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Viendo el pastor lo que sucedía, cogió al cuervo, y cortando las puntas de sus
alas, se lo llevó a sus niños.
MORALEJA:
Pon tu esfuerzo y dedicación en lo que realmente estás preparado, no en lo que
no te corresponde.
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Estaba una liebre siendo perseguida por un águila,
y viéndose perdida pidió ayuda a un escarabajo,
suplicándole que le ayudara.
Se levantó entonces Zeus para sacudirse aquella suciedad, y tiró por tierra los
huevos sin darse cuenta. Por eso desde entonces, las águilas no ponen huevos en
la época en que salen a volar los escarabajos.
MORALEJA:
Nunca desprecies lo que parece insignificante, pues no hay ser tan débil que no
pueda alcanzarte.
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La vieja y taimada zorra estaba decepcionada. Durante todo el día había
merodeado tristemente por los densos bosques y subido y bajado a las colinas,
peró. .. ¿de qué le había servido? No hallaba un solo bocado; ni siquiera un ratón
de campo. Cuando lo pensaba -y se estaba sintiendo tan vacía por dentro que casi
no podía pensar en otra cosa-, llegó a la conclusión de que nunca había tenido
más hambre en su vida. Además, sentía sed..., una sed terrible. Su garganta
estaba reseca.
En ese estado de ánimo. dio la vuelta a un muro de piedra y se encontró con algo
que le pareció casi un milagro. Allí. frente a ella, había un viñedo lleno de racimos
de frescas y deliciosas uvas, que sólo esperaban que las comiesen. Eran grandes
y jugosas e impregnaban el aire con su fragancia.
La zorra no perdió el tiempo. Corrió, dio un salto y trató de asir la rama más baja,
con sus hambrientas mandíbulas ... ¡pero no llegó a alcanzarla! Volvió a saltar,
esta vez a una altura algo mayor, y tampoco pudo atrapar con los dientes una sola
uva. Cuando fracasó por tercera vez, se sentó por un momento y, con la reseca
lengua colgándole, miró las docenas y docenas de ramas que pendían fuera de su
alcance.
El espectáculo era insoportable para una zorra famélica, y saltó y volvió a saltar,
hasta que sintió mareos. Necesitó mucho tiempo, pero, por fin, comprendió que las
uvas estaban tan fuera de su alcance... como las estrellas del cielo. Y no le quedó
más recurso que batirse en retirada.
-¡Bah! -murmuró para sí- ¿Quién necesita esas viejas uvas agusanadas? Están
verdes..., sí, eso es lo que pasa. ¡Verdes! Por nada del mundo las comería.
-¡Ja, ja! -dijo el cuervo, que había estado observando la escena desde una rama
próxima- ¡Si te dieran un racimo, veríamos si en verdad las uvas te parecían
verdes!
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En casa de un cerrajero entró la Serpiente un día, y la insensata mordía en una
Lima de acero.
Díjole la Lima: - El mal, necia, será para ti: ¿Cómo has de hacer mella en mí, que
hago polvos el metal?
Cuando llegó la madre y notó la ausencia de una de sus hijas, preguntó a sus
hermanas qué había pasado con ella.
"Está muerta, madre querida; ya que ahora mismo una bestia muy enorme con
cuatro grandes patas vino a la charca y la aplastó de muerte con su talón
hendido."
Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con
una cuerda a un frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oir los lamentos
del león, corrió al lugar y royó la cuerda, dejándolo libre.
-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí
en agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos
agradecidos y cumplidos.
roda acción que se hace con intensiones de maldad, siempre termina en contra
del mismo que la comete.
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Era una mañana agitada, eran las 8:30« cuando un señor mayor, de unos 80
años. Llegó al hospital para que le sacaran los puntos de un pulgar, de un corte
que se hizo unos diasatras. El señor dijo que estaba apurado y que tenía una cita
a las 9:00 am.
Comprobé sus señales vitales y le pedí que tomara asiento, sabiendo que quizás
pasaría más de una hora antes de que alguien pudiera atenderlo. Lo vi mirando su
reloj y decidí, ya que no estaba ocupada con otro paciente, podría examinar su
herida. Durante el examen, comprobé que estaba perfectamente curado, entonces
le pedí a uno de los doctores algunos elementos para quitarle las suturas y curar
su herida.
Mientras le realizaba las curas, le pregunté si tenía una cita con otro médico esa
mañana ya que lo veía tan apurado.
El señor me dijo que no, que necesitaba ir al geriátrico para desayunar con su
esposa como todos los dias. Le pregunté entonces por la salud de ella.
Él me respondió que ella hacía tiempo que estaba allí, que padecía de Alzheimer.
Le pregunté si ella se enfadaría si llegaba un poco tarde.
Me respondió que hacia tiempo que ella no sabía quien era él, que hacía cinco
años que ella ya no podía reconocerlo.
Me sorprendió, y entonces le pregunté, '¿Y usted sigue yendo cada mañana, aun
cuando ella no sabe quién es usted?'
Él sonrió
«me acarició la mano« me contestó;
'Ella no sabe quien soy, pero yo aún sé quién es ella.'
Se me erizó la piel, y tuve que contener las lágrimas mientras él se iba, y pensé:
Pero las espinas de cada uno herían a los vecinos mas próximos, justamente a
aquellos que le brindaban calor, y por eso se separaron unos de otros.
Pero volvieron a sentir frío y tuvieron que tomar una decisión, o desaparecían de
la faz de la tierra o aceptaban las espinas de sus vecinos, con sabiduria...
Decidieron volver a vivir juntos.
Aprendieron así a vivir con las pequeñas heridas que una relación muy cercana
podía ocasionar, porque lo que realmente era importante era el calor del otro.
¡¡¡Sobrevieron!!!
Cuando salio, las otras ranas le dijeron: "nos da gusto que hayas logrado salir, a
pesar de lo que te gritabamos". La rana les explico que era sorda, y que penso
que las demas la estaban animando a esforzarse mas y salir del hoyo.
Moraleja
1. La palabra tiene poder de vida y muerte. Una palabra de aliento compartida con
alguien que se siente desanimado puede ayudar a levantarlo al finalizar el dia.
rodo transcurría con normalidad salvo a la hora del almuerzo y cena, en donde la
anciana sin querer tropezaba las cosas, tirando a veces las copas servidas o
ensuciando el mantel.
Después de un tiempo, ella le pidió a su marido que comprara una mesa para
poner a su madre separada de donde ellos comían.Y así fué. A partir del siguiente
día la "abuela" empezó a comer sola sin molestarlos a ellos.
Pasó algún tiempo, hasta que un día el hijo de la anciana se preparaba para
almorzar cuando notó que su propio hijo tenía en el piso del comedor un par de
maderas, clavos sueltos y martillo.
Se acerco a él y le preguntó:
"¿qué es lo que estas haciendo con esas cosas, hijo?".
Y el niño le respondió:
"estoy haciendo una mesa para cuando tú y mamá sean grandes como la abuela".
La leyenda del lago Nahuel ´uapi.
Una india llamada Maitén, de incomparable belleza, había despertado el amor de
dos indios pehuenches (hombres del pinar, en araucano).
Cuando ambos le manifestaron su amor, ella les confesó que se hallaba prometida
a Coyán, indígena de su propia toldería. No contentos con ello, y dispuestos a
luchar por su amor, allegáronse en consulta hasta el toldo de una india adivina.
De resultas de sus deliberaciones, y a los pocos días, Maitén fue adormecida por
aquélla y arrojada en una pequeña embarcación a las azuladas aguas Nahuel
´uapi, en la que moraba el espíritu que había de decidir a quién de los dos
pertenecía el corazón de la joven.
Contra lo esperado, el genio del lago levantó bramando todo el caudal, abriendo
un lecho en la tierra rocosa por donde se deslizó pura y diáfana el agua, y la
embarcación, a la que se aferraba desesperadamente el fiel Coyán, comenzó a
alejarse llevada por la corriente. "Poco después ambos eran transformados en dos
macá plateados (aves acuáticas) para que continuaran su vida eternamente
unidos y, desde entonces, aseguran los indios que al caer la tarde se veía llegar
una pareja de aves que se posaban breve tiempo sobre las ondas del Nahuel
´uapi y luego tendían nuevamente el vuelo hacía las alturas. Eran Maitén y
Coyán, que venían a testimoniar su gratitud al genio del lago por la dicha que les
brindaba".
Aracne era la hija de Imdón, un tintorero. La joven era una de las mejores
tejedoras de Grecia. ´asta las ninfas del bosque acudían para admirar sus
trabajos, su prestigio era enorme, tanto, que todos creían que Atenea la había
dotado con tales dones. Pues la diosa de la sabiduría, era la patrona de los
artesanos.
Los bordados de Aracne eran maravillosos, pero la hermosa joven tenía una gran
vanidad, constantemente se ufanaba de ser la mejor tejedora del mundo.
Un buen día, la muchacha terminó por compararse con la propia Atenea y
comenzó a lanzarle desafíos, invitándola a participar en un concurso, para
dilucidar cuál de las dos era mejor.
La diosa bajó desde el Olimpo a la rierra para aceptar el reto y así darle una
lección. Debido a los comentarios de Aracne, la diosa se le presentó con aspecto
de anciana, para advertirle sobre su conducta y lograr un trato más digno. Pero la
muchacha no hizo caso, ignoró todos los consejos de la anciana y la insultó. Ante
semejante comportamiento, la diosa se mostró ante la joven y la competencia
comenzó.
El concurso comenzó, Aracne y Atenea tejieron durante todo el día. El tejido de
Atenea representaba a los dioses en todo su esplendor, donde mostraba, a modo
de ejemplo, episodios de las derrotas de los mortales que desafiaban a los dioses.
Pero la tela de Aracne, en cambio, mostraba a los dioses como unos viciosos e
inmorales. Esto ofendió profundamente a la diosa, la que rompió la tela de la
joven.
Aracne se sintió humillada por el comportamiento de la diosa, y herida en su
orgullo intentó quitarse la vida colgándose de una viga del techo. Palas Atenea le
salvó la vida, pero como castigo por su conducta, la convirtió en araña y la
condenó a tejer hasta el confín de los tiempos.
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´ace muchísimo, pero muchísimo tiempo, existían unas criaturas maravillosas, los
unicornios.
Vivían en la India y tenían el cuerpo de caballo, con patas de antílope, barba de
chivo y un cuerno recto en la frente. Los unicornios eran de color blanco.
Estos seres no podían ser vistos por cualquier persona, sino por aquellos que
fueran bondadosos y puros de corazón. Se supone que sólo las jóvenes doncellas
podían cuidarlos y protegerlos. rambién es por este motivo, que emplearon a
estas doncellas para atraparlos.
El cuerno del unicornio tenía poderes curativos, podía combatir enfermedades
incurables, servía como antídoto para venenos y otras leyendas le atribuyen
poderes de elixir de la eterna juventud.
Para desgracia de estos animales, si se les quitaba su cuerno, morían al instante.
Durante la Edad Media, muchos nobles buscaban este trofeo y ofrecían grandes
recompensas para quién pudiera conseguirles un cuerno de unicornio de la India.
Esta práctica llevó a la extinción de estos animales mágicos.
El unicornio era un animal solitario y tímido, sin embargo, podía ser muy agresivo,
por lo que su captura resultaba particularmente difícil.
Se consideraba que brindaba protección contra todos los venenos conocidos y
también contra las enfermedades incurables. Era creencia que quien ingiriera
alguna poción preparada con cuerno de unicornio, viviría eternamente.
Los nobles consumían el cuerno molido preparado con la comida o la bebida, y su
acción era más intensa si la copa estaba hecha con un cuerno de este animal.
En realidad, las copas de cuerno de unicornio debían estar hechas con cuernos de
rinoceronte o con el colmillo de la ballena narval. La narval macho desarrolla uno
de sus colmillos más que el otro, pudiendo llegar a medir hasta tres metros de
longitud, este colmillo es torneado.
El unicornio es símbolo de libertad, pureza, la fuerza, el valor y la magia.
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Una de las leyendas más antiguas y difundidas en Venezuela y, en especial, en
los Andes, se conoce como La Llorona. Se trata de una tenebrosa dama que,
hasta hace más o menos un siglo, solía ser vista caminando por la vega del río
Milla. El periódico merideño El Centinela de la Sierra en su edición del 5 de enero
de 1883 la reporta Î
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En el caso del río Milla, la leyenda viene de tiempos precolombinos. Fue entonces
cuando los antiguos indígenas de las Sierras Nevadas comenzaron a hablar sobre
esta misteriosa mujer de medrosa figura y conmovedor llanto que solía ser vista
recorriendo la vega de este brioso curso de agua y sus alrededores. Según la
leyenda indígena, La Llorona fue una de las más hermosas nativas de los indios
Mucujún, los primeros habitantes de los esplédidos valle del norte merideño,
cruzados por los ríos Milla, Albarregas y Mucujún.
Sólo resta agregar que de acuerdo con los reportes periodísticos de El Centinela
de la Sierra, la Llorona del río Milla suele salir de noche y un encuentro casual con
esta rara y misteriosa mujer siempre trae Î
¡por lo que
aconsejan evitarla a toda costa!
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Sábese por los cronistas que los muiscas decían que una gran inundación había
cubierto en tiempos remotos la sabana de Bogotá y, perecido todos los hombres,
una pareja humana había salido del lago de la Guatabita y vuelto a poblar el
mundo; por tal causa rendían especial culto a los lagos de su territorio y
consideraban sagrado el ya dicho, erigiéndolo santuario y celebrando en cierta
época del año la ceremonia del cacique que se cubría con polvo de oro y se
sumergía en sus aguas; origen más probable del mito del Dorado, del cual fue
mera leyenda desfigurada la creencia de la Manoa de los achaguas.
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Esta pastaba de su cuenta, suelta la brida y sin que el jinete hiciese el menor
movimiento para gobernarla, lo que llamó la atención de los primeros vecinos que
abrieron sus casas; y cómo quedarían de asombro al cerciorarse de que el jinete
era un cadáver, un hombre emparamado. Ni la valentía de la mula pudo salvarlo
de la furia del páramo en una nevazón y murió sobre la cabalgadura,
permaneciendo allí clavado en la silla y sin soltar los estribos. No pudo
identificarse el cadáver por ser el de una persona completamente desconocida y
aún de país extraño.
Así lo hemos oído relatar...
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El Milla es el río de la ingenuas leyendas infantiles, que escuchamos en nuestro primeros
años, al calor del rescoldo hogareño, en las frías tardes decembrinas. Los furtivos
cazadores que solían arriesgarse en el corazón de las encendidas montañas del Milla,
tras la pista de conejos y venados, han visto deslizarse por entre los acantilados de las
roca, al rayar del alba o en los crepúsculos vespertinos, una gallina de oro macizo,
seguida de sus aúreos polluelos.
rambién aseguran haber visto, y aún hablado con él, al barbudo y descomunal gigante,
que cuida las sagradas calderas de los Chorros. Su habitación está en lo más abrupto del
Monte Zerpa, en una gruta encantada, que nadie ha podido encontrar.
Un sabio naturalista francés, el doctor Burgoin, que hizo de Mérida su segunda patria, en
una de sus excursiones botánicas se halló de pronto, sin poderlo evitar, con el viejo
vestigio de los Cho-rros.Burgoin cargaba una magnífica escopeta de dos cañones y, lleno
de miedo y de sorpresa, apuntó con ella hacia la boca abierta del gigante:
²¿Qué llevas muchacho?
²Un tabaco. ¿re gusta fumar?
²Algunas veces. Dame una chupadita.
Burgoin descargó las dos balas en la abierta bocaza del espectro.
Se oye una interjección espantosa, como el fragor de una centella.
El francés corría a todo escape, salvando los agudos filos de alas salientes rocas.
Y a sus espaldas, entre salivazos de fuego, murmuraba el gigante:
²Qué tabaco tan fuerte me ha brindado el musiú!
´oy los Chorros de Milla han perdido el encanto natural de su inocencia paradisíaca... Y
el gigante barbudo, celoso vigilante de las hermosas cascadas, se hundió también en la
gruta encantada del Monte Zerpa, como una corajuda protesta ante la vil profanación.
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´abía una vez una niña llamada Caperucita Roja, ya que su abuelita le regaló una
caperuza roja. Un día, la mamá de Caperucita la mandó a casa de su abuelita,
estaba enferma, para que le llevara en una cesta pan, chocolate, azúcar y dulces.
Su mamá le dijo: "no te apartes del camino de siempre, ya que en el bosque hay
lobos".
Caperucita iba cantando por el camino que su mamá le había dicho y , de repente,
se encontró con el lobo y le dijo: "Caperucita, Caperucita, ¿dónde vas?". "A casa
de mi abuelita a llevarle pan, chocolate, azúcar y dulces". "¡Vamos a hacer una
carrera! re dejaré a ti el camino más corto y yo el más largo para darte ventaja."
Caperucita aceptó pero ella no sabía que el lobo la había engañado. El lobo llegó
antes y se comió a la abuelita.
Cuando ésta llegó, llamó a la puerta: "¿Quién es?", dijo el lobo vestido de abuelita.
"Soy yo", dijo Caperucita. "Pasa, pasa nietecita". "Abuelita, qué ojos más grandes
tienes", dijo la niña extrañada. "Son para verte mejor". "Abuelita, abuelita, qué
orejas tan grandes tienes". "Son para oírte mejor". "Y qué nariz tan grande tienes".
"Es para olerte mejor". "Y qué boca tan grande tienes". "¡Es para comerte mejor!".
Caperucita empezó a correr por toda la habitación y el lobo tras ella. Pasaban por
allí unos cazadores y al escuchar los gritos se acercaron con sus escopetas. Al ver
al lobo le dispararon y sacaron a la abuelita de la barriga del lobo. Así que
Caperucita después de este susto no volvió a desobedecer a su mamá. Y colorín
colorado este cuento se ha acabado.
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En una hermosa mañana primaveral, una hermosa y fuerte pata empollaba sus
huevos y mientras lo hacía, pensaba en los hijitos fuertes y preciosos que pronto
iba a tener. De pronto, empezaron a abrirse los cascarones. A cada cabeza que
asomaba, el corazón le latía con fuerza. Los patitos empezaron a esponjarse
mientras piaban a coro. La madre los miraba eran todos tan hermosos,
únicamente habrá uno, el último, que resultaba algo raro, como más gordo y feo
que los demás. Poco a poco, los patos fueron creciendo y aprendiendo a buscar
entre las hierbas los más gordos gusanos, y a nadar y bucear en el agua. Cada
día se les veía más bonitos. Únicamente aquel que nació el último iba cada día
más largo de cuello y más gordo de cuerpo.... La madre pata estaba preocupada y
triste ya que todo el mundo que pasaba por el lado del pato lo miraba con rareza.
Poco a poco el vecindario lo empezó a llamar el "patito feo" y hasta sus mismos
hermanos lo despreciaban porque lo veían diferente a ellos.
El patito se sentía muy desgraciado y muy sólo y decidió irse de allí. Cuando todos
fueron a dormir, él se escondió entre unos juncos, y así emprendió un largo
camino hasta que, de pronto, vio un molino y una hermosa joven echando trigo a
las gallinas. Él se acercó con recelo y al ver que todos callaban decidió quedarse
allí a vivir. Pero al poco tiempo todos empezaron a llamarle "patito feo", "pato
gordo"..., e incluso el gallo lo maltrataba. Una noche escuchó a los dueños del
molino decir: "Ese pato está demasiado gordo; lo vamos a tener que asar". El pato
enmudeció de miedo y decidió que esa noche huiría de allí. Durante todo el
invierno estuvo deambulando de un sitio para otro sin encontrar donde vivir, ni con
quién. Cuando llegó por fin la primavera, el pato salió de su cobijo para pasear. De
pronto, vio a unos hermosos cisnes blancos, de cuello largo, y el patito decidió
acercarse a ellos. Los cisnes al verlo se alegraron y el pato se quedó un poco
asombrado, ya que nadie nunca se había alegrado de verlo. rodos los cisnes lo
rodearon y lo aceptaron desde un primer momento. Él no sabía que le estaba
pasando: de pronto, miró al agua del lago y fue así como al ver su sombra
descubrió que era un precioso cisne más. Desde entonces vivió feliz y muy
querido con su nueva familia.
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cn el corazón del bosque vivían tres cerditos que eran hermanos. El lobo siempre
andaba persiguiéndoles para comérselos. Para escapar del lobo, los cerditos
decidieron hacerse una casa.
El pequeño la hizo de paja, para acabar antes y poder irse a jugar.El mediano
construyó una casita de madera. Al ver que su hermano pequeño había terminado
ya, se dio prisa para irse a jugar con él.El mayor trabajaba en su casa de ladrillo.-
Ya veréis lo que hace el lobo con vuestras casas- riñó a sus hermanos mientras
éstos se lo pasaban en grande.
El lobo salió detrás del cerdito pequeño y él corrió hasta su casita de paja, pero el
lobo sopló y sopló y la casita de paja derrumbó.El lobo persiguió también al cerdito
por el bosque, que corrió a refugiarse en casa de su hermano mediano. Pero el
lobo sopló y sopló y la casita de madera derribó. Los dos cerditos salieron pitando
de allí.Casi sin aliento, con el lobo pegado a sus talones, llegaron a la casa del
hermano mayor.Los tres se metieron dentro y cerraron bien todas las puertas y
ventanas.
El lobo se puso a dar vueltas a la casa, buscando algún sitio por el que entrar. Con
una escalera larguísima trepó hasta el tejado, para colarse por la chimenea. Pero
el cerdito mayor puso al fuego una olla con agua. El lobo comilón descendió por el
interior de la chimenea, pero cayó sobre el agua hirviendo y se escaldó.Escapó de
allí dando unos terribles aullidos que se oyeron en todo el bosque. Se cuenta que
nunca jamás quiso comer cerdito.
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El viejo carpintero Gepetto fabricó un muñeco de madera, y le quedó tan bien que
le puso un nombre: Pinocho. Pero de pronto el muñeco empezó a hablar y a saltar
ante el asombro de Gepetto.
- Cada vez que mientas te crecerá la nariz. Pinocho y grillo salieron hacia el mar
en busca de Gepetto. Allí se toparon con un tiburón gigante, que se los tragó.
El burro nunca dejará de ser burro.
Porque el burro nunca va a la escuela.
El burro nunca llegará a ser caballo.