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PARATUBERCULOSIS
(enfermedad de Johne)
RESUMEN
La paratuberculosis (enfermedad de Johne) es una enteritis crónica de los rumiantes causada por
Mycobacterium avium subsp. paratuberculosis (M. paratuberculosis) (49).
Los cultivos de M. paratuberculosis se pueden obtener a partir de las heces o tejidos, después del
tratamiento descontaminante, mediante la inoculación en medios artificiales con o sin el factor de
crecimiento específico – micobactina – que es esencial para el crecimiento de M. paratuberculosis.
Requisitos para las vacunas y el material de diagnóstico: En la fabricación de las vacunas para
la paratuberculosis pueden emplearse bacterias vivas atenuadas o muertas a las que (4) se les
incorpora un adyuvante o bien se liofilizan y se les añade el adyuvante durante la reconstitución. El
recuento celular es difícil y el contenido bacteriano de las vacunas se puede basar en el peso,
mientras que la potencia de la vacuna puede estimarse mediante un conjunto de pruebas de
desarrollo de la capacidad sensibilizante, empleando cobayas.
Para las pruebas diagnósticas cutáneas, se emplean la tuberculina johnina y aviar, que son
derivados proteicos purificados (PPD) de cultivos tratados por calor de M. paratuberculosis o
M. avium, respectivamente. El contenido de PPD en la johnina está estandarizado mediante
ensayos químicos, y su actividad biológica se identifica en cobayas sensibilizados con
M. paratuberculosis. La actividad de la tuberculina aviar se determina en cobayas sensibilizados
con M. avium mediante su comparación con una preparación de referencia calibrada en unidades
internacionales.
A. INTRODUCCIÓN
Mycobacterium avium subespecie paratuberculosis (M. paratuberculosis) es un microorganismo que fue
observado por primera vez por Johne & Frothingham en 1895. Mycobacterium avium, subespecie
paratuberculosis, causa la paratuberculosis o enfermedad de Johne, que es una infección granulomatosa
intestinal. La paratuberculosis, inicialmente reconocida en el ganado vacuno, después en las ovejas y
posteriormente en las cabras, se encuentra muy a menudo en los rumiantes domésticos y silvestres y presenta
una distribución global. Se ha descrito la enfermedad en caballos, cerdos, ciervos y alpacas, y recientemente en
conejos, armiños, zorros y comadrejas (3, 14). En condiciones naturales, la enfermedad en las vacas se
transmite mediante la ingestión de M. paratuberculosis a partir del ambiente contaminado. La enfermedad
persiste después de la introducción de los animales infectados. La infección puede transmitirse verticalmente al
feto (25) y el semen puede infectarse con el microorganismo (46). La fuente primaria de contagio en los terneros
es la leche procedente de las vacas infectadas o la leche contaminada con las heces de los bóvidos enfermos.
Los síntomas clínicos de la paratuberculosis son debilitamiento lento y progresivo y trastornos diarreicos, que son
intermitentes al principio y se hacen progresivamente más severos hasta su presencia constante en los bovinos
(13). La diarrea es menos común en los rumiantes pequeños.
En las etapas tempranas de la infección, las lesiones se encuentran restringidas a las paredes del intestino
delgado y provocan el drenaje de los nódulos linfáticos mesentéricos. Cuando progresa la enfermedad, las
lesiones aparecen en el íleon, yeyuno, intestino delgado terminal, ciego y colon y en los nódulos linfáticos
mesentéricos. Mycobacterium avium subespecie paratuberculosis está presente en las lesiones y, finalmente, por
todo el cuerpo. Las lesiones intestinales son responsables de la pérdida de proteínas y del síndrome de
malabsorción proteica, lo que conduce a un desgaste muscular. Los síntomas clínicos habitualmente aparecen
primero en la etapa adulta temprana, pero la enfermedad puede presentarse en los animales a cualquier edad
por encima de 1–2 años.
Tras varias semanas de la infección, comienza una fase de multiplicación de M. paratuberculosis en las paredes
del intestino delgado. Dependiendo de la resistencia del individuo, se elimina esa infección o el animal
permanece infectado como portador asintomático. Se desconoce la proporción de animales en esos estados.
Una última fase de la multiplicación de los microorganismos en una proporción de portadores se caracteriza por
la extensión de las lesiones, la interferencia con el metabolismo intestinal y los síntomas clínicos de la
enfermedad. Los portadores subclínicos excretan un número variable de M. paratuberculosis en las heces. En la
mayoría de los casos, se excreta un gran número de microorganismos cuando se desarrolla la enfermedad
clínica.
Otras enfermedades e infecciones micobacterianas, incluida la tuberculosis de los mamíferos y las aves, causa
DTH y la presencia de anticuerpos séricos. Por tanto, es necesario diferenciar estas enfermedades de la
paratuberculosis, tanto clínicamente como mediante la utilización de pruebas diagnósticas específicas. La
exposición a las micobacterias saprófitas del ambiente puede también sensibilizar al ganado, provocando
reacciones de DTH inespecíficas.
Los animales vacunados contra la paratuberculosis desarrollan tanto DTH como anticuerpos séricos. La
vacunación ayuda a prevenir la enfermedad clínica pero no evita necesariamente la infección. También interfiere
con los programas de diagnóstico y de control de la tuberculosis bovina. Así, si se necesita diagnosticar la
infección en los vacunados, sólo se pueden utilizar pruebas de detección de M. paratuberculosis en las heces
(21).
En los animales individuales, especialmente en los procedentes de una explotación ganadera en la que
previamente no se ha diagnosticado la enfermedad, un diagnóstico clínico presuntivo puede confirmarse
mediante pruebas de laboratorio. Sin embargo, el diagnostico definitivo puede ser garantizado en base a
fundamentos clínicos sólo si los síntomas clínicos son típicos y se reconoce que la enfermedad está presente en
el rebaño. La confirmación de la paratuberculosis depende del descubrimiento de lesiones gruesas con la
demostración de los típicos microorganismos ácido-resistentes en los frotis de impresión o por la aparición de las
lesiones patognomónicas microscópicas y el aislamiento en cultivo de M. paratuberculosis
B. TÉCNICAS DE DIAGNÓSTICO
Para diagnosticar la presencia de la paratuberculosis en un animal individual clínicamente sospechoso, pueden
utilizarse varias pruebas de laboratorio que incluyen: frotis fecales, cultivos fecales y de tejidos, sondas de ADN
que emplean materiales fecales o tejidos, pruebas serológicas y pruebas de necropsia (9) e histológicas.
En los rebaños se llevan a cabo pruebas de detección de la infección subclínica para determinar la prevalencia
de la infección, normalmente con la finalidad de establecer medidas de control. Como ninguna prueba es sensible
o específica al 100%, el control de la enfermedad por eliminación de los reactivo-positivos se realiza con pruebas
repetidas a intervalos de 6 meses o de un año durante varios años y la eliminación de los reactivo-positivos a las
pruebas serológicas o las deposiciones fecales; también se considera prudente la separación de la descendencia
de las hembras reaccionantes. Incluso estos procedimientos no siempre tienen éxito salvo que haya cambios en
los hábitos de higiene y en el manejo del ganado para reducir la transmisión de la infección en el rebaño (2).
a) Necropsia
La paratuberculosis no se puede diagnosticar a través de un examen superficial de los intestinos buscando
síntomas de engrosamiento. Los intestinos deben abrirse desde el duodeno al recto para exponer la
mucosa. No siempre existe una relación estrecha entre la gravedad de los síntomas clínicos y la extensión
de las lesiones intestinales. Se inspecciona la mucosa, especialmente la del íleon terminal, para detectar el
plegamiento y el engrosamiento patognomónicos. Las lesiones tempranas se ven manteniendo el intestino
hacia la luz; entonces pueden visualizarse las placas discontinuas. En los ciervos con paratuberculosis se
ha observado hiperemia, erosiones y petequias en las mucosas. Las primeras lesiones se manifiestan como
el engrosamiento y el encadenamiento de los vasos linfáticos. Los nódulos linfáticos mesentéricos se
encuentran habitualmente prominentes y edematosos. Los frotis de la mucosa afectada y los cortes
superficiales de los nódulos linfáticos deben teñirse por el método de Ziehl–Neelsen y examinarse
microscópicamente para observar los microorganismos ácido-resistentes que tienen la morfología
característica de M. paratuberculosis. Sin embargo, los microorganismos ácido-resistentes no están
presentes en todos los casos. Es, por tanto, mejor confirmar el diagnóstico recogiendo múltiples muestras
de la pared intestinal y de los nódulos linfáticos mesentéricos en un fijador (solución salina con formol al
10%) para el subsiguiente examen histológico. Deben examinarse las secciones teñidas con hematoxilina-
eosina y las secciones teñidas según el método de Ziehl–Neelsen. Las lesiones típicas de la
paratuberculosis consisten en la infiltración de la mucosa y submucosa intestinal, las placas de Peyer y el
córtex de los nódulos linfáticos mesentéricos con grandes macrófagos, también conocidos como células
epiteloides, y células multinucleadas gigantes, en las que se encuentran habitualmente, pero no
invariablemente, bacilos ácido-resistentes en agregados o de forma aislada.
b) Bacteriología (microscopía)
Los frotis fecales o de mucosa intestinal teñidos según el método de Ziehl–Neelsen se examinan al
microscopio. Se puede diagnosticar la paratuberculosis de modo preliminar si se encuentran agregados
(tres o más microorganismos) de bacilos ácido-resistentes pequeños (0,5–1,5 µm) y fuertemente teñidos. La
presencia de bacilos ácido-resistentes aislados en ausencia de agregados es un resultado dudoso. La
desventaja de esta prueba es que no permite la diferenciación con otras especies de micobacterias y sólo
una pequeña proporción de casos puede confirmarse mediante el examen microscópico de una muestra
fecal única.
c) Bacteriología (cultivo)
El aislamiento de M. paratuberculosis de un animal proporciona un diagnóstico definitivo de infección con el
microorganismo. Aunque el cultivo es técnicamente difícil y su realización requiere tiempo, es la única
prueba que no da positivos falsos en sus resultados (100% de especificidad).
El cultivo fecal es la mejor prueba disponible para el diagnóstico de la paratuberculosis en animales vivos.
Se considera que el método del cultivo fecal por el procedimiento de la doble incubación para la
descontaminación de las muestras con cultivo en medio sólido es la prueba más apropiada y detecta el 30-
40% del ganado infectado (56). El cultivo fecal es capaz de detectar la mayoría de los animales en un
estado avanzado de la enfermedad, pero solo unos cuantos en la fases iniciales de la infección (56). La
prueba permite detectar animales infectados 6 meses o más antes de que desarrollen los síntomas clínicos,
y durante la fase clínica su sensibilidad se aproxima al 100%. El cultivo de muestras bovinas y caprinas para
M. paratuberculosis es más sensible que el examen histopatológico.
Existen varios métodos de cultivo que varían respecto a los medios y a los protocolos del procesamiento de
las muestras. El cultivo de M. paratuberculosis se realiza siempre empleando medios especiales
suplementados con micobactina J1
En las muestras fecales y de tejido intestinal, los microorganismos de Mycobacterium avium subespecie
paratuberculosis están enmascarados por otras bacterias y hongos. El aislamiento efectivo de
M. paratuberculosis a partir de tales muestras depende de la eficacia en la inactivación de estos
microorganismos no deseados. Un método óptimo de descontaminación debe tener el menor efecto
inhibidor posible sobre el crecimiento de M. paratuberculosis. Con los protocolos rutinarios de la
descontaminación se logra un descenso en el número de microorganismos de M. paratuberculosis cercano
a 2,7 log10 y 3,1 log10 en las heces y los tejidos, respectivamente (34).
Hay dos métodos básicos para el cultivo convencional de M. paratuberculosis en un medio sólido: el método
en el que se emplea ácido oxálico y NaOH para la descontaminación y el medio Löwenstein–Jensen (LJ)
para el crecimiento, y el método en el que se emplea cloruro de hexadecilpiridinio (HPC) para la
descontaminación en combinación con el medio de yema de huevo de Herrold (HEYM) para el crecimiento.
Ambos medios contienen micobactina. Aunque se ha publicado que la HEYM proporciona un mejor
crecimiento de los aislamientos bovinos de M. paratuberculosis que el medio LJ (33), los estudios mas
recientes han demostrado que algunas cepas crecen mejor en un medio LJ o Middlebrook (9).
Además, existe una técnica de cultivo radiométrico mediante la cual el crecimiento en medio líquido
BACTEC™ 12B (Middlebrook 7H12) suplementado con yema de huevo se mide por la liberación de 14CO2
radioactivo a partir de palmitato como consecuencia del metabolismo bacteriano. Con este método se
reduce el tiempo necesario para obtener resultados y se considera más sensible que los métodos de cultivo
convencionales en un medio sólido para detectar tanto cepas ovinas como bovinas de M. paratuberculosis
(11, 58). El procedimiento de descontaminación de muestras fecales mediante una doble incubación en
HPC y una mezcla de antibióticos puede mejorar aún más la sensibilidad del cultivo (11). Sin embargo,
como el sistema BACTEC™ es radiométrico, su uso no es adecuado en algunos laboratorios y se ha
suprimido en otros. La evaluación de la utilidad de los sistemas alternativos de cultivo basados en medios
líquidos en los que no se emplea material radioactivo para la detección de M. paratuberculosis, como MGIT
(Becton Dickinson) ESPII (Difco) y MB/BacT Alert (Organon Teknika), se encuentra en la actualidad en fase
de ejecución.
Las colonias primarias de M. paratuberculosis en medio sólido suelen aparecer entre 5 semanas y 6 meses
después de la inoculación (7). Las cepas derivadas de oveja, incluidos los tipos infrecuentes con
pigmentación amarilla brillante, crecen peor que las del ganado bovino en medios normales como HEYM o
LJ, y los cultivos primarios no deben desecharse como negativos si no es tras una incubación prolongada.
El medio sólido Middlebrook 7H10 y el medio líquido BACTEC™ 12B, ambos suplementados con yema de
huevo y micobactina, son excelentes para el cultivo de las cepas ovinas de M. paratuberculosis (58).
Las colonias primarias de cepas bovinas de M. paratuberculosis en HEYM son muy pequeñas, convexas
(semiesféricas), de aspecto suave y no mucoide, e inicialmente traslúcidas e incoloras. El tamaño inicial de
las colonias es puntual y pueden permanecer con un tamaño de 0,25–1 mm cuando son numerosas en el
cultivo en superficie. Los bordes son redondeados y uniformes, y su superficie es lisa y brillante. Las
colonias llegan a alcanzar un tamaño mayor y se abomban, son opacas y de color blanco-parduzco a
medida que la incubación se alarga. Las colonias de aislamientos más viejos pueden alcanzar los 2 mm. La
morfología de la colonia cambia con la edad pasando de lisa a rugosa y de semiesférica a irregular. (7, 47).
En medio 7H10 modificado, las colonias de cepas bovinas son menos convexas que en HEYM,
especialmente en los cultivos viejos. Son puntuales, con un diámetro aproximado de 1 mm, y adquieren un
color parduzco ligeramente más claro que el medio. En comparación con las colonias en el medio HEYM,
las de las cepas bovinas en medio 7H10 son más difíciles de detectar. Las colonias de las cepas ovinas de
M. paratuberculosis son convexas, suaves, húmedas, brillantes, de color blanco-parduzco muy similar al
1 La micobactina puede obtenerse comercialmente (micobactina J) from Allied Monitor, P.O. Box 71, 201 Golden Drive,
Fayette, MO 65248, United States of America, o Symbiotic Society, 299 av. Jean Jaurès, 69007 Lyon, France.
color del medio. Las colonias típicas son pequeñas, de hasta 0.5 mm, pero pueden alcanzar 1 mm y
raramente 1,5 mm de diámetro si se presentan pocas colonias en el cultivo (7).
Las micobacterias saprofíticas pueden tener una apariencia muy semejante en cada uno de los medios,
pero a menudo son evidentes tras 5–7 días (7).
Para identificar M. paratuberculosis, se debe subcultivar un pequeño inóculo de una colonia sospechosa en
el mismo medio, con y sin micobactina, para evidenciar la dependencia de micobactina. La micobactina está
presente en la pared celular del microorganismo y un inóculo muy denso puede contener la suficiente
cantidad de micobactina como para permitir el crecimiento de una micobacteria dependiente de micobactina
en un medio que no la contenga.
• Medios
Ejemplos de medios adecuados son:
Para preparar este medio se resuspenden en 900 ml de agua 19 g de Middlebrook 7H10 agar (Difco),
1g Casitone y 5 ml Glicerol, la mezcla se esteriliza en autoclave a 121°C durante 15 minutos y se deja
enfriar hasta los 58°C. Usando una técnica aséptica, se combinan los siguientes ingredientes
adicionales añadiendo al final la yema de huevo: 50 ml de PANTA PLUS (Becton Dickinson), 25 ml de
solución de Mycobactin J (50 µg/ml), 100 ml de enriquecimiento ADC (Difco), 250 ml de yema de
huevo. La mezcla se homogeneiza cuidadosamente utilizando un agitador a baja velocidad y se
colocan volúmenes de 10 ml en tubos estériles para formar medios sólidos en tubo inclinado. Después
de comprobar su esterilidad, los medios se guardan a 4°C.
iv) Viales BACTEC 12B (7)
A cada vial se añaden los siguientes suplementos para dar una concentración final de 0,8–1 µg/ml de
Mycobactin J y un mínimo de 16–17% de yema de huevo en un volumen final de 5–6 ml. Para un
volumen de 6-ml se añade, 0.1 ml de Mycobactin J (50 µg/ml), 0.1 ml de PANTA PLUS, 1 ml de yema
de huevo y 0.8 ml de agua. Para un volumen de 5-ml se añaden 0,1 ml de Mycobactin J (50 µg/ml),
0,1 ml de PANTA PLUS y 0,8 ml de yema de huevo.
2 Use huevos frescos sin que hayan transcurrido más de 2 días desde su puesta y que no hayan recibido antibióticos. Con
un cepillo, limpie los huevos con agua y detergente. Enjuage con agua y coloque los huevos en alcohol de 70° durante
30 minutos. Séquelos insertándolos entre dos toallas estériles. Con unos fórceps de diente de rata estériles, chasque un
extremo de la cáscara, haciendo un agujero de aproximadamente 10 mm y elimine la clara con ayuda de los fórceps y de
la gravedad. Agrande el agujero y rompa la yema. Mezcle la yema de huevo y elimine el vitelo. Vierta la yema de huevo
mezclada en el medio.
50 ml que contenga 20 ml de HPC. Se invierte la posición del tubo varias veces para asegurar una
distribución homogénea y se mantiene estático durante 18 horas a temperatura ambiente.
ii) Inoculación del medio de cultivo
Se transfiere 0,1 ml del sedimento que ha permanecido estático a cada uno de cuatro tubos de agar
inclinado que contienen medio de Herrold, tres con micobactina y uno sin ella. Se puede realizar un
frotis del sedimento tiñendo la muestra según el método de Ziehl–Neelsen.
iii) Incubación y observación de los tubos de agar inclinado
Lo mismo que para las muestras de tejido.
Se han descrito variaciones de los métodos anteriores (4, 24, 30, 35, 40, 54, 55). La sensibilidad del cultivo
puede aumentar usando medios líquidos y la centrifugación en lugar de las técnicas de sedimentación. El
método de la doble incubación descrito por Whitlock et al. (55) ayuda a la descontaminación del inóculo (43)
y ofrece una sensibilidad superior a la de los procedimientos de sedimentación o filtración (11). El método
de la doble incubación requiere mezclar 2 g de heces con 15 ml de solución salina o agua, la sedimentación
durante 30 minutos, y la transferencia de los 5 ml superiores de la suspensión (evitando material fibroso) a
25 ml de HPC al 0,9% en infusión de cerebro y corazón diluida a la mitad (Difco). Después de incubar a
37°C durante 16–24 horas, se centrifuga la mezcla a 900 g durante 30 minutes (a temperatura ambiente),
se desecha el sobrenadante y se resuspende el sedimento en 1 ml de VAN. Se incuba la muestra durante
24–72 horas a 37°C y se emplea para inocular medios como se describió anteriormente (7).
McFadden et al. han identificado una secuencia (26, 27), denominada IS900, que es una secuencia
específica de inserción de M. paratuberculosis. Se ha descrito que un pequeño número de aislamientos
distintos a M. paratuberculosis producen productos amplificados del mismo tamaño que el esperado en el
caso de M. paratuberculosis (6).
Se ha descrito el uso de IS900 como una sonda de ADN para la identificación específica de
M. paratuberculosis en las muestras fecales de ganado bovino mediante la PCR (52). Se han elaborado
pruebas diagnósticas comerciales basadas en la PCR para la detección de M. paratuberculosis en muestras
lácteas y fecales.
2. Pruebas serológicas
Las pruebas serológicas utilizadas habitualmente para la paratuberculosis en el ganado vacuno son la fijación del
complemento (FC), la técnica de enzimoinmunoensayo (ELISA) y la inmunodifusión en gel de agar (IGDA) (42)
en lo referente a inmunidad humoral, y la técnica del interferón gamma cuando se trata de inmunidad celular.
i) Se emplea como antígeno un extracto acuoso de la bacteria del que se han eliminado los lípidos (cepa
M. paratuberculosis 316F). También se puede usar Mycobacterium avium D9.
ii) Se inactivan todos los sueros en un baño de agua a 60ºC durante 30 minutos y se diluyen a 1/4, 1/8 y
1/16. Para cada placa se debe incluir un suero control positivo y un suero control negativo. También se
preparan los siguientes controles: del antígeno, del complemento y del sistema hemolítico.
iii) El complemento liofilizado y reconstituido se diluye hasta contener seis veces H50 (dosis hemolítica
50%) calculándose mediante la titulación frente al antígeno.
iv) Los eritrocitos de oveja, 2,5%, se sensibilizan con 2 unidades de H100 hemolisina.
v) Todas las diluciones y los reactivos se preparan en tampón veronal calico/magnesio; se distribuyen
volúmenes de 25 µl de cada reactivo en placas de microtitulación de 96 pocillos de fondo redondo.
vi) La incubación primaria es a 4°C toda la noche y la incubación secundaria, a 37°C durante 30 minutos.
vii) Lectura e interpretación de los resultados: Se pueden dejar las placas hasta que sedimenten o
centrifugarse e interpretarse como se indica a continuación: 4+ = 100% de fijación, 3+ = 75% de
fijación, 2+ = 50% de fijación, 1+ = 25% de fijación y 0 la hemólisis completa. El título del suero
problema será el recíproco de la dilución mayor de suero que provoca el 50% de la fijación. Una
reacción de 2+ en la dilución 1/8 se considera positiva. Los resultados deben interpretarse en relación
a los síntomas clínicos y a otros descubrimientos del laboratorio.
El ELISA de absorción, ideado por Yokomizo et al. (61, 62) y modificado por Milner et al. (32), fue
desarrollado en forma de kit comercial por Cox et al. (8).
Mediante el ELISA se detecta aproximadamente el 30–40% del ganado bovino identificado como infectado
por el cultivo de heces en medios sólidos (56). De modo similar a los métodos de cultivo, la sensibilidad del
ELISA depende del nivel de liberación de M. paratuberculosis en las heces y de la edad del animal. Un
amplio estudio realizado recientemente en Australia demostró que la sensibilidad real del ELISA en el
ganado bovino de 2-, 3- y 4- años de edad fue del 1,2%, 8,9% y 11,6%, respectivamente, y permaneció
entre el 20 y 30% en los grupos de más edad (22). Se ha calculado que, globalmente, la sensibilidad real
para todos los grupos de edad es de aproximadamente el 15% (22, 56).
En los pequeños rumiantes, el ELISA comercializado presentó una especificidad del 98,2–99,5% (intervalos
de confianza [IC] del 95%) y detectó el 35–54% (IC del 95%]) de animales con evidencia histológica de
infección (18). En otro estudio, la especificidad estimada de un ELISA doméstico fue del 99% y su
sensibilidad referida a los resultados histológicos fue del 21,9% (37).
El ELISA de absorción combina la sensibilidad del ELISA con la especificidad añadida de una etapa de
absorción. Los sueros a analizar se diluyen en un tampón que contenga un antígeno soluble de M. phlei
antes de ensayarse mediante un ELISA indirecto. El procedimiento elimina los anticuerpos que provocan
reacciones cruzadas inespecíficas. En versiones anteriores, los sueros se absorbían a M. phlei completo,
que se eliminaba por centrifugación antes de la prueba.
El antígeno que se utiliza para recubrir las placas ELISA está disponible comercialmente.
Como conjugado, se utiliza una IgG anti-bovina marcada con HRPO. La solución sustrato-cromogénica es el
peróxido de hidrógeno tetrametil benzidina. Se emplea una solución de H2SO4 0,5 M para parar la reacción
cuando la absorbancia del suero control positivo alcanza un punto predeterminado.
Se dispone comercialmente de varios kits ELISA de absorción. En las instrucciones que acompañan al kit
comercial se describe detalladamente el método y el material necesario para realizar la prueba, la
interpretación de los resultados y los cálculos. Se ha descrito recientemente que varios ELISA que están
disponibles comercialmente poseen sensibilidades y especificidades parecidas (5). Algunos kits
comercializados ofrecen la opción de probar en muestras de leche. Se ha demostrado que el ELISA para la
leche bovina y caprina tiene una especificidad similar al ELISA para el suero, pero menos sensibilidad que
la prueba en sangre (17, 36).
La agarosa se disuelve en tampón barbital, pH 8,6, que contenga azida sódica, hasta una concentración
final de agarosa del 0,75%. La agarosa puede verterse en placas Petri o en portas. Se excavan los pocillos
según un modelo hexagonal. Los pocillos son de 4 mm de diámetro, con una separación de 4 mm y el agar
debe tener 3–4 mm de profundidad. El antígeno se añade en el centro de los pocillos. Los sueros problema,
el control positivo y el control negativo se añaden en pocillos periféricos alternos.
Se incuban las placas en una cámara húmeda a temperatura ambiente. Después de 24 y 48 horas de
incubación se examinan los geles para observar las líneas de precipitación. La aparición de una o más
líneas de precipitación claramente definidas, que sean idénticas a la de un suero positivo control, dentro de
las 48 horas siguientes, se considera un resultado positivo. La ausencia de cualquier línea de precipitación
es considerada como un resultado de prueba negativo. Se pueden producir líneas inespecíficas.
La detección de una respuesta sistémica mediada por células precede a la producción de anticuerpos
detectables. Los animales que están infectados con frecuencia a un mínimo nivel no dan reacciones en las
pruebas serológicas, pero pueden reaccionar positivamente en las pruebas que miden la inmunidad mediada por
células
3 La tuberculina aviar puede obtenerse de VLA Weybridge, New Haw, Addlestone, Surrey KT15 3NB, Reino Unido, o a
partir de Symbiotic Society, 299 av. Jean Jaurès, 69007 Lyon, Francia.
discretas, lo que dificulta la interpretación de los resultados. La presencia de cualquier inflamación en estas
especies debe considerarse como positiva. Sin embargo, la sensibilización hacia el complejo M. avium está
muy extendida en los animales, y ni la tuberculina aviar ni la johnina son muy específicas (19). Además, la
interpretación de los resultados de la prueba cutánea resulta complicada por la falta de acuerdo sobre los
criterios de interpretación. En un estudio reciente, en el que se usó johnina (ID-Lelystad, Lelystad, Holanda)
en las pruebas con ganado bovino, la especificidad de la prueba cutánea fue del 88,8% a un valor de corte
de ≥2 mm, 91,3% a un valor de corte de ≥3 mm y 93,5% a un valor de corte de ≥4 mm (23). No se ha
determinado el efecto de estos valores de corte sobre la sensibilidad. La interpretación de esta prueba
también puede estar afectada de modo significativo por pequeñas diferencias antigénicas en los diferentes
lotes de antígeno (23). Se requiere más investigación para aumentar el valor de la prueba cutánea.
Productos de diagnóstico: La PPD johnina es una preparación de los productos del crecimiento y de la lisis de
M. paratuberculosis tratados por el calor. La tuberculina PPD aviar es una preparación de productos del
crecimiento y lisis de M. avium D4ER o TB 56 tratados por el calor. Los detalles de la tuberculina PPD aviar están
en el capítulo 2.7.8. Tuberculosis aviar. Estas dos preparaciones se utilizan, mediante inyección intradérmica,
para revelar DTH como una medida de identificación de los animales infectados o sensibilizados con
M. paratuberculosis.
Las directrices que se han de seguir para la producción de las vacunas de interés veterinario se indican en el
capítulo 1.1.8. Principios de producción de vacunas veterinarias. Las directrices dadas aquí y en el capítulo 1.1.8
son de carácter general y pueden ser complementadas con los requerimientos regionales y nacionales.
Johnina: Las cepas de M. paratuberculosis utilizadas para preparar los cultivos del inóculo deben
identificarse mediante la biotipificación o análisis genético. Debe demostrarse que están libres de
microorganismos contaminantes.
b) Método de cultivo
Vacuna: Los cultivos del inóculo se pueden llevar a cabo utilizando cortes de patata parcialmente inmersos
en un medio adecuado, como por ejemplo el medio sintético de Reid4 (53). Los cultivos deben almacenarse
liofilizados. Los cultivos activos se incuban normalmente a 37°C.
4 L-Asparragina, 5,0 g
Fosfato monopotásico (KH2PO4, anhidro), 2,0 g
Sulfato magnésico (MgSO4-7H2O), 1,0 g
Citrato amónico ([NH4]3 C6H5O7), 2,0 g
Cloruro sódico, 2,0 g
Citrato de hierro y amonio, 0,075 g
Dextrosa monohidrato B.P., 10 g
Glicerol B.P. (48 ml), 60 g
Agua destilada hasta 1.000 ml
pH (no ajustado) 5,65,8
Cuando sea necesario, este medio se solidifica adicionando agar granulado al 1,5% (Difco). Se esteriliza a 121°C durante
15 minutos.
Johnina: Debe demostrarse que el sustrato del cultivo es capaz de proporcionar un producto libre de
sustancias reconocidas que puedan causar reacciones tóxicas o alérgicas. Un medio adecuado para cultivar
el inóculo es el medio de Reid, solidificado con agar al 1,75%, en tubos con tapón de rosca. Los cultivos
también pueden almacenarse liofilizados.
La vacuna debe utilizarse como una parte del programa de control y no proporcionará por sí misma una
protección completa evitando la enfermedad causada por M. paratuberculosis (59). Normalmente hay un
buen control de la enfermedad clínica, pero la infección subclínica persiste en los ganados vacunados,
aunque a un nivel reducido. La vacuna debe administrarse a los animales sólo en las primeras etapas de la
vida, p. ej., a terneros en su primer mes de vida. Debe inocularse subcutáneamente y causa una pequeña
inflamación. Gradualmente se sustituye por un nódulo fibro-caseificado, indoloro y frío, que cambia de
tamaño y puede persistir a lo largo de los años. Se ha utilizado la vacunación para controlar la enfermedad
en las ovejas y las cabras, incluyendo los animales de mayor edad. Con el objeto de conseguir los mejores
resultados de la vacunación, también son oportunas las prácticas de manejo para el control de la
enfermedad.
El uso de las vacunas puede interferir con el resultado de las pruebas diagnósticas cutáneas para la
tuberculosis. Esto debería tenerse en cuenta cuando se planifica un programa de control (16).
Johnina: Deben examinarse los cultivos mediante frotis teñidos para detectar la presencia de
microorganismos contaminantes.
Para probar la falta de un efecto sensibilizador, a tres cobayas que no hayan sido tratados previamente con
ningún material que pueda interferir en la prueba, se les aplican inyecciones intradérmicas en tres ocasiones
a intervalos de 5 días, con 0,01 mg de la preparación que se está probando en un volumen de 0,1 ml. Cada
cobaya, junto con cada uno de los tres cobayas control que no han sido inyectados previamente, es
inyectado intradérmicamente 15–21 días después de la tercera inyección con la misma dosis de la misma
johnina. Las reacciones de los dos grupos de cobayas deben ser significativamente distintas al medirlas 24–
48 horas más tarde.
2. Método de producción
Vacuna: Para los lotes de vacunas, los microorganismos pueden cultivarse en un medio sintético líquido como el
de Reid. Los microorganismos crecen formando una película en la superficie del líquido. Para asegurar un área
de superficie correcta, conviene usar recipientes tales como frascos cónicos que contengan un tercio de su
volumen nominal de medio líquido. Estos frascos pueden inocularse directamente a partir de cultivos en cortes de
patata, pero, con algunas cepas, pueden necesitarse uno o más pases en medio líquido para asegurar el
crecimiento adecuado formando una película hasta el pase final del lote de vacuna. Tales resiembras se deberían
realizar de forma habitual a lo largo de dos semanas, puesto que los periodos más largos pueden derivar en un
envejecimiento y hundimiento de la película. La incubación se realiza a 37°C.
Para preparar la vacuna, la película procedente de los cultivos de cada cepa a probar crecidos durante
2 semanas debe separarse del medio líquido por decantación, filtración y presión entre bloques de papel de filtro.
El cultivo húmedo de M. paratuberculosis se mezcla con un adyuvante, como parafina líquida, aceite de oliva y
piedra pómez (10).
Johnina: La johnina para las pruebas cutáneas de diagnóstico es un PPD preparado a partir de una o más cepas
de M. paratuberculosis (disponible a partir de VLA Weybridge o CDI, Lelystad, Países Bajos). Puede prepararse
según el método siguiente.
Las cepas de Mycobacterium paratuberculosis se crecen en medio líquido de Reid hasta formar una película. Los
cultivos de producción se inoculan habitualmente a partir de cultivos líquidos del inóculo en lugar hacerlo a partir
del inóculo directamente recogido de medio sólido (medio sintético de Reid). Los cultivos de producción se
incuban a 37°C durante 10 semanas.
Al final del periodo de incubación, el medio de cultivo tiene un pH de aproximadamente 5 y sólo se podrá obtener
poca o ninguna cantidad de johnina a menos que aumente el pH, usando hidróxido sódico, hasta
aproximadamente 7,3 antes de calentar al vapor. Después de una mezcla minuciosa, los cultivos se mantienen
en ebullición durante 3 horas. La mayor parte de los microorganismos muertos se elimina mediante una
tamización y el filtrado se clarifica con una filtración. La proteína del filtrado se precipita químicamente con ácido
tricloroacético al 40%, se lava y se resuspende (disolvente alcalino). El producto se esteriliza por filtración. Puede
añadirse un conservante antimicrobiano que no provoque reacciones positivas falsas, como el fenol (no más del
0,5% [p/v]). Como estabilizador se puede añadir glicerol (no más del 10% [p/v]). El producto se distribuye
asépticamente en contenedores estériles de vidrio, que posteriormente se sellan.
3. Control interno
Vacuna: Debe comprobarse tanto el crecimiento adecuado de los cultivos como la pureza de los mismos. Se
puede detectar la presencia de microorganismos contaminantes mediante pruebas de esterilidad de muestras
recogidas. Las pruebas de micobacterias patógenas se realizan mediante la inyección de cultivo húmedo,
previamente mezclado con adyuvante y diluido diez veces en solución salina, en dos cobayas, recibiendo cada
uno 1 ml. Se observan durante 8 semanas, se sacrifican de forma indolora, y se examinan para encontrar
lesiones anormales.
Johnina: Después de la filtración final, se comprueba la esterilidad de cada filtrado de la solución de PPD.
Se determina el contenido de proteínas de los filtrados estériles mediante el método de Kjeldahl (1). Se ajusta el
contenido de proteínas para que el producto final contenga entre 0,475 y 0,525 mg/ml de proteína. El pH se
ajusta hasta el rango 6,5–7,5.
4. Control de lotes
a) Esterilidad
En el capítulo 1.1.5. se pueden encontrar pruebas de control de esterilidad y de ausencia de contaminación.
El microorganismo de la vacuna normalmente no crecerá a un nivel apreciable en las pruebas
convencionales de esterilidad.
b) Inocuidad
Vacuna: Estas pruebas se realizan normalmente con animales de laboratorio, aunque también resultan
satisfactorias las pruebas de multidosis en los animales diana a los que va dirigida la vacuna. A
continuación se explica una prueba con una animal de laboratorio. Se inoculan subcutáneamente dos
cobayas con un lote aceptable de vacuna a una fracción de la dosis previamente determinada que,
empleada en las vacas, produce un nódulo pero no una necrosis manifiesta en la zona de la inyección. Se
observan los animales durante 8 semanas, se sacrifican de forma indolora y se examinan para encontrar
lesiones anormales.
Johnina: Se inyectarán dos cobayas por vía subcutánea con 0,5 ml de la johnina a probar. No se deben
apreciar lesiones locales significativas o sistémicas durante 7 días (1).
Las pruebas de johnina para micobacterias vivas pueden llevarse a cabo utilizando el material
inmediatamente antes de ser introducido en los recipientes finales o con muestras procedentes de los
propios recipientes finales. Se debe tomar una muestra de al menos 10 ml, e inyectarla por vía
intraperitoneal o subcutánea en al menos dos cobayas, dividiendo a partes iguales el volumen a probar
entre las cobayas. Es aconsejable tomar una muestra mayor, por ejemplo 50 ml, y concentrar cualquier
micobacteria residual mediante centrifugación o filtración de membrana. Las cobayas se observarán durante
al menos 42 días y también se realizarán exámenes post mórtem. Cualquier lesión macroscópica se
examinará tanto al microscopio como mediante cultivo.
c) Potencia
Vacuna: Como las pruebas de protección parecen ser impracticables, se puede emplear una prueba de la
capacidad sensibilizadora. Esto podría entonces relacionarse con el contenido bacteriano basado en el
peso. Una prueba típica podría ser como sigue: los cobayas se sensibilizan mediante una inyección
intramuscular de 0,5 ml de la vacuna a probar diluida 100 veces en parafina líquida. Las pruebas cutáneas
se realizan seis semanas después de la sensibilización usando inoculaciones intradérmicas de 0,2 ml de al
menos tres diluciones seriadas de un antígeno de M. paratuberculosis, tal como la PPD johnina, Las
diluciones se elegirán para que produzcan reacciones cutáneas esperadas de 8 mm a 25 mm de diámetro.
Cada cobaya recibe varias diluciones por cada costado, eligiéndose un diseño en cuadrado latino para su
distribución. Después de 24–48 horas, se miden las reacciones cutáneas. Todavía no se ha establecido
totalmente una preparación de referencia para las pruebas de este tipo. La tuberculina PPD aviar, calibrada
en unidades internacionales, puede usarse como antígeno de la prueba cutánea en las pruebas de este tipo
para asegurar que la vacuna es capaz de producir una sensibilización adecuada (correspondiente a la
vacunación).
Johnina: La potencia de la johnina se determina actualmente mediante el ensayo químico del contenido de
proteínas empleando el método de Kjeldahl. Se recomienda un contenido de PPD de 0,5 ± 0,025 mg/ml en
el producto final (1).
La identidad del material debería confirmarse mediante una inoculación intradérmica en cobayas
sensibilizados mediante inoculaciones de M. paratuberculosis (100 mg de micobacteria en polvo + 25 ml de
vaselina + 100 mg de piedra pómez) muertos 6 semanas antes.
Es posible realizar una prueba de potencia empleando diluciones de johnina en cobayas sensibilizados con
M. paratuberculosis, de forma similar a las pruebas de potencia de la tuberculina bovina y aviar, pero
todavía no ha sido totalmente establecida una preparación estándar para este tipo de prueba.
d) Duración de la inmunidad
Vacuna: Después de la vacunación a la edad de 14–30 días el efecto de la vacunación se expresa como la
disminución de la tasa de excretores entre los animales vacunados en comparación con los bovinos no
vacunados (21).
Normalmente hay un buen control de la enfermedad clínica, pero persiste un nivel reducido de la infección
subclínica. Los resultados favorables probablemente reflejan una menor exposición a la infección como
consecuencia de la reducción del número de individuos muy excretores en el rebaño.
e) Estabilidad
Vacuna: La vacuna debe almacenarse a 2–8°C durante 9–12 meses sin pérdida de potencia. No se debe
congelar.
Johnina: La johnina debe estar protegida de la luz y almacenarse a 2–8°C. En estas condiciones, retendrá
su potencia durante al menos cinco años.
f) Conservantes
Normalmente, se incluye un conservante de vacunas en los recipientes multidosis. Para el caso de la
johnina el fenol empleado no sobrepasa el 0,5% (p/v). Se debe comprobar la concentración del conservante
en el producto final y su persistencia a lo largo del periodo de validez.
g) Precauciones (riesgos)
Vacuna La vacuna causa algunos efectos colaterales, la formación de nódulos y la sensibilización de los
animales a la prueba de la tuberculina (15). En los humanos, la inyección accidental de la vacuna provoca
reacciones inflamatorias crónicas que requieren un tratamiento quirúrgico (21).
a) Inocuidad
Véase la sección C.4.b.
b) Potencia
Véase la sección C.4.c.
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NB: Existen laboratorios de referencia de la OIE sobre la paratuberculosis (véase el cuadro en la parte 3 de este
Manual de animales terrestres o consúltese la lista actualizada en la página web de la OIE: www.oie.int).