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Violencia Domestica
Reflexiones sobre la cultura de género y el agresor

Por. Lic. Iván Santucho. Prof. Titular UES21

Violencia familiar, violencia doméstica y violencia conyugal son conceptos que se usan
indistintamente en la vida cotidiana, aunque no aluden a un mismo fenómeno.
Violencia familiar hace referencia a la situación que se da cuando una apersona actúa en
ejercicio de su poder hacia otra persona provocándole un daño psicológico, físico, moral o
sexual. Puede darse dentro del matrimonio, entre hermanos, entre padres e hijos, de abuelo
a nieto y todas las posibles combinaciones de parentesco.
La violencia domestica se define como todos los actos de maltrato físico, psicológico,
económico y sexual por diferencia de sexo, realizados por un miembro de la familia contra
la mujer de la familia, que van desde ataques sencillos hasta agresiones físicas graves.
La violencia de género, esto es, contra la mujer incluye actos de maltrato físico, sexual y
emocional. La violencia física es la más evidente y la más fácil de reconocer, comprende
cualquier conducta o acto intencional dirigido a provocar un daño de cualquier magnitud en
el cuerpo de la mujer. La violencia psicológica refiere a cualquier conducta, física o verbal,
activa o pasiva, que atenta contra la integridad emocional de la víctima, en un intento de
producir en ella intimidación, desvalorización, sentimientos de culpa o sufrimiento, como
por ejemplo: amenazas de abandono, de daño, descalificaciones, poner sobrenombres
humillantes, insultos, responsabilizar a la víctima por las agresiones, son las formas más
difundidas de violencia psicológica.
Las sociedades tradicionales son predominantemente patriarcales. El avance de la mujer en
la estructura social y los cambios políticos, económicos, técnicos y geográficos ha llevado a
un gran cambio acerca de lo que deben ser los varones y las mujeres. Las expectativas de
género, de rol, han y están cambiando y trayendo algunas consecuencias.
En la tradición Judeo-Cristiana, las enseñanzas de Pablo, interpretadas a favor del hombre,
contribuyeron a asignar a la mujer un rol de sumisión con respecto al varón (1ra. Timoteo
2:11-15), aunque en el Génesis se haga referencia que el hombre y la mujer fueron creados
a la imagen de Dios, es decir, tienen la misma naturaleza y la misma dignidad humana.
Pero al parecer todas las sociedades se levantaron bajo la imagen del hombre. Todos le
debían obediencia. La mujer en Roma era propiedad del padre primero y luego de su
marido como representante del padre.
En la Argentina, tan solo hace 60 años la mujer no votaba, tampoco debía opinar de ciencia,
política, religión, deportes, etc. ¿Qué clase de violencia es esta privación?
La socialización es el proceso mediante el cual el ser humano aprende en la interacción con
otros seres humanos, las maneras de pensar, de sentir, de querer y de actuar que son
necesarias para tener una participación efectiva dentro de un grupo de personas en
particular.
Cada acto de violencia se enmarca en un contexto social. La violencia es una conducta
aprendida en el seno de una sociedad también violenta. Se sitúa en una sociedad sustentada
en estructuras patriarcales de autoridad, dominación y control que se expande a todas las
actividades sociales. Es un fenómeno que se da en todas las clases sociales.
r eil y Harway (1997) comenta que los cambios sociales van colocando a la mujer en una
posición de igualdad de género. El hombre no está preparado para el ascenso de la mujer.
Esta independencia de la mujer y su nueva posición social constituye para el hombre
agresor una amenaza de perder el poder y el control sobre ella. Este sentimiento de pérdida
de poder y control genera miedos en el hombre que no sabe cómo manejarlos desatándose
la violencia en sus distintas modalidades.
Podemos desarrollar hipótesis partiendo de la diversidad de factores macro sociales, de
socialización de género, relacionales y personales. Algunas son:
1. La mayoría de los hombres y en especial el agresor de violencia doméstica es socializado
en una ideología patriarcal.
2. La masculinidad se desarrolla como identidad de rol de género promoviendo estereotipos
de género. Por ejemplo, uso de la fuerza, agresividad, inhibición de la expresión de la
ternura, etc.
3. Los esquemas de masculinidad aprendidos en la socialización están distorsionados.
4. Estos esquemas aprendidos de forma distorsionada producen en el agresor miedo a lo
femenino, a la pérdida de hombría y los lleva a conflictos de rol de género.
5. Para proteger su masculinidad, el agresor recurre a formas de conductas violentas lo que
predispone a la violencia doméstica.
6. El ejercicio del poder y control son estrategias individuales del agresor cuando las
formas tradicionales de defensa no le funcionan.
7. Se utiliza la violencia contra la mujer cuando hay un evento estresor precipitante
(desempleo, enfermedad, etc.), cuando las estrategias de defensa no le funcionan y cuando
los mecanismos de defensa se vienen abajo.

La violencia del hombre contra la mujer, más que una patología individual, es un problema
sociocultural. Las ideologías políticas, económicas y religiosas constituyen los
fundamentos de los pensamientos, creencias, actitudes, motivaciones y acciones de los
individuos en una sociedad.
Las alternativas para abolir la cultura de género y el patriarcado surgirá si somos capaces,
los adultos, de presentar a la infancia y la juventud modelos de socialización igualitaria y
democrática, si la enseñanza se esfuerza por implantar la coeducación verdadera y si las
instituciones se empeñan en desarrollar políticas culturales que fomenten los valores
democráticos y laicos. Mientras tanto, tendremos que enfrentar sus terribles consecuencias
como mejor podamos.

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