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Nuestro Perú es un país de gran diversidad cultural, que trata de ser intercultural,
pero aún tenemos la herencia egoísta y segregacionista mas que herencia diría la
necedad de no reconocer que todos somos seres iguales sin distinción de raza, credo,
sexo, etc., aún está en nuestro interior “calificar” a las personas y hacer valoración “por
todo” lo externo y no por sus valores internos como ser humano; inconscientemente nos
sentimos más o nos sentimos menos con respecto a un modelo que suponemos “ideal” y
que no son otra cosa que modelos importados de otras realidades.
Desde que tengo uso de razón ningún gobierno se ha encargado de controlar este
tipo de lecturas populares que está al alcance de todos los bolsillos pero que empobrece
nuestra cultura, ¿que dicen de esto?, ¿será tal vez que no les conviene?
En fin, sabemos que la gran escuela educadora del ser humano es la sociedad en
que vivimos y si tan mal andamos, es porque tan mal está nuestra sociedad en todos los
aspectos que a las finales abruman al más indefenso, “el niño”, “el estudiante”.
Pero tampoco los adultos nos salvamos así tan fácil de esta influencia, hay que
tener las ideas bien puestas y tener firmes los valores para empujar el carro de la
educación que valgan verdades así como nos lo facilita el estado y la sociedad en que
vivimos, con padres sumidos en sus problemas, que no apoyan y niños con toda la carga
emocional y salud debilitada, etc. que traen, cuesta un gran esfuerzo, pero debemos
hacerlo, por que son nuestra gente, son nuestros hijos, son nuestra sangre, este Perú
que cuando estamos fuera del país lo añoramos tanto a pesar de su atraso, a pesar de
todo.
Sabemos que en la actualidad como dicen ellos “cada día son más” los que
participan de esta opción que sea cual fuere su origen o causa, son seres humanos que
no lograron identificarse con el sexo femenino o masculino o que se redescubrieron a
partir de algún motivo muy fuerte pero son seres humanos al fin igual que nosotros, que
tienen sentimientos y capacidades como todos, por lo tanto debemos aceptarlos,
valorarlos y quererlos como son.
En conclusión, tenemos una ardua tarea por hacer, si queremos sacar a nuestro
país de la decadencia cultural en la que se está sumiendo, perdiendo su identidad,
transformándose en una burda copia de modelos que no encajan en nuestra realidad.