dos ra-
males que forman la gran avenida de nevados, que enmarcan a muchas
ciudades que las llamamos serranas y que dividen al país en tres re-
giones: Costa o Litoral, Sierra y Amazonía. El segundo es su ubicación
en la cintura del mundo, con una parte en el hemisferio norte y otra en
el sur. El tercero es la afectación parcial de nuestro litoral por la co-
rriente de Humboldt, que se tuerce hacia el archipiélago de Galápagos
a la altura de la mitad de la Costa, considerada por nosotros como la
cuarta región, quizá para muchos, la más conocida por su riqueza fau-
nística.
El país tiene desde nieves perpetuas hasta zonas tórridas, des-
de vegetación de páramo hasta de climas cálido secos y cálido húme-
dos; desde torrentosos ríos de montaña hasta amplios afluentes del río
Mar, con sus tributarios más occidentales.
Desde el punto de vista histórico el Ecuador ha tenido culturas
de todos los tintes, desde paleo indias, que se remontan a unos quince
mil años, pasando por culturas formativas o preclásicas, de desarrollo
regional o clásicas y de integración o posclásicas, para devenir luego en
una gran cultura imperial militarista, como una parte del famoso Ta-
huantinsuyo incaico. Lo demás forma parte de una historia más uni-
versalizada, con la presencia española desde 1534, con una duración
de cerca de trescientos años.

* Ponencia del Dr. Juan Cordero Iñiguez, Subdirector de la Academia Nacional de Historia del
Ecuador, en el XI Congreso de Academias de la Historia. San Juan, Puerto Rico. Abril del
2008.

185
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Desde una visión humana, fuera de haber vivido en las épocas


aborígenes un mestizaje continuo por las migraciones llegadas por los
cuatro costados, con predominio del poblamiento mongoloide, como
en el resto de América, con la conquista inca, nuestros pueblos se qui-
chuizaron y con la española surgió el más amplio mestizaje, hoy pre-
dominante, pues el 75% de la población se autocalifica como tal, según
el censo del 2001, completado con un 10% de indígenas en más de una
docena de etnias; un 10% de población de origen caucazoide y un 5 %
de tradición negroide llamada afroecuatoriana.

INTERCULTURALIDAD, GLOBALIZACIÓN, MIGRACIÓN

Desde este país, pequeño y complejo, con trece millones de


habitantes dentro de sus fronteras y con unos tres millones fuera de
ellas; con un territorio de 260.000 kilómetros cuadrados, queremos ha-
cer unas reflexiones sobre el tópico fundamental de este Congreso: la
interculturalidad vista desde el Nuevo Mundo, que no es sino revisar
como hemos compartido mundialmente nuestros conocimientos y
cómo nos hemos influido recíprocamente desde tiempos ancestrales
hasta el presente.
La sociedad humana ha practicado siempre la migración y con
las personas ha viajado su cultura, entendida esta como una adecuada
respuesta a las necesidades humanas individuales y colectivas materi-
ales y espirituales.
Desde diversos lugares del mundo hemos dado y hemos
recibido, con o sin registros históricos. En algunos casos hay documen-
tos probatorios y en otros no. Pero el mundo ha sido una gran sociedad
de intercambios y todos nos debemos a todos. Esta idea es hoy más vál-
ida que nunca, cuando se han superado viejos conceptos de culturas
superiores e inferiores.
Cada país podría hacer una reflexión sobre su historia y encon-
traría, como estamos haciendo nosotros en este breve ensayo, por lo
menos una parte de lo que ha dado y otra de la que ha recibido, en una
aportación globalizada, sin cobros de patentes, desde los albores de la
humanidad, hasta el presente.
Sólo en la época capitalista los conocimientos son costosos, so-
bre todo, cuando aportan tecnologías de punta, lo que sigue ahondan-
do las diferencias económicas entre pueblos ricos y pobres. Esto nos

186
SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL

debe llevar a pensar que hay que introducir cambios para que la cultura
y la tecnología, que siempre han sido de todos, siga cumpliendo con la
finalidad de dar bienestar a la humanidad y no sólo a unos pocos. Las
leyes que regulan las patentes deben pensarse en función social.
Desde el Ecuador, queremos compartir con los académicos de
Iberoamérica lo que consideramos como algunos de nuestros aportes a
la cultura universal. Partiremos desde las antiguas culturas formativas
o proto agrícolas, que hoy se remontan a unos 4000 años antes de
Cristo.

PERIODO INDÍGENA
CERÁMICA Y ESCULTURA EN VALDIVIA

Valdivia es un pequeño poblado a orillas de un riachuelo y del


océano Pacífico. Arqueólogos extranjeros como Betty Meggers, Cliford
Evans y Olaf Holm, asociados a ecuatorianos como Emilio Estrada y
Carlos Zevallos descubrieron la cerámica más antigua del Ecuador, que
resultó también ser una de las más antiguas del continente americano,
compartiendo con Puerto Hormiga en Colombia. Lo que queremos
destacar es que se trata de un excelente material con cuarenta varie-
dades decorativas, lo que nos lleva a la clara conclusión de que a la
necesidad de poseer recipientes se unía la
intención de aportar con elementos de
embellecimiento, como una expresión
estética connatural con el ser humano.
Cabe resaltar que una de las for-
mas de decoración fue el estampado con
granos de maíz, lo que quiere decir que
ya lo conocían y lo cultivaban, lo que a su
vez ha conducido a los arqueólogos a
sostener que hubo algunas variedades de
maíz y que por lo tanto su descubrimien-
to ocurrió en varios lugares de América,
recibiendo la nuestra el nombre de Kcello
ecuatoriano.
Pero, más allá de esto, lo que tie-
ne total prioridad en toda nuestra Amé-
rica hasta la fecha, es la iniciación de una

187
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

larga y grandiosa tradición escultórica, a partir de unas pequeñas


esculturillas femeninas llamadas Venus de Valdivia, inicialmente he-
chas en piedra, con un gran proceso de estilización y luego generali-
zadas en cerámica en ocho estilos diferentes, con particular insistencia
en el embellecimiento del cabello.

Sobre su origen aún se discute, pues unos hablan de una conexión con
la cultura Jomón de la isla Kyushu del Japón; otros se refieren a un ori-
gen amazónico y unos terceros a una creación cultural propia de este
pueblo.

LA BOTELLA SILBATO

En torno al año 2000 a. C. en un asentamiento de nuestra Costa


del Pacífico llamado Machalilla, aparecieron unos recipientes globu-
lares con una pequeña vertedera y con asa lateral, que paulatinamente
fueron evolucionando en sus formas, dentro del mismo concepto, hasta
tener una doble vertedera, asas en forma de puente o de estribo y hasta
dos cuerpos comunicados por la parte inferior, con la singularidad de
tener unos pequeños orificios por donde entra y sale el agua y el aire,
produciendo silbatos parecidos a los cantos de los pájaros, que mode-
lados en la parte superior, complementan su decoración. Estas formas,
con numerosas variantes, tuvieron mucho éxito en la arqueología de
toda América, llegando en muchos lugares a ser joyas de la cerámica
prehispánica, como se puede apreciar en los museos que exhiben
piezas de las culturas Machalilla, Chorrera, Mochica, Chimú, Paracas o
Nazca, para citar sólo el área sudamericana.
Hubo, pues un punto
de partida, la costa ecuatori-
ana, de donde se difundió a
todo el continente. Se prue-
ba con la cronología y con la
opinión de los arqueólogos,
lo que nos lleva a ratificar la
tesis de que hubo muchos
contactos entre las culturas
de América, con mutuas
influencias.

188
SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL

UN PRIMER DESCUBRIMIENTO DEL PLATINO

Aunque los prime-


ros usos de los metales se re-
montan en nuestro país a la
mitad del segundo milenio
antes de Cristo, lo cual le da
mucha antigüedad, si no
primacía en su empleo, hay
que poner en relieve que hu-
bo una singularidad estu-
diada por varios arqueólo-
gos: la utilización del platino
en la producción de joyas y de objetos rituales, posiblemente desde el
500 a. C. No se llegó, por supuesto, a la fundición, pues nuestros indí-
genas no tenían la tecnología de producir temperaturas que lleguen a
los 1800 grados centígrados, pero sí encontraron formas de ablandarlo
con el calentamiento y el martillado, para reducir a láminas que se
emplearon en asociación con la plata y el oro.
El lugar donde ocurrió este descubrimiento se llama La Tolita,
una isla de la provincia de Esmeraldas, la más septentrional del Ecua-
dor y que comparte un espacio geográfico con el sur occidental de Co-
lombia. Allá ser llama cultura Tumaco y entre nosotros Cultura La
Tolita.
Este primer descubrimiento no tuvo trascendencia, pues perte-
nece a una cultura que desapareció, aún antes del dominio español, pe-
ro no por ello deja de tener importancia y de ubicar a la cultura La To-
lita como la primera en el mundo en utilizar el platino. Un nuevo des-
cubrimiento se dio sólo en el siglo XVIII de nuestra era, con la uti-
lización de este metal en monedas dentro de la antigua Rusia.

EL SPONDYLUS

Esta variedad de concha que se localiza en la costa del océano


Pacífico, desde México hasta el Ecuador, con extracción intensiva en la
provincia de Manabí, donde chocan corrientes cálidas y frías, tomó
tanta importancia que se convirtió en un elemento ritual de muchos
pueblos y su demanda creció e impulsó un activo comercio de la mate-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ria prima y de productos


elaborados, especialmente
en forma de mullos o pedac-
itos, que eran la ambrosía de
los dioses.
Se trata de una con-
cha de mediano tamaño, con
bordes rojos en los extremos
de sus valvas, que encierra
un molusco muy apetecido
por las personas por su sabor y su calidad alimenticia. Pero a los dios-
es, seres superiores a los humanos, no se les podía ofrecer el contenido
sino el continente. Su distribución, como objetivos rituales, cubrió un
gran espacio de nuestra América. Y los principales comerciantes, que
viajaban por mar o por tierra a distancias considerables fueron indíge-
nas de nuestro país, particularizándose en la producción de miniaturas
y de los citados mullos los habitantes de la región cañari, quienes inclu-
so utilizaron esta concha, cortada en pedazos rectangulares o trape-
zoidales como medio de intercambio, es decir, como monedas.

IMPERIO INCAICO

Quienes han estudiado esta cultura han llegado a la conclusión


de que se trata de una de las grandes civilizaciones que ha tenido la
humanidad en todos los tiempos. Se conformó con cuatro grandes re-
giones que sumadas se denominó Tahuantinsuyo. Toda su organiza-
ción, en particular su política y su economía han sido resaltadas por su
efectividad. Lograron los Incas crear el gran Imperio Andino del Sol,
que cubría más de cuatro mil kilómetros longitudinales, desde el sur de
Colombia hasta el norte de Chile y el noroeste de Argentina, unidas por
vías que se comparaban con las del imperio romano, al decir de Ale-
jandro Humboldt, quien las vio a comienzos del siglo XIX, ya bastante
destruidas. Los Incas tuvieron un gobierno centralizado y bien jerar-
quizado, con una eficaz unificación lingüística y cultural; y, sobre todo,
como una economía distributiva y de previsión, que permitía que
todos tuvieran alimentos en momentos normales y de crisis por lluvias
o por excesivas sequías.
Uno de estos cuatro suyos correspondió a lo que es el actual

190
SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL

Ecuador y se lo denominó Chinchaysuyo. En el sur de estas tierras,


conocidas como Tumipampa, preferidas por Túpac Yupanqui, nació el
mayor de los emperadores del Incario, Guayna Cápac, quien gobernó
hasta la llegada de los primeros exploradores españoles de nuestras
costas, esto es hasta 1526 y a quien se le puede comparar en poderío
con el mismo Carlos V, su contemporáneo y, finalmente el vencedor en
aquellos conflictivos años de las tres primeras décadas del siglo XVI,
abundantes en guerras de invasión y de conquistas.
Las huellas culturales y humanas del incario aún perduran y
son motivo de admiración y de elogio. El sentido comunitario de su
pueblo sigue siendo una fuerza que une y les permite defenderse frente
a la agresión del la economía transnacionalista y de globalización.

PERÍODO HISPÁNICO

Frente al pasado los historiadores debemos registrar los datos,


analizar los hechos y reflexionar sobre unos y otros, de acuerdo con las
categorías temporales, espaciales e ideológicas que nos ha tocado vivir
o que las hemos escogido.
El hecho es que varios países de Europa, singularizándose Es-
paña, Portugal, Inglaterra y Francia, se apoderaron del Nuevo Mundo

191
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

y cambiaron su historia. América quedó incorporada dentro de la cul-


tura occidental. Se inició el proceso en 1492 y la dependencia duró más
de dos siglos y hasta cerca de cuatro, como en los casos de Cuba o de
Puerto Rico. Llámese descubrimiento, encuentro de dos mundos, con-
quista, invasión o como se quiera definirlo, ocurrió y marcó cambios
trascendentales. Somos hispanoamericanos, lusoamericanos, latino-
americanos o angloamericanos. Dentro de este contexto, debemos mi-
rar nuestra singular participación en la cultura universal, pues no hay
como quedarse e el análisis general de todos los intercambios, de ida y
vuelta, lo que un historiador cuencano, el doctor Gabriel Cevallos Gar-
cía, (que trabajó mucho en Puerto Rico), los llamó donativos de mutuo
beneficio.

DESCUBRIMIENTO HISTÓRICO DEL RÍO AMAZONAS

El descubrimiento histórico del más caudaloso río del mundo,


el Amazonas, se dio por dos expediciones surgidas, la una desde Gua-
yaquil y la otra desde Quito, dirigidas por Francisco de Orellana y por
Gonzalo Pizarro, respectiva-
mente, apoyados por unos
pocos soldados españoles y
por miles de indígenas de
nuestras tierras, quienes
unieron sus huestes en la
región oriental y el primero,
por encargo del segundo,
avanzó aguas abajo y un día
12 de febrero de 1542 llegó al
gran río, que el padre Gas-
par de Carvajal lo llamó de las Amazonas y que otros cartógrafos y
geógrafos, refiriéndose al hecho histórico lo denominaron Río de
Quito.
Ya por el año 1500 lo habían conocido los portugueses por su
formidable caudal de agua en su desembocadura, pero el primer recor-
rido registrado por la historia fue el iniciado en tierras ecuatorianas,
con gente de nuestro país, que ofrendó su vida, pues casi todos
murieron en esta fantástica aventura.

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SE IS A PO RT E S D E L E CUA D O R A L A CU LT U R A U N I VER SAL

LA CASCARILLA Y LA QUININA

A la Real Audiencia de Quito, creada en 1563, corresponde el


descubrimiento y la difusión, para bien de la humanidad, de la cascar-
illa y de su extracto, la quinina, que salvó muchas vidas que pudieron
sucumbir por las tercianas o el paludismo, a lo largo de cerca de tres
siglos.
Su exportación se inició en 1640, después de que según una
leyenda, se curara la esposa del Conde de Chinchón, virrey del Perú,
de la fiebre palúdica, noticia que se regó prontamente por Europa. Por
este conde, que lo difundió, se dio el nombre científico de chinchona. Y
como el portador de un atado milagroso fue un miembro de la orden
de San Ignacio también fue llamado el producto como polvo de los
jesuitas.
La información asocia esa leyenda y mucha historia. Las inves-
tigaciones nos conducen a concluir que lo anterior fue un recurso pub-
licitario y la verdad es que Pedro de Leyva, un cacique indígena de la
provincia de Loja, fue su difusor pues co-
nocía por tradición las virtudes de la plan-
ta y experimentó personalmente sus ben-
eficios al curarse del paludismo. Informó
del particular en Lima a los jesuitas y estos
lo dieron a conocer universalmente.
Prestigiosos científicos estudiaron
esta planta y algunos la buscaron en sus
lugares de origen, entre otros, Carlos Ma-
ría de La Condamine, quien envió una
muestra a Carl Linné, el mayor taxonomis-
ta botánico de la época, y éste, por la leyen-
da la llamó cinchona oficinales. Estuvo por
la zona también el botánico de la misma
misión Joseph Jussieu, quien escribió ampliamente sobre la cascarilla.
José Celestino Mutis, lo hizo dentro de su famosa y larga expedición
botánica que llegó a Bogotá en 1783 y que graficó todas las plantas con
el apoyo de dibujantes y pintores quiteños. Igual lo hicieron los miem-
bros de la expedición dirigida al Perú y Chile por Hipólito Ruiz y José
Pavón. Lo relacionado con el Ecuador lo investigó Juan Tafalla, quien
llegó a reconocer hasta dieciséis variedades de cascarilla. Francisco José

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de Caldas, Alejandro Humboldt, Luis Cordero y muchos científicos


más se ocuparon de ella. Y todos sabían que era la planta milagrosa que
salvó muchas vidas que se habían contagiado de paludismo por la
picadura de los mosquitos anopheles.
La cascarilla es la corteza del árbol de la quina, que era sil-
vestre. Se recogía en las montañas, se reunía en las haciendas, se selec-
cionaba las calidades y se guardaba en cajones de madera, forrados ex-
teriormente con cuero e internamente con lienzo (petacas). Así se des-
pachaba a los puertos de Guayaquil, Tumbez, Paita, Lima y España.
Por resolución de los monarcas, considerando que era un pro-
ducto fundamental para la salud e importante para la economía se di-
vidieron los bosques en “acotados y libres”. Los primeros eran de la
corona y su explotación iba a la real botica. Su recolección y envío co-
rría de cuenta del corregidor de Loja o de Cuenca y de los funcionarios
de la caja real. Los libres eran objeto de recolección de los hacendados
o de compañías constituidas para este fin e iban a los mercados de Es-
paña y de allí a otros países.
La primera gran explotación se hizo en Loja, una provincia del
sur del Ecuador donde se encontraban los mejores bosques. Allí se ubi-
caron los oficiales de la real hacienda para administrar este producto
que fue monopolizado por la Corona española. Fueron renombradas
las montañas de Uritusinga, Cajanuma, Solomaco, Ama y San Miguel
de la Juna. Al reducirse o agotarse esta planta silvestre, por una sobre
explotación en la zona se continuó buscando en los términos de Cuenca
y se encontró en Cañaribamba, Sayausí, Paute, Gualaceo, Cañar,
Chunchi, Guasuntos y otros lugares.
En 1777 había cerca de 50 comerciantes de cascarilla. Se paga-
ba a 3.1 pesos por arroba destinada a la Real Botica y por los de libre
extracción 6 pesos. En 1785 se exportaron alrededor de 1’250.000 libras
de cascarilla. La exportación creció porque hacia 1787 hubo una epi-
demia de tercianas en España y se exigió al Corregidor que ponga más
empeño en la explotación y exportación del mejor producto. Y su valor
económico llegó a multiplicarse hasta por dieciocho, en el auge de la
demanda.
Al iniciarse el siglo XIX se autorizó la libertad del comercio de
cascarilla de Cuenca, exceptuando la de Loja, destinada para la real
botica. A mediados del siglo XIX la cascarilla volvió a tener un alto pre-
cio en Europa. En Cuenca se organizaron empresas y se reunieron capi-
tales para explotar y comercializar la quina.

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Después la planta fue llevada por los ingleses Clements Mark-


ham, Richard Spruce y otros a sus posesiones. Un último auge en su
exportación ocurrió en la segunda guerra mundial y se la buscó en
América y en el Asia, hasta que la producción química de laboratorios
la reemplazó, pero sigue siendo un medicamento eficaz para este mal
que aún no se ha erradicado de la Tierra.

MEDICIÓN DE UN ARCO DE MERIDIANO

En 1736 llegaron varios acadé-


micos a la Presidencia de Quito con
una trascendental misión: medir un ar-
co de meridiano para determinar la
forma exacta de la Tierra. La tesis que
predominaba era la del achatamiento
de los polos, pero había que probarla
para que se convirtiera en una realidad
científica. La misión estuvo presidida
por Carlos María de La Condamine e
integrada por Lous Godin, Pedro Bou-
guer, José Jessiuse y Juan Seniegues,
prestigiosos científicos franceses y por
dos jóvenes españoles que debían in-
formar a sus autoridades sobre la expe-
dición: Antonio de Ulloa y Jorge Juan
de Santacilia. En nuestro país se incorporaron varias personas, en cali-
dad de ayudantes, sobresaliendo el científico riobambeño Pedro Vi-
cente Maldonado.
Con las mediciones pudieron comprobar sus hipótesis sobre la
forma del globo terráqueo y a partir de sus trabajos quedó establecido
el metro como una medida universal, equivalente a la diezmillonésima
parte de un cuadrante terrestre.
Desde entonces empezó a llamarse a nuestro país como tierras
del Ecuador y esta denominación se generalizó, hasta que la tomó Si-
món Bolívar para llamar a la parte septentrional del Departamento del
Sur, integrado a la Colombia de sus sueños en 1822 y, en 1830, los asam-
bleístas que aprobaron la primera Constitución de nuestro país inde-
pendiente bautizaron a todo el territorio como República del Ecuador.

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LA ESCUELA QUITEÑA

En nuestra América tuvo un gran desarrollo el arte hispánico,


que por circunstancias histórico geográficas devino en un Arte Hispa-
noamericano, con escuelas singulares, siendo una de ellas la quiteña,
cuya importancia es reconocida por los historiadores del arte, dándole
un rango similar al de las escuelas poblana, guatemalteca o cuzqueña.
Y Quito, con algunas provincias serranas, ha sabido conservarlo, res-
taurarlo y exhibirlo, quizá como la mejor herencia cultural del período
hispánico. En arquitectura sobresalen la catedral y su iglesia del Sa-
grario, con su mampara, quizá la mayor y más barroca del arte colo-
nial; la iglesia y el convento de San Francisco, con rasgos renacentistas
en su fachada y con un enorme derroche de maderas, oro y plata en sus
retablos mayores y menores, sin dar descanso a la vista en una sublime
expresión del ultrabarroco; la iglesia de la Compañía, la más uniforme
en su estilo barroco, heredera de la famosa iglesia jesuítica de Roma y
para nuestro gusto la mejor obra de arquitectura colonial iberoameri-
cana. Se suman muchas más como la iglesia de San Agustín, con su for-
midable sala capitular, donde se han firmado los documentos de ma-
yor relevancia para nuestra historia; la iglesia de La Merced, la de Guá-
pulo, la de San Diego, la de Santo Domingo, algunas de las cuales tie-
nen sus propios y ricos museos; y, los conventos de las religiosas de la
Virgen del Carmen y de la Concepción
de Quito, Riobamba, Cuenca y Loja…
Y al servicio de la arquitectura estuvo
las artesanías, la escultura y la pintura,
expresiones artísticas en las que sobre-
salieron los indígenas Caspicara, Pam-
pite, Sangurima, en medio de mestizos
y criollos.
Realmente, el arte quiteño co-
lonial es un gran patrimonio del Ecua-
dor para el mundo, del que aún se
puede gustar con una gran emoción
estética y hasta con fruición. Quizá por
ello, como algo primordial, Quito fue
declarada por la UNESCO como la
primera ciudad patrimonial de la
humanidad.

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QUITO, LUZ DE AMÉRICA

Todos los países de América tienen sus visionarios a los que


llamamos Precursores de la Independencia política. El más eminente
de los nuestros se llamó Francisco Eugenio de Santa Cruz Espejo, quien
murió en 1795 a consecuencia de sus ideas libertarias. Su siembra co-
menzó a cosecharse en el primer gran lev-
antamiento contra las autoridades españo-
las, con resultados y difusión en todo el
continente. Nos referimos al Diez de Agos-
to de 1809, fecha en la que se depuso al
presidente de la Real Audiencia y a más
autoridades y se las sustituyó con otras,
cuya misión era procurar la liberación
política.
Su antecedente inmediato está en
la conspiración de Navidad, en el valle de
los Chillos, cercano a Quito, el 25 de di-
ciembre de 1808. Fue su objetivo destituir a
las autoridades afrancesadas, levantarse a
nombre de Fernando VII, que estaba en
poder de Napoleón Bonaparte, pedirle que
viniera a gobernar desde América y si esto
no fuera posible, proclamar la indepen-
dencia. Su anfitrión fue el marqués de Sel-
va Alegre y estuvieron comprometidos en
el plan varias personalidades, pero no se
manejaron con total discreción, hubo de-
nuncias, encarcelamientos, juicios, pero sin
las pruebas los apresados quedaron libres.
Sin acobardarse, muchos de los
conjurados mantuvieron el plan y fijaron
para la noche del 9 de agosto una reunión
social en casa de Manuela Cañizares, don-
de hubo discursos alentadores pronuncia-
dos por Juan de Dios Morales y por Ma-
nuel Rodríguez Quiroga, y al amanecer del
10 se tomaron el cuartel, apresaron a las

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autoridades españolas presididas por el conde Ruiz de Castilla y cons-


tituyeron la Junta Suprema de Gobierno, presidida por el marqués de
Selva Alegre. De barrio en barrio se leyó el bando firmado por Juan de
Dios Morales, Ministro de Estado, Guerra y Negocios extranjeros, que
daba a conocer los cambios políticos ocurridos, lo que fue recibido con
alegría por el pueblo quiteño. Hubo festejos y un decreto de amnistía
para los presos, porque “en ese día de libertad todas las cadenas qued-
aban rotas”.
La noticia se comunicó a las demás unidades de la Real Au-
diencia, a los virreinatos de Nueva Granada, del Perú y a muchos cabil-
dos o gobiernos locales y se sostenía claramente que la soberanía ya no
era del Rey. “Pueblos de América: favoreced nuestros designios, seamos uno,
decían las proclamas de la Junta, iniciando así una corriente de unidad amer-
icanista que se proponía captar el resto del continente: el golpe de Quito tenía,
en efecto, alcances mayores que los de un simple pronunciamiento local”,
como bien lo ha expresado nuestro ex Director de la Academia, Jorge
Salvador Lara. Y varios proclamaron con claridad las profundas razo
nes de la revolución: establecer gobiernos nacionales, con exclusión de
los españoles, como se daba ya el ejemplo con la integración de la Junta
quiteña. Así como la búsqueda de una total independencia, por ello di-
ce el historiador chileno Francisco Antonio Encina que “la Revolución
de Quito se caracterizó por la firmeza y claridad de la ideología que la
informó”.
No es pertinente en estas pocas páginas tratar sobre el desen-
lace, terriblemente trágico para los dirigentes de una Revolución que
duró sólo cincuenta y cuatro días y que culminó con la masacre de se-
senta y cuatro presos políticos, ocurrida el 2 de agosto de 1810 y en
total de cerca de trescientas personas, contadas las que murieron en las
calles de Quito o en sus casas. Lo que sí debemos resaltar en que para
este año la luz de la libertad se había encendido ya en nuestra América.
Perseguido por el tribunal de la Inquisición llegó desde Chile
Camilo Henríquez, fraile de la orden de la Buena Muerte, quien fue tes-
tigo de todo el proceso y que al retornar a su país participó en las lu-
chas independentistas. Fue él quien propuso en la Asamblea Consti-
tuyente de 1812 que se exhiba en el faro de Valparaíso un gran cartel
que diga Quito, luz de América, con la doble intención de reconocer la
trascendencia del movimiento libertario y de alentar en su patriotismo
a los chilenos que habían emprendido una lucha similar.

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Quince años de historia gloriosa, sufrida y heroica vivieron los


pueblos hispanoamericanos desde 1809 hasta 1824. La conquista de la
libertad fue una tarea descomunal, que no hubiera sido posible sin la
aparición de figuras geniales, como las de Simón Bolívar y José de San-
martín, secundadas por muchos héroes con luminosos nombres pro-
pios o anónimos. El proceso para la mayor parte de nuestra América
culminó en 1824 con las batallas de Junín y Ayacucho, donde brilló la
estrategia militar y política del Libertador, del gran mariscal Antonio
José de Sucre y de un cuencano ilustre José Domingo Lamar, quien lle-
gara a ser el primer presidente de la hermana república del Perú.
Nos acercamos a conmemorar este magno acontecimiento en el
próximo año. Y desde el Ecuador, les traemos una fraterna invitación
para que profundicemos en su mejor conocimiento, participando en un
gran concurso internacional sobre el tema y acompañándonos en el
Congreso Extraordinario de las Academias de la Historia, a celebrarse
a mediados del próximo año. Desde ahora, les damos una cordial bien-
venida.

LAS TEORÍAS DE CHARLES DARWIN

A los dos años de la separación


de los integrantes de la Gran Colombia,
unidad política de Venezuela, Colombia
y Ecuador que perduró hasta 1830, se
procedió a incorporar oficialmente las is-
las Galápagos al territorio ecuatoriano,
denominadas después como Archipiéla-
go de Colón. Allá llegó en 1835 en la ya
famosa embarcación Beagle el inglés
Charles Darwin. En ese ambiente exótico,
también atravesado por la línea ecuatori-
al, con especies de fauna polar y tropical,
desarrolló y pudo comprobar sus teorías
acerca de la evolución, para culminar con
la publicación de uno de los libros más
revolucionarios en el campo de la biología: El origen de las especies. La
obra impulsó el desarrollo de la medicina, la filosofía, la psicología, la
antropología, la sociología, la teología y, por supuesto, la biología.

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Más que en el estudio de los fósiles, que no los encontró en las


islas que visitó, sus teorías pudieron comprobarse en el estudio de la
vida misma, conservada en condiciones de casi un total aislamiento, en
un ambiente singular, por el origen volcánico de las islas. Por sus
observaciones pudo formular los principios de la selección natural y de
la lucha por la vida en la explicación del origen de las especies.

CONCLUSIONES

Valgan estas reflexiones para ratificar el afán de panamerica-


nismo que tiene nuestro país, que a lo largo de su historia ha podido
contribuir, dentro de la gran historia del mundo con varias aporta-
ciones culturales y que tiene para todos el gran patrimonio natural de
Galápagos y dos ciudades: Quito y Cuenca, incorporadas a la impor-
tante lista elaborada por la UNESCO, dentro del patrimonio cultural de
la humanidad. Internamente anhelamos construir una nación cívica
que armonice la diversidad en una unidad política progresista, hu-
mana y solidaria.

200
DIVERSIDAD REGIONAL
EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA:
EL CASO ECUATORIANO*

Benjamín Rosales

Introducción

Cuando supe que debía representar al Ecuador en este XI Con-


greso de la Asociación Iberoamericana de Academias de Historia, y que
el tema de este importante foro era: “El Proceso de la Colonización:
Raíces de la Cultura Iberoamericana”, reflexioné que debería escribir
sobre el efecto de la diversidad regional del territorio y el nivel de desa-
rrollo cultural de sus habitantes en el proceso colonizador de cada re-
gión y nación iberoamericana. Como guayaquileño, ciudad que es un
crisol de razas, he tenido oportunidad de conocer desde joven diferen-
tes pueblos de mi pequeña pero muy diversa nación. El principal puer-
to ecuatoriano es el eje del montubio ecuatoriano, pueblo que nace en
la colonia y que es mezcla de chonos que sobrevivieron a los gérmenes
importados por los conquistadores europeos, esclavos africanos e indí-
genas y mestizos andinos. Habitan también en la ciudad indígenas cos-
teños, descendientes de españoles, migrantes de diferentes regiones
del país de diverso origen: etnias indígenas, afroecuatorianos, blancos
y mestizos. Guayaquil se convirtió entre fines del siglo XIX y mediados
del siglo pasado, en la puerta de entrada al país de inmigrantes chinos,
sirios, libaneses, italianos y de otras nacionalidades lo que ha amplia-
do la diversidad racial y cultural de la urbe. A pocas decenas de kiló-
metros de la ciudad se levanta la Cordillera de los Andes con sus múl-
tiples valles habitados por diferentes etnias indígenas y ciudades don-
de predominan el blanco y el mestizo. Al oeste de la ciudad, hacia la
costa, todavía predominan los descendientes de los manteño-huanca-

*Ponencia del Académico de Número, Dr. Benjamín Rosales, en el XI Congreso de Academias


de la Historia. San Juan, Puerto Rico. Abril del 2008.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

vilcas que se asimilaron culturalmente desde inicios de la colonia y


obtuvieron desde entonces territorios en base a una organización co-
munal. Hace cincuenta años, trescientos kilómetros al norte eran tierras
habitadas por indios Colorados que desde entonces hasta hoy han sido
fuertemente colonizadas por mestizos y blancos ecuatorianos y colom-
bianos. Al este de los Andes habitan los shuaras, indígenas orientales
que hace cincuenta años eran conocidos como jíbaros porque recién
fueron evangelizados a comienzos del siglo pasado, quienes aún con-
servan su cultura y territorio ancestral.
En los últimos cuarenta y cinco años hemos podido ver como
ha avanzado la colonización en el Oriente y al norte de la Costa y sobre-
todo el surgimiento de un movimiento indígena dispuesto a conservar
y recuperar la cultura de pueblos aborígenes que aún no han sido com-
pletamente asimilados por el mestizaje nacional. La diversidad de cul-
turas ancestrales en un territorio tan pequeño (273,000 km2) como es el
de Ecuador, en el cual algunas han conservado su identidad mucho más
tiempo que otras, unas han desaparecido y otras se han fortalecido, sólo
se explica por la gran diversidad geográfica que se refleja en la ecología,
la biología, el clima, por el diferente desarrollo de las sociedades coloni-
zadas y por las leyes civiles y religiosas de los colonizadores españoles,
respetadas y fortalecidas en la últimas décadas republicanas.
Algunas preguntas nos saltan a la mente: ¿Por qué unos pue-
blos indígenas desaparecieron y otros no sólo sobrevivieron sino que
conservan importantes rasgos culturales? ¿Por qué unos fueron some-
tidos y subyugados fácilmente y otros conservaron su libertad? ¿Cuán-
to ha tenido que ver la geografía, geología, biología, clima y desarrollo
cultural de los pueblos indígenas con el avance del proceso coloniza-
dor? ¿Ha existido una mayor sobrevivencia de pueblos nativo-ameri-
canos en los países colonizados por españoles que por anglosajones o
lusitanos? Si ha sido así, ¿Cuáles son las razones de esa mayor sobre-
vivencia? ¿Cuánto han influenciado las condiciones geográficas y cli-
máticas regionales? ¿Influyó el nivel de desarrollo de las sociedades
indígenas y la norma moral de los colonizadores? Estas son las inquie-
tudes que quisiéramos poner a vuestra consideración.

202
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

El hombre en el mundo y su desarrollo. Colonización de América,


Sobrevivencia de habitantes originarios y obra de Fray Bartolomé de
las Casas, Realidad: ¿Diferencias regionales y culturales?

El biólogo evolucionista norteamericano Profesor Jared Dia-


mond se ha encargado de contestar algunas de las primeras preguntas
que hicimos en su obra “Guns, Germs and Steel”, en la que describe los
destinos de las sociedades humanas desde su remoto origen hasta el
desarrollo de las armas de fuego, gérmenes y acero, y de cómo los pue-
blos que adquirieron esas tecnologías y efectos biológicos primero, es
decir, las euroasiáticas dominaron a las demás. Diamond contesta la
pregunta que le hace un amigo de Nueva Guinea, isla en la cual cuál
estudió la ecología y evolución de las aves y en la que hasta hace un
poco más de cincuenta años, la mayoría de sus habitantes permanecí-
an en la edad de piedra. Yali, un joven político que preparaba a su pue-
blo en 1972 para asumir autogobierno en la parte oriental de la isla, le
inquirió al científico por qué los europeos habían llevado tanto conoci-
miento y cosas a Nueva Guinea sin que los habitantes de la isla hayan
podido tener esas cosas por sí mismos.1 Diamond, igual que su amigo
Yali no creen que exista una diferencia intelectual entre europeos y los
habitantes de Nueva Guinea, por lo que la pregunta es relevante y el
geógrafo, fisiólogo e historiador ambiental pretende contestar con su
obra con la perspectiva de los 33 años de trabajo del autor con nuevo-
guineanos desde cuando sus primitivas sociedades estaban práctica-
mente intactas. Diamond resume su libro con esta sentencia: “La his-
toria sigue diferentes caminos para pueblos diferentes por diferencias
en los medio ambientes de esos pueblos, no por diferencias biológicas
en los pueblos mismos”2
El pasado remoto del hombre se viene aclarando con el traba-
jo de científicos en fisiología molecular, biología evolucionista, biogeo-
grafía y otras ciencias, Diamond como la mayoría de estudiosos con-
cuerdan en muchos aspectos de la historia del hombre desde la diver-
gencia de éste con los monos hace cerca de 7 millones de años hasta el
1 Jared Diamond escribe la pregunta en inglés: “Why is it that you white people developed so much
cargo and brought it to New Guinea, but we black people had little cargo of our own?” y explica pre-
viamente que “cargo” lo usan los nativos para describir el conjunto de bienes materiales
como hachas, fósforos, medicinas, ropa y otros recién conocidos por ellos a mediados del
siglo XX. Jared Diamond “Guns, Germs and Steel”, 1999, p 14
2 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.25

203
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

final de la última era de hielo hace 13,000 años. En este largo periodo
evoluciona el hombre ancestral y se dispersa desde África al resto de
continentes habitados. La obra del científico norteamericano es parti-
cularmente interesante porque explora los efectos medioambientales
en los continentes en la historia en base a examinar los efectos ambien-
tales de las diferentes islas polinesias en los austronesios, pobladores
originarios del sudeste asiático que las ocuparon desde hace 3 200 años.
Ellos se fueron adaptando a las islas que ocupaban, en algunos casos
dejando su experiencia con agricultura para regresar a ser plenamente
cazadores recolectores por falta de condiciones climáticas, en otros a
convertirse en sociedades más sofisticadas. Un verdadero laboratorio
de la evolución de las sociedades humanas son las islas de la Polinesia
y Diamond estudia el proceso para entender la evolución del hombre
en el mundo así como Darwin entiende en las Galápagos la evolución
de las especies.
No se puede sostener que las sociedades evolucionaron o desa-
parecieron sólo por determinación geográfica o ecológica, mucho tuvo
que ver las decisiones que las sociedades tomaron o cuánto se demora-
ron en hacerlo. Una vez desarrollada la agricultura, los pueblos que la
adaptaron primero tuvieron ventajas sobre los que permanecieron co-
mo cazadores recolectores, igual sucedió con el desarrollo de la meta-
lurgia, otras tecnologías y prácticas de guerra. Debemos hacer la razo-
nable suposición de que esas acciones, decisiones: pasos tomados por
las sociedades fueron impulsadas por líderes, personajes que impulsa-
ron iniciativas que hicieron que sus sociedades progresen o se estan-
quen, igual como sucede en la historia del mundo que conocemos. No
ha cambiado mucho la historia del hombre, hoy los países progresan o
se atrasan con respecto al resto en gran parte debido a las decisiones y
políticas que impulsan sus líderes, no es imprescindible la existencia de
recursos naturales pues países como Japón, Alemania o Singapur han
demostrado que pueden alcanzar un gran desarrollo sin que éstos
abunden.
Las mayores evidencias humanas en América están en Alaska
alrededor de 12 000 A.C., en México existen muchos sitios en siglos
anteriores a 11,000 A.C. y menos de mil años después el hombre llega
a la Patagonia persiguiendo la caza mayor del Continente hasta su ex-
tinción. Según Diamond, Norte y Sur América fueron los últimos con-
tinentes en ser poblados por el hombre, sin contar Antártica en el siglo

204
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

XIX, ya que Australia/ Nueva Guinea habría sido colonizado desde el


sudeste asiático antes que los primeros hombres aprendan a sobrevivir
en climas fríos como los de Siberia y Alaska, y que el hombre pudiera
migrar a América.3 Este como muchos científicos creen que a más de los
contactos, sin mayor transcendencia de pequeños grupos noruegos que
ocuparon Groenlandia en la primera mitad del segundo milenio de
nuestra era, América fue colonizada exclusivamente por cazadores-re-
colectores venidos vía Alaska, el estrecho de Bering y Siberia alrededor
de o antes del 11,000 A.C. cuando se cortó el puente que unía Asia y
América. Sin embargo, algunos historiadores hispanos, como el padre
Juan de Velasco quién escribió a fines del siglo XVIII, relata la tradición
oral de pobladores locales y regionales sobre la llegada por mar de po-
bladores desde el poniente siglos antes de la llegada de los españoles.4
Entre 1954 y 1961, Emilio Estrada junto a los arqueólogos nor-
teamericanos Clifford Evans y Betty Meggers trabajaron en la costa
ecuatoriana descubriendo el alto desarrollo de la cerámica de la cultura
Valdivia desde 3 200 años antes de Cristo. Lo curioso del caso es que, al
contrario de lo que se debería esperar, las piezas más antiguas son mejo-
res hechas y no parecen inicios experimentales. Esto los llevó a buscar
respuestas, dice Meggers: “Sólo una explicación calza con los hechos:
un viaje accidental transpacífico hace cerca de 5 000 años desde el Japón
occidental a la costa de Ecuador”.5 Encontraron técnicas y diseños sor-
prendentemente parecidos a la usada en Valdivia en la cultura Jômon en
la isla de Kyushu, en donde se comenzó a desarrollar esa tecnología
4 000 años antes que en las costas ecuatorianas. Analizando las corrien-
tes oceánicas del Pacífico se puede comprender estas navegaciones en
tiempos tan remotos y estos contactos humanos posteriores a la pobla-
ción inicial de América nos ayuda a entender la gran diferencia en el
desarrollo de las culturas americanas. Los avances de las ciencias histó-
ricas se encargarán de demostrar en los próximos años estas hipótesis
de contactos transpacíficos que explicarían el aparecimiento de culturas
más avanzadas en Mesoamérica y el mundo andino.
La obra de Diamond, que referimos anteriormente, describe
brillantemente como se inicia y se disemina la producción de alimen-

3 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.44-47.


4 Juan de Velasco. “Historia del Reino de Quito” 1789. Biblioteca Ecuatoriana Clásica. Quito 1989.
p.272-280.
5 Betty Meggers, “Ancient People and Places: Ecuador”, New York, 1966. p.43-44..

205
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

tos en el mundo, la agricultura y la domesticación de animales y como


unos continentes y regiones han sido más propicios para aquello. Este
autor identifica los pocos centros de origen de producción alimenticia
siendo el sudoeste asiático, zona que conocemos como Oriente Medio
donde se ha registrado las fechas más antiguas de domesticación de
plantas (alrededor de 8 500 A.C.) y animales (8 000 A.C.).6 Los pueblos
vecinos se fueron adaptando a la agricultura en tiempos diversos, los
que lo hicieron antes tuvieron ventaja en el camino al desarrollo y a
vencer en los enfrentamientos con otros pueblos. El excedente alimen-
ticio les permitía especializarse y tecnificarse, tanto para la vida coti-
diana como para la guerra.
En el caso americano, la producción de alimentos se origina en
Mesoamérica y en la región andina. No fue casual que en esas regiones
los europeos encontraron sociedades más desarrolladas. Diamond y
otros científicos sociales buscan encontrar respuestas serias que expli-
quen la evolución del hombre y de las sociedades humanas en el mun-
do. Esto vislumbra el desarrollo de la Ciencia de la Historia del Hom-
bre, en la que la biogeografía, biología evolutiva, arqueología, fisio-
logía, antropología, climatología, física nuclear y otras ciencias contri-
buyan a abrir nuevas páginas de historia. Se puede explicar por qué se
desarrolló la agricultura en América y no en Australia, por ejemplo, y
conocer factores que nos ayuden a entender por qué unos clanes y tri-
bus progresaron más que otras en el pasado remoto. No sé que tan im-
portante será ese conocimiento si consideramos que el saber, relativa-
mente bien y con múltiples puntos de vista, nuestra historia republica-
na no nos ha servido para entender por qué unas naciones progresan y
otras se estancan. En fin, las ciencias se encargarán de ampliar nuestro
conocimiento del pasado.
Cuando los europeos llegaron a América, luego de la expedi-
ción colombina auspiciada por los reyes españoles, encontraron pobla-
dores con un muy diverso nivel de desarrollo político y cultural, pero
todas ellas desprovistas del conocimiento metalúrgico para producir
acero, de animal de carga que agilice al hombre como el caballo, sin
armas de fuego y sobre todo con escasa protección para las enfermeda-
des euroasiáticas. Este último factor parece haber producido conse-
cuencias dramáticas en la sobrevivencia de los americanos nativos y

6 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.99.

206
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

habría un factor genético que explicaría el por qué de la especial vulne-


rabilidad de esta población ante epidemias importadas. El autor de
“1491”, Charles Mann expone, aclarando que en ningún caso esto sig-
nifica una inferioridad biológica sino un hecho que explican muchos
investigadores se debe a que la población inicial que llegó a América
por el estrecho de Bering fue muy reducida. Esta hipótesis se confirma-
ría con estudios que indican que el campo de genes de los aborígenes
era, y es en razas nativas, limitado y su bioquímica inusualmente
homogénea. Conocemos el inmenso predominio de individuos con
tipo de sangre “O” entre los nativo-americanos y mestizos, que con-
trasta con la variedad de tipos de sangre en las poblaciones de origen
euroasiáticas y africanas. El virólogo Francis Black estudiando a pobla-
ciones indígenas de Sudamérica descubrió que generalizadamente
estos tienen menos tipos de antígenos de leucocitos humanos7 que asiá-
ticos, europeos o africanos, estimó que en ese continente la probabili-
dad mínima que un patógeno en un huésped encuentre otro con espec-
tro inmunológico igual es de 28% mientras que en Europa la posibili-
dad es de menos que dos. Afirma Black que “la gente en el Nuevo
Mundo son inusualmente susceptibles a enfermedades del Viejo”.8
Jared Diamond escribe: “La viruela, varicela, influenza, tifoi-
dea, peste bubónica, y otros enfermedades infecciosas endémicas en
Europa jugaron un papel decisivo en las conquistas europeas, diez-
mando muchos pueblos en otros continentes.”9 Hubieron pueblos es-
pecialmente vulnerables que sucumbieron a las enfermedades aún
antes de la colonización, cuando Hernando de Soto recorrió en 1540 el
sudeste norteamericano ya encontró pueblos costeros desolados por
microbios euroasiáticos pero los cacicazgos del bajo Mississippi tenían
aldeas densamente pobladas, ciento treinta años después cuando in-
gresaron colonos franceses a la región casi todos los pueblos indígenas
habían desaparecido. Diamond describe que tan drástico podía ser el
efecto de las epidemias, al contarnos el destino de la tribu Mandan, una
de las más desarrolladas de los Grandes Llanos, que se contagiaron de
viruela en 1837 de un barco de vapor que navegaba desde San Luís
aguas arriba en el Missouri. En pocas semanas la población de la aldea
colapsó de 2,000 a menos de 40 personas.10 Los efectos de epidemias

7 ALH, o HLA en inglés.


8 Charles Mann, “1491”, 2005, p.114-116.
9 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.77.

207
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

importadas no sólo devastaron la población indígena en general sino


también su liderazgo; debemos recordar cómo afectó la epidemia que
desoló Tenochtitlán a los aztecas o como los españoles encontraron de-
sunidos a los Incas, en plena, violenta y larga guerra civil entre Huás-
car y Atahualpa. Esa guerra se suscitó por la sucesión del Imperio tras
la muerte del Emperador Huayna Cápac y la mayor parte de su corte
en 1526 a causa de una epidemia de viruela que se regó en los indíge-
nas suramericanos luego de la llegada de colonos a Panamá y
Colombia.
Esto de ninguna manera excusa a los europeos de culpa por los
trágicos abusos cometidos contra los aborígenes. Españoles, portugue-
ses, ingleses, franceses, holandeses convalidados con sus armas de fue-
go y acero, masacraron a muchos pobladores del Continente. Es difícil
creer que más de noventa por ciento de la población aborigen haya
muerto por epidemias como afirman algunos autores. Es verdad como
dice Diamond que: “El mayor cambio poblacional en tiempos moder-
nos ha sido la colonización del nuevo mundo por europeos, y la con-
quista realizada, reducción numérica, o desaparición completa de la
mayoría de grupos de americanos nativos”11 Pero, ¿cuánto de estas
muertes se debió a epidemias europeas y cuánto a la prepotencia asu-
mida por conquistadores y colonos gracias al poder superior de la fuer-
za de sus armas? Incógnitas como está podrán ser resueltas por las
ciencias que apoyan a la historia.
En el prólogo del libro ganador del Premio Pulitzer, nos dice su
autor que la historia de la interacción entre pueblos disparejos es lo que
ha formado el mundo moderno a través de conquista, epidemias y
genocidio.12 La colisión y enfrentamiento entre las culturas euroasiáti-
cas con la americana y el colapso de ésta última está dramáticamente
representada en el primer encuentro en Cajamarca en 1532 entre el con-
quistador Francisco Pizarro y el Inca Atahualpa. El primero al frente de
62 soldados españoles a caballo y 106 a pie sometió a un ejército de
80,000 indígenas al mando del indígena por lo que Diamond se pre-
gunta: ¿Por qué Pizarro capturó a Atahualpa?, a pesar de la abismal
diferencia numérica de los ejércitos. Las ventajas militares de Pizarro
estaban en las armas de acero, las armaduras metálicas, armas de fuego

10 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.212.


11 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.67
12 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.16.

208
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

y caballos. De entre esas, las más importantes eran las espadas, lanzas
y puñales de acero que atravesaban los cuerpos ligeramente protegidos
de los indígenas. Dice Diamond: “Las armaduras de acero o malla de
los españoles, y sobre todo, sus cascos de acero proveyeron una defen-
sa efectiva contra los garrotes, mientras que las armaduras de tejidos
de los indios no ofrecían ninguna protección contra armas de acero.”13
No se puede negar la contundente ventaja del acero y armas de
fuego pero otros factores contribuyeron al aplastante triunfo de la con-
quista y colonización europea de tierras americanas, especialmente ca-
ballos, tecnología marítima y escritura. La inmensa ventaja de los asal-
tos de las caballerías españolas, especialmente en campo abierto, con-
tra fuerzas muy superiores de indígenas es impresionante y la relatan
muchos de los primeros cronistas. La domesticación de caballos ocu-
rrió en las estepas al norte del Mar Negro alrededor de 4 000 A.C., y
esta transformó las guerras en el viejo continente y mejoró la comuni-
cación y organización en los nacientes reinos. Egipcios, persas, griegos
y romanos utilizaron al caballo como armas de guerra y medio de
transporte, mientras que si este animal y otros equinos existieron en
América, no hubieran sobrevivido a la cacería de los primeros pobla-
dores. Los pueblos andinos, seguramente más de mil doscientos años
atrás cuando florecía la cultura Tiwanako en las estepas del Lago Titi-
caca, habían domesticado la llama y utilizaban este y otros camélidos
como animales de carga y para proveerlos de lana, comida y otras ne-
cesidades. Pero estas bestias de carga eran de mucho menor tamaño, no
aguantaban el peso de hombres por lo que no eran competencia contra
los equinos de Eurasia.
Algunos autores preguntan: ¿Por qué no fue Atahualpa quien
tratara de conquistar España en vez de Pizarro conquistar el Incario?
La respuesta principal está en los avances de la tecnología marítima
europea luego del fin del oscurantismo de la edad media. Don Enrique,
el príncipe navegante portugués acumuló todo el conocimiento de na-
vegación de fenicios, griegos, romanos y vikingos en la Escuela de
Sagres en el siglo XV, lo que permitió que los europeos den el salto de
salir del Mediterráneo y luego de pocas décadas lleguen a circunnave-
gar la tierra. Los avances náuticos europeos permitieron que Cristóbal
Colón con la ayuda económica del estado español descubriera América

13 Jared Diamond, “Guns, Germs and Steel”, 1999, p.76.

209
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

y la tecnología marítima de los españoles le permitió a Pizarro cons-


truir en Panamá naves para invadir Perú. En América había navega-
ción en épocas precolombinas, desde los primeros viajes españoles en
aguas del Pacífico se avistaron grandes embarcaciones a vela construi-
das con balsa ecuatoriana. La relación Sámano-Xerez describe las naves
indígenas que encontró Bartolomé Ruiz en su viaje por las costas del
Pacífico al sur de Panamá en 152514. Estudios arqueológicos en las últi-
mas décadas confirman que antiguos pobladores de la costa ecuatoria-
na, de donde se origina la especie de madera de alta flotabilidad llama-
da “Balsa”, llegaban hasta las costas mexicanas para bucear la concha
Spondylus que tenía un apreciado valor en el mercado andino. Según
el Dr. Marcos: “Desde el Periodo Formativo existe evidencia del esta-
blecimiento de por lo menos cinco redes de intercambio hacia el inte-
rior del Área Septentrional Andina, así como de un trafico marítimo a
larga distancia que parece haber llegado a Centro y Mesoamérica.”15
Navegaban muy lejos de las costas ecuatorianas, comerciaban algunos
productos en ambas direcciones, pero eran rústicas las balsas huanca-
vilcas comparadas con la tecnología de las carabelas españolas y otras
naves europeas de la época.
En tiempos de la conquista, las culturas europeas tenían sin
lugar a dudas, organizaciones políticas mucho más avanzadas que las
americanas. La Inca o la Azteca que sobresalían sobre las demás y ejer-
cían un poder socio-político centralizado no se comparaban con la civi-
lización que le permitió a España financiar, construir, entrenar marine-
ros y equipar las naves para atravesar el Atlántico, conquistar inmen-
sos territorios y colonizarlos. Un factor relacionado con ese desarrollo
cultural más avanzado de los euroasiáticos tiene que ver con el conoci-
miento de la escritura, técnica de comunicación que los sumerios y
egipcios dominaron alrededor de 3000 años A.C., en China 1300 años
A.C. Para el éxito de la conquista española, el uso extendido de la escri-
tura y lectura tuvo un papel preponderante, se enviaban disposiciones,
se conocía y difundía el éxito de la conquista con lujo de detalles. Dos
años después de la conquista del Perú, para mencionar un caso, en
1534, Cristóbal de Mena público las hazañas de Pizarro provocando
una ola de colonizadores ibéricos que permitieron que Pizarro consoli-

14 Transcrito en: Jenny Estrada, “La Balsa”, 1988, p.28-29.


15 Marcos Jorge. “Los 10.000 Años del Antiguo Ecuador”. Exposición MAAC. Guayaquil, 2006.
p.49.

210
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

dará el dominio español el vastísimo territorio. Los mayas tenían un


sistema de hieroglíficos desde varios siglos antes del descubrimiento
de América y en México durante la Conquista, destacaban los mapas
con símbolos que eran una forma arcaica de escritura. Según William
Prescott, la ejecución de los manuscritos aztecas era muy inferior a la
de los egipcios, pero constituían un sistema de comunicación escrita
cuyas principales evidencias fueron destruidas por el espíritu inquisi-
dor del Arzobispo Zumárraga16. Los quipus incásicos eran un sistema
de comunicación, pero muy deficiente y en ningún caso tenía un uso
generalizado sino que era dominado exclusivamente por una élite, lo
que causó su casi inmediato desuso luego de la llegada de los conquis-
tadores. La falta de escritura en los pueblos americanos explica por qué
Atahualpa no tenía mayor información sobre los españoles, su poder
militar, sus armas, caballos y sus intenciones. El Inca debió ignorar las
conquistas de México y Panamá, de otra manera no habría actuado con
tanta ingenuidad en su captura primero y luego en creer que con un
rescate le devolverían el trono y dejarían su reino.
La diferencia de desarrollo entre las naciones europeas y los
pueblos aborígenes americanos hacía inevitable el sometimiento de los
últimos ante los conquistadores. ¿Cuánta mortalidad sucedió en los
pueblos indígenas a causa del acero y las armas de fuego? y ¿cuánta a
causa de las epidemias? Creo que algunos autores anglosajones prefie-
ren exagerar el efecto de las epidemias para descargar la culpa históri-
ca por el abuso que los europeos hicieron con las armas de fuego y el
acero ante poblaciones indefensas. Las ciencias históricas modernas
nos podrán ayudar en los próximos años a descifrar estas incógnitas.
Algunos autores estiman una altísima población en América
antes de la llegada de los europeos, historiadores anglosajones calculan
una mortalidad a causa de epidemias por encima del noventa por cien-
to de la población. En el futuro, se podrán obtener cifras más realistas
con la aplicación de estudios científicos. Es necesario analizar los cen-
sos demográficos de las naciones americanas para determinar cuántos
americanos modernos descienden de los nativos precolombinos. Las
cifras no son tan evidentes, pues cuando los censos se realizan, muchos
mestizos se registran como blancos e indios como mestizos. De hecho,
en muchos países, pueblos que pierden su lengua nativa y su vestimen-

16 William Prescott. “History of the Conquest of Mexico”, The Folio Society, London, 1994. p.51-
54.

211
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ta tradicional cae en desuso, es decir, son mestizados culturalmente, ya


no se consideran indígenas.
Cuando exista esta información podremos estudiar con mayor
claridad cuan grave fue la devastación de la población original produ-
cido por la conquista y por la colonia europea en América. Sin embar-
go, con el análisis de los datos existentes y la mera observación de las
actuales poblaciones podemos anotar que aún considerando que la
densidad poblacional originaria fuera diferente en las distintas regio-
nes de América, hay unas que conservan una población indígena muy
alta que sólo se explica por una menor mortalidad entre esos nativo-
americanos durante el proceso colonizador. Estas regiones están con-
centradas en países de la cuenca del Pacífico. En Bolivia y Guatemala
se estima que más de la mitad de la población tiene raíces autóctonas,
y en ambas naciones existen regiones, como el altiplano boliviano, con
más de noventa por ciento de pobladores con ancestro americano. En
Perú, Ecuador y México la población indígena constituye un alto por-
centaje del total de los habitantes y junto a la mestiza constituye la gran
mayoría poblacional.
La revista Convergencia de la Universidad Autónoma del Es-
tado de México publicó en 2005 un muy interesante estudio de Fran-
cisco Lizcano Fernández titulado “Composición étnica de las tres áreas
culturales del continente americano al comienzo del siglo XXI” en el
cual divide a los países iberoamericanos en indomestizos, mestizos,
afromestizos, afrocriollos y criollos dependiendo de la cantidad de ha-
bitantes de los diferentes grupos étnicos. Reproduzco un cuadro pu-
blicado en la revista que refleja como los indios y mestizos que consti-
tuyen el 39.5 % de la población iberoamericana están concentrados en
nueve países y los mulatos y negros que tienen un 23.5 % de la pobla-
ción están concentrados en otros siete países. El primer grupo lo cons-
tituyen países donde florecieron culturas indígenas que estaban más
avanzadas cuando llegaron los europeos a América, Mesoamérica y la
región Andina y el segundo grupo lo forman Brasil, los países del
Caribe, Venezuela, Colombia y Panamá.17 Lizcano Fernández no consi-
dera a las naciones americanas de origen anglosajón en su cuadro, los
censos de los Estados Unidos registran una población de nativo-ameri-

17 Francisco Lizcano Fernández “Composición étnica de las tres áreas culturales del Continente
Americano al comienzo del siglo XXI” Convergencia, mayo-agosto/vol.12, número 038. 2005
Universidad Autónomo del Estado de México, Toluca, p 185-232

212
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

canos que no supera el 0.8% de la población, aunque no consideran a


indígenas o mestizos mexicanos y de otras nacionalidades que han
emigrado en años recientes, quienes son generalmente clasificados co-
mo latinos sin considerar su origen racial. En Canadá existe un mayor
porcentaje de la población registrada como nativos, un 3%. Ambos paí-
ses calzan en la clasificación como países criollos. Los países del caribe
de origen inglés, francés u holandés no registran remanentes de pobla-
ción originaria de América y están poblados principalmente por mula-
tos y negros por lo que entrarían en la clasificación como países afro-
criollos, teniendo muy poco de componente criollo comparado con el
africano.
¿Cómo podemos explicar esta contrastante realidad? Podemos
mencionar la posible existencia de una mayor densidad poblacional
antes del descubrimiento de América en Mesoamérica y la Región An-
dina como causa. O que el mayor desarrollo cultural en esas regiones
hubiera permitido una relación menos violenta con los colonos europe-
os. Quizá el clima más templado de gran parte del área involucrada
hubiera protegido a los indígenas de las epidemias producidas por gér-
menes euroasiáticos. Lo cierto es que en gran parte de América, inclu-
yendo Estados Unidos, Brasil y Canadá, las poblaciones aborígenes
fueron devastadas luego del descubrimiento de América, ya sea por
epidemias o por el violento e inhumano abuso de europeos, y esos ha-
bitantes fueron reemplazados por colonos y esclavos africanos. En gran
parte de la América colonizada por españoles, los aborígenes no sólo
sobrevivieron sino que junto a los mestizos, constituyen la mayoría de
la población actual.
La acción de misioneros católicos y del derecho indiano espa-
ñol desarrollados desde comienzos del siglo XVI pueden ser la causa
de la contrastante diferencia en la composición étnica de los países
americanos en el siglo XXI. La actitud cristiana de los reyes españoles
se manifiesta desde el inicio de la colonización europea de América.
Dice el Dr. José Reig Santorres en su reciente libro “Nace América” que:
“La dignificación del indio o aborigen americano, llegó por la simple
intuición y magnanimidad cristiana de la Reina Isabel” y relata que en-
terada de que unos indígenas traídos por Colón habían sido entrega-
dos como esclavos y pago de deudas, como se acostumbraba hacer con
infieles, ordenó que sean reembarcados y devueltos a su tierra. Luego
reunió a una comisión de teólogos y juristas que estudió si los nativos

213
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

americanos podían ser esclavizados que la llevó a decretar en la Real


Cédula del 20 de junio de 1500 que los habitantes de las Indias según la
donación pontificia eran libres y debían ser evangelizados. Para la Reina
Católica los indios eran tan vasallos de la Corona como los súbditos de
Castilla.18
Pero así no lo veían muchos españoles que iban al nuevo mun-
do en busca de aventura y riqueza y para lograrlo abusaban atrozmen-
te de los nativos en su afán de esclavizarlos. Ante la rebeldía de los cari-
bes no dudaban en usar el acero y las armas de fuego con las que podí-
an con facilidad arrasar poblaciones enteras. No fue fácil para la Co-
rona controlar los excesos cometidos por los conquistadores, quienes a
pesar de considerarse leales súbditos del Imperio español no siempre
acataban las reales órdenes. Según Salvador de Madariaga, los con-
quistadores buscaban en la palabra real la sanción de sus hechos y el
fundamento de su autoridad. ¿Por qué?, se pregunta y él mismo res-
ponde: “Porque aquellos españoles eran hombres penetrados del sentido de
ciudadanía humana fomentado en España como en todo el mundo latino por la
doble tradición de Roma – la imperial y la cristiana. Eran en suma hombres
eminentemente civilizados. Muchos de ellos, quizá la mayoría, al menos en
algunos lugares y en algunos tiempos, cayeron en conducta abominable. El
exterminio de los indios de las Islas se debió en parte al menos en el primer
brote de violencia que siguió a las primeras conquistas. Pero ese pronto de
desorden y anarquía de los primeros años no era sino una explosión de energí-
as refrenadas por normas civilizadas súbitamente liberadas al borde del mundo
de la autoridad”.19 Este exterminio, del que habla Madariaga, ocurrió
principalmente antes de que se forjara el Derecho Indiano en España y
que dedicados misioneros y firmes autoridades trabajaran para que se
impusiera un trato más humano a los nativo-americanos.
Sin duda, el trato feroz a los infelices caribes por parte de colonos espa-
ñoles lo presenciaron los frailes dominicos que llegaron a Santo Do-
mingo en 1510 y motivó el sermón acusatorio de Montesinos que causó
revuelo hasta en Castilla. El Rey Fernando convocó a una Junta de Ju-
ristas y Teólogos, quienes elaboraron las utópicas, Leyes de Burgos, que
sin embargo fueron el origen de un cambio de actitud de los conquis-
tadores, autoridades y colonos españoles. El Dr. Reig opina así de ellas:

18 José Reig, “Nace América”, Guayaquil, 2007. p.79.


19 Salvador de Madariaga, “Cuadro Histórico de las Indias”. Ed. Sudamericana. Buenos Aires.
1945. p.35-36

214
Cuadro No. 1
Composición étnica de países iberoamericanos al final del siglo XX20
DIVERSIDAD
REGIONAL
EN
PROCESO
COLONIZADOR
DE AMÉRICA

20 Cuadro tomado de: Francisco Lizcano Fernández, “Composición Étnica de las Tres Áreas Culturales del Continente Americano al Comienzo del
siglo XXI”, revista Convergencia, vol.12, número 038. p.218

215
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

“Es un intento legal ideal que manifiesta la noble preocupación del ser
humano a favor del necesitado. Se insiste en el buen trato, en la liber-
tad, en el trabajo racional, en horarios respetuosos de la familia, nada
de trabajos forzados y de carga; hay que darles casa, hamacas; evitar-
les los desórdenes matrimoniales y la bebida que les idiotiza… Es decir,
una legislación humana, racional y digna es lo que corre por todo el
articulado de la ley”.21 Ante la falta de cumplimiento de esas primeras
disposiciones del Derecho Indiano Español y como apóstol defensor de
los indios se levanta la voz y acción de Fray Bartolomé de Las Casas.
Las Casas fue hijo de uno de los intrépidos aventureros que
acompañaron a Colón en el descubrimiento de América y encomende-
ro en la Antillas antes de hacerse religioso e ingresar a la orden de los
dominicos. Fray Bartolomé escribió el libro “Destrucción de la Indias”
en el que denuncia que en vez de evangelizar a los indígenas se los per-
sigue como rebeldes hasta aniquilarlos. Sus acusaciones influyen para
la promulgación en 1537 de la Bula del Papa Paulo III, Euntes docete
omnes gentes en la que la Iglesia Católica declaraba la aptitud de los
indios de recibir cristianismo y condenaba severamente a quienes los
esclavizaren.22 Sin duda el Rey Carlos I de España, como sus abuelos
Isabel y Fernando, y luego su hijo Felipe estaban imbuidos de un sen-
tido humanitario profundo que los impulsó a enfrentar el abuso que
sus súbditos españoles en ultramar cometían contra seres a quienes
consideraban inferiores y podían fácilmente avasallar con el acero y las
armas de fuego. Según Carlos Gutiérrez, biógrafo de Las Casas del
siglo XIX, el propio Carlos V le pidió al fraile dominico que elaborara
una memoria, que este tituló “Veinte Razones”, para la Junta de Valla-
dolid que se reunía por orden real en esa ciudad en 1542. Fray Barto-
lomé expuso la necesidad de leyes que establezcan la libertad de los
indios y que estos sean sujetos sólo a la Corona liberándolos del yugo
de los encomenderos y la influencia de su pensamiento es evidente en
las Nuevas leyes de Indias que se publicaron en 1543.23 Los argumen-
tos de Las Casas son claros y evidentes para todos en tiempos moder-
nos, pero no era así para conquistadores, apenas salidos de la época
medieval y actuando en tierras lejanas contra salvajes indefensos. El

21 José Reig, “Nace América”, Guayaquil, 2007. p. 89.


22 Carlos Gutiérrez, “Fray Bartolomé de Las Casas”. Imprenta de Fortanet. Madrid. 1878. p-192-
193
23 Carlos Gutiérrez, “Fray Bartolomé de Las Casas”. Madrid. 1878. p.280-283.

216
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

célebre dominico, apóstol de los indios, se enfrentó en el plano filosó-


fico a personas que como Ginés de Sepúlveda sostenían el derecho de
los colonos a enriquecerse con el fruto de sus conquistas, sin que los
indígenas tengan ningún derecho.
Según José Reig, la base doctrinal y neurálgica de la posición
de Las Casas era el desplazar el derecho común europeo por el derecho
natural, siguiendo la corriente del santo filósofo del siglo XIII Tomás de
Aquino. El famoso profesor de la Universidad de Salamanca, Francisco
de Vitoria que al comienzo se mantuvo al margen del intenso debate
sobre los nativo-americanos, cuando finalmente decide tomar parte, lo
hace con aplomo. Dice Reig: “no particulariza con los indígenas como
Las Casas, y en forma muy breve y categórica da una visión universal,
que abarca al hombre sin clasificación alguna ni singularidad de luga-
res: plantea un derecho natural de gentes, que es el inicio de un derecho
internacional público, que la Escuela racionalista de holandesa con Hugo
Grocio, Pufendorf, etc. continuará como rama específica del Dere-
cho”.24 No es preciso detallar todas las dificultades que tuvo la Corona
para imponer las leyes nuevas y controlar a los encomenderos, sólo cabe
mencionar que fue causa de la rebelión de Pizarro, una verdadera gue-
rra civil en el Perú que llevó a la muerte en las afueras de Quito del
virrey Núñez de Vela, y que sólo la firmeza y astucia de don Pedro de
La Gasca pudo poner fin, luego de numerosas muertes de españoles.
Estoy convencido de que el trabajo de un puñado de hombres,
misioneros como Bartolomé de Las Casas y autoridades civiles que im-
pusieron el derecho indiano emanado de la Corona española, son una
de las principales razones que explican la sobrevivencia de muchos
pueblos indígenas y que en países iberoamericanos, como mi Patria
Ecuador, indoamericanos y mestizos constituyan la mayoría de la po-
blación. No es que en las colonias españolas y las repúblicas herederas
de su cultura no se hubiera explotado al indio, se lo hizo, pero se le dio
atención en hospitales que aminoró la inmensa mortandad causada por
epidemias, se castigó a los que abusaban contra ellos, en fin, se respetó
su derecho a la vida. Es necesario resaltar este aspecto de la coloniza-
ción española que contrasta con lo difundido por la famosa “leyenda
negra” por la cual ingleses y franceses despotricaron contra España.
Creo que hay muchos estudios sociales pendientes para diluci-

24 José Reig, “Nace América”, Guayaquil, 2007. p. 147-148.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

dar los efectos positivos de la acción de Las Casas y muchos sacrifica-


dos misioneros católicos. Aquí por ejemplo, en las ex antillas españo-
las, Puerto Rico, Cuba y República Dominicana como en el Brasil, exis-
ten millones de mulatos que tienen en sus venas sangre indígena; ¿co-
mo se compara esto con lo sucedido en las antillas colonizadas por
franceses, ingleses y holandeses?. El efecto de las epidemias en los nati-
vos debió ser similar en todo el Caribe, y la falta de mano de obra fue
subsanada con la introducción de esclavos africanos, pero ¿hubo una
mayor sobrevivencia de los aborígenes en las Antillas españolas que en
las colonizadas por otros europeos gracias al derecho indiano? Hace
unos años visitaba Puerto Rico y escuché que en las montañas existie-
ron jíbaros hasta hace pocas décadas atrás, de ellos todavía se oye en la
música folklórica cubana y dominicana. ¿Cuánto hay de sangre caribe
en los antillanos de países hispanos? De ser posible esa investigación,
habría que comparar esos datos con la que se obtenga de pobladores de
Jamaica, Martinica, Trinidad, Guadalupe o Curazao para ver si el tra-
bajo de Las Casas y los dominicos españoles tuvo resultados positivos
en aplacar el abuso y disminuir la mortalidad de los indígenas.
El trabajo de misioneros católicos cristianizó a indígenas de
Florida, Luisiana, Tejas, Nueva México, Arizona y California, territo-
rios que en el siglo XIX pasaron a ser parte de los Estados Unidos.
¿Que pasó con esos habitantes originarios de América cuando perdie-
ron la protección de las leyes españolas? Contra algunos de esos pue-
blos se declaró la guerra, y luego los sobrevivientes fueron despojados
de sus tierras y evacuados a campos semi-desérticos de Oklahoma.
Los Navajo fueron respetados por sus costumbres sedentarias y porque
sus tierras no eran apetecidas por la horda de colonos, pero ¿cuántos
de los pueblos cristianizados por jesuitas y franciscanos en las celebres
misiones californianas fueron exterminados por la fiebre del oro de
hombres sin ley ni respeto a la vida de los “pieles rojas”, a quienes con-
sideraban inferiores?
Ni siquiera todos los países independizados de España respe-
taron el derecho a la vida de los aborígenes luego de que dejara de regir
el derecho indiano español. Es dolorosa la actitud del gobierno argen-
tino de Avellaneda de hacer la “guerra del desierto”, cruelmente lide-
rada por el ministro Roca, contra indefensos indios patagónicos porque
“una vasta región del país estaba de hecho al margen de la autoridad
del Estado y bajo el poder de los caciques indígenas que desafiaban a

218
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

las fuerzas nacionales”25. En menos de dos años una gran caballería


arrasó con miles de pobladores originarios, para dar espacio a la ex-
pansión agroindustrial. Según el historiador argentino José Romero:
“Sólo la utilización del moderno fusil permitió al general Roca prepa-
rar una ofensiva definitiva. En 1879 encabezó una expedición al desier-
to y alejó a los indios más allá del río Negro, persiguiéndolos luego sus
fuerzas hasta la Patagonia para aniquilar su poder ofensivo. La sobera-
nía nacional se extendió sobre el vasto territorio y pudieron habitarse
dos mil leguas para la producción ganadera, con lo que se dio satisfac-
ción a los productores de ovejas que reclamaban nuevos suelos para sus
majadas.” Barbarie y codicia a costa del hombre americano fue lo que
trajo el europeo al nuevo continente y si no hubiera sido por la doctrina
impulsada por Las Casas y cristianamente acogida y adoptada por los
reyes españoles, diferente fuera la historia del aborigen americano.
Otras razones existen para explicar la mayor sobrevivencia de
nativo-americanos en algunos territorios del Continente. En la hoya
amazónica y en el altiplano boliviano, por ejemplo, una selva malsana
en un caso y poco oxígeno en el otro ahuyentaban a potenciales colo-
nos, en clima en la altura de los Andes hacía que los gérmenes que pro-
vocaban epidemias pierdan agresividad. Poca población originaria y
una mayor emigración europea ayudan a explicar las diferencias de-
mográficas y una composición étnica más criolla en Costa Rica y los
países del Cono Sur. Ninguna de estas explicaciones le resta importan-
cia al contundente efecto de la doctrina del derecho a la vida y protec-
ción al indígena implantados por los reyes españoles desde inicios del
siglo XVI.

Desarrollo regional del Ecuador prehistórico. Conquista Inca.


Colonización española. Población indígena en el siglo XXI.
Movimientos políticos indígenas.
Realidad de pueblos autóctonos ecuatorianos.

Los relatos de los primeros cronistas españoles nos dan poca


información sobre la prehistoria ecuatoriana. El jesuita Don Juan de
Velasco durante su destierro en Faenza a fines del siglo XVIII, escribió
la primera Historia del Reyno de Quito, del territorio del actual Ecua-

25 José Romero, “Breve Historia de la Argentina”, Buenos Aires, 1987. p.121.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

dor. En esta dice que Los Caras, pueblo llegado por mar a Bahía de
Caraquez, conquistaron a los Quitus gracias a su mayor destreza a par-
tir del 980 de la era cristiana y que desde la región de Quito se fueron
expandiendo hacia el sur y norte de la región andina llegando a formar
una confederación de dilatada extensión dirigida por los Scyris.26 El
relato de Velasco hace referencia a la tradición oral que indígenas rela-
taron los primeros años de la colonia, menciona manuscritos que no
son ahora conocidos de Fray Marcos de Niza, y ante falta de evidencia
arqueológica que lo respalde, ilustres historiadores como el Arzobispo
Federico González Suárez y otros después que él, restaron credibilidad
a la historia de quien se llama a sí mismo “el ocioso de Faenza”.
La investigación arqueológica del Ecuador que se inicia con el
ilustre arzobispo y continua con el trabajo de Jacinto Jijón, Max Uhle,
Federico von Butcwhald y otros a comienzos del siglo veinte, tuvo un
gran impulso a partir de los cincuenta con el esfuerzo investigativo del
guayaquileño Emilio Estrada Ycaza. Mencionamos como Betty Meg-
gers, del equipo que organizó Estrada y que sentará las bases del cono-
cimiento de las culturas costeñas ecuatorianas, en su obra “Pueblos y
Lugares Antiguos: Ecuador”, encuentra relación entre la cerámica de la
cultura Valdivia, 3200 años antes de Cristo en el periodo formativo, con
la cultura Jômon de la isla de Kyushu en Japón. La misma Dra. Meg-
gers, cuando describe elementos asiáticos en la cerámica de la Fase
Bahía, cultura del periodo de Desarrollo Regional entre 500 años antes
y después de Cristo dice que esto se puede explicar como resultado de
contacto transpacífico. Ella reflexiona: “Aunque estas embarcaciones a
la deriva hubieran sido impulsadas por la misma combinación de vien-
tos y corrientes que varios milenios antes trajeron a pescadores Jômon
a la costa ecuatoriana, el contexto cultural era muy diferente. En China
e India, la civilización urbana estaba bien establecida al comienzo de la
era cristiana. Embarcaciones comerciales capaces de cargar 600 hom-
bres y 1,000 toneladas métricas de carga hacían viajes largos fuera de
vista de tierra, intercambiando productos entre el continente y colonias
en el sudeste asiático e Indonesia. Si averiada, tal embarcación estaría
suficientemente aprovisionada para sostener a sus pasajeros en una
larga deriva.”27.
Mucha investigación arqueológica que producirá nueva infor-

26 Juan de Velasco, “Historia Antigua de Quito”, BEC, vol 10, 1989. p.11-18.
27 Betty Meggers, “Ancient Peoples and Places: Ecuador”, New York, 1966. p.94.

220
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

mación del pasado de nuestros pueblos aborígenes está por hacerse,


falta el apoyo de un estado que aún tiene que satisfacer las necesidades
básicas de su población, de organismos gubernamentales o no, nacio-
nales o extranjeros para que con el continuo y dedicado trabajo de cien-
tíficos de la historia podamos conocer más del pasado de los america-
nos originales. Yo comparto con Betty Meggers, que pueblos asiáticos
emigraron, con propósito o por casualidad náutica, a las costas del Pa-
cífico de América luego del deshielo del estrecho de Bering, cuyo con-
gelamiento había permitido la inicial colonización del homo sapiens en
este continente. Si esto es así, no sólo la cultura Jômon/Valdivia podría
tener origen asiático, sino la cultura Bahía, originaria de los Caras en el
actual Ecuador. Y por qué no también los Tiwanaku, Chimus e Incas en
Bolivia y Perú y Mayas y Aztecas en México y Guatemala. Mucha in-
vestigación falta hacerse para conocer más del pasado de los aboríge-
nes americanos.
Estos flujos migratorios pudieron ocurrir porque pescadores,
comerciantes o colonizadores del continente asiático en sus travesías a
las islas de Japón, Taiwán o Filipinas, pudieron quedar a la deriva y por
efecto de las corrientes existentes llegar a costas americanas. O también
porque pueblos coreanos, japoneses, chinos o siberianos hayan decidi-
do emigrar por calamidades de la naturaleza o persecuciones enemi-
gas. Ciertamente conocemos como pueblos agricultores de Eurasia,
desde antaño han sido abatidos por pueblos nómadas esteparios, entre
ellos los hunos, mongoles y tártaros que desde el Imperio Romano
hasta después de la Edad Media asolaron el este europeo. Jack Wea-
therford en su libro “Genghis Khan y la construcción del mundo mo-
derno” describe como este gran líder mongol y sus descendientes solí-
an arrasar con los ricos y poderosos en los países conquistados para
lograr la completa sumisión del pueblo.28 Esa táctica implicaba que
para salvarse muchos pudieron tener como única alternativa hacerse a
la mar en busca de nuevas tierras.
Estas migraciones transpacíficas en diferentes épocas son la
que explicarían la diversidad de desarrollo de los diferentes pueblos
americanos y el surgimiento de nuevas culturas en América y específi-
camente en Ecuador.
Quisiera hacer un corto e incompleto recorrido por la geogra-

28 Jack Weatherford, “Genghis Khan and the Making of the Modern World”, New York, 2004.
p.112.

221
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

fía ecuatoriana, lo que ahora se conoce de los pueblos existentes en este


territorio antes de las conquistas incásica y española y luego de ver los
efectos de esas conquistas y colonizaciones, hacer un simple inventario
de los pueblos que subsisten con clara identidad luego de quinientos
años de estos procesos. Muchos trabajos de arqueólogos e historiado-
res han enriquecido el conocimiento que ahora existe sobre este tema,
debemos resaltar el trabajo de Don Waldemar Espinoza Soriano, “Etno-
historia Ecuatoriana”, estos nos permiten aproximar la realidad histó-
rica. La existencia en Ecuador continental de tres claramente distingui-
bles y marcadamente diferente regiones, nos obliga a diferenciar a los
pueblos de la costa, sierra y oriente para hacer este estudio más com-
prensible. Por cierto, culturas de las tres regiones tuvieron una gran
relación interregional incluso desde periodos tan antiguos como la fase
Valdivia, tres mil años antes de Cristo.
En la costa ecuatoriana podemos clasificar a las tribus aboríge-
nes en dos grandes grupos: los manteños-huancavilcas y los cayapas-
colorados. Los primeros ocupaban la región de bosque seco tropical,
desde el centro de Manabí, la costa de Santa Elena y Guayas incluyen-
do Puná y la costa de El Oro hasta Túmbez, limitando al este por la cor-
dillera Chongón–Colonche; los segundos la región costera de bosque
húmedo tropical, desde Esmeraldas hasta el norte de Manabí en el lito-
ral y al este de la cordillera Chongón-Colonche hasta las estribaciones
andinas, incluyendo toda la cuenca del Guayas hasta el norte de la pro-
vincia de El Oro. Los manteño-huancavilcas eran expertos navegantes
y pescadores, comerciaban el Spondylus y el Mullo que explotaban en
las costas del Pacífico y comerciaban con toda la región andina, los
punaes y los tumbecinos, referidos en las primeras crónicas españolas
por su resistencia a la dominación incásica formarían parte de esta
extendida cultura. Los Chonos que habitaban la cuenca del Guayas y
que no fueron claramente identificados por los primeros cronistas,
dominaban un extenso territorio y estudios arqueológicos los relacio-
nan con la cultura Milagro-Quevedo, a la que se relacionan también los
Cayapas, Colorados y Yungas29.
En la Sierra, antes de la conquista incásica, habitaban del norte
al sur, los Pasto, Carangues, Cayambes, Quitus, Panzaleos, Puruhaes,
Cañaris y Paltas. Cronistas e historiadores concuerdan que había una
29 Waldemar Espinoza Soriano, “Etnohistoria Ecuatoriana: Estudios y documentos”, Abya-Yala,
Quito, 1988. p.130-132.

222
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

integración de al menos los pueblos del norte, antes de la llegada de los


Incas. Sin llegar a aceptar la propuesta de Juan de Velasco de una
Confederación de todos estos pueblos, al menos se puede admitir una
alianza de los Puruhaes con los Carangues-Cayambes-Quitus para ha-
cer resistencia a la conquista de los Incas. Con un mayor análisis, gené-
tico y arqueológico, podremos saber el grado de integración que alcan-
zaron Panzaleos, Puruahes y otros pueblos vecinos antes de la llegada
del invasor del Sur. Los Cañaris eran un pueblo sólidamente consoli-
dado con un amplio territorio antes de la invasión incásica. Trabajos re-
cientes de los doctores Don Juan Cordero Iñiguez y Don Gustavo Rei-
noso Hermida han ampliado el conocimiento del desarrollo de esta na-
cionalidad indígena, una de las más importantes que floreció en el
territorio actualmente ecuatoriano. Los Paltas es una de las etnias de la
Sierra sobre la que menos estudios se han hecho y menos se conoce.
En el Oriente o región amazónica habían muchos pueblos de
diferente nivel de desarrollo cultural. Hasta ahora existen remanentes
de pueblos nómadas, cazadores- recolectores. El sacerdote capuchino
Miguel Angel Cabodevilla publicó en 1999 un estudio sobre los Huao-
rani, pueblo de salvajes no contactados hasta las últimas décadas del
siglo XX que eran conocidos como Aucas. En su trabajo, coincide con
otros investigadores y ubica a las siguientes etnias en la región: los
Yumbos y Quijos en las estribaciones andinas, Cofanes y Omaguas-
Yejes más hacia el oriente, en el norte de la región. En el centro, Canelos
en las estribaciones y Zaparos y Huaoranis hacia el oriente. Al sur,
Shuaras y Achuaras, conocidos anteriormente como Jíbaros eran los
principales pueblos con otros pueblos Omaguas hacia el Oriente.30
Es difícil determinar con certeza cuándo comenzó la conquista
incaica a tierras ecuatorianas, el Dr. Cordero hace estimaciones: “¿Des-
de cuándo llegaron a las regiones Austral y Sur? Se calcula que entre
1450 y 1460, años más, años menos. De sur a norte se apoderaron del
territorio de los Paltas, luego de Cañaribamba (región de Yunguilla en
el Azuay), de Guanpondelig, que la llamaron Paucarbamba o Tome-
bamba (actual Cuenca) y de Atún Cañar (regiones de Cañar, Tambo,
Ingapirca).”31 Túpac Yupanqui es el Inca que se instala en Tomebamba
y consolida la conquista del sur de los Andes ecuatorianos pero quien

30 Miguel Ángel Cabodevilla, “Los Huaorani”, Cicame, Coca, 1999. p.60-72.


31 Juan Cordero Iñiguez, “Historia de la Región Austral del Ecuador”, Segunda Parte, Cuenca
2007. p.42.

223
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Mapa # 1
Periodo de Integración
Ubicación de Etnias antes de conquista Incásica 1450

la inició fue su padre, Pachacutic. Los cronistas cuentan que Yupanqui


llegó a costas manteñas desde donde hizo un largo viaje por mar, pero
no hay evidencias de que hubiera conquistado tierras de la Costa,
excepto las de Túmbez y parcialmente la isla Puná. Debió el Incario
mantener buenas relaciones con los navegantes y comerciantes man-
tenses sin necesidad de someterlos, pero las tierras de los chonos y de
otros pueblos bajo la influencia de la cultura Milagro-Quevedo no fue-
ron nunca vasallos del Imperio, o porque los incas no pudieron vencer-
los ni a las condiciones de la selva húmedo tropical, o improbablemen-
te, porque no tuvieron interés en esas tierras.
Túpac Yupanqui avanzó las conquistas incásicas al norte de las

224
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

tierras cañaris, pero no sometió por completo a la Confederación Cara


que para algunos, imaginó el Padre Velasco. No sólo que debía conso-
lidar el dominio incásico sobre la nación cañari, de la que además se
nutriera de conocimientos sino vencer la tenaz resistencia que enfrenta-
ron los incas en tierras de los puruhaes, quienes debieron aliarse con
sus vecinos del norte para retrasar en avance del poder imperial. Le to-
có a su hijo Huayna Cápac, nacido en Tomebamba someter a los defen-
sores del norte de Quito. Cayambis y Carangues resistieron la defensa
de sus territorios hasta el terrible desenlace de la cruenta batalla en
Yahuarcocha. Si estimamos entre 30 y 35 la edad de Atahualpa para
noviembre de 1532, cuando ocurrió el intrépido asalto de Pizarro en
Cajamarca, y como sabemos que nació en Quito, hijo del triunfante
Inca y de la princesa Paccha, tenemos que estimar que el sometimien-
to inca a tierras ecuatorianas terminó entre 1597 y 1532. Aceptando el
estimado del Dr. Cordero de fecha de inicio de la conquista entre 1450
y 1460, esta duró alrededor de cuarenta y cinco años y el tiempo en que
los Incas tuvieron dominio de toda la región andina-ecuatoriana no fue
sino de alrededor de treinta años en el centro-norte y de cincuenta y
cinco en la región cañari y sur del país.
Sin embargo, la influencia del Imperio en la vida regional fue
inmensa. El Incario tenía un sistema muy efectivo de control e influen-
cia imperial en los pueblos conquistados, trasladaba poblaciones de
una parte del Imperio a otra, práctica utilizada también por Genghis
Khan para fortalecer sus conquistas. Los pueblos andinos trasladados
por los incas se conocían como mitimaes, en sus estudios y documen-
tos de “Etnohistoria Ecuatoriana”, Waldemar Espinoza presenta rela-
ciones históricas de pueblos cayampis radicados en el “reino de An-
cara” en la sierra central del Perú, y de cañaris en Huamanga y en el
“reino de Yaro”, regiones cerca del Cuzco. Asimismo da cuenta de po-
bladores de origen huayacuntu del norte del Perú radicados en Quito
que habían sido trasladados en tiempos de Huayna Cápac y que luego
de la conquista fueron leales a los españoles como lo habían sido con
los incas ayudando al control de las poblaciones nativas. Dice Es-
pinoza: “En resumen, los mitmas huayacuntu en Quito, con su líder a
la cabeza. No solamente en el Imperio Incaico sino también en el pri-
mer siglo del predominio hispánico, el siglo XVI, cumplieron funciones
de supervigilancia política, económica, social y religiosa. En ambas
épocas intervinieron para que las masas de población campesina cum-

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

plieran las imposiciones de los dos imperios: primero el Tahuantisuyo


y después el español.” 32
No hay estudios que confirmen el origen de los Otavalos, ubi-
cados entre las naciones Carangues y Cayampis pero son considerados
pueblos mitimaes. Sin duda también tienen origen del centro y sur del
imperio Inca, los Salasacas, ubicados entre Panzaleos y Puruhaes, y los
Saraguros entre la nación Cañari y los Paltas. La aplicación de ciencias
históricas al estudio de los pueblos existentes junto al estudio de docu-
mentación hallada nos ayudarán a conocer los desplazamientos pobla-
cionales que se dieron en el Incario y el efecto que esto tuvo en la domi-
nación de éstos y en la integración de la región andina. La política de
traslado de pueblos fue extensamente aplicada por los incas y les
ayudó con efectividad a controlar poblaciones hostiles y cobrarles tri-
butos, los españoles continuaron con la práctica.
En la región oriental, los incas no hicieron conquistas, deben
haber tenido poco interés en dominar pueblos atrasados en clima in-
hóspito. En esa región se producían variaciones de territorios entre tri-
bus nómadas recolectores cazadores y agricultores semi-nómadas y es
probable que la invasión incaica provocara que algunos Carangues y
Cayampis ocuparan estribaciones orientales andinas en territorios de
los quijos para escapar del dominio inca. Esta migración habría expan-
dido nexos de comunicación y mejor conocimiento por parte de pobla-
dores andinos del norte de la región amazónica ecuatoriana. Informa-
ción que sirviera unas décadas después para la realización de la expe-
dición en la que Orellana descubrió el Amazonas.
La llegada de los españoles produjo nuevos cambios en el es-
pacio andino. En la costa durante los primeros cien años de la colonia
se produjo la desaparición del pueblo Chono y el surgimiento de una
raza y cultura mestiza conocida como “montubia” en la que se unieron
sangre indígena con la de esclavos africanos, indios y mestizos andinos
y colonos españoles y son el actual campesinado de la cuenca del Gua-
yas y del suelo manabita. Las pestes fueron la principal causa de la dis-
minución de población nativa al este de la cordillera Chongón-Co-
lonche. En la descripción de la Tenencia de Yaguachi, el padre Velasco
cuenta que estos indígenas, que equivocadamente por falta de conoci-
mientos arqueológicos que ahora existen, cataloga como “guancavil-
cas” en vez de chonos, originalmente revoltosos destruyendo ubicacio-
32 Waldemar Espinoza Soriano, “Etnohistoria Ecuatoriana”, Abya-Yala, Quito, 1988. p.27.

226
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

Mapa N° 2
Desarrollo de Imperio Incásico en tierras Ecuatorianas 1460-1535

nes originarias de Guayaquil, se hicieron pacíficos luego de acordar


con que los españoles “tuviesen mujeres propias de su nación”. Como
lo presenta Velasco: “La horrenda peste del 1589 dejó esta excelente
nación casi consumida, y sólo se libraron las reliquias que se esparcie-
ron por los bosques y las montañas”.33 El inicio del comercio del cacao
en el siglo XVII provocó el desarrollo de la producción cacaotera en la
fructífera cuenca del Guayas, vinieron esclavos africanos, pobladores
del corredor interandino y colonos españoles para aprovechar esta
fuente de trabajo. La unión de estos inmigrantes a la región con los
nativos que quedaron después de las pestes forjaron la cultura montu-
bia, base del desarrollo rural de gran parte de la costa ecuatoriana.
Con los pueblos Manteño Huancavilcas sucedió un fenómeno
33 Juan de Velasco, “Historia Antigua de Quito”, BEC, Quito, 1989. Segunda parte. P.591.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

especial, las tierras fueron poco apreciadas por la falta de lluvias, los
indígenas eran buenos pescadores y comerciantes. Vendían a Guayaquil
o Portoviejo y sus comarcas sal, pescado, brea para calafatear naves y
madera. Utilizando su ancestral su cultura agrícola basada en alba-
rradas para aprovechar la poca agua, desarrollaron ganadería vacuna y
caprina, asumieron el castellano como idioma y la vestimenta de los
españoles pero mantuvieron su pureza sanguínea e identidad cultural.
Con buen liderazgo consiguieron en el siglo XVIII de la corona españo-
la el reconocimiento de propiedad de sus territorios comunales.
En el norte, en las costas de Esmeraldas, el naufragio y motín
de embarcaciones de africanos destinados a la esclavitud ocasionaron
una exitosa colonización de ese territorio. El dominio de los africanos
sobre los pueblos cayapas se hizo notorio desde el primer siglo de la
colonia, es una raza con más defensas a las enfermedades euroasiáti-
cas, con mayor corpulencia que fueron desplazando hacia el interior, y
en algunos casos asimilando, a los aborígenes pueblos cayapas.
En la sierra, la conquista y colonización española tiene diferen-
tes efectos. Al sur, en Loja, rodeada de zonas mineras que fueron explo-
tadas con ansía e intensidad en el siglo XVI e inicios del XVII, la pobla-
ción palta prácticamente se extinguió. Presumimos que una mayor do-
cilidad de este pueblo haya permitido su explotación excesiva en las
mitas. Las mujeres sobrevivientes con colonos españoles formaron a los
campesinos mestizos lojanos. Poblaciones mineras como Zaruma, Va-
lladolid y Sevilla de Oro entraron en decadencia o fueron arrasadas
cuando se revelaron los shuaras que resistieron con valentía y fiereza
su explotación en minas. Los saraguros mantuvieron su territorio y no
fueron sujetos de explotación.
La nación Cañari, que sufrió la terrible represalia de Atahual-
pa, se fortaleció durante la colonia, ¿habrán regresado pueblos que fue-
ron trasladados por los incas como mitimaes? Sin duda algunos fue-
ron utilizados en las encomiendas e industria telar azuayas, otros se
mestizaron en los cantones urbanos de la región, pero hoy en día mu-
chos pobladores conservan la cultura cañari intacta y todos el espíritu
progresista y trabajador que los caracteriza tanto los que ocupan valles
andinos ancestrales como los que están en áreas colonizadas en el lito-
ral o trabajando en la metrópoli neoyorquina.
Las poblaciones originarias de la sierra central y norte contri-
buyeron con su trabajo al desarrollo de las encomiendas, productos
textiles de estas enriquecieron a la Audiencia de Quito durante los pri-

228
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

meros años de la larga etapa colonial. Puruhaes, Panzaleos, Quitus, Ca-


yambis, Otavalos y Carangues a pesar de años de conquista incásica no
habían perdido sus idiomas originales hasta alrededor de 1600, pero la
decisión eclesiástica para facilitar la evangelización, de vulgarizar el uso
del quechua entre los indígenas de los Andes ecuatorianos hizo que sólo
queden vestigios en los nombres de lugares, ríos o montañas de las len-
guas vernáculas de estas etnias. Los mitimaes Huayacuntus enseñorea-
dos en Quito pronto formarían, junto a muchos artesanos de diferentes
etnias, el gran pueblo mestizo de la capital de la Audiencia. Epidemias
también causaron estragos en los pobladores del callejón interandino,
en el cálido valle del Chota la desolación fue mayor y los encomenderos
utilizaron esclavos africanos para reemplazar a los nativos. En grandes
sectores de la sierra, como en gran parte del norteño Carchi, se formó un
campesinado serrano fruto del mestizaje de disminuidas poblaciones
indígenas con colonos españoles como sucedió en Loja, los quillacingas
en el norte, como los paltas en el sur son los dos pueblos andino-ecua-
torianos que disminuyen sustancialmente su población y sus identida-
des son confundidas como campesinos mestizos.
En el Ecuador de comienzos del siglo XXI siguen existiendo la
mayoría de las etnias, tribus e incluso naciones, en el concepto primiti-
vo, que existieron antes de la conquista incásica. Descendientes de anti-
guas naciones, como la manteño-huancavilca, tienen una gran pobla-
ción en el sur de Manabí, Santa Elena y en la costa de Guayas, nunca
fueron sujetos a encomiendas o mitas. Desde el inicio comerciaron con
los españoles como lo hicieran con los incas, en pocas décadas se mes-
tizaron culturalmente, idioma, religión, por lo que recién están siendo
reconocidos como pueblo ancestral.
El movimiento indígena ecuatoriano que brotara con fuerza
luego del “levantamiento” de junio de 1990 y que se venía gestando
lustros atrás con el apoyo de organizaciones no gubernamentales euro-
peas, se consolidó con la constitución de la C.O.N.A.I.E. Confederación
de Nacionalidades Indígenas del Ecuador en noviembre de 1986. Esta
organización ha impulsado el fortalecimiento de la identidad de los
pueblos indígenas, la conservación de sus lenguas y su cultura. La ac-
tual Constitución reconoce el carácter multicultural de la nación ecua-
toriana gracias al empeño de los pueblos que incluso promueven el
concepto de plurinacionalidad en la Asamblea Nacional. Conversando
con uno de sus líderes hace pocos días entendí que en los inicios de la

229
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Mapa N° 3
Inicio de Colonización Española 1600

organización se pretendió aglutinar como “quechuas” o “kichwas” a


diferentes etnias de la sierra porque hablan el mismo idioma inca que
los misioneros católicos utilizaron para la evangelización y que ahora
los vincula, a pesar de haber grandes diferencias entre Saraguros y
Puruhaes por ejemplo, en fisonomía, vestimenta, usos y costumbres.
La C.O.N.A.I.E. está reparando el error inicial de no considerar a los
manteño-huancavilca como etnias autóctonas porque hablan español y
tienen costumbres de los demás campesinos de la costa. En la conver-
sación, el Sr. Guatemac me refirió como están identificando la existen-
cia de campesinos andinos que se reconocen como Paltas o Quillacin-
gas, etnias que se consideraban desaparecidas por el mestizaje que les

230
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

hizo perder idioma y vestimenta.


El punto de vista utilizado por la organización indígena para
definir a un pueblo o etnia como nación se basa primordialmente en la
existencia de un idioma que los distinga, así, consideran una nación
“kichwa” no sólo a los pueblos que hemos diferenciado en la sierra si-
no también a Tomabelas, Natabuelas, Chibuleo y otros. No distinguen
a los cañaris que tienen una gran población y territorios individuales y
comunales como nación porque ya no hablan su idioma original pero
si a los “Awas”, “Cofanes” u otras que tienen una población menor a
dos millares de personas.

Mapa N° 4
Ecuador 2006

Antes de terminar esta corta descripción de los pueblos aborígenes que

231
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

actualmente existen en Ecuador quiero resaltar a dos etnias o “naciona-


lidades” que se distinguen en el mundo entero: los Otavalos que están
presentes con sus artesanías y folclore en las principales ciudades euro-
peas y norteamericanas, y han convertido a su comarca en una ciudad
de atractivo turístico cerca de Quito en la que venden sus productos, y
los Cañaris que tienen un espacio importante entre los pueblos latino-
americanos inmigrantes de Nueva York. Por su laboriosidad y buen
trato encuentran trabajo con facilidad en la industria de servicios de
comida.

Epilogo

Analizando los efectos de la colonización española en América


observamos que esta fue menos impactante contra la sobrevivencia
indígena que la de otras conquistas en este u otros continentes. Sin
duda, la aplicación, aunque de manera imperfecta, del derecho india-
no, propulsado por Fray Bartolomé de Las Casas, fue un factor deter-
minante para que esto ocurra.
El Ecuador es un ejemplo de nación en la que se ha respetado
a las etnias aborígenes. Luego de cerca de quinientos años desde que
se inicio la colonización española que incluyo la inmigración de africa-
nos y posteriormente del periodo republicano en el que han habido
inmigrantes asiáticos y europeos, más de la mitad de la población del
Ecuador es indígena o tiene sangre americana como su principal com-
ponente racial.
Es notorio el efecto de la diversidad geográfica del Ecuador en
el proceso de desarrollo de los pueblos que existieron antes de la colo-
nización incaica y española, La dificultad de acceso por la tupida selva
tropical y el poco interés de los colonos por ciertas regiones con limita-
dos atractivos agrícolas como también las decisiones y acciones de et-
nias particulares debieron ser factores que abonaron en la preservación
de culturas ancestrales.
Organismos no gubernamentales europeos principalmente han
apoyado la organización indígena, lo que ha influido positivamente en
la recuperación de valores culturales y en la mayor intervención social
y política de las etnias indígenas en la vida nacional. El efecto ha sido
que los pueblos indígenas han recuperado su autoestima y la población
en general trata con mayor respeto a los indígenas que conservan sus

232
DIVERSIDAD REGIONAL EN PROCESO COLONIZADOR DE AMÉRICA

culturas. El movimiento de desarrollo indígena debe fortalecerse en


Ecuador y su acción replicada en otros países donde existen etnias abo-
rígenes.

Mucho falta por hacer para entender el desarrollo de los pueblos abo-
rígenes. Es necesaria la aplicación de ciencias históricas para ampliar
el conocimiento de su pasado. Esto va a permitir a los pueblos autóc-
tonos recuperar su autoestima, fortalecer su cultura y ampliar su parti-
cipación en el desarrollo de nuestros estados nacionales.

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235
.
DISCURSOS
ACADÉMICOS
.
BIENVENIDA AL PROFESOR
DR. SERGIO MARTINEZ BAEZA
EN SU INCORPORACIÓN COMO
MIEMBRO CORRESPONDIENTE EXTRANJERO

Manuel de Guzmán Polanco

La sincera amistad entre Ecuador y Chile está revelándose, una


vez más, en este acto que estamos cumpliendo con gran satisfacción y
honra personales, los Directores de las Academias de Historia de ambos
países. Llevo con orgullo la medalla que acaba de imponerme el amigo
Sergio Martínez Baeza; y tendré con afecto en mi escritorio el diploma
que me acredita Miembro Correspondiente de la Sociedad Chilena de
Historia y Geografía, matriz de la Academia de Historia de Chile.
En efecto, en 1911 se constituye la Sociedad Chilena de His-
toria y Geografía en Santiago. La conforman los más destacados hom-
bres públicos e historiadores de ese esmerado país del mundo hispáno-
americano y la preside Don Domingo Amunátegui. La Sociedad, reco-
nocida oficialmente por el gobierno con personería jurídica, empieza
por declarar que el verdadero fundador de la entidad era el Sr. Enrique
Matta Vial, con su Revista Chilena de Historia y Geografía. Años después,
debido a diferencias administrativas, la Sociedad acepta la creación de
un departamento de Estudios Coloniales y, finalmente, este grupo se
constituyó en Academia de la Historia en 1933. Los dos grupos colabo-
ran en armonía e inclusive ocupan el mismo inmueble en la calle
Almirante Montt de la capital chilena.
Aquí tenemos ahora al amigo del Ecuador, Sergio Martínez
Baeza, amigo de veras y que ha servido al Ecuador desde varios depar-
tamentos del Convenio Andrés Bello.
Y ahora es el gran motor de la reivindicación de aquella mues-
tra ejemplar de respeto y simpatía para el país de Quito, que planteó
ante el Congreso Chileno el prócer Fray Camilo Henríquez, en 1812,
con la imperecedera frase consagratoria de “Quito, luz de América”
que debía exhibirse como una alita del faro de Valparaíso; placa que, en

239
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

dos meses más, volverá a restablecerse en un faro de una plaza públi-


ca de esa ciudad, conforme lo acordado últimamente por el Cabildo de
aquella ciudad.
Hacen dos años yo había iniciado el estudio en Chile y Ecua-
dor, de los documentos históricos referentes a tan trascendental procla-
ma de los próceres chilenos, presididos por el Fraile de la Buena
Muerte, que fue testigo del 10 de agosto de 1809 y del 2 de agosto de
1810. Larga pero estimulante la tarea y finalmente concluímos en que
la tradicional placa había desaparecido a consecuencia de alguno de los
tantos asoladores movimientos terráqueos que habían afectado al tra-
dicional puerto chileno de Valparaíso, que comparte con Santiago las
grandes edificaciones oficiales de los poderes del Estado y los archivos
de la nación.
Pero sigue mi historia. Cualquiera que fuera el destino de los
papeles, de los documentos del Congreso chileno, de la Marina y del
Cabildo portuario, el gesto y la proclama chilena fue registrada por un
Cronista de la época en Quito, el Dr. Agustín Salazar y Lozano, miem-
bro del Concejo capitalino; y, luego, en la primera historia de la Re-
pública escrita por el ambateño Dr. Pedro Fermín Cevallos. Numerosas
son las piezas literarias escritas en homenaje a Quito por el fraile chile-
no, redactor y editor del primer periódico que vió la luz en Santiago y
que lo denominó La Aurora de Chile; así como en otros escritos efectua-
dos en Buenos Aires. La frase imperecedera del primer Director de la
Biblioteca Nacional de Chile y Presidente del Primer Congreso hispa-
noamericano, se la había ganado Quito desde antes; y ya estaba en el
corazón de los hispanoamericanos: Quito había levantado la tea de la
libertad, de la independencia, de la autodeterminación y del derecho
de hacer gobierno con sus propios hombres y sus propios principios
políticos y lo hizo el 10 de agosto de 1809. Y había sellado con sangre
del 10% de su población de todos los niveles, de Marqueses a barren-
deros, el 2 de agosto de 1810. En efecto, viva y ejemplar era esa luz para
hispanoamérica, pues luego de Quito vinieron los gritos libertarios de
Caracas, Bogotá, Buenos Aires, Santiago y otros. La antorcha no se
mitigó y arde para siempre en el corazón de cada quiteño y de los ame-
rindios.
Todo fue saber la conclusión a que habíamos llegado en las
investigaciones sobre “Quito Luz de América” y apareció la figura ca-
balleresca del Académico Presidente de la Sociedad Chilena de His-

240
BIE NV E N I DA A L P RO FE S O R S E R G I O M ART Í N EZ B AEZA

toria y Geografía, del amigo auténtico de mi país, aquí presente, Sergio


Martínez Baeza, para que la consigna laudatoria para Quito del Con-
greso de Chile de hace casi 200 años, vuelva a lucir airosamente en
territorio chileno, como símbolo de la antigua y profunda amistad de
los dos pueblos.
Situados en el Pacífico Sudamericano, Ecuador y Chile nunca
estuvieron ausentes en los grandes momentos de satisfacción o de
amargura. Y en determinados casos fueron duros o equivocados, pero
estuvieron allí, el uno junto al otro.
En esta sesión, a la que doy especial significación por sus con-
tornos y contenido, considero apropiado que hagamos memoria de por
lo menos uno que otro suceso que revela esa unión, esa amistosa rela-
ción entre Ecuador y Chile. Se dice que el mejor amigo es el vecino de
tu vecino. Si eso es cierto, en nuestro caso se ha de decir que hay algo
más explicativo para la amistad de nuestras dos naciones. No es fácil
calificar los sentimientos, aquellos que no son pasajeros. Se los encuen-
tra, se los aprecia, físicamente se los vé de repente, sin poder pintarlos,
sino apretarlos. Han nacido espontáneamente, se han desarrollado co-
mo la vida misma y como ella se transmiten de generación en genera-
ción. La amistad espontánea de Chile y Ecuador es uno de esos senti-
mientos. Se puede preguntar en la calle o en la universidad o en las aca-
demias o en la Policía o las Fuerzas Armadas, o los medios de comuni-
cación de Chile o de Ecuador. La respuesta es positiva, es fácil y espon-
tánea.
Mucho me demoraría –y no es el momento– para relatar los
sucesos que han marcado la amistad ecuatoriano–chilena, inclusive
con los desagrados que conlleva toda amistad. En el año de 1989, con
motivo de la celebración del día de la independencia de Chile, en un
acto público de la Embajada de ese país en Quito, tuve la oportunidad
de hacer una crónica ligera de ciertos hechos de nuestra relación inter-
nacional, en la charla que dicté sobre el Tratado Continental de San-
tiago de 1856. De mis apuntes de hace 20 años extraigo datos como
estos, que demuestran cómo nuestra relación amistosa empieza pronto
al iniciarse la época republicana.
Después de esas manifestaciones de aprecio de los próceres
chilenos a los próceres quiteños, entre 1809 y 1813, sintetizados en la
proclamación de “Quito, Luz de América”, nada especial se registra
hasta la década de 1820, cuando cuadros del ejército de O´Higgins

241
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ascienden hasta el Pichincha en 1822 para derrotar a la autocracia


peninsular en la primera de las grandes batallas de las naciones de la
independencia, antes que Ayacucho.
A medias instalados Chile y Ecuador como nuevos Estados,
tenían que preocuparse de dar los primeros pasos como tales. En efec-
to, en 1836, Vicente Rocafuerte acredita a José Miguel González, futuro
Ministro del Interior, para que proponga a Chile dos Tratados bilatera-
les: el uno de Amistad, Comercio y Navegación y otro secreto de alian-
za ofensiva y defensiva. El Presidente Diego Portales recibió con entu-
siasmo al delegado ecuatoriano y con su Canciller Varas llegaron a la
suscripción del Tratado el 21 de enero de 1837. Pero por instrucciones
del Canciller ecuatoriano, General Bernardo Daste, ya no se debía rea-
lizar el Tratado secreto. Prescindiré de explicar todos estos cambios en
la política internacional nuestra y en la chilena. Nos llevaría demasia-
do tiempo. Sólo diré que la presencia de la poderosa Confederación
Perú–Boliviana perturbó las normales relaciones de estas naciones del
Pacífico Sur.
No es que fuera totalmente distinta la política internacional
floreana de esta época con la del “marcismo” a partir de 1845, pero
podría sorprender que en el conflicto que surgió entre Chile y la Con-
federación, aquel país se negó a aceptar la mediación ofrecida por
Ecuador, pues el Canciller Joaquín Tocornal sostenía que no cabían fór-
mulas diplomáticas ya que la política de la Confederación era altamen-
te peligrosa para Chile tanto como para Ecuador. La muerte del alto
dirigente peruano, General Gamarra, resolvió la situación en parte, por
cuanto Ecuador insistía ante el Perú por el cumplimiento del Tratado
de Guayaquil de 1829.
Cambian los tiempos y los líderes. La década de 1850 a 60 pre-
senta otros problemas. En 1856 se hallaba de Jefe del Estado ecuatoria-
no el General José María Urvina, quien acreditó en Santiago, como
Plenipotenciario, al joven jurisconsulto guayaquileño Dr. Francisco
Javier Aguirre Abad, para lo que calificó de un “tratado especial”. El
Presidente Manuel Montt le recibió con muestras de mucho aprecio y
entró a negociar con el Canciller Antonio Varas un “tratado de confe-
deración de las naciones americanas”. Conviene señalar que fueron
nombrados Secretarios de la Misión Antonio Bustamante, que en la
época garciana tendría relevante actuación y Javier Espinosa, nada
menos que el futuro Presidente de la República, en un interregno de la

242
BIE NV E N I DA A L P RO FE S O R S E R G I O M ART Í N EZ B AEZA

capitanía política de Gabriel García Moreno. El proyecto ecuatoriano


consistía en proponer la Confederación de las naciones hispanoameri-
canas y emitir las primeras reglas de convivencia, entre otras el arbitra-
je de una de las naciones confederadas para el caso de conflicto y por
supuesto, condenando la guerra entre ellas. Preveía la propuesta ecua-
toriana la presencia de un Congreso de Plenipotenciarios que prepara-
ra un Código completo de derecho internacional para estas naciones.
Recordemos que para entonces, ya se había publicado inclusi-
ve una segunda edición hecha en Lima de Principios de Derecho Inter-
nacional (1844) del eminente venezolano y Rector de la Universidad de
Chile, Andrés Bello.
El Canciller Varas presentó las anotaciones que, a juicio de
Chile, merecía el proyecto ecuatoriano. Y finalmente resolvieron firmar
el Tratado exclusivamente Ecuador y Chile. A último momento Perú
acreditó al Plenipotenciario Coronel Cipriano Zegarra y también firmó
el 21 de enero de 1857, el que se llamó “Tratado Continental de San-
tiago 1856”, pues se previó que atrás de nuestras naciones se adhirie-
ran otros países, por la importancia de los temas que hacen 150 años
se consideraban comunes tanto en cuanto al Derecho Internacional Pú-
blico como al Privado. Grato reconocer que muchos de esos acuerdos
son ahora parte del Derecho Internacional Americano positivo. Sin-
gular también lo que ocurrió con el Tratado de Santiago. Aunque se
llamó Continental nunca pudo entrar en vigencia pues solamente el
Congreso de Ecuador lo aprobó; el de Perú solamente alcanzó a pasar
en la Cámara de Diputados. Y en cuanto a Chile, cuando fue presenta-
do a la legislatura, fue tan ardua la discusión que un Diputado se lanzó
sobre el texto y lo destruyó. Sin embargo, todas sus normas fueron
seguidas por nuestros Estados hispanoamericanos en los siguientes 20
años.
No se puede pasar por alto el señalar la actitud de Chile en
1842, en que es nombrado Plenipotenciario de Nueva Granada en San-
tiago el General Tomás Cipriano de Mosquera, caucano de la época
anterior a la independencia, edecán del Libertador y delegado especial
de éste, para fijar la línea divisoria prevista en el Tratado de Guayaquil
de 1829 entre la Gran Colombia y Perú; y en consecuencia firmante del
Protocolo Mosquera-Pedemonte de 11 de agosto de 1830. La fricción
entre Ecuador y Perú provocó la mediación de Venezuela y Nueva Gra-
nada, a la que éstos querían incorporar a Chile. Este país reconoció los

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

derechos territoriales del Ecuador, pero se negó a intervenir en la


mediación con fútiles argumentos. Chile quería tener las manos libres,
sin comprometer su futuro. La política internacional chilena fue siem-
pre muy realista.
Ecuador, por su parte, observó una conducta poco clara en el
conflicto marítimo de las islas peruanas Chincha y en el ataque de los
españoles a Valparaíso. García Moreno tenía ideas peculiares sobre la
solidaridad continental; y guardaba muy atentamente los intereses in-
mediatos del Ecuador. La guerra del Pacífico fue románticamente desa-
provechada por Ecuador para resolver su problema mayor con el Perú.
Chile tampoco manejó con perspectiva la situación del Ecuador.
El siglo XX trajo nuevas realidades al Continente, sobre todo
por la incursión de los Estados Unidos de América y los primeros pini-
nos de Brasil en el concierto iberoamericanista. Ecuador ya se había
allanado a las penetraciones territoriales de Colombia en la Amazonía;
y el Perú seguía marchando en ella impunemente. Hasta que en 1910
se conformó prácticamente el clima de guerra peruano-ecuatoriano.
Chile se había acercado bastante al Ecuador, destacándose desde prin-
cipios de siglo varias misiones diplomáticas notables como la de Galo
Irrázabal, la de Víctor Eastman Cox y la de Leonidas Irarrázabal que
marcaron la estrecha convivencia política con el novedoso liberalismo
alfarista y placista, que duró hasta 1930. Chile hasta logró crear la ima-
gen de una alianza secreta con Ecuador. La realidad diplomática era
otra. La Cancillería jamás pudo despejar el horizonte de modo que al
Ecuador pudiera parecer clara su posición, favorecida por la tradicio-
nal amistad.
He sido diplomático de Carrera y Profesor de Derecho Interna-
cional y Derecho Territorial, así como he estudiado los textos de los
internacionalistas chilenos, empezando por el que escribió en francés el
maestro de todos nosotros Alexandre Alvarez, en su obra editada en
París en 1910, Le Droit International Americain. Hasta por razones fami-
liares siempre estuve en la vanguardia de la amistad con Chile y así
seguiré por convicción y por razones del corazón. Tengo amigos chile-
nos que me conocen y me entienden, que es mi mejor compensación.
Uno de ellos Sergio, que sabe querer al Ecuador; y al que rindo mi gra-
titud porque seguirá trabajando para que ese afecto imperecedero de
nuestros pueblos se haga cada vez menos retórico y más práctico en
beneficio de Chile y Ecuador.

244
BIE NV E N I DA A L P RO FE S O R S E R G I O M ART Í N EZ B AEZA

Chile es el país del Pacífico Sudamericano con más extensa


costa marítima. En 1952 invitó a sus vecinos Ecuador y Perú a estudiar
la manera de incorporar a la soberanía de cada uno de ellos las respec-
tivas costas y fondos marinos con las riquezas que contienen hasta 200
millas de la costa. Así fue como se firmó la llamada Declaración de
Santiago de 18 de agosto de 1952, que, convertida en Convención apro-
bada por los respectivos Congresos, fue especificada en sucesivas reu-
niones, sobre todo la inmediata de Lima en 1954, por las que se definió
como linderos en el mar el paralelo desde la parte más saliente del lími-
te territorial. Así empezó la revisión universal de los derechos maríti-
mos de todos los países del mundo, que quedaron establecidos en la
Convención Mundial sobre el Derecho del Mar, novísima legislación de
Naciones Unidas incorporada al Derecho Internacional. En cuanto a
Ecuador, en la Declaración de Santiago quedaron incluídos sus dere-
chos marítimos en el Archipiélago de Colón –Galápagos–. Ecuador
incorporó un territorio más grande que el suyo en el Continente, luego
del Protocolo de Río de Janeiro de 1942. Su soberanía terrestre alcanza
a 256.370 kilómetros cuadrados y la marítima a 1´095.446,2 kilómetros
cuadrados. Total 1´351.816 Kilómetros. Actualmente estudia la conve-
niencia de ratificar ese Tratado marítimo universal que fue firmado en
Montego Bay.
Mucho tenemos por delante para trabajar en mutuo beneficio
de los pueblos de Ecuador y Chile. Allí estarán presentes la Sociedad
Chilena de Historia y Geografía y la Academia Nacional de Historia
del Ecuador.

Quito, Marzo 5 de 2008

245
FRAY CAMILO HENRÍQUEZ
Y SU HOMENAJE A QUITO, “LUZ DE AMERICA” *

Sergio Martínez Baeza

Ha dicho Pedro Fermín Cevallos en su Historia del Ecuador que


el fraile chileno de la Buena Muerte, precursor de la independencia de
mi patria y padre del periodismo nacional, Fray Camilo Henríquez, en
1812, siendo senador, secretario del Senado y miembro de la Comisión
Constituyente, en recuerdo de su paso por quito, dos años antes, con-
siguió que por decreto se mandara colocar en el faro de Valparaíso, una
placa en honor de esta noble capital, a la que calificaba como “Quito
Luz de América.
Otros autores dicen que la placa en cuestión estuvo instalada
hasta hace pocas décadas en un farol del llamado Parque Italia de Val-
paraíso, de donde desapareció sin dejar rastro.
Me he dado, desde hace un tiempo, a la tarea de ubicar esta
placa, que quizás es la misma que primero estuvo en el Faro y después
en el Parque Italia de Valparaíso, para lo cual he debido revisar cróni-
cas y diarios locales, así como consultar a personas conocedoras del
pasado de nuestro primer puerto, sin éxito.
Como puede verse, ha resultado difícil el hallazgo de esta pla-
ca original, pero, siendo muy conveniente para el reforzamiento de los
vínculos de amistad chileno-ecuatorianos el recordar aquella frase de
“Quito, Luz de América” del fraile de la Buena Muerte, hoy estamos
empeñados, con la Embajada del Ecuador en Chile, en reponerla en un
lugar público de Valparaíso. Ya está determinado que ella sea instalada
en la base del monumento a Fray Camilo Henríquez que existe en la
Avenida Brasil, esquina de Rodríguez de esa ciudad-puerto. Hace poco
he obtenido la autorización necesaria del Honorable Consejo de Mo-
numentos Nacionales y de la Ilustre Municipalidad porteña, y se ha
fijado la fecha del 27 de marzo en curso, para su solemne inauguración.

* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente extranjero de la Academia


Nacional de Historia

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Confiamos poder contar con la presencia del señor Alcalde de Quito,


Sr. Paco Moncayo, que ha sido invitado y ha dicho que desea asistir.
Fray Camilo Henríquez estuvo en este país hermano y fue tes-
tigo presencial del abortado movimiento independentista que aquí
tuvo lugar en 1809 y que murió ahogado en 1810. Estos acontecimien-
tos le llevaron a escribir su famoso drama La Camila o La patriota de
Sudamérica, que mejor debió llevar el título de “La Patriota de Quito”,
porque aquí transcurre toda su trama, y su recuerdo se gravó en su
alma con tal profundidad, que sin duda ejerció poderosa influencia en
sus acciones posteriores a favor de la causa de la emancipación del
Cono Sur americano.
Como he dicho, muy pronto podrá tener lugar el Valparaíso la
inauguración de este testimonio, que habrá de reemplazar en el patri-
monio ciudadano a aquella otra, hoy extraviada, con la que el propio
fray Camilo Henríquez quiso poner a la ciudad de Quito en la memo-
ria de los chilenos, como “Luz de América”, precursora de la indepen-
dencia continental, para ejemplo de un manojo de emergentes repúbli-
cas soberanas.
Paso, a continuación, a referirme a la notable personalidad de
fray Camilo Henríquez, cuya existencia constituye el más puro símbo-
lo, entre muchos otros, sin duda, de la amistad que ha unido desde
siempre a ecuatorianos y chilenos.

***

Dice un autor chileno1 que el fundador de la familia de Camilo


Henríquez en Valdivia, Chile, fue el capitán español don Pedro
Henríquez, llegado a principios del siglo XVIII en el refuerzo enviado
por el Virrey del Perú don Manuel de Oms y Santa Pau, marqués de
Castell-dos-Rius, para defender los fuertes del castillo de Corral contra
las incursiones del pirata inglés Guillermo Dampier. Don Pedro casó
en Valdivia con una joven de apellido Carrión y fue padre de Félix,
unido en matrimonio a Rosa González Almonacid, padre, a su vez, de
fray Camilo y otros dos hermanos.
El niño Camilo Henríquez aprendió las primeras letras en su
Valdivia natal, siendo su maestro el presbítero don José Ignacio de la
Rocha, quien supo apreciar el precoz talento y clara inteligencia del
1 Aurelio Diaz Meza. Leyendas y Episodios Chilenos. Vol. XI. Editorial Nacimiento, Santiago,
1945.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

niño, quien, a los diez años, ayudaba a misa y entendía el latín. A los
catorce años, su tío Nicasio González, fraile de la Buena Muerte resi-
dente en Lima, determinó hacerse cargo de su educación y financió su
viaje al Callao a principios de 1784.
Los padres de la Orden de la Buena Muerte regentaban en Li-
ma un buen establecimiento de enseñanza, cuyo rector era el P. Isidoro
de Célis, escritor de amplio prestigio, cuyas enseñanzas aprovechó
muy bien el joven Camilo. Tres años más tarde, el adolescente chileno
ingresó como novicio a la Orden y, después de otros tres años, profesó
y pronunció sus votos perpetuos, dedicándose a la enseñanza en el
mismo Colegio, a los deberes de su Orden de preparar a los moribun-
dos para su comparecencia ante el Supremo Tribunal, y a la lectura de
cuanto libro caía en sus manos.
Los clérigos regulares de la Buena Muerte, también conocidos
como padres agonizantes o camilos, tenían entre sus votos el de consa-
grarse al cuidado de los enfermos, inclusive contagiosos. El fundador
de la Orden ha sido Camilo de Lelis, que de joven tuvo una vida sórdi-
da y borrascosa, mezcla de tahúr y perdonavidas, pícaro siempre, sol-
dado a veces, en la Italia meridional de donde provenía, en Nápoles y
después en Venecia. Como Cervantes e Iñigo de Loyola, debió su defi-
nitiva conversión a una dolorosa y tenaz herida que le mantuvo largo
tiempo inmóvil. En 1584 fundó la Orden de los Padres de la Buena
Muerte, aprobada por el Papa Sixto V y su sucesor Gregorio XIV. Sus
integrantes eran clérigos regulares mendicantes que debían procurar,
no sólo la salud física de los enfermos, sin también la espiritual, prepa-
rándolos a bien morir. Se les veía siempre con una sonrisa en los labios,
musitando consoladoras plegarias, asistiendo a los enfermos en asilos
y hospitales, y también en los campos de batalla, sin distinción de ban-
dos. Con sus hábitos negros y su cruz bermellón, ellos establecieron
los primeros hospitales de sangre de los tiempos modernos y son indu-
dables precursores de la Cruz Roja2. El fundador Camilo de Lelis murió
en 1614 y Benedicto XIV lo elevó a los altares en 1746.
Cerca de veinte años pasó Camilo entregado a estos meneste-
res y en contacto con pudientes miembros de familias limeñas que con-
seguían y leían los libros prohibidos de “herejes” como Voltaire, Dide-
rot, D´Alambert y Rousseau, en cuyas pastas se leían muchas veces los
2 Gabriel Fagnilli Fuentes. “Fray Camilo Henríquez en Buenos Aires, Apóstol de la Demo-
racia”. Boletín de la Academia Nacional de la Historia, Año XXXV, N° XXIX, Buenos Aires, 1958.

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títulos de libros místicos. Nada más se sabe de la vida de Camilo Hen-


ríquez en este período de su existencia, sólo que un día, cuando ya
cumplía los cuarenta años, fue detenido por el Tribunal de la Santa
Inquisición de Lima.
Se había sabido que el conde de Vista Florida, don José de
Baquijano y Carrillo, poseía una pequeña biblioteca de autores france-
ses anatemizados por la Iglesia y se había ordenado la requisición de
los libros y de sus lectores, entre los que estaba Fray Camilo. No se
conocen los incidentes del proceso, pero sí que estuvo preso en las
mazmorras inquisitoriales desde mediados de 1809 a enero de 1810 y
que obtuvo su libertad gracias a las gestiones de sus hermanos en reli-
gión, que le facilitaron los medios para dirigirse a Quito, llevando una
importante comisión de su convento cerca del santo y patriota obispo
ecuatoriano don José Cuero y Caicedo.
El mismo fray Camilo dice en carta a su cuñado don Diego
Pérez de Arce, que después de haber salido de aquel suceso “sin desdo-
ro de su estimación pública”, debió viajar por remotas regiones “des-
tinado por los señores Virrey y Arzobispo al establecimiento de una
casa de mi instituto en Quito, a que no dieron lugar las actuales circuns-
tancias de aquella ciudad”. Es ésta una de las pocas referencias a la esta-
da de Camilo Henríquez en Quito. Esta carta, descubierta por el histo-
riador chileno Miguel Luis Amunátegui, ha sido después reproducido
y citada por otros autores, como los también chilenos Rodríguez
Mendoza y Encina, así como por el ecuatoriano Jorge Salvador Lara 3.
En su famosa proclama del 6 de enero de 1811, en Santiago de
Chile, que firma con el anagrama de su nombre “Quirino Lemáchez”,
vuelve fray Camilo Henríquez a referirse a su paso por Quito, con las
siguientes frases: “Vengo desde las regiones vecinas al Ecuador con el
único deseo de servir hasta donde alcancen mis luces y sostener el
fuego patriótico, y hablar del mayor de nuestros intereses: que seamos
libres y venturosos por la influencia de una constitución vigorosa y un
código de leyes sabias… que ellas nos permitan vivir tiempos de
esplendor y grandeza… y ocupar un lugar en la historia del mundo…
y que algún día se diga con orgullo de la república, de la potencia y de
la majestad del pueblo de Chile”.

3 Jorge Salvador Lara. “Quito y el fraile de la Buena Muerte, precursor de la Independencia chi-
lena”. Boletín de la Academia Chilena de la Historia, Año XXXV, N° 78, Primer semestre de 1968,
Santiago, 1968.

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En sus días de Quito, fray Camilo ha presenciado el horror que


produjo la masacre del 2 de agosto de 1810, se ha identificado con la
revolución independentista y llega a su patria dispuesto a predicar la
bondad de aquella causa y a poner en ebullición los fermentos que en
ella también han comenzado a germinar.
Pero, hay otro vínculo entre fray Camilo Henríquez y su que-
rida ciudad de Quito, que le ha inspirado la redacción de su drama La
Camila, publicado en Buenos Aires en 1817 por la imprenta de Bena-
vente y Compañía y llevado a las tablas, en una sola ocasión, en la
misma capital del Plata.
Como dice su autor, La Camila es un drama sentimental en cua-
tro actos, que transcurre en el Quito de 1810, “algunos meses después
de la primera subyugación de los patriotas de esa ciudad”. El argu-
mento es bien sencillo: don José, caballero quiteño, con su mujer doña
Margarita y su hija Camila, son prófugos patriotas de la persecución
realista a raíz de la matanza del 2 de Agosto. Camila está recién casada
con Diego, que ha desaparecido y al que cree muerto. La familia se
acoge a la protección del cacique de la tribu omagua, quien quiere casar
a Camila con un indio, que no es otro que el propio Diego, milagrosa-
mente escapado con vida de la matanza. Este, permanece oculto,
temiendo que Camila lo haya olvidado, hasta escuchar de sus labios
cómo ella se niega a casarse, manifestando su inextinguible amor a su
esposo. Entonces, Diego se hace presente y la pieza termina con el es-
trecho abrazo de los jóvenes enamorados.
Ha dicho el ecuatoriano Jorge Salvador Lara que el nombre de
Quito trae a la memoria del fraile de la Buena Muerte, por asociación
irremediable, el Amazonas, el Tungurahua y el Cotopaxi con sus funes-
tas erupciones y la grandiosidad de aquel mar de agua dulce. Que, ade-
más, se refiere con admiración a las extinguidas misiones jesuitas del
marañón, y conoce la obra de los académicos franceses aquí, especial-
mente de Carlos María de la Condamine. Que pondera las obras maes-
tras de arquitectura de Quito, el asesinato en la ciudad de un pariente
de Tupac-Amaru y describe los trágicos acontecimientos del 2 de Agos-
to. Se demuestra conocedor y amigo del obispo Sr. Cuero y Caicedo, se
conmueve con la muerte de los Sres. Juan Salinas, el cura Riofrío, el Dr.
Morales, secretario del Sr. Carondelet, el Dr. Quiroga y otros. Menciona
con detalles al sanguinario Arredondo, jefe de las tropas de Lima que,
faltando a las promesas previas, asesinó a los patriotas presos y siguió

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F R AY C A M I L O H E N R Í Q U E Z Y S U H O M E N A J E A Q U I TO, “ L U Z D E A M E R I C A ”

dando muerte por las calles de Quito a sus ciudadanos, sin distinción
de estad, edad o sexo.4
Quito se gravó a fuego en el corazón de fray Camilo. Sobre su
actuación en los acontecimientos libertarios en esa ciudad, hay diver-
sos puntos de vista. Según el cronista franciscano fray Melchor Mar-
tínez, él habría propagado en Quito la doctrina de la Independencia y
revolucionado a la ciudad. Asegura este autor que Camilo Henríquez
“fue apóstol y secuaz de la doctrina de la independencia y que después
de haberla propagado y revolucionado en Quito, seguía activando la
de Chile”. Tal es también la opinión de Rodríguez Mendoza y de
Galdámes. Sin embargo, Díaz Meza opina que no tuvo participación en
los acontecimientos de 1809 y que, en cambio, Henríquez obtuvo del
obispo Cuero y Caicedo las recomendaciones que le llevaron a actuar
después en Chile a favor de las ideas de patria y libertad.
Poco después de la feroz represión del 2 de Agosto de 1810,
fray Camilo emprendió el regreso a Chile. Su paso por Quito fue sin
duda decisivo en su vida y ejerció influencia indiscutible en sus ideas
libertarias que tanto influyeron en el proceso de la Independencia de
Chile.
En septiembre de 1810 se traslada en barco hasta Lima y de allí
sigue al Alto Perú, donde hay un convento de su orden. En Piura con-
trajo una grave enfermedad y, cuando estaba convaleciente de sus
dolencias, vio llegar a ese puerto un barco procedente de Valparaíso
que traía noticias del 18 de septiembre y de la constitución de la prime-
ra Junta Nacional de Gobierno de Chile. Resuelve, entonces, dar un
giro a su existencia y se embarca en el mismo buque de regreso a su
patria. En los últimos días de diciembre entraba a Santiago y, de inme-
diato, tomaba contacto con los patriotas más avanzados, dirigidos por
el Dr. Juan Martínez de Rozas y por el padre mercedario don Joaquín
Larraín.
A los ocho días de estar en la capital de Chile, el 6 de enero de
1811, como ya se ha adelantado, Henríquez hizo circular el primer
ejemplar, y luego tres más de una proclama escrita que causó una sen-
sación inmensa por la valentía de sus conceptos y por las tremendas
ideas que en ella desarrollaba. Lo firmó con el anagrama de su nombre
“Quirino Lemáchez”, pero, siendo desconocido aún en Chile, sus com-

4 Jorge Salvador Lara. Ob. cit.

251
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

patriotas atribuyeron el escrito al mercedario Fray Joaquín Larrain.


Dice Díaz Meza que corrieron otros seis ejemplares de esta proclama,
tres en Santiago, otro en Concepción, otro en La Serena y el último en
Buenos Aires, de donde fue enviada una copia a Londres para ser pu-
blicada en el periódico El Español, que allí editaba José María Blanco
White5.
Durante los meses siguientes, fray Camilo participó en las reu-
niones de los dirigentes patriotas más radicales y adquirió fama de ora-
dor en las principales fiestas civiles y religiosas. Ellas debían tener lu-
gar el 1º. De abril, pero ese día se tuvo conocimiento de un motín enca-
bezado por el coronel don Tomás de Figueroa, quien proclamaba la
autoridad del rey Fernando VII contra la Junta Gubernativa de Chile
Correspondió al fraile de la Buena Muerte ayudar a bien morir
al coronel Figueroa, condenado a muerte tras el fracaso de su asonada
y de un rápido proceso sumario. Realizada la elección, más tarde, fray
Camilo Henríquez se incorporó al primer Congreso Nacional en cali-
dad de diputado suplente por La Florida.
Dividida la corporación entre “exaltados” y “moderados”, y
estando los primeros en minoría, optaron por abandonar, poco a poco,
su asistencia a las sesiones, y trataron de imponer una nueva Junta
Gubernativa que imprimiese rumbos más enérgicos y definidos a la
causa de la independencia. El candidato a presidente fue Martínez de
Rozas y para secretarios Camilo Henríquez y Bernardo de Vera y Pin-
tado. Sorprendida esta conspiración, fracasó el proyecto, aunque no
sucedió lo mismo un mes más tarde, cuando José Miguel Carrera se
apoderó del mando. Camilo Henríquez volvió a la tranquilidad de su
ascética celda de fraile sin convento y se dedicó a poner por escrito sus
atrevidas teorías sobre los derechos soberanos de los pueblos para go-
bernarse y los deberes ineludibles de los gobiernos de ilustrar al pue-
blo. Así surgió su proyecto, presentado al Congreso, de formar un plan
de enseñanza para el pueblo de Chile, que fue imposible llevar a la
práctica. En ese plan, fray Camilo creaba por primera vez en Chile las
clases de gramática castellana, establecía un curso de matemáticas, otro
de ciencias sociales y otro de educación cívica. “El inglés y el francés
–dice en otra parte- son lenguas sabias consagradas a la filosofía y a la
profundidad del pensamiento, razón por la cual se enseñarán tam-

5 Aurelio Diaz Meza, Ob. cit.

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bién”. Fue fray Camilo, además quien bautizó con el nombre de Ins-
tituto Nacional al antiguo Real Convictorio Carolino, y quien más se
ocupó de acopiar libros y de fomentar la lectura.
A fines de noviembre de 1811 llegó al país la imprenta que el
gobierno había encargado a los Estados Unidos por intermedio de Ma-
teo Arnaldo Hoevel. Al iniciarse el año 1812 , Henríquez quedó nom-
brado para ser redactor de un periódico político y ministerial que iba a
editarse con el nombre de La Auroral de Chile, primero que existió en el
país, lo que da a nuestro fraile de la Buena Muerte el carácter de padre
del periodismo nacional.
No es posible analizar a fondo la labor periodística de Camilo
Henríquez en tan corto tiempo, pero si cabe decir que ella abarca tal
cantidad de temas y demuestra tan grande asimilación de ideas, que el
lector se desorienta al querer apreciar con exactitud sus puntos de
vista. Debe reconocerse que su obra y su influencia decisiva en la inde-
pendencia de Chile aún no gozan del reconocimiento que merecen.
Además, fue designado por Carrera para integrar la Comisión
que debía elaborar la Constitución de 1812, de la que también forma-
ban parte los señores Francisco Antonio Pérez, Jaime Sudanés, Manuel
de Salas y Antonio José de Irizarri. Promulgada esta Carta Funda-
mental, Henríquez formó parte del Senado creado por ella y fue Se-
cretario de dicha corporación.
El desembarco del ejército realista del brigadier Pareja, envia-
do por el Virrey del Perú para someter a la autoridad del monarca
español, puso término a la publicación de la Aurora y dio lugar al naci-
miento del periódico llamado El Monitor Araucano, destinado a levan-
tar el espíritu popular para hacer frente a las tropas invasoras. Camilo
Henríquez se demostró, entonces, como un caudillo, al decir de Aurelio
Díaz Meza. Sus escritos enardecieron la sangre de los descendientes de
Arauco y tuvieron la virtud de unir las voluntades de los adversarios
políticos del gobierno de Carrera, para cooperar a la defensa del terri-
torio. Es admirable su Catecismo de los Patriotas, escrito en forma de diá-
logo, que circuló en todo Chile6.
Sólo hasta octubre de 1814 pudo Henríquez consagrarse a sus
tareas periodísticas, pues en ese mes se produjo la desastrosa batalla de
Rancagua que puso término a la Patria Vieja, significó el restableci-

6 Aurelio Diaz Meza, Ob. cit.

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miento del régimen absolutista y lo obligó a emprender el camino del


exilio, yendo a establecerse en Buenos Aires, donde habría de perma-
necer por siete años, enfermo y pobre, sobrellevando una vida marca-
da por duras privaciones.
Al hincarse el año 1815 llega a Buenos Aires y recorre sus ca-
lles con renovadas energías. Cada día está colmado de sorpresas para
su espíritu. Visita la Biblioteca Pública y varias bibliotecas particulares.
Debe recurrir a la asistencia de sus amigos para sobrevivir, y es tradi-
ción que doña Mercedes Fontecilla, la mujer de don José Miguel Carre-
ra, debió alimentarlo un tiempo con el producto de su trabajo de ciga-
rrera, con el que sostiene a su familia. Pronto, busca algún trabajo como
preceptor y se presenta en el hospital de la capital del Plata, regentado
por los hermanos betlehemitas, donde podrá ayudar a los cuerpos y a
las almas de los enfermos, dando aplicación a las reglas humanitarias
de su Orden.
Hace algunos años cayó en mis manos un trabajo del historia-
dor argentino Ricardo Caillet-Bois, que contiene el epistolario de un
pintor suizo llegado a Buenos Aires por 1815, llamado José Guth quien
fue bien apreciado por la sociedad bonaerense y realizó algunos traba-
jos para establecimientos públicos y privados. Un día cayó gravemen-
te enfermo y fue llevado al hospital. Su estado empeoró hasta llegar a
peligrar su vida. En esos momentos de angustia –dice en una carta a un
familiar- apareció un fraile chileno de la Orden de la Buena Muerte,
que tenía buenos conocimientos de medicina y que lo asistió hasta su
restablecimiento. El pintor suizo no nombra a fray Camilo Henríquez,
pero dice que su salvador era chileno y de la Orden mencionada, que
era como dar su nombre, pues no hubo otro que reuniese ambas condi-
ciones. El pintor quiso pagar de algún modo al buen fraile que le había
salvado la vida y le pintó un curioso retrato que se conserva en la
Biblioteca Nacional de Chile y que siempre se ha tenido por obra de un
artista anónimo. En 1982 di cuenta de este hallazgo en mi libro titula-
do El Libro en Chile (Stgo., Editorial Lord Cochrane, 1982, pág. 116), no
obstante lo cual se sigue diciendo que el cuadro es de un pintor anóni-
mo en diversas publicaciones posteriores. Ello demuestra lo mal que se
lee en Chile, ya que de no ser así, no se seguiría repitiendo la monser-
ga del “autor anónimo”. El retrato en cuestión tiene la particularidad
de mostrar al fraile de la Buena Muerte semi recostado en un sofá y
frente a una mesa con papeles, mientras sostiene en su mano derecha

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una pluma. Detrás suyo hay un estante con libros. En la parte inferior
dice “EL PADRE CAMILO HENRIQUEZ”. El estilo del cuadro y del
mobiliario que en él aparece no corresponde a lo que era usual en esta
parte de América en la época y, en cambio, guarda gran similitud con
los de Europa Central, especialmente de suiza, patria de José Guth7.
En abril de 1815, el Director Supremo del Estado, don Carlos
María de Alvear fue depuesto en fontezuelas y asumió el mando don
Ignacio Alvarez Thomas. Por recomendación de don Diego Antonio
Barros, fray Camilo es nombrado para redactor de la Gazeta, con una
asignación de mil pesos anuales. Al mismo tiempo debería atender a la
otra publicación titulada Observaciones acerca de algunos asuntos útiles. El
29 de abril La Gazeta de Buenos Aires publicó un artículo de redacción
firmado “C.Hz”, que constituye su primera pieza literaria dirigida a
sus lectores bonaerenses.
Con los ojos encendidos por una luz extraña… la voz serena y
pausada… como quien oficia para la humanidad futura, fray Camilo
va diciendo:
“Varias veces mi admirable predecesor en la redacción de este
periódico, el inmortal Mariano Moreno, repitió estas palabras de un
antiguo: “Mare periculosam libertaten quam quietam servitutem” o
sea, “Mejor es una libertad tempestuosa que una esclavitud pacífica”.
Pareciera que la libertad no pudiera conservarse sin que combatan en-
tre sí las pasiones, los intereses, los errores, las luces, los derechos, lo
atentados.
“Por la condición del género humano –manifiesta- no se da un
cuerpo político en que no exista una fuerza que tienda a oprimir; y la
servidumbre se establece para siempre si no hay una fuerza que resis-
ta. Y así es como la libertad, esa vida de los espíritus, no se conserva sin
movimientos; pero, incumbe a la sabiduría de los hombres impedir la
frecuencia de estos movimientos civiles por medio de constituciones y
juiciosa leyes”.
En cuanto a la Constitución que proyecta el gobierno, la apoya
y exalta, porque restituye a los ciudadanos los derechos sociales, resta-
blece la seguridad personal, retorna a la libertad de prensa y de pala-
bra. Obtiene que a la Gazeta se le suprima el título de “ministerial” para
que el redactor pueda hablar libremente y para que no se piense que ha
7 Sergio Martínez Baeza, El libro en Chile, Biblioteca Nacional, Editorial Lord Cochrane S.A.,
Santiago, 1982.

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precedido a la publicación algún tipo de censura, ni se le tenga por


órgano del Poder Ejecutivo.
Fray Camilo sentía horror por las censuras. Era un paladín de
la libertad de prensa, pero se angustiaba ante el libertinaje. Su presen-
tación periodística con el artículo que comentamos, evidencia el alcan-
ce de su talento y mostró su pasión por una vida feliz, al amparo de “la
halagüeña perspectiva del restablecimiento de la Unión, la Fraternidad
y la Confianza…”
Debió ser noche bien entrada, ese 2 de abril de 1815, cuando
Fray Camilo en su modesta habitación de Buenos Aires aún lee y relee
la Gazeta, repitiendo cada frase de su escrito. ¡Ha vuelto a las prensas…
a los tipos… a la tinta!. Su pluma no sabrá ya de descanso. ¡Otra vez es
él… el primer periodista chileno al servicio de la democracia america-
na!.
En el mes de mayo salió el primer número del periódico de fre-
cuencia mensual titulado Observaciones acerca de algunos asuntos útiles.
De las cuatro páginas que lo integran, dos y media corresponden al
ensayo de Camilo Henríquez sobre la “Libertad Civil”. Será un examen
de su capacidad ante los prohombres de la cultura argentina, los doc-
tores Chuquisaca y de Córdova, esa minoría selecta de la Gran Aldea.
Allí mostró los conceptos básicos de su pensamiento, los mismos que
había empleado en sus campañas ideológicas de Quito y de Chile. Su
frase inicial es para mostrar el olvido de las libertades civiles en épocas
de servidumbre, “como en tiempos de Roma –dice- y exceptuando el
reinado de los Antoninos”. Sigue alumbrando los siglos del despotis-
mo y las tiranías feudales, para concluir: “Puede decirse que el nombre
de libertad no volvió a oírse hasta el renacimiento de las letras…” El
retorno de la libertad lo condiciona a una amplia ilustración, al fomen-
to de la educación y a la marginación de la superstición, que es la peor
de las tiranías… Reconoce que la Libertad Civil ”es una idea compues-
ta de muchas ideas simples o que comprende muchas libertades. Por
lógica, su definición debe estar integrada por todas ellas y, aunque el
concepto resulta difícil de exponer, se atreve a decir que “es más libre
el pueblo y el gobierno, donde hay mejores leyes y donde estas leyes
son mejor ejecutadas…” “porque dónde las leyes son tiránicas el hom-
bre vive tiranizado bajo el peso de malas leyes; y donde las buenas
leyes no son ejecutadas, el hombre vive tiranizado bajo la arbitrarie-
dad, la intriga y la venalidad”.

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F R AY C A M I L O H E N R Í Q U E Z Y S U H O M E N A J E A Q U I TO, “ L U Z D E A M E R I C A ”

Denuncia como causales de las tiranías el sometimiento a leyes


perniciosas e instituciones perversas, talvez por costumbre; y al hecho
insólito de que un hombre solo y a inmensa distancia, instituye y abro-
ga leyes. “El hombre libre –proclama- vive en la seguridad de no sufrir
jamás leyes perjudiciales. Para vivir en libertad el pueblo debe ser
gobernado por leyes en cuya formulación ha consentido y concurrido
por sí o por sus representantes. Es de la esencia de la libertad la sepa-
ración del Poder Ejecutivo que hace cumplir las leyes, del Poder
Legislativo que las forma. No hay libertad donde falta la representa-
ción popular encargada de esta formulación”.
En cuanto a las elecciones dice: “Deben tener voto todos los
hombres libres –y agrega- la elección debe ser pura y también libre” .
Califica al ataque a la libertad de pensamiento como la más bárbara de
las tiranías, y dice que la libertad de palabra es una consecuencia de la
libertad de pensamiento. “Donde no hay libertad de hablar y de pen-
sar, nadie sale de sus errores, porque no puede conferencias o disputar
sin el riesgo de ser delatado o encarcelado. Sin la libertad de palabra el
mundo seguiría en las tinieblas” . “Si Copérnico y Galileo no hubiesen
tenido valor para arrostrar la común preocupación –dice- aún creería-
mos que la tierra era el centro del Universo”8.
Sólo cuatro ejemplares se imprimieron del periódico Observa-
ciones acerca de algunos asuntos útiles. En el segundo, fray Camilo inicia
la publicación de sus “Ensayos sobre la Educación, que merecen ser
citados porque, en definitiva, llevaron a su autor a tener que renunciar
a su cargo de redactor. Como no le fue posible desmentir sus convic-
ciones democráticas, optó por abandonar la dirección y, en el mes de
noviembre de 1815, deja también la redacción de la Gazeta. Un autor ha
dicho que tal actitud le valió, con el correr de los años, esta honrosa
calificación: “No alquilaba su conciencia… ¡Prefirió la miseria al envi-
lecimiento de su pluma!”.
Transcurrió más de un año. El nombre de fray Camilo Henrí-
quez quedó en olvido de unos y admiración de otros. A manera de en-
tretención, para llenar sus largas horas vacías, tradujo del francés la
obra de Roberto Bisset sobre el Origen de las Democracias y algunos dis-
cursos de Jefferson y del abate Mably. Recorrió las Provincias Unidas,
estudió sus necesidades, amplió sus conocimientos de matemáticas,
física y sociología, de filosofía y ciencias naturales. Un día llegó hasta

8 Gabriel Fagnilli Fuentes, Ob. cit.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

su retiro un mensajero del Cabildo de Buenos Aires con el ofrecimien-


to de ser redactor del periódico de su propiedad llamado El Censor. La
carta decía: “Los notorios talentos y juicioso discernimiento de Ud. han
decidido al Excmo. Ayuntamiento a la elección preferente de su perso-
na, y prometen una pronta conformidad que, dejando satisfechos sus
deseos, llene las esperanzas del público…” Comprendió fray Camilo
que podía hacer mucho bien a sus lectores y aceptó la redacción de El
Censor.
Desde el 20 de febrero de 1817 y hasta el 11 de julio de 1818, fray
Camilo fue el periodista más extraordinario que ha tenido la provincia
de Buenos Aires. Dice uno de sus biógrafos que jamás escribió para
borronear papeles y granjearse una fama bulliciosa, que siempre se pro-
puso algún objetivo noble y útil. “Su pluma –cuenta Amunátegui- espa-
da de combate contra la opresión, se transformó en muchas oportunida-
des en una herramienta de cultivo moral e intelectual. Estudió en todo
sentido las necesidades materiales y morales de la ciudad, indicando las
mejoras que a su juicio podían introducirse. Examinó su biblioteca, su
censo de población, su Casa de Expósitos, la moneda provincial, la tasa
de comestibles, las calles y caminos, la viruela y la vacunación, el carna-
val y la instrucción pública, los días feriados, los hospitales de caridad,
los cementerios y los estrenos teatrales 9.
Fue el primer escritor que patrocinó la venida de inmigrantes
al Río de la Plata y el primero que vaticinó el éxito del Ejército Liberta-
dor del Perú. Su trabajo es obra de investigación y de ideas. En El
Censor está Carnot informando a Napoleón sobre el estado de la edu-
cación en Francia, y el establecimiento de escuelas públicas en los
Estados Unidos por el método del cuáquero Lancaster.
En Buenos Aires publica su Ensayo acerca de las causas de los
sucesos desastrosos de Chile informe hecho a solicitud del Director supre-
mo Pueyrredón; así como sus dramas La Camila e Inocencia en el asilo de
las virtudes. Tradujo, además, un folleto titulado Bosquejos de Democra-
cia y, como se ha dicho, fue redactor de varios periódicos.
A fines de 1821, el fraile de la Buena Muerte vive con los ojos
puestos en Chile, más allá de la montaña grande, anhelando regresar a
su patria ya liberada de su servidumbre, pero carece de recursos para
emprender el viaje. El 1º. De enero de 1822 recibe carta del sabio chile-

9 Emilio Rodríguez Mendoza. La Emancipación y el Fraile de la Buena Muerte. Ediciones de la


Universidad de Chile, Santiago, sin fecha publicación.

258
F R AY C A M I L O H E N R Í Q U E Z Y S U H O M E N A J E A Q U I TO, “ L U Z D E A M E R I C A ”

no don Manuel de Salas, con una libranza para que pueda trasladarse
a Santiago y asumir como bibliotecario en la Biblioteca Nacional que el
gobierno ha puesto bajo su alto patronazgo.
De inmediato se entusiasma con la idea de retornar al manejo
de sus queridos libros y entra en un febril período de preparación para
mejor servir el cargo que se le ofrece. Piensa en llevar a Chile diarios,
revistas y libros que allí no existen, y visita bibliotecas y gentes amigas
para recoger sugerencias útiles. “Voy a ver –escribe– si logro que el
incomparable señor Rivadavia me de una lista de los excelentes y ori-
ginales libros que ha traído recientemente de Europa…”
En una nueva carta a Manuel de Salas le informa que ha sido
designado académico: “Aquí se ha formado la Sociedad Literaria por el
Ministerio, para escribir periódicos y cosas útiles. Acabo de tener el
favor de ser nombrado Socio Honorario residente en Chile…”
El Director Supremo de Chile, general don Bernardo O´Hig-
gins también le escribe incitándolo al regreso. La respuesta de fray Ca-
milo tiene singular importancia porque muestra su proceder político
en las Provincias Unidas y la dignidad que mantuvo en las más críticas
circunstancias. “Como extranjero –expresa- que escribía en un país
devorado de facciones, intrigas, disimulaciones y opiniones, me he
guardado de comunicaciones privadas y he renunciado a escribir sobre
materias públicas y me he refugiado en otro país extranjero, donde he
vivido cerca de un año, hasta que los desórdenes trajeron el orden que
felizmente se va radicando más y más”.10
El 8 de febrero de 1822 una calesa cruzó la Plaza de Mayo. En
su interior un viajero saludaba por última vez a la Fortaleza, a la Pirá-
mide de Mayo, al Cabildo y a la Catedral. Era fray Camilo Henríquez,
el fraile chileno de la buena Muerte, que se alejaba para siempre de su
querida Buenos Aires, para regresar a su patria.
Cuando llegó a Santiago contaba con 53 años de vida. Sus
enfermedades, agravadas por las penas del destierro y con las privacio-
nes, le habían envejecido prematuramente. Apoyado en un bastón
debía hacer el trayecto entre su casa, ubicada en la calle Teatritos, entre
Huérfanos y Agustinas, hasta el local de la Biblioteca Nacional y hasta
el Congreso, donde aún exhibía las luces de su prodigioso cerebro.
Fray Camilo se ha ocupado de ayudar a su amigo don Manuel
de Salas en la organización de la Biblioteca Nacional, siendo nombra-

10 Gabriel Fagnilli Fuentes., Ob. cit.

259
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

do Bibliotecario (equivalente a Director) por el Director Supremo don


Ramón Freire. Después de tres años de abnegada labor en el estableci-
miento llegó a contar con 12.000 libros y funcionaba en dos salas de la
antigua Aduana de Santiago, en la esquina sur poniente de las calles
Compañía y Bandera, donde actualmente funcionan los Tribunales de
Justicia.
La caída de O´Higgins, el 28 de enero de 1823, determinó la
creación de un Consejo Consultivo del que formó parte fray Camilo
Henríquez y fue su Secretario. El Reglamento Constitucional proviso-
rio, de marzo de 1823, estableció un Senado Conservador y Legislador,
que contó con fray Camilo como Secretario.
Entre sus últimas actividades estuvo ser redactor de El Mer-
curio de Chile, periódico que fundó y que tuvo corta vida, y también de
El Curioso. Además fue electo diputado por Valdivia al Congreso
Nacional en 1825, pocos meses antes de su muerte. Allí redactó el Dia-
rio de la Convención de Chile y el Reglamento de la Cámara de Diputa-
dos. Su prestigio era inmenso, lo que le permitió instar por la forma-
ción de una comisión de misericordia para la preparación de una ley de
olvido o de amnistía para todos los reos políticos.
Al final de sus días sufrió los estragos de la calumnia y de la
maledicencia de sus enemigos políticos. Desde hacía tiempo había de-
jado de usar el traje talar de la Orden de la Buena Muerte, como era
costumbre entre los capellanes del ejército, y él lo era. Este hecho fue
muy mal mirado por la sociedad de Santiago y a ello se sumó el que
viviese solo en su casa, y no en un convento, al cuidado de una respe-
table señora llamada doña Trinidad Gana y dos sirvientes que, compa-
decidos de su soledad y desamparo le brindaban su afecto y compañía.
Durante el mes de diciembre de 1824, primer mes de funciona-
miento del Congreso y de la Comisión de Hacienda de la que era parte
nuestro fraile de la Buena Muerte, éste trabajó intensamente y partici-
pó con bríos en sus discusiones. Tal esfuerzo agotó su energía y, al ter-
minar la sesión del 31 de diciembre, debió ser llevado a su casa en silla
de manos. Esta fue la última sesión a la que pudo asistir Fran Camilo,
pues ya no pudo abandonar su lecho hasta su muerte. El 8 de enero de
1825, sintiendo cercano el fin de sus días, otorgó su testamento “en
nombre de la Santísima Trinidad, tres personas distintas y un solo Dios
verdadero, tal como lo cree, confiesa y enseña nuestra Santa Madre
Iglesia Católica, Apostólica y Romana, bajo cuya fe y creencia he vivi-
do y protesto vivir y morir como fiel y católico cristiano”.

260
F R AY C A M I L O H E N R Í Q U E Z Y S U H O M E N A J E A Q U I TO, “ L U Z D E A M E R I C A ”

El 16 de marzo de 1825, después de una larga agonía y con


todos los auxilios de la religión, fray Camilo Henríquez falleció en las
primeras horas de la mañana. El mismo día se dio cuenta de su muer-
te en el Congreso, que acordó tributarle los mismos honores que pocos
meses antes se había tributado al canónigo don Joaquín Larraín en sus
funerales. Tales honores consistieron en la presencia de una comisión
del Congreso en sus exequias, los diputados llevaran luto por tres días
y se hicieran salvas de artillería en el fuerte de Santa Lucía, con los
intervalos de ordenanza.
Hoy, al incorporarme como Miembro Correspondiente en Chi-
le de la Academia Nacional de la Historia del Ecuador, he querido ren-
dir homenaje de admiración y de respeto a fray Camilo Henríquez, por
considerarlo el más claro símbolo de la imperecedera amistad que une
a mi patria con esta República del Ecuador y con su capital, la ciudad
de Quito, donde él vivió e impregnó su espíritu de los más altos valo-
res ciudadanos, hasta el punto de calificarla para la posteridad con el
noble dictado de “Quito, Luz de América”.

261
BIENVENIDA AL MASTER LUCAS ACHIG SUBÍA
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Juan Cordero Íñiguez

Lucas arribó a Cuenca desde Quito, su tierra natal hace treinta años, así
que ya es morlaco por prescripción adquisitiva. Llegó con el título de
licenciado pero hoy es master con estudios de Historia de América en
Sevilla y tiene una maestría en docencia universitaria e investigación
educativa en nuestra querida Universidad de Cuenca. Docente desde
1974, lo es en Cuenca a partir de 1977, con esporádicas salidas a dar
cursos en otras universidades o con participaciones en organismos de
dirección universitaria como la Comisión Latinoamericana de Acre-
ditación Académica o el antiguo Consejo Nacional de Educación Supe-
rior (CONUEP) hoy denominado CONESUP (Consejo Nacional de
Educación Superior).
Lucas Achig se ha desempeñado como Coordinador de la Sec-
ción de Historia y Geografía de la Casa de la Cultura Ecuatoriana,
Núcleo del Azuay; Presidente del V Congreso Nacional de Historia y
Geografía realizado en Cuenca en 1986; Coordinador Académico del
Instituto de Investigaciones Sociales, IDIS; Vocal de la Asociación de
Historiadores del Ecuador (ADHIEC); Director del Departamento de
Planificación Universitaria de la Universidad de Cuenca; Presidente de
la Comisión de Evaluación Interna de la Universidad de Cuenca; y,
Vocal alterno del Consejo nacional de Evaluación y Acreditación de la
Educación Superior ( CONEA)
Ha coordinado eventos académicos como el VII, el VIII y el IX
Encuentro Nacional de Planeamiento Universitario. Ha participado
con ponencias en casi todos los Encuentros de Historia y Realidad
Económica y Social del Ecuador, organizados por el Instituto de In-
vestigaciones Sociales de la Universidad de Cuenca; en los encuentros
de la Asociación de Historiadores Latinoamericanos y del Caribe; dos
en España con los títulos de Sevilla en la Historia de América y España

262
B IE N V E N I DA A L M AS T E R L U I S ACHI G SU B I A

en la Historia de América, así como en otros realizados en diversos


lugares del Ecuador como El Desarrollo del Capitalismo en América
Latina; Un Enfoque Geográfico y Antropológico del Desarrollo Regio-
nal; Primeras Jornadas Nacionales de Historia de las Ciencias y la
Técnica en el Siglo XVIII; el V Congreso Nacional de Historia y Geo-
grafía del Ecuador, Casa de la Cultura; Las Ciudades en la Historia;
Historia Oral y Relato Popular; Encuentro del Movimiento Popular:
desafíos hacia el 2000; y, Primer Seminario Latinoamericano sobre
Universidades y Desarrollo Regional. Y en la mayor parte de los casos
con ponencias.
Algunas publicaciones y ponencias relacionadas con investiga-
ciones históricas.
La producción bibliográfica de Lucas es amplia, tanto como
autor singular, como coautor o como articulista de revistas especiali-
zadas. Citamos las principales en orden cronológico.

1978. La estructura de poder en relación con los sistemas e instituciones


administrativas de España en los siglos XVI y XVII y su expansión en
el nuevo mundo: el caso de Cuenca.
1980. La estructura administrativa de la Gobernación de Cuenca en el siglo
XIX (1820-1822)
1981. El proceso de desarrollo de las provincias de Azuay, Cañar y Morona
Santiago.
------ Teoría y Método de la Historia.
1982. Los talleres de investigación social: una experiencia referente a la histo-
ria regional.
------ La Gobernación colonial de Cuenca: formación social y producción mer-
cantil simple (aproximación teórica-histórica).
------ La Provincia del Azuay: reseña histórica.
1983. El proceso urbano de Quito: ensayo de interpretación.
1984. Los estudios históricos en América Latina.
------ Estructura social y luchas populares en el Azuay contemporáneo.
1985. Aspectos socioeconómicos de la Sierra Centro-Sur en el siglo XVIII.
------ Estructura social y movimientos populares en el Azuay.
------ Aspectos socioeconómicos de la sierra centro-sur en el siglo XVIII.
1986. Metodología de la investigación social.
------ La “Reconstrucción Nacional” y el movimiento obrero ecuatoriano.
------ Los orígenes del sindicalismo en el Ecuador.

263
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

------ Exacción tributaria y motines indígenas en el Azuay. 1830-1895.


1987. El proceso de crecimiento urbano de Macas.
1989. La Sociedad azuayo-cañari: pasado y presente.
1988. El trabajo agrícola y artesanal compartido; nuestra tradicional forma de
producir en el Azuay.
------ Movimiento obrero ecuatoriano y proceso sindical (los orígenes: 1880-
1938)
1989. Composición y organización del subproletariado y proletariado, en tiem-
po de crisis del capitalismo oligárquico y dependiente (1984-1989)
1990. Las tendencias políticas en el Azuay en los años ochenta.
------ Los desafíos de la lucha sindical y política del movimiento obrero ecua-
toriano.
------ Mito y realidad de las políticas de salud en el Ecuador: análisis de los
tres últimos Planes de Desarrollo.
1992. Perspectivas del movimiento proletario y popular ecuatoriano en la
década de los años noventa.
------ El movimiento obrero frente a la reconversión industrial y a la inte-
gración andina.
1994. Universidad de Cuenca: Planeamiento Académico y Desarrollo
Regional.
------ La exigencia de la Utopía en la reconstitución de las ciencias sociales en
América Latina.
1996. Economía y sociedad en la Región Centro-Sur: de la Independencia a la
Revolución Liberal.
1998. Cuenca en el siglo XVIII: identidad social y vida cotidiana.
2000. La investigación social: teoría, metodología, técnicas y evaluación.

¿Qué ha pasado en el siglo XXI con sus investigaciones y pu-


blicaciones? Una de las respuestas está en el trabajo que hoy nos sinte-
tizará bajo la denominación de Corregidores y Gobernadores de
Cuenca en el siglo XVIII, discurso con el que se incorpora a la Acade-
mia Nacional de Historia.
Con documentos de primera mano ha desarrollado este traba-
jo, sin hacer mayores comentarios para dejar que los textos citados sean
más elocuentes. La primera parte cubre una información cronológica
de la sucesión de corregidores y de gobernadores a lo largo del siglo
XVIII. La nómina es casi completa y los comentarios sobre las actua-
ciones de cada uno son sobrios.

264
B IE N V E N I DA A L M AS T E R L U I S ACHI G SU B I A

A lo largo de la exposición incorpora datos sobre sucesos que


rompían la monotonía de la vida ciudadana, acostumbrada solo a las
rencillas entre los cabildantes, de estos con los corregidores y otras
autoridades; así como a las quejas de la mala administración de justicia
y a las picardías de los comerciantes que no vendían con pesas correc-
tas o que se aprovechaban de la escasez de productos para subir los
precios. Sobresalen entre las novedades el asesinato del médico Juan de
Seniergues y la confusa participación de autoridades civiles y eclesiás-
ticas; la toma de Guayaquil por los piratas ingleses y la colaboración
extraordinaria de Cuenca con derramas en dinero y con gentes de
armas; y al finalizar el siglo XVIII el juicio seguido a Antonio Vallejo
por el asesinato del espadachín Mariano Zabala…
En la exposición sobre la corrupción administrativa Lucas
Achig considera que una de las principales causas fue la compra venta
de cargos públicos, por lo que venían personas sin la capacitación ade-
cuada y sobre todo con las ansias de recuperar con creces lo invertido.
A este factor se podrían añadir otros como la ineficacia de la justicia y
la decadencia moral de toda la sociedad. Parece que nos estuviera
hablando de la época actual y recordemos que su enfoque se refiere a
dos siglos atrás.
Cuenca tuvo un crecimiento lento en los siglos XVI y XVII, pe-
ro ya en el siglo XVIII comenzó un arranque que le condujo a ser la
segunda sede episcopal y más tarde sede temporal de la Audiencia. La
intervención del cabildo, según el estudio de Lucas, no fue decisiva
para esto, pues incorpora numeroso textos sobre las dificultades para
mantenerlos cumpliendo su principal obligación que era la de asistir a
las sesiones y tampoco lo fue de los oficiales reales y los recaudadores
de obligaciones económicas, pues ahí está la lista de deudores, inclu-
sive altos funcionarios, y de sus justificaciones para no pagar. Entonces
nos preguntamos, ¿en qué sector social radica ese mejoramiento y esa
imagen que aún perdura en la arquitectura, pintura, artesanías, econo-
mía…? Por ello pensamos que hubiera sido bueno que nos hiciera ver
que nuestra historia cuencana ha dependido mucho de lo que llama-
mos pueblo y de ciudadanos notables, que superando el descuido del
sector público, han colaborado con sus iniciativas personales para el
engrandecimiento de Cuenca.
Añoramos un análisis de la trascendencia de los cambios po-
líticos, pues fueron importantes para la historia de Cuenca: los pasos

265
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

hacia una gobernación y una intendencia y, aunque esté fuera del tema
central, pero sí en el contexto, la creación del obispado y los conflictos
entre la autoridad civil y eclesiástica. También hubieran sido bueno
algunos comentarios sobre el influjo cultural de la primera misión geo-
désica francesa y sobre la abundante producción artesanal de Cuenca,
con un comercio activo con el Perú, a fines del siglo XVIII.
Esto lo anotamos solo como una inquietud, porque conocemos
su capacidad y sabemos que Lucas tiene en sus planes grandes proyec-
tos de investigación y de interpretación histórica. Su fuerza espiritual
joven y sus dotes intelectuales nos garantizan la entrega de nuevos tra-
bajos, más allá de todo lo que ya ha hecho, como se puede concluir de
su currículo expuesto someramente.
Lucas, los viejos académicos te damos una cordial bienvenida
al seno de una institución que necesita de la presencia de jóvenes inte-
lectuales que den nuevos bríos a la Academia, hoy vinculada con la
Real Academia de Historia de España, de Portugal y con muchas de
nuestra América. Lucas, mi amigo, enhorabuena.
Y unas palabras finales para nuestra ilustre cuencana, la docto-
ra Guadalupe Larriva González, quien por cumplir con el deber cívico
de servir a la Patria dejó temporalmente su labor docente e investigati-
va. Nuestra alumna, nuestra compañera en la docencia universitaria,
nuestra inolvidable amiga, merecía estar en la Academia, por ello pro-
pusimos su ingreso el Dr. Manuel de Guzmán Polanco y quien les está
dirigiendo la palabra. Los misterios de la vida y de la muerte se
impusieron y hoy está junto al Ser Supremo, la única y definitiva
Verdad. Al rendir un homenaje póstumo a su memoria, lo hacemos
también a los distinguidos miembros de su familia.

266
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA
EN EL SIGLO XVIII*

Lucas Achig Subía

INTRODUCCIÓN

Una paciente y prolija investigación en el Archivo General de


Indias de Sevilla (AGI), en el Archivo Nacional de Historia, Sección del
Azuay (ANH/C) y, sobre todo, en los Libros de Cabildos del Archivo
Municipal de Historia de Cuenca (AMH/C) situado en el Museo Remi-
gio Crespo Toral, nos permitió armar un verdadero rompecabezas rela-
cionado con los máximos representantes del poder político en la juris-
dicción de Cuenca, durante el siglo XVIII, época de grandes cambios
administrativos en España y sus colonias. Se trata de los corregidores
y los gobernadores que estuvieron al frente de la administración de jus-
ticia y regimiento, y posteriormente de intendencia de Cuenca en este
período.
Es importante el estudio administrativo del siglo XVIII porque
comenzaron a tener vigencia en Cuenca las reformas administrativas
españolas de la política borbónica, que tenía un doble objetivo: uno,
proteger la mano de obra indígena, para que asegure la permanencia y
continuidad del sistema de explotación colonial, vía tributación; y dos,
impedir el fortalecimiento y consolidación de poderes locales que pon-
gan en peligro la estabilidad del dominio colonial, base de la sustenta-
ción del absolutismo monárquico. En el primer caso, se promulgaron
Cédulas Reales, Ordenes, Bandos, Autos y disposiciones; se crearon
algunos cargos como defensores de oficio; y se realizaron Visitas perió-
dicas destinadas a escuchar y tramitar quejas y denuncias de los indios.
En el segundo caso, se instituyeron los Juicios de Residencia, se contro-
laron los remates de los cargos públicos y las recaudaciones de la Real
Hacienda pasaron a ser de administración directa en lugar del remate.

* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de


Historia. Cuenca, Auditorio del Banco Central del Ecuador. 26/I/2007

267
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Hemos creído conveniente en la presente comunicación adjun-


tar algunos detalles del ejercicio administrativo de estas autoridades,
con la finalidad de comprender el origen de la gestión del gobierno
local, siempre dependiente de la administración central, que en varios
aspectos lo vemos reproducirse aun en nuestros días.
Comenzaremos anotando que en el Corregimiento y posterior
Gobernación de Cuenca, la administración de justicia, regimiento e intendencia
estaba en manos del Cabildo presidido inicialmente por el Corregidor y luego
por el Gobernador o, en su reemplazo, por su Teniente Asesor, e integrado por
los alcaldes ordinarios, el Provincial y de la Santa Hermandad, los regidores y el
Escribano del Cabildo. Los alcaldes ordinarios se denominaban cadañeros por-
que eran elegidos el primero de enero de cada año por el pleno del Cabildo,
mientras el Alcalde Provincial y el de la Santa Hermandad, los regidores y el
Escribano Público eran permanentes porque compraban el cargo mediante
remate. La actividad del Cabildo se organizaba en las sesiones convocadas por
su Presidente, que eran asentadas en actas suscritas por el Escribano Público y
rubricadas por los miembros asistentes a la reunión.

CORREGIDORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

La presidencia del Cabildo y de la Real Hacienda estuvo en


manos de los Corregidores y Gobernadores que, a su turno, ejercieron
dicha función; unos con mayores atributos que otros, unos con mayor
picardía que otros. Por lo regular tenían rango militar y poca experien-
cia en asuntos administrativos. Este cargo se otorgaba en reconoci-
miento a favores prestados a la Corona Española, lo cual equivalía a
una especie de compra. El tiempo de duración de su mandato no fue
uniforme, demostrando inestabilidad en el ejercicio de estas funciones.
Algunos de ellos estuvieron únicamente de paso por la ciudad, mien-
tras otros se quedaron a vivir en ella ejerciendo algún otro cargo de
menor categoría.
El recorrido por los libros de Cabildo nos permitió tener una
lista más o menos completa de estos singulares personajes de la direc-
ción financiera, administrativa y judicial de Cuenca en el siglo XVIII.
La falta de información de algunos años de vida del Cabildo Cuencano
hace que se pierdan ciertos detalles de los momentos de cambio de
mando de varios corregidores de Cuenca.
La administración cuencana en el siglo XVIII inicia sus activi-

268
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

dades bajo el mando del Corregidor Don Pedro Nieto de Ribera, nom-
brado en 1692, (AMH/C, Libro 10). El 5 de mayo de 1703 se posesiona
Don Luis Guillén Moriel que anteriormente se desempeñó como Te-
niente Pedáneo del Partido de Alausí. (AMH/C, Libro 10). La informa-
ción de Cabildos desaparece por algunos años, hasta llegar a 1709,
donde se encuentra ejerciendo las funciones de Corregidor Don Am-
brosio Pérez Romero, dedicado a la recaudación de las composiciones
para enviarlas a Quito; situado que asciende a 4.000 pesos. (AMH/C,
Libro 10). Esta función lo ejerce hasta el 13 de octubre de 1713, en que
se recibe, desde Quito, la notificación del nombramiento de Corregidor
en favor de Don Juan Antonio Aguirre; éste se posesiona del cargo y
dedica su atención a la obra pública de empedrado de calles y cons-
trucción de puentes. (AMH/C, Libro 10).
El 26 de julio de 1720 se recibe una carta desde Riobamba fir-
mada por Don Francisco Pareja, indicando que ha sido nombrado
Corregidor de Cuenca por el tiempo de cinco años. (AMH/C, Libro
10). El 15 de octubre del mismo año hace el juramento de ley y se pose-
siona del cargo. Lo curioso es que este nombramiento se hace a petición
de Teresa de Riofrío, a quien, en realidad, le asignan el mando de este
Corregimiento por haber donado, en 1712, mil pesos a la Corona, pero
ella lo traspasa en favor de Don Francisco Pareja. (AMH/C, Libro 10).
Su administración se caracteriza por el esfuerzo de poner orden en el
vecindario y continuar con la obra pública, poniendo énfasis en las
recaudaciones para solventar los gastos que demandan las obras.
Una vez cumplido el plazo y pagado el favor recibido, el 22 de
agosto de 1726, el Cabildo recibe una carta donde se manifiesta el nom-
bramiento de Corregidor de Cuenca en favor de Don Juan de Balcársel
y Melgarejo, quien toma posesión y juramento el 28 de septiembre del
mismo año. (AMH/C, Libro 11). Desde el comienzo de su gestión tuvo
problemas en el Cabildo, debido al afán de controlar los excesos y abu-
sos de poder de los cabildantes, que no querían someterse a la autori-
dad del Corregidor. El asunto se complica cuando el 9 de septiembre
de 1728, siendo Corregidor, toma posesión de veinte cuadras en El Eji-
do con casas, cercas y arboledas pedidas al Cabildo diciendo que el
sueldo de 800 pesos anuales no le alcanza. (AMH/C, Libro 11). Estos
contratiempos desviaron la atención de la administración territorial,
impidiendo el avance de obras y la atención del bien público.
En estas circunstancias, el 16 de abril de 1732, en el Cabildo se

269
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

recibe la noticia del nombramiento de Corregidor de Cuenca en la per-


sona del General Vicente de Luna Victoria, quien es recibido y toma
posesión del cargo el 20 de julio de 1732. (AMH/C, Libro 11). A partir
de aquella época comienza a introducirse la costumbre de renovar con-
juntamente a los Tenientes Pedáneos de los partidos de Alausí y
Hatum–Cañar, el primero se lo hace el 9 de octubre y el segundo el 27
del mismo mes y año. (AMH/C, Libro 11). A los dos días de iniciada su
gestión, el 22 de julio, tomó a su cargo personal el control y la recauda-
ción de los arrendamientos de las tierras de propios que la ciudad tenía
en El Ejido, midiendo las cuadras y entendiéndose con los deudores de
los arrendamientos. En el Juicio de Residencia de su administración se
observaron culpas de omisión, poco celo y descuido en el cumplimien-
to de sus obligaciones, al igual que de los miembros de su equipo de
gobierno.
El 7 de julio de 1738 se posesiona el nuevo Corregidor, General
Matías Dávila y, como de costumbre, poco tiempo después se cambian
los Tenientes Pedáneos de Alausí y de Hatum–Cañar. (AMH/C, Libro
11). Dos hechos de trascendencia se sucedieron en su administración:
uno, el asesinato de Juan Senierges, médico de la Misión Geodésica lle-
gada a Cuenca para medir un arco del meridiano terrestre, de cuyo acto
criminal fue también acusado el Corregidor por no defender a la dele-
gación del tumulto; y dos, la ayuda que debió dar, en plata y personas,
al Corregimiento de Guayaquil asediada por la invasión de los ingle-
ses. Las personas fueron reclutadas en los pueblos vecinos de la ciudad
y el dinero, dos mil pesos, se sacó de las Cajas Reales en calidad de
préstamo. (Acta del 6 de mayo de 1741. AMH/C, Libro 11).
Al cabo de cuatro años de su mandato, el 24 de julio de 1742,
es sustituido y toma posesión el nuevo Corregidor de Cuenca: General
Luis Andrade. (AMH/C, Libro 11). Su administración fue realmente
transitoria, pues apenas duró dos años dedicados a poner orden en la
administración pública y controlar el temperamento del vecindario.
El 2 de junio de 1744 toma juramento del cargo de Corregidor
de Cuenca el General Juan Tello de la Chica, quien a la postre sería el
que más años ocupó esta función en el siglo XVIII. (AMH/C, Libro 11).
En su prolongada administración (hasta 1757) se dio mucha atención a
la obra pública, en especial la construcción y reparación de los puentes,
tomando drásticas medidas para conseguir los fondos necesarios y la
colaboración del vecindario, como reducir los gastos superfluos de las

270
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

fiestas para dedicar dichos fondos a la obra pública e imponer multas


y hasta la cárcel a los vecinos que se negaban a participar en la ejecu-
ción de las obras. También dedicó mucho tiempo, sobre todo en el año
de 1753, a los asuntos administrativos relacionados con la revisión de
nombramientos para que cumplan con los requisitos legales y los im-
puestos correspondientes, según los cargos. Quizás tuvo algún descui-
do en el control de la recaudación de los fondos de la Real Hacienda,
pero si tuvo mano dura para frenar la ola de delincuencia que se cernía
sobre la ciudad, llegando al extremo de aprobar la aplicación de la pena
de muerte, según consta en una crucial sesión del Cabildo Cuencano
del 2 de mayo de 1755. (AMH/C, Libro 12).
Desde el mes de diciembre de 1756, el Corregidor Juan Tello de
la Chica encargó su puesto al Teniente General del Corregimiento Fran-
cisco de Veintemilla por causa de una grave enfermedad, que a la pos-
tre le llevaría a su muerte. Al Corregidor interino le tocó enfrentar una
situación muy embarazosa causada por el recién nombrado Corregidor
de Cuenca Miguel de la Peña. Los hechos, según las actas del Cabildo,
se sucedieron de la siguiente manera: El 9 de mayo de 1757 el Cabildo
recibe la noticia de la llegada, desde Guayaquil, del nuevo Corregidor
Miguel de la Peña. (AMH/C, Libro 12). El 29 de octubre del mismo año
se informa en el Cabildo que el nuevo Corregidor piensa casarse en
Chuquipata con una nativa del lugar e hija de un miembro del Cabildo:
el Alcalde Ordinario de Primer Voto, estando prohibido por las leyes.
Se notifica este particular al nuevo Corregidor. (AMH/C, Libro 12). El
1 de noviembre éste responde diciendo que ha consultado con aboga-
dos de la Real Audiencia y no hay impedimento; además afirma que
conoce doce casos de Corregidores de esas mismas condiciones, y, por
último, señala que tiene poderosas recomendaciones. (AMH/C, Libro
12). Con todo y eso, el Cabildo Cuencano, en una memorable sesión del
12 de noviembre de 1757, niega la posesión del nuevo Corregidor por
haberse casado con la hija del Alcalde Ordinario de Primer Voto, cuya
familia tenía malos antecedentes. Así se hizo, quedando encargado el
mismo Teniente General Francisco de Veintemilla. (AMH/C, Libro 12).
El 4 de diciembre de 1758 se posesiona el nuevo Corregidor Nicolás
Pérez de Vargas, señalando expresamente en su nombramiento que
durará en el cargo dos años mas o menos. También se señala su proce-
dencia: él viene desde Panamá. (AMH/C, Libro 12). Desde el inicio de
su gestión tuvo muchos problemas con los Alcaldes Ordinarios de la

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ciudad, llegando a plantear su desconocimiento como miembros del


Cabildo por ser deudores de Real Hacienda. Este pleito acaparó la
atención del Cabildo durante todo el año de 1759, sin llegar a una solu-
ción satisfactoria.
Parece ser que a causa de esta situación fue suspendido del
cargo el Corregidor Pérez de Vargas, manteniéndose al frente del Co-
rregimiento nuevamente el Teniente General Francisco Veintemilla,
hasta el 11 de abril de 1760, día en que se posesiona un nuevo Teniente
General: José Apolinario de Torres, en vista de que se mantenía la sus-
pensión del Corregidor Pérez de Vargas. (AMH/C, Libro 13). Sin em-
bargo, el 7 de enero de 1761, comparece ante el Cabildo el Corregidor
suspendido, con una Real Provisión de habilitación del cargo, que lo
ejerce hasta concluir el período para el que fue nombrado, es decir, dos
años. (AMH/C, Libro 13). Este nuevo período lo trata de iniciar con fir-
meza, pues logra hacer aprobar en el Cabildo la realización de juntas
capitulares dos veces al mes, con asistencia obligatoria de los cabildan-
tes so pena de cuatro pesos de multa.
Una vez concluido su mandato, el 5 de junio de 1763, se recibe
la noticia en el Cabildo de la llegada del nuevo Corregidor: Joaquín
Merisalde y Santisteban, que se posesiona del cargo el 27 del mismo
mes y año, por un lapso de dos años, según rezaba su nombramiento.
(AMH/C, Libro 13). Este cargo fue conseguido gracias a las gestiones
de su tío, el Coronel Don Miguel de Santisteban, Superintendente de la
Real Casa de Moneda de Nueva Granada. Su trabajo transcurrió entre
la rutina de las tareas administrativas y la continuación de la obra
pública.
Lo que quedó para la posteridad fue su obra: Relación histórica
y moral de la ciudad de Cuenca, escrita por Orden expresa del virrey Pe-
dro Mexía de la Zerda, para lo cual le prolongó el título de Corregidor
de Cuenca por dos años más. La obra fue dedicada a su tío y protector
Miguel de Santisteban. Allí el Corregidor Merisalde detalla la situación
de los campos y de la gente de esta jurisdicción, en busca de salidas que
permita aumentar la recaudación fiscal; y la encuentra en los hacenda-
dos y los curas, que son los mayores beneficiarios de la empresa colo-
nial, que deben ceder sus privilegios de la mita y de los estipendios
para dejar libre el trabajo de los indios, de tal manera que puedan
adquirir numerario y atender sus obligaciones tributarias con la
Corona y velar por sus propias familias.

272
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

Al Corregidor Merisalde le sucede en el cargo Don Francisco


de Trelles, tomando posesión el 23 de septiembre de 1767, por un lapso
de cinco años, según expresa disposición del nombramiento expedido
en Quito. Se conoce que al poco tiempo de su posesión fue llevado pre-
so a Lima acusado por la inquisición y confiscado todos sus bienes.
Años después, el 29 de diciembre de 1770, es absuelto de toda culpa y
restituido su cargo y sus bienes. (AMH/C, Libro 13). En su reemplazo
actúa, como de costumbre, el Teniente General de Corregimiento Don
Diego de Atienza, que luego pasa a ser Corregidor Interino mediante
nombramiento del Presidente de la Real Audiencia de Quito, dedicán-
dose con especial atención a la tarea de moralizar la ciudad de las
fechorías de mercaderes especuladores, de dueños de molinos que tra-
bajaban con piezas obsoletas y malhechores que merodeaban por la
ciudad en busca de un pleito o de un latrocinio.
Una vez restituido en el cargo, el Corregidor Francisco de Tre-
lles debió completar su mandato de cinco años, que lo cumplió hasta
1775, a la espera de la llegada del primer Gobernador de Cuenca. En
este lapso de tiempo se dedicó a la tarea administrativa, especialmente
a la recaudación de los innumerables rezagos de la Real Hacienda, para
lo cual se hizo ayudar de una tropa de cincuenta soldados procedentes
de Quito. También le tocó iniciar los preparativos para la erección del
nuevo Obispado de Cuenca.
Mientras se esperaba la confirmación y arribo del primer
Gobernador de Cuenca, el 23 de septiembre de 1775 toma posesión el
nuevo Corregidor de esta jurisdicción: Alvaro de León, en ese entonces
Tesorero de la Real Hacienda. (AMH/C, Libro 13). No podía haberse
encontrado a la persona más idónea para ocupar este cargo interina-
mente, en vista de que el problema central de la administración territo-
rial, en ese momento, era la recaudación de los rezagos o deudas atra-
sadas; y quien mejor que el tesorero para conocer a los deudores, los
montos de las deudas y las sanciones por el incumplimiento de las obli-
gaciones. Está por demás decir que esta función lo ejerció a cabalidad,
aunque descuidó la obra pública como expresamente se anota en la
sesión del Cabildo del 17 de enero de 1777, en el sentido de que no
avanzan los trabajos de construcción de la cárcel, la carnicería y la pila
de agua de la Plaza Mayor. (AMH/C, Libro 14).

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GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

Habiendo esperado desde el 23 de mayo de 1771, en que se eri-


gió la Gobernación de Cuenca, y ante la fallida venida de su primer
Gobernador, el Capitán de Infantería Francisco Antonio Fernández,
finalmente, el 18 de agosto de 1777, se dio a conocer en el Cabildo la
noticia de la llegada del Gobernador y, como siempre, se aprueba la
refacción de la casa del Cabildo que se encuentra en la ruina, utilizan-
do las rentas de la ciudad, pero exigiendo, a su vez, el pago a los deu-
dores para reponer dichos fondos. También se aprueba hacer fiesta con
la solemnidad que la ocasión amerita, pero sin tomar los fondos de pro-
pios de la ciudad, sino pidiendo colaboración a los vecinos. (AMH/C,
Libro 14).
El 10 de septiembre del mismo año se recibió la notificación de
la llegada del Gobernador José Antonio de Vallejo y Tacón, y se resuel-
ve hacer los preparativos para su recepción: toros, bailes, escaramuzas,
comedias y bebidas. (AMH/C, Libro 14). El 12 de noviembre llegó una
carta indicando que el Gobernador Vallejo está en Guayaquil, próximo
a partir para Cuenca. Siguen los preparativos. Se dan órdenes para
recaudar las rentas de la ciudad. (AMH/C, Libro 14).
El 13 de diciembre de 1777, con la solemnidad que la ocasión
amerita, tomó posesión del cargo de primer Gobernador de Cuenca
Don José Antonio de Vallejo, en virtud de la Real Cédula firmada en
Aranjuez el 25 de abril de 1776. Hubo una gran fiesta de recepción, con-
forme lo había programado con prolijidad y esmero el Cabildo.
(AMH/C, Libro 14).
En su primera administración, que duró un poco más de siete
años, puso todo su interés en la organización del Cabildo y la regulari-
zación de las sesiones, granjeándose la enemistad de un buen número
de cabildantes que se opusieron tenazmente a su labor administrativa,
a tal punto que se vio en la necesidad de poner multas de 25 pesos a los
regidores para obligarlos a concurrir a las sesiones del Cabildo. (Acta
del 14 de octubre de 1780). Su administración fue muy compleja y giró
alrededor de las recaudaciones fiscales, la obra pública y el restableci-
miento del orden. Precisamente, “en una de esas batidas, el 23 de
diciembre de 1779, da muerte a Juan Mariano de Zabala y Alvarado,
mozo pendenciero, maleante y prófugo de la justicia. A consecuencia
de este hecho la Audiencia de Quito inicia el correspondiente sumario

274
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

y el 25 de febrero de 1780, Vallejo es conminado a retirarse a Alausí a


fin de facilitar la labor de investigación del delito. Le reemplaza interi-
namente el Teniente de Gobernador, Don Martín Coello y Piedra.
Merced una serie de valimentos Vallejo retorna a Cuenca y reasume sus
funciones al frente de la Gobernación el 22 de septiembre de 1780”.
(Lloret, 1993: 124).
Quizás lo más difícil de su administración fue la recaudación
de los rezagos, para lo cual pidió auxilio al Presidente de la Real Au-
diencia de Quito para que venga en persona a dirigir el operativo.
(Acta del Cabildo del 7 de junio de 1781). También tuvo que soportar
la imposición, desde Quito, de un Reglamento para el manejo de las
Rentas de Propios de la Ciudad.
Una vez concluido el primer mandato de José Antonio de Valle-
jo, el 22 de marzo de 1784, toma posesión el segundo Gobernador de
Cuenca: Juan Antonio de la Carrera, habiendo hecho el juramento, en
Quito, el 21 de febrero del mismo año. (AMH/C, Libro 16). En su afán
de comenzar la moralización administrativa por la propia casa, el 31 de
marzo del mismo año, el nuevo Gobernador pide al Cabildo verificar
las fianzas de residencia del anterior Gobernador, presumiendo que se
encuentran viciadas, pero sin mayores argumentos, quedando en mal
predicamento frente al Cabildo y vecindario. (AMH/C, Libro 16). Su
dedicación también se orientó hacia la obra pública, sobre todo a la
reconstrucción de las casas capitulares que tenía un costo aproximado
de 1.700 pesos, por lo cual tenía que pedir autorización del gasto a Qui-
to. En general, su mandato se cumplió sin mayores contratiempos, pero
también sin mayores resultados en bien del vecindario cuencano.
Juan Antonio de la Carrera ejerce el cargo de Gobernador hasta
el 27 de agosto de 1787 en que se posesiona nuevamente José Antonio
de Vallejo, esta vez como Gobernador Intendente. En cuanto a la In-
tendencia, el Gobernador Vallejo inició su gestión haciendo aprobar un
“Auto de Buen Gobierno”, que contenía 39 disposiciones para “corre-
gir los abusos que promueven efectos abominables”.
También debió enfrentar una profunda depresión económica y
malestar social de la región debido a la crisis agrícola y de su manufac-
tura causada por el bloqueo comercial; lo cual requería de medidas
emergentes para su reactivación. Corría el año de 1791 cuando el Go-
bernador Vallejo puso todo su empeño en reunir a los sectores más repre-
sentativos de Cuenca y su región, con excepción por supuesto de los in-
dios, para pedirles opiniones orientadas a reactivar la economía regional.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Estando absorbido por este trabajo, el 26 de enero de 1792 se


recibe en el Cabildo una Real Provisión de la Audiencia de Quito, para
que se haga saber al Gobernador Vallejo que se presente preso en dicha
ciudad para escuchar la sentencia en la causa del asesinato a Juan
Mariano de Zabala, quedando suspendido su empleo que ocupa inte-
rinamente el Teniente de Gobernación Juan López Tormaleo. (AMH/C,
Libro 17).
A partir de esta fecha se suceden una serie de interinazgos en
la dirección de la Gobernación de Cuenca, que terminan con el reinte-
gro a sus funciones de Vallejo, una vez arreglada su situación con la
justicia. Esto sin duda afectó la buena marcha de la administración de
justicia, regimiento e intendencia de Cuenca. El interinazgo de Juan
López Tormaleo se caracterizó por su empeño de terminar con los abu-
sos que cometían los funcionarios de la Gobernación, para lo cual expi-
dió, el 22 de octubre de 1792, un Auto Administrativo conminando a
los funcionarios, bajo el apercibimiento de multas, cárcel y destitución,
a que cumplan con su deber. En estas circunstancias, el 6 de abril de
1793, se hace saber desde Quito al Cabildo Cuencano el nombramiento
del nuevo Gobernador Interino de Cuenca en la persona de Don Joa-
quín Losbustos. (AMH/C, Libro 17). El 6 de mayo del mismo año se
recibe una carta de Losbustos pidiendo alojamiento, a la cual se le con-
testa diciendo que está vacía la casa del Cabildo destinada a los Go-
bernadores. El 24 de junio toma posesión del cargo que sólo dura hasta
el 25 de julio, fecha en la cual se recibe una Orden Superior del Virrey
pidiendo que entregue el mando a los Alcaldes Ordinarios y se traslade
a Cartagena a dirigir el Segundo Batallón de las Milicias del Rey.
(AMH/C, Libro 17). El gobierno de los alcaldes también duró poco
tiempo, pues, el 3 de noviembre de 1793, se posesiona el nuevo Go-
bernador Interino de Cuenca, Don Víctor Salcedo. (AMH/C, Libro 17).
Una vez ventilados sus asuntos pendientes con la justicia,
regresa a Cuenca José Antonio de Vallejo y se reintegra a sus funciones
de Gobernador, en abril de 1794, hasta terminar el período para el que
fuera nombrado, que coincide con la culminación del siglo XVIII y
comienzos del XIX. Su gestión se concentró, como era su costumbre, a
poner orden y regularidad en las sesiones del Cabildo bajo el apercibi-
miento de multas y destitución; a la obra pública de arreglo de puen-
tes, de la pila de agua y composición de caminos; a cuidar de las recau-
daciones fiscales y el envío de los situados a Quito; en fin, a presidir las

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CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

festividades de la ciudad donde era el invitado de honor y el que ponía


la nota del exquisito gusto y buen humor, del que se ufanaba el vecin-
dario cuencano. Después de una larga y conflictiva administración
territorial, el Gobernador Vallejo entrega el mandato a Don Ignacio
Fortich, el 28 de agosto de 1801.

ADMINISTRACION DE JUSTICIA,
REGIMIENTO E INTENDENCIA

Los corregidores y gobernadores de Cuenca en el siglo XVIII ejercieron


actividades administrativas de justicia, regimiento e intendencia, según las
Cédulas Reales, Ordenes, Bandos, Autos y disposiciones emanadas por el poder
colonial. Sin embargo, su aplicación se vio limitada por múltiples factores de
carácter personal, social e institucional.
Uno de los mayores problemas de la administración fue la falta
de preparación del personal, debido principalmente a la forma de lle-
nar los cargos mediante remate en subasta pública y no por méritos,
llegándose a conformar cuerpos administrativos poco capacitados, ino-
perantes, pero muy ambiciosos; lo cual dio pábulo a la insubordina-
ción, pugnas al interior del bloque administrativo y corrupción, por el
afán desmedido de recuperar con creces y en el menor tiempo, el valor
del cargo entregado en el remate.

Administración de tipo patrimonial

La administración territorial de Cuenca durante el siglo XVIII


fue de tipo patrimonial, debido al remate de los cargos públicos, lle-
gándose a constituir el cargo en un patrimonio que debía usufructuar
su propietario. Esto creó en el rematador propietario del cargo un afán
desmedido por obtener el mayor provecho posible de su patrimonio.
Es decir, cada cual se sentía dueño de su cargo y con derecho a usufruc-
tuarlo a su manera, sin pensar en el bien de la colectividad sino en el
beneficio personal. En este sentido, el bien común estaba subordinado
y dependiente del interés individual.
Esta preocupación exclusiva por el interés personal, le relegó a
un segundo plano la dedicación a la actividad pública. Prueba de ello
está en la permanente inasistencia a las sesiones del Cabildo de sus
miembros, por estar atendiendo sus asuntos personales. Parece ser que

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

solamente asistían cuando estaba en juego sus intereses particulares.


Como la mayoría eran hacendados, prácticamente se clausuraba el
Cabildo en tiempo de las siembras y de las cosechas, causando males-
tar al vecindario y paralización de la obra pública.
La inasistencia de los cabildantes provocó los mayores dolores
de cabeza a corregidores y gobernadores de Cuenca, durante el siglo
XVIII. Casi no hay autoridad que no se queje amargamente de esta rea-
lidad. De nada valieron las amenazas y multas para sensibilizar la pun-
tualidad de los cabildantes. De nada sirvió la resolución del 12 de enero
de 1761, de realizar juntas capitulares dos veces al mes, con asistencia
obligatoria de los cabildantes so pena de cuatro pesos de multa.
(AMH/C, Libro 13). Tampoco la del 1 de junio de 1778, donde se re-
suelve realizar cabildo dos veces por semana. (AMH/C, Libro 14). Ni
siquiera la conminatoria del 14 de octubre de 1780 que, debido a las rei-
teradas inasistencias de los regidores al cabildo, se les obliga bajo pena
de 25 pesos de multa. (AMH/C, Libro 15). Nuevamente insiste el Go-
bernador Interino, el 22 de octubre de 1792, pidiendo, además, a los
que vayan a salir de la ciudad, que deben comunicar a la Gobernación.
(AMH/C, Libro 17).
La situación tocó fondo a finales del siglo XVIII, viéndose obli-
gado el Gobernador Vallejo, el 7 de enero de 1796, ante la ausencia pro-
longada de los regidores a las sesiones del Cabildo, a tomar decisiones
drásticas que, desde luego, tampoco se cumplieron, señalando que: “no
se ha logrado un Cabildo completo en que se traten los asuntos intere-
santes al bien y utilidad del vecindario, con asistencia de los regidores,
porque los unos se hallan ausentes y los otros aún estando en la ciudad
miran con indiferencia y no quieren asistir, siendo este un abuso into-
lerable que debe repararse porque llegará el caso en que no hayan
cabildos por la falta de concurrencia de los regidores”. En vista de lo
cual envía un Auto al Cabildo pidiendo que asistan los capitulares a las
funciones de Tabla so pena de 15 pesos de multa por cada falta, a ex-
cepción de los que legítimamente se encuentren impedidos y notifica-
dos. Asimismo, asistan por lo menos cuatro meses en el año a los Ca-
bildos Ordinarios so pena de verse privados de voz y voto en las elec-
ciones cadañeras”. (AMH/C, Libro 18).

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CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

Inoperancia administrativa

La inoperancia administrativa caracterizó a la gestión pública


cuencana del siglo XVIII, generando un caos administrativo que perju-
dicó abiertamente al vecindario cuencano. Uno de los ejemplos más
claros de inoperancia que todavía pervive en la actualidad correspon-
de a los problemas de límites con Guayaquil. En efecto, el 27 de abril
de 1726, el Tesorero Interino de las Cajas Reales acude al Cabildo a
exponer que:
En la fundación de Cuenca, por el camino que va de ella para la de
Guayaquil se le asignó por lindero hasta los confines de la isla Puná,
en donde está situada la bodega llamada Naranjal, dentro de dichos
linderos, y que con el transcurso del tiempo y omisión que tuvieron
los que componían antiguamente este cabildo, han dejado perder el
derecho que tiene esta ciudad y las justicias de ella, así a dicha bode-
ga como a los demás términos comprendidos en dicho lindero; por
cuya omisión se han introducido en dicha jurisdicción la ciudad de
Guayaquil, (perjudicando) a los arrieros y demás tratantes que bajan
de esta ciudad con comestibles para la provisión de la de Guayaquil,
pues, al tiempo de su vuelta no pueden conseguir que los bodegueros
y tenientes puestos por las justicias y oficiales reales de aquella ciu-
dad, les permitan salir de dicha bodega con brevedad, embargándoles
sus mulas para sus tratos y comercio particulares, dando motivo para
que con estas extorsiones y demoras se les pierda los géneros que tení-
an comprados en dicha bodega para el abasto de esta ciudad.
(AMH/C, Libro 11).

La inoperancia administrativa también se vio reflejada en la


incapacidad del Cabildo, no tanto para dictar disposiciones, que sí las
hacía, sino para controlar los desmanes que se cometían, por ejemplo,
los comerciantes, alterando continuamente los pesos y medidas de los
productos que vendían, dando rienda suelta a la especulación en per-
juicio de los consumidores; los molineros que tenían en pésimo estado
las piedras que se molían junto con el trigo causando enfermedades en
el vecindario; los contrabandistas de raspaduras y otros efectos proce-
dentes de Loja y Zaruma. Tampoco atinaban a poner orden en la cons-
trucción de las obras públicas, dejando a la buena voluntad del vecin-
dario, razón por la cual las obras se concluían después de mucho tiem-
po, y la mayoría de las veces quedaban inconclusas.

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La administración territorial de Cuenca tampoco logró contro-


lar la belicosidad y virulencia del vecindario cuencano, que se burlaba
de la justicia, como bien lo anota el Corregidor Merisalde: “No hay en
este país sujeto más despreciable que un juez: si manda no le obedecen;
si corrige, le reprenden; si ruega, le desprecian. Cualquiera vulnera
fácilmente toda la autoridad”. En 1755 se dijo que la justicia era foras-
tera por la incapacidad de frenar los innumerables crímenes que se
estaban cometiendo en el vecindario, aprobándose, en el Cabildo, el
nombramiento que se hizo desde Quito de cuatro hombres armados
para auxiliar a la justicia y a los jueces de esta ciudad, prendiendo a los
reos. (Sesión del 9 de agosto de 1755). Igual situación ocurre el 27 de
abril de 1759, donde se aprueba la conformación de una tropa perma-
nente de soldados para ayudar a la justicia en el Corregimiento.
(AMH/C, Libro 12).
Otra muestra de la inoperancia administrativa está en la enor-
me cantidad de tiempo que se gastaba en el trámite de posesión de los
nuevos funcionarios, por el desconocimiento de las disposiciones ad-
ministrativas. Esto sucedió en 1782, pasándose la mayor parte de las
sesiones del Cabildo de todo el año en la tramitación del cargo de
Escribano del Cabildo. Algo similar ocurrió en 1799, cuando el Cabildo
se pasó todo el año tramitando las fianzas de los Oficiales de Real Ha-
cienda.
Por culpa de la inoperancia administrativa, muchos pueblos
pasaron largo tiempo sin autoridades, según denuncia, el 1 de noviem-
bre de 1781, el Visitador Ignacio Checa, al manifestar que “muchos
pueblos de la provincia se encuentran sin caciques ni gobernadores,
ocasionando el caos y la falta de tributación, por lo que es urgente repa-
rar este daño”. (ANH/C, L. 5).
El Juicio de Residencia celebrado al gobierno del Corregidor
Vicente de Luna Victoria, en el período julio de 1732 a julio de 1738,
demuestra en forma clara, sencilla y contundente la inoperancia admi-
nistrativa. En la parte pertinente de su informe señala que:
(...) Todos los residenciados padecen en general de la culpa de omi-
sión, poco celo y descuido en el cumplimiento de sus obligaciones y de
las Reales Ordenanzas. En no haber celebrado en cada semana dos
Cabildos por ser estos necesarios para el mejor arreglamento de la
república, la que está en los hombros de los que la gobiernan, y tenien-
do a su cargo como padres de familia toda la ciudad y su jurisdicción,

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CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

debían sin hacer falta atender a la obligación precisa. Si bien el


Escribano de Cabildo debió reconvenirlos de ello por sí no estuvieren
enterados de las Reales Ordenanzas, asimismo padecen la culpa de no
haber celado el aderezo y reparo de las calles de esta ciudad y puentes
de los ríos que están en las entradas y salidas de ella, de que se siguen
inconvenientes varios.
(...) La ausencia a los Cabildos es otra negligencia, y si debí-
an salir al campo debían dejar reemplazos para realizar los cabildos,
y de este modo nunca faltase la distribución de justicia. Tampoco se
alineó las calles de la ciudad y no se persuadió al Procurador para que
ejecute este trabajo. (...) También ha faltado el Fiel Ejecutor en celar
todas las cosas dependientes a su oficio y por esto han estado fuera de
orden, viciadas y gobernadas de las propias partes, sin que se tenga el
orden preciso en esta república”. (AMH/C, Sección Documentos,
Nº 71).

El gobierno central, consciente de esta situación de inoperancia


que le tornaba ingobernable al corregimiento, con frecuencia estuvo
enviando a Cuenca disposiciones administrativas a ser cumplidas por
las autoridades locales. El propio Presidente de la Real Audiencia de
Quito, Juan Pío Montúfar, en 1755, se vio obligado a intervenir, frente a
la inoperancia de la justicia ordinaria de Cuenca, para controlar el de-
senfreno del vecindario, prohibiendo el uso de armas, la conformación
de pandillas, el deambular nocturno por la ciudad, los fandangos y fies-
tas escandalosas y el albergue de delincuentes. (AMH/C, Libro 12).
Con igual preocupación, el 10 de febrero de 1784, se recibe des-
de Quito un Superior Despacho dando a conocer la obligación de nom-
brar a dos Alcaldes de Barrio: uno para San Blas y otro para San Sebas-
tián, con las mismas atribuciones que los Alcaldes Ordinarios, es decir,
como jueces de primera instancia. (AMH/C, Libro 16). Entre las prin-
cipales obligaciones del ejercicio de su cargo se destacan las siguientes:
Cada año deberán formar un padrón exacto de las personas, anotan-
do calidad, oficios y número de personas.
Deben evitar los escándalos públicos y los juegos prohibidos en su
jurisdicción.
Celar que los mozos del barrio no acudan en cuadrillas o patrullas,
especialmente de noche.
Aprehender a las personas que usen armas ofensivas y defensivas.

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Averiguar el modo de portarse de cada individuo para evitar raterías,


amancebamientos y ebrios.
Conocimiento de querellas y demandas verbales.
Para el cumplimiento de estas obligaciones tendrán una guardia de
seis hombres, sacados del mismo barrio en forma gratuita y rotativa.

En el Auto de creación de la Intendencia de Cuenca (26 de oc-


tubre de 1787), se dedica expresamente los artículos cuatro y cinco para
exigir:
4.- Que los despachos de la causa pública sean prontos y acudiendo
los necesitados a las audiencias que deben empezar a las nueve de la
mañana hasta las doce del día, en que concurrirán los escribanos y
procuradores con los negocios de su cargo, trayéndolos arreglados y
en el traje correspondiente, observando las ferias (salvo los asuntos
criminales), excusando toda omisión y adelantando eficaz y legalmen-
te las diligencias para la conclusión de los litigios de que depende la
paz común, y por esto serán responsables a los daños que se advier-
tan por su defecto.
5.- Que en todas las causas así criminales como civiles, los primeros
escritos de querellas, demandas y contestaciones vengan precisamen-
te firmadas de abogado recibido y todas las representaciones fundadas
en derecho, por ser conforme a él, y por evitar innumerables inconve-
nientes que se han advertido por la inobservancia de esta calidad, que
de hoy en adelante se ha de guardar, y para su cumplimiento el pro-
curador que introdujere escritos sin esta solemnidad incurrirá en
doce pesos de multa aplicados en la forma ordinaria, y lo mismo el
escribano que los admitiere.

En el mismo “Auto de Buen Gobierno” se emiten disposiciones


para el ordenamiento urbano de la ciudad de Cuenca, composición y
aseo de calles, dotación de servicios, arreglo de fachadas, ocupación
del suelo, y demás obras que habían sido descuidadas por anteriores
gobiernos. También se insiste en la prohibición de fabricar y portar
armas; de jugar dados, pinta, cacho, cachito y trucos; de retener y encu-
brir a delincuentes.
Por su parte, el Gobernador Interino Juan López Tormaleo, en
las disposiciones administrativas del 22 de octubre de 1792, propone:
1º Que todos los escribanos de esta plaza, bajo la multa de cuatro

282
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

pesos aplicados a la obra de Santa Martha (la cárcel) estén indispen-


sablemente todos los días a las diez de la mañana con la debida cere-
monia y estilo, en la Casa de Gobierno, para asistir al despacho públi-
co, trayendo cada uno el escrito que tenga y el que evacuarán promis-
cua y sucesivamente, principiando por el orden de antigüedad. (...)
2º Que cada uno de dichos escribanos traiga precisamente, con los
escritos que hubiesen de despacharse en el día, los autos o anteceden-
tes que hubiese en el asunto de que se trató.
3º Que dichos escribanos no admitan escrito que no venga firmado de
abogado, y por medio de procurador. (...)
4º Que bajo la misma multa de cuatro pesos, aplicado en la misma
forma, a dicha hora de las diez asistan también al despacho público en
la Casa de Gobierno, los cuatro procuradores de número que hay en
esta ciudad. (...)
5º Que cuando alguno o algunos de dichos escribanos o procuradores,
o demás dependientes del despacho de justicia de esta plaza esté enfer-
mo o tenga precisión de salir de esta ciudad haya: en el primer caso de
avisar prontamente, y en el segundo que no podrá ejecutar sin expre-
sa noticia y orden de este gobierno, bajo la multa por cada vez que lo
ejecuten, de veinte pesos, y en cualquiera de los dos, deberán nombrar
persona que sustituya sus veces y dar prontamente noticia al gobier-
no para su inteligencia, bajo la multa de cuatro pesos.
6º Que se guarde toda circunspección y moderación de vida en el des-
pacho. y trámites de la justicia. (...)
7º Que en los días feriados haya de asistir un escribano en la Casa de
Gobierno, por la mañana desde las ocho hasta las doce del día, y otro
desde dicha hora hasta el toque de oración, lo que ejecutarán por turno
y orden de antigüedad, y bajo la referida multa de los cuatro pesos
aplicada en la forma arriba dicha.
8º Que en los días que no sean feriados, asista por el mismo orden de
turno y antigüedad, un escribano por las tardes en la referida Casa de
Gobierno, bajo la multa de dichos cuatro pesos aplicados en la propia
forma. (...) (ANH/C, Doc. 98.885).

Insubordinación de la justicia ordinaria

Otro de los síntomas del caos administrativo de esa época fue


la insubordinación de la justicia ordinaria. El carácter patrimonial de

283
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

los cargos públicos generó en los propietarios un sentimiento de inde-


pendencia y autonomía, y un no querer dar cuenta a nadie de sus actos
administrativos, originando frecuentes insubordinaciones de alcaldes
y regidores frente a las autoridades, que fueron en perjuicio directo de
la administración de justicia.
Así lo advirtió con profunda preocupación y desasosiego el
Gobernador Vallejo en su informe a la Real Audiencia de Quito, del 31
de agosto de 1780, cuando expone:
“Durante el tiempo de Gobernador de aquella provincia de Cuenca he
experimentado, no con poco perjuicio y daño de la causa pública, que
las justicias ordinarias no han querido profesar la debida subordina-
ción al gobierno, sino que sobre el supuesto de haber conceptuado que
la jurisdicción ordinaria que ejercen es igual con la que de la misma
naturaleza administra también el gobierno, han aspirado ha manejar-
se con tal independencia de ésta que pasando a hacer ostentación de
un notable despotismo, jamás han querido subordinarse a sus facul-
tades, comunicarle la noticia de los delitos y acaecimientos públicos,
acudir a sus llamamientos y darle parte de las ausencias de la ciudad;
siendo lo más extraño que creyéndose asistidos de las mismas facul-
tades que el Gobernador, hasta han extendido el uso de las suyas a
todo el distrito de la provincia, sin contraerlas a los términos de la
ciudad que regularmente son las cinco leguas del contorno.
El Gobernador nunca ha pensado tratar como inferiores a las justicias
ordinarias porque sabe muy bien de la jurisdicción ordinaria, pero se
le ha hecho extraño que con pretexto se inmiscuyan en asuntos priva-
tivos del gobierno. Además los alcaldes no le guardan el fuero recono-
ciéndole como cabeza de la provincia”. (AMH/C, Libro de
Cabildos, Nº 15).

De la misma manera, el Gobernador Interino, Juan López Tor-


maleo, para justificar varias disposiciones administrativas dictadas el 22
de octubre de 1792, expone que: “sin embargo de haberse repetidas
veces tirado a arreglar el despacho público para la mejor expedición de
los negocios, y en beneficio de la causa común por varias providencias
de este gobierno, y de estar el actual, de su parte, sacrificado en servicio
del público casi todas las horas del día con las regulares de la noche, ha
llegado a experimentar con indecible dolor de su corazón, los infinitos
abusos que en desacato de dichas providencias, en perjuicio de la causa
pública, se están cometiendo a cada paso por los dependientes de esta

284
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

plaza, con grave detrimento de la autoridad de este gobierno y honor de


su propia persona, y aún de la misma causa pública”. (ANH/C, Doc.
98.885).
La insubordinación también hizo presa de los escribanos de
Cuenca, quienes, en junio de 1795, se excusan de intervenir en los asun-
tos de Real Hacienda, constituyéndose, según el criterio de las autori-
dades de Quito, “en una muestra de desprecio y falta de respeto a Su
Majestad, por lo que se dispone que en caso de reincidir en este defec-
to se los multará con cien pesos”. (ANH/C, L. 10, 281 v.).
Con el propósito de remediar estas situaciones de insubordina-
ción de la justicia ordinaria de Cuenca, se propone varios arbitrios, por
ejemplo, el Gobernador Vallejo:
“En conformidad y para remedio de tan perjudiciales abusos se ha de
servir vuestra alteza de declarar: lo primero, la subordinación que
deben profesar al Gobernador: el Teniente, los Alcaldes Ordinarios y
demás justicias, respetándole, acudiendo a sus llamamientos y obser-
vando las órdenes; lo segundo que siempre que acaezcan muertes, ale-
vosías y otros delitos de esta clase, deben ponerlos en noticia del
Gobernador, sin perjuicio de la causa; lo tercero, que si se experimen-
tase incendios, movimientos populares, asonadas y otras ocurrencias
de igual naturaleza, inmediatamente deben comunicarlas al mismo
Gobernador para que disponga los remedios oportunos; cuarto, que si
se ausenten de la ciudad sea precediendo venia del gobierno sin la cual
no pueden salir; quinto y último, que los memorados alcaldes no exce-
dan los términos de la jurisdicción de la ciudad de cinco leguas”.
(Informe a la Real Audiencia de Quito del 31 de agosto de 1780.
AMH/C Libro de Cabildos, Nº 15).

La Real Audiencia de Quito aprueba esta petición y resuelve


ponerla en práctica el 6 de septiembre de 1780.
El mismo Gobernador Vallejo, en el “Auto de Buen Gobierno”
expedido el 26 de octubre de 1787, para el establecimiento de la
Intendencia, incluye dos capítulos destinados a frenar la insubordina-
ción de la justicia ordinaria:
3.- Que todos y cada uno se subordine a sus respectivos superiores
con la debida deferencia a la autoridad, prestando la obediencia que
merecen y guardando con sinceridad sus preceptos de justicia.
6.- Que en dichas representaciones y demás escritos se guarde verdad

285
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

y estilo, respetando la autoridad de justicia, sin mezclar sátiras ni


otras proposiciones extrañas del mérito y naturaleza de la causa, bajo
del mismo cargo que se aplicará al abogado que proceda en contrario.

Pugnas al interior del bloque administrativo

La defensa de los bienes patrimoniales generó pugnas internas


entre los cabildantes que fueron entorpeciendo y retardando la adminis-
tración de justicia, regimiento e intendencia en el vecindario. En el siglo
XVIII se observa una práctica común (que se extiende hasta nuestros
días) de conformar bandos al interior del Cabildo que pugnaban por
imponer su voluntad sobre el bando contrario; de no ser así, se alejaban
del Cabildo dejando las sesiones sin el quórum necesario para poder
funcionar, a pesar de las amenazas de corregidores y gobernadores.
En una ocasión, habiendo decomisado un contrabando de
aguardiente, se le responsabiliza al Alcalde Provincial Juan Chica y
Sánchez, enviando el expediente a Quito, desde donde se contesta, el
10 de diciembre de 1788, dejando sin efecto la multa impuesta y se
recomienda que en lo sucesivo se eliminen las sospechas respecto de
los funcionarios. (ANH/C, L. 10, 77 v.). En otra oportunidad, el 31 de
mayo de 1791, el propio Gobernador Vallejo inicia la causa por desfal-
co de la administración de tabacos contra Ignacio Rendón, quien apela
la causa indicando que se trata de retaliaciones personales del Gober-
nador y pide que otro juez conozca la causa y le amplíen el plazo para
su defensa. (ANH/C, L. 10, 169 v.).
Pero el hecho más sobresaliente que registran los Libros de
Cabildo en torno a las pugnas internas de los cabildantes se observa en
la sesión del 25 de enero de 1792, donde el bloque opositor al
Gobernador Vallejo, comandado por el alcalde Provincial Juan Chica y
Sánchez,
acusa en forma directa al Gobernador de ser un ladrón de la ciudad y
de los pueblos porque ha impuesto gabelas utilizando la vara de fiel
ejecutor; de haber formado un partido para cometer todo tipo de atro-
cidades sin que ningún juez pueda hacer algo; de atropellar la provi-
dencia de su Alteza librada a favor de Sánchez Cubillús permitiendo
la huida de Ullauri; y cuando el escribano hizo la respectiva certifica-
ción le metió en un calabozo junto al procurador de causas Andrés
Toledo.

286
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

También se le acusa al Alcalde de Primer Voto Francisco


Cabeza de Vaca de encubridor y de cobrar por la vara de Fiel Ejecutor
derechos indebidos en todas las entradas y salidas de la ciudad; de
imponer gabelas en los pueblos contra los miserables indios; además
denuncian que este cargo lo consiguió mediante la coíma al hijo del
anterior Gobernador, Antonio de la Carrera, dándole cien pesos y un
cáliz de oro; igual cosa hizo con el Alférez Real por intermedio de
Francisco Barreto. (AMH/C, Libro 17, folio 67).

Las pugnas también se dieron entre los presidentes del Cabil-


do, con la finalidad de quedar bien ante los organismos administrati-
vos superiores. Esto quiso hacer precisamente el Gobernador Antonio
de la Carrera, al solicitar en la sesión del Cabildo del 31 de marzo de
1784, la verificación de las fianzas de residencia del anterior Gober-
nador Vallejo, presumiendo que se encontraban viciadas. El 10 de ma-
yo del mismo año, desde el Tribunal de Cuentas de Quito se impugna
la actitud del Gobernador, por inculpar la aprobación de la fianza de
residencia no confirmada del exgobernador Vallejo. (AMH/C, Libro de
Documentos Nº 72).

Corrupción administrativa

La administración de justicia, regimiento e intendencia de


Cuenca tampoco estuvo exenta de corrupción debido al carácter patri-
monial de los cargos públicos, al afán desmedido de sus propietarios
de recuperar la inversión efectuada en el remate de dichos cargos en el
menor tiempo posible y a cualquier precio, a la venalidad de una legis-
lación que incitaba a la corrupción y amparaba a sus transgresores, y a
las dificultades del gobierno central para controlar a las administracio-
nes territoriales. De esta manera se fue configurando una cultura de la
corrupción administrativa que perdura hasta nuestros días, causando
graves perjuicios a la sociedad y restando credibilidad en la adminis-
tración de justicia.
La mayor cantidad de actos de corrupción estuvieron referidos
a deudas contraídas con la Real Hacienda o la Caja de Propios de la
Ciudad sin intención de pagarlas, o el usufructo de un bien público,
aprovechando, en ambas circunstancias, del privilegio del cargo. Por
ejemplo, el 29 de diciembre de 1721, se denuncia en el Cabildo que el

287
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

anterior Corregidor ocupa tierras capitulares en El Ejido sin pagar el


arriendo diciendo que muchos no pagan. (AMH/C, Libro 10).
Más explícito es el Procurador de Causas de la ciudad, que el
1 de julio de 1755, manifiesta que:
No hay fondos para enviar una comitiva a recibir al Presidente de la
Real Audiencia de Quito, debido a que las propias autoridades no pa-
gan las deudas a la ciudad: Luis de Andrade (excorregidor) debe, desde
hace unos 20 años, los réditos de un principal de 500 pesos que tiene
del hato de Surucucho. El capitán Pedro Sempértegui iguales años de
un principal de 300 pesos sobre la hacienda de Tarqui. El capitán Lope
Carrillo nunca ha pagado arriendo de las cuadras que posee en El Ejido;
igualmente el capitán José Maldonado. Tomás Toral no paga diciendo
que el Cabildo le ha hecho merced de las tierras que posee. Teresa de
Rada no paga diciendo que su padre fue Corregidor. Catalina de Alvear
justifica por ser viuda noble. María Morán dice que si quiere pagará, si
nó, no. Juan Manuel de Mora muchos años á que no paga, igual que los
hijos del Alcalde Provincial ya difunto. El cura José Andrade se cree
con todos los derechos sobre las tierras. Francisco Hinostrosa acusa al
Cabildo de tener deudas con los herederos y se está cobrando sin pagar
los arriendos. El cura Francisco Barzallo señala que el Cabildo le hizo
esta merced. El colegio de la Compañía de Jesús suspendió el pago desde
hace cinco años por decisión del Cabildo. Y muchas otras personas no
pagan por similares razones. (AMH/C, Libro 12).

Otra forma de corrupción se expresaba en el acoso de los fun-


cionarios a las personas que requerían de sus servicios, tal como se
informa en el Juicio de Residencia celebrado al gobierno del Corregidor
Vicente de Luna Victoria, en el período Julio de 1732-Julio de 1738,
donde se le acusó de: “culpa grave al Teniente General que fue del
Corregimiento, según un declarante, por haberse ocupado, contra el
propio decoro de su empleo, en solicitud de mujeres para aprovechar-
se de ellas con pretexto de la administración de justicia en que dio
ejemplo contrario; el Fiel Ejecutor está acusado de desmanes en los
cabildos, eligiendo a personas por fines particulares y no por los méri-
tos, originando notables perjuicio”. (AMH/C, Sección DOCUMEN-
TOS, Nº 71). El informe termina pidiendo sanciones, específicamente
para el Teniente General del Corregimiento y el Fiel Ejecutor, Francisco
Landín, condenado a tres años de destierro.

288
CORREGIDORES Y GOBERNADORES DE CUENCA EN EL SIGLO XVIII

En 1795 se da un hecho curioso: el escribano recién nombrado


de Cuenca, Joaquín de Oramas, quiere cobrar sus emolumentos desde
el año anterior en que todavía no tenía el cargo. Además logra una Or-
den de suspensión de las cuatro Escribanías de Cuenca para realizar él
sólo el trabajo, cobrando el importe de las cuatro. Esto fue rechazado
en Cuenca.
Otro hecho de corrupción que aparece a finales del siglo XVIII
tiene relación con el nepotismo, obligando al gobierno central a dictar
una disposición prohibiendo ejercer cargos en el Cabildo a familiares
que tengan hasta el cuarto grado de consanguinidad o segundo de afi-
nidad. Esta Orden se recibió en Cuenca el 26 de abril de 1798.
(AMH/C, Libro 9).
Frente a la práctica ordinaria de corrupción de los funcionarios
públicos, de endeudarse y no pagar, el gobierno central se vio obliga-
do a suspenderles el derecho de elegir y ser elegidos, cada año, para las
diferentes funciones administrativas territoriales, mientras no cancelen
los valores adeudados. De esta manera, a finales de diciembre de 1724
cunde la preocupación en el Cabildo Cuencano porque se recibe una
providencia, desde Quito, señalando que para elegir y ser elegidos Al-
caldes Ordinarios y procuradores (se elegían cada año), se requiere no
tener deudas con la Real Hacienda, corriendo el peligro de verse nuli-
tadas las elecciones. (AMH/C, Libro 10).
Esta situación se repetía con bastante frecuencia en los meses
de diciembre, pero también eran aprovechadas por los cabildantes para
saldar rencillas personales, acusando a sus colegas de deudor de Real
Hacienda para impedirle obtener un cargo en el Cabildo. El 9 de di-
ciembre de 1754, se denuncia que los Alcaldes Ordinarios no han paga-
do el derecho de la media annata desde el año de 1738 (16 años) alcan-
zando una cifra considerable. Se solicita declararles deudores de la
Real Hacienda e imposibilitados de participar en las elecciones del pri-
mero de enero próximo. (AMH/C, Libro 12). En 1759 se pasaron todo
el año en el Cabildo discutiendo sobre el desconocimiento de las elec-
ciones de los Alcaldes Ordinarios de la ciudad por ser acusados de
deudores de la Real Hacienda; tuvieron que esperar hasta el 21 de abril
de 1760, cuando el Tribunal de Quito se pronunció declarando nulas las
elecciones de 1759 por haber votado varios deudores a la Real Ha-
cienda. (AMH/C, Libro 13).
En otras acciones obligaron a los familiares a pagar las deudas
de los funcionarios públicos, como sucedió el 21 de octubre de 1762,

289
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

cuando se le priva del empleo a Juan Tello de la Chica hasta que cance-
le todo el valor de lo adeudado por parte de su difunto padre, del
remate de tributos de años anteriores. (AMH/C, Libro de Documentos
Nº 72).
También se imponían multas cuando el Tribunal de la Real Au-
diencia de Quito detectaba fallas administrativas. Esto ocurrió el 21 de
enero de 1792, cuando le condenan al Juez Pedáneo del Cañar: José
Pacheco, a 50 pesos de multa; y al Gobernador y Asesor de Cuenca, al
pago de las costas, por dictar injustas providencias en contra de An-
tonio Espinoza y de los indios del Cañar. (ANH/C, Doc. 96.050).
Estos son algunos hitos de la historia administrativa de
Cuenca en el siglo XVIII, que son de invalorable ayuda para entender
la trayectoria de una administración pública inoperante, llena de pro-
blemas y venalidades que muy poco contribuyó al bienestar del vecin-
dario cuencano de aquella época.

290
BIENVENIDA A LA MASTER JENNY LONDOÑO
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Jenny Estrada

Cada vez que una mujer conquista espacios de gestión públi-


ca, tecnológica, científica y otros, que antaño nos fueron negados o
mezquinamente limitados, nosotras lo sentimos como un triunfo com-
partido, que aplaudimos sin reservas. Como lo hago este mediodía
frente a Uds., para cumplir el honroso cometido de ofrecer el saludo de
bienvenida a la Academia Nacional de Historia, a una mujer sobresa-
liente, investigadora de relieve y sobre todo, ciudadana con plena con-
ciencia de su rol social e individual, cuya vida es una secuencia de hitos
importantes en todos y cada uno de los ámbitos que eligió, para apor-
tar la lucidez de su pensamiento crítico en el ejercicio de un liderazgo
femenino y feminista, que la destaca como una de las más apasionadas
y comprometidas luchadoras contemporáneas por los derechos de la
mujer y de todos los seres humanos preteridos.
Jenny Londoño es hija de un médico colombiano, cuya forma-
ción profesional fue producto de la Universidad de Guayaquil, ciudad
a la cual llegó cuando las consecuencias del “bogotazo” se expandían
por el vecino país, presagiando tiempos difíciles; y en nuestro puerto
encontró, no solamente la solidaridad de hermanos sudamericanos,
sino también el amor de una joven y hermosa maestra guayaquileña,
con quien contrajo matrimonio y formó su descendencia.
En una antigua casona familiar, cerca del malecón, donde la
brisa del río penetraba por la persianas siempre abiertas, y el subir y
bajar de estudiantes pensionistas de varias nacionalidades –en su
mayoría colombianos-, propiciaba una atmósfera de diversidad y uni-
versalidad, nació y vivió sus años de infancia Jenny Londoño.
Los jóvenes estudiantes colombianos, que por esos años se
refugiaban en Guayaquil, eran todos hijos de padres liberales, perse-
guidos por el régimen conservador. Su propio abuelo, don Benjamín
Londoño, fue un liberal de gran firmeza ideológica. Y, con toda seguri-

291
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

dad, escuchando conversaciones de sobremesa, y atendiendo a las refe-


rencias de su padre, a quien ella recuerda como gran lector, excelente
estudiante universitario; humanista por vocación; liberal, defensor del
laicismo, la niña recibió semillas ideológicas que más tarde germinaron
en su mente.
Luego de obtener su título profesional con todo lucimiento, el
Dr. Londoño y su familia colombo-ecuatoriana, marcharon a Medellín,
ciudad de la cual era oriundo y donde el nuevo medio urbano, el siste-
ma de estudios, la disciplina, el orden y las costumbres diferentes, mol-
dearon la personalidad de la pre-adolescente migrante, desde las aulas
del Liceo, que llevaba el nombre de una de sus antepasadas, hasta su
ingreso al campus universitario de Antioquia- donde se matriculó para
seguir la carrera de medicina, abandonada en el segundo año, por ra-
zones ajenas a su voluntad, optando luego por el estudio de la Socio-
logía.
La muerte de su madre y ciertas complicaciones del medio fa-
miliar, la empujaron a buscar temprana independencia, un matrimonio
precoz le significó el alejamiento de los estudios para trabajar y empe-
zar a vivir en carne propia los efectos de una sociedad patriarcal, ma-
chista y prejuiciada, dentro de la cual, una joven madre, activista de
grupos universitarios de izquierda, que actuaban en rebeldía contra el
stablishment imperante y luchaban contra todo tipo de discriminación y
opresión en Colombia y en el mundo, distaba mucho del arquetipo
femenino ideal de aquellos años.
Refiero algunos rasgos biográficos, porque el presente de los
seres humanos no es otra cosa que el resultado de vivencias acumula-
das, a través de cuyo análisis consciente, vamos delineando las rutas
que, al transitarlas, nos ubican en el ejercicio de los roles responsable-
mente elegidos, cuando somos capaces de asumir el compromiso con
las urgencias sociales de nuestro tiempo.
De esas etapas juveniles a las que hago alusión, es de donde
parten las coordenadas de la acción política, intelectual y social, que se
fijó Jenny Londoño, y en las que, manteniendo admirable firmeza de
principios, ha brillado con luz propia, demostrando su temple de gue-
rrera indoblegable, su capacidad de liderazgo, su talento y su carisma.
La delirante escalada de violencia desatada en Colombia la
trajo de vuelta al Ecuador, experimentando por segunda vez el doloro-
so proceso del desarraigo y la compleja circunstancia de la adaptación.

292
B IE N V E N I DA A L A M AS T E R J E N NY LO N DO Ñ O

Esta ruptura coincide también con un divorcio que le causa profundos


dolores y nuevos retos. “Pero de mis cenizas resurgí, como el Ave
Fénix”, suele decir, cuando se refiere a esas instancias difíciles que
debió superar para retomar el rumbo de su vida, dejando atrás expe-
riencias enriquecedoras, que la vincularon con mujeres sobresalientes
de Colombia, en la lucha política, en la universidad, en el magisterio, y
en la cultura.
Mientras transcurre la crianza de sus hijos, es una autodidacta
que se nutre intelectualmente con la lectura, especialmente de libros de
historia, inclinación adquirida en la biblioteca paterna, y alimentada en
sus años de estudiante secundaria por una maestra inolvidable, siendo
por el amor a la Historia y por su especial interés en encontrar las hue-
llas de las mujeres ecuatorianas en la Historia, que conoce al historia-
dor bolivarense Jorge Núñez, con quien realiza el ideal de la pareja
humana y como lo confiesa con sincera honestidad: “En la experiencia
vital ha sido muy importante, pues, tenemos una relación de mutuo
apoyo. Desde hace más de dos décadas compartimos el amor por la
Historia, la creatividad, la investigación”.
En la Universidad Central del Ecuador retoma los estudios de
Sociología y Ciencias Políticas, obteniendo una licenciatura en 1995; y
luego, ingresa en 1999, como becaria de la FLACSO, obteniendo poste-
riormente el título de Maestra en Ciencias Sociales, con especialización
en Género y Desarrollo.
Para entonces, su nombre es ampliamente reconocido como
activa militante de organizaciones de Derechos Humanos, dentro de
organizaciones feministas y en círculos intelectuales. Funda con otras
mujeres destacadas, la Coordinadora Política de Mujeres Ecuatorianas,
en la cual ha sido durante la última década, integrante de su Secre-
tariado Ejecutivo.
Sus investigaciones sobre nuestro pasado, han fructificado en
la difusión de temas históricos sobre la presencia y actividades de las
mujeres en los períodos colonial y republicano. Ha participado inten-
samente en foros y mesas redondas y ha publicado un primer trabajo
titulado ¿Angeles o demonios? Las mujeres y la Iglesia en la Audiencia de
Quito con el que rasga el velo de un asunto hasta entonces soslayado,
pero muy importante para comprender el peso de la religión en la dis-
criminación y postergación de la mujer.
Posteriormente publica Entre la sumisión y la resistencia, las

293
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

mujeres en la Real Audiencia de Quito, editada por Abya-Yala, obra gana-


dora del premio “Manuela Sáenz” otorgado por el Municipio capitali-
no, en 1998, y presentada en Guayaquil con éxito notable. Es coautora
de tres libros sobre historia institucional. También tiene a su haber dos
libros de poesía y sus producciones poéticas premiadas, constan en
varias antologías nacionales e internacionales. Es ganadora de una
mención en la Bienal de cuentos y autora de un libro de cuentos en cir-
culación.
Pero la mayor parte de sus investigaciones históricas, como el
libro: Las mujeres en las guerras de independencia de los países bolivarianos
y el ensayo: Las Relaciones de los géneros a través de la Historia, siguen
siendo obras inéditas, que aún esperan turno para convertirse en libros
impresos. Pues, bien sabemos que la parte más dura de nuestro queha-
cer, es la orfandad de auspiciantes oficiales a la hora de concretar una
publicación. “Es que la mayoría de los políticos no leen historia, -dice
Jenny Londoño,- y por tanto desconocen el papel fundamental que
cumple la Historia en la búsqueda de los valores más profundos de la
identidad nacional. No saben que la Historia nos explica de donde vie-
nen nuestros problemas y nos permite desarrollar nuevas estrategias
para construir un mundo más equitativo, más justo y solidario. Ade-
más, nos procura autoestima y fortaleza.”
Ambas compartimos la certeza de que las mujeres tenemos
cosmovisiones diferentes a las de los hombres y que “Nuestro trabajo
aporta enfoque y perspectivas de género, que permiten una visión más
completa y más compleja, pero más equitativa de la Historia; pues, la
historia “ideal”; en la que fuimos educados, solo estaba preocupada de
los hombres que controlaban el poder y de las religiones que lo afian-
zaban. Los pueblos y dentro de ellos, las mujeres, no éramos sujetos de
esa historiografía”.
“Ahora, esas concepciones están cambiando de manera radical
-enfatiza nuestra colega- porque a través de las nuevas corrientes his-
toriográficas, llegamos a la conclusión de que esos parámetros de desa-
rrollo basados en la explotación colonial de los más débiles, no eran los
más humanos, los más dignos o los más recomendables, ni contribuye-
ron a mejorar los índices de bienestar para todos los pueblos ni para el
cuidado y protección del planeta. Por eso, el estudio de la Historia debe
garantizarse desde una currícula diseñada para que los jóvenes acce-
dan a una verdadera Historia del Ecuador y del mundo, con una visión

294
B IE N V E N I DA A L A M AS T E R J E N NY LO N DO Ñ O

crítica de los procesos políticos, económicos, sociales y culturales, a fin


de tener una visión mucho más centrada en los seres humanos, en sus
sueños y en sus aportes al avance de la humanidad”.
Es este el pensamiento lúcido de una investigadora ecuatoria-
na que por méritos propios ingresa como “Miembro Correspondiente
de la Academia Nacional de Historia”, enorgulleciéndonos a sus con-
géneres, a sus conciudadanos y a sus colegas con este nuevo triunfo.
El discurso de orden que Jenny Londoño pronunciará en breves mo-
mentos, sintetiza un importante estudio sobre Las mujeres en la economía
colonial: propietarias y trabajadoras, aporte sustancial a la historiografía
nacional, que va a ser publicado próximamente por la Casa de la
Cultura Ecuatoriana.
Me siento profundamente honrada y complacida al darle la
bienvenida a esta centenaria institución, augurándole nuevos y mayo-
res logros profesionales y humanos.

295
LAS MUJERES EN LA ECONOMÍA COLONIAL:
PROPIETARIAS Y TRABAJADORAS*

Mtra. Jenny Londoño López

A fines del año pasado, terminé de escribir un libro titulado


“Las Mujeres en la Economía Colonial Quiteña: Propietarias y Tra-
bajadoras”, en el que pretendo aportar una nueva visión sobre la pre-
sencia y participación activa de las mujeres en la sociedad colonial, en
la Audiencia de Quito, y desvelar los múltiples roles económicos y labo-
rales cumplidos por las mujeres de distintas clases sociales y etnias, tra-
tando de abarcarlos en su diversidad etno-cultural y socio-laboral.
Con esta investigación quiero combatir el mito de que las
mujeres han estado desvinculadas de los procesos productivos y que
únicamente les ha correspondido cumplir con los tradicionales roles
impuestos por la sociedad patriarcal, esto es, ser reproductoras y amas
de casa.
A pesar de las múltiples exclusiones de las mujeres en la esfe-
ra pública colonial, nos encontramos con que varias de ellas tuvieron
importante presencia y participación en esos ámbitos y, cuando no lo
hicieron de manera directa, hubo una influencia indirecta de ellas a tra-
vés de sus clanes familiares. Otro tanto sucedió con la participación de
las mujeres en instituciones de corte patriarcal, creadas para garantizar
el poder económico y político de los varones de las familias terrate-
nientes; me refiero al mayorazgo y la encomienda.
Durante esta época, las diferencias entre las mujeres estuvieron
marcadas por su pertenencia a diferentes estratos sociales, etnias y
colores de piel, distinta situación económica, además del factor genera-
cional o etario y el factor geográfico, que hoy mismo representa gran-
des diferencias en América Latina. Todas estas variables, unidas o en-
trelazadas de determinada forma, producían mayores o menores nive-
les de exclusión y marginación de los sectores subordinados y, dentro

* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente a la Academia Nacional de


Historia del Ecuador. 8/V/2008

296
L A S M U J E R E S E N L A E C O N O M Í A C O L O N I A L : P R O P I E TA R I A S Y T R A B A J A D O R A S

de ellos, una mayor marginación y opresión de las mujeres, de acuer-


do a las normativas de género manejadas por aquella sociedad profun-
damente patriarcal.
La discriminación y opresión sufridas por el género femenino
asoman de manera más visible en el ámbito de la economía y, dentro
de ella, en el trabajo y los roles laborales, en la vida pública, en las rela-
ciones sociales y en la vida privada. Sin embargo, las mujeres de todas
las condiciones sociales desarrollaron estrategias de resistencia, que les
permitieron implementar diversas formas de poder y rechazo a las es-
trechas normativas de género, que se expresaron en las relaciones de
parentesco, en la organización familiar, en el matrimonio, en las rela-
ciones con la Iglesia, en las relaciones intergenéricas, interclasistas o
interétnicas, También se evidencian en las interrelaciones establecidas
a través de la sexualidad y el amor, así como en las actividades produc-
tivas que desarrollaron la mayoría de mujeres de los sectores plebeyos
y populares.
Entre las mujeres propietarias buscamos identificar la presen-
cia de las mujeres de la élite en varias de las instituciones económicas,
tales como mayorazgos, encomiendas, cacicazgos y obrajes, y encon-
tramos que, siendo el Mayorazgo una institución tan excluyente de las
mujeres, fue -a pesar de todos los prejuicios- horadada por la circuns-
tancia de no existir, en algunos casos, un pariente varón directo y cer-
cano en la línea patrilineal de herencia.
En la Audiencia de Quito encontramos 11 mujeres de la élite
criolla, que detentaron la titularidad de un mayorazgo. Ellas fueron:
Clara Núñez de Bonilla, Magdalena de Larraspuru, Isabel Téllez Girón,
Ana de Zúñiga, Gabriela Muñoz Chamorro, Rosa de la Escalera, Ma-
riana de Aranda Guzmán y Alleza, Josefa Herrera de Matheu (no fue
titular pero gobernó el mayorazgo), Francisca Rosalía Rada, Catalina
de la Rocha y Carranza, María de Lago y Bahamonde de la Rocha y
Carranza, Mariana Sánchez de Orellana, Rosa Sánchez de Orellana,
Ventura de Ante y doña Mariana Carcelén y Larrea, que lo fue por par-
tida doble, esto es, tanto por Carcelén cuanto por Larrea.
Dentro de esta lista de mujeres se encontraban dos que fueron
las más críticas detractoras de este sistema de herencia patrimonial,
habiendo contribuido a minarla en la práctica con sus demandas lega-
les ante la Audiencia de Quito. Ellas fueron: doña Mariana de Aranda
Guzmán y Alleza y doña Ventura de Ante.

297
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

De la misma manera que el mayorazgo era una Institución


hecha a la medida de los varones, la Encomienda estaba orientada, en
general, a los mismos fines de fortalecimiento de la propiedad patrimo-
nial. Pero las mismas razones de herencia patrilineal, por un lado, y los
matrimonios y viudeces de las mujeres, por otro, determinaron que
algunas mujeres llegaran a la posesión de una encomienda. La prime-
ra forma de acceder a una encomienda era por vía de mercedes reales
y por servicios prestados a la corona. Estas mercedes se entregaban por
lo general a los hijosdalgos, pero también a sus viudas, con la respon-
sabilidad de sostener y educar a sus vástagos, para que éstos se incor-
poraran más tarde a las actividades públicas de la Audiencia, a la vida
religiosa o a sus negocios particulares.
Y si bien la concesión de la encomienda no significaba propie-
dad de las tierras, si redundaba en el rápido y fácil enriquecimiento de
las familias privilegiadas con esta merced y, de este modo, el titular de
la encomienda se convertía fácilmente en terrateniente o hacendado.
En las listas de quienes fueron titulares de encomienda por diversas
razones, entre ellas, la muerte o enfermedad prolongada del marido,
encontramos 51 mujeres de las regiones del norte y centro de la
Audiencia de Quito, una en Guayaquil, otra en Machala, y una tercera
en Loja, en el período comprendido entre 1548 y 1721. Así se completó
un total de 54 mujeres encomenderas.
En relación a los obrajes, encontramos 9 mujeres titulares de
obrajes. Ellas fueron: Doña Mencia Inga, Doña Angelina Betanzos, Do-
ña Ana de Zúñiga, La Duquesa de Uceda, Isabel Díaz de Rivadeneira,
Doña Francisca Peñalosa de Guerrero, Doña Josefa Quintero, Doña
María Viuda de Larrea y Doña Antonia Villacreses, Y fueron mucho
más abundantes las copropietarias de obrajes, en sociedad con sus
maridos.
También en la población nativa hubo unas formas de propie-
dad que los españoles respetaron y reglamentaron para el usufructo de
los miembros que tuvieren derechos, en un orden de parentesco simi-
lar al de los mayorazgos, pero en este caso fueron muchísimas las mu-
jeres titulares de cacicazgos. En este trabajo presentamos una pequeña
muestra de ello, que incluye a diez y siete mujeres cacicas de la Sierra
centro-norte, entre 1672 y 1755. Son ellas: María Cachi, Angelina Sin-
gaucho, Cristina Ango, Petronila Bombón, Luisa Ati y Singaucho,
Mencia Inga, Ana Luntacuamba, Francisca y Potenciana Zumba, Pas-

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cuala del Espinar, María Toasá, Antonia Titushunta, María Abendaño


y Fuenmayor, Antonia Amanta Vivanco Anrraquilago, Estefa Cabezas,
Francisca Cachiguango, María Josefa Valenzuela Gualchiquichín, Ce-
cilia Nacasa, Marta Cusi.
1

MUJERES TERRATENIENTES, HACENDATARIAS,


CASATENIENTES Y PROPIETARIAS DE ESCLAVAS
EN LA SIERRA CENTRAL

La venta de los bienes de los jesuitas fue una de las fuentes


para encontrar a las mujeres propietarias, que desarrollaban importan-
tes niveles de actividad económica. Fueron ocho mujeres las que halla-
mos en el padrón de compradoras de haciendas de buen tamaño. Ellas
fueron: Teresa Ocampo, María Jijón, Isidora Proaño, Juana Costales,
María Vilacís, Antonia Villacreses, Baltasara Terán y María Vinueza.
La segunda fuente de propietarias fue la de las transacciones
de compraventa de propiedades registradas en las Reales Cuentas de
Alcabalas. En los cuadros que elaboramos analizamos el período que
va desde 1778 a 1789. Rescatamos los nombres de las principales pro-
pietarias de la Sierra central-norte de Quito, y de las provincias de
Guayaquil y Cuenca. Hicimos un análisis de costos de las propiedades,
determinando un rango de 500 pesos en el precio mínimo de las pro-
piedades que vendían o compraban. Para las propietarias de casas, el
tope mínimo definido fue de 300 pesos, que era el costo de una muy
buena casa. Este seguimiento permitió observar las tendencias en las
actividades económicas comerciales de las mujeres. Un dato parcial de
1768 nos muestra que sólo en el barrio de Santa Bárbara, de la ciudad
de Quito, había 76 propietarias de sus respectivas casas.
En el estudio realizado por Monserrat Fernández Martínez
“La Alcabala en la Audiencia de Quito, 1765-1810”, encontramos que
para el período de 1779-1803, en los cuadros de compra-venta de bie-
nes muebles e inmuebles, existen 1223 vendedores varones versus 839
vendedoras mujeres y 1179 compradores varones versus 802 mujeres
compradoras, lo que arroja el dato de que un 42,6% de vendedoras son
mujeres. En el caso de las compras el porcentaje es menor, ya que las
mujeres constituyen el 36% y los hombres compradores el 54%, pero en

1 En algunos casos, se ha retirado el “doña” que antecede a los nombres, para agilitar la lec-
tura.

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estos datos existe también un 10% de ventas en las que no aparece la


persona que recibe el producto de la venta. Estas cifras son un índice
2

de que las mujeres propietarias tuvieron una alta participación y un


peso específico en estas actividades de compraventa de propiedades en
la sociedad quiteña de fines del siglo XVIII.
Otra fuente que utilizamos para ubicar a las mujeres de mayor
nivel adquisitivo fue la compraventa de esclavos o esclavas, porque
sabemos que las familias de mayores recursos económicos eran las que
podían comprarlos/as para su servicio personal o para sus negocios.
Así, en la región central de la Sierra podemos ubicar que, entre los años
de 1778 a 1786, hubo 84 mujeres que realizaron transacciones de escla-
vas por un monto total de 30.328 pesos. De éstas, 41 mujeres realizaron
transacciones de mayor valor y sus nombres están relacionados con las
familias más acomodadas, pero otras eran comerciantes. Ellas fueron:
Tomasa Zurita, Petronila Pastrana, Juana Maldonado, Rosa Sánchez de
Orellana, Catalina Sambornino, María Juana de la Cuesta, Clara de
León, María Carcelén, Isidora Sánchez, María Guerrero, Manuela Gue-
rrero, Ignacia Paz y Guerrero, Francisca Rojas, Francisca Ruiz de Alva-
rado, Tomasa Landeros, María Unda Pilleta, María Cevallos, la
Marquesa de Maenza, Francisca de Borja y Chiriboga, María Luisa de
Alvear, Josefa Rubio de Arévalo, Ignacia Moreto, María Mexía y
Bárbara Betancur.
Para ubicar a las mujeres casatenientes de Guayaquil, partimos
de la lista de las casas de Guayaquil perdidas en el incendio de 1764 y
encontramos que hasta esa fecha había 67 mujeres poseedoras de casas:
44 que formaban parte de la elite guayaquileña y 23 que pertenecían a
los sectores plebeyos. Sin embargo, de la lista de 1812 podemos deducir
que había por lo menos 70 casatenientes guayaquileñas, habiendo conta-
do como dos hermanas en los casos en que se habla de varias mujeres
con el mismo apellido, aunque podrían ser tres o más las hermanas o
parientes mencionadas. A estas propietarias se suman trece señoras que
aparecen realizando transacciones de compraventa de casas y terrenos,
entre 1781 y 1790, lo que da un total de 126 mujeres propietarias y perte-
necientes a lo que podría considerarse un sector de elite.
En la compraventa de esclavas, en Guayaquil, encontramos
también un número importante de mujeres. En los padrones de 1769 a
2 Fernández Martínez, Monserrat: La Alcabala en la Audiencia de Quito, 1765-1810, Edición
C.C.E. Cuenca, Ecuador, 1984, cuadro N°.22, pp. 123.

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1786 tenemos a 143 mujeres involucradas en esta actividad. Entre 1787


y 1789 empieza a advertirse una crisis en el ámbito de compraventa de
esclavos/as y decae bastante dicha inversión: hay apenas ocho mujeres
que venden o compran esclavos/as por un monto igual o superior a
400 pesos. En total, tenemos 151 mujeres en esta actividad, de las cua-
les 117 venden o compran esclavas/os, por precios que fluctúan entre
400 y 1000 pesos; el resto lo hace por una cantidad menor. El total de la
inversión: asciende a 69.769 pesos.
Una observación pertinente sería la de que las esclavas jóve-
nes, en edades fértiles, tenían gran valor económico, que iba desde 400
a 800 pesos sobre todo, en el caso de esclavas embarazadas o con bebés,
incluso mayor precio que los varones, por regla general. Como pode-
mos deducir, el valor de estas esclavas era bastante alto si tomamos en
cuenta, como ya lo habíamos señalado anteriormente, que con 300
pesos se podía comprar una muy buena casa en Quito.
De estos padrones se destacan los nombres de las siguientes
propietarias de esclavas de la provincia de Guayaquil: Juana Troncoso,
María Arnau, Anna Florencia, Juana Moncayo, las Lavayen, Teresa
Santander, Francisca Olvera, Clara Rodríguez Plaza, María Ignacia
Ramírez de Arellano, María de los Angeles y Terranova, Thomasa Vale-
ro, Elvira Franco Dávila, Nicolasa Becerril, Theresa Moncayo, Dominga
Maruri, Juana Moncayo, Micaela de la Fuente, Juana de Echenique,
Francisca Caamaño, Isabel Pereyra, Catarina de Aguirre, Rita de Soria
y Santacruz, Leonor de Casaus, Isabel Morillo, Alejandra de Acuña,
Teresa Santiesteban, Nicolasa Bezerril, Manuela Enríquez, María Jacinta
Morán, Juana de Echenique, Baltazara Larrea, Ana Santiesteban, María
Ignacia Figueroa, Isabel Barreiro, Mariana Díaz del Pedregal, Nicolasa
Marsuvillaga Isabel Baena, Isabel de Marticorena, Lucía Unzueta y
Mariana Díaz. La mayoría pertenece a la elite guayaquileña.

EL PODER ECONÓMICO EN LOS CONVENTOS FEMENINOS

Las instituciones religiosas fundadas por la Iglesia Católica en


la Colonia eran fuentes de poder económico, político, social y cultural.
Eran también profundamente jerárquicas, verticales y excluyentes. Su
tarea fundamental se basaba en impartir la formación religiosa y moral,
con el objeto de erradicar otras formas de pensamiento, religiosidad o
moral vernáculas y contribuir a garantizar la explotación de España

301
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

sobre sus colonias, con el menor grado de resistencia de las comunida-


des indígenas, y de la población mestiza y de castas.
El poder económico devenía del apoyo del Rey, expresado en
leyes que garantizaban la supervivencia de la Iglesia y el disfrute de
excelentes condiciones económicas de la mayoría de los eclesiásticos.
Ellos tenían derecho a disfrutar de los impuestos llamados diezmos y
de una serie de prebendas que exigían a los feligreses. Todo ello se
basaba en el sistema de Dos Majestades que la Iglesia compartía con el
Poder Real.
Los conventos masculinos y femeninos se organizaban con las
donaciones de personajes importantes y de reconocida aristocracia. Los
conventos femeninos, además, se fortalecían con las dotes entregadas
por las mujeres que aspiraban a convertirse en monjas. Adicionalmente
desarrollaban múltiples estrategias de financiamiento que podían ser:
consecución de mercedes reales, otorgamiento de encomiendas, dona-
ción de propiedades heredadas por las religiosas y préstamos a interés,
ya que los conventos llegaron a convertirse en los bancos de la época
colonial, emulando a la banca de los jesuitas; las abadesas mostraron
especial habilidad para el manejo de esos dineros. Otra forma de finan-
ciamiento eclesiástico fue la creación de capellanías
Las Capellanías se creaban para contribuir a los conventos y
sacerdotes, a través de misas de fundación, llamadas también memorias,
que eran misas pedidas por las personas al momento de testar y que
dejaban un buen margen de utilidad a los conventos masculinos. Sobre
la base de esa actividad de las órdenes religiosas, se instauró una institu-
ción que garantizaba la seguridad económica del aspirante al sacerdocio,
a través de establecer rentas para el sostenimiento del mismo.
Estas misas se realizaban respondiendo a la creencia que la
Iglesia había implantado, según las cuales toda persona iba primero al
Purgatorio, antes de purificar el alma para ascender al Cielo. Según lo
han demostrado los historiadores medievalistas, el Purgatorio no figu-
ra en las Sagradas Escrituras, pues fue inventado por la jerarquía ecle-
siástica en el Medioevo, con el objeto de obtener dinero de los fieles que
estuvieran enfermos y en trance de muerte, para asegurarse oraciones
y misas de la cristiandad con el “loable” fin de intermediar ante Dios y
sus santos por la salvación de sus almas. A mayor dinero entregado a
la Iglesia, mayor cantidad de misas y oraciones por la salvación y mejo-
res oportunidades de librarse de una larga temporada en el Purgatorio.

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De este modo, se consumaba uno de los mejores negocios de la Iglesia


Romana. Volviendo a este ámbito de nuestro estudio, encontramos 67
mujeres que fundaron capellanías en el período que va de 1676 a 1788.
Para cerrar las referencias al mundo eclesiástico, cabe agregar
que las monjas podían ejercer actividades económicas, administrativas
y políticas al interior de los claustros. En general eran mujeres pertene-
cientes al estrato terrateniente y ejercían importantes actividades eco-
nómicas, realizaban transacciones comerciales de alto vuelo, poseían
rentas propias y disponían de ellas con bastante holgura.
Hubo también mujeres pertenecientes a la clase criolla terrate-
niente, que desarrollaron una sensibilidad especial y fundaron obras
pías con dinero de su propio peculio, para beneficiar a hombres y muje-
res de los sectores más desprotegidos o en ocasiones, sólo a las muje-
res. En esa calidad, destacamos a doña Juana Plazaert, activa terrate-
niente y comerciante, pero también mujer inteligente y de gran con-
ciencia social, quien dejó en su testamento un legado consistente en
alhajas, dinero, casas y plantaciones de cacao, para que se fundara en
Guayaquil un monasterio de monjas carmelitas, que se encargara de la
enseñanza de las niñas. Pero al morir doña Juana, en agosto de 1813, el
provisor y vicario capitular del obispado de Cuenca pidió al Rey que
dichos bienes fueran entregados al Seminario de San Ignacio de
Loyola, en Guayaquil, lo cual fue concedido posteriormente, y con esta
injusta acción se atrasó en muchos años la educación de las mujeres en
el puerto de Guayaquil.” 3
La marquesa Francisca Rosalía Rada creó una obra pía en
beneficio de las mujeres de su descendencia. Haciendo uso de su dere-
cho a testar, ella contradijo la tradición que discriminaba a la mujer en
la sucesión del mayorazgo y “utilizando la facultad real de quitar, acre-
centar, corregir, revocar o enmendar el mayorazgo..., decidió gravarlo
anualmente en 2 000 pesos de a 8 reales,...para socorrer a sus nietos y
nietas, prefiriéndose las hembras a los varones y a los miembros más
pobres y las personas más cercanas a los fundadores”.4
Doña Catalina de Bobadilla fundó una obra pía para que al
conjunto de los presos se les diera cada semana siete pesos durante
siete u ocho años. El capital aportado por doña María era de 7.000

3 Testamento de doña Juana María de Plazaert. AGI, Quito, Leg. 391. Citado en Londoño, Jen-
ny, Entre la sumisión y la Resistencia, las mujeres en la Real Audiencia, ob.cit. p.223.
4 VALENCIA, Gladis, ob.cit. p. 118-114.

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pesos y demuestra una conciencia temprana de humanidad a favor de


los presos, que eran maltratados y mantenidos en condiciones de bas-
tante insalubridad, y desempeñando los trabajos más duros y agotado-
res, sin derecho a sueldo y únicamente con una ración de alimento al
día.5
La Marquesa de las Torres fundó una capellanía a favor del
Hospital de la Caridad de Quito, con un capital principal de 3.000
pesos sobre su hacienda de Cochibamba.
6

Otra actividad económica que atrajo la atención femenina fue


la colocación de dinero a censo. En este ámbito, encontramos una lista
de 24 mujeres en el período comprendido entre 1648 y 1786.

ACTIVIDADES LABORALES DE LAS MUJERES


EN LA AUDIENCIA DE QUITO.

Las mujeres de la elite no podían trabajar en cargos públicos ni


remunerados, pero cumplían una serie de tareas administrativas de las
propiedades familiares. En algunos casos, ayudaban en tareas filantró-
picas a los más pobres, acudían a los oficios religiosos y sostenían el
culto y los rituales con esa fuerza espiritual que siempre ha caracteri-
zado a las mujeres y que ha servido -en ocasiones- para que sean utili-
zadas y manejadas por otros, muchas veces en contra de sus propios
intereses y necesidades vitales.
La tajante separación de roles entre hombres y mujeres, en las
familias terratenientes, no va a ser tan nítida en los estratos subalter-
nos, debido a que las mujeres cumplen aquí todo tipo de tareas, aún las
que se consideran demasiado pesadas para que las ejerza una mujer;
por ejemplo, las aguateras que debían cargar pondos inmensos llenos
de agua y las mujeres indígenas que cargaban gigantescos fardos de
verduras y tubérculos a la espalda, para llevar a los mercados.
Es impresionante la amplia gama de oficios que desempeñaron
las mujeres de los sectores plebeyos, las indígenas, esclavas y mujeres
de castas, las mestizas y aún algunas blancas plebeyas; entre ellas tene-
mos lavanderas, cocineras, muchachas de todo servicio, niñeras y amas
de leche, aguateras, tejedoras, pescadoras de chautisa, dulceras, artesa-

5 AHNQ, Fondo Audiencia de Quito, Serie Censos y Capellanías, Caja 17, Exp. 8, Quito, 26 de
enero de 1732, 59 f.
6 Ídem, Caja 52, exp. 3, Quito, 8 de abril de 1786.

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nas, pintoras, ladrilleras, bordadoras, parteras, enfermeras, costureras,


sombrereras, adivinas, curanderas, prostitutas y busconas, estas últi-
mas perseguidas por la Iglesia y la Inquisición.
En nuestro estudio desarrollamos una importante discusión
sobre el trabajo de las mujeres en las mitas mineras y los obrajes. Aun-
que legalmente no estaban obligadas al tributo indígena, podemos de-
mostrar que las mujeres debieron laborar en actividades consideradas
varoniles para ayudar a sus padres o esposos a pagar el tributo indíge-
na. Las mujeres indígenas eran quienes sostenían con sus compañeros,
la producción agrícola, y quienes surtían de todo tipo de verduras,
tubérculos, cereales, frutas y carne de animales menores a los merca-
dos, además de elaborar todo tipo de artesanías utilitarias para el ho-
gar y tejidos para su propia vestimenta. Muchas indígenas laboraban
en las haciendas y casas de sus amos criollos.
Las mujeres esclavas eran encargadas de los trabajos domésti-
cos y de las más arduas labores del campo, en plantaciones como las de
la caña, que pertenecieron en gran parte a los jesuitas. Es conocido que
la Compañía de Jesús tenía varios centros de reproducción de mano de
obra esclava, llamados “pueblos de bámbaros”, varios de ellos en el
Valle del Chota y otro en Tanlahua (San Antonio de Pichincha). De otra
7

parte, cabe agregar que con las esclavas se produjeron todo tipo de
abusos y maltratos, que incluyeron hasta la prostitución obligada por
algunos de sus amos, que actuaban como proxenetas.

LAS ACTIVIDADES MERCANTILES

Una de las actividades económicas más importantes de la


Audiencia de Quito, fue la del comercio, sobre todo en el S.VIII, y en
ese comercio interno y hacia el exterior hubo una importante participa-
ción de mujeres de diversa extracción social, desde criollas hasta muje-
res de castas. La actividad mercantil daba trabajo a una gran cantidad
de hombres y mujeres y por ello, todas las imposiciones económicas
emanadas de las Reformas Borbónicas, crearon reacciones de repudio,
que se expresaron de diversa manera, pero fundamentalmente con pro-
testas públicas, que en algunos casos llegaron a convertirse en verda-
deros levantamientos.

7 Esta última información nos ha sido proporcionada por el historiador eclesiástico Mario
Mullo Sandoval.

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Un sector en el que había desde antiguo una presencia impor-


tante de mujeres era lógicamente en la elaboración y venta de comidas
y de productos de la tierra.
A fines del siglo XVIII y comienzos del XIX, la crisis quiteña
obligó a las mujeres de toda condición a asumir nuevos roles en su vida
cotidiana y uno de los trabajos que más réditos económicos generaba
era el comercio. Personas de la clase terrateniente incursionarán en los
negocios de importación de efectos de Castilla, Perú y Chile, en la cre-
ación de obrajes y en la exportación de textiles a los países vecinos; en-
tre ellas, encontramos también a un importante contingente de muje-
res, que se ubican sobre todo en las grandes ciudades y en las rutas de
comercio. Muchas comerciantes terminan convirtiéndose en personajes
importantes en el ámbito comercial, porque desarrollan un manejo
habilísimo del crédito y del comercio.
Algunas actividades femeninas rompían todos los esquemas
de la sociedad patriarcal, como por ejemplo la producción y venta de
ganado, la destilación y venta de aguardiente, la exportación de casca-
rilla. Otras, como las pulperas, garantizaban la subsistencia de toda la
familia. Pero, ya desde 1642, se encuentran pruebas de que las mujeres
“recatonas y gateras” habían empezado a invadir la esfera comercial,
vendiendo sus productos por fuera de las pulperías.
Entre las tenderas y mercaderas destacamos a María Cevallos,
María Nates, Francisca Chuquitinta (quien poseía una chichería), Fran-
cisca Estrella, Manuela Sandoval y Juana Pérez de Quito, a Francisca
Arias de la Vega (Ambato) y Jacinta Guarniso de la ciudad de Cuenca.
En 1653 apenas existe una mujer pulpera en Guayaquil y antes
de 1687, encontramos solo tres pulperas en la ciudad de Quito; en esa
fecha son cambiadas por otras tres nuevas titulares, pero para 1784
aumenta el número de pulperas y encontramos una lista del Cabildo
con 9 de ellas. Muy útil información sobre ello puede encontrarse en las
Cuentas del factor real Antonio Romero de Tejada. Estamos seguras de
que hubo un mayor número de pulperas en toda la Audiencia, debido
a que en la mayoría de las ocasiones, quien firmaba era el marido o un
hombre de la familia, que aparecía como el administrador oficial.
Para 1689, las regatonas crecieron tanto que los cabildos tuvie-
ron que normar su regulación a través de licencias expedidas para su
desempeño y aranceles sobre los productos que comerciaban. Estas
regatonas vendían en las calles, sobre las aceras. Entre 1776 y 1777 ha-
bía dos registros en los que aparecen 7 y 12 mercaderas, respectivamen-

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te. Una de las cosas que nos llamó la atención fue la repetición, por
demás muy recurrente, de los robos hechos a las mujeres mercaderas,
lo que muestra su vulnerabilidad, que estaba ligada obviamente a dis-
criminaciones de género en la época colonial.
En el levantamiento de Pelileo, en 1780, se distinguieron las
carniceras Rosa Gordona y Teresa Maroto (mulata), y otras mujeres co-
mo: Tomasa Meneses, Manuela Pérez, Gerónima Pozos, Juana Acosta,
Josefa Fernández, Ángela Fiallos, Rosa Acosta y Brígida Alvarado, to-
das mestizas y recatonas.8
Encontramos también que algunas mujeres estaban integradas
a gremios femeninos, como el de las graneras y panaderas, porque no
eran aceptadas en los gremios de oficios artesanales de los varones.
Otro gremio que parece haber crecido bastante y que se hacía
respetar en los mercados era el de las criadoras y expendedoras de ga-
nado. Encontramos ocho en la sierra y una en Guayaquil. Las abastece-
doras de carne fueron mujeres hacendadas y entre ellas encontramos a
la Viuda de Juan Mantilla, D. Mariana de Villacís, D. Jerónima Revelo,
D. Mariana de Granobles, D. Ana de Cepeda, D. Micaela González, D.
Ana Herrera Pacheco, D. Francisca Borja y D. Jacinta Ayala, en la ciu-
dad de Quito y a D. Gertrudis de la Torre, en la ciudad de Guayaquil.
En la provincia de Guayaquil encontramos trece mujeres dedi-
cadas a la explotación del cacao. Fueron ellas: Rufina de Lara (Baba-
hoyo), Francisca Nasacón (de Palenque), D. María Ignacia Ramírez de
Arellano, Josefa Díaz, 9 Maria Carranza (Baba), D. Paula Ramírez, D.
Magdalena de10Uriarte , doña Juana de Plazaert, Jacinta Bajaña, Ger-
trudis Carrillo , y doña Josefa Gómez Moreno (Guayaquil).
En la importación de productos de Castilla, Perú y Chile, inter-
viene apenas un 5% de mujeres. De los cuadros de Alcabalas hicimos
un inventario de 18 mujeres importadoras. Algunas de ellas incursio-
nan también en la exportación de textiles a la Nueva Granada. Entre
1768 y 1776 encontramos a 11 mujeres importadoras de efectos de Cas-
tilla. En 1784, son 9 las comerciantes que ingresan mercaderías. En
1785, son once mujeres, y en 1786, el número de comerciantes mujeres
sube a 14.

8 Autos sobre el alzamiento de Pelileo. En Segundo Moreno Yánez: Sublevaciones indígenas en


la Audiencia de Quito, Desde comienzos del S.XVIII hasta finales de la Colonia, Estudios america-
nistas de Bonn, Bonn, 1976. pps. 254-262.
9 Alcabalas de escrituras y contratos públicos, Guayaquil, año de 1780.
10 AGI, Quito, Leg. 482, Cuentas de Alcabalas de Guayaquil, 1794.

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Entre las más importantes importadoras de efectos de Castilla,


Chile y Perú tenemos a las señoras: Teresa Suárez, Agustina González,
Luisa Cevallos, Antonia Muñoz, Juana Plazaert, María Mercedes de la
Fuente, Juana Barreiro, Leonor Gainza, (de Guaranda), Juana Aguirre,
(de Babahoyo), Feliciana de León, Isabel Romero, Victorina Sosa, Mer-
cedes de Larrea, Agustina González, Xaviera Bermeo, Manuela Tena,
Luisa Araujo, Josefa Lepe, Josefa Araujo, Josefa Espinoza, Narcisa de
León, María Calle Vega, Josefa Salazar, Marcelina Pérez, Mariana Pérez,
Josefa Muriel, Xaviera Peña, María Sánchez, Rosa Coello, Ángela Dis-
quete, María Victorino Losa, María Moreta, María Moncayo, Gregoria
Zambrano, casi todas ellas de la baja nobleza.
Entre las comerciantes de la región serrana que realizaban la
distribución de productos al interior del país, entre 1782 y 1786, encon-
tramos a 36 mujeres de varios lugares de la sierra, como Chimbo, Rio-
bamba, Guano, Ambato y el Oriente, entre las que se destacan por el
volumen de sus cargas, doña Juana Ventura de la Torre y Costales, de
Riobamba, a quien se la conocía más como Juana Costales, y a Juana
Villalba, de Guano, Narcisa Cañizares, de Huigra y Vicenta Santos, de
Pelileo.
En la lista de exportadores de cascarilla de la provincia de Loja
en 1777, tenemos a dos mujeres: Josefa Zabala, quien exportaba 900
arrobas y Magdalena Beltrán y Mora, 158.
La multiplicidad de oficios que desempeñaban las mujeres ple-
beyas y de castas en la colonia, rompe la visión idílica de una sociedad
asentada únicamente en el trabajo de los varones, mientras las féminas
supuestamente se dedicaban a criar a los hijos y a las tareas domésti-
cas, en medio del confort y la tranquilidad del hogar. Esta imagen co-
rresponde sin duda a las familias de la mayor prestancia de la Audien-
cia, que ciertamente contaban con el trabajo servil de varias criadas o
esclavas, pero que constituían un porcentaje muy pequeño de la pobla-
ción total femenina.
La realidad nos muestra, en cambio, a una sociedad colonial
que necesitó y abusó, en muchos casos, de la mano de obra de las muje-
res de todas las edades, como lo observamos en la discusión presenta-
da sobre el tributo indígena y las labores de la mita. La inmensa mayo-
ría de estas mujeres cumplieron sus roles laborales sumados a sus roles
domésticos y maternos, llegando a extenuarse, en muchos casos, tras
los partos continuados y el exceso de trabajo cotidiano, tras la dureza
de las tareas domésticas de entonces y las ínfimas posibilidades de rea-

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L A S M U J E R E S E N L A E C O N O M Í A C O L O N I A L : P R O P I E TA R I A S Y T R A B A J A D O R A S

lización humana que dicha sociedad ofrecía a los más pobres y sobre
todo a las mujeres.
Recordemos que esta era una sociedad patriarcal, que conside-
raba que las mujeres no tenían derecho a los cargos públicos, a la edu-
cación, a las bellas artes, al descanso, a la pereza, al juego, a la diver-
sión, y que eran formadas desde la más tierna infancia para realizar
todas las tareas domésticas requeridas en el hogar, mientras que a los
varones se les asignaba tareas en el ámbito productivo o artesanal. El
duro destino de las mujeres estaba justificado por el concepto de honor
masculino y honra femenina, que se mantuvo como uno de los funda-
mentos de la discriminación y violencia contra la mujer, hasta hace
poco tiempo, en todos los códigos civiles y penales de América Latina.
Como parte de esta concepción, que otorgaba al hombre el do-
minio sobre las mujeres de su familia, la sociedad colonial estaba atra-
vesada por graves problemas de violencia doméstica, la que era mira-
da como algo propio y privativo de cada hogar, de acuerdo a la incon-
mensurable potestad que aquella sociedad colonial otorgaba al pater-
familias. En la documentación de archivo, ella está descrita de manera
muy explícita en la declaración de un hombre que protesta contra su
mujer, quien ha huido llevándose a sus dos hijas, por no soportar el
maltrato del marido.
Dice en el juicio don Joseph Caballero de Ataide:

Que exige la devolución de sus dos hijas, porque le pertenecen, por


tener en ellas como padre legítimo y natural el señorío y derecho de
patria potestad, el cual es en tanto grado que pudiera por necesidad
de hambre empeñarlas y aún matarlas para alimentarme de sus car-
nes en caso que por la necesidad de hambre fuera preciso . 11

La Audiencia de Quito fue un país que a lo largo de varios si-


glos se alimentó de los múltiples y variados trabajos femeninos, de las
innumerables actividades de las mujeres de las etnias oprimidas, de los
estratos sociales subordinados y de mujeres de todas las edades, pues
era común explotar la mano de obra infantil, y de los y las adultos ma-
yores, en trabajos muy superiores a sus capacidades. Con frecuencia
encontramos niñas que sirven desde temprana edad, en las casas de

11 ANHQ, Fondo: Matrimonios, Caja 1, Letra J, No.57, Leg. 4, Fecha 20-9-1700.

309
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

familias terratenientes, o que son criadas de otras niñas, o ayudantes en


tiendas, pulperías, en el trabajo agrícola y en otros negocios y que su-
fren abusos de todo tipo, por parte de sus amos o de otras personas
mayores.
Duras y largas jornadas de trabajo debían afrontar las mujeres
negras, indígenas y mestizas, en general. Debían levantarse cuando el
sol todavía no se asomaba sobre el cielo azul del país quiteño para cum-
plir con sus obligatorias y repetitivas tareas domésticas. Algunas, como
las “marchantas” o mercaderas debían desplazarse a través de los duros
caminos, con todos los peligros que ello entrañaba. Muchas vendedoras
debían cargar a la espalda, a sus criaturas, mientras trabajaban bajo un
sol inclemente o bajo la presión de la lluvia. Al mismo tiempo, las niñas
y niños, aprendían -ni bien iniciada la infancia- sus futuros roles labora-
les, que en aquella época eran casi inamovibles. Y esta visión se contra-
pone brutalmente a la concepción señorial que los españoles colo-
nizadores tenían sobre el trabajo, reservado solo a las personas de baja
condición social y económica, pues el trabajo manual y aún el comercio
eran considerados “oficios viles” y, por tanto, indignos de los nobles.
Esta investigación nos ha servido para ratificar nuestra hipóte-
sis de que las mujeres coloniales tuvieron una importante presencia e
influencia en la vida pública y privada de la sociedad. Las mujeres de
la elite desarrollaron tareas y actividades económicas relacionadas con
sus diversos niveles de propietarias. También tuvieron roles destaca-
dos en las negociaciones que sus familias realizaban en torno a la con-
certación de matrimonios, que a su vez garantizaban la concentración
del poder político y económico.
Así mismo, las mujeres de las diversas razas y etnias muestran
una gran diversidad de actividades de supervivencia y variados nive-
les de creatividad y audacia para incursionar en todo tipo de trabajos.
A pesar de la información recogida en las 300 páginas de nues-
tro libro, este trabajo no alcanza a profundizar en toda su magnitud el
aporte económico de las mujeres a la sociedad colonial, pues las con-
cepciones y prácticas patriarcales de aquella sociedad invisibilizaban
sus actividades laborales, la mayoría, informales y, por supuesto sus
labores domésticas; por tanto, oscurecían su contribución a la econo-
mía colonial, que fue importante e invalorable, sobre todo, en períodos
de crisis, como en los momentos de revoluciones o revueltas. Esto ocu-
rrió, por ejemplo, durante las guerras de Independencia, cuando las

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mujeres debieron asumir roles protagónicos en la administración de


sus propiedades y/o negocios y responder a la tarea de sostener la
supervivencia familiar, mientras al mismo tiempo, participaban con
sus maridos o compañeros de las actividades revolucionarias.
Finalmente, debemos consignar que fueron las mujeres quie-
nes garantizaron, en todo tiempo y lugar, la posibilidad de que los va-
rones accedieran a la educación, a los cargos públicos y políticos, mili-
tares y religiosos, y aún a las actividades privadas. Ellas sostenían so-
bre sus espaldas la inconmensurable actividad doméstica y maternal,
tan despreciada y subvalorada en las sociedades patriarcales, pero tan
necesaria para la subsistencia y supervivencia de la especie y para la
producción y reproducción de la fuerza de trabajo, sin la cual no se sos-
tendría ninguna sociedad.
Ese tiempo que millares de mujeres dieron a las actividades
domésticas, a la elaboración de alimentos, a la crianza y educación de
los hijos e hijas, a la atención de hombres y mujeres ancianos, enfermos
y discapacitados, etc, y desde luego, los cerrados roles impuestos por
la cultura patriarcal, les robaron a las mujeres, sobre todo a las más po-
bres, la posibilidad de educarse y prepararse para otros oficios y me-
nesteres, de participar masivamente en el desarrollo de las ciencias, en
la política, en las actividades productivas de mayor valor económico, y
en la cultura.
Todo eso es parte de la inmensa deuda social que las socieda-
des patriarcales adquirieron con el género femenino y es la sustenta-
ción de los actuales mecanismos de discriminación positiva que las
mujeres reclamamos, con la finalidad de acortar las terribles distancias
en el desarrollo de hombres y mujeres, para construir por fin, una
sociedad equitativa, justa, solidaria e incluyente.

311
BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS
ESPINOZA COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Dr. Juan Cordero Íñiguez

La sesión de incorporación que se cumple el día de hoy, tiene


una singularidad: es la primera que se realiza en la ciudad hernana de
Azogues, dentro de un ambiente de pujanza cultural dinamizada por
el Núcleo del Cañar de la Casa de la Cultura. Es el segundo cañarense
que se incorpora a la Academia en nuestra gestión, uniendo su nombre
al del distinguido geógrafo, historiador y docente Dr. Gustavo Reinoso
Hermida.
Bolívar Cárdenas brilla por su currículo de intelectual esforza-
do, que llega a robustecer a una institución casi centenaria, nacida bajo
los auspicios de quien sigue siendo el mayor de nuestros historiadores,
monseñor Federico González Suárez. Nos sentimos honrados por su
ingreso y por su testimonio callado, constante, abnegado y de perma-
nente superación, como deduciremos, de su síntesis biográfica que
anotamos a continuación.
Es una persona que tiene una honrosa labor cumplida, pero
que aún mira el futuro como un tiempo propicio para seguir en esa be-
lla tarea de ser vasos comunicantes que reciben de la investigación una
permanente savia nueva, la procesan en la necesaria sistematización
que debe hacer un historiador y la entregan en sustanciosos libros que
justifican plenamente un esfuerzo vital.
Quienes nos hallamos cerca de las siete décadas, podemos de-
cir que la vida pasa con rapidez, como todo lo humano, pero que la his-
toria continúa y que hay cultores de la talla de Bolívar Cárdenas, que
garantizan la continuidad de una fundamental tarea, la de entregar al
futuro importantes obras de historia basadas en la investigación, sobre
lo ocurrido en el pasado, con la intención de robustecer más la identi-
dad nacional.
Teodoro Bolívar Cárdenas Espinoza nació en un rincón orien-
tal de la provincia del Cañar, en Pindilig el 21 de junio de 1954, así que
dentro de pocos días cumplirá sus primeros cincuenta y cuatro años,
como diría su coprovinciano Andrés F. Córdova.

312
BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA

Hoy, con los adelantos de la ciencia, se le puede calificar de


joven y esto es bueno, porque si sigue con la dinámica que ha impuesto
a su vida, su obra cultural puede acrecentarse enormemente.
Su formación en su lugar natal, en Azogues y en Cuenca le die-
ron los títulos de contador público y de ingeniero comercial. Son carre-
ras que se escogen pensando en ganar dignamente el pan de cada día,
aunque la vida vaya abriendo nuevos caminos. Jorge Dávila Vázquez,
nuestro gran escritor, también estudió para contador. Buen presen-
timiento porque uno y otro son actualmente buenos contadores de rela-
tos o de historias.
Esos caminos le llevaron a Bolívar Cárdenas a ejercer un sin-
número de actividades: un tiempo fue fotógrafo, en otro se dedicó a
visitar a los médicos, ofreciendo productos farmacéuticos o a adminis-
trar una mueblería. En el sector público ha trabajado para su Pindilig
como vocal de la Junta parroquial, en INECEL y ahora lo hace para el
Consejo Provincial -hoy se dice gobierno provincial- del Cañar.
Su interés por capacitarse es aún algo que le ocupa constante-
mente, lo que significa que aspira a ser mejor en sus labores cotidianas
de funcionario público y en su actividad cultural, multifacético, que
cubre la investigación histórica, la creación literaria en relato y poesía
y hasta el dibujo y la pintura.
Revisemos algo de su ya dilatada carrera intelectual: miembro
de la Casa de la Cultura, dentro de la que ha ejercido por un período la
secretaría ejecutiva, así como la dirección de su imprenta denominada
José María Arce. Como periodista ha fundado y dirigido la revista Pu-
cara y el periódico Vanguardia Provincial y ha escrito artículos de fondo,
sobre todo de temas históricos en los semanarios antes nombrados y en
Panorama, El Heraldo y en varias revistas.
Como un devoto caminante de la región y con la virtud de un
gran observador, ha localizado numerosos testimonios arqueológicos
en Huallohuzho y Párig de Guachapala, en Pirincay alto de Paute, en
Shircay de Taday, en San Antonio de Paguancay, entre otros. Corres-
ponden a lugares de ocupación humana, a petroglifos y a sectores de la
variada vialidad incaica.
Sobre estos descubrimientos, Bolívar pide una profundización
que deben hacerla los especialistas, quienes tienen que contar con su
apoyo inicial y final, pues aunque Ud. diga que no es un arqueólogo de
formación académica, sí lo es de vocación, como lo han sido las mayo-
res figuras de nuestra historia arqueológica, desde González Suárez,

313
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Jacinto Jijón o Emilio Estrada y más cercanamente Olaf Holm o Hernán


Crespo Toral.
El historiador tiene conciencia del valor de las técnicas de un
buen investigador de campo y de todo el largo trabajo de laboratorio,
hasta la emisión de los informes preliminares y finales, pero también
sabe que la arqueología es una ciencia auxiliar y que todo tiene que ser
registrado por los historiadores, con una visión integradora e interpre-
tativa. Y esto es ahora más importante pues, con una legítima amplia-
ción extensiva del término cultura, se ha desterrado del lenguaje de los
especialistas la palabra prehistoria.
Pide Ud. y con razón que sean las instituciones públicas y cul-
turales las que trabajen con decisión para conservar y preservar nues-
tro más preciado patrimonio, pero no deje de insistir como lo ha hecho
hasta ahora, con algunos gobiemos locales, para que financien su resca-
te, aunque sea sólo con miras turísticas. No olvide que los mayores lo-
gros se consiguen con constancia.
Sus descubrimientos los calificamos de trascendentales y si es
necesario, cuente con el apoyo de nuestra Institución, la Academia, que
desde hoy también es la suya. No diremos nada más sobre el particu-
lar, porque por nuestra sugestión, Bolívar nos contará todo, con finos
detalles, en su discurso de incorporación a la Academia.
Su producción bibliográfica ya es significativa, tanto por lo que
ha escrito para revistas como en libros, debidamente sistematizados.
Citemos algunos títulos: El valor de nuestra mina de Pilzhún, El sitio donde
nació José Peralta, Historias de Biblián, Chuquipata, Taday, Manuel J. Calle
y Paccha, dentro de los publicados en revistas o folletos; y, en libros, los
dedicados a la historia de Pindilig, a las toponimias cañaris, a sus
numerosos caciques, con una primera edición agotada y con otra, nota-
blemente ampliada que se hará en este año en la Casa de la Cultura,
Núcleo del Azuay, con un registro que ha duplicado el número de
caciques, pues llega a los quinientos cincuenta.
De Azogues ha hecho un importante descubrimiento: el del
año de su primera cantonización, hecho ocurrido en 1822 y sobre esta
misma ciudad está trabajando en una voluminosa historia republicana.
Trabajo minucioso, constante y de suma utilidad es su última
publicación, que hoy entrará en circulación, en la segunda parte de
este programa. Reunir 2850 entradas con fechas, lugares y personas de
la región austral del Ecuador es una contribución más que estará al

314
BIENVENIDA AL INGENIERO BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA

alcance de especialistas y del público en general, y estamos seguros


que será un libro de consulta cotidiana de profesores y estudiantes.
Ud. ha entrado en un campo dificil, el de recopilar el vocabu-
lario cañari, una lengua que se hablaba hasta fines del siglo XVI, según
los informantes que cumplieron con la orden de la corona española,
ejecutada por disposición del corregidor de Cuenca Antonio Bello
Gayoso, entre 1582 y 1584, publicada por Marcos Jiménez de la Espada
en el siglo XIX en sus famosas Relaciones Geográficas de Indias, así como
por el dato histórico que consta en las Constituciones Sinodales de 1594.
Con seguridad Ud. acrecentará los trabajos ya realizados por Octavio
Cordero Palacios, Jacinto Jijón y Caamaño, Aquiles Pérez y unos pocos
más. Pronto veremos un gran acopio de toponimias, fitonimas, zoon-
imias y antroponimias de las dos provincias hermanas y de sectores
aledaños que ocuparon desde tiempos remotos los famosos cañaris,
fundadores de nuestro mestizaje, cuya identidad fue bien preservada
en el Perú hasta el siglo XVIII, a donde fueron desplazados como miti-
maes y que la mantienen en nuestro territorio hasta nuestros días.
Bolívar: Su pueblo y las antiguas provincias azuayas tienen en
Ud. a un historiador y a un hombre de cultura. Está atrapado por estos
sublimes valores humanos y de ellos no saldrá jamás.
Cumpliendo con los estatutos y reglamentos de la Academia,
como miembro de Número de la misma, con nuestro Director que pre-
side esta sesión, le damos la bienvenida, a la que se une la complacen-
cia y la felicitación del amigo.

Azogues, 6 de junio del 2008.

315
NUEVOS DESCUBRIMIENTOS
ARQUEOLÓGICOS EN EL AZUAY*

Bolívar Cárdenas Espinoza

Como los grandes ríos que nacen en un pequeño espejo de


agua, cuya límpida vertiente emerge de las entrañas de algún cerro
eterno; así, por la motivación de un promotor comunitario, a que se
escribiera la biografía de nuestro pueblo, nació en nosotros la inclina-
ción por la investigación de la historia:
“Pidamos a alguien, para que nos escriba la historia del pueblo”,
había expuesto este impulsor; iniciativa que sembró en nosotros, el
firme propósito de correr con este encargo por cuenta propia: “Quién
más para saber la vida de una madre, que su propio hijo”, había comentado
para mis adentros, ese día de la propuesta; y nos pusimos manos a la
obra: indagando a los que habían borroneado algo sobre el pueblo; ave-
riguando a los ancianos del lugar -que son la historia viviente-, para
que nos relataran apelando a lo que sus precarias memorias podían ha-
ber guardado sobre los acontecimientos de antaño vividos por ellos, o
conocidos por tradición oral, mediante el testimonio de sus mayores;
ubicando las crónicas oficiales, que según algunos, existían sobre la
materia; buscando la bibliografía relacionada; y así, escudriñando
pacientemente en los archivos, tantos y tantos datos valederos que fui-
mos encontrando, y que a nuestro juicio, calzaban bien a nuestro pro-
pósito, y así nació nuestra primera obra: “PINDILIG-Historia y Alma”,
de 490 pp., cuya publicación recibió el inmediato auspicio de la I.
Municipalidad de Azogues y de la Casa de la Cultura Núcleo del Ca-
ñar; proyecto académico que nos ha brindado más de una satisfacción;
pues nuestro primer vástago cultural, nos ha abierto las puertas para
que entráramos en un mundo del cual, no deseamos salir jamás: La
Cultura.

* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de


Historia del Ecuador. Azogues, Teatro Jaime Roldós Aguilera. 6/VI/28

316
N U E V O S D E S C U B R I M I E N TO S A R Q U E O L Ó G I C O S E N E L A Z U AY

“No hay primera sin segunda dijo Pincho Kalandraque, y aquí está”,
y vino el segundo Libro: Toponimias cañaris y apuntes para la Historia de
Taday, que se publicó, así mismo, con el auspicio del H. Consejo Pro-
vincial del Cañar, en la actual administración.
Donde comen dos, comen tres: Cuando avanzaba la investiga-
ción sobre Pindilig, nos preocupamos en aquellos días, de que en los
legajos de documentos que día a día íbamos acopiando, fueran acumu-
lándose también datos sobre Taday. Es que las dos parroquias vecinas,
son dos pueblos, cuyas historias, están íntimamente ligadas y vincula-
das entre sí. Orígenes milenarios, crónicas antiguas, costumbres ances-
trales, y eternas tradiciones, les son francamente comunes a las dos.
A estas alturas, ya nos habíamos contagiado del gusto por la
investigación documental, por lo que nuestra mente se propuso conce-
bir un tercer libro: Caciques Cañaris que gracias a un mecenas de la cul-
tura, como el Dr. Eduardo Crespo, vio la luz de inmediato en los talle-
res de este Núcleo. El “IV Encuentro de Historia y Arqueología”, fue
el marco para su lanzamiento; libro que contiene la mención y sem-
blanzas de 331 caciques de la región cañari. Esta tercera obra me ha
brindado igualmente complacencias. Como anécdota hemos de referir
que en la Feria del Libro llevada a cabo el año anterior en la ciudad de
Guayaquil, había resultado ser la obra más solicitada para su adquisi-
ción. Esto quizá fue el acicate para que nos hayamos propuesto profun-
dizarlo; y basándonos en una magistral investigación documental del
académico francés Dr. Jaques Poloni Simmard, alcanzamos a enrique-
cer a “Caciques Cañaris”-para una segunda edición-, con el registro y
trayectorias de 513 personajes, y cuya publicación, hemos solicitado
corra ahora a cargo de la Casa de la Cultura Núcleo del Azuay.
Y parecía que ahí iba a detenerse el empeño de escribir libros,
pero resolvimos involucrarnos en una minuciosa y extensa investiga-
ción, para escribir las crónicas no contadas ni conocidas todavía del
Azogues Republicano. Y precisamente en esta labor nos hallábamos el
año anterior, en mi período vacacional, cuando surgió el material para
la cuarta publicación: Reescribiendo la Historia, que sustancialmente
contiene la revelación de la existencia de una primera cantonización de
Azogues, en un año distinto al que se conoce oficialmente (1825); es
decir tres años antes; esto es en 1822; asunto que ya lo hubimos expli-
cado debidamente en la revelación del proyecto y en el lanzamiento de
la obra.

317
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Por demás está decirles que, agradecidos con la vida que nos
ha concedido estas brillantes posibilidades de escribir la historia de
nuestra comarca regional, un día de esos, nos propusimos a juntar los
más importantes datos históricos, los documentos más buscados; las
referencias inéditas; las citas bibliográficas históricas, y las categorías
no reveladas: así como a las mujeres y hombres que han hecho historia
en nuestro terruño austral, para que surja de este modo la quinta publi-
cación: Diccionario Enciclopédico de Historia Regional, que en esta noche,
luego de breves momentos, pasará al regazo y calor de vuestras manos
generosas, y al refugio de sus mentes talentosas.
Concomitante y paralelamente al trabajo de estos cinco li-
bros…, como aquellas plántulas que en cuanto germinan, inmediatas
a su costado, se ven brotar otras plantitas que aparecen para competir
con la mayor en su crecimiento; asi, otros temas hemos ido concibien-
do simultáneamente, cuyos manuscritos se encuentran ya en imprenta
como: La Mujer Ejemplo de Valor Humano, Cuentos Campesinos y, hallán-
dose en camino; en plena gestación como les he referido: Un Sueño
Inalcanzable; Azogues Republicano; Vocabulario Cañari; y Paccha, un pueblo
con historia.
Estos son los trabajos que les participamos a ustedes, y que
hasta el momento se han concretado en libros. Cuánto no daríamos
ahora por escribir también sobre arqueología: Pues esta técnica, auxi-
liar de la historia, no es nuestra especialidad, pero hemos de confesar-
les, que nos sentimos sumamente inclinados por saber y entender de
todas las bondades que esta disciplina contiene.
Pero a pesar de no ser conocedores autorizados de esta mate-
ria, la vida nos ha deparado la propicia oportunidad de constatar y
descubrir, desde el punto de vista de su intrínseco valor cultural, varios
espacios arqueológicos de un valor sorprendente.
Hemos de coincidir con vosotros, que en algunas ocasiones, en
los grandes descubrimientos, se han visto involucrados varios factores
como: la curiosidad, la experimentación, la búsqueda de una explicación
a un fenómeno, y en otras, hasta la casualidad. En nuestro caso, esta últi-
ma, en forma afortunada, viene siendo nuestra aliada frecuente:
Desde que hace ya unos diez años, llegamos a ubicar el punto
exacto de la existencia de un petroglifo en Pindilig, seguimos en la bús-
queda de más evidencias culturales en esta zona básicamente, mante-
niendo la costumbre de caminar observando el talud de los caminos

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N U E V O S D E S C U B R I M I E N TO S A R Q U E O L Ó G I C O S E N E L A Z U AY

recién abiertos con máquina, para divisar e identificar evidencias de


antiguos asentamientos. Hemos de referir que en lo que concierne a
Pindilig concretamente, a más del petroglifo conocido como “Chirino”,
nuestro pueblo se precia de tener la gran fortaleza cañari-inca, conoci-
da precisamente como Pucará, que muy poco o casi ningún interés
muestran los entendidos en esta clase de monumentos; así como un
corto tramo de una ruta precolombina. Decía que la costumbre de ir
mirando las pendientes de los senderos, nos ha dado buenos resulta-
dos. Pues buena parte de los fragmentos cerámicos existentes en el
museo del pueblo, provienen precisamente de esta búsqueda particu-
lar. Por ello es que en los desplazamientos que realizamos frecuente-
mente, por diferentes sectores, procuramos en mantener esta práctica,
que en parte nos ha sido útil en el hallazgo de algunos sitios cultura-
les todavía inéditos.
En esta parte, hemos de comenzar refiriéndoles que, en las fre-
cuentes visitas que hacemos con la familia por más de 30 años a Paute,
en una ocasión, mientras nos extasiábamos del paisaje circundante,
pudimos apreciar en un rastrojo despejado, una profusa cantidad de
fragmentos de restos cerámicos esparcidos en el suelo. Nos interesa-
mos en su observación. Recogimos algunas muestras, e intuyendo que
podría tratarse de un espacio cultural mayor, a la semana siguiente,
volvimos a este lugar. Efectivamente unos pocos metros más allá, a un
costado existe un área con unos muros, que a simple vista parece tra-
tarse de un terraceo de cultivo cañari. Esta interesante superficie, se
halla apenas a 1 Km de Paute, en el punto conocido como Pirincay
Alto. Este ámbito es un conjunto formado por seis muros longitudina-
les de unos 50 m en promedio y unos tres transversales de 15 m de lon-
gitud. La estructura, la conformación de las piedras y su funcionalidad,
se asemejan a los muros del Zhin de Taday, a los de Llaver en Chor-
deleg y a los de Párig de Guachapala; con el aditamento de que una de
las terrazas, contiene alrededor de siete petroglifos. En la parte supe-
rior de este terraceado, pasando la vía que conduce a un punto que se
conoce como Marco Loma, existe el tramo de unos 58 m de un sendero
muy antiguo, que podría ser inca. La arqueóloga Karen Olsen Bruhns,
por 1984, realizó una investigación científica de lo que hoy conocemos
como la Cultura Pirincay, estudio de campo que lo situó un poco más
abajo; lo que nos extraña es que no haya realizado una prospección
periférica al lugar de su estudio, porque en su informe no se menciona
siquiera estas evidencias.

319
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Sobre este hallazgo hemos propuesto al Municipio de Paute,


para que dedicara esfuerzos en esta línea, para lo cual hemos hecho la
entrega -en el acto de lanzamiento del principal libro de Historia de
Paute, escrito por Víctor Hugo Cobos, a cuya obra dedicamos nuestros
mejores esfuerzos-, entregamos digo, un perfil de procedimientos para
que la municipalidad pauteña se preocupara de rehabilitar este empla-
zamiento cultural de gran valor histórico.
En otra ocasión, vistamos Quingeo, que a decir de Vicente Mo-
reno Mora, es la cuna que meció los primeros días del gran Remigio
Crespo Toral; en este pintoresco y llamativo pueblo, en la parte poste-
rior de la plaza central, a unos pocos metros de su iglesia, ubicamos
la existencia de un buen tramo de un camino inca. Al terminar el reco-
rrido, existen unas construcciones de piedra, que viene a ser una espe-
cie de basamento de vivienda precolombina. Probablemente pueda tra-
tarse de un sostén que reforzaba un refugio de un chasqui.
Con ocasión de un paseo familiar a un sitio que actualmente es
conocido como Huallo Huzho, hicimos otro hallazgo maravilloso:
Mientras el resto de integrantes se dedicó a los menesteres del
esparcimiento, nos pusimos a transitar por los alrededores, porque nos
llamaron la tención la existencia de unos muros muy cerca del lugar
donde nos habíamos acomodado para pasar el día. En eso se acercó un
familiar político, que hacía de anfitrión, un tanto inquieto por nuestra
detenida observación de aquellos paredones.
“Bolívar –me dijo-, veo que a usted le gusta estos cercados. Le
propongo algo, caminemos un poco hacia aquella loma. Llegamos a la
cuchilla y le indico lo que hay arriba. Luego de ver todo, me comenta”.
Así procedimos; avanzamos cuesta arriba por una ladera des-
pejada de chaparros. Llegamos a la cabecera y desde aquella eminen-
cia, en un campo abierto encontramos asentada una estructura de pie-
dra. A la primera estancia sólo le falta el cobijo superior. La edificación
a simple vista se ve que está compuesta de dos ambientes. El primero
tiene un área 3 x 2.90 m con una hornacina en la pared izquierda. El
cuarto exterior es de menor espacio pero está destruido. Las paredes
tienen una altura de 2.50 m. y un espesor de 65 cm. Esta edificación
se encuentra en buen estado; no ha sufrido ventajosamente deterioro
mayor por el transcurso del tiempo, ni por acciones desaprensivas.
Impresionados de este vestigio, bajamos por esta franja cuesta abajo
por entre los chaparros, apreciando otras tres estructuras de piedra, de

320
N U E V O S D E S C U B R I M I E N TO S A R Q U E O L Ó G I C O S E N E L A Z U AY

igual conformación; aunque se hallan un tanto deterioradas, sin em-


bargo conservan todavía su monumentalidad. Toda el área contiene
por lo menos unas seis casas de piedra. A más de la primera, que se
halla arriba en la cabecera, el resto de viviendas se encuentran escondi-
das entre los chaparros de la hoyada, excepto dos más que están en la
parte baja, es decir en la explanada de los sembríos, haciendo de base
a unas casas republicanas de bahareque, cuyos propietarios hace años,
a estas construcciones las habían destinado para corrales de ovejas o de
cerdos; pero estas estructuras, igualmente se hallan en buen estado. A
más de estas edificaciones de piedra que se encuentran esparcidas a lo
largo de la hondonada, existen pozos de agua con revestimientos de
piedra. Existen también, varios muros transversales que podrían ser
basamentos de vivienda; y otros tantos basamentos de terrazas de cul-
tivo. Al centro de la hondonada existe un muro transversal de unos 150
m de largo, que en ciertos tramos, se halla oculto entre el manto arbus-
tivo. En la parte inferior, es decir en la demarcación contigua a la zona
de cultivos, existe un terreno plano con muros circundantes; y muy
cerca de éste, una ruta inca flanqueada de muros, en una extensión de
unos 700 m. Entre los chaparros de la hondonada hay unas dos o tres
cuevas formadas por inmensas rocas, una de ellas es una cueva pare-
cida a la de Chobshi, con unas evidencias que desearíamos que única-
mente los científicos lo estudiaran. Todo esto en una superficie aproxi-
mada de unas 15 hectáreas. El día de la visita, lamentablemente estuvi-
mos desprovistos de cámaras, por lo que únicamente valiéndonos de
unos precarios dibujos que realizamos en un papelito de bolsillo, acu-
dimos donde el alcalde Guachapala, Lcdo. Bolívar Castillo, le platica-
mos en detalle el hecho y conseguimos que se interesara del hallazgo.
Días después, el Lcdo. Castillo organizó una visita al sitio con el Di-
rector de Patrimonio Cultural de ese entonces, Dr. Mario Garzón Es-
pinoza, acompañado de una experta de Patrimonio y varios funciona-
rios del Municipio de Guachapala. Yo le había referido al alcalde, días
antes, que este paraje contenía, a mi criterio, tanta evidencia cultural,
que bien podría convertirse, en el más grande del Azuay y en el segun-
do de la región, después de Ingapirca; ponderación que en el día de la
observación fue ratificada por el Dr. Garzón.
Últimamente hicimos una tercera visita al sitio, pero ya provis-
tos de una cámara con la que hemos documentado en video, todos los ele-
mentos arqueológicos que este espacio maravilloso e inédito, contiene.

321
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

El mismo familiar de este relato, al siguiente año nos invitó a


pasar el día en su propiedad con motivo de su cumpleaños. La quinta
de Rafael Villalta se encuentra en el otro costado de la aldea que les
acabamos de referir. Como hemos descrito en el ámbito anterior, igual-
mente rodeando a la estancia, existen varios muros precolombinos de
espléndida imagen. No pudimos resistir la tentación de observarlos de
cerca y recorrerlos pacientemente en toda su extensión. Dejando al
resto en el disfrute de la fiesta, caminamos por toda el área siguiendo
los paredones de piedra, que son extensos, altos y bien consolidados. A
más de estos basamentos, existe en la mitad de esta gran demarcación,
un impresionante ingañan. Desde la vía carrozable que conduce a Pá-
rig, arranca este camino inca que tiene en todo su recorrido muros a los
costados, de 2 m de alto con calzada de piedra. En un punto del sen-
dero existe una huanca que según Cieza de León, señalaría la longitud
de la media legua del recorrido entre cada tramo de los chasquis. Este
ingañan ha de tener una longitud aproximada de unos dos kilómetros.
Una semana antes del pasado carnaval, visitamos de nuevo el lugar
con el Dr. Tito Astudillo, cronista semanal de reportajes culturales, de
El Mercurio, para que observara y publicara sobre la existencia de estas
evidencias tangibles, complejo que luego de visitarlo y fotografiarlo,
cubrió las expectativas que le habíamos generado. La urgencia y cla-
mor para que lo viera, “estuvieron plenamente justificados de nuestra
parte”-dijo cuando regresábamos.
Últimamente y de nuevo guiados por el mismo Rafael Villalta
y otro lugareño conocedor de estos espacios, visitamos otro sector de
Párig. En una mañana de sol pudimos observar, apreciar y filmar el
más grande espacio arqueológico que se pueda imaginar que existe en
esta parte del Azuay. Hay, por lo menos, unos 200 basamentos de
vivienda y de terraceo de cultivo, incluyendo paredes y estructuras
cañaris completas. Agregando que en lo que respecta al recorrido del
camino inca, que asomando sus vestigios unos dos kilómetros más aba-
jo, esta pasarela precolombina, se pierde en la cumbre de un mítico
peñasco, ocultándose sus evidencias en el espeso manto arbustivo, mo-
rada eterna de los espíritus del cerro: el tayta urcu y la mama huaca;
entidades fantásticas e imaginarias, que a decir y creencia de la gente,
protegen a la mama rrumi, es decir a la madre de todas las piedras y
rocas existentes en la cumbre.
El 13 de junio del 2003, en compañía del Dr. Trosky Serrano;

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N U E V O S D E S C U B R I M I E N TO S A R Q U E O L Ó G I C O S E N E L A Z U AY

Arq. Marco Velecela y el Dr. Ezequiel Cárdenas, realizamos una visita


a la parroquia de San Antonio de Paguancay, para conocer el sitio exac-
to donde estuvo la casa en la que nació el Dr. José Peralta. El punto se
llama El Socorro ubicado en plena selva, perteneciente a Chaupiyunga
Bajo de la p. San Antonio, que antes perteneció a la jurisdicción de Gua-
lleturo. Al regreso por la tarde, y mientras descansábamos en una tien-
da de la plaza central del pueblo, entre los integrantes de la romería
cultural nos pusimos a la inevitable charla sobre cultura: Historia, pe-
troglifos, tradiciones, leyendas, mitos, fueron los temas que íbamos
abordando de tranco en tranco en la amena tertulia. Mientras tanto,
entre anécdotas y ocurrencias, unas damas lugareñas -dos de las cuales
apenas me parecieron conocidas, porque habían sido vocales de la
Junta Parroquial-, sin que advirtiéramos mayormente, habían estado
escuchando nuestra conversación, interesándose particularmente, en el
tema de las piedras con inscripciones.
“Señores disculpen –dijeron en un momento de esos-, sin que-
rer estuvimos oyendo lo que estaban conversando sobre las piedras
con churucos. Nosotros tenemos visto una piedra grande aca abajo.
Está que conozcan, acá abajito, nomás está. ¿Quieren ver? Nosotras les
podemos llevar”.
Interesados de inmediato por la inédita referencia, Trosky,
Marco y el que escribe estas líneas, nos dejamos guiar por las dos seño-
ras, a las que se unió una tercera, y las tres parejas seguimos un sende-
ro angosto que nos fue adentrando en la espesa montaña. De un mo-
mento a otro los seis nos sentimos perdidos. Las guías, se olvidaron de
la ubicación exacta de la piedra. De pronto, alguien del grupo dijo. ¿No
es esto?. Efectivamente como por arte de magia de entre el espeso cha-
parro que nos cubría, se dejó ver un claro del bosque y ante nosotros se
reveló la imagen impresionante de un petroglifo inmenso. Esta piedra
es una mole muy grande; vertical como pared de una casa, de unos
tres metros de alto, y con unas líneas muy sugestivas, que nos cortó el
aliento a todos. El diseño es particular. Se asemeja a las ilustraciones
grabadas en los frisos de los castillos y pirámides de Yucatán. Esta reli-
quia cultural se halla a tan sólo cinco minutos de la plaza central de San
Antonio de Paguancay, en la provincia del Cañar.
Con motivo de la recolección de datos preliminares para la for-
mulación de un proyecto de desarrollo comunitario que el diseñador
Marcelo Parra Segovia, que pretendía presentar al Consejo Provincial

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

del Cañar, en beneficio de las parroquias orientales, que ahora dispo-


nen de una vía de primer orden, acompañamos a Marcelo en un reco-
rrido, por esta ruta, explicando y describiendo minuciosamente todos
los puntos de importancia histórica que tiene esta zona oriental del
Cañar. Estos datos le eran indispensables al proponente para la funda-
mentación teórica del proyecto. Al pasar por la recta de Chanín, Mar-
celo se inquietó por una entrada que existe a un costado izquierdo: “Es
la entrada a la comunidad de Queseras y a las minas de Pilzhun” -
dije.“Debemos conocer” –propuso- y nos adentramos al sitio. Mientras
buscábamos dónde parquear el vehículo, muy cerca de los boquerones,
pasó saludándonos un extranjero ya entrado en años. Se nos acercó y
preguntó nuestra identidad y la razón de la visita. Nos identificamos,
le explicamos nuestro trabajo y empezamos la tertulia. Lo primero que
hicimos fue indicarle la entrada correspondiente a la palabra “Pil-
zhun”, del machote del Diccionario de Historia que estábamos traba-
jando. En las últimas líneas de al entrada dice “…por las muestras ana-
lizadas, se comprobó que las minas de Pilzhun eran tan ricas o más que
las minas de plata de Perú y Bolivia. Por los años 50s’y 60s’ explotaron
también las compañías “Bunquer Gil” y el señor Joseph Ramsey…
etc.etc”
“Ese soy yo” -dijo el gringo-. “¿De dónde sacaste esos datos?”.
“Son confidenciales muchos de ellos”. “Investigando, investigando”
–contesté-. Bueno más tranquilos todos, continuamos la conversación
con el señor Ramsey. “Bueno ya entiendo lo que buscan y en lo que tra-
bajan. –dijo-, entonces voy a contarles algo que a lo mejor les va a inte-
resar: Yo estoy aquí por más de 60 años y muchas cosas les puedo
narrar”.
“Resulta que hace unos diez años más o menos, visité un poco
más al norte un lugar donde vive gente casi primitiva. Es un poco
lejos”. ¿Podría ser Guangras? -le interrumpí-.
“No, está mucho más al norte. No te podría decir si está en el
límite entre Cañar y Chimborazo; pero lo interesante el caso es que hay
unas dos lagunas que están rodeadas de unos muros de piedra. Cada
una de ellas, recuerdo que tienen unos canales de agua que se comuni-
can entre si”.
Podrían ser acaso las lagunas de Osogoche –le interrumpi-
mos–. “Por esa zona están, pero no son esas, sí las conozco. Son más
pequeñas. Yo me fui en compañía de un joven. Nos fuimos para explo-

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N U E V O S D E S C U B R I M I E N TO S A R Q U E O L Ó G I C O S E N E L A Z U AY

rar otras zonas de minas. Bueno cuando estábamos viendo las lagunas
con los muros, el chico que me acompañaba, cayó accidentalmente en
el agua y sacó algo… un objeto… como una vasija. Salió de la laguna y
así mojado corrió y nunca más le volví a ver.”
Luego el señor Ramsey un tanto emocionado agregó: “Un poco
más abajo de estas lagunas; unos doscientos metros podrían ser más o
menos, y siéntese para que o se caigan -dijo sonriendo-, existen unas
¡doscientas casas de piedra intactas! ¡Es una ciudad completa! Escú-
chenme amigos, ¡una ciudad completa! Que sea inca o cañari; que esté
en Cañar o Chimborazo, tampoco puedo decir. Eso ustedes podrían
verificarlo.” Al solicitarle que nos revelara el señor Ramsey sobre la
ubicación exacta de esta metrópoli arqueológica, dijo no recordar, pero
que se ponía a las órdenes de nosotros, para acompañarnos como guía
en el momento que nos decidiéramos. Se mostró muy solícito en esto.
Cuando semanas atrás dialogábamos de todo esto con el Dr.
Juan Cordero, él opinó que debería trabajarse, hasta dar con esta mara-
villa. “El Cañar muy bien podría convertirse en el poseedor y protago-
nista del descubrimiento de un segundo Macchu Picchu en América”
–dijo-.
He ahí, estimados presentes, damas y caballeros, amantes de la
cultura; aquí está el material para trabajar por el mejor conocimiento
del pasado de nuestra región. Aquí están las fuentes generadoras de
empleo de lo que tanto se habla. No hay mucho que hacer ni invertir.
Sólo un firme deseo por batallar en esto. Con nuestra voluntad pode-
mos convertir a esta parte de la patria, en una de las regiones de mayor
atracción turística, básicamente cultural y que tanto mueve ahora a
propios y extraños.
Antes de terminar quiero expresar mi sentimiento sincero de
gratitud, a la Academia Nacional de Historia, por haberme concedido
este enorme privilegio, de ser miembro de tan alta escuela de investi-
gación. Gracias al Dr. Juan Cordero Iñiguez por su invitación inicial;
me siento sumamente honrado por todo esto. Quizá ahora en el seno
de esta organización de tanto prestigio académico, se alcance a articu-
lar acciones que se encaminen a la formulación de proyectos arqueoló-
gicos que pongan en valor, tantos espacios culturales que tenemos en
nuestro medio, como los que les he descrito hoy.
Finalmente agradecemos rendidamente a la Casa de la Cultura
Núcleo del Cañar, en la persona de su digno Presidente Dr. Eduardo

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Crespo Román, que nos ha acogido con tanto afecto. Gracias a los fun-
cionarios y empleados de esta entidad, por todo su aporte y coopera-
ción en este significativo acto. Gracias a todos ustedes damas y caballe-
ros, que han tenido la bondad, la gentileza de venir a acompañarnos.
Nos sentimos realmente halagados por habernos permitido hacer pú-
blicas nuestras experiencias culturales.

326
BIENVENIDA AL DR. FAUSTO PALACIOS
COMO MIEMBRO CORRESPONDIENTE DE LA
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Plutarco Naranjo

El Dr. Fausto Palacios es uno de los más destacados ambateños


que por sus méritos ingresa hoy, en calidad de Miembro Correspon-
diente, a la Academia Ecuatoriana de Historia.
Del amplio currículo vitae, del Dr. Palacios, de las tan variadas
actividades profesionales y culturales me referiré solo a algunas de
ellas.
Abogado por vocación, jurisconsulto estudioso, ilustrado, el
Dr. Palacios ocupó, merecidamente, altas posiciones: Ministro Fiscal,
primero y luego Ministro Juez de la Corte Superior de justicia de las
provincias de Tungurahua y Pastaza. Culminó su carrera profesional
como Presidente de la Corte Superior de Tungurahua y Pastaza, fun-
ción que la ejerció, con sapiencia y magnanimidad, por tres períodos
consecutivos.
Su relevante actuación en el campo jurídico fue debidamente
valorada al ser elegido Presidente del Colegio de Abogados de Tun-
gurahua y, más todavía, al haber sido elegido Presidente de la XIII
Asamblea Nacional de Abogados. También ha sido por varios periodos
miembro de la Directiva de la Federación Nacional de Abogados y
Miembro mayor de la Federación Interamericana de Abogados.
El desempeño de tan altas e importantes funciones no ha sido
óbice para que el Dr. Palacios destine parte de su tiempo y responsabi-
lidades al campo de la cultura. Ha desempeñado y con éxito la Presi-
dencia de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, Núcleo de Tungurahua.
En el campo de la creación literaria se ha destacado, en espe-
cial, en el ensayo y la poesía. Es autor de muchas publicaciones que le
consagran como original y elocuente vate.

327
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Su producción poética es amplia y además ha publicado


muchos ensayos sobre poetas y escritores nacionales y extranjeros
como Gonzalo Escudero, Aguilera Malta, Augusto Arias, García Lorca,
Walt Whitman, García Márquez, Rómulo Gallegos, William Faulkner,
Albert Camus, Alberto Morabia, Luigi Pirandello, Carlos Sabat.
El Dr. Palacios es también periodista profesional. Ha sido
columnista y editorialista de varios periódicos, en especial del diario El
Heraldo, de Ambato.
Su interés en la historia viene de tiempos atrás. Investigador
infatigable ha recorrido incontables páginas de los archivos del poder
judicial y de otras instituciones. Son numerosos sus ensayos históricos,
muchos de ellos forman parte de su obra publicada con el modesto
titulo de Viñetas, hasta ahora de 12 volúmenes y varios más en proceso
de publicación.
Su interés por la cultura le ha llevado a conocer, en profundi-
dad a los clásicos Juanes ambateños; Montalvo, Mera y Vela de cada
uno de quienes ha publicado hermosos ensayos. Especial dedicación
ha dispensado a los grandes historiadores ambateños: Pedro Fermín
Cevallos y Celiano Monge, este último menos conocido pero de tan alta
talla como los otros ilustres ambateños. Hay que recordar que Cevallos
y Monge fueron Miembros de Número de nuestra Academia. A través
de Monge y de sus propios descubrimientos de archivos, el Dr. Palacios
ha descorrido el velo de la ignorancia o el olvido de importantes acon-
tecimientos históricos de Ambato y su pasión por la libertad, como fue-
ron aquellos consecutivos del 10 de Agosto de 1809, consagrados como
Quito Luz de América. En efecto, Ambato fue la primera en respaldar
a la Junta Soberana de Quito y lo sobresaliente fue que no se trató de
una simple declaración de pocos patriotas. Fue una movilización
popular que terminó también con el holocausto de algunos valientes.
Como estamos en vísperas de celebrar el bicentenario del
magno acontecimiento es oportuno recordar que el 10 de Agosto no
fue, como algunos detractores dicen, un inútil y nada importante
levantamiento. Fue una revolución que venía gestándose desde la épo-
ca de Eugenio Espejo quien, por la misma razón, pagó con su vida.
Según los documentos descubiertos, hace poco en España, su ideario
estaba dirigido a luchar por la independencia y la instauración de una
república democrática. El 10 de Agosto culminó con la destitución del
Presidente de la Real Audiencia y principales autoridades; la toma del

328
B I E N V E N I DA A L D R FAU S TO PALACI O S.

poder por la Junta Soberana Gubernativa, el nombramiento de ministros


de Estado y más acciones propias de un gobierno soberano. En otros paí-
ses hubo también movimientos contra el régimen colonial pero que ni
alcanzaron ni se propusieron instalar gobierno propio. Es cierto que el de
Quito duró pocos meses porque no tuvo el respaldo ni de Cuenca,
menos de Guayaquil y peor de los Virreinatos del Perú y Colombia, pero
la revolución de Quito sirvió de ejemplo para los demás.
Otros detractores, poco o nada informados, han expresado que
fue una “revolución de los marquesitos”, sin participación del pueblo.
Juan Pío Montúfar, Marqués de Selva Alegre fue, desde adolescente, el
discípulo político de Eugenio Espejo y a su muerte siguió luchando por
los ideales de Espejo. Los dos organizaron con, fines políticos y cultu-
rales, la Sociedad de Amigos del País y fundaron el primer periódico,
Primicias de la Cultura de Quito, el cual debía convertirse en el órgano
de concienciación política, pero que, llegado al séptimo número, fue
prohibida su publicación por el Rey de España y fue disuelta la Socie-
dad de Amigos del País. En la preparación del movimiento libertario,
en efecto, participaron dos marqueses y un conde, pero los más decidi-
dos fueron tres de las filas de los ilustrados y patriotas: Quiroga, Rodrí-
guez y Salinas. Alguien, en una pequeña colonia sometida al régimen
absolutista español, podía dar discursos revolucionario o discurrir
desembozadamente, sobre proyectos libertarios? Los pobladores de los
barrios de Quito, en efecto y por las razones indicadas, no participaron
en el golpe, pero hay que recordar que, constituida la Junta Suprema,
ofrecieron de inmediato, el más entusiasta y valeroso apoyo y que los
mártires del 2 de agosto de 1810 no fueron solo los que la víspera del
golpe se reunieron en la residencia de Manuela Cañizares sino más de
300 del pueblo quiteño.
Ruego me excusen la digresión.
Sería largo tratar sobre otra meritoria actividad cultural y
docente del Dr. Fausto Palacios, la de la gramática y el lenguaje, cam-
pos en los cuales su producción llega a seis volúmenes.
Debo concluir expresando mi beneplácito porque un intelec-
tual de tantos y variados méritos, un estudioso de la historia ecuatoria-
na, integre nuestra Academia.

329
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDICACIÓN DE
CELIANO MONGE*

Dr. Fausto Palacios Gavilanes

“LA CULTURA ES UN PROCESO DE HUMANISMO”


Permitidme que inicie esta intervención, con las palabras de
Herbert Marcuse, a manera de pórtico, para rendir con ellas mi home-
naje i admiración a la Academia Nacional de Historia, i mi amor por la
Historia, que es humanismo, libro sagrado de los pueblos, de sus aven-
turas i desventuras, de sus venturas i glorias. Tal es la Historia, defi-
nitivamente: sacrosanta trilogía de HISTORIA, HUMANIDAD, I HU-
MANISMO.
Digo, pues, que es grande e inconmensurable este acto, acto
solemne, i que constituye sagrada apoteosis para mi espíritu, esta mag-
nánima Sesión Solemne, Sesión de la Academia Nacional de Historia,
realizada en mi tierra, sobre la arcilla misma de mi heredad, a escasos
latidos, a escasas campanadas del sacrosanto templo de la Ambateñi-
dad, el Partenón de la Libertad, el Santuario i Templo de la más noble
Rebeldía: el Mausoleo de Juan Montalvo.
Mayor, i más feble es la emoción que conmueve a mi espíritu,
porque en esta Sesión Solemne –memorable para mí– vosotros, ilustres
académicos, con magnanimidad de nobles espíritus, habéis abierto el
portón de vuestra mui magnífica Corporación, para permitir mi ingre-
so a la Academia Nacional de Historia.
Esta benemérita Institución, es alma noble i sagrada de Patria.
Es luz i custodia de su más purificada i prístina tradición, de todos i
cada uno de los hechos que forjaron la grande i preclara nacionalidad
ecuatoriana.
Es bastión sagrado e inconmovible de la dignidad de la Patria,
desde aquel sagrario laico del aula escolar, que vive i reina gloriosa-

* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente de la Academia Nacional de


Historia del Ecuador. Ambato, Salón de la Ciudad. 18/IX/2008.

330
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

mente en nuestros corazones, en su inolvidable i nostálgica declaración


de primer amor, amor por siempre a la Patria: ¡Salve, oh Patria!
Depositaria, guardiana i defensora de todos estos hechos glo-
riosos, que forjaron la soberanía magnificente, i magnificante de la Pa-
tria, es la Academia Nacional de Historia, mayestática ayer, por hoy, i
por siempre, protectora i custodia de la noble tradición de sus fastos
gloriosos, fanal que le guía i conduce por los senderos del honor i de la
dignidad de la Patria, de hoy, por siempre, para siempre.
Esta benemérita Institución, Academia Nacional de Historia,
es Institución guardiana de la noble memoria de su glorioso, heroico, i
siempre precursor acaecer, Alama Máter de la Patria, fanal inextin-
guible que brilla e ilumina en el presente, i que esplenderá gloriosa-
mente, en la posteridad.
Creo con Ortega i Gasset, en su ensayo OKNOS EL SOGUERO:
“La historia es una explicación i no un culto”.
Además, creo con él: “El historiador lleva misión de viajero”.
Porque la Historia vive otros tiempos: los de ayer, los de hoy.
I los de mañana.
Ciertamente, el tiempo no es el mismo, en palabras de Theodor
Schieder.
La historia no es un simple relato: es camino, es conciencia.
Es dolor, es amor, es esperanzas. I es grandeza. E inmortalidad,
para las generaciones presentes, i futuras, i para la posteridad.
La historia vive en cada angustia, i en cada esperanza de la
Patria.
I de la Humanidad.
Definitivamente, a la Historia hay que estudiarla como ciencia,
i como Patria. Como cultura. I como Humanismo.
Como lo hacéis vosotros, como lo habéis hecho, i seguiréis
haciendo, ilustres Académicos de Historia de mi Patria.
En estas palabras recipiendarias, de mi ingreso a la Academia
Nacional de Historia, pretendo esbozar unas letras sobre uno de los
más grandes i luminosos personajes de la Patria: Celiano Monge, esto
es, i fundamentalmente, para escribir unas letras, arrimar la pluma, i
salvar su nombre de las aguas del olvido i del naufragio, que amena-
zan ominosamente su memoria.
Celiano Monge nació en Ambato, el l5 de diciembre de l857.
Escritores, como Rodolfo Pérez Pimentel, afirman que nació en l856.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Los datos relacionados con su partida bautismal, en la que, en


aquellos tiempos, se consignaban fechas de nacimiento, son confusos.
Sus padres fueron el Dr. Manuel Monge Guzmán, médico ibarreño
establecido en Ambato, i Rosario Navarrete, dama ambateña.
Falleció en Quito, el 2l de noviembre de l940.
Murió eucrático, solemne. I olvidado.
Tres, o cuatro Instituciones publicaron Acuerdos en su memo-
ria: I. Municipio de Ambato, Colegio Bolívar, por ejemplo.
I nadie, ni nada más, expresó su consternación en su tierra na-
tal, por su fallecimiento.
El 13 de abril de 1954, el diario El Comercio, de Quito, publicó
el dato sobre el traslado de los restos mortales de Celiano Monge, a su
ciudad natal: séquito silencioso, anónimo, solitario.
El Círculo de Prensa, de Quito, le rindió fervoroso homenaje.
Pablo Hannibal Vela expresó: “Hay figuras luminosas que
logran emerger i se levantan en cúspide ascensional. A este grupo
pertenece don Celiano Monge”.
En aquel día, se dijo sobre Celiano Monge:
“Bebió en las claras tintas de estilo Montalvino”.
El Dr. Julio Tobar Donoso dijo de él, en aquella ocasión: “Abier-
ta sonrisa cordial en que florecía el bondadoso corazón, corazón de oro”.
En representación de la Academia de Historia, Roberto Páez
pronunció las siguientes palabras: “El recuerdo de Celiano Monge no
podía ser indiferente a la Academia Nacional de Historia, toda vez que
él fue uno de los primeros invitados a integrar la Sociedad Ecuatoriana
de Estudios Históricos, creada el 24 de julio de 1909”.
El olvido ha crecido ominosamente, con el musgo i la hierba,
en su túmulo funerario, erigido en el Panteón Municipal de Ambato.
Así es como yo lo vi, con una inscripción solamente: la del I.
Municipio de Ambato, Institución que, tras de veinte años de su falleci-
miento, hubo de acordarse, ¡por fin!, de su ilustre i olvidado hijo, con
una inscripción que fue fijada, a los veinte años de su fallecimiento,
esto es, en 1960, con una leyenda, simplemente de compromiso i mui
vulgar i común identificación, i unas palabritas adicionales:
A CELIANO MONGE. EL I.MUNICIPIO DE AMBATO,
MAESTRO I ESCRITOR.
I dejó constancia, tan solamente, de unos números solitarios,
como hojas de lúgubre i solitario ciprés: 1960. Nada más.

332
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

¿Por qué la omisión de su ilustre i glorioso título de “Primer


Cronista Vitalicio de Ambato”, por ejemplo?
Mientras tanto, durante el lapso de veinte años, desde su falle-
cimiento, el silencio más increíble ha ensombrecido la memoria del
ilustre ambateño.
Cierto es que algunos lugares -Escuela, Barrio- se honran i
engalanan con el nombre del gran ambateño.
Pero su memoria i su homenaje levantan el brazo conminato-
rio, para el condigno enaltecimiento i homenaje perpetuo, a Celiano
Monge, más allá de un lugar común o de una placa.
¡Ah, qué destino, qué destino el de la veneranda memoria, el
del homenaje condigno que Celiano Monge se merece: no consta, ni
por obra de encanto, algún dato, o la más remota referencia a la valía,
i a los méritos de Celiano Monge, en su lápida sepulcral!
¿Qué razón existió, para que el I. Municipio de Ambato no hu-
biese inscrito, además del nombre, méritos, o virtudes del grande e
ilustre patricio de Ambato, i de la Patria?
¿Por qué, por ejemplo, no se ha erigido el busto de Celiano
Monge?
Son cosas que, tal vez, debería callar.
Pero más son mi deber i mi conciencia, más fuerte es la vene-
ración que profeso a la memoria de Celiano Monge.
Pero ya que he llegado a este punto, los agravios, ofensas i
desaguisados suben de punto:
¡Celiano Monge, el gran ambateño, el gran patricio ecuatoria-
no, se encuentra en ominosa ausencia en el Salón de la Ciudad!
¿Por qué? ¿I hasta cuándo?
Celiano Monge fue el Quijote de la Cultura: en el Liceo Ceva-
llos, de Ambato, dictó, por tres años consecutivos, de manera gratuita,
clases de pedagogía, matemáticas i gramática, a la juventud que desea-
ba ingresar al magisterio.
Fundó, con sus propios recursos revistas i periódicos, libros de
pedagogía para repartirlos gratuitamente.
Conspicuo Maestro, enseñó i fue Rector del Colegio Bolívar de
Ambato, profesor del Colegio Vicente León de Latacunga, Profesor i
Vicerrector del Colegio Mejía, de Quito, Director de Estudios de Pi-
chincha, Director de Estudios de Tungurahua, en cuyo ejercicio fundó
la biblioteca pedagógica, científica i literaria, para los maestros.

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Además, fue miembro del Consejo Superior de Educación


Pública.
Fue Senador, Diputado de palabra elocuente, enaltecedor i de-
fensor del Maestro, Secretario de la Cámara del Senado, Consejero de
Estado, miembro i Secretario de la Junta Patriótica Nacional, de 1910.
Extraordinario periodista fue Celiano Monge.
Redactó varios periódicos, como La Alborada, El Átomo, La
Pluma, La Candela con Montalvo i Juan Benigno Vela, El Combate con
Juan Benigno Vela i Anarcasis Martínez.
Publicó libros de Pedagogía: Biblioteca de Instrucción Pública:
Miscelánea, Catecismo de Higiene i Economía para las Escuelas, Guía moral
de los institutores, Lectura y escritura, Lecturas para los Maestros, etc.,
muchos de ellos de su propio peculio.
Fundó el diario El Comercio, con los hermanos Mantilla.
Celiano Monge fue un rebelde, un romántico rebelde.
Recuérdese que se opuso tenazmente a la dictadura de Veinti-
milla, e intervino en la campaña de la Restauración.
Al proclamarse Veintimilla dictador, fue conminado por el Go-
bernador, para la adhesión de Celiano Monge a dicha dictadura. Le
recordaba que, por su calidad de maestro del Colegio Bolívar, estaba
obligado a tal adhesión.
La pobreza acosaba a Celiano Monge. Pero prefirió la pobreza
i la dignidad: se negó a tal adhesión. Obviamente, fue cancelado de sus
funciones de maestro.
Mayor fue su dignidad.
A Celiano Monge, nada ni nadie podía cancelarle de sus nobles
funciones: funciones de MAESTRO DE DIGNIDAD, MAESTRO DE
REBELDIA.
Noble i sublime cronista de la libertad, extraordinario investi-
gador, nos hace conocer hechos de trascendental importancia. Tal, por
ejemplo, el descubrimiento de la Constitución de Quito, de 1811.
I otros sucesos más, fundamentales en la vida institucional de
nuestra patria, como los siguientes: El descubrimiento del Plan de Go-
bierno o Ley Fundamental de la República de Cuenca, de l5 de noviem-
bre de l820, de los próceres de Cuenca
El I. Municipio de Cuenca le condecoró con medalla de oro.
Además, le entregó pergamino.
Luis Monsalve Pozo se refiere a este hecho glorioso:

334
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

La Primera Constitución de la República de Cuenca, i al Con-


sejo de Sanción, integrado con representantes de todos los estamentos
i “poblaciones grandes i pequeñas, urbanas i rurales, ricas i pobres”, dictaron
aquella libertaria Constitución.
Igualmente, el I. Municipio de Riobamba, le entregó medalla
de oro i pergamino, por haber descubierto documentos de la adhesión
de Riobamba al movimiento de la Independencia.
De igual manera, consigna la narración de la independencia de
Ambato, con estas palabras:
El día l2, día domingo brilla para los ambateños, con luz purísima, i
se consigue la rendición del cuartel, i la proclamación de su indepen-
dencia absoluta.
Desempeñó varias e importantes funciones políticas: Secretario
privado de Alfaro, en dos ocasiones, Diputado, etc. En su juventud, fue
Secretario de Montalvo, i siempre, siempre, fue su más leal discípulo.
Gran poeta, escribió versos para Montalvo, como éstos:
¡Oh, no has muerto Montalvo!, los fulgores
de tus hechos reflejan en la historia,
i la homérica voz de tus dolores
nos señala la senda de la historia.
Celiano Monge honró a las Instituciones de Historia de la Pa-
tria, con Pedro Fermín Cevallos, y otros prohombres.
Años después, nació la Sociedad de Estudios Históricos Ame-
ricanos, con la inspiración de González Suárez, reconocida como Aca-
demia en 1920, y cuya presidencia ocupa actualmente el Dr. Manuel de
Guzmán Polanco.
Actualmente, la integran i honran distinguidos ambateños, i
tungurahuenses.
Estudió en el Colegio Bolívar, de su ciudad natal, i en el Cole-
gio San Gabriel, de Quito: por supuesto, ¡qué más podía ser!, gramáti-
ca castellana, letras, filosofía, ciencias.
Por su temprana orfandad, tuvo que dictar clases para subsistir.
Celiano Monge, en “Relieves”, afirma que Pedro Fermín Ceva-
llos fue el primer Director de la Academia Ecuatoriana de Historia,
cuya instalación se realizó el 4 de mayo de 1875, en Quito.
Añade que “no pudo ser más acertada la elección de Director”.
Transcribe lo siguiente:
“Las Academias correspondientes debían funcionar, i acoger-

335
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

se, i regirse, en lo posible, por los Estatutos i Reglamentos de la Espa-


ñola, modificados, si fuese necesario, de acuerdo con los proponentes”.
Celiano Monge con singular maestría i magistratura, consigna
breves líneas biográficas sobre PEDRO FERMIN CEVALLOS, quien,
además de brillante i erudito historiador, fue Diputado, Senador, Mi-
nistro de Estado, Ministro Fiscal de la Corte Superior de Guayaquil,
Ministro Juez de la Corte Suprema de Justicia, Vocal de la Comisión
Codificadora de 1867.
Celiano Monge, añade la enumeración de las obras que escri-
bió el ilustre historiador: Instituciones del Derecho Práctico Ecuatoriano,
La Historia del Ecuador, Breve catálogo de errores en orden a la Lengua i al
Idioma Castellanos.
Generoso i justo, Celiano Monge exalta la obra del Fundador
de la Academia Nacional de Historia, e iluminado por este noble espí-
ritu, que caracterizó su vida, i sus ideales, predicaba que, “Si amamos
a la Patria, rindamos un culto perenne de veneración al notable juris-
consulto, insigne filólogo, i eminente historiador”.
Me pregunto, otra vez: ¿I al ilustre Primer Cronista oficial de
Ambato, ilustre historiador de la Patria, ilustre hombre público, quién
le rinde homenaje?
En su ya citada obra Relieves, descubre i narra un episodio li-
bertario extraordinario: la gran epopeya libertaria de Ambato, del 27
de agosto de 1809.
I fue que Ambato, en aquella fecha memorable, lanzó a los cie-
los i a la tierra, su primer grito de Independencia, el 27 de agosto de
1809, grande i luminoso fasto de su historia, a mui escasos diecisiete
días del 10 de agosto de 1809, en cuyos luminosos i homéricos sucesos,
participó un ambateño: Mariano Castillo, también olvidado.
Este prócer ambateño permaneció detenido en el Cuartel Real
de Lima, i escapó milagrosamente de la matanza del 2 de agosto de
l8l0, después de resistir estoica i heroicamente bayonetazos i chafaro-
tadas de la soldadesda real.
Las hazañas de Mariano Castillo, nos relatan, entre otros,
Carlos R. Tovar, en su obra Relación de un veterano de la Independencia;
Alfredo Luna Tobar, en El Ecuador en la Independencia del Perú.
El l6 agosto de l809, en Quito, en la Sala Capitular de San
Agustín, “perínclito Salón de la Independencia”, todas las clases so-
ciales ratificaron la declaración de independencia del l0 de agosto de
1809, i el l7 se verificó en la Catedral, el Juramento de Fidelidad.

336
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

Lo radical de esta revolución, en palabras de Celianbo Monge,


“consistía en la deposición de las autoridades españolas, i en la
creación por voluntad popular de un gobierno, aunque provisional,
independiente…”
El 24 de agosto de l809, Ignacio de Arteta i Calisto, Corregidor
i Justicia Mayor de Ambato, expidió un auto “por el cual se mandaba
al vecindario a ratificar el Acta Constitucional i sanciones de la muy
noble i leal Ciudad de Quito”.
Así fue. Así sucedió.
Aún más.
Con el propósito de que la adhesión de Ambato, al pronunci-
amiento de Quito, del 10 de Agosto de l809, fuere solemne, se fijó la
fecha de su realización, ésto es, el domingo 27 de agosto de l809, en la
Iglesia Matriz, día de mayor concurrencia. Para este efecto, se convocó,
por medio de oficios, al Vicario Juez Eclesiástico, a los representantes
de la autoridad judicial, a los que desempeñaban oficios concejiles, a
los jefes de las Compañías de Dragones i Milicias, a los Curas Comar-
canos, a los Padres de las Religiones, al Representante i Gremio de Co-
merciantes, a los Administradores de las Rentas Reales, a los Escri-
banos i subalternos del Juzgado”.
Seguimos a Celiano Monge.
“Se previno la iluminación general, aclamaciones i júbilo,
acompañamiento de instrumentos músicos que preconicen lo sagrado
del motivo”.
Advino el día: 27 de agosto de l809, en una ciudad: Ambato.
Fue en domingo. Hubo desfile por calles alfombradas i orna-
das con vistosa tapicería, hasta el templo del juramento.
I llegó el día.
El 27 de agosto de l809, se proclamó solemnemente la adhe-
sión libertaria de Ambato, al pronunciamiento del l0 de agosto de l809.
En mármol pentélico de eternidad, quedaron grabadas estas palabras:
“En la villa de San Juan de Ambato, en 27 de agosto de mil ochocien-
tos nueve... Que se conformaban con los principios que se habían adop-
tado en la Muy Noble i Muy Leal ciudad i corte de Quito, para la
creación de una Suprema Junta Gubernativa interina…”.
Pero fue más. Mucho más.
Ambato se adhirió a la declaración de deposición de las autori-
dades españolas, i, tácitamente, a los otros principios, ésto es, la crea-

337
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

ción por voluntad popular de un Gobierno, aunque provisional, inde-


pendiente “, puesto que no consta excepción ni salvedad alguna.
En consecuencia, “El pueblo de Ambato se alzó en masa contra
los realistas, a raíz del establecimiento de la Segunda Junta Guber-
nativa…”
Isaías Toro Ruiz, en su obra “Ambato en 400 años”, expresa
que “los ambateños fueron los que ocuparon Riobamba en el número de
300 al momento que se instaló la Segunda Junta (la de Quito se instaló
con Montúfar en septiembre de l8l0), para impedir que esta villa hiciese
su deber como en el l8 de octubre (la contrarrevolución como el año
anterior)”.
Celiano Monge describe la intervención de los próceres amba-
teños, el 27 de agosto de l809.
Cito un caso: Juan Manuel Básconez, “cómplice caudillo prin-
cipal cómplice de la insurrección”, o el cura Alarcón, cura de Quero:
dícese de él que celebraba misa entre dos cañones, i fue el Tribuno de
la plebe”, como le llamaban los realistas.
El cura Alarcón le denominó a Ambato: “LUZ DE PATRIA”.
Bien está: Quito, Luz de América; Ambato, Luz de Patria.
El grito del 27 de agosto de l809, le concede derecho para ello.
Por todo lo cual, Celiano Monge sostiene que: “El 12 de noviembre de
1820 es, pues, nuestra segunda fecha gloriosa, después de la del 27 de
agosto de 1809”.
Que jamás olvidemos los ambateños: El Primer grito de la
Independencia de Ambato fue el 27 de agosto de 1809, a los diecisiete
días del precursor grito del 10 de Agosto de 1809, en Quito.
En su obra Lauros, Celiano Monge se refiere a la recepción, en
la oficina de Correos de Ambato, de cuatro ejemplares anónimos. To-
dos ellos expresaban proclamas libertarias, como la siguiente:
“Nobles ambateños, vosotros sois los únicos que habeis pensa-
do noble y dignamente, que os habeis compadecido con las desgracias
de Quito...”
Se refería al grito libertario de Quito, del l0 de agosto de l809, i
al grito de Ambato, del 27 de septiembre de l809.
El lideal heroico i libertario de los ambateños no tuvo tregua.
Junto a los soldados de la patria, estuvieron en la batalla de
Mocha, a orillas de su ríachuelo, el 2 de septiembre de l8l2, valerosos
ambateños.

338
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

Por ejemplo: Joaquín Hervas: murió, pero no cayó.


Joaquín Lalama vivió, para fundar el Colegio Bolívar de
Ambato.
Tomás Sevilla: joven aún, estuvo en la batalla de Mocha, en
l8l2, oponiéndose a la invasión de Montes.
En la jornada de Huachi, del 24 de noviembre de l820, Tomás
Sevilla i sus compañeros dieron iguales muestras de valor.
Sus compañeros de armas fueron apresados, i acuchillados,
porque insistieron en proclamar la libertad.
Tomás Sevilla vive en el nombre i los recuerdos de su calle, i
en el paso de El Socavón, en cuya ardua tarea emprendió el año de l825.
Así fueron los héroes cuyo relato nos presenta Celiano Monge.
Una vez más impetro de las Instituciones de Ambato, con esta
clara i exaudible petición, a fin de que celebren, honrosa i solemnemen-
te, la heroica i libertaria fecha aniversaria: 27 de Septiembre del 2009,
Magna efeméride de su Bicentenario: l809-2009.
Invito a las autoridades, Instituciones i ciudadanía, de mi ciu-
dad i mi provincia, a constituír el Comité Cívico de Celebración del
Bicentenario del Primer Grito de Independencia de Ambato.
En mérito de los notables sucesos, relatados por Celiano Mon-
ge, el Municipio de Ambato, en sesión extraordinaria del 20 de agosto
de l920, resolvió entregarle una pluma de oro.
Además, se resolvió en dicha sesión “Solicitar la autorización a
los municipios de Pelileo i Píllaro, para declarar Fiesta Provincial el 27
de agosto”.
Sigue en pie la proposición del I. Municipio de Ambato, de 20
de agosto de 1920: la declaratoria de Fiesta provincial el 27 de agosto.
¡Ah, cuánto le debe Ambato a Celiano Monge!
La relación de los hechos gloriosos del l2 de Noviembre; la
crónica de los heroicos hechos del 22 de noviembre de l820, en Huachi,
que culminaron con el ajusticiamento a cuchillo, a siete patriotas am-
bateños “dispersos del grupo patriota, (de Huachi), que insistían en
proclamar la Libertad“.
El 24 de mayo de 1922, arribó Celiano Monge, con sus alumnos
de la Escuela Espejo, de Quito, a la ciudad de Ambato.
Venían en misión patriótica, para entregar solemnemente al Dr.
Juan Benigno Vela, el Libro Rojo, “hallado en Quito por el Dr. D. Luis Feli-
pe Borja, miembro de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históricos.

339
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

A su vez, el Ilustre Ciego entregó solemnemente el Libro Rojo al


Municipio de Ambato, en artístico cofre de esmerada ebanistería, orna-
mentado en la tapa posterior por el escudo de la Nación, I dos planchas
de oro con dedicatoria i fecha de la entrega.
No quiero pasar por alto un hecho maravilloso: aquella glo-
riosa comitiva fue recibida con lluvia de flores, hermoso arco de rosas
blancas, entrelazadas con ramas de mirto i laurel.
¡Ah, el “Libro Rojo de Ambato”, el de la Segunda Fundación de
Ambato, en el actual asiento que ocupa la ciudad, hecho glorioso i
memorable, que bien vale i se merece, su más solemne i fastuosa recor-
dación i homenaje!
¿Quién, pero quién recuerda, o ha recordado alguna vez, la
Segunda Fundación de Ambato, esto es, en el sitio que ocupa actual-
mente?
Celiano Monge recuerda este hecho, en su obra Lauros. En ella
expresa que, en la intersección de las actuales calles, de Bolívar i Mon-
talvo, se levantaba una columna, frente a la iglesia Matriz, en recor-
dación de la Segunda Fundación de Ambato; columna que fungía de
tribuna, para leer edictos, i que, en su parte superior, sustentaba un
reloj vertical de sol, modificado en 1804, por el sabio Caldas, por insi-
nuación del Corregidor Bernardo Darquea.
Este reloj reposa, o languidece, o agoniza, a la manera unamu-
niana, en el Museo del Colegio Bolívar, de Ambato.
Otras ciudades han eternizado, en mármol o bronce, sus fas-
tos fundacionales.
Riobamba, por ejemplo, en 1999, en mural público, al aire libre,
con emotiva i vibrante inscripción, escrita a pincel sobre la pared de una
calle de su centro cívico, ha eternizado la memoria del Bicentenario del
traslado i reasentamiento de Riobamba, hecho acaecido en 1799.
De esta manera, las ciudades i sus hijos eternizan sus grandes
fastos fundacionales.
Los españoles se aprestan a celebrar el Bimilenario, esto es, dos
mil años, del ducto romano de Segovia.
Ambato debe celebrar, condignamente, más allá de toda suerte
de abandonismo, sus epopéyicos fastos: los trescientos años de su segun-
da fundación, los doscientos años de su primer grito de independencia.
Es, pues, Celiano Monge el ambateño, el ecuatoriano que ha
hecho conocer hechos trascendentales, sobre la alta calidad espiritual

340
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

de las gentes que poblaron nuestras comarcas primigenias, como en


aquel hecho grandioso, i olvidado, o desconocido, de los indios de To-
toras i de Picaihua, que trasladaron la estatua de Sucre, desde Baba-
hoyo, sobre sus hombros, i en sus brazos, i en su corazón heroico, hasta
la plaza de Quito, hoy parque, en la cual se yergue majestuosa, frente
a frente entre colosos: Sucre i el Gran Pichincha, la montaña sagrada i
emblemática de la Canción Patria.
Celiano Monge, investigó i determinó el lugar en el cual fun-
cionó en Ambato, la primera imprenta del Ecuador que, en palabras de
Gonzálea Suárez, nuestra ciudad tuvo “la gloria de que en su entonces
modesto recinto se estableciera el más poderoso instrumento de ins-
trucción, la Imprenta”.
A Celiano Monge le debemos el descubrimiento i recuperación
del escudo de Ambato, cuyo proyecto fue presentado por el Corregidor
Bernardo Darquea, i que, por el terremoto de l797, que destruyó Am-
bato, Riobamba, Latacunga, permaneció archivado en la Escribanía del
Cabildo, pero siempre con su volcán Tungurahua en ignición, siempre
con las tres piedras i el río Topo.
Celiano Monge nos trae dulcemente a la memoria dos torres,
dos relojes: la torre i el reloj de la Matriz, la torre i el reloj del I. Muni-
cipio de Ambato, de nostálgicos i mejores días.
Celiano Monge fue sabio, erudito, patriota, i tan pronto inter-
venía en política, como en asuntos del más preclaro talento de educa-
dor, de historiador, de político, i siempre, siempre, de patriota íntegro i
apolíneo.
Celiano Monge se lamenta por la ausencia de ilustres nombres,
como el de Rosa Zárate de Peña, en la base del Monumento erigido en
la Plaza de la Independencia, de Quito, i en la que se han inscrito nom-
bres de los próceres de la Patria.
De olvido involuntario, de omisión incalificable califica Celia-
no Monge este hecho, como nosotros, ambateños, reclamamos por la
ausencia de un nombre: el nombre del héroe ambateño, héroe del 10 de
Agosto de 1809, i del 2 de agosto de 1810, en el monumento a la Inde-
pendencia: el nombre de Mariano Castillo.
El más cumplido derecho nos asiste para formular esta peti-
ción, puesto que dicho Monumento fue levantado con el aporte de las
rentas de todas las Municipalidades de la República.
Este es Celiano Monge: aquel que tan pronto escribía sobre

341
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

temas filosóficos i literarios, como lo hacía sobre Matemáticas, o trata-


ba i escribía sobre la expulsión de los Jesuítas de Riobamba.
I fue poeta. I escribía versos.
Rodrigo Pachano Lalama dice de él: “Poeta, literato, profesor,
pedagogo consumado, en todos los productos de su ingenio i de su
saber, dominan esa limpieza i pulcritud, que son sino de rectitud de
espíritu i de un temperamento sano”.
Alfredo Baquerizo Moreno escribió hermosos versos en su ho-
menaje.
Juan León Mera Iturralde le dedicó estos versos:
“Luz de saber, de erudición i de arte,
que abunda en ti, la admiración reclama
i toda voluntad mueve a alabarte”.
El obispo de Ibarra expresó: “Me arriesgaría a decir que en los
tiempos de la Edad Antigua pudo haber sido, por algunos conceptos,
uno de los Siete Sabios de Grecia”.
Remigio Crespo Toral expresó: “Cuenca tiene para Monge una
deuda que debe pagársele con especial adhesión i largueza de sen-
timiento. Al paciente polígrafo debe esta comarca la redención, el hal-
lazgo de la República de Cuenca”.
Celiano Monge amó i defendió a nuestro idioma, “Idioma de
los dioses, que hoy se llama idioma de Cervantes”.
Gran poeta fue Celiano Monge. Su obra poética merece espe-
cial dedicación i estudio.
Día habrá en que se estudie su poesía, i sus versos dedicados
a Cevallos, al Tungurahua, a Montalvo.
Manuel J. Calle le dedicó a Celiano Monge, estas palabras:
“Celiano Monge es digno del aplauso, i de la cariñosa estimación i
hasta del agradecimiento de sus ciudadanos”.
Sin embargo, en carta a Isaac J. Barrera, de 18 de enero de 1916,
incurre en contradicción, al expresar: “Lejos de la deleterea aproxi-
mación de los celianos monges, i otros cadáveres de padres del limbo”.
Augusto Arias, en el “Panorama de la Literatura Ecuatoriana”,
dice de él: “Si hay escritores que hayan dado con fervores desinteresa-
dos al culto de la Literatura, uno de esos es Celiano Monge”.
Además, en En elogio de Ambato, expresa: “Su contracción per-
severante, su afán de conservar el idioma en su verdadera pureza, sus
provechosas excursiones por los senderos de la Historia, son dones que

342
APOLOGÍA, HONORES I REIVINDIC ACIÓN DE CELIANO MONGE

no han perdido en el escritor ambateño la fuerza de la juventud, sino


que, al contrario, se han afirmado con la marcha del tiempo”.
Este es Celiano Monge: el dulce rapsoda de nuestras historias,
de nuestras más dulces i prístinas leyendas. Porque Celiano Monge,
ante todo, i sobre todo, fue patria, patria siempre, Patria amada.
Se ha dicho que “Nunca hubo ambateño que más fervorosa-
mente amase a su ciudad natal”.
Así es. Esta es una verdad apodíctica, e incontrastable.
Que Ambato reciproque, con amor i gratitud, el amor perpetuo
i votivo, que su ilustre hijo, con amor, calor i luz de la antorcha encen-
dida de su corazón, elevó votivamente, para su amada Patria Chica.
Que así se ame i venere, la memoria perpetua de Celiano
Monge.
En estos tiempos de “decadencia del alma”, que dijera el pre-
mio Nobel Octavio Paz, algo así como su deshumanización, todo olvi-
do para con sus hijos que la amaron, como Celiano Monge, es sacrile-
gio cívico.
Propongo, en consecuencia, desde esta alta i ambateña tribu-
na, una vez más:
Que el Salón de la Ciudad se exorne con su venerable retrato.
Ques se reediten sus obras.
Que se edifique i eleve el Mausoleo para sus hijos perínclitos.
De esta manera, serán condignos de sacro reposo, los despojos,
por siempre augustos, de Juan Benigno Vela, recuperados del ominoso
i lóbrego columnario en que yacen, en la Iglesia de la Medalla Mila-
grosa.
Así, por fin, concluiría el amargo e incomprensible ostracismo
atocheño de Juan León Mera.
Por Ambato.
I por Celiano Monge.
Nada más.
Señores Académicos.

343
BIENVENIDA A LA DRA. LOIS ROBERTS COMO
MIEMBRO CORRESPONDIENTE EXTRANJERA
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

Benjamín Rosales

La Academia Nacional de Historia cumplirá el 24 de julio del


próximo año su primer centenario de existencia, fue fundada por el
arqueólogo e historiador, el arzobispo Federico González Suárez y un
grupo de ecuatorianos con el objeto de promover estudios e investiga-
ciones históricas de nuestro país. Existen treinta individuos de número
y miembros correspondientes, ecuatorianos de todo el país que realizan
investigaciones históricas; los estatutos prevén también la categoría de
honorarios para miembros correspondientes extranjeros que hubieren
efectuado importantes contribuciones a la Historiografía ecuatoriana.
Realmente son pocos los ecuatorianos que se dedican a inves-
tigar nuestros procesos históricos, menos aún los que hacen carrera
universitaria en esta importante ciencia social, la mayor parte somos
autodidactas y aficionados. Muy pocos pueden dedicarse a la Historia
como profesión, porque la investigación es costosa y en nuestro país
esa actividad no genera suficientes ingresos. En países más ricos, las
universidades permiten e impulsan a sus profesores al estudio y la in-
vestigación de las ciencias sociales, y muchas veces, por circunstancias
del destino, ellos, o ellas, hacen investigaciones sobre otras naciones
que las de sus países de origen.
Este es el caso de la Dra. Lois Roberts, a quien la Academia
Nacional de Historia del Ecuador le da la bienvenida esta noche. Lois
vino al Ecuador cuando era una joven madre de dos niños, ama de casa
que había hecho una carrera técnica como quiropráctica y cuyo mari-
do había sido contratado como piloto de la Sociedad Agrícola e Indus-
trial San Carlos. Ese fue el contacto inicial de Lois con Guayaquil, con
Ecuador, durante casi dos años vivió en esta tierra y conoció algo de
nuestra idiosincrasia.
Regresó a California en 1951, donde Lois no se contentaba úni-

344
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

camente con ser ama de casa, formar a sus hijos y trabajar gracias a sus
habilidades secretariales, sino que quiso además cultivar sus inquietu-
des académicas por lo que se enroló en la California State University, y
en esa universidad obtuvo el título de bachiller de artes en la facultad
de Artes Liberales en 1958 y luego en 1961, un masterado en Historia.
Cuando terminó estos estudios se propuso obtener el doctorado en
Historia para los cual aplicó a la prestigiosa UCLA, la Universidad de
California en Los Ángeles. Cuando escogía el tema para su tesis doc-
toral recordó que en sus años en Ecuador había conocido que nuestro
país fue durante muchos años el mayor exportador de cacao en el mun-
do y que esa producción había creado gran riqueza para Guayaquil, la
región de la Costa y el Ecuador entero. Decidió investigar ese tema y
hacer su tesis sobre Ecuador y el cacao.
Aunque sus hijos Russell y Ann viajaban periódicamente a
Guayaquil a visitar a su padre que se había radicado en este puerto, ella
no había regresado en diecisiete años; lo hizo en 1968 para realizar sus
investigaciones. En 1970 la Universidad de California, UCLA, le otorgó
el doctorado luego de la presentación de su tesis sobre Ecuador y el
desarrollo de la producción cacaotera. A partir de entonces la Dra. Ro-
berts se dedicó a la enseñanza de Historia en California State University,
en Long Beach desde 1970 a 1980 y en Northridge entre 1981 y 1986.
Me llamó la atención en su currículo que entre 1980 y 1981,
Lois haya estudiado en la Escuela de Arquitectura, me explicó ella que
mientras enseñaba en la Universidad, complementaba sus ingresos con
trabajos de consultoría sobre recursos históricos arquitectónicos para el
estado de California y para hacer mejor su trabajo, recibió cursos de
arquitectura en la Universidad de California. En esta decisión vemos el
empeño y tenacidad con que la Dra. Roberts ha hecho sus trabajos his-
tóricos en su brillante carrera.
Su obra El Ecuador en la Época Cacaotera fue publicada en Quito
por la Editorial Universitaria en 1980 y Los Libaneses en Ecuador: una his-
toria de éxitos se publicó en Ecuador en 1997 y en inglés, en Estados
Unidos en el 2000. Muchos de los trabajos que realizó cuando fue con-
sultora de arqueología histórica para el Cuerpo de Ingenieros del
Ejercito de los Estados Unidos y el Estado de California han sido publi-
cados entre 1978 y 1992 en el Southern California Quarterly y en otros
boletines científicos norteamericanos.
En proceso de publicación están dos obras en las que Lois
Roberts es coautora; la Historia del Cuerpo de Ingenieros de Estados Unidos

345
BIENVENIDA A LA DRA. LOIS ROBERTS

del Distrito de Los Ángeles y con Julio Estrada Ycaza, El auge y caída del
comercio de cacao en Ecuador: 1875-1925.
Yo conocí a la Dra. Roberts hace cuatro años cuando ella estaba
investigando sobre el desarrollo de la agroindustria bananera en Ecua-
dor para hacer lo que ahora es su más reciente obra, la que actualmen-
te esta terminando de traducirse y que esperamos ver publicada a ini-
cios del próximo año. Tuve la oportunidad de leerla en inglés hace un
año y es un trabajo que nos hará sentir orgullosos a los ecuatorianos.
Ustedes han oído la expresión norteamericana de “Banana
Republic” para referirse a algunos países centroamericanos en los que
las tres grandes transnacionales de los Estados Unidos, United Fruit,
Standard Fruit y Del Monte establecieron a comienzos del siglo pasado
grandes plantaciones bananeras, convirtiéndose en los grandes emple-
adores y poderosos influenciadotes de las políticas estatales en esos
pequeños países. El premio Nóbel de literatura, el guatemalteco Mi-
guel Ángel Asturias escribió su novela “El Papa Verde” en la que des-
cribe la influencia de esas empresas gigantes en Honduras, Nicaragua,
Panamá, Guatemala y Costa Rica. En su libro la Dra. Roberts relata el
crecimiento de la industria bananera ecuatoriana y como gracias a la
capacidad empresarial privada ecuatoriana y políticas estatales nacio-
nalistas impidieron que el Ecuador sea una República Bananera, sin
embargo de aquello, y quizá gracias a eso, en pocos años nos converti-
mos en el principal exportador del mundo de la apreciada fruta.
Ecuador ocupa el primer puesto como productor bananero
desde hace más de cincuenta años, gracias al trabajo de miles de peque-
ños agricultores, cientos de medianos y unas decenas de grandes pro-
ductores bananeros; aunque al inicio de la explotación, en las décadas
treinta y cuarenta del siglo pasado, sí intervinieron grandes empresas
extranjeras y hoy algunas también participan en la exportación de la
fruta. Con esta obra la Dra. Roberts resalta una vez más, como lo hizo
en su trabajo sobre el Ecuador y el cacao, y en la de los libaneses en
Ecuador, la gran capacidad y tradición del empresario costeño. En su
obra sobre el Ecuador y el banano cuyo nombre en inglés me dijo Lois
que estaba pensando que seria: “Ecuador entrepeneurs in a non-Banana
Republic”, en español esto equivaldría a “Empresarios ecuatorianos en
el desarrollo de la agroindustria bananera”, ella muy acertada y mere-
cidamente pone tres a personas como símbolos-estrellas del desarrollo
bananero en Ecuador: Don Luís Noboa Naranjo, Don Segundo Wong

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Mayorga y Don Esteban Quirola Figueroa, e incluye descripciones de


sus desarrollos empresariales.
La historia del desarrollo bananero en el Ecuador que la Dra.
Roberts ha escrito y que esperamos pronto sea publicada, sin duda
relata el éxito de empresarios ecuatorianos en generar riqueza y com-
petir con otros productores y exportadores del mundo. Ese éxito, como
fue también el que tuvieron los cacaoteros en décadas anteriores, ha
permitido que se repliquen los casos de actividades en las que los ecua-
torianos hemos sobresalido como productores. En las décadas de los
setenta y ochenta la acuacultura camaronera y la pesca ocuparon el pri-
mer lugar de América; en la sierra la producción de flores ecuatorianas
sobresalen por su calidad; el brócoli, el aceite de palma africana, el pal-
mito, la piña son nuevos productos que se han incorporado a las expor-
taciones en años recientes. Hemos vuelto a ser exportadores de azúcar
y arroz y la producción de cacao esta entrando en un nuevo auge.
La obra de Lois Roberts, una americana que desde un ángulo
diferente ha apreciado las cualidades empresariales de nuestros nacio-
nales, nos sirve para tener fe en nosotros mismos, para revisar nuestro
pasado y ver como hemos logrado excelencia en muchas actividades.
Necesitamos hacer conocer este éxito entre los propios ecuatorianos
para que los que creen que el progreso se logra con un súper estado que
reparte migajas, entiendan que este se logra con trabajo, iniciativa y
esfuerzo.
Gracias Lois, gracias por su trabajo. Para mí es un honor darle
la bienvenida como Miembro Correspondiente Extranjera de la Aca-
demia Nacional de Historia del Ecuador, la noche de hoy en la que con-
tamos con la presencia de nuestro director nacional el Dr. Manuel de
Guzmán Polanco, otros distinguidos miembros de la Academia y todos
ustedes amable público. Gracias Dra. Roberts.

Guayaquil, 28 de agosto de 2008

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EL ESCRIBIR HISTORIA*

Dra. Lois J. Roberts

Comienzo a escribir este artículo en la víspera de mi inclusión


en la prestigiosa Academia Nacional de Historia del Ecuador como
Miembro Correspondiente Extranjero de la Institución. Estoy muy
agradecida por este gran honor, algo que nunca soñé que me podría
ocurrir. Les agradezco. A lo que miro a mi alrededor veo las lumina-
rias talentosas de nuestra profesión que son sus miembros, historia-
dores como el Dr. Miguel Albornoz y el Dr. Jorge Salvador Lara, y me
pregunto cómo es que he sido incluida.
Vengo a donde ustedes como humanista, una historiadora,
alguien que ubica la escritura de la historia dentro de los ramales de la
enseñanza preocupada con el pensamiento y las relaciones humanas.
Me gustaría hablar sobre esto. El diccionario determina a las huma-
nidades especialmente como literatura, filosofía, lenguaje, los clásicos
e historia. Mi comprensión de la historia y, como debe ser estudiada y
escrita, viene de mis estudios de postgrado en la Universidad de Cali-
fornia, Los Ángeles en la década de los 60. Ahí aprendí que la respon-
sabilidad del historiador era el buscar la verdad con respecto al pasa-
do mediante investigaciones exhaustivas lo más libre posibles de no-
ciones y teorías preconcebidas. Debería, conformar la narrativa cro-
nológica, nunca insertando eventos que estaban todavía por delante.
Esta metodología había sido heredada de los clásicos. Heródoto, posi-
blemente nuestro primer historiador, escribió de que deberíamos pre-
servar la memoria de grandes y maravillosas hazañas. El profesor Do-
nald Kagan, profesor de historia y clásicos en la universidad de Yale,
argumentó recientemente en favor de la ubicación de la historia dentro
de los clásicos y otras humanidades cuando alegó de que todos los
escritores de historia tienen la responsabilidad de preservar las gran-
des, importantes e instructivas acciones de los seres humanos. Kagan
citó a Tucidides cuando escribió “en cuanto a los hechos que ocurrieron
* Discurso de incorporación como Miembro Correspondiente Extranjea de la Academia Na-
cional de Historia del Ecuador. Guayaquil, Club La Unión. 28/VIII/2008a

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no los aprendí de un informante casual ni tampoco pensé que fuera


correcto escribir aún lo que me pareciera probable a mi sino más bien
por medio de la investigación de cada uno de ellos con la mayor
certeza posible, tanto los eventos en los que yo había estado presente
como aquellos que otros me relataron que los vieron personalmente. El
descubrimiento de tales hechos fue laborioso, ya que de varias per-
sonas los mismos eventos no daban los mismos reportes sobre ellos, o
por preferencias o por fallas en la memoria” 1. El estudio de la historia
se ha ensanchado en nuestro tiempo pero siguió esa fórmula: Relata de
manera cronológica y en una forma que cualquier persona ordinaria
pudiera comprender de donde vinimos y cómo nos hemos hecho como
somos. Historia es un arte, es un cuento y es una narración, pero no es
una ciencia.
Un notable historiador francés demostró el lugar de la historia
como una rama de las humanidades cuando yo participé en un semi-
nario sobre Europa Moderna en 1967. La clase había sido asignada a un
cuarto en el edificio de las Ciencias Sociales. Antes de abrir sus notas,
el profesor nos pidió que todos nos paráramos. Nos llevó fuera del edi-
ficio, cruzamos el campus y nos introdujo en el edificio de Humani-
dades. De esta forma identificamos nuestra disciplina: no era una cien-
cia, historia no era una ciencia social. Poco después la disciplina de his-
toria fueron los fundamentos de desafío en varias maneras nuevas. Al
comienzo notamos un cambio en los temas escogidos para investigar.
Los precedentes se habían dado mucho antes, tan pronto como en los
40, siguiendo publicaciones ampliamente difundidas con respecto a, y
como introducción a, clases en nuestras universidades sobre genética.
Aquí se encontraba una clara prueba científica que el color de la piel no
tenía nada que ver con la agudeza mental. Con esta y otras evidencias
a la mano, los historiadores norteamericanos se dedicaron a la historia,
de los estados de su República en donde había sido legal la esclavitud,
una vez concluida nuestra guerra civil y a los roles de la gente de color
posterior a su liberación y hacia el presente. Esto era de aplaudirse. Ca-
si inmediatamente siguieron investigaciones y publicaciones no solo
sobre raza sino también sobre clases y género. Después de los 70 estos
tres (raza, clases y género) se convirtieron en los tópicos de preferencia
para investigadores, para expositores, en reuniones de sociedades
históricas, en graduaciones y luego siguieron los publicistas. Esta ten-
1 George F. Will, “History’s Higher Ground,” The Washington Post (May 19, 2005), Donald
Kagan, In Defense of History, http://www.neh.gov/whoweare/kagan/lecture.html

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dencia nos llevó a historia como una herramienta para la resolución de


problemas y a las necesidades de mujeres y de gente ordinaria.
Una Escuela Francesa de escritura emergió durante los 60 y los
70 con una preferencia para historia de la Ciencias Sociales: una prefe-
rencia por lo cuantificable, lo estadístico y una condena de la narrativa
clásica de la historia de los eventos. Esta escuela Postmodernista abier-
tamente prefería la resolución de problemas a la historia narrativa, pre-
fería atender los problemas de personas ordinarias y evitar los relatos
sobre los grandes hombres y mujeres. Adicionalmente ellos argumen-
taban que la historia tal como estaba practicada por los tradicionalistas
era nada más que adivinanzas coloreadas por la política e intereses
personales. El historiador Donald Kagan escribió de sus líneamientos:
“Los grandes eventos y temas tradicionales tales como política de alto
nivel, constituciones, diplomacia, guerra, grandes libros e ideas no
deben ser considerados, excepto para demostrar porqué deben ser
excluidos como el producto de machos blancos muertos dedicados al
proceso permanente de oprimir a la buena gente ordinaria de un tipo
u otro. El propósito del trabajo no es la búsqueda de la verdad con la
mayor objetividad que uno puede acumular, pero el alzar la conciencia
de los oprimidos, para traerles el autoestima que ellos necesitarán para
derrocar la versión actual de este antiguo establecimiento.” 2
El doctor Gordon S. Wood, ganador del premio Pulitzer y pro-
fesor de historia de la Universidad de Brown llamó lo que siguió una
guerra abierta entre postmodernistas y los historiadores tradicionales.
El vino en nuestra defensa. Primero, aplaudió el trabajo de los científi-
cos sociales por sus contribuciones en el campo del comportamiento
humano. Habían abierto nuevos campos y expandido nuestra com-
prensión del pasado. Historiadores postmodernistas habían compilado
datos cuantitativos sobre todo desde la incidencia de enfermedades
hasta el análisis de los censos. Su historia cultural nos permitió com-
prender temas como creencias pasadas, rituales, crianza de los niños,
temas sólo tocados levemente por los historiadores clásicos. Ellos ha-
bían transformado drásticamente los campos de literatura y antro-
pología y estaban comenzando a escarbar bajo la superficie de la disci-
plina de la historia. En cuanto a la resolución de problemas, Wood
relató, “la metodología de las nuevas investigaciones históricas comen-

2 Kagan, http://www.neh.gov/whoweare/kagan/lecture.html.

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

zarán con un intento de comprender las circunstancias históricas que


están detrás de un problema o situación de los días actuales”. Esto fue
natural para nosotros y así debería ser. Pero, él advirtió, los problemas
presentes no deben ser el criterio para lo que encontremos en el pasa-
do. Nuestras percepciones del pasado no deben ser moldeadas directa-
mente por los temas de nuestro propio tiempo. El pasado debe ser exa-
minado en su propio contexto con toda su complejidad. 3
Entonces emergieron los “Historiadores de la Ciencia Social”
viniendo en parte de los Departamentos de Historia pero más aún de
los Departamentos de Ciencias Sociales. En los últimos 25 años cientí-
ficos sociales sin ningún entrenamiento en metodología histórica o
comprensión de las metas humanísticas, han penetrado en la escritura
de la historia. Antropólogos, combinaron análisis profundo de peque-
ñas áreas manejables con análisis teórico utilizando métodos de inves-
tigación enseñados en su departamento. Los resultados de investiga-
ciones, como regla llamados datos, incluían fuentes escritas, entrevis-
tas personales y recursos culturales existentes. En mi universidad yo
les daba una clase obligatoria sobre el estudio de la historia, la única
vez que estuvieron expuestos a la historia en el sentido tradicional. Su
disciplina pedía el análisis de los datos utilizando herramientas teóri-
cas. Las teorías eran de tal importancia que largas Introducciones a sus
estudios delineaban las cualidades o argumentos esenciales para teo-
rías múltiples. El texto sugería una posible relación con los datos que
luego vendría. El computador llevó el procesamiento de datos a nue-
vos niveles, el historiador podía apreciar la colección de datos; no obs-
tante, él respondería que la historia no es cuantificable, no es una cien-
cia, y no está sujeta a análisis.
También, algunos de los resolvedores de problemas con sus
abundantes datos acerca de una pequeña área estuvieron tentados a
extender sus conclusiones a cosas que concernían a la sociedad entera.
Asociados cercanamente con esta tentación tanto el científico social y
recientemente el historiador en el desarrollo es una persecución de la
historia opacado por la promoción de una vista preferida del pasado.
En vez de introducir un manuscrito imparcial, el resultado es el de un
activista escribiendo para influenciar al lector hacia un movimiento
político o social en particular. Entre los últimos, el marxismo nunca ha

3 Gordon S. Wood, The Purpose of the Past (New York: Penguin Press, 2008) 10,73, 83, 133, 136.

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muerto. Un peligro siempre presente se encontraba en el analista que


ponía primero un sistema o teoría, y dentro de esta posibilidad difícil-
mente se escapaba de preferir hechos que podrían calzarle mejor. Ar-
mados con preocupaciones por los problemas del presente el histori-
ador científico social podría permitir que el presente domine la bús-
queda de evidencia histórica imparcial.
Entrenamiento en ciencia social era muy diferente de lo que les
enseñaban y exigían en los departamentos de historia, importante-
mente en los seminarios de postgrado adonde encontrar toda la liter-
atura existente sobre un tópico específico, localizar material primario
de investigación e utilizarlo imparcialmente se volvía en si un arte.
Humanistas someten un record del comportamiento humano por su
valor en sí, para el record, nada más.
Mis preguntas investigativas se me vinieron de la curiosidad
hincada por estudios de la historia mundial realizados en los últimos
siete años e incrementadas por lo que yo sabía del Ecuador. Había pa-
sado un año y medio en la costa ecuatoriana entre 1950-1951 donde
hice vida social con personas cuyas familias habían participado en la
exportación del cacao. ¿Porqué estas personas que estaban sentadas
alrededor de una mesa conmigo hablando francés en vez de español?
La respuesta era que ellos habían crecido y habían sido educados en
Francia y tan interesante como esto podría haber sido para mi, no era
material para una disertación cultural. Un economista en UCLA me
llevó hacia literatura sobre el intercambio de “comodities” y entonces a
una pregunta importante: ¿cuál era el cuento del Ecuador y el Cacao?,
segundo, ¿qué había pasado con los libaneses que yo vi en tiendas de
telas en 1950 pero que eran dueños de uno de los bancos más grandes
del país en los 90?, más recientemente tuve que preguntar cómo es que
hombres de negocios de la costa se recuperaron de las exportaciones
disminuidas de cacao de los años 20’ para hacer del Ecuador el primer
exportador en el mundo entero de banano?, estas preguntas llevaron a
narraciones extraordinarias. Me convertí parcialmente en ecuatoriana
dedicada al pueblo ecuatoriano, no una crítica de mi segundo país,
pero una que respetaba las reglas de mi disciplina: para narrar mis his-
torias en la complejidad de su propio tiempo y bajo las influencias de
la cultura en la cual se llevaban a cabo. La narrativa no podía estar co-
loreada por circunstancias actuales ni formada alrededor de problemas
del presente. Mis narrativas intentaron permanecer dentro del límite

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de la situación a la que me dirigía, y no desviarme excesivamente hacia


la plétora de eventos históricos que ocurrieron alrededor de ellos.
Valoraba el trabajo ya publicado por científicos sociales y lo utilizaba
abundantemente. Su material incluía datos estadísticos ya que habían
sido ellos los que recolectaban y diagramaban el incremento continuo
en las exportaciones bananeras y señalaban quién estaba exportando,
quién estaba cultivando, el tamaño de las plantaciones, estadísticas
sobre cuántas cajas productores individuales estaban llevando al mue-
lle, y mucho más. Realmente, ningún historiador había trabajado en la
historia del banano. Recurrí a “Las Costumbres de los Ecuatorianos”
de Oswaldo Hurtado cuando buscaba una fuente que tratara sobre las
complejidades sociales del pasado y la sobrevicencia de muchos hábi-
tos, hábitos de negocios, me ubiqué en el pasado e intenté averiguar so-
bre la situación de ese entonces y a descubrir la forma en que las per-
sonas se consideraban a sí mismas y qué estaban haciendo. Preocu-
pación del presente, preocupaciones que todos tenemos, no deben
interferir en mi presentación.

PREOCUPACIONES DEL PRESENTE

El conocido historiador norteamericano, Gordon S. Wood, publicó re-


cientemente sobre historiadores que incluían en sus publicaciones sus
preocupaciones concernientes al presente. Lamentó “preocupación con
el presente” de los historiadores universitarios: “...permitiendo que
sensibilidades modernas coloreen y frecuentemente controlen nuestra
perspectiva del pasado”4. Wood estuvo de acuerdo en que los proble-
mas del presente deben ser un estimulo para nuestro descubrimiento
del pasado pero que nuestra percepción del pasado no debe ser mold-
eada por los problemas de los tiempos actuales. Necesitamos compren-
der completamente de donde hemos venido e historiadores necesitan
proveer esto. Mientras que muchos ecuatorianos así como también
norteamericanos son ignorantes de su propia historia, demasiados his-
toriadores actualmente utilizan su disciplina como un mecanismo para
promover sus propios puntos de vista, sus intereses del momento, del
presente. Otro crítico advirtió que cuando la política entra por la puer-

4 Jonathan Yardley, A sage historian laments the “present-mindedness” of many of his colleagues,
Book World, Sunday, March 16, 2008.
5 Book Review, Gordon S. Wood, The Purpose of the Past, in Los Angeles Times, April 3, 2008.

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ta la verdad sale por la ventana. “Historiadores que quieren influenciar


la política con lo que escriben sobre historia han equivocado el propósi-
to de su oficio: deberían terciar para un puesto político” 5. Historiadores
también se han convertido en historiadores culturales promoviendo el
cambio social, insertando temas de los pobres, de las prostitutas y de
raza, de prejuicio social y de clase en sus narraciones al punto de dis-
minuir la vista total del pasado.
Wood señala a historiadores de los Estados Unidos quienes
han recobrado con éxito el pasado a través de historia narrativa, y no
son todos profesionales entrenados en la academia. Por ejemplo, ellos
incluyen Bárbara Tuchman y David McCullough quienes han vendido
millones de copias más que los historiadores profesionales. Al poner
las preocupaciones sociales del presente por delante de un narrativo
fascinante sobre el pasado, los post-modernistas a quienes nos referi-
mos arriba han lanzado sus investigaciones fuera de balance y alienado
al público en general. Su producto final dice al lector más sobre el his-
toriador y sus puntos de vista que sobre los eventos que está supues-
tamente describiendo. Un trabajo sólido de historia, argumentó Wood,
no debería decir a los lectores “más sobre el historiador que sobre los
eventos que él o ella están presumiblemente relatando.” (Times, p.1)
Cuando comencé mi más reciente libro no estaba preocupada
por el problema del presente así como lo hubiera descrito Gordon
Wood, yo quería averiguar como es que las exportaciones bananeras
ecuatorianas se habían movido de lugar “A” “cuando los costeños es-
tuvieron sembrando unas pocas risomas en sus plantaciones de cacao
para proveer sombra, hasta el lugar “B” desde donde Ecuador podría
mirar hacia atrás a más de medio siglo como el líder mundial de ex-
portaciones de banano. De acuerdo con cifras que me dio Eduardo Le-
desma de la Asociación de Exportadores Bananeros Ecuatorianos, en el
2007, Ecuador exportó 256’000.000 de cajas y el negocio dio trabajo
directa o indirectamente a 2’000.000 de personas. ¿Cómo había ocurri-
do esto, qué lo hizo ocurrir y cuáles fueron los obstáculos que los ecua-
torianos superaron en el camino.?.
No me tropecé sola con este tópico, ocurrió una mañana en la
casa de Julio Estrada Ycaza. Carlos Ycaza Jr. estaba ojeando un manus-
crito inconcluso de su abuelo sobre la historia económica del Ecuador.
Yo sugerí achicar el tópico a banano, y hablamos de ser socios en el
esfuerzo. Carlos emprendió el trabajo inicial de archivos y hacer las

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

entrevistas mientras yo trabajaba en los Estados Unidos. Entonces Car-


los se fue para la universidad de Colombia, y a pesar de que él contin-
uo ayudando el trabajo fuerte me tocaba a mi, el escribir la obra.
Mientras tanto John Sambrailo, Director Ejecutivo de la Fundación Pa-
namericana en Washington D. C. Me preguntó qué estaba haciendo y
en un destello de entusiasmo comenzó a ayudar con ideas, contactos
personales y me envió libros recientes y literatura clásica sobre las mul-
tinacionales. Envió copia de numerosos reportes publicados por agen-
cias internacionales, agencias de seguros tales como World Trade Orga-
nization así como también por organizaciones bananeras ecuatorianas
y taimen la Asociación de Exportadores de Banano del Ecuador
(AEBE).
Anteriormente, “The School of New Research” me había pedido
escribir una crítica sobre el libro de Steven Striffler In the Shadows of
State and Capital, The United Fruit Company, Popular Struggle and Agra-
rian Restructuring in Ecuador, 1900-1995 (2002). No estaba preparada
entonces para juzgar su investigación y mis comentarios eran descrip-
tivos en vez de críticos, no obstante el contenido y el vocabulario post-
modernista y marxista me inquietaron. Cuando comencé la investi-
gación para mi libro enseñé el libro de Striffler a cultivadores experi-
mentados de banano en la provincia del Guayas buscando sus conse-
jos. Su reacción a las conclusiones concernientes a la reestructuración
agraria y a la presencia y posterior salida de “United Fruit” fue uno de
incredulidad. Póngase a trabajar ellos urgían.
En la medida en que me informaba mejor, mi curiosidad crecía,
leí la literatura voluminosa dedicada a la historia del negocio del ba-
nano, uno que se enraizó y se desarrollo durante una era en que hacer
negocios en Centroamérica era hacer negocios con dictadores. La coo-
peración le traía utilidades al dictador y permitía que el hombre de
negocios avance. Sam Zemurray quien aparece en nuestra historia,
llevó a cabo una revolución exitosa a fines de 1910 para remover un
dictador no amigable a su proyecto para poner en su puesto a otro que
colaboraría con él. Su acción hacía juego con la complejidad de esos
tiempos y lugares. Extranjeros construían ferrocarriles ya que eran
claves para hacer llegar el banano a los puertos, compañías extranjeras
desbrozaban el terreno, construían y monopolizaban los ferrocarriles y
construían y monopolizaban los puertos. En cuanto a la historia del
banano publicada en el extranjero sobre Ecuador, encontré que geógra-

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fos y economistas ofrecían un juzgamiento equitativo del estado de la


industria. No obstante, tanto las publicaciones extranjeras como las
domésticas que tocaban la historia del banano, tendían a, diría yo, mi-
nimizar las contribuciones de la industria. Algunos escritores culpaban
a los productores y exportadores de hacer dinero para ellos mismos pe-
ro al mismo tiempo fracasando en el esfuerzo por terminar el subdesar-
rollo económico en el País. Otros, simplemente lo consideraban una in-
dustria de altos y bajos de poca consecuencia para la nación.
Mi lectura se trasladó, del negocio internacional del banano a
averiguar que había pasado en el Ecuador durante este período de 80
años, posiblemente ninguna fuente de evidencia superaría la de la en-
trevista personal: entrevistas con participantes de edad de los años 40
y de todo nivel de la sociedad, participantes que supieron narrativas
que llevaban la historia de década en década, y finalmente a un emba-
jador que defendió el caso del Ecuador en el “World Trade Organiza-
tion” en el 2002. Estos podrían ser hombres quienes habían partido
desde su casa a las 6h00 en ropa de trabajo, no en ternos oscuros de ne-
gocio, viajado a plantaciones, asistiendo a reuniones y resolviendo pro-
blemas todo el día. Muchos sacrificaban el tiempo que yo les pedía,
después de las 7 de la noche para contestar mis preguntas antes de ir a
sus casas y ver a sus familias o a un evento social o religioso mandato-
rio. Ellos que no conocían los hombres de negocios bananeros de la
costa no tenían idea del ritmo de trabajo que ellos seguían, día, tras día,
tras día con una metodología de control total de sus negocios.
El flete marítimo, posiblemente el elemento más costoso del
negocio del banano demandaba para mí un consultor a tiempo comple-
to, y tuve uno, el sueco Eric Mattson. Como era bien conocido, los sue-
cos no tenían tierras arables ricas para alimentar la población e históri-
camente muchos fueron al mar para ganarse el pan de cada día. En los
años cuarenta Sven Salen Shipping era dueña de más barcos que cual-
quier compañía de charter en el mundo y Mattson encontraría su pri-
mer trabajo con Salen. Eric Mattson concluyó su educación universi-
taria en Suecia, asistió al St. Gallen Switzerland International School of
Business y luego estudió marketing y obtuvo un trabajo en New York.
Se unió a Salen Shipping en 1953 y partió para el Ecuador para ser jefe
del grupo sueco en el Puerto de Guayaquil. United Fruit lo contrató
para vicepresidente de su subsidiaria en Guayaquil y estos trabajos lo
mantuvieron en Guayaquil para mas o menos dos décadas. Trabajó

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

diariamente con bananeros domésticos tales como Luis Noboa y Juan


X. Marcos así como con productores extranjeros. Vivía en el Barrio del
Centenario con su creciente familia donde lo trataron como un guaya-
quileño más. Trabajos subsecuentes incluyeron posiciones gerenciales
para United Fruit en Europa donde compitió con Luis Noboa para
clientes detrás de la cortina de hierro. Admiraba a Noboa por su co-
rrecto proceder en los negocios. En el 2003 cuando yo buscaba un ase-
sor histórico en fletes marítimos, llamé a la oficina de Noboa en Ambe-
res, Pacific Fruit. Ramón Raes, gerente de oficina me dirigió a Eric
Masttson en Torekov, Suecia, retirado de su propio negocio, Viking
Fruit Company, trabajó como consultor para embarcadores de frutas.
El contestó mis preguntas, gratis, en un casi diario intercambio de pre-
guntas y respuestas complementadas con reportes de nevadas y anéc-
dotas chistosas que él y otros hombres fruteros se intercambiaban por
correo electrónico. Su nombre aparece frecuentemente en mis Notas
finales, él murió en febrero del 2007.
Mi segundo “consultor” de transporte marítimo era Russell
Eduardo Crawford, Gerente de Pacific Fruit en la oficina de Roma des-
de febrero del 2001 hasta julio del 2006. Se graduó en la Universidad de
California en Santa Bárbara, en economía y fue oficial de crédito en
Citibank, Guayaquil antes de comenzar a trabajar en la matriz de Paci-
fic Fruit, de Noboa, en Amberes, Bélgica en el 2001. Allí, al pie del río
Sheldt, León Van Parys, había desarrollado posiblemente la más gran-
de firma de importación y mercadeo de frutas en Europa. Ramón Raes
describió esa adquisición así como la de Noboa de Pacific Fruit de Van
Parys en 1960. Aquí estaba la continuidad que yo necesitaba para la
historia de la expansión de Noboa en Europa. Russell me llevó a pie
por los históricos edificios de Van Parys y sus puertos describiendo el
proceso de la descarga de la fruta mientras mirábamos a los palets
moverse desde el barco a los edificios refrigerados y a los camiones que
se dirigían a los mercados al por menor. Una vez posicionado en Roma,
Russell me pudo contar la historia de los socios de Noboa y la expan-
sión de las ventas en la medida que él se apartaba de Italia a los puer-
tos de Croacia y a los muchos países en el perímetro tierra adentro del
mar del Mediterráneo. El contó que los problemas de importación a
Europa de los 90 y los 2000, me aclaró los problemas de descargas y
contestó mis continuas preguntas. Más a menudo de lo que uno podría
pensar, el reportó, barcos cargados llegaban del Ecuador solo para en-
contrar que el comprador potencial no tenía fondo. El embarcador se

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veía forzado a botar su carga al mar, de esta manera la historia del


banano tomó forma, pieza por pieza, de hombres que había contribui-
do a ello de forma diaria.
Tuve una entrevista larga con Russell cerca de las oficinas de
Pacific Fruit en abril del 2006, y ya que Kevin Bragg, Jefe de las oficinas
de Noboa en Europa estaba visitando Amberes se unió a nosotros para
cenar y hablar más de banano. Russell se murió en julio del 2006. Yo
escribo como una humanista, una reportera de acciones de seres hu-
manos; pero el aceptar la finalidad de estas dos personas fue agoni-
zante en el extremo.
Tal como uno ve en mi documentación los registros del De-
partamento de Estado en los Estados Unidos, vez tras vez complemen-
taron la historia por mí. En 1950 me hice amiga de Adan Lester que tra-
bajaba desde el Consulado de Estados Unidos en Guayaquil, el era el
encargado de mandar los reportes concernientes a asuntos económicos
generales y el negocio bananero y los asuntos políticos al Departamen-
to de Estado a Washington D.C. Cada lunes en la mañana, o cada día si
las noticias lo justificaban, él visitaba las oficinas de United Fruit, Stan-
dard Fruit, Juan X. Marcos, Luis Noboa y también paraba allí cuando
había acción. El averiguaba sobre el estado de las industrias, impor-
tante entonces, la industria bananera, el visitaba a Folke Anderson en
Esmeraldas y otras plantaciones en toda la costa. El escribía y despa-
chaba los reportes que yo leía recientemente en los archivos nacionales.
El transmitía artículos de publicaciones tales como El Universo, él era
solo un ejemplo de la fuente continua de oficiales quienes vinieron al
Ecuador por décadas y aún vienen hoy. La semana de trabajo de Lester
era un ejemplo del tipo de actividades comunes de los oficiales con-
sulares en Quito y en oficinas más pequeñas como la de Esmeraldas.
La United Fruit Company ahora Chiquita no permite a ningún investi-
gador utilizar sus archivos en Cincinati, Ohio.
A pesar de esto los despachos enviados desde la oficina con-
sular en Guayaquil y Quito desencadenaron una historia de la com-
pañía esencial para este libro a más de sus matices políticos.
Los papeles del Departamento de Estado estan archivados en
dos grupos principales: Grupo Record 59, o Record Generales, y Grupo
Record 84, Record de puestos diplomáticos y consulares. A pesar de
que muchos records han sido microfilmados y distribuidos a bibliote-
cas en Estados Unidos, los records que yo requería se guardaban en

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College Park, Maryland. Ayuda voluntaria para este trabajo de investi-


gación vino de Susan Weinman. Algo sobre Susan: en 1972, a los 52
años decidí pedir en adopción a la primera niña que fuera abandona-
da en la Maternidad Enrique Sotomayor. Fui favorecida con Susan y
después de 6 meses de trámite la tuve por fin en mi casa en California.
Calificó, y asistió a las mejores primarias y secundarias privadas del
Estado de California y fue aceptada en la Universidad de California en
Berkeley en la facultad de Ingeniería Mecánica aunque finalmente
decidió estudiar en el Campus de San Diego.
Regresando a los archivos nacionales de Maryland, Susan ayu-
dó a buscar en los índices, examinó archivos y puso a un lado los que
trataban tópicos esenciales que trataban sobre la historia del banano.
Fotografió mas de 200 piezas de correspondencia, piezas definitivas
que incluyen cartas y reportes escritos en su propio tiempo histórico y
en el contexto de ese tiempo. Estos eran invalorables mientras yo pro-
gresaba de “A” a “B” década por década. No tenía ninguna fuente
ecuatoriana de esta naturaleza y no conozco de ninguna hoy.
Cuando Carlos Ycaza Estrada y yo creamos los bosquejos del
libro, tres factores saltaron como críticos en el desarrollo de la indus-
tria: Hombres de negocio locales, extranjeros y el estado ecuatoriano.
Comercio costero histórico asociado con exportaciones internacionales,
la banca, la construcción de vapores y la era de exportación de cacao,
proveían un buen punto de partida. Estos eran a más de los extraordi-
narios elementos naturales que la costa brindaba para la agricultura
tropical y transporte.

EL LIBRO DEL BANANO

El Ecuador en la Epoca Cacaotera publicado en 1980 me dio experien-


cia en investigación y contactos en la costa con los cuales podría co-
menzar mi historia de banano. Cuando llegue en 1968 para la investi-
gación de cacao Rosemarie Estrada me presentó a su cuñado Julio Es-
trada Ycaza. El sugirió que lo visitara cada domingo en la tarde para
planificar mis investigaciones de la siguiente semana. Tuve como mi
tutor personal, al historiador de mayor renombre de la costa ecuatoria-
na. El llamaba por anticipado a la persona que yo iba a entrevistar y
también a los archivos privados y públicos tal como la colección Ro-
lando, entonces ubicada en el Municipio.

359
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Una cadena de informantes, incluyendo dueños de planta-


ciones, banqueros, así como exportadores y sus descendientes contri-
buyeron con lo que ellos sabían. Un pequeño avión me llevó a una
plantación de Isabel Puga a donde el piloto dejó caer un paquete pesa-
do de libros cerca de la puerta de la casa para que alguien fuera al pe-
queño aeropuerto a recogernos. Isabel trabajó al lado mío cada día, tan
típico de los bananeros y exportadores quienes hicieron posible que
mis investigaciones fueran tan completas. Todavía tengo contacto con
alguno de estos informantes. Un sobreviviente es el secretario de Juan
X. Marcos, quien me recibió cuando me desembarque de una lancha de
río en 1950, una lancha que me había llevado de un barco de Standard
Fruit al muelle. ¿Qué otro americano ha tenido el beneficio de amis-
tades duraderas y el tutoreo tales como yo las gocé?.
La publicación se atrasó hasta que un profesor quiteño encon-
tró la disertación doctoral en una colección de microfilm de una Uni-
versidad. El doctor Rafael Quintero y Erica Silva lo tradujeron sin costo
y se aseguraron de que fuera publicado en la Universidad Central.
Los Libaneses en el Ecuador, Una Vida de Exitos, me dio más expe-
riencia y me introdujo a comerciantes realmente extraordinarios. Esta
vez fue la familia Kozahya que me envió inicialmente a compenetrar-
me en Guayaquil y sus alrededores. En Quito sin contactos, comencé
abriendo la guía telefónica y buscando nombres de libaneses. Extraños
contestaban mis llamadas y me recibían en sus casas y oficinas, un con-
tacto llevándome a otro. Henry Raad editó y publicó el libro aquí en
Guayaquil.
Había pasado más de una década cuando almorcé con un gru-
po de agricultores ansiosos por ayudarme a iniciar la presente investi-
gación en mayo del 2004. Le puse “banana lunch” al record que lleve
de esa reunión. No voy a presentar una versión abreviada del libro
aquí. Mas bien hablaré de evidencia importante que me llegó después
del banana lunch y que me ayudaría a cumplir con la responsabilidad
descrita por Herotodus, “para preservar la memoria de grandes y mar-
avillosas obras.” En el caso de la industria en sí los desafíos los cuales
se habían visto forzado sobreponerse. Tal como uno esperara, el capí-
tulo inicial bosquejó la geografía regional y los suelos. Algunos estu-
dios de suelos y mapas de suelos costeños habían sido hechos en los 70
y el técnico en suelos doctor Egbert Spaans de la Earth University en
Costa Rica me los entregó. El estaba trabajando para el Ingenio San

360
E L E S CR I B I R H I S TO R I A

Carlos cuando lo conocí y este encuentro casual hizo posible poner al


día este tema importante. Para documentar el comercio histórico cos-
tero tenía la guía histórica de Guayaquil (1995) de Julio Estrada. Ésta
contenía recuentos de primera mano de viajeros del siglo 19 y comien-
zos del siglo 20 quienes exclamaban sobre la actividad vigorosa de la
ciudad de Guayaquil, una ciudad que tenía una vida distinta a la de
cualquier otra del País. En 1879 el vicecónsul de Francia la comparó
con el de Holanda por el sonido ensordecedor de las voces, la actividad
comercial intensa donde así como en Holanda los ricos y la clase supe-
rior trabajaban todo el día.
José Luis Tamayo inició su periodo presidencial al final de la
era cacaotera. Este banquero liberal, quería poner al país en contacto
con el mundo externo y con el pensamiento científico contemporáneo.
El trabajo de Wilson Popenoe, un explorador de plantas del gobierno
norteamericano cayó en mis manos. Contaba como el presidente Tama-
yo recibió al botánico en Ecuador en 1921. El reporte de Popenoe con-
taba sobre distintas plantas útiles, incluyendo el banano. El conocer a
Popenoe encajó bien con el rol que luego jugaría él cuando abrió la
escuela de agricultura en Honduras patrocinada por Sam Zemurray,
mencionado arriba en la narrativa sobre el “dictador”. Muchos ecuato-
rianos asistieron a este colegio y de allí se ubicaron en posiciones de
liderazgo en Ecuador. En diciembre de 1921 el presidente Tamayo dio
el primer gran paso del Ecuador en la búsqueda de tecnologías extra-
jeras e inversiones, para promover el banano en las plantaciones de
cacao enfermas. El contrató a J. Cicerón Castillo para promover una
compañía de banano en Ecuador. Mi descrubimiento de un reporte
escrito por J.Cicerón Castillo y archivado en los Archivos Institucio-
nales Hoover en la Universidad de Stanford proveyó el eslabón en la
historia de United Fruit que a mi entender nunca había sido consulta-
do antes ni se había visto impreso. J. Cicerón Castillo era un ingeniero
minero y geólogo que había estado encargado de intereses petroleros
en Ecuador desde 1919. Tamayo le dijo a Cicerón que él haría toda con-
cesión razonable requerida (tierras nacionales, derecho de vías de fer-
rocarril, muelles, privilegios fiscales, etc.) para promover tal compañía.
Cicerón se escribió con V.M. Cutter, un Vicepresidente de United Fruit,
y Cutter le envió 51 preguntas que Cicerón contestó en su totalidad. En
resumen, el reporte de Cicerón pronunciaba a la costa ecuatoriana
como “simplemente ideal”. Al mismo tiempo, la United Fruit estaba

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

perdiendo una batalla con el Mal de Panamá, llevando sus plantacio-


nes bananeras a y desde tierras excedentes a un gran costo. A eso aña-
dir los huracanes. Las exportaciones de banano de Honduras cayeron
año tras año. La Compañía ya estaba mandando hombres para explo-
rar las tierras al sur del Canal de Panamá cuando recibió el reporte de
Cicerón. El Vicepresidente Cutter mandó a Charles Sinners, un hombre
que compraba tierras para que saliera con Cicerón a inspeccionar las
mismas. Varias fuentes contribuyeron a la historia del contrato de con-
cesión que hizo preparar Tamayo y la demora en la compra por parte
de United Fruit. Ninguno estaba dispuesto a proveer las sorpresas rev-
eladas en el reporte de Cicerón Castillo en la carta adjunta.
A pesar del caos político de los años 20, United Fruit no perdió
el interés. La Compañía había estado buscando tierras al sur de Pana-
má debido a pérdidas por el Mal de Panamá y los huracanes que tum-
baban las plantaciones desde 1919, y escribiendo sobre el Ecuador. La
continuidad en el interés fue revelada en el diario de un experto en sue-
los de la United Fruit, Frederick J. Baron. Comenzando en Esmeraldas,
Baron y sus socios viajaron por los ríos hacia el este, después al sur,
alcanzando Balao en mayo 31 de 1925. El describió los árboles de cacao
atacados por la Escoba de la Bruja y condiciones en Tenguel donde el
“se rascaba toda la noche en vez de dormir”. Su trabajo era preliminar
para la decisión de la Compañía de gastar varios millones de dólares al
sur de Panamá. El contó del alivio de la pareja para entrar en el hospi-
tal de United Fruit en Panamá para tratamiento de Malaria y Tifoidea,
un hospital de primer orden que se encontraba comúnmente en las
plantaciones de la Compañía en los años 20. En cuanto al suelo, era
excelente. Pero, United Fruit no encontraría el alivio de las enfer-
medades y huracanes que buscaba evitar al desarrollar una plantación
en Ecuador similar a las que había tenido en Panamá y Honduras por
más de 25 años.
A pesar de la caida en las exportaciones tradicionales costeras
y la depresión mundial que comenzó en 1921, las exportaciones de
banano sobrevivieron y tuvieron un tremendo auge en 1934. Posible-
mente fuentes domésticas podrían haber proveído una historia aquí.
Los informes del Consulado y mi consultor en fletes marítimos hicie-
ron el trabajo por mi. Un reporte titulado “Fruit Companies Interested
in Export of Bananas from Ecuador” despachado en 1933 contaba la
introducción de compartimientos refrigerados por parte de “Grace

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

Steamship Lines” en los puertos de donde ellos llevaban banano a los


Estados Unidos. Yo vi la frase “Ecuador estaba produciendo bananos
de bajo grado”. Criterio que yo encontraría vez tras vez y hasta el fin
del siglo. La producción y la historia de la exportación de la firma chile-
na Compañía Frutera Sudamericana (SAFCO) la tomamos de varias
fuentes. Una de ellas “Recopilación de Leyes, Estudios y Estadísticas
del Banano Ecuatoriano”, de José San Andrés T. Recuerdo la búsqueda
hecha en mi beneficio por Paulina Burbano de Quito, ella visitó la ofici-
na de John Sanbrailo en Washington D.C., cuando estaba asistiendo a
la Universidad de Harvard. Ella necesitaba un trabajo de investigación
para satisfacer un requisito para el masterado. John la envió a recorrer
las bibliotecas y archivos de New York, Boston, y la biblioteca del Con-
greso en Washington D.C. Ella descubrió numerosas fuentes impresas
y manuscritos tales como el reporte de Baron, anotado arriba, así como
fotografías históricas. Ella me envió por correo un índice muy profe-
sional y copia de todo. Gracias Paulina Burbano.
Para historia de las grandes multinacionales, United Fruit and
Standard Fruit, yo podía encontrar trabajos publicados. Pero, debo to-
mar una pausa para recomendar a todos los que no han visto “An
American Company: The Tragedy of United Fruit (1976)” de Thomas
McCann. No importa que opinión tenga usted de la Compañía, usted
se identificará con Tom McCann, se enriquecerá y gozará con el libro.
Varias publicaciones concernientes a lo que estaba ocurriendo
en la costa ecuatoriana en los años 30 me perturbaron. Una en particu-
lar, la cual yo cito, le dice a sus lectores que Ecuador sufría por ausen-
cia de hombres de negocios dinámicos e innovadores o que las élites
costeras estaban buscando desesperadamente una alternativa de expor-
tación. Esto no congeniaba con el record histórico tal como yo lo encon-
tré y los tipos de hombres que yo habia conocido en la costa. Fue el
lugar ideal, cronológicamente, para introducir a Juan X. Marcos y yo
tenía la fuente. Adicionalmente a los documentos y a algunas entrevis-
tas sobresalientes yo tuve una reunión con Xavier Marcos, Gerente Ge-
neral del Ingenio San Carlos, en su oficina en Guayaquil. De la repisa
superior él bajó la minuta de la reunión inicial de Sociedad Agrícola e
Industrial San Carlos S. A., en el año 1937. Las “élites” costeras, los hom-
bres del cacao, rebotando de las pérdidas que habían sufrido cuando el
gobierno revolucionario había congelado todos sus activos en el Banco
Comercial Agrícola, reunieron capital para una nueva industria: el

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Ingenio San Carlos. Yo podía dar los nombres, dar la cantidad suscrita
por cada uno, y contar que Lorenzo Tous, fue a Galápagos y compró la
maquinaria para el Ingenio. En 1950 ya era la industria más grande de
todo el Ecuador. Estos no eran hombres actuando en desesperación;
todo lo contrario, eran hombres de negocios serenos, el tipo de hombres
comerciantes que en el siglo 19 habían sido observados en Guayaquil.
Mi narrativa sobre “entrepreneurs” comenzaba.
Mientras que algunos capitalistas Norteamericanos compar-
tían una visión de un mundo, de Latinoamérica, rehecho en su propia
imagen por medio de la inversión extranjera, esto no sucedería. Ecua-
dor presentaba un clima político hostil, justo en el momento en que
United Fruit estaba a punto para invertir en tierras y en gastos opera-
tivos para la producción de banano. Aquí utilicé el libro de Tom
McCann sobre United Fruit para explicar la necesidad absoluta de que
la Compañía tuviera un contrato de concesiones, un acuerdo que pro-
tegería su inversión de desaparecer por los impuestos. McCann tam-
bién nos da un vistazo de Sam Zemurray cuando se reubicó de hacer
negocios con dictadores a ser Gerente de United Fruit en los años 30,
madurando para convertirse en filántropo y asesor en aspectos sociales
dentro de la compañía. Mientras abundaban fuentes para los senti-
mientos antiextranjeros entre los ecuatorianos durante los años 30, so-
lamente los informes Consulares detallaban los chismes de la calle.
También incluían artículos copiados de publicaciones locales como uno
en El Telégrafo titulado “Justa Alarma” y de la cual yo me aproveché.
Estos añadieron a la comprensión de la complejidad social y de nego-
cios en Ecuador a lo que comenzó a penetrar en la explotación global
de banano. Por ejemplo, un informe relató que un Norteamericano ha-
bía sido visto en el malecón buscando un espacio en la Grace Laine y
vapores de charter. Cuando United Fruit enviaba hombres a comprar
tierras, trataban sin éxito, de que lo que estaban haciendo no saliera en
las noticias. Informes de día a día enviados al Departamento de Estado
de los Estados Unidos detallaban los chismes, miedos y finalmente
numerosas compras de UF incluyendo la propiedad Taura-Vainillo y
finalmente Tenguel que alcanzaba hasta los Andes. Uno podría pre-
guntarse por qué no utilicé los Reportes Anuales de UF ya que estaban
disponibles en la Universidad de Harvard. ¿Por qué? Si imprimían
cualquier cosa sobre Ecuador. Más tarde me dijeron que la inversión
Ecuatoriana para compensar el Mal de Panamá era una operación tan

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

pequeña que probablemente no valía la pena mencionarlo. United


Fruit era en ese entonces una de las más grandes, sino la mas grande,
corporación en los Estados Unidos.
Los reportes eran mi única fuente para los argumentos diarios
sobre límites de aguas territoriales en el perímetro de Tenguel, limites
de hectareaje y la resolución final de estos temas. Ellos detallaban las
preocupaciones de los ecuatorianos con respecto a si que United Fruit
adquiriría de productores bananeros domésticos una vez que la Com-
pañía tuviera suficientes tierras para cumplir con las necesidades de
exportación. Ellos incluían numerosos telegramas de UF para el pre-
sidente Páez y fue solo cuando se publicó el Contrato de Concesiones
de UF, más tarde anulado, que pude encontrar material impreso que
igualaba o iba más allá a lo que encontré en los reportes. El Registro
Oficial imprimió la Ley fundamental ecuatoriana de Julio 23 de 1938
que limitaba el hectareaje que podrían tener extranjeros y limitaba la
cantidad de exportaciones de banano por parte de extranjeros desde
sus propias plantaciones. El Estado contribuyó: Ecuador nunca tendría
“Territorios Extranjeros” nunca monopolizarían las exportaciones y los
extranjeros nunca tendrían ingerencia sobre la estructura de la tenencia
de la tierra en el Costa.
Los que recolectaban las estadísticas de exportación para Ecua-
dor en 1940 solían no tomar en cuenta las exportaciones de banano que
sumaron 1’839.669 racimos. Esto podría haber sido porque el arroz y el
cacao estaban a la cabeza de las exportaciones en dólares y así contin-
uó durante toda la Segunda Guerra Mundial. El Oro produjo un extra-
ordinario número de racimos, siembras que alcanzaban desde los años
30 cuando un señor Manuel Amable Calle plantó una gran cantidad de
Gross Michel allí. Utilizando unas pocas fuentes impresas, encontré
que este hombre revoluciono la economía local. Nacido en 1893, de tez
oscura, el creció apoyado por su madre que lavaba ropa. Ya por los
años 30 estaba distribuyendo cepas de Gross Michel entre los hacenda-
dos para que él pudiera suplir a fruteras sudamericanas. Todo le fue
bien a Calle y sus productores hasta 1941 cuando Perú invadió la Pro-
vincia de El Oro. Intenté encontrar un balance en mi relato de la
invasión utilizando no solamente reportes de la oficina del Coordi-
nador de Asuntos Interamericano de Rockefeller, que proveía asisten-
cia para la rehabilitación de El Oro y una tesis doctoral de George Lau-
derbach de la Universidad de Alabana: también consulté publicaciones

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

domésticas. Muchos estudiantes ecuatorianos habían leído Ecuador una


nación en ciernes de Rafael Quintero y Erica Silva y un largo pasaje de la
misma estuvo incluída. El banano en El Oro, de Vicente A. Pomo
Mendoza me ayudó a seguir los pasos de Amable Calle y la recu-
peración de El Oro durante la guerra y la post-guerra.
Durante la guerra los exportadores de banano todavía podrían
suplir con seguridad sus clientes en los puertos del Pacífico; no obs-
tante, los Estados Unidos monopolizaron la mayoría de los barcos que
llegaban a Guayaquil utilizándolos para llevarse materiales de guerra
estratégicos tales como balsa, fibra de abacá, aceite de palma, caucho y
quinina. Mis investigaciones se viraron hasta este tipo de exportacio-
nes buscando evidencia de que las utilidades producidas en la costa
podrían haber sido gastados después de la guerra para apoyar la
industtia bananera. De todos los materiales solo la balsa era nativo y
abundante en la Costa. Ya que los Estados Unidos estaba profunda-
mente preocupado por estas exportaciones abundaban reportes con-
cernientes a las fuentes que los ecuatorianos desarrollaban y la cuantía
del financiamiento proveído por el Export-Import Bank (EX-IM). Bus-
qué infraestructura mejorada tales como caminos, posiblemente puer-
tos, para uso post-guerra. Tuve dos excelentes fuentes de primera
mano para la historia de la balsa: uno, Jacques Kohn un refugiado Ju-
dío de Paris que ahora vive en New York, el otro John Creighton de
Carmel el técnico para balsa en Guayaquil del U.S. Board of Economic
Warfare(BEW). El bombardero Mosquito se podía decir que fue la aero-
nave más efectiva de los aliados en la Segunda Guerra Mundial.
Inglaterra y Canadá produjeron mas de 7.700 bombarderon Mosquitos
en número y nunca les falto esta madera gracias a la balsa del Ecuador.
El energético Gustavo Von Buchwald de Guayaquil y otros que lu-
craron del boom de la balsa no, sin embargo, invirtieron las utilidades
de la balsa en el banano ni tampoco los préstamos del EX-IM fueron
dirigidos a proveer la Costa de una infraestructura útil para agricultura
tropical.
Ya que las exportaciones de arroz del lejano Oriente no estaban
disponibles, comerciantes guayaquileños llenaron almaceneras con
arroz local, superaron la escasez de barcos en tiempos de guerra, y
ganaron millones. Yo recolecté material para los primeros esbozos bio-
gráficos de Luis Noboa. Descubrí el secreto de su éxito comercial en el
libro de Isabel Noboa Pontón, Perfil de un Ganado. El ejemplo, entre-

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

namiento y consejos que le dio su madre, Zoila, seguido por el de


Victor Emilio Estrada y Juan X. Marcos lo dijo todo. Las entrevistas y
recuerdos personales pesaron mucho en mi biografia del banquero-
comerciante Juan X. Marcos. Su historia y la tenacidad de la confianza
en su sociedad de cuarenta años con Noboa me dio un vistazo históri-
co de las costumbres esenciales de los negocios ecuatorianos.
Amplias fuentes impresas explicaban porque Standard Fruit
requería de los bananos del Ecuador inmediatamente después de la
Guerra así como también, el contrato bien conocido, con Juan X. Mar-
cos. Encontré un reporte titulado Siete años de incesante labor: el plan de
carreteras, las obras portuarias, realizaciones y proyectos publicado en 1952.
Un grupo de hombres de negocios de Guayaquil había hecho planes
durante la guerra para una red de carreteras en la costa para reem-
plazar al sistema fluvial tan útil para la pepa del cacao, pero no adecua-
dos para el banano. Seguro que Clemente Yerovi estuvo entre ellos, y a
él se le da el crédito de poner el plan en acción durante la adminis-
tración de Galo Plaza. El informe para mí, demostró una vez más la
visión y la confianza que existía en la comunidad de negocios de
Guayaquil: el arroz sería temporal y post-guerra la Costa requeriría
una nueva manera de transportar bananos. Si es que United Fruit jugó
un papel en la obtención del préstamo que consiguió Plaza del EX-
IM Bank para financiar estos caminos no se pudo confirmar ni tampoco
encontré una fuente que explicara porqué, en ese mismo tiempo casi
simultáneamente, UF hizo una gran inversión para iniciar la produc-
ción en Tenguel. Nada de lo que yo encontré mencionaba un contrato
de concesión, uno que protegería la Compañía y que evitaría que desa-
pareciera por impuestos excesivos.
Esteban Quirola Figueroa me concedió una entrevista, sus hijas
se juntaron a nosotros, y su historia tomó forma, el segundo de mis tres
grandes hombres de negocios ecuatorianos. “Entrepreneurs“ extranje-
ros también florecieron y la historia del sueco Folke Anderson cuenta
de los riesgos que tomó este, entonces pobre, hombre que no tienen
paralelo. Comenzó exportando bananos en Esmeraldas y embarcó 4.5
millones de racimos en 1955. En Suecia una “Sociedad de Memoria”
dedicada a él se reúne cada mes de junio. Fuentes abundan que des-
criben su carrera al éxito y su trágica muerte. Por ejemplo, utilicé re-
portes escritos tanto por un empleado de Standard Fruit como por uno
del Consulado de Estados Unidos. Ambos habían sido enviados de

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Esmeraldas por sus jefes para ver qué estaba haciendo este hombre.
Eric Mattson debe recibir el crédito por mucho de lo que constituyó la
historia de los productores/exportadores extranjeros. Por medio de él
hice contacto con Per Alof Marback, viviendo en Panamá y con Arne
Bergenhag viviendo en Suecia, ambos trabajando para productores fo-
ráneos incluyendo Folke Anderson. Los tres tienen recuerdos claros de
los alemanes, los suecos en su plantación de Clementina, y sabían la
historia del flete marítimo charter y cómo esto se relacionaba tanto con
los ecuatorianos como con los extranjeros. Ellos acordaron con los
exportadores y otras fuentes que estimaron que los extranjeros proba-
blemente nunca produjeron más allá del 15% del total de los bananos
exportados, pero si eran esenciales para el flete marítimo y el mer-
cadeo. Pude hablar con el Gerente de UF, Joseph Montgomery II, en-
tonces viviendo cerca del Princeton, New Jersey, y él me dio informa-
ción nunca vista en papel. La compañía era indispensable para los pro-
ductores domésticos, los entrevistados estuvieron ansiosos de dar
crédito a la compañía por traer la tecnología bananera al Ecuador: Por
el ejemplo que dieron y por el entrenamiento. Calidad y cantidad mejo-
raron a tal punto después de la transferencia de tecnología UF y por
medio de entrenamiento por parte de hombres de Standard Fruit como
Roy Kerr, que la banana ecuatoriana podía competir en mercados nor-
teños. Ecuador alcanzó un liderazgo global en exportación de bananas
en 1953. Mientras que algunos historiadores eligieron llamar el banano
ecuatoriano una industria de “boom and bust” yo encontré esto algo
absurdo ya que el país se mantuvo como el primero en el mundo por
el siguiente medio siglo y aún más allá. Un El Niño sí hizo perder a
Ecuador el liderazgo por un año entero. Pero esto no fue lo que se po-
día llamar un “bust”.
Cuando el contrato con Stándar Fruit llegó a su fin, Noboa sim-
plemente despegó, y se reunieron tantas fuentes para contar esta histo-
ria que yo solamente voy a mencionar algunos de los menos conocidos.
Su exitosa entrada en los negocios en el puerto de Nueva York trajo el
tema de un Shilo Adir, con quien Noboa virtualmente se asoció. Yo
llamé a Shilo y él cortó abruptamente mis preguntas cuando le pareció
que ya era suficiente. No obstante, me parecía que él estaba interesado
ya que yo había conocido a Noboa y sus contemporáneos y el sugirió
que me pagaría el pasaje para volar a Nueva York. Como alternativa,
con Carlos Ycaza Estrada decidimos, que él lo visitaría más bien. La

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

historia de Nueva York se volvío más interesante cuando supimos por


otro, no de Adir, sino acerca de “Jimmy el Griego”, el ruso Sol Palitz,
“un emigrante fornido con un lenguaje solo utilizado en los muelles”
quien se asoció con él “elegante” Shilo Adir y otros actores quienes
estaban acostumbrados al arte del manejo de los estibadores y a com-
pletar una descarga de banana sin contratiempos. Kurt Meier, el geren-
te general de TRANSMABO (Transporte Marítimo Bolivariano), la faci-
lidad portuaria en Guayaquil de Noboa, y Erick Matson, siempre con
la oreja puesta en el correo electrónico en Suecia, complementó con los
detalles. Kurt el noruego sumó su nombre a los numerosos embarca-
dores escandinavos que yo había documentado y quienes habían sido
vitalmente importantes en llevar el banano ecuatoriano al mundo.
Kurt me introdujo a la facilidad portuaria de TRANSMABO. También
me detalló las subsidiarias de Noboa, su financiamiento y organi-
zación. Estaba aprendiendo, como dicen, de “la nada”. Sí, yo había
preguntado en el 2004: ¿Qué es un “reefer”?.
Uno de los más excitantes descubrimientos relativos al final de
los 50 y comienzo de los 60 fue evidencia documentada para: porqué,
cuándo, y cómo terminó su producción de banano en Ecuador la Uni-
ted Fruit?. La corporación tenía problemas, uno de los cuales era el
arreglo final en el juicio por monopolio que forzaba a la Compañía a
deshacerse del 65% de sus grandes extensiones de tierras en el Ecua-
dor. La matriz en Boston ordenó que esto incluya todas sus tierras en
Ecuador. En 1959 la oficina el Ecuador supervigiló la venta y donación
de partes de algunas plantaciones y tenía un Plan Social Responsable
preparado para Tenguel. ¿Qué ocurrió entonces?. Otra vez, los reportes
consulares y de la embajada y sus adjuntos revelaron la historia. El
largo Plan estaba allí y también la correspondencia entre gerentes ecu-
atorianos, la oficina de Boston y el gobierno ecuatoriano. El material
subsiguiente señalaba los individuos que todavía vivían en Tenguel y
en Guayaquil que podían añadir a la historia. El narrativo resultante
aclaró falsos conceptos que tenían no solo el hombre de la calle, pero
visto en trabajos publicados. De esta forma cumplía una responsabili-
dad del historiador: la corrección del record humano contínuo y per-
sistente.
A pesar del liderazgo mundial los mercadotécnicos conti-
nuaron calificando a Ecuador como un proveedor residual de banano
debido a la calidad marginal de su fruta. No obstante, los enérgicos

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exportadores encontraron mercados. Ecuador mantuvo su puesto co-


mo el más grande exportador del mundo y la energía increíble de No-
boa era responsable para mucho de esto. La exportación de banano en
1960 estableció records alcanzando 35,864,589 racimos, los mismos que
representaron el 60% de toda la moneda extranjera entrando al país. El
Reporte Anual de United Fruit hablaba del “problema ecuatoriano”:
producción a bajo costo mejorado aún por mano de obra barata.
Mano de obra dio al Ecuador la ventaja comparativa que ella
requería para vender. En 1962 Ecuador todavía aventajaba a todos los
demás países al exportar el 24.25% del banano en el comercio mundial.
Esto era cierto aunque los barcos de UF se llevaban muy muy poca de
la fruta. El Cavendish que UF había sembrado en sus propias planta-
ciones al norte de Panamá soportaba bastante bien los vientos hura-
canados y el Mal de Panamá no lo atacaba. A Ecuador solamente le
quedaban sus bajos costos laborales por medio del cual mantuvo su
ventaja en los mercados mundiales. Aún así el banano continuaba
haciendo posible grandes obras públicas y la dependencia del estado
en ella continuó durante un largo periodo cuando estaba canalizando
fondos de su nueva exportación, petróleo, hacia el Programa de Indus-
trialización para Sustitución de Importaciones. Cuando el dinero del
petróleo quedó corto, el estado subió los impuestos al banano. En me-
dio de estos desafíos los entrepreneurs viajaban y vendían banano. Du-
rante los 60’s ideas marxistas elevaron las expectativas entre los pobres
para una genuina revolución social y como parte de ella, la reforma
agraria. El Weekly Economic Review de Quito, los reportes consulares y la
edición del año 2003 de El Poder Político en el Ecuador, de Oswaldo
Hurtado contaban sobre estudiantes ecuatorianos tomando clases en el
extranjero y en la Universidad Central sobre doctrina marxista. Estos
y entrevistas con participantes contaban de las experiencias de dueños
de plantaciones con organizadores de huelgas y lo que ellos y sus abo-
gados sabían de financiamiento Cubano y como el dinero entraba al
Ecuador. La Reforma Agraria legalizaba invasiones y ahuyentaba in-
versiones justo cuando a los sembradores se los motivaba para sembrar
la variedad Cavendish para reempalzar la Gross Michel. Dos econo-
mistas, José A Baquero y Paul T. Blair, visitaron la costa y publicaron
una descripción que llegó a mis manos sobre las condiciones trágicas
en Tenguel.
Mientras la narrativa se dirigía más y más cerca al presente el
Weekly Análisis de Walter Spurrier con sus artículos dedicados a la

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E L E S CR I B I R H I S TO R I A

industria bananera ayudó enormemente. La correspondencia constan-


te de John Sanbrailo incluía más y más sobre Ecuador que se encontra-
ba en los reportes de organizaciones internacionales tales como las Na-
ciones Unidas y el World Trade Organization. Luis Noboa Naranjo y
Segundo Wong Mayorga registraron sus corporaciones en el extranjero
ganándose la distinción de ser listados como multinacionales. Yo entre-
visté a todos los hijos de Wong así como también los que estaban en el
muelle que lo había conocido cuando era muy joven. La biografía de
Wong comenzaba con la de un joven chino de la calle, Segundo Wong
Mayorga. Cuenta cómo el llegó a segundo puesto, sólo detrás de Luis
Noboa Naranjo y nos obsequia un estudio único de “entrepreneurship”
en los negocios. Este último, era el favorito de muchos de los bananeros
con quienes trabajaban con él. Amigos personales y hombres asociados
a sus negocios todavía recuerdan cuando Noboa acumuló una flota de
barcos y lo llamaban el “Onassis del Ecuador”. Entre otros entrevisté a
su secretaria Estrella Terán, su abogado Benjamín Urrutia y un CEO
Francisco Swett. Los hombres de negocios admiraban a Noboa tanto
los que estaban a lo largo del malecón así como los que lo conocían en
muchos países del extranjero. Los activos de Esteban Quirola Figueoa
también se expandieron y su banco creció a casi al ritmo de su banano.
Al llegar cerca del fin de este artículo considero apropiado in-
cluir algo que demuestra el carácter del bananero ecuatoriano y su sen-
tido de acción costero. En 1923 la Unión Europea impuso cuotas estric-
tas y tarifas altas a las importaciones de banano. La decisión podría sig-
nificar la pérdida de 70 millonesde dólares al año y con uno de cada
cinco ecuatorianos dependiendo de la producción de banano, esto po-
dría ser una seria amenaza a la economía. El Ministro de Agricultura,
Mariano González Portés salió al frente de estas cifras pesimistas en un
discurso a sus compañeros bananeros: “No es tiempo para llorar. Es-
tamos buscando nuevos mecanismos para abrir nuevos mercados y
vender nuestra fruta. Ecuador puede estar aislado de sus mercados
europeos, pero hay formas de seguir adelante”. Cuando un amigo le
dijo que en ciertos días las lágrimas eran incontrolables, González
respondió: “Después de llorar tienes que pensar en las soluciones a la
mano, la Comunidad Económica Europea no va a cambiar sus leyes
porque usted está llorando. Nosotros somos el exportador mundial
número 1.” 6 Segundo Wong se paró y le dijo a los bananeros que no

6 Programa Nacional del Banano, Banano (1993), 22.

371
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

podían basar sus esperanzas en un mercado que les había cerrado sus
puertas. El los exhortó, “vayan y encuentren nuevos mercados”. Lo hi-
cieron. Wong vendió en Rusia, Libia, Líbano, Irán y la China. Otros le
siguieron. Ecuador conservó su puesto como mayor exportador del
mundo. Cuando la gente en el Wordl Trade Organization escriben
sobre el tenaz liderazgo del Ecuador podrían añadir trabajo duro a
“condiciones costeras favorables para agricultura tropical y la ventaja
comparativa laboral.”. Posiblemente el lector está pensando en muchos
tópicos importantes que no se han tocado arriba. Este era nada más que
un ensayo humanístico incompleto, esencialmente un recuento abrevi-
ado de algunas de las fuentes que utilicé como evidencia. No he men-
cionado pero dentro de la narrativa hay eventos tales como los desafíos
de las enfermedades bananeras, las leyes Trole que aportaron seguri-
dad laboral y de la propiedad de la tierra, las carreras, todavía vigen-
tes, de extranjeros como Willie Bruns, y la victoria de Ecuador en la res-
olución del World Trade Organization. Les agradezco, mis compatrio-
tas ecuatorianos, hacer posible dejar unos pocos libros interesantes y el
hacerme sentir que mi trabajo ha sido reconocido y ha contribuido a las
memorias positivas de su historia. Tengo tantas personas que agrade-
cer por mi viaje dentro de su historia que no haré el intento de nom-
brarlos. En cuanto al manuscrito sobre banano estoy agradecida con
Benjamín Rosales y el doctor Rafael Quintero quienes lo leyeron y me
dieron ánimos. Con María Grimmer por su excelente traducción.
También Blanca Gabino y Mónica de Viteri, de San Carlos, muchas gra-
cias por su laborioso y muy satisfactorio trabajo que fue más que cler-
ical. El manuscrito fue lejos de ser perfecto y por identificar múltiples
errores y por el trabajo de editar minucioso tengo una deuda profunda
con Cecilia Ycaza Estrada. Antonieta Palacios organizó las ilustraciones
y descubrió muchas más.

Gracias, muchas gracias por su presencia.

372
RECENSIONES
.
Jaime E. Rodríguez Palacios, EL NACIMIENTO DE
HISPANOAMÉRICA. VICENTE ROCAFUERTE
Y EL HISPANOAMERICANISMO 1808-1832,
Quito, Universidad Andina Simón Bolívar – Corporación Editora
Nacional, 2007 (2ª. Ed. en español, corregida).

No se trata de un libro nuevo, y es, más


bien, de hace algunos años: en 1975 apare-
ció en inglés The Emergence of Spanish Ame-
rica. Vicente Rocafuerte and Spanish Ameri-
canism, 1808-1832, publicado por la Uni-
versidad de California. Y una primera tra-
ducción al español vio la luz en México, en
1980, por el Fondo de Cultura Económica.
Y el libro no ha sido ni mucho menos des-
conocido: todos cuantos se han interesado
seriamente por Rocafuerte lo han tenido
desde hace años como una de las piezas
fundamentales para un largo período de la
vida del prócer guayaquileño. Pero estima-
mos como una grata noticia, digna de recensión en el Boletín de la Aca-
demia ecuatoriana de Historia, el que se haya hecho una edición ecua-
toriana del libro, lo cual lo pondrá al alcance de muchos más lectores y
estudiosos, creando seguramente importantes inquietudes y abriendo
horizontes sobre un fascinante período de la historia de América.
Porque hay que decirlo de entrada: es uno de los pocos libros
de la historiografía ecuatoriana de las últimas décadas realmente im-
prescindible. Se impone contar con él para cualquier indagación sobre
el período de historia americana que abarca y, especialmente, para ilu-
minar las andanzas y tareas de Rocafuerte por Europa, Estados Unidos
y México en esos años en que fraguó la independencia y se tomaron las
decisiones fundamentales para el futuro de las nuevas naciones his-
panoamericanas.
El libro, como las dos partes del título lo sugieren, tiene dos
centros de interés: Hispanoamérica en el período 1808-1832, en que
tantas cosas cambiaron en su relación con la metrópoli y tantas otras se
decidieron, tras tramos de vacilación y obscuridad, y el ciudadano Vi-

375
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

cente Rocafuerte como actor, iluminador o impulsor de varios de esos


procesos, especialmente a nombre de México, cuyo embajador en Lon-
dres fue, y en México, donde, a su vuelta de Europa, las circunstancias
lo invitaron y hasta forzaron a intervenir activamente en política y a
defender sus grandes concepciones sobre lo que debía ser el vivir de
estos pueblos independizados.
La obra plantea, de entrada, una tesis: “En la presente obra se
trata de demostrar que este liberalismo no fue extranjero ni aberrante,
sino que formó parte de la contradictoria y compleja herencia hispáni-
ca. La lucha entre liberales y conservadores (serviles) comenzó en
España en el siglo XVIII, y no se resolvió con las guerras de indepen-
dencia”. Con “este liberalismo” se refiere a los nuevos conceptos políti-
cos que llegaban a tierras americanas desde Inglaterra, la Francia de la
Revolución y Estados Unidos, pero, entre todo lo que hay que poner
del lado de la negación de la tesis, está el propio Rocafuerte fascinado
con el sistema republicano norteamericano y pugnando por proponer-
lo como ideal para las naciones desprendidas del tronco hispánico.
Diferencia el autor “hispanoamericanistas” de “hispanoameri-
canos”, y propone como la primera diferencia que aquellos “aceptaban
y amaban la tradición liberal hispánica”, y en esa que era una pequeña
minoría de “hispanoamericanistas” destaca personajes que cumplieron
papel destacado y ejercieron gran influjo, todos ellos “de refinada edu-
cación y muy viajeros”: el peruano Vidaurre, el argentino Miralla, el
mexicano Ramos Arispe, y el guayaquileño Rocafuerte, este último he-
redero de una gran fortuna, lo cual -lo sabemos- facilitó extraordinaria-
mente su accionar en Europa y México. El libro -sin que necesite decir-
lo- presenta la acción de Rocafuerte como especialmente lúcida, enér-
gica y eficaz.
Manifestación fundamental del nuevo espíritu -que para el
autor es, básicamente, recuperación de una tradición hispánica que en
algunos aspectos se afirmó con los Borbones- fueron las Cortes de Cá-
diz, desde la elección de los diputados de España y América, que –lo
muestra el autor, con buen apoyo documental y bibliográfico- fue un
modelo de incipiente democracia. Y concluye: “A diferencia de las anti-
guas Cortes, el congreso reunido en septiembre de 1810 fue una ver-
dadera asamblea nacional en sentido moderno, porque era un organis-
mo unitario cuyos miembros representaban a toda la comunidad his-
pánica” (28).

376
R E CE N S I O N E S

Y refiere el autor, sin detenerse en ello a medida de la desco-


munal importancia del pronunciamiento, lo que las Cortes declararon
en su primera sesión: “que siendo un organismo integrado por repre-
sentantes del pueblo, en ellas residía la soberanía nacional”.
Las Cortes, sostiene el autor, “reafirmaron la igualdad de dere-
chos de los habitantes de las provincias de ultramar”, y los lectores de
los discursos de Mejía en esas Cortes sabemos que la cosa no fue tan
así. El quiteño batalló arduamente -y en largos tramos inútilmente- por
la igualdad de representación entre las provincias de América y las
peninsulares. Y añade que “concedieron una amnistía general a favor
de los que se habían rebelado” -con cita del Archivo Nacional de His-
toria del Ecuador-, otra cosa que bien valía la pena discutirse.
Pero, en general, el análisis del trabajo de las Cortes hasta el
establecimiento de la monarquía constitucional y la decisión mayori-
taria de que el Rey, vuelto al poder, “solo sería reconocido como sober-
ano de España una vez que hubiese jurado fidelidad a la Constitución
en Madrid”, y el desmoronamiento final de esas Cortes en que tantas
esperanzas se habían cifrado resulta esclarecedor e incitante –con
fuerte apoyatura en la obra de Gabriel Lovett Napoleón and the Birth of
Modern Spain.
El regreso de Fernando, el desencadenamiento de la represión,
la lucha por someter a América, el malestar popular español por el ab-
solutismo y las conspiraciones políticas en España y las insurrecciones
en América -cuyos focos eran sociedades secretas y logias masónicas-
es el horizonte en que aparece Rocafuerte, que se relaciona con el
neogranadino José Fernández de la Madrid y el argentino José Antonio
Miralla, en La Habana, en tránsito de regreso de Europa a Guayaquil.
Y se hace presente también Bolívar: la suerte de la guerra que se libra-
ba en el norte de América del Sur movió a España a detenerlo para en-
viarlo a la lucha contra Bolívar al ejército que se había destinado a la
conquista de Buenos Aires. Y Riego alza la bandera de la rebelión en
Asturias. Apoyándose en las Memorias de un setentón de Mesoneros
Romanos, Rodríguez da fin a esta hora de convulsiones en la Península
con la puesta en vigor de la Constitución del año 12 y unas elecciones
realizadas en España, y aun en América, “con rapidez y extraordinario
entusiasmo”.
Muchos liberales creían que el restablecimiento de la Constitu-
ción de 1812 pondría fin a la rebelión en América. La constitución his-

377
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

pánica era más liberal que la de muchos pueblos insurgentes. Rodrí-


guez Palacios lo estudió en su artículo “An Análisis of the First Spanish
American Constitutions” (publicado en la Revista de historia de Amé-
rica, en 1971), así que no se detiene en cosa, por otra parte, tan impor-
tante. Le interesa más volver a Rocafuerte. Porque, en medio de
escritos en pro y en contra de la Constitución española y su peso en las
aspiraciones americanas, el médico cubano Tomás Romay, en un artí-
culo, abominaba de las guerras fratricidas de América, que, según él,
solo habían producido anarquía y destrucción. Rocafuerte se sintió
obligado a responderle, como el americano con mayores títulos para
hacerlo. Y antes de darle la palabra el autor introduce así a su héroe:

Pocos hispanoamericanos estaban más calificados que él para defen-


der la Constitución. Heredero de una gran fortuna, había sido educa-
do en España y en Francia, y había viajado mucho por el oeste, norte
y este europeo. Además del español, hablaba con soltura francés,
inglés e italiano, y poseía un excelente dominio del latín. Durante sus
viajes, fue recibido en los mejores círculos de la sociedad europea,
aunque él se sentía más a sus anchas en la compañía de intelectuales
como David Ricardo, el conde Constantin Volney, el abate du Pradt
y Alejandro de Humbolt. Sus vastos intereses le pusieron en contac-
to con muchas personas de importancia, y su erudición le valió una
excelente reputación entre sus compatriotas americanos (49-50).

Para cualquier conocedor del gran guayaquileño, todo esto era


exacto. El autor reseña brevemente las razones que Rocafuerte opuso al
reaccionario escrito de Romay en su Rasgo imparcial, breves observa-
ciones al papel que ha publicado el Sr. D. Tomás Romay en el Diario de
Gobierno y completa la noticia de ese debate sobre la Constitución
española, en cuyo centro estaba Rocafuerte.
Sigue la noticia de la importante misión que le fuera confiada
al ilustre vijero por Fernández Madrid en nombre de de la sociedad
secreta de Caracas: informar, desde España, sobre las intenciones de las
reinstaladas Cortes acerca de la autonomía de América y las garantías
que ofreciese la instalación de un gobierno constitucional. Perfecta-
mente conocida por los estudiosos de Rocafuerte esta misión y lo lúci-
do y penetrante de su opinión: conocedor de las cosas de Europa, no le
veía futuro a ese constitucionalismo. Pero Rodríguez enriquece el aná-

378
R E CE N S I O N E S

lisis de esta hora equívoca del constitucionalismo español con nuevas


fuentes, que van de los Diarios de las sesiones de Cortes: legislaturas
de 1820 y periódicos del tiempo a obras tan sugestivas como la volumi-
nosa de Villanueva, con memorias de sus escritos y opiniones, apareci-
da en Londres en 1825. Y el relato cobra especial tensión al acercarse al
final de Constitución y Cortes, con el hundimiento en la anarquía y el
triunfo del absolutismo, la “década ominosa” y la ocupación francesa
para sostener a Fernando en el trono Los liberales americanos com-
prendieron que no se podía esperar ya nada de España y debían con-
quistar su independencia en los campos de batalla.
Rocafuerte, destaca Rodríguez, se adelantó a otros hispano-
americanistas en entender “que los reyes eran una especie en la que no
se podía confiar”. Y comienza el tramo de la existencia del prócer en
que pone sus talentos, relaciones y hasta dinero al servicio de la causa
de la independencia de los países hispanoamericanos. Los republi-
canos de México le piden que consiga en Estados Unidos los barcos
necesarios para evacuar las últimas tropas peninsulares. Todo lo que
hizo Rocafuerte desde que desembarcó en Baltimore se reseña con lujo
de detalles, todos documentados en correspondencia del tiempo –espe-
cialmente interesante la que sostuvo con esa gran figura, casi legen-
daria, que fue José Servando Teresa de Mier-, papeles de la Biblioteca
del Congreso, de Washington, y estudios como The Unites Status and
the independence of Latin American, 1800-1830 de Whitaker.
La proclamación de Iturbide emperador en México ofrecería al
convencido republicano que era Rocafuerte ocasión para su acción po-
lítica más dura y hasta virulenta –que es en la que lo sentimos más a
sus anchas-. En esta parte el documento principal es el importante es-
crito del propio prócer Bosqueje ligerísimo de Megico desde el grito de
Iguala hasta la proclamación de Iturbide. Pero Rocafuerte, aunque
decidido por la causa republicana, no deseaba inmiscuirse directa-
mente en la lucha política mexicana –por razón familiar que Rodríguez
establece, con justeza- y orientó su energía política a las escuelas lan-
casterianas. Es otro punto en que el autor, con fuentes de primera ma-
no, aporta esclarecimientos –salvo la fecha en que fue inaugurada la
primera escuela, en que sigue a Rocafuerte, a falta de acuerdo de los
estudiosos de la educación mexicana del tiempo –que cita.
Pero nuevamente la causa republicana de México requirió los
servicios del hombre público, en misión que solo él podía manejar con

379
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

competencia y éxito: lograr que Estados Unidos no reconociera el régi-


men de Iturbide. Es un nuevo tramo del libro de Rodríguez que apor-
ta valiosa información.
Y parece importante no desatender a otro rasgo caracterizador
de la acción del visionario personaje: su pasión por llevar a las naciones
hispanoamericanas el progreso de la era industrial. Una densa página
dedica el autor a los más importantes proyectos del progresista guaya-
quileño: la línea de vapores para la costa norte de Sudamérica, la ex-
tracción de gas de ciertos minerales y lo que mandó a su ciudad: mo-
delos de molinos de viento, descapsuladoras de algodón, telares, bar-
cos de vapor y ejemplares de algodón y tabaco. Preparaba su regreso a
entregarse de lleno al progreso de la patria. Pero la causa americana le
iba a demandar aún graves y decisivas tareas. Y seguir al gran hombre
en ellas, por Cuba, Inglaterra, Francia y Roma, ocupará al autor en una
segunda larga parte del libro, tan rica de iluminaciones y con abundan-
te manejo de fuentes documentales, como en lo hasta aquí reseñado.
Tema en el que agradecemos especialmente al autor su acu-
ciosidad investigativa es el del crédito mexicano en Londres, manejado
en primera instancia por Borja Migoni, comerciante mexicano residente
en Londres, comisionado por Iturnbide para contratar un préstamo,
personaje que, al decir de Rodríguez, “tenía una extraordinaria confi-
anza en su capacidad de estafar a sus ex compatriotas”. Esclarece el
autor el enredo que había puesto en riesgo la adquisición de barcos y
armas para la nación azteca, cuando llegó a Londres como plenipoten-
ciario mexicano Michelena, acompañado de Rocafuerte como secre-
tario de la legación. Algún autor ha escrito que Michelena puso como
condición para aceptar su designación que Rocafuerte lo acompañase.
Rodríguez no lo dice, pero tampoco hace falta que lo diga: en el repa-
so de las acciones cumplidas por el embajador y su secretario se siente
el peso que este tenía, en los asuntos financieros absolutamente decisi-
vo. Así, por ejemplo, cuando en la negociación con la casa Barclay de
un nuevo contrato, al señalar los representantes de Barclay su interés
en convertirse en agentes exclusivos de México en Londres, Rocafuerte
se opuso “porque en su opinión daba excesivo poder e influencia a la
firma” y Michelena lo apoyó.
Cuando Michelena deja Londres, el gobierno de México nom-
bra a Rocafuerte encargado de negocios “dándole facultades para ne-
gociar con todas las naciones europeas” –según documento del Archi-

380
R E CE N S I O N E S

vo General de la Secretaría de Relaciones Exteriores de México-. No fue


fácil la gestión económica de Rocafuerte en Londres por la cerrazón y
tozudez del gobierno mexicano y su ministro de Hacienda. Pero fue, a
pesar de ello, brillante. Lo muestra con detalle el autor. De modo espe-
cial en cómo se aprovechó de la quiebra de Goldschmidt. Colombia y
Perú no fueron tan afortunadas y perdieron fuertes cantidades con esa
quiebra. Y es entonces cuando Rocafuerte toma la decisión más audaz
y visionaria, que lo convierte en precursor del Fondo Monetario Inter-
nacional e instituciones de igual misión. Y este paso es asunto en el que
agradecemos especialmente al autor sus esclarecimientos tan meticu-
losamente documentados, en muchos casos con fuentes que la histori-
ografía latinoamericana apenas había manejado.
Ello es que el ministro colombiano en Londres, Manuel José
Hurtado, “imploró a Rocafuerte que ayudase a su país a pagar los div-
idendos que vencían en abril” y “el diplomático mexicano estuvo de
acuerdo con Hurtado en que el “sistema americano” (hispanoamerica-
nismo) imponía a las naciones de América la obligación de ayudarse
mutuamente a conservar su buen crédito”. Barclay estuvo de acuerdo
y se concedió a Colombia un préstamo sin intereses por 63.000 libras
pagaderas en año y medio. Rodríguez atiende también, con documen-
tos que incluyen una carta poco conocida de Rocafuerte, al problema
de crédito del Perú, para cuya negociación se había enviado a Ingla-
terra a su paisano y gran amigo, Olmedo. Pero la crisis que angustiaba
a Europa envolvió también a México: Barcal se declaró en bancarrota,
dejando a México sin un centavo. Pero Rocafuerte salvó el crédito mex-
icano, acudiendo a Baring. Son en el libro de Rodríguez dos apartados,
más bien cortos y ceñidos, de brillantez que corre a la par con la de las
acciones de ese hispanoamericanista lúcido y decido que fue ese gran
ecuatoriano.
Sigue el largo y complejo proceso del tratado comercial que fir-
maron Inglaterra con México, en las que Rocafuerte jugó papel decisi-
vo junto al enviado mexicano Camacho. Y Rodríguez atiende docu-
mentadamente a la oposición del radicalismo mexicano a Rocafuerte, y
sigue sus andanzas con el encargado de negocios británico George H.
Ward por países europeos en procura del reconocimiento de México y
acuerdos comerciales. La correspondencia de Rocafuerte es la fuente
principal de este largo tramo de la actividad europea del gran diplo-
mático, pero también archivos, libros importantes sobre la diplomacia

381
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

mexicana del período y obras de actores de estos manejos, como el pro-


pio Ward en su México (de 1829).
La lamentable encíclica de septiembre de 1824 de León XII en
que estigmatizaba las rebeliones libertarias de América como “contam-
inadas con ideas malignas, incendiarias y herejes”, alababa la Santa
Alianza y hacía el más alto elogio de Fernando VII, tornó especial-
mente difíciles las negociaciones del gobierno de México con el Vatica-
no. Para colmo de males, el diplomático mexicano Vásquez era un cer-
rado conservador, de cuya lealtad a México Rocafuerte desconfiaba.
Otro largo pasaje en que brilla la actividad enérgica de Rocafuerte. Y
hay trazos que le dan el carácter de relato casi de intriga: “en la misma
casa de Vásquez vivía un espía jesuita”.
En el capítulo XII el autor se vuelve a las relaciones de Roca-
fuerte con América. Sus empeños por impulsar la educación y sus em-
peños por mejorar el sistema carcelario. Pero, cosa más urgente y difí-
cil, participare en el debate sobre las características que deberían tener
los nuevos gobiernos de Hispanoamérica. Y entonces damos con los
desacuerdos de Rocafuerte con Bolívar, pues el guayaquileño –al me-
nos en esta hora de su pensamiento político- estaba decido por el fede-
ralismo, y Bolívar en la Constitución que hizo para Bolivia se había
pronunciado por un presidente y senado vitalicios. Esta era cuestión
que merecía una discusión mucho más amplia y honda que la que le
concede el autor, para quien “a pesar de que Bolívar tuvo mucho cuida-
do de no disgustar a su amigo Rocafuerte, éste comenzó a criticarlo
más y más, llegando con el tiempo a la conclusión de que las ambi-
ciones de Bolívar destruirían a las nuevas naciones” (236).
Vuelto a México, el autor estudia en dos capítulos, con el mis-
mo rigor y exhaustivo apoyo documental, la participación de Roca-
fuerte en la política de México. Por mucho que este sea uno de los
aspectos de la vida de Rocafuerte más estudiados, el aporte del libro
resulta importante.
El capítulo final resulta una suerte de coda. Se titula, lúgubre-
mente, “La muerte del hipanoamericanismo”. Había concebido Roca-
fuerte optimistas esperanzas con la Constitución de 1812, que para él
“apareció como la culminación de un siglo de cambios”; pero “el fac-
cionalismo político, Fernando VII, la Santa Alianza y las tropas france-
sas habían hecho añicos este sueño”. Pero, como anota certeramente, el
autor, “los años de la Constitución formaron una generación de his-

382
R E CE N S I O N E S

panoamericanistas que creían en el futuro de continente”. Según el


autor, “deseaban continuar la tradición liberal española”: es decir, que
vuelve a su tesis de la que casi se había olvidado en las partes más
importantes de su libro y, por ello, además de otras razones, resulta
menos convicente.
Al final de capítulo anterior había concluido que “la tragedia
del hispanoamericanismo y del liberalismo hispanoamericano, fue la
incapacidad de los moderados constitucionalistas para convencer a los
demás grupos de que obraran dentro de los límites señalados por la
Constitución”. Esta resultaba una dirección para la lectura de los proce-
sos que se instauraban en Hispanoamérica más simple, directa y certera.
Y, en cuanto al hispanoamericanismo, es exacta la observación
de que “los sueños de cooperación entre los diversos estados de la
América española comenzaron a esfumarse cuando las tensiones inter-
nas los dividieron”.
Y de Rocafuerte, para el tramo de su vida, intenso, rico, impor-
tante, que el autor ha iluminado, este es el final teñido de pesimismo:
“Aunque en 1832 Rocafuerte no podía prever el fracaso total del his-
panoamericanismo, se dio cuenta de que ya no era práctica la cooperación
internacional. Como la intensa lucha política en que México había caído se
repetía en toda Sudamérica, abandonó el sueño de ser un ciudadano de Amé-
rica, y consecuentemente decidió, en lugar de permanecer en México, regresar
al seno de su familia en Guayaquil”.

Hernán Rodríguez Castelo

383
Jorge Núñez Sánchez (Coord.): MEJÍA PORTAVOZ DE AMÉRICA
(1775-1813), Quito, FONSAL, Quito, 2008.

El FONSAL nos tiene acostumbrados a


ediciones muy cuidadas de libros trascen-
dentes e innovadores. El que nos ocupa es
parte de la colección “Biblioteca del Bicen-
tenario de la Independencia”, iniciativa
llena de mérito que aporta al conocimiento
veraz de los acontecimientos que dieron
origen a nuestro país independiente. El li-
bro consta de varios aportes para el mayor
conocimiento de las diferentes facetas del
famoso tribuno José Mejía. Abre el volu-
men el dedicado a “las ideas políticas y so-
ciales” del prócer, cuya autoría pertenece
al académico de número Dr. Jorge Núñez
Sánchez. Allí no solo se analiza la visión
del prócer sobre la sociedad quiteña a partir de sus versos sino que se
hace referencia a varios aspectos de su vida personal (lástima que el
autor no cita la fuente de alguna información crucial, por ejemplo la
tertulia mantenida por Manuela Espejo, privando así a otros investi-
gadores de conocer más detalles sobre ella). A continuación el autor
presenta las ideas de Mejía en lo político y religioso, para ello se basa
en su actuación en las Cortes de Cádiz, no sin antes presentar un sus-
cinto análisis de liberalismo español de la época con su propia persona-
lidad. Los principales temas tocados son la teoría del Estado, la alterna-
bilidad legislativa, la libertad de imprenta, la Inquisición, las relaciones
entre el Estado y la Iglesia, las relaciones entre España y sus colonias.
Me permito una pequeña acotación sobre la involucración del conde
Miguel (el texto pone Manuel como lo hizo años ha Marcelin Defour-
neaux) Jijón y León con la Inquisición: el mismo conde culpó de la acu-
sación a alguna autoridad quiteña convertida en su enemiga por no
haber consentido en sobornos, coludida con un clérigo que pretendía
ser su hijo natural, de hecho el juicio no prosperó pues Jijón decidió
defenderse de manera directa frenta a la Suprema. Según el mismo
Defourneaux Mejía sostuvo en las Cortes que Pablo de Olavide fue juz-

384
R E CE N S I O N E S

gado en la Inquisición sobre todo por su condición de americano,


Manuela Romero M. en su estudio sobre el caso indica que vino a ser
un chivo expiatorio por la situación ya crítica que se vivía en las colo-
nias, con lo cual da la razón a Mejía.
El estudio siguiente, escrito por la joven y ya erudita investi-
gadora María A. Vásquez Hahn, podría definirse como delicioso, si la
palabra no molestase a algún sesudo intelectual, en él la autora nos
describe “el tiempo quiteño” de Mejía desde diferentes perspectivas:
sus padres, su residencia, sus estudios, su vida amorosa (con un miste-
rio que la autora no dilucida por imposible: el del matrimonio del jo-
vencito con la madura Manuela Espejo), su profesión de médico, su
relación con Carondelet… Uno de los méritos, no el mayor ni único, de
la autora es el uso sensato y científico de fuentes originales, en gran
medida desconocidas. Es también meritorio el hecho de desvirtuar mi-
tos enraízados en nuestro medio, labor de poda que merece continua-
ción perseverante. En cada página el lector avisado percibe las horas de
investigación en archivos y bibliotecas.
Viene a continuación un artículo ya conocido (por ello no
ahondo en su análisis aunque su incorporación al volumen es correcta)
del malogrado investigador Dr. Eduardo Estrella, el primero que dio a
conocer de manera científica y metódica la actuación de Mejía como
botánico y su primacía en ese aspecto en la vida científica ecuatoriana.
El siguiente aporte se debe al conocido estudioso ecuatorianista Eric
Beerman y se refiere al tiempo español de Mejía. Narra la salida de
Mejía desde Guayaquil y el por qué se dirigió a España junto con su
amigo el marqués de Maenza. Refiere las impresiones del prócer frente
a los hechos del 2 de mayo, inicio de la rebelión del pueblo español
frente a Napoleón, pues, como en esa época ya afirmaba el conde de
Toreno, la política española, incluida la americana, dependía de sus
relaciones extranjeras, sobre todo francesas e inglesas. De hecho es
muy difícil pensar que los políticos peninsulares, aun los “renovado-
res”, no se dija los “innovadores” y los “conservadores”, de acuerdo
con la vieja clasificación de Federico Suárez Verdeguer, hubiesen invi-
tado a los americanos a las Cortes si no se hubiesen dado los tristes
acontecimientos desde Bayona en adelante, con el nefasto protagonis-
mo de quien sería el “rey felón”, Fernando VII. Beerman analiza la
estadía de Mejía en Sevilla y en Cádiz, luga en donde el prócer se con-
virtió en el líder indiscutido de los diputados americanos por su per-

385
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

sonalidad y sus auténticas convicciones liberales, pero no liberales a la


francesa, pues luchó contra Napoleón y su imperialismo, sino a la in-
glesa y norteamericana.
El quinto artículo corresponde a Manuel Chust y aborda el te-
ma de el liderazgo autonomisma de Mejía en las Cortes de Cádiz. Tema
ya tratado por el autor en otra oportunidad, por ello no me alargo en el
comentario y solo recalco la parte medular: el protagonismo de Mejía
en el intento fallido de construir un nuevo estado incluyente tanto de
los reinos de España como de los de América, siendo éstos autónomos
y bajo la norma de una constitución. Los diputados españoles no lo
aceptaban: recuérdese que en esos mismos días, aproximadamente, “el
Presidente de Quito por la voluntad de los pueblos y Obispo por la gra-
cia de Dios”, José Cuero y Caicedo, envió solicitudes de apoyo a difer-
entes lugares y un peninsular contestó que mientras en España viviese
un español, aunque fuese un tonto o un niño, a ése le correspondía
gobernar a América. Contra estas ideas trogloditas luchó Mejía.
Luego nos encontramos con el estudio de María José Collantes
de Terán de la Hera referido a Mejía y la Inquisición. Considero que la
preocupación de Mejía sobre este tema no le venía desde Quito, ya sea
porque aquí no funcionó nunca un tribunal por lo que no tuvo la tras-
cendencia que a lo mejor pudo alcanzar en otros lugares, ya porque su
amigo y maestro Eugenio Espejo recibió algún encargo del Comisario
de la Inquisición en Quito y lo cumplió con absoluta versación y clari-
dad. El tema de la Inquisición se había convertido en España en axial:
en su torno giraban otros, venía a ser la piedra de toque entre el libe-
ralismo y el absolutismo, además las derivaciones políticas del Tri-
bunal se acentuaron en las últimas décadas del siglo XVIII y primera
del XIX . La autora resume con precisión los argumentos de Mejía con-
tra el Santo Oficio de acuerdo a las fuentes con que contaba. Resalta
también que su tesis contraria al Tribunal no significaba un ataque a la
Iglesia, antes al contrario un sano deseo, como católico, si bien con su
punta de regalista, de librarla de los hierros de su vinculación abusiva
con la Corona. La señora Collantes amplía la base de su estudio al in-
corporar los escritos de Mejía en varios periódicos de su época en los
cuales también se opuso a la permanencia de la Inquisición y de paso
defendió la libertad de imprenta.
El último aporte, y muy novedoso, se debe a la docta pluma de
Hernán Rodríguez Castelo, quien nos presenta la faceta inédita de un

386
R E CE N S I O N E S

Mejía poeta, en mi modesta opinión no tan feliz aunque superior a su


amigo Espejo. Rodríguez Castelo analiza con singular maestría esta
primicia literaria, que no solo muestra la voluntad literaria de Mejía
sino aclara varios aspectos de su visión del mundo: crítica social, burla
a la falsa ciencia, picardía y humorismo criollos. El conjunto de poesías
comprende “Cantilenas”, “Romances”, “Epigramas”, “Fábulas”,
“Sonetos”, “Canciones”, “Odas”, “Eglogas”, “Epístolas” y algunas
poesías religiosas que merecen atención. De la variada temática que lla-
ma a la reflexión cito la referencia a la equivocada educación de la ni-
ñez, entregada a los menos aptos, con lo cual se une a la queja expresa-
da pocos años ante por el obispo José Pérez Calama. Mejía también se
dio a la glosa: se ocupó de los versos referentes al amor del limeño Pe-
dro Peralta Barnuevo, el mismo que mantuvo correspondencia con el
erudito riobambeño y canónigo de la catedral de Quito Ignacio Chiri-
boga y Daza. Lo más interesante para nosotros se halla en las odas en
alabanza a varios personajes de su época: Matheu, Maldonado, Jijón,
Espejo… Con ello muestra ese talante de “valoración de lo propio” car-
acterístico de los intelectuales vinculados a Eugenio Espejo y que es
uno de los antecedentes de la Independencia, sin que por ello des-
conozca los defectos de los quiteños. También son de enorme interés
las “Epístolas” para el conocimiento de varios personajes de su tiempo,
entre otras razones. Cabe resaltar la pericia y sapiencia con que Rodrí-
guez Castelo analiza esta obra poética que, como lo dice al inicio, llena
un vacío dentro de la historia de nuestra literatura, casi huérfana de
textos en los años previos a la Independencia.
Uno de los mayores méritos del libro, de sus editores y de su
coordinador es el haber dado a luz por vez primera las poesías de José
Mejía. La edición tiene el acierto de presentar no solo los facsímiles de
las hojas manuscritas sino también la transcripción (con algún pequeño
error), con lo cual facilita enormemente la lectura a los no iniciados. La
edición en su conjunto es clara, elegante, adornada con variadas ilus-
traciones. Los ecuatorianos felicitamos a FONSAL y a todos los actores
de este libro por su singular aporte a la cultura nacional.

Carlos Freile

387
Juan Cordero I. , OLAF HOLM: LA BIOGRAFÍA DE UN VIKINGO –
ECUATORIANO, Quito, Banco Central del Ecuador, 2007, 316 pp.

A los doce años de su muerte llega un


homenaje muy especial del Vikingo que
supo integrar la pasión por la Arqueología
ecuatoriana, con el amor y el orgullo por
su segunda patria, la admiración por la
cultura ecuatoriana, el ansia de hacer co-
nocer las raíces del pueblo ecuatoriano, no
solo para incorporarlo a su saber, sino so-
bre todo para el ecuatoriano sintiera orgu-
llo de su pasado.
Los títulos de la obra del Dr. Juan Cor-
dero Iñiguez muestran la inquietud de
describir todo lo que fue este personaje:
“Olaf Holm, el Vikingo”; “Biografía de un
personaje danés ecuatoriano” sin poder incluir todo lo que de él cono-
cemos.
No es una biografía ordinaria, pues el autor nos conduce por
las diversas facetas de este Vikingo incansable, desde su llegada al
Ecuador en 1940 como representante de una empresa, sus intentos de
colaborar en el desarrollo económico y su entrada a lo que será la pa-
sión de su vida, la búsqueda del pasado arqueológico, su cultura, sus
tradiciones, en una palabra el alma ecuatoriana que la encontraba
siempre rica y digna de que todos sintiéramos un profundo orgullo.
No es una biografía ordinaria, pues nos pone en contacto con
las facetas más interesantes que aparecían en las entrevistas, en las dis-
cusiones informales sobre los más variados temas, en sus cartas a los
investigadores, en las anotaciones y sugerencias a los que se acercaban
para pedirle su criterio o simplemente para intercambiar opiniones.
Las fotografías escogidas por el autor en actitudes tan variadas
son el reflejo de su personalidad siempre tranquila pero siempre abier-
ta a cualquier consulta o para dar su parecer sobre cualquier cosa, otras
reflejan su búsqueda del pasado, fotografías en que aparece recorrien-
do los caminos polvorientos de la Costa Ecuatoriana buscando conocer

388
R E CE N S I O N E S

el pasado de este pueblo de igual manera que lo hubiera hecho por las
playas de Dinamarca, imágenes del hombre investigador y curioso de
recoger los restos de la tradición de los astilleros, de las costumbres de
los pescadores, de los pueblos huancavilcas, de los manteños y de
otros. Para los que conocimos de cerca esas fotografías son un recuer-
do viviente de ese hombre grande y sencillo a la vez. Si algo puede fal-
tar es una que revele el sentido de humor con que amenizaba las entre-
vistas, consultas y reuniones informales. Sentido de humor siempre
delicado, inteligente y oportuno.
La Biografía de este Vikingo reúne la profundidad del gran
científico, del investigador, del amante de la cultura ecuatoriana en
todos sus aspectos, del admirador de nuestro pasado y lo hace con una
gran sensibilidad al hacernos conocer al hombre sencillo y amigable,
como lo fue siempre.
Si ser ecuatoriano es amar a su tierra, conocer sus raíces y
tradiciones, sentir orgullo de su pasado, Olaf Holm merece como nin-
guno el título dado por el autor, de DANÉS ECUATORIANO.

Octavio Latorre

389
Hemán Rodríguez Castelo, BENIGNO MALO. Universidad del
Azuay, Cuenca, 2008, 202 pp.

Aún cuando las historia regionales


del Ecuador pueden ser abordadas desde
múltiples entradas disciplinarias, al presen-
te su estudio acusa numerosos vacíos a los
cuales es necesario atender prolijamente.
Toda historia regional apunta a superar las
fronteras de los límites político-administra-
tivos de una provincia, de un municipio o
de una nación. En el caso ecuatoriano, la
historia nos remite a las antiguas "repúbli-
cas regionales" (Quito, Guayaquil, Cuenca),
una denominación que comunica la impor-
tancia estructuradora de la realidad region-
al en relación a la formación de una nación.
En este sentido, apreciamos doblemente la obra ofrecida por el
distinguido crítico e historiador de la Literatura Ecuatoriana, Hernán
Rodríguez Castelo, con motivo del bicentenario del nacimiento de Be-
nigno Malo Valdivieso (1807-1870), eminente político, estadista, diplo-
mático y educador azuayo. Pero ante todo, impulsor del proyecto repu-
blicano regional, y luego nacional, conocido como progresismo, cuya
incidencia en las adecuaciones del país a la sociedad moderna no siem-
pre ha sido debidamente valorada.
A través de una división de su libro en dos grandes capítulos,
"La Vida y la Obra en la Vida", y El Escritor", Rodríguez Castelo anali-
za el valor como prosista y polemista del influyente discurso político,
económico y educativo de Benigno Malo, plasmado en artículos de pe-
riódico, folletos y hojas sueltas, publicados tanto desde posiciones de
poder ministerial en los gobiernos de Juan José Flores y Roberto Ascá-
subi, como en la enérgica oposición que el ciudadano Malo despliega
ante el autoritarismo de García Moreno.
Junto al planteamiento de Rodríguez Castelo enfocado en la
prosa como gran género literario del siglo XIX, y sobre la modalidad de
escritura que desarrollan las élites de la época, recordemos el vigor que

390 390
R E CE N S I O N E S

caracteriza en aquel siglo al llamado "diarismo". Desde fines del siglo


XVIII, el diarismo impregnó a todas las formas de comunicación escri-
ta en nuestro continente, desde el pequeño artículo hasta la elaboración
de ensayos de mayor alcance. La importancia de la vida cotidiana de la
época, y la realidad social de inestabilidad, fueron fenómenos que cu-
brieron históricamente una de las épocas más hondamente vividas por
nuestros publicistas y escritores. El diarismo ecuatoriano, al igual que
en los demás países del continente, se enmarcó en un fuerte sistema de
códigos y una tabla de valores con los cuales había que juzgar el ser
individual y social, además de intentar moldear a la sociedad ecuato-
riana. Fue, por lo mismo, un periodismo de ideas, y el discurso de Be-
nigno Malo movilizó un vasto programa de progreso y de crítica social
para el Ecuador que buscaba construir una nueva época.
Desde la historiografia, una breve reflexión final nos conduce
a percibir cierto riesgo en el hecho de analizar un discurso eminente-
mente político en el marco de una visión panorámica de la historia co-
mo conjunto de circunstancias. Al margen de esta observación, el libro
de Hernán Rodríguez Castelo tiene el gran mérito de reconducir nues-
tro interés hacia una figura nacional surgida desde la región azuaya, un
político cuya riqueza de propuestas reformadoras apela a la conciencia
nacional tanto de ayer como de hoy.

María Cristina Cárdenas Reyes

391
Julio Pazos, EL SABOR DE LA MEMORIA.
HISTORIA DE LA COCINA QUITEÑA,
Quito, FONSAL, 2008.

Me da mucho gusto reseñar este her-


moso volumen publicado por el Fonsal,
organismo de la Municipalidad de Quito.
“Gusto” es la palabra más apropiada para
hablar de un libro como este, que trata de
sabores, memorias y paladeos, del sentido
del gusto, pero también de producción
agrícola y pecuaria, de protocolo, de cos-
tumbres… De este libro de la historia de la
comida quiteña.
Cinco platos voy a servirles en esta reseña: una entrada, una
sopa, un seco, una ensalada y un postre.
La entrada abre el apetito para lo que viene. La sopa calienta el
estómago y es, como decían los comentaristas coloniales, de mucho
provecho para el cuerpo. El seco es lo que tiene más sustancia, es más
serio y formal. La ensalada puede mezclar muchas cosas. Y el postre es
el final glorioso de una buena comida.

La entrada

Vamos pues a la entrada, que sirve para abrir el apetito. Y lo


que quiero es abrirles el apetito sobre este maravilloso libro. Un libro
bien investigado, bien escrito, bien ilustrado, bien diseñado, bien pro-
ducido. La propia idea del libro es muy original: una historia de la co-
mida quiteña.
Quiero abrirles el apetito por el contenido, por la forma en que
Julio Pazos empieza esa historia, como si fuera una novela. Nos relata
cómo los primeros pobladores de estas benditas tierra, recolectores y
cazadores, encontraron en Mullumica grandes vetas de obsidiana, y
desde allí otearon el horizonte y vieron cómo era la hoya del Guaylla-
bamba, y cómo en los alrededores del Ilaló trabajaron sus puntas de
flecha. Y nos cuenta el paso a la revolución agrícola y los primeros cul-
tivos y cómo, en sus ceramios e incluso en sus levaduras, las familias

392
R E CE N S I O N E S

y las culturas de los períodos formativos, de desarrollo regional y de


integración nos dejaron testimonio de lo que comían y de cómo co-
mían, para que Julio Pazos vaya, lo vea, lo estudie, lo consulte y nos lo
cuente.
La Colonia y la República son vistas a través de cronistas y via-
jeros, de libros de recetas, de cuentas de las compras. Encontrarán sor-
presas muy agradables, curiosas, divertidas. Se detendrán ustedes con
deleite en la relación del Licenciado Salazar de Villasante, tan solo 30
años después de la fundación española de Quito, que muestra ya cómo
se iniciaba la fusión de las cocinas americana y europea; o en el listado
de los bastimentos necesarios para un gran banquete que se brindó al
libertador Simón Bolívar, en una gran invitación, tal vez en un conven-
to o en una hacienda cercana a Quito, un mes después de la Batalla del
Pichincha, comida suficiente, según calcula Pazos, para 1500 invitados;
o en el siguiente banquete y refresco que se le da al propio Libertador
en Cuenca, financiado por el Cabildo Diocesano y las Carmelitas
Descalzas. Las alabanzas de Montalvo a la papa, y su prohibición de
que las doncellas coman aguacate, les van a hacer reír…
En fin, para qué les cuento más, esta entrada está ya demasia-
do larga, y como se nos ha abierto el apetito, pasemos a la sopa.

La sopa

La sopa tiene un fondo, que suele ser de res o de ave. El fondo


del que quiero hablar es del que tiene este libro, y es que se inscribe en
la corriente de la Nueva Historia del Ecuador, inaugurada en los 70 por
los historiadores, y sociólogos y antropológos que nos metimos a his-
toriadores, de nuestra generación. La historia tradicional solo se inte-
resaba por los grandes hombres y grandes fechas. La nueva historia, en
cambio, se interesa por el sustrato en el que han sobresalido, si así quie-
re decirse, esos hombres y esas fechas; es decir que explica lo extraor-
dinario por su opuesto: por lo ordinario. Cuál era la economía, cómo
estaba constituida la sociedad, cuáles eran las ideas que se debatían,
cuáles las relaciones y las tensiones sociales. Así, desde los 70 del siglo
pasado empezamos a escribir la historia económica, la historia social
–la de los obreros, la del agro serrano y costeño–, y la historia de la vida
diaria, de la cotidianeidad. Esa nueva historia se interesa por saber
cómo trabajaba la gente, cómo se repartían las tareas cotidianas, qué

393
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

roles tenían en la sociedad, cómo se distinguían los distintos estratos,


cuál era su vestuario, sus tratamientos; y, claro, qué es lo que comían,
qué es lo que vestían, qué es lo que calzaban, cómo se divertían. La
nueva historia deja así de ser una crónica del poder, poblada de héroes
y hombres de Estado y empieza a poblarse de gente ordinaria, porque
también, ¡y cómo no!, ellos también fueron parte de la historia y del pa-
sado. Al ver la cotidianidad, también se interesa por lo que rompía esa
cotidianidad: las fiestas y los duelos, los ritos y las celebraciones; las
bodas y los entierros; los bautizos y las fiestas cívicas.
Es en ese fondo que aparece este libro. Y solo había una per-
sona en el mundo que podía hacerlo: Julio Pazos. Habrá muchos chefs
y cocineros y habrá muchos poetas, o mejor algunos poetas y muchísi-
mos que se creen poetas. Pero solo hay un chef y cocinero que es poeta
y un solo poeta que es chef y cocinero, y ese es Julio Pazos. Uno de los
petas más grandes de mi generación (el otro está, lamentablemente,
metido de Ministro de Defensa). Julio se despoja aquí de su condición
de poeta, y escribe el libro, como dice Simón Espinosa en su prólogo
“desde la relativa objetividad de la crónica histórica y no desde la subjetividad
relativa de la poesía lírica”. En efecto, Julio Pazos demuestra que su pro-
funda formación humanista, sus miles de páginas leídas a lo largo de
la vida, sus miles de horas de clase dictadas, le permiten abordar con
una visión de arqueólogo, de antropólogo, de filósofo y de lingüista,
además de cocinero experto, esta crónica de 3500 años de la cocina
quiteña.
Como dice Simón Espinosa, y déjenme citarle de nuevo, por-
que es como poner las papas a la sopa, “El haber construido esta historia
de la comida quiteña en la época prehispánica (Simón se refiere aquí a esa
parte del libro, pero puede aplicarse a toda la obra) ”.
Si ya le admirábamos como poeta y como cocinero, hoy Julio
pazos se consagra como historiador. Historiador de los que rescatan la
historia de la vida cotidiana, en este caso del acto que nos permite
vivir: cómo nos nutrimos, cómo preparamos los alimentos, cómo los
cultivamos y cómo los consumimos.

El seco

Con eso, señoras y señores, permítanme pasar al seco. Este es


un libro que aparece en un momento muy especial del mundo: un

394
R E CE N S I O N E S

momento de carestía alimentaria, sin precedentes históricos, que es


probable que cree un nuevo orden político mundial según el cual cada
país trata de asegurarse su pedazo de la torta y se preocupa poco por
el resto, según dijo Lester Brown, fundador del Earth Policy Institute.
El encarecimiento de los alimentos básicos como el arroz y otros ce-
reales podría afectar a alrededor de 100 millones de las personas más
pobres del mundo.
"Estamos en medio de la más severa crisis alimentaria en la
historia mundial", dicen los expertos. Se trata de una situación crónica-
mente tensa, un problema serio y a largo plazo.
Los políticos reunidos en la cumbre de la Organización de las
Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), que ter-
minó este jueves en Roma, no lograron arribar a soluciones al encarec-
imiento de los alimentos y el malestar civil causado por la escasez.
Expresiones de inseguridad alimentaria, como las restricciones a las
exportaciones impuestas por países productores de granos, consti-
tuyen presagios de "un capítulo enteramente nuevo".
Desde África hasta Asia, muchos países buscan comprar o
arrendar tierras en el exterior para cultivar y alimentar a su población.
China, el país más poblado del mundo, lleva la delantera: ya explota
haciendas en Tanzania, Laos, Kazajstán, Brasil y otros.
India ha puesto la mira en Uruguay y Paraguay. Corea del Sur
negocia acuerdos agrícolas con Sudán y Siberia. Libia y Egipto, por su
parte, hacen lo mismo con Ucrania.
Lo preocupante, según Brown, es que "los países más influ-
yentes sean capaces de asegurarse suministros alimentarios, dejando a
países pobres y menos poderosos sin alimentos que importar".
En Asia, el precio del arroz, el alimento básico de la región, casi
se triplicó sólo este año, llevando a muchos gobiernos a prepararse.
Para proteger a sus consumidores internos, India, Vietnam,
Indonesia y China restringieron las exportaciones. Este año China ex-
perimentó su primer déficit comercial de granos en décadas, y co-
menzará a fijar impuestos a las exportaciones que oscilarán entre cinco
y 25 por ciento.
Políticos de todo el mundo miran con aprensión a China, que debe ali-
mentar a 1.300 millones de personas, preocupados de que cualquier
cambio en la histórica política de autosufienciencia del país tenga un
efecto tremendo en el mercado mundial de granos.

395
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

El primer ministro chino Wen Jiabao dijo que la prioridad de


China es alimentar a su propia población, y que ésa será "la mayor con-
tribución" de ese país al mundo.
Pekín asegura contar con grandes reservas de granos para so-
brellevar la actual crisis alimentaria. Pero su dimensión es incierta.
En efecto, el año pasado, China importó 31 millones de tone-
ladas de granos y eso está influyendo en los mercados.
Por su parte, el secretario general de la Organización de las Na-
ciones Unidas (ONU), Ban Ki-moon, dijo el martes a los líderes mun-
diales reunidos en Roma que la producción de alimentos debe aumen-
tar 50 por ciento para 2030 a fin de cubrir la creciente demanda.
"El mundo debe producir más alimentos", señaló el martes en
su discurso de apertura de la Conferencia de Alto Nivel, bajo el lema
"Seguridad alimentaria mundial: Los desafíos del cambio climático y la
bioenergía".
"Es importante dar una respuesta inmediata a la carestía de ali-
mentos, pero también es importante que nuestro objetivo sea la seguri-
dad alimentaria a largo plazo", subrayó Ban Ki-moon.
"Antes de la emergencia actual, más de 850 millones de per-
sonas sufrían hambre en el mundo. El Banco Mundial estima que la
cifra puede aumentar en 100 millones más", indicó. "Las personas más
pobres gastan dos tercios o más de sus ingresos en alimentos y serán
las más golpeadas".
El director general de la FAO, Jacques Diouf, respaldó el llama-
do de Ban a aumentar la producción de alimentos. Además pidió a los
líderes mundiales 30.000 millones de dólares al año para relanzar la
agricultura y evitar futuros conflictos por este motivo.
El precio de alimentos aumentó 37 por ciento en 2007 y 16 por
ciento más el primer trimestre de este año, según un índice creado por
la FAO. El mayor uso del maíz para producir etanol, la creciente de-
manda de Asia, las restricciones comerciales y las malas cosechas son
las razones a las que se atribuye la crisis alimentaria actual.
Por otra parte, la inmensa diversidad biológica de América La-
tina ha aportado poco a la agricultura comercial de la región, pese a ser
lugar de origen de dos de las cuatro especies más consumidas en el
mundo, el maíz y la papa.
La humanidad ha consumido más de 7.000 especies vegetales
en su historia. Pero en los últimos 100 años ha dejado de cultivar más

396
R E CE N S I O N E S

de tres cuartos, y depende de apenas tres –trigo, maíz y arroz–, para


satisfacer casi 70 por ciento de sus necesidades calóricas, indican datos
de las Naciones Unidas.
Es aquí donde se inserta este libro: porque este libro recoge las
tradiciones milenarias de nuestra cultura alimenticia, y si sabemos es-
tudiarlo y aplicarlo, con políticas públicas de desarrollo agrícola y de
cultura alimentaria, podríamos revertir la crisis de los cereales.
Muchos cultivos antiguos, como el amaranto (del género Amaranthus)
y la quinua (Chenopodium quinoa), prometedoras especies latinoame-
ricanas, son hoy poco explotadas ante la expansión de cereales como el
arroz y el trigo.
Junto con esos cultivos se pierden también conocimientos aso-
ciados a ellos, empobreciendo la agricultura y la nutrición, señalan
expertos.
El amaranto fue declarado "el mejor alimento de origen vege-
tal para el consumo humano" en 1979 por la Academia Nacional de
Ciencias de Estados Unidos, por sus proteínas y aminoácidos singu-
lares y por no requerir cuidados especiales, mucha agua ni tierras muy
fértiles.
Muy plantado por mayas, aztecas e incas, estuvo olvidado
hasta la década de 1960, pero hoy se limita a tan sólo 2.000 hectáreas
sembradas.
"Al depender de no más de seis cultivos, la población es más
vulnerable a las crisis de stock, oferta o demanda", en especial la más
pobre, decía Juan Izquierdo, oficial principal de Producción Vegetal de
la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación (FAO) en América Latina, a quien leí esta semana.
Este cuadro es resultado de procesos que hicieron a más de 100
países muy dependientes de los alimentos importados, empezando por
la ayuda alimentaria, como la de Estados Unidos.
Desde los años 50 se "transfieren patrones alimentarios" a na-
ciones pobres. Pensemos con lo que pasó con la producción local de
trigo y cebada: Bolívar, Chimborazo. La apertura comercial "desigual"
de las últimas décadas permitió a Europa y a Estados Unidos –muy
proteccionistas– "inundar el mundo con alimentos baratos", bienveni-
dos por un tiempo, hasta que la crisis reveló la trampa.
En Brasil, el trigo sustituyó buena parte del consumo de man-
dioca (Manihot esculenta), maíz (Zea mays) y fríjoles (Phaseolus).

397
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Las mujeres ejercen papeles opuestos en la diversidad alimen-


taria. Como consumidoras, abrumadas por la doble o triple jornada de
trabajo, "contribuyen a la homogeneización", pues buscan alimentos
rápidos y fáciles de cocinar, pero en las zonas rurales las mujeres son
"depositarias de la biodiversidad, de semillas y de conocimientos" sobre
numerosos alimentos, infusiones y hortalizas sembradas en torno de las
casas, mientras los hombres tienden a seguir la lógica del mercado.
Ahora, en mi manera de ver no sólo hay que rescatar los 'viejos
cultivos con alto poder nutritivo', sino rescatar todo un sistema que
implique fortalecer los conocimientos, la cultura, la variedad producti-
va y nutritiva, y permita la reafirmación de los saberes milenarios. Eso
es lo que digo que puede extraerse de este libro
La "conciencia" para aprovechar oportunidades es un factor
clave: fíjense quie Estados Unidos es el mayor productor mundial de
quinua, porque en un condado del estado de Nebraska se le dedican
25.000 hectáreas. La cosecha se destina a un alimento infantil de la cor-
poración Nestlé.
Es verdad también que los cultivos que han sido objeto de in-
tenso mejoramiento genético, como el maíz, el arroz y el trigo, rinden
mucho más por unidad de superficie", Yo estoy con los expertos más
serios pues sin mejoras similares es difícil que especies nativas, como
el amaranto y la quinua, puedan competir en el mercado, añade.

La ensalada

Mi oculista me recomendó comer ensaladas de muchos colo-


res… Me dijo que hacen bien a la vista. Y este libro hace bien a la vista,
por sus ilustraciones, sus fotografías, su diseño. Para comenzar, el vo-
lumen contiene 35 ilustraciones originales, expresamente encomenda-
das al biólogo y pintor Juan Manuel Carrión, sobre la fauna y flora nati-
va útil de la hoya de Guayllabamba, es decir aquella que desde la pre-
gurosamente científica. Añádase 55 fotografías especialmente rea-
lizadas por Jorge Vinueza, con el apoyo de Florencia Luna, sobre los
platos preparados por Julio Pazos y sus ayudantes, y espolvoréese
otras fotos de distintos autores, así como la reproducción de grabados
y pinturas de los últimos siglos, relativas a las costumbres culinarias de
Quito y la serranía ecuatoriana. Todo eso, se adereza con el concepto
gráfico y el diseño de Trama y la impresión de Mariscal. El resultado es

398
R E CE N S I O N E S

una ensalada multicolor y hermosa en un libro que es un placer hojear-


lo, además de leerlo.

El postre

Nos encanta el postre, pues corona la comida. Y en este caso, el


postre es el FONSAL, caserito. Porque, además de rescatar nuestro pa-
trimonio tangible el FONSAL rescata nuestro patrimonio intangible,
como es la historia de la cocina quiteña. En cuanto a lo tangible: de los
centenares de obras del FONSAL solo tres ejemplos concluidos en las
últimas semanas: la Casa Museo de Sucre, restaurada para el Minis-
terio de Defensa; el Teatro México, que estaba en ruinas y hoy es el
teatro más moderno de América Latina no por la novedad de su rea-
pertura sino por su ultramoderno equipamiento; y la Estación del Fe-
rrocarril en Chimbacalle, reabierta el 25 de junio y también restaurada
por el FONSAL como un acto de celebración de los 100 años de la lle-
gada del ferrocarril a Quito, donde el propio FONSAL armó una exhi-
bición sobre la época y el contexto de aquel acontecimiento.
Pero hay más: el 8 de agosto, se abrirá ya restaurados cinco
pabellones del nuevo Centro de Arte Contemporáneo, en el antiguo
Hospital Militar, que albergará una magna exposición sobre el Bicen-
tenario de la Independencia. ¡Como para que se nos haga agua la boca!
Al igual que al leer, hojear y degustar este maravilloso libro de la his-
toria de la cocina quiteña, mérito del FONSAL, de Julio Pazos y de todo
un grupo de personas a los que hay que estar reconocidos.

Gonzalo Ortiz Crespo (*)

(*) Concejal Metropolitano de Quito, recientemente elegido como Miembro Correspondiente


de la Academia Nacional de Historia. Discurso pronunciado en el Centro Cultural Itchimbía el
7 de junio de 2008 en el acto de lanzamiento del libro.

399
.
VIDA ACADÉMICA
.
DISCURSO DEL
DR. MANUEL DE GUZMAN POLANCO
EN EL ACTO DE RECORDACION CIVICA DE LA
PROCLAMACION DE “QUITO LUZ DE AMERICA”

Es una expresión que hemos oído más bien en ambientes cul-


turales y sociales. Lo hemos repetido ocasionalmente y poco, sin pro-
fundizar su contenido. Pero no es una expresión simplemente literaria,
o una fórmula patriótica inventada, ni una petulante señal de impor-
tancia entre las ciudades de América. Se trata de una síntesis histórica
de lo que hace 200 años pensaban de nosotros otros pueblos de
América Hispana. Lo que ahora intentamos es destacar la importancia
histórica del altísimo calificativo atribuido a nuestra ciudad en el
mundo de entonces; y es que, 200 años después de haberse proclama-
do, acaban de reiterar el pueblo de Chile y su gobierno lo que dijeron
sus héroes en 1812 respecto de Quito.

Monumento a Fray Camilo Enríquez en Valparaiso, Chile

403
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

En efecto, para dejar constancia de lo que hoy pueden decir los


ciudadanos del hermano pueblo de Chile, se levantó en Valparaíso en
abril de este año 2008, un monumento al patriota y prócer chileno
Camilo Henríquez, en cuya base consta el texto del mensaje que en
1812 envió al mundo hispanoamericano el Congreso de Chile y lo
recogió el gobierno de ese País proclamando a Quito Luz de América.
Aquí pueden ustedes ver el texto de la gran placa de mármol
que consta en el monumento de la Avda. Brasil a Camilo Henríquez en
Valparaíso.

“INSTITUTO DE CONMEMORACION HISTORICA DE CHILE


EMBAJADA DE LA REPUBLICA DEL ECUADOR

FRAY CAMILO HENRIQUEZ


1769-1825
APOSTOL DE LA DEMOCRACIA

PADRE DEL PERIODISMO NACIONAL

EN 1810 PRESENCIO EN QUITO COMO ERA SOFOCADO EL


PRIMER ALZAMIENTO REVOLUCIONARIO DE LA AMERICA
ESPAÑOLA, LO QUE INSPIRO SU DRAMA “LA CAMILA” Y LE
HIZO ACUÑAR SU FAMOSA FRASE DE
“QUITO LUZ DE AMERICA”

ESTE RECUERDO ES TESTIMONIO DE LA IMPERECEDERA


AMISTAD CHILENO ECUATORIANA

ILUSTRE MUNICIPALIDAD DE VALPARAISO 2008

Todo esto fue producto de un largo proceso de investigación


histórica y de correlación entre las Academias de Historia del Ecuador
y la de Chile con su Matriz la Sociedad Chilena de Historia y Geogra-
fía. Debo destacar la clara orientación que dio a estas muestras de con-
fraternidad el actual gobierno de Chile y el apoyo que recibimos de la
Embajada del Ecuador en Santiago y de la Embajada de Chile en Quito
con su Embajador aquí presente Señor Enrique Krauss Rusque.
En el año 2005 fui invitado a Chuquisaca, actual ciudad Sucre

404
VIDA AC ADÉMIC A

y capital oficial de Bolivia, por la Academia de Historia de ese país her-


mano.
Tuve entonces la oportunidad de oír autorizadas opiniones de
los historiadores bolivianos sobre sus primeras manifestaciones de in-
dependencia en el año de 1809. Como respaldo de sus expresiones in-
vocaron constantemente el libro del notable historiador, Padre Jesuita
de apellido Llud, quien en 1984 publicó en La Plata (Bolivia) tercer
nombre oficial de Chuquisaca, un voluminoso estudio sobre Los Movi-
mientos de Independencia de la Audiencia de Charcas en 1809. Todo ello me
condujo a confirmar el punto de vista de nuestra Academia de que
efectivamente los primeros gritos públicos por la Independencia aun-
que limitados a estudiantes y profesores bolivianos, se produjeron jus-
tamente en la plaza pública en la Plata, en marzo de 1809 y luego tu-
vieron eco en La Paz en julio del mismo año.
Por consiguiente, el 10 de agosto de 1809 en Quito fue otro de
los Gritos de Independencia de ese año, con la decisiva circunstancia
de que éste grito fue de las élites intelectuales, sociales, económicas,
respaldado ampliamente por las bases populares; por lo que se trans-
formó en el modelo radical en el curso de la independencia de Hispa-
noamérica.
La Junta Suprema del Gobierno de Quito, instalada en el Pala-
cio del Reino de Quito, el 10 de Agosto de 1809, fue nada menos que el
primer gobierno autónomo, soberano, de la América Hispana, por lo
mismo independiente de la corona española; y conformado por criol-
los, esto es por los que desde entonces llamaríamos Patriotas, identifi-
cados como españoles americanos, iguales en derechos a los Peninsu-
lares, pero distintos en sus concepciones políticas de los españoles que
venían administrando esta parte del colosal imperio.
Ese es el irrefutable título, exclusivo para Quito, reconocido
antes de hoy por los historiadores de otras regiones, inclusive de Espa-
ña mismo.
Luego de las documentaciones que al respecto logré obtener en
Bolivia, me trasladé a Chile, en donde la guía de mis colegas Acadé-
micas y la orientadora presencia del Embajador Ecuatoriano en ese
país, el distinguido y querido amigo Dr. Gonzalo Salvador Holguín,
acompañado de su encantadora esposa Doña Belén Misle de Salvador,
artista e investigadora histórica, me permitió relacionarme con los ex-
pertos y las Autoridades adecuadas para hacer el examen de los orí-

405
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

genes de la famosa expresión: “Quito luz de América”. Sabía yo como


sabíamos unos cuantos ecuatorianos que ese honroso título nos lo otor-
garon los próceres chilenos de la Independencia hace 200 años.
Por tanto mi investigación se dirigió a conseguir la documen-
tación e información en los archivos chilenos nacionales y en los de la
Armada Chilena, como también en los del Municipio de Valparaíso,
porque el glorioso título se ordenó que fuera colocado en el faro de en-
trada al Puerto de Valparaíso, uno de los más importantes con Guaya-
quil en la época hispánica, en el Pacífico Sur.
Fue nuestro eminente historiador y querido amigo Dr. Jorge
Salvador Lara quien por primera vez abordó el estudio histórico, en el
revelador estudio que consta publicado en el Boletín No. 111 (Enero a
junio 1968) de la Academia Nacional de Historia.- Eso fue hace 40 años.
¿Cuál fue la razón que movió a los héroes de la Independencia
Chilena a lanzar a la faz de sus propios ciudadanos y de todo el que lle-
gara a las Costas Chilenas el mote de que Quito era Luz de América?
En 1812 el gobierno de los Patriotas hermanos Carrera dirigía
los destinos de Chile y el Congreso constituido en Santiago y Valparaí-
so luchaban contra grupos reaccionarios que trataban de conquistar el
apoyo de los ciudadanos, no obstante que el 18 de septiembre de 1810
habían proclamado su independencia del régimen despótico corrompi-
do e inoperante de los administradores peninsulares en ese país, como
ocurrió en todos los demás del Imperio español de entonces.
En ese momento el de Chile era el primer Congreso estableci-
do y funcionando en América Hispana y estaba regido por un testigo
ocular de los sucesos de Quito de los años 1809-1810. Se trataba nada
menos que de Fray Camilo Henríquez, de la Orden de los Frailes de la
Buena Muerte, quien pudo apreciar la altura de pensamiento y la pro-
fundidad de la acción política de los quiteños al proclamar su indepen-
dencia el 10 de Agosto y al entregar su vida en aras de sus principios y
de la libertad de su pueblo el 2 de Agosto de 1810. Era pues el momen-
to para poner a la faz de los chilenos el ejemplo que dieron sus her-
manos de la Real Audiencia de Quito.
Debería reconocer que no fueron tantos los documentos histó-
ricos que han sobrevivido en Chile, en relación con nuestro tema, des-
pués de 200 años. Los terremotos, las inundaciones, en general los cam-
bios en la geografía física de esa gran nación habían ido eliminando
muchos de los documentos que nos interesaban.

406
VIDA AC ADÉMIC A

En noviembre del 2006, concurrí a nombre del Ecuador al Dé-


cimo Congreso de la Asociación Iberoamericana de Academias de la
Historia, en la capital de Portugal-Lisboa. Los diálogos con los histo-
riadores americanos y sobre todo con los de Chile y Argentina,
Colombia y México, me llevaron a la conclusión de que podía esperar
los esfuerzos de los colegas chilenos para verificar aquel notable hecho
de 1812 a que vengo refiriéndome y que proclamó a “Quito Luz de
América”.
Eso me permitió lograr que visitara Quito el Académico chile-
no Sergio Martínez Baeza, en marzo del 2008, quien imbuido del mis-
mo espíritu de sus compatriotas de antes y de los actuales, intervino
también en el muy significativo y agradable acto que organizó el Em-
bajador de Chile, Dr. Krauss, en acuerdo con el Municipio de Quito,
destacando en la Plaza de la Independencia los diversos recuerdos del
paso de chilenos por este país, constantes en nombres de personajes y
de Instituciones, de plazas, de algunos barrios y recodos, de escuelas,
colegios, en fin. Fue oportunidad también para que el querido amigo
Sergio Martínez pronunciara en el local de la Academia Nacional de
Historia un discurso de amplia información histórica sobre la misión
que cumplió en el Ecuador el prócer chileno Camilo Henríquez, como
también fue memorable su intervención en la Pontificia Universidad
Católica del Ecuador, sobre el Derecho Indiano, materia que va cobran-
do mucho prestigio en toda América y en España y que es fuente de
una más profunda y justa interpretación de los 300 años que estuvimos
bajo el régimen jurídico de las Leyes de Indias y sus consecuencias
hasta el día de hoy.
A principios de abril de este año, recibí el llamado del indica-
do académico chileno, Presidente de la casi centenaria Sociedad Chi-
lena de Historia y Geografía, invitándome oficialmente a la Inaugu-
ración del monumento que se estaba levantando en la ciudad de Val-
paraíso para Fray Camilo Henríquez, prócer de la Independencia de
Chile, primer periodista de ese país y primer bibliotecario de Santiago
de Chile. Añadía el invitante que estaba preparada además la gran
placa que ocuparía el frente del monumento al prócer chileno. Esa pla-
ca sería la que consta en el texto que se exhibe ante ustedes y ya lo he
transcrito.
Sobria, digna y emotiva fue la ceremonia en la que intervino
brillantemente el Alcalde y Académico de la Historia General Paco

407
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Moncayo Gallegos, destacando las razones por las que las que Quito no
sólo había merecido hace 30 años ser proclamada por la UNESCO la
primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, sino como fue
consagrada “QUITO LUZ DE AMERICA” por su presencia en la histo-
ria de la libertad de las nuevas naciones del Continente Americano.
Por su parte, el Alcalde de Valparaíso, señor Hernán Pinto Mi-
randa, señaló que Camilo Henríquez, durante su estancia en Quito, no
sólo abonó fecundamente con sus ideas las de independencia de los
próceres quiteños sino que también aprendió de ellos los elementos
que lleva consigo la soberanía y como había que defenderlos con el sa-
crificio de la propia vida…
Quedaba consagrado formal y públicamente un hecho
histórico, el cual hemos pasado por alto simplemente por falta de infor-
mación, durante tantos años sobre todo los ecuatorianos. Hoy, mien-
tras empezamos a celebrar con las demás naciones del Continente el
Bicentenario de la Independencia del Ecuador, el Ilustre Cabildo de
Valparaíso y el Comité de Celebraciones Cívicas de Chile, reiteran fra-
ternalmente al pueblo del Ecuador el glorioso título que sus antepasa-
dos otorgaron a nuestro país de “Quito luz de América”.
Tan merecido calificativo no era sólo por los dos extraordinar-
ios hechos que presenció en Quito el Fraile Camilo Henríquez, el 10 de
agosto de 1809 y el 2 de agosto de 1810, sino que Quito ya venía ganán-
dose ese título a través de toda su historia desde la época del descu-
brimiento y la conquista. Mencionaré las más cercanas fechas de los
movimientos populares, típicamente populares del siglo XVIII, en los
que estuvieron representados los principales grupos sociales de la épo-
ca y ocurrieron en la Sierra Centro-Norte; los que fueron: según el
Académico Segundo Moreno Yánez: Riobamba 1764, San Miguel 1766,
San Felipe 1771, Otavalo 1777, Guano 1778, Ambato 1780, Túquerres
1800.
De 1767 a 1803; 41 indígenas fueron condenados a muerte: 33
hombres y 8 mujeres.
Dejo para la información de ustedes al ilustre historiador y
amigo, Dr. Jorge Núñez Sánchez, Tesorero de la Academia, para que les
diga algo sobre ése extraordinario Fraile de la Buena Muerte que con
sus compañeros Próceres proclamaron la grandeza de nuestro pueblo,
hace ya 200 años.
Pensadores, héroes y mártires que nos dejaron la tremenda res-

408
VIDA AC ADÉMIC A

ponsabilidad frente al actual Ecuador y todo el mundo hispánico de lo


que cuesta alcanzar la Libertad en el Orden. Así como debe ser su ra-
cional ejercicio: orden pero con libertad, base de todo Gobierno De-
mocrático y sustento de los sagrados derechos humanos.

Quito, 3 de Julio de 2008

En Valparaíso, al pie del monumento a Fray Camilo Enríquez.


Constan en la foto: el profesor Sergio Martínez Baeza, el genaral Paco Moncayo
y el doctor Manuel de Guzmán Polanco

409
LA BIBLIOTECA JACINTO JIJÓN Y CAAMAÑO
DE LA ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA
DEL ECUADOR

Ana Vargas de Vela*

Al denominar a esta bibliote-


ca con el nombre de Jacinto Jijón y
Caamaño, la Academia Nacional de
Historia del Ecuador ha realizando un
justo reconocimiento a uno de sus
insignes fundadores, hombre polifacé-
tico: científico, investigador, historia-
dor, arqueólogo, bibliotecario, acadé-
mico, escritor, político, coleccionista,
industrial, innovador comprometido
con el desarrollo de la patria.
El 17 de diciembre de 2007 se
realizó el acto de presentación de la
Biblioteca Jacinto Jijón y Caamaño de
la Academia Nacional de Historia del
Ecuador.
A propósito de la apertura de su nueva sede, la Academia
Nacional de Historia del Ecuador se propone optimizar los servicios
bibliotecarios, reafirmando y redefiniendo los objetivos propuestos
desde su fundación, el 24 de julio de 1908.
Utilizando los adelantos tecnológicos de la información y las
comunicaciones, tales como los nuevos soportes informativos, los pro-
gramas computacionales diseñados para la gestión bibliotecaria y las
redes de comunicación, se ha diseñado un sistema de gestión de infor-
mación bibliotecaria, adecuado a sus propias necesidades, tratando de
convertir sus servicios en ágiles y oportunos aportes que permitan me-
jor conocimiento de la historia tanto nacional como universal.

* Bibliotecaria de la Biblioteca “Jacinto Jijón y Caamaño” de la Academia Nacional de Historia

410
VIDA AC ADÉMIC A

Es necesario resaltar la importancia que tiene la biblioteca en


una institución académica, especialmente en lo referente a la investiga-
ción, difusión y socialización del conocimiento como fuente básica de
partida para crear nuevo conocimiento o emplazar diferentes puntos
de vista o criterios sobre un mismo asunto.
La institución ha tomado la responsabilidad de innovar su bi-
blioteca, tanto sus colecciones y su organización como sus servicios, a
fin de convertirla en un referente para el desarrollo de la investigación
histórica y la difusión de la información con sentido democrático.
Se ha iniciado la organización de la colección documental exis-
tente planificando un sistema de organización que refiere a lo siguiente:
Se adopta el Sistema de Clasificación Decimal Dewey para la
clasificación documental; para la catalogación se seguirán las Reglas de
Catalogación Angloamericanas 2ª edición y para la indización se nor-
malizán las entradas de materias basándose en el Archivo de autorida-
des de materia en formato MARC (ARMARC) 2007, tesauros especiali-
zados de materias afines y la confección de descriptores propios para
denominar conceptos, objetos, lugares, eventos, instituciones y perso-
najes propios de la historia nuestra y universal.
En la sección de hemeroteca se ha priorizado la organización y
análisis de la información del Boletín de la Academia Nacional de His-
toria, anteriormente, Boletín de la Sociedad Ecuatoriana de Estudios
Históricos Americanos, publicación que se ha mantenido desde hace 89
años, existiendo 179 números editados por la Academia y 13 por la
Sociedad de Estudios Históricos Americanos. Precisamente fue Jacinto
Jijón y Caamaño quien inició esta publicación dotándole de un alto
rigor científico.
El nivel de catalogación del Boletín de la Academia es el analí-
tico por artículo, con el fin de conocer el contenido de cada uno, ade-
más de los otros datos bibliográficos descriptivos. Este proceso analíti-
co por artículo facilitará la difusión de su contenido por varios puntos
de acceso y será una gran fuente de referencia para el conocimiento de
nuestra historia y los aportes que los miembros de la Academia han
dado en el transcurso de los casi 90 años de investigaciones.
Otro aspecto importante que se propone la Academia en su
biblioteca es formar una colección representativa de la historiografía
ecuatoriana y universal, en los más diversos soportes, de tal manera
que sea una fuente de información de acceso fácil, amplio y oportuno,

411
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

vinculado a académicos, investigadores, estudiosos, docentes y públi-


co en general interesados en la historia y materias relacionadas.
Por último, es propósito de la Academia Nacional de Historia
difundir al público, lo más ampliamente posible, la información conte-
nida en su colección cuidadosamente seleccionada y organizada. De
esta manera estará cumpliendo con los más altos objetivos de la Aca-
demia expresados en su estatuto: cultivar, promover y realizar estudios
e investigaciones científico-históricas con carácter nacional y universal.
De lograr los propósitos expuestos, la Academia Nacional de
Historia, desde su Biblioteca Jacinto Jijón y Caamaño contribuirá a me-
jorar la calidad de las investigaciones, de la enseñanza y del aprendi-
zaje de la Historia en los tres niveles de educación, lo cual tendrá eco
en el desarrollo científico y técnico en todas las áreas del conocimiento,
así como se convertirá en una alternativa para conseguir mejorar la
autoestima de los ecuatorianos y un mejor desarrollo social.

412
PRESENTACIÓN DEL LIBRO
DEL VESUBIO AL COTOPAXI: HISTORIA
ADMIRABLE.
POR SU AUTOR, GUSTAVO PÉREZ RAMÍREZ

De la manera más sentida agradezco al Doctor Manuel de Guz-


mán Polanco, Director de la Academia Nacional de Historia y al Padre
Juan Bottasso, Director, Fundador de la Editorial Abya Yala por sus
generosas palabras en la presentación del libro.
Pero sería injusto arrogarme todos los meritos cuando son va-
rios los coautores, a quienes deseo dar público reconocimiento. Al ha-
cerlo iré develando la génesis del libro y su desarrollo. The making of a
book, es algo que en otras latitudes se aprecia, pues ayuda a valorar la
importancia del mismo.
Antes deseo hacer una breve reflexión sobre la soledad del es-
critor, de que tanto se habla.
Gabriel García Márquez sostiene que el oficio del escritor es el
más solitario del mundo.
Oscar Wilde decía que solamente aislándose por completo po-
día oír su propia voz. Se conoce su aforismo: “La ociosidad propor-
ciona las disposiciones para escribir y la soledad las condiciones”.
El mismo Kafka, que en Praga vivía con su familia, añoraba
estar en una nave espacial, en un submarino, en un armario, para po-
der concentrase. Por eso las noches eran su momento preferido para
escribir. Son vivencias de genios literarios.
Para mí, modestamente, como historiador, la experiencia es lo
opuesto: de acompañamiento. Cierto, hay cierta soledad en las largas
horas, días, semanas de reclusión en hemerotecas, archivos, bibliotecas,
pero que se compensan con la alegría del encuentro con personas que
se interesan en el tema y colaboran eficientemente, y además están los
encuentros con los entrevistados para cotejar hallazgos y conocer
nuevos puntos de vista, que aportan mucho al libro. De ahí que consi-
dere a muchos como coautores, a quienes agradezco, si bien corro el
riesgo de olvidar involuntariamente a alguien.
I- Ante todo agradezco a la familia Cassola que aportó mucho.

413
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Fina Guerrero Cassola, mi esposa, fue la inspiración y apoyo constante


hasta en la corrección del texto. Al oírla expresarse con tanto orgullo y
entusiasmo de su abuelo Rafael Cassola, a quien ella llamaba Papalito,
hijo único de Carlo Cassola, el protagonista de esta Historia Memora-
ble, surgió en mi el deseo de conocer mejor sus vidas. Interés reforza-
do por lo que fui escuchando de mi suegra Josefina Cassola de Guerre-
ro, de mi cuñado Carlos Guerero Cassola, y de los parientes Rafael,
Eduardo, Ana, Azucena y Elsa Casola Teran, lo mismo que de Fanny
Cadena de Bacinnetti.
Se conformó el perfil de un gran patriota, luchador liberal, co-
ronel de milicias con Eloy Alfaro, senador del 1908 al 1912, extraordi-
nario empresario que obtuvo medalla de oro por la calidad del trigo
que producía en sus haciendas.
II- Con todo, a Eduardo Cassola debo un agradecimiento espe-
cial, lo mismo que a Marco Karolys, en Latacunga, autores de una histo-
ria inédita del colegio Vicente León, para el que vino contratado Carlo
Cassola para la enseñanza de la Química y la Física. Ellos investigaron
exhaustivamente los archivos del Colegio y me dieron acceso a sus notas
y al artículo de Marco Karolys, publicado en 1997 por la corporación
Sociedad de Amigos de la Genealogía en De dónde venimos los ecuato-
rianos, uno de los pocos documentos que mencionan a Carlo Cassola.
Este hizo sus estudios en Paris, en la Escuela de Artes regenta-
da por Bousingault. Después de tres años, al culminar sus estudios, lo
hizo su asistente, y cuando el Gobierno Ecuatoriano de Urbina, busca-
ba un profesor calificado para enseñar en el famoso colegio Vicente
León de Latacunga, Boussingault sugirió a Carlos Cassola, quien llegó
a Latacunga en 1855. Y no se limitó a dar unas pocas clases, introdujo
una nueva metodología de la enseñanza experimental, dando énfasis a
la investigación; fundó el primer periódico cultural, La Civilización,
hizo mediciones metereológicas e ideó importantes proyectos para
poner la Química y la Física al servicio del país.
El historiador latacungueño, Paúl García Lanas y Freddy
Torres, ex rector del colegio también aportaron valiosas informaciones.
III- Pero fueron los hermanos Juan Carlos y Verónica Cepeda
Cassola, tataranietos de Carlo Cassola e hijos de Azucena Cassola, bis-
nieta y del Dr. Alexis Cepeda, quienes le dieron el impulso definitivo al
libro, pues sin ellos todo hubiera quedado reducido a unas pocas pági-
nas. A su persistencia en busca de sus orígenes italianos, se debe el des-
cubrimiento de parientes en Nápoles, gracias al intenso uso que hicie-

414
VIDA AC ADÉMIC A

ron del Internet, y a que Verónica, quien fue a hacer una maestría en Es-
paña, donde se casó con el español Daniel Santos, prosiguió en el em-
peño. Con su esposo, enviaron más de 60 cartas a Italia hasta dar con
los parientes napolitanos, las gemelas Ernesta y Paola Cassola, que vi-
ven en Nápoles y Maria Luisa Cassola que vive en Roma. Y después
contrataron a un abogado que logró encontrar el acta de nacimiento de
Carlo Cassola. Son pues coautores de mucho mérito.
IV-. Ernesta Cassola se convirtió en interlocutora y aportó
valiosas informaciones a Juan Carlos y Verónica que la visitaron, y des-
pués, cuando la entrevistamos en Nápoles con Fina, nos permitió foto-
copiar abundantes documentos, cartas y nos dio información adicional,
que incluyó la genealogía de la familia Cassola, que se conoce desde
1374, de origen noble lombardo, con títulos y castillos. Más que los
abolengos de su nobleza, lo que nos interesó fueron los méritos excep-
cionales de los logros científicos de esa familia, cuyos miembros fueron
llamados Doctor de doctores, como el primero, de nombre Filippo, el
Magnifico, el Sabio, apelativo con el que se le conoce a Carlo Cassola
en Latacunga. Trajimos copias de cartas y abundante documentación
especialmente sobre Filippo, uno de los químicos más notables del si-
glo XIX en Italia, autor de un tratado de Quimica en 5 volúmenes, pro-
fesor egregio en la famosa escuela Militar, la Nunziatella, y un gran
inventor de fama internacional. Con Ernesto visitamos la Nunziatella.
En la asociación de exalumnos está el busto en mármol de Filippo.
V- Ernesta Cassola nos introdujo a la biblioteca Nacional de
Nápoles. Alli encontramos apoyo entusiasta de la directora de la sec-
ción napolitana, la dottoressa Rosa Rossi, quien personalmente se im-
plicó en la búsqueda en que nos encontrábamos para documentar un
dato histórico del padre de Carlo, Filippo, autor de un famoso descu-
brimiento de una lámpara de gas, que iluminó por primera vez la bahía
de Nápoles. Invento que entusiasmó al hermano del zar de Rusia, Ni-
colas I, de paso en Nápoles, quien hizo invitar a Filippo a Petrogrado
para instalar allí el invento. Gracias a la dottoressa Rosa Rossi, pudimos
documentar ampliamente este invento, y descubrir que la Gran
Duquesa Elena, la tarde del 3 de octubre en Petrogrado, cuando tuvo
lugar la prueba ante los nobles y el pueblo proclamó entusiasmada “Il
sole di Cassola.” 1

1 Basado en el invento del capitán inglés Drumont, que había descubierto una nueva luz a gas,
logrando un resplandor al concentrar gas oxhídrico sobre óxido de calcio.

415
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Una tarde, en la hemeroteca de la biblioteca Nacional de Ná-


poles, después de largas horas de búsqueda con mi señora, oímos exul-
tante a la dottoressa: “L´ho Trovato: il sole di Cassola”. Al día siguiente se
apareció con los retratos de Filippo y de Carlo, de las que adquirimos
copia, lo mismo que reproducciones de los documentos encontrados.
Por Internet y teléfono mantuvimos contacto con la biblioteca
y fuimos obteniendo información adicional. Inclusive supimos que en
la biblioteca Universitaria de Nápoles había un fondo Cassola con doc-
umentación de Filippo y de Carlo Cassola, pero no regresamos a Nápo-
les para consultarlo, porque la biblioteca está en reconstrucción y cer-
rada por largo tiempo.
VI- En la Embajada de Italia en Quito, encontré en el agregado
cultural, Sr. Mauro Rombi, decidido apoyo, no solo para obtener en
tiempo record la visa, sino acceso a la biblioteca de la Embajada, y una
invitación para dar una conferencia sobre Carlo Cassola, en la “Semana
de la lengua italiana” el año pasado. Conferencia que quedó incluida
en la lujosa publicación Los Italianos y el país de la mitad del mundo que
honra a los pioneros italianos en diferentes campos, cuyo lanzamiento
será en octubre este año durante “el mes de la lengua Italiana”. Ade-
más, me facilitó las fotografías que tomó del Colegio Vicente León, en
cuya visita lo acompañé. De él es la foto del óleo de Carlo Cassola pin-
tado por Rafael Salas, que se encuentra en el laboratorio de Química.
Adorna ahora la portada de mi libro.
VII- En Ecuador, en busca de información sobre Carlo Cassola,
sobre su periódico La Civilización y una historia de la Química en
Ecuador, visité innumerables bibliotecas, comenzando por la del cole-
gio Vicente León, en Latacunga, donde, para mi gran sorpresa, no exis-
te absolutamente nada de Carlo Cassola. Incrédulo regresé a Latacunga
y persistí en la búsqueda, hasta hacer que me condujeran al cuarto de
la hemeroteca. Todo en vano.
En todas las bibliotecas de Quito las menciones de Carlo Ca-
ssola que encontré se pueden contar en los dedos de la mano y sobran:
1-Luis Robalino Dávila, García Moreno, 1949, Quito, Talleres
Gráficos Nacionales, pp. 101-103.
2-El padre jesuita José María, Le Gohuir Raud, Historia de la
República del Ecuador, 1925, Quito
3- Gustavo Alfredo Jácome, quien le dedica el capítulo VII de
uno de sus libros al Colegio San Vicente de Latacunga, al mencionar la

416
VIDA AC ADÉMIC A

llegada del “célebre profesor Carlo Cassola” para dictar la cátedra de


Química, señala que con él “se introducía una nueva reforma: el cono-
cimiento del método experimental, que venía a sustituir el teoricismo
insustancial y el memorismo antipedagógico, y para lo cual el Colegio
se proveía de magníficos gabinetes de Física y Química, considerados
como los mejor dotados de América del Sur en aquel entonces.”
4-Neptalí Zúñiga, en su obra sobre Vivente Léon.
5-Paúl García Lanas incluye al químico italiano Carlo Cassola
entre los grandes maestros de la provincia y el país en su artículo entre
“Los Hombres del Vicente León”, en el periódico de la Casa de la Cul-
tura de Cotopaxi Nº 40.
Y 6-En el Diccionario biográfico de Pérez Pimentel se menciona
al cirujano Teófilo Fuentes Robles, “Farmacéutico distinguido cuyos
estudios los había hecho en el laboratorio químico de Latacunga bajo la
dirección del notable profesor italiano Carlo Cassola”. Es todo, además
de lo escrito por Marco Karolys, anteriormente citado.
En cuanto al quincenario La Civilización, el historiador Wilson
Vega, quien trabaja en las bibliotecas Espinosa Polit y en la de la Uni-
versidad Politécnica Salesiana, fue una ayuda invaluable para obtener
copia de varios números y de documentos de la hemeroteca. Infortuna-
damente, no pude tener acceso a los archivos del Padre Le Gohuir
Raud, autor de la historia de Ecuador, porque están aún sin clasificar.
En el Fondo Caamaño del Banco Central también encontré algunos
otros números de La Civilización.
En la biblioteca de la Politécnica Salesiana, gracias también a
Wilson Vega, pude reconstruir lo que pudo ser el viaje de Carlo Cassola
del Vesubio al Cotopaxi, consultando libros de viaje, especialmente el
de Osculati, quien se embarcó en Marsellla.
Pero no encontré una historia de la Química en Ecuador; pare-
ce que no se ha escrito.
VIII- La compañía de que gocé, aún en archivos, hemerotecas y
bibliotecas, se amplió con los muchos profesionales que entrevisté. Sería
largo nombrar a cada uno. Fueron unos quince químicos de los centros
académicos de Quito, donde se enseña la Química, en la Universidad
Central del Ecuador, la Católica y la Escuela Politécnica, incluido el
químico. Luis Tonón Peña, Director académico del CONESUP.
Me sorprendió que no se tenía conocimiento de Carlos Cas-
sola. Pero obtuve información sobre el estado de la enseñanza de la

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BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Química en Ecuador, que conforma una sección del libro, y sobre los
antecedentes científicos en Ecuador a la llegada de Carlos Cassola en
1855, que revisó el Dr. Plutarco Naranjo, y para el cual aportaron varios
historiadores, Jorge Núñez, entre otros.
En la Universidad Central me refirieron al Dr. Luis Romo Sal-
tos, Ph.D, uno de los más destacados científicos ecuatorianos contem-
poráneos, quien me recibió gentilmente en su residencia de Cumbayá,
y me obsequió un ejemplar de la historia de la Farmacia, que trae infor-
maciones útiles, a falta de una historia de la Química, y en la Politéc-
nica conocí la obra inédita del Dr. Joaquín Gómez de la Torre, quien ha
escrito en 6 volúmenes la historia de la Escuela, uno de los raros es-
critos donde se reconoce al presencia de Carlos Cassola en Ecuador. Lo
entrevisté en su casa en Quito
IX- Un agradecimiento especial para con el personal de la Bi-
blioteca-Archivo de la Legislatura, donde me atendieron con esmero
durante por lo menos un mes de visitas casi diarias y me ayudaron a
descubrir documentos que han sido fundamentales para establecer la
importancia de Carlo Cassola como pionero de la enseñanza de la Quí-
mica y la Física en Ecuador.
Es un capítulo central del libro, cuya historia vale la pena
resumir.
En la vida de Carlos Cassola hubo dos coincidencias con Gar-
cía Moreno. Primero en 1855, cuando éste llegó a hacer un curso de
Química. No se conocieron, porque Carlo Cassola ya habia partido pa-
ra Ecuador, pero Garcia Moreno tuvo que haberse enterado del pro-
yecto de enseñanza de la Química y la Física en Latacunga, de la im-
portancia de Carlo Cassola y del laboratorio que llevó.
García Moreno reapareció en la vida de Carlo Cassola en 1857,
cuando aquel, habiendo regresado a Ecuador a fines de 1856, apro-
vechando de la amnistía que Francisco Robles le había concedido re-
cién posesionado en octubre de ese año.
El historiador Robalino Dávila comenta en su biografía sobre
García Moreno: “Rodeado de la aureola de “recién llegado de Europa,
título más que suficiente en nuestra ingenua ciudad”, se le abrieron las
puertas por doquier y fue nombrado rector de la Universidad Central,
puesto en el que se posesionó el 1º de enero de 1857, y en septiembre
de ese año asumió como Senador por la Provincia de Pichincha”.
García Moreno torpedeó el gran proyecto que Carlo Cassola
presentó al Senado, sobre la creación de una Facultad de Química en

418
VIDA AC ADÉMIC A

Quito volcada a la investigación para el desarrollo minero e industrial


del Ecuador. Este proyecto había sido acogido con entusiasmo por el
general Robles y presentado a la Cámara de Representantes, quienes lo
aprobaron por unanimidad. Al pasar al Senado, donde García Moreno
presidía la comisión de Instrucción Pública, fracasó. En el libro se deta-
llan las razones, ampliamente documentadas.
X- Para terminar, expreso mis agradecimientos para con la
Academia Nacional de Historia, que co-auspicia la edición del libro.
Gracias al Dr. Manuel de Guzmán Polanco, su director, quien aprobó la
inclusión en la colección Centenario, después de encomendar su lec-
tura al Doctor Hernán Rodríguez Castelo, quien preside la comisión
editorial. Agradezco igualmente, habernos acogido en el excelente
auditorio de la Academia para la presentación del libro.
Varios de los miembros de la Academia. a quienes entrevisté
para el libro, me dieron valiosas sugerencias e informaciones. Ya cité al
Dr. Plutarco Naranjo, quien colaboró para la sección sobre el estado de
la ciencia a la llegada de Carlo Cassola. También Jorge Núñez, Franklin
Barriga y muy especialmente el doctor Fernando Gómez Jurado, apor-
taron valiosa colaboración.
A su vez, agradezco al padre Juan Bottasso, quien no se limitó a
escribir la excelente presentación del libro, sino que autorizó la coedición
por parte de la Editorial Abya Yala, que acaba de recibir el premio Espejo
por su importante labor cultural en Ecuador, asegurando la distribución
del libro. Agradezco a su Gerente General, Anabel Castillo y a todos los
que colaboraron en la diagramación, correcciones e impresión.
Como se ha podido comprobar, son muchos los que han cola-
borado para este libro. Con su ayuda pude concluir, con el debido res-
paldo documental, que Carlo Cassola debe ser considerado pionero de
la enseñanza de la Química y la Física en Ecuador, donde ha dejado
fama de Sabio. No vino simplemente a cumplir un contrato burocráti-
camente. Se dedicó con alma y corazón a la enseñanza, la investigación,
la formación de preparadores y ayudantes para los estudiantes, uti-
lizando una metodología a base del método experimental. Le dedico
una sección del libro a describirla. Un ejemplo:
Eran tiempos en los que, a través del mundo, la pedagogía había esta-
do buscando un paradigma de educación más completo y progresista.
Se cuestionaba la enseñaza autoritaria, dogmática y reducida a sim-
ple instrucción, y se imponía la tendencia científico-natural y mate-

419
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

rialista que imponía la razón sobre la fe, y priorizaba el conocimiento


sensorial, la observación y el experimento, como métodos de estudio
de los fenómenos. Se comenzaba a considerar la educación como un
proceso más amplio que la mera instrucción, a partir de la influencia
principal de Bacon y Descartes, con su pensamiento crítico. Concep-
ciones pedagógicas europeas renovadoras que se habían concretado
con Lancaster, Pestalozzi y su discípulo Froebel.

Neftali Zúñiga certifica que “El método de Lancaster que orien-


taba oficial y prácticamente la educación ecuatoriana fue reemplazado
por el experimental de las ciencias Físico-Químicas, gracias al distin-
guido profesor Carlo Cassola”
Como lo mencionamos, Carlo Cassola fundó el quincenario La
Civilización, hizo mediciones metereológicas, mediciones que fueron
un gran aporte, especialmente para la Agricultura. Emprendió, entre
otras iniciativas, la fabricación de ácido sulfúrico, en una época en la
que “el grado de civilización de un país se podía medir con el número
de litros de ácido sulfúrico que producía.”
También el profesor Cassola estuvo empeñado en la organi-
zación del Museo de Historia Natural. Y presentó el gran proyecto frus-
trado en el Senado que hubiera contribuido poderosamente al desarro-
llo del país.
Carlo Cassola hubiera podido permanecer en Ecuador al fina-
lizar su contrato, si el proyecto que presentó al Senado hubiera sido
aprobado. Regresó a Italia no sólo ante la asunción del poder por Gar-
cía Moreno y la guerra con el Perú, poco propicias, sino también por-
que en 1860 ocurrían los hechos claves de la reunificación de Italia por
la que él había luchado.
Regresó a Nápoles y fundó allí la facultad de Química que ha-
bía querido para Ecuador, Facultad que hoy es orgullo de la Universi-
dad de Nápoles.
Su labor científica, fue reconocida, junto a la de su padre Filip-
po, en 1995, por la Academia Nacional de las Ciencias, en el VI Congre-
so Nacional de Historia y fundamentos de la Química, organizado por
la Universidad de Cagliari. Tengo el texto del homenaje póstumo de la
ponencia.2

2 Ver extracto en Atti del VI Convengo Nazionale di Storia e Fondamenti della Chimica, organizzato
da Universita degli Studi di Cagliari, 4-7 octubre de 1995, Academia Nazionale delle Scienze

420
VIDA AC ADÉMIC A

En ella se destaca lo más importante de sus trabajos científicos,


el carácter práctico de sus enseñanzas y su dedicación al desarrollo de
Italia y de Ecuador, donde trabajó Carlos”.
En Ecuador estamos en mora de rendirle un homenaje.
Por lo pronto, el jefe del Centro Nacional de Documentos Cien-
tíficos Ecuatorianos, de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, espera obte-
ner la autorización para colocar en la galería de ilustres extranjeros que
han contribuido en Ecuador a la ciencia, la fotografía de Carlo Cassola
que le proporcioné.
Me haría interminable si sigo mi narración. En el libro encon-
trarán muchos datos de interés y comprobarán que se trata de una his-
toria admirable.
Concluyo agradeciendo su presencia e invitándolos a un brin-
dis para honrar la memoria de quien hasta ahora no ha sido suficiente-
mente valorado en Ecuador, a pesar de sus inmensos méritos.

Septiembre 4 de 2008

detta dei XL, pp.397403. de Aldo Gaudiano, del Istituto dell´Enciclopedia Italiana, Roma, y
Rodolfo Alessandro Nicolaus de la Academia Pontaniana, de Nápoles, titulada Filippo e
Carlos Cassola: due chimici fra i Borbone e i Savoia.

421
.
ACADEMIA NACIONAL DE HISTORIA

INDIVIDUOS DE NÚMERO, A DICIEMBRE DE 2008

DIRECTORIO

1.- DR. MANUEL DE GUZMÁN POLANCO 2556-022


Director 2492-188
Calle OE-6-142, 2ª. Etapa – El Condado – Quito
E-mail: ahistoriaecuador@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Febrero 11/99.- Sillón 12.
Tema del Discurso: “La Identidad Nacional”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

2.- DR. JUAN CORDERO ÍÑIGUEZ 07-2839-181


Subdirector 07-2841-540
Museo de las Culturas Aborígenes
Calle Larga 524 entre Hno. Miguel y Mariano Cueva
Cuenca.- E-mail: juancordero@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Enero 23/02.- Sillón 20.
Tema del Discurso:“Nombres y Sobrenombres de Cuenca”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

3.- HNO. EDUARDO MUÑOZ BORRERO 2660-365


Secretario
Santuario Hno. Miguel – Ave. Vencedores de Pichihcha
Fecha de Incorporación: Febrero 28/91.- Sillón 11.
Tema del Discurso: “La Influencia de la revolución
Francesa en la Independencia de Hispanoamérica” .
Le dio la bienvenida el Dr.Jorge Villalba Freire, s.j.

4.- SR. ENRIQUE MUÑOZ LARREA 2509-942


Bibliotecario-Archivero 2773-523
Edificio Tulipán, 2º. Piso 097-290238
Fco. Andrade Marín 360 y Eloy Alfaro, Quito
E-mail: copiplan@ecnet.- vientos4@tvcable.com.ec
Fecha de Incorporación: Junio 3/05. - Sillón 28.
Tema del Discurso:“Semblanza del Tte. Gral. Ing.
Don Fco. Requena y Herrera”.
Le dio la bienvenida el Hno. de las EE.CC. Eduardo Muñoz.

423
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

5.- LIC.. HERNÁN RODRÍGUEZ CASTELO 2788-112


Director de Publicaciones (casa)
Bolívar 705 y Batallas – Alangasí
Edif. Torres de Iñaquito. Torre C–Dpto. 1202
E-mail: sigridrodriguezc@yahoo.com
Fecha de Incorporación: Junio 12/01.- Sillón 18.
Tema del Discurso:“El Admirable Siglo XVIII de la
Literatura Quiteña”.
Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero.

6.- DR. JORGE NÚÑEZ SÁNCHEZ 098-347433


Tesorero
De los Helechos y Cipreses, esquina
Condominio Portal de Venecia - Quito
Email: jorgenez47@yahoo.es
Fecha de Incorporación: Julio 12/01.- Sillón 19.
Tema del Discurso:“La Corrupción en el Ecuador Colonial”.
Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo.

7.- LCDO. FRANCISCO SALAZAR ALVARADO 2446-049


Relaciones Públicas
Manuel Sotomayor 245
Fecha de Incorporación: Febrero 17/01.- Sillón 17.
Tema del Discurso: “La Vida y el Pensamiento del
Gral. Francisco Javier Salazar Arboleda”.
Le dio la bienvenida el Dr. Carlos Freile Granizo.

******
8.- DR. JORGE SALVADOR LARA 2469-604
Guarderas 434 – (Urb. La Concepción) – Quito 2509-471
E-mail: jorsalla@andinanet.net (0f)
Fecha de Incorporación: Julio 27/67.- Sillón 1.
Tema del Discurso: “Los Restos Humanos más
Antiguos del Ecuador”.
Le dio la bienvenida Don Carlos Manuel Larrea.

9.- FRAY AGUSTÍN MORENO PROAÑO,ofm. 2281-124


Convento de San Francisco – Quito
Fecha de Incorporación: Enero 25/79.- Sillón 2.
Tema del Discurso: “Patria y Estirpe de Fray Jodoco Rique”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

424
VIDA AC ADÉMIC A

10.- PADRE DR. JORGE VILLALBA FREILE 2237-940


Residencia Universidad Católica – Quito 2509-686
E-mail: jvillalbaf@puce.edu.ec
Fecha de Incorporación: Marzo 28/80.- Sillón 3.
Tema del Discurso: “José Joaquín de Olmedo en 1830
a través de sus Cartas”.
Le dio la bienvenida Fr. Agustín Moreno.

11.- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335


Diario La Verdad FAX 06-2640-194
Flores 542 entre Sucre y Rocafuerte – Ibarra
E-mail: diariolaverdad@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Stbre.28/2006.- Sillón 4.
Tema del Discurso:“Los aportes del Crnel. Teodoro
Gómez de la Torre al devenir Histórico del Norte del País”.
Le dio la Bienvenida Fray Agustín Moreno ofm.

12.- DR. JUAN JOSÉ PAZ Y MIÑO 095-026475


El Día N 37 215 y El Telégrafo – Quito 6035-651
E-mail: juanpym@uio.satnet.net
Fecha de Incorporación: Marzo 14/2007.- Sillón 5.
Tema del Discurso. “La historia inmediata del Ecuador
y la deuda histórica con la sociedad ecuatoriana”.
Le dio la Bienvenida el Dr. Jorge Núñez Sánchez.

13.- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917


Calle Luis Cordero No. 1754 – Cuenca fax 07-2847-608
Fecha de Incorporación: Diciembre 17/86.- Sillón 7.-
Tema del Discurso: “La Lápida de Tarqui”.
Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno Proaño, of.m.

14.- DR. PLUTARCO NARANJO VARGAS 2508-479


12 de Octubre 2206 y Colón 2236-590
Casilla 17-7-8884- Quito
E-mail: naranjo@lenguaje.com
Fecha de Incorporación: Julio 27/89.- Sillón 8.-
Tema del Discurso: “Colón, Pizarro y las Especias”.
Le dio la bienvenida el Dr. Luis Bossano.

15.- DRA. JENNY ESTRADA telefax 4-2343-216


Chile 3312 y Vacas Galindo, 2º. Piso - Guayaquil
E-mail: jennye@cua.net
Fecha de Incorporación: Dcbre. 8/2006.- Sillón 9.
Tema del Discurso: “Segunda Guerra Mundial,

425
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

Lista Negra en Ecuador”.


Le dio la bienvenida el Dr. Benjamín Rosales V.

16.- DR. JUAN FREILE GRANIZO 2333-478


Alpallana 505 y Whymper – Edificio Espro – 0f. 202 – Quito 2506-923
Fecha de Incorporación: Junio 30/90.- Sillón 10.
Tema del Discurso:“La Vida Cotidiana de Quito a
finales del Siglo XVIII: el Testamento de Catalina
Aldás, madre del Precursor Espejo”.
Le dio la bienvenida el Dr. Carlos de la Torre Reyes.

17.- DR. ALFONSO ANDA AGUIRRE 2251-064


Vargas 342 y Oriente (Edificio Zaldumbide) – Quito
Fecha de Incorporación: Mayo 26/99.- Sillón 13.
Tema del Discurso: “La Federación Lojana y la Ley
de Descentralización del Estado”.
Le dio la bienvenida el Hno. Eduardo Muñoz Borrero, o.f.c.

18.- DR. CARLOS FREILE GRANIZO 2891-136


Alpallana 505 y Whymper- Edif.. Espro - Quito 098-300700
Apartado l7-22-20195 – E-mail: freiles@interactive.net.ec
Fecha de Incorporación: Junio 24/99.- Sillón 14.
Tema del Discurso: “La Visión de Manuela Espejo
sobre su hermano Eugenio, en el Juicio que por la
Muerte que éste siguió contra el Presidente Luis
Muñoz de Guzmán”.
Le dio la bienvenida: el Padre Jorge Villalba.

19.- DR. FERNANDO JURADO NOBOA 2920-763


Edificio Torres de Iñaquito – Torre A (de 8 a 9 am)
Of. 901 (Altos CCNNU) - Quito
Fecha de Incorporación: Diciembre 21/99.- Sillón 15.
Tema del Discurso:“Actitud ante la Muerte de los
Grandes Ecuatorianos”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

20.- DRA. ISABEL ROBALINO BOLLE 2950-267


Rocafuerte 1477 y Venezuela-Quito 2280-764
E-mail: isabelrobalino@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Mayo 4/00.- Sillón 16.
Tema del Discurso: “Luis Robalino Dávila: Capítulos de un
Ensayo de Biografía”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

426
VIDA AC ADÉMIC A

21..- DR. P. JULIAN BRAVO S.J. 2491-156/7


Nogales 220 y Francisco Arcos – Quito Fax 2493-982
E-mail: julianbravosj@hotmail.com
Fecha de Incorporación: Mayo 22/03.- Sillón 21.
Tema del Discurso:“Mario María Cicala, S.I. y su contribución
a la Historia de la Antigua Provincia de la Compañía de Jesús
y de la Audiencia de Quito”.
Le dio la bienvenida el Dr. Jorge Salvador Lara.

22.- DR. JUAN VALDANO MOREJON 2370-310


Pasaje A N° 20 y José Abascal - Quito
E-mail: juanvaldano@access.net.ec
Fecha de Incorporación: Junio 5/03.- Sillón 22.
Tema del Discurso:“Generaciones e Ideologías en el
Ecuador. Itinerario de una búsqueda y nuevas
aproximaciones a un Método Histórico”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán Polanco.

23.- DR. OCTAVIO LATORRE 2400-731


Samuel Fritz 176 y Joaquín Sumaita (El Inca) – Quito
E-mail: olatorre@andinanet.net
Fecha de Incorporación: Junio 19/03.- Sillón 23.-
Tema del Discurso: “Historia de la Evolución de la
Armada del Ecuador” Le dio la bienvenida Fray
Agustín Moreno, o.f.m.

24.- DR. SANTIAGO CASTILLO Tel. 005411 4300 6196


Ave. Juan de Garay 845 – 4o.H
CP C1l53 AB - Buenos Aires, Capital Federal.-
E-mail: josancas53@ciudad.com.ar.- Argentina
Fecha de Incorporación: Novbre. 19/03.- Sillón 24.
Tema del Discurso: “Epistolario de las Misiones
Diplomáticas de Rocafuerte en el Perú”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán P.

25.- DR. ENRIQUE AYALA MORA 3228-083


Universidad Andina 3228-031
Toledo 2280 – Plaza Brasilia – Quito Fax 3228-426
De las Malvas E 15-247 y Fco. Arévalo 2433-485
Box 17-12-886 – E-mail: rector@uasb.edu.ec 2554-558
Fecha de Incorporación: Enero 20/04.- Sillón 25.
Tema del Discurso: “Desarrollo Histórico de la Nación
Ecuatoriana”.
Le dio la bienvenida el Dr. Plutarco Naranjo Vargas.

427
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

26.- DRA. MARÍA CRISTINA CÁRDENAS Tel. 07-4090-178


E-mail: acardena@ucuenca.edu.ec fax 07-2880-602
Edificio Puertas del Sol 094-296152
Jacarandá 1-57 y Ordóñez Lazo, Cuenca
Fecha de Incorporación: Junio 3/2004.- Sillón 26.
Tema del Discurso: “El Proyecto Republicano
del Progresismo Azuayo (1840-1895)”.
Le dio la bienvenida Fray Agustín Moreno, ofm.

27.- DR. BENJAMÍN ROSALES VALENZUELA 04-288-7492


Apartado 09-01-562 - Guayaquil 093-040961
E-mail: anh_guayas@yahoo.com
brosales@ecutel.net
Fecha de Incorporación: Dicbre. 1º./2004.- Sillón 27
Tema del Discurso: “El General José de Villamil
y la Independencia de Hispano América”.
Le dio la bienvenida el Dr. Manuel de Guzmán P.

******

ELECTOS

DRA. DORA LEÓN BORJA Puerto Rico

DR. JOSE REIG SATORRES 04-2450-190


Tungurahua 511.- Guayaquil

Sillones disponibles: (6), (29), (30).

428
VIDA AC ADÉMIC A

LISTA DE MIEMBROS CORRESPONDIENTES A DICIEMBRE DE 2008

1.- LIC. LUCAS ACHIG SUBÍA 07-2816-555


Calle Valle de los Chillos 1-70 y Valle de Yunguilla fax 07-2842-424 (0f)
(Sector Coliseo Mayor) – Cuenca.
E-mail: lachig@ucuenca.edu.ec

2.- DR. MIGUEL ALBORNOZ 5411-4781-7634


Ave. Libertador 5322 – Piso 10-11
Buenos Aires, C.P. 1426 C.P. – Argentina
E-mail: mikibaires@fullzero.com.ar

3.- DR. GUILLERMO AROSEMENA AROSEMENA telefax -04-2353-130


P.O.Box 09-01-921
Ave. 2ª. 511 entre 4ª. Y 6ª. (Los Ceibos) –- Guayaquil.
E-mail: garoseme@gye.satnet.net

4.- PROF. JOSÉ ARTEAGA PARRALES 06-2630-404


Calle 12 de Oct. 115 entre García Moreno
y Gabriela Mistral - Portoviejo.- Manabí

6.- EFRÉN AVILÉS PINO 04-2533-970


Aguirre No. 104 y Malecón
2º. Piso, Of. 212 – Guayaquil.
E-mail: efrenaviles@hotmail.com

7.- DR. FRANKLIN BARRIGA LÓPEZ 2458-421


10 de Agosto 39-127 y Diguja – Quito.
E-mail: f - barri@uio.satnet.net .

8.- DRA. ANA LUZ BORRERO 07-2856-396


Universidad de Cuenca
Calle 12 de Abril s/n – Cuenca.
E-mail: alborveg@yahoo.com .

9.- PADRE JUAN BOTTASSO 2562-633


ABYALA .- 12 de Octubre y Wilson – Quito 2897-124
E-mail: juanbottasso@yahoo.com

10.- AURELIA BRAVOMALO DE ESPINOSA 2503-502


Wilson 728 y Juan León Mera – Quito.
aureliabravomalo@hotmail.com .

11.- HUGO BURGOS 2891-228


América 1805 y Lagasca – Quito. 098-246041
E-mail: ahburgos@andinanet.net .

429
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

12.- LIC. CARLOS CALDERÓN CHICO 099-762568


Librería Científica 04-2441-949
Luque 223 y Chile – Guayaquil (recado)

13.- ING. BOLÍVAR CÁRDENAS ESPINOZA 092-862013


Luis Cordero y Aurelio Jaramillo (esq.) 07-2240-373 0f.
Consejo Provincial del Cañar - Azoguez

14.- M.A. JUAN CASTRO Y VELÁZQUEZ 04-2328-569


Casilla 4863 .- Guayaquil 04-240-3212 Ext. 113
E-mail: castroyvelazquez@hotmail.com

15.- DR. JORGE CAZORLA 06-2644-602


José Martí 284 y Ave. Atahualpa.- Ibarra

16.- DR. JUAN CHACÓN ZHAPAN 07-2450-105


Julio Torres s/n y Belisario Andrade 07-2817-844
Cdela. San Marcos – Cuenca 07-2883-128

17.- LIC. XIMENA ESCUDERO ALBORNOZ 2260-456 (casa)


Gaspar de Escalona N.39-68 y Granda 2584-961/2 Ext.186
Centeno (ex Diguja) Buzón 544 099-678058
Casilla 17-21-1263 – Quito.

18.- ECON. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205


Calle Mariscal Sucre 17-55 y Miguel Heredia – Cuenca fax 07-2835-665
E-mail: lespinos@etapaonline.net.ec .

19.- EDUARDO ESTRADA GUZMÁN 04-2303-969


Roca 102 y Malecón, 9º. Piso – Edif.Rocamar
Casilla 09-01-7648 – Guayaquil

20.- PROF. JULIO ESTUPIÑÁN TELLO 06-2722-046


Calle Bolìvar 223 - Esmeraldas

21.- GRAL. MARCOS GÁNDARA ENRÍQUEZ 2543-888


D. de Almagro N 32-243 y J. Severino – Quito. fax 2507-569.

22.- DR. JOSÉ XAVIER GARAICOA ORTIZ 04-2300-929


Rumichaca 213 y Manuel Galecio – Guayaquil 04-2289-083

23.- LIC. EZIO GARAY ARELLANO 04-2368041


Casilla 09-01-11140 – Guayaquil. 04-2394-440/41

24.- DR. JOSÉ GÓMEZ ITURRALDE 04-239-4442


Alberto Borges # 1126 y Av. de las Américas
Casilla 09-01-4823 – Guayaquil
E-Mail: jagomezi@ecua.net.ec / arhisgua@ecuanet.net.ec

430
VIDA AC ADÉMIC A

25.- DR. JOAQUIN GÓMEZ DE LA TORRE 2414-731


Pablo Sachún 4766 y Samuel Fritz 2419-460
Urbanización Dammer - Quito 098-548609

26.- ARQ. MELVIN HOYOS GALARZA 04-2524-100


Biblioteca Municipal Ext. 7301 ó 08
10 de Agosto entre Chile y Pedro Carbo – Guayaquil.

27.- DRA. ALEXANDRA KENNEDY DE VEGA 07-2847-237


Galería Taller Eduardo Vega FAX. 07-2816-159
Vía Turi 1-99-Casilla 01-05-1902 – Cuenca

28.- DARIO LARA


Paris

29.- MS. JENNY LONDOÑO 098-347432


De los Helechos y Cipreses esquina,
Condominio Portal de Venecia,
E-Mail: jennylondo52@gmail.com – Quito

30.- DR. JORGE MARCOS PINO 04-2850-780


Ave. Central 300 – Cdela. Sta. Cecilia 099-353534
Email: jgmarcos@es.inter.net .- Guayaquil.

31.- DR. GALO MARTÍNEZ 2520-710


Pérez Guerrero 391 y Versalles -0f. 18- Quito

32.- DR. CLAUDIO MENA VILLAMAR 2560-416


Lizardo García 512 y Almagro- Quito 099-299796

33.- LIC. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218


Correo Central de Pelileo 03-2871-207 (0f.)

34.- AB. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461


Universidad San Gregorio de Portoviejo 05-2639-461
Ave. Eloy Alfaro y Ave. Olímpica – Portoviejo – Manabí 05-2933-820
E-Mail: vickyfh_16@hotmail.com

35.- GRAL. PACO MONCAYO GALLEGOS


Alcaldía de Quito

36.- LEONARDO MONCAYO JALIL Telefax. 2542-640


Edif. Torres de la Colón-Of. 11- Mezzanine 099-406138
E-mail: moncayolener@hotmail.com - Quito

37.- DR. RICARDO MUÑOZ CHÁVEZ 07-2880-170


E-mail: rmuñozch@cue.satnet.net
Estudio: Ave. 12 de Abril 2-29
Edificio Torre del Río – 4º. Piso – Cuenca

431
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

38.- PROF. GERARDO NICOLA LÓPEZ 03-2840-914


Calle Cuenca 14-35 – Ambato 03-2840-913

39.- ARQ. ALFONSO ORTIZ CRESPO 2377-565


González Suárez N 32-90 y Bejarano – Quito 099-716105

40.- DR. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-2966-264


Ayacucho 1370 y Loja – Riobamba 03-2900-715
E-Mail: croamba@hotmail.com 097-787709

41.- ING. RODRIGO PÁEZ TERÁN 2340-164


Casilla l7-23-280 – Sangolquí fax 2569-595
E-mail: ro75pater@gmail.com -

42.- DR. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903


Av.Quisquis 1425, Cdela. San Antonio – Ambato 03-2841-879

43.- ING. AGUSTÍN PALADINES


Loja

44.- ARQ. ANDRÉS PEÑAHERRERA Telefax . 2560-791


Manuel Larrea 1003 - Quito 092-740375

45 .- DR. GUSTAVO PÉREZ RAMÍREZ Telefax 2230-513


González Suárez 926, Dep. 2B 098-027342
Edificio Panorama (Frente a Nestlé) – Quito.
E-mail: gustavoperezramirez@yahoo.com

46.- ARQ. JUAN FDO. PÉREZ ARTETA 2042-011 ó 13


Ave. Pampite, Edif.. Oficenter, 0f. 110 099-0306
E-Mail: jfperez@interactive.net.ec.- Cumbayá

47.- SR. VÍCTOR PINO YEROVI 04-2270-378


Alamos Norte Mz 1 V-10 fax 04-2248-257
P.0.Box 15160 – Guayaquil 04-2231-460
E-Mail: vpino@gye.satnet.net

48.- DR.RODOLFO PÉREZ PIMENTEL 04-2303-700


Baquerizo Moreno 910 y Junín fax 04-2568-595
Casilla 09-01-00875 – Guayaquil 04-2568-596
E-mail: notari16@gye.satnet.net

49.- PROF. VICENTE POMA MENDOZA 07-2972-811


Rocafuerte entre Colón e Independencia
Pasaje, Prov. de El Oro

50.- DR. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934


Calle José Arízaga 1-62 entre P. Aguirre 07-2843-241
y Gral. Torres – Cuenca fax 07-2842-029

432
VIDA AC ADÉMIC A

51.- Dr. JAIME EDMUNDO RODRÍGUEZ 92697-3275


Dpto. de Historia – Universidad de California
Irving, CA. 92717 – USA.
E-mail: jerodrig@uci.edu

52.- DRA. ROCÍO ROSERO JÁCOME 2234-296


Veintimilla E 10-50, Edif.. El Girón, 0f.74 096-032187
Toctiuco 130, Urb. San Antonio – Conocoto
E-mail: rosero@uio.telconet.net

53.- CAP.FR. MARIANO SÁNCHEZ BRAVO 04-285-3310


Colinas de los Ceibos 04-232-4231
Ave. Leopoldo Carrera Calvo 505 y Calle 9ª. fax 04-2325-906
Instituto de Historia Marítima
Edif. de la Gobernación – Guayaquil
E-mail: inhima@gye.satnet.net / ecua_dor06@yahoo.com

54.- DRA. MARCIA STACEY CHIRIBOGA 2370-734


Carlos Guarderas 618 y G. Salazar 099-016801
La Concepción) Quito

55.- DR. AMÍLCAR TAPIA 2401-148


10 de Agosto 8536 y A. Montalvo 097-676465
Sector La Luz, Casa 2-A, Dep.23 –- Quito
E-Mail: amtapia@hotmail.es

56.- SRA. GRECIA VASCO 2280-431


Archivo Nacional 2275-590 (casa)
10 de Agosto N 11-359 y Sta. Prisca esq. – Quito. E-Mail: archivonaciona-
lec@andinanet.net

MIEMBROS ELECTOS PARA CORRESPONDIENTES

1.- DR. DIEGO ARTEAGA MATUTE 07-2875-365


Casilla 01 01 1413.- Cuenca

2.- DRA. ALICIA ALBORNOZ


Apartado .Postal 10922, México 10,
Las Lomas, México D.F.

3.- DRA. CHRISTIANA BORCHART 2896-511


Casilla 17-01-2114 –Quito 2565-627 Ext. 1152

4.- Dr. RAMIRO BORJA BORJA 2555-898


República 500 y Almagro 2572-621

433
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

5.- HUGO DELGADO CEPEDA 04-2346-632


Fco. Segura 804 y 6 de Marzo 2348-650
Casilla 09-1-43-53 Guayaquil

6.- LIC. TAMARA ESTUPIÑÁN 2777-273


Yaruquí km. 36 1/2 099-458322
E-mail: estupina@pi.pro.ec

7.- DR. JAVIER GÓMEZJURADO 099-830454


jgomezjurado@gmail.com – Quito

8.- JAIME IDROBO URIGUEN


San Joaquín – Sector Cruz Verde
Box 01-01-143 – Cuenca

9.- DR. CARLOS LANDÁZURI CAMACHO 2220-546


Banco Central – Edif. Aranjuez
Reina Victoria 2135 y Jorge Washington
E-Mail: clandazuri@uio.bce.fin.ec

10.- DR. SEGUNDO MORENO YANEZ 2896-511


Universidad Católica – fax 2565-627 Ext. 1152
Facultad de Ciencias Humanas
Piso 9- Torre 2-Casilla l7-01-2184

11.- DR. JORGE MORENO EGAS 2564-526


Madrid 859 y Pontevedra
Apartado 17-12-595-Quito

12.- DR. GONZALO ORTÍZ CRESPO 2460-228 (casa)


Alcaldía del Distrito Metropolitano 2580-535

13.- DRA. PILAR PONCE LEIVA 34 91 394 5784


Víctor de la Serna, 19 Madrid 28016 91 519 7443
E-mail: pilarponce@hotmail.com
Madrid, España.

14.- DR. GALO RAMÓN VALAREZO 099-700109


Eloy Alfaro 1824 y Bélgica, 3er. Piso
E-Mail: garaval@yahoo.com

15.- LIC. ALFONSO SEVILLA FLORES 2231-816


Alpallana E 6 123 – 5º.piso A.- Quito 2507-042

16.- BYRON USCÁTEGUI


Marchena 129/10 de Agosto Quito

17.- DR. IRWING ZAPATER 2431-835

434
VIDA AC ADÉMIC A

MIEMBROS HONORARIOS

- CARDENAL ANTONIO GONZÁLEZ ZUMÁRRAGA 2865-008

- GRAL. PACO MONCAYO GALLEGOS Alcaldía Metropolitana

MIEMBROS EXTRANJEROS ELECTOS COMO CORRESPONDIENTES

- Embjd. MIGUEL BAKULA PATIÑO fax 00511-4468-911


Lima, Perú

- Dr. ANTONIO CACUA PRADA 0057-1-2567-675


Subdirector Academia Colombiana de Historia
Calle 99 No. 8-45 – Bogotá D.C. Colombia.

- Dr. CRUZADO BALCÁZAR 00514-4967-6636


Ave. del Ejército 356 - Trujillo – Perú
E-Mail: alejandrocruzado@yahoo.com.ar

- Dr. FRANCISCO DE BORJA MEDINA


España

- Dr. JOSE A. DE LA PUENTE CANDAMO 00511-4277-987


Director Academia Nacional de Historia de Perú
E-Mail: admite@an-historia.org.ar
Lima, Perú

- Dr. SANTIAGO DIAZ PIEDRAHITA 0057-1-3367-350


Director Academia Colombiana de Historia fax 0057-1-2825-356
Calle 10 No. 8-95 – Bogotá D.C. Colombia

- Dra. MA. PAULINA ESPINOSA DE LOPEZ 0057-1-2564-656


Bogotá – Colombia

- Dr. WALDEMAR ESPINOSA SORIANO


E-Mail: valdemar_espinozasoriano@hotmail.com
Lima, Perú

- Dr. HORACIO GÓMEZ ARISTIZÁBAL 0057-13-342-439


E-Mail: patriciarapida@hotmail.com
Bogotá

- Dr. ASDRUBAL GONZÁLEZ SERVEN


Final Avenida Bolívar entre Calles 46 y 47
Puerto Cabello, Venezuela.

435
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

- Dr. EKKEHAR KEEDING


Talerweg 13 – D-67742 Aden Back – Alemania
E-Mail: ekke_keeding@yahoo.de

- Dra. MARÍA LUISA LAVIANA CUETOS (34) 954 551-224


C/Virgen del Valle 52, 4º. B - 41011 – Sevilla, España
E-Mail: laviana@cica.es

- BERNARD LAVALLE Fax 01-45-87-41-75


13, rue Sateuil, París, Francia Cedex 05.

- Dr. GERARDO LEÓN GUERRA


Academia Nariñense de la Historia – Pasto l. 0057-27-234-538

- Prof. SERGIO MARTÍNEZ BAEZA 00562-638 2489


Londres 65, Santiago
E-Mail: smbaeza@vtr.net .- Chile

- Dr. EDUARDO MARTIRÉ


Rodríguez Peña 1842, p. 10º. Dep. B.- 1021
E-Mail: inhide@infovia.com.ar .- Bs.As. Argentina

- Dra. EMILIA MENOTTI VIOLA 0054 011 4683-6025


E-Mail: sociedadbolivariana@yahoo.com
Bs As, Argentina.

- Dr. OTTO MORALES BENÍTEZ


Bogotá, Colombia

- Dra. INÉS MUÑOZ LYDIA 0057-27-234538


Presidenta de la Academia Nariñense de Historia
E-Mail: ac_narhistoria@hotmail.com
Pasto.

- Dra. LOIS J. ROBERTS (831) 625 5635


24694 Upper Trail – Carmel, CA. 93923 – USA
E-Mail: ljrobertsl4@aol.com

- Dr. NICOLÁS SÁNCHEZ ALBORNOZ


José Martínez de Velasco 6,
28007, Madrid, España
E-Mail: nsalbo@wanadoo.com

- Dr. PEDRO VERDUGA 0057-27-234-538


Academia Nariñense de la Historia – Pasto

- Dra. GISELLA VON WOBESER 0055-2196-53


Academia Mexicana de la Historia
Plaza Carlos Pacheco 21 Centro C.P.060, México
E-Mail: acadmxhistoria@prodigy.net.mex

436
VIDA AC ADÉMIC A

LISTADO DE MIEMBROS DE PROVINCIAS

CENTRO PROVINCIAL CORRESPONDIENTE DE GUAYAS

DIRECTORIO

- DR. BENJAMÍN ROSALES VALENZUELA 04-288-7492


Director
- ARQ. MELVIN HOYOS GALARZA 04-2524-100
Subdirector
- SR. EDUARDO ESTRADA GUZMÁN 04-2303-969
Secretario
- LIC. MARIANO SÁNCHEZ BRAVO 04-285-3310
Bibliotecario
- LIC. EZIO GARAY ARELLANO 04-236-8041
Tesorero
- DRA. JENNY ESTRADA RUIZ 04-2343-216
Vocal
- DR. JORGE MARCOS PINO 04-2850-780
Vocal

MIEMBROS

- DR. SANTIAGO CASTILLO 005411-4300-6196


(Argentina)

- DR. GUILLERMO AROSEMENA 04-2353-130

- SR. EFRÉN AVILES PINO 04-2533-970

- LIC. CARLOS CALDERÓN CHICO 099-762-568

- M.A. JUAN CASTRO Y VELÁZQUEZ 04-2328-569

- DR. XAVIER GARAICOA 2562-029

- DR. JOSÉ GÓMEZ ITURRALDE 04-2394-442

- DR. RODOLFO PÉREZ PIMENTEL 04-2303-700

- SR. VÍCTOR PINO YEROVI 04-2270-378

- SR. HUGO DELGADO CEPEDA 04-2346-632


(electo)

437
BO L E TÍN N° 1 8 0 D E L A AC A D E M I A N ACI O N AL DE HI STO R I A

CAÑAR, AZUAY Y LOJA

- DR. JUAN CORDERO ÍÑIGUEZ 07-2839-181

- DR. MIGUEL DIAZ CUEVA 07-2831-917

- ING. BOLÍVAR CÁRDENAS 07-2240-165

- DRA. MARÍA CRISTINA CÁRDENAS 07-2829-944

- LIC. LUCAS ACHIG SUBÍA 07-2816-555

- DRA. ANA LUZ BORRERO 07-2856-396

- DR. JUAN CHACÓN ZHAPAN 07-2450-105

- ECON. LEONARDO ESPINOSA 07-2842-205

- DRA. ALEXANDRA KENNEDY DE VEGA 07-2816-159

- DR. RICARDO MUÑOZ CHÁVEZ 07-2880-170

- DR. GUSTAVO REINOSO HERMIDA 07-2825-934

- ING. AGUSTÍN PALADINES

- DR. JAIME IDROBO URIGUEN


(Electo)

- DR. DIEGO ARTEAGA MATUTE


(Electo)

- DR. GALO RAMÓN VALAREZO


(Electo)

IMBABURA

- PROF. ROBERTO MORALES 06-2640-335

- DR. JORGE ISAAC CAZORLA 06-2644-602

438
VIDA AC ADÉMIC A

TUINGURAHUA Y CHIMBORAZO

- SR. CARLOS LUIS MIRANDA TORRES 03-2871-218

- PROF. GERARDO NICOLA LÓPEZ 03-2840-914

- DR. CARLOS ORTIZ ARELLANO 03-2966-264

- DR. FAUSTO PALACIOS GAVILANES 03-2822-903

ESMERALDAS, MANABI Y EL ORO

- PROF. JULIO ESTUPIÑÁN TELLO 06-2722-046

- PROF. JOSÉ ARTEAGA PARRALES 05-2630-404

- AB. EDUARDO MOLINA CEDEÑO 05-2639-461

439
BOLETINES DISPONIBLES PARA VENTA O CANJE

Volumen No. Bol Año Precio


(dólares)

XI 30/32 1930 30
XVI 46/49 1938 20
XXXIII 82 1953 30
XXXIV 83 1954 30
XXXIV 84 1954 20
XXXV 85 1955 20
XXXV 86 1955 20
XXXVI 88 1956 20
XXXVII 89 1957 30
XLI 96 1960 30
XLIII 98 1961 30
XLIV 99 1962 20
XLV 101 1963 20
XLV 102 1963 30
XLVI 103 1964 20
XLVII 104 1964 30
XLVIII 105 1965 30
XLVIII 106 1965 30
XLIX 107 1966 30
XLIX 108 1966 20
L 109 1967 20
L 110 1967 30
LI 111 1968 30
LI 112 1968 30
LIV 117 1971 20
LIV 118 1971 20
LV 119 1972 20
LV 120 1972 20
LVII 123 1974 20
LVII 124 1974 20
LVIII 125 1975 20
LX 129-130 1977 20
LXI 131-132 1978 20

440
LXII 133-134 1979 20
LXIII 135-136 1980 10
LXIV 137-138 1982 10
LXV 139-140 1983 10
LXVI 141/142 1984 10
LXXI 151-152 1991 10
LXXIV 157/158 1994 30
LXXV 159-160 1997 30
LXXVI 161/162 1998 20
LXXVII 163-164 1998 30
LXXVIII 165/166 2002 10
LXXIX 167/168 2004 30
LXXX 169/170 2002 10
LXXXI 171/172 2002 10
LXXXII 173 2002 10
LXXXIII 174/175 2004 10
LXXXXIV 176 2005 10
LXXXV 177 2006 10
LXXXVI 178 2007 10
LXXXVI 179 2007 10
Indice 2005 10

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