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LA COMEDIA

Griego. Manuales de Orientación Universitaria. José Alsina y Rosa A. Santiago. Ed. Anaya

Origen de la comedia
En cuanto a su origen, los datos que tenemos nos los da, como en el caso de la tragedia, Aristóteles,
quien dice que surgió de los que dirigen las procesiones fálicas y añade que esas procesiones fálicas
siguen aún en uso en muchas ciudades. Estas procesiones parecen haber sido auténticas
carnavaladas en las que abundaba la obscenidad y las pullas. Durante largo tiempo son
improvisadas y sólo tardíamente se estructuran literariamente. Su nombre deriva de κωμῳδία
«canto del cortejo», haciendo referencia sin duda a estas procesiones grotescas. También los
peloponesios reivindican para sí el origen de la comedia, especialmente los megarenses, pero sea de
ello lo que quiera, donde aparece por primera vez ya con una forma definida es en Atenas y, lo
mismo que la tragedia, asociada a Dioniso. Se representaban sobre todo en las fiestas Leneas,
también dedicadas a Dioniso, que tenían lugar en el mes de Gamelión (enero-febrero). Desde el 442
sabemos que las representaciones de comedias tienen carácter oficial en estas fiestas.
El cultivo de la comedia se extiende en Grecia a lo largo de dos siglos, desde mediados del V a.C. a
mediados del III a.C. aproximadamente. Ya los alejandrinos la dividieron en Antigua, Media y
Nueva; la primera abarca hasta el 400 más o menos, la segunda hasta el 330 y la tercera hasta el
250. De la Antigua las únicas comedias que conservamos completas y sin duda en las que el género
alcanza su plenitud, son las de Aristófanes.

Aristófanes
Conservamos de él once comedias. Las fuentes para su biografía son desiguales y de poco crédito.
Su fecha aproximada de nacimiento es el 445 y de muerte el 385. Ateniense de nacimiento, todas
sus obras nos hablan de la estrecha relación del poeta con la vida política y literaria de su época. En
cuanto a su actitud política no parece haber militado en ningún partido determinado, si bien se
muestra como defensor de los viejos ideales y poco amigo de las nuevas tendencias de la sofística.
En absoluto es por principio un adversario de la democracia, aunque en sus comedias se encierren
muchas veces fuertes sátiras políticas, pero es que en muchos aspectos el sistema democrático ático
había comenzado a agrietarse ya en su época.
Por su arquitectura y forma la Comedia Antigua es muy diferente de la que se dará después en las
literaturas europeas. Es el espectáculo resultante de incorporar a los elementos del κῶμος
dionisíaco el modelo literario de la tragedia. Por eso sigue manteniendo elementos tradicionales,
como es la παράβασις, en que la acción se interrumpe con ataques directos a los espectadores. El
coro tiene gran importancia en la acción y en la expresión de las opiniones del autor. La acción es
muy vivaz y variada; escenas de un realismo grotesco se mezclan con las más fantásticas e
inverosímiles. El coro puede estar formado por los más raros personajes: aves, avispas, ranas,
mujeres, ancianos, etc. Un tono de obscenidad y de sátira política y ciudadana impregna toda la
acción. Las alusiones locales y la ridiculización de personajes notables del momento ateniense son
continuas. Toda ella es una gran farsa a la que Aristófanes logra dar unidad mezclando elementos
reales con otros de la más absoluta irrealidad o fantasía. Veámoslo en un análisis somero de sus
obras.
Su primera pieza conservada es Los Acarnienses (425), en la que hace una sátira de la guerra del
Peloponeso y sus generales. En una serie de escenas cortas y vividas la guerra es presentada como
una cosa absurda y cruel. El diálogo está lleno de alusiones y burlas, y, a pesar de la atmósfera de
farsa, es posible ver el fino y atinado análisis de la situación que hace el poeta.

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Los Caballeros (424) es un furibundo ataque al demagogo Cleón, y a través de él, una divertida
sátira de la democracia. Por la escena desfilan ridiculizados muchos personajes públicos. Es más
una sátira que una farsa.
Las Nubes (423) es una de sus obras más logradas y conocidas. Es una ridiculización de Sócrates, a
quien ve simplemente como un representante de la sofistica, movimiento por el cual tan pocas
simpatías manifiesta nuestro autor. En él acumula todas las cualidades desagradables: charlatán,
viejo sórdido y sucio, que siempre va mascullando palabras ininteligibles o absurdos cientificismos.
Director de una singular escuela, cuyos discípulos no quedan mejor parados que el maestro. El hilo
del argumento va conducido por las relaciones de un pobre campesino ático y su hijo con la citada
escuela.
Las Avispas (422) carece de la vitalidad que en general presentan sus comedias. Los personajes son
todos imaginarios y la obra es una burla del modo ateniense de administrar justicia.
La Paz (421), aun siendo también una fantasía total, es mucho más lograda. Aquí la burla alcanza
también a los dioses. Los personajes reales se mezclan con las personificaciones en las escenas más
inverosímiles: un campesino ateniense, cansado de la guerra, sube al cielo montado en un
escarabajo, pero se encuentra que los dioses lo han abandonado y se ha instalado allí la Guerra. Tras
una serie de peripecias, regresa a la tierra y se casa con la Abundancia.
Las Aves (414) es una auténtica obra maestra dentro del género, tanto por la desbordada fantasía y
comicidad de su farsa cuanto por el lirismo de sus cantos corales. No sólo en esta comedia,
Aristófanes se muestra como un auténtico poeta lírico, especialmente en su sentimiento de la
naturaleza: los pájaros, las flores, etc. El argumento trata de cómo las aves, persuadidas por dos
aventureros, se construyen su imperio en los cielos y los dioses tienen que entrar en negociaciones
con estos nuevos dueños del éter.
Lisístrata (411) es una sátira contra la guerra del Peloponeso que se ha reanudado, y en la que
Aristófanes ve, como también los trágicos, un enorme peligro para Atenas. La comedia relata cómo
las mujeres tratan de imponer la paz negándose a cumplir sus deberes matrimoniales en tanto sus
maridos no establezcan una alianza entre Esparta y Atenas. Sus argumentos, así como sus alegatos
políticos, resultan muy convincentes, y, naturalmente, el final es feliz.
Las Tesmoforias (411) es una comedia en que Aristófanes presenta a las mujeres atenienses
intentanto tomar represalias de Eurípides por considerar que las difama en sus tragedias. El nombre
le viene de la festividad griega celebrada por las mujeres en la época de la siembra y de la que están
rigurosamente excluidos los hombres. En Atenas las mujeres se reunían en la Pnix y vivían en
cabañas de ramas mientras duraban las fiestas. En la comedia, Eurípides, para defenderse, introduce
a un amigo suyo con ropas de mujer en medio del grupo, pero es descubierto y el propio poeta tiene
que intervenir y calmar al enemigo femenino pactando con él.
Las Ranas (405) es una verdadera fantasía cómica cuyo tema central es de crítica literaria, el
enfrentamiento entre el arte viejo y el arte nuevo. El punto culminante de la obra se alcanza cuando
en el Hades son enfrentados y juzgados en persona Esquilo y Eurípides para decidir cuál de ellos
merece volver a la vida. Tras una serie de peripecias, parodias y burlas, la balanza se inclina a favor
de Esquilo. La obra es de las más conseguidas, tanto por la dinámica cómica como por la parodia de
los dioses y de los personajes encuestados, como por la belleza de los cantos líricos.
Después del 404 con la derrota de Atenas por Esparta el marco ciudadano apto para la comedia
queda derruido: su carácter de crítica descarada ya no era adecuado para una generación em-
pobrecida y arruinada moralmente por una larga guerra. En las comedias de Aristófanes posteriores
a esta época las alusiones locales y a personas reales quedan reducidas al mínimo, mientras que el
elemento puramente imaginario y de entretenimiento aumenta. Así ocurre en piezas como Las

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Asambleístas, caprichosa fantasía sobre la pretendida igualdad entre los sexos y contra la
comunidad de mujeres preconizada por Platón en La República.
La última obra de Aristófanes que conocemos es Pluto, representada en 388. Su tema es la antigua
queja por la injusta repartición de los bienes, pero presentada en una farsa absolutamente fantástica
en que Pluto, la Riqueza, deja de ser un dios ciego y debe distribuir la riqueza sólo entre los buenos
y justos. Elementos esenciales, como la parábasis y los cantos corales, faltan aquí ya y aparecen
temas y situaciones más cercanos a la Comedia Nueva.
Para terminar, diremos que si bien es cierto que Aristófanes es un maestro en la creación de la
comicidad derivada de las situaciones, el verdadero vehículo de su humor es la lengua. Sus juegos
de palabras son inagotables y a veces geniales. La creación de compuestos de más de dos elementos
le lleva a la producción de auténticos engendros verbales. Saca partido a todas las posibilidades de
distorsión y doble sentido que ofrecen los nombres propios. Mezcla los más zafios vulgarismos con
elevadas formas poéticas en los cantos líricos. Parodia con gran efecto cómico el lenguaje sublime
de la tragedia. En resumen, en su lengua se hallan inexplicablemente unidos elementos reales y
fantásticos, teniendo como base el ático hablado de la época del poeta.
La comedia de Aristófanes no tuvo continuadores. El nuevo tipo de Comedia Media es muy
diferente: ya no es una producción destinada exclusivamente a Atenas, no es política funda-
mentalmente, la parábasis ha desaparecido totalmente, la parodia de los mitos desempeña en ella un
papel importante al menos al principio, y cada vez va incorporando más elementos que llamaríamos
de dramática burguesa; en este sentido fue decisiva la influencia de la tragedia tardía de Eurípides y
su evolución posterior. Irrumpen abundantes temas eróticos, las intrigas se multiplican y el
elemento del reconocimiento (anagnórisis) se hace usual. Aparecen personajes tipos repetidos,
como el rufián, las prostitutas, la vieja cómica, el enamorado, el fanfarrón, el parásito, el cocinero,
el esclavo, etc.
La culminación de todos estos elementos se da en la Comedia Nueva, cuyo máximo representante
y a la vez el único que conocemos bien es Menandro (342?-293). Tenemos indicios para suponer
que el arte de Menandro se fue afinando en el transcurso de su creación y rechazando los elementos
cómico-grotescos para dar paso a otros más burgueses. Es una comedia de entretenimiento y de
evasión, escrita para gentes que prefieren no analizar la realidad que les rodea. De ahí su carácter
romántico, su complicada trama llena de encuentros inesperados, equívocos que traen graves
consecuencias, padres incomprensivos y de extrema rigidez, prostitutas de nobles sentimientos,
violaciones, exposiciones de niños, reconocimientos tras una serie de peripecias, etc. Por supuesto,
aunque, por lo complicado de las situaciones a lo largo de la obra, parezca imposible, todo acaba
siempre bien y la virtud es recompensada.

Las Asambleístas
Las Asambleístas fue representada dos años después del pacto entre Atenas y Esparta, es decir
probablemente en 392. No podemos evitar una comparación con Lisístrata. En ambas comedias las
mujeres traman una revolución; en ambas una de ellas tiene las riendas de la empresa, y es muy
semejante el comienzo de una y otra con el motín de las mujeres cómplices en horas tempranas.
Pero mientras que en Lisístrata se trataba de una cuestión de actualidad candente, en Las
Asambleístas se representa una jocosa utopía. Y mientras en Lisístrata por encima de la trama
fantástica podía escucharse una seria advertencia y la esperanza del triunfo de la razón, en las
Asambleístas la caprichosa fantasía llega despreocupadamente al absurdo.
Las mujeres están hartas de la deficiente administración masculina y se han decidido a hacerse
cargo del gobierno. Se introducirán embozadas en la asamblea de los hombres para conseguir la
aprobación de las decisiones pertinentes. Antes escuchan llenas de entusiasmo el ensayo del
discurso programático de su cabecilla Praxágora. Las mujeres se unen en un coro y, después de un
canto que se refiere a los acontecimientos futuros, se dirigen a la asamblea. El escenario queda

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vacío después de la párodos y da paso a una escena en la que Blépiro, el esposo de Praxágora, al
regresar de la asamblea popular se entera por Cremes del cambio que se ha operado. También el
coro retorna seguido de Praxágora, la cual, en una extensa escena agonal en versos largos,
desarrolla ante su esposo el nuevo programa de gobierno. En el fondo es muy sencillo; todos los
problemas se solucionan por el hecho de que en adelante todo pertenecerá a todos.
Pronto el tema primario de la soberanía de las mujeres pasa a un segundo plano, mientras que el
resto de la obra consiste en la ejecución de este comunismo primitivo. Si bien Las Asambleístas
carece de parábasis, por lo demás está conservado con toda fidelidad el antiguo esquema de
composición. El agón va seguido de una serie de escenas episódicas que enfocan con ironía la
nueva situación. Vemos cómo el ciudadano dispuesto a entregar sus bienes se encuentra con toda su
lealtad frente al hombre astuto y escéptico que prefiere aguardar el desarrollo de los
acontecimientos. Muy extravagante y aristofánica es la realización de un punto importante del
programa que quiere asegurar a todas las mujeres la misma participación en el goce del amor
estableciendo que las viejas tendrán primacía sobre las jóvenes. Así ocurre que un joven que quiere
visitar a su amada se convierte en la deplorable víctima de brujas megarenses que son descritas
aproximadamente en el estilo de las forcíadas de la noche clásica de Walpurgis.
La obra de Praxágora se presenta en la realidad en una forma que dista mucho de la programada.
También esto la distingue de Lisístrata, y en la segunda parte de la obra ni siquiera aparece en
escena. El final está escrito a la ligera. Una criada va en busca de Blépiro para que disfrute del
banquete público del que ya han disfrutado los demás ciudadanos. Esto da lugar al final festivo tal
como lo exige la tradición, y ésta es la causa de que aparezca Blépiro con algunas cortesanas. Es
difícil decir hasta qué punto se continúa en este pasaje la ironía de las escenas precedentes. De todos
modos, indicaciones en este sentido parecen la invitación a los espectadores para que participen en
el banquete..., que tendrán que prepararse en sus casas, y el contraste entre el anuncio de los
placeres de la mesa, hecho con una máxima profusión de palabras, y el plato de habichuelas que se
nombra a continuación. La apelación a los jueces también forma parte de la parte final, ya que no
había parábasis en la que pudiera incluirse.

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