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El libro de Dan Coyle, “Las claves del talento” está basado en revolucionarios
descubrimientos científicos, entre los que se cuenta un aislador neural llamado mielina, que
algunos neurólogos consideran el santo grial de la adquisición de habilidades. La razón es que
toda habilidad humana proviene de una cadena de fibras nerviosas que transmite un diminuto
impulso eléctrico que viaja a través de un circuito. La mielina rodea esas fibras nerviosas del
mismo modo que un aislamiento de goma envuelve un alambre de cobre: hace que la señal sea
más veloz y fuerte, impide que se escapen los impulsos eléctricos. Cuando encendemos
nuestros circuitos de la manera correcta, nuestra mielina responde cubriendo el circuito
neuronal y añadiendo, en cada nueva capa, un poco más de habilidad y velocidad. Cuanto mayor
sea la capa de mielina, mayor será su capacidad de aislamiento, de manera que nuestros
movimientos y pensamientos se volverán más veloces y precisos.
George Bartozkis, neurólogo investigador sobre la mielina (Univ. California) “Todas las
habilidades, todo el lenguaje, toda la música, todos los movimientos están hechos de circuitos
vivos; y todos los circuitos crecen según determinadas reglas”
Las claves están formadas por tres elementos básicos, que Coyle denomina:
‐ Práctica intensa
‐ Ignición (motivación)
‐ Maestro instructor
Paradoja de la práctica intensa: el hecho de esforzarte de determinadas maneras para
conseguir objetivos específicos (permitiéndote cometer errores y hacer un poco el ridículo) te
vuelve más inteligente. O, por decirlo de otro modo, aquellas experiencias en las que te ves
obligado a ir más despacio, a cometer errores y enmendarlos acaban por volverte más ágil sin
que te des cuenta de ello. (Importancia que tienen los errores en el proceso de aprendizaje)
Cuando practicas intensamente, las reglas por las que habitualmente se rige el mundo
quedan suspendidas. El tiempo se utiliza de una manera más eficaz; los esfuerzos pequeños
producen resultados importantes y duraderos. Es un momento de poder, donde el fallo es
capturado y convertido en una habilidad. El truco consiste en elegir un objetivo que esté más
allá de tus habilidades actuales, en concretar la lucha. Moverse a ciegas no ayuda; llegar sí. Se
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trataría de encontrar el “punto dulce”, la brecha entre lo que uno sabe y lo que está tratando de
hacer. Cuando se encuentra el punto dulce, el aprendizaje despega.
LA CELULA DE LA PRÁCTICA INTENSA
El hecho de que un esfuerzo orientado pueda aumentar diez veces la velocidad de
aprendizaje recuerda a la clase de cosas que uno lee en un cuento de hadas.
La mielina es la clave para hablar, leer y desarrollar las habilidades del aprendizaje, ser un
ser humano.
La mayoría de personas pensamos que la clave para ser considerado un ser humano residía
en nuestras famosas neuronas, en esa red titilante de fibras nerviosas interconectadas y en la
sinapsis por medio de la cual se unen y comunican, pero, según Fields, Bartozkis y otros, la
cosmovisión centrada en la neurona se está viendo superada por una nueva idea basada en
este aislamiento neuronal. Esta nueva teoría se basa en tres hechos simples y demostrables:
Llegar a ser brillante tocando el piano, jugando al ajedrez o al baloncesto requiere mucho
tiempo, y para eso la mielina es fantástica.
Lo que hacen los buenos deportistas cuando entrenan es enviar, a través de los circuitos,
impulsos precisos que dan la orden de mielinizar ese circuito. Tras mucho entrenamiento,
consiguen crear un circuito colosal: tienen un notable ancho de banda. Es lo que los hace
diferentes del resto de nosotros.
Los investigadores sobre este tema se sienten atraídos por la mielina porque ésta promete
proporcionar una explicación acerca de las raíces biológicas del aprendizaje y acerca de los
desórdenes cognitivos. La mielinización explica la complejidad del mundo con un mecanismo
simple y elegante. La habilidad es el aislamiento de mielina que envuelve los circuitos
neuronales y se desarrolla de acuerdo con determinadas señales. La historia de la habilidad y el
talento es, por tanto, la historia de la mielina.
Dos principios que apuntalan la comprensión de la mielina y la habilidad:
2 Práctica intensa. “Las claves del talento” de Dan Coyle
1. HABILIDADES COMO CIRCUITOS CEREBRALES: Todas las acciones son en realidad el
resultado de impulsos que se transmiten por medio de fibras nerviosas. Cada vez que hacemos
algo (cantar una melodía, mover un palo de golf, leer esta frase) en la mente se activa un
circuito diferente y altamente específico. La habilidad más sencilla implica la activación de un
circuito constituido por cientos de miles de fibras nerviosas y de la sinapsis. La entrada de
energía es todo aquello que sucede antes de que pongamos en práctica una habilidad: ver la
pelota, sentir la posición de la raqueta en la mano, tomar la decisión de actuar. La energía de
salida es la acción en sí: las señales que avisan a los músculos de que deben de moverse en
secuencia. Cuando ejecutamos una acción, un impulso eléctrico viaja a través de esas fibras, de
mismo modo que la electricidad viaja a través de un cable, haciendo que las otras fibras se
activen. La cuestión es que esos circuitos, y no nuestros músculos, obedientes e irreflexivos,
representan el verdadero centro de control de cada movimiento, pensamiento y habilidad
humanos. A un nivel profundo, el circuito es el movimiento. Un circuito perezoso y poco fiable
equivale a un movimiento perezoso y poco fiable; por el contrario, un circuito veloz y sincrónico
implica la existencia de un movimiento veloz y sincrónico. Por sí mismos, nuestros músculos y
huesos son tan útiles como una marioneta sin hilos. Como dice el doctor Fields: la habilidad se
encuentra en nuestra cabeza.
2. AUTOMATICIDAD: Cuanto más desarrollamos un circuito de habilidades, menos
conscientes somos de que lo estamos utilizando. Estamos diseñados para que las habilidades
sean automáticas, para que se alojen en nuestra mente inconsciente. Este proceso, que se llama
automaticidad, existe por poderosas razones evolutivas (cuantas más cosas seamos capaces de
procesar en nuestra mente inconsciente, más posibilidades habrá de que estemos atentos a
otros peligros). Además, la habilidad, una vez adquirida, se percibe con algo natural, como si
estuviésemos expresando algo que siempre hemos tenido.
Estas dos percepciones forman una combinación paradójica: siempre estamos creando
circuitos enormes e intrincados que se encienden como luces de Navidad y, al mismo tiempo,
olvidamos que los hemos creado. Aquí es donde interviene la mielina.
Las neuronas y la sinapsis pueden explicar casi toda clase de fenómenos mentales:
memoria, emoción, control muscular, percepción sensorial, etc. Hay una pregunta clave que las
neuronas no pueden explicar: ¿Por qué lleva tanto tiempo adquirir habilidades complejas?
Hasta no hace mucho tiempo (aproximadamente hasta año 2000) los investigadores de
neurología estaban centrados en las neuronas y la sinapsis, pero la llegada de una nueva
tecnología (imagen por difusión de la tensión) permitió a los neurólogos medir y trazar un mapa
de la mielina en el interior de sujetos vivos, lo que permitió relacionar la deficiencias
estructurales de mielina con una variedad de enfermedades (dislexia, trastorno por déficit de
atención, mentira patológica), pero también otro grupo de investigadores se mostró interesado
en el papel que podría desempeñar tal sustancia en los individuos normales, incluso en aquellos
que muestran un elevado rendimiento. Durante los años siguientes se llega a asociar un
incremento del coeficiente intelectual con un incremento en la organización y densidad de la
mielina.
3 Práctica intensa. “Las claves del talento” de Dan Coyle
Los mecanismos a través del cual se producen incrementos de mielina: cuanto más se
activa el nervio, mayor es la cantidad de mielina que lo envuelve. Cuanto mayor es la cantidad
de mielina que lo envuelve, mayor es la velocidad de las señales, aumentando hasta cien veces
más que en el caso de una fibra que no haya sido aislada.
Aunque no se conoce todavía cuál es el mecanismo preciso de optimización, el panorama
sería el siguiente: el encendido nervioso cultiva la mielina, la mielina controla la velocidad del
impulso y la velocidad del impulso es la habilidad.
El esfuerzo no es opcional. De hecho es un requerimiento neurológico: para conseguir que
el circuito de habilidad se active de un modo óptimo, uno debe, por definición, disparar el
circuito de un modo subóptimo; debe cometer errores y prestarles atención; debe instruir su
circuito y seguir activándolo (es decir, practicando) a fin de que la mielina continúe
funcionando adecuadamente. Después de todo, la mielina es tejido vivo.
Hay unos cuantos principios fundamentales:
1. La activación del circuito es fundamental. Este mecanismo se construye para
responder a acciones concretas. Estado en el que estamos atentos, hambrientos,
concentrados.
2. La mielina es universal. A la mielina no le importa quién eres, le importa lo que
haces.
3. La mielina envuelve, no desenvuelve. Se produce en una sola dirección. Esta es la
razón por la cual los hábitos resultan difíciles de romper. La única manera de
cambiarlos es construir hábitos nuevos a través de la repetición de nuevos
comportamientos.
4. La edad es importante. En los niños, la mielina llega en una serie de oleadas, hasta
aproximadamente los 30 años y se crean períodos críticos en los que el cerebro se
muestra extraordinariamente receptivo al aprendizaje de nuevas habilidades.
Aproximadamente hasta los 50 continuamos experimentando “ganancia neta”,
después vamos perdiendo, aunque se conserva la capacidad de producir mielina
durante toda la vida (cuesta más tiempo y esfuerzo construir los circuitos
necesarios)
Comenzar a pensar en la habilidad como en un músculo requiere un gran esfuerzo; es como
si tuviéramos que construir un nuevo circuito de comprensión. Este nuevo modelo triunfa
porque lo que Dan Coyle denomina semilleros de talento se triunfa no porque sus alumnos lo
intenten con más ganas que otros, sino porque lo intentan con más ganas que otros y de la
manera correcta: practican con intensidad y generan más mielina.
4 Práctica intensa. “Las claves del talento” de Dan Coyle
Las situaciones en que nos vemos obligados a enfrentarnos a nuevos retos (cometer
errores, prestar atención, practicar intensamente) tienden a aumentar la reserva cognitiva
La práctica intensa realizada con energía, pasión y compromiso; con motivación, junto con
la admiración por los maestros y la integración de los errores como parte del aprendizaje, son
las claves que he visto repetirse a lo largo de mi investigación en los variopintos semilleros de
talentos.
Practica intensa: Al límite de nuestras habilidades, el objetivo debe estar siempre un poco
más allá de lo que damos de sí.
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