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Empirismo

El empirismo es el conocimiento que se origina desde la experiencia.


También se trata de un sistema filosófico basado, justamente, en los datos
de la experiencia.
Para la filosofía, el empirismo es una teoría del conocimiento que enfatiza el
papel de la experiencia y de la percepción sensorial en la formación de
ideas. Para que el conocimiento sea válido, debe ser probado a través de la
experiencia, que de esa forma se transforma en la base de todos los
conocimientos.
De igual forma, el empirismo en la filosofía de la ciencia supone que el
método científico debe contar con hipótesis y teorías probadas mediante la
observación del mundo natural. El racionalismo, la intuición y la revelación
quedan subordinados a la experiencia.
El inglés John Locke (1632-1704) fue el primero en formular de forma
explícita la doctrina del empirismo. Consideraba que el cerebro de un bebé
recién nació era como una tabula rasa, donde las experiencias dejan marcas.
Por lo tanto, el empirismo considera que el ser humano no tiene ideas
innatas. Nada puede ser entendible sin alusión a la experiencia.
De esta forma, el empirismo filosófico se opone al racionalismo, que señala
que el conocimiento se obtiene mediante la razón, más allá de los sentidos y
de la experiencia.
El filosofo escocés David Hume (1711-1776) sumó al empirismo un punto de
vista escéptico, que le permitió contrarrestar postulados de Locke y otros
pensadores. Para Hume, el conocimiento humano se divide en dos
categorías: la relación de ideas y la relación de hechos.

Idealismo
El idealismo, por un lado, se trata de la capacidad de la inteligencia para
idealizar, por el otro, es un sistema filosófico que considera a la idea como
el principio del ser y del conocer.
El idealismo filosófico, por lo tanto, afirma que la realidad que se encuentra
fuera de la propia mente no es cognoscible por sí misma, ya que el objeto
del conocimiento humano es construido por la actividad cognoscitiva.
Por lo tanto, se opone al materialismo, una doctrina que sostiene que la
única realidad es la materia. Los idealistas subjetivos creen que la entidad
en sí es incognoscible, pero la reflexión permite aproximarse al
conocimiento. Para los idealistas objetivos, en cambio, el único objeto que
puede conocerse el aquel que existe en el pensamiento del sujeto.
Es posible distinguir, de acuerdo al idealismo, entre el fenómeno (el objeto
que es conocido tal como aparece frente a los sentidos) y el noúmeno (el
objeto tal como sería en sí mismo). La realidad está compuesta por el
contenido de la consciencia del sujeto: es decir, por lo que percibimos no por
lo que es.
Dualismo
En filosofía occidental, teoría según la cual el universo sólo se explica como
un todo formado por dos elementos distintos y entre sí irreductibles. En la
filosofía platónica el dualismo último se establece entre el 'ser' y el 'no ser' o
lo que es lo mismo, entre idea y materia. En el siglo XVII, el dualismo adoptó
la forma de creencia en dos sustancias fundamentales, inteligencia y
materia. El filósofo francés René Descartes, cuya interpretación del universo
ejemplifica esta creencia, fue el primero en subrayar la diferencia
irreconciliable entre sustancia pensante (inteligencia) y sustancia extensa
(materia). La dificultad creada por este juicio era explicar la forma en que
interactúan la inteligencia y la materia, como en apariencia lo hacen en el
ámbito de la experiencia humana. Esta confusión provocó que algunos
cartesianos negaran por completo cualquier interacción entre ambas.
Afirmaban que la inteligencia y la materia son ineficaces por sí mismas para
afectar una a la otra, y que cualquier acción recíproca entre las dos está
provocada por Dios, quien, con ocasión de un cambio en una, produce el
correspondiente cambio en la otra. Otros seguidores de Descartes
abandonaron el dualismo por el monismo.

Dialéctica
En filosofía, método que investiga la naturaleza de la verdad mediante el
análisis crítico de conceptos e hipótesis. Uno de los primeros ejemplos de
método dialéctico lo ofrecen los Diálogos del filósofo griego Platón, en los
que el autor acomete el estudio de la verdad a través de la discusión en
forma de preguntas y respuestas. El más famoso alumno de Platón,
Aristóteles, entiende la dialéctica como la búsqueda de la base filosófica de
la ciencia, y utiliza a menudo el término como sinónimo de ciencia de la
lógica.
El filósofo alemán Georg Wilhelm Friedrich Hegel aplica el término dialéctica
su sistema filosófico (Aunque claro, siguiendo toda la tradición del idealismo
alemán). Hegel pensaba que la evolución de las ideas se produce a través de
un proceso dialéctico, es decir, un concepto se enfrenta a su opuesto y como
resultado de este conflicto, se alza un tercero, la síntesis. La síntesis se
encuentra más cargada de verdad que los dos anteriores opuestos. La obra
de Hegel se basa en la concepción idealista de una mente universal que, a
través de la evolución, aspira a llegar al más alto límite de autoconciencia y
de libertad.
El filósofo alemán Karl Marx aplicaba el concepto de dialéctica a los procesos
sociales y económicos. El llamado materialismo dialéctico de Marx, con
frecuencia considerado como una revisión del sistema hegeliano, afirma que
las ideas sólo son el resultado del determinismo de las condiciones
materiales dadas.

Materialismo
• Es común a todas las doctrinas llamadas «materialistas» el reconocer
como la realidad los cuerpos materiales. En este sentido, la materia a
la cual se refieren los materialistas es lo que puede llamarse «materia
corporal» -y no simplemente la materia como distinta de la forma-. Es
típico de casi todos los materialistas entender la materia a la vez como
fundamento de toda realidad y como causa de toda transformación. La
materia no es entonces sólo «lo informe» o «indeterminado», sino
también «lo formado» y «determinado». El concepto de materia
incluye el concepto de todas las posibles formas y propiedades de la
materia, hasta el punto de que el reconocimiento de la materia como
la única «substancia» no elimina, sino que con frecuencia presupone,
la adscripción a lo material de las notas de fuerza y energía.
Hay diversas clases de materialismo: (1) Materialismo epistemológico,
según el cual los enunciados que se formulan con valor
pretendidamente cognoscitivo tienen que ser enunciados sobre
cuerpos materiales. (2) Materialismo metafísico, en el cual se afirma
que la única realidad existente es la realidad material. (3) Materialismo
monista, según el cual hay un solo tipo de realidad -la realidad
material- al cual se reducen todos los otros tipos, o supuestos tales. (4)
Materialismo hilozoísta, en el cual se sostiene que la materia está
animada. (5) Materialismo mecanicista, para el cual el modelo de
realidad material es un modelo mecánico. (6) Materialismo dialéctico.
(7) Materialismo histórico
• El materialismo es una corriente filosófica que en oposición al
idealismo, resuelve el problema cardinal o fundamental de la filosofía
acerca de la relación entre el pensar y el ser, entre el espíritu y la
naturaleza, postulando que, la materia es lo primario, y la conciencia,
el pensamiento, son consecuencia de ésta, a partir de un estado
altamente organizado. Asimismo esta concepción resuelve otro
aspecto acerca de la relación del pensamiento humano y el mundo que
lo rodea y la cognocibilidad de ese mundo. Según esta concepción, el
mundo es material y existe objetivamente, independientemente de la
conciencia. La conciencia y el pensamiento se desarrollan a partir de
un nivel superior de organización de la materia, en un proceso de
reflejo de la realidad objetiva. Sostiene, además, que la materia no ha
sido creada de la nada, que existe en la eternidad y que el mundo y
sus regularidades son cognoscibles por el hombre, ya que es posible
demostrar la exactitud de ese modo de concebir un proceso natural,
reproduciéndolo nosotros mismos, creándolo como resultado de sus
mismas condiciones, y, además, poniendolo al servicio de nuestros
propios fines, dando al traste con la “cosa en si, inasequible”.

Reduccionismo
El reduccionismo es el enfoque filosófico según el cual la reducción es
necesaria y suficiente para resolver diversos problemas de conocimiento.1

Puesto que la reducción, una operación epistémica, se puede practicar sobre


diferentes objetos, la estrategia reduccionista constituye, en realidad, un
conjunto de tesis ontológicas, gnoseológicas y metodológicas acerca
la relación entre diferentes ideas o campos científicos. Lo que esas
tesis tienen en común es la idea de que las propiedades (reducción
ontológica), conceptos, explicaciones o métodos (reducción gnoseológica) de
un campo de investigación pueden ser reducidos (según el caso: analizados
en términos de, identificados con, explicados por o sustituidos por) las
propiedades, conceptos, explicaciones o métodos de otro campo de
investigación que, por lo general, se refiere a un nivel de investigación
inferior. Por ejemplo, se ha intentado en diversas ocasiones reducir la
biología a la química o la física. En este caso, el reduccionista afirma que la
biología "no es más que" o "es en última instancia" química o física, con lo
que niega que la biología se refiera a propiedades que están más allá del
alcance de la química o la física o incluya conceptos, explicaciones o
métodos propios, que no pertenecen al ámbito de la química o física. Los
correspondientes supuestos reduccionistas ontológicos serían que los
organismos no son más que agregados de sustancias químicas y que las
sustancias químicas no son más que átomos físicos. Con lo dicho, queda
claro que el problema del reduccionismo o, mejor dicho, el problema de la
reducción, es pertinente respecto de otros problemas básicos de la filosofía
y, en particular, de la filosofía de la ciencia, entre ellos los de la estructura
de las teorías científicas, las relaciones interdisciplinarias, la naturaleza de la
explicación, la unidad del método científico y de la ciencia en general, así
como con respecto a problemas metafísicos tales como el de la emergencia.2
3

Es importante notar que si bien el reduccionismo siempre está basado en la


reducción, el uso de la reducción no supone necesariamente el
reduccionismo. Como cualquier otra herramienta, la reducción puede ser
utilizada de manera moderada o radical. Es este último caso el que
constituye la columna vertebral del reduccionismo. Es por ello que la ciencia
no tiene por qué responder necesariamente a la filosofía reduccionista, a
pesar de su uso intensivo de la reducción y de los enormes éxitos que la
estrategia reductiva ha reportado en términos de conocimiento
científico. Así pues, se puede sostener que los procesos mentales son
reducibles a procesos cerebrales (hipótesis de la identidad mente-cerebro),
lo que constituye una reducción ontológica, y a la vez rechazar la reducción
(total) de la psicología a la neurofisiología. Aun en sus casos más exitosos, lo
más habitual es que las reducciones solo sean parciales, no totales.

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