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El índice de motorización pasó, en España, de 0.07 vehículos per cápita (vpc), en 1970, a 0.34 en 1992,
multiplicándose prácticamente por cinco en 22 años. Existen suficientes evidencias que muestran la existencia de una relación
positiva entre el aumento del índice de motorización y el aumento del porcentaje de viajes que se realizan en vehículo privado, al
igual que entre el aumento del poder adquisitivo y el aumento del nivel de motorización (PUCHER, 1998)
4
Debates como los que acompañaron la construcción de las autovías de Valencia y Leizarán o, en el área
metropolitana de Madrid, la construcción del eje Pinar-Pozuelo (al que se oponían los residentes en las urbanizaciones próximas,
que pradójicamente serían sus más asiduos usuarios), o el cierre Norte de la M-40, son prueba de las dificultades ambientales que
limitan las posibilidades de la Administración.
Movilidad y planeamiento sostenible 15
En definitiva, tanto por la enormidad del presupuesto que requieren, como por los costos
políticos que implican, el aumento de la oferta de carreteras y autopistas necesario para
satisfacer el crecimiento de la demanda de movilidad en vehículo privado se ha convertido en
un objetivo imposible de conseguir para la Administración en el entorno de las grandes
ciudades.
La consecuencia del retraso de la oferta sobre la demanda de movilidad en vehículo
privado es la congestión circulatoria. La insuficiencia de la capacidad de las redes viarias
urbanas, ante la imposibilidad de adaptarlas a la demanda, provoca una reducción de la
velocidad de circulación y un aumento en la duración de los viajes en vehículo privado.
Considerada como “tiempo adicional utilizado en viajes, debido a la presencia de otros
vehículos en la vía”, la congestión caracteriza hoy a la mayor parte de las grandes ciudades y
a muchas de mediano tamaño y constituye una de las mayores amenazas a la calidad de la vida
urbana.
Sin embargo, para algunos, la congestión no es un problema. Es, simplemente, una de las
consecuencias de la prosperidad económica, con la que hay que acostumbrarse a convivir. Para
otros, las consecuencias para una comunidad son mucho más serias. La congestión provoca en
las áreas metropolitanas importantes costos ambientales y socio-económicos. (ITE, 1989)
Costos socio-económicos
Las pérdidas de tiempo y retrasos de viajeros y mercancías, el estrés, el estancamiento o pérdida
de valor de los inmuebles e, incluso, el decaimiento de la actividad económica en las áreas
congestionadas, por disminución de su competitividad frente a otras, se cuentan entre los más
importantes costos socioeconómicos de la congestión.
En efecto, los costos sociales resultan evidentes en las pérdidas de tiempo y retrasos que
la congestión produce. Así, en 1986, se estimaron en Norteamérica un total de más de mil
doscientos millones de horas de vehículo en circulación perdidas por causa de la congestión
(LINDLEY 1986).
Por su parte, sólo en Madrid, en 1992, se estimaron perdidas unas 250.000 horas diarias,
de acuerdo con el mapa de tráfico que cada cuatro años elabora el Ayuntamiento (EL PAÍS,
4/IX/94), Estas horas perdidas suponen costos económicos nada despreciables, que pueden
alcanzar los 75.000 millones de pesetas anuales (POZUETA, 1995), a los que habrían de
añadirse sus secuelas de estrés, ansiedad, etc, que justifican plenamente prestar interés y destinar
recursos al tema de la congestión.
En los países de la OCDE, el costo de la congestión, se estima representa en torno al 2%
del producto interior bruto (QUINET, 1994). Otras valoraciones, situaban el costo anual de la
congestión en las carreteras europeas en más de ocho billones de pesetas (JOHNSTON, 1994).
De acuerdo con datos de 1996 (SERVANT, 1996), el costo medio anual de la congestión en las
ciudades norteamericanas sería de unos 400 $ per cápita, cantidad que se eleva a 500 $, para el
caso de Paris, y que superaba los 650 $, en el caso de la ciudad de Los Angeles, cifras todas ellas
superiores a la renta per cápita actual de numerosos países en vías de desarrollo5.
5
Según datos de las Naciones Unidas, 43 países tenían rentas per cápita inferiores o en torno a 400 $ anuales
(www.un.org/Depts/unsd/socila/inc-eco.htm), entre ellos: Cambodia, 159 (1996); Gambia, 323 (1993), India, 402 (1991) o
Kenya,356 (1989).
16 Cuadernos de Investigación Urbanística, nº 30
700
600
500
400
300
200
100
0
Ciudade s Los Tokyo Paris Ke nya
USA Ange le s (R PC)
Costo de la congestión
($ per cápita; SERVANT, 1996)
Los retrasos provocados por la congestión en el desplazamiento de las personas o las mercancías
se trasmiten en cadena a las actividades y procesos asociados a las mismas, lo que afecta sin
duda a la eficacia de las empresas e instituciones y a las relaciones sociales. Generalizada en
amplios ámbitos, la congestión afecta de forma general a la productividad y funcionamiento
global de la economía urbana, reduciendo la competitividad de las empresas y el atractivo del
área para la implantación de nuevas.
En la medida en que una parte de la economía de muchas ciudades se basa en el turismo
urbano y la fidelidad de éste depende de la calidad ambiental y funcional, la congestión aparece,
también, como uno de los principales obstáculos para el desarrollo de las potencialidades
turísticas urbanas. Conseguir una ciudad “paseable” es, probablemente, uno de los primeros
objetivos de cualquier política que pretenda poner en valor los atractivos turísticos de una
ciudad. Pero este objetivo resulta prácticamente imposible de alcanzar mientras la congestión
circulatoria imponga sus negativos efectos funcionales, visuales, ambientales o acústicos6.
La congestión afecta también al valor de los inmuebles, uno de los elementos claves en
la valoración de la riqueza. Su incidencia en los valores inmobiliarios y en la actividad
económica está plenamente demostrada en países como Estados Unidos, donde es uno de los
factores que induce a las empresas privadas a participar activamente en los diversos programas
de lucha contra la congestión (ITE, 1989). En España, aunque no se conocen investigaciones
específicas, la influencia de la congestión en los valores inmobiliarios parece previsible, si se
tiene en cuenta la dependencia que, tanto de la accesibilidad, como de la calidad ambiental
tienen la localización de actividades económicamente avanzadas.
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En el Seminario Internacional sobre “Turismo y ciudad, sostenibilidad y desarrollo”, celebrado en Madrid, del 10
al 12 de noviembre y organizado por la International Urban Development Association, varios ponentes insistieron en la importancia
de la calidad ambiental y el buen funcionamiento urbano para fidelizar los visitantes y mantener una amplia clientela turística en
las ciudades.
Movilidad y planeamiento sostenible 17
Costos ambientales
La congestión acentúa los impactos ambientales negativos de la circulación de automóviles, al
aumentar la duración de los desplazamientos, para la misma cantidad de kilómetros recorridos,
y exigir marchas cortas en el movimiento de los vehículos. Más concretamente, la congestión
aumenta el consumo de energías no renovables, la emisión de contaminantes, el ruido ambiental
y la ocupación del espacio público urbano por vehículos.
Debe subrayarse, que los efectos ambientales de la congestión no se limitan a las grandes
arterias metropolitanas o a los centros urbanos, en determinadas horas. Progresivamente se
extienden a áreas mucho más amplias, ya que los conductores buscan itinerarios alternativos a
las vías y áreas congestionadas, utilizando la red local e invadiendo zonas residenciales, si por
ellas reducen los tiempos de viaje, que terminan, a su vez, congestionándose y se amplían a
períodos diurnos e, incluso, nocturnos cada vez mayores.
Una gran parte de los costes ambientales del movimiento de vehículos derivan de la
utilización de combustibles fósiles como energía motriz. El consumo de energía provocado por
los desplazamientos en automóvil, considerado ya altísimo (ESTEVAN 1994; WORLDWATCH
INSTITUTE, 1994; GROUP TRANSPORT 2000 PLUS, 1990), aumenta notablemente con la
congestión circulatoria, debido a la mayor duración de los desplazamientos, que esta provoca,
y al hecho de exigir marchas cortas y continuos arranques y detenciones en los motores, lo que
implica su funcionamiento a mayores revoluciones. Ambas circunstancias aumentan
notablemente el consumo de los automóviles en términos tanto absolutos (aumento del total de
horas de funcionamiento), como relativos (aumento del consumo horario).
El aumento del consumo debido a la congestión circulatoria no es, por otra parte, una
cuestión baladí. Estimaciones americanas calculan en más de cinco mil millones de litros el
exceso de combustibles quemado por los automóviles, en 1984, por culpa de la congestión
circulatoria (LINDLEY 1986). Como consecuencia del mayor consumo provocado por la
congestión, se incrementan las emisiones de anhídrido carbónico (CO2) y de gases
contaminantes, como los óxidos de Nitrógeno, el anhídrido sulfuroso (SO2) y diversos
compuestos orgánicos volátiles. Todos ellos con consecuencias ambientales notables: el CO2,
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Portada del suplemento económico del diario El PAÍS, editado en Madrid (4/IX/94). En dicho suplemento se
consideraban las horas pérdidas por la congestión "que pesan como una losa en la productividad y en la competitividad de Europa".
18 Cuadernos de Investigación Urbanística, nº 30
por su incidencia en la capa de ozono, el efecto invernadero y la lluvia ácida; el resto, por su
incidencia directa en la calidad del aire en el entorno de la red viaria (áreas urbanas) y, a través
de ella, en la salud de la población.
El aumento de la congestión y el incremento constante del número de vehículos en las
áreas metropolitanas son, en gran medida, la causa de que el sector transporte sea el único, en
el que sigue aumentando la emisión de contaminantes (BOISSAVY, 1996)
Debe subrayarse que, de acuerdo con las estadísticas de la OCDE, la emisión de
contaminantes en España procedentes de la circulación es, a pesar de su menor nivel de
motorización, similar a la de los países europeos más desarrollados, que han puesto en marcha
políticas de reducción de emisiones, y está experimentando un crecimiento de las emisiones
superior a la media.
En cuanto al ruido, al igual que en el consumo de energía, la congestión incrementa
doblemente los impactos negativos de la circulación. Por un lado, la mayor permanencia de
vehículos en funcionamiento en la red viaria, alarga el tiempo en que la población está expuesta
al ruido de tráfico. Por otra, al forzar bajas velocidades y arranques y frenazos continuos, eleva
la intensidad de las emisiones de ruido. Todo ello contribuye a agudizar la contaminación
sonora que, en España, alcanza niveles de los más elevados entre los países industrializados, con
un 23% de la población nacional sometida a más de 65 dBA, límite máximo de tolerancia al
ruido normalmente admitido (SECRETARÍA GENERAL DE MEDIO AMBIENTE, 1990), no
superado por ningún país europeo (OCDE, 1992) y que aumenta notablemente en áreas urbanas,
alcanzando al 65% de la población de Madrid, y al 52%, de la de Barcelona, de acuerdo con los
mapas acústicos municipales (ESTEVAN 1994).
Finalmente, no debe desdeñarse el efecto que produce la congestión a través del aumento
de la permanencia de los automóviles sobre la vía pública. Considerado un bien escaso en
muchas de nuestras ciudades, debido a las altas densidades de edificación y a la escasez de suelo
apto para urbanizar, el espacio público, normalmente estructurado en torno al viario, se ve
progresivamente invadido por automóviles, que obstruyen la visión, aumentan la peligrosidad,
producen sensación de agobio, obstaculizan el movimiento de los peatones y influyen
negativamente en el paisaje y la estética urbana.
La lucha contra la congestión, en tanto que agente provocador de aumentos en el consumo
de energía, en la emisión de contaminantes, en la generación de ruido, etc, es un objetivo que
se inscribe perfectamente en las políticas de la Unión Europea de mejora de la calidad ambiental,
amparadas por numerosos convenios internacionales y acuerdos para la reducción de emisiones
(Convenio sobre Cambio Climático, etc.). Y, en ese sentido, la puesta en práctica de políticas
específicas de movilidad para reducir la congestión y promover medios de transporte que
aprovechen más eficazmente las infraestructuras disponibles constituye una de las tareas más
urgentes.
En efecto, como puede verse en los diagramas adjuntos, entre 1970 y 1992, las tasas de
motorización aumentaron significativamente en todos los países considerados. En un plazo de
22 años, tanto Suiza, como Noruega, el Reino Unido o Francia, han visto doblar sus índices de
motorización, mientras Italia lo triplicaba y países como Polonia o Japón lo multiplicaban por
cuatro. (OCDE, 1993)
600
500
1970
400
1992
300
200
100
0
Francia
Suiza
Italia
Polonia
Japón
U.S.A.
U.K.
Noruega
Sin embargo, todo parece indicar que la mayoría de los países irán acercándose paulatinamente
a las tasas de motorización norteamericanas, lo que, sin duda, constituye un horizonte
escalofriante, si se tiene en cuenta el grado de congestión que ya padecen numerosas ciudades
europeas y asiáticas y el sustancioso incremento de usuarios de vehículos que puede producirse
en las próximas dos décadas.
Para comprender el alcance del crecimiento previsible, basta echar una ojeada al gráfico
comparativo, en el que se muestran las tasas de motorización de unos cuantos países en 1990,
junto a las que tenía Estados Unidos en 1970 y 1950. En él se comprueba cómo, únicamente
Japón, Italia y Francia, y estos últimos todavía ligeramente por debajo, alcanzaban en 1990 la
tasa de motorización de Estados Unidos en 1970, mientras Gran Bretaña y España no llegaban
siquiera a la que tenía dicho país en 1950. (PISARSKY, 1994)
800
700
600
500
400
300
200
100
0
U. K.
USA
España
Japón
USA
USA
Italia
Francia
1970
1950
Consecuentemente, las previsiones para el futuro próximo dibujan un panorama en el que países
como España alcanzarán en 2015 una tasa de motorización superior a los 700 vehículos por cada
1.000 habitantes (ver figura), un nivel hasta ahora sólo experimentado por Norteamérica, y cuya
gestión supone un reto de dimensiones nunca antes afrontadas, tanto en lo que se refiere a los
viajes interurbanos, como, sobre todo, en lo referente a los desplazamientos en el interior de las
ciudades. (DARGAY, 1999)
22 Cuadernos de Investigación Urbanística, nº 30
0,9
0,8 1970
0,7 1992
0,6
2015
0,5
0,4
0,3
0,2
0,1
0
Francia
India
China
España
Japón
USA
Mexico
4
3,5 T público
3 T privado
2,5
2
1,5
1
0,5
0
Sin coche 1 coche
7
6
5 %
4
3
2
1
0
M o to rizació n C irculació n C o ng e s tió n
8
Más allá de la formulación del deseo de conservar los recursos naturales para futuras generaciones, deseo compartido
ya por amplios sectores de la población, el consenso sobre lo que constituye una actitud o una política sostenible real en cada campo
de actividad se revela muy difícil de alcanzar. Si embargo el concepto resulta útil para subrayar, genéricamente, la importancia que
se pretende dar a la conservación del ambiente natural en cualquier proyecto o acción. Para una discusión más profunda de la
ambigüedad del término ver, por ejemplo, OWENS, 1996.
Movilidad y planeamiento sostenible 25
• Por otra parte, las aproximaciones preocupadas por la cuestión social y, en concreto, por
las desigualdades que provoca la aplicación de determinadas políticas e, incluso,
tecnologías.
En lo referente a los medios de transporte urbano, estas aproximaciones hacen hincapie
en las dificultades de movilidad que suponen las ciudades y regiones urbanas orientadas
al automóvil para los grupos de rentas más bajas. Considerando, en este contexto,
socialmente injustas las políticas que favorecen a este medio de transporte, las
aproximaciones sociales exigen el desarrollo de sistemas de transporte que concedan
similar accesibilidad a los propietarios y a los no propietarios de vehículos9.
• Finalmente, las aproximaciones más técnicas, surgidas en los últimos años, procedentes
en gran parte de la reflexión sobre la experiencia norteamericana, ponen el acento en la
congestión circulatoria y sus consecuencias y se plantean como objetivo central la lucha
contra ésta. Estas aproximaciones plantean, también, la necesidad de reducir la movilidad
en automóvil privado, a través de una variada gama de medidas que contribuyen,
simultáneamente, a la contención de la congestión circulatoria.
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“Access deprivation” es el concepto que describe las consecuencias para ciertos grupos sociales del desarrollo
disperso orientado al automóvil (EWING, 1997) y EANO, “Equal Avantage for Non-Ownership”, el principio y eslogan de quienes
pretenden impulsar la igualdad en la accesibilidad (GILBERT, 1998).
10
Suele entenderse como vehículo bajamente ocupado, aquel que no alcanza un número mínimo de ocupantes, en
general 2 ó 3, y muy especialmente aquel en el que únicamente viaja su conductor.
26 Cuadernos de Investigación Urbanística, nº 30
que posee la mayor tasa de motorización, combinada con una red viaria generosa y ampliamente
desarrollada. Estas medidas suelen denominarse genéricamente de Gestión de la Demanda de
Transporte (“Transportation Demand Management), pues, aunque algunas se dirigen a optimizar
el uso de la oferta existente, la mayoría tratan de orientar la demanda de movilidad hacia otros
medios de transporte distintos del automóvil privado.
Estas medidas parten de la valoración de la “eficacia” y “costos” de los distintos modos
de transporte, valoración en la que, tal como se ha visto, el vehículo privado ocupado
únicamente por el conductor ocupa el nivel inferior, tanto por su consumo de energía y emisión
de contaminantes, como por la ocupación que implica de superficie de infraestructura por
persona, por debajo del automóvil ocupado por varias personas, el transporte colectivo (autobús,
metro, etc) y los desplazamientos a pie o en bicicleta, que ocupan el nivel superior.
En síntesis y clasificadas según sus objetivos, las medidas más interesantes
experimentadas para orientar la demanda de transporte, son las siguientes (ITE, 1989, WACHS,
1989; FERGUSON 1990, GIULIANO, 1992; POZUETA 1992, USDOT 1993):
• Tipologías edificatorias
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En los últimos años, en Estados Unidos y sobre todo en California, donde se han realizado enormes inversiones en
ferrocarriles inter e intraurbanos, se suceden las experiencias de lo que se denominan “Transit Oriented Developments (TOD)”. Un
panorama general sobre estos diseños puede encontrarse en CERVERO, 1998 y , para el área de San Diego, en BOARNET, 1999.
En BEIMBORN (1995) se avanza una metodología para coordinar usos del suelo y transporte público en las periferias.
52 Cuadernos de Investigación Urbanística, nº 30
Hoy día, en la búsqueda de modelos urbanos que promuevan medios de transporte alternativos
al vehículo privado, se vuelve la vista a estas experiencias, para definir las líneas principales de
lo que debería ser una ciudad orientada al transporte público.
Para ello, se analizan las características de los distintos sistemas existentes y se trata de
diseñar una organización urbana que se adecue y adapte a las formas y polaridades de dichos
sistemas.
Y, en ese sentido, varias características de los sistemas de transporte público destacan
sobre las demás: por una parte, su carácter lineal; por otra, el hecho de que sólo proporciona
accesibilidad en algunos puntos (paradas o estaciones); también, ligada a la anterior, el escaso
radio de acción peatonal de las estaciones (500-600 m), que se amplía sustancialmente para
bicicletas y automóviles; finalmente, su alta capacidad (hasta 60.000 personas hora, para
ferrocarriles metropolitanos), lo que exige una cierta concentración de población en sus
proximidades.
El tipo de desarrollo urbano congruente con las características de los sistemas más
potentes de transporte público (ferrocarriles metropolitanos y metros ligeros21) debería
caracterizarse en las áreas periféricas o suburbanas por:
• Polarizar hacia las estaciones de transporte público los itinerarios peatonales y ciclistas
para aumentar su accesibilidad, incorporando estacionamientos disuasorios (“park and
ride”) y de carga y descarga de personas (“park & kiss”) ligados a la estación para
aumentar la accesibilidad en vehículo privado y potenciar el intercambio modal.
En los cascos urbanos, debería también tender a potenciarse la localización de altas densidades
de población y empleo en el entorno de las estaciones de transporte público, estableciendo
limitaciones especiales al estacionamiento de larga duración para disuadir del uso del automóvil
privado. Y, en cualquier caso, mantener en las áreas centrales las actividades direccionales,
21
Normalmente se considera que los metros ligeros o nuevos tranvías tienen una capacidad intermedia entre los
ferrocarriles metropolitanos y las líneas de autobuses, que puede cifrarse enre los 15.000 y los 20.000 viajeros/hora, a una velocidad
comercial de 20 Km/h (RICHARDS, 1990)
22
La concentración lineal es uno de los rasgos mas aceptados de lo que sería una “ciudad sostenible” (BARTON,
1996).
Movilidad y planeamiento sostenible 69
Este tipo de medidas, para cuyo diseño preciso existen diversos manuales29, pueden aplicarse
sobre redes viarias ya existentes, pero son más eficaces, cuando se prevén desde los propios
proyectos de urbanización, en los que se puede optar por soluciones, difíciles de implementar
y mucho más costosas cuando se realizan una vez construida la calle.
29
Existe una amplia bibliografía sobre este tema, tanto en castellano como en otros idiomas. El manual más completo
en castellano es el editado por el Ministerio de Obras Públicas, Transporte y Medio Ambiente (SANZ, 1996). Está, asimismo, en
imprenta la Instrucción de Vía Pública del Ayuntamiento de Madrid, que contiene un amplio capítulo dedicado al tema.