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Hawking y Dios

Luis Sánchez de Movellán de la Riva


Doctor en Derecho. Profesor y Escritor

Stephen Hawking desde hace años se las tiene tiesas con Dios. En su Breve historia del tiempo
decidió que cuando se descubriese la teoría del todo, al fin conoceríamos la mente de Dios, es
decir, éste quedaría reducido a unas meras ecuaciones. Ahora, en su nuevo libro The grand
design, lo reduce a un Dios innecesario e inútil. Hawking introduce en nuestras almas la
presencia de la nada como principio de todo y podríamos añadir como el fin de todo. Ya Martin
Heidegger dijo que Das Nichts nichtet (“La nada nadea”)

El físico británico señala que ha logrado completar su teoría del universo a la luz de la que
cualquier participación de la divina en el origen del mismo, sería “innecesaria”, puesto que éste
sería autosuficiente y sin principio ni fin. Su teoría cosmológica, que ya había sido esgrimida en
su ya citada Breve historia del tiempo, ha sido puesta en duda por buena parte de la comunidad
científica internacional, que afirma hallar en ella importantes contradicciones.

En la línea de su teoría, Hawking parece concluir que el universo subsiste en una “quinta
dimensión” diferente a las tres dimensiones del espacio y la del tiempo que conocemos. Ha sido
el propio científico inglés quien ha manifestado en más de una ocasión que su teoría sobre el
cosmos, en cuya línea continúa esta última investigación, dejaba “muy poco espacio” para la
admisión de la existencia de un Dios creador.
Buena parte de la comunidad científica mundial alega que en la teoría hawkingniana existe una
contradicción implícita, ya que ésta no explica la propia existencia del Universo, sino sólo su
evolución. La hipótesis de Hawking aplicada a la creación, concluiría que el origen del Universo
estaría dentro del propio Universo, lo cual sería falso pues nada puede darse a sí mismo el Ser.

En la propuesta sin fronteras de Hawking, la noción de que el Universo no tiene ni comienzo ni


fin es algo que existe solamente en términos matemáticos. En el tiempo real, que es a lo que
estamos confinados los seres humanos, más que en el tiempo imaginario como lo usa Hawking,
siempre habrá una singularidad, es decir, un comienzo del tiempo.

El físico británico sabe perfectamente que el campo de la ciencia se limita a lo que se puede
contar, pesar o medir y, al final, reducirlo a relaciones matemáticas. Debiera saber que Dios cae
fuera de esa categoría y que, por tanto, la ciencia no puede decir nada sobre ello, porque le es
ajeno. No es posible demostrar ni la existencia ni la no existencia de Dios desde la ciencia.
Hawking es libre de expresar su opinión, pero hacerlo en un libro supuestamente científico y
hacerlo hablando ex cathedra, es jugar intencionadamente al equívoco.

Los fundamentalismos bíblicos radicales y las militancias antiteístas presentan un universo sin
Dios que supone ir más allá de los límites de la ciencia. Pero Dios aparece en cada rincón de la
ciencia aunque sea en autores que desde la razón y la ciencia pretendan negarlo. Los que han
pretendido despreciar lo religioso y la espiritualidad hasta la eliminación ven que resulta
imposible. Los que piensan que es más sencillo limitarse en confiar en la ciencia observarán que
el hecho religioso se resiste a desaparecer.

No entendemos muy bien los motivos de los activistas del ateísmo que se empeñan en
demostrar que algo no existe. Pero lo que no creemos que sea honesto es usar para ello
argumentos no científicos y carentes de la más elemental lógica, que se aprovechan de un
prestigio en el campo científico, disfrazándolos de tales.

Las tesis de Hawking tendrán gran repercusión mediática, pero la argumentación científica a
favor del ateísmo es bastante endeble. Y desde el punto de vista epistemológico, su tesis da un
salto de plano que es insostenible para un científico. Con argumentos solamente científicos es
imposible e ilegítimo acceder a Dios e, igualmente, es imposible e ilegítimo postular el ateísmo.

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