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Cirugía no cardíaca
en el paciente con
enfermedad cardíaca
James B. Froehlich, MD, MPHa,, Lee A. Fleisher, MD, FACCb
PALABRAS CLAVE
Perioperatoria Preoperatorio Riesgo Cirugía
La cuestión clínica de la evaluación preoperatoria del riesgo cardíaco sigue siendo molesta
para muchos médicos, cirujanos y sus pacientes a pesar del importante número de estudios y
directrices que se han publicado para ayudar en la evaluación del riesgo perioperatorio. Lo que
es más importante, a los médicos se les pregunta cada vez más sobre lo que pueden hacer
para disminuir el riesgo de complicaciones cardíacas perioperatorias.
La evaluación del riesgo perioperatorio ha pasado por una evolución importante en los
últimos años. En sus comienzos de hace aproximadamente 4 décadas, hubo pocas herra-
mientas a disposición de los médicos para guiar la evaluación de riesgo perioperatorio. El
American Society of Anesthesiology Classification System (clase ASA) es una herramienta
extremadamente burda y dio a los médicos sólo una vaga idea sobre el tipo de riesgo al cual se
enfrentan sus pacientes durante la cirugía. Este sistema no daba a la mayoría de los pacientes
demasiada información acerca de sus riesgos quirúrgicos (cuadro 1). La época moderna de la
evaluación del riesgo clínico de complicaciones perioperatorias comenzó con el trabajo de Lee
Goldman en el Massachussets General Hospital.1 Identificó los factores asociados con un
mayor riesgo de complicaciones cardíacas perioperatorias en los pacientes remitidos para
evaluación preoperatoria. Este enfoque representa la primera vez que se hizo un esfuerzo
científico para identificar factores predictivos de riesgo de complicaciones cardíacas perio-
peratorias. Este trabajo fue seguido por estudios similares de los Dres. Eagle y Detsky,2,3 que
identificaron factores clínicos asociados con un mayor riesgo de complicaciones cardíacas
durante la cirugía. Con estas herramientas, los médicos podían estimar el riesgo y proporcionar
a los cirujanos y pacientes información importante para tomar decisiones.
El siguiente avance importante en la evaluación preoperatoria fue la adición de la prueba de
esfuerzo bajo la forma de prueba de esfuerzo en cinta sin fin, en cinta sin fin con talio y con talio
Este artículo apareció originalmente en Medical Clinics of North America, Volume 93, Issue 5.
a
Department of Medicine, CVC Cardiovascular Medicine, University of Michigan Medical School,
1500 E. Medical Center Drive SPC 5853, Ann Arbor, Michigan 48109, USA
b
University of Pennsylvania Health System, Department of Anesthesia, University of Pennsylvania
School of Medicine, Philadelphia, PA 19104, USA
T Autor para correspondencia.
Dirección electrónica: jfroehli@umich.edu (J.B. Froehlich).
Cuadro 1
Clasificación de la ASA
En las últimas décadas, el único sistema de clasificación disponible para los médicos para
estratificar el riesgo de sus pacientes sometidos a cirugía fue el utilizado por la American
Society of Anesthesiology. En este sistema, a los pacientes se les asignaba una puntuación de
entre 1 y 5 (v. cuadro 1). Un paciente recibía un 1 si estaba «normal y saludable». A cualquier
paciente con enfermedad sistémica de cualquier gravedad se le daría una puntuación de 2.
Obviamente, esto podía abarcar una gama extremadamente amplia que va desde la mera
presencia de hipertensión ligera hasta incluir la diabetes u otra enfermedad sistémica que
incremente considerablemente el riesgo de acontecimientos perioperatorios. Los pacientes
sólo recibirían una puntuación de 3 si tenían una enfermedad sistémica que limitase la acti-
vidad. Los pacientes recibían un 4 si tenían una amenaza constante de perder su vida y un 5 si
no se esperaba que sobreviviesen 24 h con o sin tratamiento alguno.
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Quizás el mayor problema con este sistema de clasificación era que casi todos los pacientes
eran de clase 2. Aquellos con una puntuación de 3, 4 o 5 tenían obviamente un riesgo grave y los
pacientes con una puntuación de 1 o 2 tenían una gama extremadamente amplia de riesgos. Por
lo tanto, el sistema de puntuación ofrecía poca información al paciente, al cirujano o a la persona
encargada del cuidado general para estimar el riesgo al que se enfrentaban durante la cirugía.
El primer intento de una cuantificación científica de los riesgos durante la cirugía en la era
moderna fue realizado por Lee Goldman en el Massachusetts General Hospital. Mediante la
revisión de los extensos registros médicos de 1.001 pacientes que fueron remitidos para valo-
ración del riesgo preoperatorio, Goldman et al. recopilaron una amplia gama de variables
demográficas y clínicas basadas principalmente en los antecedentes y exploración del paciente.1
Un análisis de regresión múltiple identificó aquellos factores que se asociaron con más fuerza a
complicaciones cardíacas perioperatorias posteriores. De este modo, Goldman et al. identificaron
los factores de riesgo más relacionados con acontecimientos cardíacos, entre los cuales están la
insuficiencia cardíaca activa, infarto de miocardio reciente, arritmias graves o malignas y la
estenosis aórtica, o enfermedades médicas graves coexistentes. Los investigadores de Goldman
ponderaron cada uno de los factores que identificaron como asociados a eventos cardíacos
perioperatorios, basados en la fuerza de dicha asociación. Estos resultados se utilizaron para
crear un sistema de puntuación para identificar la gravedad del riesgo. La puntuación resultante se
asoció con el riesgo de posteriores complicaciones cardíacas perioperatorias (tabla 1).
Estudios posteriores refinaron este enfoque con análisis posteriores de otros grupos de
pacientes. Mediante la evaluación de los pacientes con mayor riesgo, como los sometidos a
cirugía vascular (que experimentan más acontecimientos cardíacos perioperatorios, haciendo
por tanto más fácil la identificación de los factores predictivos de riesgo de forma retrospectiva),
Eagle et al. identificaron los cinco factores más fuertemente asociados con eventos cardíacos
perioperatorios posteriores.3 Los cinco factores identificados por estos investigadores fueron la
edad avanzada, la presencia de diabetes que requiere tratamiento, antecedentes de angina de
pecho, antecedentes de infarto de miocardio (IM) o de ondas Q en el ECG, así como antecedentes
de insuficiencia cardíaca o un hallazgo de insuficiencia cardíaca en la exploración. Esta evalua-
ción incluyó los síntomas, así como los hallazgos en la historia clínica y la exploración física. Ellos
mostraron una asociación entre la presencia de estos factores y la probabilidad de sufrir una
complicación cardíaca perioperatoria o la muerte (tabla 2). Estos investigadores continuaron
combinando la evaluación clínica del riesgo con la prueba de esfuerzo para estratificar aún más el
riesgo. El papel de las pruebas de esfuerzo se trata más adelante en este artículo.
Más recientemente, una derivación y validación de la evaluación del riesgo cardíaco
perioperatorio fue realizada por Lee et al.5 Para la evaluación de los pacientes sometidos a
cirugía no cardíaca, estos investigadores identificaron seis factores que estaban relacionados
con un mayor índice de complicaciones perioperatorias. Por primera vez, estos investigadores
identificaron la insuficiencia renal como un fuerte factor predictivo de riesgo cardíaco perio-
peratorio, y también identificaron el tipo de cirugía en este análisis. Su estudio posterior de
validación demostró que estos seis factores de riesgo (que son el tipo de cirugía, los
Tabla 1
Complicaciones y muertes durante la cirugía según la escala de riesgo de Goldman
Datos tomados de Goldman L, et al. Multifactorial index of cardiac risk in noncardiac surgical
procedures. N Engl J Med 1977;297(16):845–50.
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Tabla 2
Asociación entre los marcadores clínicos de riesgo e índice de muerte
o de IM perioperatorio
Datos tomados de L’Italien GJ, et al. Development and validation of a Bayesian model for
perioperative cardiac risk assessment in a cohort of 1,081 vascular surgical candidates. J Am Coll
Cardiol 1996;27(4):779–86.
Tabla 3
Índice de riesgo cardíaco revisado: factores asociados a complicaciones cardíacas mayores
Datos tomados de Lee TH, et al. Derivation and prospective validation of a simple index for
prediction of cardiac risk of major noncardiac surgery. Circulation 1999;100(10):1043–9.
Tabla 4
Prueba de esfuerzo con talio para evaluación del riesgo preoperatorio
n/a: no aplicable.
Tabla 5
Ecocardiografía de esfuerzo con dobutamina para la evaluación del riesgo preoperatorio
Datos tomados de Fleischer LA, Beckman JA, Brown KA, et al. ACC/AHA 2007 guidelines on
perioperative cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery. J Am Coll Cardiol 2007;
50;159–241.
Cada vez más, el importante trabajo de Thomas Bayes es ignorado en la medicina clínica.
Thomas Bayes fue un ministro presbiteriano y matemático británico que formuló un caso
específico de lo que ha llegado a ser conocido como el teorema de Bayes, que se publicó
póstumamente.6 Durante su vida, publicó sólo un trabajo matemático: una defensa de los
fundamentos lógicos del cálculo de Sir Isaac Newton. Póstumamente, sin embargo, publicó
una solución al problema de la «probabilidad inversa» que describe un caso especial de lo que
ha llegado a ser conocido como el teorema de Bayes. Matemáticamente, y en términos de
formulación lógica, el teorema de Bayes es algo así:
PrðBjAÞ PrðBÞ
PrðAjBÞ ¼ aLðAjBÞ PrðAÞ
PrðBÞ
fðx; yÞ fðyjxÞfðxÞ
fðxjyÞ ¼ ¼
fðyÞ fðyÞ
Para el clínico, sin embargo, el teorema de Bayes propone que la probabilidad de un diag-
nóstico específico está relacionada con la probabilidad a priori (probabilidad preprueba) y con
la probabilidad (la prevalencia poblacional de la enfermedad). Al combinar el conocimiento
de la prevalencia de la enfermedad con la presentación del paciente, la probabilidad del
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Solamente evaluación
clínica
1.081 pacientes
Bajo Elevado
3%(10/344) Moderado 18%(33/187)
(1–7%) 8%(42/550) (12–24%)
(6–10%)
Talio (p < 0,0001) Talio
dipiridamol dipiridamol
344 pacientes 187 pacientes
Talio
Bajo Moderado Elevado dipiridamol Bajo Moderado Elevado
3%(9/281) 3%(1/33) 0%(0/30) 550 pacientes 12%(3/25) 7%(2/31) 24%(28/131)
(2–6%) (0–16%) (0–12%) (3–31%) (0–21%) (15–30%)
(p = 0,61) (p = 0,0107)
Bajo Elevado
3%(11/345) Moderado 19%(24/129)
(2–6%) 9%(7/76) (13–26%)
(4–18%)
(p = 0,0001)
Figura 1. Relaciones entre la evaluación clínica, los resultados de la prueba de esfuerzo y los
desenlaces en cirugía vascular: efecto de la probabilidad del riesgo clínico previo a la prueba
sobre la interpretación de la prueba de esfuerzo. (Tomado de L’Italien GJ, et al. Development
and validation of a Bayesian model for perioperative cardiac risk assessment in a cohort of
1,081 vascular surgical candidates. J Am Coll Cardiol 1996;27(4):779–86; con autorización.)
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15%
10%
5% Con prueba
Sin prueba
0%
0 1 2 3
Años desde la detección sistemática
Figura 2. Efecto de la prueba de esfuerzo sobre los pacientes con riesgo intermedio sometidos a
cirugía vascular con b-bloqueo. (Tomado de Poldermans D, et al. Should major vascular surgery
be delayed because of preoperative cardiac testing in intermediate-risk patients receiving beta-
blocker therapy with tight heart rate control? [v. comentario]. J Am Coll Cardiol 2006;48(5):
964–9; con autorización.)
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≥ 3 factores de riesgo
15%
10%
5%
1 o 2 factores de riesgo
0%
0 1 2 3
Años desde la detección sistemática
Figura 3. Asociación entre el número de factores clínicos de riesgo y los desenlaces a largo plazo
después de cirugía vascular. (Tomado de Poldermans D, et al. Should major vascular surgery be
delayed because of preoperative cardiac testing in intermediate-risk patients receiving beta-
blocker therapy with tight heart rate control? [v. comentario]. J Am Coll Cardiol 2006;48(5):
964–9; con autorización.)
Muertes de causa cardíaca o infartos
5%
Razón de riesgo por ↑ 5 lpm
de miocardio perioperatorios
3%
2% Riesgo medio*
1%
0%
40 50 60 70 80
Frecuencia cardíaca antes de la cirugía (lpm)
Figura 4. Relación entre la frecuencia cardíaca en reposo antes de la cirugía y las muertes o IM.
(Tomado de Poldermans D, et al. Should major vascular surgery be delayed because of preo-
perative cardiac testing in intermediate-risk patients receiving beta-blocker therapy with tight
heart rate control? [v. comentario]. J Am Coll Cardiol 2006;48(5):964–9; con autorización.)
puede reducir los sucesos cardiovasculares perioperatorios, esto ha sido poco estudiado. En el
único ensayo aleatorizado de revascularización coronaria preoperatoria, McFalls et al. asig-
naron al azar a 620 pacientes que fueron programados para cirugía vascular y tenían indicación
de revascularización coronaria para tratamiento médico o para revascularización coronaria
antes de la cirugía no cardíaca.10 Sus resultados no mostraron ninguna ventaja en absoluto de la
revascularización coronaria preoperatoria (fig. 5). Este estudio se analiza con más detalle en
la sección sobre la reducción del riesgo perioperatorio.
En presencia de tratamiento médico para prevenir los acontecimientos perioperatorios, las
observaciones de Poldermans et al. sugieren que las pruebas de esfuerzo pueden no aumentar
los cuidados clínicos.8 En su registro observacional de pacientes sometidos a cirugía vas-
cular, todos los pacientes que recibieron b-bloqueantes presentaron un índice de sucesos
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1
Sin revascularización de la arteria coronaria
Probabilidad de supervivencia
0,8
0,6
Revascularización de la arteria coronaria
0,4
0,2
p = 0,92
0
0 1 2 3 4 5 6
Años después de la asignación aleatoria
Figura 5. Supervivencia con y sin revascularization coronaria antes de la cirugía no cardíaca.
(Tomado de McFalls EO, et al. Coronary-artery revascularization before elective major vascular
surgery [v. comentario]. N Engl J Med 2004;351(27):2795–804; con autorización.)
perioperatorios más bajo, independientemente del nivel de riesgo. Esta observación fue cierta
en su centro, donde los b-bloqueantes se iniciaron antes de la operación y se ajustó la dosis
según la frecuencia cardíaca. Esta observación fue también verdadera con independencia de
los resultados de la prueba de esfuerzo. El beneficio marginal de las pruebas preoperatorias o
de la revascularización coronaria también puede reducirse mediante otros tratamientos
perioperatorios que reducen el riesgo cardiovascular. Como veremos más adelante en este
artículo, los inhibidores de la HMG-CoA reductasa, o estatinas, han demostrado reducir los
acontecimientos cardiovasculares. Los datos observacionales sugieren que esto es cierto
también en el período perioperatorio.
Las directrices actuales de la ACC/AHA sugieren que las indicaciones para la angiografía
coronaria deberían ser las mismas para los pacientes que se enfrentan a la evaluación preo-
peratoria como para los que no lo hacen.11 Claramente, se recomienda que los pacientes con
síndromes coronarios inestables o con síntomas mal controlados con tratamiento médico se
sometan a una angiografía coronaria preoperatoria según las directrices de la ACC/AHA, así
como según las directrices para la angiografía coronaria.12 Entre los pacientes con enferme-
dad coronaria estable, sólo aquellos con enfermedad avanzada de múltiples vasos o del tronco
principal izquierdo y disfunción del ventrículo izquierdo (VI) se ha demostrado que se beneficien
de la revascularización coronaria, y se recomienda que se sometan a una angiografía
coronaria.
La presencia de enfermedad coronaria inestable o grave indica la necesidad de una nueva
evaluación antes de la cirugía electiva de acuerdo con las directrices actuales (cuadro 2).13
Esta necesidad incluiría a los pacientes con angina inestable o con síndromes coronarios
agudos. Ha quedado bien demostrado que estos pacientes se benefician de la intervención
coronaria. Esta necesidad también incluye a los pacientes con insuficiencia cardíaca
descompensada así como con arritmias importantes, como taquicardia ventricular o taqui-
cardia con cualquier ritmo con una frecuencia rápida, o inestabilidad clínica. Los pacientes con
enfermedad valvular grave, especialmente estenosis aórtica grave y estenosis mitral grave,
deberían ser evaluados para cirugía valvular. La indicación de cirugía valvular debería ser la
misma para aquellos en proceso de evaluación preoperatoria que para los que no lo están. En
general, para la estenosis aórtica, la reparación quirúrgica está indicada en aquellos con
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Cuadro 2
Afecciones cardíacas activas para las cuales se recomienda la evaluación antes de cirugía
electiva no cardíaca
Angina inestable
Insuficiencia cardíaca descompensada
Arritmias importantes
Enfermedad valvular grave (AVo1 cm2)
Tomado de Fleischer LA, Beckman JA, Brown KA, et al. ACC/AHA 2007 guidelines on
perioperative cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery. J Am Coll Cardiol
2007;50;159–241; con autorización.
este riesgo alto, 101 tenían isquemia extensa y fueron asignados al azar para revascularización
o no revascularización. Dos tercios de los sujetos tenían enfermedad coronaria de tres vasos.
Dos sujetos murieron después de la revascularización coronaria, pero antes de la cirugía, a
causa de rotura de un aneurisma. No hubo mejora en los resultados a los 30 días, aunque hubo
una tendencia estadística no significativa hacia una disminución de los puntos finales de
mortalidad por cualquier causa o de IM a los 30 días y al año en el grupo de tratamiento médico
Hasta hace aproximadamente 15 años se había investigado poco sobre tratamientos que
podrían reducir el riesgo perioperatorio. El primer ensayo aleatorizado para evaluar el blo-
queo b para la reducción del riesgo perioperatorio fue publicado por Mangano et al.17 Para este
estudio los investigadores asignaron al azar 200 pacientes con o en riesgo de EAC para
atenolol o placebo. El tratamiento médico se continuó durante solo 7 días en el perioperatorio.
En el momento del alta, no hubo diferencias significativas en los resultados entre los grupos.
Sin embargo, en los siguientes 2 años, en el grupo tratado con atenolol se demostró un
aumento de la supervivencia libre de acontecimientos, aunque el tratamiento no se mantuvo
durante el período postoperatorio. La mayor parte de esta diferencia se produjo durante los
primeros 6 meses desde la intervención. Este estudio es algo difícil de interpretar, ya que el
tratamiento con atenolol no se mantuvo y no se pudo controlar otro tratamiento médico más
allá del período perioperatorio. Es difícil establecer una correlación entre el breve régimen de
tratamiento perioperatorio y los sucesos a más largo plazo.
Poldermans et al. realizaron un ensayo aleatorizado de tratamiento con b-bloqueantes en
pacientes sometidos a cirugía vascular mayor sobre los pacientes de mayor riesgo. Entre los
individuos que se enfrentan a la cirugía vascular mayor, estos investigadores identificaron a
aquellos con marcadores clínicos de riesgo, quienes también tenían pruebas de isquemia en la
ecocardiografía de esfuerzo con dobutamina, y luego asignaron al azar esta cohorte para
bisoprolol o control. El bisoprolol se inició antes de la intervención y se dosificó para controlar la
frecuencia cardíaca. En esta población de alto riesgo, tratada con bisoprolol dosificado antes
de la intervención, hubo una reducción significativa de muertes e IM en los pacientes some-
tidos a cirugía vascular mayor durante el primer mes.18 Este grupo también ha publicado los
datos observacionales entre todos los individuos sometidos en su centro a cirugía vascular
mayor. Los investigadores observaron una reducción significativa de las complicaciones
cardíacas relacionada con el uso de b-bloqueantes, independientemente de la puntuación de
riesgo clínico (fig. 6). Esta reducción fue mucho más importante en los individuos que tenían
pruebas de esfuerzo anómalas (fig. 7). Poldermans et al. también analizaron sus datos
observacionales de los registros para determinar el efecto de la frecuencia cardíaca preope-
ratoria en reposo sobre los resultados entre los pacientes tratados con b-bloqueantes. Ellos
documentaron un índice de sucesos del 1,3% entre los sujetos sometidos a cirugía vascular
cuya frecuencia cardíaca en reposo era inferior a 65 latidos/minuto antes de la intervención,
frente al 5,2% entre aquellos cuya frecuencia cardíaca en reposo era mayor de 65 latidos/
min (fig. 8).9 Estos datos sugieren que, entre los pacientes de alto riesgo (aquellos con
anomalías en las pruebas de esfuerzo, factores de riesgo múltiples y que se enfrentan a cirugía
vascular mayor), el bloqueo b preoperatorio dosificado según la frecuencia cardíaca se asocia
con un índice reducido de complicaciones cardíacas perioperatorias.
Los datos administrativos de Lindenauer et al.19 demuestran aún más que el bloqueo b
perioperatorio en pacientes de alto riesgo se asocia con un riesgo menor. Sus datos, sin
embargo, también sugieren que es posible que no haya una mejoría, o incluso un empeora-
miento de los desenlaces, asociada al empleo de b-bloqueantes entre los pacientes con
marcadores clínicos de riesgo bajo o sin estos marcadores. Este grupo utilizó una base de
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No se consideran los
65 resultados de DSE
60
55
No utiliza β-bloqueantes
datos administrativa amplia con datos de 782.969 pacientes, e identificó a los que recibieron
b-bloqueo a los 1 o 2 días de la cirugía. Estos datos no permiten determinar qué b-bloqueante
se administró y los pacientes no fueron asignados al azar. No obstante, sugiere que el nivel de
riesgo clínico del paciente se correlaciona con el beneficio o el daño asociado con el uso de
b-bloqueantes, lo que sugiere que los pacientes con alto riesgo reciben algún beneficio del
bloqueo b perioperatorio, pero que los pacientes con poco o ningún riesgo en realidad pueden
sufrir daños con el uso del b-bloqueo (fig. 9).
Otros dos estudios analizaron los resultados del uso perioperatorio de b-bloqueo de forma
aleatoria. El estudio DIPOM (Diabetic Postoperative Mortality and Morbidity) asignó al azar
921 pacientes con diabetes que fueron sometidos a cirugía mayor para metroprolol de libe-
ración prolongada 100 mg frente a placebo durante un máximo de 8 días (media 4,6 días).20
Encontraron que el punto final de muerte por cualquier causa, IM agudo, angina inestable o
insuficiencia cardíaca tenía números aproximadamente similares en ambos grupos. En el
grupo de b-bloqueantes, el 21% de los pacientes tenían un punto final, y el 20% en el grupo
placebo. El criterio de inclusión fue la presencia de diabetes, pero no necesariamente la
enfermedad coronaria conocida. Sólo el 8% de este grupo de sujetos tenía antecedentes de IM
previo.20 En el estudio MaVS (Metoprolol after Vascular Surgery), 496 pacientes sometidos a
cirugía vascular se asignaron al azar para una dosis de metoprolol basada en el peso
(25–200 mg día por vía oral) frente a placebo. Una vez más, se trataba de un grupo heterogéneo
en términos de riesgo cardíaco, con un 60% de los individuos con sólo un factor de riesgo
coronario reconocido.21 El porcentaje de IM entre los individuos previo al estudio fue del
13,5%. Los investigadores no encontraron diferencias en el punto final principal compuesto de
infarto de miocardio, angina inestable, insuficiencia cardíaca, arritmias o muerte cardíaca, que
fue del 10,2% en el grupo de metoprolol y del 12,0% en el grupo de placebo. Ellos observaron
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60
55
50
45
40
35
30
25
20
15
10
5
0
0 1 2 3 4 ≥5
Escala de riesgo
Figura 7. Asociación entre la utilización de b-bloqueantes y los acontecimientos cardíacos en
pacientes con prueba ecocardiográfica con dobutamina sometidos a cirugía vascular. (Tomado
de Boersma E, et al. Predictors of cardiac events after major vascular surgery: role of clinical
characteristics, dobutamine echocardiography, and beta-blocker therapy. JAMA 2001;285(14):
1865–73; con autorización.)
p = 0,003
6%
5,2%
5%
4%
3%
2%
1,3%
1%
0%
Frecuencia Frecuencia
cardíaca >65 lpm cardíaca <65 lpm
Figura 8. Frecuencia cardíaca y muerte o IM perioperatorios en pacientes de cirugía vascular.
(Tomado de Poldermans D, et al. Should major vascular surgery be delayed because of preo-
perative cardiac testing in intermediate-risk patients receiving beta-blocker therapy with tight
heart rate control? [v. comentario]. J Am Coll Cardiol 2006;48(5):964–9; con autorización.)
200 mg de metoprolol por vía oral o placebo.22 Los individuos tenían más de 45 años de edad,
con o en riesgo de aterosclerosis o con enfermedad coronaria o enfermedad vascular periférica
conocidas. El régimen de tratamiento fue de 100 mg de metoprolol de 2 a 4 h antes de la
intervención seguido de otra dosis de 100 mg a las 6 h si la frecuencia cardíaca se mantenía por
encima de 45 y la presión arterial sistólica en más de 100 mmHg. Este régimen fue seguido
posteriormente por 200 mg diarios. Específicamente, los criterios de inclusión fueron unos
antecedentes de enfermedad coronaria, enfermedad arterial periférica, accidente cerebro-
vascular o insuficiencia cardíaca dentro de los 3 últimos años, ser sometido a cirugía vascular
mayor o cualquiera de los tres siguientes factores de riesgo: ser sometido a cirugía torácica o
abdominal, antecedentes de insuficiencia cardíaca, antecedentes de AIT, diabetes, incapa-
cidad crónica conocida, edad de 70 años mayor o cirugía urgente. Con este régimen, los
investigadores observaron una tasa de mortalidad cardiovascular, IM o parada cardíaca del 5,8
frente al 6,9% en los grupos de metoprolol y placebo, respectivamente (p ¼ 0,04). La medida
del resultado principal y la incidencia de IM se redujeron significativamente con metoprolol. Sin
embargo, el índice de accidentes cerebrovasculares fue significativamente mayor en el grupo
de b-bloqueante (1 frente a 0,5%, p ¼ 0,005), y la tasa de mortalidad después de 30 días
también fue significativamente mayor. (La mortalidad global fue del 3,1 frente al 2,3% con
metoprolol frente a placebo, respectivamente [p ¼ 0,03]). Debido al régimen médico inusual y
las altas dosis de b-bloqueante empleadas en el estudio, la interpretación del ensayo POISE es
algo problemática. Demostraron claramente que este régimen se asocia con una disminución
en los puntos finales cardíacos. Los investigadores también demostraron que este régimen se
asocia con una mayor incidencia de accidente cerebrovascular y de muerte.
Estos estudios sugieren que el beneficio del bloqueo b perioperatorio es proporcional al riesgo,
mostrando un descenso de la mortalidad y de los puntos finales cardíacos en los pacientes con
mayor riesgo. Estos estudios también sugieren que los pacientes de bajo riesgo no podrán
beneficiarse del bloqueo b e incluso podrían resultar perjudicados. También sugieren que una
dosis alta de b-bloqueante administrada el día de la intervención puede estar asociada con un
mayor riesgo perioperatorio de hipotensión, accidente cerebrovascular y muerte.
El uso de estatinas en el perioperatorio desgraciadamente no ha sido objeto de muchos
ensayos aleatorizados. Un ensayo aleatorizado informado por Durazzo et al. sugiere ciertas
ventajas.23 Estos investigadores asignaron al azar 100 pacientes sometidos a cirugía vascular
mayor para atorvastatina 20 mg o placebo. En el seguimiento durante el postoperatorio
inmediato y hasta los 180 días, los investigadores demostraron que la incidencia de aconte-
cimientos cardíacos fue significativamente mayor con el placebo (26%) en comparación con
atorvastatina (8%) (P ¼ 0,031). Este resultado se mantuvo hasta 6 meses (p ¼ 0,08).
Los datos observacionales también sugieren una asociación entre el uso de estatinas y
mejoría de los resultados. Lindenaeur et al. informan de los resultados de una base de datos
administrativa observacional de 780.591 pacientes sometidos a cirugía, entre los cuales
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Como el objetivo final de cada encuentro es el mejor desenlace para el paciente, corresponde
también al consultor perioperatorio recomendar la intervención cuando, y sólo cuando, reduce
el riesgo cardiovascular perioperatorio. Por último, y con frecuencia pasado por alto, la con-
sulta perioperatoria es una excelente oportunidad para evaluar el riesgo cardiovascular a largo
plazo y recomendar las intervenciones para reducir ese riesgo. La enfermedad cardiovascular
sigue siendo la causa principal de muerte de los estadounidenses. Hay que tener en cuenta
que todo este proceso debería producirse con el conocimiento de que el enfoque para la
evaluación y tratamiento perioperatorio del paciente quirúrgico no debería ser diferente que el
del paciente no quirúrgico. Los autores no tienen datos para sugerir que alguna prueba o
intervención sea beneficiosa para la evaluación perioperatoria de los pacientes que
se enfrentan a una cirugía no cardíaca que no se recomendaría para los pacientes que no se
enfrentan a la cirugía (cuadro 3).
Como se puede observar en el algoritmo de la versión 2007 de las directrices de la ACC/AHA,
se recomienda un enfoque algorítmico para identificar a los pacientes que no requieren
pruebas posteriores, entre los que están los pacientes sometidos a una cirugía urgente o de
emergencia, los sometidos a cirugía de bajo riesgo y los que tienen una capacidad funcional
razonable sin síntomas de enfermedad coronaria.27 El algoritmo observa además que en las
personas con enfermedades cardíacas activas, (como insuficiencia cardíaca descompensada
y síndromes coronarios inestables) se debería diferir la cirugía y someterles a una evaluación
adicional.
El algoritmo continúa sugiriendo que en los pacientes sin factores de riesgo clínicos pro-
bablemente no está justificada ninguna evaluación adicional, y los que tienen uno o dos
factores de riesgo probablemente deberían someterse a una evaluación adicional si, y sólo si,
se enfrentan a cirugía de riesgo intermedio o alto y las pruebas no invasivas cambiasen el
tratamiento. Por último, el algoritmo sugiere que en las personas con tres o más factores de
riesgo clínicos y que se enfrentan a cirugía de alto riesgo, como la cirugía vascular, deben
tomarse en consideración evaluaciones como las pruebas de esfuerzo (fig. 10).
Las otras dos cuestiones importantes que surgen para el consultor son el uso del tratamiento
médico para reducir el riesgo perioperatorio y el uso de la revascularización coronaria. En
cuanto al tema del tratamiento médico perioperatorio, las directrices sugieren que el empleo de
b-bloqueantes debería limitarse a aquellos pacientes de riesgo elevado (con factores de riesgo
y pruebas de estrés anómalas), que se enfrentan a una cirugía de alto riesgo como la cirugía
vascular. Aquellos con menores grados de riesgo y sometidos a una cirugía de menor riesgo
pueden beneficiarse del bloqueo b perioperatorio, pero las pruebas no son sólidas (v. fig. 10).
Las pruebas detalladas previamente hacen que sacar conclusiones definitivas e identificar a
aquellos que claramente se beneficiarían sea algo problemático. Esperamos que los estudios
futuros se esfuercen en perfeccionar las recomendaciones de esta ciencia en evolución.
La revascularización coronaria antes de la cirugía no cardíaca se indicará en algunos
pacientes, lo que plantea la cuestión del momento de la cirugía después de la revascularización
coronaria. Varios estudios han planteado su preocupación por el riesgo de trombosis catas-
trófica de la endoprótesis cuando se somete a los pacientes que han sido objeto de una
angioplastia coronaria o de colocación de endoprótesis, al doble riesgo de la interrupción del
Cuadro 3
Paradigma de la evaluación cardiovascular perioperatoria
No
Proceda con la
Paso 3 Cirugía de bajo riesgo Sí
cirugía prevista
(Clase 1, LOE B)
Paso 5 No o se desconoce
Ningún factor de
Cirugía de riesgo Cirugía de riesgo riesgo clínico‡
Cirugía vascular Cirugía vascular
intermedio intermedio
Clase IIa Clase 1,
LOE B LOE B
Considere pruebas si Proceda con la intervención prevista con control de la FC§ (Clase IIa, LOE B) o tome Proceda con la
cambiasen el tratamiento§ en consideración pruebas no invasivas (Clase IIb, LOE B) si cambiasen el tratamiento intervención prevista
Figura 10. Plantéese por pasos la evaluación cardíaca perioperatoria. (Tomado de Fleisher LA, et al. ACC/AHA 2007 guidelines on perioperative cardiovascular
evaluation and care for noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice Guidelines
(writing committee to revise the 2002 guidelines on perioperative cardiovascular evaluation for noncardiac surgery). Circulation 2008;118(9):e143–4]. Circu-
lation 2007;116(17):e418–99; con autorización.)
667
668
Froehlich y Fleisher
IM agudo, ICA de alto
riesgo, o anatomía
cardíaca de alto riesgo
COR IIb/LOE C
No bajo
Figura 11. Tratamiento de los pacientes que requieren ICP y necesitan cirugía posterior. (Tomado de Fleisher LA, et al. ACC/AHA 2007 guidelines on perioperative
cardiovascular evaluation and care for noncardiac surgery: a report of the American College of Cardiology/American Heart Association Task Force on Practice
Guidelines (writing committee to revise the 2002 guidelines on perioperative cardiovascular evaluation for noncardiac surgery. [Circulation 2008;118(9):e143–4]).
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