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A esta huella, Freud la denominó bahnung, que puede traducirse como “abrir
el camino”. La “facilitación”, concepto tomado de Exner, así como el de
“suma de excitaciones” (bahnung) es el camino que se impone al siguiente
pasaje de Q. Esta facilitación se caracteriza por ser una cadena en la que las
huellas están diferenciadas, de modo que la memoria está constituida por las
diferencias de facilitación entre las neuronas.
Para Titchner (citado por Norman, 1969), Wund en 1860 fue el primero en
haber formulado una doctrina sobre la atención. Según James (Ibídem), Exner
estudió la atención teniendo en cuenta las diferencias que mediaban entre dos
sensaciones, simultáneas o sucesivas, y su relación con la memoria que de
ellas se tenía.
De todos ellos, William James (1890) fue el primero que se dedicó al estudio
experimental de la atención, teniendo en cuenta las investigaciones realizadas
por Exner. Escribe que “Todos sabemos qué es la atención. Es la toma de
posesión por la mente, en forma clara y vívida, de un solo objeto de los en
apariencia numerosos objetos o cursos de pensamiento simultáneamente
posibles. A su esencia pertenecen la localización y la concentración de la
conciencia. Implica retirarse respecto de algunas cosas para manejar
eficientemente otras” (citado por Norman, 1969; pág. 20). Dicho en otras
palabras, cuando nos concentramos en algo el mundo circundante (ruidos,
conversaciones, pensamientos, imágenes, etc.) “desaparece” para nuestra
conciencia. Describe James dos tipos de limitaciones en la capacidad de
atender: una, denominada “serial” donde sólo puede hacerse una cosa por vez,
y otra, “paralela”, que permite un cierto número de actividades simultáneas,
cuyo análisis debe poseer un cierto grado de redundancia. Aclara que si el
proceso es habitual puede atenderse a hasta tres cosas a la vez (por ejemplo:
ideas); en caso contrario, sólo es posible prestarle atención a una de ellas. En
cambio, cuando lo que debe ser atendido es más de una sensación, por leve
que estas sean, la atención de una enturbia la otra.
Cherry en 1953 (citado por Norman, 1969) describe que cuando se trata de
distinguir entre dos comunicaciones verbales, la atención primero tiene en
cuenta las diferencias entre las características físicas (timbre, modulación,
etc.) y luego a las psicológicas, como la estructura gramatical o el
significado, tema que luego retomaremos.
Valls, José Luis (1995) Diccionario Freudiano. Julián Yébenes S.A. Editores.
Madrid, 1995, define la atención como la energía libidinal (en un sentido
amplio, que incluye el interés de la autoconservación) del yo (en realidad
proveniente del ello, pero ligada y almacenada por el yo) que inviste el sistema
de percepción-conciencia (PCc); es imprescindible para que algo sea registrado
por la conciencia.
Funciona en dos niveles; uno libremente flotante, con bajo nivel de investidura
y que registra todas las percepciones posibles por igual; y un segundo copioso,
con fuerte investidura; este último es el que otorga fuerte nitidez a la
percepción.
Cuando es descubierta una percepción que se puede vincular con algo deseado
o temido, entonces en este segundo paso el sistema PCc. Recibe una fuerte
investidura de atención, tomando nitidez de conciencia.
La atención sirve, ciertamente, para percibir el mundo exterior, pero también
registra, a través de las representaciones lingüísticas, la actividad del
pensamiento proveniente del mundo interior.
Para hacer conciente un pensamiento se necesita de la representación-palabra
preconciente (Prec.) investida por la atención que la hace conciente. Esta
investidura es manejada por el yo conciente principalmente desde la censura
conciente.
Cuando a un paciente le pedimos que "asocie libremente", en realidad le
estamos diciendo a su yo que inviste de atención a sus asociaciones de palabra,
que levante la censura crítica conciente que intenta desinvestirlas para evitar
conflictos que generen angustia. Le estamos pidiendo que no siga reforzando
desde la censura conciente, la represión inconciente, generadora de síntomas y
neurosis.
La percepción no es pasiva. La investidura de atención incluye investidura de
deseo inconcientes, mediada por el yo, que como antenas tentaleantes (Notas
sobre la "pizarra mágica" [1924-25] y La negación [1925]) registran todas las
percepciones posibles, pues lo deseado o lo temido pueden estar entre las
mismas.
Por parte del analista, plantea difíciles problemas. El suprimir las influencias y
prejuicios concientes que podrían influir sobre la atención, requieren según los
consejos de Freud, el análisis personal, el análisis didáctico, los análisis de
supervisión, es decir se dirige a la formación del analista, teniendo en cuenta
que toda represión no liquidada constituye un punto ciego en las facultades de
percepción analítica.