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Sucede entre muchos devenires de la vida diaria. Grupos en los cuales la obra u
opinión, una central, genera división o cohesión dentro y que señalan la directriz
de las demás personas. Personas que, para no cohechar dichos estamentos,
cambian su posición en conformidad u obediencia a los diferentes status dados.
Se ve como, dentro de cada una de las temáticas que trastoca una profunda
presión social a diversos niveles estatutarios, cada ser que hace parte de un
grupo, cede a algunas de las opiniones por sentir diversos estímulos no solo de
remuneración, sino de castigo como lo citan en diversos estudios Moreland y Levne
(1982). Mas es bueno citar también que la conformidad puede evaluarse como la
búsqueda de uniformidad en el trabajo común del grupo que, integramente, esta
conformado por pares de sujeto, el cual posee en su fuero interno un criterio que
no cabe dentro de las expectativas grupales; es así como Ash (1951) genera
variados estudios donde se determinan variantes de conformidad al grupo. Desde
la cantidad de integrantes que hagan el concenso y creen una influencia inclinatoria
hacia una idea que, no necesariamente, es verdadera (Morris, Miller y
Sprangenberg); hasta la variabilidad en los vocablos y la idea que se quiere dar a
conocer e instaurar dentro de la psicología de grupo (Keynes).
Mas cuando el statu quo es disipar al sujeto, la conformidad deja de ser el objeto
de tensión para el individuo, ya que la idea o el mensaje posee propiedades
imperativas que provienen de una fuente de rango superior. La obediencia debe
considerarse como una forma de conformidad “amañada” dentro de los parámetros de
lo normal convivencia con un grupo, generalmente singular e institucionalizado, donde
se entremezclan diversos puntos de vista, pero que buscan un objetivo común.