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Interreligioso
en el
monasterio
Como ya va siendo habitual en el mes de mayo se celebró la reunión anual de la
Comisión Ibérica del DIM (Diálogo Interreligioso Monástico). En esta ocasión se
desarrolló en el Monasterio Cisterciense de la Encarnación de Córdoba: No se trata
ahora de hacer una crónica de la reunión, pues ella ya aparecerá en el boletín
correspondiente del DIM, en la pluma de sor Griselda Cos. No obstante si que
podemos hablar un poco del diálogo interreligioso.
Hay una situación nueva innegable que nos obliga a tener una actitud diferente. Es
algo que expresa con claridad el teólogo Torres Queiruga: “La pluralidad de las
religiones, en un mundo en trance de unificación tan acelerada como jamás había
conocido la historia humana, nos coloca a todos, creyentes y no creyentes, ante una
de las tareas más urgentes y decisivas. Ya no caben la ignorancia mutua ni la
distancia indiferente. El contacto resulta continuo y el contraste, inevitable. Como Karl
Jasper decía de las situaciones-limite, eso no podemos cambiarlo”.1
Pero ¿Qué es el diálogo? El diálogo, más que una actividad es una actitud que no se
fundamenta en el escepticismo, ni mucho menos en el relativismo, sino en la dignidad
de las personas que se comunican y buscan la Verdad, con respeto, sinceridad,
amistad, confianza, apertura, etc.2
1
TORRES QUEIRUGA Andrés, Prologo a: Teología del Pluralismo Religioso de José Mª
VIGIL. El Almendro, Córdoba 2005
2
Cf.OMP. Formación misionera para sacerdotes y seminaristas. 6
3
Cf.OMP. Formación misionera para sacerdotes y seminaristas. 6
1
El Concilio también anima a ese diálogo, y dice
que “para dar fructuosamente testimonio de
Cristo, los cristianos se deben unir con los no
cristianos por el aprecio y la caridad, y deben
tomar parte en la vida cultural y social,
familiarizándose con sus tradiciones nacionales y
religiosas, para descubrir así con gozo y respeto
las semillas de la Palabra que en ellos laten”.4
Dios ha creado al hombre y a la mujer a su imagen, les ha dado una misión para un
proyecto común5. Esta unidad es más fundamental y más importante que todas las
diferencias. Dios quiere la salvación de todos los hombres6. Esta voluntad de salvación
tiene su centro en Cristo7
4
Cf. Conc. Vat. II: Decreto Ad gentes divinitus, (1965), nº 11.
5
Cf. Gn 1; Nostra Aetate 1.
6
Cf.Gn 9, 9-18
7
Cf. Tm 2, 5-6; Lumen Gentium 16; Dei Verbum 3-4; Nostra Aetate 2.
8
Cf.2 Cor 5, 18-19; Nostra Aetate 2; Ad Gentes 3; Mc 10, 45; Gaudium et Spes 22;
Redemptor Hominis 13.
9
Cf. Redemptoris Missio 28-29.
10
Cf. Rm 8, 26; Lumen Gentium 16; Nostra Aetate 2.
11
Cf. Ad Gentes 11.
12
Cf. Gn 11; Rm 7, 21-24; Lumen Gentium 16.
2
e) La Iglesia signo e instrumento de la unión entre Dios y los hombres:
Podemos enriquecer nuestra vida monástica con la actitud y la práctica del diálogo. Ya
que el diálogo interreligioso amplía nuestra antigua práctica de la hospitalidad
monástica. Pues se trata también de acoger otro camino espiritual, de reconocer que
tiende, al igual que nosotros, hacia objetivos semejantes. Además, los intercambios
espirituales y la oración interreligiosa con contemplativos de otras religiones, nos
enriquecen dándonos a conocer otras formas de práctica contemplativa que los
monjes cristianos podemos integrar en nuestra propia contemplación (Vipassana,
Zazen, Yoga, Sama,…) ampliando nuestro horizonte tradicional y despertando
aspectos de la tradición que se habían abandonado (apertura al cosmos, presencia del
cuerpo,…). Por otro lado, los intercambios espirituales refuerzan la solidaridad e
incitan a colaborar en las iniciativas religiosas por la paz y el respeto a la creación.
13
Cf. Lumen Gentium 1; Ad Gentes 1;
14
Cf. Lumen Gentium 13, Gaudium et Spes 1-3; Ad Gentes 11, RB 4, 8.
15
Cf. 1 Jn 3, 2.
16
Cf. Jn 17, 21
17
Cf. Sab 11, 24
18
Cf. R. PANIKKAR, “Religión (Diálogo Interreligioso)”, en Conceptos fundamentales
de cristianismo. Trotta, Madrid 1993, 1145-1146.
19
SAMPEDRO F. Ecumenismo y Tercer Milenio. Celam, Bogotá 2003, 153.
20
Monseñor Antonio Peteiro Freire. Arzobispo de Tánger de 1983-2005. Falleció 25
marzo 2010.
3
No podemos pretender que una religión tiene la verdad totalmente, ni
encasillar a Dios en una determinada religión. Hemos de «Dejar a Dios ser
Dios», por encima de nuestras categorías y definiciones. Porque en la
medida en que renunciamos a poseerlo, lo encontraremos como Dios
verdadero. El verdadero Dios nunca es «a nuestra medida»… Nadie posee
la verdad completa. Sólo Dios”.21
Hasta una próxima ocasión, si Dios quiere, ¡Inchsh’Allah! Vuestro hermano monje de
Huerta, en tierras del Islam.
21
PETEIRO FREIRE A, en “Vida Nueva” (Madrid) 2308 (diciembre 2001) 50.
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