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LA CIUDAD DE LOS CÉSARES

1. El Indio y su Perro
Tarde de noviembre. Río Sin Nombre, cerca de la desembocadura
del Pacífico. El perro y el amo parecían vigilar las entradas de los
estrechos que allí forman las islas de los archipiélagos. Atrás hay cerros
nevados y tierras vírgenes. Viento y soledad. Hombre: alto, rostro
moreno, cara color aceituna pálido, pelo negro lacio y recio, ojos negros,
nariz ancha, pómulos salientes, boca y labios gruesos. Uno de los
últimos onas (raza que antiguamente pobló la Tierra del Fuego). Lleva
pantalón y chaqueta pana amarilla, altas botas, pañuelo en cabeza,
carabina al hombro y machete. Perro: parecía un lobo y un zorro… esa
es la raza de los perros fueguinos (ya casi extinguidos). El perro se
llama Indio.

2. La Infancia de Onaisín
Nació una mañana de enero en Onayusha (que queda en la costa de los
onas, en Tierra del Fuego, en los márgenes del canal Beagle). Su padre,
Tlescaia (casi 2 metros, musculoso, agilísimo, muy mal carácter),
estaba cazando al interior cuando nació Onaisín. La madre es una mujer
obscura y flaca. Viven en una choza miserable. A Tlescaia no le hizo
gracia el nacimiento de un nuevo hijo porque ya tenía 3 hijos, 4 perros y
una mujer que alimentar. La caza cada día era más difícil porque los
hombres blancos aumentaban y se apoderaban de tierras y animales,
robaban al indio (incluso a mujeres e hijos) y los empujaban más allá del
Canal Beagle, hacia las islas cercanas Cabo de Hornos o a las desoladas
islas de la salida oeste del Cabo de Hornos.
A los 15 días: Tlescaia sumergió a la guagua desnuda en el agua
(ceremonia purificadora en que Onaisín queda incorporado a la vida
social de la isla). La madre y las amigas le enseñan la lengua ona.
Niño 5 años: creencia ona: por el hecho de ser hombre es muy superior
a la propia madre. Empezó a aprender de la dura vida indígena a cargo
del abuelo  manejo arco y flecha. Después de matar su primera
avutarda, viene la 2ª fase de aprendizaje: acompañar hombres por
veredas del bosque y senderos de la costa  para que se acostumbre a
las largas caminatas.
Tlescaia sólo se fijó en Onaisín cuando vio que podía alimentarse por sí
solo y no necesitaba ayuda para prosperar. Ahí viene la 3ª fase: caza
del guanaco, lo cual requiere de mucha destreza. A los 7 años Onaisín
tiene el cuerpo como un alerce joven, elástico, esbelto y lleno de vigor.
A veces es alabado por Tlescaia.

3. Llegan los blancos


Fondeó barco cerca de su casa. Onaisín los saluda golpeándose el
pecho (costumbre ona) y tratándolos de amigo. Un hombre se burla de
su desplante y para divertirse dispara su fusil junto a la oreja de Onaisín
(sólo le produjo extrañeza y asombro, pero no miedo). Onaisín les
mostró vertientes con agua. Después lo subieron al barco, donde el
capitán. De su padre sabía decir: Cristiano, no good. Comió y volvió feliz
a tierra porque le regalaron una cuchara. El consejo decidió esconder a
las mujeres y niños en los bosques. Prepararon los arcos y las flechas.
Al día siguiente el buque estaba en la bahía. Indios escondidos en la
selva. Era un barco explorador de la región fueguina  su misión era
elaborar mapas de las costas. Los oficiales y los marinos eran pacíficos.
Onaisín se acerca a ellos y le regalan un botón dorado, carne y fósforos.
Tlescaia le quita todo a Onaisín y empieza a pedir cosas (hasta el barco).
Tres días después el barco se va. Tlescaia vende a Onaisín (piensa
que igual tiene 3 hijos más) a cambio de un cuchillo, 1 paquete de
tabaco, 2 botellas de aguardiente y una cinta roja. Onaisín y su madre
sienten pena.

4. Las primeras aventuras de Onaisín


Lo bañan, le cortan el pelo y lo visten. Aceptó entusiasmado, pero
se demoró en aceptar los zapatos. La tripulación le enseña el idioma.
Debido a sus escasos conocimientos sus trabajos son servir al capitán
(Alberto, autoridad) y al cocinero (Andrés, alimentación). Para Onaisín
ellos son dioses. En Punta Arenas es bautizado como Onaisín Errázuriz
(Errázuriz era el apellido del presidente de Chile).
Poco después murió el cocinero, el capitán pasó a desempeñar
funciones del gobierno y casi toda la tripulación fue renovada. Nuevo
cocinero cruel (no le da comida ni lo deja que entre a la cocina). Onaisín
comprende mediante el sufrimiento físico y moral que no todos los
hombres son iguales. Se resignó tratando de ser complaciente. Lo
malean y Onaisín ingenuamente sigue los malos ejemplos de los
marineros. El cocinero le enseña a tomar y a robar. En Punta Arenas se
dedicaban a perseguir a los borrachos. Onaisín, como era el más fuerte,
lo sujetaba, y los demás le robaban. Así fue como una noche aparece un
nuevo dios para Onaisín.

5. Onaisín tiene otro amo


Mala suerte esa noche porque no habían ebrios. Un hombre
tropezó, creyeron que estaba borracho, Onaisín lo pesó, pero el hombre
de un puñetazo lo lanza contra la pared. Acento inglés y le dice ¿qué
quieres amiguito? Entiende que el nombre de Onaisín tiene que ver con
su tierra. Lo perdona. Onaisín le pide que lo lleve consigo. Sam
Cocktail/Ricardo Stewart es marino y sabe que Onaisín tiene que
aprender lo que es la confianza. No se separarían más. Ricardo nació
en las islas Malvinas (padre: ballenero inglés, madre: francesa
establecida en la isla), alrededor 40 años, vive en Punta Arenas. Tiene
un hijo de la edad de Onaisín (Enrique) y un perro fueguino.
Onaisín, 15 años, hombre de confianza, sirviente, compañero de
Ricardo. Onaisín le enseña todo lo que sabe al hijo de Ricardo. Su lema
era la confianza, mal humor, feliz de haberlo rescatado calle, hombre
franc, recto y noble. Sin embargo, su trabajo era poco noble. Aunque
estaba prohibido, cazaba lobos. Pero en su cutter (barco pequeño) iba a
acechar a los barcos que se iban por el Cabo de Hornos y no por el
Estrecho de Magallanes. En la noche, en las islas rocosas Wollaston
prendía y apagaba fuegos, los marinos desconcertados pensaban que
era un faro, chocaban contra las rocas y naufragaban. Saqueaban los
barcos que habían naufragado. Profesión poco honorable. Pocos
años después que Onaisín estaba con él, un guardacostas los
sorprendió, hundió el cutter, Ricardo se ahogó y Onaisín apoyado por el
perro se salvó. A pie cruza Tierra del Fuego, cruza en bote frente a
Punta Arenas y llega ante el hijo de Ricardo que lo recibe llorando.

6. El cutter “Sam Cocktail”


Apareció un cutter en la desembocadura del río. Los tripulantes
eran Enrique (hijo de Ricardo, rubio, tostado, bigote y barba corta, ojos
verdes, alto, casi delgado, su lema también era confianza. Bondad,
energía, carácter  aprendidos de su padre), Smith, Queltehue y otro
hombre (Ricardo Hernández  cara pálida y enérgica). Indio es cariñoso
con ellos. Mucho afecto entre Enrique y Onaisín.

7. Los tripulantes del “Sam Cocktail”


A Enrique su padre le dejó una casa en Punta Arenas, un montón de
pepitas de oro, algo de dinero y el prestigio de su nombre. 18 años:
decide trabajar. Smith (que había sido socio de Ricardo, le propone
asociarse para negociar cueros, oro, maderas y pieles. Smith tenía un
cutter, “El Petrel”. Onaisín se asocia con ellos y el cutter pasa a llmarse
“Sam Cocktail” Smith: vigorozo, faz roja, anchas espaldas, barba
dorada, piernas firmes, de origen inglés, pero su nacionalidad era
indefinida. Nació en las Malvinas, padre inglés, madre española, pero
ahora islas Malvinas eran inglesas. Desde chico amigo de Ricardo, sólo
una pelea por la madre de Enrique. Queltehue: estupendo cocinero,
siempre hambriento, muy alto y flaquísimo, pelo colorín y cara huesuda.
La ropa siempre le quedaba corta. Caminaba como un queltehue, por
eso tenía ese apodo. Ricardo Hernández: nadie lo conocía, pelo
castaño, liso y muy corto, bajo, delgado, ágil. Se ofreció como socio y
aportó dinero. Sólo sabían que era español, pero nada de su vida
pasada.

8. El derrotero
Onaisín era taciturno (reservado) en presencia de extraños.
Partirían pasado mañana, Onaisín iría delante. Van en búsqueda de
fortuna.

9. Candelario Campillay
Hablan del derrotero: 15 años atrás en Tierra del Fuego
explotaban los lavaderos de oro, vino del norte un minero llamado
Candelario Campillay. Tenía unas minas en Copiapó, pero muy lejanas
unas de otras y producían poco. No tenía plata para explotarlas y creyó
que en Tierra del fuego encontraría el dinero que necesitaba. Se
hicieron grandes amigos con Enrique. Exploró el Río Sin Nombre y
encontraron oro para compensar el viaje. Se enfermó, lo llevaron al
norte y murió, pero le escribió a Enrique dándole instrucciones donde
habría de encontrar oro y platino. Llevan caballos. Smith es el jefe del
grupo, Enrique el director de ruta, Queltehue el jefe de alimentación,
Onaisín, el guía, y Ricardo Hernández, el consejero. El perro, Indio, era
el guardia y proveedor de la caza fresca.

10. ¡Andando!
Enrique y Onaisín iban por la orilla derecha del río, Hernández y
Queltehue arreaban los caballos por la izquierda y Smith iba navegando
por el río. Onaisín pronto dejó a los demás atrás y desde lo profundo de
un bosque oyó un ladrido  presencia del hombre. 4 hrs después
oyeron disparos, lo que significaba que tenían que volver. No
encontraron rastro de hombres. Comieron.

11. Habilidades de Indio


Como llevaban varios días comiendo vegetales, quieren comer
carne. “¡busca, busca! Significaba que Indio tenía que cazar. Cazó un
ganso y un cisne pero después se internó en el bosque. Pasó mucho
rato y al final cazó un venado. Como está envejeciendo, quieren
encontrarle una perra para que Indio deje descendencia.

12. El indio Santiago


Este indio, que era yagán o alacalufe, tenía una gran crianza de
perros fueguinos. Tuvo un perro que se lo trataron de robar, pero el
perro saltó del barco y volvió donde Santiago. Con esto a Santiago se le
ocurrió ganarse la vida con sus perros. Amaestraba a los perros,
“vendía” un perro, el perro le hacía gracias al nuevo dueño, pero pronto
volvía donde Santiago. Enrique conocía la treta, le dieron a Santiago
aguardiente, ropa, pan, cuchillos… amarraron a la perra, que nunca
pudo devolverse. De ese perro Indio y de esta perra nació el perro que
ustedes ven.

13. Onaisín se divierte


Queltehue provoca a Onaisín para que lo pille. Finalmente, Indio
hace que se caiga y todos se ríen con el juego.

14. Cambia el paisaje


Marcharon varios días, hasta que un día Onaisín estuvo todo el día
fuera (los demás estaban preocupados porque no volvió a pesar de los
disparos que le hicieron). Dijo que más allá el bosque empezaba a
aclararse y que posiblemente terminaría la selva. Suaves lomajes y
luego montañas cubiertas de nieve. Se veían pequeños valles y arroyos.
El río se ensancha y según lo dicho por Campillay, había que tomar el
sur. Según enrique, Candelario encontró oro a orillas de ese río. Onaisín
exploró y encontró la casucha donde estuvo Candelario. Trajo una
botella que tenía un mensaje: que el oro tenía que encontrarse hacia el
sur, `pegado a la cordillera, pero que tuvieran cuidado porque habían
indios., ¡cuidado1 Quedaron sorprendidos porque creían que en esa
zona no habían indios. Igual dicen que son mineros y no conquistadores.
Celebran un consejo (reunión).

15. El consejo
Recuerdan que siguen las instrucciones de Candelario y que dice
que en esa parte del río es muy poco el oro que hay. Todos, menos
Onaisín son de la idea de seguir adelante sin hacer caso de la
advertencia de que hay indios no saben si todavía hay, si son bravos,
etc  se conforman pensando que son inteligentes y van bien armados).
Onaisín al final acepta. Él irá un día de camino antes que el resto y
mediante señales de fuego les indicará la ruta o si hay peligro. Los
demás lo irán siguiendo y caminarán de noche si es necesario. Debe ir
pegado a la cordillera examinando arroyos y ríos.

16. En busca de lo desconocido


No hubo novedades durante varios días: Onaisín prendía la fogata,
ellos prendían otra. Sin embargo, un día la fogata era distinta, parecía
un faro que se prendía y se apagaba. Se dan cuenta que Onaisín les
dice que algo ha visto o encontrado. Si no se enciende la fogata
significa peligro. Al día siguiente encuentran un trapo blanco que
indicaba que ahí había oro. Esa noche nuevamente se encendió una
fogata como faro. A la noche siguiente Onaisín no encendió fogata, lo
cual indica peligro. Enrique y Hernández partieron en busca de Onaisín,
pero como no encendieron fuego, Queltehue y Smith parten a buscarlos
también.

SEGUNDA PARTE
1. Que pretende ser histórico
Hace más de trescientos años, en un mes de enero, una armada
española de 4 naves llega a conquistar la Patagonia y el Estrecho, en el
Cabo Vírgenes. Un espantoso temporal hizo naufragar a la nave
capitana y a otra. Las otras dos naves no pudieron ayudarles. Eran sus
300 hombres, mujeres y niños que llegaron a tierra (habían indios) e
inútilmente esperaron ayuda. Sacaron lo que pudieron de las naves y
se internaron en la tierra a colonizar. Los indios iban tras ellos. Tenían
una relación de amistad con los indios y los españoles siempre pensaban
que serían auxiliados por otros españoles. Decidieron buscar una ciudad
española y se la pasaron en eso días de días. Se produjo un sentido de
fraternidad entre los españoles y estos indios que tenían que defenderse
de los indios más bravos por eso decidieron no separarse. Decidieron
buscar una región para fundar un pueblo. Así, Fray Francisco de la
Rivera, comendador de Burgos, fundó con el nombre de “La Ciudad
de los Españoles Perdidos” la actual “CIUDAD DE LOS CÉSARES”.

2. La Ciudad de los Césares


Cerca de ese valle vivían los indios chíchares (muy altos y mansos)
y con el tiempo fueron absorbidos por los patagones. A la entrada de
otro valle más alto moraban otros indios mansos que fueron los que le
contaron a aventureros blancos de la ciudad de los chíchares o césares
 casas, siembras y árboles, muchos animales domésticos y
herramientas; la tierra era buena y el clima soportable. La ciudad
creció.
Por los cuentos de indios (mentirosos ), soldados, frailes y
aventureros trataron de encontrar esta ciudad, pero nunca la hallaron.
Así la ciudad de los Césares pudo prosperar y seguir desarrollándose.

3. Vóltel
Este indio era más fornido que Onaisín y vio las fogatas durante
varios días, lo cual le produjo asombro ya que eso significaba que el
hombre estaba por ahí. También vio el trapo blanco que dejo Onaisín y
se dio cuenta que se trataba de buscadores de oro. Vio cómo Onaisín e
Indio caminaban sin parecer tener mayor apuro, hasta que se internaban
en el bosque que quedaba bajo la montaña que vigilaba Uóltel. Uóltel
recogió su arco y su flecha y partió.

4. ¡Extranjero!
Aun cuando Onaisín ya había descubierto dónde había oro, le
desconcertaban las palabras de Candelario que decían que habían
indios, siendo que no se había topado con ninguno. Por curiosidad
decidió explorar el bosque que se veía hacia la cordillera. Encontró
pisadas (de unos pies bastante grandes). Una flecha fue a dar con un
tronco y recordó que era como las flechas que usó en su infancia y que
su padre el ona Tlescaia hacía. La flecha había sido disparada dos o tres
minutos antes y eran una advertencia, de lo contrario lo habrían matado
nomás. Igual decidió seguir buscando la huella. Indio iba adelante. Se
sintió observado y se sorprendió cuando una voz le dijo ¡extranjero!
Quien había hablado estaba semidesnudo, descalzo y era alto y moreno.
Le impresionó el rostro del indio ya que le recordaba muchos rostros de
su infancia. Los dos indios estaban sorprendidos e Indio pareció
encontrar cierto parecido entre este indio y Onaisín. Conversan y Uóltel
se da cuenta que Onaisín nunca había escuchado de la Ciudad de los
Césares (de la cual él es un guardián), preguntó por qué los hombres
buscaban oro y para qué les servía) Conversan en plano de amistad.
Uóltel lanzó flecha contra el árbol (punta de oro) con el fin de poder
conocer a Onaisín. Uóltel le preguntó si había nacido en tierras del
Estrecho de Magallanes (no lo conoce, pero sabe que existe). Quedaron
en verse al día siguiente en ese mismo lugar. Uóltel le pide que no diga
nada a los demás, pero Onaisín le dice que eso es muy poco probable.

5. ¡Prisioneros!
Onaisín quedó muy extrañado ante este indio que hasta sabía
inglés.
No quiso ni seguirle los pasos. Se sorprendió que hubiera una ciudad,
oro, y otros objetos. Pensó si Uóltel estaría bromeando. Pensaba en lo
que se sorprendería Smith (que decía conocer todo el mundo). Esa
noche encendió una fogata que decía que había novedad. Despertó
cuando sintió que lo amarraban, le vendaban los ojos y a Uóltel que le
decía que no le harían daño y que lo llevarían con ellos. Lo llevaron en
una especie de camilla  atravesaron un lago en balsa, anduvieron
como 1 hora por una gruta subterránea y luego salieron al aire libre.
Todos iban callados. Vio que estaban en la falda de una montaña a cuyo
pie lejos brillaban luces (la Ciudad de los Césares). Uóltel le dice que
quiere mostrarle la ciudad, que no huya ni tenga susto; le aclara que
tampoco lo trae como prisionero, sino que no quiere que vea por donde
lo llevan. Le habían quitado la carabina. Uóltel tiene orden de llevar a la
ciudad a los extranjeros que encuentre, le dice que cuando quiera lo
pueden devolver donde estaba y que al día siguiente pueden volver a
conversar como amigos. Era de noche y a Onaisín le preocupaba que
sus compañeros no fueran a ver alguna fogata suya. Empieza a
amanecer.
Lo llevan a una casa y el hombre se sorprende que Onaisín tenga
rasgos indios. A Onaisín le pasa lo mismo con este rostro moreno
aindiado. Le muestra una cama, silla, ropa y agua  atenderlo bien.
Quedó muy sorprendido cuando el hombre le preguntó si traía algún
libro (no lo traía) y le explicó que ahí todos sabían leer. En esa pieza
todo era de oro. Se durmió pensando qué dirían los demás si supieran
donde estaba.
6. Onaisín se entera
Onaisín descansó, pero tenía mala cara porque esta aventura en
que se había metido empezaba a fastidiarle. Uóltel le recuerda lo dicho
el día anterior: que cuando quiera puede volver, que no lo trajo como
prisionero, que es muy pronto para que se vaya. Onaisín le dice que
está preocupado por sus amigos y Uóltel le dice que los verá ahí mismo
y que nada les pasará. Uóltel explica que los habitantes de la Ciudad de
los Césares necesitan de los extranjeros por los conocimientos que estos
traen (por el aislamiento son ignorantes); por eso valoran tanto al
extranjero. Onaisín dice que como él es un indio no tiene mucho que
enseñar, pero Uóltel le explica que cualquier cosa que Onaisín sepa que
ellos no saben sería bueno para ellos.
Uóltel le dice que le contará la historia de la Ciudad de los Césares.
Onaisín está de mal humor por no saber dónde está. Uóltel le explica
que viven escondidos porque al principio no podían hacer otra cosa, pero
que ahora lo hacen por el oro. (porque o si no vendrían miles de blancos,
sacarían el oro y los matarían). Cuenta que los blancos que fundaron la
ciudad les enseñaron a labrar la tierra, a trabajar el oro, a tejer… a vivir.
Dice que las cosas están por cambiar porque un hombre blanco
ambicioso llegó y que no ha hecho más que hablarle a los césares
blancos de la opulencia y del lujo que el oro da en otros países.
Convenció a muchos y dos meses atrás pretendieron marcharse. Los
césares negros los tomaron prisioneros y los tienen amenazados, pero
saben que a escondidas preparan irse. El jefe de ellos es María García
de Onares último descendiente de Fernando García de Onares,
fundador de la ciudad. Esa familia siempre ha sido la máxima autoridad
en la ciudad. El último García Onares (Francisco) sólo dejó una hija que
le ha hecho caso a las palabras de Diego Rodríguez (el blanco que les
contó del lujo). Le cuenta que cazadores, buscadores de oro,
exploradores, viajeros, sabios y bandidos han llegado a la ciudad y que
han aprovechado la inteligencia, el consejo y la tenacidad de cada uno
de ellos. Ninguno ha vuelo a salir de la ciudad.
Uóltel comenta que si sus amigos son buscadores de oro
posiblemente tomarán partido por los césares blancos. Onaisín no sabe
qué contestar. Uóltel le recuerda que son amigos. Onaisín tuvo el
presentimiento que sus compañeros influirían de algún modo en la
Ciudad de los Césares.
Problema: césares blancos versus césares negros.

7. Todos apresados
Enrique encuentra las huellas y se da cuenta que las de Uóltel son
de indio porque los indios pisan con los dedos primero. De la misma
manera que Onaisín, Enrique y Hernández fueron tomados prisioneros.
A la mañana siguiente se reúnen con Onaisín (no habían hecho señales
de fuego a Smith y Queltehue). Onaisín le contó lo que sabía de la
ciudad y sus habitantes, pero no nombró el conflicto que tenían. El
césar negro quedó feliz con un diario atrasado y con un libro (La Biblia)
que traía Hernández.

8. Otra vez juntos


Al atardecer llegan Smith y Queltehue. De inmediato los césares
blancos quieren hablar con ellos. Smith había oído hablar de la Ciudad
de los Césares por el chilote Barrientos. Ve a Queltehue que se está
echando una vasija en el bolsillo; cuando ve que es de oro, le dice que
se busque algo más grande. Lo tomó a la chacota y no le dio
importancia que fuera de oro. Estaba asombrado por el hecho de estar
ahí. Salen y se topan con puros césares negros con lanzas, arcos,
flechas y mazos.

9. Los césares blancos


Los llevan a la sala del Consejo de los césares blancos (parece
municipio provinciano el edificio). Eran hombres altos, blancos, rubios,
otros morenos, estupendas barbas y vestidos con túnicas blancas,
costumbre de la ciudad.
Comentan que piensan comprar a los extranjeros dándoles mucho
oro (o si no a encerrarlos). Don Felipe García dice que la marcha puede
ser esa noche o la siguiente y que Diego Rodríguez está advertido y
espera su libertad para ponerse al frente de la gente. Le dice a los
demás que en vez de asistir a las reuniones, parece que todos prefieren
pesar el oro que cada uno se llevará. Felipe García era uno de los que
más oro poseía y eso mismo lo hacía sentirse muy seguro de sí (el oro le
da seguridad). Era el jefe del consejo y descendiente de uno de los
fundadores de la ciudad. Igual los césares blancos les dijeron que nadie
dejaba la ciudad porque o si no la noticia del oro se correría. Los césares
blancos se lanzaban miradas. Como los extranjeros se veían tan
andrajosos, Uóltel temió que serían convencidos por los césares blancos.

10. Mucho discutir


Toma la palabra Smith y le pregunta a Felipe su nombre diciendo
que no está acostumbrado a hablar sin saber el nombre de la persona a
quien le está hablando. Después se presenta como William Smith y dice
que es la primera vez que alguien le dice que debe quedarse en un lugar
sin su consentimiento, que no pretendían entrar en esa ciudad ni sabían
que existía, y que sus compañeros han sido traídos como prisioneros (él
y queltehue pactaron que o se agarraban a tiros o venían como
invitados). Habla Fernando de Villagrán diciendo que los conocimientos
y experiencias que ellos traen son muy útiles y que a cambio ellos les
ofrecen una vida de tranquilidad. Smith dice que él no consentiría
porque ha sido traído casi a la fuerza  y que hará lo imposible por
marcharse. Le preguntan si él es el jefe y Smith dice que cada uno es
libre de expresar lo que quiera. Enrique dice que no es necesario que le
pregunten a los demás puesto que todos tienen la convicción de que han
sido traídos a la fuerza. Hernández concuerda con los demás y les dice
que debieran abrir la ciudad al mundo y que de nada les sirve una
ciudad aislada que está prácticamente muerta, que es de una riqueza
muerta.
Onaisín valerosamente dijo que él estaba dispuesto a unirse a los
césares negros y defenderlos y preguntó a los césares blancos por qué
no decían la verdad. Aclara que si lo dejan irse él no dirá nada de la
ciudad. Felipe García quiere castigar a Onaisín por insolente, pero Indio
sale en su defensa y Queltehue lo amenaza con su carabina (no se la
habían quitado ni a él ni a Smith porque los trajeron como invitados). La
paz estaba quebrada y los césares blancos, algo avergonzados, se
retiraron. Fernando de Villagrán dice que al día siguiente continuarán
con la conversación.
Ellos se ponen a conversar. Smith sugiere que se vayan
llevándose oro también, que las razas indias están destinadas a
desaparecer. Hernández dice que Onaisín toma una actitud indebida ya
que como sirviente debe seguir la opinión de su amo. Enrique le aclara
que Onaisín no es su sirviente sino que su amigo, y que Onaisín no tiene
que seguir la opinión de Enrique porque él hasta el momento no ha
dicho nada. Hernández se disculpa. Con felicidad Uóltel ha visto todo
esto. Los llevan a sus habitaciones, pero pide hablar con Onaisín y
Enrique.

11. Los césares negros


Uóltel dice que ha traído a estos dos extranjeros porque le parece
que están más cerca de ellos. Le pide a Sol de Plata, el más sabio, que
hable. Están es una especie de habitación india, todos semidesnudos.
Onaisín sintió mucha emoción de verlo ya que le pareció ver a uno de los
oscuros dioses de su raza (que agonizaba en los canales magallánicos).
Sol de plata explica la situación y que no permitirán que los blancos se
vayan. Dice que se ha dado cuenta que los blancos no sienten aprecio
por ellos. No quieren correr la misma suerte de los indios de Tierra del
fuego. Aclara que no quiere que se produzca choque entre ellos, pero
que deben dejar de lado toda piedad. Reconoce todo lo que los blancos
les han enseñado. Explica que Sasiulp (= Luz de los Ojos) (nombre que
los césares negros dan a María García) últimamente no ha mostrado
intenciones de querer marcharse, pero que igual hay otros que quieren
irse.
Se paró otro indio, Río Negro, diciendo que él y sus hombres no dejarán
que se marchen. Era el jefe de los guerreros de la Ciudad de los
Césares. Sol de Plata dice que últimamente no han hablado con Sasiulp,
pero que la esperanza está en ellos (los extranjeros). Les dice que si
convencen a los blancos, podrán irse con todas las riquezas que quieran
llevarse. Enrique dice que no sabe lo que sus demás compañeros
opinan, que piensa que Onaisín siente lo mismo que él, pero que no
luchará contra sus compañeros ni los abandonará. Sin embargo, acepta
la misión que le han encomendado (convencer a los césares blancos), no
se pronuncia ante la oferta que le hicieron. Resumen lo conversado:
enrique le dirá a los césares blancos que los negros se oponen, bajo
amenaza de guerra, a que abandonen la ciudad.

12. La Noche
En la ciudad había un ambiente intranquilo. Césares blancos y
negros iban armados, sabiendo que el asunto se resolvería por la
fuerza. Smith iba tranquilo porque se iría con los césares blancos
llevándose lo más que pudiera. Hernández iba sombrío porque le
pesaba haber sido tan brutal con los césares negros y Onaisín. A
Queltehue le daba lo mismo, más bien pensaba que si se iban los
blancos, él se quedaría con los negros y viviría plácidamente ahí. Un
mestizo llega a decir que los césares blancos quieren hablar con ellos
tres. Supusieron que querían pedirles ayuda, sobretodo porque Smith y
Hernández habían manifestado deseos de irse de la ciudad. Van a la
casa de Felipe García, quien les confirma que piensan irse al día
siguiente. Solicitan de Smith y Hernández su compañía y consejo
porque no saben si los césares negros permitirán la libertad de Diego
Rodríguez. Smith pide la misma cantidad de oro que llevará Felipe
García. Hernández no pide oro. Dice que irá con ellos siempre que no
haya violencia porque él no es hombre de armas, sino de fe. Hernández
dice que los acompañará hasta el mar, pero que después volverá donde
los césares negros ya que quedarán desamparados y necesitarán ayuda
ante todo lo que después vendrá. Los negros tienen hombres en la
salida oriental. Smith pregunta por los demás y los blancos contestan
que se han declarado neutrales, no se preocupa, porque si son
neutrales, después los verá. Hernández era un religioso. 10 miembros
el concejo de césares blancos, 6 el de césares negros: cada uno
representando una actividad en especial, elegidos por el pueblo.

14. A Queltehue le gustan las indiecitas


Vuelven Enrique y Onaisín. Queltehue les dice que los césares
blancos querían hablar con Smith y Hernández; comenta que le gustan
las indiecitas. Dice que quiere quedarse porque quiere tener una casa y
una mujer ya que se está poniendo viejo. Igual le ofrece ayuda a Uóltel.
Llegan a decirles que Sasiulp desea conocer a los extranjeros. Sólo van
Enrique y Onaisín ya que Queltehue dice que él es un césar negro.
Comentan en el camino que es peligroso que se dividan entre ellos, que
Smith está viejo y es pobre, pero que lo más probable es que les
consulte. Temen que los césares blancos no dejen que Smith los vea.
Enrique siente interés por conocer a esta mujer.

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