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Siete reglas de oro para ser mejores padres

Aplíquelas sin titubeos y ayudará a sus hijos a volverse responsables desde niños

He aquí una escena típica en un supermercado: Mientras el adulto revisa los anaqueles
busca de un cereal, el niño lo tira de la pierna al ver un caramelo y empieza a rogarle que
se lo compre. La súplica se convierte en gimoteo, luego en llanto y finalmente en un
alarido lanzado de todo pulmón.
"¡Quiero uno!"
Es la prueba de fuego más común que enfrentan los padre en la sociedad de consumo. El
adulto quizá piense:
¿Por qué no dárselo?
Es sólo un caramelo barato y si se lo compro, puedo tenerlo contento y callado. Pero
también sabe que la golosina es un alimento chatarra, y que a un niño no se le debe
premiar por lloriquear. Sin embargo, el chico insiste, y llega al extremo de revolcarse en
el suelo y hacer el berrinche de su vida.
Muchos padres se rinden en ese momento. Una exasperada madre trabajadora señala:
"O compra uno la baratija, o presencia un espectáculo muy bochornoso. No queda más
remedio que ceder".
Tal vez sea indulgencia trivial, pero la "salida fácil" revela un problema mucho mayor:
"Los padre de hoy estamos educando muy mal a los niños".
Se llevó a cabo una encuesta entre 2000 adultos. Dos terceras partes opinaron que los
adolescentes eran "groseros", "rebeldes", "irresponsables" y hasta mal criados.
Mas de la mitad señalaron que estos adjetivos podían aplicarse incluso a niños de entre 5
y 12 años, cuando a éstos se les suele considerar "adorables". Y muchos creían saber
también cuál era el problema, los padres son incapaces de meter en cintura a sus hijos.
¿Qué está fallando? "El problema fundamental, asegura el profesor en sicología
Laurence Steinberg, "es la falta de intervención de los padres en la vida de sus hijos".

Otra parte del error es lo que él llama "permisividad ideológica"; o sea, considerar que es
preferible ser amigos de los hijos que portarse como dictador.
El profesor universitario Willian Damon advierte que esta forma de pensar ha llegado al
extremo.
"La ética centrada en el niño se ha vuelto una justificación para incurrir en mil excesos de
tolerancia".
Un creciente número de expertos abogan por adoptar otra postura: imponer disciplina
con tacto.
"Los niños requieren dosis regulares de lo que yo llamo vitamina N (Palabra de dos letras
que contribuye cómo ninguna otra a forjar el carácter), dice John Rosemond, psicólogo
familiar y columnista.

He aquí siete reglas de oro para ser mejores padres y educar bien a los hijos:
Sea un Padre, no un aliado.
Un niño necesita un guía, no un camarada. Hoy es muy común que un padre le confíe sus
temores y problemas a un hijo, como quién se desahoga con un amigo.
Exigencias como "Termina de comer las verduras" y "Aprende a decir ´por favor´ y
´gracias´", se oyen cada día menos. Uno no sermonea a sus compañeros.

Un hombre se consternó al enterarse de que su hija de nueve años, que había ido a dormir
a la casa de una amiga, terminó en un bar a medianoche. La madre de esta última quería
divertirse y se llevó con ella a las niñas.
La primera lección que el psicólogo Wade Horn da a los padres es; "Deje de creer que
debe ser amigo de sus hijos. Ser Padres implica fijar límites y establecer normas".

Discipliné a los hijos desde chicos.


La analista de conducta Aída Sanchez explica cómo trata a su hijo de cuatro años cuando
hace rabietas.
"Le digo, No me gusta cómo te estás portando, y no le hago caso". Luego, una vez que
se tranquiliza, se pone a jugar con él.

Cuando los hijos son pequeños elegimos a menudo "el camino fácil". En lugar de
enseñarles a hacer la cama y de no tolerar de que desobedezcan, preferimos hacer las
cosas por ellos.
Se equivocan quienes piensan que no hay que imponer tareas a sus hijos hasta que
crezcan y resulte menos difícil convencerlos.

Si usted espera, diciendo, mejor que estudien, y no le asignamos ninguna tarea, a los 10 u
11 años, se vuelven rebeldes, señala Maricel Cigales, analista de conducta. "El problema
es que durante años no, (no significó no). Significaba quizás, o si me agotas la
paciencia, sí".

Nada hay peor que esos padres tolerantes que se vuelven estrictos en el momento menos
pensado. "Cuando los padres traen a cuestas una carga de estrés o de cansancio", Observa
Steinberg, "suelen caer en el autoritarismo; "hazlo porque lo ordeno". El resultado de
estos cambios bruscos es un niño indignado y confundido".
Lo que se requiere es ser consecuente, explica en vez de negociar. La mayoría de los
expertos advierten que no hay que complacer al niño que dice; "Recojo mis juguetes si
me compras un helado".
Esto es darle el control al pequeño, cuando es el padre quien debe tenerlo.

Dedíquele más tiempo.


Los padres aman a sus hijos, pero sus ocupaciones los llevan a desatenderlos. "trabajo
mucho", dice un abogado que tiene hijos pequeños.
"Por eso procuro aprovechar mis ratos libres. Me gusta hacer ejercicio para estar en
forma y jugar al golf. Eso sí, las horas que paso en casa las dedico por entero a mis hijos.
Me pongo a dar maromas con ellos en el suelo".

¿Eso es suficiente?
Al parecer, la idea de sustituir cantidad por calidad se ha sobrestimado. "A los niños que
pasan más tiempo con sus padres les va mejor", dice Steinberg.

El profesor de sicología Joseph Allen estudió durante más de diez años a cientos de
adolescentes. "Cuando un muchacho tiene algún problema", señala, "quiere hablar de él
en ese momento, no espera a que sus padres lleguen a casa. Los chicos aprecian la
calidad; pero ésta no sustituye la cantidad"

Controle la televisión y la computadora.


A los padres de hoy los asusta el lenguaje y el conocimiento sexual de que hacen gala los
niños desde muy chicos. ¿Dónde aprenden eso?
¿Quién se lo enseña?, se preguntan, quizá un compañero de colegio; pero también,
aunque indirectamente, los medios informativos.
"Lo trágico es que la cultura popular ha ido suplantando a la familia, la escuela y la
religión en la tarea de educar sexualmente a nuestros hijos", dice el psiquiatra Jon Shaw.

Hoy en día, la televisión presenta programas de entrevistas donde aparecen hermanas que
comparten amantes, series para toda la familia donde uno puede presenciar un
espectáculo de desnudismo y sexo, y dibujos animados que presentan entre sus
protagonistas a "padres" de la categoría de Homero Simpson.
"Se están dañando valores tradicionales de los adultos", concluye Shaw.

Algunos padres ven en los juegos de computadoras una alternativa a la televisión. Sin
embargo, éstos tampoco son inofensivos. Un padre se consternó al saber que en cierto
juego que le había regalado a su hijo de nueve años ganaba quien conseguía atropellar
más peatones.
¿Qué hacer entonces?

Mantenerse firmes. La Asociación médica estadounidense aconseja no dejar que los niños
vean la televisión más de dos horas diarias, y sólo programas supervisados por los padres.
Tal vez éste sea el consejo médico que la gente tiene menos en cuenta.

Vigile en qué andan metidos sus hijos.


En las tardes, los niños mayores vagabundean por el vecindario y se retan para ver quién
es el más osado.... hasta que uno de ellos arroja una piedra hacia una ventana. Entre tanto,
en una de las casas, un chico solitario navega por la Internet en busca de mujeres
desnudas. Según los policías, éste es le pan de cada día.

"Los niños sin vigilancia en casa constituyen un grave problema", dice Steingerg. En
efecto, la investigación ha revelado que los niños a quienes se deja la rienda suelta tienen
más probabilidades de experimentar con tabaco, drogas, alcohol y sexo que los niños
vigilados.

Por fortuna, también hay niños que se portan bien aunque sus padres trabajen.
¿Por qué?
Los padres responsables, afirma Steinberg, le enseñaron a ser maduros, tender su cama,
lavar la taza después de usarla, si se mancha una ropa, ponerla en remojo enseguida, etc
etc, y se ocupan de organizar cada día de sus hijos, aun a distancia. Los suscriben a
cursos extraescolares y se apoyan en familiares, amigos y vecinos.

No se sienta atado de manos por no querer herir.


Un niño de siete años que se pasó la temporada de la liga infantil de béisbol papando
moscas en tanto su equipo perdía por paliza cada juego, recibe orgulloso el mismo
reconocimiento que el jugador estrella del equipo campeón.
¿Qué hay de malo en eso?
A Damon le perece lamentable que casi todos los padres y maestros estén convencidos de
que "elevar la autoestima es la solución de todos los problemas de la niñez". Él, al igual
que muchos expertos, consideran que el concepto de autoestima se ha vuelto hueco.

Los especialistas dicen que debemos elogiar los logros genuinos. Si el pequeño
beisbolista no fue capaz de atrapar la pelota ni una sola vez, no debe hacérsele sentir que
es un inútil, pero tampoco hay que tratarlo como a un campeón.

"La verdadera autoestima surge de superar algún reto", dice Wade Horn, "Si uno protege
demasiado a los niños, jamás desarrollará la capacidad de vencer dificultades".

No se divorcie.
Al decir de los expertos, la mejor manera de ayudar a los hijos a volverse personas bien
adaptadas es permanecer casados.
Según un estudio realizado por la socióloga Sara McLanahan, los niños que viven con
sólo uno de sus padres tienen el doble de probabilidades de abandonar la escuela y en el
caso de las niñas, 2,5 veces más de convertirse en madres solteras.
Es más probable también que no destaquen en la universidad o que no la terminen, y que
tengan problemas con la ley. Por último, tiene menos probabilidades de mantener una
relación estable con una pareja.

La razón es muy sencilla; resulta mucho más fácil poner en práctica estos consejos
cuando hay dos adultos en casa.

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