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Mario Samaniego · Ciudadanía, reconocimiento e identidad...
PONENCIA
CIUDADANÍA, RECONOCIMIENTO E
IDENTIDAD EN LA CONSTRUCCIÓN DE
LA EDUCACIÓN INTERCULTURAL
subjetividad. En este sentido consideramos que si bien las instituciones deben velar
por ser cada vez más pertinenetes en la gestión del desarrollo definido en un territorio
desde la autonomía de las comunidades que allí habitan, igualmente o quizás con
mayor énfasis, los sujetos deben hacerse cargo de este reto.
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Para Panikkar el diálogo dialogal busca aprender del otro y no convencer al otro. Lo
distingue del diálogo dialéctico
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Se quiere dejar intencionalmente explícita la necesidad de no reducir lo intercultural a
lo interétnico, pensando sobre todo que la interculturalización debe encarnarse
fundamentalmente en aquellos que más hablamos y proponemos sobre
interculturalidad y educación intercultural, conceptos por cierto muy sospechosos para
los supuestos beneficiarios de planes, políticas y programas de carácter intercultural,
sea cual sea la naturaleza de éstos, política, económica, social, educativa, etc.
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Dada mi condición de filósofo, el aporte que se hace es muy humilde, siendo en
estricto rigor, una opinión bien intencionada
último de la educación, la meta de los procesos educativos,
podría situarse en la creación de condiciones para que
hombres y mujeres tengan una disposición diferente ante la
vida; más explícitamente, para que se supere la
monoculturalidad occidental que paulatinamente se está
convirtiendo en monoculturalidad global. Una educación para
aprender a mejorarnos en la medida que nos modificamos,
modificaciones en las que la interacción sensible entre
diversos tiene mucho que aportar. Una educación para una
razón que siente y ejecuta, no para adquirir, fijar y trasmitir
verdades asentadas en la seguridad conceptual y la lógica
interna de un imaginario con poder hegemónico. Una
educación para el diálogo y la convivencia intercultural debe
tener como objetivo prioritario el saber y desear llegar al otro
distinto, interactuar con él, saber salir y entrar en distintos
contextos, no tanto fijar sujetos a plataformas cognitivas
decididas y formalizadas al margen de la pluralidad de
mundos de la vida que habitan y dan fisonomía a territorios y
contextos. Una educación que desarrolle disposiciones para la
convivencia y diálogo intercultural, al servicio de una nueva
ciudadanía capaz de superar los dogmatismos identitarios que
se aferran a la seguridad de lo mismo y que reconozcan y
solidaricen con aquello que por principio le es diferente. La
educación al servicio de una socialización que desarrolle
sensibilidades y conocimientos que activamente se dejan
seducir por lo otro desconocido e inasible. Por consiguiente,
una educación que ponga en relación todos los saberes e
imaginarios que habitan en un determinado contexto
sociocultural , además de vincular dichos contextos. En este
sentido, se debería evitar que la educación opere como
dispositivo al servicio de los intereses funcionales del sistema
de turno y de la cultura que detenta el poder. Una educación
que se construya desde los nutrientes presentes en las
Bibliografía