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Nueva Legislación Penal Juvenil,

¿Rol Sancionatorio o de Reinserción?


Agradecimientos
Dedicatoria
INDICE

INTRODUCCION

Con la incorporación en América Latina de la Convención Internacional sobre los


Derechos del Niño a los sistemas jurídicos nacionales se han producido a nivel
normativo cambios sustanciales en la manera de concebir a los niños, a los jóvenes
y a sus derechos. Tal transformación se conoce, en el debate actual, como la
sustitución de la "doctrina de la situación irregular" por la "doctrina de la
protección integral", y ha sido caracterizada como el pasaje de la consideración de
los menores como objetos de tutela y represión a la consideración de niños y
jóvenes como sujetos plenos de derecho.

Independientemente de que en efecto se haya producido un cambio legal en los


países de la región, a nivel doctrinario se debaten los alcances de la concepción de
los niños como sujetos plenos de derecho y la noción de interés superior del niño,
otra definición que se usaba en el modelo de la situación irregular y que ahora
requiere una reconceptualización en el nuevo marco legal.

En cualquier área temática relacionada con los derechos del niño, la falta de
claridad respecto de qué es lo que se entiende por interés superior o por sujeto de
derecho -aún más, por protección integral- plantea en muchos casos la discusión en
términos del viejo paradigma de la situación irregular. Esa circunstancia explica
que se sigan proyectando y eventualmente aprobando leyes en diversos países de
América Latina a fin de dar cumplimiento al artículo 2 de la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño que repiten un diseño y una concepción
de la infancia propia del modelo anterior.

Existen tres áreas en las que en el marco de la llamada doctrina de la protección


integral de los derechos de los niños las aguas continúan divididas: el trabajo
infantil, la adopción internacional y lo relacionado con las personas que tienen
menos de dieciocho años que llevan a cabo una conducta descripta como
antecedente de una sanción en el Código Penal. En esta investigación me propongo
abordar esta última cuestión.

Donde con mayor claridad se plantea lo que podría considerarse como "cierta"
continuidad entre el antiguo modelo de la situación irregular y el de la protección
integral, es en el área que se relaciona con las personas menores de dieciocho años
que cometen delitos. En realidad, la ruptura es precisa en relación con el
reconocimiento de las garantías sustantivas y formales de que deben gozar los
niños y jóvenes frente al aparato coactivo del Estado. Sin embargo, la idea de un
cambio sustancial no parece ser tal a la hora de haber discutido la reforma legal en
relación con el contenido y los alcances de la responsabilidad de estos infractores y
con las características que debe tener la reacción estatal frente a sus
comportamientos infractores de la ley penal.

En el marco de la doctrina de la protección integral, las cuestiones relativas a la


responsabilidad del niño o joven infractor de la ley penal y a la reacción coactiva
estatal frente a sus conductas delictivas pueden -y deben- ser comprendidas dentro
de la discusión actual acerca del sentido y los límites de la pena estatal.

Esa discusión se extiende hoy desde las posturas abolicionistas, de importante


nivel diagnóstico pero de compleja -y en ciertos aspectos cuestionable viabilidad
político criminal en su conjunto, a la industria del control del delito y los sistemas
de derecho penal de máxima intervención. En ese marco, el derecho penal mínimo
surge como la única alternativa posible para justificar en nuestras sociedades la
administración de los conflictos violentos mediante reacciones estatales coactivas.
Su importancia se hace más evidente a la hora de analizar y dar respuesta a los
problemas sociales definidos como criminales en el contexto de la tarea siempre
inacabada de construcción de un Estado y una sociedad democráticos.

Es a partir de esa idea que en América Latina -en muchos casos acompañando
procesos de transición y consolidación democráticos- se han diseñado y se están
implementando sistemas que dan respuesta a las infracciones penales cometidas
por adolescentes del modo más activo y menos reactivo posible. Es a esos sistemas
que se les llama sistemas de responsabilidad penal juvenil.

En definitiva, el propósito de las páginas siguientes es describir y analizar cómo se


ha desarrollado el derecho penal juvenil en nuestro pais , cuales han sido las tareas
mas difíciles de realizar , quienes han sido los actores principales en esta materia ,
que organismos han ejecutado a lo largo de este proceso las ternativas que se han
dado , cuales han sido las tendencias que se han utilizado en este largo y dificil
proceso; y por ultimo analizar la realidad de hoy en dia en materia de derecho
penal juvenil con la nueva ley 20.084 que crea un regimen penal juvenil
especializado , para luego al concluir mi estudio lograr dar una respuesta a mi
interrogante si es esta nueva ley un cambio con fines de reinsercion o solo con fines
sancionatorios .

CAPITULO I DISEÑO DE LA INVESTIGACION

Problema

Nueva Legislación Penal Juvenil, ¿Rol Sancionatorio o de Reinserción?

Objetivos Generales
Mis objetivos generales , es mas que nada hacer un estudio de la ley 20.084 ,
abarcando los aspectos mas importantes de la misma para así lograr un
entendimiento general del derecho penal juvenil en nuestro país .

Objetivos Específicos

Mis objetivos específicos son los siguientes :

• Establecer cuales son los orígenes del derecho penal en nuestro país.
• Conocer cuales fueron los reales fundamentos de la Reforma penal Juvenil.
• Estudiar los principios que rigen el nuevo sistema penal juvenil.
• Hacer un análisis de las normas penales sustantivas.
• Hacer un análisis de las normas penales adjetivas.
• Hacer un análisis de el procedimiento para ejecutar las sanciones y medidas.
• Analizar la aplicación de las normas antes ya analizadas, por medio de
jurisprudencia.

Preguntas de Investigación

1.- ¿Qué motivo el establecimiento de un nuevo sistema penal para jóvenes


infractores de ley?
2.- ¿Cuáles son los cambios más significativos de este nuevo sistema?
3.- ¿Cuáles son los puntos mas discutidos del proyecto de ley?
4.- ¿Por qué este nuevo sistema pone énfasis en la reinserción del joven
infractor de ley?
5.- ¿Qué organismos son los que deberán tener una participación mas activa en
este nuevo sistema?
6.- ¿Cómo se han aplicado las nuevas normas contenidas en la ley 20.084 por los
tribunales de justicia de nuestro país?
CAPITULO II MARCO TEORICO

La respuesta del Estado frente a la conducta antijurídica de un menor ha variado a


lo largo del tiempo, cuando se investiga sobre el tema según la autora Lina Mariola
Díaz Cortes nace una consecuencia obligatoria referirse a las investigaciones
hechas por Philippe Aries y Anthony Platt.

El primero tuvo el merito de estudiar la infancia como construcción social, es decir,


como producto de un cambio socio-histórico en el que han variado usos,
concepciones y percepciones vinculadas a los menores. Considera que el concepto
de infancia que hoy en día entendemos como categoría autónoma diferente del
adulto no existía en épocas anteriores al siglo XVII.

En un proceso que se gesto a fines del siglo XVII y se materializo a mediados del
siglo XVIII, el niño aparece en un nuevo esquema en el retrato de familia: se le
observa vistiendo nuevas ropas y bajo un manto de dependencia. No obstante esta
nueva ubicación no es nada favorable, ya que parte de la perdida absoluta de
autonomía y de una cultura jurídica social que vincula la protección hacia el menor
con una concepción previa de su incapacidad. Este presupuesto puede
considerarse como la génesis de la llamada doctrina de la situación irregular, la
cual predicaba un esquema de de protección represión.

Para Platt la creación del sistema tutelar se basa en dos tipos de argumentos :

El argumento humanitario, según el cual se considera injusto el tratamiento de los


menores de ierta edad bajo las reglas del derecho penal , y su encierro en careles
para adultos , siendo que los niños no eran responsables de los delitos que
cometian ,

CAPITULO III MARCO CONTEXTUAL

En Chile la situación de los niños y jóvenes infractores ha sido abordada de


acuerdo a diferentes paradigmas cuya influencia ha cambiado en el tiempo. Así, se
evolucionó de la mirada institucional que desconocía la existencia de niños a la
doctrina de protección integral (en la cual se hace referencia a un conjunto de
instrumentos jurídicos, de carácter internacional , que expresan un cambio
fundamental en la consideración de la infancia). Podemos decir que se trata de un
cambio de paradigma desde una concepción del niño y adolescente como sujeto de
normalización a la concepción de éste como sujeto de derechos. Esta doctrina de la
protección integral, sustituye a la doctrina de la situación irregular. Esta última fue
el patrón prevaleciente en las medidas de atención a la niñez en América Latina,
desde la década de los ’20. Ambas doctrinas jurídicas difieren en su concepción del
niño y se fundamentan en principios diferentes. La adopción de una u otra genera
un tipo particular de accionar del Estado hacia la infancia. Las primeras acciones
de atención a la infancia en el país, se vincularon a las labores sociales realizadas
por la Iglesia y las agrupaciones de carácter privado, quienes realizaron obras de
caridad y beneficencia dirigidas hacia los niños desde tiempos coloniales; se trata
de una labor desarrollada por congregaciones religiosas y benefactores y por
instancias laicas como la Sociedad Protectora de la Infancia y el Patronato Nacional
de la Infancia. Los menores infractores se regían por la ley penal común, salvo los
menores de 10 años que eran inimputables.

Si bien, con anterioridad a la promulgación de una legislación especial de menores


(1928) el Estado mantuvo una actitud poco activa ante la situación de “la infancia
desvalida”, entregándole tal responsabilidad a los privados, se reservó la
organización y supervisión de una justicia penal hacia los niños, con una acción
que se limitó principalmente a la aplicación de penas que aseguraran el orden
social y familiar, favoreciendo en exceso la autoridad paterna. Los niños que
cometían delito o falta eran juzgados de acuerdo a las normas del Código Penal y
Civil. En materia de responsabilidad se establecía la exención de responsabilidad
de los niños menores de diez años, y la del mayor de diez y menor de dieciséis, a
no ser que constara que hubieran actuado con discernimiento. Además se otorgaba
una pena atenuada con relación a los adultos, tanto para el niño que había sido
declarado con discernimiento, como para el mayor de dieciséis y menor de
dieciocho.

Las cárceles eran el lugar donde se mantenía a la gran mayoría de los niños
sentenciados por los juzgados civiles y del crimen. Estos recintos contaban con una
precaria infraestructura que no permitía la separación de los menores de edad de
la población penal adulta y se caracterizaban por sus malas condiciones higiénicas,
de seguridad y de aislamiento.

Hasta la Ley de Menores de 1928, la pena de privación de libertad de los niños, no


se ejerció como aplicación de un sistema corrector o disciplinador, sino de
suspensión de sus derechos. Paralelamente se crearon ‘escuelas
correccionales’“constituyendo una característica estructural del sistema penal
chileno de difícil erradicación”. "Los permanentes llamados a la prohibición del
ingreso a las cárceles de los menores de dieciocho años y la solicitud de
internamiento en correccionales, producto de la influencia de los revolucionarios
sistemas de atención y las legislaciones cada vez más “proteccionistas”
provenientes del extranjero, no coincidieron con la realidad de violencia y abuso
que experimentaban los niños en las cárceles del país". Sin duda, esto constituye
una gran contradicción del sistema por cuanto bajo la lógica de la protección en la
práctica se les priva de libertad, no reconociéndose esta práctica como tal, sino que
se la encubre bajo la denominación de “medida de protección”..

En 1928, se promulga la Ley de Menores, consolidando acciones anteriores.


Igualmente se crea la Dirección General de Protección de Menores, dependiente
del Ministerio de Justicia. La ley es aprobada por mayoría amplia, lo que refleja un
cierto consenso sobre el tema de la infancia. Es posible destacar que el Ejecutivo en
su presentación- se refiere a "causas sociales” (mala socialización en familias de
padres "inmorales o irresponsables") como un elemento central. En la presentación
de ley hecha por el gobierno ante el Congreso “apareció el concepto de menor, al
que se asigna un sentido de peligrosidad”, asumiendo desde ese entonces una
connotación peyorativa en el uso del término menor que no alude sólo a una
consideración jurídica en función del ejercicio de derechos, sino a la existencia de
un sujeto social. Ello significa que se define a un sujeto específico dentro de la
infancia que sería objeto de la intervención de órganos específicos del Estado en
una lógica de control.

Durante esta discusión, se discute al aporte de la medicina y el reemplazo del


castigo por el tratamiento médico y pedagógico, quedando de manifiesto los
elementos de una orientación médico-pedagógica en el tipo de intervenciones; se
valoraba, en primer lugar, el determinismo biológico y de modo secundario la
influencia del ambiente. Se repite la preocupación por la infancia en defensa de los
intereses de la sociedad, más que los del propio niño.

El mayor conflicto se produjo en la discusión sobre la edad de responsabilidad


penal. Se estableció como no imputables a los menores de 16 y el discernimiento
entre los 16 y los 20.

Los médicos comienzan progresivamente a tener una presencia ascendiente a nivel


social; los Congresos Panamericanos del Niño eran liderados por ellos, enfatizando
aspectos biológicos, y de salud física y mental. Existe una idea de patología
individual, propia del "enfoque correccional", desarrollándose un tratamiento
individual y normativo.

Las políticas de infancia se orientaban por principios de determinismo biológico,


estableciéndose así un enfoque básicamente normativo asumiendo supuestos de
patología individual para resolver los problemas buscando básicamente la
prevención de posibles amenazas al orden moral y social vigente. Ello como reflejo
de la influencia de las teorías biológico-positivistas (Lombroso entre otros) para
explicar el comportamiento desviado. Éstas se aplicaron también en el ámbito de
infancia.Se intentaba resolver la situación individual de los sujetos, prescindiendo
de consideraciones de orden sociocultural.
Esto llevaba a dos tipos de establecimientos: "asilo" o "reformatorio", según el
problema (proteccional o conductual) los que separaban a los niños de sus familias,
para el tratamiento individual. Así, los asilos se hacían cargo del tema proteccional
y los reformatorios de los problemas de conducta. La terminología es confusa y
vaga, por lo que los sujetos transitan entre un tipo de instituciones y otras
mezclándose entre sí, cuestión que se mantiene hasta nuestros días. Así, en los
años 30 se hablaba de 2 tipos de medidas: Protección física (salud física) y
Protección Moral (preservativas o constructivas; reconstructivas y de seguridad).

En 1934 se crea el Consejo de Defensa del Niño considerando representantes de


diversos organismos públicos y privados, dependiendo del Ministerio de Justicia
con funciones de fiscalización de establecimientos subsidiados, estudios, y de
proponer proyectos de ley. Sus funciones abarcaban tanto a los menores no
infractores como a los sistemas de rehabilitación de menores infractores de ley. El
Consejo llegó a tener una gran cobertura con administración directa de centros;
luego se transforma en institución privada, perdiendo su carácter de orientador de
políticas.

La Dirección General de Protección de Menores siguió trabajando con los


infractores; no obstante, existía descoordinación entre las diferentes agencias del
gobierno que se vinculaban al trabajo con la Infancia: educación, salud, justicia,
interior. La presión de sectores o enfoques profesionales (médicos, trabajadores
sociales, educadores) generó finalmente la creación en el año 1942 de la Dirección
General de Protección a la Infancia y Adolescencia, cuya dependencia fue radicada
en el Ministerio de Salubridad, Previsión y Asistencia Social.

Al definir el sujeto de atención de Protinfa se institucionaliza por primera vez el


concepto de menores en situación irregular. Se trata de un enfoque jurídico social,
pese al peso de la institución médico sanitaria. El supuesto central de la doctrina de
la situación irregular es una división al interior de la infancia: hay niños
adolescentes que tienen cubiertas sus necesidades básicas, y “menores” en
situación irregular, al estar excluidos de la escuela, la familia y la salud. Hay que
destacar el poder que se entrega a los jueces de menores al permitirles declarar en
situación irregular al niño o adolescente que enfrenta dificultades (es decir,
definirlo como“menor” y hacerlo susceptible de atención).

A partir de los años cuarenta, con el incremento de la población urbana y los


problemas sociales resultantes, se generaliza el uso del concepto de joven
antisocial, aludiendo al que no estaba inserto en la sociedad ni en las instituciones
formales, viéndoselo como amenaza al orden cívico.

De este modo, se deja de mirar al niño desde el punto de vista biológico,


focalizando el interés en su conducta, su comportamiento peligroso, resaltando la
necesidad de “defender a la sociedad y segregar a estos jóvenes “peligrosos”.
Continúa subyaciendo “el viejo concepto de infancia abandonada, anormal y
delincuente”, lo que permanece también posteriormente al crearse la Comisión
Nacional de Menores (Coname) y el Servicio Nacional de Menores (SENAME). Se
mantiene así una legislación orientada no al conjunto de la Infancia, sino a un
grupo particular de ésta, el que resulta segregado y excluido. Esta noción
diferencia como se ha señalado tipos de infancia, la de los niños (as), adolescentes
y la de los menores objeto de protección.

El Servicio Nacional de Menores es creado en el año 1979 a través del DL 2.465,


bajo la dependencia del Ministerio de Justicia. Se le define como un organismo
encargado de ejecutar las acciones que fueren necesarias para asistir o proteger a
los menores de que trata la ley y de estimular, orientar, coordinar y supervisar
técnicamente la labor que desarrollaran las entidades públicas o privadas que
coadyuvaran con sus funciones.
El Servicio atiende a menores que carezcan de tuición, a aquellos que teniéndola,
su ejercicio constituya un peligro para su desarrollo normal integral; a los que
presenten desajustes conductuales, y a los que estén en conflicto con la justicia.

Esto es, se centra como preocupación del Estado en menores de edad con
problemas de tuición, de conducta y de conflicto con la norma. Es una definición
desde fuera de los sujetos, en que se intenta categorizar su situación en relación
con los programas definidos, judicializando la atención. Concebir a los niños y
adolescentes excluidos de la familia, la escuela y la salud (y que por ende no tienen
sus necesidades básicas satisfechas) como “menores”, genera un tipo de política
pública de carácter asistencial, centralizada y sectorial, sin la adecuada
coordinación entre los distintos entes públicos de protección social. En términos
prácticos, este enfoque “ha determinado que, en el actual contexto de reforma al
sistema de atención a la infancia, subsistan no pocas dificultades para hacer valer
la separación entre las políticas, programas y procedimientos dirigidos al bienestar
de la infancia y aquellos (... referidos...) a la acción punitiva del Estado frente a las
infracciones a la ley penal cometidas por niños y adolescentes”.

Originalmente entonces, la creación del Servicio Nacional de Menores (SENAME)


redunda en el establecimiento de diversos sistemas de atención y de distintos
programas al interior de cada uno de esos sistemas. Se establecen así los sistemas
de prevención (consistentes principalmente en centros de atención diurna), de
protección (protección simple, colocación familiar entre otros) y de rehabilitación
(libertad vigilada, rehabilitación conductual diurna, rehabilitación conductual
entre otros), tal como se indica en la siguiente tabla. Cada uno de estos programas
busca hacerse cargo, de alguno de los aspectos considerados en la definición de
sujeto referida en el punto anterior.

La definición del sujeto de atención del SENAME, si bien no cambia legalmente (es
una definición vigente hoy en día), de algún modo se matiza en los años 90 con la
incorporación de criterios provenientes de la Convención Internacional de los
Derechos del Niño, que definen a los sujetos de atención del servicio como aquellos
niños y niñas gravemente vulnerados en sus derechos y a los infractores de ley. Se
define así a los receptores de los servicios a partir de sus derechos, más que
buscando ajustar a los sujetos a los programas o sistemas definidos.

En resumen, podemos representar las diferencias entre la doctrina de la situación


irregular y la de la protección integral de acuerdo al siguiente esquema:

De este modo, los diversos programas se integran -en una nueva visión- en un
"Sistema de Protección de Derechos" y un "Sistema de Atención para Adolescentes
Infractores de Ley Penal".

Los programas incluidos en el ámbito del "Sistema de Protección de Derechos"


pueden agruparse del siguiente modo:

a) Diagnóstico
Centros de Tránsito y Distribución

b) Prevención
c) Adopción

d) Reparación
Programa de maltrato
Explotación sexual comercial
Trabajo infantil
Niños/as de la calle
Acciones en drogas

e) Protección
Programa de Protección y Vida Familiar
Programa Oficinas de Protección de Derechos OPD

El Sistema de Atención para Adolescentes Infractores de Ley Penal distingue tres


grupos de programas

a) Centros administrados por SENAME


Centros de Observación y Diagnóstico (COD)
Centros de Rehabilitación Conductual (CERECO)

b) Centros administrados por Gendarmería


Secciones de Menores

c) Centros y programas administrados por instituciones colaboradoras


Centros de Rehabilitación Conductual Diurna
Libertad Vigilada
Centros de Rehabilitación Conductual Residencial

La mayor cobertura de atención del Servicio durante la década de los 80 se


concentró en programas de protección simple, modalidad internados y en los
centros de atención diurna, dirigidos estos últimos a menores cuyas familias
presentan alteraciones leves que impliquen riesgo social para aquellos, vale decir,
no respondió a ninguna de las categorías contenidas en la definición de sujeto de
atención, sino que incorporó la tremendamente ambigua conceptualización de
“alteraciones leves que impliquen riesgo social. Junto con ello, se genera una
especialización de la atención en protección y prevención, en desmedro del área de
rehabilitación. SENAME no regula el crecimiento del sistema, sino que éste se
establece en función de las preferencias de los operadores privados.
En este período existe un incremento progresivo del ingreso de los menores de
edad a unidades penales del país, proceso que demostró su nivel más crítico a
finales de la década del ochenta. El número de menores ingresados a unidades
penales en el país aumentó de 5.532 ingresados en 1985 a 8.704 ingresados en 1988.
Esto puede tener su origen en el hecho que la privatización de los sistemas de
atención, tanto de las Casas de Menores, como de los centros rehabilitadores o
educadores, se tradujo en la falta de confianza y de apoyo por parte de los jueces
de menores.

Estos desconfiaban de las características de seguridad de los inmuebles, los que no


le garantizaban la permanencia necesaria de los niños y adolescentes para el
proceso de diagnóstico y tratamiento, demostrando elevados índices de fugas,
motines,rescates, agresiones a niños y jóvenes e incendios entre otros conflictos.

En 1984 la totalidad de los jueces de menores de la región metropolitana envía un


oficio a la Corte Suprema donde se señala que “la administración de los
establecimientos de rehabilitación conductual a través de instituciones
colaboradoras ha ido creando un altísimo grado de dificultad para que los Jueces
puedan oportunamente incorporar a un menor al sistema asistencial, porque toda
la administración se basa en convenios celebrados entre SENAME y las
instituciones que además de determinar un número de menores que se atenderá,
precisa requisitos de ingreso referidos a edad, coeficiente intelectual, escolaridad y
otros... En la práctica acceden al sistema sólo los mejor dotados quedando
marginados aquellos que necesitan más atención y que es deber del estado atender,
se precisa retornar a la administración del servicio las Casas de Menores y los
Centros de Rehabilitación Conductual.
De esta forma un importante número de niños fueron recluidos al encontrarse
pendiente el trámite de discernimiento, mientras que otros fueron encarcelados por
los Tribunales de Menores, aduciendo medidas de “protección”. “De los niños y
adolescentes que se encontraban en recintos carcelarios al año 1990, el 78 por ciento
tenía entre 15 a 18 años de edad, y un 17 por ciento entre los 10 y 14 años.

Estos últimos eran enviados a estos recintos por medidas de carácter proteccional
debido a la falta de alternativas en los sistemas de atención de Observación y
Diagnóstico, Protección, Libertad Vigilada, entre otras alternativas”.

Durante los últimos años SENAME ha venido implementando cambios sustantivos


en sus políticas, con el objeto de orientar su trabajo en el marco de la Convención
de los Derechos del Niño. La nueva reforma basada en la Convención, reconoce a
los niños entre 0 y 18 años, como poseedores de derechos económicos, sociales,
políticos y culturales, igualando su condición a la del resto de la población. La
doctrina de protección integral representa un modelo que enfatiza el desarrollo
pleno de las potencialidades y recursos de los niños, de sus familias y sus
comunidades, en lugar de concentrarse en sus necesidades y “debilidades”. Los
niños deben dejar de ser vistos entonces como objeto de asistencia y beneficencia.

En este marco, se hace manifiesta la necesidad de introducir cambios sustantivos


en el actual sistema de atención, separando las políticas sociales dirigidas a la
infancia de las políticas vinculadas al ámbito criminal en lo que se ha denominado
“Reforma Integral de los sistemas de protección de los derechos de la infancia y
adolescencia en Chile”, es por eso que haré un estudio de la nueva ley 20.084 que
establece un nuevo sistema penal juvenil en el marco de una nueva
institucionalidad que se acomode a las convenciones internacionales que rigen la
materia.
CAPITULO IV DESARROLLO DE LA INVESTIGACION

Contenido y Principios Generales del Proyecto .

El proyecto de la ley 20.084 fue presentado el día 2 de agosto del año 2002 , por el
ejecutivo , creo interesante plasmar en esta tesis cual fue so contenido y sobre que
principios se sustenta esta ley , para luego al seguir estudiando su formación conocer cuales
fueron las modificaciones que se hicieron al proyecto original , que materias fueron las me
que mas se discutieron tanto en la cámara de diputados como también en la de senadores y
así llegar ana conclusión mas o menos certera de cual es realmente el espíritu de so
promulgación si es establecer un sistema que permita o que quiera la reinserción de los
jóvenes a la sociedad , o solamente es un cuerpo normativo cuya finalidad es solo
coercitiva y sancionatoria sin importar tanto la verdadera reinserción sino mas que nada
tocar este tema solo para que nuestro ordenamiento jurídico en esa materia parezca un poco
mas cercano a lo que quieren los organismos internaciones de protección y difusión de los
derechos de los niños y adolescentes , ya que nuestra legislación penal juvenil antes de la
dictacion y promulgación de esta ley estaba muy lejano a permitir una reinserción de los
jóvenes ya que eso realmente no eran un tema al parecer importante , al estudiar la esta ley
desde sus procesos mas originarios me podré dar cuanta si es la reinserción del joven
infractor de ley en Chile un tema realmente importante o no .
Como señala en su artículo primero, el proyecto regula la responsabilidad de los
adolescentes por la comisión de infracciones a la ley penal, el procedimiento para la
averiguación y establecimiento de dicha responsabilidad y la determinación y modalidades
de sus consecuencias. El Proyecto define a los adolescentes como las personas mayores de
catorce y menores de dieciocho años. Es decir, sus procedimientos y sanciones sólo se
aplicarán en este rango de edad. Ello está de acuerdo a lo dispuesto por la Convención
Internacional sobre los Derechos del Niño, en su artículo 40.3 letra a), que exige el
"establecimiento de una edad mínima antes de la cual se presumirá que los niños no tienen
capacidad para infringir las leyes penales".

Se ha decidido fijar ese límite en los catorce años siguiendo las tendencias del derecho
comparado y la posición de la doctrina que recomienda no fijar este límite a una edad muy
temprana. Bajo los catorce años el Estado renuncia a toda forma de intervención coactiva
en el supuesto de comisión de delito. La propuesta se basa en el principio de
responsabilidad según el cual el adolescente es un sujeto que, si bien es irresponsable como
adulto, se le puede exigir una responsabilidad especial adecuada a su carácter de sujeto en
desarrollo. De este modo, las sanciones que contempla esta Ley son la consecuencia de la
declaración de responsabilidad por la realización de una infracción a la ley penal de las
contempladas en esta Ley.

El Proyecto de Ley se estructura sobre la base de reconocer una estricta relación entre la
verificación de la participación del adolescente en el hecho punible, la declaración de su
responsabilidad y la atribución de la sanción que para el caso concreto autorice la Ley.
Con ello se reafirma la vigencia para los adolescentes del principio de legalidad que
estructura nuestro ordenamiento constitucional y penal y se establece un sistema que
sanciona la comisión de conductas punibles estrictamente definidas en la Ley y
no conductas indeterminadas o situaciones de vida. Se establece efectivamente un sistema
de responsabilidad jurídica de carácter sancionatorio aunque limitado específicamente a la
comisión de hechos tipificados penalmente como crímenes o simples delitos en el Código
penal y las demás leyes penales a los que denomina infracciones a la ley penal.

En este sentido, se asume el principio de tipicidad y se establece un criterio de intervención


penal especial reducida o moderada, tanto en relación a los delitos, como a las sanciones.

Respecto a los tipos penales, se excluye a la mayoría de las faltas de la responsabilidad y


sanciones contenidas en esta ley y se establece una categoría taxativa de infracciones de
carácter grave que serán las únicas a las cuales se podrá aplicar, como último recurso, una
sanción privativa de libertad.

La exclusión antes señalada y la creación de la categoría de infracciones de carácter grave,


obedecen a que el proyecto busca equilibrar legalmente el principio de intervención mínima
ante los adolescentes y el de protección de bienes jurídicos a través del criterio de gravedad
de las conductas delictivas. Así, las sanciones que importan una mayor restricción de
derechos deberían ser decretadas por el Tribunal frente a gravísimos atentados o amenazas
a la vida o integridad física de las personas.

Para la determinación de la responsabilidad de los adolescentes, también deberán


considerarse la concurrencia de alguna de las causas que eximen, extinguen o priven de sus
efectos la responsabilidad penal según las normas generales.

Siguiendo la más moderna doctrina, el Proyecto recepciona todas las garantías penales y
procesales propias de los adultos, agregando garantías específicas para los adolescentes. En
particular, se establece un criterio flexible, a favor del adolescente, en la adjudicación de las
sanciones; la posibilidad de dejar sin efecto o sustituir anticipadamente las sanciones por
otras menos severas; facultades de control jurisdiccional de la ejecución que garanticen los
derechos del condenado y el cumplimiento efectivo de las sanciones.

Se garantiza la existencia de un sistema de justicia especializado en todas las fases del


procedimiento, y durante el control de ejecución de la sanción, que aseguren la capacidad e
idoneidad de los operadores del sistema para hacerse cargo de las finalidades de esta Ley.

En el ámbito procesal se recogen los principios fundamentales del nuevo Código Procesal
Penal, estructurándose un procedimiento acusatorio oral, que reconoce el principio de
presunción de inocencia, el derecho a la defensa, abre espacios para acuerdos reparatorios
entre la víctima y el delincuente y otorga facultades para aplicar ampliamente el principio
de oportunidad en la persecución.

Se establece como garantía la consideración del interés superior del niño en todas las
actuaciones judiciales y un recurso de habeas corpus que permitirá controlar judicialmente
la legalidad de la privación de libertad y verificar las condiciones físicas en que se
encontrare el adolescente.

Por primera vez en el ámbito de procesos seguidos contra personas menores de edad, se
reconocen derechos procesales a las víctimas y se consideran sus intereses, aunque
limitados por el principio del interés superior del adolescente especialmente en lo relativo a
la persecución, reserva del procedimiento y a la aplicación de sanciones.

Las respuestas penales contenidas en esta Ley tienen por finalidad, precisamente,
"sancionar los hechos que constituyen la infracción y fortalecer el respeto del adolescente
por los derechos y libertades de las demás personas, resguardando siempre su desarrollo e
integración social". En consecuencia, se considera que tienen una función
responsabilizadora, preventiva y orientadora.

Se contempla una amplia gama de sanciones, las que se clasifican en privativas y no


privativas de libertad. La privación de libertad, como se dijo, es una medida de último
recurso y sólo se podrá aplicar a las infracciones graves taxativamente establecidas en la
Ley.

El Proyecto ha optado por establecer un sistema equilibrado para el establecimiento de la


sanción aplicable en cada caso. Por una parte, señala límites legales estrictos respecto de la
procedencia de la aplicación de sanciones privativas de libertad en razón de la gravedad del
delito y determina legalmente la duración y cuantía máxima de las sanciones.

Paralelamente, deja al Juez un razonable grado de libertad para imponer la sanción más
adecuada para el caso concreto, no encontrándose obligado a aplicar la privación de libertad
y pudiendo fijar su duración o cuantía dentro de los límites legales. El Juez siempre deberá
determinar la sanción, su duración o cuantía, eliminándose así toda posibilidad de sanciones
indeterminadas.

La Ley, además de estos límites, establece como criterios que el Juez considerará para
determinar la sanción a imponer su duración y cuantía, el número de infracciones, la
gravedad de ellas y la edad del imputado, así como la concurrencia de circunstancias
modificatorias de la responsabilidad penal.

Dados los fines preventivos de este proyecto, la edad del imputado es muy importante al
momento de determinar la sanción y su duración o cuantía. Si bien el Proyecto no establece
una regla específica que obligue al Juez, es conveniente que éste considere, para los
adolescentes del rango de edad menor, la aplicación de sanciones no privativas de libertad
de modo de evitar los efectos nocivos que pudiera provocar en su desarrollo personal y
social la privación de su libertad y de su contacto con la familia y la comunidad. En estos
casos, de imponerse sanciones privativas de libertad, es recomendable la imposición
de los regímenes menos restrictivos que contempla la ley, y por períodos no muy
prolongados.

En cuanto a la duración o cuantía de las medidas, ellas deberán adecuarse a los fines de este
Proyecto de Ley, debiendo el Tribunal reservar los rangos superiores de duración y cuantía
para aquellas infracciones graves que han causado mayores daños o para los casos en que
se imponen sanciones por la responsabilidad en más de una infracción grave. Este criterio
es particularmente aplicable para el límite de cinco años de internación.
La incorporación de un amplio marco de sanciones no privativas de libertad permitirá que
el Tribunal disponga de medios efectivos para la responsabilización, control y orientación
del adolescente infractor. Para favorecer su cumplimiento efectivo se establecen normas
especiales de quebrantamiento que permiten sustituir excepcionalmente una sanción por
otra de mayor gravedad.

De esta forma, cada uno de los aspectos que involucra el tratamiento de un conflicto penal,
aplicable en este caso a las infracciones de dicho carácter cometidas por personas que se
encuentran en la etapa de adolescencia, cuenta con un marco claro de responsabilidad y con
un conjunto de sanciones que serán impuestas como consecuencia de la misma, se agregan
a ello, todas y cada una de las instituciones procesales que son necesarias para garantizar la
corrección y necesidad de su imposición, como asimismo -y por primera vez en Chile- la
vigencia de un sistema de control judicial de la ejecución de las medidas que se hayan
impuesto.

Por todo ello, consideramos que la propuesta contenida en el presente proyecto de ley,
constituye una herramienta eficaz para el trabajo preventivo y represivo de la llamada
"delincuencia juvenil", resguardando en cada una de sus etapas el correcto respeto por los
derechos esenciales de cada individuo, establecidos en la Constitución, y que naturalmente,
le son aplicables en plenitud a los menores de edad.

De este sistema, esperamos recibir un tratamiento más justo, pero no por ello menos severo
que, en base a un concepto de responsabilidad, permita una mejor solución de los conflictos
penales cometidos por adolescentes. Ello constituirá un gran aporte a la gestación de
mejores relaciones sociales, del todo más armónicas entre todos y cada uno de los
miembros de la comunidad, al posibilitar con respeto y dentro del marco de un estado de
derecho, la adecuada sanción de cada uno de los ilícitos que afecten a nuestra tranquilidad.

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