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Estimados padres:
La crianza es el proceso de educar y orientar a los niños en la aventura de la vida, para que
avancen armoniosamente en su crecimiento y desarrollo. Se trata de un acompañamiento
inteligente y afectuoso por parte de los padres y los adultos significativos en la vida del niño.
Tener esta responsabilidad de ayudarles a nuestros hijos a crecer despierta con frecuencia
ansiedades y tensiones en los padres. Nos enfrentamos a momentos difíciles con nuestros
niños y niñas en su recorrido hacia la autodeterminación, y es necesario aproximarnos a ellos
de manera asertiva, para que el diálogo, el ejemplo y el ejercicio de una autoridad serena y
firme les permitan entender que la adquisición de su autonomía es un proceso gradual en el
cual hay límites. En este espíritu ponemos a su disposición el presente documento, nuestra
intención es que este material sirva de apoyo a las familias y facilite la reflexión sobre sus
propios conceptos y formas de relacionarse a diario, sin pretender la promoción de un único
patrón de crianza y así puedan tener las familias la oportunidad de escoger lo mejor para sus
hijos y de entender que existen alternativas y posibilidades de reparar sus relaciones cuando
sus prácticas han dificultado un encuentro positivo y fraterno entre sus miembros.
… PARA REFLEXIONAR…
… ¿Les demuestra que los quiere y los valora por ser quiénes son y no por la
belleza o inteligencia?
… ¿De qué manera les demuestra a sus hijos que está satisfecho y orgulloso con
sus logros?
Para que el ambiente familiar pueda influir correctamente a los niños que viven en su seno, es
fundamental que los siguientes elementos tengan una presencia importante y que puedan
disfrutar del suficiente espacio:
1. AMOR
2. AUTORIDAD PARTICIPATIVA
3. INTENCIÓN DE SERVICIO
4. TRATO POSITIVO
5. TIEMPO DE CONVIVENCIA
1. AMOR
2. AUTORIDAD PARTICIPATIVA
3. INTENCION DE SERVICIO
La intención del servicio que brindamos los padres a los hijos tiene
que ver con la intencionalidad o la finalidad de nuestra autoridad y
de nuestras relaciones en general. Los padres debemos buscar la
felicidad de nuestros hijos y ayudarles para que su vida sea más
agradable y más plena. Nunca debemos utilizar nuestra autoridad
para aprovecharnos de nuestros hijos ni vivirla como un privilegio
o una ventaja que tenemos sobre ellos.
4. TRATO POSITIVO
5. TIEMPO DE CONVIVENCIA
Cuanto mejor se cumplan estos 5 requisitos y más atención pongamos en ellos, mejor será la
educación que recibirá nuestro hijo de su entorno familiar, y gracias a ella él conseguirá:
• Recibir información sobre sí mismos, sobre cómo son, a través de nuestras opiniones,
reacciones y juicios de valor y de la calidad del trato que les otorgamos.
Para entender un poco mejor los modos de ser familia a continuación veremos algunas de sus
características más importantes:
Familia Rígida: Dificultad en asumir los cambios de los hijos/as. Los padres brindan un trato a
los niños como adultos. No admiten el crecimiento de sus hijos. Los hijos son sometidos por la
rigidez de sus padres siendo permanentemente autoritarios.
La Familia Centrada en los Hijos : Hay ocasiones en que los padres no saben enfrentar sus
propios conflictos y centran su atención en los hijos; así, en vez de tratar temas de la pareja,
traen siempre a la conversación temas acerca de los hijos, como si entre ellos fuera el único
tema de conversación. Este tipo de padres, busca la compañía de los hijos/as y depende de
estos para su satisfacción. En pocas palabras "viven para y por sus hijos".
La Familia Permisiva: En este tipo de familia, los padres son Incapaces de disciplinar a los
hijos/as, y con la excusa de no ser autoritarios y de querer razonarlo todo, les permiten a los
hijos hacer todo lo que quieran. En este tipo de hogares, los padres no funcionan como padres
ni los hijos como hijos y con frecuencia observamos que los hijos mandan más que los padres.
En caso extremo los padres no controlan a sus hijos por temor a que éstos se enojen.
La Familia Inestable: La familia no alcanza a ser unida, los padres están confusos acerca del
mundo que quieren mostrar a sus hijos por falta de metas comunes, les es difícil mantenerse
unidos resultando que, por su inestabilidad, los hijos crecen inseguros, desconfiados y
temerosos, con gran dificultad para dar y recibir afecto, se vuelven adultos pasivos-
dependientes, incapaces de expresar sus necesidades y por lo tanto frustrados y llenos de
culpa y rencor por las hostilidades que no expresan y que interiorizan.
La Familia Estable: La familia se muestra unida, los padres tienen claridad en su rol sabiendo el
mundo que quieren dar y mostrar a sus hijos/as, lleno de metas y sueños. Les resulta fácil
mantenerse unidos por lo tanto, los hijos/as crecen estables, seguros, confiados, les resulta
fácil dar y recibir afecto y cuando adultos son activos y autónomos, capaces de expresar sus
necesidades, por lo tanto, se sienten felices y con altos grados de madurez e independencia.
La observación de las consecuencias de una conducta es uno de los aspectos que mejor
predice el aprendizaje de la conducta observada. Así, por ejemplo, si el niño observa cómo su
padre consigue sus objetivos gritando a los demás, es muy probable que cuando quiera
conseguir algo, lo pida a gritos, y si tiene éxito, volverá a repetir su conducta, fortaleciéndola
cada vez más...
Las típicas respuestas como: “lo lleva en los genes”, “él es así”, “es igual que su padre, madre,
etc.”, son respuestas erróneas, y lo único que nos llevan a hacer es a rendirnos ante la
situación, a aceptarla como normal y por tanto a no hacer nada para mejorarla. En el contexto
conductual no hay nada más equivocado, ya que está demostrado que la conducta del niño se
puede modificar, incluso se puede eliminar por completo, y añadir otras nuevas. La manera de
hacerlo es seguir las leyes comportamentales. No es tan difícil, hay buenos métodos para
modificar la conducta, y los resultados son visibles, lo que ayuda a que se mantengan las
“buenas costumbres”. Y aunque ciertamente hay una parte genética en todo esto, lo que
llevamos en los genes son potencialidades, es decir, son semillas que pueden o no
desarrollarse, dependiendo de cómo las tratemos...
Destacamos entonces la importancia de ser buenos modelos para los niños. Démonos cuenta
de que los padres somos los primeros y principales maestros de los niños, y les enseñamos con
nuestra actuación, no podemos tomarlo a la ligera, tenemos la responsabilidad de hacerlo
bien.
Nuestras conductas inadecuadas y negativas (aversivas, agresivas, coercitivas, autoritarias...)
no sólo son observadas por nuestros hijos, sino también aprendidas. Y lo mismo ocurre con
nuestras conductas adecuadas y positivas.
Sería maravilloso poder educar a los niños utilizando sólo técnicas positivas, pero no es
posible. Para enseñarles patrones de conductas deseables, hay que hacer uso de las
consecuencias positivas y negativas. El castigo no debe considerarse necesariamente como
bueno o malo. Los autores no están en contra de su aplicación. Están a favor del uso eficaz del
castigo, con una buena técnica. Pero el castigo solo no produce los efectos deseados. Ello se
debe a que es totalmente negativo. Enseña al niño lo que no debe hacer en lugar de lo que se
debe hacer. Cuando se utiliza aislado, sin el equilibrio de refuerzos positivos para conductas
adecuadas, no enseña al niño cómo reemplazar la mala conducta por otra más aceptable.
El consejo de los autores es el de observar los efectos que tiene el castigo. Si la conducta
indexada decrece, entonces la consecuencia debe ser el castigo. Si no es así, no vale la pena
repetir la acción. Hay que probar otra Use el castigo con moderación Si se usa el castigo
demasiado a menudo, el niño se habitúa y deja de ser eficaz. Cualquier acción -incluso si es
eficaz- como la regañina, la prohibición de televisión y el azote, se verá debilitada con el abuso
y no tendrá los efectos deseados cuando se necesite.
No retrase el castigo.
Si se va a castigar al niño, hágalo tan pronto como sea posible después de la mala conducta.
Las conductas se controlan mediante consecuencias inmediatas, así que no hay que esperar
«hasta que venga papá». No espere hasta la tarde, o hasta mañana, o la semana que viene.
Todo castigo pierde su eficacia si se retrasa y el niño puede no relacionarlo con la mala
conducta que lo causó. Explique siempre las consecuencias El niño debe saber qué conductas
le desagradan y lo que va a ocurrir si continúa perseverando. Explíquele cuáles son las reglas y
las consecuencias que seguirán si no las tiene en cuenta. Sea firme El castigo eficaz no es
solamente repentino, sino que también es predecible. Debe darse siempre y en cada ocasión
en que ocurra la mala conducta. Si se le ha dicho al niño que si tira un módulo de construcción
lo perderá, se le debe quitar el módulo inmediatamente después de que lo haya tirado.
No amenace en vano.
No hay que amenazar al niño con castigarle y luego no seguir adelante. No hay que darle una
segunda, tercera , décima oportunidad antes de entrar en acción. Se debe decir lo que se va a
hacer y hacer lo que se ha dicho en todas las ocasiones.
La falta de consistencia y las amenazas vanas conducen a la mala conducta, que se convierte
en más firme y más resistente al cambio. Dar una oportunidad para la buena conducta El
efecto inmediato del castigo es enseñar al niño lo que es correcto, pero hay que darle la
oportunidad de que demuestre lo que ha aprendido.
Los castigos prolongados no permiten que se dé esto último. Por ejemplo, tomemos el caso de
volver a casa. El niño llega tarde a casa cada noche o ha ignorado diversas llamadas para entrar
en casa a cenar. Usted, en el enfado, le mantiene en casa durante un mes. Durante este mes,
el niño no puede demostrar que ha aprendido a entrar en casa o a responder a las llamadas.
Puede estar tan resentido por el castigo, que se escape o actúe inadecuadamente.
Si se le castiga teniendo que ir directamente de la escuela a casa durante dos días entonces
tiene la oportunidad de demostrar que ha aprendido las reglas. A lo largo de un mes tiene
muchas oportunidades para volver a ganarse la confianza de los padres.
Como principio general, no se recomienda el castigo físico, pero existen algunas excepciones
aisladas. Si, por ejemplo un niño de dos años quiere introducir un objeto metálico dentro de
una toma de corriente, se debe gritar ¡No!, coger el objeto metálico y darle al niño un golpe en
las manos. Para los niños que todavía gatean, esto es mucho más eficaz que una conferencia
sobre los peligros de la electricidad.
Una actitud alternativa, realmente más eficaz con algunos niños, es seguir sujetando la mano
del niño al tiempo que se le dice ¡No! enfáticamente. La restricción momentánea funciona bien
a menudo con niños pequeños. También es una buena alternativa cuando los padres están tan
frustrados que se dan cuenta de que pueden perder los estribos y pegar al niño con demasiada
fuerza.
Si se decide pegar al niño, hay que hacerlo como una elección consciente en vez de como una
respuesta emocional del momento. La acción del padre debe ser breve, con propósito y
controlada. Se cree que los límites del castigo físico deben ser un cachete en la mano o en el
trasero con la mano abierta. Cualquier cosa que sobrepase ese límite podría llegar a ser
peligrosa. Nunca se deben usar cinturones, varas, o cualquier otro objeto para pegar a un niño.
En su lugar, se deben intentar las técnicas de control no físico como son la de ponerle de cara a
la pared, la sobre corrección y otras formas de castigo como las restricciones y supresión de
privilegios u objetos. Hay que recordar siempre que las mejores técnicas de disciplina incluyen
consecuencias tanto positivas como negativas previstas como forma de cambiar una conducta.
RECUERDE:
Al incorporar estos roles en la crianza diaria de sus hijos, usted puede convertirse en un mejor
padre o madre de familia. Los cinco papeles fundamentales que los padres pueden poner en
práctica son:
Ser padres más eficaces, coherentes, activos y atentos es una decisión que sólo usted puede
tomar