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Nancy Doris Rojas Domínguez

Alta Dirección
2008.

Mtra: Juana Angélica Luna.


Alta Dirección
Nancy Doris Rojas Domínguez. 2008.
Segundo Ensayo. Temas:

Una Crisis en la Administración Omar Aktouf


El Habla y la Administración Alain Chanlat
Carta a Richard Déry. Alain Chanlat
El occidente enfermo de sus dirigentes
Actos del Lenguaje y Representaciones Jean-Blaise Grize
Representaciones Colectivas y Lionel Vaille
Sociedades
La palabra en la Vida de la Empresa Omar Aktouf

La intuición y la ética…Un nuevo lenguaje.


(Curando la Crisis Administrativa con una Palabra)
Nancy Doris Rojas Domínguez.

Si es la palabra en su sonido diametral…la que nos convierte en


hombres…hacia dónde nos dirigimos si ponemos oídos sordos
y llenamos nuestra vista de símbolos vacíos…,
Nancy Doris rojas D.

[…]»la dificultad de comprensión del trabajo y sus vicisitudes fragiliza al


sujeto en su identidad como trabajador. Esta identidad se construye y
conquista a partir de la mirada de los otros, es resultado de fenómenos ínter
subjetivos en los que se da un juego de mutuo reconocimiento. La imagen
que cada trabajador construye de sí mismo está inevitablemente ligada a
aquello que los otros valoran y reconocen como significativo»
(Sennet, 2000).

Actualmente las sociedades económicas están viviendo una desamortización, que


podría parecer les tomo a todos por sorpresa; y mientras se cimbra la economía
mundial, la política se ve alcanzada por las masas, que por tradición son las más
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alejadas de las opiniones, más no en estos tiempos, en que al no haber nada que
perder se opta por levantar la voz. Analizando escuetamente la situación en cuanto
a las últimas reformas que atañen este país, (reforma petrolera y educativa), por
mencionar las más importantes, se puede denotar una falta de congruencia en el
decir y hacer, en la visión que pareciera tan corta y al mismo tiempo tan lánguida,
como si no existiera urgencia por la renovación. Y es ahí en donde esos grupos
“informales”, que terminan adoptando una formalidad que no se ve en los grandes
“dirigentes” de cuello blanco, retoman la única y más poderosa arma que el hombre
posee, la palabra.

Pero abocándonos a esta crisis financiera que a todos nos tiene en extremo, sí a
todos; por que se podría pensar en dos formas: Una, que al poseedor del capital no
le afecta, cosa que es equivoca, al dueño capitalista le preocupa y le afecta la
pobreza extrema del desposeído, ya que entonces quien va a consumirle; o la otra,
que el que sufre de la ausencia del capital, no le afecta (como cuando en meses
pasados se protestaba por la alza de la gasolina y una innombrable diputada se
atrevió a aseverar que: “a los pobres no les afectaba por que no tenían auto”…),
cosa que es por demás carente de sincronía con la realidad; ya que a la clase
trabajadora le afecta, y no por la baja en las casa de bolsa, sino por que su poder
adquisitivo se ve reducido y no hay forma de hacerlo crecer.

Pero porqué asumir que esta crisis vino derepente y sin previo aviso. Si en la
década de los ochenta hubo infinidad de avisos, y más atrás, y hacia delante, y todo
estaba tan claro, en el sentido de la forma en que se lleva a cabo la administración-
producción, y es en ambas iniciativas, privada y publica.

…si nos atenemos a lo publicado en este campo de Norteamérica durante


los últimos diez años surge una creciente expansión de lo que puede ser una
crisis en cuatro dimensiones: 1) la toma de conciencia en el derrumbe de
sectores industriales enteros, 2) los conflictos sociales y los enfrentamientos
entre trabajadores y empleados, 3) desilusiones intelectuales y teóricas ante
la pobreza, la repetición, y la circularidad tautológica, 4) cuestionamiento de
los problemas éticos, el desdén por la dimensión ecológica y las cualidades

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y virtudes de la formación en administración. Las escuelas de administración


y su producto fetiche MBA. 1

En referencia al análisis realizado por Omar Aktouf, se resaltan las fallas en la


estrategia en los años 80´s, y si se hace referencia a más autores contemporáneos
de este, se vera que no fue el único en advertirlo, y sin embargo la tendencia siguió
y sigue en la misma línea.

Los sistemas productivos se están derrumbando, es decir el modelo americano, ya


no esta siendo sustentable, por que las sociedades cambian, los hábitos de
consumo así como su percepción y capacidad de consumirlos es variable; Así
mismo los conflictos sociales y los enfrentamientos crean cuestionamientos que la
forma productora no puede contestar, lo que conlleva a un derrumbamiento de
concepciones, y por ende a la desilusión teóricas ante la pobreza; y todo esto tiene
su punto de partida: Una mala Administración.

Y cómo explicar una mala administración si el incremento de estudiantes en esta


área sigue incrementándose notablemente (del 13.7% al 25% en 1988)2. Entonces
como darle cabal justificación a lo que se vive dentro de las organizaciones. Y
entonces pasamos de la euforia a la desilusión de nuestros dirigentes que se
convierten en seudo-empresarios de los bienes de una sociedad y terminan siendo
los sepultureros de las instituciones, las cuales deberían ser benefactoras de su
sociedad en términos productivos y educativos. Y la mala práctica y el compadrazgo
prosiguen, provocando la proliferación de generaciones de políticos-administradores
en total desconocimiento de ambos campos. Dando como consecuencia la crisis en
la administración, en la educación y por ende en la producción-reproducción de
formas que nos lleven a encontrar el camino del diálogo. Ese diálogo que pareciera
inmerso en la ostentosidad de los unos, y en desaliento de los otros.

Así pues queda suscrita una de las razones de la mala administración; y por otro
lado podríamos mencionar la No-comunicación existente dentro de las

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Omar Aktouf. Una Crisis en la Administración, los años ochenta y las constataciones actuales.
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Alain Chanlat. Carta a Richard Déry. El occidente enfermo de sus dirigentes.
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organizaciones, en donde la palabra es minimizada y sólo sustentada si es vía de


acusación o como reprimenda, constituyéndola así como un medio de violencia.

“Quienes se engañan así mismos están obligados a engañar a los otros. Me


es imposible mantener una falsa imagen de mí mismo si no justifico la
imagen de Usted y la mía. Si Usted es sincero, tengo que denigrarlo; si cede
a mis deseos, acusarlo de ser un fantoche; si prosigue su camino, tratarlo
de egoísta…Quienquiera que se halle metido en semejante lío no sabrá a
que santo encomendarse”.3

Entonces la palabra es denigrada a un utensilio de poder, perdiendo su poder en sí,


como la magnífica forma de expresión que es lo que nos da la categoría de
hombres. …“que sólo es ser humano en tanto es aquel que habla” 4. Y reducida a
ser sólo utilizada por la clase del poder, provocando la pérdida de identidad de la
clase trabajadora con su organización.

Constituyéndose así, el ejercicio de la palabra como un mal de las organizaciones,


en donde la comunicación no cumple con su función.

“El habla es constitutiva del ser. Es en el lenguaje y a través de él que


la persona se constituye como sujeto, por que sólo el lenguaje funda
en su realidad que es la del ser el concepto de ego”.5

Si la palabra es la que nos da identidad, hacía dónde va la identidad del trabajador,


si le es negado el derecho a utilizarla.

“Los actos de lenguaje presentan ciertos aspectos específicos,


propiamente humanos. Su característica más importante es que

3
Soi et les autes, op. Cit., p.181. Citado por Alain Chanlat. “El habla y la Administración”
4
Martin Heidegger. Citado por Omar aktouf. En la Palabra en la Vida y la Empresa. Hechos y Daños.
1986.
5
Emile Benveniste. “problemas de linguistique genérale”, París, Gallimard, 1972, pp. 115-116. Citado
por Alain Chanlat. “El habla y la Administración”.

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sirven no sólo para comunicar información, sino también para


expresar a quien habla”. 6

De esta manera el lenguaje para la clase trabajadora, no tiene el mismo significado


que para la clase que sustenta el poder, formulando así, dos mundos opuestos, con
diferente significación en el uso y costumbre de los símbolos lingüísticos, creando
para sí una nueva simbología y arraigándose así a sus propias representaciones en
donde se involucran creencias colectivas e individuales como una forma de
explicarse su entorno. Es así que “las ideas, los pensamientos, las creencias están
guarnecidos de actos de acompañamiento de prácticas simbólicas”.7

Pero hacia dónde mira esta creación individual-colectiva de símbolos y


representaciones incluyentes sólo a la clase trabajadora, y el uso de la palabra
exclusivo de la clase apoderada. Al planteamiento inicial, el derrumbe y la crisis de
la administración, la ausencia del dialogo, lo cual afecta severamente a todos los
círculos sociales, ya que todos estamos inmersos de alguna forma dentro del
aparato productivo. Todos contribuimos a ahogar el sonido que nos deviene como
personas, y nos hace perder el rumbo. Y qué se está esperando para ejercer
acciones inmediatas, y adoptar la responsabilidad que como aprendices de la
administración se lleva implícita, y hacer uso de ese instrumento que nos distingue
del resto de la humanidad, y atreverse a aplicarlo en cualquier ámbito con fines
educativos e institucionales, ¿el desplome total?, o la creación de un nuevo lenguaje
que lejos de ser codificado por signos incomprensibles, sea guiado por la intuición y
la certeza de que el habla nos acerca y nos devuelve como mejores miembros de la
sociedad.

6
Jean-Blaise Grize. Actos de Lenguaje y representación.
7
Idem.
5
Nancy Doris Rojas Domínguez
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2008.

Bibliografía.

1. Alain Chanlat. “El habla y la Administración”


2. Alain Chanlat. Carta a Richard Déry. El occidente enfermo de sus dirigentes.

3. Jean-Blaise Grize. Actos de Lenguaje y representación.


4. Lionel Vaille. “Representacions colectivas y Sociedades”
5. Omar Aktouf. “Una Crisis en la Administración”, los años ochenta y las
constataciones actuales
6. Omar aktouf. La Palabra en la Vida y la Empresa. 1986.Hechos y Daños. 1986.
7. Soi et les autes, op. Cit., p.181.
8. Martin Heidegger.
9. Emile Benveniste. “problemas de linguistique genérale”, París, Gallimard,
1972, pp. 115-116.

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