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ENSAYO SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN

Estudiante

NORA ALICIA POPO CARABALÍ

SEMINARIO BIBLICO ALIANZA DE COLOMBIA


FACULTAD DE BIBLIA Y TEOLOGIA
ARMENIA
2017
ENSAYO SOBRE LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN

Estudiante
NORA ALICICIA POPO CARABALI

Tutor
PASTOR RUBERNEY CARABALÍ

SEMINARIO BIBLICO ALIANZA DE COLOMBIA


FACULTAD DE BIBLIA Y TEOLOGIA
ARMENIA
2017
¿CUÁL ES LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN?

Desde los comienzos de la iglesia, la predicación ha sido parte esencial de


la misma. Fue el mismo Jesús quien dio el mandato “Id por todo el mundo y
predicad el evangelio”. Es decir que la predicación es parte fundamental
de lo que es la iglesia. Es mediante la predicación, cuya fuente es la biblia,
que se lleva el mensaje de salvación a los hombres. La predicación sigue
siendo útil para la iglesia de hoy, pues el mensaje de Cristo hoy tiene la
misma pertinencia o más de lo que tuvo en el pasado.

El medio instituido para comunicar la verdad de Cristo es la predicación ,


por lo tanto la predicación ocupa un lugar central entre las demás
responsabilidades que hay dentro de una iglesia o ministerio y no puede
ser sustituida ni desplazada por otros compromisos o deberes por mas
importantes que estos sean .

Se define predicación como una proclamación pública Y abierta de la


actividad redentora de Dios en Jesucristo y por medio de Jesucristo.

En el Nuevo Testamento se encuentran algunas palabras que nos ayudan


a entender con mayor amplitud el significado de la predicación:
Predicar quiere decir hablar o platicar (Marcos 2:2; Hechos 4:1, 11,20).
Esta fue una manera de presentar el evangelio ante un grupo de personas,
en una forma de conversación. Esto puede compararse con lo que ahora
llamamos estudio bíblico.
Predicar tiene el sentido de enseñar (Hechos 17:1-4). El apóstol Pablo usó
mucho este método para enseñar a los judíos convertidos las doctrinas de
Cristo, basándose en el Antiguo Testamento. Fue usado para los
catecúmenos que deseaban ingresar en la fe cristiana.

Predicar quiere decir argumentar (Hechos 24:25). Esta manera la usaron


los discípulos para probarle a los judíos rebeldes que Jesús era el Cristo.
Este fue el método argumentador o de controversia (2 Corintios 10:16).
Predicar es: Exclamar o anunciar (Hechos 10:36,37). Este método fue
usado para comunicar las buenas nuevas de Salvación a los gentiles.
La predicación es la proclamación de la verdad divina por medio de un
hombre a los hombres.

Los distintivos sobresalientes de la predicación del Nuevo Testamento son


dos:

Su sentido de compulsión divina: es la condición esencial de la verdadera


predicación, pues esta no es una recitación de verdades neutrales, por
interesantes y morales que sean; es más bien Dios irrumpiendo en los
asuntos vitales del hombre y confrontándole con la demanda de una
decisión.

El otro distintivo, es lo diáfano de su mensaje y motivación. Puesto que la


predicación demanda fe, es de vital importancia que sus elementos no
sean oscurecidos por la “elocuencia de humana sabiduría” (Co1:17; 2:1:4).

Cuando hablamos de predicación, hablamos de una responsabilidad, pero


también hablamos de un privilegio de poder anunciar el amor, favor, y
gracia de Dios para con el hombre; al anunciar “las buenas nuevas de
salvación”. Es necesario tener en cuenta la disciplina, el amor a Cristo, el
amor a la congregación, la dedicación, la seriedad lo más importante la
dependencia constante y diaria del Espíritu Santo, para poder cumplir con
una buena predicación.

La predicación fue el eje sobre el cual giro el ministerio de Jesucristo, sus


discípulos y la iglesia primitiva en general. Sus resultados a través de la
historia han sido portentosos en aquellos, que han sido fieles al mensaje de
la biblia, a su exposición y sobre todo a la vivencia consecuente de la
palabra que se predica.

El papel de la predicación en el Antiguo Testamento viene dado por el


hecho de que buena parte del material registrado fue pronunciado en su
momento de forma oral, al mirar los libros proféticos vemos que el
ministerio principal de aquellos hombre profetas era de ser predicadores,
ejemplo la predicación de Isaías (Isaías 6:9) Y dijo: Anda, y di a este
pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis.
La predicación de jeremías (jeremías r1; 17) 17 Tú, pues, ciñe tus lomos,
levántate, y háblales todo cuanto te mande; no temas delante de ellos, para
que no te haga yo quebrantar delante de ellos. También tenemos la
predicación de Ezequiel (Ezequiel 3:17), Jonás (Jonás 3:8), Amós (Amós
7:10; 14) y miqueas (miqueas 3:8) etc.

En el Antiguo Testamento vemos una predicación más pausada y


sistemática, y por eso nos podemos referir a ella una predicación –
enseñanza. Tenemos a Moisés como ejemplo (Deuteronomio 32:1; 2)
“Escuchad, cielos, y hablaré; Y oiga la tierra los dichos de mi boca. Goteará
como la lluvia mi enseñanza; Destilará como el rocío mi razonamiento;
Como la llovizna sobre la grama, Y como las gotas sobre la hierba”. En
este tipo de predicación encontramos recapitulación, historia, consejos,
mandatos y avisos etc. Para el pueblo de Israel fue vital en épocas de crisis
la existencia de verdaderos predicadores que llamaron a los pueblos a
reconsiderar sus caminos y volverse a Dios.

En el Antiguo Testamento la predicación va dirigida al pueblo de Dios; en el


Nuevo Testamento la predicación es tanto para los ya perteneciente al
pueblo de Dios como para los que todavía no lo son. En el nuevo
testamento tenemos como ejemplo grandes predicadores Juan el Bautista
(mateo 3:1; 2) “En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el
desierto de Judea,  y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se
ha acercado”. Jesús de Nazaret (mateo 4:17) “Desde entonces comenzó
Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha
acercado”. La predicación en hechos, (hechos 2:14; 36), aquí encontramos
a Pedro, Pablo. Además de estos hombres conocidos, la extensión del
evangelio se debió también al testimonio y la predicación de muchos
cristianos anónimos, pues Cristo mismo encomendó esa tarea a su iglesia
(marcos 16:15) “Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a
toda criatura”.
Podemos ver en el Nuevo Testamento que la iglesia nace, se nutre y se
extiende como resultado de la predicación de la palabra de Dios. Estamos
pues ante algo de lo cual pendió, pende y penderá la fuerza de la iglesia.
En los propósitos de Dios la predicación tuvo, tiene y tendrá un puesto
primordial.

Dentro de la naturaleza de la predicación encontramos cuatro puntos


importantes que la hacen real: la legitimidad (1 corintios 9:16), la
necesidad, el contenido y la autoridad (2 corintios 5:20); que si bien estos
son dados por Dios a través de su gracia y poder.

La predicación que proviene de Dios cuenta con un aspecto vital de la


revelación de Dios, y es que tal revelación la ha dejado registrada por
escrito. Esto ya excluye otras posibles fuentes de la predicación que
pretendan hacerse pasar por auténticas; ejemplos, que la predicación
verdadera no puede estar basada en el Corán, ni tampoco en los Vedas
hindúes, ni en el libro de Mormón, ni en las tradiciones humanas por más
prestigiosas que sean; ni siquiera en la propia inspiración o imaginación del
predicador. Antes bien, todas esas posibles fuentes, y otras más en las que
podamos pensar, quedan descalificadas porque Dios ha dejado registrado
su mensaje en un solo lugar: las Sagradas Escrituras.

Si el origen registrado de la predicación es la Escritura eso significa que el


predicador ha de saturarse de ella para poder predicarla. Y ese es el
manantial al que debe acudir para llenar su cántaro para sí mismo y para
dar de beber a otros. ‘Que prediques la palabra’ (2 Timoteo 4:2) fue el
mandato de Pablo a Timoteo, y el tal sigue siendo pertinente en nuestros
días. Alguien ha dicho que la Biblia es ‘el semillero homilético’ del
predicador; es decir, el saco de donde obtener las ideas, las verdades, la
iluminación, la doctrina y la vida en suma que debe caracterizar la
predicación cristiana. La esencia y la centralidad del mensaje han de
proceder de la Biblia misma y solamente lo periférico del sermón, como
ilustraciones, anécdotas o experiencias personales, pueden proceder de
otra fuente distinta.
Notemos que antes de decirle a Timoteo ‘que prediques la palabra’, Pablo
acaba de decir ‘Toda la Escritura es inspirada por Dios’ (2 Timoteo 3:16).
Este es el orden: primero estar persuadidos de lo que la Escritura es;
segundo, y como consecuencia de ello, predicarla.

La predicación se distingue del mero discurso moral o político o de la mera


conferencia, además de por las razones dadas en los puntos anteriores,
por la fuente de donde deriva su energía. Si bien es necesario que el
predicador prepare y adiestre todas sus capacidades afectivas, mentales e
intelectuales para volcarse en el acto de la predicación, de nada vale todo
ello sin el poder del Espíritu Santo. El mejor bosquejo, la mejor dicción y las
mejores reglas hermenéuticas de nada sirven sin la energía y la unción que
el Espíritu Santo da.

Hay un componente en la predicación cristiana que la distingue de


cualquier otro tipo de comunicación, ese componente es el denuedo. Eso
fue lo que llamó la atención del Sanedrín en la forma de hablar de Pedro y
de Juan (4:13); notemos que los creyentes oran para que lejos de
asustarse por las amenazas de las autoridades ‘con todo denuedo hablen
tu palabra’ (4:29), y una vez que fueron llenos del Espíritu Santo ‘hablaban
con denuedo la palabra de Dios.’ (4:31). Hay, pues, una relación directa
entre ser llenos del Espíritu y predicar con denuedo.

Ese denuedo consiste en no estar amenazado por la inseguridad o el temor


que un mundo hostil al evangelio puede provocar en nosotros, y en tener la
libertad de hablar con confianza y valor, incluso con intrepidez ante nuestra
audiencia. Por eso Pablo pide a los efesios que oren por él para ‘dar a
conocer con denuedo el misterio del evangelio...que con denuedo hable de
él, como debo hablar.’ (Efesios 6:19-20). En las circunstancias personales
que Pablo atravesaba, estando en la cárcel, esa petición de oración tiene
toda la pertinencia, pues humanamente la tendencia sería callarse para no
complicar más su situación. La predicación de Pablo, ya desde sus
comienzos en la carrera cristiana estaba preñada de este rasgo del
denuedo.
El origen de nuestra predicación está en Dios porque ha hablado, su
origen registrado en la Sagrada Escritura, el contenido de ella ha de ser
Cristo y la energía que la mueva ha de proceder del Espíritu Santo. Así
pues, Dios, Cristo, el Espíritu Santo y la Biblia son el todo de la predicación
cristiana.

La predicación si ha de ser fiel a su misión de satisfacer las necesidades


humanas necesita cumplir con seis propósitos generales:

El propósito Evangelistico: este es el de persuadir a los perdidos a


recibir a Cristo como su salvador personal. La predicación evangelistica es
caracterizada por cuatro rasgos fundamentales. En primer lugar, declara el
hecho de la condición perdida del hombre natural. El hombre está en
tinieblas morales y necesita iluminación Espiritual; se halla en un estado de
condenación y necesita justificación; es un cautivo de Satanás y necesita
libertad; tiene un corazón pervertido y necesita regeneración.

La predicación evangelistica proclama los hechos verídicos de la obra


redentora de Cristo e interpreta el significado de ellos. Además
caracterizada por una insistencia perentoria en que los pecadores sean
“salvos de esta perversa generación”, y de que manifiesta su decisión
públicamente, procurando el bautismo y uniéndose a la iglesia del Señor
para una vida de servicio y de crecimiento espiritual.

El propósito doctrinal: este propósito didáctico, o sea el de instruir a los


oyentes, haciéndoles ver el significado de las grandes verdades de la fe
cristiana e indicando como estas tienen aplicación práctica a la vida diaria.
Su característica principal es el énfasis sobre la enseñanza.

La predicación doctrinal desempeña las siguientes funciones: responde al


deseo de aprender que existe en el corazón de cada creyente, previene a
la iglesia en contra de los estragos de la doctrina falsa, anima a la actividad
y contribuye al crecimiento intelectual y espiritual del predicador.

El predicador doctrinal tiene que estudiar, tiene que conocer la biblia y


saberla interpretar y a medida que medite sobre los grandes temas de las
escrituras y se esfuerce en hacer que tenga significado para su
congregación, hallara que crece la estatura de su propia alma.

El propósito de devoción: este es el propósito de intensificar en los


creyentes el sentimiento de amorosa devoción para con Dios, así como de
guiarles en la expresión apropiada de la adoración que Dios merece.

El propósito de consagración: este e es el propósito de estimular al


creyente a dedicar sus talentos tiempo e influencia al servicio de Dios. Este
tipo de predicación tiene por objetivo sacudir su conciencia, despertarlo de
su letargo y conmoverlo de tal manera que se resuelva actuar, poniéndose
a la disposición del Señor en las actividades que el adelanto de su reino
demanda.

El propósito ético o moral: este es el propósito de ayudar al creyente a


norma su conducta diaria y sus relaciones sociales de acuerdo con los
principios cristianos. En la predicación de sermones éticos hay dos peligros
que evitar, el primero es el de divorciar la moral de la doctrina , ósea el
peligro de dejar la impresión de que una vida moral decente , aparte de la
regeneración obrada por el Espíritu Santo , es suficiente para la salvación
del alma .el segundo es el peligro de rebajar la dignidad del pulpito con la
discusión de temas cuya escasa importancia no justifican tratamiento
formal o cuya naturaleza sugestiva tendría a corromper la mente en vez de
edificar el espíritu de la congregación .

El propósito de dar aliento: este es el propósito de fortalecer y de dar


aliento al creyente en medio de las pruebas y crisis de su vida personal.

De ahí que la predicación cuando cumple con cada uno de sus


componentes causa en cada oyente algún efecto, claramente que esto
afecta su parte s espiritual. Los efectos de la predicación son distintos pues
las necesidades del ser humano son varias de modo que la predicación
trae , sanidad quebrantamiento , libertad , esperanza , animo , aliento
arrepentimiento , convencimiento , renovación , cambio, entre muchos
más ,haciendo que el oyente decida cambiar o tomar nuevas posiciones
frente a su manera de pensar , vivir, actuar o proceder . El efecto principal
de la predicación es que las personas conozcan de Cristo de su obra y su
amor.

La parte esencial de la predicación es el crecimiento de la iglesia. No es


casualidad que, originalmente, la iglesia haya nacido y se haya
desarrollado a través de la predicación. De hecho, casi cada vez que Lucas
hizo alguna observación acerca de los patrones de crecimiento de la iglesia
primitiva, se expresó en términos como estos: “Y crecía la palabra del
Señor”. La predicación es la estrategia principal de Dios para el crecimiento
de la iglesia. Y todo el sistema circulatorio de la iglesia.

Bien, es importante indicar que la palabra de Dios cumple múltiples


funciones, tales como:

Impacta la comunión: Si hay falta de verdadera comunión en la iglesia, la


mejor manera de fomentar una auténtica comunión es predicar a través de
pasajes bíblicos que ayuden a las personas a entender su responsabilidad
hacia los otros miembros del cuerpo de Cristo. Es importante señalar que
en Hechos 2:42, cuando la iglesia primitiva “perseveraban en la comunión“,
también se dedicaban a la “enseñanza de los Apóstoles”.

Impacta la consejería: Un pastor que ha estudiado, entendido, aplicado y


proclamado un pasaje de la Escritura, está bien equipado para poder
compartir con las personas lo que necesitan comprender y aplicar para sus
propias vida. En la predicación el pastor nutre a su congregación y les da el
conocimiento que ellos necesitan a la hora de aconsejarse y alentarse unos
a otros. En Hechos 20:32 vemos claramente que es Dios y “la palabra” lo
que tiene poder para “sobreedificaros”.

Impacta la santidad personal: La predicación involucra un estudio sincero


acerca de cómo es que el texto debería de afectar tanto la vida del
predicador como la de los oyentes. Cuanto más tiempo pasamos
estudiando la Biblia, más entenderemos nuestra necesidad de la santidad.
No es casualidad que los pasajes que hablan de la santificación progresiva
están dentro del contexto de lograr una mejor comprensión de la Palabra
de Dios (Romanos 12:2; 2 Corintios 3:18). A medida que el predicador
ayuda a su congregación a comprender mejor la Escritura, el proceso de
santificación está obrando en su propia vida y en la vida de los oyentes (1
Pedro 2:1-3).

 Impacta el cuidado del rebaño: La manera principal en la que un pastor


puede proteger a su rebaño del error y la tentación es a través de la
proclamación de la Palabra. Cuando Pablo instruyó a los ancianos de
Éfeso a “estar en guardia por sí mismos y por todo el rebaño” (Hechos
20:28), lo hizo justo después de afirmar: “No he rehuido de anunciaros todo
el consejo de Dios” (Hechos 20:27). Proteger el rebaño está directamente
relacionado con la predicación.

Impacta el evangelismo: La obra de la evangelización es más que


simplemente compartir cómo llegar a la salvación. Implica el discipulado.
La Gran Comisión pone énfasis en hacer discípulos, lo que implica la
formación y la instrucción en la Palabra de Dios (Mateo 28:18-20). Cuando
Timoteo fue instruido para “hacer la obra de evangelista” (2 Timoteo 4: 5),
Pablo también le habló acerca del ministerio pastoral y le encomendó a
“predicar la Palabra” (2 Timoteo 4: 2). El ministerio de evangelismo se
anima y modela desde el púlpito.

Impacta la oración: Todos los cristianos deben orar, pero los pastores en
particular deben orar por la congregación que el Señor les ha puesto a su
cargo. La forma en que un pastor ora por su rebaño se relaciona a menudo
con su predicación. Él ora para que puedan crecer en conocimiento y
discernimiento (Filipenses 1: 9), para que los ojos de sus corazones sean
iluminados (Efesios 1: 16-18a) y para que ellos conozcan la esperanza de
su llamado (Efesios 1: 18b-19). Cada una de sus oraciones se relaciona
con la predicación de la Palabra.
CONCLUSIÓN: Podemos decir que la Predicación, es un sello establecido por Dios
en el hombre, para proclamar las verdades divinas; atreves de su revelación, con la
favor del Espíritu Santo. Es por la cual se anuncia el evangelio para los convertidos y
los no convertidos; y se alimenta la iglesia para mantener un espíritu sano y apacible.

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