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COMPROMISOS DOLOSOS

Rodrigo Proaño C.

Los sabios de la economía y la política minimizan las escandalosas conclusiones del


informe de la Comisión para la Auditoria Integral del Crédito Publico (CAIC). Dan a
entender que esos deslices siempre pasan y que el endeudamiento externo es inevitable. No
les queda otro camino a los países pobres. Acudir a los créditos que otorgan los organismos
multilaterales y los países desarrollados.

No importan los condicionamientos económicos, políticos o de afectación a la soberanía.


Poco les preocupa la corruptela de los negociadores, ni que el 80% del préstamo se evapore
en pagos a tecnócratas o en desembolsos a los mismos países prestamistas. Repiten de
memoria que „para progresar hay que endeudarse sin importar las condiciones‟. Según los
capitalistas, así ha sido, así será y no queda otra salida.

En esa senda se ubican los críticos al informe de la CAIC. La primera reacción de los
políticos en decadencia ha sido cuestionar los resultados de la investigación. Se trató de
deslegitimar el informe con diferentes argumentos, insinuando que se trata de una
estrategia de campaña electoral para desprestigiar a los opositores al gobierno. Luego se
contraatacó al Presidente de la Comisión, Alejandro Olmos, acusándolo de ser un
militante histórico de la izquierda latinoamericana y por lo mismo sesgar los resultados de
la auditoria. A la par se echó dudas sobre el comportamiento ético de Olmos en Argentina.
Y hasta se aseguró que el gobierno manejó a la Comisión. Han sido subjetividades
buscando deslegitimar la investigación de meses. Hasta se objetó la presencia del Fiscal
General de la Nación en la lectura del informe, según ellos, estaba “prevaricando”.

Ahora que se aproxima la fecha de cancelación de un tramo de la deuda externa dolosa (20
de diciembre) sus responsables y beneficiarios aseguran que “el gobierno se pone la soga al
cuello” si deja de pagar; al mismo tiempo se entiende de continuarse con la pesquisa hasta
identificar a los responsables del endeudamiento más corrupto de la historia patria. Los
líderes de los partidos tradicionales, a quienes el gobierno los califica de „cadáberes
insepultos‟ afirman con desfachatez que no hay por qué estigmatizar a la deuda, no es
pecaminosa, y es más, dicen que hoy más que nunca el gobierno necesita de créditos para
financiar el déficit presupuestario por el bajo precio del petróleo.

Así se muestran de cuerpo entero los caudillos de la política ecuatoriana, envejecidos con
su manida sabiduría y dudosa moral, que tanto mal han hecho al país. „Vieron la
corrupción y la dejaron pasar”, “robaron y justificaron con pequeñas obritas”. En la orilla
opuesta y para corregir éste insulto nacional nos toca profundizar el análisis del informe de
la CAIC, vigilar la aplicación de la justicia, buscar instancias internacionales que faciliten
crédito auténticamente solidario. Erradicar de raíz los endeudamientos oprobiosos,
chulqueros, que nutren el sistema capitalista.

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