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Los metales pueden ser frágiles o dúctiles, duros o blandos, de fácil fusión o capaces
de soportar temperaturas extremadamente elevadas. De una manera casi
paradójica, las propiedades de los metales se acrecientan con frecuencia
exponiéndoles a diversos esfuerzos: un metal puede endurecerse por deformación.
O, por exposición a un grado de calor adecuado, puede hacerse más difícil la
disminución de la resistencia mecánica a elevadas temperaturas. La clave de estas
propiedades radica en la estructura cristalina que configura a todos los metales.
En 1930, los metalurgistas empezaron a ver que la red cristalina perfecta no podía
explicar todas las propiedades observadas. De hecho, ahora resulta evidente que
los defectos de la red (los lugares donde los átomos del plano no encajan
perfectamente) desempeñan normalmente un papel preponderante a la hora de
determinar propiedades tales como la ductilidad, fragilidad y comportamiento a
elevada temperatura. Mas recientemente, la metalurgia ha aprovechado estos
conocimientos para desarrollar una nueva generación de aleaciones.
En una aleación convencional, todos los átomos están distribuidos según una
estructura cristalina particular; es decir, todos los planos de átomos están colocados
según una secuencia determinada. Corrientemente, una muestra consta de muchos
granos, o cristales individuales, unidos entre sí. Las estructuras cristalinas de
diferentes granos no están mutuamente alineadas, pero sí lo están los átomos de los
distintos cristales, siguiendo siempre la misma pauta. Por su parte, los átomos de
una superaleación están distribuidos en dos o más fases, o tipos de disposición. En
las superaleaciones basadas en el níquel, las fases se denominan gamma y gamma
prima. Los cristales, diminutos y normalmente cúbicos, de la fase gamma prima se
incrustan en una matriz formada por la fase gamma. La principal diferencia entre las
dos fases radica en que los átomos en la gamma prima están mucho más ordenados
que en la gamma. Es decir, si bien es verdad que los planos de átomos siguen la
misma disposición en ambas fases, también es cierto que los átomos de níquel
ocupan lugares específicos en cada plano de la fase gamma prima y que otros
lugares específicos están ocupados por los átomos del otro metal, que suele ser
aluminio. (En la fase ganima prima de la superaleación níquel-aluminio, existen tres
átomos de níquel por cada átomo de aluminio.) En la fase gamma, cada tipo de
átomo puede ocupar cualquier sitio.
Las aleaciones de titanio tienen mucha menor densidad que las de cobalto y que las
superaleaciones de níquel, y, por lo tanto, una mayor relación resistencia a peso para
temperaturas inferiores a los 500 grados C. A pesar de los numerosos progresos
llevados a cabo en el campo de las técnicas de aleación, de los tratamientos
térmicos y de los trabajos mecánicos, la máxima temperatura de trabajo que resisten
las aleaciones de titanio es todavía demasiado baja. Las aleaciones de titanio
pierden su resistencia mecánica calentándolas a temperaturas absolutas del orden
de la mitad de su punto de fusión, mientras que las superaleaciones la mantienen
hasta aproximadamente siete u ocho décimos de su temperatura de fusión.
Tan importantes como las propias aleaciones son las nuevas técnicas de procesado
de metales. Las técnicas de procesado posibilitan que la metalurgia saque el
máximo provecho de los nuevos conocimientos microestructurales. Estas técnicas
permiten fabricar las aleaciones tradicionales de maneras hasta ahora desconocidas,
y facilitan la creación de nuevos metales que jamás se hubieran obtenido con las
técnicas históricas.
Una de las técnicas más versátiles de enfriamiento rápido utiliza láseres con elevada
densidad de potencia. El haz láser se proyecta rápidamente sobre la superficie del
material, formando finas capas de material fundido. Estas capas delgadas se enfrían
merced a la masa del sólido que no ha sido afectada por el láser. Por medio de esta
técnica se consiguen velocidades de enfriamiento que alcanzan los 10 millones de
grados por segundo. La ventaja del procedimiento, denominado vitrificado con láser,
estriba en que se modifica la microestructura superficial de un material sin afectar al
substrato. Es posible añadir capas de mayor espesor de material enfriado
rápidamente de manera gradual depositando de forma continua polvos aleados y
aplicando láser alternativamente. Si el control del láser es suficientemente versátil, se
obtienen capas de formas muy complejas. La aplicación potencial del vitrificado por
láser incluye el endurecimiento de los extremos de los álabes de las turbinas y la
construcción de los filos de las partes giratorias.
La técnica de los recubrimientos y de la unión de metales ha conocido también varios
avances. Los recubrimientos, de especial importancia, permiten usar un metal con
las propiedades mecánicas precisas, aunque no resista los ambientes corrosivos.
Con las nuevas técnicas de unión se producen componentes formados por soldadura
dura de muchas capas delgadas unidas. Una aplicación de esta técnica es la
fabricación de álabes de turbinas refrigeradas por aire, provistos de pequeños
canales por donde éste pasa. Tales álabes se fabrican en series de segmentos
delgados, taladrando la sección del canal por fotoataque. Los segmentos delgados
se ensamblan y se unen por difusión en estado sólido o por soldadura dura, situando
entre dos segmentos normales una fina película de parecida composición, pero con
punto de fusión ligeramente inferior. Los segmentos se compactan entre sí en vacío y
a elevada temperatura; el material de enlace se difunde por las superficies en
contacto, uniéndolas.
Los beneficios derivados de los metales de nueva generación y de las nuevas
técnicas de fabricación no se limitan a las turbinas de gas. Han influido de manera
vigorosa en muchos otros sistemas en desarrollo. En ese sentido, las
superaleaciones se revelan adecuadas en sistemas destinados a convertir y generar
energía, pues poseen gran resistencia mecánica a elevada temperatura y en medios
agresivos. Procedimientos tales como la fabricación superplástica, se aplican en
campos tan dispares como la industria luminotécnica y la fabricación de intrincadas
estructuras en forma de panal de gran resistencia y rigidez, de uso aerodinámico.
Aleaciones especiales, utilizadas en dispositivos quirúrgicos, se han obtenido por
compactación isostática en caliente. A medida que los costos de procesado
continúen disminuyendo, irán abriéndose nuevas áreas de aplicación. Los propios
sectores industriales de la economía más generales, como es el caso del transporte,
acabarán beneficiándose de la investigación de nuevas aleaciones de metales y de
nuevos procedimientos.