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El año de 1985, será un año muy recordado por los estudiantes de decimo
semestre de física, en la universidad de chicago; ninguno podrá olvidar el caso
que conmocionó a los estudiantes de esa promoción.

Tal vez muchos recordaran al profesor James Carlevaro, catedrático de muchas


universidades; de gran prestigio por su estudio de muchos años, dedicado a la
investigación de la teoría de las partículas invisibles.

Tenía 65 años en ese entonces, de los cuales 40 los había dedicado a desarrollar
el estudio científico de su teoría; se había graduado en Oxford donde su tesis
había sido laureada por el comité científico de esa universidad. Posteriormente, su
trabajo en el campo de la física cuántica, le otorgo ser galardonado como el
científico del año por la revista Ciencia, y de manera particular sus artículos eran
muy conocidos en la comunidad científica.

La nieve de los años cubría su cabeza, sus facciones afiladas y las huellas de su
frente fruncida, imprimían un carácter fuerte en las personas que no le conocían,
su mirada penetrante hacía de su apariencia una figura enigmática.

Para esa época, yo no era más que un principiante en el mundo de la física; con
mucha dificultad apenas lograba entender un porcentaje mínimo de sus
magistrales clases, dado que mi fuerte era la teoría de la relatividad de Einstein.

Había leído mucho acerca de esta teoría y pasaba horas leyendo y releyendo sus
galimatías , pero me preocupaba mucho el hecho de saber que al doctor James,
esta teoría, no representaba algo más que la que él había desarrollado, -Einstein
fue un mito- solía decir con su voz cavernosa.

Todos sus alumnos le tenían gran aprecio, a pesar de que era un poco
malgeniado, sin embargo habían días en que sus clases se tornaban
somnolientas. Unos se distraían haciendo figuras de papel, otros más osados se
dormían, y yo solo atinaba a desenmarañar sus jeroglíficos que plasmaba en el
tablero, el caso es que el profesor james no se percataba al final de esto.

Yo era amigo de Harry, quien solía dedicar sus ratos libres a la informática,
siempre vivía actualizado en esta área, y alguna vez hasta me confesó que quería
ser uno de los hombres más ricos del mundo, ese día una risa burlona se apodero
de mí, porque Harry tenia la apariencia de cualquier personaje, menos la de ser un
magnate.
Vlex era uno de los mayores del salón, de alguna manera había entablado una
amistad mutua y confidencial con el doctor james, le había incluso revelado los
secretos mas íntimos que guardaba con recelo en su computador portátil, acerca
de la teoría de las partículas invisibles.

Vlex, nos había contado en el apartamento donde vivíamos con Harry, este
secreto, pero nos dijo que no lo contáramos a nadie, ya que podría llegar a ser
muy peligroso para la humanidad.

Yo no le di la importancia a esta información, pero Harry había quedado lleno de


estupor y un destello rutilante en sus ojos evidenciaba el gran interés que le había
suscitado la teoría del doctor james.

Esa noche me acosté temprano, mientras Vlex y Harry siguieron discutiendo


acerca del tema y disertando hasta la media noche.

Mientras intentaba dormir, pensaba, si en verdad eso que nos había contado Vlex,
merecía darle la importancia que mi exiguo y vago conocimiento me daba para
emitir un concepto con rigor científico.

Nadie más sabía en el salón este secreto, solo Vlex, Harry y yo.

Una fuerte tempestad cubrió la noche aquel día, y un nerviosismo se apoderaba


de todos en ese momento, pues sabíamos que ese examen era fundamental para
graduarnos.

El profesor james había llegado puntual como de costumbre aquella noche, su


gabán destilaba agua y una fina capa de nieve se albergaba en la copa de su
sombrero.

Habían trascurrido 2 meses desde el día que Vlex nos había confiado el secreto
del doctor james, yo tenía el presentimiento, de que era portador de algo muy
importante, pero no lograba dimensionar el estatus que me daba el privilegio de
poseer uno de los secretos mejor guardados por el científico que pudo haber sido
el premio nobel de física aquel año.

Cuando entró al salón, no saludo, cosa que me pareció muy extraña. Se quitó su
sombrero y con un ligero movimiento de sus dedos, lo sacudió; de pronto, un
sentimiento de incertidumbre se propagó en segundos por todo el salón, como
presintiendo que algo sucedía.

Su rostro lánguido y pálido era el presagio de lo más insospechado, su voz


trémula no era el producto del desgaste cronológico, vociferando infinidad de
veces sus teorías, sino la voz de alguien que había visto el fantasma de
canterville.

-alguien hurto mi portátil anoche- dijo el doctor.

Vl instante supe la razón de sus ojeras.

Inmediatamente un silencio sepulcral invadió el aula, todos nos mirábamos


atónitos como queriendo decir en nuestra mente! yo no fui ¡

Pero yo sabía que el problema era más grande y que para el doctor james un
simple computador no le perturbaría la vida.

Vlgo empezó a preocuparme en ese instante, Harry no estaba en el salón.

Con leve ademan dirigí la mirada hacia donde estaba Vlex, él también me miró.

Pensé en todo lo que Harry me decía, incluso, su obsesión de ser el más rico del
mundo se había tornado en mi cerebro como una teoría factible y muy seria.

Había transcurrido apenas 1 minuto y el doctor nos miraba como si alguien se


atribuiría el delito, pero solo se oyó una lacónica pregunta.

¿Está seguro? Profirió Vníbal.

Ipso facto, la trémula voz del doctor se transformo en el rugido de un dinosaurio


persiguiendo a su presa.

- ¡Malditos pronto será el final!.

Vlgo me decía que una hecatombe sucedería, por el tono profético que doctor
james había utilizado, fue entonces cuando comprendí que su teoría de las
partículas invisibles cambiaría al mundo y que lo que se avecinaba no era
alentador.

Vlex le había dicho a Harry que todo el que embardunara solo una porción de su
cuerpo, lograría volverse invisible ante los demás seres humanos e incluso podría
traspasar la materia.

Después de haber dicho esto, saco un arma de su gabán, y sin vacilar accionó su
arma justo en la sien.

Vun recuerdo como si fuera ayer, aquel fatídico día, su féretro yacía en el piso,
tendido en posición fetal con el arma entre sus manos y el cañón humeando
sutilmente, tornaron un panorama lúgubre.
40 años de sacrificio desaparecieron en un instante y la humanidad perdía uno de
los hombres más ilustres en el campo de la física después de Einstein, con él se
iba el sueño de muchos hombres de mente maligna.

El día del entierro me acerque a su esposa y le dije con acento melancólico

±siento mucho la pérdida del doctor james y su computador ±

Ella, con una mirada extraña me pregunto.

- ¿Cuál computador?-

-Donde guardaba su máximo secreto- le dije

-¿Cual secreto?

-El que guardaba en su portátil-insistí

-Vh ya-me dijo

-Pues el portátil con el secreto siguen ahí, solo que esa noche, su nieto lo saco a
escondidas de su coche para jugar pac-man.

HERNVN MEJIV

ROBINSON

SVNDY

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