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Introducción:
Sin duda la muerte ha inquietado al hombre de todas las épocas. Hoy en día tiende a verse
como un dato objetivo, estanco e indiscutible, y como un hecho biológico e individual, esta
concepción sin duda está fuertemente vinculada con la medicalización y cientifización de la
vida (de la salud y la enfermedad) y por ende de la muerte.
Sin embargo, la representación y las actitudes del hombre ante la muerte (costumbres, mitos,
creencias, ritos) han sido muy diferentes en distintas épocas y en distintas sociedades. Es por
esto que la muerte es mucho más que una cuestión médico científica y que por todas sus
implicancias culturales particulares, debe ser entendida como una Construcción Social e
Histórica.
Para responder a estos cuestionamientos, e intentar comprender las características que hoy
socialmente ha tomado el tema de la muerte, es necesario recurrir a dos momentos históricos
relevantes que marcan una ruptura y un cambio estructurales: El siglo XIX, momento en que
los médicos comienzan a diagnosticar la muerte y el siglo XX con la introducción de la gran
tecnología médica y la puesta en funcionamiento de las unidades de cuidados intensivos.
Estas rupturas instauran una nueva forma de ver y hablar, una nueva concepción, una nueva
mirada sobre la cuestión de la muerte. ¿Cómo se vive la muerte de otros?, ¿Qué me imagino
de mi propia muerte?, ¿Qué ritos, qué costumbres, qué gestos, qué palabras, que actitudes
esperables se construyen?, todas estas preguntas tienen un antes y un después con respecto
a los momentos de ruptura.
Hasta fines del siglo XVIII principios del XIX la figura del médico está separada de la muerte, el
médico acompaña al paciente mientras "hay algo que hacer", cuando excede sus posibilidades
de accionar el agonizante queda al cuidado de su familia. Esta época se caracteriza por el
miedo a la muerte aparente y no se confía en el médico para determinar si se ha saltado la
barrera entre la vida y la muerte
Con el proceso de medicalización (SXVIII) comienza una fuerte intervención médica, este se
transforma socialmente en un agente de regulación y control por parte del estado, que ya en
este siglo ha comenzado a intervenir en la salud de la población fijándolo como un objetivo
general, que le permite garantizar un cuerpo social sano para la producción. "El médico se
convierte en el gran consejero y en el gran experto en observar, corregir y mejorar el cuerpo
social. Y es su función de higienista, más que sus prestigios de terapeuta, quien le asegura
esta posición políticamente privilegiada en el siglo XVIII".
Sin embargo será recién a principios del siglo XIX, que se comenzará a confiar en el
diagnóstico médico. A esta repercusión de la medicalización de la vida, se le suma el
nacimiento de la medicina moderna (a fines del siglo XVIII) y la creación del estetoscopio
(1818) que llevan a la certeza y confianza en el diagnóstico médico de la muerte. Así es que en
el siglo XIX se apacigua el miedo a la muerte aparente y aparece la figura del médico como
fiscalizador, como quien comprueba y diagnostica la muerte del sujeto.
La muerte deja de ser patrimonio de la religión, de la filosofía y pasa a ser una cuestión de la
ciencia médica.
En este siglo se produce un gran avance de la tecnología de la salud y aparecen los cuidados
intensivos que posibilitan prolongar la vida a pacientes que de no ser por estos cuidados
morirían. Estos avances científicos que por un lado prolongan la vida, por otro modifican los
límites de la vida y muerte y de la forma de morir, ya que el agonizante no podrá estar
acompañado de su familia. Y así como en otras épocas el miedo era por el “no saber”, hoy el
hombre teme al exceso de saber y se ve obligado a ponerle límites.
Con el nacimiento de la terapia intensiva la muerte se hace aún más científica, más técnica y
se despoja aun más de todo carácter social y cultural. En este segundo momento, se suma a la
muerte secularizada, la muerte solitaria, el hombre de hoy muere en el hospital, lejos de sus
afectos. Este segundo proceso profundiza y refuerza la medicalización de la muerte.
Los ritos funerarios como los velatorios prolongados, la preservación del luto y el tiempo de
duelo, o las visitas periódicas al cementerio; significaban mucho más que una demostración de
respeto y afecto a la memoria del difunto. Estos ritos eran “una estrategia defensiva implícita,
que tomando como pretexto el interés del muerto, desempeñaban una función fundamental: la
de preservar el equilibrio individual y social de los vivos” [2]. Otros ritos como el doblar de
campanas o el paseo del cortejo fúnebre, refuerzan este significado de compartir el dolor con la
comunidad, eran un llamado que mostraba el dolor y reclamaba comprensión social. La muerte
era un acontecimiento público que la sociedad necesitaba cicatrizar.
Hoy, algunos de estos ritos se han simplificado muchísimo, otros han desaparecido
completamente.
*Negación de la muerte:
- La muerte aparece como un fracaso de la técnica y del modelo del hombre moderno que
“todo lo puede”, cuando encuentra ese límite no puede otra cosa que negarlo.
*Individualización
- Algunas de las causas que pueden explicar esta individualización de la muerte son: la
urbanización, la tecnologización, la medicalización de la enfermedad, la negación de la muerte,
la simplificación de los ritos y la ruptura de los lazos sociales.
*Mercantilización
- La negación de la muerte lleva directamente a la necesidad de que “alguien se ocupe por mí”
nace todo un negocio en torno a la muerte:
*Cremación: que se ofrece también como solución definitiva, y que en muchos países del
mundo a tenido un crecimiento vertiginoso, en nuestro país puede advertirse un crecimiento en
los últimos años.
Autores Consultados
1. Aries Philippe, El hombre ante la muerte, ed.: Taurus, 1984, Madrid, España.
2. Louis Vincent Thomas, Antropología de la muerte, ed.: Fondo de Cultura económica,
1983, México.
3. Louis Vincent Thomas, La muerte: una lectura cultural, ed.:Paidós, 1991, Barcelona,
España.
4. Gracia Diego, Vida y muerte: bioética en el trasplante de órganos, ed: Comunidad de
Madrid, España.
5. Foucault Michel, La vida de los hombres infames, ed.: Altamira, Bs. As. Argentina.
6. Foucault Michel, Genealogía del racismo, ed.:Altamira, Bs. As. Argentina.
7. Foucault Michel, Saber y Verdad, ed.:Altamira, Bs. As. Argentina.
8. Murillo Susana, Foucault: Saber, poder. ed.: public.UBA. , Bs.As. , Argentina.