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El 14 de mayo de 1999 Raxcacó Reyes fue condenado a la pena capital por el secuestro
de un niño, en aplicación del artículo 201 del Código Penal, que prevé ese castigo aun
cuando no hubiera muerte de la víctima y ordena su aplicación de manera automática sin
considerar las circunstancias particulares, según el fallo de la Corte Interamericana.
Raxcacó Reyes, que purga ahora un castigo de 40 años de prisión, ha sido trasladado de
cárcel y sus condiciones han mejorado, aseguró a IPS Ovidio Girón, que fue su abogado y
lo representó ante la Corte Interamericana.
El caso fue llevado ante el tribunal interamericano en septiembre de 2004 por la Comisión
Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) tras una denuncia interpuesta en 2002 por
el Centro por la Justicia y el Derecho Internacional (Cejil), el Instituto de la Defensa
Pública de Guatemala y el Instituto de Estudios Comparados en Ciencias Penales de
Guatemala (ICCPG), representantes de Raxcacó Reyes.
David Dávila, del ICCPG, coincidió con Martino en que esta sentencia "es un logro tras un
trabajo de muchos años", aunque consideró que la reclusión de 40 años "es aún alta".
Raxcacó Reyes fue condenado en agosto de 1997 por el secuestro de Alberto de León,
de 8 años, perpetrado cuando esperaba el autobús escolar cerca de su residencia en la
capital.
Esta es la segunda vez que el Estado de Guatemala acata una sentencia de la Corte
Interamericana. En junio de 2006, Fermín Ramírez, condenado por la violación y
asesinato de una niña de 10 años, vio conmutada la pena de muerte que se le había
impuesto por una condena de reclusión de 40 años.
Raxcacó Reyes era hasta ahora uno de los 21 reos condenados a muerte que llevan entre
cinco y 11 años en pabellones aislados de varias prisiones guatemaltecas.
Girón, letrado del Instituto de Defensa Pública, criticó "la injusticia y desproporción que se
da entre el hecho cometido y la pena impuesta" porque "los tribunales no manejan
jurisprudencia, no tienen un criterio medio".
El letrado observó que "tenemos todavía procesos con vicios, personas condenadas a
muerte de forma incorrecta", y abogó por la reforma de los artículos 132 y 201 del Código
Penal para cumplir con las observaciones de la Corte Interamericana.
El artículo 132 establece que en caso de asesinato se aplicará la pena de muerte "en
caso de se revelase una mayor peligrosidad del agente", peligrosidad que, según Girón,
"no se puede medir por criterios subjetivos, sino científicamente".
Sesenta por ciento de los condenados a la pena capital han sido hallados culpables de
secuestro, con o sin muerte de la víctima, y 40 por ciento de homicidio.
"Esperemos que se aprueben las reformas del Código Penal y la ley" de recurso de
gracia, deseó Girón.
La FIDH consideró que el texto en discusión contraviene los principios del derecho
internacional al dar un plazo de apenas 30 días para que el presidente decida sobre los
casos y cuestionó la figura del silencio administrativo negativo o denegación tácita, que da
vía libre a la ejecución en caso de que el presidente no se pronuncie.
La abogada Martino dijo a IPS que la última versión del proyecto de ley "no cumple con
los requisitos" planteados por la Corte Interamericana, que ordenó establecer la autoridad
facultada para disponer del indulto, los supuestos de procedencia, el trámite respectivo y
la prohibición de ejecución en tanto la solicitud de indulto no sea decidida.
El Cejil había dicho en mayo que "el proyecto crea un procedimiento para otorgar el
indulto a las personas condenadas a muerte, y establece que la potestad de otorgarlo o
rechazarlo le corresponde al presidente, pero no indica el ente administrativo donde se
debe llevar a cabo el trámite, lo que afecta el derecho de defensa del condenado".
Además, no describe los supuestos de procedencia del indulto, pues no señala ningún
criterio para el otorgamiento o denegación del mismo.
Encuestas de opinión pública de Guatemala --un país con más de 50 por ciento de la
población pobre, y sometido a una grave ola de violencia-- concluyen que hay apoyo
mayoritario a la pena capital.
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