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Para conocer mejor de este lo dividiremos en cuatro partes: Naturaleza, Virtud, Sacramento e
Institución.
Cuando hablamos de confesión hablamos de penitencia. Y penitencia viene de la palabra en
latín ͞poenitere͟ que significa: tener pena o arrepentirse.
La virtud moral hace que el pecador se sienta arrepentido. Cristo nos llama a la convicción y a
la penitencia. Este arrepentimiento debe ir acompañado del dolor en el corazón por haber
ofendido a Dios. Los medios para cultivar esta convicción es la oración y confesarse con la
frecuencia necesaria para ir a una comunión, la cual nos acerca a Cristo Jesús.
La virtud nos lleva a la convicción, siendo este un sacramento instituido por Cristo, que
perdona los pecados después de haberse bautizado.
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Este sacramento es uno de los dos sacramentos llamados de curación, porque sana el espíritu.
Cuando el alma está enferma debido al pecado grave, se necesita el sacramento que le
devuelve la salud para que se cure.
Cristo instituyo los sacramentos y se los confío a la iglesia, fundada por él, por lo tanto la
iglesia es la depositadora de esta poder, ningún hombre por si mismo puede personar los
pecados. Como en todos los sacramentos, la gracia de Dios se recibe en la Reconciliación.
El poder que Cristo le otorgo a los apóstoles de perdonar los pecados, implica un acto judicial,
pues el sacerdote actúa como juez, imponiendo una sentencia y un castigo. Solo que en este
caso, la sentencia es siempre el perdón, si es que el penitente ha cumplido con todos los
requisitos y tiene las debidas disposiciones. Todo lo que ahí se lleva a cabo es en nombre y
con la autoridad de Cristo.
Solamente si alguien se niega, deliberadamente, a acogerse a la misericordia de Dios mediante
el arrepentimiento estará rechazando el perdón de los pecados y la salvación ofrecida por el
Espíritu Santo y no será perdonado.
Después de la resurrección estaban reunidos los apóstoles con las puertas cerradas por miedo
a los judíos cuando se les apareció Jesús y les dice: ͞La paz con vosotros. Como el Padre me
envió, también yo los envío. Dicho esto, soplo sobre ellos y les dijo: Recibid al Espíritu Santo. A
quienes perdonéis los pecados, les quedaran perdonados; a quienes se le retengáis, les
quedan retenidos͟. Este fue el momento exacto en que Cristo instituye este sacramento.
La celebración de este sacramento, al igual que la de todos los sacramentos, es una acción
litúrgica. Encontramos dos elementos fundamentales, uno son los actos que hace el penitente
que quiere convertirse, con el arrepentimiento, la confesión y el cumplimiento de la
penitencia. El otro elemento es la acción de Dios, por medio de los Obispos y los sacerdotes, la
iglesia perdona los pecados en nombre de Cristo.
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El sacerdote tiene la obligación de recordarles a los fieles la necesidad de acudir a la confesión
individual en la primera oportunidad que tenga. Debe de motivar a una conversión, a un
cambio de vida. Debe de dar consejo sobre la manera de remediar cada situación.
El sacerdote es muy importante, porque aunque es Jesucristo el que perdona los pecados, el
es su representante y posee la autoridad de Cristo.
El lugar adecuado para administrar el sacramento es la iglesia. Siempre se trata de que se lleve
a cabo en un lugar sagrado.
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El sujeto de la Reconciliación es toda persona que, habiendo cometido algún pecado grave o
venial, acuda a confesarse con las debidas disposiciones, y no tenga ningún impedimento para
recibir la absolución.
Las personas que bien en un estado de pecado habitual, como son los divorciados vueltos a
casar, que no dejan esta condición de vida, no pueden recibir la absolución. El motivo de esto
es que viven en una situación que contradice la doctrina de la indisolubilidad del matrimonio,
pero la iglesia no olvida en su pastoral a estas personas, exhortándolos a participar en la vida
de la iglesia y que no se sientan rechazadas.
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pues Cristo no llama a la conversión y vuelta al Padre.
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porque se sigue todo un proceso de conversión,
arrepentimiento y de reparación.
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porque declaramos y confesamos los pecados ante el sacerdote.
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porque quedamos absueltos.
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porque hay una verdadera reconciliación con DIOS, con la
iglesia, con los hermanos y con nosotros mismos.
Si abrimos la Biblia y consultamos Mateo 16,19; o Juan 20,19-23, veremos que estos textos son
claves para probar que este sacramento lo quiso Cristo, fue invención del Corazón
misericordioso de Cristo.
Tanto la mujer pecadora con sus lagrimas, como la adultera que iba a ser apedreada, como
Zaqueo que de ladrón se convierte en justo, como hijo prodigo͙. Todos fueron perdonador
por Cristo.
Pues, nos levantamos con humildad. La conversión y renovación es progresiva, lenta. Por eso
es necesaria la confesión frecuente, no solo cuando hemos caído, sino para no caer. Allí Dios
nos robustece la voluntad, no solo para no caer, sino también para lograr las virtudes.
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Es muy sencillo: porque no evitan las ocasiones de pecado. Por eso, el propósito de enmienda
implica dos cosas: evitar el pecado y las ocasiones que llevan a él.
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Es rezar o hacer lo que el confesor me diga. Esta penitencia, ya sea una oración, una obra de
caridad, un sacrificio, un servicio, la aceptación de la cruz, una lectura bíblica, es para expiar,
reparar el daño que hemos hecho a Dios al pecar. Es expresión de nuestra voluntad de
conversión cristiana.