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Presentaremos 5 actos lingüísticos, basados en los trabajos de Searle, y que se detallan más
detenidamente a continuación:
1. Hechos
2. Juicios y opiniones
3. Declaraciones
4. Peticiones
5. Ofertas
1. HECHOS
Los hechos son descripciones, observaciones de algo que ya ha ocurrido. Los hechos
Aparecen “después”. Decimos que existen en el pasado y lo describimos desde el presente.
Estas descripciones nunca son totalmente objetivas, siempre están influidas y afectadas por
los filtros que cada uno ponemos en nuestro observar (filtros relacionados con la cultura, con
las creencias, con las distinciones que poseemos sobre lo que observamos, etc.).
Decimos que un hecho puede ser verdadero o falso. Cuando afirmo algo, el otro podría pedir
una verificación de lo que estoy afirmando, para lo cuál tendría que aportar testigos o
evidencias.
“Ayer llovió en Madrid”, “he llegado a trabajar a las 9:30”. “este niño tiene 38 de fiebre”, “Los
datos de la encuesta de Población Activa muestran un índice de desempleo del 12%”, “Todos
los niños de mi clase tienen los ojos azules”...
Todos estos ejemplos pueden catalogarse como hechos. Pueden ser verdaderos o falsos,
pero todos ellos han sido emitidos por un alguien que está realizando una descripción de algo
que ha observado previamente.
2. JUICIOS Y OPINIONES
No es lo mismo decir “He llegado a trabajar a las 9:30” que decir “He llegado tarde a trabajar”.
En el primer caso, estamos haciendo una descripción (se trata de un hecho). En el segundo
caso, estamos emitiendo una opinión (un juicio). Cuando emitimos un juicio, estamos hablando
de la manera en que vemos el mundo, de lo que opinamos sobre lo que ocurre a nuestro
alrededor.
“No me gusta esta persona”, “Estoy segura de que le va a gustar este regalo”, “No creo que
llegues a tiempo”, “Juan es el mejor fichaje del departamento”, “Nadie tiene en cuenta las
opiniones de nadie”, “Esto es una oportunidad increíble”... Son opiniones o juicios, que ponen
de manifiesto nuestra manera de ver el mundo, la interpretación que realizamos de lo que
ocurre a nuestro alrededor.
Dentro de las habilidades conversacionales, consideramos fundamental el saber distinguir los
hechos de los juicios. Cuando una persona tiene dificultad para diferenciar estos actos del
habla, tenderá a pensar que sus opiniones son hechos universales, que cualquier otro
observador debería opinar lo mismo que él opina. Sin embargo, las cosas son muy diferentes.
La capacidad para interpretar la realidad ofrece toda clase de matices en los diferentes
observadores. Llegar a la oficina a las 9:30 podría ser equivalente a llegar pronto para algunas
personas o tardísimo para otras.
3. DECLARACIONES
Una clase especial de juicios son las declaraciones. Las declaraciones son juicios que se
orientan al futuro y que tienen, por tanto, la capacidad de crear una realidad que antes no
existía. Por eso decimos que las declaraciones generan una posibilidad: “voy a estudiar
periodismo”, mañana me levantaré tarde”, “estoy decidido a intentarlo todo para enamorar a
esa mujer”... Las declaraciones llevan implícitas el compromiso de actuar de manera
coherente con aquello que se declara.
Dado que las declaraciones son un tipo de juicio, también decimos que pueden ser válidas o
inválidas. Decimos que una declaración es válida cuando le atribuimos autoridad a la persona
que declara. Atribuimos validez a la declaración del juez cuando dice: “Declaro culpable a esta
persona” o al sacerdote que dice “yo os declaro marido y mujer”. Estas mismas declaraciones
no tendrían ningún efecto formuladas por un actor, por ejemplo.
Para superar este tipo de creencias, tenemos que aprender a realizar peticiones de la manera
adecuada, de lo contrario, lo más probable es que no obtengamos aquello que deseamos que
ocurra.
Una petición requiere de los siguientes elementos:
El orador, es la persona que realiza la petición y que se hace cargo de ella. Por este motivo,
la petición se realiza en primera persona: “Yo te pido”, “Yo necesito”, “Yo quiero”, en vez de
“tenemos que” o “Necesitamos...”.
El oyente, aquel a quién se realiza la petición. Es importante identificar claramente a la
persona a quién se realiza la petición, para evitar que la responsabilidad quede difuminada:
“Yo te pido” en vez de “Habría que”, “Alguien debería hacer...”
Algo que está faltando, la necesidad del que realiza la petición: “Yo te pido que me ayudes a
terminar este trabajo”.
Las acciones involucradas, que son las acciones relacionadas con el dónde, cuándo, cómo,
a quién: “Yo te pido que me ayudes a terminar este trabajo, haciéndote cargo de la realización
de los gráficos”.
El tiempo o plazo: una petición debe enmarcarse en un determinado espacio temporal:
““Necesito esos gráficos para mañana por la tarde”
Condiciones de satisfacción: ¿Qué tiene que ocurrir para que me sienta satisfecho?: “Los
gráficos deben mostrar los valores promedio, presentarse en formato tridimensional, incluir un
título y una referencia...”
Trasfondo de obviedad: Tiene que ver con aspectos que no se explicitan claramente en el
apartado anterior, porque se supone razonable que el otro lo tenga en cuenta. El trasfondo de
obviedad puede suponer un obstáculo al realizar una petición y hay que tenerlo en cuenta,
especialmente en relaciones interculturales. Siguiendo con nuestro ejemplo, podríamos dar
por supuesto que nuestro interlocutor nos entregará los gráficos en formato digital y él podría
dárnoslos impresos...
Supuesto de competencia Cuando hacemos una petición, la hacemos bajo el presupuesto
de que juzgamos a la otra persona competente para llevar a cabo aquello que le pedimos. Te
pido que hagas X porque creo que lo que te estoy pidiendo está en tu mano realizarlo.
El proceso de la petición no termina aquí, ya que el oyente, por su parte, puede escoger,
legítimamente, entre varias opciones:
Aceptar: Al aceptar la petición, el oyente está prometiendo cumplirla con todos los
requerimientos especificados (plazo, forma, condiciones, etc.). Aceptar la petición significa
aceptar el compromiso. El oyente queda entonces involucrado en una serie de acciones.
Declinar: Rechazar la petición es otra de las opciones que tiene el oyente y también es
perfectamente legítima. Significa decir NO. Al hacerlo, no está prometiendo ninguna acción ni
acepta el compromiso. Declinar la petición requiere en ocasiones dar una explicación de los
motivos por los que no queremos o no podemos comprometernos.
Contraofertar: Cuando contraofertamos, estamos abriendo el camino de la negociación. Es
un Sí, pero. Tal vez necesitamos negociar el plazo, o alguna de las acciones involucradas. A
través de la negociación, se producen los cambios necesarios para que el interlocutor pueda
comprometerse con la petición.
Posponer: Es otra de las respuestas legítimas. El interlocutor puede pedir tiempo para pensar,
recabar información o tomar decisiones, antes de dar una respuesta. Repasando los diferentes
elementos que forman parte de la petición, es fácil entender por qué se producen tantos
malentendidos en los procesos de coordinación de acciones: “Te pedí que hicieras tal cosa y
no lo has hecho”, “No me pediste eso, lo que me pediste fue esto otro”, “Pensé que lo que tú
querías era... “ “Creí que no haría falta explicarte...” “No me quedó claro que lo necesitabas
para... “