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El sometimiento
de la mujer
Ciencias sociales
John Stuart Mili
El sometimiento
de la mujer
Prólogo, traducción y notas
de Carlos Mellizo
El libro de bolsillo
Sociología
Alianza Editorial
T ítu lo o r ig in a l: The Subjection ofWomen
T ra d u c to r: Carlos Mellizo
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S I Q U IE R E R E C IB IR IN F O R M A C IÓ N P E R IÓ D IC A S O B R E LA S N O V E D A D E S D E
ALIANZA E D IT O R IA L , E N V ÍE UN C O R R E O E L E C T R Ó N IC O A LA D IR E C C IÓ N :
alianzaeditorial@anaya.es
Prólogo
Carlos M e l l iz o
Departamento de Filosofía
Universidad de Wyoming
Bibliografía
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32 EL S O M E T IM IE N T O D E LA JM U JE r
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42 E L S O M E T I M I E N T O D E LA M U JER
44 EL S O M E T IM IE N T O D E LA M U JE R
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102 E L S O M E T I M I E N T O D E LA .Vltjjg^
1. Razón de Estado.
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una reina que bajo un rey, ello debe ser porque las
reinas tienen una capacidad superior para escogerlos.
Y, consiguientemente, las m ujeres han de estar m ejor
cualificadas tanto para el puesto de soberana com o
para el de prim era m inistra; pues la m isión principal
de un prim er m inistro no es gobernar en persona,
sino el de encontrar a los individuos m ejor prepara
dos para llevar cada departam ento de los asuntos pú
blicos. La más rápida capacidad de intuición para en
trar en el carácter de las gentes, que es uno de los pun
tos en los que se admite la superioridad de las mujeres
sobre los hom bres, tiene que hacerlas, si las supone
mos iguales en otros respectos, más aptas que los
varones en esa elección de instrum entos, que es lo
más im portante que ha de hacer todo el que tenga
una m isión relacionada con el gobierno de la hum a
nidad. Incluso una m ujer sin principios com o C a
talina de M édicis supo apreciar el valor del can ci
ller de FH opital6. Pero es tam bién verdad que las
reinas más insignes han sido insignes por sus p ro
pios talentos para el gobierno y han sido bien servi
das precisam ente p or esa razón. Retuvieron en sus
manos la suprem a dirección de los asuntos de Esta
do; y si prestaron oídos a buenos consejeros, dieron
asumen un carácter moldeado por y asimilado a los ses nos procuran uno de los m ejores ejem plos de lo
m om entos de elevada excitación, si bien éstos, debi que un pueblo es cuando se le deja que se guíe por sí
do a la naturaleza física del ser hum ano, sólo puedan mismo (si puede decirse que se guían por sí m ism os
ser transitorios. La experiencia que tenemos de la- aquellos que durante siglos han estado bajo la in
razas y de los individuos no m uestra que quienes fluencia de un m al gobierno y del directo ad octri
poseen un tem peram ento excitable estén en general namiento de una jerarquía católica y de una sincera
peor preparados para la especulación o para la praxis creencia en la religión católica). El carácter irlandés
que los de tem peram ento m enos excitable. Los fran debe, pues, considerarse com o un caso desfavorable;
ceses y los italianos son sin duda, por naturaleza, más y sin embargo, siempre que las circunstancias del in
nerviosam ente excitables que las razas teutónicas; y dividuo han sido siquiera favorables en grado m íni
siquiera com parados con los ingleses, tienen habitual mo, ¿qué otro pueblo ha m ostrado mayor capacidad
y diariam ente una vida em ocional m ucho más inten para la más variada y m ultiform e gama de eminencia
sa. Pero ¿han sido por ello m enos insignes en la cien individual? Igual que los franceses com parados con
cia, en la política, en em inencia legal y judicial, o en la los ingleses, los italianos con los suizos, y los griegos
guerra? Hay abundante prueba de que los griegos o italianos con las razas germánicas, así ocurre cuan
fueron desde antiguo, com o sus descendientes y su do com param os a las m ujeres con los hom bres: que,
cesores continúan siéndolo, una de las razas más ex en general, hacen las m ism as cosas, con alguna varia
citables del género hum ano. Y sin embargo, no hace ción en el particular grado de excelencia. Pero no ten
falta que nos preguntem os en qué logro alcanzado go la m enor razón para dudar de que las harían igual
por los seres hum anos no destacaron de m anera ex de bien, sin diferencia alguna, si su educación y pre
traordinaria. Los rom anos, probablem ente, siendo paración estuviesen dirigidas a corregir, en lugar de
tam bién un pueblo m eridional, tuvieron en sus orí agravar, los puntos débiles de su tem peramento.
genes el m ism o tem peram ento; pero el fírm e carácter Supongamos, no obstante, que sea verdad que las
de su disciplina nacional, com o el de los espartanos, mentes de las m ujeres son por naturaleza más voláti
los hizo ser ejem plo del tipo opuesto de carácter na les que las de los hom bres, m enos capaces de perseve
cional; la mayor fuerza de sus sentim ientos naturales | rar durante largo tiem po en un m ism o esfuerzo con
se hizo patente en la intensidad con que su tempera tinuo, más dispuestas a dividir sus facultades entre
m ento original hizo posible dar paso al artificial. Si muchas cosas que a seguir un solo cam ino hasta lle
estos casos dan ejem plo de lo que un pueblo natural gar al punto más alto que pueda alcanzarse en él:
m ente excitable puede llegar a ser, los celtas irlande- pues bien, aun suponiendo lo anterior, quedará por
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les nos serían reveladas. No voy, por tanto, a intentar tar su capacidad en filosofía, ciencia o arte. Es sólo en
resolver lo que he afirmado que es imposible. Pero la la presente generación cuando sus intentos han sido
duda no impide que hagamos conjeturas; y allí don alguna m anera num erosos, e incluso ahora son
de la certeza es inalcanzable, puede que encontremos muy escasos en todas partes, excepto en Inglaterra y
los medios de llegar a un cierto grado de probabili en Francia. Es im portante que nos preguntemos si
dad. El prim er punto -e l origen de las diferencias qUe una mente en posesión de los requisitos necesarios
de hecho se observan- es el que resulta más accesible para ser una em inencia de prim era categoría en la es
a la especulación; y trataré de aproxim arme a él to peculación o en el arte creativo podría, si seguimos
m ando el único cam ino por el que puede ser alcanza un mero cálculo de probabilidades, haberse esperado
do: siguiendo las consecuencias mentales de las in que surgiera durante ese lapso de tiem po entre las
fluencias externas. No podem os aislar a un ser huma mujeres cuyos gustos y posicion personal las perm i
no de las circunstancias propias de su condición, de tían dedicarse a tales actividades. En todas las cosas
m anera que logremos determ inar experimentalmen para las que hasta ahora han tenido tiem po —en to
te lo que habría sido por naturaleza; pero podemos das, excepto en aquéllas en las que ya han alcanzado
considerar lo que es, y cuáles han sido sus circunstan los más altos grados en la escala de excelencia, espe
cias, y si una cosa ha sido capaz de producir la otra. cialmente en el departam ento al que han estado dedi
Tom em os, pues, el único caso notable que la ob cadas por más tiem po, esto es, a la literatura (prosa y
servación nos proporciona acerca de la aparente infe poesía)—, las mujeres han alcanzado la cantidad de lo
rioridad de las mujeres respecto a los hom bres, apar gros y han obtenido tantos y tan altos premios com o
te de la m eram ente física de fuerza corporal: ninguna podía esperarse de la cantidad de tiem po dedicado y
obra de filosofía, ciencia o arte, que merezca ser con del número de com petidoras. Si nos retrotraem os al
siderada de prim era categoría, ha sido realizada por período antiguo, cuando m uy pocas mujeres lo in
una mujer. ¿Hay algún m odo de explicar esto sin su tentaban, hubo, sin embargo algunas que alcanzaron
poner que las mujeres son naturalm ente incapaces de el éxito con notable distinción. Los griegos siempre
producirlas? contaron a la poetisa Safo entre sus grandes poetas; y
En prim er lugar, podem os legítimam ente cuestio muy bien podem os suponer que Myrtis, quien se
nar si la experiencia nos ha proporcionado datos su dice que fue la m aestra de Píndaro, y Corina, quien
ficientes para hacer una inducción. Apenas han cinco veces le arrebató el prem io de poesía, tuvieron
transcurrido tres generaciones desde que las mujeres, suficiente m érito com o para ser comparadas con
salvo m uy raras excepciones, han empezado a ejerci aquel gran nom bre. Aspasia no nos dejó ningún es-
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8. ‘Desde el principio’.
9. Véase nota 7, p. 199.
CUA TRO 203
El s o m e t im ie n t o d e l a m u je r
Uno .............................................................................. 29
D o s............................................................................... 83
Tres...................... ........................................................ 121
Cuatro......................................................................... 177
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