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La vergüenza de haber sido
CARLOS GARDEL
PRESO EN VARELA
A los 14 años se vino a probar suerte en los prostíbulos de Varela. Doña Berta, su
madre, lo denunció y “Carlitos” fue a parar a la comisaría. En el futuro recorrería estos
pagos con el dúo Gardel-Razzano, para terminar como nuestro cantor popular.
Por Guillermo
Daniel Ñáñez
viacuco@gmail.com
Es muy simple. El argumento
fue que había muchos hombres
solos y pocas mujeres solas.
Empujarlas hacia la prostitución
fue relativamente fácil en aquel
Buenos Aires de inmigrantes. La
camarera quedó fuera de la ley y
fue reemplazada por el mozo.
Ahora comenzaban los caminos
de Buenos Aires. En la campaña
era aún peor, en el pueblo nuevo
de Florencio Varela se legisla en
función de estos lugares donde
los hombres deben “descargar-
se”. La política actuará como
legitimadora de estas casas de to-
lerancia. Al respecto, una de las
hipótesis de Donna Guy (1994)
es que «un objetivo clave de la
legalización de la prostitución en
Buenos Aires fue perseguir a las
mujeres trabajadoras para sacar-
las de sus ocupaciones, que lue-
go eran redefinidas para los hom-
bres». La situación de ciertos ofi-
cios a principios de siglo grafica
lo dicho: un empleo ciudadano
femenino hacia 1900 era el de ca-
marera; en 1903 el Concejo Deli-
berante de la Capital Federal de-
creta el pago de altas tasas para
este tipo de establecimientos y
obliga a las camareras a someter-
se a exámenes de enfermedades
venéreas del tipo de los que cum-
plían las pupilas de burdel –ya
que se consideraba sólo a las
mujeres como contagiosas–; con
una enmienda de 1910, elimina
todos los cafés con camareras –
exceptuando los que tuvieran
permiso del Intendente capitali-
no–; mientras tanto, ningún me-
nor de 18 años podía entrar a un
café atendido por camareras, la
justificación era que «los hom-
bres son arrancados de ocupa-
ciones útiles y envenenados por
el alcohol y las enfermedades ve-
néreas». Es interesante entender
que este mecanismo es utilizado
como un verdadero dispositivo
de dominación por cuanto que el
país contaba con la Ley de Resi-
dencia, usada para deportar a los
“peligrosos” inmigrantes anar-
quistas que para esa misma fe-
cha lideraban huelgas obreras en
fábricas e inquilinatos. Emplear
al menos a un sector de inmigran-
tes como camareros –mozos– era
también evitar su ingreso a las
fábricas; así, el contacto más bien
efímero y poco personalizado de
éstos con los parroquianos evi-
taba la proximidad espacial y so-
lidaria de la fábrica, mucho más
favorable a la transmisión de los
discursos “peligrosos”. Hoy
esta historia de género, nos per-
mite ver el lugar de la mujer –in-
decente– de la vida a diferencia
de la mujer –invisible– de la casa.
La sociedad en que vivía Carlos
Gardel y su llegada a Varela, nos
permite como se pensaba a la
mujer de principios del siglo pa-
sado.
Ahora bien: la presencia de mu-
jeres en estos establecimientos,
no tiene otro propósito que el de
atraer por el estímulo carnal ma-
yor número de clientes, retener-
los más tiempo en la casa y ha-
cerlos consumir más. Las muje-
res que toman á su cargo ésta ta-
rea no son siempre mujeres de
vivir libertino, pero son siempre
gente fácil y que ofrecen atracti-
vos más ó menos gratos al ojo.
Poseerlas es cuestión de tiempo
y de dinero en el más difícil de
los casos.
Primero se los denominó “aca-
demia” y es abreviación de otra
anterior, “academia de baile”, que
ya a mediados del siglo pasado
alternaba con casa de baile. Cual-
quiera fuera su nombre –y utili-
zaban también el de café y el de
café de camareras, y más tarde el
de peringundín– se trataba siem-
pre de lugares donde se favore-
cía la prostitución, si es que no
eran verdaderos lupanares o
quilombos, como ya se decía.
DOÑA BERTA
En un hogar de humildes co-
merciantes de Toulouse (Bajos
Colegio Pio IX. Arriba: Ceferino Namuncurá. Abajo: Carlos Gardes
INFORME ESPECIAL
Gardel a los 30 años y Gardés a los 18 años
Pirineos, Francia), nació el 14 de
julio de 1865, Marie Berthe
Gardés, con niñez perseguida
por la pobreza y por haber per-
dido a su padre cuando más lo
necesitaba.
Alrededor del año 1880, la fu-
tura madre de Carlitos decidió
emigrar con él a América
radicándose en Venezuela donde,
tanto en La Guayra como en Ca-
racas, la miseria siguió sobre ellos
y, al cabo de pocos años, empren-
dieron el regreso al suelo natal
francés.
Berta, un día se encontró em-
barazada y el culpable de su «des-
liz» era casado y con varios hi-
jos. Entonces, al dar a luz un hijo
natural debió sufrir la incompren-
sión de sus familiares que le re-
prochaban de continuo y, más
que otros, su misma madre.
Probablemente influido su áni-
mo por esa incómoda posición,
la joven mamá buscando nuevos
horizontes con su hijito a cues-
tas, puso proa hacía Buenos Ai-
res, ciudad desde la cual la re-
querían amigos franceses para
que se radicara, llegando con su
pequeño Charles el 9 de marzo de
1893.
Si bien sus primeros tiempos
fueron duros en la Reina del Pla-
ta, de a poco los años premiaron
su abnegada labor en un medio
que no le era del todo benigno.
Mucho le costó a Berta la crian-
za de su hijo que le salió bastan-
te «sabandija», porque desde
chico nomás se le escapaba, si
bien en los colegios donde cur-
só sus estudios primarios y de
artesanías, sus calificaciones fue-
ron siempre sobresalientes.
Volvió a Toulouse varias veces
y con orgullo; la carrera de su hijo
se lo permitía. Justamente se en-
contraba allí cuando aquel moría
en Colombia con toda la fama del
intérprete sin igual del canto ar-
gentino. ¡Cuánto lloró la muerte
Carlitos! Lo recordó permanen-
temente, sin consuelo.
A una prima en Francia que vi-
vía a 80 kilómetros de Toulouse,
le dirigió en el año 1941, cuando
aún era zona no ocupada por las
tropas alemanas, esta carta que
testimonia ese recuerdo doloro-
so a seis años de la muerte de su
hijo, el célebre Carlos Gardel, que
en su parte sustancial dice así:
INFORME ESPECIAL
“Una vez por semana voy al
cine y al cementerio para ver a mi
hijo. Aquí dan tres películas en
una función. Así me consuelo un
poco. Además de esto, yo no de-
seo ir a ningún lado ni pasear.
Cuando estoy en casa escucho
por la radio las canciones de mi
pobre hijo. Es todo lo que yo de-
seo. Si tú supieras... nadie lo ol-
vida. Todos los días, todas las
radios pasan sus canciones y se
dice todo lo bueno que fue para
aquellos que lo han conocido. Si
tú pudieras ver su mausoleo...
Nunca faltan flores el pie de su
busto. Todas las personas que
pasan le dejan una flor y el día
del aniversario de su muerte se
llena de gente. Y el día que dan
una película suya la sala se llena.
La gente no se cansa de verlo.
Los niños lo aplauden cuando lo
ven aparecer en la pantalla. Es
una cosa increíble. Su retrato está
en todos lados.”
Cuando Armando Defino, apo-
derado de Gardel, fue a Toulouse
para traerla a Buenos Aires, Doña
Berta dijo a sus parientes y ami-
gos de allí: “El día que me muera
Berta Gardes: la madre que
denunció a Carlitos
Gardel preso en Varela: el prontuario con la huellas dactilares
quiero que me entierren junto a
mi hijo.”.Y allí está. Falleció el 7
de julio de 1943.
CARLITOS
Corría junto a su niñez, por las
calles del Abasto. El Pío IX –co-
nocido como colegio San Carlos–
nació en 1878 como una escuela
de habilidades profesionales con
variedad de talleres. Ambos pa-
saron por las aulas de dicho co-
legio de Artes y Oficios de los
sacerdotes salesianos, del barrio
de Almagro. En 1901, Carlos
Gardel (Gardéz o Gardez), como
consta en algunos registros, in-
gresa en el Colegio Pío IX como
artesano en el folio 470, figura
como ingresado el 2 de abril. Es
hijo natural de Berta, de profe-
sión planchadora de la zona del
Mercado de Abasto, con sacrifi-
cio pagaba los quince pesos que
correspondían a la mensualidad
de los artesanos. A su ingreso,
Gardel contaría diez años de
edad; cursa el segundo grado en
el Taller de Tipografía, y sus no-
tas son bastante buenas. El do-
Jueves 7 de Diciembre de 2006
cumento aclara que: “Condición:
artesano. Dirección: calle Uru-
guay 162”.
En 1902 pasa a la sección es-
tudiantes, y cursa el tercer gra-
do, rindiendo sus exámenes sa-
tisfactoriamente. Por aquel año,
traba relación con Ceferino Na-
muncurá, con quien comparte el
mismo Dormitorio María
Auxiliadora, integran un coro
bajo la dirección del padre José
Spadavecchia y saca diploma
Digno de Alabanza en canto, al
igual que Ceferino. En aquel
año de 1901, el Libro Mayor de
Estudiantes nos muestra que en
el folio 61, como estudiante, fi-
gura Ceferino Namuncurá, nie-
to del gran cacique Calfucurá e
hijo del último cacique pampa,
Firma del prontuario
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Manuel Namuncurá. Ceferino Fenoglio, se detienen en el Pron-
fue una cruel muestra de “asi- tuario del 12 de septiembre de
milación cultural” y de sus con- 1904, confeccionado en la Ofici-
secuencias. na de Investigaciones de La Pla-
A fines de 1902 Gardel sale de ta, sobre el detenido Carlos
vacaciones y ya no regresa al co- Gardez, proveniente de Florencio
legio. El 11 de septiembre de 1904 Varela, en el que éste declara ser
se produce la detención de Car- hijo de Berta, francés, nacido en
los Gardés en Florencio Varela, Tolosa. Este documento incluye
Oficina Central de Identificación sus impresiones digitales, las
de La Plata, bajo el registro 1614, que fueron cotejadas de todas
se registra una ficha policial que las formas posibles –incluso por
señala: Nombre y apellido del de- sistemas de computación de alta
tenido: Carlos Gardez (sic). Nom-
bre de su madre: Berta. Naciona-
lidad del detenido: Francés. Lu-
gar de Nacimiento: Tolosa. Edad:
14 años. Profesión: Tipógrafo.
Sabe leer: Sí. Procedencia: Floren-
cio Varela. Domicilio: Uruguay
162. Es extranjero. Su residencia:
13 años y 6 meses.
La detención se produce en
Florencio Varela por fuga del ho-
gar. Declara: «Profesión: Tipógra-
fo, Domicilio: Uruguay 162, lee y
escribe». Es identificado el día 12
de setiembre de 1904.
Dos años después, con la mis-
ma firma y letra que obran en el
documento policial de 1904, y cu-
yos rasgos conservaría de por
vida, le dedica una fotografía a
su amigo del Abasto Pedro
Guzzatti. (Fotografía casa «El In-
dio», Montevideo, original en
poder del prestigioso coleccio-
nista Ángel Olivieri).
En el libro “Investigación
criminalística sobre Carlos Gardel
de Raúl O.Torre y Juan J.
Postal autógrafa de Gardel
donde puede verse una firma
similar al prontuarioGardes
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resolución–, con las de un pasa- denuncia tras una desaparición un gran carro, y sentado en el
porte del cantor expedido en de varios días. pescante estaba mi Carlitos, con
LOS VECINOS
1923. Surge así que: "Este coro- un aspecto impresionante. Le
lario determina de manera irrefu- PERINGUNDINES habían puesto un traje de hom-
table que el chico de 14 años de- Desde sus orígenes, durante bre con pantalones largos, a él,
tenido en 1904 en la Comisaría de la intendencia de Guillermo que era muy menudito. Las man-
Florencio Varela bajo el nombre Davidson –1° intendente de Va- gas del saco se las había dado
de Carlos Gardez y Carlos Gardel rela– se legisló sobre los prostí- vuelta hasta el codo. "¡Carlitos!
son una misma y única persona”. bulos en función de recaudar en –le dije–. ¿qué estás haciendo?"
En el caso de Carlos Gardes, las impuestos y sin tener muy en Y el pobrecito me contestó que
intensas vivencias de la calle, cuenta la salud de la población estaba trabajando: ¿No ves –me
donde transcurría una parte im- rural de aquel Florencio Varela. dijo– que estoy cuidando este
portante de sus días aceleraron Gardel es testigo y protagonista carro? Mirá, ¡hasta me han pues-
su precocidad. Simbólicamente, de un cambio social muy impor- to un traje nuevo! Lo llevé a
un hecho que nos permite tomar tante: Asiste a la muerte del pa- casa, lo cambié de ropa y me
el año de 1904 como el fin de su yador rural y él se transfigura en parecía un sueño volver a tener-
infancia es el ocurrido el 11 de el cantor de tangos nacidos en muestra crecientemente a Gardel, no volvió. Lo busqué como loca lo entre mis brazos. Pero a los
septiembre, cuando es detenido los prostíbulos, o por lo menos vinculado a los ambientes donde por todo Buenos Aires, pero no pocos días, esa fiebre de inquie-
en Florencio Varela, a raíz de la esa cultura prostibularia hará se refugiaba parte de la música lo encontré... Viví unos días muy tud que llevaba en el pecho vol-
denuncia de su madre por aban- que aquella música sonara en criolla y se expandían el tango y tristes y casi no podía trabajar. vía a separarlo de mí".
dono del hogar. Aunque el mu- sus oídos para pensar un tango la milonga; quizá como incipiente Por la tarde, al terminar mi tarea, Faltaba poco para que “El mo-
chacho estira un poco su edad, con letra, la palabra, la voz. artista, o tal vez meramente atraí- salía a recorrer las calles, pero rocho del Abasto” se transfor-
porque recién en diciembre cum- Por otra parte, Florencio Varela do por el ambiente prostibulario. todo era inútil. En una de mis dia- mara en “El zorzal criollo”, aquel
pliría los catorce años que decla- era famosa por sus peringundines Berta recuerda que a los catorce rias búsquedas, frente a una casa muchacho que llegó a Varela en
ra, el documento es significativo y casas de tolerancia, lo cual lo años "Una tarde salió de casa y donde había una mudanza vi a búsqueda de aventuras.
porque revela que Carlos se ha-
llaba en plena rebeldía adoles-
cente, tanto en relación con su
entorno familiar como frente a las BIBLIOGRAFÍA
obligaciones escolares, ya que su BARATTA Humberto, Galería de ex alumnos que han desfilado por el Colegio Pio IX (San Carlos),Cronología de Ceferino Namuncurá
madre debe haber concretado la
y Carlos Gardel. Ed. Inspectoría San Francisco de Sales Buenos Aires 1985
BARCIA José, FULLE Enriqueta y MACAGGI José Luis. Primer diccionario gardeliano. Ed. Corregidor, Buenos Aires, 1991
EICHELBAUM, Edmundo. Carlos Gardel, Editorial Javier Vergara, 2° ed. Buenos Aires, 1985.
ESTEBAN, Juan Carlos, Carlos Gardel: Encuadre histórico, Editorial Corregidor, Buenos Aires. 2001
GOBELLO, José. Crónica general del tango. Editorial Fraterna, Buenos Aires, 1980
GUY, Donna: El sexo peligroso. La prostitución legal en la Argentina 1875-1955. Buenos Aires: Sudamericana, 1994.
MATAMORO Blas. Carlos Gardel, Colección Historia Popular. Centro editor de América Latina No. 24 Bs. As. 1971
ORGAMBIDE Pedro, Gardel y la patria del mito, Ed. Losada Buenos Aires. 1985
LA NACIÓN, Diario. Domingo 5 de Diciembre de 2004