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Ponencia que presenta David Pedraza Cuellar para el Simposio sobre políticas de formación docente en
México. Tepic, Nayarit. Junio de 2008. UPN Ajusco. Área de política educativa, procesos institucionales
y gestión. C. A. Políticas Públicas y Educación
En este acercamiento histórico repasaremos el nacimiento, evolución y crisis en la
formación normalista. Tenemos así que nuestro país y en el mundo las primeras
escuelas normales se fundaron en,
Alemania y Francia por ser los países en los que la exigencia de una cultura
popular venía haciéndose más imperiosa. Por eso, el movimiento que llevó a la
creación de las Escuelas Normales puede decirse que es algo autónomo en su
base y popular en su origen: cuando ya no bastaba para regir escuelas el
filantropismo, la simple dedicación o vocación, el rutinario oficio, ni el propio
saber de las primeras letras, se cayó en la cuenta de que eran precisos
estudios, tanto de contenidos como de técnicas docentes, que fueron
sistematizándose a partir de Herbart y que venía a demostrar que no podía
dedicarse cualquiera, sin más, a la enseñanza.
Tenemos que la primera escuela normal fue el seminario fundado por orden de
Federico Guillermo I, en 1732 y dirigido por el pedagogo Schiemneyer, y a
partir de entonces fueron proliferando estos establecimientos desde Prusia a
toda Alemania. En Francia, siguiendo el modelo de los seminarios alemanes,
se le puso el nombre de Escuela Normal al primer centro que sirvió de norma
o regla a los que sucesivamente se fueron creando. Esta primer institución
para la formación docente a la que debían ajustarse los nuevos maestros fue
creada en Estrasburgo en 1810. En España la primera escuela normal se
fundó en 1838. (Guzmán, 1986: 37, 38)
De esta manera tenemos que la primera pero efímera escuela normal se fundó en el
Distrito Federal en 1823, pero ésta tuvo que cerrar sus puertas por la carencia de
aspirantes (Galván, 1985: 172-175). Martha Curiel al respecto dice que, “En 1823
apareció la primera Normal Lancasteriana, que se estableció en la Escuela de
Filantropía de la ciudad de México, que dedicó una sus secciones a la preparación de
maestros en la técnica y práctica de dicho sistema”. (Curiel, Op. Cit: 428)
Pero el privilegio de formar realmente las primeras escuelas normales del país
correspondió a las ciudades de la provincia, ya que el año de 1823 se crea la
Normal de Guadalajara; al año siguiente corresponde a la ciudad de Oaxaca
formar la Normal de Enseñanza Mutua; en Zacatecas de funda la Escuela
Normal Lancasteriana con el nombre de Escuela de la Constitución en 1825,
en San Luis Potosí en 1848 se formaron dos escuelas normales para varones,
ahí mismo, en el año de 1868 se creó la primera normal para señoritas del
país. Después vendría el establecimiento de estas escuelas en Guanajuato,
donde en el transcurso de un cuarto de siglo fundaron cinco. La primera
escuela mixta de educación normal fue la de Sinaloa fundada en 1873.
(Ibarrola, 1999: 244; Galván, 1985: 173, 174; y Curiel, 1981: 428).
En el Distrito Federal fue hasta el año 1887 en que se creó la Escuela Normal
para Profesores, la que después de fundada el gobierno estimuló el que en ella
se registraran alumnos de los estados, con el tiempo esta escuela se transformó
en 1924 en Escuela Nacional para Maestros (ENM), hoy Benemérita Escuela
Nacional para Maestros (BENM). Es conveniente señalar que en 1890, tres
años después a partir de la Secundaria de Señoritas se formó en la ciudad de
México la Escuela Normal para Profesoras la que pronto tuvo una matrícula
mayor que la de varones. (Galván, Op. Cit: 174, 175)
Otro momento significativo para las escuelas normales fue después de terminado el
movimiento revolucionario, cuando se creó la denominada Escuela Rural Mexicana. El
rápido desarrollo que experimentó esta nueva modalidad educativa estuvo fundada en
que recogió la vasta tradición pedagógica acumulada en las postrimerías del siglo XIX,
que se expresó en los Congresos Pedagógicos de 1889 y 1891, donde se establecieron
algunos de los principios fundamentales de la educación pública nacional.
Estos centros fueron creados en una etapa donde se pensó la educación como un medio
regulador e impulsor de la justicia social, cuando fueron destinadas a atender a los hijos
La FECSM fue fundada en 1935 en Ciudad Victoria, Tamaulipas.
Las17 normales que aún existen son: El Quinto, Sonora; Saucillo, Chihuahua; Aguilera, Durango;
Tiripitío, Michoacán; Ateqizá, Jalisco; Cañada Onda, Aguascalientes; San Marcos, Zacatecas; El Mexe,
Hidalgo; Tenería, Estado de México; Amilcingo, Morelos; Panotla, Tlaxcala; Teteles, Puebla;
Ayotzinapan, Guerrero, Tamazolapan, Oaxaca, Hexelchacan, Campeche, Matumaczá, Chiapas.
de ejidatarios, campesinos y trabajadores del campo. Ellas se organizaron como
internados con comedores, becas y la esperanza de una plaza docente al término de sus
estudios, que ya no se corresponde con la política educativa actual que se ha alejado de
los proyectos asistenciales.
Dentro de estas líneas, es importante resaltar que en el año de 1947 fue creada la
Dirección General de Enseñanza Normal y la Escuela Nacional de Maestras para
Jardines de Niños (ENMJN). Ante el requerimiento de atender a la población atípica de
la sociedad como los ciegos, sordos, mudos, menores infractores o con retrasados
mentales, desde 1935 algunas de estas especialidades fueron atendidas por el personal
del Instituto Médico Pedagógico. Ante el requerimiento de atender a esta población
desde el punto de vista educativo y no necesariamente médico, se creó en 1943 la
Escuela Normal de Especialización con dos ramas de atención: anormales mentales y
menores infractores.
La Escuela Oral, que con el tiempo se le denominó Normal Oral, atendió de manera
presencial a los maestros en servicio los viernes, sábados y durante las vacaciones, La
Normal por Correspondencia que recibió en esta modalidad a los aspirantes de
provincia. El balance de esta institución es que hasta el año de 1964 el Instituto graduó a
33 092 profesores. Aquí cabe la afirmación de Alberto Arnaut de que el IFCM se fue y
quizá ha sido la normal más grande del mundo, “el IFCM, fundado en la etapa de la
unidad nacional, sirvió para la incorporación y certificación de cientos de miles de
personas que por cuestiones de origen y en tiempos de expansión acelerada de la
cobertura, empezaron a trabajar como maestros sin tener las calificaciones
requeridas”. (Ornelas. Op. Cit:1998: 274)
Parece que lo que al régimen le preocupaba no era una mejor educación, sino el control
de la grey estudiantil, por ello las escuelas Normales Experimentales recibieron toda
clase de apoyos y su presencia llegó a impactar el escenario nacional, ya que el número
de planteles llegó a ser de 41.
La intención se dijo, fue de proporcionar a los alumnos de las escuelas normales una
formación más sólida, se incrementaron los años de estudio, sin que para ello se hubiera
realmente contemplado modificar la estructura académica de las escuelas, como por
ejemplo haber mejorado la preparación de su planta docente. La escuelas sólo
ofrecieron más años de estudio pero las autoridades no prepararon las condiciones para
afrontar los requerimientos exigidos a la educación superior; como la docencia de
calidad, capacitación y apoyos para la investigación o recursos para la difusión de la
cultura. Hacia afuera de los planteles escolares en el campo laboral los problemas no
fueron menores, la esperanza de los aspirantes y la promesa de las autoridades, a
retribuir a los egresados como profesionales de la educación, nunca se vió cumplida.
Desde los primeros licenciados de educación primaria o preescolar surgieron cuando las
Los Centros Regionales de Educación Normal que se crearon son los siguientes: Aguascalientes,
Aguascalientes; Guerrero Negro, Baja California; Iguala, Guerrero; Pachuca, Hidalgo; Cd. Guzmán,
Jalisco; Arteaga, Michoacán; Oaxaca, Oaxaca; Tuxtepec, Oaxaca; Bacalar, Quintana Roo; Cedral, SLP
(Normal del Desierto) y Navojoa Sonora.
restricciones económicas eran mayores y sufrieron el control salarial aprendiendo a
vivir con el cinturón apretado.
Uno de los aspectos con los que podemos valorar la crisis de la enseñanza normal que
comenzó a vivirse de manera irrefutable en la mitad de la década de los ochenta, la
observamos en la restricción en el número de escuelas y en el descenso en la matrícula
en las que sobrevivieron. Así tenemos que para los años de 1985-1986 el número de las
escuelas normales llegó a 858 y que para 1992-1993 éstas habían decrecido a sólo 473
centros. En la matrícula encontramos que para los años de 1981-1982 el número de
normalistas llegó a 332 700 alumnos, mientras que para 1992-1993 sólo alcanzó la
cantidad de 111 000 escolares. “Para resaltar este fenómeno veamos los datos que
reportó la Escuela Nacional de Maestros, donde después de tener generaciones de
alumnos contados centenas y aún por miles, en las promociones de 1984-85, 1985-86 y
1986-87, el número de alumnos fue de 172, 153 y 181 respectivamente”. (SNTE, 1994
d: 3).
Otro dato revelador del olvido que sufrieron y aún sufren las escuelas
normales es el raquítico apoyo financiero, ya que para 1993 los dos centros
considerados de alcance nacional (la Benemérita Escuela Nacional de
Maestros BENM y la Escuela Nacional para Maestras de Jardín de Niños
ENMJN) recibieron de presupuesto la cantidad de 380 000 nuevos pesos. Este
dato resulta significativo y muestra la marginalidad con que se atiende a estas
escuelas. Si se le compara con el presupuesto que la UPN recibió once años
antes. A pesar de la distancia y del fenómeno inflacionario en términos brutos
esta cantidad sólo representaba para las normales una tercera parte de lo
recibido por la institución hermana. (Ibid: 4)
En contraposición a la postura del SNTE, la SEP propugnó por crear una universidad de
excelencia, donde se formaran los cuadros dirigentes del aparato administrativo y
académico para el SEN, pretendió se profesionalizara a los docentes del subsitema de
educación normal, intentó que la UPN fuera cuna de la investigación y la innovación
educativa. Por otra parte, los grupos de trabajadores de la educación disidentes del
sindicato y opositores a las políticas educativas oficiales principalmente en el aspecto
salarial agrupados en torno a la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación
(CNTE), en un principio se opusieron a la fundación de la UPN, ya que la veían como la
instancia gubernamental para reemplazar al normalismo.
Regresando al campo atendido por la SEP tenemos que en 1989 impulsó el Programa de
Formación y Actualización de Docentes (PFAD) y el Plan de Acción para el Desarrollo
del Subsistema de Formación y Actualización de Docentes (PADSFAD), los cuales sólo
aparecieron como un acto de buenas intenciones, pero que nunca alcanzaron relevancia
alguna. “Después en 1992 se creó el Programa Emergente de Actualización del
Magisterio (PEAM) el cual al poco tiempo en 1994 se transformó en Programa de
Actualización del Magisterio (PAM)”. (SNTE, 1994 e: 17)
A este abigarrado mapa de atención educativa para el ejercicio de la docencia habrá que
agregar el Programa Nacional para la Actualización Permanente de los Maestros de
Educación Básica en Servicio (PRONAP) que fue creado en 1995. Entre sus
componentes el PRONAP incluye un conjunto de centros de atención para la
actualización del magisterio a los que se les ha denominado Centros de Maestros. Existe
el compromiso de parte del gobierno federal de construir y equipar un total de 500, los
cuales estarían equipados de una biblioteca especializada, centros de lectura, materiales
de alta tecnología para recibir, emitir y reproducir programas educativos mediante
sistemas de cómputo o televisores, videograbadoras y antenas parabólicas. En estos
centros se podrán obtener certificaciones académicas una vez que se hayan cubierto los
requisitos evaluatorios de los programas seleccionados.
Para 1997 se había autorizado la creación de 314 centros, pero sólo se encontraban en
operación 275. En estos centros se ubican administrativa y técnicamente los Cursos
Nacionales de Actualización, a donde concurren los profesores de educación primaria y
secundaria a reforzar sus conocimientos sobre la enseñanza de asignaturas. Los cursos
están diseñados para el autoaprendizaje, aunque en ellos existe el apoyo de asesores,
paquetes didácticos para la totalidad de las unidades de aprendizaje y recibirían los
apoyos bibliográficos y videográficos. El número de profesores que estaban
participando en 1977 de este programa asciende a 189 356, de los cuales el 68% era de
educación primaria y 32% de secundaria.
Los niveles a los que pueden aspirar los maestros con plaza definitiva o provisional
siempre y cuando no tenga un titular, son cinco. Con el fin de proporcionar una
información que nos oriente sobre el impacto económico que este programa puede
incidir en la situación laboral del maestro, a continuación transcribimos la información
proporcionada por la SEP sobre las percepciones genéricas mensuales de un maestro de
primaria en el Distrito Federal, este cálculo está realizado en pesos, según salarios y
estímulos al 16 de mayo de 1997.
Plaza Nivel Nivel Nivel Nivel Nivel
% % % % %
inicial "A" "B" "C" "D" "E"
2,871.8 3,689.9 28.5 4,670.1 62.6 6,049.7 110.7 7,477.6 160.4 9,305.2 224.0
Sólo resta comentar que la mayoría de los maestros del país no reciben esta prestación y
que entre el segmento de quienes la reciben la generalidad se encuentran ubicados en el
nivel “A”, dejando el nivel “E” para casos casi de excepción. Muchas de las obras que
analizan la formación docente coinciden en señalar que,
Carlos Ornelas califica a la formación de los maestros como El eslabón más débil, del
SEM, en su libro señala que,
En el trabajo de Carlos Ornelas se aprecia un esfuerzo por ensalzar la obra educativa del
sexenio de Carlos Salinas de Gortari, a lo largo de su texto este autor intenta reivindicar
como parte de un supuesto liberalismo social las prácticas modernizantes y neoliberales
que en ese periodo gubernamental se ejercieron. En cuanto a los maestros, señala que
éstos se autoconsideran mentores de la niñez,
aunque padece de una ideología corporativista cerrada que en principio
rechaza ideas, teorías y prácticas que no provengan de integrantes del gremio;
exige reconocimiento pleno a su labor patriótica, mas no muestra una ética de
trabajo que se reproduzca en las aulas; demandan un salario profesional al
gobierno y a la sociedad, no obstante, hace poco para convencer a la sociedad
de su profesionalismo. (Ibid: 333)
Este modelo educativo que sirve para la formación docente no satisface al grupo
gobernante ni le da seguridad para confiarle la educación de los niños y jóvenes, ya que
se duda de su capacidad teórica y su competencia laboral, pero tampoco el sistema hace
mucho para remediar la situación. La interpretación que hacen de la formación
magisterial destaca los efectos negativos que ha padecido el modelo de formación
docente, pero no señala el permanente desprecio de las autoridades para atenderlo
adecuadamente. En contraparte, en un apartado del documento de discusión elaborado
por el SNTE hacia su Primer Congreso Pedagógico, señala algunos de los problemas a
los que se enfrenta y se ha enfrentado la formación de maestros, son:
Uno de los aspectos que más ha criticado el magisterio nacional es la manera en que se
organizan los cursos de actualización denominados en cascada. Un ejemplo de esta
manera de actualizar lo ejemplifica María de Ibarrola rescatando un hecho real
documentado del informe de gobierno de 1992-93. Este es el caso. De un grupo de inicial
de 274 de conductores seleccionados es capacitado para a su vez capacitar a 5 500 instructores
y éstos a su vez actualizan a 160 000 educadores los que finalmente instruyen a 826 216
maestros. (Ibarrola, 1995: 82)
Lo menos que podemos decir de esta manera de capacitar, es que el método está
inspirado en el milagro de los panes, sólo que en la capacitación de maestros, actos
mitológicos no se corresponden con la realidad. Con estos elementos podemos ir
concluyendo que el sistema de formación magisterial se encuentra en una profunda
crisis, pero que una de las principales causas que explican esta situación, es el abandono
gubernamental, la falta de capacidad para generar una política de atención al
subsistema. En este contexto nos dice Citlali Aguilar
Al respecto María de Ibarrola (1995: 78) nos dice: “La docencia exige una formación
especializada. …A pesar de ello es práctica común en México (justificada tanto por
problemas de recursos como de control sindical), asignar la función docente a jóvenes
egresados de secundaria o bachillerato”.
Ante este panorama propondríamos tal y como lo manda la Ley General de Educación,
“la creación del Sistema Nacional de Formación, Actualización, Capacitación y
Superación del Magisterio”, mandato que hasta la fecha ha quedado inatendido, por
ello consideramos la creación de un Instituto Nacional de Formación Inicial y Continua
del Magisterio. Donde este instituto sea un órgano desconcentrado del poder ejecutivo
que articule de manera nacional y regional esta formación, y donde participen de
manera coordinada todas las instituciones del subsistema de educación superior (las
universidades, los tecnológicos y las normales).
Todo ello requiere de un salario que satisfaga las necesidades que reconozca como
doble la jornada laboral docente, formación especializada y retribuida con incentivos
económicos y sociales, sobre todo a quienes atiendan las comunidades de alta
marginación. Entender la educación compensatoria como el otorgamiento de insumos
adicionales, que resarzan las carencias arrastradas por grupos y sectores ajenos al
desarrollo. Esta formación especializada estará encaminada fundamentalmente a la
atención del trabajo docente en escuelas unitarias o bidocentes y tridocentes.
El salario docente refleja asimismo una visión de la enseñanza cómo una labor
mecánica y rutinaria, que empieza y termina dentro de un aula. No suele
contabilizarse como tiempo de trabajo el que supondría realizar una labor
genuinamente eficaz en el campo de la enseñanza y como el que, de hecho,
demanda la sociedad de todo educador- preparar la materia, corregir y
evaluar las tareas escolares, orientar a los alumnos fuera de clases y atender
individualmente sus necesidades, reunirse con los padres de familia y
vincularse con la comunidad, investigar y continuar estudiando y
perfeccionándose de manera permanente. (Torres, 1997: 11)