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WINFRIED BÖHM Y ERNESTO SCHIEFELBEIN.

3. SUGERENCIAS PAR LA LECTURA DEL TEXTO.

Usted va a leer un fragmento de la conferencia que dictó Johann Friedrich Herbart en


1802 en la Universidad de Göttingen. En ese momento no existía una ciencia de la educación
ni una preparación profesional de los maestros. Imagine a los estudiantes escuchando al
filósofo Herbart quien esperaba convencerlos que una reflexión científica –una teoría
pedagógica -, podría contribuir a la preparación para su futuro desempeño profesional.
¿Cómo habría reaccionado Usted en esa aula? Piense si fue fácil o difícil convencerlos.
Compare su actitud –actual- con al de esos alumnos de hace 200 años.

4. TEXTO ESCRITO POR HERBART.


-FRAGMENTO DELA PRIMERA LECCIÓN SOBRE PEDAGOGÍA-.

Diferencien en primer lugar, la pedagogía como ciencia del arte de educar. ¿Cuál es el
contenido de una ciencia? Es el conjunto ordenado de tesis que conforman un pensamiento
completo estructurado en principios y en sus consecuencias. ¿Qué es un arte? Una suma de
habilidades las cuales se deben integrar para alcanzar un fin. La ciencia exige, además, la
deducción de las tesis a partir de sus principios, es decir, un pensamiento filosófico. El arte
exige una acción coherente en relación con los resultados que de ella se esperan. Esa acción
se debe desnaturalizar en pura especulación. Debe responder a las necesidades del
momento y mantenerse a pesar de los obstáculos que encuentre (…) Diferencien, además, el
arte del educador que terminó su formación del simple “diletante” en ese arte (aficionado
que a veces lo practica). Aquél debe saber tratar a cada individuo natural y en cada edad. Al
“diletante”, en cambio, algo le puede resultar por suerte, por simpatía o por amor paternal
(…) ¿Cuál de estas tres esferas (ciencia, arte profesional y acción diletante) es el objetivo de
nuestras reflexiones? Evidentemente en esta conferencia falta la oportunidad para practicar
y, más aún, la oportunidad para hacer experimentos y ensayos para que el arte se pueda
aprender. “El objetivo de nuestra conferencia sólo puede ser la ciencia. Entonces, les pido
que meditemos sobre la relación que hay entre teoría y práctica (…) La teoría, en su
generalidad, abarca una extensión de la cual cada individuo sólo usa en su práctica una
parte muy pequeña. A su vez, omite por su indeterminación – la cual es propia de su
generalidad- todo el detalle “(todas las circunstancias individuales que enfrentará el práctico
en cada momento) y todos los procedimientos, las reflexiones y los esfuerzos individuales
con los cuales se ha de responder en aquellas circunstancias. Por esto, al estudiar la ciencia
se aprende (en relación con la práctica), a la vez, demasiado y demasiado poco.
Precisamente por esto, los prácticos suelen usar muy poco la teoría (en su arte). Prefieren
(mucho más) basarse en sus propias experiencias y observaciones. Por el contrario, se ha
demostrado, se ha explicado y se ha repetido hasta el cansancio que la mera práctica solo es
rutina y sólo da una experiencia muy limitada y nunca decisiva. Sólo la teoría nos enseña
cómo hay que estudiar la naturaleza, mediante la experimentación y la observación, si se
quiere obtener de ella respuestas precisas. Esto vale también en toda su extensión para la
práctica pedagógica (…) La acción educativa continúa sin parar. El educador (sea que
enseñe bien o mal) sólo recibe “retroalimentación” por las acciones que realizó, pero nunca
aprenderá (a través de esta experiencia) lo que podría haber ocurrido si hubiera actuado de
una manera diferente. Nunca puede llegar a saber el resultado de haber usado instrumentos
y métodos alternativos. Su experiencia no le permite conocer todas las alternativas posibles.
Cada maestro sólo experimenta el éxito o el fracaso de sus propias acciones, métodos,
incentivos o procedimientos, porque no puede comparar con los éxitos o con los fracasos de
otros maestros o de acciones, métodos, incentivos o procedimientos ajenos. Así, puede
suceder que un maestro, con cabello gris al final de su carrera (o toda una generación de
maestros), siempre repita su rutina y no tenga idea de lo que un joven maestro, muy bien
preparado, pueda poner en práctica en su primer día de trabajo. Esto no solo “puede”
suceder, sino que también sucede habitualmente y deseamos que así ocurra con los
estudiantes que se preparan para la profesión docente a través de una buena teoría (…) En
cada lugar y en cada momento se realizan diferentes experiencias. Esto es así, sin duda.
Pero también es verdad indudable que una experiencia la cual carece de un principio que
ilumine tiene poco valor y puede confundir más que aclarar. Ahí percibimos la torpe soberbia
de los hombres que se dedican a la educación sin filosofar previamente. Estas personas
realizan una pequeña reforma superficial y se presentan como los grandes innovadores. No
hay profesión alguna en la cual la capacidad de filosofar (pensar) sea tan fundamental como
en la profesión docente. Esto se debe a que siempre está amenazada a quedar reducida a la
mera experiencia individual, tal casual y tan limitada (…) Pero todo teórico, si es bueno al
aplicar su teoría (…) interpone instintivamente entre la teoría y la práctica algo intermedio
es decir, un cierto “tacto” o “táctica” (habilidad, maestría, juicio, pericia, talento o destreza),
un “juicio sobre la marcha” o una “rápida toma de decisión”. Este teórico no siempre
procede como lo hace el rutinario, pero tampoco dispone de una teoría perfectamente
elaborada la cual le permita responder (con rigurosidad y precisión) a la exigencia del caso
individual (…) El “tacto” o “táctica” interviene inevitablemente, en los lugares en los cuales
la teoría (por su generalidad) no puede dar respuestas precisas, por lo que llega así a
gobernar (administrar) la práctica. Esto es bueno, sin duda, cuando ese “tacto” obedece o
corresponde a la teoría, cosa que suponemos aquí. Ahora bien, la gran cuestión (de la cual
depende que alguien llegue a ser un educador bueno o malo) es únicamente ésta: ¿cómo se
cultiva en él ese “tacto”? ¿Sigue fielmente, o traiciona las leyes que expresa la ciencia
pedagógica en su amplia generalidad? (…) Meditemos un poco más sobre las causas y las
condiciones por las cuales se afianza en nosotros aquel “tacto” o “táctica”. Este se adquiere
solo en la práctica; se forma por el efecto, ejercido sobre nuestro pensamiento, de lo que
experimentamos en nuestra práctica. Ese efecto variará según nuestras características y
nuestro estado de ánimo. Depende de muchos factores, por ejemplo, el orden y el dominio
de nuestro espíritu en el momento de dedicarnos a la tarea educativa y, por tanto, nuestra
sensibilidad durante la realización de ésta tarea y, simultáneamente, aquel “tacto” o
“táctica” sobre la cual se basa el éxito o el fracaso de nuestros trabajos pedagógicos. En
otras palabras, la teoría junto con la reflexión, el pensamiento y la investigación, preparan al
educador, no tanto para futuras actuaciones concretas, sino más bien a sí mismo, a su
espíritu, a su inteligencia y a su corazón para aprehender, para comprender, para percibir y
para juzgar los fenómenos que le desafían y la situación en que él se encuentre. Si se ha
perdido de antemano en estrategias generales, las circunstancias concretas lo harán
fracasar, pero si se ha armado de principios, éstos van a iluminar sus experiencias y le
enseñarán cómo ha de proceder cada vez. Si no sabe diferenciar lo importante de lo
insignificante, descuidará lo necesario y privilegiará lo inútil. Si confunde la falta de
educación con la debilidad mental, o la rudeza con la malicia, sus alumnos lo van a
desorientar y lo intimidarán diariamente con enigmas desconcertantes. Por el contrario, si
conoce los puntos esenciales, los fundamentos de su tarea y los rasgos básicos de las
buenas o malas disposiciones naturales de los jóvenes, sabrá dar a sus alumnos toda la
libertad que es necesaria para la alegría, sin olvidar por esto los deberes, sin perder la
disciplina, sin dejar vía libre a la tontería o al vicio.

Hay, pues –esta es mi conclusión- un preparación para el arte por la teoría; una preparación
de la inteligencia y del corazón (antes de comprender la tarea de educar) en virtud de la cual
la experiencia (que sólo podemos lograr realizando esta tarea), será instructiva para
nosotros. Sólo en la práctica se aprende el arte, se adquiere “tacto” o “táctica”, destreza,
habilidad y flexibilidad, pero en esa práctica sólo se aprende el arte aquel que antes ha
aprendido a pensar la teoría; se ha apropiado de esa teoría, se rige por ella y está preparado
para entender y para beneficiarse de la futura experiencia práctica.

5. PREGUNTAS ACERCA DEL TEXTO.


¿Qué estilo usa el autor par presentar sus ideas? ¿Cuál es el tipo de su argumentación?
¿Lo sorprende el tema tratado o es algo familiar para usted?
¿Qué significa la distinción que el autor hace entre “ciencia” (como teoría pedagógica) “arte
profesional” y “acción diletante”? ¿Qué es ciencia (teoría pedagógica) para Herbart?
¿Qué es lo que transforma una “acción diletante” en un “arte profesional”?
El autor trata el problema de “teoría” y “práctica” ¿Qué relación tienen (según el autor)?
Si le falta teoría al maestro ¿de qué manera se empobrece su arte (práctica)?

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