A lo largo de la historia humana la libertad ha sido celebrada, defendida y elogiada por los hombres. Así mismo, ha sido violada, negada y pisoteada por los propios humanos. Este conflicto en torno a la libertad nos lleva necesariamente a examinar cuál es la importancia que tiene dicho valor para los hombres, para su vida tanto privada como pública. Por ello, se hace necesario elaborar una definición de libertad, para a partir de esta, determinar qué importancia tiene hoy aquella para nosotros. En primer lugar, definamos la libertad a partir de los comentarios que a este respecto hace el filósofo Isaiah Berlin. Este nos dice: “Normalmente se dice que soy libre en la medida en que ningún hombre ni ningún grupo de hombres interfieren en mi actividad. En este aspecto, la libertad política es, simplemente el espacio en el que un hombre no puede ser obstaculizado por otros.” (Berlin, 1979: p.p 47). Nótese que la definición citada hace énfasis y centra su interés en la no interferencia de otros hombres en un determinado espacio al cual el individuo tiene un derecho incuestionable e inviolable. Es decir, todos los hombres tienen derecho a poseer un espacio en el que pueden elegir cómo actuar, de acuerdo con intereses, expectativas, deseos y razones propias. Así pues, ningún hombre y ninguna institución pueden violar dicho espacio en el cual cada individuo ha de tener absoluta privacidad. Por ejemplo, yo tengo derecho a elegir qué carrera universitaria voy a seguir y nadie puede obligarme a estudiar determinada carrera profesional, pues si eso ocurriera yo sería objeto de una violación a mi libertad. Por otra parte, sería absurdo afirmar que no soy libre si, por ejemplo, estoy impedido físicamente para realizar una acción determinada como caminar. Esto evidentemente me incapacita para llevar a cabo muchas actividades que desearía poder realizar, pero en el sentido expuesto de la libertad, dicha situación en modo alguno se considera como ausencia de libertad. Ahora bien, podríamos preguntar: ¿es esta definición de la libertad suficiente para que todos y cada uno de los hombres puedan desollarse plenamente? Como vimos en las líneas anteriores, la definición de libertad me asegura que tengo acceso pleno a un determinado espacio en el que ningún hombre o institución puede intervenir. Y en este sentido, lo que me permite entonces dicho espacio es forjar y construir mi plan de vida de acuerdo con mis propios criterios, es decir, a partir de mis propias convicciones, creencias, ideales, objetivos, propósitos, intereses y fines. El filósofo Friedrich Hayek lo confirma así: “La libertad por tanto presupone que el individuo tenga cierta esfera de actividad privada asegurada; que en su ambiente exista cierto conjunto de circunstancias en las que los otros no pueden intervenir” Lo que nos sugiere el concepto de libertad es que resulta ser la garantía necesaria para que los individuos se descubran en la sociedad como seres capaces de construir y llevar a cabo sus vidas a partir de sus propios intereses y deseos. ¿Por qué la libertad es un componente esencial en la construcción de mi personalidad, de mi individualidad? Porque si tengo la posibilidad de trazar mi plan de vida de acuerdo con mis propios criterios, entonces estoy siendo el actor directo en la construcción de mi vida, y esto resulta ser indispensable para afirmar que efectivamente soy un individuo. Individuo en el sentido de que soy autónomo, de que puedo elegir entre muchas o pocas posibilidades, pero de acuerdo con mis propias necesidades, mis intereses o mis deseos. A su vez, la negación del derecho que tengo a mi libertad, me negaría como individuo autónomo, como un hombre capaz de desarrollarse a partir de sus propios criterios. Por eso mismo, dicha negación es inaceptable e intolerable, pues impediría a los individuos el desarrollo de su personalidad, de su individualidad. Ahora bien, para que una persona pueda desarrollarse libremente es necesario que existan ciertas condiciones mínimas que se lo permitan. Por eso, la libertad, tal y como la hemos definido, es una condición necesaria pero no suficiente para que los hombres se desarrollen de forma integral. Veamos el siguiente ejemplo: Si Juan considera que para poder desarrollarse integralmente como un individuo autónomo debe estudiar, lo más razonable es satisfacer dicha necesidad. Pero ocurre que infortunadamente Juan nació en el seno de una familia de muy escasos recursos económicos y, por lo tanto, se le niega la posibilidad de estudiar, pues no tiene como financiar una carrera universitaria. Así Juan se ve impedido para estudiar y se ve obligado a “elegir” entre otras alternativas poco atractivas. Nótese que en el caso anteriormente expuesto, estamos examinando la situación de Juan que se ve privado de la satisfacción de una de sus necesidades básicas y, a su vez, ve obstaculizado su derecho a desarrollarse como un individuo autónomo. Nótese igualmente, que en este caso Juan se vio privado de la posibilidad de estudiar por no estar en condiciones de financiar una carrera universitaria. Dicha privación en modo alguno fue causada por la intervención directa de otros hombres. Lo que provocó que Juan no pudiera estudiar fue una condición de desventaja inmerecida, a saber, que nació en el seno de una familia pobre. Así Juan no podría afirmar que su libertad fue violada y negada, pues la frustración de su deseo no fue causada directamente por la interferencia arbitraria de otros hombres. Esto es así de acuerdo con la definición de la libertad que hemos planteado. Para finalizar, citemos de nuevo a I. Berlin que dice: “Es verdad que ofrecer derechos políticos y protecciones frente a la intervención del estado a hombres medio desnudos, analfabetos desnutridos y enfermos es ridiculizar su condición; necesitan atención médica o educación antes de que puedan entender o hacer uso de un aumento de libertad. ¿Qué es la libertad para aquellos que no pueden utilizarla? Sin condiciones adecuadas para disfrutar la libertad, ¿cuál es su valor?”