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Bogotá, 14 de agosto de 2005

Señor Doctor
JOSÉ DARÍO URIBE ESCOBAR
Gerente General
Banco de la República
E. S. D.

Asunto: Derecho de Petición – Pensiones voluntarias - Carta Pública

Estimado doctor:

Antes de referirme al tema principal del presente oficio, me gustaría ofrecerle mis disculpas
públicas en relación con mi anterior carta de Derecho de Petición, la cual se encuentra confinada en
el archivo “20050808-1OficioBanco.pdf”, anexo a mi mensaje de correo electrónico enviado a las
6:12 p.m. del pasado 7 de los corrientes, transmitido en forma exitosa por el servidor
“smtp.cable.net.co” al servidor “banrep.gov.co”, y amparado por la Ley 527 de 1999, con destino al
buzón juribees@banrep.gov.co , que creí que correspondía a la dirección de correo del Señor
Gerente General, cuyo acuse de recibo obligatorio me fue negado por el Banco. Mis excusas se
supeditan a algunas expresiones que se pudieran tomar de mal gusto o altaneras hacia usted y sus
funcionarios subalternos, en razón a que dicho archivo pertenecía a una serie de cinco (5)
borradores diferentes y con distintas consideraciones, que se hallaban en mi computadora ese día,
los cuales no estaban destinados para su envío a esa Gerencia General, puesto que el definitivo era
otro con el nombre “20050808-defOficioBanco.pdf”, donde la redacción ya estaba depurada y no
poseía tantas consideraciones personales sobre sucesos que han estado presentes en el tema de
nuestras pensiones; es decir, no estaba afectado por tanta adrenalina o parcialidad del suscrito. De
todas formas el esquema general expuesto queda en pie, ya que es un hecho cumplido, y por eso el
presente no puede ser tomado como un alcance al enviado en esa fecha, como no sea para expresar
las presentes disculpas en torno a él.

En el presente Derecho de Petición pretendo hacer una exposición clara en relación con nuestras
pensiones voluntarias. Tampoco quiero en este escrito dejar de perder de vista algunos hechos de
valor ya expuestos en todas mis comunicaciones dirigidas al Banco durante el presente año y los
expresados por la entidad en las respuestas que han motivado las mismas, por lo cual creo que el
presente también será un tanto voluminoso. Le agradecería hacer homologar tales hechos (todos),
negarlos o corregirlos, por parte de los funcionarios de la entidad a su buen encargo, ya que por no
ser abogado el suscrito, pudiera estar equivocado.

En vista de que el presente oficio será enviado en forma simultánea a todos y cada uno de los
afectados por el gravamen a las pensiones voluntarias, de conformidad con la conclusión de la
DIAN en el concepto 089507 del 22 de diciembre de 2004, las respuestas que amerite de parte del
Banco de la República, en atención al Derecho de Petición consagrado en el Artículo 23 de la Carta
Política, no son sólo para el suscrito sino para todos los beneficiarios de este tipo de pensiones que
aún no poseen las edades consagradas en la Ley 100 de 1993 para que los pagos correspondientes
sean exentos, ya sean éstos a cargo del Instituto Emisor o no, y asimismo para la opinión pública a
través de los diferentes medios de prensa del orden nacional.
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Antecedentes de las pensiones voluntarias del Emisor

El año de 1991 nos dio a los colombianos una nueva Carta Política, y quedó abolida la que estaba
vigente, la cual databa de 1886 y había sufrido diversas modificaciones con el fin de adaptarla a la
modernidad del país. Dicha Constitución de 1991 definió en sus Artículos 371, 372 y 373 las
funciones generales del Banco de la República, y por ello la entidad es de rango constitucional.
Quedó pendiente la expedición de la Ley Orgánica del Banco, por parte del Congreso, y también
quedó a cargo del Gobierno la correspondiente a los Estatutos de la entidad.

El Congreso de la República expidió la Ley 31 de 1992, o sea la Ley Orgánica del Banco de la
República, la cual fue publicada en el Diario Oficial el día 4 de enero de 1993.

Durante el primer semestre de 1993 los directivos del Banco se ocuparon en el diseño de un
programa de retiro voluntario de empleados y funcionarios sin discriminación a las posiciones que
ocupaban al servicio de la entidad, pues de conformidad con las nuevas funciones que la
Constitución de 1991 y la Ley 31 de 1992 le confirieron a la entidad, se presentó sobrepoblación
laboral, y por eso se hizo necesario racionalizar su nómina.

La Convención Colectiva vigente estipulaba lo siguiente:

“Artículo 16º. – Los trabajadores que se retiren a partir del trece (13) de diciembre de mil
novecientos setenta y tres (1973) a disfrutar de la pensión jubilatoria con los requisitos legales de
tiempo mínimo de servicios de veinte (20) años y de edad mínima de cincuenta y cinco (55) años si
son varones y de cincuenta (50) años si son mujeres, tendrán derecho a la liquidación según la
tabla:

Liquidación sobre
Años de Servicio Salario %
20 75
21 77
22 79
23 81
24 83
25 85
26 88
27 91
28 94
29 97
30 y más 100

(Artículo 8º, numeral 1, convención colectiva 1973)”

“Artículo 17º - El empleado que se retire con treinta (30) años o más de servicios continuos o
discontinuos tendrá derecho a una pensión de jubilación equivalente al ciento por ciento (100%) de
su salario, sin consideración a su edad.

(Artículo 8º, numeral 4º convención colectiva de 1973).”

“Artículo 18º - La empleada que a partir del trece (13) de diciembre de mil novecientos setenta y
siete (1977), se retire a disfrutar de su jubilación con veinticinco (25) o más años de servicios,
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tendrá derecho a una pensión de jubilación equivalente al noventa por ciento (90%) de su salario,
sin consideración a su edad.

(Artículo 11º convención colectiva de 1977)”

Con base en los parámetros estipulados en la Convención Colectiva de la Institución y en la Ley


Laboral Colombiana, los directivos del Banco diseñaron unas tablas de retiro voluntario mediante
pensión de jubilación, las cuales partieron de la primera tesis que expresó que tendrían el derecho a
retirarse mediante una pensión vitalicia aquellos empleados (damas y varones) que tuvieran 20 o
más años de servicios a la entidad. Esas tablas, una destinada a las damas y la otra a los varones,
tuvo como base las mencionadas pensiones convencionales, corregidas, o “castigadas”, por dos
factores menores que la unidad; el primero representó la edad de cada empleado y el segundo, el
tiempo de servicios que le faltaba a cada uno para optar por la pensión plena de convención
colectiva. Esto es; se calculaba, para cada sexo, el monto que le correspondía a cada empleado por
concepto de pensión plena de convención, con base en el salario del empleado, y se multiplicaba
sucesivamente por los dos factores mencionados, menores que la unidad; y el producto obtenido era
el monto de la pensión en cada caso.

Programa o Plan de Retiro mediante Pensión Voluntaria del Emisor

A partir del segundo semestre de 1993 fue expuesto ese plan de retiro, el cual, como antes se señaló,
se originó en las pensiones convencionales (de Convención Colectiva).

La primera tanda de pensionados voluntarios, o sea de empleados que acataron el ofrecimiento del
Banco de la República, empezaron a gozar de sus pensiones a partir del 1 de noviembre de 1993 y
luego, a medida de que los que se hallaban al servicio de la entidad fueron cumpliendo con los
requisitos del Programa, tuvo continuidad el mismo hasta fines del año de 2004.

El procedimiento contó con el aval de los Ministerios pertinentes, tanto en los momentos previos a
convertirse en una realidad, como durante todo el intervalo de once (11) años en que estuvo vigente.

El orden de actividades involucradas en cada proceso de retiro voluntario fue el siguiente:

1. Promoción del programa, en forma indiscriminada a todos los empleados del Banco de la
República, incluyendo funcionarios importantes con jerarquías por debajo de la correspondiente
al Gerente General del Instituto.
2. Formalización de la aceptación por parte de cada empleado interesado.
3. Conciliación de la pensión voluntaria ante juzgado laboral.
4. Retiro de cada empleado en su calidad de pensionado voluntario.

Posibles vicios del programa

1. Los directivos del Banco de la República expusieron el programa de retiro y manifestaron


abiertamente a los empleados que las pensiones voluntarias eran exentas, tributariamente
hablando, lo cual hizo creer a éstos que nunca serían gravadas.
2. Los directivos del Banco en Bogotá convocaron a los diferentes gerentes de las sucursales con
la finalidad de darles a conocer el Programa y sus pormenores, e hicieron énfasis en que las
pensiones eran voluntarias y no gravables, lo cual instó a dichos funcionarios, cabezas de las
oficinas secundarias, a transmitirles a sus subalternos tal novedad y a promover dicho programa
en las mismas.
3. La falta de comunicación de los directivos de Bogotá, y asimismo su silencio sistemático en
relación con la versión de que las pensiones voluntarias eran convencionales, permitió que los
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empleados de la Oficina Principal y de las sucursales del Banco tomaran como cierta tal
característica de esas pensiones durante once (11) años. En otras palabras, la ausencia de
comunicación informal o formal (circulares, cartas, etc.), hizo que la generalidad de los
empleados creyeran que las pensiones voluntarias se hallaban atadas a la Convención Colectiva
del Banco de la República, la cual se hacía extensiva en sus derechos y obligaciones a todos sus
empleados y funcionarios, convencimiento que fue reafirmado por otra situación que expondré
más adelante.
4. La explicación informal que dieron los directivos del Banco en relación con las conciliaciones
laborales ante juzgados, de las pensiones voluntarias, fue que eran simples protocolos destinados
a consignar las garantías, reconocer las obligaciones de cada una de las partes, y principalmente
de evitar que en el futuro sus pensionados voluntarios alegaran que el Banco de la República los
despidió en forma indirecta imponiéndoles una pensión reducida, o coaccionándolos para que la
acataran, con violación manifiesta de lo pactado en la misma Convención Colectiva, ya que en
tales circunstancias pudieran haber obtenido, con base en un fallo judicial, las pensiones
correspondientes a la modalidad de “despido indirecto”, que en términos generales equivale a
despido sin justa causa:

“Artículo 19º- Los empleados que después de diez (10) años de servicios continuos o
discontinuos y que habiendo observado buena conducta sean retirados por causas ajenas a su
voluntad, o sean despedidos sin justa causa, tendrán derecho a una pensión mensual vitalicia
que se realizará a razón de un cinco por ciento (5%) por cada año de servicios sobre los
primeros diez (10) años y dos y medio (2.5) puntos adicionales por cada año de servicios
posterior al décimo año, o sea el cincuenta y dos y medio (52.5) por once (11) años, cincuenta
y cinco (55) por doce (12), el cincuenta y siete y medio (57.5) por trece (13) años, etc., hasta
llegar al setenta y cinco por ciento (75%) por veinte (20) años de servicios.

(Artículo 8º numeral 3º convención colectiva 1973).”

Para mayor información al respecto me remito al caso “Banco de la República – Sergio Cadena
Antolínez”, fallado por la Corte Constitucional en contra de la Institución.

5. El Banco de la República ubicó dentro del texto de las Actas de Conciliación de los
pensionados voluntarios un término denominado “especial”, el cual se refirió a las pensiones
voluntarias. Estas serían, entonces: “Pensiones especiales”. Sin embargo, la palabra “especial”
es un vocablo del idioma Español que tiene múltiple significado, y que aplicado a una pensión
sólo se pudiera entender como aquella que es no legal (de Ley 31 de 1993); esto es, que es
extralegal. O sea que la expresión idiomática “pensión especial” se puede referir a cualquier
clase de pensión extra-legal, como pudiera ser una pensión convencional; y por lo antes dicho
las pensiones voluntarias son extra-legales, y tienen su origen en la Convención Colectiva, por
lo cual también serían convencionales.

Características de las pensiones voluntarias del Banco hasta el 31 de diciembre de 2004

Los pensionados voluntarios que no teníamos las edades consagradas en la Ley 31 de 1993 éramos
beneficiarios de pensiones voluntarias, especiales, vitalicias, exentas, propias del programa de
retiro expuesto por el Banco de la República entre 1993 y 2004, las cuales siempre estuvieron
sometidas a un descuento por salud del 12%, el cual no fue compartido en ningún momento con el
Banco de la República, y además nunca fueron gravadas, sobre lo cual el mismo Banco de la
República expresó cada año, durante el citado período de once (11) años, en los certificados de
Ingresos y Retenciones dirigidos a cada uno de sus pensionados, que las sumas correspondientes a
esas pensiones eran exentas; en otras palabras, las certificó como no gravadas.
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¿Qué quiere decir una pensión de jubilación con tales características?

Simple y llanamente se trata de una pensión convencional, porque es:

• Voluntaria
• Especial = Extralegal = Convencional
• Vitalicia
• Exenta
• Aporte de salud no compartido: 12%

¿Por qué? Simplemente porque las únicas pensiones de jubilación extralegales que tienen a su
cargo el aporte parafiscal de salud, sin ser compartido con la entidad empleadora, son las
convencionales (de Convención Colectiva).

Lo anterior quiere decir que el Banco de la República les dio trance a convencionales a esas
pensiones atadas al Programa de retiro voluntario, y por ello no serían gravables en el marco del
Concepto 089507 del 22 de diciembre de 2004, emitido por la DIAN.

Situación de las pensiones voluntarias del Banco a partir del 1 de enero de 2005

Con el objeto de enmarcar esas pensiones voluntarias en el Concepto de la DIAN 089507 de 22 de


diciembre de 2004, el Banco realizó una transformación en las mismas, y de esa forma se inventó
un nuevo tipo de pensión que no está catalogada en ningún texto legal o normativo de Colombia:

El Emisor las convirtió en pensiones voluntarias, especiales, vitalicias, gravadas, supuestamente


propias del programa de retiro expuesto entre 1993 y 2004, las cuales tuvieron un descuento por
salud del 12%, que nunca fue compartido por la entidad.

Este tipo de pensión “hibrida” o “de probeta jurídica” es:

• Voluntaria
• Especial = Extralegal = Convencional = Anticipada
• Vitalicia
• Exenta = No exenta
• Aporte de salud no compartido: 12%

Eso sólo significa que el Banco de la República alteró las características de nuestras pensiones
voluntarias para hacerlas gravables de conformidad con el Concepto 089507 de 22 de diciembre de
2004.

El derecho a la exención tributaria o a la conservación del poder adquisitivo

En estas condiciones no sólo se evidencia un primer vicio, en las actuaciones del Banco de la
República frente a las pensiones voluntarias, sino que se da lugar a un segundo:

El Banco despojó de un derecho cierto (absoluto o relativo) a los beneficiarios, cual era la
exención tributaria, la cual se mantuvo durante once (11) años, por lo cual alteró súbitamente el
poder adquisitivo de tales pensiones, y violó el derecho que tenían sus beneficiarios a controvertir la
perjudicial medida antes de que fuera aplicada: el Banco de la República violó el debido proceso
administrativo. Este es, ciertamente, el segundo vicio en el procedimiento del Emisor frente a la
pequeña comunidad integrada por los damnificados con ocasión de la aplicación de un gravamen
que a mi juicio es injusto.
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De lo anterior pudiera yo concluir que jamás tuvo sentido que los funcionarios del Banco de la
República eludieran toda la responsabilidad en este penoso asunto y se la endilgaran a la DIAN en
su totalidad, como efectivamente ha estado sucediendo durante lo que va corrido del presente año,
ya que éste organismo no fue el que nos reconoció las pensiones voluntarias; es decir, que nosotros
no somos pensionados de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN, sino del Banco
de la República, y la dilación que atañe a los procesos jurídicos destinados a que se nos restituya el
derecho violado es responsabilidad entera del Emisor.

Sin embargo, el tercer vicio de ese procedimiento aún subsiste, así nuestras pensiones fueran no
gravables de conformidad con el Concepto 089507 de 22 de diciembre, por lo dicho en mi anterior
oficio (Derecho de Petición) dirigido a esa Gerencia General:

¿Por qué el Banco de la República no analizó lo que en realidad quería decir el soporte legal que dio
origen a dicho concepto, el cual no fue trascrito por la DIAN en su integridad, sino que fue mutilado
voluntaria o involuntariamente; estimo que, en esencia, el Banco de la República tampoco puede
alegar que no le corresponde responsabilidad en ese asunto, sobre el cual tampoco la DIAN ha sido
capaz de respondernos desde el día 3 de junio del presente año (numeral 5.4 de la Sentencia de la
Corte Constitucional T-466/99):

“5.4. Así mismo, se admitió la existencia de la pensión de carácter voluntario, definida por la
jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia, Sala Laboral (sentencias de la Sección Primera de
abril 2 de 1986, septiembre 30 de 1987 y diciembre 5 de 1991, entre otras) como aquella que puede
reconocer el patrono al trabajador, cuando éste no tiene los requisitos para la pensión legal,
condicionada o no a la ocurrencia de un evento. Evento que generalmente consiste en el
reconocimiento por parte de la entidad de seguridad social de la pensión de vejez. Pensión
voluntaria que, en términos de la mencionada jurisprudencia, merece las mismas garantías que
una pensión de jubilación o vejez. “

No sobra poner de presente que en el texto legal aludido no aparece resaltado ese fragmento; el
suscrito lo hizo deliberadamente para que los lectores de este oficio público pudieran advertir cuál
fue el texto mutilado por la DIAN en su concepto 089507 del 22 de diciembre de 2004.

El único argumento legal que le quedaría a la DIAN en ese caso sería expresar que en vista de que
el numeral 5.4 de la T-466/99 se hallaba en la parte motiva de esa sentencia, por eso “pudiera no
obligar”; pero antes de expresar el citado concepto era su obligación someterlo a estudio por parte
de la misma Corte Constitucional, lo cual omitió, y con ello se arrogó aquel organismo un derecho
ajeno que era de orden judicial y no administrativo, porque era urgente el recaudo de ese impuesto,
quizás por orden expresa del Señor Ministro de Hacienda y Crédito Público, así más tarde fuera
necesario devolverlo, cuando se presentara un fallo judicial en contra de la DIAN o del Banco
Emisor; pero mientras tanto quedarían los recursos jurídicos de las omnipotentes entidades
estatales, para dilatar quizás por muchos meses o inclusive años los procesos judiciales
correspondientes, tiempo durante el cual el Estado utilizaría esos dineros ajenos, obtenidos quizás
en forma ilegal por él, en sus planes económicos, sin importar el malestar económico y moral de los
damnificados, ni las consecuencias en el deterioro de la salud moral y física, ni de los patrimonios
de los mismos y de sus familias, todos ciudadanos de bien que los conseguimos como fruto de los
esfuerzos personales que no nacieron sino del trabajo honesto de muchos años, porque a nadie
despojamos de nada para obtenerlos; en otras palabras, a nadie empobrecimos para supuestamente
volvernos tan “ricos” como se ha querido hacer entender a la opinión pública desde hace unos tres
años. ¿Por qué si el fragmento omitido no decía nada de trascendencia para el fin que se proponía
la DIAN, lo “borró” físicamente del contexto, ya que no sería necesario por aquello desmembrar ese
numeral 5.4 de la sentencia mencionada? El Banco de la República, al aceptar ese concepto en
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forma ciega, a sabiendas de que era vicioso por lo antes dicho, no estaría eximido de
responsabilidad, porque las normas con visos de vicio no obligan a su acatamiento, así haya sido el
mismo Ministro de Hacienda y Crédito Público quien le hubiera dado la orden de obedecerlas. Lo
que acabé de expresar puede ser impreciso en mi calidad de lego en el Derecho, pero sí pienso que
no estoy equivocado al enmarcar mi pensamiento en el orden de la lógica, como Ingeniero que soy,
un simple ciudadano colombiano como cualquier otro.

¿Por qué mutiló la DIAN ese numeral de la T-466/99, si quizás, de no haberlo hecho, las pensiones
que quedaron gravadas; esto es, las de naturaleza “anticipada” o “voluntaria” no hubieran quedado
enmarcadas en esa norma, llamada Concepto 089507, y en efecto la conclusión única que hubiera
merecido era que ninguna pensión de jubilación quedaría gravada a partir del 1 de enero de 2005?

Ahí estaríamos quizás en presencia del Tercer Vicio.

No obstante, considero del caso que la Institución consulte con la ETB y con la Empresa de
Acueducto de Bogotá, sobre cómo están procediendo en relación con el aporte por salud del 12% de
sus ex-trabajadores pensionados voluntarios.

De acuerdo con lo manifestado por el suscrito anteriormente, a lo largo del presente escrito,
nuevamente le solicito al Señor Gerente ordenar a sus funcionarios desmentir mis apreciaciones o
hacer los correctivos del caso frente a las mismas, y asimismo responder las siguientes inquietudes
de cara a todos los afectados y a la opinión pública:

1. ¿En virtud de que el Señor Ministro de Hacienda y Crédito Público, doctor Alberto
Carrasquilla Barrera, es el Presidente de la Junta Directiva del Banco de la República, de
acuerdo con la Ley 31 de 1992, se desempeñó como Gerente Técnico de la entidad entre
1993 y 1997, y a su vez la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales, DIAN, está
adscrita al Ministerio de Hacienda y Crédito Público, fue quien ordenó en forma directa a
tales entidades estatales que se procediera de esa forma, para gravar las pensiones
voluntarias reconocidas por el Emisor y para que el tributo se hiciera efectivo en forma
inmediata desde el inicio del presente año, sin fórmula de juicio alguna?

2. ¿Cuáles son los nombres de los expertos tributarios que consultó el Instituto Emisor en
relación con la aplicación de la medida de aplicar la retención en la fuente a las citadas
pensiones voluntarias?

3. ¿En cuáles leyes o normas está consignado que el Banco de la República no esté obligado a
acatar el orden jurídico o debido proceso en actos administrativos que violen los derechos
adquiridos por las personas, como es el representado por el caso que me ocupa en este
escrito, donde a los afectados se nos privó, de un día para otro, de la garantía legal de
controvertir una norma injusta antes de que fuera aplicada, la cual atentó contra el derecho
que teníamos los afectados a que se nos conservara el poder adquisitivo de nuestras
pensiones?

4. ¿Está usted o sus funcionarios subalternos, o cualquier simple ciudadano de este país,
obligado a acatar leyes o normas que violen los derechos constitucionales de otros
ciudadanos?

5. ¿Por qué los pensionados voluntarios del Banco de la República hemos tenido que asumir la
totalidad del aporte parafiscal correspondiente a salud, como si fuéramos pensionados de
conformidad con la Ley 100 de 1993 (o que nuestras pensiones fueran de vejez) o por
Convención Colectiva, lo cual el mismo Organismo Emisor ha reiterado sistemáticamente
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que no es así, durante lo que va corrido del presente año, pero omitió tal información
durante los once (11) años en que estuvo vigente el Programa de retiro mediante pensión
voluntaria?

6. ¿Se constituye la asociación de dos entes del Estado, la DIAN y el Emisor, en una
participación indebida en política de parte de sus funcionarios?

7. ¿Conocen usted y sus funcionarios subalternos los derechos y los deberes que tiene
cualquier ciudadano que more en nuestro territorio, de conformidad con lo expresado por la
Constitución Política?

8. ¿Conocen usted y sus funcionarios subalternos las leyes atinentes a los servidores públicos,
entre las cuales están básicamente el Código Penal y el Código Disciplinario Único?

9. ¿Se dieron cuenta de cuántos y cuáles preceptos legales se pudieran estar violando por parte
de ustedes cuando obraron de la manera como yo lo he puesto de presente a lo largo del
presente escrito?

10. ¿Creen ustedes que todo eso no es menos que un atentado que se ha dirigido no sólo hacia
los pensionados voluntarios del Banco de la República, sino contra todos los pensionados de
este país, contra toda la clase trabajadora del orden nacional, y en definitiva contra todo el
Pueblo de Colombia? ¿No configuraría todo ese proceso un acto de terrorismo por sus
alcances y consecuencias?

Sin otro particular, y a la espera de sus oportunos comentarios y respuestas,

Atentamente,

CARLOS ALBERTO RAMÍREZ DOMÍNGUEZ


Ingeniero Mecánico – U. P. B.
Pensionado voluntario del Banco de la República
C. C. 8.315.023 de Medellín
caramirez@cable.net.co

Copias: Carta Pública.

Doctor Gerardo Hernández Correa


Gerente Ejecutivo – Banco de la República

Doctor Luís Fernando Restrepo Valencia


Subgerente Administrativo – Banco de la República

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