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UNIVERSIDAD NACIONAL DE COLOMBIA

FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS

DEPARTAMENTO DE SOCIOLOGÍA

EDISSON AGUILAR TORRES

CÓDIGO: 423609

LA CONSTITUCIÓN DE 1991 Y LOS CAMBIOS EN LOS PARTIDOS


POLÍTICOS TRADICIONALES (LIBERAL Y CONSERVADOR)

INTRODUCCIÓN

Los partidos políticos son objeto de análisis desde los primeros inicios de la
sociología política con Max Weber, quien en su reconocida obra póstuma,
Economía y Sociedad, hace un brillante estudio sobre el surgimiento y la
condición de estas organizaciones en la vida política moderna, señalando
varios puntos que son de utilidad para tratar el tema de los partidos liberal y
conservador en Colombia; en primer lugar se ve claramente la antesala a lo
que será la formulación de la “ley de hierro” de Michels, pues dice Weber que
los partidos son “formas de socialización que descansando sobre un
reclutamiento(formalmente) libre, tienen como fin proporcionar poder a sus
dirigentes, dentro de una asociación y otorgar por ese medio a sus miembros
activos determinadas probabilidades ideales o materiales”1. Michels mantendrá
la misma distinción que hace Weber entre directivos o jefes del partido y su
cuadro de mando, miembros activos o militantes, y masas, siendo estas ultimas
simplemente un “objeto de solicitación en época de elecciones”2.

En este sentido se ven dos cosas, una, es que lo que caracteriza a los partidos
es que tienen vocación de poder dentro de una asociación, en este caso el
estado, y dos, que las masas de votantes son más un medio(que es utilizado
estratégicamente para alcanzar este fin) que una preocupación central en las
acciones políticas de dichos partidos; esto podemos enlazarlo fácilmente con lo
que dice Michels sobre la nivelación del discurso entre partidos diferentes, que
defienden clases o grupos particulares, como una estrategia que utilizan
partidos para parecer democráticos aun cuando defiendan intereses elitistas(él
lo explica a propósito de los conservadores alemanes), puesto que esto les
resulta necesario, si pretenden ganar una contienda electoral, en una sociedad
donde existe el voto universal, y pues para comprobar esto no basta sino ver
algunos discursos de candidatos a congreso o presidencia, o leer algunos de
los principios programáticos y propuestas de partidos de diversa índole, y lo

1
Weber, Max (1977) Tipos de Dominación, en: Economía y Sociedad, Tomo I.
México: Fondo de Cultura Económica, pp. 228.
2
Ibíd., pp. 229.
que uno encuentra que la retórica es muy similar, así sus políticas sean
bastante disimiles.

El desarrollo teórico de Michels sobre la oligarquía de los partidos políticos


modernos, sin importar su filiación ideológica, no puede generalizarse
desprevenidamente, él mismo aclaró que se trataba de un estudio sobre el
partido social-demócrata alemán, pero su análisis, por tratar de forma profunda
el problema de la burocratización en las organizaciones modernas, y la relación
entre las masas y los partidos, siguiendo la línea que dejo planteada Weber, es
susceptible de utilizarse para entender determinados aspectos de otros
partidos políticos, incluyendo los colombianos, aunque haciendo la salvedad de
que aquí, y en los demás países latinoamericanos, el desarrollo del estado-
nación se dio de forma muy diferente a Europa, y de que por lo menos en
Colombia, el estado ha tenido históricamente una presencia precaria, lo cual
dejo espacio para el surgimiento y consolidación de poderosas redes
clientelistas, que han determinado en muchos aspectos la relación entre el
pueblo, los partidos y el estado, y que sin duda modifican la estructura interna
de los partidos, aunque no precisamente hacia la democratización.

El análisis de cómo la constitución de 1991 afecto/modifico la estructura y el


estatus de los partidos políticos tradicionales debe pasar por tres momentos, el
primero, una mirada general sobre la condición de dichos partidos en años
anteriores a la constitución de 1991, tomando dos fenómenos importantes, la
llamada Republica Liberal, con la reforma constitucional de 1936, y el Frente
Nacional y sus consecuencias, segundo, un breve análisis sobre la situación en
que se da la constituyente y los cambios que está impulso en el sistema político
colombiano, y por último algunas conclusiones sobre la reconfiguración del
panorama político, con el gobierno de Álvaro Uribe Vélez, y la reforma política
de 2003.

LA REPÚBLICA LIBERAL Y LA REFORMA DE 1936

Tomando como texto de referencia el tercer tomo del libro “Las ideas liberales
en Colombia”3, escrito por Gerardo Molina, podemos decir varias cosas sobre
el partido liberal, y la relación que intentó establecer con las “masas”, esto en
relación con el problema de la representación política. En primer lugar, el
partido liberal, en esa disputa sobre si el constituyente primario es la “nación”,
como lo pensaba Miguel Antonio Caro, o si es el pueblo, toma partido por la
segunda opción; algo que caracteriza a la república liberal, es que al menos en
el plano discursivo, se empieza a hablar seriamente del pueblo como sujeto
político, capaz de actuar, de decidir, tal como lo muestra el sociólogo Renan
Silva en el libro República Liberal, Intelectuales y Cultura Popular4, aunque
acotando que en esto también puede haber mucho de retórica electorera(él

3
Molina, Gerardo (1977) La Reforma Constitucional, en: Las Ideas Liberales en
Colombia, tomo III. Bogotá: Ediciones Tercer Mundo, pp. 55-84.
toma como una de sus fuentes los discursos de Alfonso López Pumarejo), y
pues eso influyó en la relación que intentó establecer el partido con ese pueblo,
y en la dirección que tomó la reforma constitucional, esta según señala Molina,
tiene varias características, que la hacen por lo menos formalmente, más
democrática que la que formularon inicialmente Miguel Antonio Caro y Rafael
Núñez.

La primera cosa importante es que empieza a hablar, en el plano de la


propiedad, de deberes sociales del estado y de los particulares, lo cual da pie a
que el estado pueda intervenir en economía, y hacer reformas sociales que
tendientes a la igualdad social(aunque solo se hablaba de protección al
trabajador y racionalización de la economía), aunque como señala Molina, a
esta reforma estuvieron atados muchos “compromisos previos”-para usar el
termino de Elster-por que para autorizar por ejemplo, que el estado regulara la
industria, por medio de leyes, se requería mayoría absoluta en las dos
cámaras, pero pues ahí que entender que esta reforma estaba tratando de
conciliar variados intereses, inter e intra partidistas, es decir que “envuelve el
espíritu de facción”, lo cual nos recuerda la tesis de Elster en el texto Ulises
Revisitado Compromisos Previos Y Constitucionalismo5, al plantear que las
constituciones mas que inamovibles, son tratados de paz, acuerdos que se dan
para conciliar, treguas, y pues en esa constitución se refleja el faccionalismo
que existía en el interior del partido liberal, pues no eran únicamente los
conservadores los que acusaban de socialistas a López Pumarejo, por hablar
de “función social de la propiedad”, sino también grupos en el interior del
partido, que claramente se creían afectados por dicha reforma, especialmente
en la regulación de las expropiaciones.

El segundo aspecto es que intenta dar paso a un estado laico moderno,


“desmontando la república teocrática”, como dice Molina, para garantizar así la
libertad de cultos y de conciencia, cosa que esta claramente enmarcada en el
hecho de que ellos hablen de pueblo y no de nación, pues el pueblo puede
tener diferentes creencias religiosas, por estar compuesto por una multiplicidad
de actores, en cambio la nación, una generalización más bien simplista y
arbitraria, era católica, apostólica y romana, y así estaba consagrado en la
constitución de 1886. En la reforma de 1936, también se hace que la educación
ya no este controlada por la iglesia, lo cual tiene una conexión con la relación
que el partido liberal intenta establecer entre el pueblo y sus gobernantes, pues
como señala Renan Silva, la dirección que tomo la educación en la República
Liberal tiene dos vías, que las élites puedan aprender del pueblo(de ahí al afán

4
Silva, Renan (2005) El horizonte de la ciudadanía: cultura, educación y sociedad
en la República liberal, en: Republica Liberal, Intelectuales y Cultura Popular.
Bogotá: La Carreta Editores.
5
Elster, John (1998) Ulises Revisitado, en: Revista Análisis Político. Bogotá: IEPRI,
pp. 62-111.
folclorista que cuestiona en el libro) y que a su vez las élites enseñen al pueblo
a ser ciudadanos, a que ejerzan sus derechos, lo cual no solo se hacía por vía
escolar, sino también usando los medios de comunicación masivos, en ese
momento con el radio, a través de la Radiodifusora Nacional, donde había por
ejemplo, programas dedicados a enseñar la estructura del estado, para qué
servían y cómo funcionaban ciertas instituciones públicas, etc., y lo que quiero
señalar con esto es que se trató, por lo menos, de una iniciativa para fortalecer
al pueblo como sujeto político(capaz de ejercer derechos y cumplir deberes), lo
cual constituye sin duda un valioso intento por democratizar las relaciones
entre los partidos, el estado y las masas, así en la práctica no haya tenido un
gran impacto.

Como señala Gerardo Molina, de la constitución de 1936, muy poco paso del
papel a la realidad, yo diría que en cierta medida por que los compromisos
previos fueron demasiados rígidos(siempre mayorías absolutas de las dos
cámaras), y al gobierno le quedo muy difícil implementar esas reformas,
aunque por supuesto el ambiente político, y la influencia de los poderes
económicos, organizados en asociaciones como la APEN, también fueron un
fuerte obstáculo para la aplicación de esa reforma constitucional, que por
demás era bastante corta en el campo económico, especialmente en la parte
agraria, y que como muy bien señalan Molina y otros autores, no atacaba el
problema real del campo, que no eran tanto los baldíos, sino las zonas
sembradas(problemas de crédito, vías, educación, tecnología, etc.,), aunque ni
siquiera pudo cumplir sus cometido básicos, que eran la disminución de poder
social y político de los grandes poseedores de la tierra, y llevar al agro
colombiano a una producción de tipo racional, propia del capitalismo, pero a
pesar de esto, la reforma de 1936 constituye un momento importante para la
política colombiana, pues tal vez fue el momento en que más claramente hubo
coherencia entre el discurso de partido y las políticas que intento aplicar el
gobierno.

EL FRENTE NACIONAL Y EL PLEBISCITO DE 1957

Bien conocido es por parte de quienes estudian la política colombiana, y el


conflicto armado, las complejas razones que llevaron al establecimiento del
frente nacional, y por eso voy a pasar por alto el mencionarlas aquí, pero me
interesa de este fenómeno, la forma en que fue avalado; como se sabe, fue en
primer lugar un acuerdo entre los dirigentes de los dos partidos, liberal y
conservador, mediante los pactos de Benidorm (1953) y Sitges (1957), lo
interesante de esto, es que fue llevado a consulta, mediante un
plebiscito(aunque podría discutirse sino fue un referendo ya que modifica la
constitución), que convocó la junta militar, que reemplazo al general Rojas
Pinilla, y que fue aprobado mayoritariamente6, dando paso a la alternancia de
6
4.169.294 votos por el sí, contra 206.654 por el no. Extraído del editorial de El
Tiempo l tiempo del 22 de marzo de 1991, titulada “La Reforma Del Plebiscito,
los partidos tradicionales en el poder, que se pacto desde 1958 hasta 1974,
esto tiene que ver claramente con el problema de la representación
democrática, y sus limitaciones(la gente escogió fortalecer el bipartidismo y la
dirección de élites de partido, además de que después de esto se aprobó que
la constitución solo fuera modificada por el congreso); en este sentido puede
darse un amplio debate sobre lo que fue el Frente Nacional, sociólogos tan
destacados como Daniel Pecaut, lo defienden argumentando que cumplió su
propósito básico, que era frenar la violencia partidista, y además, dice el, no era
tan cerrado como otros sistemas políticos latinoamericanos(dictaduras de
Argentina y Chile), y había grupos de oposición establecidos, como el MRL y la
Anapo.

Sobre ese tema habría que decir varias cosas, en primer lugar, el sistema de
representación política moderna tiene varias características que lo hacen
excluyente, una, la “oligarquía de los partidos” de la que hablaba Michels(y que
en Colombia se da a la par del clientelismo), dos, la misma estructura de lo que
Weber llamo la “representación libre” y que define como una situación en la que
“el representante, por regla general “elegido” no está sujeto a instrucción
alguna, sino que es señor de su propia conducta”7, palabras más palabras
menos, el mismo Weber dice que el representante es señor de sus electores y
no su servidor, y pues ese es el modelo que se constituyó en el occidente
moderno, y que tiene su ejemplo más claro en el sistema parlamentario, ahora
bien, si a esa condición de los sistemas políticos modernos, le sumamos que la
repartición de cuotas burocráticas fue el principal acuerdo al que se llegó en
este periodo, que los partidos liberal y conservador han basado durante una
buena parte de su historia su poder en el clientelismo local y regional, podemos
decir sin duda que en el frente nacional las demás opciones políticas estaban
prácticamente excluidas, así formalmente se pudieran constituir grupos de
oposición, y que las masas solamente cumplían el papel de “objetos de
solicitación” en época de elecciones, pues en este periodo lo único que se
podría acercar a la democracia participativa, fue el plebiscito de 1957, mediante
el cual se instalo el Frente Nacional, y si bien se frenó la violencia partidista, fue
precisamente en este periodo que empezó el surgimiento de otras formas de
violencia, empezando por grupos guerrilleros como las Farc, y otras guerrillas
que surgieron durante el periodo posterior, conocido también como frente
nacional ampliado, que va hasta 1986.

Un segundo aspecto de análisis sobre las consecuencias del Frente Nacional


es los cambios que produjo en la estructura y estatus de los partidos políticos
en Colombia, y para esto debemos señalar que no se puede considerar a los
partidos políticos como una unidad total, sino como una agrupación divisiones
internas, que pueden ser tendencias, fracciones o facciones, las primeras son

1957”.
7
Weber, Max. Op. Cit. 238.
“conjunto estable de actitudes que se expresan en orientaciones ideológicas
y/o programáticas con diversos grados de cohesión y de estabilidad en el
tiempo”, las segundas son “unidades subpartidistas cohesionadas y
organizadas, con cierto grado de estabilidad en el tiempo, que realizan sus
propios eventos, buscan recursos para si mismas, y no tanto para el partido y
guardan una relación con el partido a manera de grupos cuasi-soberanos”, y
las terceras como “grupos de poder que carecen de organización o esta es muy
endeble, son más coyunturales y dependen totalmente de liderazgos
personalistas”8.

Tener cuenta estas delimitaciones conceptuales ayuda a entender las


características de los partidos colombianos, pues después del Frente Nacional
y hasta 1986(frente nacional ampliado), lo que caracterizó a los partidos liberal
y conservador fue “una dinámica con base en grandes fracciones nacionales
que articulan a las facciones sub-nacionales”9, lo cual es básicamente una
estructura piramidal, que va de los grandes lideres de los partidos, que por lo
general son expresidentes(de ahí que las fracciones sean Llerismo, Lopismo,
Turbayismo, etc.), a los subjefes en el plano local, que a través del clientelismo
también manejan sus propios caudales políticos, bajo la etiqueta del partido,
pero que tienden a autonomizarse, si esto les favorece en el plano electoral, lo
cual lleva cada vez a una mayor desagregación de los partidos; esto puede
explicarse por varias cosas, entre ellas la falta de controles sobre los miembros
de los mismos para evitar el surgimiento de pequeñas organizaciones de
carácter personalista, tales como elementos de disciplina de partido, lo cual
tiene que ver con la baja institucionalización de las reglas del juego político(que
fue insuficiente en la constitución de 1991 y también en la reforma de 2003) y
con las características del clientelismo que siempre producen competencia
entre facciones, y entre nuevos jefes y “caciques tradicionales”, es decir, que
en el periodo de los setenta y ochenta lo que caracteriza a los partidos
colombianos es esa doble vía entre fracciones nacionales, que dirige un líder
fuerte a nivel nacional, que por lo general agrupa a una parte importante de
congresistas, y de políticos a nivel departamental y local(creando una
estructura piramidal de lealtades; esquema clientelista), y facciones
subnacionales, que son maquinarias políticas, que están dirigidas por un
“patrón” o “cacique”, que maneja una red clientelista, con sus sub-jefes y
clientes, que por lo general tienen un alto grado de autonomía con respecto al
cuadro central del partido, pero que se beneficia del prestigio(y los votos) que
conlleva pertenecer a el; esto produce una situación interesante, que supera el
marco teórico ofrecido por Michels, por un lado se fortalecen los liderazgos de
élite en el cuadro central del partido, y por otro se subdivide en pequeños
8
Duque Daza, Javier (2006) Partidos Divididos, dirigencia fragmentada. Los partidos
liberal y conservador colombianos 1974-2006, en: Revista de Ciencias Sociales
Convergencia, núm. 41. México: UAEM, pp. 175.
9
Ibíd., pp. 177.
grupos semi-autonomos, que a su vez reproducen la estructura piramidal en el
nivel local, es decir, que esta división de poder en los partidos, no conlleva a
una democratización de los mismos, sino al fortalecimiento de una estructura
de poder vertical, en el cual los votantes son clientes, y no sujetos políticos
capaces de influir en las decisiones políticas que toman sus “representantes”.

LA CONSTITUCIÓN DE 1991 Y LA TRANSFORMACIÓN DEL PANORAMA


POLÍTICO

La revista Análisis Político dedicó varios artículos a lo que se denomino la


“supercrisis”, especialmente en su número 08 de 1989, donde se cuestionaba
entre otras cosas la reforma constitucional que quiso hacer Barco, y su
declaratoria de guerra contra el narcotráfico, menciono esto, por que es en este
contexto que se enmarca la constituyente de 1991; durante finales de los
setenta y la década de los ochenta la violencia creció de forma alarmante,
debido en buena parte al auge del narcotráfico, tal como lo señala Pecaut en
Presente, pasado y futuro de la violencia en Colombia, denominándolo un
“disparador” de violencia y de una cantidad de delitos, incluyendo los que
tienen que ver con corrupción política, el sistema político sufría una fuerte crisis
de legitimidad, reconocida por intelectuales y juristas, por razones que también
señala Pecaut cuando dice “No son solamente las estructuras políticas las que
se desploman: es la política la que deja de poder ejercer su función
instituyente, es la "sociedad civil" la que es reducida a no ser sino una sociedad
civil en armas, es la "puesta en sentido" de lo social la que es bruscamente
interrumpida”10, haciendo referencia a las causas del elevado abstencionismo
político en las elecciones anteriores a la constituyente, entre ellas la elevada
fragmentación de la política, el clientelismo y la descentralización(en 1988
empieza la elección popular de alcaldes), sino como causa de la recrudecida
violencia, que como el dice, estaba “un poco en todas partes”, y que lleva a que
la gente pierda los puntos de referencia políticos, es decir, al desencanto con
los partidos tradicionales, y con la política en general, dicho simplemente por el
mismo, “donde la violencia reina, la política tiende a perder toda pertinencia”, lo
que a su vez hace que el estatus de los partidos decaiga, pero paradójicamente
esto no afecta su posición de poder(en este periodo liberales y conservadores
siguen siendo prácticamente los únicos partidos en Colombia, y se siguen
turnando la presidencia, y acaparando la mayoría de votos en el congreso). En
En este marco de narcotráfico, violencia, crisis de legitimidad, fragmentación
política, y crisis económica (aunque no tan fuerte como la de otros países
latinoamericanos, gracias en buena parte al narcotráfico, según señala Pecaut),
-y a esto súmesele el asesinato de Luis Carlos Galán, Jaime Pardo Leal,
Bernardo Jaramillo y Carlos Pizarro(en un país donde los grupos armados y el
narcotráfico deciden las elecciones asesinando a los candidatos a la
presidencia, puede haber todo menos legitimidad)-es que se da en primer lugar
10
Pecaut, Daniel (1997) Presente, Pasado y Futuro de la Violencia en Colombia, en:
Revista Análisis Político. Bogotá: IEPRI, pp. 39.
la iniciativa de reforma constitucional de Barco y luego el proceso que termina
con la constituyente, entonces para analizar como esta afecto a los partidos
políticos tradicionales, vamos a mirar primero algunos aspectos sobre la
constituyente, y luego como la reforma constitucional modifico la estructura de
los partidos, con una creciente tendencia a la fragmentación y faccionalización,
e iniciando con la presidencia de Uribe, un periodo en el que el panorama
político se reestructura por completo, y los partidos tradicionales pierden su
hegemonía.

La constituyente de 1991 tiene características particulares que merecen ser


analizadas, entre estas, que a diferencia del plebiscito de 1957 que fue
convocado por la junta militar, y en el cual se estableció un fuerte “compromiso
previo”, mediante el cual solo el congreso quedaba en adelante facultado para
modificar la constitución, en la de 1991, como señala Hernando Valencia Villa,
en su artículo El Constituyente de 1990 y la Constituyente de 1991, en esta el
pueblo se convoca a sí mismo y la corte sanciona favorablemente, la voluntad
del poder constituyente, haciendo uso de eso que Valencia Villa, llama la
interpretación sociológica o contextual, en contraposición a la interpretación
exegética, que está más asociada al positivismo jurídico(Kelsen), y teniendo en
cuenta que las constituciones no son simplemente normas abstractas, que
también son políticas, y que pueden influir en el desarrollo político y social de
un país; el autor pone en su texto la declaración de mediante la cual la corte da
vía libre a la constituyente, en la cual ellos dicen que no van a obstaculizar el
camino hacia la paz, ya que consideran que la constitución puede ser un primer
paso para alcanzar ese objetivo, en esto también se puede ver la influencia de
la teoría política moderna(Bobbio, Elster), que consideran la constitución como
un tratado de paz, en el marco conflictivo que es la política de cualquier país, y
este criterio aplica especialmente para Colombia, y para países con un conflicto
armado de intensidad similar.

Fueron varios los cambios que se operaron con la descentralización, que


podría fecharse en 1988 con la elección popular de alcaldes, y que concretó la
constitución de 1991. En primer lugar se redimensiona lo local y lo
departamental con la elección de alcaldes y gobernadores, lo cual libera cargos
públicos del control de las directivas nacionales de los partidos, permitiendo y
propiciando, que sean los jefes locales, sus sub-jefes y tenientes(los que
realizan el trabajo operativo), los que influyan en estas elecciones, y que se
pierda esa negociación que existía antes entre los grandes líderes nacionales y
los locales, para las designaciones, y que fortalecían los lazos entre el nivel
nacional y subnacional de los partidos. Antes de seguir con los cambios
propiciados por la constitución de 1991, es importante decir que el narcotráfico
además de las cosas mencionadas anteriormente, también contribuye con sus
recursos a “bajar las barreras de entrada a la política, propiciando nuevos
liderazgos, con rápida movilidad ascendente y resultados a corto plazo”11, es
decir que a los recursos tradicionales del clientelismo, que por lo general son
apropiados del presupuesto público, se le suman los enormes caudales del
dinero del narcotráfico, que permitieron que por ejemplo, Pablo Escobar fuera
elegido senador(suplente, pero senador al fin y al cabo), y que la fragmentación
de los partidos tradicionales fuera imparable.

Otros cambios importantes con la constitución de 1991 son los siguientes(todos


apuntan a fragmentación y crisis de los partidos tradicionales, cosa de la que
intentaré dar una valoración al final), uno, se impide la acumulación de
mandatos, es decir, una sola persona no puede ser diputado departamental y a
la vez concejal, lo cual crea otros espacios para que la competencia electoral
se amplíe, dos, se separan las elecciones nacionales de las nacionales, con lo
cual los congresistas ya no pueden amarrar sus votos, consiguiendo al mismo
tiempo votos de congreso para ellos y votos en departamentos y municipios
para los jefes de las redes clientelistas, esto se elimina, lo cual lleva a que los
jefes regionales y locales se independicen más de la dirección del partido, tres,
se introduce la circunscripción nacional, con lo cual pequeños movimientos que
antes de 1991 no tenían ninguna opción, pueden aspirar a obtener escaños, y
quinto, se introduce, aunque de forma incompleta y tal vez mal planteada, el
problema de la financiación de los partidos políticos, disponiendo que el
gobierno financiaría las campañas, según la cantidad de votos obtenidos, lo
cual tiene consecuencias difusas, por un lado incentiva la presentación de
candidatos independientes, lo cual puede ser una fuente de renovación de la
política, pero por otro, puede dar lugar a nuevas redes clientelistas, además de
que no resuelve dos problemas centrales, los limites a la financiación de los
partidos(volveremos adelante sobre la reforma política de 2003) y la
financiación de los partidos cuando no están en campaña, es decir, en su
funcionamiento cotidiano, y pues ante la ausencia de financiamiento estatal
para fortalecer los partidos, y limitada únicamente a la coyuntura electoral, la
persistencia de las redes clientelistas, y el narcotráfico, el financiamiento de los
partidos se convierte en el talón de Aquiles de la constitución de
1991(demostrado con el proceso 8000 y la parapolítica).

La constitución de 1991 sin duda modificó el panorama político, en dos


sentidos, uno hasta el momento casi en su totalidad discursivo y el otro con
efectos muy prácticos. El primero es la democracia participativa a través de
diferentes mecanismos establecidos en el titulo IV de la constitución,
incluyendo la revocatoria del mandato (mal utilizado o mal planeado por que
hasta el momento no ha triunfado ninguna iniciativa) y el fortalecimiento
organizaciones de base y movimientos sociales para que puedan ampliar su
participación, tal como se señala en el artículo 103, y que ha posibilitado cosas
como la elaboración “democrática” de los planes de desarrollo locales(cabe

11
Op. Cit. Partidos Divididos, dirigencia fragmentada…pp.190.
mencionar que los mecanismos de participación ciudadana fueron
reglamentados hasta 1994), además de la posibilidad de elaborar consultas
internas, en un intento por democratizar los partidos, ahora bien, los resultados
de esta reforma son incipientes, y no hace falta más que ver los escándalos por
compra de votos en las recientes elecciones, para ver que una constitución por
democrática que sea, por si sola, no resuelve nada, que hace falta que el
estado tenga la disposición y la fuerza para aplicar las reformas en ella
contenidas(un poco en el sentido de la crítica que hacia Schmitt a la
constitución de Weimar), y no garantiza que la representación política no sea
tan elitista, es decir, que las masas pasen de ser “objetos de solicitación”, a ser
sujetos políticos, que cumplan deberes y a los cuales se les garanticen sus
derechos.

El segundo cambio que propició la constitución fue una transformación muy


importante de la estructura de los partidos tradicionales, y de sus opciones de
poder, algunos de los cuales ya señalamos, pero con el fin de concretar
podemos decir varias cosas, varios dirigentes regionales, que lograron escaños
en el congreso, se insertan en la dirección nacional del partido, o en los cargos
públicos ofrecidos por el ejecutivo (ministerios por ej.), es decir, que la
tradicional élite de los partidos es desplazada poco a poco, así mismo, la falta
de control sobre los movimientos que surgen al interior de los partidos, hace
que surjan partidos dentro de partidos(esto ya venía de antes pero se hace
más fuerte en este periodo), que tienen su propia personería jurídica, redes
clientelistas, financiación, y que igual siguen bajo la etiqueta del partido
tradicional(Movimiento Nacional Progresista, Movimiento Nueva Colombia, etc.,
con Uribe en 2002 se amplían por montones), lo cual equivale a una doble
militancia que la constitución, hasta la reforma política de 2003, no sanciona; es
decir que los grandes partidos de antaño, divididos en tres o cuatro fracciones,
que bien o mal controlaban a sus redes departamentales y locales, se
convierten en una etiqueta bajo la cual se agrupan una cantidad de
grupúsculos con personería jurídica, que tienen sus propios intereses y
financiación, y que fácilmente pueden independizarse, pues sus bases locales
son manejadas por ellos, sin necesidad de depender del partido, aunque no se
separan de el, pues a pesar de todo, pertenecer a un partido como el liberal o
el conservador sigue siendo un símbolo de prestigio, o bueno, eso se mantuvo
así, hasta que Uribe presentó su candidatura como disidente del partido liberal,
y muchos de los movimientos de este partido se separaron y se unieron en el
respaldo a su candidatura, entre los cuales tenemos a Cambio Radical,
Colombia Siempre, Voluntad Popular y Movimiento sin Corrupción Colombia,
que después terminaron agrupados bajo el nombre de Cambio Radical,
además de Alternativa de Avanzada Social(unido con Equipo Colombia), entre
otros, y del partido conservador Equipo Colombia, Movimiento Nacional y
Conservatismo Independiente. Es de notar que Uribe se lanzó en 2002 por un
movimiento llamado Primero Colombia, que fue el que avalo su candidatura, y
que no tuvo ninguna actividad política hasta las elecciones de 2006(no tenía
militantes ni representación en congreso).

Con la constitución de 1991 se abren varios caminos, en el sistema político,


con consecuencias ambiguas, en primer lugar se puede decir que contribuye a
la ruptura de la hegemonía del bipartidismo (descentralización que es uno de
los factores que permite la aparición de múltiples movimientos que después se
independizan), que fue la estructura organizativa de nuestro sistema político
hasta hace muy poco, aunque todavía no desaparece del todo, transforma
muchas reglas de juego, que minan la estabilidad de la estructura piramidal fija
que existía en la década de los setenta y ochenta, con el liderazgo de las
fracciones partidistas por parte de expresidentes y lideres fuertes, y que
posibilitan la creación de múltiples movimientos-es decir, el aumento del
fraccionalismo y el faccionalismo-que pueden actuar de forma independiente al
partido, no regula adecuadamente la financiación y la doble militancia, lo que
también contribuye al fraccionamiento de los partidos tradicionales, incluye
reformas democráticas que no son implementadas completamente, por la
debilidad y precariedad del estado, y su consecuencia directa que es el
clientelismo, que es la forma en que se siguen articulando en Colombia el
pueblo y el estado; es decir que son otros, y no el estado, los que en buena
medida cumplen las funciones de este, en un contexto así una mejora del
sistema de representación, y el inicio de una democracia participativa son muy
difíciles de crear, por más buenas intenciones que tuvieran los constituyentes.

Uno podría decir, si no conociera un poco la situación colombiana, que la


multiplicación de movimientos desligados de los partidos, es una muestra de
democratización, celebrando tal vez la ruptura del bipartidismo, pero lo que
podemos ver es que estos movimientos, que se hacen llamar partidos, no lo
son, que son simplemente empresas electorales, asociaciones de intereses a
corto plazo, para obtener cuotas burocráticas, contratos y demás prebendas, o
para usar el termino de Weber, “partidos de patronazgo”, que funcionan con
los mismos criterios de interés a corto plazo de los partidos tradicionales, que si
se separaron fue por que lograron la autonomía suficiente para manejar sus
propias redes políticas, y no por que pretendan ser una alternativa renovadora
de la política colombiana.

Ahora bien, aunque la circunscripción nacional ha sido cuestionada por


muchos, tiene un elemento interesante, y es que pequeños movimientos, que
no necesariamente están ligados a las maquinarias electores, pueden llegar a
obtener escaños en el congreso, y esto es sano para una democracia, siempre
y cuando existan reglas claras, y mecanismos para hacerlas cumplir, en el
sentido de que existan garantías de la seriedad y de la financiación de los
partidos o movimientos que presenten candidatos, en este sentido la reforma
de 2003 tiene elementos interesantes, aunque se queda corta en la
financiación y las sanciones a congresistas que tengan alianzas con grupos al
margen de la ley(por presiones de los partidos que tenían miembros
involucrados y no les convenía hacer una reforma más profunda). Esta reforma
prohíbe la doble militancia, es decir que los movimientos que actuaban de
forma independiente, pero igual mantenían la etiqueta del partido, están
forzados o a desaparecer, o a separarse completamente, se establece un
umbral mínimo del 2%(sigue la discusión sobre si debiera ser más alto), se
establecen las listas únicas por partido, en lugar de los múltiples avales que
existían antes; esta reforma beneficia por mucho a los movimientos que se
separaron y apoyaron a Uribe, y que se constituyeron en
“partidos”(formalmente), pero también pone una claridad en cuanto a la
disciplina de partido, pero igual el transfuguismo sigue siendo un fenómeno
importante, además de eso, como ya mencionábamos, las regulaciones sobre
financiación siguen siendo insuficientes(se vio en estas elecciones), y hace
falta todavía una legislación clara sobre los nexos de congresistas y grupos
ilegales, por que mientras la política siga siendo financiada y apoyada por estos
grupos, será muy complicado que los anhelos participativos de la constitución
se hagan realidad, pero pues esto ya es un problema más complejo, que
sobrepasa la misma regulación sobre financiación, y apunta a problemas que
los constitucionalistas tenían en mente, como el enorme poder del narcotráfico,
el fortalecimiento y presencia del estado(no solo en lo militar, sino en lo
institucional), las inequidades sociales y la garantía de derechos a la población,
para lo cual todavía se ve un camino largo, y bastante difícil; a modo de
conclusión, los partidos tradicionales no están acabados, pero han perdido la
hegemonía que solían tener, nuevos movimientos de dudoso origen y
financiación, y de estabilidad precaria, han adquirido un enorme poder, y en
este marco apareció un “líder carismático”, que contribuyo aun más, a difuminar
los partidos tradicionales,(en lugar de la democratización de los partidos, el
líder carismático de Michels); pero también hay cosas interesantes que han
sucedido desde 1991, un partido de izquierda, agrupo a una cantidad de
movimientos de esta corriente política, llegando a obtener resultados
importantes(dos alcaldías de Bogotá, y segundo lugar en las pasadas
elecciones), hicieron su aparición los anti-políticos como Mockus, y pues en
últimas el resquebrajamiento del bipartidismo, a largo plazo, puede tener
efectos positivos, si se dan las condiciones para que partidos democratizados,
estables, con una ideología clara, hagan su aparición en el plano nacional.

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