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Repercusiones del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz

Estable y Duradera, en la dinamización de la participación ciudadana en el Consejo


Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del Municipio de
Sevilla - Valle del Cauca, entre los años 2016 al 2019.

Jhon Freddy Grisales Galvis


Harly Keneth Torres Duque

Escuela Superior de Administración Pública -ESAP-


Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas
CETAP, Sevilla - Valle del Cauca
Junio 2020
Repercusiones del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz
Estable y Duradera, en la dinamización de la participación ciudadana en el Consejo
Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del Municipio de
Sevilla - Valle del Cauca, entre los años 2016 al 2019.

Trabajo de monografía para optar al título de Administrador Público Territorial

Jhon Freddy Grisales Galvis


Harly Keneth Torres Duque

Director
Javier Cadavid Ramírez
Magister en políticas públicas.

Escuela Superior de Administración Pública -ESAP-


Facultad de Ciencias Políticas y Administrativas
CETAP, Sevilla - Valle del Cauca
Junio 2020
Nota de aceptación

_________________________

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_________________________

_________________________

_________________________

_________________________

__________________

Presidente del Jurado

_________________

Jurado

_________________

Jurado
Dedicatoria

A los cientos de líderes sociales, a los defensores de derechos humanos, a los

firmantes del acuerdo de paz, a los integrantes de los Consejos de Paz, que han sido asesinados

desde la firma del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz

Estable y Duradera. En su memoria y honra, por su valentía de soñar una sociedad mejor, de

luchar por causas justas, de intentar hacer de este mundo un lugar más digno para la vida; a

todas (os) ustedes, dedicamos esta monografía, esperando que represente un aporte para la

construcción de una sociedad en la que reine la paz y la justicia social.


Agradecimientos

Agradecemos especialmente al profesor Javier Cadavid Ramírez por la orientación para

la construcción de esta monografía; agradecemos fraternamente a los congresistas Marco León

Calarcá y Victoria Sandino por su disposición a contribuir en el presente trabajo, a los

integrantes del Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del Municipio de

Sevilla, quienes con sus valiosos relatos nos ayudaron a nutrir de contenido este trabajo

académico, a los estudiantes de la Universidad del Cauca, Maryi Rocio Grisales Galvis y Leizer

Aroca, quienes siempre estuvieron en la disposición de apoyarnos en la búsqueda de

información y en la revisión de estilo; y, en particular a la Escuela Superior de Administración

Pública -ESAP- por todo lo que nos brindó durante nuestro transito como estudiantes en esta

importante institución.
Resumen

La implementación del Acuerdo de Paz entre el Estado Colombiano y las FARC – EP, ha

representado un punto de inflexión histórica, que ha permitido avanzar en procesos de

politización de la sociedad colombiana y de transformaciones culturales, que conducen al

incremento de la movilización social, en la disputa por la implementación de los contenidos del

Acuerdo Final de Paz. En consecuencia, este se constituye en una herramienta para la

organización y la movilización de las comunidades, en la búsqueda de las transformaciones

sociales que conduzcan a la construcción de una paz estable y duradera. De igual manera, como

resultado de la implementación del Acuerdo de Paz, se ha evidenciado el fortalecimiento de los

Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia, entendidos como una de las infraestructuras de

paz más importantes en Colombia, por su papel en la articulación de los movimientos sociales e

instituciones comprometidas con la construcción de paz; al igual que, por su rol central en la

disputa por la edificación de imaginarios sociales, favorables a la construcción de los cimientos

para la sostenibilidad de la paz.


Contenido
Introducción .................................................................................................................................... 1

1-Aspectos premilitares de la investigación. .................................................................................. 4

1.1 Justificación .............................................................................................................................. 4

1.2- Planteamiento del problema .................................................................................................... 5

1.3- Objetivos .................................................................................................................................. 7

1.4- Objetivo general. ..................................................................................................................... 7

1.5- Objetivos específicos ............................................................................................................... 7

1.6- Estado del arte. ........................................................................................................................ 8

1.7- Marco teórico ......................................................................................................................... 14

1.8- Aspectos metodológicos ........................................................................................................ 23

2-El punto dos de participación política del acuerdo de paz entre el Estado colombiano y las
FARC - EP .................................................................................................................................... 25

3-El Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla: una importante


infraestructura para una paz estable y duradera. ........................................................................... 43

4-Movimientos sociales y representaciones sobre paz en el municipio de Sevilla - Valle del


Cauca............................................................................................................................................. 63

5-Conclusiones .............................................................................................................................. 79

6-Recomendaciones ...................................................................................................................... 83

7-Bibliografía ................................................................................................................................ 85
Introducción

La presente monografía se desarrolla de acuerdo con la línea de investigación, ciudadanía

y construcción de lo público, dentro de la temática de posconflicto, establecidas por la Escuela

Superior de Administración Pública -ESAP-, para el desarrollo de procesos de investigación y

producción de conocimiento académico. Por consiguiente, este trabajo busca desde un enfoque

de investigación cualitativa, analizar las repercusiones del Acuerdo para la Finalización del

Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, en la dinamización de la

participación ciudadana en el Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del

municipio de Sevilla.

Para el abordaje de esta monografía se desarrolla inicialmente los aspectos preliminares

de la investigación, que permiten establecer la importancia del tema a trabajar, el problema de

interés, los objetivos que se esperan alcanzar y el estado del conocimiento respecto del tema

priorizado, lo cual, posibilita instaurar los pilares iniciales sobre los que se desarrolla este

proyecto académico.

De tal manera que, con la intención de comprender las repercusiones del proceso de paz,

se realiza una descripción del desarrollo del punto dos de participación política, a partir de un

acercamiento conceptual a la categoría de la política y lo político, desde la perspectiva de

diversos académicos que permiten poner en evidencia, la amplia concepción de política

planteada en el punto dos del acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y las FARC - EP. El

cual, si bien reconoce que la política se asocia al ejercicio del sistema electoral y de partidos,

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también, resalta otras formas de participación política ligadas a la acción de los movimientos

sociales y de los escenarios de participación ciudadana, como ejercicio político por excelencia.

De igual manera, se plantea un acercamiento al origen del conflicto colombiano, para

destacar la necesidad de abordar en un acuerdo de paz entre el Estado y las FARC-EP, algunas

reformas al régimen político que permitan la ampliación de la democracia, para lo cual, se

referencia tanto miradas académicas como de quienes fueron artífices de la construcción del

punto de participación política en los diálogos de paz. Asimismo, se presenta brevemente los

temas pactados en el punto dos del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción

de una Paz Estable y Duradera y se hace una alusión a los avances y retos existentes para avanzar

en el proceso de la implementación de este.

Además, en la perspectiva de analizar el proceso de configuración del Consejo Territorial

de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla, se hace un acercamiento conceptual a la

categoría de infraestructura de paz, con la intención de poner en evidencia la importancia de los

Consejos de Paz en la construcción de los cimientos que posibilitan edificar la casa de la paz.

Seguido, se realiza un recuento histórico sobre el surgimiento del Consejo Nacional de Paz y el

Consejo Territorial de Paz de Sevilla, para culminar este capítulo con una alusión a los logros y

desafíos de esta importante infraestructura de paz en el municipio.

También, se hace un acercamiento conceptual a la categoría de movimiento social y se

analiza las representaciones sobre paz que tienen algunos de los integrantes del Consejo de Paz

de Sevilla; con la intención de evidenciar las motivaciones que guían a los consejeros a trabajar

por la construcción de paz, y resaltar los procesos impulsados por las organizaciones y

movimientos sociopolíticos que han llenado de un particular contenido al Consejo municipal de

Paz. Para, de este modo, lograr hacer visible los efectos positivos que el acuerdo de paz entre el

2
Estado colombiano y las FARC - EP trajo para el fortalecimiento de la participación ciudadana

en el Consejo Territorial de Paz de Sevilla.

Finalmente, la presente monografía destaca una serie de conclusiones y recomendaciones,

que permiten identificar cómo en el transcurso del trabajo se va dando cumplimiento a los

objetivos planteados, a los cambios surgidos en el proceso investigativo, los hallazgos

principales, las posibles investigaciones futuras que podrían surgir del desarrollo de este trabajo,

y, las sugerencias en aspectos metodológicos, académicos y prácticos para el aprovechamiento

adecuado del conocimiento construido en esta investigación.

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1-Aspectos premilitares de la investigación.

2 1.1 Justificación

El acuerdo firmado el 24 de noviembre del 2016 entre el Estado Colombiano y las FARC

- EP, constituye un importante precedente para Colombia y el mundo, sobre la forma en la que se

puede dar fin a un conflicto armado de larga duración. Abriendo la posibilidad de nuevos

aprendizajes en los estudios para la paz, a partir de los elementos innovadores en materia de

justicia transicional, la construcción de los relatos sobre la génesis, los desarrollos y las

consecuencias del conflicto colombiano; la implementación de un enfoque de género, étnico y

territorial que reconoce las múltiples afectaciones de la violencia y la diversidad colombiana; las

dinámicas de participación política de la insurgencia y de la ciudadanía en general. Lo que lo

configura como un importante objeto de investigación para el mundo académico.

De igual manera, desde el campo institucional representa la posibilidad de configurar

nuevas instituciones e imaginarios que transformen las dinámicas de violencia que ha

caracterizado a la sociedad colombiana. Al igual que, fortalecer la intervención de la

administración pública en las regiones y/o territorios en los que operaban entidades paralelas a

las constitucionales, recuperando la legitimidad del Estado como agente de desarrollo humano y

generador de satisfactores sociales.

En materia social, el acuerdo de paz representa un momento de inflexión histórica que

puede conducir a transformaciones sociales en beneficio de las grandes mayorías; por ende,

posibilita desencadenar ejercicios de organización, movilización y participación política de las

comunidades en el marco de la exigencia de su implementación ante el Estado Colombiano. En

este sentido, la creación de los Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia, que fueron

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reglamentados por medio de la ley 434 de 1998 y modificados en el marco de la implementación

del punto 2.2.4 del acuerdo de paz, por medio del decreto - ley 885 del 2017, se constituye en

una importante infraestructura de paz, que recoge a múltiples sectores e instituciones que

trabajan por la construcción de paz.

Los Consejos de Paz, se configuran en plataformas con la capacidad de dinamizar un

amplio movimiento social e interinstitucional por la paz, al tener presencia en territorios

centrales y periféricos del país, en los que existen significativos activismos y/o liderazgos pro

paz. Sin embargo, requieren de mayor apoyo presupuestal de las entidades públicas y de la

comunidad internacional, para el desarrollo de programas conducentes a procesos de

reconciliación, convivencia y no estigmatización; además, de un amplio aporte de la academia en

materia de analizar los fenómenos de participación política generados a partir de la

implementación del acuerdo de paz y la dinamización de las infraestructuras de paz.

2 1.2- Planteamiento del problema

Las infraestructuras de paz son procesos – estructuras que involucran voluntades

políticas, contienen cierto grado de legitimidad e inclusión, están compuestas por liderazgos y

contienen vínculos entre niveles territoriales y políticos (Restrepo, 2017). Los Consejos de Paz

son parte del sistema de infraestructuras de paz que han sido fortalecidos a partir de la

implementación del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz

Estable y Duradera, configurándose en uno de los escenarios de participación ciudadana más

importantes del país por la cantidad y variedad de sectores de la sociedad que lo conforman

(Instituto Kroc, 2019).

El Consejo de Paz fue creado por medio de la ley 434 de 1998, en el marco del gobierno

de Ernesto Samper Pizano, tuvo cierta dinámica en sus primeros años de vida, no obstante, con el

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tiempo se fue debilitando su protagonismo debido al poco interés de los gobiernos de impulsar

salidas políticas al conflicto armado en Colombia y la no destinación de recursos económicos

para el desarrollo de las actividades para las que fue credo dicho órgano, los cuales, dependen en

gran medida de la decisiones político-administrativas de la presidencia de la república. En el

marco del proceso de negociaciones para la paz entre el Estado colombiano y las FARC-EP, se

retoma la dinámica del Consejo de Paz, al concebírsele como un escenario importante para

legitimar y refrendar el proceso de paz ante la sociedad. De igual manera, los nuevos liderazgos

generados fruto de las grandes movilizaciones ocurridas en Colombia, en el marco de la etapa de

las negociaciones de paz con las FARC, demandaban una mayor participación en los diálogos y

la reactivación del Consejo de Paz, como órgano consultivo del gobierno y escenario propicio

para la participación de la sociedad civil.

Posterior a la firma del acuerdo final de paz, se expide el decreto - ley 885 del 2017, el

cual, modifica la ley 434 de 1998, generando responsabilidades adicionales a los Consejos de

Paz en materia de reconciliación, convivencia y no estigmatización. De igual forma, cambia la

composición de la secretaría técnica, incluyendo un delegado de la sociedad civil; involucra

nuevos sectores sociales y genera la posibilidad de que el 40% de los integrantes del Consejo de

Paz puedan convocar las sesiones de este.

En el municipio de Sevilla, Valle del Cauca, por iniciativa del alcalde municipal se

expide en el año 2014 el acuerdo que crea el Consejo de Paz, sin embargo, no logra sesionar ni

una sola vez. Es solo hasta el año 2017, que motivado por liderazgos pro paz, la autoridad

administrativa presenta un nuevo proyecto de acuerdo que incluye las modificaciones hechas por

el decreto-ley 885. A mediados del año 2018, sesiona por primera vez en Sevilla el Consejo

Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia, quien a partir de dicha fecha asume actividades

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de movilización y de pedagogía para la paz, que le posicionan como uno de los Consejos de Paz

más importantes del Valle del Cauca.

Es bajo dicha premisa, que por medio de la presente monografía para aspirar al título de

Administrador Público Territorial, se busca abordar desde un enfoque de investigación

cualitativa la pregunta alrededor de ¿cómo la implementación del Acuerdo para la Finalización

del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, dinamizó la participación

ciudadana en el Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de

Sevilla, entre los años 2016 al 2019?, permitiendo poner en evidencia los efectos positivos del

acuerdo de paz con las FARC en materia de participación ciudadana y producir nuevo

conocimiento en un campo no abordado por la academia en el municipio de Sevilla, Valle del

Cauca.

2 1.3- Objetivos

2 1.4- Objetivo general.

Determinar las formas en las que el Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la

Construcción de una Paz Estable y Duradera, dinamizó la participación ciudadana en el Consejo

Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla.

1.5- Objetivos específicos.

Describir el desarrollo del punto 2 de participación política, del Acuerdo para la

Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera.

Examinar el proceso de configuración y consolidación del Consejo Territorial de Paz,

Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla.

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Analizar las representaciones sobre paz y/o paces que tienen los integrantes del Consejo

Territorial de Paz de Sevilla, en relación a los movimientos socio-políticos o de activismos por la

paz.

1.6- Estado del arte.

Para la construcción del estado del arte se ha hecho la revisión de un conjunto de libros,

informes y artículos académicos que abordan los temas de implementación del acuerdo de paz

entre el Estado colombiano y las FARC-EP, con especial énfasis en el componente de

participación política. Permitiendo construir el estado del conocimiento respecto al problema de

interés establecido en la presente monografía.

Uno de los trabajos revisados es el de Duque y Cadavid (2016), en el cual se presenta,

desde el enfoque teórico de Chantal Mouffe, un análisis sobre las posibilidades que tiene

Colombia, a partir de la implementación del acuerdo de paz, de transitar de una democracia

liberal a una democracia radical. Dichos autores señalan que, la democracia radical es un

régimen en el que se profundizan las libertades, el pluralismo, y en el que el conflicto es

representación de lo político. Por consiguiente, se evidencia la existencia de fuertes

colectividades contrahegemónicas que disputan la hegemonía a élites dominantes.

Para Duque y Cadavid (2016), con la implementación del acuerdo de paz “Las FARC y el

Estado demoliberal colombiano pasan de una situación de conflicto abierto del tipo amigo-

enemigo a un conflicto de carácter adversarial” (p.8). El cual, se concibe como una de las

caracteristicas de la democracia radical, ya que según Mouffe “en la Democracia radical los

adversarios reconocen las reglas de juego como lo único común entre sí” (p.5).

Para Menéndez (2017) en el artículo denominado, la participación de la sociedad civil en

la construcción de la paz, “la participación de los ciudadanos es un componente central para la

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construcción de una democracia más dinámica” (p.17). Por lo tanto, el autor señala que, es

necesario involucrar a las comunidades en las diferentes etapas de los procesos de paz (Fisas,

2015), ya que son estas quienes serán los protagonistas de su implementación. Igualmente indica

que, la participación es una búsqueda constante del reconocimiento como actores válidos frente a

los procesos de paz y que el involucramiento de la ciudadanía en estos debe partir de la idea de

que esta es necesaria y fundamental, por consecuencia, no pueden existir prevenciones.

Rios y Cairo (2018) desarrollan a partir del análisis del discurso, una revisión de las

narrativas que existen sobre participación política, por parte de los negociadores del gobierno

colombiano, los delegados de las FARC y los opositores al proceso de paz. En dicho trabajo

destacan que, la participación política se encuentra en disputa, es un escenario conflictivo, entre

quienes están de acuerdo con la necesidad de implementar el acuerdo de paz para superar el

conflicto armado y tramitar demandas históricas de la sociedad. Y, quienes se oponen

tajantemente al acuerdo de paz al considerarlo un motivador de posibles escenarios anarquistas.

Los discursos y/o concepciones sobre participación política de los opositores al acuerdo de paz,

evidencian un miedo a la ampliación de la democracia y a la participación de la ciudadanía,

porque consideran que esta puede conducir a la transformación del estado de cosas existentes.

Mientras, los negociadores tanto del gobierno como de las FARC para el proceso de paz,

reconocen la importancia de la participación política como un mecanismo para la ampliación y

modernización de la democracia colombiana, que busca dar mayor participación a la ciudadanía

tanto en los espacios de participación electoral y de movilización social, como en la planificación

de las políticas de desarrollo territorial.

En el trabajo de Guevara, Meneses, Ortega y Cadavid (2018), se hace un acercamiento a

las categorías de democracia, partidos políticos, sistemas de partidos y reincorporación política,

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para presentar un análisis sobre la importancia del cambio del régimen político para la

consolidación de la paz y la mitigación de nuevos fenómenos de violencia en Colombia. Los

autores hacen referencia a la democracia política, como un régimen en el que predomina la

presencia de diversos partidos, el respeto a los derechos de las minorías, la existencia de una

oposición ciudadana que realiza procesos de control al poder. Igualmente, analizan el proceso de

reincorporación política y señalan que, la transformación del régimen electoral y el sistema de

partidos es fundamental para garantizar una reincorporación adecuada de los combatientes y una

transformación de las condiciones que han sido generadoras del conflicto armado.

Guevara et al. (2018) afirman que “los conflictos armados surgidos durante las décadas

de los 60’s y 70’s en varios países latinoamericanos, incluyendo Colombia, se deben a la falta de

espacios de participación política o la sustitución de la democracia por regímenes autoritarios”

(p.36). Situación que, hace relevante la implementación del punto 2 de participación política, y

en general, de todas las medidas presentes en el acuerdo de paz que buscan la ampliación de la

democracia, para transformar las limitaciones o fallas que tiene el régimen político colombiano

para la participación de los diversos movimientos y partidos políticos de oposición.

Castrillón y Cadavid (2018) en el artículo denominado “proceso de paz entre gobierno

colombiano y las FARC-EP: camino hacia la reincorporación de combatientes”, hacen una

reconstrucción histórica de las experiencias institucionales que ha tenido Colombia en materia de

reincorporación de combatientes y de la aplicación del modelo de Desarme, Desmovilización y

Reinserción -DDR-. Igualmente, analizan el contenido del acuerdo de paz en materia de la

reincorporación política de los exguerrilleros, destacando que la ampliación de la democracia es

un requisito indispensable para el éxito de la reincorporación política, y que, bajo dicha premisa

está concebida en el acuerdo de paz.

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El artículo de Fernández (2019) presenta un análisis comparado en el que se analiza los

avances del acuerdo de paz de Colombia en sus primeros dos años, con relación a los avances

que en el mismo periodo de tiempo se había presentado en otras partes del mundo. En el análisis

comparado se hace evidente que los componentes socioeconómicos y de participación política

del proceso de paz colombiano son los que presentan menores avances. Mientras, el componente

de cese al fuego, desarme y desmovilización de los reincorporados presenta mayores avances que

lo estipulado en la tendencia mundial.

Fernández (2019) también destaca que, los estudios de paz comparados han tenido poco

desarrollo en Colombia, lo que limita la posibilidad de analizar los avances de la implementación

del acuerdo de paz en comparación con los desarrollos que en el mismo tiempo se tenían en otras

partes del mundo, por lo cual, presenta su ejercicio como un aporte necesario en los estudios para

la paz. Igualmente recalca que, el acuerdo de paz con las FARC “ha sido uno de los sucesos

políticos más importantes del país en los últimos años, toda vez que permitió iniciar la transición

del conflicto armado hacia un escenario de paz y concordia después de más de cincuenta años de

violencia” (Osorio, 2019, p.105).

El Instituto Kroc (2019), de la Universidad de Notre Dame, en su tercer informe sobre el

estado de implementación del acuerdo de paz de Colombia, presenta a través de un análisis

cualitativo y cuantitativo de cada uno de los puntos, el estado de la implementación del acuerdo

de paz a febrero del 2019. Dicho informe pone en evidencia que el punto dos “participación

política: apertura democrática para construir la paz”, es uno de los más quedados en materia de

implementación del acuerdo de paz. El informe evidencia que a febrero del 2019 “el 13 % de las

disposiciones sobre el segundo punto del acuerdo (participación política) ha sido completamente

implementado, el 7 % tiene un avance intermedio y el 35 % una mínima implementación” (p.4).

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El Instituto Kroc (2019), destaca que se debe avanzar en la aprobación de las

circunscripciones especiales transitorias de paz -CTEP-, la reforma al régimen electoral, la

reforma a la ley 152 de 1994, las veedurías ciudadanas, la ley estatutaria de garantías para la

promoción de la participación ciudadana, las garantías a la protesta social, entre otros. No

obstante, subraya la importancia de la expedición del estatuto de la oposición y los avances en

relación a la dinamización del Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia

(CNPRC) y sus Consejos Territoriales en diversos municipios y departamentos del país; al

considerar dicha infraestructura como “un instrumento clave para fortalecer la participación en

torno a la construcción de paz y la apertura democrática” (Instituto Kroc, 2019, p.56).

Jimenez y Toloza (2019) en su capitulo del libro “El Acuerdo de paz en Colombia entre

la perfidia y la potencia transformadora”, presentan un análisis cualitativo de la implementación

del acuerdo de paz a dos años de su firma, y muestran elementos teóricos sobre las

transformaciones que se han suscitado en el país a partir del ambiente político generado por este.

En consecuencia, los autores señalan que, el hermetismo del bloque en el poder ha imposibilitado

avances significativos en la implementación del punto dos del acuerdo de paz, por lo cual, se

evidencia una tendencia a la perfidia y simulación en su cumplimiento.

Jimenez y Toloza (2019) tambien manifiestan que, a pesar de los pocos avances en

materia de implementación del punto de participación política del acuerdo de paz, si se evidencia

que tanto la participación del partido político FARC, como la movilización de diversas fuerzas

sociales y políticas en apoyo a la paz, han abierto un escenario de mayor pluralidad y de apertura

democrática. Dicha afirmación se acentúa cuando los autores señalan que “la firma de la paz abre

un nuevo escenario del debate político, reimpulsando los sectores democráticos alternativos y sus

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expresiones electorales y contribuyendo al impulso de procesos de politización de nuevos

sectores de la población” (p.86).

Finalmente, en el rastreo sobre el estado del conocimiento respecto al problema de interés

planteado en la presente monografía, se puede identificar que hay una fuerte tendencia en los

estudios realizados por Duque y Cadavid (2016), Guevara et al. (2018), y, Castrillón y Cadavid

(2018), en abordar el proceso de paz desde la perspectiva de la reincorporación política de las

FARC-EP y sus implicaciones en la ampliación de la democracia. De igual manera, los autores

hacen un fuerte énfasis en la idea de que la estrechez del régimen político colombiano ha sido

uno de los factores causantes de la violencia, por lo cual, la consolidación de la paz y del proceso

de reincorporación, dependen de que las transformaciones políticas establecidas en el acuerdo de

paz se desarrollen a cabalidad.

Fernández (2019) y el Instituto Kroc (2019), manifiestan que los mayores desarrollos en

materia de implementación del acuerdo de paz se presentan en el proceso de desarme,

desmovilización y reinserción. Sin embargo, los aspectos que se identifican como causas

históricas del conflicto, tales como, la desigualdad en la distribución de la tierra, la participación

política de la ciudadanía y los sectores de oposición, la pedagogía de paz y las transformaciones

culturales de la mentalidad violenta, el desmonte del paramilitarismo, la sustitución de los

cultivos de uso ilícito, la reparación a las víctimas y la construcción de la verdad desde todos los

actores del conflicto, son los que menores desarrollos tienen en el marco de la implementación

del acuerdo de paz. Situación que podría conducir al surgimiento de nuevas estructuras

insurgentes fruto de las violencias estructurales y las injusticias sociales que predominan en la

sociedad colombiana.

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En el marco de la revisión bibliográfica realizada a través de buscadores académicos

como, Redalyc, Scielo, Google Sholar, Dialnet, Clacso, Scopus y ScienceDirect, se puede

evidenciar la inexistencia de trabajos académicos encaminados a analizar la manera en la que

la implementación del acuerdo de paz entre las FARC y el Estado colombiano, dinamizó la

participación ciudadana en los Consejos Territoriales de Paz, Reconciliación y Convivencia, lo

que da mayor significancia a este trabajo monográfico.

2 1.7- Marco teórico

En el marco teórico para la presente monografía se desarrollan las categorías de paz e

infraestructura para la paz, entendidas desde la perspectiva de Bonilla y Rodríguez (2005), como

el fundamento del proceso investigativo desde el que se orienta y delimita la dirección que tome

la investigación, debido a que, son los conceptos los que permiten captar la realidad del mundo

concreto. Es así como, la construcción de un rico equipaje conceptual posibilita estudiar los

fenómenos de manera más estructurada y compleja (Morín, 1994) para una mayor profundidad

del proceso investigativo.

De tal manera que, en el análisis de las concepciones sobre la paz se considera el trabajo

de Galtung (1998), en el que se representa a la paz negativa, con la tramitación de las violencias

directas que se ven reflejadas en la superación de la guerra y/o de la violencia física. Así como, a

la categoría de paz positiva como un proceso en el que se afrontan las violencias estructurales,

que se hacen presentes a través de fenómenos como la miseria, la explotación, la marginación; y,

a la mitigación de las violencias culturales, que se despliegan y reproducen a través de la

religión, la ideología, el lenguaje, el arte, la ciencia empírica y la ciencia formal (Galtung, 2016).

Las primeras aproximaciones científicas en las que se aborda con rigurosidad la

problemática de la paz se dan posterior a la primera guerra mundial. La mayoría de los

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planteamientos teóricos hacían referencia de la paz como la superación de las violencias directas.

De tal manera que, la paz era concebida como ausencia de guerra. Los defensores de la paz

negativa planteaban que la ampliación de este concepto hacia temas relacionados a la justicia

social y la garantía de los derechos, hacían muy amplio el objeto de estudio, lo cual, dificultaría

su abordaje como categoría de análisis (Vera, 2016).

La paz positiva surge de un proceso de acumulado histórico en los avances de los

estudios sobre la paz. Los cuestionamientos hechos al significado de paz como mera ausencia de

guerra, en el que se plantea que, este puede ser compatible con situaciones en las que estén

vigentes estructuras sociales, políticas y económicas profundamente autoritarias, que simulen un

estado de paz, pero que tarde o temprano lleven a un estallido violento (Vera, 2016). Conllevo a

Galtung (1998) a plantear la categoría de paz positiva, como un estado en el que la paz puede ser

sostenible, debido a que se transforman las violencias generadas por estructuras políticas,

económicas, jurídicas y culturales; atacando las causas que originan las violencias directas.

Para Vera (2016), la paz negativa está fundada en una mirada Hobbesiana, en la que se

concibe al hombre como un ser egoísta, insolidario e individualista. Por ello, la única posibilidad

de paz es el control de las convulsiones agresivas a través del miedo y la represión. Mientras en

la paz positiva se concibe la naturaleza humana, desde una perspectiva Rousseauniana, como un

ser cooperador, solidario y altruista. Por eso la paz positiva busca construir un orden social

basado en la justicia y la aplicación de los derechos humanos.

Las categorías de paz positiva y de violencia estructural, si bien son reconocidas por

Muñoz (2001), como un avance en los estudios para la paz, señalando que, a finales de la década

de los sesenta dichos conceptos pasaron a ser claves en el campo de las investigaciones para la

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paz. Propone el enfoque de paz imperfecta a partir de la problematización de la paz positiva, al

concebirla como una mirada maximalista y/o utópica de la paz, que puede llevar a situaciones de

frustración y de violencia, en la búsqueda de una sociedad en la que predomine la justicia social

y la garantía de los derechos humanos.

Aunque, Muñoz (2001) también reconoce que la paz imperfecta puede ser entendida

como un proceso entre la paz negativa y la paz positiva. Sin embargo, resalta que es un concepto

más trascendente. Para dicho autor, la paz imperfecta es entendida como un proceso inacabado,

que se encuentra en permanente construcción, que reconoce el conflicto como parte de la

condición humana y como motor de las sociedades. Igualmente, reconoce la presencia de

iniciativas de paz y de violencia conjuntamente en una sociedad, situación que permite planificar

futuros conflictivos y siempre incompletos.

Para Sanz (2019) “La paz interna o espiritual” hace referencia a la ausencia de un

conflicto interno, la paz interna pertenece a la moral y su tratamiento es habitual de los

moralistas o religiosos, los cuales la interpretan como la paz “verdadera” y consideran como

condición necesaria para construir la paz externa. Desde esta mirada, el conflicto se percibe

como algo negativo que perturba el orden y la armonía espiritual.

Según Donais (2011), uno de los conceptos más contemporáneos en el campo de la

investigación para la paz es la denominada paz liberal, la cual, busca llevar Estados destruidos

por la guerra hacia la conformidad con los estándares internacionales de liberalización

económica, desarrollo neoliberal, derechos humanos y Estado de derecho. Según esa perspectiva,

la construcción de la paz consiste en transformar las políticas destruidas por la guerra en

democracias liberales efectivas, en las que el marco democrático liberal es visto no sólo como el

16
patrón oro de buen gobierno, sino también, como el fundamento más seguro para una paz

sostenible.

Donais (2011) también plantea que en los aprendizajes frente a la construcción de paz se

ha planteado el modelo de paz comunitaria fundamentado en las ideas de Jean Paul Lederach de

construcción de paz desde abajo, lo cual implica, edificarla sobre la base de los hábitos y

tradiciones de la población que vive en tiempos y lugares específicos.

Lederach (2007) plantea un esquema de tres niveles en los que los diferentes actores

locales logran participar, entre ellos, se encuentran: el nivel alto, en el cual, participan los

máximos dirigentes con capacidad de toma de decisiones para un proceso de negociación. En el

nivel intermedio se encuentran líderes de grado medio. Mientras en el nivel bajo se encuentran

líderes de base que pueden promover procesos de formación y reducción de prejuicios. En los

modelos de paz desde abajo, se destaca la importancia del papel jugado por los actores del nivel

intermedio, tales como, las universidades, plataformas sociales. Y, los del nivel bajo, ya que son

los más cercanos a vivir los efectos de la violencia, por lo cual, son quienes deben desarrollar

procesos de movilización, empoderamiento y reconciliación víctima - victimario.

Bautista (2017) aborda el concepto de la paz territorial indicando que este ha tomado

relevancia a partir de los diálogos de paz con las FARC-EP y la premisa de transformar los

territorios más olvidados y afectados por la violencia. Para dicho autor, esta categoría ha tenido

varias interpretaciones, lo cual, lo hace un concepto aún en construcción, pero que requiere de

una teorización debido a que en la etapa del pos-acuerdo será este quien marque las pautas para

muchas de las políticas públicas. Por consiguiente, Bautista (2017) señala que, la paz territorial

es “el proceso de transformación de los territorios en clave de justicia social, a partir del reco-

nocimiento de las trayectorias históricas de los sujetos allí actuantes y las diversas características

17
de los conflictos existentes” (p.109). De igual manera, Paladini (2016) indica que “la paz

territorial no es más que lograr que la paz se construya y defina desde las demandas y las

agendas de los territorios; con, desde y para los mismos territorios y con la participación directa

y transformadora de sus pobladores” (p. 2).

Lo que nos presenta este rico abordaje conceptual sobre la categoría de paz, es que no

existe una sola mirada que recoja de manera integral su significado, este ha ido evolucionando en

la medida en que desde el mundo académico se le ha tratado con mayor rigurosidad. Los

primeros acercamientos a la paz le definieron como una situación de ausencia de guerra. Con el

tiempo fueron surgiendo nuevas definiciones que le ubicaban de una manera más integral,

relacionándola con la justicia social y el establecimiento de estructuras políticas, económicas y

culturales que garantizaran su sostenibilidad en el tiempo. El análisis crítico de las categorías y/o

definiciones hegemónicas, fueron planteando que la paz no tenía un punto de llegada y/o un

estado ideal, sino que era un proceso de construcción permanente, por ende, se le definió con el

complemento de “imperfecta”.

Las fabricaciones teóricas que buscaban posicionar el modelo neoliberal y el sistema de

mercado, fueron configurando un acercamiento a la paz que implicada la imposición de las

políticas de mercado en sociedades destruidas por la guerra. Mientras otras visiones, indicaban

que la paz debía construirse desde los espacios locales, en contra posición a los enfoques

globalizantes. g

Dentro de las miradas más actuales se viene trabajando el concepto de paz territorial, el

cual, se presenta como un campo en disputa, ya que alrededor de este se ostentan lecturas que

buscan aproximarlo a la visión de paz liberal, como la presentada por el gobierno colombiano en

la vocería del Alto Comisionado Para la Paz Sergio Jaramillo. Quien considera que la firma del

18
acuerdo de paz, permitiría la intervención privada nacional y transnacional en territorios que

habían sido vetados a dichos sectores por las resistencias políticas, sociales y armadas de la

población. Y, que las violencias se presentaban casi que exclusivamente en las regiones más

apartadas del centro del país, desconociendo los múltiples tipos de violencia que ocurren

paralelamente tanto en las ciudades principales como en los lugares periféricos.

No obstante, también existen aproximaciones teóricas que describen dicho concepto

como un proceso en el que se definen las políticas públicas, desde y a partir de las demandas de

las mismas comunidades, sin desconocer las formas de institucionalidad y activismos para la paz

que se han construido históricamente en las regiones de manera autónoma y autogestionaria. Con

esta mirada nos sentimos más identificados frente a la definición de la categoría de paz

territorial.

En suma, después del recorrido hecho a los desarrollos de la categoría de paz, se

considera que la definición presentada por Galtung (1998), en la que se relaciona a la paz con la

superación de las violencias directas, culturales y estructurales, es decir, con la justicia social;

constituye una de las aproximaciones más integrales, por lo cual, constituirá nuestro punto de

referencia principal desde el que nos pararemos para el desarrollo de la presente monografía. No

obstante, advertimos que si bien, algunas de las definiciones de paz territorial y en especial el

contexto en el que surge, nos parecen importantes, este no constituye nuestra base principal

desde la que nos paramos académicamente, por ser aún una definición no muy sólida y en etapa

de construcción.

En la categoría de infraestructura para la paz, en la que teóricamente nos basamos para

abordar la figura del Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla,

encontramos diversos autores que han realizado aproximaciones epistemológicas al respecto.

19
Entre los más destacados se encuentra el sociólogo y docente Estadounidense John Paul

Lederach (2007), quien señala que las infraestructuras para la construcción de la paz deben “estar

arraigadas y desarrollarse en la zona donde se sitúa el conflicto. Deben surgir creativamente de la

cultura y el contexto, pero sin ser esclavas de ninguno de ellos” (p.120). Su propósito es “la

reconciliación, cuya esencia es la redefinición y el restablecimiento de las relaciones rotas”

(p.120). Desde esta perspectiva, el autor hace una fuerte insistencia en la relevancia de que las

infraestructuras de paz se constituyan en procesos - estructuras que surjan de las particularidades

y necesidades de la población en conflicto, para pasar de ciclos estancado de violencia a

escenarios de reconstrucción del tejido social.

De igual forma, otro de los artículos destacados es el de Pfeiffer (2014), quien en su

trabajo denominado “Infraestructura de paz en Colombia” manifiesta que:

El concepto de infraestructuras de paz parte de la noción de que para terminar un

conflicto de manera no-militar y construir una paz duradera no basta sólo con tener buenas

voluntades o un proceso de negociación entre los actores armados. Se necesitan espacios

permanentes dotados de legitimidad, autoridad y recursos con los cuales los diferentes

actores de la sociedad, incluyendo las partes del conflicto, preparan la paz y la sostienen en

el tiempo. (p.4)

Para dicha autora, Colombia cuenta con acumulados significativos en materia de

infraestructuras de paz, que pasan por figuras como, los comités, comisiones, Consejos de Paz,

centros de memoria histórica, comisiones de verdad, entre otros. Espacios que representan uno

de los activos más importantes para el país, ya que son estos quienes pueden garantizar la

construcción de una paz sostenible. Sin embargo, Dichas infraestructuras deben contar con un

mandato claro, con presupuesto y legitimidad suficiente para el cumplimiento de sus labores.

20
El artículo de Molina y Cadavid (2018), en la misma línea de Pfeiffer (2014), destaca los

significativos acumulados con los que cuenta Colombia en materia de infraestructuras de paz. En

tal sentido considera que estas han jugado diferentes roles en las etapas de los procesos de paz

abordados entre el Estado colombiano y las FARC-EP. En los primeros intentos (1982-2002)

jugaron el rol de grupos de presión que exigían una salida política al conflicto; en la etapa de

negociación del proceso de paz con Juan Manuel Santos se constituyeron en grupos y/o

instancias de mediación para la participación de la sociedad civil en los diálogos de paz; y, en la

tercera etapa, juegan un rol de legitimadores de los acuerdos de paz.

Las infraestructuras de paz permiten el empoderamiento y movilización de amplios

sectores de la sociedad, constituyéndose en una instancia fundamental para la implementación

del acuerdo de paz firmado con las FARC - EP, en el contexto del incremento de saboteadores de

dicho acuerdo. De tal manera que, “una infraestructura de paz podría convertirse en interlocutora

importante de movimientos sociales ofreciéndoles una tribuna más amplia y vinculándolos con

otros procesos en otros niveles” (Pfeiffer, 2014, p.24)

Uribe (2018), dando mayor fuerza a otro de los componentes que tienen las

infraestructuras de paz, que corresponde a las instituciones del Estado, indica que, estas pueden

ayudar a construir sinergias entre las entidades locales y los actores sociales que movilizan

procesos de construcción de paz; permitiendo, el fortalecimiento del Estado local y la

implementación del acuerdo de paz con las FARC. De igual manera, señala que las

infraestructuras de paz deben ser entendidas como “plataformas amplias para la acción colectiva

que, desde provincias y regiones, desarrollen relaciones formales e informales con

organizaciones de base y con actores departamentales, nacionales e internacionales, que permitan

coordinar decisiones, recursos y procesos para la construcción de paz” (p.185).

21
A partir del acercamiento teórico a la categoría de infraestructura de paz, es pertinente

ratificar que esta constituye uno de los acumulados más significativos en Colombia. Debido a

que existen estructuras - procesos como los Consejos Territoriales de Paz, Reconciliación y

Convivencia que son creados por una ley de la república, hacen parte de las infraestructuras

fortalecidas a partir de la implementación del acuerdo de paz con las FARC - EP, contiene un

significativo grado de legitimidad fruto de la amplia presencia de sectores representativos de la

sociedad civil, el Estado y los grupos firmantes del acuerdo de paz. Sin embargo, las carencias de

recursos económicos y físicos es uno de los factores que más obstaculiza el adecuado

funcionamiento de estas.

Es igualmente necesario mencionar, que la presente monografía tendrá como concepto

teórico de referencia la definición expuesta por Pfeiffer (2014), al considerar que la construcción

de la paz no basta solo con la voluntad o la firma de un acuerdo de paz, sino que este requiere de

infraestructuras de paz legitimadas, con autoridad y recursos, con los cuales los diferentes

sectores de la sociedad, incluyendo víctimas y combatientes, construyen la paz y garantizan su

estabilidad y prolongación en el tiempo.

Es en la labor que desarrollen las infraestructuras de paz, entendidas además, como

estructuras -procesos, que sirven de plataforma a múltiples movimientos sociales pro - paz; que

se logra avanzar en la dinamización de mecanismos de exigencia, para consolidar la paz negativa

(superación de las violencias directas) y transitar hacia la trasformación de la macro estructura

que reproduce las formas de violencia estructurales y culturales, posibilitando la construcción de

una paz positiva, en términos de la justicia social y la garantía de derechos.

22
2 1.8- Aspectos metodológicos

La presente monografía se desarrolla de acuerdo con el método de investigación

cualitativa, el cual permite explorar “el contexto estudiado para lograr las descripciones más

detalladas y completas posibles de la situación” (Bonilla y Rodríguez, 2005, p.14). De tal manera

que, se logre plantear desde una perspectiva de la investigación social, análisis estructurales,

históricos y culturales que posibilitan abordar el problema de interés priorizado.

De igual forma, se emplearán técnicas de investigación relacionadas a las entrevistas

semiestructuradas, grupos focales y revisión documental. Que serán aplicadas a los actores

vinculados de manera directa e indirecta en el Consejo Territorial de Paz del municipio de

Sevilla, en el periodo correspondiente entre los años 2016 - 2019.

Para cumplir el objetivo 1: Describir el desarrollo del punto dos de participación política,

del Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera.

Se llevará a cabo un proceso de revisión documental y entrevistas semiestructuradas, que

permitan hacer análisis de los textos, videos, audios, entre otros, que den cuenta del proceso de

construcción y desarrollo del punto dos del acuerdo de paz con las FARC-EP.

Para el cumplimiento del objetivo 2: Examinar el proceso de configuración y

consolidación del Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de

Sevilla. Se implementarán técnicas de entrevistas semiestructuradas y revisión documental, que

permitan relatar el proceso de configuración y consolidación de dicha infraestructura de paz.

Para el cumplimiento del objetivo 3: Analizar las representaciones sobre paz y/o paces

que tienen los integrantes del Consejo Territorial de Paz de Sevilla, en relación a los procesos

socio-políticos o de activismos por la paz. Se realizarán grupos focales que permitan evidenciar

23
las concepciones filosóficas, políticas y culturales que mueven a los integrantes de dicho órgano

de participación ciudadana a la dinamización de escenarios de construcción de paz.

24
2-El punto dos de participación política del acuerdo de paz entre el Estado colombiano

y las FARC - EP

Para describir el desarrollo del punto dos de participación política, del acuerdo de paz

entre el Estado colombiano y las FARC - EP, se realizará un acercamiento conceptual a las

categorías de “la política” y “lo político”, desde autores como Carl Smith, Hannah Arendt y

Chantal Mouffe. Quienes permitirán acercarnos a las variables de “origen”, “valoración” y

“naturaleza” de este concepto, que juega un papel determinante para la comprensión del espíritu

de los contenidos del acuerdo de participación política. De igual manera, en este capítulo se

presentará algunas de las ideas centrales que se han construido alrededor de las causas políticas

del conflicto colombiano, desde la mirada del profesor Jairo Estrada Álvarez, Sergio de Zubiría y

el Docente Víctor Manuel Moncayo; lo cual, posibilitará rastrear los motivos por los cuales era

necesario discutir un punto de participación política en un acuerdo de paz entre el Estado

Colombiano y las FARC. Entre tanto, este recorrido nos permitirá referir de una manera integral,

los contenidos, retos y avances en la implementación del punto dos del acuerdo de paz.

Al rastrear el origen del concepto de política, Hannah Arendt en su libro ¿Qué es la

política?, nos plantea que dicha categoría no es natural a la condición humana, por el contrario,

es una construcción social que se ha representado de diversas formas según el contexto histórico

desde el que se le analice. Por lo cual, para Arendt (1997) el referente más antiguo de política,

por consiguiente, su génesis, proviene de la acción que los griegos desarrollaban en la polis,

relacionada con el diálogo que hacían los hombres libres en un espacio público. De igual manera,

“Arendt piensa en la necesidad del imperio de una democracia participativa de corte republicano

que en los tiempos contemporáneos recupere el espíritu de la polis griega” (Retamozo, 2009,

p.7).

25
Otros autores que se presentan como referentes importantes al indagar sobre la categoría

de lo político es Carl Schmitt, quien escribió el libro denominado “el concepto de lo político”, en

el cual, más que tratar de hacer un rastreo de la génesis de la política, como si lo hace Hannah

Arendt; este autor se encarga de hacer un acercamiento a la naturaleza de lo político, para

plantear que dicho concepto está dado por la dicotomía amigo/enemigo (Schmitt, 1932), de tal

manera que, el conflicto se presenta como una dimensión constitutiva de lo político (Arditi,

1995).

No obstante, a pesar de que los autores anteriormente mencionados hacen referencia de la

política como la acción del diálogo que se realiza en el espacio público en condiciones de

libertad en el caso de Arendt, y la relación de amigo/enemigo que postula Schmitt como

condición ontológica de esta; la mayoría de las personas en la época contemporánea relacionan

lo político con categorías como “corrupción”, “instituciones estatales”, “partidos políticos”,

“regímenes políticos”, entre otros. Y la valoran como buena o mala, según la condición social y

el rol que estén ejerciendo. De tal manera que, muchas personas que asumen la política como una

profesión, la valoran como algo bueno para el servicio de las comunidades, mientras, quienes se

sienten excluidos o amenazados por acción de los efectos negativos de la política la valoran

como algo malo, perverso y que tiende a la violencia.

Para no caer en las supersticiones que se han construido socialmente sobre la política, es

relevante para la apertura del presente capítulo, tal como se ha venido haciendo, el acercamiento

académico a los conceptos que se expresan con fuerza en el punto dos de participación política

del acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y las FARC - EP. Desde ahora, podemos poner

en evidencia que una de las conclusiones que se destacan de los contenidos de dicho punto del

acuerdo de paz, corresponde a la idea de que lo político no se limita solo al campo de las

26
instituciones del Estado, este más bien, abarca un sin número de escenarios en los que prevalecen

los conflictos instituyentes y destituyentes que pueden transformar el orden social. Entre estos, se

encuentran los movimientos sociales, organizaciones, ciudadanos y partidos políticos. No

obstante, no se desconoce que el Estado juega un papel determinante en el ejercicio de la política

y lo político.

Mouffe (2009) define lo político como “la dimensión de antagonismo que considera

constitutiva de las sociedades humanas” (p.16), y, a la política como “el conjunto de prácticas e

instituciones a través de la cual se crea un determinado orden, organizando la coexistencia

humana en el contexto de la conflictividad derivada de lo político” (p.16). La conceptualización

dada por Chantal Mouffe, dialoga con el concepto de amigo/enemigo de Schmitt, al reconocer la

importancia del antagonismo, y, por ende, la naturaleza conflictiva de lo político. No obstante, la

autora destaca en su libro denominado “en torno a lo político”, la importancia de construir

vínculos comunes entre las partes en conflicto, de tal manera que, no se trate a los oponentes

como enemigos a ser erradicados, sino, como adversarios que tramitan sus disputas, demandas y

aspiraciones políticas por medio de los canales de la democracia, de lo contrario, “el disenso

tiende a adoptar formas violentas” (p.28).

La inexistencia de canales y mecanismos para tramitar las demandas de quienes ejercen

el disenso en una sociedad y la respuesta violenta dada a los conflictos por las élites en el poder,

son algunas de las premisas que aparecen como causas generadoras del conflicto armado

colombiano. Por ende, en los siguientes apartes del presente capítulo nos centraremos en hacer

una aproximación de algunas de las narrativas teóricas que existen sobre la génesis y naturaleza

del conflicto Colombiano, de tal manera que, nos permita describir que motivó la incorporación

de un punto de participación política en la mesa de negociaciones entre el Estado colombiano y

27
las FARC - EP, para posteriormente, abordar los contenidos, avances y retos en materia de

implementación del acuerdo de paz.

En dicho sentido, Estrada (2015) en su ensayo elaborado en el marco de la comisión

Histórica del Conflicto y sus Víctimas, la cual, surge en el contexto del proceso de negociaciones

entre el Estado Colombiano y las FARC- EP, con el propósito de presentar elementos que

expliquen las causas del conflicto colombiano, las condiciones que incidieron en su prolongación

y sus consecuencias; señala que “en los procesos acaecidos a partir de la década de 1920 se

encuentran los orígenes del actual conflicto social y armado” (p. 274). Para este autor, en dicha

época se evidencia la disputa entre las facciones “cuyo interés consistía en darle continuidad a la

dominación hacendataria y de burguesía compradora, apoyada en el régimen de hegemonía

conservadora, autoritario, clerical y excluyente” (p. 274) contra “las facciones que propugnaban

por imprimirle un mayor impulso al lento proceso de desarrollo capitalista iniciado en las últimas

décadas del siglo XIX” (p. 274).

Esta interpretación de la génesis del conflicto colombiano dada por el Docente Jairo

Estrada, dialoga en términos de la temporalidad, con la mirada de Zubiría (2015) quien considera

que “los orígenes del conflicto colombiano se sitúan al final de los años 20 y la década de los 30

del siglo XX” (p. 340). Dicho periodo histórico, está marcado por la disputa entre liberales y

conservadores por el control del Estado, el surgimiento de luchas sociales y populares que dan

paso a la aparición de expresiones políticas alternativas como el partido Comunista y el

Gaitanismo. A pesar de que muchos historiadores dan como sentado el origen del conflicto

armado en la época de 1948, fecha en la que se da el asesinato de Jorge Eliecer Gaitán; la

referencia de Estrada y de Zubiría, sobre la génesis del conflicto en los años 20, permite

comprender que el surgimiento de resistencias campesinas, obreras e indígenas y la

28
implementación de mecanismos contrainsurgentes de producción y reproducción del orden social

dominante data de periodos anteriores al surgimiento de las guerrillas contemporáneas.

En el marco de las reformas promovidas por el partido Liberal para la modernización del

proyecto capitalista, el partido Conservador se niega a perder por la vía electoral el poder que

había ganado en la guerra de los mil días, constituyéndose en una “oposición extremista de

derecha, cuyos fundamentos doctrinarios se encontraban en el falangismo, el fascismo y el

anticomunismo, y en una definición amplia del enemigo subversivo” (Estrada, 2015, p. 275). De

tal manera que, se señala al partido Liberal, al partido Comunista y a múltiples organizaciones

populares de ser partícipes de una conspiración bolchevique promovida desde la Rusia soviética.

Dicha situación marca el carácter extremista sobre el que se continuaría ejerciendo la

dominación de clase por parte de la burguesía colombiana y ubicaría una amplia concepción del

enemigo subversivo a vencer por parte del bloque de poder contrainsurgente.

A mediados del siglo XX se desarrolla una arremetida del partido Conservador contra el

movimiento Gaitanista de corte Liberal, que había explotado en furia después del asesinato del

Caudillo Jorge Eliécer Gaitán. De igual manera, se criminaliza al partido Comunista dándole una

condición de ilegalidad e incrementa la persecución a las organizaciones sociales y populares. El

frente nacional de finales de los años 50 constituyó un momento de unificación del poder de las

élites dominantes para el desarrollo del proyecto capitalista, excluyendo y persiguiendo a toda

alternativa política que surgiera en oposición a los partidos Conservador y Liberal. Ese fue el

caso del Frente Popular impulsado por el padre Camilo Torres en la década de 1960, el caso de la

Alianza Nacional Popular -ANAPO- y del partido Comunista.

29
Los años 60 marcan el surgimiento de diversas guerrillas como las FARC 1, el ELN2 y el

EPL3, quienes constituyen una expresión de la subversión colombiana que ejercía una resistencia

armada a las formas violentas de producción y reproducción del orden social dominante en

Colombia. La explicación del surgimiento de dichas guerrillas debe abordarse desde múltiples

dimensiones. Por lo tanto, como lo señala Estrada (2015), uno de los elementos esenciales

corresponde a la tesis de que, al orden social capitalista le es inherente la subversión. Sin

embargo, el hecho de que ésta se haya tornado violenta solo es posible entenderse por la

existencia de un bloque de poder contrainsurgente que utilizó todas las formas de lucha para

exterminar al enemigo interno.

Otro elemento para tener en cuenta es el acumulado histórico de luchas populares

presentes en la historia colombiana y las experiencias de grupos guerrilleros, en especial los

acaecidos a mediados del siglo XX en Colombia. Entre ellos figuran las guerrillas liberales de los

llanos, las autodefensas campesinas del Tolima, quienes darían posteriormente origen a las

FARC, quien se constituiría en un inicio como un movimiento campesino de resistencia armada

y posteriormente como una organización político-militar con una significativa capacidad de

regulación de la vida social en muchos territorios del país.

Dentro de las dimensiones a tener en cuenta para explicar el origen político del conflicto,

está la influencia teórica de las revoluciones victoriosas a nivel internacional, las cuales,

establecían la premisa de que era posible lograr transformaciones estructurales por medio de la

lucha armada. Al igual que, la polarización del mundo fruto de la guerra fría y la profundización

de la doctrina contrainsurgente promovida desde los Estados Unidos, que designaban el rol de

“enemigo interno o comunista” a toda expresión social y/o política que pusiera en cuestión el

1
Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.
2
Ejército de Liberación Nacional.
3
Ejército Popular de Liberación.

30
orden social imperante. No obstante, a pesar de que estos elementos son relevantes en un análisis

integral de los orígenes de la subversión, no la explica en su totalidad, debido a que como lo

señala Estrada (2015) “el derrumbe del «socialismo realmente existente» no trajo como

consecuencia la desaparición de las guerrillas revolucionarias en nuestro país” (p. 299). Por

consiguiente, la prolongación del conflicto armado colombiano debe entenderse especialmente a

partir de los conflictos políticos, económicos, sociales y culturales propios del orden hegemónico

imperante en Colombia.

Entre los años 70 y 80 se escala el conflicto social y armado en Colombia, por lo cual, se

busca una salida dialogada en el marco del gobierno de Belisario Betancur, constituyéndose los

acuerdos de la Uribe en 1984, que permitirían la creación de la Unión Patriótica como plataforma

política en la cual la insurgencia haría su tránsito a la vida electoral. No obstante, la respuesta del

gobierno no fue la de crear los canales institucionales para que los opositores políticos pudieran

tramitar las demandas y disputas por las vías de la democracia, sino, que se emprendió uno de los

más grandes exterminios contra los militantes de la Unión Patriótica, A Luchar y el Frente

Popular.

El segundo intento de una salida política se da con el gobierno de Cesar Gaviria, el cual

se ve frustrado por el bombardeo a Casa Verde el 9 de diciembre de 1990. Posteriormente, se

insistió con los diálogos de Tlaxcala en México en 1992, los diálogos del Caguán en el marco del

gobierno de Andrés Pastrana (1998 - 2002), para llegar finalmente, al proceso de paz con las

FARC - EP en el marco del Gobierno de Juan Manuel Santos. Estos consecutivos intentos de una

salida política al conflicto reconocen la condición política de la insurgencia y la voluntad de paz

que tuvo durante toda su historia como organización guerrillera. Además, pone en evidencia la

tesis que hemos esbozado durante todo este capítulo, fruto de los ejercicios de revisión

31
documental hechos a los ensayos del profesor Jairo Estrada, Sergio de Zubiria y Víctor Manuel

Moncayo, en los cuales, se hace evidente un carácter político del conflicto colombiano y el

surgimiento de la rebelión armada fruto de la constante utilización de mecanismos de represión

violenta, utilizados por las élites colombianas para garantizar la producción y reproducción del

orden social capitalista.

Es pertinente, en este ejercicio de comprender las motivaciones que conllevaron a discutir

un punto de participación política en los diálogos de paz entre el Estado Colombiano y las

FARC-EP, citar a uno de los protagonistas de dicho acuerdo de paz, que estuvo desde la etapa de

negociación por parte de la delegación de las FARC - EP y que en el proceso de implementación

ejerce como representante a la cámara por el Partido Político FARC4. En este sentido, Luis

Alberto Albán Urbano, más conocido como Marco León Calarcá, señala que:

Una de las causas de la guerra, es precisamente cuando se cierran de manera

violenta las luchas que estaban haciendo los Colombianos para construir democracia, para

ampliar democracia, para cambiar el régimen político y económico. Es una lucha desde todo

punto de vista política, y, con la guerra entonces se cierra la puerta y surge la respuesta popular

armada. Entonces para construir la solución, para construir los cambios necesarios, para empezar

la solución de las causas de la guerra, había que abordar el tema de la participación política.

(Calarcá, Video llamada, 10 de abril del 2020)

En este mismo sentido, Moncayo (2015) señala que “todos los informes, así como la

amplia bibliografía sobre el conflicto mencionan, de una u otra manera, el llamado cierre político

como una de las causas o factores del conflicto desde sus orígenes más remotos hasta los tiempos

recientes” (p. 65). Es decir que, el abordaje de un punto de participación política en los diálogos

4
FARC: Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común.

32
de paz entre el Estado y las FARC - EP era un imperativo histórico, que se presenta como uno de

los factores generadores de la guerra desde su etapa inicial hasta la actualidad.

Puesto en evidencia las condiciones históricas que motivaron la inclusión de un punto de

participación política entre el Estado colombiano y las FARC - EP, tanto desde el recuento del

origen del conflicto armado, como de su naturaleza y/o espíritu; en los siguientes componentes

del presente capítulo nos centraremos en describir los contenidos, desarrollos y avances en la

implementación del punto dos de participación política del Acuerdo para la Finalización del

Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, apoyándonos en libros, artículos e

informes relacionados con dicho tema, y en la entrevista del representante a la cámara por el

partido FARC, Marco León Calarcá.

En tal sentido, es necesario relatar que con la llegada a la presidencia de la república de

Juan Manuel Santos en el año 2010, se explora la posibilidad del establecimiento de unos

diálogos para buscar una salida política al conflicto armado colombiano. Estos primeros

acercamientos se denominaron, la etapa exploratoria, en la cual, se establecería un diálogo

bilateral para identificar la existencia de voluntades reales de paz y buscar proyectar una agenda

de temas a discutir. La etapa exploratoria se desarrolló entre los años 2011 y 2012. De esta

manera lo relata uno de los protagonistas centrales del acuerdo de paz:

Ese choque lo tuvimos cuando iniciamos el encuentro exploratorio, que eso fue en

febrero del 2012, ellos (la delegación del gobierno) consideraban que las FARC-EP estaba

derrotada política y militarmente; y, lo primero que hubo que demostrarle era que habían

cometido un error, que inventarse esa mentira ya era un error, pero creérsela ya era un error

mayor, y que nosotros estábamos ahí buscando una eventual solución política al conflicto y no

buscando favores del gobierno, ni buscando prebendas para los guerrilleros y las guerrilleras. Eso

fue un fuerte pulso de entrada. Porque ellos (la delegación del gobierno) seguían pensando en la

33
tesis uribista de que no había una confrontación, sino que había una amenaza y que esa amenaza

ya estaba derrotada, con los graves golpes que habíamos sufrido. Pensaron que con eso habían

acabado con nosotros, pero en su momento lo dijimos, fueron golpes muy duros, golpes fuertes

de verdad, pero que por la estructura Fariana, por la organización Marxista-Leninista, no nos

acababan; dolían los golpes sí, pero no acababan con la estructura, ni con la organización. A

partir de ahí se empieza a generar una agenda que es la que finalmente en agosto de ese año

(2012) se da a conocer. (Calarcá, video llamada, 10 de abril del 2020)

La agenda acordada entre el gobierno y las FARC consistía en una parte introductoria y 6

puntos concretos, entre los cuales se encuentran: 1. Reforma Rural Integral. 2. Participación

Política. 3. Fin del Conflicto. 4. Solución al problema de las drogas ilícitas. 5. Víctimas del

conflicto. 6. Implementación, Verificación y Refrendación. Dicha agenda refleja algunas de las

causas históricas generadoras del conflicto social y armado en Colombia, por lo cual, su

construcción rigurosa era necesario para tramitar por las vías dialogadas uno de los conflictos

más antiguos del continente.

La etapa de negociación va desde el año 2012 hasta el 2016, proceso en el que se

construyeron insumos que debían posteriormente traducirse en normas y políticas públicas, que

permitieran ir resolviendo las causas históricas del conflicto, para asistir a una etapa de

ampliación de la democracia, en la que surgieran nuevas voces y actores en el escenario de la

disputa por el poder.

El punto dos de los temas priorizados en la agenda de negociación “participación política:

apertura democrática para construir la paz”. Es fruto del análisis estructural de la génesis del

conflicto, en el que se evidencia la existencia de un régimen político cerrado, que durante

décadas no permitió el acceso al poder de alternativas políticas diferentes a las tradicionales o

hegemónicas; estableciendo una lógica contrainsurgente para el tratamiento a la oposición, a los

34
movimientos sociales y a las protestas, que conllevó al desangre del país durante más de 5

décadas.

La apertura democrática que se plantea en el acuerdo de paz busca superar la larga

tradición de combinación entre política y armas, que ha caracterizado la historia republicana del

país. Utilizada por diversas corrientes políticas e ideológicas para defender sus ideas, por medio

del uso de la violencia. La etapa de negociación fue un proceso en el que los actores en la mesa

debieron ceder algunas de sus aspiraciones para construir un acuerdo que fuera el reflejo de

intereses compartidos. En tal sentido, Estrada (2019) lo relata de la siguiente manera:

Construir el acuerdo supuso la decisión política de las partes de realizar

concesiones mutuas considerando la realidad histórico-concreta del proceso, definida en gran

medida por el contexto internacional, por la correlación social y política de fuerzas del momento

y por la misma situación militar del conflicto, que venía demostrando la imposibilidad de la

victoria de cualquiera de las partes. No se presentó ni la rendición y el sometimiento de la fuerza

guerrillera, ni se dio la “revolución por decreto”. (p.24)

La etapa de implementación inicia desde el 24 de noviembre del 2016, fecha en la que se

firma el acuerdo del Teatro Colón5, el cual, es refrendado vía Congreso de la República, y su

blindaje jurídico es asegurado por medio del acto legislativo 01 del 2016 y 02 del 2017. La fase

de implementación está proyectada en el Plan Marco de Implementación -PMI- y en el CONPES

3932 del 2018 para un periodo de 15 años.

El acuerdo de paz puede ser entendido, según Estrada (2019), como complemento de

acumulados históricos de la lucha y la movilización social. Igualmente, se destaca su importante

papel en activar procesos de politización y en debelar la multiplicidad de contradicciones que

5
Al acuerdo de paz firmado por las FARC - EP y el Estado Colombiano, se le denomina también acuerdo
del Teatro Colón, debido a que fue en dicho sitio que se firmó finalmente el Acuerdo de Paz, después de la inclusión
de las propuestas de los promotores del “NO” que ganaron las elecciones en el plebiscito del 2 de octubre del 2016.

35
caracteriza la sociedad capitalista. Durante décadas el conflicto armado fue la cortina de humo

que permitió a la clase política dominante desviar la atención de la opinión pública, sobre las

razones de los problemas de corrupción, pobreza, desigualdad, concentración de la tierra,

desplazamientos, entre otros; haciendo creer que dichos fenómenos eran consecuencia de la

acción armada de grupos subversivos y no propias del orden social imperante y de la presencia

de un bloque de poder contrainsurgente.

El Proceso de Paz pone en disputa el relato por la memoria, la historia y la verdad,

constituyéndose en un instrumento contra hegemónico y contracultural, con la posibilidad de

poner en evidencia otros relatos y verdades no narradas durante el conflicto. Un primer avance

de dicha disputa por la memoria se identifica en los resultados de los ensayos de la Comisión

Histórica del Conflicto y sus Víctimas, en la labor de la Comisión de la Verdad, y en general, en

la implementación del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no

Repetición. Dichas instancias, parten de la premisa de que no hay una sola historia oficial, sino

múltiples relatos de ella; y que no existió un vencedor y un vencido, sino un acuerdo que dio

salida al conflicto armado por vías del diálogo. Situación por lo cual, existe la posibilidad de

narrar una historia a “contrapelo”, una historia plebeya, en la cual la Colombia profunda tenga

voz en este país.

La implementación del acuerdo de paz busca igualmente, ampliar la presencia del Estado

en zonas en las que la insurgencia cumplía las funciones de regular la vida social, económica y

jurídica; reincorporando a territorios en los que prevaleció durante décadas el abandono social de

los diferentes gobiernos. En esta perspectiva, el enfoque territorial del acuerdo tiene gran

relevancia en el proceso de incluir a las regiones más abandonadas y afectadas por el conflicto a

las dinámicas de desarrollo económico y social.

36
Las miradas de construcción de una paz territorial se basan en la necesidad de edificar la

paz a partir de las particularidades y necesidades concretas de cada territorio, empoderando a las

comunidades desde escenarios locales y fortaleciendo los procesos de gobernabilidad al construir

sinergias entre Estado, sociedad y sector privado. Los procesos de transición política de la guerra

a la paz requieren de una amplia participación de la sociedad para consolidarse de una manera

estable y duradera.

La esencia del acuerdo de participación política corresponde precisamente a ampliar la

presencia de actores en la vida pública del país, al promover escenarios diversos de participación

de la ciudadanía, tal como lo menciona uno de los artífices de su construcción:

Todo el acuerdo tiene en su esencia la participación de la gente, los planes con

participación de la gente, porque la gente es la que sabe que es lo que necesita, la gente es la que

sabe lo que más le duele, la gente es la que sabe que es lo que puede hacer. En todo el acuerdo

está, en todas partes está “participación - participación - participación”. (Calarcá, Video

llamada, 10 de abril del 2020)

El punto de participación política del acuerdo de paz contiene tres componentes de gran

importancia para la ampliación de la democracia, tales como:

1. Los contenidos relacionados al desarrollo de los derechos y garantías para la oposición,

entre los cuales se encuentran, las garantías de seguridad y protección para el ejercicio de la

política, las garantías de seguridad para líderes sociales y la construcción del estatuto de la

oposición.

2. Los mecanismos democráticos de participación ciudadana, tales como: los

relacionados a la promoción y las garantías para los movimientos y organizaciones sociales; las

garantías para la movilización y la protesta pacífica; el acceso a medios de comunicación para

37
ciudadanos, partidos y movimientos políticos; las garantías para la reconciliación, la

convivencia, la tolerancia y la no estigmatización por razón de la acción política y social; el

control y las veedurías ciudadanas; y, la política para el fortalecimiento de la planeación

democrática y participativa.

3. Medidas para promover mayor participación en la política nacional, regional y local de

todos los sectores, incluyendo la población más vulnerable. Para lo cual se establecen, medidas

de acceso al sistema político, promoción en la participación electoral, la reforma del régimen y la

organización electoral; la promoción de la transparencia y la calidad de los procesos electorales;

la promoción de una cultura política democrática y participativa; la promoción de la

representación política de las poblaciones y territorios más afectados por el conflicto armado

(Circunscripciones Transitorias Especiales de Paz); y, la promoción de la participación política y

ciudadana de la mujer.

En relación a los avances en la implementación del punto dos de participación política del

acuerdo de paz, se puede manifestar según el Instituto Kroc (2019), que a pesar de que se ha

avanzado en la implementación de algunos elementos como el Estatuto de la Oposición y la

dinamización de los Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia, la mayor cantidad de

compromisos de este punto del acuerdo no han tenido mayores desarrollos, lo cual preocupa

debido a que estas medidas buscan ampliar la democracia y garantizar los mecanismos

institucionales para ejercer el disenso en condiciones no violentas.

Según el Instituto Kroc (2019), el punto dos de participación política se ha implementado

por completo solo un 13%, está en condición media de implementación un 7%, un 35% tiene un

mínimo avance y un 45% de las medidas no han iniciado. No obstante, más allá de los aspectos

cuantitativos en materia de seguimiento a la implementación del acuerdo de paz, llama la

38
atención que la tendencia a analizar los avances de la implementación en términos de la

expedición de normas y creación de instituciones, deja por fuera del análisis el papel central que

tienen algunas medidas para la construcción de una paz sostenible. Entre dichas medidas

centrales, debemos mencionar los aspectos relacionados a la protección de la vida de quienes

ejercen la oposición y de los firmantes del acuerdo de paz. Situación que pone en riesgo el

proceso de paz debido a una evidente continuidad en la utilización de mecanismos violentos para

la producción y reproducción del orden social por parte del bloque de poder contrainsurgente. En

relación con esto, uno de los firmantes del acuerdo menciona:

Hay cosas demasiado evidentes que no han cambiado absolutamente nada,

como las elecciones basadas en dinero, como la estigmatización frente a nuestro partido, y,

a nosotros mismos como integrantes de ese partido. La enorme estigmatización de la cual

hace parte el asesinato de ya un centenar de camaradas por el solo hecho de ser firmantes

del acuerdo. Eso sumado al asesinato de los líderes sociales, es una de las tragedias

inmensas que tenemos en el país, que están silenciadas, que presentan unas investigaciones

absolutamente extrañas, simplemente algunos autores materiales y nunca aparece quien

esta ordenando toda esa masacre, que ni siquiera en tiempos de pandemia ha aminorado.

(Calarcá, Video llamada, 10 de abril del 2020)

El asesinato de los firmantes del acuerdo de paz, de los líderes sociales y los defensores

de derechos humanos, es fruto del resultado de las políticas de estigmatización y/o construcción

de un enemigo interno utilizadas por el Estado Colombiano, que ha conducido a la

institucionalización de una especie de fascismo social, que favorece este tipo de genocidios por

considerarlos válidos en el marco de la producción y reproducción del orden social dominante.

La implementación integral de todas las medidas establecidas en el acuerdo de paz para atacar

las causas históricas del conflicto podría transformar esta compleja realidad. No obstante, como

39
se ha indicado antes, actualmente se evidencia una tendencia a la perfidia y simulación en el

cumplimiento del acuerdo (Jiménez y Toloza, 2019).

Otras dificultades que se ha tenido en el marco del proceso de implementación

corresponden a la falta de voluntad política para llevar a cabo la aprobación de las iniciativas

legislativas y de política pública que se establecen en el marco del punto dos del acuerdo de paz,

particularmente las relacionadas a la ley de garantías y promoción de la participación ciudadana,

la reforma política y electoral, y las Circunscripciones Especiales Transitorias de Paz. En

relación con esto el representante a la Cámara por el partido FARC manifiesta que:

Pues claro que hay resistencia, porque no conciben que nosotros tengamos

participación política, porque no conciben que las mayorías, que el pueblo pueda hacer parte de

la dirección del Estado, eso no lo conciben, no les cabe en la cabeza, eso no le cabe en la cabeza

a todos estos sectores que son contrarios al acuerdo. Mire, por ejemplo, el tema de las 16 curules

que se acordaron de una manera, curules para que las zonas más golpeadas por el conflicto

tuvieran voz en el congreso, que las terminaron volviendo curules solo para las víctimas

excluyendo sectores sociales de esas regiones, pero que, además, están aprobadas por el

congreso y no las han implementado. Solamente son 16 curules en la cámara de representantes

para esas regiones, y toda la oposición que tiene, sí, que no la han querido cumplir. Por ejemplo,

vuelvo e insisto en los temas de la misión electoral, nosotros tenemos un comisionado en el

Consejo Nacional Electoral, lo tienen con voz, pero sin voto, y no le dan ninguna de las

necesidades básicas para que ejerza su trabajo; ni siquiera le dan una oficina y mucho menos un

equipo de trabajo, y es un magistrado del Consejo Nacional Electoral. Entonces son cosas que

no se conciben, pero que muestran claramente la catadura de quienes están manejando los hilos

del Estado en este momento y que de verdad están dispuestos a hacer trizas el acuerdo. (Calarcá,

Video llamada, 10 de abril del 2020)

40
De igual manera, la no aprobación de la ley de garantías a la promoción de la

participación ciudadana, para avalar los derechos a la protesta social como mecanismo de

expresión ciudadana y escenario de representación de lo político; ha conducido a privilegiar la

violencia para el tratamiento de las demandas sociales; situación que reduce las posibilidades de

avanzar en la satisfacción de las necesidades y demandas de los ciudadanos. No obstante, la

tradición de lucha de las organizaciones y movimientos sociales en Colombia ha buscado

arrebatar al Estado colombiano los derechos y/o conquistas sociales que diariamente se les son

negados.

Por consiguiente, a pesar de la compleja situación en materia de la implementación del

acuerdo de paz, este no ha perdido su capacidad de politizar, transformar y movilizar a la

sociedad colombiana por su respectivo cumplimiento, tal como lo señala Calarcá “nosotros

dijimos al momento de la firma, este acuerdo es una herramienta para la lucha popular, para que

las organizaciones sociales, las organizaciones sindicales, para que el pueblo y sus

organizaciones en general, tengan posibilidades de lucha” (Video llamada, 10 de abril del 2020).

Las movilizaciones sociales y políticas, por el cumplimiento del acuerdo de paz y la

defensa de la vida de los líderes y defensores de derechos humanos que se han desarrollado en

Colombia en los últimos años, evidencian avances en la politización de la sociedad. En este

sentido Mouffe (2009) señala que “la movilización requiere de politización, pero la politización

no puede existir sin la producción de una representación conflictiva del mundo, que incluya

campos opuestos con los cuales la gente se pueda identificar, permitiendo de ese modo que las

pasiones se movilicen políticamente” (p.31). Por ende, podemos señalar que esa representación

conflictiva del mundo que es condición propia de lo político se hace evidente entre la dicotomía

41
“amigos de la paz / opositores de la paz”, que también da forma a las categorías del “ellos y

nosotros”.

En ese nosotros (defensores de la paz), en la actualidad figura ese “otro sin rostro” que

habían representado las FARC en la clandestinidad, y que poco a poco, gracias al proceso de paz,

se ha constituido en un “nosotros”, que se pone en oposición al “ellos”, representado en los

“opositores de la paz” y el Estado por su falta de voluntad política para cumplir a cabalidad con

sus compromisos (Duque y Cadavid, 2016).

La transición de la insurgencia armada a la vida política electoral, mediante una

representación en el parlamento colombiano, constituye a pesar de los múltiples obstáculos para

la implementación integral de los compromisos establecidos en el acuerdo de paz, una

posibilidad en la construcción y/o ampliación de la democracia política.

Hay las posibilidades de un mayor pluralismo político, hay más herramientas

para ampliar la lucha, de ampliar esa democracia, nosotros en el congreso como partido,

tenemos una presencia en las luchas populares en este país y digamos que eso si hace parte

de esa ampliación, de esa posibilidad de ampliación de la democracia, pero hay cosas

demasiado evidentes que no han cambiado absolutamente nada. (Calarcá, Video llamada,

10 de abril del 2020)

Por consiguiente, basado en (CEPDIPO, 2020) podemos señalar que, el Acuerdo para la

Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera es un escenario en

disputa, en el que, a pesar de los pocos avances en la implementación, sigue manteniendo su

potencia transformadora. Dicha disputa, sin embargo, debe darse por fuera de las lógicas de

amigo / enemigo de Schmitt que ubicaba al contradictor como un enemigo a ser aniquilado, para

darse más bien en una lógica de oposición nosotros/ellos “que sea compatible con la democracia

pluralista” (Mouffe, 2009, p. 26), que constituye parte de la esencia del acuerdo de paz.

42
3-El Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla: una

importante infraestructura para una paz estable y duradera.

En el presente capítulo se examinará el proceso de configuración y consolidación del

Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla, para lo cual,

se realizará una aproximación conceptual al origen, naturaleza y valoración de la categoría de

infraestructura de paz, desde la mirada de académicos como, John Paul Lederach, Silke Pfeiffer,

Javier Alexander Molina Correa, Javier Cadavid Ramírez, Mauricio Uribe López y Tania

Galaviz Armenta. La infraestructura de paz será entendida en este capítulo como marco teórico

desde el cual se abordará la figura del Consejo Territorial de Paz.

De igual manera, se presentará desde un ejercicio de reconstrucción histórica, el proceso

de instauración de los Consejos de Paz, teniendo en cuenta elementos relacionados al contexto

social y político presentes en Colombia, en el departamento del Valle del Cauca y el municipio

de Sevilla. Para finalmente, poner en evidencia el proceso de construcción, los logros, retos y

perspectivas del Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de

Sevilla, Valle del Cauca.

El Estadounidense John Paul Lederach es uno los académicos más reconocidos en el

abordaje de la categoría de infraestructuras de paz; en su libro denominado, “construyendo la

paz, reconciliación sostenible en sociedades divididas”, el autor presenta un conjunto de

planteamientos teóricos y metodológicos sobre los conflictos internacionales, la reconciliación,

la configuración de infraestructuras de paz y la construcción de paz en sociedades divididas, a

partir de las experiencias de procesos que ha acompañado en el mundo. Por consiguiente,

43
Lederach (2007) plantea que, la edificación de una paz sostenible requiere de la construcción de

una infraestructura para la paz que permita el establecimiento de estructuras - procesos, que

promuevan acciones de reconciliación, educación y coordinación entre actores de los diferentes

niveles de la sociedad. De igual manera, para dicho autor, en la construcción de las

infraestructuras de paz, juegan un papel determinante los líderes de grado medio (líderes étnicos,

religiosos, académicos, intelectuales, organizaciones no gubernamentales -ONG-) debido a que,

estos cuentan con un grado de reconocimiento de las comunidades, de los medios de

comunicación y de los máximos dirigentes (líderes políticos, militares y religiosos, de alto nivel

o de gran visibilidad), que les posibilita la construcción de procesos legítimos y con la

perspectiva de continuidad en el tiempo.

La palabra "infraestructura" está formada con el prefijo latino infra (debajo) y

la palabra estructura (el esqueleto o las partes que sostienen al edificio). Para Lederach, las

infraestructuras son los cimientos que sostienen la casa de la paz; de tal manera que, para poder

pensar en una paz sostenible, debe construirse pilares sociales e institucionales sólidos sobre los

que se pueda asentar y proyectar las iniciativas de reconciliación en sociedades divididas por la

guerra.

Desde ahora podemos afirmar que la naturaleza de las infraestructuras de paz

corresponde a la construcción de procesos - estructuras, que se asientan en los territorios más

afectados por la guerra y que están constituidos por liderazgos sociales y/o institucionales, que

asumen el trabajo constante por la construcción de sociedades en paz y reconciliadas. No

obstante, las infraestructuras de paz tienen diversos orígenes, determinados por la particularidad

histórica de cada pueblo.

44
De tal manera que, en la experiencia de la Sudáfrica post-apartheid se reconoce el

Acuerdo Nacional de Paz, como una de las infraestructuras de paz importantes construidas para

dar viabilidad al proceso de construcción de una paz sostenible. En dicha iniciativa “el acuerdo

creaba al menos siete grandes niveles de actividad, incluyendo desde el Comité Nacional de Paz

hasta comités locales y regionales” Nathan (citado por Lederach, 2007, p. 85). Lo cual permitía,

la identificación de “personas clave en puntos clave que, trabajando por medio de una red,

empezarían a construir una infraestructura para mantener la progresión general hacia la paz”

(Lederach, 2007, p. 85).

En la experiencia colombiana, el trabajo de Molina y Cadavid (2018), denominado,

“Infraestructuras de paz en el marco de las negociaciones por el fin del conflicto entre las FARC-

EP y el gobierno colombiano” ponen en evidencia la amplia experiencia del pueblo colombiano

en la búsqueda por construir una sociedad en paz. En dicho sentido, señalan que, las

infraestructuras de paz han jugado diferentes roles en las etapas de los procesos de paz abordados

entre el Estado colombiano y las FARC-EP. En los primeros intentos (1982 - 2002) jugaron el

rol de grupos de presión que exigían una salida política al conflicto; en la etapa de negociación

del proceso de paz con Juan Manuel Santos (2012 - 2016), se constituyeron en grupos y/o

instancias de mediación para la participación de la sociedad civil en los diálogos de paz;

mientras, en la etapa actual de implementación, juegan un rol de legitimadores, ejecutores y

veedores de los Acuerdos de Paz.

En Colombia se han configurado diversas instancias consideradas como parte de un

sistema de infraestructuras de paz, entre las que se encuentran, los Consejos de Paz, las

Comisiones de Paz, la Jurisdicción Especial de Paz, las Comisiones de la Verdad, las

Plataformas por la Paz, entre otros. Lo que evidencia un esfuerzo de diversos actores por

45
configurar instituciones sociales y estatales con la capacidad de gestionar escenarios de

reconciliación, construcción de paz y exigibilidad de derechos. No obstante, la tendencia

hegemónica aún en Colombia es la existencia de un fuerte aparato militar y contrainsurgente

creado para producir y reproducir el orden social dominante, que se impone en gran parte de la

vida social e institucional colombiana. Dicha institucionalidad bélica ha sido construida en

medio de una guerra prolongada que ha atravesado todos los espacios de la vida colombiana,

desde la familia, hasta las ramas del poder público. Situación por lo cual, la construcción de

infraestructuras de paz se constituye, además, en una disputa por la configuración de escenarios

sociales e institucionales, que permitan la transición de una institucionalidad de guerra hacia una

institucionalidad que configure imaginarios de paz.

Dicha instauración de instituciones proclives a la paz, basados en Castoriadis (1997),

parten de la premisa de que las instituciones son el resultado de una construcción social e

histórica, que reflejan los modos de pensar de una sociedad. Situación por lo cual, las

infraestructuras de paz, concebidas como el resultado de un imaginario social instituyente, podría

entenderse como el proceso de transformación de imaginarios de violencia hacia la institución de

imaginarios de paz, como efecto de nuevas significaciones colectivas sobre las que se cimienten

las bases para la construcción de una paz sostenible.

Las infraestructuras de paz pueden ser valoradas como buenas o malas, según los

intereses y expectativas desde las que se le analice. De tal manera que, para quienes la

prolongación de la guerra se constituye en un negocio rentable económica y políticamente, las

infraestructuras que exijan salidas negociadas al conflicto y la construcción de sociedades más

pacíficas y democráticas se constituirán en un factor de riesgo para la producción y reproducción

de sus intereses. Mientras tanto, para quienes la construcción de sociedades reconciliadas y con

46
mayor justicia social sea la prioridad, las infraestructuras de paz se constituirán en una excelente

tribuna desde la cual proyectar dichas aspiraciones.

Es pertinente mencionar, que a pesar de existir cierto consenso entre diversos autores en

la perspectiva de que las infraestructuras de paz hacen referencia a la construcción de estructuras

- procesos que establecen los cimientos o columnas para construir la casa de la paz; se presentan

diversos enfoques según el autor desde el que se aborde dicha categoría. De tal manera que,

Uribe (2018), presta mayor atención a la construcción del Estado en los territorios al considerar

que, las infraestructuras de paz pueden ayudar a construir sinergias entre las entidades locales y

los actores sociales que movilizan procesos de construcción de paz; permitiendo, el

fortalecimiento de la gobernanza local y la implementación del acuerdo de paz. Mientras, para

Armenta (2019), “las infraestructuras para la paz fomentan de manera simultánea la participación

y el compromiso comunitario” (p. 6). Y, pueden ser desarrolladas desde organizaciones y

movimientos sociales, en los casos en los que existan niveles de desconfianza y conflictividad

con las instituciones estatales. Adicionalmente, la mirada de Lederach hace referencia a la

premisa de que la instauración de infraestructuras de paz permite la construcción de un proceso

de paz endógeno, en el que los actores locales y/o nacionales, logran construir estructuras -

procesos para edificar una paz sostenible.

Para Pfeiffer (2014):

El concepto de infraestructuras de paz parte de la noción de que para terminar

un conflicto de manera no-militar y construir una paz duradera no basta sólo con tener buenas

voluntades o un proceso de negociación entre los actores armados. Se necesitan espacios

permanentes dotados de legitimidad, autoridad y recursos con los cuales los diferentes actores de

la sociedad, incluyendo las partes del conflicto, preparan la paz y la sostienen en el tiempo. (p.4)

47
Por consiguiente, la construcción de paz no implica solo el fin de la confrontación bélica

(paz negativa), más bien alude a la transformación de las condiciones estructurales que

conllevaron a la violencia (paz positiva). Y, en dicha labor, la construcción de espacios

legítimos, dotados de autoridad y recursos es fundamental, para garantizar una movilización

social e institucional permanente, para el desarrollo de procesos, acciones, valores, y relaciones

encaminadas a la reconciliación y a la transformación social.

Después del acercamiento conceptual hecho a la categoría de infraestructura de paz, es

pertinente adentrarnos a la reconstrucción histórica del proceso de configuración de los Consejos

de Paz, entendidos como uno de los escenarios más significativos que componen en sistema de

infraestructuras de paz existentes en Colombia. Para dicho recuento histórico nos basaremos en

los trabajos de varios artículos académicos y entrevistas realizadas a actores que han sido

protagonistas de la configuración de los Consejos de Paz en el Valle del Cauca y en el municipio

de Sevilla.

En dicho sentido, es necesario mencionar que, la génesis del Consejo Nacional de Paz en

Colombia se remonta a las acciones de presión hechas por diferentes actores sociales, posterior a

la promulgación de la constitución de 1991 para reglamentar su artículo 22, y dar cumplimiento

al mandato constitucional que pregona que “la paz es un derecho y un deber de obligatorio

cumplimiento”. Sin embargo, es solo hasta 1998 en el marco del gobierno de Ernesto Samper

Pizano que se expide la ley 434, que da vida legal a la figura del Consejo Nacional de Paz y

establece que “la política de paz es una política de Estado, permanente y participativa” (ley 434,

1998, Art 1).

48
El Consejo Nacional de Paz es presidido por el presidente y está conformado por

representantes del poder ejecutivo, representantes del poder legislativo, de órganos de control y

de la sociedad civil. En sus inicios las funciones principales del Consejo consistieron en asesorar

al gobierno en materia de construcción de paz, promoción de los derechos humanos, procesos de

reintegración y reconciliación. De igual manera, la ley 434/1998 establecía la posibilidad de que

los gobernadores y alcaldes pudieran conformar consejos departamentales y municipales de paz.

No obstante, en la práctica los Consejos de Paz no han podido desplegar su potencial,

después de haber tenido un bajo perfil en el gobierno de Andrés Pastrana, ejercido entre 1998 -

2002 (Pfeiffer, 2014). Igualmente, con la llegada del gobierno de Álvaro Uribe Vélez (2002 -

2010), el Consejo de Paz perdió mayor importancia, fruto de la poca voluntad del ejecutivo para

buscar salidas políticas al conflicto armado con las insurgencias. El presidente Uribe solo lo

convocó cuando una acción de tutela presentada por la sociedad civil lo obligó a hacerlo.

Con la apertura del proceso de diálogos de paz entre el gobierno de Juan Manuel Santos y

las FARC-EP se esperaba un papel más protagónico del Consejo Nacional de Paz. No obstante,

fue necesario que la Comisión de Paz del Congreso junto con varias organizaciones sociales,

enviaran una carta al presidente de la república en noviembre del 2013 solicitándole que

“convoque el Consejo no como “escenario paralelo a la Mesa de La Habana” sino como “órgano

consultivo” encargado de fomentar el apoyo social del proceso” (Pfeiffer, 2014, p.21).

Según Pfeiffer (2014), el Consejo Nacional de Paz, junto con las instituciones

democráticas y los medios de comunicación, podrían ser la instancia necesaria para “sensibilizar

a la sociedad acerca de los costos de un proceso fallido” (p. 23). De igual manera, los Consejos

Territoriales podrían ser en dicha época “los núcleos a partir de los cuales las autoridades inicien

el diálogo con las comunidades para prepararse para la implementación de los Acuerdos” (p.23).

49
Sin embargo, en el primer Gobierno de Santos (2010 - 2014), la poca creencia de un

posible éxito del proceso de paz, y a su vez, su resistencia a la participación masiva de los

sectores sociales en los diálogos de paz impedía que se retomara y potenciara el Consejo

Nacional de Paz y los Consejos Territoriales, como infraestructuras de paz estratégicas para

sentar las bases de una paz que pudiera ser sostenible en el tiempo. Tal como lo menciona la

congresista Sandino:

Yo siento que si algo estuvo ausente en nuestro país, está relacionado con el tema de

que no hubo una apropiación mayoritaria, suficiente de parte de la sociedad Colombiana con

respecto al acuerdo y a la negociación misma, eso fue una falencia y puede ser porque el mismo

gobierno tenía el propósito de que esa negociación no fuera pública, de que esa negociación no

fuera como reconocida por la sociedad, como si fuera un pacto secreto entre el gobierno y las

FARC; porque lo que el gobierno buscaba en ese momento no era otra cosa que el desarme de la

organización, entonces pues, obviamente tenía sus intereses políticos, económicos allí en la

misma mesa de negociaciones. (Video llamada, 17 de junio del 2020)

Fue solo en el marco de la segunda reelección presidencial de Juan Manuel Santos, que se

instala formalmente el Consejo Nacional de Paz, el 9 de octubre del 2014; mientras, la primera

sesión se da el 4 de diciembre del mismo año, presidida por el Alto Comisionado para la Paz.

Según Jiménez (2017), “la identificación, acompañamiento y fortalecimiento de los Consejos

Territoriales de Paz es una de las acciones establecidas en las Bases del Plan Nacional de

Desarrollo 2014 - 2018 para fortalecer y articular mecanismos de transición hacia la paz” (pp.

456- 458). Es decir que, Santos es reelegido bajo la premisa de llevar a buen puerto los diálogos

de paz con las FARC-EP, por lo cual, su gobierno asume con mayor determinación el

fortalecimiento de los Consejos de Paz, como infraestructuras que posibiliten el empoderamiento

50
social de los Acuerdos alcanzados en la Habana - Cuba; y, preparen a la sociedad para una

posible refrendación popular.

En dicho sentido, el 21 de abril del 2015 se lleva a cabo la segunda sesión del Consejo

Nacional de Paz, el 5 de agosto se desarrolla la tercera sesión del Consejo, la cuarta sesión se

realiza el 4 de septiembre, la quinta sesión el 9 de octubre del 2015; la sexta sesión se da el 27 de

enero del 2016 y la séptima sesión se realizó el 23 de febrero del mismo año. Situación que

evidencia, una mayor disposición del gobierno por fortalecer dicha infraestructura de paz, y el

importante nivel de incidencia social y política desarrollada desde la ciudadanía para dinamizar

un escenario significativo para la construcción de paz.

A pesar de la activación dada al Consejo Nacional de Paz entre los años 2014 al 2016, la

refrendación del acuerdo de paz por medio del plebiscito no tuvo los mejores resultados. En

múltiples regiones del país no existieron infraestructuras de paz que hubieran podido movilizar a

la ciudadanía en un amplio ejercicio de respaldo a la paz. No obstante, después de la pérdida del

plebiscito por la paz del 2 de octubre del 2016, diversos sectores de la sociedad se volcaron a las

calles y parques de las ciudades principales, a exigir el no retorno a la guerra y la continuidad

con el proceso de paz; situación que evidencia, un incremento de la participación ciudadana,

especialmente de jóvenes, en movilizaciones por la defensa de la paz.

En el año 2017 en el marco de las facultades especiales conferidas por el acto legislativo

01 del 2016 y en concordancia con la implementación del punto 2.2.4 del Acuerdo para la

Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, se expidió el decreto

- ley 885/2017, el cual, modificó la ley 434/1998 creando el Consejo de Paz, Reconciliación y

Convivencia. Dicha instancia fue concebida como un espacio estratégico para el proceso de

implementación del acuerdo de paz, en la medida en que confluyen diversidad de actores

51
sociales e institucionales, que constituyen parte del sistema de infraestructuras para la paz con

presencia en los niveles territoriales (municipal, departamental) y nacional (Jiménez, 2017).

De igual manera, según el instituto Kroc (2019) El proceso de reactivación de los

Consejos Territoriales del Consejo Nacional se fortaleció a través de la directiva presidencial de

febrero de 2018. Desde entonces, se priorizaron 32 consejos territoriales para reactivar y

fortalecer. Veintidós (22) departamentos ya tienen ordenanza y de estos 15 departamentos ya ha

sesionado y cuatro ya cuentan con plan de acción. Los 10 departamentos que no tienen

ordenanza son la meta para el año 2019. La OACP6 priorizó 328 municipios para fortalecer los

consejos territoriales, de los cuales 217 tienen acuerdo municipal, 78 adicionalmente han

sesionado y 18 tienen plan de acción. Hay 111 municipios sin acuerdo. (p.47)

En tal sentido, es evidente que la implementación de los compromisos concernientes al

Consejo Nacional de Paz, Reconciliación y Convivencia es uno de los principales avances en el

punto dos de participación política. No obstante, a pesar de dichos logros, uno de los principales

retos es la autonomía presupuestal de los Consejos Territoriales para la ejecución de los planes

de acción propuestos y la capacitación de los funcionarios públicos para la no estigmatización y

la trasformación de conflictos (Instituto Kroc, 2019).

En el contexto departamental de configuración de los Consejos Territoriales de Paz, se

puede evidenciar que, en la medida que se presentaba una voluntad política del gobierno

nacional por el establecimiento de instituciones que prepararan al país para un posible acuerdo de

paz, en el departamento del Valle del Cauca y en algunos de sus municipios también se avanzaba

en la disposición de estrategias y reformas institucionales para dicho fin. En este sentido lo

menciona uno de los entrevistados:

6
-OACP- Oficina del Alto Comisionado para la Paz

52
En el año 2016 inicia el gobierno de Dilian Francisca Toro con un mandato

muy ligado al tema de construcción de paz. Había todo un ambiente de ponerse a pensar

enserio el tema de implementación de los Acuerdos, a partir del discurso de la paz

territorial. Ya estaba decantándose un poco todo el tema de la negociación. Por lo cual, se

inicia todo el ejercicio de ajuste institucional a favor de los Acuerdos. Como el discurso era

de paz territorial, el paradigma de paz estaba en función de la paz territorial, pues

obviamente había la necesidad de dinamizar los Consejos Territoriales de Paz. (informante

1, Video llamada, 7 de abril del 2020)

Si bien existían ya conformados algunos Consejos Territoriales de Paz en el Valle del

Cauca para el año 2016, su funcionamiento era incipiente o inexistente. Entre estos casos se

encuentra el Consejo de Paz del municipio de Sevilla, el cual, si bien estaba creado por medio

del acuerdo municipal 002 del 2014, no pudo ser instalado, ni sesionar en ninguna ocasión. Para

el Secretario de Desarrollo Institucional y Bienestar Social del municipio de Sevilla y antiguo

integrante de la secretaría técnica del Consejo Territorial de Paz, Miguel Andrés García Villegas

“en el año 2014 se crea el acuerdo en el marco del gobierno de Rafael Quintero, pero no había

voluntad política para elegir a los consejeros allí” (Video llamada, 7 de mayo del 2020). De tal

manera que, la dinamización de los Consejos de Paz requirió en algunos contextos de la

existencia de la voluntad política de los gobernantes municipales y departamentales, mientas, en

otros, la articulación del movimiento social por la paz fue determinante en la labor de gestionar

políticamente la activación de dicha infraestructura de paz.

En el departamento del Valle del Cauca se toman varias medidas relacionadas a la

adecuación institucional para la implementación del acuerdo de paz, entre ellas, se modifica la

Alta Consejería para la Paz creándose la Secretaría de Paz y Reconciliación de la Gobernación

53
del Valle. De igual manera “se empieza a diseñar lo que ahora es el Modelo de Gestión

Territorial para la Paz, por lo cual, se inicia un ejercicio de consulta con organizaciones y

comunidades en el marco de espacios más locales” (informante 1, Video llamada, 7 de abril del

2020); Y, se inicia el fortalecimiento de los Consejos de Paz, pasando de un total de 8 Consejos

de Paz que había en el año 2016 a 27 Consejos Territoriales de Paz conformados al 2019 en el

marco de la implementación del Modelo de Gestión Territorial para la Paz.

El modelo de Gestión Territorial para la Paz fue construido bajo la premisa de

descentralizar la implementación del acuerdo de paz, debido a que se consideraba que dichos

acuerdos creaban un conjunto de instituciones “muy del nivel centralista, muy del nivel Bogotá,

que no tenían esa capacidad de desdoble a nivel territorial” (informante 1, video llamada, 7 de

abril del 2020); por lo cual, era necesario el establecimiento de una política pública de paz para

el departamento, que permitiera gestionar las transformaciones sociales a nivel local y

contextualizar la implementación del acuerdo de paz a las realidades territoriales del Valle del

Cauca.

En el año 2018 la Gobernación del Valle y el Programa de Naciones Unidas para el

Desarrollo -PNUD- en el marco de la implementación del Modelo de Gestión Territorial para la

Paz, lanzan una convocatoria para la financiación de iniciativas de construcción de paz avaladas

por los Consejos Territoriales de Paz que cuenten con acta de instalación, lo cual, incentivó a

varios municipios a instalar dichos consejos. En el caso del municipio de Sevilla, a finales del

año 2017 se había modificado el acuerdo 002 del 2014 por medio del acuerdo 024 de diciembre

del 2017, incluyendo las nuevas funciones contempladas por la ley 885/2017. Sin embargo, fue

la incidencia y/o presión de las organizaciones sociales interesadas en participar de dicha

convocatoria para acceder a los programas y beneficios del acuerdo de paz, que motivaron al

54
alcalde municipal para convocar e instalar formalmente el Consejo Territorial de Paz,

Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla. Dicho consejo es instalado a mediados

del año 2018; y, la convocatoria de proyectos para los Consejos de Paz es ganada e

implementada por la emisora Juventud Estéreo; la cual, desarrolló un conjunto de programas

radiales para recuperar la memoria histórica de las poblaciones más afectadas por el conflicto y

visibilizar los procesos de resistencia de las organizaciones que hacían parte del Consejo de Paz

del municipio.

La configuración del Consejo de Paz de Sevilla tuvo un conjunto de antecedentes que dan

particular significado a este espacio. En este sentido, procesos como el Frente Común por la

Defensa del Territorio, las acciones de movilización del comité por el “sí” en el plebiscito por la

paz, los foros, eventos culturales, constituyentes por la paz y conferencias en apoyo al proceso de

diálogos entre el Estado y las FARC - EP; el proceso del referendo anticorrupción, las

movilizaciones estudiantiles, entre otras (…) llenan de particular significancia y contenido al

Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del Municipio de Sevilla.

La cohesión de la ciudadanía y de sus organizaciones sociales en el apoyo al proceso de

paz, es uno de los motivos que explican la configuración y dinamización del Consejo Territorial

de Paz de Sevilla. Si bien, antes del inicio de los diálogos de paz entre el Estado colombiano y

las FARC (2012 - 2016) había procesos sociales importantes en los territorios, existía una

excesiva desarticulación y estigmatización hacia las organizaciones que exigieran la solución

política al conflicto armado y la construcción de paz. Sin embargo, el proceso de paz

mencionado permitió en muchos territorios romper ciertos tabús que existían sobre la paz y los

derechos humanos. De igual manera, se evidencia que las apuestas de pedagogía de paz, de

movilización en apoyo al “sí” por la paz, y en general, el rechazo a las políticas que

55
representaban la muerte y la guerra, cohesionaron a una significativa parte de la ciudadanía y de

las organizaciones sociales, en especial a las juventudes, campesinos y organizaciones culturales

en pro de la constitución de infraestructuras de paz. En dicho sentido es mencionado por el

informante 1, al señalar que:

A pesar de lo precario de la sociedad civil, hay una sociedad organizada, deliberante, que

le apostó al “sí a la paz”. Eso ayuda muchísimo a que se pueda concretar esos espacios y se

puedan definir cosas como las que se han definido en Sevilla; en el que hay proyectos

productivos en los que participan, entre otras organizaciones, población excombatiente. Esa

disposición y apertura política es algo relevante que se constituye en patrimonio político de la

región. (video llamada, 7 de abril del 2020)

Por consiguiente, se podría señalar que una de las victorias tempranas del acuerdo de paz

es que incrementó la politización de la ciudadanía y sus organizaciones, permitiendo espacios y

objetivos comunes, que posibilitan el encuentro de actores que antes era difícil articular. Dicha

politización se evidencia en la construcción de un “nosotros” que defienden la paz y la vida, en

oposición a un “ellos” que están en contra de la paz y pregonan salidas militaristas que conducen

a la perpetuación de la guerra. Desde una mirada histórica es posible afirmar, según el

informante 1:

El tema de implementación de acuerdo ha permitido una transformación política. Una

opción favorable a la paz, en últimas es un factor decisivo en la decisión sobre temas que

son relevantes a nivel nacional, hay una población entre el “sí” y el “no” y eso es una

ganancia, porque antes lo que había, durante casi todo el 2000, era una atomización de esas

luchas. (video llamada, 7 de abril del 2020)

56
Dichas afirmaciones analizadas en perspectiva histórica evidencian algunas de las

transformaciones culturales que se dieron en Colombia gracias al proceso de paz entre el Estado

Colombiano y las FARC- EP. Sin embargo, son muchos los compromisos plasmados en el

acuerdo de paz que el Gobierno ha incumplido. Adicional a esto, las significativas

movilizaciones que se presentaron en Colombia en el año 2018 y las iniciadas el 21 de

noviembre del 2019 evidencian una demanda constante de la sociedad por transformaciones más

profundas en materia de derechos laborales, educativos, económicos, civiles, políticos,

medioambientales y de la construcción de la paz.

Retomando nuestro análisis respecto al Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y

Convivencia del municipio de Sevilla, se puede identificar algunos logros significativos de las

organizaciones que lo componen, en materia de acceso a proyectos relacionados con la

implementación del acuerdo de paz. Entre ellos, la emisora Juventud Estéreo y la Fundación

Comando de los Sueños accedieron a un proyecto sobre radios para la paz; la Fundación Social y

Cultural Red Hip-Hop, la Asociación de Trabajadores Campesinos del Valle -ASTRACAVA-

subdirectiva Sevilla, la Asociación de Unificación y Reorganización Agraria de Colombia -

AURACOL- y la población excombatiente de las FARC-EP, desarrollan un proyecto productivo

denominado “ERA7 de reconciliación Sevilla”, que ha permitido avanzar en un proceso de

fortalecimiento de las organizaciones sociales y de reconciliación entre población víctima y

reincorporados. De igual manera, para García:

7
ERA: Escuela Rural Alternativa

57
El logro más importante es que estemos conformados y que Sevilla tenga esa

institucionalidad del Consejo de Paz, porque son muy pocos municipios que llevan el

debate de la paz al ejercicio institucional. Eso quiere decir, que haya un consejo que esté

trabajando en diferentes procesos, que dinamice organizaciones, que articule la

institucionalidad con las organizaciones, y yo pienso que es un consejo que sirve, es un

consejo que ha servido tanto que por ejemplo hoy en Sevilla, y por primera vez en la

historia del municipio, se cuenta con un capítulo de derechos humanos en el plan de

desarrollo. (Video llamada, 7 de mayo del 2020).

Con relación a las dificultades que ha tenido el Consejo Territorial de Paz, Reconciliación

y Convivencia de Sevilla, se puede destacar las limitaciones de acceso a recursos económicos

para financiar el desarrollo de las actividades contempladas en el plan de acción. A pesar de que,

el acuerdo 024 del 2017 contempla en su artículo décimo primero la posibilidad de que el alcalde

reglamente un Fondo de Programas Especiales para la Paz municipal, que permita canalizar

recursos de orden nacional, internacional y apoyos de la administración municipal incluidos

presupuestalmente; se evidencia que a la fecha no ha sido posible el establecimiento de dicho

fondo, lo que ha limitado la posibilidad de implementar a cabalidad el programa y plan de acción

establecido por el Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla.

Si bien, algunas de las organizaciones que conforman el Consejo Territorial de Paz han

sido beneficiadas con algunos proyectos relacionados con los temas de construcción de paz, no

se evidencian avances significativos en la implementación del plan de acción establecido por el

Consejo de Paz. Además, a pesar de la voluntad y compromiso de las organizaciones que

conforman el Consejo de Paz de Sevilla para seguir adelantando acciones en materia de defensa

de los derechos humanos y la implementación del acuerdo de paz; persiste un reclamo

generalizado, tanto de la institucionalidad municipal como de las organizaciones sociales, por la

58
no inclusión de Sevilla en los municipios priorizados a nivel nacional para la implementación de

los Acuerdos de Paz, debido a que, no aparece reconocido bajo la figura de los Programas de

Desarrollo con Enfoque Territorial -PDET- ni de las Zonas de Mayor Afectación del Conflicto -

ZOMAC-. En dicho sentido, el informante 1 menciona que:

Es necesario definir líneas específicas, ya en el marco de política pública, de financiación

de los consejos, ósea, que haya posibilidades de concurrencia y complementariedad como

existen en otros temas. Los consejos como tal son espacios independientes por fuera de la

lógica Estatal, y de esa misma manera, el Estado no le invierte recursos; sabiendo que

instrumentos como los programas de paz, convivencia, reconciliación y no estigmatización

tienen todo el sentido en términos de la acción del Estado. (video llamada, 7 de abril del

2020)

Otra de las dificultades y fortalezas se evidencia en lo que menciona Jiménez (2017) “el

alto nivel de inclusión y representatividad del CNP8 representa al mismo tiempo su fortaleza y

debilidad: la representatividad tiene un alto valor, pero es un reto para su operación” (p.78).

Situación que se presenta también, en el funcionamiento del Consejo Territorial de Paz de

Sevilla, debido a que es uno de los escenarios de participación más amplios y representativos que

posee el municipio; lo cual, le constituye en un escenario de gran valor, en el que, sin embargo,

es complejo lograr el cuórum decisorio que le permita funcionar de manera adecuada.

Con relación a las proyecciones y expectativas del Consejo Territorial de Paz, es

necesario mencionar la importancia de avanzar en los procesos de capacitación a los funcionarios

públicos para la comprensión de los contenidos relacionados al acuerdo de paz, que posibilite

avanzar en procesos de convivencia, reconciliación y no estigmatización. De igual manera, es

pertinente establecer en la arquitectura municipal infraestructuras afines a la construcción de paz,

8
CNP: Consejo Nacional de Paz.

59
tales como: la oficina o secretaría de paz y reconciliación; que sirva de soporte para que las

acciones de construcción de paz impulsadas desde el movimiento social tengan un interlocutor y

coequipero directo desde la administración municipal. Además, el informante 1 considera que es

necesario:

Convertir el Modelo de Gestión Territorial para la Paz en una política de Estado que

permita generar contrapartidas y acciones concurrentes desde la gobernación, en las que se

pueda financiar los programas y agendas locales de construcción de paz, que se generen en

el marco de los consejos. (video llamada, 7 de abril del 2020)

Lo mencionado anteriormente, pone de manifiesto la necesidad de avanzar en el territorio

de Sevilla en la construcción de una política pública de paz y derechos humanos, que a partir de

los lineamientos nacionales establecidos por el Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la

Construcción de una Paz Estable y Duradera y del Modelo de Gestión Territorial para la Paz del

Valle del Cauca, aterrice a las realidades y necesidades locales dichos instrumentos de gestión

pública para la paz.

De igual manera, para García, “dentro de las proyecciones que debe tener el Consejo de

Paz está el objetivo de participar en las siguientes elecciones presidenciales y de las elecciones

locales o regionales” (Video llamada, 7 de mayo del 2020). Es decir que, uno de los elementos

que caracterizan también al Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla

es su activismo político, que le ha permitido posicionar en la agenda pública local los temas

relacionados a la construcción de paz. Dicha postura dialoga con la mirada de Molina y Cadavid

(2018) cuando señalan que la infraestructura de paz “está en una constante lucha por constituirse

como un actor político con un grado mayor de institucionalización, valiéndose de la movilización

social de manera pacífica” (p.18).

60
De la existencia de un gobierno favorable a la paz depende también las posibilidades de

consolidación y/o fortalecimiento de las infraestructuras de paz. Se evidencia durante el

transcurso del documento que las infraestructuras de paz se han fortalecido cuando hay

gobiernos proclives a la paz, y, por el contrario, se han opacado en el marco de administraciones

que estigmatizan y desvirtúan la importancia de la construcción de una sociedad en paz.

De igual manera, una de las proyecciones del Consejo de Paz debe ser el de mantener

cohesionado a las organizaciones e instituciones que lo conforman y que son proclives a la paz.

Debido a que, es la presencia de actores sociales y políticos con una amplia incidencia, poder y

legitimidad lo que le da mayor protagonismo al Consejo de Paz en el posicionamiento de temas

en la agenda pública local.

Además, la articulación y trabajo constante con otras infraestructuras de paz presentes en

el país, tales como, los consejos departamentales, el Consejo Nacional de Paz, la Comisión para

el Esclarecimiento de la Verdad, la Jurisdicción Especial de Paz -JEP-, la Unidad de Búsqueda

de Personas dadas por Desaparecidas en el contexto y en razón del conflicto armado -UBDP- y el

Centro de Memoria Histórica, entre otros, son de significativa importancia para continuar

posicionando al Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia de Sevilla como un

actor determinante en lo local y regional para la construcción de una paz sostenible.

Finalmente, las infraestructuras de paz podrían convertirse “en interlocutoras importantes

de movimientos sociales ofreciéndoles una tribuna más amplia y vinculándolos con otros

procesos en otros niveles” (Pfeiffer, 2014, p.24). Posibilitando el fortalecimiento de la sociedad

civil, el tratamiento de sus reivindicaciones y el avance en las conquistas sociales que mejoren

las condiciones de vida de la sociedad. Contribución significativa en la construcción de una

61
democracia ampliada que establezca canales para la edificación de una paz positiva que pueda

ser sostenible en el tiempo.

62
4-Movimientos sociales y representaciones sobre paz en el municipio de Sevilla - Valle

del Cauca.

En el presente capítulo se abordará la categoría de movimientos sociales, para lo cual, se

realizará una aproximación conceptual a su origen, naturaleza y valoración, desde la perspectiva

de académicos como Charles Tilly, Mauricio Archila Neira, Alain Touraine, Mario Diani, Marisa

Revilla Blanco, Ernesto Laclau, Jaime Ortega Reyna y Stefan Pimme. De igual manera, se

llevará a cabo un análisis de las representaciones sobre paz que tienen los integrantes del

Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla. El diálogo

entre movimiento social y construcción de paz nos permitirá poner en evidencia como las

movilizaciones y acciones por la paz desarrolladas previo y posterior a la constitución del

Consejo de Paz de Sevilla, llenan a este de un particular significado y contenido que posibilita su

papel protagónico en los procesos de movilización para la paz desarrollados en el municipio.

Los movimientos sociales surgen en el contexto de la sociedad capitalista, de la

construcción de los Estados - nación y de la configuración de la modernidad (Archila, 2007). La

creación del movimiento obrero en oposición a la naciente clase burguesa, y a las formas de

producción y reproducción capitalistas, constituyen uno de los primeros antecedentes de los

movimientos sociales, tal como lo afirma Touraine (2006) “yo reconozco en las doctrinas sobre

el movimiento obrero el antecedente más directo a la idea de movimiento social” (p. 3).

De igual manera, Tilly y Wood (2009) mencionan que “si algo caracteriza el contexto en

el que apareció el movimiento social en Inglaterra y Estados Unidos, son los profundos cambios

económicos y sociales” (p. 62). Para dichos autores, el siglo XVIII se presenta como la época

histórica en la que se teoriza y conceptualiza la categoría de movimiento social; la referencia de

63
su surgimiento en Inglaterra y los Estados Unidos corresponde a que estos países son concebidos

como el seno de desarrollo de la sociedad industrial, y, por consiguiente, de importantes

organizaciones obreras.

Además, Blanco (1994) considera que “el movimiento social surge donde las voluntades

colectivas sobre el orden social (la interacción entre los distintos proyectos de sociedad) no

tienden a la inclusión y representación de todos los individuos y colectividades que conforman

una sociedad” (p. 12). En consecuencia, desde la perspectiva de esta autora el movimiento social

surge como respuesta organizada de la sociedad a las relaciones de injusticia y exclusión que

caracterizan el orden social vigente. No obstante, es pertinente mencionar que, no todos los

movimientos sociales actúan en oposición a los proyectos de sociedad hegemónicos, su

contenido y objetivos “dependen de la base social que los constituye” (Ortega y Pimmer, 2010,

p. 8) y de sus respectivos proyectos políticos y culturales.

Markoff (citado por Tilly y Wood, 2009) menciona que:

Los movimientos sociales tal y como los conocemos en la actualidad empezaron a

florecer en Inglaterra a finales del siglo XVIII y arraigaron en Europa, Estados Unidos y demás

lugares durante el siglo XIX. Para entender el motivo, debemos considerar una serie de cambios

relacionados entre sí: un gobierno reforzado y un rey debilitado; un pueblo que se organizaba

para plantear sus reivindicaciones ante esos gobiernos; una élite política propensa a afirmar que

gobernaban en nombre del pueblo; las mejoras en los sistemas de transporte y en las relaciones

comerciales que permitieron acercar a pueblos alejados entre sí; el inicio de la alfabetización

generalizada y la aparición de nuevos medios de comunicación que propiciaron que grupos de

gentes separados geográficamente tuvieran la sensación de moverse a un mismo ritmo. (p. 32)

64
Este autor permite introducir otros elementos que posibilitan poner en evidencia algunas

de las razones por las cuales las transformaciones suscitadas en el siglo XVIII posibilitaron la

construcción de los movimientos sociales, entre ellos, la crisis de las monarquías y el

surgimiento de los Estados modernos, la no representatividad de las mayorías sociales

(trabajadores) por los nuevos gobernantes, los avances en los procesos de alfabetización y los

importantes desarrollos en los medios de transporte y comunicación, que permitieron conectar a

importantes segmentos de la sociedad en diferentes partes del territorio.

En relación con la naturaleza de los movimientos sociales, debemos señalar que, según

Touraine (2006), estos se caracterizan por un principio de identidad que posibilita la acción

colectiva entre sujetos que comparten una pertenencia hacia un espacio organizativo;

estableciendo una relación de conflicto con un opositor, que puede ser tanto el Gobierno como

las élites económicas, con las cuales se disputan una serie de reivindicaciones y/o

representaciones. De igual manera, incorpora un principio de totalidad en el que se hace evidente

el proyecto de historicidad por el que se lucha como sujeto colectivo.

Para Diani (2015) basado en Touraine (2006), la historicidad hace referencia al “sistema

general de significado que fija las reglas dominantes en una sociedad dada” (p. 5). O, en

términos Gramscianos, la lucha por la historicidad es la lucha por la hegemonía. De tal manera

que, los movimientos sociales no solo reducen su actuación a las luchas concretas

reivindicativas, sino también, a luchas por las transformaciones políticas y culturales que

posibilitan o subvierten la producción y reproducción de una sociedad dada.

En palabras de Laclau (2012) “la demanda aparece internamente dividida entre el

particularismo de la demanda como tal y la universalidad mayor de la que es portadora” (p. 11).

Lo que evidencia que las reivindicaciones y/o disputas emprendidas por un movimiento social,

65
además de buscar conquistas concretas, también contienen en sí mismas un proyecto de sociedad

que confronta el modelo de gobierno y el statu quo imperante.

Para Diani (2015) “el conflicto es una característica central de un movimiento social” (p.

8). Dicha relación conflictiva se produce por medio de la construcción de una identidad

(nosotros) y de la constitución de un (ellos), al cual se le presentan las demandas o se le disputa

las representaciones sociales; situación que pone en evidencia el carácter político de los

movimientos sociales. De Igual manera, para Ortega y Pimmer (2010)

Los movimientos sociales son inmanentemente políticos porque toman parte e influyen

en esa relación global entre gobernantes y gobernados. El carácter político de los movimientos

sociales no deriva de sus objetivos o formas de organización, sino del hecho de que forman

parte de lo que Gramsci denominaba como “irrupción organizada y consciente de las masas en

la política”, es decir, en la organización de la producción y reproducción de la sociedad en su

conjunto. Por lo tanto, la formación de un movimiento social es de por sí un acto político porque

constituye un sujeto colectivo que afecta la relación entre gobernantes y gobernados, relación

que a su vez rige la organización de la vida en común. Para usar la terminología de Gramsci: el

surgimiento de un movimiento social influye en una determinada relación de las fuerzas sociales

en pugna; y las acciones del movimiento, dirigidas a la obtención de sus objetivos, tienen

consecuencias en cuanto propician la conservación o la transformación de dicha relación. (p. 8)

Por consiguiente, los movimientos sociales corresponden a la esfera de la sociedad civil,

estos son campos en disputa, son escenarios políticos por naturaleza, en los que se defienden

proyectos de sociedad (Ortega y Pimmer, 2010). De tal manera que, si bien los movimientos

sociales por consecuencia ponen en cuestión las premisas de individualismo sobre las que se ha

edificado el actual orden social, las acciones que se impulsen desde estos pueden servir tanto

66
para la reproducción de las relaciones de dominación como para la transformación del orden

social hegemónico.

En relación a la valoración de la categoría de movimiento social, es necesario señalar que

esta depende de las concepciones de los sujetos que los componen y de los sistemas o actores a

los que se les cuestiona o disputa; de tal manera que, en el caso de los movimientos sociales que

luchan por la construcción de la paz, serán percibidos de una manera negativa por los actores que

se benefician de la guerra y la violencia, debido a que no les conviene los procesos de

movilización y exigencia de derechos que se hacen desde estos mismos. Mientras, para los

actores que se benefician de la construcción de paz, estos serán vistos de una manera positiva y

muy significativa tanto en el proceso de la conquista de las reivindicaciones particulares como en

la construcción de la historicidad en disputa.

Después de adentrarnos a la categoría de movimiento social, es pertinente hacer un

análisis sobre las representaciones de paz que tienen los integrantes del Consejo Territorial de

paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla, para posteriormente, relacionar las

acciones de movilización por la paz y/o los movimientos por la paz que se han emprendido en

dicho territorio previo y posterior a la constitución del Consejo Municipal de Paz, las cuales, han

llenado a este de una particular significancia.

En dicho sentido podemos anticipar que, en las apreciaciones dadas por los integrantes

del Consejo de Paz se pueden evidenciar diversas significaciones que incluyen categorías como,

la paz positiva y negativa (Galtun, 1998), la paz imperfecta (Muñoz, 2001) y la paz espiritual

(Sanz, 2019). De tal manera que para Aránzazu:

67
La paz de una manera romántica podríamos decir que es la armonía, la concordia, la

convivencia tranquila, pacifica. Pero la paz simplemente como término se queda corta si no

es acompañada de otros elementos que fortalecen el concepto, y es el tema de la equidad,

de la justicia social, de la igualdad de oportunidades. (Video llamada, 18 de junio del 2020)

En dicha apreciación sobre la categoría de paz hecha por el integrante del Consejo de

Paz, se evidencia una alusión a la paz espiritual (Sanz, 2019), en la que los conflictos se conciben

de una manera negativa al considerarse que afectan la armonía y la tranquilidad en el individuo.

Sin embargo, la idea de que la paz debe ir acompañada de la justicia social, la equidad y la

igualdad de oportunidades para llenar a esta de contenidos, permite evidenciar una perspectiva de

paz positiva (Galtun, 1998), que requiere de la superación de las violencias estructurales que son

generadoras de las relaciones de injusticia social establecidas en una sociedad. En la siguiente

referencia hecha por otro de los integrantes del Consejo de Paz se menciona que:

El tema de paz es complejo hablarlo, yo siempre he sido convencido que lograr la paz es

muy difícil, es fácil de hablar como una cesación del conflicto, de un fin del conflicto armado.

Porque un ejemplo, cuando hablamos del medio ambiente o cuando hablamos de los animales,

los animales no solo los afecta el conflicto armado, también hay otros aspectos. Entre ellos, los

monocultivos que son procesos empresariales que uno diría que no deberían generar un

conflicto, pues generan conflicto en las comunidades, generan conflicto en el medio ambiente;

los monocultivos de caña, el monocultivo de pino y el monocultivo del aguacate. Entonces,

hablar de paz digamos que es una utopía, pero si se puede hablar de cómo solucionar esos

conflictos. Entonces, más bien yo diría que hablar de paz es hablar de solución de conflictos.

(Cuartas, video llamada, 17 de junio del 2020)

68
En esta apreciación se identifica una mención al concepto de paz imperfecta (Muñoz,

2001) en el que se concibe a esta como un proceso inacabado, por lo cual, se considera como

difícil de lograr; se hace una alusión a la condición conflictiva de las relaciones sociales y a la

existencia de fenómenos de violencia constantes. Sin embargo, también se indica que la paz

puede ser entendida en relación con la culminación de un conflicto armado, lo cual, hace

referencia a la visión de una paz negativa (Galtun, 1998). En la siguiente mirada, Carmona

señala que:

La paz no solo puede ser la ausencia de un conflicto armado en Colombia, es que en

Colombia las FARC no fue la culpable de todos los problemas que aquejan a esta sociedad. La

dificultad de tener una sociedad en paz en Colombia es mi vecino(a), es la persona que yo tengo

al lado que me está juzgando, que me está estigmatizando, que está creyendo que su capacidad

de ver una situación es la única valida. Yo creo que la paz soñada para mi es la paz donde

podamos caber todos de manera diversa, donde aceptemos que hay múltiples formas de sentirme

ser humano, donde entendamos que en Colombia se matan mujeres cada día, donde el principal

victimario de esas mujeres está durmiendo con ellas. (Carmona, video llamada, 17 de junio

2020)

Dicha visión de paz, evidencia que esta no solo se reduce al cesamiento de la

confrontación armada (paz negativa), sino que, hace referencia también, a la construcción de

condiciones sociales y culturales necesarias para que se reduzca los fenómenos de violencia

simbólica y de género. Lo cual, hace alusión a la perspectiva de paz positiva de Galtun (1998),

que implica la superación de fenómenos de violencia tanto estructurales como simbólicos, en el

entendido de que son las situaciones de racismo, xenofobia, clasismo, patriarcado, entre otras, las

que también conducen a situaciones de violencia directa.

69
El análisis de las representaciones sobre paz que tienen los integrantes del Consejo de Paz

de Sevilla nos permite poner en evidencia las múltiples interpretaciones que existen sobre este

concepto, y, por consiguiente, la diversidad de actores sociales que confluyen en este tipo de

escenarios de participación ciudadana. Es además evidente, que para buena parte de sus

integrantes el acuerdo de paz de la Habana tiene una significancia en términos de aportar en los

procesos de tramitación dialogada de los conflictos, de beneficios sociales para las comunidades

y de construcción de una paz positiva que involucre otros aspectos diferentes a los de la

superación de la violencia directa.

Desde ahora intentaremos establecer un diálogo entre las categorías de movimientos y/o

movilizaciones sociales y construcción de paz a partir de los actores que han sido protagonistas

en estos procesos. En dicho sentido, en el caso de la construcción de movimientos sociales por la

paz en el municipio de Sevilla, Valle del Cauca, se debe señalar que estos han tenido una

presencia más visible a partir de la configuración de un contexto político nacional favorable al

proceso de la solución política al conflicto. De tal manera que, en el período comprendido entre

el año 2012 al 2019, se logra evidenciar un conjunto de movimientos sociopolíticos y

organizaciones gremiales que promueven abiertamente el apoyo a los diálogos de paz que se

realizaban en Colombia entre el Gobierno Nacional y las FARC - EP. Algunos de estos

movimientos son: El movimiento social y político Marcha Patriótica, la Red Nacional en

Democracia y Paz, la Red de Artistas Populares del Sur Occidente -RAPSO-, el Proceso de

Unidad Popular del Sur Occidente Colombiano -PUPSOC-, el Frente Amplio por la Paz, la

democracia y la defensa de lo público; el movimiento de constituyentes por la paz, la Red Tejido

Social Por la Paz -TESOPAZ-, el Movimiento Defendamos la Paz, procesos ambientalistas,

culturales, entre otros.

70
No obstante, es pertinente mencionar que, algunas organizaciones desarrollaban acciones

que de manera directa o indirecta aportaron a la construcción de paz, tal como lo indica uno de

los integrantes del Consejo Territorial de Paz de Sevilla:

Las organizaciones desde su forma de trabajar, desde los aspectos que ellos

atienden están trabajando temas de paz. Por ejemplo, desde el movimiento animalista,

desde el movimiento ambiental, el tema de la inclusión del medio ambiente, de los

animales como víctimas del conflicto. (Cuartas, video llamada, 17 de junio del 2020)

Dichas acciones evidencian luchas particulares que contribuyen en la disputa de una

universalidad implícita. No obstante, la contribución a un proyecto de historicidad requiere de

una conciencia sobre la razón política de las luchas concretas emprendidas. De tal manera que, se

evidencie no solo el contenido identitario, sino también, al actor o representatividad en oposición

y la totalidad promovida.

Sin embargo, a pesar de la existencia de diversos procesos o movimientos por la paz en el

municipio de Sevilla previo a la firma del acuerdo de paz, la presencia de estos en el territorio

fue marginal; debido a la alta estigmatización que implicaba impulsar procesos relacionados a la

solución política del conflicto armado y por el mismo temor de la población de ser señalada

como auxiliadora de grupos insurgentes. Dicha afirmación se evidencia en lo mencionado por

uno de los integrantes del Consejo de Paz:

Sevilla, recordemos no fue ajeno al conflicto armado, Sevilla aporto

muchas vidas humanas de personas que fueron asesinadas en el marco del conflicto, acá

hubo una arremetida paramilitar posterior y secuencial con el exterminio de la Unión

Patriótica en el país, en donde nos asesinaron a muchos dirigentes político de la izquierda

(…) Además, el hecho de que un acalde hablara de establecer políticas públicas de paz,

71
podría llegar a ser señalado por sus propios movimientos, porque eran temas que en un

momento dado se volvieron estigmatizantes. (Aránzazu, Video llamada, 18 de junio del 2020)

Lo relatado anteriormente, evidencia la complejidad que existía tanto en Sevilla como en

muchos otros lugares del país, para plantear reivindicaciones relacionadas a la construcción de

paz. No obstante, la apertura de los diálogos entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y las

FARC - EP, generó un nuevo ambiente político en el país que favorecía las acciones

desarrolladas por las infraestructuras de paz existentes en Colombia.

Sin embargo, la poca disposición del Gobierno Santos para hacer una amplia pedagogía

de los puntos en los que se iba llegando a un acuerdo y de la importancia de sacar adelante el

proceso de paz, generó que no existiera la suficiente movilización social requerida para que la

sociedad en su conjunto comprendiera las dimensiones del acuerdo de paz que se estaba

construyendo, y que por consiguiente, tampoco se avanzara en reducir los niveles de

estigmatización que rodeaba a las organizaciones que impulsaban procesos en apoyo a la paz, tal

como lo menciona la congresista Sandino:

No hubo la suficiente pedagogía de paz para que la gente se apropiara de que era

posible pasar la página y de que ese acuerdo limitado de seis puntos era fundamental para

sentar lo que nosotros dijimos, eran las bases para superar el conflicto. (Video llamada, 17

de junio del 2020)

Fue solo hasta el plebiscito por la paz que se abordó de manera decidida por parte de las

autoridades del municipio de Sevilla el proceso de paz de la Habana. Para lo cual, se constituyó

un “comité por el sí a la paz” integrado por representantes de movimientos sociales, integrantes

de partidos políticos del establecimiento y partidos alternativos, tal como lo menciona Cuartas:

72
Antes del plebiscito por la paz estuvo el comité por el “sí” en el que

estuvimos trabajando desde diversos sectores sociales impulsando ese movimiento por

el “sí”, después estuvimos en el tema de “Paz a la Calle”, exigiendo que se cumplieran

los acuerdos que se dieron allí en la Habana y que a pesar del resultado adverso se

buscara una solución a ese tema de la paz. (video llamada, 17 de junio del 2020).

Además, Aránzazu menciona que “a partir del plebiscito por la paz se inició en todo el

país, y Sevilla no fue ajeno a eso, un movimiento entorno a rodear las iniciativas de paz” (Video

llamada, 18 de junio del 2020). Lo cual evidencia que el plebiscito por la paz y la firma del

Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera,

fueron determinantes para potenciar los procesos de participación ciudadana en los escenarios

relacionados a la construcción de paz.

El acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y las FARC - EP, se concibe como una

herramienta para la organización y la movilización de las comunidades, debido a que buena parte

de los beneficios sociales que contiene son para las comunidades rurales, para los territorios más

afectados por el conflicto y para los partidos alternativos que han sido afectados por la falta de

garantías para desarrollar el ejercicio de la oposición. Su definición como una herramienta para

la acción social y política permite comprender el motivo por el cual, con la firma de los

Acuerdos de Paz se intensificaron los procesos de movilización social que incluían en sus

reivindicaciones el cumplimiento integral del acuerdo de paz. De esta manera, Aránzazu

menciona que:

73
Si Colombia ha logrado hacer esas movilizaciones sociales tan multitudinarias,

tan contundentes, que han puesto a tambalear el país, no obstante, de todo lo que ha

sucedido, es porque sí han funcionado los Acuerdos de Paz, es porque la firma de los

acuerdos sí ha dado resultado. Hay sectores poblacionales que han honrado mucho más el

compromiso de respaldar los acuerdos que otros, me refiero al movimiento indígena

colombiano, que es un movimiento que le da ejemplo al país en la movilización social;

igualmente, a los estudiantes colombianos que le ponen el pecho a las balas, porque los

asesinan como asesinaron a Dilan en Bogotá. Sí ha servido para que se vallan terminando

un poco los temores y por supuesto que de no haber sido firmado el acuerdo de paz no

estaría tan fuerte el movimiento social en Colombia. (Video llamada, 18 de junio del 2020)

De igual manera, Cuartas menciona que:

Antes había un miedo, había temor de la gente por el conflicto armado, había

miedo de la gente en movilizarse. Yo creo que es histórico lo que pasó aquí en Sevilla con

las movilizaciones que hubo el año pasado, movilizaciones que a pesar de que son movidas

por el inconformismo con el gobierno, tienen que ver también con el inconformismo sobre

cómo se está llevando el proceso de paz, el desconocimiento de los acuerdos y la

persecución a los opositores. A pesar de que Sevilla ha sido un municipio muy pasivo toda

la vida, que es una crítica que hemos hecho mucho, el país se movilizaba y Sevilla no, aquí

lo que vimos fue un grupo de jóvenes y de maestros diciendo ¡nosotros también debemos

movilizarnos, también debemos hacer respetar lo que está pasando!, y las consignas en las

marchas no solo eran por la educación, sino también por la paz. (video llamada, 17 de junio

del 2020)

El proceso de implementación del acuerdo de paz ha permitido reducir los niveles de

estigmatización hacia los movimientos que trabajan por la construcción de paz, y, de los

mandatarios locales y regionales que asumen posturas abiertas en favor de la implementación del

74
acuerdo final entre las FARC-EP y el Estado Colombiano, en el entendido que dicho acuerdo

hace parte del bloque de constitucionalidad que rige el país, y que fue incorporado mediante los

actos legislativos 01 del 2016 y 02 del 2017, lo cual, genera una presión normativa que permite

la exigibilidad de su cumplimiento.

En el contexto de la implementación del acuerdo de paz, se generan las condiciones

políticas y sociales necesarias para la dinamización del Consejo Territorial de Paz,

Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla, el cual, si bien se había habilitado

normativamente desde 1998 por medio de la ley 434 y desde el 2014 por medio del acuerdo

municipal 002, no se había podido convocar debido al poco interés institucional por impulsar

este espacio y la presencia reducida de organizaciones sociales interesadas en los temas de

construcción de paz. Sin embargo, después de la firma del acuerdo de paz se evidencia un

cambio de dicho panorama tal como lo menciona Aránzazu:

En el 2015 o 2016 se intentó hacer una red municipal de organizaciones sociales,

se hicieron 2 o 3 reuniones y eso quedo incipiente, hasta mucho tiempo después con el

Consejo de Paz se logró convocar y llegamos a tener 46 organizaciones sociales

participantes del Consejo de Paz, a partir de allí nos empezamos a conocer entre los

diferentes líderes de los distintos sectores. (Video llamada, 18 de junio del 2020)

Además, la administración municipal vio en la implementación del acuerdo entre el

Estado y las FARC - EP, una oportunidad para gestionar recursos económicos para el

mejoramiento de las condiciones de vida de la población rural y el incremento de proyectos en

materia de inversión social para el territorio. En tal sentido lo relata uno de los integrantes del

Consejo de Paz:

75
A partir de los Acuerdos de Paz se abrió a nivel nacional una ventanita para bajar

recursos de orden nacional para los entes territoriales, pero era un requisito tener un

Consejo de Paz conformado; entonces no fue tanto por el clamor o las ganas de establecer

políticas públicas de paz, era porque había un interés implícito y era poder legitimar

dineros provenientes de la nación a través de planeación nacional y el ministerio del

interior para el establecimiento de las políticas públicas de paz. (Aránzazu, Video llamada,

18 de junio del 2020)

De tal manera que, para el ente territorial la conformación de los Consejos de Paz

implicaba ante todo un requisito para poder acceder a los recursos económicos que se avizoraban

para la construcción de paz. Por consiguiente, fue ante todo la determinación de las

organizaciones sociales lo que permitió la modificación del acuerdo 002 del 2014 para

contextualizarlo con el nuevo marco normativo surgido de la implementación del acuerdo de paz,

y hacer la respectiva convocatoria para la instalación y posterior funcionamiento de esta

importante infraestructura de paz. En dicho sentido lo relata Aránzazu: “fue casi alrededor de un

año que se estuvo redactándolo desde la sociedad civil y esperando que fuera puesto ante el

Concejo para poder aprobarlo, pero el Consejo Territorial de paz de Sevilla surge principalmente

desde la iniciativa popular” (Video llamada, 18 de junio del 2020).

El punto dos del acuerdo final, “participación política: apertura democrática para

construir la paz”, está construido sobre la premisa de que la participación política incluye tanto la

participación electoral como el ejercicio político de movilización y protesta que hacen los

movimientos sociales en el marco de la lucha por la conquista de derechos; tal como lo relata la

congresista Sandino “el tema de la participación no es únicamente por vía electoral, necesitamos

que la sociedad, que el movimiento social, que las personas participen de manera directa en

76
asuntos tan trascendentales como es la construcción misma de la paz” (Video llamada, 17 de

junio del 2020).

A pesar de que gran parte de los puntos sobre participación política no se han cumplido a

cabalidad, el acuerdo de paz ha logrado algunos otros efectos en materia de transformaciones

culturales, que permiten fortalecer los procesos de participación y movilización social; entre

ellos, la politización de la sociedad evidenciado en la dinámica polarizadora en la que se ha

envuelto la sociedad colombiana, identificándose un nosotros (defensores de la paz) y un ellos

(opositores de la paz), que permite la aglutinación de múltiples procesos sociales y políticos bajo

la bandera de la defensa de la paz. De igual manera, se destaca una reducción del miedo o el

temor de la población a exigir sus derechos, conduciendo a un incremento de la capacidad

movilizadora, conflictiva y de la definición de antagonismos, los cuales se entienden como

resultado del fortalecimiento de la sociedad civil (Ortega y Pimmer, 2010).

El reconocimiento de la existencia de múltiples sectores de la sociedad organizados en

movimientos sociales, y la búsqueda de su fortalecimiento como efecto de la implementación del

acuerdo de paz, permite evidenciar la afirmación a los nuevos movimientos sociales con luchas

reivindicativas diferentes a la de los movimientos clásicos (obreros y campesinos), que durante

décadas habían sido concebidos como el único sujeto histórico de las grandes transformaciones

sociales. En consecuencia, los movimientos por la paz, juveniles, étnicos, estudiantiles,

ambientalistas, los movimientos de género, entre otros, que se ubican en la categoría de los

nuevos movimientos sociales (Santos, 2001), entran también, al igual que los sindicatos y las

organizaciones agrarias, a jugar un rol protagónico como sujetos históricos en el proceso de la

implementación del acuerdo de paz entre el Estado Colombiano y las FARC - EP, bajo el

77
entendido de una lucha de masas por la transformación de la sociedad y la construcción de una

democracia ampliada.

78
2 5-Conclusiones

Frente a la pregunta de investigación que ha guiado la construcción de este trabajo

monográfico, es necesario señalar que el Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la

Construcción de una Paz Estable y Duradera, ha representado un punto de inflexión histórico que

ha dinamizado la participación ciudadana en varias de las infraestructuras de paz existentes en

Colombia. A pesar de los reducidos avances en la implementación del punto de participación

política y del acuerdo de paz en su conjunto, se ha logrado identificar otros efectos políticos y

culturales, relacionados especialmente con la politización de la sociedad, la consolidación y el

surgimiento de escenarios y procesos que promueven abiertamente la construcción de la paz,

entre los cuales, se encuentran movimientos sociales y Consejos de Paz, Reconciliación y

Convivencia.

El abordaje del punto de participación política en el acuerdo de paz entre el Estado

Colombiano y las FARC - EP, permite reconocer que tanto la inexistencia de canales

institucionales para tramitar el disenso por vías democráticas, como la aplicación de mecanismos

de producción y reproducción violentos del orden social vigente, han sido factores que explican

el origen, la continuidad y permanencia de la rebelión armada en Colombia. De igual manera, los

contenidos del acuerdo de paz demuestran la necesidad de implementar un conjunto de reformas

políticas, para construir una democracia ampliada en la que los conflictos sociales se tramiten

por vías democráticas.

Además, se logra poner en evidencia que, la tendencia hegemónica aún en Colombia es la

existencia de un fuerte aparato militar y contrainsurgente creado para producir y reproducir el

orden social dominante, por lo cual, las infraestructuras de paz cobran mayor importancia, en el

79
sentido de disputar imaginarios sociales de paz que permitan profundizar las transformaciones

políticas y culturales generadas por el acuerdo de paz.

A pesar de la continuidad de la violencia contra los líderes sociales, defensores de

derechos humanos y población reincorporada, se debe resaltar que la implementación del

acuerdo de paz y la configuración de los Consejos de Paz, Reconciliación y Convivencia ha

permitido la construcción de espacios y la configuración de objetivos comunes entre

movimientos sociales, partidos políticos y sectores institucionales, que antes eran difíciles de

articular.

El contexto político y social generado por el plebiscito por la paz, la firma del acuerdo

final y los avances en su implementación, han permitido que las organizaciones y movimientos

sociales que trabajan por la construcción de paz tengan un rol más protagónico en los procesos

de movilización, organización y exigibilidad de derechos. Asimismo, se logra identificar un

movimiento social más amplio en el que se disputan múltiples reivindicaciones que contienen

una universalidad implícita, en la que se disputa la construcción de una sociedad en paz y se

construye una democracia ampliada y pluralista.

Por consiguiente, es necesario mencionar que el Consejo Territorial de Paz,

Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla, y, en especial las organizaciones sociales

que lo conforman y que son el motor esencial de dicho escenario de participación ciudadana,

deben continuar articulando e impulsando las diferentes iniciativas comunicativas, culturales, de

movilización y exigibilidad de derechos, que permitan dar continuidad a un amplio movimiento

por la paz, la democracia y la vida; en el contexto del incremento de saboteadores de la paz que

buscan hacer retroceder el país, a las épocas de una guerra fratricida.

80
A la vez, es necesario advertir que, el presente trabajo de investigación a pesar de

contener un rico equipaje conceptual en relación con las categorías de paz, infraestructuras de

paz, la política y lo político, los movimientos sociales, el proceso de configuración del Consejo

Nacional y el Consejo Territorial de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio Sevilla, se

enfoca en analizar las formas en las que la implementación del acuerdo de paz dinamizó la

participación ciudadana en el Consejo de Paz de dicho territorio.

En el transcurso de la investigación se fue dilucidando, de manera inesperada, los

importantes acumulados que tiene Colombia en la construcción de infraestructuras de paz, tales

como, la Comisión de Paz del senado, el Centro de Memoria Histórica, los Consejos de Paz, las

plataformas de paz, las Secretarías de Paz; y, más recientemente, la constitución de un conjunto

de infraestructuras resultantes de la implementación del acuerdo entre el Estado colombiano y las

FARC-EP, entre las que se destacan, la Jurisdicción Especial de Paz, la Comisión de la Verdad,

la Unidad de Búsqueda de Personas Dadas por Desaparecidas y en Razón del Conflicto, la

Comisión de Seguimiento, Impulso y Verificación a la Implementación del acuerdo de paz -

CSIVI-, entre otras.

Es pertinente mencionar que, en el transcurso del proceso de redacción del trabajo

monográfico, se fue evidenciando la importancia de conceptualizar la categoría de movimiento

social, en la perspectiva de analizar como los movimientos y las organizaciones que trabajan por

la paz en Sevilla, Valle del Cauca; que antecedieron la constitución del consejo de paz y que

actualmente hacen parte de este mismo, llenan de un particular contenido y significancia a dicha

infraestructura de paz en el municipio de Sevilla.

81
En consecuencia, en el desarrollo de futuros procesos de investigación se podría analizar

¿cómo los movimientos sociales que han existido en Sevilla se han configurado como un tipo de

infraestructura de paz, construido de manera autónoma desde la sociedad civil? O ¿de qué

manera el proceso de paz, visto desde una perspectiva histórica, ha contribuido a la ampliación

de la democracia y al fortalecimiento de la movilización social en Colombia? de igual manera,

seria relevante el análisis sobre la transformación de los imaginarios de violencia al interior de

las administraciones municipales, como resultado de los procesos de construcción de una cultura

de paz y reconciliación, además, de la investigación alrededor de infraestructuras como la

Jurisdicción Especial de Paz -JEP-, la CSIVI, la comisión de la verdad, entre otros.

Después de esto, es necesario señalar que la presente monografía tendrá una gran utilidad

para el Consejo de Paz, Reconciliación y Convivencia del municipio de Sevilla, las

organizaciones sociales que lo integran, la administración municipal en la perspectiva de

construir una política pública de paz y derechos humanos, el partido surgido del acuerdo de paz,

los centros de estudio especializados en el seguimiento a la implementación del acuerdo de paz,

en la búsqueda de futuros análisis de los avances y desafíos del proceso de implementación; y, en

general, para las universidades interesadas en conocer otras dimensiones del proceso de

implementación del acuerdo de paz entre las FARC - EP y el Estado Colombiano.

82
6-Recomendaciones

Los Consejos Territoriales de Paz, Reconciliación y Convivencia son infraestructuras de

paz de gran importancia para la construcción de una paz sostenible en el tiempo; por lo cual,

recomendamos a las personas e instituciones interesadas en los estudios para la paz, continuar

avanzando en la construcción de conocimiento respecto al papel que juegan dichas

infraestructuras en los diferentes territorios, en el marco del proceso de implementación del

Acuerdo para la Finalización del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera.

De igual manera, es pertinente que desde la Escuela Superior de Administración Pública -

ESAP- se continúe priorizando, en el desarrollo de los proyectos monográficos y de

investigación, las temáticas relacionadas al análisis de los avances y desafíos en la

implementación del acuerdo final de paz entre el Estado colombiano y las FARC – EP; como

parte del compromiso que debe tener la universidad para con el proceso histórico por el que

atraviesa Colombia, el cual esta caracterizado por la disputa entre quienes buscan hacer

retroceder el país a los tiempos de la guerra, y, quienes exponen su vida por avanzar en la

implementación de las reformas contenidas en el acuerdo final de paz.

Eventualmente, es necesario recomendar a las autoridades del municipio de Sevilla, la

necesidad de garantizar los recursos económicos pertinentes para que el Consejo de Paz pueda

llevar a cabo su plan de acción. Igualmente, hay que destacar la importancia de crear al interior

de la administración municipal la oficina de paz, reconciliación y convivencia, para que el

Consejo de Paz y las organizaciones locales, encuentren en esta instancia el coequipero necesario

para potenciar los procesos de participación ciudadana y de reconciliación en el municipio.

83
Finalmente, con relación al Consejo de Paz, es necesario mencionar que, es urgente dar

mayor visibilidad a las actividades y procesos que se estén desarrollando, con la intención de

avanzar cada vez más en el reconocimiento por parte de las comunidades locales, regionales y

nacionales, del valor de esta instancia en los procesos de movilización ciudadana y de

construcción de paz. De igual manera, se debe indicar la urgencia de construir alianzas cada vez

más sólidas, con la comunidad internacional y con liderazgos sociales y políticos de relevancia

en la región, debido a que esto le da mayor peso político a las decisiones y acciones que se

emprendan desde el Consejo Territorial de Paz del municipio. Adicional a esto, es pertinente

destacar que este trabajo académico será de gran utilidad en el proceso de consolidar y visibilizar

esta infraestructura de paz tan importante para Sevilla y la región.

84
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